En busca del gran navío ~ Público [FINALIZADO]

Tiempo ha desde que nos vemos lector. Fue una gran pausa, no se lo niego, pero volvamos manos a la obra y comencemos una vez más a narrar las desventuras de este pobre hijo del diablo. ¿Por dónde íbamos? Ah, sí, recuerdo, Ibarenko Vlassrova, The Black Lightning, el ser más vacío que caminaba por tales tierras, únicamente abrazado por la sangre y las almas de sus víctimas durante sus marchas. Muy típico, lo sé, un joven que mata a todo aquel que vea por delante sin pensar en las consecuencias, pero bueno, siempre hay un momento en el que cambiar, ¿no? Puede que ahora un buen momento para recordar cómo usar las palabras.

Le explico, Ibarenko, aunque bueno, vamos a llamarlo Iba, para evitar repetir el nombre entero, estaba allí con el objetivo de encontrar un barco. Y siéndole sincero, no deseaba clavar su cuchillo tan pronto, todo lo contrario, es cierto que era su mayor deseo, debido a lo que llevaba sin oler sangre, pero hasta que no se alejara de su anterior morada, una isla próxima, no debía arrancar el corazón a nadie. Pero, y usted dirá, ¿cómo podemos estar tan seguro? Bueno, el caballero aquí presente es el ejemplo más claro. Iba se comenzó a mover de forma bastante lenta, incluso algo agarrotada, hasta que quedó erguido y mirando fijamente a aquella bola de nieve. Un hombre mayor, se atrevería a decir, acompañado de soldados de asalto que, muy probablemente atacarían por él...menuda sencillez, y tontería. Tal y como inspeccionó a los que le acompañaban, se fijó en el detalle de que estaban haciendo...'algo', es decir, por lo que aparentaba la situación, dedujo que probablemente estuvieran 'trabajando' en algo relacionado con los barcos, hasta que presenció el uso de palas como herramienta de trabajo, siendo algo que ya empezó a dejar de gustarle.

- Yo... - Decía con cierta dificultad. - Yo...soy...yo...se-señor.- Llegó incluso a tartamudear. Odiaba hablar a las personas, sobretodo si no las conocía, pero no le quedaba más remedió que seguir su papel teatrero hasta hacerle ver que no iba a suponerle un problema. Es más, incluso fuese él aquel que le diera el bien que tanto ansiaba en aquel instante, un barco.

Ahora se acercaba él a Iba. Habíamos pasado de un juego de palabra a uno nuevo en el que antes llegara al otro, parecía ser que ganaba. Bastante cómico que un chico como él, oculto entre las sombras de su abrigo, siendo la cabeza lo único libre, jugara a algo. - Anterior...roto. Cementerio buen...sitio... Fácil... - Quiso continuar.

El chico, como bien dijo tal caballero, seguía sin soltar prenda alguna acerca de qué hacía allí, aunque el motivo no era falso, buscaba un barco nuevo con el que volver a cabalgar mares. Podíamos decir que...lo necesitaba, de alguna forma u otra, e incluso el ir a un cementerio era una opción hasta que pudiera conseguir otro de mayor calibre. - Yo...ser yo...chico capaz... - Decía una vez más.

La situación seguía tensa, pues aunque tal caballero siguiera intentando dar una imagen de confianza, Vlassrova sabía que había algo que no le gustaba en él. Había algo que le echaba para detrás, y no era su odio a algunos seres humanos, era algo en él que no le gustaba, es más, se aventuraba a decir que, a pesar del calmado ambiente, había gato encerrado.

¿En serio? ¿Tenía que llegar en ese preciso momento? Podía quedarse suplantando la identidad de alguno, en vez de haber aparecido en tal instante. Aunque, lo quiera o no, Iba veía que estar cerca de tal tipo era una idea bastante buena, pues le permitiría tener un seguro de vida en todo momento. De algo malo hay que sacar algo bueno, ¿no?

- Siempre. - Dijo a la respuesta de su voz cortada. Desde que era consciente, Iba tartamudeaba cuando tenía que 'socializar', pues no tenía aquella habilidad que solían tener los restantes para relacionar con más personas. Sólo cuando estaba matando a gente podía liberarse de tales limitaciones...¿Quizás porque el ver como otros morían le reconfortaba? Sería una razón de peso lo suficientemente válida, como para poder explicar tales problemas. Pero, volviendo a la situación actual, Ibarenko observó los tablones señalados por aquel hombre mas, aunque le habría encantado, no era capaz de distinguir a simple vista si tales trozos de madera podían dar como para producir un nuevo barco.

' Por qué tengo la sensación... ' Dijo para sus adentros. Aquellos tipos empezaban a irse, únicamente quedaban tres personas allí: Iba, el chico gorra y el hombre de la mano oculta; por lo que, o quería mantener una charla oculta, o deseaba ver nuestros cadáveres flotando sobre el ancho mar. Es más, la última pregunta que realizó le alarmó un poco más, pues se estaba cociendo una situación que podía ser...'errónea'. ¿Se creería que eran quienes no? Por si acaso, confiaba en que su reciente compañero no metiera la pata...una vez más.