Isorum Arena
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Tras la gran tormenta de arena la ciudad de Yuba volvía a la normalidad. Hace no demasiado tiempo Isorum se encontraba en dicha ciudad comerciando, viendo productos, sin previo aviso un hombre dio la voz de alarma de que una tormenta se cernía sobre el asentamiento, los ciudadanos comenzaron a correr de un lado a otro y se refugiaron en sus casas.
Caracterizados por hospitalidad, dejaron entrar a Isorum en una de las viviendas hasta que la tormenta pasase, tras lo cual la ciudad volvía a la normalidad. Si aquel hombre no hubiera avisado, sería probable que al futuro revolucionario le hubiese sido imposible entrar en la casa.
Caminando por la calle vio a un hombre, tenía un aspecto peculiar, aunque Isorum ya de por sí no pasaba desapercibido para nadie, le encantaba lucirse mostrando músculos y yendo decorado con anillos y cadenas de oro y plata. El “cadenas” , nativo de Arabasta se acercó dicho hombro y efectivamente lo reconoció como el hombre que había dado la voy de alarma.
-Ey… ey, *volvió a repetir*, ¿Tú eres el que ha dado la voz de alarma sobre la tormenta de arena, no?, solo venía a darte las gracias, soy Isorum, ¿Por dónde has venido para enterarte de ello?-
Los modales no eran lo suyo en aquel momento, tampoco en el presente, pero si había cierta mejora en su forma de estar con respecto a los sitios. No obstante, no tenía ninguna intención de resultar ofensivo. El clima de justicia azotaba la ciudad mientras ambos paraban en la calle, mientras Isorum analizaba su aspecto.
-¿Necesitas algo de agua?-
Caracterizados por hospitalidad, dejaron entrar a Isorum en una de las viviendas hasta que la tormenta pasase, tras lo cual la ciudad volvía a la normalidad. Si aquel hombre no hubiera avisado, sería probable que al futuro revolucionario le hubiese sido imposible entrar en la casa.
Caminando por la calle vio a un hombre, tenía un aspecto peculiar, aunque Isorum ya de por sí no pasaba desapercibido para nadie, le encantaba lucirse mostrando músculos y yendo decorado con anillos y cadenas de oro y plata. El “cadenas” , nativo de Arabasta se acercó dicho hombro y efectivamente lo reconoció como el hombre que había dado la voy de alarma.
-Ey… ey, *volvió a repetir*, ¿Tú eres el que ha dado la voz de alarma sobre la tormenta de arena, no?, solo venía a darte las gracias, soy Isorum, ¿Por dónde has venido para enterarte de ello?-
Los modales no eran lo suyo en aquel momento, tampoco en el presente, pero si había cierta mejora en su forma de estar con respecto a los sitios. No obstante, no tenía ninguna intención de resultar ofensivo. El clima de justicia azotaba la ciudad mientras ambos paraban en la calle, mientras Isorum analizaba su aspecto.
-¿Necesitas algo de agua?-
Teobaldo Voglio
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La tormenta había sido brutal, durante las horas que pase refugiado solo se escuchaba el silbar del viento entre las ranuras de la casa y el rasgar de la arena sobre las casa de piedra. En eso momento solo esperaba que el anciano y su camello hubieran, logrado avisar a las personas que vivían mas al centro de Yuba y aun más importante que hubieran logrado después encontrar refugio ante la formidable tormenta. Cuando la tormenta termino di las gracias a la familia que tan amablemente me había refugiado, pero ellos estaban mas agradecidos que yo ya que por el fortuno aviso habían logrado salvar sus huertas y por supuesto su puesto de frutas.
Antes de marcharme me preguntaron si había alguna forma de compensarme por mis acciones les comente que ya era suficiente con el asilo que e habían proporcionado, pero insistieron en darme una buena ración de frutas y verduras acepte gustoso por no desairarlos, pero tuve que negarme cuando me querían dar su único medio de trasporte. Al final logre convencer y sin mas me retire del lugar dando nuevamente las gracias, una vez en la calle me di cuenta de los destrozos de la tormenta, habían pequeñas dunas amontonadas en las paredes y en los techos, la ciudad entera casi quedaba cubierta por la arena del desierto.
Pude ver a mi paso a algunos habitantes limpiando sus casas y comercios, otros mas los menos afortunados se encontraban desechos por las perdidas, me sentía impotente pero que podía hacer por ellos. Seguí caminad cargando mi bolsa de frutas y verduras al hombro, mis pasos no tenían rumbo fijo, hasta que tome la decisión de ir a un bar por una bebida fría, para reordenar mis ideas y trazar mi curso en dirección a las ruinas. En ese momento un joven se me acerco el cual era bastante fornido ataviado con una cantidad bastante razonable de cadenas, de las cuales algunas pude notar eran de oro y otras más de plata.
Aquel hombre me pregunto vigorosamente sobre si yo era aquel que había dado la alarme sobre la tormenta, luego sin siquiera esperar la respuesta me dio las gracias, tras esto ultimo se presento como Isoruma, finalmente me formulo otra pregunta. Cuando por fin tuve oportunidad conteste amigablemente -Hola Isoruma, mi nombre es Teobaldo Voglio y si he sido yo quien dio la voz de alarma, pues me he enterado porque casi soy engullido por la tornarme ahí en el desierto mientras viajaba en esta dirección con un viejo, por fortuna escapamos de ella y tuvimos tiempo para avisar a los habitantes de Yuba- luego le sonreí para decir luego -No hay nada que agradecer jejeje cualquiera creo hubiera hecho lo mismo en mi situación.
Una ves termine de responder le me pregunto si deseaba agua, quizás al verme un poco empolvado, cansado y por demás algo quemado por el duro sol del desierto, fue la razón por la cual me formulo aquella pegunta. A la cual respondí con una amplia sonrisa y una leve carcajada -Mi amigo has adivinado mis pasos, andaba en busca de algún bar o restaurarte donde sirvan un buen vino ¿Conoces alguno por aquí cerca?- Luego me acomode el bulto de frutas que tenia al hombro - Como ves ando algo cargado y no deseo caminar mucho- Luego espere por la respuesta del joven que tenia frente de mi.
Antes de marcharme me preguntaron si había alguna forma de compensarme por mis acciones les comente que ya era suficiente con el asilo que e habían proporcionado, pero insistieron en darme una buena ración de frutas y verduras acepte gustoso por no desairarlos, pero tuve que negarme cuando me querían dar su único medio de trasporte. Al final logre convencer y sin mas me retire del lugar dando nuevamente las gracias, una vez en la calle me di cuenta de los destrozos de la tormenta, habían pequeñas dunas amontonadas en las paredes y en los techos, la ciudad entera casi quedaba cubierta por la arena del desierto.
Pude ver a mi paso a algunos habitantes limpiando sus casas y comercios, otros mas los menos afortunados se encontraban desechos por las perdidas, me sentía impotente pero que podía hacer por ellos. Seguí caminad cargando mi bolsa de frutas y verduras al hombro, mis pasos no tenían rumbo fijo, hasta que tome la decisión de ir a un bar por una bebida fría, para reordenar mis ideas y trazar mi curso en dirección a las ruinas. En ese momento un joven se me acerco el cual era bastante fornido ataviado con una cantidad bastante razonable de cadenas, de las cuales algunas pude notar eran de oro y otras más de plata.
Aquel hombre me pregunto vigorosamente sobre si yo era aquel que había dado la alarme sobre la tormenta, luego sin siquiera esperar la respuesta me dio las gracias, tras esto ultimo se presento como Isoruma, finalmente me formulo otra pregunta. Cuando por fin tuve oportunidad conteste amigablemente -Hola Isoruma, mi nombre es Teobaldo Voglio y si he sido yo quien dio la voz de alarma, pues me he enterado porque casi soy engullido por la tornarme ahí en el desierto mientras viajaba en esta dirección con un viejo, por fortuna escapamos de ella y tuvimos tiempo para avisar a los habitantes de Yuba- luego le sonreí para decir luego -No hay nada que agradecer jejeje cualquiera creo hubiera hecho lo mismo en mi situación.
Una ves termine de responder le me pregunto si deseaba agua, quizás al verme un poco empolvado, cansado y por demás algo quemado por el duro sol del desierto, fue la razón por la cual me formulo aquella pegunta. A la cual respondí con una amplia sonrisa y una leve carcajada -Mi amigo has adivinado mis pasos, andaba en busca de algún bar o restaurarte donde sirvan un buen vino ¿Conoces alguno por aquí cerca?- Luego me acomode el bulto de frutas que tenia al hombro - Como ves ando algo cargado y no deseo caminar mucho- Luego espere por la respuesta del joven que tenia frente de mi.
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Realmente Isorum se preguntaba si él habría hecho lo mismo, aunque siendo la ciudad el único lugar en que refugiarse, cierto era que debía hacerse aunque fuese por uno mismo.
Sonreía ante el carisma del hombre, y sobre todo cuando dijo que había averiguado sus intenciones, verlo en el estado que se encontraba en una dura ciudad como aquella, nunca sentaba mál un ofrecimiento para refrescar el cuerpo. Luego observó el bulto que llevaba en la espalda sin saber bien de qué se trataba, pero parecía pesar.
-Pues sí, conozco el lugar adecuado, bueno, las opciones de bares aquí son escasas, pero ven sígueme-
Isorum hizo un gesto para que le siguiera, y partió en busca del local, estuvieron caminando mientras las personas de allí continuaban con sus labores en la limpieza de sus casas o en comprobar que todo estaba bien. En nada, aunque con dunas sobre la calle, la vida volvía a florecer en el pueblo.
Cuando llegaron al lugar, éste seguía abierto, salvo con el rellano cubierto y un montículo en la entrada, pero abierto, era lo importante. Isorum abrió la puerta al completo haciéndose notar y se dirigió rápidamente al camarero.
-¡Hombreeee, si sigues como si nada, esto apenas te ha afectado- Espetó Isorum a modo de saludo –Mira, te he traído a un cliente más- *Tras lo cual se dirigió a Teobaldo* , vamos pídete el vino que gustes, invito yo-
Poco duró esa buena actitud, pues en nada el camarero escuchó sus palabras y su cara se tornó serio. –¡Isorum, la tormenta de arena no afectará a mi local, pero tus deudas sí que están afectando, así que empieza a pagar tu cuenta!-
En ese momento el cadenas se encogió de hombros, ya no se acordaba que le debía dinero, y encima estaba dando el espectáculo delante de Teobaldo, Isorum se volvió y sacó unas monedas que tenía en el bolsillo y se las entregó de mala manera.
-¿ves como si las pago?, si venía a pagártelas, ahora déjale a este hombre pedir de una vez, que estamos dando el espectáculo-
Acto seguido, el “cadenas” le hizo un gesto con la cabeza a Teobaldo indicándole que le pidiese al dueño del local lo que quería.
Sonreía ante el carisma del hombre, y sobre todo cuando dijo que había averiguado sus intenciones, verlo en el estado que se encontraba en una dura ciudad como aquella, nunca sentaba mál un ofrecimiento para refrescar el cuerpo. Luego observó el bulto que llevaba en la espalda sin saber bien de qué se trataba, pero parecía pesar.
-Pues sí, conozco el lugar adecuado, bueno, las opciones de bares aquí son escasas, pero ven sígueme-
Isorum hizo un gesto para que le siguiera, y partió en busca del local, estuvieron caminando mientras las personas de allí continuaban con sus labores en la limpieza de sus casas o en comprobar que todo estaba bien. En nada, aunque con dunas sobre la calle, la vida volvía a florecer en el pueblo.
Cuando llegaron al lugar, éste seguía abierto, salvo con el rellano cubierto y un montículo en la entrada, pero abierto, era lo importante. Isorum abrió la puerta al completo haciéndose notar y se dirigió rápidamente al camarero.
-¡Hombreeee, si sigues como si nada, esto apenas te ha afectado- Espetó Isorum a modo de saludo –Mira, te he traído a un cliente más- *Tras lo cual se dirigió a Teobaldo* , vamos pídete el vino que gustes, invito yo-
Poco duró esa buena actitud, pues en nada el camarero escuchó sus palabras y su cara se tornó serio. –¡Isorum, la tormenta de arena no afectará a mi local, pero tus deudas sí que están afectando, así que empieza a pagar tu cuenta!-
En ese momento el cadenas se encogió de hombros, ya no se acordaba que le debía dinero, y encima estaba dando el espectáculo delante de Teobaldo, Isorum se volvió y sacó unas monedas que tenía en el bolsillo y se las entregó de mala manera.
-¿ves como si las pago?, si venía a pagártelas, ahora déjale a este hombre pedir de una vez, que estamos dando el espectáculo-
Acto seguido, el “cadenas” le hizo un gesto con la cabeza a Teobaldo indicándole que le pidiese al dueño del local lo que quería.
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Isorum me dijo que las opciones de bares en la zona eran escasas, supongo que para un poblado pequeño como Yuba esto era normal, no obstante me comento que conocía un bar indicado para sentarnos a conversar. Accedí a seguirle, mientras caminábamos éramos testigos del paso de la tormenta la cual se había mostrado inclemente contra el pueblo, sin embargó era evidente que los pobladores estaba ya acostumbrados a estos desastres naturales, pues a cada paso se veía como la vida comenzaba a florecer de nuevo.
Creo que es verdad cuando dicen esa expresión de que algunas personas son como “flores del desierto”, usualmente la usan para referirse a aquellas personas que cresen ante la adversidad de la vida. No tuvimos que caminar demasiado para llegar al lugar y eso era bueno porque no deseaba seguir cargando las frutas y verduras, al llegar al lugar este se mostraba algo destrozado, en pocas palabras ya era una ruina mucho antes de la tormenta, esto era evidente al notar el viejo y desgastado letrero que en palabras poco inteligibles señalaba a duras penas el nombre del local “El oasis de oro” o algo similar decía. Tuvimos que eludir una imensa duna de arena que se había formado casi junto a la entrada del local cubriendo el lado derecho del mismo. De pronto Isorum abrió la puerta de par en par entro, cual si fuera dueño del lugar y sin perder tiempo se dirigió al camarero saludándolo eufóricamente, para luego comentarle que había traído un nuevo comensal, tras señalarme me dijo que pidiera el vino que deseara ya que el invitaba.
Pero tal parecía que en verdad no era el dueño de aquel establecimiento, cuando el mesero se dirigió de manera dura así él recordándole sus deudas. Mientras esto sucedía me dispuse a sentarme en una mesa cercana, la cual estaba junto a lo que quedaba de una ventana, tome el menú que estaba en la mesa que seguramente alguien había dejado ahí tras salir corriendo ante la tormenta. Lo abrí y comencé a leerlo, al alzar la vista pude notar como Isorum sacaba un par de monedas y pagaba su deuda, la verdad no creo que eso fuera todo lo que debiera pero pareció tranquilizar al mesero, quien tomo el dinero, para luego dirigirse a así donde yo estaba tras la señal de Isorum.
-Vale por mí no se preocupen, siempre he gustado de los espectáculos– dije tranquilamente mientras regresaba mi vista a la carta, segundos después le señale al mesero que deseaba un “Florián de la Huerta” un vino rico y barato que se encuentra usualmente en estos establecimientos, el mesero me dijo que era una buena elección y acto seguido se dirigió a la cocina. Liego me dirigí a mi acompañante -Colega, veo que eres bastante popular por estos lugares, dime de casualidad eres nacido de estas tierras o llevas mucho tiempo en este lugar veras es que he venido a explorar unas ruinas antiguas, las cuales me han dicho que están al interior de Yuba pero no tengo idea de por dónde comenzar y mucho agradecería me indicaras el camino o al menos que me dijeras si valen la pena explorarlas.
Tras esto le hice un ademan con la mano para invitarle a que se sentara, en ese momento llego el camarero con dos taros de vino y unas bocadillos cortesía de la casa, en el fondo en vedad aprecio estos lugares donde te dan una botana tras pedir un bebida, si de antigüedades se trata estas cortesías están casi extintas en estos mares.
Creo que es verdad cuando dicen esa expresión de que algunas personas son como “flores del desierto”, usualmente la usan para referirse a aquellas personas que cresen ante la adversidad de la vida. No tuvimos que caminar demasiado para llegar al lugar y eso era bueno porque no deseaba seguir cargando las frutas y verduras, al llegar al lugar este se mostraba algo destrozado, en pocas palabras ya era una ruina mucho antes de la tormenta, esto era evidente al notar el viejo y desgastado letrero que en palabras poco inteligibles señalaba a duras penas el nombre del local “El oasis de oro” o algo similar decía. Tuvimos que eludir una imensa duna de arena que se había formado casi junto a la entrada del local cubriendo el lado derecho del mismo. De pronto Isorum abrió la puerta de par en par entro, cual si fuera dueño del lugar y sin perder tiempo se dirigió al camarero saludándolo eufóricamente, para luego comentarle que había traído un nuevo comensal, tras señalarme me dijo que pidiera el vino que deseara ya que el invitaba.
Pero tal parecía que en verdad no era el dueño de aquel establecimiento, cuando el mesero se dirigió de manera dura así él recordándole sus deudas. Mientras esto sucedía me dispuse a sentarme en una mesa cercana, la cual estaba junto a lo que quedaba de una ventana, tome el menú que estaba en la mesa que seguramente alguien había dejado ahí tras salir corriendo ante la tormenta. Lo abrí y comencé a leerlo, al alzar la vista pude notar como Isorum sacaba un par de monedas y pagaba su deuda, la verdad no creo que eso fuera todo lo que debiera pero pareció tranquilizar al mesero, quien tomo el dinero, para luego dirigirse a así donde yo estaba tras la señal de Isorum.
-Vale por mí no se preocupen, siempre he gustado de los espectáculos– dije tranquilamente mientras regresaba mi vista a la carta, segundos después le señale al mesero que deseaba un “Florián de la Huerta” un vino rico y barato que se encuentra usualmente en estos establecimientos, el mesero me dijo que era una buena elección y acto seguido se dirigió a la cocina. Liego me dirigí a mi acompañante -Colega, veo que eres bastante popular por estos lugares, dime de casualidad eres nacido de estas tierras o llevas mucho tiempo en este lugar veras es que he venido a explorar unas ruinas antiguas, las cuales me han dicho que están al interior de Yuba pero no tengo idea de por dónde comenzar y mucho agradecería me indicaras el camino o al menos que me dijeras si valen la pena explorarlas.
Tras esto le hice un ademan con la mano para invitarle a que se sentara, en ese momento llego el camarero con dos taros de vino y unas bocadillos cortesía de la casa, en el fondo en vedad aprecio estos lugares donde te dan una botana tras pedir un bebida, si de antigüedades se trata estas cortesías están casi extintas en estos mares.
- Offrol:
- Me disculpo si he tardado pero ando algo ocupado, seguiré con el rol pero será algo lento, espero para la siguiente semana estar un poco más suelto, solo te pido un poco de paciencia, saludos y seguimos en contacto.
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Pues al final de cuentas termine por alguna razón tomando solo en aquel lugar, no estuvo mal el vino el cual fue bastante económico el cual acompañe con casina. No fue la comida mas elegante pero zaceo mi amble finalmente pague por lo consumido. Aprovechando para preguntarle al tabernero la dirección en la que estaban las ruinas que había ido a explorar me dijo que estaban no muy lejos de la plaza central de Yuba pero que lugares muy peligrosos de ser explorados. Camine unas cuantas horas hasta llegar al lugar señalado pero para mi sorpresa las ruinas habían quedado totalmente suputadas bajo kilos de arena lo que me lleno de ira pues todo el viaje había sido en vano.
Una joven y agraciada mujer que pasaba por aquel lugar me comento que si deseaba entrar a las ruinas había otra entrada y que con gusto ella me guiaría hasta aquel lugar, Cautivado por su belleza me deje conducir hasta la segunda entrada a las ruinas, pocos minutos depuse llegamos ante el pasadizo que aseaba ver, pese que le comente que me espera la chica ella ignoro mi petición. Una vez adentro note que el lugar había sido saqueado,fue cuando la joven se identifico como antropologa y que si mi interés era estudiar las ruinas al igual que ella había llegado tarde, me comento que me había triado porque pensó que era un turista mas pero que si deseaba saber sobre las cuevas ella tenia algunos apuntes de las mismas.
Termine yendo a su casa donde finalmente me hospede por una semana en la que me dedique a estudiar sus notas personales y fragmentos de artefactos que habían al interior de la cueva, explore las ruinas por mi cuenta pero sin mejores resultados que ella. Al final los últimos dos días los dedique para relajarme a su lado.
Una joven y agraciada mujer que pasaba por aquel lugar me comento que si deseaba entrar a las ruinas había otra entrada y que con gusto ella me guiaría hasta aquel lugar, Cautivado por su belleza me deje conducir hasta la segunda entrada a las ruinas, pocos minutos depuse llegamos ante el pasadizo que aseaba ver, pese que le comente que me espera la chica ella ignoro mi petición. Una vez adentro note que el lugar había sido saqueado,fue cuando la joven se identifico como antropologa y que si mi interés era estudiar las ruinas al igual que ella había llegado tarde, me comento que me había triado porque pensó que era un turista mas pero que si deseaba saber sobre las cuevas ella tenia algunos apuntes de las mismas.
Termine yendo a su casa donde finalmente me hospede por una semana en la que me dedique a estudiar sus notas personales y fragmentos de artefactos que habían al interior de la cueva, explore las ruinas por mi cuenta pero sin mejores resultados que ella. Al final los últimos dos días los dedique para relajarme a su lado.
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