[Privado] (Pasado) Pisando tierra firme (Byakuro Kyoya)

Me encontraba en mi camarote, hacia unos quince minutos que me había informado la navegante, Rose, que llegaríamos a puerto en pocos minutos, así que me puse ha preparar mi equipaje y recoger todas mis cosas: mis libros, mi libreta, toda mi ropa, el mapa... Eche un ultimo vistazo a la habitación, que había sido mi casa durante dos semanas y salí del ella colocando mi mochila de color marrón a mi hombro y a continuación cerré  la puerta tras de mi. Camine por el pasillo dejando atrás los demás camarotes de mis compañeras y llegue a la cubierta del barco, el olor del mar llego a mi sin previo aviso y no pude evitar aspirar profundamente y llenar así mis pulmones de ese aire, también llego a mi el sonido de las gaviotas indicándome que estábamos muy cerca de la isla.
Todas estaban preparándose para ingresar al puerto y atracar en el muelle. Se oyó el sonido del ancla bajando para descansar en la profundidad del mar y comencé a despedirme de mis compañeras de viaje, por ultimo me despedí de la capitana y esta me deseo mucha suerte en mi viaje. Baje del barco, mientras las muchachas ya se habían puesto a bajar la mercancía que transportaban, ya estaba algo lejos cuando oí a una mujer que decía "No te olvides de escribirme"  me gire y vi que la que había hablado era Rose, que se encontraba en la proa del barco, le sonreí y le asentí. A continuación me gire y comencé a caminar por el pueblo, era un lugar muy bonito e interesante, mis ojos no sabían a donde mirar y lo observaban todo procurando no perderse ningún detalle.
Acaba de llegar a la primera isla de mi gran aventura y ahora que debería de hacer? "Buscar un sitio donde pasar la noche" - dijo una vocecilla en mi interior, cierto! necesitaba un lugar donde alojarme y quizás conseguir un periódico o buscar un tablón de anuncios. Iba caminando por una calle pensando que es lo que iba hacer, cual seria mi plan, sobretodo cuando el poco dinero que tenia se me acabara. Llevaba una chaqueta un poco larga que ocultaba mis cuchillos, los cuales descansaban en mi cinturón, siempre había que estar preparada, nunca se sabia si los necesitaría usar.

Byakuro soltó una carcajada cuando el tercer corte le separó el brazo del cuerpo, para un segundo después volver a unirse a él como si nada hubiese pasado. La verdad es que pelear contra personas que no dominasen el haki era una actividad interesante y divertida, sin duda. De vez en cuando alguno de ellos lograba sorprender al cazador con una técnica poco ortodoxa e incluso le llegaba a herir, lo cual demostraba que el ser humano podía ser verdaderamente imaginativo al enfrentarse a un desafío imposible.

- Bueno, no está nada mal... -sonrió el cazador, mientras apoyaba la mano en la cabeza del pequeño espadachín que se le había enfrentado. El cazador sonrió a todos los presentes. Estaba en un tatami, rodeado por todos los miembros de un dojo local de espadachines. El maestro del lugar lo había reconocido como uno de los siete Shichibukai y le había pedido que les hiciese una pequeña demostración. Byakuro había aceptado, no tenía nada mejor que hacer y siempre le gustaba ver a pequeños niños practicando diferentes artes de combate, comprobar sus estilos y corregirlos en lo que pudiese.

Los presentes aplaudieron ante el cazador, y entonces el maestro se acercó a él con una actitud de respeto, inclinando ligeramente la cabeza:

- Gracias por habernos honrado con su presencia, señor Kyoya.
- Oh, no  ha sido nada... -dijo el albino, moviendo la mano para quitarle importancia, y se dio media vuelta, hacia la salida del dojo.

Nada más salir al camino, bastante vacío de transeúntes, el chico se estiró. Agarró su bastón grabado y empezó a caminar, usándolo a modo de apoyo, como si de un peregrino se tratase. Mientras se dirigía a la villa, tarareaba una tonadilla alegre.

Apenas tardó cinco minutos en entrar en la villa. Había poca gente en la calle. El cazador caminó hasta la plaza central, donde se sentó en un banco de madera, en el centro de la misma. Se dedicó a observar a la poca gente que caminaba de aquí para allá, cuando sus ojos se clavaron en una chica joven de pelo claro, ataviada con una chaqueta larga.

- Mmmmm... vaya. Que interesante... es mona. -sonrió para sí, mientras la miraba pasar con disimulo.

Al llegar al final de la calle me encontré con la plaza central de aquella villa, que ni siquiera sabia como se llamaba, al menos sabia que me encontraba en el mar del East Blue. El olor del mar que me había recibido hace un momento ya había desaparecido y una escena de una plaza tranquila se presento ante mis ojos. Era raro, ya que el centro de las ciudades o pueblos suele ser donde mas movimiento hay , donde suelen hacerse algún tipo de mercado o cosa similar.
En el centro de la plaza había un par de bancos de madera, uno de ellos estaba ocupado por un chico peliblanco, así que decidí ocupar otro de los bancos libres, sin percatarme de que el muchacho ya me había echado el ojo. Me senté y apoye la mochila de color marrón encima de mis piernas, comencé a buscar dentro de ella y saque un mapa para situarme en el lugar que me encontraba Villa Shimotsuki dije para mi mientras observaba en aquel mapa el resto de sus regiones e islas vecinas, llegar había sido fácil pero viajar y visitar otras... eso era mas complicado al no tener un barco. Mis únicas opciones eran: Hacer un trato con el capitán de algún barco para conseguir que me llevaran, quizás proponerle que me pusiera a trabajar en las cocinas, también podría buscar un trabajo en las ciudades a las que fuera visitando como cocinera o pinche de cocina para luego pagarme un billete en algún barco de pasajeros o la ultima opción seria robar algún barco pequeño en el puerto con el que pudiera moverme sin problemas de un lado a otro, el problema es que no sabia nada sobre navegación, ni de llevar barcos. La primera opción era la que más me gustaba pero, ¿Qué hacia pensando en irme si acababa de llegar?
Tenia que buscar un lugar antes de que los rayos de sol desapareciesen y la noche me abrazara. Guarde el mapa en su sitio y observé la plaza desde mi sitio, buscando algún cartel o dibujo por la zona que me indicara donde dormir, aunque quizás lo mas fácil seria preguntar a algún habitante.

La chica se sentó en uno de los bancos cercanos a Byakuro, que no dejaba de observarla con curiosidad. La joven pareció sacar un enorme plano, doblado varias veces, y empezó a examinarlo con parsimonia. Tras unos momentos mirando el mapa, pareció tomar una decisión, pues lo guardó de nuevo y empezó a mirar en todas direcciones, como si buscase algo. En una de las pasadas, sus ojos se cruzaron con los del cazador, que arque´las cejas y se levantó, acercándose a ella.

- ¿Buscas algo, imoto-chan? -le preguntó una vez hubo llegado a su lado, con una sonrisa de oreja a oreja. La joven parecía estar más perdida que un pulpo en un garaje, así que no estaba de más ayudarla en lo que estuviese haciendo. De todos modos, el chico seguía sin tener nada que hacer hasta la siguiente noche...

El cazador pasó el peso del cuerpo de un pie a otro. Llevaba una camiseta azul marino con un Jolly Roger dorado, un anillo con una gema naranja en la mano izquierda y unos pantalones negros, ligeramente gastados bajo las rodillas, donde los hilos blancos empezaban a partirse, formándose un pequeño agujero. Todo esto era rematado por dos enormes botas de cuero negro con hebillas metálicas. No era un aspecto precisamente discreto, pero a él le parecía cómodo. Volvió a pasar el peso al pie original, mientras esperaba una respuesta. Agarró su bastón grabado y lo apoyó en el suelo, sirviéndose de él como apoyo.

No me había fijado en quien era el peliblanco hasta que nuestras miradas se cruzaron y fue ahí cuando reconocí su cara, era un Shichibukai. En un mundo tan grande, ¿Como había acabado encontrándome con uno de ellos? Lo había reconocido por los periódicos pero no recordaba su nombre. y de repente se acerco al banco que estaba yo sentada.
Emmm si, estaba buscando un lugar donde alojarme, algo así como una posada para pasar la noche... - le respondí con la misma amabilidad que me había ofrecido él. Era guapo, había que reconocerlo, también parecía una persona agradable, ofreciéndole ayuda a una desconocida, aunque no creía que el viviera aquí y por lo tanto conocía tan poco el pueblo como yo. ¿No se si conocerá alguna? - sonó mas como pregunta mezclada con una afirmación dudosa. No pude evitar fijarme en su tatuaje y mas aun en sus ojos violeta, extraño color.
Aunque ya que estaba, ¿Por que no echarle un ojo con disimulo? Estaba en forma, por lo menos sus brazos me indicaban eso y las ropas aunque extrañas no le sentaban mal. Al ver que cambiaba de postura me eche hacia un lado en el banco, dejando aun mas sitio Si quiere puede sentarse - le ofreci.

- Eeeeeh... claro, ¿por qué no? Pero no hace falta que me llames de usted... me siento raro si lo hacen -el chico se sentó al lado de la chica mientras soltaba una carcajada-. Mi nombre es Byakuro. Y con respecto a la posada... me temo que no soy de aquí, y dudo siquiera que vaya a pasar la noche en la isla -el cazador se encogió de hombros-. Además, mi barco tiene camas más cómodas que cualquier posada que pueda haber aquí... -el cazador se detuvo un instante-. En cualquier caso... podemos ir a buscar una posada si quieres.

El chico se levantó del banco de golpe, empezando a caminar por la plaza, buscando alguna posada, pero no parecía haber un edificio de esas características en las inmediaciones más cercanas. El chico se llevó la mano a la barbilla, pensativo. ¿Dónde podría encontrar una maldita posada? Sin pensárselo mucho, decidió que lo mejor sería elevarse en el aire y empezar a buscar desde las alturas. El chico empezó a golpear con los pies, impulsándose hacia arriba, dispuesto a encontrar algún lugar donde la chica pudiera pasar la noche.

En una calle cercana a la plaza, al joven le pareció ver un edificio con aspecto antiguo. Un cartel que rezaba "Posada" colgaba de un rudimentario travesaño de madera al lado de la entrada. El cazador descendió de nuevo hacia el suelo, señalando en dirección al lugar que había encontrado.

- Parece que hay una posada por ahí. -dijo por fin, mientras sus pies volvían a establecer contacto con el suelo polvoriento.

Observe como se sentaba mientras se presentaba Yo soy Nibita, mucho gusto- Si que parecía encantador el chico albino Lo siento, es la costumbre, cuando no conozco a una persona suelo tratarla con educación y esas cosas... - dije con una sonrisa amistosa. Pero ni me dio tiempo a acostumbrarme a tenerlo sentado a mi lado, que sin previo aviso, se levanto como si fuera un muelle y se puso a volar por el aire. Me quede atónita observando como se había levantado unos 3 metros de altura y al igual que él, yo también me levante del banco de madera mientras seguía mirando a ver que hacia a continuación el chico, sin olvidarme de coger la mochila en una de mis manos, para que no le ocurriera nada malo.
Y no pasaron mas de 5 minutos, cuando el chico volvió a descender, para colocarse enfrente mio esta vez y comentarme que había encontrado una.
Vaya, eso es de mucha utilidad -dije refiriéndome a la técnica que había utilizado hace un momento Por favor, dejame invitarte a algo para agradecerte tu ayuda Hablaba con un aire amistoso y alegre. Estaba claro que los dos estábamos a niveles muy distintos, pero ¿Por que no podíamos tener una conversación amistosa? Ademas así estaría entretenida y él hace un momento estaba sentado en un banco sin hacer nada, quizás necesitase hacer tiempo, yo le podía ayudar con eso y de paso devolverle el favor, no me gustaba deber nada.

Byakuro asintió ante la proposición de la chica. La verdad es que un poco de bebida después del entrenamiento que había tenido en el dojo no le vendría nada mal. Es decir, no había sido un ejercicio extenuante, pero sí que le había entrado algo de sed. Y claro, la promesa de una bebida fresquita deslizándose por su garganta era algo a tener en cuenta.

- ¡Claro! ¡Vamos! -sonrió mientras empezaba a caminar con paso alegre hasta el lugar que había visto desde encima de los edificios.

Sus corto paseo hasta la posada apenas les llevó cinco minutos por las calles de la villa. El cazador empezó a hablar por el camino, preguntándole a Nibita cosas como de dónde venía y qué iba a hacer, para saber cosas de ella. Al fin y al cabo, tal vez sus destinos fueran similares.

- Bueno, hemos llegado al fin. -dijo, poniendo los brazos en jarra mientras se detenía frente a la puerta del establecimiento. 

En el interior sonaba una alegre música de piano, y un murmullo de voces, amortiguado por la propia puerta. El cazador dio un paso hacia el interior, provocando que todos los que se encontraban en el interior desviasen sus miradas hacia él. El local estaba medio lleno, con la mitad de las mesas ocupadas por gente de la aldea. En una esquina, un grupo de gente con ropas de viajero, en cuyos cinturones relucían las vainas de espadas, detuvieron su conversación en cuchicheos unos instantes hasta que el murmullo general volvió a ahogar sus palabras.

- Mmmmm... que buen ambiente. -dijo Byakuro, alegre como un niño pequeño, mientras se acercaba a la barra y pedía con tono jovial una bebida-. Un zumito de melocotón, por favor. -un instante después, dio unos toquecitos en una banqueta a su lado, para indicarle a Nibita que se sentase con él en la barra.

La verdad es que la alegría del cazador era contagiosa, para que negarlo, uno se sentía feliz a su lado. Quizás era ese el motivo por el que estaba tan agusto con él.
Mientras caminamos le comente que procedía de la isla de Amazon lily y que el motivo de mi viaje era para aprender mas sobre el arte de la cocina, quería aprender mas y convertirme en una gran cheff, aunque también había otros motivos que no se los comente, como la busqueda de mi padre.
Tenia interés en saber su historia y que me contara cosas pero cuando me di cuenta ya habíamos llegado a la posada. Entre detrás de Byakuro y el ambiente que lucia la posada no era muy acogedor que digamos, a primera vista parecía un antro, un lugar donde se juntaban los criminales de la ciudad, pero con el poco dinero que había en mi bolsillo, esto era lo que me tocaba por ahora. Para mi uno de naranja, por favor pedí mientras me sentaba en la barra alado del chico. Sentía como las miradas del resto del bar se me clavaban en la espalda, aunque quizás era solo imaginación mía. Pague el dinero de las bebidas al camarero y le pedí una habitación. Al rato me dio una llave y yo le abone el dinero que me pedía por ella, esperaba que al menos no hubiera
cucarachas o algo por el estilo. Guarde la llave en el bolsillo izquierdo de la chaqueta y bebí el zumo de naranja que me habían puesto Sabe muy bien - le dije a Byakuro cuando termine de beberme un buen sorbo. Cuéntame cosas de ti -le propuse para comenzar una animada conversacion

Su acompañante pidió un zumo de naranja y se sentó en el asiento que le había ofrecido. Además de pagar las bebidas, la chica preguntó por una habitación para pasar la noche. El hombre tras la barra asintió y se dio media vuelta, rebuscando en un pequeño armarito colgado de la pared. Tras toda la maniobra, le dio una llave plateada a Nibita, y Byakuro únicamente asintió para sí mismo cuando ella le pidió que también él le contase parte de su historia.

- Bueno... ¿qué podría decirte? -murmuró casi más para sí que para ella, mientras su mirada quedaba perdida, y los recuerdos empezaban a aflorar en su mente. Recogió el vaso de zumo que le había tendido el camarero, y tras un largo trago, empezó-. La historia de mi vida tal vez pudiera llenar una novela bastante larga -soltó una ligera risa-. Pero supongo que con todo, se podría resumir en que soy un cazador que quiere vivir tranquilo y de fiesta, sin preocupaciones. He tenido amigos que murieron por mi egoísmo y he sentido la muerte tan cerca que podría decirse que se llevó parte de mí. He volado a lo más alto para caer en desgracia y acabar renaciendo como el ave fénix. He amado, he sido querido, odiado, temido y utilizado. He malvivido como un pordiosero y he matado a gente con tanto poder que su nombre podría hacer temblar naciones. He tenido amantes, hermanas, amigos, compañeros de barco, y a veces esas cuatro cosas a la vez. He vivido aventuras y sufrido desventuras. He llorado la muerte de un amigo y lo he vengado. Mi nombre ha dado la vuelta al mundo, y sin embargo, poca gente me conoce como tal. He tenido tratos con demonios y he cabalgado dragones. Me llamo Byakuro Kyoya, quizás hayas oído hablar de mí.

Tras esas últimas palabras, y aún con la mirada perdida, el cazador dio otro trago a su bebida, suspirando. Un segundo después, volvía a ser él mismo, tan jovial como siempre, mirando con ojos curiosos a Nibita.

Escuche atenta cada una de las palabras del joven, menuda vida mas movida había tenido, había vivido momentos buenos y otros muy tristes pero en lo mas profundo de mi, envidiaba aquella vida que había tenido, no como yo que mi vida acababa de empezar Solo te ha faltado una cosa por añadir, "Y sigo en pie para contarlo" - le dedique una sonrisa y a continuación bebí otro trago de mi zumo. Aparte la vista de él y mis ojos se clavaron en el mueble de detrás de la barra,donde había un espejo donde nos reflejábamos ambos y todo el bar. Aun así, todas esas experiencias te han servido para convertirte en un gran cazador, para que la gente hable de ti y cuenten tu historia cuando ya no estés en este mundo - mi tono había cambiado a uno un poco mas serio. Eche un vistazo al bar gracias al espejo con disimulo, quería confirmar que eran imaginaciones mías y que la gente de aquel bar no nos miraba. Algún ojo curioso nos echaba un vistazo de vez en cuando pero nadie que hiciera saltar mi radar. Volví a mirar a Byakuro pero esta vez a través del espejo, observando su alegría contagiosa A mi me gustaría vivir una vida tan interesante como la tuya, quitaría algunas cosas pero aun asi se nota que has vivido muchas cosas - Aparte la vista del espejo y la clave un momento en el vaso, ya me había bajado la mitad del contenido, acto seguido mire al peliblanco Me ha hecho gracia que los dos hayamos pedido un zumo,aunque de diferente sabor.

- Oh, es que soy un gran fan de los zumos -respondió con una sonrisa amplia, añadiendo después-. Yo, la verdad, no quitaría nada de lo que he vivido. Sin eso, posiblemente hoy no estuviera aquí, teniendo una conversación con una chica como tú mientras bebo un zumo. Aunque eso no puede saberse, claro -el chico se revolvió en su taburete, mientras se giraba hacia la posada, apoyando los codos y parte de la espalda en la barra-. La verdad, me arrepiento de cosas, pero no cambiaría ninguna.

El cazador observó entonces hacia el grupo de personas con espadas. Habían detenido sus cuchicheos y parecían observarlos, tanto a él como a Nibita. Byakuro frunció el ceño, sin dejar de mirarlos, y añadió:

- Pero sí. Vivir aventuras es lo mejor que hay, y más cuando tienes gente contigo que las haga verdaderamente divertidas -Byakuro pensó en algunas de las peripecias que había vivido durante sus travesías por los mares: imágenes de él mismo cayendo por un tejado, comiendo muslos de pterodáctilo o peleando contra flamencos okamas hicieron que el chico tuviera una ligera risita de satisfacción-. Algún día me pegaré un descanso de tanto movimiento de aquí para allí, y me iré a alguna isla paradisíaca. Me apetece mucho ir a un complejo turístico del Grand Line, en el que estuve hace muchos años... a ver qué tal le va al negocio, y si siguen teniendo suites tan buenas como entonces.

El chico se incorporó de su taburete, agarrando el vaso de zumo y bebiéndolo de un trago. Después de eso, metió la mano en su chaqueta y sacó un pequeño papel arrugado, dejándolo sobre la barra.

- Jefe... quédese con el cambio. -dijo al dependiente, mientras señalaba a uno de los hombres armados-. Tú, Skulven "el Tiburón"... según tengo entendido, tienes una recompensa de diez millones por tu cabeza. Deja que piense... -el chico extendió el papel arrugado, mostrando un WANTED del hombre al que había señalado-. Ah, sí... saqueo, asesinato y robo a mano armada. Un verdadero angelito... ¿Has pensado en entregarte?

El hombre de la esquina del local, rodeado por sus compañeros, se levantó en silencio, sacando una pistola de entre los pliegues de su ropa y apuntando a Byakuro con ella.

- ¿¡Y qué pasa si no quiero!? -gritó mientras disparaba a la cabeza del cazador.

Termine mi bebida cuando Byakuro se levanto y pensando que quería marcharse de ese antro, yo también me di la vuelta en mi asiento, solo que yo me quede sentada en el taburete. Observe lo que hacia, ya no sabia que esperarme de él y de repente comenzó a hablarle a un tío de los que se encontraban al fondo del bar, este tenia una recompensa bastante jugosa. El hombre, llamado Skulven "el Tiburón", no era muy diestro con las armas, o alomejor solo había sido un disparo de aviso o quizás un intento de intimidar al cazador, ya que la bala no llego a tocar a Byakuro. En vez de eso, la bala acabo dando en una botella de whisky, que rompió en mil pedazos e hizo que derramara todo el contenido por el suelo, después la bala quedo incrustada en el espejo, agrietandolo.
Me gire en mi asiento y mire si el camarero estaba bien, por suerte se había escondido debajo de la barra y no le había pasado nada. ¿Sabes? Eso son siete años de mala suerte,amigo... -dije con tono sarcástico, sobretodo la ultima palabra que había salido de mi boca. Me gire para mirar al hombre que había disparado, abrí mi cazadora y de ella saque mis cuchillos, después me levante y me puse alado de Byakuro, no era justo que él se tuviera que enfrentar a tantos él solo,le echaría una mano si era necesario, ya que no conocía la fuerza del peliblanco. Yo que tu, me entregaría por las buenas - le dije con un tono serio y después mire a sus amigos, por si alguno se acobardaba y salía por patas de la taberna,dejando a su amiguito solo.

Byakuro simplemente sonrió al escuchar a Nibita poniéndose de su lado. La bala no había sido precisamente certera. El cazador observó la mano ligeramente temblorosa del hombre que le seguía apuntando con la pistola. Parecía asustado. Normal, dado que el chico ahora tenía un aspecto monstruoso. Su cuerpo se había visto cubierto por un montón de finas lineas negras allá por donde las venas pasaban bajo la piel, y sus ojos se habían tornado completamente negros, como dos esferas de oscuro vacío. Los hombres alrededor de Skulven se levantaron con rapidez del asiento. Eran seis en total, armados todos ellos con espadas de hoja curva. El cazador torció el cuello y dio un paso al frente, mientras sacaba su bastón grabado. Otro disparo resonó en la sala, pero el peliblanco ya estaba agachado para cuando la bala pasó sobre él, reventando otra botella de licor. Los presentes se tiraron al suelo, gritando, tapándose la cabeza con los brazos y tratando de pasar desapercibidos.

- Uh... tal vez deberías soltar eso antes de que alguien se haga daño... -bajo la ropa del cazador empezó a surgir una masa negra de tentáculos que cubrió por completo su piel, para a continuación absorber la ropa que lo cubría. El aspecto que ofrecía ahora era el de un humanoide blindado de color negro, armado con un bastón. El Tiburón le disparó de nuevo, y esta vez la bala sí logró darle, atravesándole la cabeza al cazador-. Oh... -el agujero dejado por el proyectil se cerró lentamente, mientras la bala caía al suelo con un sonido metálico-. Deberías probar algo mejor, amigo. -dijo mientras se lanzaba a toda velocidad contra el criminal, con la mano por delante, tratando de apresarlo.

En apenas un segundo, el cazador hundió a Skulven contra la mesa, reventándola y convirtiéndola en poco más que un montón de astillas. El bandido trató de sacar su espada, y sus compañeros ensartaron al cuerpo negro blindado.

- Uh... eso escuece. -murmuró el chico mientras a su alrededor los hombres caían inconscientes al suelo, que de pronto se había agrietado sin razón aparente. La armadura negra empezó a desaparecer, de igual forma que se había creado. El cazador simplemente se cargó al hombro al líder de los delincuentes y regresó a su sitio con él, colocándolo en la barra-. No debería despertarse en un par de horas. Llama a la marina, tabernero-kun... y más te vale que si mi amiga se quede, le des la mejor habitación que tengas. Oh, cierto... creo que con la recompensa de este tipo puedes permitirte darme un par de barriles de zumito... -el chico sonrió como un niño pequeño-. ¿Sería posible que fueran de frutas variadas? -preguntó.

Parecía que el chico no tenia problemas en enfrentarse el solo a los tipos Si no vais hacer nada, largaros  -grite con voz seriaal resto de los presentes, que se encontraban en el bar. No era cuestión de que algún inocente saliera herido, y menos si no pensaba ayudar. La gente de repente comenzó a levantarse y mientras corrían hacia la puerta de la taberna, alguno que otro chillando de miedo. El tabernero se había largado por la puerta, que daba de la cocina a esconderse. Cuando iba a proceder a ayudar al cazador, él ya había acabado y tenia a su presa inconsciente Tsk, me quede sin diversión... pensé mientras guardaba las armas en su sitio. El tabernero salio por la puerta de la cocina, al ver que lo llamaban y asintió a Byakuro
Coge lo que quieras... - dijo asustado y se volvió a meter en la cocina, había ido a llamar a la marina, como le habían dicho, al despacho, donde se encontraba el den-den mushi.

Y allí nos encontrábamos a solas Byakuro y yo, con un montón de tíos inconscientes. El día a día, no?  -dije con una sonrisa mirándolo, aunque me puse a caminar hacia los socios de Skulven, mientras Byakuro conseguía su otra recompensa. Cuando estaba cerca de ellos,les quite las armas y me puse a rebuscar en sus bolsillos para ver que pertenencias tenían, quitandole de paso su dinero, total en la cárcel no lo iban a necesitar. Al acabar me acerque de nuevo a la barra y deje las armas encima de la mesa y guarde el dinero en mi bolsillo. Mire detrás de la barra el whisky que se encontraba por el suelo Lastima de whisky, podría haber echo un rico pastel de chocolate con whisky con el... -dije en voz alta aunque no se sabia muy bien si se lo decía al peliblanco o si hablaba conmigo misma.

Spoiler:

Byakuro miró a su compañera recoger las armas y el dinero que llevaban los hombres. La verdad es que para ser un bandido con una recompensa de tantos millones, apenas llevaba nada encima. El cazador hizo un mohín y dijo:

- Bueno... creo que aquí empiezo a sobrar... -el peliblanco saltó la barra y recogió del otro lado un par de pequeños barriletes etiquetados-. No sé si será buena idea que te quedes a dormir aquí, al final... -le dijo, divertido, a Nibita-. Etto... ¿me acompañas al barco? Tengo que guardar esto en la despensa, y no me apetece ir caminando solo...

La invitación a ir con él al barco, además, tenía otro motivo. Sí, aquella chica decía que quería vivir aventuras, pero no parecía haber tenido muchas. Él pensaba darle una pequeña oportunidad de tenerlas, aunque solo fuera hasta la siguiente isla. Y oye, si aceptaba ir con él y con los demás, pues mejor que mejor. Al fin y al cabo, cuantos más fuesen, más fiestas podrían hacer. El cazador salió por la puerta de la taberna con ambos barriles, en dirección al muelle.

Si claro, así de paso veo tu barco, tengo curiosidad de saber como es -dije contestándole mientras me podía en marcha con él.
Al salir de la posada, le dije que si quería que le ayudase a llevar los barriles pero me dijo que no, así que camine a su lado por la calle principal hacia el muelle,donde estaba anclado el barco. Eso que has utilizado antes, era haki o poderes de alguna fruta? -pregunte al muchacho con curiosidad.
Justo cuando nos encontrábamos en mitad de camino a su barco, pasaron por nuestro lado, unos 10 marines armados, en dirección a la posada. Al rato, llegamos al muelle y el impresionante Black lotus no recibía. Era enorme, digno de un Shichibukai, sin duda. Solo verlo, te producía envidia de que alguien como él tuviera un barco así, pero supongo que lo suyo le habrá costado para obtenerlo. Y cuantos tripulantes dices que necesitas para manejarlo? -Seria una gozada tener un barco volador-restaurante. Con una increíble cocina equipada, con lo mejor que hubiera en el mercado,con una despensa enorme para guardar los alimentos y que estos no se estropearan en muchos días, los comensales, observando desde el cielo, el bello paisaje que nos regalaba la madre naturaleza y yo dueña de todo aquello. Por un momento me deje llevar por los sueños y me olvide que estaba alado de Byakuro, así que volví a bajar los pies en la tierra y deje de soñar con cosas casi imposibles, aunque soñar.... era gratis ¿No?

Byakuro vio pasar a los marines en dirección a la villa. Habían sido bastante rápidos, a decir verdad. El peliblanco observó su barco frente a él, y sobre el velamen apareció un enorme pájaro verde, de unos seis metros de altura, con aspecto de loro.

- Oh, mira. Este es Mostaza. -le dijo a Nibita, mientras el animal descendía sobre ellos. Byakuro le lanzó un malvavisco al animal, sacado de algún pliegue de su ropa. El chico después añadió-. Oh, y sobre lo que me has preguntado antes... sí, bueno, soy usuario de una fruta bastante curiosa. Y también se un poco sobre el haki. -dijo, quitándole importancia.

El cazador gritó entonces a pleno pulmón, para que la gente que pudiera estar en cubierta lo escuchase sin problemas.

- ¡Eeeeeeeeh! ¡Estoy de vueltaaaaaaa! ¡He llegado con una invitadaaaaaa! -el cazador apoyó los barriles en el suelo y colocó ambas manos alrededor de la boca, a modo de altavoz. Una persona se asomó por cubierta: se trataba de una chica morena, de ojos azules y el pelo recogido en unas coletas: Theo Thawne, una de las compañeras del albino-. ¡Y he traido zumito! -añadió un segundo después, señalando los barriletes.

Una pasarela descendió hasta el muelle, y Byakuro le hizo un gesto de invitación a Nibita para que subiera con él a cubierta. Al fin y al cabo, era su huésped hasta que decidiese irse. El chico subió los barriles, mientras Mostaza volvía a alzar el vuelo y revoloteaba alrededor del barco.

- Bueno, Nibita. Sé que no parece gran cosa, pero... este es el Black Lotus, el barco en el que vivo y viajo con mis compañeros. Y esta es Theo Thawne... una de mis personas de confianza abordo. -el chico presentó a Theo con una sonrisa-. Theo, esta es Nibita. Dice que le gustaría vivir aventuras como las nuestras, así que le dije que se pasase por aquí a curiosear.
- Oh, vaya... -dijo ella, con una sonrisa, mientras observaba a la recién llegada-. Encantada. Y ahora... si no os molesta... -la mujer agarró uno de los barriles y lo cargó hasta una de las puertas que daban al castillo de popa, donde se situaba la cocina y la despensa.

Mire al pájaro, era un animal extraño y poco común a mi parecer, nunca había visto un ave de esas características pero a decir verdad, era muy bonito. Invitada -pensé cuando chillo a pleno pulmón para que lo oyesen sus compañeros, si no fuera por que ya me había gastado el dinero en la posada,
no estaría tan molesta con ese tema, pero ahora ya no podía hacer nada.

Subí tras de el, mirándolo todo, de verdad que lo envidiaba. Cuando llegamos a cubierta una chica muy guapa nos estaba esperando, la cual Byakuro se encargo de presentarnos Es un placer - le dije con un tono educado y jovial a la muchacha. Aunque ella, a pesar de que me sonrió, sentí que fue un poco mas fría que yo en ese momento, cosa que no me importo mucho pero las primeras impresiones cuentan. Tienes un barco fantástico, de verdad que no te importa que me quede? - le dije al peliblanco mientras la mujer se iba con los barriles y yo la seguía con la mirada, ya había encontrado lo que mas me interesaba del barco, las cocinas. Volví a mirar a Byakuro para esperar una contestación o que me dijese de dar una vuelta por el barco y echarle un vistazo.

- Oh, por favor... -sonrió Byakuro, mientras apoyaba su mano en el hombro de Nibita-. Siéntete libre de ir y venir cuando quieras. No tengo ningún problema. Es más, aún hay algún hueco vacío que se puede rellenar. O tal vez prefieras compartir cuarto... hay unos cuantos libres. Claro, si quieres quedarte aquí -añadió un instante después-. Al fin y al cabo, no puedo ni quiero obligarte a quedarte.

El cazador empezó a caminar en dirección contraria a la que había ido Theo. Iba a bajar hasta su camarote para buscar a Shun y pedirle que activase las turbinas, pero el samurai se le apareció delante, como una ráfaga de viento. El impertérrito hombre de gafas saludó cortésmente al cazador, y Byakuro le dijo:

- Creo que podemos poner rumbo a la siguiente isla... ¿Podrías encender las turbinas? -el samurai asintió en silencio y atravesó al peliblanco, desvaneciéndose en el aire, hasta reaparecer de nuevo tras el timón. Un temblor indicó que las turbinas de aire empezaban a funcionar, mientras el barco vibraba con la fuerza cada vez mayor de las rachas que recorrían sus sistemas de movilidad aérea-. ¡Yupi! ¡Nibita, mira aquí abajo! -gritó el cazador mientras se acercaba a la borda y señalaba bajo ellos, una superficie del mar cada vez más lejana.

Te lo agradezco y si puedo ayudarte en algo, solo dímelo. Puedo trabajar en las cocinas por ejemplo - le ofrecí, ante su amabilidad por dejarme quedarme en el barco y ser parte de ellos. Prefiero un cuarto solo para mi - A decir verdad, al no conocer a nadie prefería estar sola, a verme en una habitación con varias desconocidas y sintiéndome fuera de lugar, quizás mas adelante cambiara de parecer.
Me sobresalte en el momento que el samurai apareció de la nada, e instintivamente lleve mi mano derecha hacia mi cinturón, para sujetar el mango de mi daga y mi cuerpo se puso tenso, poniéndose en alerta total, pero al ver que no pasaba nada y que todo estaba bien, mi cuerpo se relajo y mi mano dejo de sujetar el arma Lo siento, me asusto. No me lo esperaba-le comente a Byakuro después de que el hombre misterioso desapareciera de nuestro lado. El barco comenzó a rugir debajo de nuestros pies y observe como el hombre que acababa de desaparecer delante nuestra se ponía a los mandos del timón para poner rumbo a alguna isla. Aparte la vista del navegante y mire al cazador, se lo estaba pasando tan bien como un niño en un parque de atracciones, me acerque a él y mire hacia abajo donde me indicaba, nos estábamos elevando! Y bueno Capitán, a donde nos dirigimos? Si se puede saber -dije sonriendo al chico, tenia curiosidad sobre la isla que visitaríamos a continuación. Lastima que no se quedaran mas tiempo en la isla, me hubiera gustado visitarla más, pero ya habría otras ocasiones para ello.

- ¿A dónde nos dirigimos? -repitió Byakuro mientras se giraba hacia Nibita-. ¿Quién sabe? -el chico se encogió de hombros mientras se acercaba a Shun con pasos lentos pero seguros-. Shun, ¡Pon rumbo al Grand Line! Quiero volver a visitar sus aguas...

El barco empezó a girar en medio del aire, cambiando de diracción y posicionándose con el sol ligeramente a la derecha del mascarón de proa. El viento empezó a soplar según el barco iba poco a poco avanzando a cada vez mayor velocidad. Bajo ellos, el mar empezó a volverse plano y sin detalles, y las nubes del cielo empezaban a pasar a gran velocidad, quedando rápidamente atrás. Byakuro se acercó de vuelta a Nibita y le dijo:

- Bueno... supongo que esto es una bienvenida a bordo. Te enseñaré tu camarote. -el cazador se movió hacia el castillo de proa ahora, abrió una puerta y le dejó entrar primero al silencioso interior, que contrastaba drásticamente con el ruido debido al viento que soplaba afuera. Una vez pasase, el chico entraría, cerrando la puerta tras él.

Ya eran uno más.