Las casualidades que tiene la vida [Privado Pasado Murasaki y Aki ]

La alfombra se detuvo a medio metro del suelo de Nanami y formó unas escaleras que la pelirroja descendió con delicadeza. El trayecto desde la Isla de los Animales Raros había sido tranquilo y ella estaba contenta y calmada. Una pequeña sonrisa adornaba su rostro mientras se quedaba en bikini y hundía los pies en la arena. Agarró al pequeño dragón que revoloteaba a su alrededor y lo sostuvo contra su pecho mientras le acariciaba el lomo, haciéndole... ¿Ronronear? El sonido que hacía el pequeño lagarto podría parecérsele, aunque era mucho más melodioso. La sonrisa de la pelirroja se acentuó al oírlo. Cerró los ojos y elevó la cara al cielo. Notaba como el sol le acariciaba y le daba calor. Sin prisa, comenzó a pasear por la desierta playa. A cada paso se deleitaba con el tacto de la arena y con el olor a sal del mar. Si, había necesitado estas vacaciones y sin duda las estaba aprovechando.

Pero tras el largo paseo le entró hambre, así que regresó a donde estaban sus cosas. Dejó libre a Cetus y se hizo una coleta para que el pelo no le molestara en la cara. Agarró las ligas que portaban sus cuchillos y se las ató a las piernas. Seguidamente rebuscó en la mochila hasta sacar una falda larga blanca, con mucho vuelo para poder moverse y un cinturón de suave cuero en el cual poder colocar sus dos sai. Metió el resto de cosas en su mochila y la puso encima de la alfombra, que alzó el vuelo. Aki sabía que se iría a alguna rama a... a hacer lo que hicieran las alfombras, y de paso así sus pertenencias estarían a salvo. Ella alzó el brazo para llamar a Cetus y se adentró en el bosque que había junto a la playa.

Sabía que la isla estaba deshabitada, pero nada le impedía conseguir un poco de fruta y tal vez una liebre. Vislumbró un naranjo en lo alto y sonriendo, saltó para agarrarse a una rama y trepar por el árbol; las frutas más altas solían ser las más sabrosas. La falda se abrió a un lado, revelando un cacho escandaloso de pierna y cuchillos... pero estaba sola. Qué mas daba. Levantó la falda y colocó ahí una buena cantidad de naranjas antes de bajar de nuevo. Iba a volver a la playa, pero pensó que no estaría mal explorar un poco la isla y encontrar tal vez un riachuelo. Así que se adentró todavía más en el bosque, todavía agarrándose la falda llena de naranjas. Por detrás de la pelirroja, Cetus revoloteaba feliz, mordisqueando una que otra hoja y haciendo el tonto. ¿No era adorable?

-Ya es de día, Sumire.- El sol apenas comenzaba a asomar por el horizonte, alejando poco a poco la oscuridad y trayendo consigo un nuevo día, cuyos primeros rayos se reflejaban en el azul del mar. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que la chica recorrió aquel lugar con Keima? ¿Dos años? Aunque, según recordaba, esa era la primera vez que iba a esa isla, ¿Por qué estaba ahí? Bueno, había recibido un mensaje de cierto conocido suyo, un tal Nagato, a quien conoció tiempo atrás en una isla del Grand Line. Por alguna razón, el hombre de extrañamente pálida piel, quería hablar con ella y la había citado en aquel lugar. Aunque todavía faltaba bastante para que tuvieran que encontrarse. "Supongo que Sumire se marchara antes para no asustarle...Ahora que por fin nos reencontramos..." Un suspiro se escapo de los labios de la chica. Realmente no quería volver a decirle adiós tan rápido, pero si era lo que tocaba...Al menos se asegurraría de aprovechar ese momento juntas.

Las horas fueron pasando como si fueran tan solo un par de minutos, en los que la chica, junto a Sumire y sus otros pequeños amigos alados (Eagle y Owl), aprovecharon para cazar, recorrer la isla, o simplemente tumbarse en medio de un llano, sobre la suave hierba y observar las nubes pasando por el cielo (Vaguear como un buen felino). Esa clase de situaciones hacían que la chica perdiera de vista sus objetivos por un momento. ¿No sería mejor olvidarse de todo y vivir una vida así? Pero no podía, no después de todo lo que había visto. Demasiadas vidas se habían perdido para obtener su pequeña libertad, y no iba a dejar que esos sacrificios fueran en vano.

-Debo volverme más fuerte...- Murmuró al tiempo que su semblante se tornaba serio, ensombrecido por un instante, antes de que sus tripas hicieran que ese momento de tensión desapareciera. Ni que hubiera sido ella la que había rugido. La chica se llevó las manos al vientre, presionando este al tiempo que su rostro se tornaba de un color rojizo. "Menos mal que no hay nadie..." Pensó antes de alzarse con agilidad del suelo, dispuesta, haciendo que sus orejas y su cola apareciesen, al tiempo que sus piernas se volvían similares a las de un felino. -¿Qué tal si preparamos liebre a la brasa?- Preguntó con una sonrisa a sus acompañantes, sin esperar respuesta (no es como si pudieran hablar), y se adentró en el bosque, dejando a Sumire al cargo de su comida, pertenencias y de Owl. Sabía que Eagle insistiría en acompañarla, así que no tenía sentido tratar de persuadirla. "Ni que me fuera a comer un gato." Pensó, usando un tono irónico, en su cabeza.

Tuvo que recolocarse la falda para poder sujetarla con una mano y con la otra ir abriendo camino sin que se le cayeran las naranjas. Iba pendiente de las payasadas de Cetus, y tal vez por eso no oyó a la otra chica hasta que se la encontró de frente. Apartó una rama y de repente ya no estaba sola. Aki se quedó mirando a la desconocida con el desconcierto pintado en la cara.

En cierta manera le recordaba a sí misma. El pelo lo llevaba largo, como ella, naranja y en dos coletas. Pero lo curioso no era eso, sino sus orejas y su cola... ¿Zoan de puma? Woah. Para terminar el combo de extrañezas, alrededor de la chica revoloteaba un águila blanca. De la sorpresa, la pelirroja casi deja caer las naranjas, pero por suerte agarró la falda justo a tiempo y se levantó mirando fijamente a la desconocida. Le sonrió tentativa, pero lo cierto es que todavía estaba digiriendo la información.

-Vaya. Qué... coincidencia.

Entonces divisó a Cetus, que se había acercado al águila y estaba jugueteando con ella, tirándole suavemente de las plumas y haciendo como que le mordía el pico. Aki le llamó a su lado y el dragón se enroscó en su hombro. La pelirroja se acercó a la otra chica despacio, levantando una mano en son de paz. No quería provocar una pelea.

-Me llamo Aki, estoy aquí de vacaciones. Iba a buscar una liebre para comer, ¿Por qué no te me unes? Y te diré donde encontré todas estas naranjas.

Esperaba sinceramente que la chica fuera simpática, o por lo menos que no fuera hostil. Intentando que confiara en ella, Aki dejó salir sus orejas. Simplemente por ver su reacción, realmente no había tantos usuarios de akumas no mi... ¿Y de tipo zoan felino? Todavía menos. Un encuentro así era digno de festejarse aún si solo podía ser con naranjas y una hipotética liebre. Porque esa era otra, la pelirroja aún no había visto rastro de vida animal en la isla. Pero lo primero era ver que hacía la desconocida... y luego ya perseguirían a la comida.

Apenas se había distanciado unos cientos de metros de su campamento, cuando una presencia frente a ella hizo que se detuviera, teniendo que frenar en seco para no arrollarla. ¿Un humano? ¿Qué hacia una persona en una isla abandonada? Bueno, ella también se encontraba en esa isla así que no era algo tan extraño, ¿no? La chica tardó unos segundos en reincorporarse, dando unos pasos hacia atrás para que la desconocida no se sintiera amenazada. La forma en la que se había detenido había sido bastante brusca, así que no sería raro que la joven se hubiera asustado. -¡L..Lo sient...!- Balbuceó Murasaki al tiempo que agitaba las manos de un lado a otro alterada. Era bastante torpe en ocasiones como esa y no sabía como actuar para no empeorar la impresión que quizá le hubiera causado su forma híbrida a la pelirroja que por su rostro parecía chocada por algo.

Su intentó de disculpa se vio detenido por la joven, cuyas palabras confundieron en un primer momento a Mura, quien ladeó la cabeza al tiempo que sus orejas se alzaban, indicando su confusión. "¿No conocemos o algo?" Se preguntó antes de que un graznido de Eagle llamará su atención haciendo que desviará la mirada de la forastera. -Un...¿Intento de lagartija?- Murmuró para si misma al ver al pequeño dragón que jugueteaba con la pobre águila, quien parecía sentirse amenazada. -Oe....¿Podrías dejar a Eagle, por favor?- Le pidió Mura a aquel dragoncito que le recordaba en parte a Sumire, aunque no tenían nada que ver, justo antes de que esté se dirigiera hacia la chica. "Supongo que está con ella." Pensó observando a ambos con curiosidad.

"¿Quién eres?" La Pregunta que merodeaba por la cabeza de la pelinaranja fue contestada sin necesidad siquiera de preguntar pues la mujer se presento ante ella como "Aki", mostrandole que no era la única usuaria de Zoan de Neko. Los ojos violeta de Murasaki se abrieron como platos ante esto, al tiempo que una sonrisa se formó en su rostro. Era la primera vez que la chica conocía a alguien con una Zoan, como ella. Vale, Keima tenía una Zoan de caimán, pero eso no tenía nada que ver con un felino. Sin siquiera pensarlo, la chica des-transformo sus extremidades y abrazó a la joven, mostrando así su alegría. -¡Mi nombre es Murasaki, encantada!- Exclamó la felina al tiempo que su estómago comenzaba a rugir, recordando a la chica que iba a hacer y que Aki le había propuesto la misma idea. -Y...Estaría bien...lo de cazar alguna liebre...- Murmuró apartándose, con el rostro notablemente rojo.

De repente, la joven destransformó sus brazos y se le echó al cuello para abrazarla. Algunas de las naranjas se cayeron al suelo, aunque no importaba mucho. Al fin y al cabo había de sobra. Riendo por la reacción de la joven, Aki le devolvió el abrazo y le sonrió cuando se separaron. Su sonrisa se ensanchó al oír el rugido de las tripas de la pelinaranja.

-Si, coincido en lo de la liebre. Pero primero tengo que volver a la playa a dejar esto. Así no puedo correr.

Bueno, podría, pero sería estúpido perder toda la fruta. La pelirroja le hizo una seña a Cetus para que dejara a la pequeña águila y este volvió revoloteando a su hombro, un poco desanimado.

-Por favor, perdónalo. El pobre solo quería jugar.

Tras eso se agachó a recoger las naranjas que habían caído al suelo y empecé a andar hacia la playa donde tenía todas sus cosas. Una vez allí dejó las naranjas y los sai. Iba a cazar en forma completa, así que no los necesitaría. Se giró hacia Murasaki un poco avergonzada.

-Nee... hagamos un trato. Yo te ayudo a cazar la liebre si tu la cocinas. Me temo que soy una negada para eso y no podría...

Tras eso, agarró a Cetus por la cola en pleno vuelo y le pidió que se quedará a vigilar las naranjas y el resto de cosas. El dragón, obediente, creció hasta alcanzar el metro y medio y se tumbó al lado de la alfombra. Aki sonrió a mura y pasó a su forma parcial con garras cola y orejas.

-¡Venga, vamos a por la cena!

Volvió a meterse entre los árboles sin hacer ruido, y mientras caminaban se giró curiosa hacia su improvisada compañera.

- ¿Dime, qué es lo que te ha traído aquí?

La chica que se presentó como Aki, para sorpresa de la pelinaranja, correspondió al abrazo y le dedicó una sonrisa al separarse, cuando normalmente lo que haría cualquiera en esa situación sería intentar apartarla o quedarse paralizada por la sorpresa o por el miedo. Como era de esperar, ella respondió sonriendo de vuelta. Tras aquello, la chica llamó a su compañero volador, quien parecía algo deprimido porque Eagle no quisiera jugar con él. La verdad es que a la chica le daba lastima el pequeño...Pero por uno u otro motivo, su compañera alada no tenía buena relación con los reptiles, salvo excepciones como Sumire. -No te preocupes...es solo que Eagle es un poco...¿arisca? con los animales de sangre fría, salvo excepciones.- Respondió ella al tiempo que llevaba una mano a la nuca, rascándose esta al tiempo que una risita nerviosa se escapaba de sus labios.

-Claro, no hay problema. ¿Dónde debemos dejarlas?- Preguntó la joven una vez la conversación se encaminara al tema de ir a cazar, respecto al que ambas estaban de acuerdo, pero no tenían donde dejar la fruta que llevaba la pelirroja en su falda, sujetándola como si se tratara de una bolsa, de la que se le acababan de caer unas cuantas naranja, aunque fueron recogidas entre ambas, en un momento. Tras aquello, la chica tigre le indicó que había dejado sus pertenencias en la costa, la cual no tardaron mucho en alcanzar (aunque hubieran tardado menos en su forma completa).

Una vez dejado todo en su sitio, solo faltaba aclarar una cosa antes de comenzar su caza...¿Quién cocinaría? Y por desgracia...Lo más seguro era que le tocase a Mura, quien apenas era capa de cocinar la carne poniéndola sobre la hoguera, tratando de evitar que esta se quemara. -B...Bueno...No soy muy buena cocinera...Pero si no queda otra...-

-Es un águila adorable, y parece muy unida a ti. Entiendo su recelo, sin embargo. No hay muchos animales como Cetus.

Habíamos dejado la playa atrás y ahora caminábamos entre los árboles, sin demasiada prisa. ¿Para qué? En nuestra forma completa conseguir la cena sería cuestión de oler la presa y conseguirla, sin más. La parte más complicada sería la cocina. Si tampoco... ¿Murasaki? Si, así se llamaba... si tampoco ella era muy buena con la comida lo más seguro es que acabara quemada. Pero por lo menos podían intentarlo.

-No me malinterpretes, te ayudaré con mucho gusto. Es solo que suelo ser un peligro para la comida... aunque si a ti tampoco se te da bien malo será que yo lo empeore... espero. Je.

Seguí caminando otro poco mientras me desperezaba, el sol hacía que me sintiera amodorrada.

-Puedo hacer una especie de ensalada con las naranjas y otras frutas que me quedan y acompañamos con eso el conejo. Que por cierto deberíamos conseguir antes de que se haga muy tarde, porque si eres como yo seguramente nos lleve cocinarlo jajaja

Acto seguido cerré los ojos y pasé a mi forma completa. Fui a empujar un poquito con la cabeza las piernas de Murasaki, por jugar y hacer que se transformara también. La miré sonriendo y salí corriendo esperando que me siguiera. De repente, olí la liebre y cambié de dirección, saltando un tronco y persiguiendo al animal. Notaba el viento revolviéndome el pelaje y el suelo temblando bajo mis patas. Aceleré. Me encantaba ir de caza.

-Bueno...en este mundo hay de todo...- Dijo la chica a Aki, al tiempo que le dedicaba una sonrisa y sus pensamientos se dirigían a su "pequeña" Sumire. ¿Quizá aquel largarto y ella fueran parientes? Bueno...Por apariencia no tenía pinta, pero viendo la habilidad de este para cambiar de tamaño... "¿Podrá ella también hacer eso?" Se preguntó mientras comenzaba a caminar, sin dejar de escuchar a su compañera por absorta que estuviera en sus pensamientos. "Debería haberla avisado...Bueno, iré a buscarla una vez acabemos de cazar" Se dijo antes de detenerse al tiempo que su pelirroja acompañante.

-Concuerdo en que lo mejor será que nos demos prisa. Me gustaría comer antes del atardecer.- Dijo estirando los brazos hacia el cielo, observando su color azul. -Aunque no se si con una nos bastará.- Comentó bajando la mirada para centrar sus orbes en los de aquel majestuoso tigre en el que se acababa de transformar Aki. - ¿Comenzamos? - Preguntó al tiempo que echaba a correr tras ella, primero en forma humana, para luego ir transformándose poco a poco. Le divertía hacer esa clase de "ritual" de vez en cuando.

Mura comenzó a correr cada vez más rápido, buscando con sus oídos y su olfato a la presa que acababa de percibir yendo en dirección contraria a su felina amiga. "Me preguntó quien cazará el mejor ejemplar" Pensaba, entre otras cosas mientras seguía su rastro, divisando al animal al cabo de varios minutos. "Bueno, gane quien gane, lo importante es que si quemamos uno tendremos otro de repuesto."

De pronto, la vi. Fue solo un momento, un destello marrón entre un mar verde. Pero fue suficiente. Aceleré, di un rodeo y salté. En el aire me volví a transformar, justo a tiempo para agarrar con ambas manos a la pobre liebre que se escondía entre la hierba.

-¡Te pillé!

Era adorable, pero yo necesitaba comer. Con un suspiro transformé una mano y le rebané el cuello. Me agaché y la sostuve mientras terminaba de manar la sangre. Había gente que se la bebía o hacía sopas con ella... pero a mi no terminaba de gustarme. Una vez listo, le até las patas entre si y a mi cintura, para tener las manos libres. Agarré un cuchillo de mi liga y comencé a desandar el camino para buscar a Murasaki, cuando vi algo que me llamó la atención. Había un nido en una de las ramas de un árbol... pero no había huevos. Así que podía coger al dueño sin que nadie lo sufriera. No fue dificil encontrar a la perdiz. Estaba agazapada en una de las ramas más altas, así que cogí una piedra del suelo y se la tiré para espantarla... a la vez que lanzaba el cuchillo. ¡Zas! Mía. Cayó al suelo con un ruido sordo y fui a por ella sonriendo. No eran ejemplares muy grandes, pero con esto y lo que el puma consiguiera tendríamos de sobra hasta si quemábamos alguno.

Le quité el cuchillo y ahora si, comencé a buscar a Murasaki por los alrededores. No la veía, ¿Se habría ido muy lejos o me había alejado yo? Seguí caminando sin preocuparme mucho, tarde o temprano ya la encontraría. Aproveché para ir desplumando la perdiz por el camino, por lo menos eso sí que sabía hacerlo.

La pobre criatura no tuvo tiempo a reaccionar debido a la velocidad con la que la felina se abalanzó sobre ella, clavando sus colmillos en su garganta, provocando que su sangre inundara su paladar, dejando en este un sabor metálico. La chica se detuvo entonces y soltó la presa antes de regresar a su forma humana, quedando en pie ante el cadáver del conejo. Escupió la sangre de su boca y se limpió la comisura de los labios y la barbilla de sangre, la cual iba recorriendo su piel precipitándose hacia su ropa, la cual no quería manchar de aquella forma. "Supongo que con esto bastara..." Pensó al tiempo que agarraba a la criatura y comenzaba a buscar con la mirada y el oído a su compañera. emplearía su olfato, pero sería inútil ya que en aquel momento, lo único que percibía era el olor a sangre.

Estuvo un par de minutos buscando sin éxito a la pelirroja. ¿Cuánto se habían alejado la una de la otra? Bueno, ya se reencontrarían en la playa. Por otro lado, sería buena idea buscar a Sumire, quien no debía andar muy lejos. Y así era. Tan solo necesito unos diez minutos para encontrar a su amiga alada junto con Owl, quien parecía dormido. Y fue entonces cuando cayó en el hecho de que con solo un conejo no se alimentaba a tantas personas. -¿Qué te parece si cazamos lo que nos falta de camino a la playa? - Propuso la chica a Sumire antes de subirse a lomos de ella y que esta comenzase a andar. Mientras iba avanzando, la chica saltaba de su lomo a los árboles, al suelo, a donde fuera que viese algún animalillo indefenso y apetitoso. Al regresar a la playa, debía llevar unas diez presas, sin contar al conejo. Ahora solo había que encontrar la alfombra de Aki, a Eagle y al reptil mascota de la chica, a quien Sumire quizá mirase extrañada por su parecido con ella.

Por algún motivo, mis pasos me llevaron de vuelta a la playa. Cetus ya estaba ahí, encima de mi alfombra y con pinta de adormilado. Sonreí y le acaricié la cabeza antes de dejar las presas a su lado e ir a por leña. Seguramente Mura no tardaría mucho en encontrarme... tenía los sentidos de un puma, al fin y al cabo. Terminé de reunir hojarasca, ramas y apilar un par de troncos para más tarde en cuestión de minutos. Rebusqué en mi mochila hasta dar con un mechero y encendí la hoguera. Una vez eso listo, fui a buscar a Mura... y me la encontré de frente en la linde del bosque. Y no estaba sola.

Iba montada a lomos de un enorme dragón plateado. Me quedé allí con la boca abierta, admirando a la majestuosa criatura. Cetus era pequeñísimo en comparación, incluso en su forma más grande. Me giré, inquieta acerca de cómo podría reaccionar... pero seguía dormido. Volví a mirar a Mura, esta vez sonriendo. Me fijé ahora en más detalles. Tenía con ella un diminuto búho, dormido. Era adorable. Y detrás de ella... una, dos... dios mio, 11 presas. ¿Pensaría que era una tacaña? ¿Una negada para la caza? Hmm...

-No sabía que íbamos a tener tan inusitada compañía, y me temo que tan solo he cogido una liebre y una perdiz. Pero con lo mío y lo tuyo podríamos apañar cómodamente tres o cuatro días, incluso quemando algunas.-Me acerqué con cuidado, no sabiendo como reaccionaría el dragón. -Te ayudaré a llevarlas. Me he tomado la libertad de preparar una hoguera.- Añadí mientras cogía un par de piezas en cada brazo.

Mura sonrió y alzó las manos al ver a Aki, llamando su atención, como si el hecho de estar sentada encima de Sumire no fuera algo que alterase a cualquiera que la viera, después de todo, ella estaba ya acostumbrada a su escamosa compañera y no le parecía nada salido del otro mundo, aunque lo fuese cuando se conocieron. Nunca olvidaría ese día. Su supuesto padre adoptivo había ido a reunirse con alguien en Little Garden y le había prohibido la salida del barco, aunque ella obviamente le ignoró y salió a explorar...Estuvo a punto de ser devorada por esos lagartos estúpidos, pero se salvó y, de una u otra forma acabó encontrando el huevo del que salió Sumire. Y pensar que ya habían pasado tres años...Pero eso no era importante en ese momento, y su estómago se encargó de recordarselo, rugiendo con fuerza y haciendo que la joven Mura se sonrojara notablemente. -Bueno...Es que se me olvidó avisarte de que no estaba solo con Eagle...- Contestó al tiempo que se acaricia la nuca con nerviosismo.

Por suerte, su nueva amiga felina no pareció molestarse por la presencia de sus "pequeños", al contrario. La chica de ojos violeta bajo de un saltó cuando Aki se acercó a Sumire, quien la olisqueó antes de acercar su hocico a la mano de la pelirroja, con intención de que está la acariciase. Por mucho que impusiese, la dragona seguía siendo una cría y por ello necesitaba de mimos como tal. Una vez terminases de bajar las presas desde el lomo de Sumire y de limpiar tanto a estas como a ella, pues Mura dudaba que a su compañera le atrajese la idea de oler a animales muertos, solo quedaba algo por hacer...

-Y bien...¿Quién debería tratar de cocinar sin quemar la primera presa?-

Acaricié a Sumire detrás de las orejas y por la frente, como solía hacer con Cetus. Solo que, bueno, ella era más grande. Y más mimosa, al parecer. Era una contradicción adorable. Luego ayudé a Mura a limpiar a la dragona y transportar las presas... y entonces nos quedamos quietas. Ninguna quería intentar cocinarlas, pero tampoco podíamos simplemente dejarlo estar. Por lo menos la hoguera estaba hecha, así que no debería ser dificil... es decir, solo es calor ¿Verdad? Y cuando lo calientas lo suficiente, se cocina. Seh, tenía sentido.

-Puedo intentar algo, creo...

Escogí uno de los conejos que había por ahí y corté tres filetes con ayuda de mis garras. Los ensarté en un palo, con algo de dificultad e, ingenua de mí, los acerqué a la hoguera. Al principio parecía ir bien, les estaba dando calor y yo giraba la rama como si tuviera alguna idea de lo que estaba haciendo. Incluso sonreí a Mura para darle a entender que estaba todo controlado.

Y cuando volví a mirar, uno de los filetes estaba en llamas.

Salté, sorprendida, y soplé hasta apagar el fuego. Debía de haberlo puesto demasiado cerca sin darme cuenta. Algo avergonzada, sustituí el filete quemado por otro y volví a intentarlo, concentrándome esta vez. Poco a poco, fueron haciéndose. Algo quemados por aquí, un poco crudos por allá, pero en general estaban bien asados... técnicamente.

- ...¿Te apetece probarlos?- Le pregunté intentando no reír. Ya le había dicho que cocinar no era lo mío, y la situación era de repente demasiado graciosa. Tan solo esperaba que no estuviera muy malo, no quería intoxicarla.

Tras observar como Aki cocinaba los trozos de carne, quemando uno y dejando los otros a medio hacer o demasiado hecho, según por donde se mirasen, llegó el momento de comer, y por educación a ella le tocaba probar el primer trozo. Bueno, si no había muerto de una indigestión aún, no lo haría ahora...O eso esperaba. -Claro, lo probaré encantada.- Dijo la joven de cabellos anaranjados, forzando una amable sonrisa, algo nerviosa, aunque cualquiera que lo viera a simple vista hubiera pensado que fuera forzada. y tras esto, tomó el trozo de carne, aún ensartado con en aquella rama que habían utilizado a forma de pincho para brochetas. Observó y olfateó la carne antes de probarla, no sin antes soplar para evitar quedarse sin papilas gustativas.

Miró de reojo a su acompañante, que parecía observarla expectante, antes de dar el primer bocado, acertando en una de las zonas que casi se habían quemado y que por ello, estaba algo más dura y seca, lo que hizo que Mura casi se atragantara para poder engullir el trozo de carne. -No está mal...sin duda mejor que lo mío.- Dijo, tratando de evitar poner una mueca al sentir la comida detenerse en su esófago y no terminar de bajar. Nada que no arreglase un buen trago de agua como el que tomó ella, casi dejando vacía la botella que llevaba con ella, echa por si misma de forma torpe con la piel de una de sus presas, hace tiempo, era curioso que aún resistiera.

-Bueno, ahora te toca a ti.- Comentó para que no le prestará atención a ella.- Y está vez probaré a cocinar yo para no dejarte a ti todo el trabajo...- Dijo, no muy segura de sus capacidades de cocinera, antes de atravesar una de las aves que había cogido y ponerla sobre el fuego, sujetando con otras dos ramas clavadas en el suelo, la rama en la que el ave estaba ensartada y dandole vueltas. Seguramente no le saldría mucho mejor que a Aki, por no decir que le iría peor, pero al menos esperaba que fuera comestible...

La pelirroja vio algo avergonzada como Mura trataba de comer un bocado para darlo por imposible poco después. Suspiró y le sonrió un poco tímida, como disculpándose.

-Espero que no haya sido muy malo... ojalá tengas tú más suerte.

Miré con curiosidad la manera en que colocaba el ave y la iba girando para que se cocinase por todas partes. Pronto empezó a oler bien, y me separé unos metros para volver con varias hojas largas y aplanadas. Con movimientos ágiles de tan repetidos, las partí y moldeé utilizando la savia que contenían para pegarlas unas a otras y formar un par de vasos y un par de platos algo rudimentarios, pero muy útiles. Llené ambos vasos y le alargué uno a Mura con una sonrisa.

Pronto pudimos sacar el ave del fuego y yo misma serví una generosa ración en cada plato. Por lo menos, olía delicioso y en cuanto la probé llenó mis expectativas. Estaba algo quemada por los bordes, pero lo cierto es que sabía a gloria. La carne bien cocinada no era un capricho que pudiera permitirme a diario.

-¡Está rica! De verdad. - Comencé a comer en silencio, encantada de haberme encontrado con Mura. Me giré y vi que Cetus estaba dando cuenta de las sobras de lo que yo había tratado de cocinar... y parecía hasta gustarle. Perpleja, me pregunté si la carne quemada le recordaría al sabor del fuego en su boca. Pero pronto eso me recordó a la otra dragona que había conocido hoy, Sumire, y eso hizo que quisiera saber más de la cuasidesconocida que tenía delante.

-Y cuéntame... ¿A qué te dedicas? No se acaba en esta isla por casualidad, créeme jajajaja.

Una vez sacada la carne del fuego y repartida entre ambas, la chica dio un primer bocado y sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas de alegría, antes de que su acompañante la felicitase. - Es la primera vez que me sale bien...- Murmuró antes de dar otro mordisco, devorando la comida, mirando de reojo al resto de sus acompañantes, quienes parecían estar disfrutando también de su comida, sin cocinar (a Excepción del dragón de Aki que estaba comiendo las sobras de lo preparado por Aki, y Sumire que parecía haberse saciado antes de que ella llegara. A saber que había cazado). Tras saciarse y tomar un trago de agua, la chica se quedó mirando a la pelirroja, quien acababa de preguntarle el porque de su visita a aquella isla desierta, cosa que la incitó a preguntarle también, una vez respondiera.

-Solo estoy de paso, la verdad es que soy una nómada desde hace un par de años. Oh, y también es por que una persona que conocí durante mi viaje me ha citado aquí...No se que querrá, pero como tampoco tenía nada mejor que hacer, decidí venir. en cuanto a como llegue... Use un pequeño velero, que más bien parece un bote salvavidas con una vela.- Dijo, rascándose la nuca, antes de disponerse a preguntar ella. -¿Y tú?No vi ningún barco ni sentí a nadie más...¿Llegaste a lomos de tú dragón? ¿También te has citado con alguien o solo querías escapar de la civilización? Aunque también puedes haberte perdido o estar buscando reponer víveres....- Dijo, siendo sus últimas frases pensamientos y suposiciones suyas dichas en voz alta por error.

-Oh, ¿ Y cómo es que le conociste?- Preguntó señalando al dragón, antes de coger otro trozo de carne. (Por mucho que estuviera saciada, nunca venía mal comer un poco de más por si no podía encontrar más comida o prepararla decentemente antes de partir.

-Bueno-comenzó mientras terminaba el bocado de carne.-Lo cierto es que vine en parte a alejarme del mundo y en parte a conseguir suministros para continuar. Así que has acertado en ambas.-Le dijo con una amable sonrisa. -Y en cuanto a como llegué... en mi alfombra voladora, puedo enseñártela luego si quieres. La compré en un mercadillo.

La verdad es que necesitaba la carne, era lo que más rápido se estropeaba. Pero habían cazado tanto, sobretodo Mura, que tendría para varios días si ningún problema. Terminó el pedazo que había cogido y avisó a Cetus antes de lanzar el hueso al aire. El dragón se lanzó y lo agarró mientras aleteaba encantado. Luego lo arrastró hasta donde estaba y siguió comiendo con aire satisfecho. Mientras la sonrisa en su cara se volvía un poco triste, Aki le pasó la mano por el lomo acariciándole. El recordar dónde le había conocido siempre le traía recuerdos un poco amargos.

-Le conocí en una isla lejos de aquí. Ni siquiera estoy segura de como acabé allí. Me tiré tres años, entrenando y... bueno... había una chica. Ketrine. Nos enamoramos. Y en una de nuestras excursiones por la isla, nos encontramos una especie de minivolcán. Insistí en entrar y en el fondo estaba Cetus, junto con otros muchos. Él quiso acompañarme. Unos meses después... bueno, es una historia muy larga, pero el caso es que ella murió y nosotros nos fuimos.

Intentando sacudirse los malos pensamientos, le pidió que esperase con un gesto y fue a por su alfombra. Estaba en la playa, a un par de minutos de camino. Cuando llegó, se tumbó encima y suspiró. Siempre igual. Pero era hora de mirar hacia delante. ¿Qué cara pondría Mura al verla? Sonriendo, ya de verdad, le indicó a la alfombra que la llevara hasta ella.

La chica de cabellos anaranjados se mantuvo un rato en silencio, tras escuchar la historia de como se conocieron el dragón y Aki, así como lo que le sucedió a la amante de la chica. No sabía que decir en esa clase de situación, pues ella nunca había perdido a una persona importante...O al menos no de esa forma. Todos los que habían sido alejados de ella con la muerte, habían sido asesinados por sus propias manos, como sucedió con Keima, su maestro. ¿Qué sería lo mejor? ¿Disculparse? Ella no era la culpable de la muerte de Ketrine, ni siquiera la conocía, pero no decir nada tampoco estaba bien...-Creo...- Intentó decir, aunque no sabía el qué trataba de expresar. -Creo que ella se alegraría de ver que tú seguiste viviendo y te encuentras bien...- Logró decir al final, forzando una sonrisa tras ello.

Después de ese momento incomodo, Aki le dijo que esperara y se encamino hacia otro lado de la playa, volviendo al rato sobre una tela que levitaba y se mantenía recta, como si fuera una tabla sobre las olas. Los ojos violáceos de la chica se abrieron como platos en ese momento. ¿Acaso aquello era posible? Bueno, Aki dijo que había comprado dicha alfombra en un mercadillo, así que quizá fuera una de las muchas cosas que Keima no le mostró por considerarla innecesaria. Cuando se detuvo, Mura se arrodilló al lado de la alfombra y comenzó a acariciar esta con los dedos, recorriendo los dibujos que la adornaban con los dedos. -Es muy bonita.- Exclamó mientras la miraba con los ojos de una niña pequeña.

Cuando aparecí entre los árboles montada en la alfombra pude ver como la sorpresa abordaba la cara de Mura. Extasiada, se acercó y comenzó a tocarla y a mirarla con los ojos como platos. Sonriendo, me bajé y le pregunté:

-¿Quieres montar?

Sin esperar respuesta la hice subir y e di una señal a la alfombra. Esta arrancó hacia la playa, no a mucha velocidad pero si la suficiente como para impresionar a la pelirroja. Esperaba. Lo cierto es que volar era algo muy divertido y desestresante. Además, tenía que pagarme la cena y ¿Qué mejor manera?

-¡Sujétate fuerte!-Le grité mientras la veía alejarse. -¡Tranquila, no dejará que te caigas!

La seguí a una distancia prudencial, y vi como llegaba a la orilla del mar y comenzaba a elevarse para después acelerar mientras descendía. La dejó a mi lado, donde la recibí con una sonrisa.

-¿Te ha gustado el paseo?

Mura no tuvo tiempo a decirle a la pelirroja que aceptaba su ofrecimiento de subir en su peculiar alfombra, pues nada más abrir la boca, Aki la había "empujado" subiéndola en la alfombra y haciendo que esta comenzara a moverse, flotando a medio metro de la blanquecina arena que conformaba la playa en la que se encontraba, acelerando poco a poco. -Esto es increíble.- Exclamó la chica mientras se dejaba llevar, apretando los puños sobre aquel felpudo volador. Aki, que la estaba siguiendo de cerca para asegurarse de que no perdiera el equilibrio y cayera (algo difícil estando sentada y teniendo la estabilidad de un felino), pareció alegrarse por su comentario. De hecho, la pelinarranja podría jurar haberla visto sonreír antes de detenerse y dejarla por libre.

La joven de ojos viólaceos se quedó mirando hacia atrás al ver que su acompañante se detenía y decía algo como "agarrate fuerte". ¿Por qué no iba con ella? Un gritito se escapó de los labios de Mura al volver la mirada al frente y encontrarse con el mar frente a sus ojos. ¿Cuándo había llegado a la superficie marina? ¿Por qué? No es que no le gustase el agua o algo así, pero ella no sabía nadar, además de ser usuaria de Akuma no mi...Y no le apetecía morir ahí. Más que nada porque tenía curiosidad por saber para que la habían citado ahí.

Por suerte, no sucedió nada malo. La chica volvió sana y salva de su vuelo en alfombra, muy animada por la experiencia. Ya había volado antes a lomos de Sumire, pero aquello era totalmente distinto a nada que hubiera hecho antes. -Ha sido divertido.- Dijo con una sonrisa.