(Pasado) (privado) Akiba y Murasaki

Se encontraba sentada en una de las mesas del que debía ser, probablemente, el bar menos deambulado y conocido de la ciudad-isla. El edificio se encontraba al fondo de una estrecha calle, este apenas tenía iluminación dentro, gracias a unos cuantos candelabros, y el que la calle en la que se situaba no fuera solo estrecha, sino que tenía altos edificios, solo causaba una visión aún más lúgubre del local. Sin embargo, esto a ella no le molestaba, mejor dicho no le prestaba atención a esa clase de cosas, lo único que le preocupaba en ese momento era la comida que se encontraba esperando.

La  chica, en definitiva, había llegado a ese lugar tan oculto de todos por el olor a comida que le resulto más atractivo que el de los puestos que tenían gran iluminación y enormes carteles anunciándoles, los cuales en muchos casos dañaban la vista. Se podría decir que el saber diferenciar los adornos de la buena comida  era una de las ventajas de "ser un gato".

—Aquí tiene—Dijo un camarero, dejando un plato con abundante comida casera sobre la mesa. La chica simplemente le sonrió mirando el plato, mientras lo dejaba, con los ojos de una niña apunto de abrir un regalo de cumpleaños. Una vez servida, le pago al camarero los 50 Berries de la comida y espero a que se fuera para empezar a comer. Dicho dinero lo había conseguido con sus "conciertos" en la calle.

Mientras comía oía las discusiones de los pocos hombres que se encontraban en el bar, y cuya presencia casi parecía quitar el buen sabor a la comida.

Mientra empezaba a comer, vio entrar por la puerta a un chico de cabello y ojos castaño, a quien en principio no hizo excesivo caso,debido a que uno de sus defectos quizás era el concentrarse tanto saborear la comida.

Loguetown, la Ciudad del Principio y el Fin, una lugar especial para cualquier pirata que quisiera ser un próximo rey de los piratas, en el East Blue.
Había llegado hace poco a aquel lugar, este era mi destino, mi camino me había traído aquí ya que necesitaba provisiones y poder ver las armas de las tiendas de este lugar.
El clima era soleado y no se podían ver ninguna nube en el cielo azul, hace un poco de viento, que hacia que las hojas de los arboles se moviesen. Llevaba puesto lo de siempre, mi chaqueta de cuero y pantalones negros, y mis guantes sin dedos sujetando mi bate, mi arma favorita para luchar. Aparte del bate llevaba las espadas del caos, mi escopeta y las garras de acero.
Las calles no se encontraban muy deambuladas, solo se podían ver gente paseando y parejas hablando entre ellos, las tiendas se encontraban cerradas:

-Parece que e llegado en un mal momento...

No tenia nada que hacer, salvo entrar en algún lugar a tomar algo. Mientras caminaba unos cuatro hombres venían corriendo hacia mi a una velocidad muy alta, pasaron por mi lado, pero atrás de ellos lo seguía un hombre vestido con una camisa blanca, al parecer era un marine, yo pase de aquellos.
Al rato había encontrado un bar donde relajarme, al abrir la puerta lo que me llamo la atención es que no se encontraba muy lleno, cosa que me gustaba. Me hacer que a la barra y llame al tabernero:

-Buenas, quisiera un plato de comida y un vaso de Shake- mientras me sentaba- y también el periódico de hoy.

Empecé a mirar todo el lugar, solo habían hombres, pero también una mujer de pelo naranja.

-Tome, el periódico.

Nada mas abrirlo, se podia leer que una banda de piratas había llegado aquí:

-¿Serian los que me había encontrado antes?

Se quedó observando a aquel joven que acababa de llegar, apenas durante unos segundos, ya que estaba muy concentrada en sus cosas. Además de no ver interés en él, le parecía un joven como cualquier otro, sin embargo tenía un olor especial, no como el desagradable aroma de los otros hombres ahí presentes.

Aveces mi habilidad es una maldición... Pensaba mientras trataba de centrarse en el olor de la comida en lugar al de aquellos hombres cuyo hedor a alcohol y sudor casi era visible, o al menos lo era para ella.

Aún manteniéndose ajena a todo lo que ocurría a su alrededor, no pudo evitar "poner la oreja" en las conversaciones de las mesas más cercanas a la suya y a la barra donde el joven se hallaba.

Por lo visto esos desagradables hombres eran miembros de cierta tripulación pirata, la cual estaba siendo perseguida, algo en apariencia normal y que en principio no hubiera llamado la atención de nadie.

Sin embargo, al pasar la palabra "gobierno" por sus oídos, los cuales si fueran las de un gato se hubieran alzado para escuchar mejor, su conversación se volvió el centro de su atención. Y quizá no solo el suyo.

Por lo visto,, la razón principal de su persecución era que uno de sus miembros había pertenecido con anterioridad a la Cipher pol y había huido de esta al descubrir cierta información, lo que lo convertía en un peligro para su autoridad sobre los mares o su prestigio.

Seguia leyendo el periódico con una gran curiosidad, lo mas seguro es que tendrían algún precio por su cabeza, también comentaba algo de que un miembro de aquella tripulación antes era del CP pero tras un tiempo y matar a su maestro salió de allí con varios papeles secretos y se unió a esta tripulación, de pronto el camarero interrumpió mi lectura:

-Tome señor aquí tiene- ponía el plato sobre la mesa y se dirigirá a atender a los demás hombres.

Probé un bocado y de nuevo revise aquel lugar, todo estaba rodeado de hombres, menos una señorita, ¿Qué haría aquí? Se pudo escuchar un gran golpe de algo que se estampada contra el suelo, mire directamente de donde provenía, era el camarero y un chico robusto, de pelo castaño que tenia agarrado de la camisa, toda la gente se hacia a un lado para no meterse en problemas, saque mi escopeta y apunte a la cabeza del que estaba montando escándalo, apriete mi dedo y un ruido lleno el local, todos me miraron, el suelo se había llenado de un liquido rojo, zumo. No sabia porque había disparado si no tenia buena puntería:

-Chico... me has querido dar, y no quedara así, esta vez te lo perdono, pero como te vea por la calle despídete de todo a lo que quieres- dicho esto, soltó al camarero y salió de la puerta, yo no me limite a hacer nada, me había ganado otro enemigo...

La conversación de los hombres continúo durante un rato, perdiendo mi interés en cierto punto. -Simplemente un hombre que notó lo mal que va el mundo- Pensé, mientras daba un trago al zumo de naranja que el camarero me había ofrecido con la comida.

Me mantuve sin prestar más atención al local, aunque en algún momento creí ser observada por el joven que estaba leyendo en la barra, el cual minutos después interrumpió una bronca entre el camarero que tan amablemente atendía a los clientes (a pesar de que muchos eran escoria de la peor clase) y un hombre corpulento, de apariencia desaliñada y sucio, el cual lo había agarrado por el cuello de la camisa.

-¿Quién se cree ese hombre?- Me disponía a entrometerme cuando se oyó un disparo, el cual provocó que un vaso, que se vislumbraba entre las figuras de ambos hombres,sobre una mesa, estallara, haciéndose añicos y derramando un zumo de color sangre sobre el suelo del local y la mesa.

Me gire a mirar al chico que había disparado. -Parece que tiene agallas.- Pensé, mientras observaba con una sonrisa como el hombre, furioso se dirigía amenazante a él. A pesar de esto y de sus amenas, el chico ni se inmutó.

Todos se mantuvieron observando por donde se alejaba el hombre, sin embargo yo me acerque al "héroe" del día, con intención de felicitarle.

-Bonita forma de hacer amigos.- Dije dedicándole una sonrisa amistosa. -Aunque hubiera sido mejor si en vez de apuntar al vaso le hubieras apuntado a él, ¿no crees?-

Tras que aquel hombre me dijera aquellas palabras, a las cuales yo ni mi inmune, se fue haciendo que los hombres de allí empezaran a alabarme y a dar gritos de felicidad. A mi no me importaba lo que me decían, ya que solo había echo lo correcto según yo, o lo que hubiese echo cualquier otro.

Mientras la gente seguía gritando, yo empezaba a comer, tenia un poco de hambre, así que tardaría un poco en terminarme el plato y directo tendría que ir a buscar a esos piratas o bandidos, necesitaba el dinero.

Tras la multitud, podía ver a la chica de pelo naranja que me llamo la atención desde el primer momento, se acerco a decirme una cosa sobre mi disparo:

-Claro señorita, pero no quería causar un herido por una simple pelea de bar- dando una explicación sobre mi mala puntería para que no se de cuenta que no había disparado al vaso- y usted, ¿Qué hace por aquí? si se puede preguntar.

Tras decir eso le ofrecí un asiento al lado mía para continuar la conversación.

-Ya veo, por lo visto es usted un hombre que valora la vida- Dije al chico con una sonrisa al tiempo que me acomodaba en una de las sillas a su lado, que este me había ofrecido.

Tras sentarme, este me pregunto sobre mis razones para encontrarme en aquel lugar, supuse que se refería al local, aunque la verdad era que la ciudad parecía tener continuos visitantes, ya sea para conseguir provisiones antes de continuar  largos viajes o como turistas o negociantes.

Me límite a la respuesta más simple que podría darse. Simplemente de paso, antes de continuar mi largo viaje por el mundo. Aunque he de reconocer que sentía cierta curiosidad por visitar esta isla después de saber de su existencia y los sucesos que se dieron aquí. Hice una pausa para tomar un trago de mí zumo, el cual había tomado conmigo al levantarme de mi asiento. -¿Y usted, caballero?- Pregunté con cierta curiosidad.

Mientras esperaba su respuesta pedí al camarero otra ración de comida, además de algo de ron, en lo que se fueron los otros 60 Berries que había ganado esa mañana. El ver como se esfumaban me hizo maldecir por lo bajo lo agarrados y tacaños que eran los habitantes de la ciudad, quizás por haberme malacostumbrado a ganar mínimo 500 Berries al día con mis canciones y actuaciones de baile callejeras.

La preciosa chica acepto el asiento que le ofrecí, mire hacia el local donde la gente ya había parado de gritar y derramar ron al suelo, todos parecían trabajadores que acababan de salir de su empleo, sus caras estaban sucias llenas de barro o aceite. La señorita me explico lo que hacía por aquí, solo por visitarlo, interesante:

-¿Qué hago yo por aquí? Nada la verdad, solo quería ver a una mujer preciosa, y parece que la he encontrado - la mire y sonreí – es mentira, solo quería parar en alguna isla para pasármelo bien o simplemente pasear e irme en dos días como máximo.

El camarero se acercó a la muchacha, ya que esta le había llamado, el hombre no parecía tener poco dinero, su pelo negro peinado hacia atrás y la ropa que llevaba parecía tener un montón de dinero

-Perdone mi mala educación, me llamo Roy ¿Y usted?- Tras decir aquello di un trago de mi vaso de ron esperando su respuesta. Por la puerta empezaba a llegar más gente, hasta un punto que casi no había espacio.

La chica ladeó la cabeza sin llegar a comprender la broma gastada por aquel hombre que se hacía llamar Roy, pero tampoco iba a dar a un desconocido el gusto de picarla. En lugar de eso, centró su atención en el camarero, al cual le pidió que le trajera algo dulce como postre, acompañado junto a un refresco para terminar de saciarse. -Mi nombre es Akane.- Contestó al chico de cabello castaño intentando no demostrar sus nervios por que llegara su comida. No es que se estuviera muriendo de hambre, mucho menos despues de haber comido hace nada, pero algo dulce siempre era agradable de probar, más para una catadora de comida profesional, que era lo que ella se consideraba aunque no fuera así.

El hombre de antes no tardó en volver, trayendo consigo una bandeja con dulces tradicionales y un té helado. Los dulces eran unas bolitas de masa de colores atravesados por unas varillas a modo de pincho. -Es un postre llamado "dango".- Dijo el Barman. -Espero que sean de su agrado.- Dijo inclinando la cabeza levemente antes de disponerse a irse.- Por cierto, señor, espero que pague lo que ha roto.- Comentó el hombre a su marcha. La chica tomó uno de los pinchos de dulces con una mano y mordió la primera esfera, metiendola en su boca para degustar el suave bollo. "Delicioso." Pensó, cosa que se reflejó en su cara.