(Pasado) ¿Qué opinan las estrellas? [Corvo y Brand]

El cielo estrellado y la luna llena iluminaban el claro de una de las montañas boscosas que había en la isla Zaren, en el East Blue. En ese lugar se encontraba Brandom con las piernas en posición de loto mientras el sudor recaía por su mejilla, había estado entrenando a esas horas de la noche en el uso de las espadas, cada día dedicaba un buen tiempo a su adiestramiento como espadachín.

Brand meditaba en ese silencioso lugar con las estrellas como acompañantes dejando su mente en blanco e imaginando esa corriente de energía que recorría cada uno de los chakras de su cuerpo,  alternando una pausada y relajada respiración. Sus manos entrelazadas dejaban ver esos pulgares rozándose, al igual que el dorso de los dedos índice; acomodados en la zona de debajo del ombligo.

Una pequeña corriente de aire hizo que el joven espadachín abriera los ojos, se había terminado la meditación por hoy. Lentamente estiró las piernas para que se desentumecieran a la vez que se estiraba sobre la fina capa de hierba, inspiró profundamente sintiendo ese aroma del bosque, le encantaba la naturaleza y mucho más la imagen de ese firmamento.

- Mamá… hace tiempo que no te dedico unas palabras. Necesitaba unos días de tranquilidad en un lugar así con bosques, vegetación, árboles, montañas; ¡Hay tantos sitios que visitar! ¡Cada isla es un lugar nuevo! ¡Confía en mí,  te llevaré a todos los rincones del mundo! – su mano estaba apoyada sobre la bufanda, sujetando la perla del colgante que reposaba bajo sus ropajes – ¡Los viajes son algo pesados, he de vigilar con las tormentas pero con lo que me enseñaste de pequeño me voy apañando. ¡Si no hubiera sido por ti, mamá, las tendría negras para surcar los mares! – hablaba con una sonrisa en los labios, no había tristeza en su mirada más bien ilusión, echaba de menos a su madre pero sabía perfectamente que estaba allí, junto a las estrellas, velando por él – Ohhh… se me olvidaba ¡He de agradecerte la ayuda que me ofreciste con el gran buque mercantil, si no hubiera sido así, las hubiera pasado muy mal en esa tormenta! ¡Oh! también conozco a gen… -  corrige – Seres vivos ¡Un zorro parlante! Su nombre es Renart. No se me da bien conocer a gente, no tengo facilidades... pero estoy seguro que mejoraré en ese aspecto con el tiempo – se puso de rodillas e hizo una pequeña reverencia hacia las estrellas – Gracias por todo Mamá – se podría decir que es uno de los pocos momentos en el que Brandom se abre en plenitud, dejando ver sus sentimientos sin torpeza ni vergüenza alguna, en uno de esos momentos realmente íntimos y personales.

La noche era despejada, una corriente de aire azotaba de forma suave las ramas de los árboles y esa capa de hierbas, que amortiguaba la dureza de la tierra. El agradable olor de la naturaleza, junto a ese cielo iluminado por el cúmulo de cuerpos celestes, otorgaban un ambiente acogedor; tanto, que una estrella fugaz fue participe de ese instante inolvidable.

Acababa de llegar a aquella isla, todavía no sabia que hacia allí pero imaginaba que las instrucciones llegarían en breve, de momento me dispuse a recorrer las calles de la ciudad portuaria en busca de un buen lugar donde dormir y comer. El lugar que elegí tenia el exterior de piedras y madera, haciéndola parecer rustica, pero el interior de unas tallas impresionantes resultaba acogedor y familiar, ademas el precio no estaba nada mal. Durante la cena redacte una carta para Yasmina, contándole que tal me había ido el viaje en el barco y como era la ciudad. Además de preguntarle que tal ella por el laboratorio.

La habitación era bastante simple, con una cama cómoda, una mesilla de noche, un escritorio y un armario. La ventana daba hacia la calle principal, aunque parecía que a esas horas no pasaba demasiada gente por la ciudad. Me dispuse a dormir, esperando que por la mañana llegaran las instrucciones, si no me daría una vuelta por la ciudad en busca de algo que hacer, y conocerla mejor pues aún siendo de noche parecía un lugar digno de ver.

Glash D. Brandom se incorporó después de compartir esas palabras con ese cielo estrellado, era momento de volver por lo que se aseguró que sus armas estuvieran sujetas e inició su trayecto hacia la ciudad portuaria dónde había dejado su barca en el puerto y tenía alquilada una habitación en la posada de la ciudad.

Al entrar saludó al anciano que regentaba ese negocio, le ofreció la cena y Brand la aceptó de buena gana llenando así su tripa con ese guiso que le ofrecieron. Una vez saciada el hambre subió a su habitación, estaba realmente cansado el entrenamiento había dado sus frutos y al acabar de comer sentía ese característico bajón que incitaba a alguien cerrar los ojos hasta el día siguiente y así lo hizo, se tumbó en la cama y acabó durmiéndose en un instante.

- ¡Fuego! ¡Fuego! ¡TRAER AGUA RÁPIDO! ¡NECESITAMOS AYUDA! – un grupo de voces gritaban en plena calle alertando a los ciudadanos. El grupo de personas empezaba a trabajar conjuntamente para apañárselas y hacer llegar el agua a esa posada, el fuego se originó en la planta baja y amenazaba con avanzar hasta la siguiente. Brand abrió los ojos y todo estaba oscuro, tampoco podía respirar bien, había humo, el espadachín corrió para abrir la ventana y poder respirar un poco allí estaba formado el caos, pudo ver las llamas en la planta de abajo mientras la gente se organizaba para ir tirando cubos de agua a lo lejos, se acercaba un transporte con una bomba de agua. El espadachín se precipitó hacia la puerta, pero las llamas entorpecían su paso.

<< Mierda… ¡El anciano! >> Los residentes de esa posada intentaban abandonarla por la ventana, el fuego iba avanzando cada vez más rápido sin tregua alguna. El espadachín no podía bajar por lo que se decantó en agarrar sus pertenencias y saltar por la ventana, precipitándose al vacío, amortiguando su golpe con las ramas que adornaban parte del jardín de esa posada.

Salió de esos arbustos con alguna que otra rama por el pelo y sin dar más reparo a su apariencia empezó a ayudar a los ciudadanos, transportando esos cubos de agua y ayudando a las otras personas abandonar ese lugar. El transporte con la bomba de agua llegó y mediante una manguera rociaron de agua la planta baja de la posada, buscando abrirse camino entre esas llamas que hacían crujir la madera que parecía ceder por momentos.

Me desperté con el olor a humo, al principio pensé que provenía de la calle, de alguna hoguera o algo, hasta que me di cuenta de que no que el humo se filtraba por debajo de la puerta. Rápidamente fui hasta ella y la abrí para salir al pasillo lleno de humo, ya se podía ver el fuego subiendo por las escaleras, solo esperaba que los dueños hubieran podido salir a tiempo. Recorrí el pasillo llamando a las puertas avisando del incendio, hasta llegar a la ultima donde una joven dama de pelo verde parecía haberse desmallado en el umbral de la misma. La cargue y me acerque hasta su ventana, al abrir esta una corriente de aire fresco inundó la habitación despejandola de humo por unos instantes. Me ate a la dama con las sabanas y empece a descender por el muro, por suerte al ser de piedras tenia muchos donde agarrarme y pude descender no sin algún susto.

Una vez abajo desate a la chica y comprobé su estado más calmadamente, parecía que solo estaba desmayada por lo que desdoble la sabana y se la puse por encima pero sin cubrirle la cabeza, para que no pasara tanto frio, ademas de alejarla de las paredes del edificio por si acaso cedían y se derrumbaban. Un grupo de gente se afanaba por echar agua al fuego para intentar apagalo pero no parecía dar muy buenos resultados, se necesitaba algo más potente.

Desde abajo Brand pudo ver a un desconocido con una gran agilidad salir por una de las ventanas con una mujer anudada a él, dicho individuo al legar abajo se preocupó de que la chica se mantuviera sana y salva.

El caos se iba formando en aquella posada, había gente pidiendo auxilio desde las ventanas, otros intentaban bajar y salían como buena mente podían por la entrada. Las campanas de la ciudad resonaron en aquella noche de cielo estrellado, dicho sonido era la alarma de los incendios; algunos efectivos se pusieron en marcha y varias bombas de agua junto a unas mangueras empezaron a combatir el fuego de la entrada de la posada, pero las llamas seguían expandiéndose, era muy complicado detener su avance; los ciudadanos continuaban luchando para abrirse camino en el portón del mesón.

Dos personas pedían auxilio desde sus ventanas, el fuego estaba acercándose de forma peligrosa hacia esas habitaciones que estaban alejadas entre ellas - ¡Perdona! – dijo el espadachín - ¿Puedes ayudar a esa persona? Yo me encargo de la otra – sus palabras iban dirigidas a Corvo, en el rostro de Brand se podía reflejar algo de esperanza esperando que el hombre aceptara. No esperó mucho para entrar en acción que se precipitó hacia la muralla para ir escalando y luego propulsarse a la pared, sujetándose en el borde de la ventana. El pirata tenía cierta habilidad en desenvolverse por las alturas que allí iba escalando hasta llegar a la ventana y entró en el interior. Oculto su rostro en la bufanda para no respirar todo el humo que se iba acumulando en aquella instancia, logró ver a una familia formada por un padre, una madre y una criatura que no debería ni tener un año. La figura paterna tenía una pierna herida, un tablón se le había caído encima y como consecuencia se hizo una fractura. El pirata le indicó a la madre que se sujetara a su espalda mientras tenía a la criatura anudada al pecho con unas telas, Brand la cargó y empezó a descender con cuidado. El hombre de esa familia consiguió salir por la ventana y descender por su propio pie, algunos ciudadanos les  atendieron después de separarlos de aquel incendio.

El efectivo que luchaba contra las llamas en la entrada logró abrirse camino, Brand fue a apoyar esa unidad y al entrar pudo ver que estaba todo en llamas, la imagen era preocupante algunas personas estaban desmayadas y la cosa no pintaba muy bien. El pirata se dedicó a ir sacando a las personas que habían quedado desmayadas por la intoxicación del humo - ¡Necesitamos ayuda! – exclamó esperando que se le escuchara entre el crispar de las llamas

Incendio:

Un joven de pelo blanco me pidió ayuda por mi nombre, aquello era muy extraño pues no le conocía de nada, a menos que me estuviera espiando cosa que me desagradaría bastante. De cualquier modo su petición era razonable y dejando a la dama fuera de peligro comencé a trepar por las piedras hasta la ventana que me había indicado el joven. Una vez en la habitación me encontré con una pareja, un chico joven y la que debía ser su novia o mujer, pero esta estaba desmayada. Ate la cuerda al armario con varios nudos y la tire hacia abajo, indicando al chico que bajar que yo lo seguiría con la chica en un momento. Repetí el proceso que había seguido con la otra joven y me la ate con la sabana de la cama a la cintura, esta pesaba más que la otra, solo esperaba que el armario aguantara y no viniera detrás de nosotros.

Una vez abajo la deje junto a la otra chica y la tape con la sabana, pidiéndole al chico que cuidara de las dos mientras yo me dirigía hacia donde se suponía que había ido el peliblanco, debía responder a unas cuantas preguntas a pesar del incendio, si no quedaba nadie más dentro lo arrastraría lejos de allí y le preguntaría.

El espadachín salía con uno de los clientes mientras los efectivos que combatían el fuego se apresuraban a entrar en la planta baja, gracias a las bombas de agua junto a las mangueras conseguían vencer ese fuego que iba perdiendo cada vez más terreno. Brand dejó al herido en el exterior de aquel incendio a manos de los individuos que aplicaban los primeros auxilios; se encaminó hacia la posada pero las personas que combatían el fuego le negaron la entrada por la peligrosidad.

- Pero… - no le dejaron hablar, simplemente le fue negado el acceso, por lo que el pirata volvió por sus propios pasos para ver si podía ofrecer su ayuda a los presentes que se encontraban en el exterior. La zona de alrededor del incendio estaba abarrotada de ciudadanos, aunque la situación estaba controlada y los focos de fuego casi apagados, no había peligro de derrumbe por lo que la actuación de los servicios de emergencia y la ciudadanía fue más que beneficiosa.

Glash D. Brandom agarró sus dos bolsas de viaje y empezó a caminar para alejarse del cúmulo de gente que se había formado alrededor de la posada, el muchacho debía de encontrar otro lugar para pasar la noche.

Iba avanzando con toda tranquilidad mirando de vez en cuando esas estrellas, tenía el rostro algo ennegrecido por el humo, al igual que sus ropajes << Voy a tener que cambiarme  y darme un baño, espero encontrar otra posada en la que pasar la noche >> iba distraído en sus pensamientos.

El peli blanco no aparecía por ningún lado, di varias vueltas a la taberna en llamas mientras los pueblerinos las combatían. No pude si no terminar preguntando por el joven a los que combatían el fuego que me indicaron que intento entrar a ayudar pero no le dejaron. Dándoles las gracias me aleje buscando al joven de pelo blanco. Las calles estaban vacías, y a medida que me fui alejando del fuego me pude ir dando cuenta de que no era una noche especialmente caliente.

Iba atento a cualquier sonido que me dijera donde estaba el hombre que buscaba, varias veces asuste a algunos gatos callejeros que comían en los callejones. Finalmente di con un hombre que vagabundeaba por las calles, le pregunte por si había visto a alguien merodeando por allí, a lo que el anciano señalando una calle me dijo que por ella había visto a un chico caminando solo y mirando al cielo.

Los azulados ojos de Brandom seguían observando ese cielo estrellado mientras avanzaba por aquellas silenciosas calles, era de madrugada y aún quedaban unas cuatro horas para que el sol saliera por el horizonte iluminando así la llegada de un nuevo día.

Escuchó un ruido detrás suyo y se giró, pero no había nadie; en ese instante un grupo de tres gatos correteaban por unos extremos del camino llamándole la atención << Eran gatos… pensaba que había escuchado algo… >> se rascó la cabeza con gesto pensativo y continuó avanzando a la vez que desplegaba un mapa de la ciudad – Mmm…. – tras unos minutos quieto localizó una posada no muy lejos de allí – Bien… - se dio la vuelta para volver por dónde había venido, se encontraba unas cantas manzanas más atrás.

En el momento de girarse se topó con un individuo que no tardó mucho en reconocer, era el tipo que había logrado salvar a una mujer en aquel incendio y luego le aceptó la petición de ir ayudar a otras personas que pedían auxilio a gritos.

<< ¿Estará buscando una posada como yo? >> se preguntó el espadachín que allí saludó – Hola, gracias por ayudarme a sacar a esas personas del incendio – realmente no se esperó a agradecerle la ayuda que ofreció, una vez los agentes que combatían el fuego le negaron el paso y asegurarse que todo estaba controlado, el joven pirata marchó de allí en busca de un lugar para pasar la noche.

Por fin había conseguido dar con el joven, este estaba avanzando justo delante de él por lo que aceleré algo el paso. De repente el muchacho se giró, parecía como si lo hubiera oído o intuido, ¿Quién era aquel joven?

– Hola, gracias por ayudarme a sacar a esas personas del incendio, le dijo el muchacho, parecía sincero, pero aún así no podía pasar por alto lo sucedido.

-No tienes que darlas, pero tengo un par de preguntas para ti, ¿La primera y más importante nos habíamos antes o nos conocíamos de algo?

Estaba casi seguro de que el joven se había dirigido en la taberna a él directamente por algún motivo y no podía quitárselo de la cabeza, y menos sabiendo que la taberna donde estaba ardió mientras esperaba a un contacto. Debía asegurarse de que el motivo de su visita no se había visto comprometido, al igual que su contacto o la misión.

Sus ojos miraban al desconocido mientras esperaba sus palabras, el silencio de la calle dejaba escuchar el característico ruido del viento azotar ese lugar, unas nubes empezaban a acumularse por los cielos entorpeciendo el firmamento celestial, advirtiendo de una posible tormenta.

La mano del espadachín fue acariciarse la cabeza mientras escuchaba la pregunta del hombre – Esto… - se quedó ahora con gesto pensativo llevando esa mano bajo el mentón << ¿Lo he visto alguna vez? >> lo miró de arriba abajo y de abajo arriba, haciendo un pequeño análisis pero realmente no le sonaba – No, creo que no. La primera vez que coincidí contigo fue antes en el incendio. Me fijé que habías ayudado a salir a una mujer y te pedí que me ayudaras para salvar a otro grupo de personas mientras me ocupaba de otra habitación. Te lo pregunté porque fuiste el único que pude ver salir de esa ventana cargando a alguien – esperaba poder explicarse bien, que hablar no era lo suyo – No sé si se me ha entendido… Quiero decir que nunca te había visto antes y dudo que nos conozcamos – se le iluminó la bombilla que lo que tiene que hacer es presentarse – Ohh mi nombre es Brand, paré en esta isla para conseguir suministros y seguir mi viaje, así puedo descansar unos días también – se le podían ver claros gestos pensativos, como si le costara saber que decir o hacer – Ahora… ahora… estaba buscando una posada para pasar la noche, mira – le mostró el mapa que llevaba en las manos – Creo que cerca de aquí hay una – le señaló un punto. – Por cierto ¿Cómo te llamas? – espero que aquel desconocido se presentara.

El chico me dio su explicación de lo ocurrido, parecía bastante convincente y sincero, por lo menos para mí. Al terminar también me comento que estaba buscando una nueva posada y que le gustaría saber mi nombre. No sabía si darle mí nombre real o uno ficticio, pero debía ser rápido en hacerlo. Finalmente decidí dar mi nombre real, no así mi apellido que me lo guardaría.

-Encantado de conocerte Brand, mi nombre es Corvo.-Tras eso le dije señalando hacia la taberna en llamas- He de volver, quiero saber cómo están las dos jóvenes que saque. Además he de recoger varias cosas que deje allí, espero que no hayan ardido.

Me despedí del joven con la mano, a no ser que me requiriera para algo el muchacho volvería por donde había venido hasta la taberna. Una vez allí comprobaría el estado de las dos jóvenes, haciéndome cargo de la primera que saque hasta que apareciera alguien, o se despertara. La verdad es que no había dejado en la habitación, pero eso siempre hacia más creíbles los motivos.

El joven pirata afirmó a cada palabra del desconocido llamado Corvo. A simple vista le parecía un buen hombre, preocupado por las dos jóvenes que sacó de aquellas habitaciones en llamas. El espadachín sujetó con firmeza las dos bolsas de viaje que llevaba sujetas en la mano, apoyándolas en su espalda mientras no dejaba de mirar a Corvo con las intenciones de prestar su ayuda en aquel incendio.

- Igualmente Corvo – le agradeció las palabras de aquel hombre - ¡Lamento que hayas ido detrás de mí! – Se disculpó el peliblanco al ver que él había gastado de su tiempo para ir tras el pirata – Espero que esas dos jóvenes estén bien y encuentres en buen estado lo que te dejaste en la posada. ¡Adiós Corvo! – se despidió el muchacho alzando su brazo.

Una vez que se quedó solo tomó rumbo hacia la otra posada, podía ir ayudar pero ya hizo lo suficiente, no tenía conocimientos de primeros auxilios  y los agentes que luchaban contra el fuego le negaron el acceso, no podía hacer más. Al llegar a la nueva posada pidió una habitación, una vez arriba decidió tomarse una ducha para quitarse el mal olor del humo y la suciedad. Luego se estiró bajo las sabanas de la cama y cerró los ojos, en menos de dos minutos el espadachín ya estaba en los brazos de Morfeo.

Cuando llegué hasta la taberna el fuego estaba ya casi extinguido, lo único que quedaba ahora era una humareda que salía de la del local. Me acerqué hasta el callejón donde había dejado a las chicas que baje. Aún estaban allí con las sabanas por encima, pero la segunda que saque ya se encontraba despierta. Sin embargo la otra aún dormía, me acerqué a comprobar que seguía viva, si lo seguía por suerte para mí.

La trasladé hasta un lugar más cómodo, los vecinos cercanos estaban ofreciendo algunos dormitorios para heridos. La casa en la que entramos era pequeña, de una sola planta y tenía un fuego encendido en el salón. La anciana que vivía en ella me guio hasta un cuarto vacío donde pude dejar a la joven en la cama. Mientras la metia vestida ocmo estaba y la tapaba con la saban la anciana trajo un bol con sopa.

-Toma- Me dijo tendiendo el bol- Necesitas recuperar fuerzas muchacho. Cuando se despierte avísame para que le traiga otro a ella.- La anciana sin darme tiempo a responder se dio la vuelta y salió a la salón.

La sopa estaba riquísima, y calentita, algo que vendría muy después de la ajetreada noche que había pasado. La habitación en la que estaba era pequeña, tenía una mesa y un armario, solamente una ventana y la cama. La cama tenía sabanas de un tejido caliente, no sabía qué tipo de tejido era pero ayudaría a la joven a permanecer caliente. Esperaba que se despertara pronto y poder buscar a mi contacto en el pueblo.

Un nuevo día se alzaba en la isla llamada Zaren, los rayos de luz  penetraban en esa oscura habitación iluminando el rostro del espadachín, Brandom empezaba a despertarse. Después de darse una ducha decidió bajar a almorzar, había tenido una noche movida y se encontraba algo cansado, la prensa de los diarios informaba que el incendio originado en una de las posadas fue por un accidente, una vela encendida en un mal lugar fue el inicio de ese fuego.

Con suma paciencia cataba ese bollo recién salido del horno, se quemó la lengua y tubo que refrescarla con un poco de zumo de melocotón. Sopló el panecillo antes de volverle a dar un mordisco y acabarse ese delicioso almuerzo que adornaba la mesa de esa solitaria zona común de la nueva posada. Una vez terminada la comida subió a la habitación para recoger sus cosas y colgarse la bolsa de viaje a su espalda, junto a su katana; las otras armas las llevaba anudadas en la cintura concretamente en la cadera izquierda.

Al salir de su habitación se encaminó por el pasillo y un sonido le llamó la atención, el joven espadachín se giró para mirar la puerta cerrada que se presentaba delante de él.

- Ayuda… por favor… - esas fueron las palabras que el pirata llegó a escuchar con un tono muy bajo, eran de una mujer que apenas podía gritar, esos llantos de súplica venían de esa habitación. Sin pensárselo dos veces, Brandom derribó la puerta de una fuerte patada dejando que el cierre crujiera arrancando parte del marco. Una vez en el interior el espadachín pudo ver que se trataba de una especie de laboratorio improvisado, varias máquinas adornaban esa amplia habitación, el joven estaba atónito ante  lo que observaba, no se lo podía creer. En el fondo, inmovilizada con unas correas había una joven tapada con una manta, parecía tener una especie de casco que incapacitaba la visión, pero sus lágrimas recaían por sus mejillas y sus súplicas salían en un leve susurro de sus labios.

- ¿Hola…? ¿Estás bien…? – esperaba una respuesta por parte de la desconocida, pero solo seguían esos susurros de auxilio que cada vez se apagaban más.

Se acercó a esa camilla y allí había una especie de nota que ponía lo siguiente:

Experimento fallido.
Capacidad de almacenar el veneno en su sangre para un ataque biológico: Apta.
Capacidad  de control del sujeto: Nula.
Acción a realizar: ¡Ejecutar al  sujeto Nº 012!

Glash D. Brandom pudo ver ese número tatuado en la muñeca de la muchacha, no debería ni tener 10 años. Deshizo los nudos que inmovilizaban a la niña, pero en esos instantes un par de individuos llegaron a la habitación.

- ¿¡Qué piensas que estás haciendo!? ¡Apártate de allí! – el pirata agarró una de las máquinas de ese laboratorio y la lanzó contra la entrada, los desconocidos se alarmaron, parecía ser que ese instrumental debería de valer una buena cantidad de Berries que hasta intentaron salvarlo. Brand aprovechó ese desconcierto y acabó de liberar a la niña colgándosela en el hombro.

- ¡Mierda! ¡Nos quitan al sujeto! – uno de los dos  hombres empezó a llamar por un Den Den  mushi, el otro intento evitar que el pirata abandonará la habitación, pero fue demasiado tarde con la chica en los hombros salió por la ventana, alejándose de ese lugar.

Cuando despertó la joven yo me encontraba en el salón junto a la anciana hablando del pueblo, más bien averiguando si había sucedido algo extraño antes. La anciana me contó que no, que desde la apertura de la ruta mercante habíamos venidos muchos extranjeros, pero no había pasado nada como lo de anoche hasta ahora. Mientras hablábamos de esto pudimos escuchar la tos de la joven en la habitación, motivo por el cual nos acercamos los dos.

La chica, claramente confundid, se asustó al vernos retrocediendo hasta una esquina de la cama y tapándose con la manta hasta el cuello. La señora hizo ademán de acercarse pero la retuve, sería mejor hablar con ella desde aquí de momento hasta que se centrara y supiera que había pasado.

-Hola, me llamo Corvo- La joven abrió más los ojos- Y ella es Gabriela. Estas en Zaren, la posada se incendió y pude sacarte de allí.- Tras una pausa continué- Si quieres tras comprobar que estas bien podemos salir y que lo veas tu misma.

-Te creo, de hecho tenía que hablar contigo.- Ahora el sorprendido era yo.- Me encomendaron la misión de informa a un tal Corvo sobre las prácticas ilegales de algunos científicos en esta ciudad, pero parece que me descubrieron.- Hizo una pausa para coger aire, parecía que no estaba al cien por cien aún.- Esta es la dirección de la taberna donde están, parece que querían crear armas biológicas con niños, tienes que detenerles.

Tras la revelación dejé a la joven al cuidado de la señora y salí a la calle en dirección a la taberna que la chica me había dicho, caminaba atento a gente que pudiera estar siguiéndome o que pareciera sospechosa.

Las balas pasaron rozando el cuerpo del pirata mientras avanzaba a toda prisa por esa estrecha calle que se alejaba de la posada. Un par de individuos seguían disparando desde ese piso sin fortuna de herir al espadachín. Brandom llevaba en sus hombros a una muchacha de unos 10 años, la gente se empezó a apartar y esconderse al escuchar el característico ruido de las armas de fuego.

- ¡Mierda! ¡Se ha escapado! ¡Llamar al jefe y a la marina, decirles lo que sea! ¡Que un bandido o pirata ha secuestrado a una niña de unos 10 años! ¡Dejar esto limpio para que no haya pruebas! – las ordenes eran directas y claras un grupo de 8 personas se pusieron a desmantelar ese pequeño  laboratorio, parecía ser que ese grupo tenía contratada una vigilancia privada.

- Os estaré esperando en el otro laboratorio… - un científico entregó un aparato a uno de los del servicio de vigilancia – Ese sujeto tiene un rastreador incorporado, lograreis encontrar su ubicación con esto – el misterioso hombre abandonaba esa posada con esa gabardina con capucha.

Por las calles de la ciudad Brandom seguía avanzando tan deprisa como podía, sin mirar atrás que hasta levantaba una pequeña nubecilla de tierra. La gente lo miraba sorprendido, sin entender el motivo por el que ese muchacho corría como si le persiguiera el mismísimo diablo.

En uno de los múltiples cruces de caminos que hay en esa ciudad, Brandom no se percató de la presencia de Corvo, el muchacho pasó de largo con esa muchacha encima, debía de alejarse como fuera del centro de aquel lugar. Luego pasaron por ese cruce de camino los hombres que le seguían indicando la dirección por dónde había seguido el espadachín peliblanco.

<< Mierda, mierda… he de salir de aquí y poner a esta chica a salvo >>

Logró llegar hasta las afueras, dejó reposar a la muchacha debajo de un árbol, estirada en esa esponjosa hierba. El pirata intentó retirarle el casco, pero no lo logró, parecía que estaba bien incrustado o tenía un cierre que no lograba ver. La sujeto del experimento estaba totalmente inconsciente, pero respiraba con normalidad; Brand suspiró aliviado al ver que se encontraba bien.

- ¡Tú! – recriminó una voz, eran los tipos de la posada, lo habían seguido << ¿Cómo me han seguido? Estoy seguro que los había perdido de vista… >> se incorporó llevando la mano a la empuñadura de la katana - ¡No te entrometas en nuestros asuntos y devuélvenos a la chica! – el espadachín se negó – No voy hacer eso… - desenvainó ambas katanas mientras miraba a sus rivales – Si queréis recuperarla venir… - Brand al ver que dos de los enemigos sacaban unos rifles, se precipitó hacia un tronco para cubrirse de los disparos, las balas rozaron uno de sus hombros provocándole una herida superficial.

Los disparos no cesaban, el muchacho no podía salir de la cobertura y mientras estaban entreteniendo al pirata uno de los enemigos sujetó a la muchacha del experimento, colgándosela en el hombro y escapó de allí.

<< ¡Hijo de puta! ¡Se la lleva! >>

- ¡Cabrón! – los disparos no paraban, ese fuego cubría a la persona que abandonaba esa zona de las afueras de la ciudad.

Brand paso por delante de mí mientras iba hacia la taberna con algo o alguien al hombro en dirección a las afueras.  Pensé en seguirle, pero creía que lo importante era mi misión, pero eso cambio cuando grupo de individuos pasó con un aparato en las manos. Estos parecían seguir a Brand o lo que llevara y parecían del gobierno, quizás eran los que buscaba.

Los seguí de lejos a ver a donde me llevaban, salimos de la ciudad hasta una zona con hierva. En ella estaba Brand con lo que parecía un niño tras un árbol, los hombres insistían en que se lo devolviera, pero Brand no estaba por la labor. Entonces los agentes o lo que fueran comenzaron a disparar, mientras uno se acercaba por un lado y cogía al niño o niña.

Me encargue del que escapaba con el sujeto, aplicándole una llave del sueño, tras dejar al sujeto que cargaba el hombre sobre el suelo me encargue de los otros matones asfixiándolos con hidrógeno, todos serian interrogados a su debido tiempo.

-Brand, ya puedes salir. Por favor ata a esos tipos.- mientras yo me acerque a comprobar como estaba el sujeto con casco.

Los disparos no cesaban y el espadachín debía de mantenerse cubierto en ese tronco de árbol que recibía todos los balazos de esas armas de fuego. Estaba cabreado, aparte de llevarse a esa muchacha estaban destrozando el pobre árbol que no tenía culpa de nada.

<< Perdóname… >> llevó el dorso de la mano a la madera, acariciándolo, le sabía mal todos esos disparos que recibía el árbol << Les daré su merecido… >> apretó los dientes e intentó salir pero una bala paso rozando su hombro de nuevo y volvió a recular para mantenerse a cuberito << Mierda, mierda, mierda, me tienen acorralado, no puedo salir ¡JODER! >>

Los  disparos cesaron de un momento a otro, parecía ser que se habían marchado, era momento de salir corriendo para rescatar a esa muchacha. El espadachín salió disparado pero sus ojos se toparon con una escena que no se esperaba, se sorprendió tanto que se quedó paralizado viendo a Corvo, el hombre que se presentó la anterior noche por las calles de la ciudad.

- ¿Corvo…? – Brandom no entendía nada, todos estaban derribados e inconscientes, escuchó lo que le dijo esa nueva persona que había entrado en escena.

- ¡Vale! – no conocía a ese hombre, pero debía de ser fuerte si había acabado con esas personas en un instante << ¿Cómo lo abra conseguido? >> El pirata lo miraba expectante y empezó a inmovilizar a los hombres del gobierno que habían aceptado el encargo de proteger a ese científico y recuperar al sujeto. Una vez atados, el peliblanco pudo ver a lo lejos un pequeño pelotón de marines, lo formaban 8 personas,  que avanzaban corriendo hacia esa zona de la ciudad.

- ¡La marina! – se llevó las manos a la cabeza mientras se escuchaban las voces de ese grupo - ¡El peliblanco! ¡Es quien secuestro a la muchacha! ¡Nosotros vamos a por él y vosotros 3 rescatarla! – Los ojos de Brandom se salían de su córnea, no se creía lo que escuchaba << No  la he secuestrado… bueno… técnicamente si… ¡Mierda! >> miró a Corvo - ¡Llévatela! ¡Yo ganaré algo de tiempo! – desenvainó sus dos katanas.

La niña del experimento seguía inconsciente, pero sus constantes vitales eran estables. Tenía algunas heridas tanto en la muñeca como en el antebrazo, tal vez por las agujas de las inyecciones. El casco que cubría su rostro estaba ajustado con un cierre, tal vez unas manos hábiles podrían retirar lo que le cubría el rostro a la chica de 10 años.

El muchacho salió corriendo de detrás del árbol, y tras unos segundos paralizado se puso a realizar lo que le había pedido. La joven que tenía entre las manos parecía tener un extraño casco, lo más seguro seria no quitárselo de momento, podría protegerla de algún disparo, onda o ataque perdido. Mientras estaba examinándola Brand llamó mi atención sobre un grupo de marines que se aproximaban, eran ocho aproximadamente.

No dejaría al chico ni a la joven allí, empecé a acumular hidrógeno atmosférico en pequeñas bolsas de poca concentración, más alguna generada por mí. Cuando los marines llegaron hasta estas bolsas las junte, generando una gran masa de hidrógeno en alta concentración que usando la técnica de Carga estática aportó la energía suficiente para que la bolsa de hidrógeno explotara. La explosión estaba calculada para no matar a los marines, mi misión eran los científicos no esos pobres que habían sido engañados.

-Brand, por aquí.- Le dije señalando al muchacho una dirección.- Eso nos dará tiempo para escapar, necesito que me cuentes lo que ha pasado con pelos y señales.

El pirata estaba con las katanas en mano, esperando a la arremetida de esos marines que cada vez estaban más cerca. El muchacho no pudo entender lo que sucedió, una explosión incapacitó a todo aquel pelotón. El peliblanco miraba atónito la situación, sin poderse creer nada de lo que sus ojos veían ¿Tal vez algún explosivo? ¿Una bomba? ¿Una mina? No sabía que había sucedido.

<< ¿Pero qué coño…? ¿Cómo ha sido eso? Una mina… que extraño… esos marines habían estado avisados y venían a por mí… pero… >> la voz de Corvo lo sacó de sus pensamientos, se giró para mirar al hombre que iba señalando una dirección. Brand no se lo pensó dos veces y se incorporó envainando las dos katanas para empezar esa huida - ¿Qué había pasado? Esto… - no sabía si contarle la verdad, pero decidió decírsela ante esos momentos de duda – Esta muchacha estaba retenida en una especie de laboratorio, es un sujeto de investigación y querían sacrificarla, no sé el motivo pero lo ponía en una especie de libretita – iba corriendo junto al hombre mientras le iba hablando – Ese laboratorio estaba en la posada que te señalé la noche anterior, la rescaté de unos hombres que vestían de  negro, parecía seguridad privada – allí mantenía una buena marcha para dejar atrás ese grupo de marines.

- Y... no sé, era un experimento de armas biológicas. No sé qué significado tiene eso, pero no es justo que la sacrifiquen por no ser apta, no lo podía permitir – lo miró de reojo - ¿Quién eres tú? – le preguntó a Corvo, realmente no sabía quién era ese desconocido.

Mientras corría Brand se me unió, nuestra dirección nos llevaba a casa de la anciana que nos había acogido, una vez pusiera a salvo al crio y a Brand investigaría la taberna, como era mi misión. Pero cuando Brand empezó a contarme lo que había pasado todos mis planes cambiaron. Por eso estoy aquí, pensé mientras buscaba una forma de solucionar ese embrollo.

-Mierda, parece que has dado con mi misión. Me han mandado aquí para investigar un laboratorio y prácticas ilegales.- Tendría que confiar en el chico, había demostrado ser capaz y no ser parte del problema.- Cuando lleguemos a nuestro destino te contare más, quizás puedas ayudarme.

Continuamos avanzando por las calles, di varias vueltas en torno a la manzana donde se encontraba la casa de la anciana para saber si nos seguían. Una vez comprobado que no había nada sospechoso, guie al chico hasta la casa, esperaba no causar muchos más problemas a aquella anciana. Le enviaría una compensación cuando hubiera vuelta al laboratorio. Una vez dentro de la casa fuimos con la niña hasta la habitación, y una vez nos dejó la anciana hablé:

-Brand, necesito que me digas exactamente que ponía en la nota.- no le deje tiempo para contestar, una vez acabara yo lo tendría.- De momento no le quitemos el casco, si era un sujeto de pruebas sería peligroso. Como prometí te contare lo que pasa, si están investigando con sujetos humanos es ilegal y tenemos que acabar con ellos. En cuanto términos iré a por ellos, pero antes necesito saber todo de lo que viste e hiciste.

El pirata seguía corriendo al lado de Corvo, tomando un rumbo hacia lo que parecía ser la casa de una anciana. Durante el trayecto no sucedió nada relevante, el espadachín no dejó de ir junto a Corvo, mientras él iba cargando a la muchacha. << Parece ser que tiene una misión… ¿Quién será? >> allí que se mostraba pensativo Brandom sin abandonar ese ritmo de carrera.

El joven de pelo blanco murmuró – Investigar un laboratorio… - avanzaba sin demora alguna con su mente a pleno funcionamiento << En aquella posada estaba ese laboratorio… tal vez  se refiere a ese… >> una vez llegaron a lo que parecía una casa, dieron un rodeo para asegurarse que no había nada sospechoso.

Brand acompañó a Corvo para dejar  a la muchacha, la sujeto de experimentación, resguardada en una habitación, la anciana, residente y dueña de ese local acompañó al trío que formaban esas tres personas: Brandom, Corvo y la muchacha. La señora de esa casa abandonó la habitación, fue en esos instantes en que Corvo tomó la palabra dirigiéndose a Brand. El espadachín escuchó cada palabra y anotación que decía el desconocido que le ayudó a rescatar a esa pobre niña – En la nota… - meditó unos instantes, pensativo. Finalmente respondió cuando recordó todas las palabras – Experimento fallido… algo de la sangre en veneno… o del veneno en la sangre… biológico… algo de ataque biológico apta… - no recordaba muy bien lo que ponía – Control nulo… - puso las manos en la barbilla - ¡Y lo último ponía ejecutar al sujeto! – el espadachín no era científico, tampoco era que su memoria fuera una maravilla, en sus tareas tenía que anotarlas todas en un papel para acordarse de ellas. Se frotó la cabeza con la mano intentando indagar más en su memoria sin mucho éxito – No me acuerdo de más… -

El pirata afirmó a las palabras del hombre, no le iban a quitar el casco y parecía ser que se había mezclado en su misión. El desconocido tenía el objetivo de acabar con ese grupo de individuos que realizaban experimentos ilegales, le pidió a Brandom que recordara todo lo que observó.

Después de unos segundos de silencio, mientras reestructuraba toda esa serie de ideas y intentaba ponerlas en orden. El pirata empezó a hablar – Esa noche fui a la posada que te marqué en el mapa, allí dormí hasta el día siguiente. Una vez me desperté decidí ir a continuar mi viaje, pero… al ir por el pasillo escuché una voz, era la niña que pedía ayuda. Rompí la puerta y pude ver un laboratorio, no era muy grande pero habían maquinas raras. Me adentré e identifiqué a la muchacha, leyendo esa nota. Estaba la joven inmovilizada con unas correas en una camilla, la desaté y allí entraron unos hombres de negro. Intentaron impedirme que me la llevara, pero escapé con ella – hizo una pausa que allí hablaba algo nervioso, que no era mucho de hablar él – Y… y… bueno luego me escapé y pensé que los había perdido de vista pero… acabaron encontrándome – el pirata desconocía la presencia de un dispositivo de seguimiento, implantado en la muchacha o en el propio casco.

Así que querían usar a sujetos como arma biológica, aquello podría resultar muy peligroso, si los soltaban en lugares con mucha gente, o simplemente dejaban de hacerles caso. Aparte de eso no podíamos quitarle el casco a la chica, si ya portaba el veneno y este se trasmite por la respiración podíamos morir todos, y el casco no parecía tener explosivos ni cosas parecidas, ya que no había explotado aún. Aunque si Brand dice que los había perdido y lo habían acabado encontrado era posible que tuviera algún dispositivo de seguimiento, en ese caso había puesto a la señora en peligro y no podía permitirlo.

-Muy Brand, vamos a volver a esa taberna con la chica. – No me gustaba la idea pero no podía dejarla aquí con la chica y la anciana.- Tendrás que protegerla mientras neutralizo los laboratorios, no podemos dejarla aquí ya que puede que le tengan algún dispositivo de seguimiento.- Tras recoger un par de cosas que me había dejado aquí le indique para salir.- No te separes de mí, todo saldrá bien.

Mi intención era atraerlos a todos a la taberna. Laboratorio y allí acabar con este y todos los científicos, además de conseguir información si es que aún había alguna en el lugar. Si los guardias eran marines no los mataría, pues seguramente no supieran a que ayudaban, pero a los tipos de negro de sí, además ya sabiendo que me habían mandado para esto me sentía más seguro de mis acciones, sabiendo que no me degradarían o encarcelarían por ir contra el gobierno.

El espadachín compartió algunas palabras con Corvo, realmente el joven Brandom no sabía la magnitud del problema en que se había metido, pero el muchacho quería ayudar sí o sí.

- De acuerdo, me encargaré de proteger a esta niña. Primero te mostraré el camino hacia la otra taberna, no había caído en que pudiera tener un dispositivo de seguimiento en el cuerpo – dijo llevando la mano a la cabeza, pensativo, viendo que bien podría ser cierta esa información. Todo eso, explicaría el cómo le encontraron después de haber perdido aquellos individuos de traje negro, la escolta privada del malévolo científico que usurpaba en aquella isla.

Después de despedirse de la anciana el pirata acompañó a Corvo y la sujeto hasta la otra taberna, una vez llegaron allí la dependienta, una señora mayor les ofreció la bienvenida – Saludos… - la zona estaba un poco desordenada, parece que alguien  había entrado a revolver toda la sala comunal – Lamento la organización, pero un grupo de personas entraron no hace mucho, para desvalijar una habitación. No pude impedirlo, me pagaron un precio elevado por los estorbos, escaparon hace un tiempo abandonando la posada – la mujer estaba algo apenada, debía de organizar las cosas - ¡Yo puedo ayudar! – se ofreció el espadachín que allí empezó a ordenar esa parte de la taberna.

La habitación que utilizaban como laboratorio estaba en el primer piso, en esos momentos estaba totalmente vacía, no había ninguna máquina ni prueba de que hubiera habido allí algún tipo de laboratorio; esos tipos se guardaban bien sus espaldas. A los pocos minutos de haber entrado a la taberna, un grupo de marines había rodeado la zona de la entrada de la taberna. Una vez se dejó escuchar - ¡El pirata peliblanco! ¡Devuelve a la muchacha! ¡No pongas resistencia! – el espadachín pudo ver como un grupo de marines estaban agrupados fuera del establecimiento. Por la parte anterior, un grupo de 5 hombres de negro entraron por una de las ventanas del local.

- ¡Corvo! ¡Corvo! ¡Anciana! ¡La marina está en la entrada! – las manos estaban sobre la cabeza con claro gesto de sorpresa, debía de salir de allí.

<< Mierda, mierda, no hice ¡Nada! >>

La anciana desconcertada por la situación ya que no sabía lo que sucedía - ¿Se puede saber que sucede? – en esos momentos los enemigos trajeados de negro entraron en acción, tres de ellos fueron a por Corvo mientras uno iba a por la muchacha, el otro se encaró hacia Brandom. El pirata sacó sus katanas y le hizo frente, arremetiendo la ofensiva del desconocido y compartiendo una serie de golpes, la lucha había empezado en el interior de la posada.

El peliblanco logró visualizar una brecha en la defensa del contrincante, con una de las katanas apartó el golpe del enemigo, propinándole un corte en el torso con la otra arma. El hombre de negro cayó por la profunda herida en el torso y allí Brand pudo ver como uno de los rivales intentaba llevarse al sujeto de experimentación - ¡Mierda! ¡Se la intenta llevar! – exclamé para llamar la atención de Corvo.

- ¡Sal del establecimiento! – gritó el marine que esperaban apuntando a la entrada.