Una Noche Sin Estrellas. [Rol Libre]

Era una noche oscura en Water Seven. No había ni una sola estrella en el cielo, tan solo unas nubes oscuras que paseaban por lo alto de aquella isla. No había nadie en las calles, eran como las dos de la mañana y todos dormían en sus casas. En uno de aquellos canales de agua, se podía ver un Yagara de color negro y ojos rojizos, sobre su lomo viajaba una persona. Parecía ser alguien de mediana estatura, en su cabeza portaba un sombrero de paja del que caían algunas tiras de papel para tapar de esa forma su rostro por completo. Vestía con una chaqueta de color blanco, la cual estaba abierta, dejando así ver su zona abdominal, la cual estaba muy desarrollada. En uno de los abdominales, precisamente el inferior izquierda, llevaba tatuado el número seis en un color negro como el azabache. Además llevaba consigo un cinturón negro en la cual hay una funda, dentro guardaba su katana, la cual era de un color azul y de un buen acero. En sus pies portaba unas sandalias de madera bastante cómodas, era muy extraño ver a una persona con esas pintas pasearse por la noche en uno de los canales.


Este hombre se trataba de Némesis, más conocido como el diablo peli azul. La pregunta era ¿Qué estaba haciendo aquel revolucionario en la capital del agua? Estaba buscando un mapa, ya había escuchado qué por la zona de los astilleros, se hallaba un hombre que tenía en su poder la clave para hallar una espada con habilidades asombrosas. El espadachín estaba detrás de ese rumor, pretendía hallar la solución a sus preguntas y empezaría por buscar al dueño del mapa que mencionaban los demás. El Yagara avanzaba despacio por el agua sin hacer mucho ruido, se estaba dirigiendo a la zona de los ascensores para poder subir al piso superior, donde quizás podía continuar con su camino. Un murciélago pasó de repente volando por al lado del tipo del sombrero, eso hizo que el caballo de agua se moviera un poco realizando un pequeño ruido que indicaba que se encontraba algo nervioso. Némesis notó esto de inmediato y pegó un leve suspiro pasando ahora su mano derecha por la cabeza de aquel Yagara y observando a su alrededor por sí alguien los miraba, cosa difícil a aquellas horas. Una vez que se hubo asegurado, susurró despacio para que solo el animal le pudiera escuchar.


- Shhh… No pasa nada, solo es un murciélago, vamos continuemos.


El animal después de unos segundos volvió a quedarse tranquilo y continuó la marcha por el canal de agua. La ventaja de no haber estrellas esa noche y de que solo unas cuentas farolas solitarias adornaran las calles, era que iban muy bien camuflados. ¿Por qué no quería el demonio peli azul que les vieran? Sus propios motivos tendría, pero no le gustaba la multitud y si hubiera ido de día, habría habido más de una persona asesinada. No podía andarse con violencia todo el tiempo por mucho que esta le gustase, en aquel tipo de islas tenía mucha desventaja a la hora de combatir y no era sabio armarla mucho. Si tenía que matar a alguien era mejor hacerlo por la noche, en la oscuridad y en el silencio, donde nadie pudiera enterarse de nada y quedar libre de culpas. Ahora se aproximaba a uno de los ascensores, pudo verlo desde su posición, lo que le hizo sonreír de lado. A salvo bajo su sombrero de tiras de papel, tocó la cabeza del Yagara con el pie para que aumentara un poco el ritmo y le llevara de una vez a su destino.

Water Seven era la ciudad humana que más me gustaba, a pesar de ser un lugar habitado principalmente por ellos habían realizado una verdadera maravilla en el manejo del agua. había unos peces llamados yagara que llevaban a la gente en pequeños botes de un lado para otro. Pero eso no era para mi, aunque no me molestaba ir en barco o caminar por la tierra siempre que me era posible me desplazaba por el agua. Y mejor de noche que de día ya que la temperatura contribuía a mantener húmeda mi piel.
Unas hondas en el agua llamaron mi atención, eran apenas imperceptibles, pero no para alguien que se desplaza por el agua como por tierra. A pesar de la oscuridad distinguí una figura a lo lejos, por lo que volví a sumergir mi cabeza en el canal. No podía ver mucho bajo el agua, solo la silueta de aquel yagara recortada contra la superficie.
Me dispuse a nadar hacia él para preguntarle que qué hacía allí a aquellas horas, a lo mejor estaba perdido. Pero me pareció demasiado grande y cuando vi la silueta de un brazo me quedé a observar bajo el agua. Dispuesta a seguir a aquel pez y su jinete allá dónde fueran.

En una noche sin estrellas, en una isla con canales de agua, se veía una pequeña bolsa volar, saltar y entrar a casas. De la bolsa se podía ver como caía ropa interior de mujer, la bolsa era mágica, podía moverse por si sola. Poco a poco, si te fijabas, podías ver un ser diminuto portando esa bolsa. Era un ser de unos pocos centímetros, parecido a un humano. Era viejo o al menos eso se podía intuir, ya que tenía poco pelo y blanco, con la cara llena de arrugas. Portaba un extraño disfraz de ninja, de un color granate. Debía ser un enano pervertido, ya que entraba a las casas solo para robar ropa interior de mujer mientras todos dormían. Se veía a aquel enano correr por los tejados, como un ninja, con la bolsa, que de esta se caía de vez en cuando alguna pieza de ropa interior. El enano se veía feliz, como un viejo pervertido, saltando y saltando, entre tejados. Saltando de un tejado a otro, por encima de un canal, resbaló, por lo cual el pobre enano cayó al canal con su bolsa llena de ropa interior. La ropa empezaba a flotar por el agua, seguido de la corriente se alejaba de aquel enano. El pequeñín desesperado, intentaba recuperar la ropa mientras nadaba como pudiese, lloraba y lloraba, ya que sin ropa interior se quedaba.

- "Oh no. ¡¡Mis cosas!!" - Gritaba el pobre chiquitín entre sollozos.

La embarcación ya estaba cerca de su objetivo, la mirada del revolucionario ahora era algo seria. Llegaba el momento de infiltrarse lentamente en el ascensor y subir un piso al menos. Llegó a la barrera de seguridad y frenó al animal, pudo ver que tan solo era de plástico y no parecía muy dura. Chasqueó la lengua algo aburrido y ordenó al animal que se colocara de lado, a continuación estando ya pegado al trozo de plástico, el espadachín lo agarró con la mano y empujó hacia la derecha con fuerza. Consiguió abrirla, no hizo ningún ruido y todo iba fenomenal, ahora emitió una mirada llena de malicia y de sadismo para después ordenar al Yagara que montara en el ascensor. El animal de forma obediente entró en este sin armar jaleo, aquellos animales realmente eran increíbles, además de obedientes no daban muchos problemas, sin duda alguna viajar en ellos era lo mejor de lo mejor. Una vez estuvo dentro, presionó un botón de forma suave para después acomodarse en su asiento, sin embargo pudo ver algo que le hizo alzar la ceja derecha. Tal vez era una broma, la situación empezó a darle grima al ver aquello, parecía algo fuera de lo normal.


- ¿Ah? ¿Qué se supone que es eso?



Dijo ahora el peli azul de forma seria usando para ello su voz grave, era un tipo bastante frío y serio y además se enojaba con mucha facilidad. Lo qué había visto, no era otra cosa que un montón de prendas que se dirigían a su ascensor, no podía distinguirlas muy bien desde dónde estaba, pero estas no tardaron mucho en llegar hasta su posición. Ahora el diablo chasqueó la lengua un momento y llevó la mano derecha a su funda negra, tomó el mango de su katana y tras un ruido metálico bastante agudo, sacó su afilada arma. La hoja era de color azul, una hermosa arma sin duda alguna. Ahora estiró la mano hacia el interior del agua y pinchó una de aquellas prendas, la levantó un momento escuchando el sonido de las gotas caer contra el agua. Se trataba de una prenda de ropa interior femenina de color blanco, tardó unos segundos en darse cuenta de lo que era, una vez lo hizo su expresión cambió. Abrió los ojos bastantes poniendo expresión de sorpresa y negó varias veces con la cabeza, incluso se frotó los ojos con su otra mano algo incrédulo, pero al parecer no era mentira. Elevó la katana y de un movimiento simple devolvió aquella cosa al agua, no tenía tiempo para aquellas cosas.


- Lo qué tiene uno que ver, me pregunto ¿Qué diablos hará esto aquí a estas horas y porqué? Joder que cosa más rara.


Dijo de nuevo mientras pulsaba el botón con su mano izquierda, las compuestas gruesas de acero se cerraron. En ellas estaba dibujado en letra blanca el número cuatro, lo peor es que aquella maldita ropa se quedó a dentro con él. Ahora aquella plataforma de agua comenzó a subir a una velocidad normal, no se detendría hasta llegar a lo alto de la plataforma, después el chico saldría con el Yagara y aquello volvería a bajar hasta donde estaba. Aún permanecía con el sombrero de paja puesto para proteger su rostro, aún no tenía recompensa por su cabeza, pero no era raro que la tuviera pronto. El revolucionario sabía muy bien lo qué estaba haciendo y aunque fuera un acto de agonía y avaricia, le daba absolutamente igual, conseguiría su objetivo de cualquier forma y a cualquier precio. El ascensor ya estaba llegando, faltaba muy poco, unos cuatro metros de altura más y llegaría al piso superior, un par de segundo y saldría de aquel lugar y se adentraría más a dentro. Una vez llegara a la zona de los astilleros, comenzaba la parte más sigilosa y peligrosa de su plan.

Seguí al pez y al extraño hombre hasta una de las cosas que llamaban ascensor. Lo usaban para llenarlos de agua y ascender a niveles superiores. Eso era lo que más me gustaba de la ciudad, hacían que ríos de agua marine corriesen por las calles y a diferentes niveles. Por cosas como esta me había quedado tanto tiempo en aquel lugar, donde a parte de eso podía pasar desapercibida ocultándome en los canales. Cuando la puerta se cerraba el agua se llenó de ropa. Vi como una hoja se hundía en el agua, cerca de mi, pero por suerte fuí lo suficientemente rápida como para que no me pinchase. Luego la hoja salió sosteniendo sobre ella una de esas prendas.
Lo que me preguntaba es qué clase de mujer dejaba que su ropa bajase libremente por ahí, sobre todo a estas horas, ¿en qué piensan las humanas?
El ascensor empezó poco a poco a llenarse de agua y empezamos a subir con el nivel. Quizá seguir a un desconocido en medio de la noche no había sido mi mejor idea, pero estaba aburrida de no ver nada interesante por la ciudad.

El pobre viejo pervertido lloraba, viendo como su ropa robada se veía arrastrada por la corriente. De repente se puso serio y empezó a nadar, recogiendo con gran velocidad la ropa que podía. Rápidamente, cuando tenía la suficiente ropa interior, las juntó todas, atándolas entre si y las dejó flotando en el agua, haciendo una pequeña barca de ropa interior, con unas bragitas rosas de vela. El enano remaba con los brazos, mientras iba recogiendo la ropa y atandola al bote que hizo. De repente, a lo lejos, vio como un tipo extraño, subido a una especie de animal extraño, sacaba su espada azul, cogiendo con ella un sujetador de color blanco. El pequeñín se enfadó, tanto, que parecía que echase humo por la cabeza. Empezó a remar con gran fuerza hacia él, pero vio como se metía en un sitio extraño después de dejar el sujetador otra vez en el agua.

- "Tss. Menos mal que lo ha dejado, si no lo hubiese machacado por ladrón. Mira que coger lo que no es suyo, ese tipo de gente me da asco." - Decía la pulga realmente enfadada.

La pulga fue a recoger las ultimas prendas que le quedaban, y se fijó que donde se había metido aquel hombre, era una especie de ascensor extraño. El enano intento descubrir como se podía abrir eso, buscando alguna especie de botón o algo, pero no encontraba nada. Dentro de aquel ascensor se habían colado algunas prendas, así que tenía que recuperárlas fuese como fuese.

Después de unos momentos el ascensor llegó por fin a lo más alto, llegaba el momento de salir de allí, pero de repente el tipo del sombrero se quedó quieto. Giró la cabeza despacio hacia atrás, pero no pudo ver nada de nada, solo el agua, notó una extraña sensación. Cómo si le estuviesen observando, sin embargo negó varias veces para después observar como las compuertas superiores de acero se abrían. De repente pudo ver como el animal abría la boca y metía la cabeza en el agua, acto seguido sacó varias prendas de ropa interior y comenzó a comérselas. Eso hizo que el revolucionario alzara una ceja sin terminar de creerse aquello para después pegar un suspiro. Encima le había tocado un animal pervertido, el capullo no dejó ni un solo rastro de la ropa, se la había comido toda, debía de estar muy hambriento. De todas formas aquello no era algo qué interesaba mucho al peli azul, ahora envainó de nuevo su katana azul. No veía necesario usarla por el momento, seguramente aún le quedaban más de tres horas antes de qué amaneciera y aquello empezara a llenarse de gente. Debía darse prisa, esas tres horas podían pasarse rápidamente  y eso era algo que sin duda alguna no le convenía para nada, aquello era un laberinto y podía perderse huyendo entre la gente. Era algo que debía evitar a toda costa.


- Vamos a ver, ya qué te has comido la ropa, acelera y llévame de una vez a los astilleros. Dique uno si es posible.


Dijo de repente hablando con el Yagara, en ese dique era donde debía de estar su objetivo. El animal de color negro obedeció soltando una pequeña risilla para después comenzar a navegar como antes. Aquellos canales de agua eran mucho más estrechos qué los de abajo y por ello el peli azul no le quitaba ojo a las calles, siempre podía haber bandidos nocturnos a aquellas horas. Sus ojos pudieron divisar lo que parecía ser una enorme puerta, estaba abierta y tan solo había varias vallas de madera fáciles de saltar. En una de las paredes se podía ver una inscripción bastante grande en la que ponía en letras mayúsculas “Dique 1”. Eso  hizo qué el espadachín sonriera de lado. El animal continuó hasta llegar a la cera, una vez allí, no pudo hacer nada más. El revolucionario salió de la embarcación pisando ahora tierra firme y sonrió de lado mientras metía su mano derecha en el bolsillo. A continuación se quitó el sombrero de paja con tiras de papel y lo dejó en el bote. Las nubes qué estaba en movimiento comenzaron a apartarse de la zona y pudo salir la luna, la cual iluminó por completo al revolucionario, pudiendo verse su rostro totalmente.





- Bueno creo qué es la hora de comenzar el plan.



Dijo ahora mostrando un rostro sádico y temible, su pelo era azul claro y alborotado, unas greñas caían por su nuca. Sus ojos eran también de color azul, pero de un tono mucho más oscuro qué el del cabello. En la mejilla derecha llevaba una especie de media máscara, la cual parecía ser la de una calavera, unas líneas azules se podían ver debajo de sus ojos. Sin duda alguna, era el diablo peli azul. Había conseguido llegar a tierra firme, saltó fácilmente las vallas de madera y observó a su alrededor. Estaba todo lleno de troncos, de maquinas enormes apagadas y de algunas casitas de madera donde los carpinteros estarían durmiendo seguramente. Su objetivo era una de ellas, la pregunta ahora era ¿Cuál de todas ellas era la qué el revolucionario estaba buscando precisamente? Eso se iba a ver enseguida, pues le echó el ojo a una de ellas y comenzó a avanzar muy despacio hacia ella con una mirada tranquila y con la mano derecha sobre la funda de la katana azul.

Tras comerse la ropa, el pez siguió su camino en cuanto las puertas se abrieron. De poco me serviría el agua cuando el jinete bajó en la cera y se perdió de mi vista.

-¡Joo, ya lo he perdido! -refunfuñé mientras me acerqué al pez -¿sabes qué quería ese?

El pez me miró como si nada mientras mascaba un pedazo de tela que se le había quedado entre los dientes, ¿cómo era posible que teniendo tantos yagaras diferentes hubiese escogido a Weilss?
Weilss era el único yagara del que nunca podrías obtener respuesta, era demasiado cabezón y servicial como para entablar una conversación con cualquiera.

-¡Bah! tu siempre igual Weills -dije enfadada -¿no me vas a decir nada?

El pez negó moviendo la cabeza, tras ponerle mala cara decidí salir del agua. Me gustaba el frio de la noche sobre mi piel escamosa, a diferencia de la mayoría de los de mi especie no había adoptado la costumbre humana de vestirse, ¿para qué?
Mis escamas tapaban lo suficiente además de que la ropa era un incordio a la hora de nadar o luchar.
Me quedé mirando el sitio donde el jinete había entrado, qué pasaba allí, no lo sabía y tras mirar a un lado y otro entré procurando ser lo más sigilosa posible.

Aquel hombrecillo seguía buscando una manera de entrar, pero no veía ninguna forma, así que decidió escalar. Hizo una cuerda atando todas las ropas entre sí y la lanzó a un saliente que había. No consiguió acertar, así que estuvo un rato probando, lanzando esa cuerda echa de ropa interior de mujer. Al final de la cuerda había un sujetador, que por fin en una de las veces, consiguió sujetarse al saliente que había. Empezó a trepar por la ropa con esfuerzo hasta que consiguió llegar arriba. En el saliente, vio un pequeño hueco por el cual podía pasar, así que recogió la ropa y pasó por aquel pequeño hueco. Estaba lleno de polvo y telarañas y era un sitio bastante oscuro, la ropa a penas podía pasar así que iba estirando de la cuerda. Cuando se dio cuenta, ya había llegado, a un canal de agua, oscuro y se fijó que al final estaba el extraño monstruo gigante y a su lado una extraña mujer pez que entró hacia una zona con casas y máquinas. Tal vez ahí debería estar el ladrón de ropa interior. El enano saltó al canal y se fijó que su queridísima ropa estaba sucia, así que se puso a lavarla un poco, para quitarle el polvo.

- "Maldita sea, por menudo sitio me hace meterme ese maldito ladrón."- Refunfuñaba el pequeñín mientras frotaba la ropa.

Decidió acercarse a aquella zona, pero no sin antes ponerse a oler y restregarse la ropa interior por su cuerpo. Había un sujetador de color verde azulado, que estaba roto, tal vez por pasar por aquel hueco se había rajado. Así que como no quería malgastarlo, se quedó con la mitad y se la ató al cuello, pareciendo una tortuga con el caparazón rojo. Vio también que había unas bragitas de color rojas, y decidió improvisar una máscara, poniéndoselo en la cabeza y sujetándoselo por los sobacos, haciéndole unos pequeños agujeros para los ojos. Las bragitas tenían una flor dibujada, lo que hacía que se convirtiese en el miniheroe pervertido.

MiniHeroe Pervertido:

Después de prepararse, se acercó al bicho grande y se subió encima, buscando donde se podría encontrar aquel ladrón. Había una vaya de madera, pero consiguió pasar tranquilamente, ya que era una vaya para humanos y no para tontattas. Seguía buscando, para encontrar a ese maldito ladrón pervertido.

Los pasos del peli azul cada vez estaban más cerca de aquel lugar, la cabaña seleccionada había sido sin duda la más alejada de las demás. Mientras caminaba pudo ver un tronco bastante grueso, pero lo qué más le sorprendió fue lo que había clavado en él. Era un arma bastante imponente, por no decir preciosa. La hoja era plateada con extrañas inscripciones y el mango dorado, era un sable bastante grande, casi medía un metro ochenta. Una hermosa arma de destrucción y la cual estaban usando al parecer para romper troncos. Estiró su mano derecha, guardando antes la katana en su funda, después tomó aquella enorme obra de arte y sonrió de lado. Ahora disponía de una verdadera arma, sin embargo continuaba interesándole aquel mapa. Su agonía no conocía límites y planeaba tener ambas. Se relamió despacio mientras ahora miraba fijamente la qué iba a ser su nueva arma. Tenía qué buscarle un buen nombre al sable de color plateado, y tras pensar unos segundos se lo encontró, un nombre que le iba a venir bastante bien. De ese modo el sable se quedó con el nombre de Kuikku Shi.





Después de obtener aquella maravilla, su mirada volvió a la cabaña. Empezó a caminar hasta ella, una vez llegó, derribó la puerta con su nueva arma de un poderoso golpe. La fina madera sucumbió ante el corte del revolucionario, nada más derribarla, un hombre se levantó sobresaltado. El pobre estaba durmiendo y se asustó bastante, era un tipo de dos metros de altura, de brazos musculosos y prodigiosa barba rojiza. Su pelo era del mismo color que la barba y algo largo, además vestía una camiseta blanca de tirantes y un pantalón negro. En sus pies había unas sandalias de madera, la sala en la que se hallaban, era pequeña pero reconfortable. Una cama, algunas estanterías y un pequeño cofre al final. Este último estaba cerrado con un candado de acero, la llave seguramente la tenía aquel hombre, allí quizás estaba lo qué el revolucionario estaba buscando. La escena violenta no iba a tardar en comenzar, el hombre de la chaqueta blanca, observaba de forma seria al tipo de la barba rojiza. Aquello era considerado invasión de propiedad, además de posible robo. Una pequeña carcajada salió de la boca del espadachín, el cual ahora señaló a su enemigo con el dedo índice de su mano izquierda.


- Buenas noches amigo. Vengo buscando algo qué tú tienes oculto. Si me entregas el mapa por las buenas, no te pasará nada.


Mencionó ahora el chico mientras soltaba una mirada sádica y temible. Aquel hombre no parecía temer al diablo peli azul, por lo que frunció el ceño metiendo los brazos bajo la cama y sacando lo qué parecía ser un tronco enorme. Eso hizo que el joven alzara una ceja y sonriera de lado, el combate había empezado y aquel tipo lanzó un poderoso golpe con el tronco en mano hacia su agresor. El espadachín por su parte, interpuso su sable nuevo en el camino, pero el enorme palo dobló la hoja de la espada cargándosela en el acto y además lanzó al chico por la ventana, el cual rodó por el suelo. Observó su preciosa espada ahora rota, vaya mierda de espada era entonces, un maldito palo la había destrozado. Entonces fue cuando sacó su katana azulada y observó a aquel tipo, el cual estaba saliendo de la cabaña. La ropa del espadachín estaba sucia y sangraba un poco por su pierna derecha, debido a la zona llena de piedras, ahora suspiró y salió corriendo hacia el enorme tipo de la barba rojiza y no con buenas intenciones. Planeaba partirlo en dos si era necesario.

Sentí un fuerte golpe delante, me asusté un poco, qué estaba pasando allí. Me acerqué todo lo sigilosa que pude y me acuclillé tras unas cajas para ver como el jinete del yagara, con su arma de hoja azulada se enfrentaba a un tipo enorme. Eso era demasiado, dónde me había metido. Me di la vuelta intentando salir de allí, pero me  resbalé y caí. Llevándome conmigo un montón de cajas que se desperdigaron por todos lados. Me levanté asustada mientras me mantenía agachada para ocultarme, ¿me habrían escuchado?

El enano caminaba por aquel lugar, en busca de aquel tipo para darle una lección. Miraba por las casitas que habían, pero no lo veía. Decidió subirse a lo alto de una y así desde allí poder tener una visión mas amplia. Empezó a mirar, desde lo alto, a todas direcciones, en busca de aquel maldito ladrón y recuperar lo que era suyo. Miró a todas partes, pero no lo encontraba, hasta que de pronto escuchó un fuerte ruido. Se puso a mirar hacia esa dirección y vio como la chica azul estaba escondida entre unas cajas. La peziazul tiró unas cajas al suelo, lo que provocó un ruido y el enano se puso a saltar por los tejados hasta llegar a la casa que parecía que aquella dama azulada estaba mirando. Saltó desde lo alto y sin hacer ruido, se puso detrás de la dama mientras le miraba el trasero. El pobre pervertido no podía soportar mas, así que acercó las manos poco a poco al trasero de aquella chica, hasta abrazar el cachete derecho de aquella mujer.

- Mmmh.. Blandito pero escamoso.. Me gusta. - Dijo el pervertido con los ojos cerrados, mientras lo palpaba bien con las manitas y se sonrojaba.

Némesis ya estaba llegando a su oponente, no tardó en saltar y lanzar un tajo directo a su cuello, sin embargo aquel enorme mamut metió por medio el enorme tronco y paró el golpe. El chico aprovechó para colocar sus pies sobre el tronco y saltar hacia atrás mientras sonreía de lado. Sus ojos por un momento parecieron ponerse dorados, pero enseguida volvieron a su color azulado oscuro de siempre. En ese momento un ruido llegó a los oídos de aquel espadachín, giró un momento la cabeza y pudo ver algo alejada de su posición, a lo qué parecía ser una mujer pez. ¿Acaso le habían estado siguiendo? Eso le había mosqueado, aunque tal vez era otra carpintera de aquel lugar, chasqueó la lengua algo molesto y volvió a girarse para observar al tipo que le molestaba. Su mirada ahora era sádica, agarró con fuerza su katana y comenzó a moverla de un lado a otro, estaba dispuesto a acabar con la vida de aquel pelirrojo entrometido. No iba a lamentar la muerte de aquel idiota, le ofreció de buenas, decirle el paradero del mapa, pero se había negado, pues ahora le esperaba la muerte.


Las miradas eran temibles, aquel hombre parecía estar dispuesto a reventar al peli azul, este además no podía estar tranquilo pues no sabía si la chica pez estaba de parte de aquel tipo. La cosa era sencilla, tan solo había que acabar rápido con la vida de aquel tipo y punto. De modo que ahora el espadachín entrecerró los ojos respirando de forma muy lenta, exhalando el oxigeno para después expulsar el dióxido de carbono lentamente. Abrió sus ojos un poco más y pudo ver como el tipo corría hacia él con aquel tronco en sus brazos mientras soltaba gruñidos, pues estaba mosqueado. Era normal que lo estuviera, habían irrumpido en su cuarto tratando de asesinarle y robarle, cualquiera actuaría de forma similar. El final de aquel pequeño duelo se estaba acabando, el peli azul lo sabía de sobra, era el momento de realizar una de sus mejores técnicas y acabar con aquello de una buena vez. Salió en busca de su oponente corriendo también, de repente cuando estaban cerca el uno del otro, el pelirrojo lanzó un golpe horizontal de derecha a izquierda. El chico rodó por el suelo notando como el ataque le pasaba por encima, después dejó una rodilla en el suelo y colocó bien la otra pierna, la cual usó de impulso para lanzarse a por él pelirrojo.


- ¡Hyō no aráshi!



Gritó ahora mientras su katana pasaba desde el estomago hasta el cuello de su oponente, rajando la carne por donde pasaba y dejando un rastro de sangre a su alrededor. El tipo acabó cayendo al suelo de espaldas con los ojos en blanco y desangrándose poco a poco por el perfecto corte del revolucionario. Una sonrisa se pudo ver en el rostro de aquel hombre, el cual ahora pateó la arena del suelo echándosela en la cara al futuro cadáver. Enfundó su preciosa espada en su funda y se agachó despacio metiendo su mano en el bolsillo de aquel tipo y sacando una llave negra. Sonrió de lado y se dirigió de nuevo a la cabaña, ahora abrió aquel cofre usando aquella preciosa herramienta negra. Justo lo qué estaba buscando apareció allí, el mapa estaba metido en un plástico, pero no había duda de qué era él. Lo agarró y lo metió en su chaqueta guardándolo, ahora sonrió de lado mientras observaba su katana, aún no tenía nombre, pero le pondría el nombre de la anterior. Kuikku shi. Ahora salió de la cabaña hasta el exterior silbando de forma tranquila.

-¡Kyaaaa! -grité al notar como alguien abrazaba mi trasero, me giré rápidamente buscando un niño o algo así. Pero me encontré con un diminuto vejestorio que sobaba mi trasero. Sin pensármelo dos veces le metí una fuerte bofetada para intentar quitármelo de encima. [AF]

Me alejé de él un poco asustada a la vez que asqueada.

-¿Qué te has creído? -pregunté en voz alta sin acordarme de que estaba allí sin haber sido invitada -¡no te acerque a mi, viejo verde!

Volví a levantar la mano, dispuesta a darle otra bofetada como intentase acercárseme de nuevo. Estaba asustada, no sabía si ese diminuto hombre me había encontrado y trabajaba con el espadachín del yagara o si era compañero del pelirrojo grande contra el que luchaba. No estaba dispuesta a dejarme intimidar por ningún humano, y menos por aquella cosa pequeña. Ya había sido usada una vez y no volvería a pasarme, antes muerta que volver a pasar por aquello.

La Peziazul le soltó una bofetada, como si estuviese matando una mosca, lo cual hizo que el miniheroe pervertido saliese volando, estampándose contra unas cajas. La chica le gritaba y le llamó viejo verde. ¿Viejo verde? Si iba de color rojo.. El hombrecillo se levantó mientras se sacudía el trasero y miró a aquella dama azul.

- "De viejo verde nada. ¡Yo no soy quien va desnudo y provocando!"- Le gritaba intentado escusar su pervertido acto.

El hombre se fijó detrás de ella, vio al maldito ladrón de ropa interior matando a un gran gigante pelirojo. El ladronzuelo ahora estaba robando algo de un cofre, saliendo luego por la puerta como si nada, silbando. El enanito se acercó a él, enfadado y se paró en seco en frente, mirándole.

- "Maldito ladrón, ahora mismo estás devolviendo lo que me has quitado, pervertido."- Le decía el enano disfrazado de miniheroe pervertido.

Un ruido volvió a llamar la atención del diablo, parecía ser la chica pez de antes, había golpeado a un enano y lo había lanzado contra unas cajas, sin duda alguna la fuerza de los Gyojines era impresionante. El espadachín alzó una ceja, no entendía qué diablos hacían aquellos dos allí a aquellas horas, no parecían ser carpinteros. Un sonido de repente llamó la atención del revolucionario, parecía ser qué los demás carpinteros del astillero se estaban despertando al escuchar tanto escándalo, tal vez por el combate. Las cajas rotas por el golpe de la chica no ayudaban nada de nada. De repente aquella cosa pequeña qué parecía llevar una prenda en la cabeza, se acercó al peli azul, algo muy imprudente, a corta distancia el diablo era muy hábil con su arma. Aquel miserable llamó al chico pervertido y además ladrón, lo decía aquel qué llevaba una prenda en el rostro. Los ojos del espadachín ahora le observaban de forma seria, no tardaron mucho en ponerse dorados, de repente los dientes de aquel tipo crecieron un poco y fue cuando dio un paso hacia delante. Llevó la mano a su bolsillo y chasqueó la lengua, tan solo unas palabras salieron de su boca y no muy respetuosas qué digamos.


- Será mejor qué te apartes de mi camino insecto.


La mirada del peli azul ahora cambió hasta ponerse sádica, de repente escuchó un ruido bastante alarmante, era una especie de alarma. Se giró rápidamente y pudo ver como unos nueve hombres armados con escopetas y sables corrían hacia él. Unos gritaban llamándole asesino y otros simplemente recargaban sus armas preparados para dispararle. Al ver qué iba a pillarle, apretó el puño derecho y volvió a observar al enano. Llevó la mano lo más rápido que pudo a su Katana desenfundándola y lanzó un tajo lo más rápido que pudo hacia el enano. El corte fue diagonal de abajo a arriba, tratando de pasar el filo desde la pequeña cintura del pequeño hasta el final y partirlo en dos. Deddo konchū [AIF] Una vez lanzara el tajo, guardaría su arma lo más rápido posible y saldría corriendo de allí. No pensaba esperar a nadie, pegó un salto y quedó iluminado totalmente por la luna, sus brazos y piernas cambiaron a unas patas largas blancas con manchas. Aquel chico no era normal y algo estaba pasando ahora.

Sus ojos cambiaron a un color dorado, unos pequeños bigotes salieron de su rostro y su nariz se volvió negra. El pelo desapareció y la piel fue sustituida por un pelaje blanco con manchas negras, sus dedos y uñas ahora eran garras y su estatura mucho más baja. Se había transformado en un leopardo blanco, la bestia aterrizó con agilidad sobre el suelo y observó a los carpinteros y a la Gyojin, además de al enano, no sabía si lo había eliminado o este lo había esquivado. Lo qué si sabía, era qué no iban a poder alcanzarlo. Pegó un enorme rugido qué aterrorizó a los qué allí había y tras aquello salió corriendo por dónde había venido. Llegó a dónde estaba el Yagara, pero lo ignoró, saltó con una increíble velocidad y astucia y logró aterrizar en una calle. A continuación escuchó como los pasos de la gente iban tras él, pero su velocidad era asombrosa pues era un animal felino. No tardó mucho en llegar al ascensor, pero saltó usando los barrotes de la estructura y fue bajando entre gruñidos con una agilidad impresionante. Los rugido qué iba pegando aterrorizaban a las personas qué estaban en sus casas, el diablo azul se había salido con la suya y ahora era hora de largarse de aquella isla de agua, era tiempo de volver a Baltigo.

Aquel chico al que había estado siguiendo se transformó delante de nosotros en un increíble animal blanco con manchas negras. No sabía mucho de éste mundo de la superficie como para saber lo que era, pero sin duda era algo parecido a un gato grande. Pero los que sobrevivieron a su ataque se abalanzaron sobre mi enseguida que me vieron. Eran humanos, pero me superaban en número y tampoco quería dañar a gente que no me había echo nada. Salí a correr dispuesta a zambullirme en el agua, pero noté como algo se enrollaba en mi brazo. Lo miré y era una cadena, no me preocupé, algo así no podría detenerme. Con un tirón hice que el musculoso humano que la sujetaba viniese directo hacia mi, eché el codo hacia atrás y descargué un golpe con la palmada abierta sobre su pecho, que lo mandó a volar hacia donde estaban los otros. Sin molestarme en quitarme la cadena salté al canal al tiempo que veía a Weills nadar a toda prisa sin saber de qué huían.
Cuando estaba ya nadando me acordé del pervertido que me había tocado, seguramente estaba allí con aquellos hombres más grandes que él. Por un momento estuve tentada de dejarlo atrás, pero era demasiado pequeño y podrían hacerle daño. Dejé la cadena hundirse en el agua y remonté el canal para finalmente volver a salir. Los hombres estaban nerviosos ya que no sabían que había pasado exactamente. Cuando volví a entrar en busca del enano vi como el hombre al que había golpeado me miraba con temor mientras se sujetaba en otro de sus compañeros.

.¡Enanos pervertido! -grité buscándolo inútilmente en la oscuridad -vamos, si no quieres que te den una paliza

El gigante peliazul le pidió que se apartase, así que se apartó sin decir nada. Acto seguido le lanzó un corte que pudo esquivar de un salto recibiendo un pequeño tajo en la pierna derecha, que fue leve, acto seguido se posó en un tejado. Empezó a observar como los demás humanos rodeaban a la gyojina y al espadachín, armados con todo tipo de armas. Desde arriba pudo ver como el tipo que le atacó se transformaba en una especie de gato gigante y escapaba a gran velocidad. La gyojina empezó a buscar al enano así que el saltó hacia ella, aterrizando en uno de sus pechos. Veía como todos atacaban a la gyojina, así que el minihéroe empezó a repartir golpes. Tenía una gran velocidad y una gran fuerza, no se veía al enano como repartía golpes, solo se veían a todos volar. Se quedó mirando a la chica azul y le habló.

- "Vamos mujer pez, hay que escapar."

El enano empezó a correr intentando alcanzar al otro tipo, pero era demasiado tarde. Saltó encima del monstruo gigante y después al agua. Llegó al ascensor y se lanzó hacia abajo sin preocuparse.

El leopardo continuaba corriendo a gran velocidad por aquellas calles, sus dorados ojos observaban al frente en todo momento, el animal era increíblemente veloz, era debido a su habilidad felina. Podía escuchar los disparos lejanos, ya era imposible que esos carpinteros le dieran un solo tiro debido a la distancia. El animal no tardó mucho en llegar a un carril de agua enorme, no podía frenarse ahora, iba a tener que arriesgar a saltarlo o caer. Entrecerró los ojos y aceleró todo lo que pudo entre algunos gruñidos, después de unos segundos llegó al borde y con toda su fuerza, dejó las patas delanteras en el mismo borde y las traseras centímetros detrás. Saltó con fuerza y elegancia y consiguió llegar al otro lado. Ahora decidió continuar su fuga por lo alto de los tejados, saltó con elegancia a uno de ellos y continuó su camino por las alturas, sus patas iban tirando tejas al suelo para realizar más ruido. Ya que la había liado, iba a liarla mucho más aún. Los rugidos continuaban y la gente en sus casas se armaba con cuchillos y demás, de repente el animal pudo ver algo qué le iba a servir, se trataba de un tren. Estaba a punto de ponerse en marcha, ya tenía vía de escape.

El leopardo no tardó en colocarse en pie, su musculatura aumentó bastante y sus facciones eran un poco más humanas, después de unos segundos volvió a la normalidad. Su chaqueta blanca abierta mostrando su cuerpo, su pelo azulado junto a la máscara de calavera y su piel. Salió corriendo a toda velocidad sonriendo de lado de una forma sádica y temible. Las puertas se cerraron y no le daba tiempo a llegar al tren, se esforzó todo lo qué pudo pero por dos segundos no llegó a tiempo. La puerta se cerró y el tren se puso en marcha, uno de los tipos qué había salido, iba medio borracho y se acercó al peli azul. Empezó a hablarle soltando idioteces y tambaleándose, era un hombre de pelo moreno recogido en una cola, además de tener barba desaliñada y ojos azules. Portaba una chaqueta azulada con corbata roja y unos pantalones blancos que terminaban en unas botas de color dorado muy elegantes. Aquel tipo era una vergüenza, no sabía controlarse a la hora de beber, sin embargo Némesis no estaba para cachondeos, esperó a qué el tipo se acercara un poco más para darle muerte.


- Kitsune No Ai


Sacó la katana a toda velocidad realizando un rápido tajo que acabó con la vida de aquel hombre. El filo del arma recorrió su cuello, cortándole la yugular de forma perfecta y sangrienta, dejando todo manchado del líquido carmesí. La cara del diablo peli azul quedó manchada de aquella sustancia, sin embargo no le importó mucho, no necesitaba estar dentro de aquel tren para poder viajar en él. Su meta era huir de allí cuanto antes después de los dos asesinatos, por lo qué volvió a su forma completa y saltó con astucia llegando a lo alto del tren. Aquello iba a mucha velocidad, usó sus zarpas para agarrarse bien y después volvió a la forma humana mientras sonreía de lado. Antes le había cogido la cartera al cadáver, había sido un tío listo, dentro de ella pudo ver una cantidad de 18.000 berries, ese hombre había sido asesinado y encima le habían robado. Mucha mala suerte para él, y muy buena suerte para el revolucionario asesino. Ahora observó Water Seven desde la distancia, el tren se alejaba a toda velocidad y el chico poseía el mapa qué le llevaría hasta el arma que buscaba. La noche había merecido la pena, una sádica sonrisa se dibujó en su rostro y una carcajada llena de crueldad y maldad, se escuchó en el silencio de la noche, seguida de un pitido del tren. Solo faltaba ver donde iba a dejarle aquella maquina. Seguramente le llevaría algo de recompensa por su cabeza debido a lo qué había hecho, pero aquello no le importaba para nada, ver su cara en un cartel donde pidieran su muerte solo podía excitarle más aún. La noche sin estrellas, había resultado ser una noche llena de sangre, Némesis había escapado de los carpinteros.

El enano saltó a uno de mis pechos, iba a golpearle nuevamente, pues parecía que no había aprendido con el primer golpe. Pero enseguida empezó a pelear con aquellos hombres, sin esperar a nada más y viendo que el enano era perfectamente capaz de arreglárselas solo, corrió por la pequeña acera que discurría en el lateral del canal, algunos de aquellos hombres la seguían. No se metió en el agua, sino que aceleró todo lo que pudo y se lanzó desde aquel nivel al vacío. Podría haber usado aquel ascensor acuático, pero no lo necesitaba, su cuerpo era lo suficientemente resistente como para poder saltar desde esa altura y caer al agua sin recibir daños. Se arrojó sin pensarlo dos veces. Los hombres pararon en seco y vieron la figura de la gyojin arrojarse al vacío. Estiró los brazos y unos segundos después rompió la superficie del agua del canal, llamando así la atención de algunos ciudadanos que miraban asustados con armas en sus manos. Pero ellos no podrían encontrarla, no en el agua, ya que empezó a alejarse rápidamente sin ser vista por nadie.

El enano caía por el ascensor poco a poco, hasta caer al agua de culo que provocó un pequeño sonido. Se veía nadando, mientras se tocaba el culo y le salían las lágrimas, del golpe en el agua se hizo mucho daño, cosa que el no se esperaba. Se puso a nadar hasta salir de allí y acto seguido buscó como salir del canal. Encontró una superficie por la que podía subir, ya que no era muy inclinada. Pulga empezó a correr por esa superficie, pero por culpa de estar mojado se resbalaba y se caía de boca. Hizo varios intentos y se cayó varias veces, hasta que al final pudo subir. Una vez arriba dio un pequeño suspiro y se puso a caminar, mientras escuchaba el jaleo que hacía la gente. Era un pequeño enano con unas bragitas en la cabeza y la mitad de un sujetador a la espalda, pero al ser tan pequeño la gente no lo veía. Llegó al puerto y se coló en un barco que había y a los minutos, aquel barco zarpó. El enano se quedó pensando, algo le faltaba, pero no sabía el que. Cuando se dio cuenta, no tenía la ropa interior que llevaba toda la noche recaudando y empezó a llorar como si de un niño pequeño se tratase.

- "Oh no, mi ropa.. Mi preciada ropa.. Ese hombre gato gigante me las pagará.."