(pasado) una jornada en villa orange (privado. Renart, Corvo y Trinidad)

Un Joven Animal parlante con apariencia de Zorro había llegado a escondidas a villa Orange “hace ocho años que no volvía, el lugar donde se encuentra el edificio en que me crie durante los primeros diez años de mi vida” pensó el zorro, después de unos cuantos movimientos de calentamientos de sus músculos para que no sufriera un calambre (o lo que sea) en el momento equivocado, escalo el primer edificio con el que se encontró y se puso a saltar de tejado en tejado de la ciudad y escalarlos por sus fachadas, como si nada haciendo un gran uso de sus habilidades de Parkour. Avanzaba en dirección norte justo a las afueras de la villa. En algún aterrizaje más de una teja cayó estrepitosamente al suelo llamando la atención de los viandantes que para cuando llevaran su mirada hacia arriba, el animal parlante ya estaba en otro tejado. Tras casi más de media hora se acabaron los edificios para recorrer y tubo que continuar el resto de su camino por el suelo, paro en las afueras, ante un edificio grande abandonado años atrás
-así que era verdad sobre que el orfanato acabo cerrando-dijo el zorro. Las ventas estaban tapiadas con gruesos tablones al igual que parte de la puerta principal. Se aproximó a ella para inspeccionarla, ojeo un momento la cerradura para comprobar si podría forjarla con una horquilla, pero estaba demasiado oxidada como para que se pudiese abrir aun teniendo a mano la llave. Se alejó para dar una vuelta alrededor de la estructura buscando un punto de entrada, afortunadamente, la gente alrededor era escasa y nadie se fijó en quien había vuelto después de tantos años fuera, se percató de una vieja tubería en la fachada que llevaba hasta el tejado. Se arrimó a ella y se aseguró de que era firme y que pudiese aguantar su peso el suficiente tiempo como para escalarlo. Renart se sujetó a ella y con cuidado trepo por ella como si se tratara de un mono. Cerca del final Se escuchó el reventar de los pernos que mantenían las tuberías sujetas a la pared, se habría caído al suelo junto a un montón de tubos si no se hubiera sujetado al tejado con las dos manos, miro un momento al vacío y dio un pequeño esfuerzo para subirse. Su respiración se había acelerado bastante, desde lo alto del viejo orfanato contemplo a la distancia la villa a un lado con el mar al fondo y una gran cantidad de tierra sin labrar a un lado con el bosque de fondo
-tantos años sin haberme asomado, todo sigue siendo lo mismo a diferencia que mi orfanato está abandonado-murmuro Renart con el aire golpeándole la cara, estaba con ganas de quedarse dormido ahí mismo y esperar

Corvo llegó a la isla en un submarino del laboratorio, debía investigar si había un científico en aquella villa que estaba reproduciendo una investigación secreta y si lo había conseguido. Lo primero era encontrar un sitio tranquilo y apartado donde montar su oficina provisional. En realidad esta sería solamente un lugar donde dormir y ordenar sus ideas, además de comer y descansar.

Avancé por un camino que encontré cerca de la costa, según lo recorría pude comprobar que había varias casas desperdigadas alrededor de este, aunque ninguna parecía abandonada. Seguí avanzando a ver si tenía suerte, si no tendría que quedarme en una taberna hasta hallar un sitio adecuado o toparme con el científico. Este debía tener una casa bastante más grande que las que estaba viendo si tenía un laboratorio en ella.

Al fin encontró algo podía servirle, un edificio grande con pinta de abandonado, de hecho podría ser el lugar ideal para un laboratorio, así que por el doble motivo me aparte del camino y rodee el edificio, entrando dentro por una ventana rota. Intente hacer el meno ruido posible mientras buscaba por el edificio indicios del laboratorio o uso reciente.

Isla Orange. Me encontraba porque me comentaron que aquí habría un hombre que me daría un trabajillo bien pagado, aunque también me dijeron que seria sencillo, no lo recalco pues nunca lo suelen ser. Hasta el día siguiente no tenia la cita con el que me encargaría la misión, así que tenia un día entero para curiosear y familiarizarme con  el lugar, así que allí estaba yo, en a saber que calle paseando como si tuviera todo el tiempo del mundo. Hacia un sol radiante y una ligera brisa que apenas movía las hojas de los árboles, eran uno de esos días que me agradaban más bien poco. Nada como un perfecto día de tormenta. Poco a poco el hambre aparecía en mi estomago y una gran hamburguesa lo haría desaparecer. Cambié , mi rumbo hacia ninguna parte para dirigirme a un buen sitio para comer.
Me dirigí hacia lo que pensé que seria el centro de la ciudad, donde lógicamente estarían las tabernas y los restaurantes. Tras un rato andando empecé a ver cada vez más gente. Me alegre por ello y aceleré mi paso, pues el hambre era mayor. Un estupendo olorcillo a carne me guió por una callejuela hasta llegar a una pequeña taberna de mala muerte. El lugar no era el más encantador del mundo, pero ese olor...mm.... ese olor. Me senté en un taburete frente a la barra sin pensarlo dos veces, abrí la carta y leí con detenimiento.

En cuanto la vi no me lo pensé dos veces y la pedí, la hamburguesa de la casa. Tan grande como la mano de un gigante, llevaba tantas cosas que solo le faltaba carne humana. En un cuarto de hora me la trajeron acompañada de una fría jarra de cerveza. Madre mía, después de aquello si que podría morir a gusto. Al terminar, pagué con las ultimas monedas que me quedaban en la cartera, ahora si que estaba oficialmente sin blanca. Aunque pobre, salí del lugar más feliz que nadie y con la panza tan llena que me la tenia que sujetar con ambas manos. Me aleje de la callejuela donde estaba aquella maravillosa taberna, llegando así a la calle principal donde me paré sin saber que rumbo tomar. Mientras me decidía escuche algo sobre mi que hizo que levantase la cabeza. Justo en ese momento vi que caía hacia mi una teja del edificio que se encontraba a mis espaldas, por desgracia no la pude ver con suficiente antelación y cayó haciéndome una raja en mi mejilla derecha. Rápidamente me lleve las manos a las heridas y maldije cuanto se me ocurría. Con un pañuelo que por suerte llevaba en el bolsillo, me limpie la cara mientras miraba hacia arriba para saber como había caído aquella teja, por desgracia no encontré nada salvo un cielo despejado. Apenas unos segundos más tarde, a unos metros hacia mi derecha cayó, que por suerte no dio a nadie. no era una teoría muy fiable, pero pensaba que fuese lo le fuese que estuviera tirando tejas iba hacia aquella dirección. Si era una persona no se iba a librar después de haberme rajado la cara. Suficiente tenia con la cicatriz que me cruzaba media cara como para hacerme otra. Corrí hacia aquella dirección enfurecido y pasándome el pañuelo de vez en cuando para limpiarme la cara.

Joder como me pesaba la hamburguesa ahora.

Tirado sobre el tejado, bien ajusto y con las ganas de dormir invadiéndole y haciendo los parpados pesados como el plomo. Renart estuvo a punto de olvidar el motivo de su vuelta al orfanato. Pero enseguida le vino eso a la mente
-así, tengo que buscar pistas dentro del orfanato-bostezo Renart. Se desplazó por el plano tejado buscando un modo de entrar. Una ventana en el techo daba a lo que en el pasado fue uno de los despachos de los monitores. Se planteó romperlo para entrar al edificio, puso un pie en cada lado y con el bastón golpeo el cristal repetidamente. Repentinamente, el suelo vago sus pies cedió cayendo al edificio, se estrelló de espaldas sobre una mesa carcomida haciéndola pedazos. Sentía un dolor agudo al tratar de sentarse, los cristales rotos y la madera le habían dejado bastantes cortes en los pies y los brazos, aparte el golpe le dejo algunos moratones por la espalda
-madre mía que costalazo me acabo de pegar, anda que no me he cortado yo en querer entrar aquí-dijo Renart alzándose comprobando las heridas que se hizo y tratando de quitarse todo el polvo -. Lo bueno es que he logrado entrar, por muy chocante que haya sido-. Se tambaleo bastante por el dolor del golpe pero con ayuda del bastón se las apaño para continuar de pie. La puerta chirriaba horriblemente, fuera del desastroso despacho lo que se encontró no fue mejor, miro a su alrededor. El polvo se había echo dueño y señor del viejo orfanato, cucarachas y arañas se veían en cada esquina.
-antes ya era un lugar deprimente en el que se cuidaba poco de la higiene pero estodavía peor después de ver a lo que ha quedado reducido este antro de mala muerte lugar después de tantos años-murmuro Renart. En su mente trato de hacerse un plano recordando donde estaba cada cosa cuando él vivía allí, recordaba que la directora del orfanato era quien guardaba documentos en los que apuntaba todo lo relacionado a como llegaba cada niño al igual que algunos objetos importantes -. Veamos, este es el segundo piso, vagamente recuerdo donde estaba el despacho de la directora, ¿lado norte?, no, espera puede que estuviese en el lado sur… un momento ¿estaba en el primer piso o en la planta baja?-. Tenía problemas para viajar a su infancia y rastrear en sus recuerdos la ubicación del despacho de la directora después de todo lo que vivió después de los 10 años
-da igual, mirare por donde creo recordar y de seguro que veré el letrero que indicaba su despacho-dijo Renart. Fue cojeando por el polvoriento pasillo para probar suerte

Mientras inspeccionaba la planta baja en busca de pistas escuche un golpe en uno de los pisos superiores. Parecía que alguien había roto varias cosas, incluida parte de la estructura. Termine lo poco que me quedaba de esta planta para iniciar la subida a los pisos superiores, lo más sigiloso que era capaz a ver si veía que o quien había causado ese alboroto.

Las escaleras crujían algo bajo mis pasos a pesar de intentar no hacer nada de ruido. Pase de la primera planta, ya la investigaría después, y si hubiera en ella seguramente habría hecho como él. Una vez en el segundo piso me guie por lo que recordaba, para dirigirme más o menos al lugar del golpe. Los pasillos de este nivel parecían tener aún menos polvos que los niveles inferiores, quizás la brisa de aire que sentía tuviera algo que ver.

Cuando encontré la habitación con un cacho de techo caído, y una mesa destrozada imagine que en esta era donde había caído lo que fuera. Me acerque a la mesa, había rastros de sangre en ella, entonces había sido una persona o animal quien había caído por ella. De la mesa partían unas huellas hacia uno del os pasillo, me dispuse a seguirlas a ver con quien me encontraba. Esperaba no tener que pelear, pero si debía hacerlo preferiría cogerlo vivo para saber que hacia allí.

Hace ya un rato que empecé a correr en busca de algo que no había visto y a causa de mi ignorancia sobre el lugar me perdi. Decidí parar y pensar,  algo que debía hacer más a menudo. Había dejado atrás la villa y me encontraba por suerte en un camino a las afueras. A un lado del camino estaba la villa a lo lejos y al otro lado, más cercano, un gran edificio con apariencia ruinosa. Como ya no tenía ni un duro ni en la villa me quedaba nada que hacer decidí ir al edificio ruinoso a curiosear. No me llevo mucho tiempo llegar al edificio  el cual tenía un aspecto horrible. La puerta estaba cerrada y tapada con tablones de madera al igual que las ventanas, exceptuando unas pocas rotas. Una vez allí no me iba a quedar en las puertas, debía entrar de alguna forma.

De primeras no veía ninguna forma sencilla de entrar y en la fachada la unica ventana por la que podría colarme estaba muy alta. Di una vuelta por el alrededor y me llevo unos minutos encontrar una ventana ya rota por la que entrar sin problemas. La ventana por la que pude entrar estaba cerca de la puerta principal así que decidi ir allí para orientarme. Entre el polvo y los muebles caídos pude llegar a la puerta y desde allí decidir hacia donde ir. Pare y observe con difilcutad debido a que mi vista se estaba acostumbrando a la falta de luz. Unos ruidos en el piso superior me hicieron sobresaltar del susto. Un edificio en ruinas, alejado de la civilización y con ruidos extraños... Si mis calculos no fallaban todo estaba claro, ¡me encontraba en una casa embrujada! Me parecía tan emocionante y divertido. Me puse en la piel de un caza fantasma y me dispuse a explorar el lugar en busca de actividad paranormal. Decidí entonces empezar por donde ya estaba, asi que fui hacia la derecha por una enorme sala a la que pude entrar tirando una gran estanteria que me impedía el paso. Era increíble lo ruidoso de aquel acto en un lugar tan silencioso. "espero que los fantasmas sean sordos." pensé sonriendo.

Renart se paró en medio del pasillo, cerró los ojos respirando hondo tratando de ignorar el dolor y la hemorragia del pie derecho y que estaba dejando un pequeño rastro rojo a lo largo del pasillo. Al abrir los ojos, frente a él, vio la apariencia del pasillo de cuando él vivía en ese orfanato. Continuo andando con ese Flashback persistiendo unos cuantos pasos más hasta que su mente volvió al momento presente al escuchar como del primer piso venia un ruido fuerte
-¿Qué ha sido eso?-se alarmo Reynard pegándose a la pared -. No, seguro que ha sido mi imaginación, haberme dado ese golpe no debe de haber sido muy bueno para mí, debo de estar divagando, de eso seguro, quizás sería buena idea que antes de seguir con mi búsqueda descansase y me recuperase de mi brusca entrada-. Renart bajo por unas ruidosas escaleras, acabo en la zona de dormitorios del viejo orfanato, recorriéndolo lentamente, llego ante la habitación donde estaba su cama. Seguía escuchando ruidos de todo el edificio, pero prefirió continuar pensando que eran cosa de su mente y entro en la estancia. Había bastante polvo, estornudo unas cuantas veces. dejo sus armas sobre una cama y se quitó la camisa y se subió el pantalón, se sento en su antigua cama y se puso cómodo aun sintiendo los oxidados muelles clavándoseles en el trasero.
con flexibilidad, se lamio las heridas, una a una, el lamerse las heridas era parte de su naturaleza animal que no podía evitar hacer, como si siguiera sus más profundos instintos animales, las heridas que no podía alcanzar con su lengua simplemente escupía la saliva en ellas o las echaba directamente con la mano “si estas heridas echándolas un poco de saliva se curan sin problema, no sé porque los humanos necesitan material médico para solucionar heridas tan pequeñas como esta” pensó Renart desde su lado animal.
Redirigió su atención al colchón y se tumbó de espaldas, mirando el techo con los ruidosos muelles chirriando con sus intentos de estar algo mas cómodo “aquí fue, aquí fue donde ese tipo me secuestro para llevarme al circo, tener la espalda sobre este colchón es más duro de lo que yo recordaba, pero era de imaginarse después de tanto tiempo” Renart como es de costumbre, estaba volviendo a sentir sueño, después de todo, podía dormirse hasta en un tejado de duras tejas y una cama vieja, polvorienta y rompe espaldas no era un desafío para las arenas del sueño que tan a menudo caían sobre sus ojos para sumirle en el mundo de fantasía de sus tan queridos sueños,

Mientras avanzaba por el pasillo un estruendo en el piso de abajo me puso alerta, había entrado alguien más, pero el rastro que estaba siguiendo era reciente. No estaba seguro de si debía bajar a investigar, o seguir con el rastro, este último podía ser de algún animal y no llevar a nada. De repente algo, saque el rifle y puse la mira en térmico, era de las primeras veces que lo usaba y supuestamente esta mostraría las huellas de calor tras las paredes.

Cuando estaba a punto de avanzar esculle los chirríos de muelles frente a mí, aunque no descartaban la hipótesis del animal del todo, estos podrían ser debidos a muchas cosas. Avancé por el pasillo sigilosamente, de vez en cuando echaba un rápido vistazo hacia atrás con el arma, no vería muy bien el piso de abajo, pero al menos podría saber si alguien subía hasta el piso.

Avancé por el pasillo revisando las habitaciones con el visor térmico, sin abrir las puertas. Al final encontré lo que buscaba, alguien tumbado en la cama. La verdad más que alguien era algo raro, pues no era humano, pero tampoco del todo animal. Había escuchado historias de ellos, animales parlantes que mantienen su apariencia animal pero tienen consciencia humana. No parecía que fuera lo que estaba buscando, pero podría ser un riesgo si era un enemigo. Decidí ponerme a una distancia prudencial, cerca de la ventana por si alguien aparecía por el pasillo y era amigo suyo. Mientras pensaba si debía despertarlo o simplemente noquearlo y atarlo.

Conseguí llegar a las a la siguiente. Nada más entrar, una silla  que no vi debido a la oscuridad de la sala, se puso en mi camino y caí de boca al suelo. Tan rápido como pude me levanté y, mientras me limpiaba el polvo de la ropa, miraba a mi alrededor nervioso como si hubiera despertado a una mala bestia. Me quedé un rato quieto cual estatua, mirando a un punto fijo en la oscuridad y escuchando con atención. Tenía la sensación de que alguien o algo se había percatado de mi presencia y vendría a por mí en cualquier momento. Parpadee en un par de veces volviendo así a la realidad, estaba olvidando mi objetivo principal: buscar actividad paranormal.
Seguir mi ruta por el lugar y solo encontraba muebles viejos y rotos polvo, polvo y más polvo. Hubiera sido buena idea tener un detector de ectoplasma, no sé muy bien lo que es, pero se supone que los fantasmas tienen de eso. Seguí caminando pasada de sala en sala y seguía sin encontrar nada cómo decidir dar el primer piso por acabado y me dispuse a subir al segundo. Me llevo un rato encontrar las escaleras el finalmente las localicé y suites. Los escalones chirriaban demasiado y en un lugar tan silencioso el ruido se hacía hasta molesto. Al llegar al segundo piso me dirigí hacia la izquierda simplemente por ir a un lugar. En esta ocasión la sala a la que me adentré era más pequeña como en especie de despacho. Una mesa en el centro rota y sobre ella, en el techo como un agujero que dejaba pasar la luz. En la sala había rastros de sangre cómo que yo sepa los fantasmas no sangre y un animal pequeño no hace ese agujero punto tendría que ser un animal mayor o una persona ambos casos probablemente peligros punto di media vuelta y seguí el rastro de sangre. Con forme avanzaba tanto el amor como la curiosidad se acrecentaban, que podría ser lo que me encuentre, desde un simple animal hasta una enorme bestia de feroces dientes y destripadoras garras que buscaba ub refugio oscuro dónde resguardarse de la luz del sol.

Renart estaba durmiendo plácidamente sobre el viejo colchón, creyendo que era el único que se encontraba en el viejo orfanato y que podría estar un tiempo recordando tiempos pasados, en su sueño pudo volver perfectamente a la época de su infancia en el orfanato. Memoro los últimos días que paso ahí, esos días eran tan malos como los anteriores con burlas e insultos de los demás niños porque él era un animal parlante y como la gente de villa Orange también le trataban como a un monstruo, pero en un momento dado recordó el apacible rostro de la dulce y amable directora consolándola en su despacho, tratándole como a uno más llegando a su memoria una frase que ella dijo en un momento dado
-eres diferente, eso es lo que te hace único-
Cuando termino de recordarlo, fue cuando al final le llego a la ubicación del despacho que estaba buscando
-ella estaba en su despacho, primer piso, lado sur del orfanato-murmuro mientras seguía soñando y cayéndole lagrimas por el rostro. Repentinamente, el saco del secuestro, el encontrarse ante el feriante, todo se volvió oscuridad y fue cuando se despertó, cayo rodando al suelo pegando un grito y con frio sudor por su sien respiraba con bastante fuerza y su corazón latía bastante, un aroma a desconocido llego a su nariz de zorro, abrió los ojos viendo a un hombre alto y de apariencia que le resultaba totalmente aterrador
-¿Qué leches es eso?-pregunto alarmado. Se agarró apresuradamente a la cama para levantarse tan rápidamente como podía, su cuerpo le dolía algo más y le costó un poco ponerse de pie y apoyarse de espaldas en la pared cercana a la ventana para tratar de saltar por ella “maldición, mis armas” pensó Renart mirando su basto de combate y garras de acero sobre el colchón del otro lado de la habitación. Se fijó en la espada del individuo y sabía que sin sus garras de acero para hacerle frente a esa espada poca posibilidad tendría de éxito
-no se que es lo que sois vos ni que propósito os ha llevado a este edificio que tanto significa para mí, pero si pretendéis hacer algo inapropiado en él, no os lo permitiré-dijo Renart

Parase que el animal decidió por mi despertándose de golpe, al principio no se dio cuenta de mi presencia, pero luego se alteró bastante. Farfullo algo sobre que hacia allí y si quería hacerle algo al edificio. Si seguía haciendo tanto ruido cualquier otra persona que hubiera entrado después y estuviera cerca lo escucharía.

-Tranquilo, no quiero hacer nada de eso. De hecho no fui yo quien rompió el techo. – Le dije señalándole las heridas.- Hay gente aquí, he oído los ruidos, ven aquí.- Dije señalando hacia la esquina a la que me había movido.- Parece que sabes mucho de este lugar, estoy buscando un laboratorio oculto, lo han podido instalar hace poco.

Mientras esperaba a ver si el joven zorro me hacía caso o no, me prepare para la posible llegada del invitado no deseado. Aunque por la reacción del zorro parecía que yo tampoco era un invitado deseado. Mientras tanto agudice el oído y mire a través de la mira térmica para saber si quien hubiera subido por las escaleras se acercaba a nosotros o no.

Me encontraba en un pasillo el cual terminaba ante una habitación a la que por instinto decidí ir. Unos metros antes de llegar a ella oí un ruido que hizo que rápidamente me metiera en una habitación a mi derecha. Fue tan deprisa que no vi que en el suelo de la habitación había una vitrina con la cual tropecé y caí estrepitosamente. Como si no hubiera hecho ruido alguno me levante sigiloso y me apoye en la pared y asome la cabeza por la puerta. No vi nada, pero el ruido que escuche estaba seguro de que era real. Con dudas de si que debía salir, me adentre en la habitación (esta vez con conciencia) y la inspeccioné en busca, principalmente, de otra salida. No era muy grande y solo había vitrinas vacías, una ventana tapiada y mucho más polvo. Volví a la puerta y saque ambas pistolas, ¿y si eran fantasmas? Mierda, no había pensado en eso. Lo cual significaría que las balas no servían. Ojala fueran fantasmas, pero no agresivos.

La situación requería pensar una estrategia, justo en lo cual no era un experto. Miré a mi alrededor e inspeccioné una vez más la habitación. Había lo mismo que hace dos minutos, aunque esta vez e fijé en algo nuevo. La pared que separaba esta habitación de la que escuche el ruido era una pared en mal estado. Me imaginé una escena en la que heroicamente destrozaba la pared, llegaba a la siguiente habitación en perfecto estado y arrestaba a un par de malhechores. Bueno, la cosa era simple y no me llevó mucho tiempo convencerme. Me pegué a la pared paralela, salí corriendo con fuerza y embestí contra la pared.
-Aahhhh... Hay gente tonta y luego estoy yo.- por mis quejidos era de notar que el plan no salio bien. Me estampé contra la pared haciéndome un gran daño en el hombro derecho y me encontraba quejándome y maldiciendo el el suelo.

-¿laboratorio secreto?-pregunto Renart sentándose en la cama -. No sé a qué te refieres exactamente, pero recuerdo que este orfanato tiene en la planta baja una entrada a un sótano bastante amplio en la que uno si quisiera podría montar fácilmente un laboratorio oculto a la vista de los demas solamente con entrar por-. Dejo de hablar un momento para darse un golpe en la frente
-¡seré cabeza hueca!, ¡la entrada que hay en el exterior del orfanato y que da directamente a ese sótano!, podría haber cortado la cerradura con las garras de acero y haber pasado al sótano entrando en el orfanato sin caerme por el tragaluz del despacho y darme el costalazo madre contra esa mesa-exclamo el joven Zorro, se levantó nuevamente y recogió sus armas, se dirigió a la puerta para marchar hacia el despacho de la directora que se ubicaba justo al otro lado de esa planta, pero antes se volteo -. Si lo que tú quieres es ir al sótano, ve a la planta baja, en la cocina, veras una puerta que te llevara por unas escaleras que conducen directamente al sótano, ten cuidado puede que los escalones estén algo carcomidos por el tiempo-. Salió de la habitación y marcho todo lo rápido que podía al despacho de la directora por una ruta rápida. Se escuchaba ruido por la primera planta, Renart seguía escuchando ruidos raros provenientes de distinto lugares “¿será cierto que bajo mis pies hay un laboratorio clandestino?” pensó Renart. Sin pensar mucho encontró una puerta con el letrero que indicaba que ahí estaba el despacho de la directora, en el centro estaba la gran mesa de la directora
-por fin-murmuro abriéndola. Los ruidos cercanos eran cada vez más frecuentes al igual que el aluvion de recuerdos, pero Renart prefirió dirigirse directamente al fichero del fondo, mientras revisaba los ruidosos cajones llenos de papeles de los numerosos niños que acogió, algo atravesó la pared. Se giró para mirar a un chico tendido en el suelo
-para estar el orfanato abandonado hay mucho ajetreo-

Bueno al menos acababa de sacar algo en claro, debía bajar al piso de abajo a buscar la entrada. El zorro se marchó, bastante obnubilado, seguramente perdido en sus pensamientos, por suerte para mí la pregunta le había hecho recordar algo que me era útil, y al parecer algo que a él también. No estaba todavía a mitad del pasillo cuando un gran estruendo proveniente de donde el zorro había ido se escuchó, la verdad no sabía qué hacer, podía bajar a buscar el laboratorio o ir a ver que le había pasado al zorro.

Al final decidí ir a ver qué había pasado, más que nada por la posibilidad de que alguien del laboratorio hubiera subido a ver qué pasaba con los ruidos. Mientras volvía sobre mis pasos pude ver que había otro par de huellas por el pasillo, intentaría pilarlos por sorpresa por si acaso ese zorro me había engañado, que también era un posibilidad que aún no había barajado.

Cuando entre en la habitación en la que había escuchado el ruido pude ver como un hombre parecía haber intentado atravesar la pared con el hombro, y al zorro rebuscando por el escritorio y los cajones.

-Muy bien, ¿Qué está pasando aquí? Y no me digáis que estamos todos aquí porque nos aburríamos en casa y cosas así, a menos que me crea la historia os considerare sospechosos y os detendré para un posterior interrogatorio.

Por un momento no podía ver nada, el polvo que había provocado me lo impedía. Me levanté con el hombro dolorido entre toses y quejidos. Alguien habló a escasos centímetros de mi; mire con los ojos entrecerrados aun por el polvo y pude distinguir una silueta.
- Eh... ¿Que?- finalmente pude distinguir la silueta. Me llevé la mano a la cabeza -No puede ser, creo que el golpe también a sido en la cabeza.-
Un zorro erguido en dos patas con pantalón y chaqueta fue el que me habló. Yo pensaba que era a causa del golpe y simplemente me lo estaba imaginando; mi segunda opción era que aquel ser era un espíritu del lugar, un fantasma encadenado al lugar por un turbio pasado.
-Eh... Oye... Ser, le prometo- (le hablaba con respeto por si era un espíritu furioso) -que no he tocado nada, y sea lo que sea, yo no he sido.-

De repente una tercera persona aprecio, pero como alguien normal, esta entro por la puerta. Este, que portaba una mascara rarísima, empezó con una pregunta algo difícil de contestar. ``Os consideraré´´, ``¿¡Os?!´´.
-Espera amigo, ¿me estas diciendo que tu también lo ves?- dije señalando al zorro. Eso descartaba la opción de que fuera producto de mi mente, solo quedaba la opción de espíritu o... cabía la remota posibilidad de que fuera real. Debía comprobarlo, no podría quedarse la cosa así de tensa y con el misterio revoloteando por la sala. En posición defensiva me acerque al zorro lentamente, estiré el brazo derecho, luego el dedo indice y... lo toque.
-¡¡Vaya. Es real, es real!!- dije entusiasmado mientras daba vueltas a su al rededor tocándole. -¿Pero esto desde cuando es posible? No sabia que los vuestros necesitarais ropas, ¿y lo de andar a dos patas? ¿Que eres, el mas guay del bosque?- era increíble, ante mi un espécimen jamas visto por mis ojos: un animal parlante y bien vestido.

La situación estaba empezando a volverse bastante tensa con ese humano tratando de levantarse y pensando que el joven zorro era un espíritu del lugar
-¿acaso creíais vos que erais un ser de materia etérea que podría atravesar esa pared sin dados un verdadero galletazo contra ella?-pregunto Renart. Repentinamente apareció el espadachín que buscaba indicios de un laboratorio ilegal en el lugar y empezo a exigir que le digeran el porque de su presencia.
-a ver que me explique empezando por el humano que se comio la pared con patatas-dijo Renart tratando de centrarse y sin apartar sus manos de las garras de acero por si acaso había pelea -. Si llevo estos pantalones es obviamente porque lo que tengo ahí abajo es igual al de un canido y me da vergüenza ir desnudo porque de lo contrario de seguro que lo iría ya que mi instinto animal me lo pide a gritos y no tengo la más menor idea del porque ando a dos patas-. Tras terminar de hablarle se dirigió al otro
-y tú, el de la máscara rara, lo voy a dejar claro, yo crecí en este orfanato desde que era solo un recién nacido al que su madre abandono a las puertas del edificio, así que creo tener derecho a colarme aquí a tratar de buscar pistas sobre quien pudo haberme traído y encontrarla para tratar de pedirle de forma educada que responda a mis preguntas sobre dejarme en un lugar en el que lo pase tan mal-dijo Renart siguiendo con el rastreo del archivador encontrando una carpeta con su nombre y lo abrió, soplo todo el polvo viéndose que la directora había apuntado que habían acogido a un animal parlante con apariencia de zorro y algunas anotaciones posteriores sobre el color de su pelaje, color de ojos y prácticamente con los mismos detalles que su apariencia actual y la mostro -. ¿Ves? Aquí lo pone perfectamente claro-. Rápidamente agarro la garra izquierda
-y te lo advierto, no me voy a dejar atrapar tan fácilmente-

Bueno, parecía que el hombre que había atravesado la pared no era más que un cazador de mitos, o más bien un loco que penaba que el zorro era un espíritu. Bueno, de cualquier manera no parecía que ninguno de los dos fueras un científico, y menos una amenaza. Aunque el zorro se puso algo agresivo con lo de capturarlo, todo esto mientras buscaba en los polvorientos archivadores. La verdad me sorprendió mucho que aún se conservaran documentos en aquel lugar, que clase de gente descuidada no se lleva los archivos o los destruye al dejar un lugar así. Como parecía que no iba a sacar nada en claro de ellos me di la vuelta para salir de la sala y bajar al primer piso.

El pasilla ya lleno de huellas seguía en total silencio, avancé mirando por la mirilla por todo el pasillo. No quería que nadie más me pillara desprevenido, la planta parecía totalmente como antes, bajé las escaleras despacio, intentado no hacer nada de ruido para dirigirme a la cocina. La primera planta apenas tenía huellas de polvo, suponía que las del tipo extraño que había subido antes. Una vez en la planta baja inspeccione otra vez la zona antes de entrar en la viaja cocina. Esta estaba toda quemada, y parecía que hubiera habido algún tipo de accidente o pela o algo.

Me dirigí a la parte donde el zorro me había dicho que estaba la bajada, en efecto allí había una puerta de acero reforzado, sin marcas del paso del tiempo ni de lo que fuera que pasara en aquella cocina, además de tener una cerradura diferente al resto de las instalaciones. Al parecer había encontrado la entrada a lo que estaba buscando, ahora solo me quedaba descubrir como entrar.

Finalmente no entendí nada. El zorro me dio una explicación detallada (que me costo entender) sobre que no era un espíritu, puso en altos sus derechos y se puso gallito al de la mascara. Este no le dio importancia a la situación y se marcho, al parecer en busca de algo. La habitación se quedo silenciosa y con el zorro empeñado en buscar papeles decidí seguir al enmascarado, ¿por que? Sencillamente porque después de tanto jaleo y discusiones me aburrí de buscar fantasmas y me entro curiosidad por saber a donde iba. Salí del lugar con prisas para que no se me escapará. Lo ví bajando las escaleras con arma en mano.
-Oye, tampoco creo que eso vaya a hacer falta, aparte de tres raritos como nosotros, ¿quien más vendría aquí?- dije mientras bajaba a su lado, manteniendo la distancia por si se le ocurría disparar -Y dime ¿Que buscamos?-
Él siguió su marcha ojo visor, y yo detrás pisandole la sombra; finalmente llegamos a lo que parecía la cocina ``Tendría hambre´´ pensé mientras me aleje de él para inspeccionar la cocina, principalmente en busca de latas o algo comestible. Tras dar varias vueltas y encontrar alguna lata en mal estado decidí cesar mi búsqueda y seguir de nuevo con el enmascarado. Lo encontré mirando una puerta, que comparada con el resto del lugar parecía estar nuevecita.
-Buena puerta,- dije dándole un par de golpes -acero reforzado y del bueno. ¡Y que me dices de la cerradura? solo para expertos en robos y en munición y la tuya no se, pero lo que es la mía no servirá esta vez.-
Después de ver la puerta tenia claro que la cosa pintaba extraña, una puerta tan bien reforzada en este lugar tan destrozado, no me cuadraba. Estaba claro que escondía algo gordo y este tipo lo quería y ahora, y también.

Cuando los otros dos se marcharon escaleras abajo, dejaron a Renart seguir fisgoneando en la carpeta que llevaba su nombre, leyendo no encontró muchas cosas que sirviesen, solo datos de cuando empezó a andar, hablar, escribir y Etc. Muchas cosas habían sido tachadas con tinta negra y era imposible leer lo que ponía en ellos y otros papeles habían sido mordisqueados por insectos y ratas. En las anotaciones que el estaba buscando, no ponía absolutamente nada que fuese relevante para su viaje
-¡maldición!-grito Renart enfurecido tirando la carpeta y el fichero de madera para calmarse de que no hubiese podido encontrar una pista en el lugar en el que tenía todas las esperanzas de encontrar una pista para proseguir con su viaje. Tras calmarse un poco se puso a pensar “seguiré vagando por ahí, algún día deberé de encontrar alguna pista que me resulte útil”. Respiro hondo y salió del despacho de la directora cerrando la puerta con calma y respetuosidad. Se preguntó que estarían haciendo los otros dos, así que bajo las escaleras hasta la planta baja y se adentró en la destruida cocina en la que los otros dos se encontraban frente a una puerta de acero.
-¿problemillas con una puerta cerrada?-pregunto Renart acercándose a la puerta para posar su mano en ellas y dar unos toques -.no creo que mis garras pudiesen cortarlo, este acero es de los mejores, incluso podría aguantar una bomba de potencia pequeña-dijo Renart. Segundos tardo en percatarse de que había una cerradura que a diferencia de las otras del edificio estaba en un estado impecable, se agacho para mirar por ella y revisarla -. esta cerradura es muy buena, diseñada para mantener alejado a los indeseables, pero he forcado cerraduras aún más desafiantes que esta-. Renart metió la mano en su esponjosa cola y saco unas pequeñas horquillas de extremo doblado que introdujo en la cerradura. Unos segundos después se escuchó “Clic” la cerradura había sido forcada con total éxito, giro el pomo abriendo la puerta
-a falta de una buena llave, o unas buenas Ganzúas, un par de horquillas son dos buenos aliados en que confiar si quieres forcar una cerradura-dijo Renart olfateando algo en el aire -. En el aire hay algo que tiene un olor bastante intenso, con  mi olfato de canido, olerlo me resulta bastante desagradable-. Renart se asomó a la ventana para respirar un poco de aire fresco

Mientras inspeccionaba la puerta llegó el extraño tipo que cazaba espíritus, y poco después el zorro. Aquello cada vez era más extraño, hasta el punto que me pellizqué disimuladamente para saber si estaba soñando. Mientras hacía eso el zorro fue capaz de abrir la cerradura, bueno me habían ahorrado una bala antitanque. El zorro se fue hacia una ventana, la abrió y se asomó, según el de dentro salía un olor muy penetrante y que le desagradaba bastante.

En efecto, cuando me acerqué hasta la puerta pude oler el aroma a lejía, que estarían haciendo en aquel lugar con lejía. No sabía mucho de la investigación, pero la lejía no solía usarse para cosas importantes. De cualquier modo, cogí el rifle y baje mirando por la escalera, alternaba entre mi vista y la mirilla, por si había gente oculta en el camino.

Abajo había una gran sala, que parecía un quirófano, y al lado lo que parecía una gran nevera. En la mesa de operaciones descansaba un cuerpo tumbado, y un hombre de pelo gris, y bata se afanaba por limpiar el suelo, con lo que debía ser la lejía que tanto olia.

No tardo mucho en unirse el zorro a nuestra investigación, el cual, sin mucha dificultad abrió la puerta forzando la cerradura.
-Vaya chufa de puerta. Mucho ruido y pocas nueces.-
Una vez la puerta abierta el zorro hizo el amago de adentrarse pero algo no olía bien, y literalmente, pues tubo que dirigirse a una ventana para respirar aire bueno. El enmascarado fue el segundo en adentrarse con arma en mano, y yo, sin querer quedarme muy atrás le seguí con mis armas desenfundadas.
-Tranqui, ¡yo te cubro!- dije dirigiéndole una sonrisa.
nada más adentrarme pude detectar ese olor que alejo al zorro, yo no lo olía tan intensamente como el animal, pero igualmente lo suficiente como para repudiarlo. bajamos por unas escaleras hasta llegar  una sala que parecía una sala de operaciones; incluso había una camilla con un hombre de piel pálida y sin pelo alguna es su cabeza. En la sala también había una enorme nevera y junto a ella un, ¿doctor? limpiando el suelo.
-Mierda tío- dije susurrando a mi compañero -,es uno de esos doctores chiflados que experimentan con cuerpos. Seguro que en esa nevera hay más. Ve u primero, yo te cubro.
No es que tuviera miedo, pero la medicina moderna no me gustaba mucho. El hombre que limpiaba de forma frenética se dio la vuelta y asustado se percato de nuestra presencia. Se hecho hacia tras hasta chocarse de espaldas con la nevera.
-¿Qui qui quienes sois y que hace... hacéis aquí?- tartamudeaba el pobre hombre
-Ey tranquilo hombre.- dije guardando las pistolas. -Pues... somos tres desconocidos y por lo menos yo, estoy aquí por casualidad. ¿Y usted?- dije acercándome poco a poco y sonriente. Aquel hombre no era muy alto, y tenia el cuerpo endeble. Me di la vuelta y me dirigí al enmascarado.
-Oye, ¿tu que sabes de esto?-

Renart estuvo con ganas de llegar a devolver por la peste que lo que fuese estaba saliendo del sotano e invadiendo la estancia de la que fue la cocina, tuvo que salir fuera para que ese olor no le cogiera ya que cada vez le resultaba mas nauseabundo y tuvo que saltar la ventana respirando hondamente el limpio aire "¿pero que demonios ahi metido en el sotano?"penso Renart respirando rapidamente. sabia que si volvia a entrar, acabaria tumbado por el fuerte olor y se le ocurrio algo. rompio un trozo de tela de la vieja cortina de la cocina y se envolvio la nariz y la boca para que el fuerte olor no le afectase tanto, por alguien habia en el sotano con algun plan malvado entre manos, tomo la decision de diriguirse a la entrada exterior que daba al sotano del viejo horfanato, la hizo perazos con una patada directa, descendio por los peldaños que crujian con bastante fuerza hasta toparse al final de las escaleras con otra puerta de acero exactamente igual. desafortunadamente, sus horquillas se habian roto y sin ellas le resultaba practicamente imposible abrirla. blandio nuevamente sus garras de acero y lanzo golpes consecutivos contra la puerta de acero sin mucho exito, solo pequeños arañazos lograba con cada embestida de las afiladas cuchillas. su tozudez hacia que no desistiera con el proposito de abrir esa puerta como si fuera un lata de sardinas
-!venga maldita puerta, cae de una dichosa vez y dejame pasar al otro lado!-gritaba Renart una y otra vez. se apoyo en la puerta agotado

Mientras el chico raro estaba distrayendo al científico me fui alejando por un lateral, acercándome al arcón que había a un lado. Cuando llegué hasta él y lo abrí, lo que encontré dentro me horrorizo. Eran un montón de partes humanas, y de animales, así como de intentos de mezclar ambos. De uno de los bolsillos saque unas fotos, de otra de misiones, de los desaparecidos de una isla no muy lejos de allí. Al menos dos cabezas coincidían con los desaparecidos.

-¡Al suelo, ya! – Le grité al doctor, si es que podía llamarse así a ese monstruo.- Quedas detenido en nombre del equipo científico de la marina, y todo esto ahora quedara como prueba, te recomiendo no resistirte.

Mientras esperaba que el tipo me hiciera caso pude notar una ráfaga de aire, no sabía muy de donde podía venir esta, pero gracias a ella me salve del cuchillo que venía hacia mí. Me lancé rodando hacia la derecha, terminando tras unas cajas. Tras ello asome el fusil y disparé en la dirección en la que había venido el cuchillo, si era un pasadizo secreto y pretendían usarlo para huir no se lo pondría fácil.

-¡Chico, estas bien! – Esperando que el otro que me estaba acompañando estuviera bien y no le hubieran hecho daño. – Medico, deponer las armas y no os hare daño.

Cuando terminé de hablar me asome ligeramente mirando por el visor del arma, en un lateral del laboratorio, se había abierto una pequeña sección de la pared, y una especie de humanoide estaba medio oculto en ella. El “doctor” aún no había intentado huir por lo que parecía, y no sabía como estaba el chico.

El pequeño doctor tartamudeaba intentando decir algo pero impaciente le mande callar. Volví a mirar al enmascarado el cual se había movido de lugar y fue hacia un arcón, cuando lo abrió su cara me basto para ir a ver que ocurría. Llegué a su lado y pude ver el contenido del arcón.
-Lo siento...- me di la vuelta y vomité en el primer rincón que me bastó.
Aunque en buen estado, en el baúl se encontraban partes humanas y animales que me hicieron recordar porque no estudie medicina y prefería ver maquinas, aun desmontadas, son más hermosas. De pronto mi compañero se lanzó a un lado poniéndose a cubierto.
-¿Pero que...?-
No termine cuando al darme la vuelta un cuchillo me dio en el hombro derecho. El cuchillo, por suerte, no me atravesó todo el hombro, pero el impacto sumado a la impresión me hizo caer de culo al suelo. Tenia que actuar rápido si no quería ser apuñalado. Me levante y corriendo me dirigí a la mesa donde se encontraba el hombre tumbado, la volqué y me cubrí tras ella. ``Lo siento tío.´´ dije al cuerpo que tiré al suelo. El enmascarado sacó su fusil y descargo medio cargador y para mi sorpresa me preguntó por mi estado.
-¿Eso es preocupación? sabia que se me cogía cariño rápido, pero esto es un nuevo récord.- dije sacando mis pistolas y sin poder evitar sonreír. -Oye, ¿Para donde disparamos?-  Recapacitando en la situación, me cubría por un simple cuchillo que ni siquiera sabia de donde había venido.
Vi como el enmascarado también se fijaba en el doctor, el cual, inútil, no se había movido del lugar simplemente se encontraba sentado apoyado en el frigo con las manos en las orejas. No se si iba a quererlo con vida, pero si iba a detenerlo mejor vivo. En principio no supe bien porque, pero quise proteger a ese imbécil para que le dieran su merecido como debía, no que le matara cualquier desconocido. Grite al doctor para que viniera hasta mi posición y poder protegerlo, pero no me escuchaba. No se me ocurrió otra cosa que, aprovechando el fuego del enmascarado salí corriendo con cuidado y pegado a la pared hasta que llegue a él. Le di tirones del brazo para que me siguiera pero el maldito no respondía. Algo me decía que no seria buena idea quedarme más tiempo ahí parado y debía proteger al ese enano, sin pensar mucho en ello (como de costumbre) abrí el frigorífico y metí de un golpe al doctor.

Al cerrar la puerta pude ver como un trozo de la pared del fondo se abrió descubriendo por completo al portador de los cuchillo. Por temor a que me lanzará más de sus afiladas armas me lancé al un lado disparando en su dirección, por desgracia choque el hombro malo contra el suelo y dolorido me arrastré de nuevo tras la mesa. Mientras cambiaba el cargador de ambas pistolas un ruido, como de golpes metálicos, me llamo la atención. En medio de la sala, yo tras la mesa y el enmascarado tras las cajas; a nuestra izquierda, el arcón con los restos animales y a la derecha el frigo con el doctor encerrado; tras, en mi caso, la mesa, en la pared del fondo el lanza cuchillos y en la otra pared, las que nos pillaba al descubierto otra puerta desde donde provenían los ruidos. Cuantas cosas para una sala tan pequeña. Aprovechando que estaba cubierto por la mesa me acerque agachado a la puerta y la abrí sin dificultad (girando el pomo. Raro para una puerta tan grande y metálica) mientras la abría pensé que podría tratarse de otro que querría matarnos por lo que al abrirla por completo saque mis pistolas y apunté mientras daba un paso atrás aun en cuclillas.

Como vi al científico con el chico, me dispuse a acabar con el otro individuo, para ello usé mi hidrógeno, acumulando grandes cantidades creadas por mí y de las ambientales, entorno a éste, y luego con mi habilidad para crear una chispa, prender el gas, lo que provocó una gran deflagración, que seguramente hubiera acabado con el tipo, pero esperé a cubierto hasta estar seguro.

Cuando salí de la cobertura pude comprobar que no solo el tipo estaba muerto, sino que media puerta había caído y pasar por aquel pasillo ahora era prácticamente imposible sin quitar piedras y escombros, muy posiblemente de alguna de las zonas del piso superior que se habría hundido.

-¿Estáis todos bien? Éste ya no dará problemas, pero creo que deberíamos salir de aquí y llevar a ese científico ante la justicia.