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Ragnar Asborn
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Me encontraba en aquel lugar podrido de mala muerte, totalmente rodeado por aquellos revoltosos payasos con espadas, martillos y lanzas, los cuales no hacían más que estorbar, como una piedra en el zapato o una mosca en la sopa . No sabía que era lo que me daba más rabia de esos individuos, que casi mataran a aquella mujer y a su hijo junto a la mitad de la plaza o que se hicieran llamar "revolucionarios". Ellos no sabían nada acerca de la revolución, la revolución actúa pensando primero en el bien del pueblo, no va poniendo bombas en plazas habitadas por gente inocente para romper una simple estatua, no, alguien que arriesga así la vida de sus compatriotas no es digo de utilizar la palabra revolucionario para describirse. Tras aquella pequeña reflexión noté como dos de ellos, uno de cada lado se lanzaban contra mi, el de la izquierda llevaba consigo una lanza y el de la derecho un mazo redondo con púas. Apreté con fuerza las manos sobre la empuñadura de mis dos queridas espadas, el juego estaba a punto de empezar. Cuando ambos se encontraban lo suficientemente cerca de mi, me lancé hacia el que empuñaba la lanza, su mayor ventaja era la distancia en aquel estrecho pasillo, así que tenía que suprimirla. Al acercarme a él, me lanzó un ataque directo al pecho, pero segundos antes de que pudiera darme lo esquive, haciendo que le diera al hombre con la maza situado a mi espalda. Seguidamente corté su lanza más o menos por la mitad con mi espada Moeru, evitando así más ofensivas peligrosas por su parte y continúe clavando mi otra espada, Bagami, en su barriga. Cuando la retiré la sangre empezó a salir a chorro, manchando el filo de mis espadas y la parte inferior de mis ropajes.
Al ver el macabro espectáculo que había montado en cuestión de segundos, el pelotón de hombres armados que me estaba rodeando se quedó realmente asombrado, no, más bien una mezcla entre miedo y asombro. Al ver que no me podían tomar a broma se tiraron los seis restantes contra mi, todos de golpe. En los escasos segundos que corrían hacia mi, me dediqué a analizar sus armas para crear lo más cercano a una estrategia. A mi derecha: dos hombres con katanas en la delantera, al igual que yo, y uno con una lanza algo más atrasado, a mi izquierda : un hombre con una maza, otro con una katana y en la retaguardia, uno más con un bisento. Aquello se ponía interesante, los cuatro hombres de la delantera atacaron primero, todos de golpe. Yo paré sus cuatro armas con mis espadas, las dos katanas de la derecha con mi espada roja y la espada y la maza de la izquierda con la preciada katana que me entregó mi maestro, ya que era mucho más resistente por la pequeña mejora que le hizo aquel herrero de Dawn meses antes. Ellos seguían haciendo fuerza, JA, ilusos. Pocos segundos después hice un tajo horizontal con ambas armas, liberándome de las suyas y cortando sus cuerpos más o menos por la altura del tórax. Pero aquello no era todo, habían dos más con intenciones de matarme y yo, cometí un error, bajar la guardia. El hombre de la lanza y em hombre del bisento me lanzaron un ataque, el primero con forma de estocada, directo a la cara y el segundo de manera vertical descendente, dirigido al pecho. Por suerte logré reaccionar a tiempo y minimizar los daños dando un paso hacia atrás. A consecuencia de esto, un corte superficial causado por la lanza apareció en mi mejilla y otro algo más profundo causado por el otro filo apareció en mi hombro izquierdo, nada grave.
Ahora era mi turno de contraatacar, aprovechando que la lanza aún seguía cerca de mi cara, la agarré con la boca por la parte de madera, impidiendo así que la moviera , seguidamente la corté en dos y dejé momentáneamente de lado a aquel individuo para centrarme en el otro. Corrí hacia el del bisento, pero este volvió a atacarme de forma descendente, esta vez directamente a la cara. Podría haberlo esquivado, sí, pero no había roto aquella lanza para nada. Paré su ataque con la punta de esta, que aún se encontraba en mi boca, y seguidamente le hice un corte en cruz en el pecho, bastante profundo. Dejé caer el trozo de lanza y me dirigí al que anteriormente era su usuario, este intento pararme con la mitad restante de su arma, pero la aparté con el costado de mi espada como si nada y seguidamente le lancé una estocada directa al pecho, la cual seguramente había alcanzado el corazón.
Limpié la sangre de mis armas con el mismo trapo de siempre y seguidamente las envainé. Miré al suelo, ese estaba totalmente rojo, al igual que la gran mayoría de mis ropajes, excluyendo a mi bandana. Miré hacia la puerta en la que se encontraba Juka, este estaba en unas condiciones realmente pésimas, al parecer su combate ya había acabado y estaba observando el mío, pero no salió muy bien parado de su encuentro con aquel mastodonte, pues estaba cojeando. Me acerqué hacia él y puse su brazo rodeando mi cuello, seguidamente lo apoyé ligeramente en mi mientras le decía algo al mismo tiempo que le ayudaba a caminar. "Vamos amigo, ya queda poco."
Al ver el macabro espectáculo que había montado en cuestión de segundos, el pelotón de hombres armados que me estaba rodeando se quedó realmente asombrado, no, más bien una mezcla entre miedo y asombro. Al ver que no me podían tomar a broma se tiraron los seis restantes contra mi, todos de golpe. En los escasos segundos que corrían hacia mi, me dediqué a analizar sus armas para crear lo más cercano a una estrategia. A mi derecha: dos hombres con katanas en la delantera, al igual que yo, y uno con una lanza algo más atrasado, a mi izquierda : un hombre con una maza, otro con una katana y en la retaguardia, uno más con un bisento. Aquello se ponía interesante, los cuatro hombres de la delantera atacaron primero, todos de golpe. Yo paré sus cuatro armas con mis espadas, las dos katanas de la derecha con mi espada roja y la espada y la maza de la izquierda con la preciada katana que me entregó mi maestro, ya que era mucho más resistente por la pequeña mejora que le hizo aquel herrero de Dawn meses antes. Ellos seguían haciendo fuerza, JA, ilusos. Pocos segundos después hice un tajo horizontal con ambas armas, liberándome de las suyas y cortando sus cuerpos más o menos por la altura del tórax. Pero aquello no era todo, habían dos más con intenciones de matarme y yo, cometí un error, bajar la guardia. El hombre de la lanza y em hombre del bisento me lanzaron un ataque, el primero con forma de estocada, directo a la cara y el segundo de manera vertical descendente, dirigido al pecho. Por suerte logré reaccionar a tiempo y minimizar los daños dando un paso hacia atrás. A consecuencia de esto, un corte superficial causado por la lanza apareció en mi mejilla y otro algo más profundo causado por el otro filo apareció en mi hombro izquierdo, nada grave.
Ahora era mi turno de contraatacar, aprovechando que la lanza aún seguía cerca de mi cara, la agarré con la boca por la parte de madera, impidiendo así que la moviera , seguidamente la corté en dos y dejé momentáneamente de lado a aquel individuo para centrarme en el otro. Corrí hacia el del bisento, pero este volvió a atacarme de forma descendente, esta vez directamente a la cara. Podría haberlo esquivado, sí, pero no había roto aquella lanza para nada. Paré su ataque con la punta de esta, que aún se encontraba en mi boca, y seguidamente le hice un corte en cruz en el pecho, bastante profundo. Dejé caer el trozo de lanza y me dirigí al que anteriormente era su usuario, este intento pararme con la mitad restante de su arma, pero la aparté con el costado de mi espada como si nada y seguidamente le lancé una estocada directa al pecho, la cual seguramente había alcanzado el corazón.
Limpié la sangre de mis armas con el mismo trapo de siempre y seguidamente las envainé. Miré al suelo, ese estaba totalmente rojo, al igual que la gran mayoría de mis ropajes, excluyendo a mi bandana. Miré hacia la puerta en la que se encontraba Juka, este estaba en unas condiciones realmente pésimas, al parecer su combate ya había acabado y estaba observando el mío, pero no salió muy bien parado de su encuentro con aquel mastodonte, pues estaba cojeando. Me acerqué hacia él y puse su brazo rodeando mi cuello, seguidamente lo apoyé ligeramente en mi mientras le decía algo al mismo tiempo que le ayudaba a caminar. "Vamos amigo, ya queda poco."
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Cuando finalmente miré hacia el pasillo donde se encontraba mi amigo, pude observar perfectamente como el suelo estaba teñido de rojo, todos los hombres de la revolución habían sido brutalmente asesinados. Mi compañero al parecer estaba en mejores condiciones que yo, por lo que cuando terminó su combate se dispuso a ayudarme a caminar mejor, dejando que pusiera mi brazo sobre sus hombros. Al parecer, mientras caminaba poco a poco comenzaba a mejorarme, mis heridas internas eran más bien algo pasajero, mi cuerpo retomaba el pasaje libre de sangre y los músculos ya no estaban tensos como segundos antes en mi difícil combate.
Luego de unos segundos caminando por ese largo pasillo, saqué mi brazo de la espada de Ragnar, insinuando que ya comenzaba a mejorar y que aún estaba en condición para pelear. En ese momento decidí continuar mi camino por el pasillo hasta que finalmente llegamos a la última puerta, esta era sumamente grande, más que las demás, era bastante espeluznante, parecía la puerta de entrada al infierno. Ya que no quería demorarme más en esta búsqueda, abrí rápidamente la puerta como si supiera perfectamente que me encontraría del otro lado, pero al entrar me di cuenta de que mis pensamientos no eran los correctos, yo imaginaba que allí estaría el líder de la revolución, el sujeto que veníamos a buscar, pero no, esa sala parecía ser la habitación que proporcionaba energía al edificio, una sala repleta de máquinas y controladores, estos también poseían cámaras de todas las habitaciones de la fachada. Al parecer estos hombres ya sabían que vinimos desde el momento en que entramos al lugar, al parecer nuestro plan de sorprenderlos no funcionó muy bien, sino que más bien ellos nos sorprenderían a nosotros al saber donde estamos y hacia donde vamos.
Sin mirar atrás, dejé la habitación imaginando que mi amigo me seguía, al abrir una pequeña puerta al otro lado de la sala, pude comprobar que esta salía nuevamente al lugar por donde había entrado, al parecer el camión que salía horas atrás, volvió y no estaba vacío. Este estaba lleno de niños, al parecer estos hombres estaban reclutando niños para entrenarlos al servicio de la revolución, supuse que ni a mi ni a Ragnar nos motivaba esta situación, por lo que sin pensarlo y sin mirar cuantos guardias había en la habitación me dispuse a salir, revelándome ante los revolucionarios. Mi único deseo en ese momento sería el de liberar a los niños que estaban en ese camión.
Al mirar mejor la situación, me encontraba frente a los que conté como 12 guerreros, unos 8 de estos estaban armados con espadas, y los otros 4 tenían rifles. Tomando mi espada de la vaina lo más rápido que pude, me moví directamente hacia los hombres que poseían armas de fuego. A tres de estos no les dio el tiempo de disparar antes de que mi espada los alcanzara, pero el tercero logró disparar, impactando así su bala en mi brazo izquierdo. Por suerte para mi podía mantenerme en pie y continuar la pelea ya que uso solo una espada y podía manejarla con mi brazo derecho únicamente. Sin dar más pausa, estando a menos de un metro del hombre con el rifle, produje un movimiento en diagonal que cortó el torso del hombre, haciendo que este se desplomase en el suelo. Dando media vuelta para mirar a los 8 soldados con espadas, deseaba que Ragnar me hubiera seguido y hubiera conseguido vencer al menos a alguno de esos guardias con espadas.
Luego de unos segundos caminando por ese largo pasillo, saqué mi brazo de la espada de Ragnar, insinuando que ya comenzaba a mejorar y que aún estaba en condición para pelear. En ese momento decidí continuar mi camino por el pasillo hasta que finalmente llegamos a la última puerta, esta era sumamente grande, más que las demás, era bastante espeluznante, parecía la puerta de entrada al infierno. Ya que no quería demorarme más en esta búsqueda, abrí rápidamente la puerta como si supiera perfectamente que me encontraría del otro lado, pero al entrar me di cuenta de que mis pensamientos no eran los correctos, yo imaginaba que allí estaría el líder de la revolución, el sujeto que veníamos a buscar, pero no, esa sala parecía ser la habitación que proporcionaba energía al edificio, una sala repleta de máquinas y controladores, estos también poseían cámaras de todas las habitaciones de la fachada. Al parecer estos hombres ya sabían que vinimos desde el momento en que entramos al lugar, al parecer nuestro plan de sorprenderlos no funcionó muy bien, sino que más bien ellos nos sorprenderían a nosotros al saber donde estamos y hacia donde vamos.
Sin mirar atrás, dejé la habitación imaginando que mi amigo me seguía, al abrir una pequeña puerta al otro lado de la sala, pude comprobar que esta salía nuevamente al lugar por donde había entrado, al parecer el camión que salía horas atrás, volvió y no estaba vacío. Este estaba lleno de niños, al parecer estos hombres estaban reclutando niños para entrenarlos al servicio de la revolución, supuse que ni a mi ni a Ragnar nos motivaba esta situación, por lo que sin pensarlo y sin mirar cuantos guardias había en la habitación me dispuse a salir, revelándome ante los revolucionarios. Mi único deseo en ese momento sería el de liberar a los niños que estaban en ese camión.
Al mirar mejor la situación, me encontraba frente a los que conté como 12 guerreros, unos 8 de estos estaban armados con espadas, y los otros 4 tenían rifles. Tomando mi espada de la vaina lo más rápido que pude, me moví directamente hacia los hombres que poseían armas de fuego. A tres de estos no les dio el tiempo de disparar antes de que mi espada los alcanzara, pero el tercero logró disparar, impactando así su bala en mi brazo izquierdo. Por suerte para mi podía mantenerme en pie y continuar la pelea ya que uso solo una espada y podía manejarla con mi brazo derecho únicamente. Sin dar más pausa, estando a menos de un metro del hombre con el rifle, produje un movimiento en diagonal que cortó el torso del hombre, haciendo que este se desplomase en el suelo. Dando media vuelta para mirar a los 8 soldados con espadas, deseaba que Ragnar me hubiera seguido y hubiera conseguido vencer al menos a alguno de esos guardias con espadas.
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Tras varios metros caminando por el pasillo, pude notar como Juka apartaba su brazo de mi cuello, por lo visto, lo que parecían heridas internas graves no eran más que un dolor momentáneo que había tenido el espadachín, ahora ya podía andar con más normalidad, aunque aún era apreciable como arrastraba un poco el pie cada cierto número de pasos. Tras unos segundos caminando llegamos al final del pasillo, ante nosotros se alzaba una puerta de enormes dimensiones, muchísimo más grande que todas las demás y más oxidada y vieja, como si algo "maligno" se encontrara tras ella. Lo primero que pensé fue que el causante y cabecilla de todo esto se encontraría en la sala que ocultaba esa entrada, pero cuando llegamos al interior de esta pude ver como me equivocaba. En esta se hallaba una gran sala de control, llena de paneles, aparatos electrónicos de alta tecnología y pantallas con cada sala de aquel edificio. Al parecer en ningún momento eso había sido una misión "secreta" desde que entramos ellos sabían donde estábamos y que hacíamos. Lo más probable es que el responsable de toda esa "revolución" ya se hubiera marchado.
Tras ver toda esa tecnología punta lo único que pude pensar es que detrás de todo esa operación había alguien con mucho dinero, y aquello era lo convertía en una persona sumamente peligrosa. Mientras yo examinaba toda la sala de cabo a rabo, mi compañero encontró lo que parecían ser una pequeña puerta. Salimos por esta, de nuevo en la entrada, al parecer habíamos hecho un recorrido de lo más interesante. Fuera había un gran camión con una gran jaula en la parte trasera de este, me fijé mejor en lo había en esta... NIÑOS! Malditos bastardos... estaban reclutando a niños inocentes con intenciones de adiestrarlos y hacer que lucharan por ellos. Eso si que no se lo iba a permitir, iban a pagar caro por eso. Miré a Juka, al parecer eso le hacía la misma gracia que a mí. Este salió disparado hacia el camión, al verlo, doce guardias salieron a por él, cuatro de ellos llevaban rifles y los ocho restantes espadas. Vi como el espadachín iba a por los de las armas de fuego, dejandome a mí los restantes, al ver aquello sonreí, me estaba empezando a dar cuenta que a pesar de todo ese tipo y yo no eramos tan diferentes.
Ahora! Era mi turno de salir! Desenvainé a Bagami y cargué contra mis enemigos, la verdad es que aquello iba a ser como coser y cantar... El primero de ellos se acercó hacía mí con la espada sobre la cabeza, "Demasiado lento para intentar eso." Pensé mientras cortaba su pecho de forma horizontal, tres más vinieron, uno de frente, otro por la izquierda y uno más por la derecha, con un simple corte rotatorio pude librarme de los tres de un solo movimiento. Me estaba empezando a aburrir... Otros dos cargaron contra mi, uno por cada lado, ambos intentaron cortarme de forma horizontal la cabeza, simplemente me agaché y de acabaron decapitando uno al otro. "Patético" pensé al ver tan ridículo espectáculo. Ya sólo quedaban dos, al ver que sus compañeros habían caído de una forma tan rápida estos se fueron corriendo. "De eso nada." Pensé mientras veía como se alejaban. Agarré mi espada con fuerza y corte el aire en su dirección, creando así una onda de energía que alcanzó a ambos cortándoles la espalda y haciendo que cayeran desplomados de cara al suelo. Limpié mi arma con un trapo y la guardé en su respectiva funda al mismo tiempo que miraba a mi compañero, el cual ya había derrotado a sus sacos de boxeo.
Tras ver toda esa tecnología punta lo único que pude pensar es que detrás de todo esa operación había alguien con mucho dinero, y aquello era lo convertía en una persona sumamente peligrosa. Mientras yo examinaba toda la sala de cabo a rabo, mi compañero encontró lo que parecían ser una pequeña puerta. Salimos por esta, de nuevo en la entrada, al parecer habíamos hecho un recorrido de lo más interesante. Fuera había un gran camión con una gran jaula en la parte trasera de este, me fijé mejor en lo había en esta... NIÑOS! Malditos bastardos... estaban reclutando a niños inocentes con intenciones de adiestrarlos y hacer que lucharan por ellos. Eso si que no se lo iba a permitir, iban a pagar caro por eso. Miré a Juka, al parecer eso le hacía la misma gracia que a mí. Este salió disparado hacia el camión, al verlo, doce guardias salieron a por él, cuatro de ellos llevaban rifles y los ocho restantes espadas. Vi como el espadachín iba a por los de las armas de fuego, dejandome a mí los restantes, al ver aquello sonreí, me estaba empezando a dar cuenta que a pesar de todo ese tipo y yo no eramos tan diferentes.
Ahora! Era mi turno de salir! Desenvainé a Bagami y cargué contra mis enemigos, la verdad es que aquello iba a ser como coser y cantar... El primero de ellos se acercó hacía mí con la espada sobre la cabeza, "Demasiado lento para intentar eso." Pensé mientras cortaba su pecho de forma horizontal, tres más vinieron, uno de frente, otro por la izquierda y uno más por la derecha, con un simple corte rotatorio pude librarme de los tres de un solo movimiento. Me estaba empezando a aburrir... Otros dos cargaron contra mi, uno por cada lado, ambos intentaron cortarme de forma horizontal la cabeza, simplemente me agaché y de acabaron decapitando uno al otro. "Patético" pensé al ver tan ridículo espectáculo. Ya sólo quedaban dos, al ver que sus compañeros habían caído de una forma tan rápida estos se fueron corriendo. "De eso nada." Pensé mientras veía como se alejaban. Agarré mi espada con fuerza y corte el aire en su dirección, creando así una onda de energía que alcanzó a ambos cortándoles la espalda y haciendo que cayeran desplomados de cara al suelo. Limpié mi arma con un trapo y la guardé en su respectiva funda al mismo tiempo que miraba a mi compañero, el cual ya había derrotado a sus sacos de boxeo.
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Cuando finalmente logré vencer al último hombre con rifle, pude ver como mi brazo izquierdo estaba totalmente teñido de rojo, para parar la hemorragia(ya que la bala trapazó mi brazo), tomé un trozo de tela de mi remera y lo enrosque en mi brazo, quedando esta totalmente roja. Al terminar mi matanza pude ver que en mi retaguardia mi compañero había logrado vencer a los 8 hombres que en este momento estaban desplomados en el suelo nadando en un río de sangre.
En ese momento recordé que los niños aún seguían en el camión, por lo que abrí la parte de la cajuela del mismo, donde pude ver a unos 15 niños asustados, que no tenían ni idea de lo que sucedía. Luego de unos minutos convenciéndolos de que no eramos malas personas, estos niños se nos acercaron y bajaron del automóvil. Cuando salieron pudimos ver como en sus cuellos había un tipo de collares en el cuál había un número. Supuse que ese número era para tener un listado de ellos, pero los trataban como mercancía y no como niños, no como vidas. Por esa razón con mi mano aún móvil, quité cada uno de los collares para luego abrirles la pequeña puerta de un armario, indicándoles que se quedaran allí que en un par de horas vendríamos a buscarlos.
Cuando finalicé esta tarea, decidí que era momento de comenzar a buscar enserio al líder revolucionario, si seguía aquí claro... como ya tenía las ubicaciones de donde quedaba su oficina me encaminé hacía allí, atravesé nuevamente la sala de maquinarias y cuando estaba a punto de salir en dirección al pasillo, observé en una de las pantallas de las cámaras como cuatro camiones de guerra marchaban desde el hangar secundario hasta la ciudad de Bighorn. Supuse que en uno de esos camiones estaba en gran desconocido que buscábamos hace horas. Sorprendente mente razoné que no escapaba de nosotros sino que se dirigía al pueblo por decisión propia, ya que llevaba a una gran cantidad de revolucionarios y llevaba también camiones de guerra.
Por esta razón decidí buscar a Ragnar para comunicarle lo sucedido y para decirle también que esta base ya había quedado deshabitada, y que deberíamos dirigirnos hacia el pueblo de Bighorn porque quizás lo que suceda ahora sea incluso peor de lo sucedido con la estatua en la plaza.
En ese momento recordé que los niños aún seguían en el camión, por lo que abrí la parte de la cajuela del mismo, donde pude ver a unos 15 niños asustados, que no tenían ni idea de lo que sucedía. Luego de unos minutos convenciéndolos de que no eramos malas personas, estos niños se nos acercaron y bajaron del automóvil. Cuando salieron pudimos ver como en sus cuellos había un tipo de collares en el cuál había un número. Supuse que ese número era para tener un listado de ellos, pero los trataban como mercancía y no como niños, no como vidas. Por esa razón con mi mano aún móvil, quité cada uno de los collares para luego abrirles la pequeña puerta de un armario, indicándoles que se quedaran allí que en un par de horas vendríamos a buscarlos.
Cuando finalicé esta tarea, decidí que era momento de comenzar a buscar enserio al líder revolucionario, si seguía aquí claro... como ya tenía las ubicaciones de donde quedaba su oficina me encaminé hacía allí, atravesé nuevamente la sala de maquinarias y cuando estaba a punto de salir en dirección al pasillo, observé en una de las pantallas de las cámaras como cuatro camiones de guerra marchaban desde el hangar secundario hasta la ciudad de Bighorn. Supuse que en uno de esos camiones estaba en gran desconocido que buscábamos hace horas. Sorprendente mente razoné que no escapaba de nosotros sino que se dirigía al pueblo por decisión propia, ya que llevaba a una gran cantidad de revolucionarios y llevaba también camiones de guerra.
Por esta razón decidí buscar a Ragnar para comunicarle lo sucedido y para decirle también que esta base ya había quedado deshabitada, y que deberíamos dirigirnos hacia el pueblo de Bighorn porque quizás lo que suceda ahora sea incluso peor de lo sucedido con la estatua en la plaza.
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Mi compañero tenía el brazo sangrando a chorro, al parecer una bala le había alcanzado… pude observar como este usó un trozo de tela para parar la hemorragia y proseguir como si nada hubiera pasado. Él se dirigió hacia la puerta del camión, dentro de este pudimos ver a ni más ni menos que quince niños asustados, estos debían de tener unos once años… la gente que secuestraba a gente de esa edad para convertirlos en guerrilleros solo tenían un nombre para mí y este era “escoria.” A cada segundo que pasaba mi odio hacía aquellos supuestos revolucionarios aumentaba más, tenía unas enormes ganas de encontrarme con el líder y causante de todo esto y hundirle el filo de mi espada en su barriga. Mi compañero convenció a los asustados niños de que solamente les queríamos ayudar, estos eran desconfiados y con mucha razón, pues cuando bajaron del camión pudimos observar como en sus cuellos portaban unos collares enganchados a la piel con un número en estos. Mientras Juka le quitaba los collares yo me dirigí hacía dentro del transporte en busca de pistas. Cuando pasé por el lado de uno de los chicos, aún con el collar puesto, pude ver el número que tenía en este. “1765” al leer la cifra me quedé parado en el sitio al mismo tiempo que apretaba mi puno con fuerza y una cara de rabia aparecía en mi rostro. Tantas vidas… solo eran niños… y sin embargo ya los estaban tratando como soldados… malditos bastardos… iba a matarlos a todos.
Me metí dentro del camión y empecé a buscar pistas, pero dentro de este solo habían armas, algún que otro papel con un listado de nombres de lo que parecían ser los niños que acabábamos e liberar y poca cosas más, tras unos segundos buscando algo, Juka se metió en el asiento del copiloto y me contó todo lo que sabía, al parecer todo el ejército estaba siendo movilizado hacía BigHorn… nuestra presencia les estaba inquietando y querían acabar su “trabajo” cuanto antes. Yo puse en marcha el camión y conduje lo más rápido que pude hacía el lugar donde Juka me había indicado minutos antes. Cuando llegamos pudimos observar como en la misma plaza donde horas antes habían hecho explotar la estatua habían un sinfín de camiones aparcados, al parecer aquel lugar era el centro de la ciudad y querían tomarla del medio hacía fuera. Paré el camión cerca de los suyos y me bajé de este, lo único que se podía escuchar por la isla eran tiros, gritos y explosiones, al parecer la guerra ya había comenzado y teníamos que ponerle fin cuanto antes.
Me metí dentro del camión y empecé a buscar pistas, pero dentro de este solo habían armas, algún que otro papel con un listado de nombres de lo que parecían ser los niños que acabábamos e liberar y poca cosas más, tras unos segundos buscando algo, Juka se metió en el asiento del copiloto y me contó todo lo que sabía, al parecer todo el ejército estaba siendo movilizado hacía BigHorn… nuestra presencia les estaba inquietando y querían acabar su “trabajo” cuanto antes. Yo puse en marcha el camión y conduje lo más rápido que pude hacía el lugar donde Juka me había indicado minutos antes. Cuando llegamos pudimos observar como en la misma plaza donde horas antes habían hecho explotar la estatua habían un sinfín de camiones aparcados, al parecer aquel lugar era el centro de la ciudad y querían tomarla del medio hacía fuera. Paré el camión cerca de los suyos y me bajé de este, lo único que se podía escuchar por la isla eran tiros, gritos y explosiones, al parecer la guerra ya había comenzado y teníamos que ponerle fin cuanto antes.
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Luego de poner a los niños a salvo, mi amigo y yo nos dirigimos a Bighorn con el camión que le quitamos a los hombres que asesinamos minutos antes. Al llegar a la ciudad, pudimos ver como los camiones "revolucionarios" efectuaban gran cantidad de disparos pesados contra las fuerzas del gobernador, a pesar de los esfuerzos de los soldados de la ley, estos no pudieron frenar la ofensiva de los hombres que tanto buscábamos.
A pesar del estado de mi brazo, sabía que podía luchar perfectamente, ya que mi espada es una y no necesito las dos manos para usarla. Entre medio de unos 20 soldados, pude ver que se encontraba una especie de tanque de guerra que disparaba una pesada munición explosiva a los soldados del otro bando y también a las casas y a los habitantes de Bighorn. Viendo la desesperación de las personas decidí que debíamos actuar rápido, por esta razón le dije a Ragnar directamente cuando apenas nos habíamos bajado del camión:"Te crees capaz de seguirme el paso para cortar ese tanque a la mitad?".
Mi idea al pronunciar esas palabras era que juntos hiciéramos un ataque combinado que lograra destrozar de una vez por todas ese tanque. Además supuse que el líder de esos soldados estaría dentro del tanque, ya que no estaba por ningún lado, por esa razón si lográbamos cortar el tanque, este saldría del mismo y podríamos enfrentarlo cara a cara.
Esperando la respuesta de mi amigo me dediqué a asesinar con mi brazo no herido y mi espada, a todos los "revolucionarios" que se me acercaban, dándole tiempo a Ragnar de pensar el movimiento y obviamente yo esperando para poder seguirlo.
A pesar del estado de mi brazo, sabía que podía luchar perfectamente, ya que mi espada es una y no necesito las dos manos para usarla. Entre medio de unos 20 soldados, pude ver que se encontraba una especie de tanque de guerra que disparaba una pesada munición explosiva a los soldados del otro bando y también a las casas y a los habitantes de Bighorn. Viendo la desesperación de las personas decidí que debíamos actuar rápido, por esta razón le dije a Ragnar directamente cuando apenas nos habíamos bajado del camión:"Te crees capaz de seguirme el paso para cortar ese tanque a la mitad?".
Mi idea al pronunciar esas palabras era que juntos hiciéramos un ataque combinado que lograra destrozar de una vez por todas ese tanque. Además supuse que el líder de esos soldados estaría dentro del tanque, ya que no estaba por ningún lado, por esa razón si lográbamos cortar el tanque, este saldría del mismo y podríamos enfrentarlo cara a cara.
Esperando la respuesta de mi amigo me dediqué a asesinar con mi brazo no herido y mi espada, a todos los "revolucionarios" que se me acercaban, dándole tiempo a Ragnar de pensar el movimiento y obviamente yo esperando para poder seguirlo.
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Aparqué, el sonido de las balas matando y el grito de las personas muriendo empapaba el ambiente. Al parecer en la ciudad había una especie de resistencia, pero no se trataba de más que panaderos o escultores con espadas y pistolas, hombres que lo único que querían hacer era proteger a sus familias. También habían soldados reales, gente con armaduras y lanzas, pero por muy bien entrenados que estuvieran no podían soportar las explosiones de los cañones y tanques enemigos. Se encontraban lejos de su castillo y eso les daba una desventaja muy grande en cuanto a estrategia.
Salimos del camión, en medio de toda la masacre había algo que me llamaba mucho la atención, un tanque, pero no uno normal, este era más grande, mucho más grande, y al parecer disparaba una especia de munición muchísimo más potente. A pesar de tener tanta potencia de fuego no la utilizaba solamente en el enemigo... sino que también disparaba contra las casas de los aldeanos, como si disfrutase haciendo eso.
Juka y yo fuimos directos hacia aquel gran objetivo, teníamos que eliminarlo cuanto antes, si no mucha gente inocente moriría y sinceramente no estaba dispuesto a dejar que eso ocurriese, y menos si yo podía hacer algo para impedirlo. Cuando empezamos a correr pude observar como de la boca de mi compañero salían unas breves palabras en forma de reto: "Te crees capaz de seguirme el paso para cortar ese tanque a la mitad?". Al escuchar aquello una pícara sonrisa se dibujó en mi rostro, me encantaban los retos... Desenvainé a Bagami y la sujeté con tan sólo una mano, pues mi compañero tenía un brazo en mal estado y sólo podía utilizar uno para empuñar su arma, no quería partir con ventaja. Cuando nos encontrábamos cerca de este pudimos observar como su cañón se dirigía lentamente hacía nosotros, hasta apuntarnos. Un fortísimo disparo se escuchó y una enorme bala salió disparada del gran tanque, directa hacia nosotros. Esta impactó en el suelo, entre nosotros dos, iba demasiado deprisa y no pude hacer nada para detenerla, así que salí disparado varios metros hacia la derecha.
Mis oídos me pintaban, abrí los ojos, me encontraba rodeado por humo... miré hacia un lado, guerra, miré hacía el otro, más guerra. " Mierda..." Pensé mientras me levantaba y miraba hacia el frente. Entonces, delante de mi, pude observar algo realmente raro... Un hombre se estaba convirtiendo en bisonte, alguien con un parecido impresionante al pasado rey, un hombre con una corona en su cabeza... Sería él...? Descendiente de Dalton? Rápidamente me dirigí hacía él, abriéndome paso entre enemigos a base de sablazos. Cusndo me encontraba delante de él y me dispuse a hablarle pude notar como cargaba contra mi, al parecer creía que era su enemigo. Logré parar su potente ataque con Bagami, deteniéndole cruzando sus cuernos con ni espada. Cuando nos encontrábamos encarados aproveché la cercanía para informarle de mi persona. "No soy enemigo, os estoy ayudando." Al escuchar eso él empezó a reírse. "Conozco muy bien a todos mis hombres, y tu no eres uno de ellos." Dijo con una grave voz. Al parecer no quería entrar en razón... mierda.
Salimos del camión, en medio de toda la masacre había algo que me llamaba mucho la atención, un tanque, pero no uno normal, este era más grande, mucho más grande, y al parecer disparaba una especia de munición muchísimo más potente. A pesar de tener tanta potencia de fuego no la utilizaba solamente en el enemigo... sino que también disparaba contra las casas de los aldeanos, como si disfrutase haciendo eso.
Juka y yo fuimos directos hacia aquel gran objetivo, teníamos que eliminarlo cuanto antes, si no mucha gente inocente moriría y sinceramente no estaba dispuesto a dejar que eso ocurriese, y menos si yo podía hacer algo para impedirlo. Cuando empezamos a correr pude observar como de la boca de mi compañero salían unas breves palabras en forma de reto: "Te crees capaz de seguirme el paso para cortar ese tanque a la mitad?". Al escuchar aquello una pícara sonrisa se dibujó en mi rostro, me encantaban los retos... Desenvainé a Bagami y la sujeté con tan sólo una mano, pues mi compañero tenía un brazo en mal estado y sólo podía utilizar uno para empuñar su arma, no quería partir con ventaja. Cuando nos encontrábamos cerca de este pudimos observar como su cañón se dirigía lentamente hacía nosotros, hasta apuntarnos. Un fortísimo disparo se escuchó y una enorme bala salió disparada del gran tanque, directa hacia nosotros. Esta impactó en el suelo, entre nosotros dos, iba demasiado deprisa y no pude hacer nada para detenerla, así que salí disparado varios metros hacia la derecha.
Mis oídos me pintaban, abrí los ojos, me encontraba rodeado por humo... miré hacia un lado, guerra, miré hacía el otro, más guerra. " Mierda..." Pensé mientras me levantaba y miraba hacia el frente. Entonces, delante de mi, pude observar algo realmente raro... Un hombre se estaba convirtiendo en bisonte, alguien con un parecido impresionante al pasado rey, un hombre con una corona en su cabeza... Sería él...? Descendiente de Dalton? Rápidamente me dirigí hacía él, abriéndome paso entre enemigos a base de sablazos. Cusndo me encontraba delante de él y me dispuse a hablarle pude notar como cargaba contra mi, al parecer creía que era su enemigo. Logré parar su potente ataque con Bagami, deteniéndole cruzando sus cuernos con ni espada. Cuando nos encontrábamos encarados aproveché la cercanía para informarle de mi persona. "No soy enemigo, os estoy ayudando." Al escuchar eso él empezó a reírse. "Conozco muy bien a todos mis hombres, y tu no eres uno de ellos." Dijo con una grave voz. Al parecer no quería entrar en razón... mierda.
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Luego de que nos propusimos cortar el gran tanque, éste logró lanzar un potente disparo hacia nosotros. Ambos salimos volando para lados opuestos, caí a un lado, conde dos soldados revolucionarios me esperaban. Tomé rápidamente mi espada y me abrí paso entre ellos, cortando a altas velocidades el lateral de su torso.
Cuando alcé la mirada, pude ver como Ragnar se estaba enfrentando a un nuevo enemigo, éste era bastante parecido a la estatua que fue destruida en la plaza. Al ver a mi amigo en problemas no dudé en correr hacia su posición, al encontrarme a unos 5 metros de donde se encontraban, pude escuchar que mi compañero le comunicaba al hombre bisonte que no era su enemigo, sino que estaba intentando ayudar. El animal era terco, no quiso entenderlo y continuó con el pensamiento de que era su enemigo.
Antes de que el bisonte pudiera atacara a Ragnar, decidí mostrarle la verdad, pero de una forma bastante hostil. Avancé rápidamente por su retaguardia, y cuando me encontraba en frente a su espalda, levanté mi pierna a la altura de mi cara, mientras pegaba un salto, rotando. Al caer, el bisonte no se percató de mi presencia y fue golpeado en su cabeza con mi potente ataque. Éste quedó comprimido contra el suelo con mi cuerpo sobre él.
Mientras lo mantenía inmóvil, le dije en un tono serio:"Si no quieres entender que somos aliados... no tengo problema en acabarte personalmente, pero creo que deberíamos colaborar, viendo el panorama del ataque. Espero que tengas el cuenta el estado del pueblo y tendríamos que detener la destrucción cuanto antes".
Luego de decir esas palabras me puse de pie, y mientras observaba como el bisonte entendía mi punto, me acerqué a Ragnar diciéndole:"Retomemos el reto... prepara tu espada, hay que parar el ataque de una vez por todas".
Cuando alcé la mirada, pude ver como Ragnar se estaba enfrentando a un nuevo enemigo, éste era bastante parecido a la estatua que fue destruida en la plaza. Al ver a mi amigo en problemas no dudé en correr hacia su posición, al encontrarme a unos 5 metros de donde se encontraban, pude escuchar que mi compañero le comunicaba al hombre bisonte que no era su enemigo, sino que estaba intentando ayudar. El animal era terco, no quiso entenderlo y continuó con el pensamiento de que era su enemigo.
Antes de que el bisonte pudiera atacara a Ragnar, decidí mostrarle la verdad, pero de una forma bastante hostil. Avancé rápidamente por su retaguardia, y cuando me encontraba en frente a su espalda, levanté mi pierna a la altura de mi cara, mientras pegaba un salto, rotando. Al caer, el bisonte no se percató de mi presencia y fue golpeado en su cabeza con mi potente ataque. Éste quedó comprimido contra el suelo con mi cuerpo sobre él.
Mientras lo mantenía inmóvil, le dije en un tono serio:"Si no quieres entender que somos aliados... no tengo problema en acabarte personalmente, pero creo que deberíamos colaborar, viendo el panorama del ataque. Espero que tengas el cuenta el estado del pueblo y tendríamos que detener la destrucción cuanto antes".
Luego de decir esas palabras me puse de pie, y mientras observaba como el bisonte entendía mi punto, me acerqué a Ragnar diciéndole:"Retomemos el reto... prepara tu espada, hay que parar el ataque de una vez por todas".
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Mientras ejercía una gran fuerza contra los blancos y largos cuernos del rudo animal, abrí ligeramente mi seca boca para contestar a sus últimas y repentinas palabras. Antes de poder decir nada, Juka se abalanzó contra el fuerte rey, aplastándole contra el suelo y pronunciando unas seberas palabras: “Si no quieres entender que somos aliados... no tengo problema en acabarte personalmente, pero creo que deberíamos colaborar, viendo el panorama del ataque. Espero que tengas en cuenta el estado del pueblo y tendríamos que detener la destrucción cuanto antes.” Tras decir aquello, el espadachín liberó al bisonte, al parecer las palabras del pelinegro habían hecho entrar en razón al líder de todo aquél país y este ya no tenía intenciones hostiles contra mí.
Todo aquello me extrañó, estaba seguro de que él podría haberse liberando cuando hubiese querido, incluso que vio venir el ataque de mi compañero, ¿Por qué habría reaccionado de aquella manera? Sin protegerse o esquivar siquiera su ataque. Tras unos segundos pensando aquello dejé de lado el tema, miré a Juka de forma firme y sería y escuché su propuesta. Al parecer quería volver al reto original de cortar el tanque por la mitad. Yo me moría de ganas de probar mis fuerzas contra aquel frio metal, no obstante lo dijo con cierto tono de mandato, no me gustaba que la gente me diera órdenes y aquello me puso algo furioso.
Agarré mis tres espadas y sin previo aviso fui corriendo hacía la gran estructura de metal con ruedas, era hora de acabar con toda esa mierda y no quería andarme con rodeos. Cuando me encontraba a pocos metros del tanque dio el salto más grande que pude, encarándome a este y esperando a que mi compañero me siguiera.
Todo aquello me extrañó, estaba seguro de que él podría haberse liberando cuando hubiese querido, incluso que vio venir el ataque de mi compañero, ¿Por qué habría reaccionado de aquella manera? Sin protegerse o esquivar siquiera su ataque. Tras unos segundos pensando aquello dejé de lado el tema, miré a Juka de forma firme y sería y escuché su propuesta. Al parecer quería volver al reto original de cortar el tanque por la mitad. Yo me moría de ganas de probar mis fuerzas contra aquel frio metal, no obstante lo dijo con cierto tono de mandato, no me gustaba que la gente me diera órdenes y aquello me puso algo furioso.
Agarré mis tres espadas y sin previo aviso fui corriendo hacía la gran estructura de metal con ruedas, era hora de acabar con toda esa mierda y no quería andarme con rodeos. Cuando me encontraba a pocos metros del tanque dio el salto más grande que pude, encarándome a este y esperando a que mi compañero me siguiera.
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Pude ver como Ragnar accedía a mi petición, sabía que no sería fácil ese corte, pero también sabía que ambos queríamos convertirnos en buenos espadachines y necesitaríamos lograrlo para continuar nuestro camino. Vi como mi compañero saltaba para producir el corte al tanque, como no quería quedarme atrás, salté junto a mi amigo y produje un corte diagonal junto al gigantesco tanque.
Luego de pasar a un lado del tanque, me voltee a ver el resultado del ataque, el vehículo estaba aún completo, pero estaba agrietado, mantenía el corte de mi espada, a la espera de algún otro corte que acabara el trabajo.
Sabía que la responsabilidad de terminar mi trabajo era de mi amigo Ragnar. Esperé de rodillas a un costado del tanque, para ver como mi compañero hacía el gran corte que revelaría el interior de ese tanque y dejaría inútil su gran y destructiva arma.
Luego de pasar a un lado del tanque, me voltee a ver el resultado del ataque, el vehículo estaba aún completo, pero estaba agrietado, mantenía el corte de mi espada, a la espera de algún otro corte que acabara el trabajo.
Sabía que la responsabilidad de terminar mi trabajo era de mi amigo Ragnar. Esperé de rodillas a un costado del tanque, para ver como mi compañero hacía el gran corte que revelaría el interior de ese tanque y dejaría inútil su gran y destructiva arma.
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Mientras aún me encontraba en el aire preparando el gran corte que iba a partir el tanque por la mitad, logré percatarme de la presencia del pelinegro espadachín bajo mis pies. Este se me adelantó y le pegó un potente corte al metálico monstruo, no logró cortarlo por la mitad pero le hizo una grieta la cual me serviría como “guía”. Cuando Juka se alejó lo suficiente de mi objetivo, puse mi espada sobre mi cabeza y lancé el mejor corte que pude sobre la brecha que mi compañero hizo. Caí de pie sobre el suelo, detrás del tanque. A primera vista parecía que el filo de mi katana no le había causado el menor daño a la superficie, pero cuando envainé a Bagami en su respectiva funda, la gigantesca estructura se partió en dos al mismo tiempo que una gran explosión surgía de su interior, lo habíamos logrado.
Después de la rotunda victoria por nuestra parte, me di la vuelta encarando al tanque. Si realmente el líder de la revolución se encontraba dentro de él esperaba que la explosión no lo hubiera matado. Quería poder romperle las piernas con mis propias manos, hacerle pagar por todo lo que le había hecho pasar a aquella inocente gente y luego matarle.
Aquel día debía de haber un genio en la gran plaza de Sakura, porqué de entre los escombros de metal apareció una enorme figura masculina de unos tres metros de alto. Al cabo de unos segundos la gran nube de polvo que lo tapaba de disipó, dejando ver su auténtico aspecto. Tenía un peinado mohicano, pero con una larga trenza al final de este. Al igual que el pelo, el color de su bigote era lila, y este tenía un estilo oriental, siendo y fino y muy largo. Su brazo derecho estaba hecho completamente de metal, al parecer era postizo. En vez de mano, tenía una enorme pinza con una motosierra en su interior. Su otro brazo era normal, al igual que sus piernas. Tenía otro trozo metálico en su cuerpo, más concretamente en su mandíbula. Iba vestido con un traje militar azul de cuerpo completo, con unas altas botas negras. Encima del uniforme llevaba una chaqueta negra gruesa y con plumas en la capucha. Cuando vio lo que le hicimos a su tanque una grave voz resonó por toda la plaza. – ¿¡QUIEN ES EL INSOLENTE QUE SE HA ATREVIDO A DESTROZAR EL GRAN TANQUE DEL REY WAPOL!? Dijo con un molesto rostro refiriéndose a sí mismo.
Después de la rotunda victoria por nuestra parte, me di la vuelta encarando al tanque. Si realmente el líder de la revolución se encontraba dentro de él esperaba que la explosión no lo hubiera matado. Quería poder romperle las piernas con mis propias manos, hacerle pagar por todo lo que le había hecho pasar a aquella inocente gente y luego matarle.
Aquel día debía de haber un genio en la gran plaza de Sakura, porqué de entre los escombros de metal apareció una enorme figura masculina de unos tres metros de alto. Al cabo de unos segundos la gran nube de polvo que lo tapaba de disipó, dejando ver su auténtico aspecto. Tenía un peinado mohicano, pero con una larga trenza al final de este. Al igual que el pelo, el color de su bigote era lila, y este tenía un estilo oriental, siendo y fino y muy largo. Su brazo derecho estaba hecho completamente de metal, al parecer era postizo. En vez de mano, tenía una enorme pinza con una motosierra en su interior. Su otro brazo era normal, al igual que sus piernas. Tenía otro trozo metálico en su cuerpo, más concretamente en su mandíbula. Iba vestido con un traje militar azul de cuerpo completo, con unas altas botas negras. Encima del uniforme llevaba una chaqueta negra gruesa y con plumas en la capucha. Cuando vio lo que le hicimos a su tanque una grave voz resonó por toda la plaza. – ¿¡QUIEN ES EL INSOLENTE QUE SE HA ATREVIDO A DESTROZAR EL GRAN TANQUE DEL REY WAPOL!? Dijo con un molesto rostro refiriéndose a sí mismo.
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Luego de haber producido mi gran corte al vehículo, mi compañero saltó detrás de mi para seguir mi marco y acabar el trabajo. Cuando me di vuelta, pude ver como producía su corte, luego de pasar a un lado del tanque, éste no había sido cortado, recién cuando envainó su espada, se sintió una explosión, y el tanque se partió por la mitad.
Luego de que el humo de dispersara, dejó ver una figura gigantesca del único sobreviviente de la explosión del vehículo. Apenas se vio su figura completa, el hombre de mandíbula metálica nos dio a entender que él era el descendiente del tirano rey Wapool.
Toda la plaza quedó sumamente impactada ante tal declaración, todo el mundo pensaba que esa dinastía ya había quedado en el olvido, pero al parecer la cabeza de todos los atentados y de la revolución, era el descendiente del antiguo rey. Recién en ese momento pude entender el porqué de la explosión de la estatua, el tal bisonte de la escultura, era el hombre que había comenzado un reinado de paz, luego de los años de penumbra del reinado de Wapool.
Pude ver como el gigantesco hombre de pelo violáceo se dirigía directamente a nosotros. Su corrida, parecía una gran estampida de rinocerontes, se notaba la gran potencia de ese hombre con cada paso que daba, pero en su trayectoria de ataque, se interpuso un hombre que no pensaba que nos defendiera. El actual rey de Sakura, se interpuso en el ataque del tirano, clavando sus cuernos en el pecho del hombre de barbilla de metal.
Intenté aprovechar este estancamiento, para comenzar mi ataque. Por más que tenía un solo brazo capaz de luchar, no necesitaba más que eso. Envainé mi espada, para salir disparado hacia la retaguardia del líder revolucionario. Cuando finalmente me encontraba a sus espaldas, pegué un salto que me dejó a un metro de su espalda. Cuando menos se lo esperaba, dije las palabras:"¡Inazuma Ball!". Apenas dije eso, un rayo salió de mi mano, atravesando su hombro izquierdo como si se tratase de una aguja penetrando una tela fina.
El ataque combinado del rey con el mío, había dejado mal parado al descendiente de Wapool. Por lo tanto, solo esperé allí parado con mi rayo aún atravesando su hombro, que mi amigo realizara un ataque, que aumentara los daños del gigantesco hombre.
Luego de que el humo de dispersara, dejó ver una figura gigantesca del único sobreviviente de la explosión del vehículo. Apenas se vio su figura completa, el hombre de mandíbula metálica nos dio a entender que él era el descendiente del tirano rey Wapool.
Toda la plaza quedó sumamente impactada ante tal declaración, todo el mundo pensaba que esa dinastía ya había quedado en el olvido, pero al parecer la cabeza de todos los atentados y de la revolución, era el descendiente del antiguo rey. Recién en ese momento pude entender el porqué de la explosión de la estatua, el tal bisonte de la escultura, era el hombre que había comenzado un reinado de paz, luego de los años de penumbra del reinado de Wapool.
Pude ver como el gigantesco hombre de pelo violáceo se dirigía directamente a nosotros. Su corrida, parecía una gran estampida de rinocerontes, se notaba la gran potencia de ese hombre con cada paso que daba, pero en su trayectoria de ataque, se interpuso un hombre que no pensaba que nos defendiera. El actual rey de Sakura, se interpuso en el ataque del tirano, clavando sus cuernos en el pecho del hombre de barbilla de metal.
Intenté aprovechar este estancamiento, para comenzar mi ataque. Por más que tenía un solo brazo capaz de luchar, no necesitaba más que eso. Envainé mi espada, para salir disparado hacia la retaguardia del líder revolucionario. Cuando finalmente me encontraba a sus espaldas, pegué un salto que me dejó a un metro de su espalda. Cuando menos se lo esperaba, dije las palabras:"¡Inazuma Ball!". Apenas dije eso, un rayo salió de mi mano, atravesando su hombro izquierdo como si se tratase de una aguja penetrando una tela fina.
El ataque combinado del rey con el mío, había dejado mal parado al descendiente de Wapool. Por lo tanto, solo esperé allí parado con mi rayo aún atravesando su hombro, que mi amigo realizara un ataque, que aumentara los daños del gigantesco hombre.
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Tras aquellas desafiantes palabras por parte del gigantesco y furioso hombre, este cargó de una forma sumamente violenta contra nosotros dos, como si se tratase de un toro ante una capa roja. Para el asombro de mi compañero y yo, una esbelta figura se interpuso entre su ataque y nosotros, se trataba de más ni menos que el mismo hombre que me había intentado matar instantes antes, el actual rey de Sakura, el descendiente de Dalton. Él clavó sus grandes cuernos en el pecho de Wapol, haciendo que este vomitara sangre y se quedara quieto en su posición, al parecer se acabó fiando de nosotros…
Aprovechando que el gigantesco hombre no podía moverse, Juka se lanzó contra él preparando lo que parecía ser una técnica. Algo me sorprendió cuando empezó a correr hacía su enemigo, estaba guardando su espada. Este se dirigió hacia las espaldas de nuestro contrincante y con una especie de rayo proveniente de la palma de su mano, le lanzó un fuerte ataque el cual atravesó su hombro izquierdo. Al parecer era mi turno, yo no era de los que disfrutaba de los combates en ventaja, no mucho menos, pero aquel hombre no se merecía la más mínima piedad, ni el más pequeño ápice de mi honor.
Empuñé a mis tres espadas y envolví a estas de fuego negro, le lancé una sádica mirada a mi enemigo y tras pronunciar unas palabras con un tono de voz desafiante me lancé contra él. –Prepárate para arder en las llamas del infierno. Di un gran salto y me coloqué ante él, seguidamente hice un profundo cote en forma triangulas en medio de su pecho, de este empezaron a brotar llamas negras, a los pocos segundos todo su cuerpo se encontraba rodeado de estas abrasadoras llamas, incluso sus partes metálicas.
Aprovechando que el gigantesco hombre no podía moverse, Juka se lanzó contra él preparando lo que parecía ser una técnica. Algo me sorprendió cuando empezó a correr hacía su enemigo, estaba guardando su espada. Este se dirigió hacia las espaldas de nuestro contrincante y con una especie de rayo proveniente de la palma de su mano, le lanzó un fuerte ataque el cual atravesó su hombro izquierdo. Al parecer era mi turno, yo no era de los que disfrutaba de los combates en ventaja, no mucho menos, pero aquel hombre no se merecía la más mínima piedad, ni el más pequeño ápice de mi honor.
Empuñé a mis tres espadas y envolví a estas de fuego negro, le lancé una sádica mirada a mi enemigo y tras pronunciar unas palabras con un tono de voz desafiante me lancé contra él. –Prepárate para arder en las llamas del infierno. Di un gran salto y me coloqué ante él, seguidamente hice un profundo cote en forma triangulas en medio de su pecho, de este empezaron a brotar llamas negras, a los pocos segundos todo su cuerpo se encontraba rodeado de estas abrasadoras llamas, incluso sus partes metálicas.
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Al parecer, Ragnar se había percatado de que tanto el rey de Sakura como yo, queríamos que nos diera una mano, produciendo el ataque final contra el malvado descendiente de Wapool. Apenas vio la situación, mi amigo corrió hacia adelante, y sacando sus tres espadas, dio un salto en dirección a su objetivo.
Al impactar contra el cuerpo del líder revolucionario, éste comenzó a arder en unas llamas negras, que parecían no acabarse ante nada, y ardían incluso sobre el metal de su cuerpo. Apenas comenzaron las llamas, el bisonte y yo, nos alejamos del ya caído hombre.
Los tres ataques combinados habían sido muy eficientes, pero me sorprendió ver tal ataque por parte de mi compañero, nunca pensé que podría desarrollar una técnica como esa, según veía había aprendido muchas cosas en este largo tiempo que no nos veíamos, pero yo también lo había hecho.
Veía a Ragnar como un compañero con el que es hermoso compartir retos y crear una rivalidad amistosa, había pasado de ser un curioso desconocido a transformarse en uno de mis más preciados amigos.
Luego de esa reflexión por mi parte, pude ver como los revolucionarios se retiraban de la batalla, luego de la caída de su líder, sabiendo que habíamos conseguido la victoria ante el asedio de la ciudad, me dirigí hacia donde estaba mi amigo, y le dije:"¿Donde aprendiste esa letal técnica?".
Al impactar contra el cuerpo del líder revolucionario, éste comenzó a arder en unas llamas negras, que parecían no acabarse ante nada, y ardían incluso sobre el metal de su cuerpo. Apenas comenzaron las llamas, el bisonte y yo, nos alejamos del ya caído hombre.
Los tres ataques combinados habían sido muy eficientes, pero me sorprendió ver tal ataque por parte de mi compañero, nunca pensé que podría desarrollar una técnica como esa, según veía había aprendido muchas cosas en este largo tiempo que no nos veíamos, pero yo también lo había hecho.
Veía a Ragnar como un compañero con el que es hermoso compartir retos y crear una rivalidad amistosa, había pasado de ser un curioso desconocido a transformarse en uno de mis más preciados amigos.
Luego de esa reflexión por mi parte, pude ver como los revolucionarios se retiraban de la batalla, luego de la caída de su líder, sabiendo que habíamos conseguido la victoria ante el asedio de la ciudad, me dirigí hacia donde estaba mi amigo, y le dije:"¿Donde aprendiste esa letal técnica?".
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Al parecer el enorme hombre no había aguantado mi ataque. “Vaya decepción…” Pensé con una cara con cierto toque de tristeza cuando vi su cuerpo caer al suelo. Estaba harto de enfrentarme a rivales tan débiles, mis llamas aún eran débiles, si podían matar a alguien eso solo significaba que ese “alguien” era más débil aún. Limpié la sangre de los filos de mis tres espadas y seguidamente las envaine, al parecer el juego se acababa ahí. Muchos hubieran dicho que salí ganando con todo esto, no obstante… perdí toda la comida que había comprado con mis últimos ahorros, de todos modos eso ya no importaba, supongo que el haber salvado a todo un país lo compensaba, ahora podrían vivir en paz.
Antes de que pudiera marcharme pude ver como mi compañero se me acercaba para decirme algo. La verdad es que cada vez me caía mejor ese tal Juka, era alguien fiel, quien sabe, quizás algún día tendría que luchar contra él por el título de mejor espadachín… Aunque supongo que aún era pronto para pensar en eso, aquel era un futuro muy lejano, ni siquiera sabía ni estaría vivo para aquel entonces, ni siquiera podía llamarme espadachín ahora mismo.
Al parecer el pelinegro quería saber sobre mi técnica de fuego, supongo que era agradable a la vista, pero aún no era lo suficientemente fuerte como para ser admirada. –Digamos que ese fuego siempre estuvo dentro de mí, hiriéndome, llenándome de odio, simplemente aprendí a liberarlo.- Tras decir aquello sonreí un poco y le di una palmadita en el hombro. –Tú bola de rayos también es genial, te has vuelto muy fuerte, espero poder luchar contra ti algún día. – Después de aquellas palabras me di la vuelta y empecé a caminar rumbo a mi barco, era hora de irme de allí.
Antes de que pudiera alejarme mucho algo me paró, una mano, me fije mejor en el rostro al que pertenecía, al parecer era el rey. –Gracias por tu ayuda, te recordaremos con honra aquí, os recordaremos a los dos. Sin vosotros no hubiéramos podido acabar con esto. – Él se sacó unas bolsas de una especie de mochila y nos la lanzó, al parecer era dinero, en una ocasión normal no lo hubiera aceptado, no obstante había perdido todo con la explosión y una ayuda no me iría mal. – No es mucho, pero es todo lo que tengo aquí. – Yo asentí. –Gracias – Le dije a la vez que seguía caminando hacía mi barco. Alcé mi mano en gesto de despedida y no miré atrás, “hasta la vista amigo” pensé mientras me alejaba en el horizonte.”
Antes de que pudiera marcharme pude ver como mi compañero se me acercaba para decirme algo. La verdad es que cada vez me caía mejor ese tal Juka, era alguien fiel, quien sabe, quizás algún día tendría que luchar contra él por el título de mejor espadachín… Aunque supongo que aún era pronto para pensar en eso, aquel era un futuro muy lejano, ni siquiera sabía ni estaría vivo para aquel entonces, ni siquiera podía llamarme espadachín ahora mismo.
Al parecer el pelinegro quería saber sobre mi técnica de fuego, supongo que era agradable a la vista, pero aún no era lo suficientemente fuerte como para ser admirada. –Digamos que ese fuego siempre estuvo dentro de mí, hiriéndome, llenándome de odio, simplemente aprendí a liberarlo.- Tras decir aquello sonreí un poco y le di una palmadita en el hombro. –Tú bola de rayos también es genial, te has vuelto muy fuerte, espero poder luchar contra ti algún día. – Después de aquellas palabras me di la vuelta y empecé a caminar rumbo a mi barco, era hora de irme de allí.
Antes de que pudiera alejarme mucho algo me paró, una mano, me fije mejor en el rostro al que pertenecía, al parecer era el rey. –Gracias por tu ayuda, te recordaremos con honra aquí, os recordaremos a los dos. Sin vosotros no hubiéramos podido acabar con esto. – Él se sacó unas bolsas de una especie de mochila y nos la lanzó, al parecer era dinero, en una ocasión normal no lo hubiera aceptado, no obstante había perdido todo con la explosión y una ayuda no me iría mal. – No es mucho, pero es todo lo que tengo aquí. – Yo asentí. –Gracias – Le dije a la vez que seguía caminando hacía mi barco. Alcé mi mano en gesto de despedida y no miré atrás, “hasta la vista amigo” pensé mientras me alejaba en el horizonte.”
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