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La caminata que me había tenido que pegar desde que aquel carromato me había dejado entre ninguna parte y algún sitio había sido casi mítica, pero bueno por fin iba a poder descansar de todo aquel calor en algún lugar a la sombra. Según había oído en el puerto aquella ciudad había sido antaño foco de la rebeldía que libero el país, y pensar que ahora volvía a estar casi en las mismas condiciones... En cualquier caso la ciudad prometía ser un buen refugio para aquel abrumador calor que asolaba la isla, pero un lugar cualquiera no valdría lo mejor sería encontrar una buena taberna en la que obtener algo de beber y más información.
Tras una corta caminata por las calles de la ciudad apreciando que no había ni rastro de un alma viviente, lo que parecía confirmar los rumores que había escuchado anteriormente en el puerto, pero que me costaba creer pues este era uno de los países más esplendorosos de todo el paraíso, encontré una pequeña taberna que casi sepultada en la arena. Parecía un buen destino para refrescarse y ver que estaba pasando en el lugar, así que sin pensármelo mucho entré en el local.
Podía contar con la mano la gente que había en el lugar y no se oía ni un solo comentario sobre mi aspecto ni el hecho de que fuese armado, pero tan pronto el camarero me vio gritó y empezó a sacar dinero y a ponerlo sobre la barra. — Deténgase buen señor, Kuroi solo quiere obtener algo de información y un poco de agua con la que poder refrescarse. — Dije mientras finalmente alcanzaba la barra y la expresión del camarero cambiaba por completo y me daba las gracias. — Y bien... ¿Qué se supone que esta pasando en la ciudad? — Le pregunté al camarero mientras servía el agua a duras penas y el resto se empezaban a inquietar, me temo que no iba a encontrar muchos amigos en aquel lugar...
Tras una corta caminata por las calles de la ciudad apreciando que no había ni rastro de un alma viviente, lo que parecía confirmar los rumores que había escuchado anteriormente en el puerto, pero que me costaba creer pues este era uno de los países más esplendorosos de todo el paraíso, encontré una pequeña taberna que casi sepultada en la arena. Parecía un buen destino para refrescarse y ver que estaba pasando en el lugar, así que sin pensármelo mucho entré en el local.
Podía contar con la mano la gente que había en el lugar y no se oía ni un solo comentario sobre mi aspecto ni el hecho de que fuese armado, pero tan pronto el camarero me vio gritó y empezó a sacar dinero y a ponerlo sobre la barra. — Deténgase buen señor, Kuroi solo quiere obtener algo de información y un poco de agua con la que poder refrescarse. — Dije mientras finalmente alcanzaba la barra y la expresión del camarero cambiaba por completo y me daba las gracias. — Y bien... ¿Qué se supone que esta pasando en la ciudad? — Le pregunté al camarero mientras servía el agua a duras penas y el resto se empezaban a inquietar, me temo que no iba a encontrar muchos amigos en aquel lugar...
Carmelo B.Volpi
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Al parecer el viaje que se suponía que duraría unos pocos días se transformó en una larga estadía de ya tres semanas. El calor del reino de Arabasta era increíble, podías ver como una especie de vapor se levantaba humeante de la arena del suelo, este calor le quitaba completamente la vida a los alrededores, haciendo que solo tu estadía allí se hiciera tediosa. Cuando me levanté de mi cama, pude ver por la pequeña ventana de la casa, como una tormenta de arena arrasaba las calles de la ciudad. Sin estar seguro de donde había pasado la noche me dirigí rápidamente hacia la puerta del lugar, intentando largarme de esa situación extraña.
Luego de tomar mis pertenencias abandoné la misteriosa casa, corriendo a través de la tormenta con una campera enrollada en mi cara. Con una trayectoria en línea recta pude llegar hasta una casa que estaba casi totalmente ocultada por la gran cantidad de arena que golpeaba contra la fachada. Sin pensarlo entré al lugar para refugiarme de la tormenta. Al adentrarme allí pude ver como esta estructura era algo parecido a una taberna, mientras caminaba en dirección a la barra, pude ver la escasa cantidad de gente que había en el lugar. A pesar, estaba sentado en la barra un hombre curioso de cabello blanco que vi desde sus espaldas. Posicionándome a su derecha, me senté en uno de los bancos del bar, pidiéndole al cantinero que me trajera un jugo de uva helado. Al parecer el hombre se dirigió rápidamente hacia el interior de la cocina para preparar mi pedido, por otro lado yo con mi mirada aún hacia el frente, dije refiriéndome al desconocido:"¿Que hace un hombre como tú en un lugar tan vacío como este?".
Luego de tomar mis pertenencias abandoné la misteriosa casa, corriendo a través de la tormenta con una campera enrollada en mi cara. Con una trayectoria en línea recta pude llegar hasta una casa que estaba casi totalmente ocultada por la gran cantidad de arena que golpeaba contra la fachada. Sin pensarlo entré al lugar para refugiarme de la tormenta. Al adentrarme allí pude ver como esta estructura era algo parecido a una taberna, mientras caminaba en dirección a la barra, pude ver la escasa cantidad de gente que había en el lugar. A pesar, estaba sentado en la barra un hombre curioso de cabello blanco que vi desde sus espaldas. Posicionándome a su derecha, me senté en uno de los bancos del bar, pidiéndole al cantinero que me trajera un jugo de uva helado. Al parecer el hombre se dirigió rápidamente hacia el interior de la cocina para preparar mi pedido, por otro lado yo con mi mirada aún hacia el frente, dije refiriéndome al desconocido:"¿Que hace un hombre como tú en un lugar tan vacío como este?".
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Pude sentir como una presencia entraba al deshabitado y vacío lugar en el que me encontraba, haciendo que una parte de mí rápidamente tomase interés, pues no debía ser muy común que la gente se pasase por aquellos lugares tan insólitos. Podía oír como sus pasos hacían crujir la vieja madera que se situaba bajo nuestros pies y a su vez lo acercaban más y más hasta mi posición, como si este buscase algo en ella. Claramente lo hacía, quién en su sano juicio entraría en una taberna si no tenía intenciones de pedir alguna bebida, pero me resulto curioso que en lugar de sentarse en un lugar a alejado como casi cualquier haría tomase el taburete que estaba a mi derecha, además de su extraño pedido para una taberna.
Preguntas y más preguntas, no entendía como alguien que ni tan siquiera se había presentado iba preguntándole a otros cuales eran sus intenciones al encontrarse en semejante lugar. — ¡Oi, mocoso! Qué tal si antes de empezar a interrogar a alguien te presentas, ¿no crees que sería una buena idea? — Le reproché mientras me dejaba caer sobre la barra e ignoraba por completo lo que el joven había dicho. Ni si quiera me había girado a echar un vistazo a como era, pero tampoco tenía muchas ganas de hacerlo después de ver las formas con las que había venido.— Jefe, sigo esperando mi bebida y la respuesta a mi pregunta. — Grité mientras estaba recostado tratando de llamar la atención del camarero que había entrado a la cocina en busca de algo y en respuesta a ello pude oír un fuerte estruendo de algunas cosas cayendo al suelo.
Parecía que no iba a obtener las respuestas que buscaba, al menos no sin encontrar algunos problemas antes, pues tras mis gritos los pocos tipos que se encontraban en el lugar se alzaron y comenzaron a caminar hacia mí. Aquello no podía acabar en nada bueno y la verdad es que yo no tenía ganas de ensuciarme, pero si no quedaba otra tendría que sacar la basura del local. — Yo que vosotros no daría ni un paso más si no queréis acabar siendo cadáveres en medio del desierto. — Murmuré de modo que nadie a excepción del joven que se sentaba a mi lado podría haberlo oído, no quería pelear, sin embargo no iba a permitir que aquellos tipos se fueran de rositas después de haberme hecho perder el tiempo y haber dificultado mi investigación.
Se estaban acercando cada vez más y apenas estaban a dos paso de mí, los tres iban a atacarme a la vez tratando así de neutralizarme aprovechándose de su ventajoso número, no obstante nada más lejos de lo que iba acontecer. — Os lo advertí — Susurré mientras echaba mano a la guadaña que descansaba a mi izquierda tomándola con esa misma mano a mitad camino entre la cabeza y el pomo para segundos después dar un salto hacía atrás y caer sobre el que estaba en medio de los tres maleantes, pero que a diferencia de los otros dos aún conservaba su cuerpo completamente intacto. Al igual que el primero los otros dos cayeron al suelo posiblemente al darse cuenta de que sus tripas y su cabeza ya no estaban donde les correspondía. — Volveré a preguntar... ¿Qué esta pasando en la ciudad? ¿Qué esta pasando en Arabasta? — Pregunté mientras me encontraba sentado sobre el cuerpo del único que quedaba con vida, impidiendo que este se moviese clavando la punta de la guadaña en el suelo junto a su cuello. — ¡Jefe, igual necesita una fregona! —
Preguntas y más preguntas, no entendía como alguien que ni tan siquiera se había presentado iba preguntándole a otros cuales eran sus intenciones al encontrarse en semejante lugar. — ¡Oi, mocoso! Qué tal si antes de empezar a interrogar a alguien te presentas, ¿no crees que sería una buena idea? — Le reproché mientras me dejaba caer sobre la barra e ignoraba por completo lo que el joven había dicho. Ni si quiera me había girado a echar un vistazo a como era, pero tampoco tenía muchas ganas de hacerlo después de ver las formas con las que había venido.— Jefe, sigo esperando mi bebida y la respuesta a mi pregunta. — Grité mientras estaba recostado tratando de llamar la atención del camarero que había entrado a la cocina en busca de algo y en respuesta a ello pude oír un fuerte estruendo de algunas cosas cayendo al suelo.
Parecía que no iba a obtener las respuestas que buscaba, al menos no sin encontrar algunos problemas antes, pues tras mis gritos los pocos tipos que se encontraban en el lugar se alzaron y comenzaron a caminar hacia mí. Aquello no podía acabar en nada bueno y la verdad es que yo no tenía ganas de ensuciarme, pero si no quedaba otra tendría que sacar la basura del local. — Yo que vosotros no daría ni un paso más si no queréis acabar siendo cadáveres en medio del desierto. — Murmuré de modo que nadie a excepción del joven que se sentaba a mi lado podría haberlo oído, no quería pelear, sin embargo no iba a permitir que aquellos tipos se fueran de rositas después de haberme hecho perder el tiempo y haber dificultado mi investigación.
Se estaban acercando cada vez más y apenas estaban a dos paso de mí, los tres iban a atacarme a la vez tratando así de neutralizarme aprovechándose de su ventajoso número, no obstante nada más lejos de lo que iba acontecer. — Os lo advertí — Susurré mientras echaba mano a la guadaña que descansaba a mi izquierda tomándola con esa misma mano a mitad camino entre la cabeza y el pomo para segundos después dar un salto hacía atrás y caer sobre el que estaba en medio de los tres maleantes, pero que a diferencia de los otros dos aún conservaba su cuerpo completamente intacto. Al igual que el primero los otros dos cayeron al suelo posiblemente al darse cuenta de que sus tripas y su cabeza ya no estaban donde les correspondía. — Volveré a preguntar... ¿Qué esta pasando en la ciudad? ¿Qué esta pasando en Arabasta? — Pregunté mientras me encontraba sentado sobre el cuerpo del único que quedaba con vida, impidiendo que este se moviese clavando la punta de la guadaña en el suelo junto a su cuello. — ¡Jefe, igual necesita una fregona! —
Carmelo B.Volpi
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Al parecer el hombre de cabello blanco no quiso contestar mi pregunta a excepción de decirme que no me había presentado de buena manera. Al parecer luego de que dijera esas palabras, los pocos hombres que se encontraban en la taberna se pararon para intentar capturarlo por alguna razón que yo desconocía. Estos hombres no tardaron en ser derrotados por el poderoso peliblanco que no se encontraba más a mi lado, sino que había saltado hacia atrás y luego de caer en sima de uno de los hombres, cortó la cabeza de los otros dos con su guadaña.
Esta acción de Kuroi me sorprendió, ya que sabía que era un hombre importante por las noticias, pero no sabía su verdadero potencial vivido en persona. El hombre de pelo blanco le preguntó al tabernero que contestara su anterior pregunta. Este estaba en la cocina y venía en dirección a la barra, pero antes de que lograra llegar, sin mirar hacia atrás le dije al sanguinario:"Mi identidad no es importante ya que aún no soy nadie... pero mi nombre es Carmelo B.Volpi. Reconozco tu rostro como uno de los miembros de una banda pirata interesante... nuevamente preguntare... ¿que haces en un lugar tan vacío como este? , ya que una persona como tú no estaría aquí de no ser por algún tipo de pedido o misión. Ah, me olvidaba... el cantinero no puede contestar aún tu pregunta ya que esta atendiendo mi pedido, luego pregúntale lo que quieras..."
Cuando terminé de pronunciar esas palabras, el camarero volvió a la barra con mi jugo y luego de agarrarlo con mis manos, roté el banco de la barra un poco, quedando así frente al brujo blanco mientras saboreaba mi tan querido jugo de uva helado.
Esta acción de Kuroi me sorprendió, ya que sabía que era un hombre importante por las noticias, pero no sabía su verdadero potencial vivido en persona. El hombre de pelo blanco le preguntó al tabernero que contestara su anterior pregunta. Este estaba en la cocina y venía en dirección a la barra, pero antes de que lograra llegar, sin mirar hacia atrás le dije al sanguinario:"Mi identidad no es importante ya que aún no soy nadie... pero mi nombre es Carmelo B.Volpi. Reconozco tu rostro como uno de los miembros de una banda pirata interesante... nuevamente preguntare... ¿que haces en un lugar tan vacío como este? , ya que una persona como tú no estaría aquí de no ser por algún tipo de pedido o misión. Ah, me olvidaba... el cantinero no puede contestar aún tu pregunta ya que esta atendiendo mi pedido, luego pregúntale lo que quieras..."
Cuando terminé de pronunciar esas palabras, el camarero volvió a la barra con mi jugo y luego de agarrarlo con mis manos, roté el banco de la barra un poco, quedando así frente al brujo blanco mientras saboreaba mi tan querido jugo de uva helado.
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Palabras y comentarios vacíos provenientes de un joven carente de ningún tipo de moral ni ética, un chico capaz de ver morir gente frente a sus ojos sin horrorizarse en lo más mínimo, al parecer los jóvenes de hoy en día están más preparados que yo cuando empecé mis viajes. Una presentación tardía y molesta, la verdad es que había algo en aquel rubio que me molestaba tanto que empezaban a entrarme ganas de adornar el suelo y las paredes del lugar con su sangre, pero aprovecharme de los pequeñines no era lo mío. Aquella actitud suya haciendo como si me conociese no hacía más que enervarme aún más y darme más ganas de hacer lo anteriormente nombrado y por si eso no fuera suficiente también estaba ese tonito con él que me hablaba, un tono que resultaba bastante molesto.
Necesitaba calmarme o acabaría con aquel estúpido crío en el acto así que tomé un cigarrillo del cajetín que descansaba en mi bolsillo y lo prendí con el encendedor que acompañaba al recipiente para poco después darle un par de caladas. — ¿Sabes? Odio a la gente que se cree que me conoce y que mucho más habla de mí y mi pasado como si lo conociese. No me importa de que me conozcas, ni tampoco te lo he preguntado, pero sí, soy quién dices y respecto a que estoy haciendo, creo y solo creo que a menos que me obligues a decírtelo te vas a quedar con las ganas de saberlo. Por otro lado, qué trae a un mocoso como tú a una ciudad perdida en medio del desierto y que por encima de eso va haciendo preguntas a completos extraños. — Le espeté mientras seguía sentado sobre aquel tipo que emitía diversos quejidos por mis movimientos sobre su espalda. — Ahora me pondré contigo basura, estamos hablando los mayores. — Le dije al rufián debajo mía mientras movía la guadaña más y más cerca de su cara. Aquella basura dudaba que pudiese decirme gran cosa, pero seguro que alguna pista más podían darme para acercarme a mi objetivo. — Y bien... ¿Qué esta pasando en la ciudad, escoria? —
Un gran silencio inundó el lugar y el camarero volvió a entrarse a la cocina en vista de que mi pregunta se había redirigido hacía los maleantes que habían tratado de silenciarme. — ¡Te estoy preguntando! — Dije segundos antes de clavar un cuchillo que deslicé rápidamente de la parte interior de mi chaqueta clavándolo en su pierna. — Si no te das prisa me temo que terminaré por preguntarle a un cadáver. — Mientras aquel tipo trataba de articular palabras volví la mirada hacía mi pequeño compañero en busca de las respuesta que le había pedido.
Necesitaba calmarme o acabaría con aquel estúpido crío en el acto así que tomé un cigarrillo del cajetín que descansaba en mi bolsillo y lo prendí con el encendedor que acompañaba al recipiente para poco después darle un par de caladas. — ¿Sabes? Odio a la gente que se cree que me conoce y que mucho más habla de mí y mi pasado como si lo conociese. No me importa de que me conozcas, ni tampoco te lo he preguntado, pero sí, soy quién dices y respecto a que estoy haciendo, creo y solo creo que a menos que me obligues a decírtelo te vas a quedar con las ganas de saberlo. Por otro lado, qué trae a un mocoso como tú a una ciudad perdida en medio del desierto y que por encima de eso va haciendo preguntas a completos extraños. — Le espeté mientras seguía sentado sobre aquel tipo que emitía diversos quejidos por mis movimientos sobre su espalda. — Ahora me pondré contigo basura, estamos hablando los mayores. — Le dije al rufián debajo mía mientras movía la guadaña más y más cerca de su cara. Aquella basura dudaba que pudiese decirme gran cosa, pero seguro que alguna pista más podían darme para acercarme a mi objetivo. — Y bien... ¿Qué esta pasando en la ciudad, escoria? —
Un gran silencio inundó el lugar y el camarero volvió a entrarse a la cocina en vista de que mi pregunta se había redirigido hacía los maleantes que habían tratado de silenciarme. — ¡Te estoy preguntando! — Dije segundos antes de clavar un cuchillo que deslicé rápidamente de la parte interior de mi chaqueta clavándolo en su pierna. — Si no te das prisa me temo que terminaré por preguntarle a un cadáver. — Mientras aquel tipo trataba de articular palabras volví la mirada hacía mi pequeño compañero en busca de las respuesta que le había pedido.
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Al parecer Kuroi no estaba allí para hablar o hacer ningún tipo de bromas, me amenazó incluso de muerte si no dejaba de hacer preguntas como si lo conociese de toda la vida, al parecer no le gustaba hablar mucho al respecto. Segundos después de intentar intimidarme, el brujo blanco clavó un cuchillo en la pierna del tabernero porque este no le contestó su pregunta. Por alguna razón el camarero no quería hablar de eso por motivos que yo desconocía, pero no quería ver morir al hombre que tan amablemente me había servido mi amado jugo de uva, por lo tanto caminé hasta la barra, y mientras hacía señas al tabernero que entrara en su cocina, me dispuse a sentarme en el taburete en el que me había sentado minutos antes.
Mientras observaba al sanguinario, notaba en su mirada retorcida las ganas de acabar con mi vida, y aunque no dudaba que podía acabar con ella por su gran poder, no le tenía miedo a este suceso ya que en mi pasado mi cabeza ya había muerto, pero como siempre lo hago, renací y no tengo ninguna forma de morir, siempre vuelvo y termino mis trabajos, arreglando mis asuntos y terminando con las vidas de los que se interponen. Pero a pesar que no temía a una batalla con el peliblanco, si podía evitarla sería mucho mejor, por lo que dije en voz más amigable pero igual de firme:"No se porque intentas matar a todos... no estoy en contra de asesinar pero... ¿porque sí?, a pesar de que quieras obtener una respuesta no debes cobrar vidas así como así para obtenerlo, y si realmente quieres saber lo que pasa en este pueblo... un hombre llamado "Runkur" atormenta a los habitantes, robándoles y matándolos. Este hombre tiene una base cerca de la ciudad pero ninguno de los soldados del rey se anima a adentrarse allí, pero bueno... no creo que realmente te importe el tema ya que matas tantos habitantes del pueblo como él..."
Mis palabras no eran mentira, aunque si un poco exageradas y directas, ese hombre peligroso si existía, pero en realidad el rey aún no se enteraba de su existencia por el hecho de que formó una franja de asesino que matan a todas las personas que intentan salir del pueblo, por esa razón el rey nunca fue informado de la situación, estos hombres asesinos se dice que son imperceptibles en la arena y que son asesinos rápidos que no dejan rastros. Pero bueno... eso no debía de preocuparme ahora ya que si la situación avanzaba como hasta ahora, Kuroi iría directamente a por mi cabeza, pero si aún conservaba un poco de la suya, se aguantaría las ganas de matarme para colaborar con mi misión de salir del pueblo con vida, asesinando a estos asesinos de la arena.
Mientras observaba al sanguinario, notaba en su mirada retorcida las ganas de acabar con mi vida, y aunque no dudaba que podía acabar con ella por su gran poder, no le tenía miedo a este suceso ya que en mi pasado mi cabeza ya había muerto, pero como siempre lo hago, renací y no tengo ninguna forma de morir, siempre vuelvo y termino mis trabajos, arreglando mis asuntos y terminando con las vidas de los que se interponen. Pero a pesar que no temía a una batalla con el peliblanco, si podía evitarla sería mucho mejor, por lo que dije en voz más amigable pero igual de firme:"No se porque intentas matar a todos... no estoy en contra de asesinar pero... ¿porque sí?, a pesar de que quieras obtener una respuesta no debes cobrar vidas así como así para obtenerlo, y si realmente quieres saber lo que pasa en este pueblo... un hombre llamado "Runkur" atormenta a los habitantes, robándoles y matándolos. Este hombre tiene una base cerca de la ciudad pero ninguno de los soldados del rey se anima a adentrarse allí, pero bueno... no creo que realmente te importe el tema ya que matas tantos habitantes del pueblo como él..."
Mis palabras no eran mentira, aunque si un poco exageradas y directas, ese hombre peligroso si existía, pero en realidad el rey aún no se enteraba de su existencia por el hecho de que formó una franja de asesino que matan a todas las personas que intentan salir del pueblo, por esa razón el rey nunca fue informado de la situación, estos hombres asesinos se dice que son imperceptibles en la arena y que son asesinos rápidos que no dejan rastros. Pero bueno... eso no debía de preocuparme ahora ya que si la situación avanzaba como hasta ahora, Kuroi iría directamente a por mi cabeza, pero si aún conservaba un poco de la suya, se aguantaría las ganas de matarme para colaborar con mi misión de salir del pueblo con vida, asesinando a estos asesinos de la arena.
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¿Quién se creía que era aquel chico? Acaso se pensaba que aquellos tres hombres que me habían atacado eran inocentes lugareños... De verdad que a veces me sorprendía la inocencia de algunos seres humanos, ¿es qué no veían la verdad qué se ocultaba tras esa errónea idea de justicia que tanto ansiaban defender? En cualquier caso parecía que aquel tipo había malinterpretado completamente mis intenciones y al oír su respuesta una sonrisa se dibujo en mi cara. — Por fin alguien que dice algo útil y que me interesa. Me temo amigo mío — dije refiriéndome al rufián sobre el que estaba sentado — que ha llegado tu hora, así que disfruta del sueño. — Tras aquello clavé la punta de la hoja de la guadaña en su nuca, gritos y sollozos acompañaron el golpe que acabó con su vida casi instantáneamente para poco después levantarme y hacer descansar sobre mi espalda la ahora teñida guadaña.
Una larga calada inundó el local de humo, un humo poco denso y que parecía una fina neblina que cubría el lugar como si una pequeña tempestad se aproximase. — No me malinterpretes, estos no eran lugareños afables a los que he asesinado a sangre fría, sino probablemente mercenarios o moradores que atacaban el pueblo y extorsionaban a los ciudadanos. Algo raro esta ocurriendo en la isla y pienso averiguar que es, empezando por saber que tiene que decir ese tal Runkur. — Tras decir aquello me acerqué a la barra, apagando el cigarro en esta y tomando el vaso de agua que el camarero me había servido. Una vez lo había acabado cargué mi mochila y me dispuse a salir del lugar. — Coso, si te apetece algo de acción ven, tengo ganas de ver de lo que es capaz la sangre nueva. —
Salí del local esperando que el jovencito me siguiera y me encaminé hacia el desierto en busca de esa base de la que me había hablado, si alguien podía responder mis preguntas tenía que estar allí y si lo estaba las iba a conseguir.
Una larga calada inundó el local de humo, un humo poco denso y que parecía una fina neblina que cubría el lugar como si una pequeña tempestad se aproximase. — No me malinterpretes, estos no eran lugareños afables a los que he asesinado a sangre fría, sino probablemente mercenarios o moradores que atacaban el pueblo y extorsionaban a los ciudadanos. Algo raro esta ocurriendo en la isla y pienso averiguar que es, empezando por saber que tiene que decir ese tal Runkur. — Tras decir aquello me acerqué a la barra, apagando el cigarro en esta y tomando el vaso de agua que el camarero me había servido. Una vez lo había acabado cargué mi mochila y me dispuse a salir del lugar. — Coso, si te apetece algo de acción ven, tengo ganas de ver de lo que es capaz la sangre nueva. —
Salí del local esperando que el jovencito me siguiera y me encaminé hacia el desierto en busca de esa base de la que me había hablado, si alguien podía responder mis preguntas tenía que estar allí y si lo estaba las iba a conseguir.
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Según lo que me dijo mi nuevo conocido, los hombres que asesinó minutos atrás no eran más que mercenarios contratados para extorsionar a los habitantes del pueblo. Luego de convencerme de ellos tomó su arma y mató al último hombre que le quedaba, y mientras limpiaba su guadaña, se dedicó a tomar el agua que estaba en sima de la barra del tabernero.
Cuando terminó su bebida, Kuroi salió del lugar diciéndome que si quería sumarme a la búsqueda del líder de estos ataques que lo siguiera, pero según pensé, él no tendía las indicaciones para llegar a la base del líder del desierto, pero por otra parte yo si las tenía, entregadas de fuentes confiables que conocí en la capital de Arabasta. Saliendo rápidamente de la taberna, alcancé a mi compañero para intentar guiarlo por el desierto hacia la base que ansiábamos encontrar.
Avanzando por el desierto pude ver como al fondo de unas dunas, había un pequeño hangar que ya estaba casi que enterrado por toda la arena del inmenso desierto. Supuse que ese era el lugar a donde nos dirigíamos, pero si eso era cierto, éste no estaría desprotegido. Por esta razón me dispuse a observar los alrededores en busca de asesinos de la arena, y sin ver para atrás haber si mi amigo me había seguido, dije hacia mi retaguardia en voz baja y tranquila:"Debemos ir con cuidado, seguramente esté custodiada por los asesinos de Runkur".
Cuando terminó su bebida, Kuroi salió del lugar diciéndome que si quería sumarme a la búsqueda del líder de estos ataques que lo siguiera, pero según pensé, él no tendía las indicaciones para llegar a la base del líder del desierto, pero por otra parte yo si las tenía, entregadas de fuentes confiables que conocí en la capital de Arabasta. Saliendo rápidamente de la taberna, alcancé a mi compañero para intentar guiarlo por el desierto hacia la base que ansiábamos encontrar.
Avanzando por el desierto pude ver como al fondo de unas dunas, había un pequeño hangar que ya estaba casi que enterrado por toda la arena del inmenso desierto. Supuse que ese era el lugar a donde nos dirigíamos, pero si eso era cierto, éste no estaría desprotegido. Por esta razón me dispuse a observar los alrededores en busca de asesinos de la arena, y sin ver para atrás haber si mi amigo me había seguido, dije hacia mi retaguardia en voz baja y tranquila:"Debemos ir con cuidado, seguramente esté custodiada por los asesinos de Runkur".
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¿De verdad me estaba sugiriendo como debía hacer las cosas un chico que probablemente seguía haciéndoselo en los pantalones? Ignoré por completo el comentario de mi molesto acompañante y continué mi camino sin cambiar mi estrategia, si aquellos bandidos estaban allí entraría por la puerta principal o les sepultaría las dunas encima. Poco a poco nos acercábamos a nuestro destino y nadie salía a combatirnos, ¿acaso aquellos asaltantes eran idiotas? No tenía ganas de perder el tiempo y estaba seguro que aquellos tipos no serían de ninguna ayuda para recaudar información, visto lo visto solo parecían maleantes de tercera que abusaban de los ciudadanos, así que iba siendo hora de acabar con aquella rutina.
— Será mejor que te agarres quizás la cosa empiece a ponerse un poco movidita de un momento a otro. — Le advertí por simple educación, pues tan pronto como acabé de hablar pegué una patada al suelo y un seísmo empezó a azotar la zona desenfrenadamente. Estábamos a apenas unos metros de aquel hangar bajo las dunas y tan pronto empezaron los temblores los bandidos empezaron a salir del lugar, parecía que las ratas temían un temblorcito de nada. Tras un minuto una docena de maleantes habían salido de la base y venían a toda velocidad hasta nuestra posición en pos de venganza, lástima que aquellos esfuerzos fuesen en vano, pues no iba a permitir que llegasen mucho más lejos.
Fue entonces cuando pensé que mi acompañante podría demostrarme que no era completo inútil o una molestia. — ¿Qué tal si te haces cargo de la basura, escoba? — Le pregunté entre risas mientras me daba la vuelta y me dirigía de vuelta hacía la ciudad, pero como no me fiaba en lo más mínimo del tipo active el mantra por si las cosas se ponían algo feas.
— Será mejor que te agarres quizás la cosa empiece a ponerse un poco movidita de un momento a otro. — Le advertí por simple educación, pues tan pronto como acabé de hablar pegué una patada al suelo y un seísmo empezó a azotar la zona desenfrenadamente. Estábamos a apenas unos metros de aquel hangar bajo las dunas y tan pronto empezaron los temblores los bandidos empezaron a salir del lugar, parecía que las ratas temían un temblorcito de nada. Tras un minuto una docena de maleantes habían salido de la base y venían a toda velocidad hasta nuestra posición en pos de venganza, lástima que aquellos esfuerzos fuesen en vano, pues no iba a permitir que llegasen mucho más lejos.
Fue entonces cuando pensé que mi acompañante podría demostrarme que no era completo inútil o una molestia. — ¿Qué tal si te haces cargo de la basura, escoba? — Le pregunté entre risas mientras me daba la vuelta y me dirigía de vuelta hacía la ciudad, pero como no me fiaba en lo más mínimo del tipo active el mantra por si las cosas se ponían algo feas.
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¿Un temblor? Este hombre estaba loco, estábamos ingresando en una base enemiga y lo primero que hizo fue llamar la atención, avisarles que estábamos allí. Y no solo eso, sino que luego de atraer a varios de los asesinos que se encontraban en los alrededores, me dijo que me encargara de ellos y se dispuso a mirar como si se tratase de una obra de teatro. La realidad era que Kuroi me cabreaba cada vez más, era sumamente arriesgado en todos sus movimientos y eso no es algo que me agradara.
Mientras pensaba todo esto, los asesinos que se habían revelado anteriormente, me rodearon y se prepararon para atacarme. - "¿Porqué siempre tengo tanta mala suerte?" - dije mirando hacia el cielo. Siempre que necesitaba mis momentos para pensar las cosas, una patrulla de hombres hostiles aparecían frente a mi. Pero ya no había más remedio, debía combatir contra esos asesinos para poder continuar con la investigación, además ¿si no podía derrotar a esos soldaditos, como pensaba alcanzar mis metas, como pensaba superarme a mi mismo?
Saqué mi espada antes de que siquiera los asesinos se dieran cuenta, y comencé a correr hacia el que tenía más cerca. Mi estrategia era fácil: correr y cortar. Y así lo hice, los 12 hombres que allí se encontraban comenzaron a correrme con sus espadas en mano, pero por más que lo intentaran, yo era mucho más rápido que ellos, así que mientras corría, me enfrentaba uno por uno contra esos simples soldados, corte al cuello, estocadas, cortes en el torso, de esa manera, uno por uno de esos hombres comenzaron a caer mientras avanzaba y cortaba al siguiente.
Después de unos pocos segundos, no quedaba ninguno de ellos con la capacidad de seguir peleando y mi espada estaba totalmente roja por la sangre derramada. No era que disfrutara del matar, pero si alguien se interponía en mi camino, no dudaría nunca en acabar con su vida. Luego de limpiar mi espada en la tierra y guardarla en mi vaina, me di media vuelta y miré fijamente a Kuroi mientras le hacía señas de que siguiéramos. No era necesario que le aclarara que me hubiera gustado una ayudita, pero tampoco era necesario destacar que acabé con todos ellos en poco tiempo y supongo que fue suficiente para demostrarle al peliblanco que no soy un simple crío.
Mientras pensaba todo esto, los asesinos que se habían revelado anteriormente, me rodearon y se prepararon para atacarme. - "¿Porqué siempre tengo tanta mala suerte?" - dije mirando hacia el cielo. Siempre que necesitaba mis momentos para pensar las cosas, una patrulla de hombres hostiles aparecían frente a mi. Pero ya no había más remedio, debía combatir contra esos asesinos para poder continuar con la investigación, además ¿si no podía derrotar a esos soldaditos, como pensaba alcanzar mis metas, como pensaba superarme a mi mismo?
Saqué mi espada antes de que siquiera los asesinos se dieran cuenta, y comencé a correr hacia el que tenía más cerca. Mi estrategia era fácil: correr y cortar. Y así lo hice, los 12 hombres que allí se encontraban comenzaron a correrme con sus espadas en mano, pero por más que lo intentaran, yo era mucho más rápido que ellos, así que mientras corría, me enfrentaba uno por uno contra esos simples soldados, corte al cuello, estocadas, cortes en el torso, de esa manera, uno por uno de esos hombres comenzaron a caer mientras avanzaba y cortaba al siguiente.
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