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Akuma no mi
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El cazador corría en aquella mañana tan llena de frío. La nieve al menos había dejado de caer después de estar toda la noche dando la lata. Era algo normal en aquella isla y el rubio amaba el frío pero por desgracia era más difícil correr con el nivel de aquella cosa blanca por las rodillas. También podía considerarse mejor para entrenar. La pregunta definitiva después de todo era ¿Qué hacía allí? Después de unos malditos días en Arabasta era hora de ir a un clima más agradable y fresquito. De todas formas el pistolero se encontraba solo en el mundo. Su banda había desaparecido y ni siquiera había recibido una simple carta.
Ni siquiera Dark o cualquier otro miembro de Lupus. Se sentía extraño pues pensaba que podían haber sido asesinados pero por otra parte era ridículo no haber leído tal cosa en los periódicos. Estuvo unos veinte minutos más corriendo hasta que se cansó y acabó en una plaza del pueblo, jadeando y agotado. Pudo ver un banco de madera totalmente lleno de nieve, se dirigió hacia él y con la mano apartó la nieve para después sentarse. Ese día llevaba sus gafas de Sol como de costumbre. Su gabardina negra y su pantalón ajustado. En la cintura podían verse las fundas de sus armas de fuego y parecía bastante cansado. Algo de sudor le cayó por la frente y eso hizo que suspirase.
Terminó tumbado en el banco y con los ojos cerrados. El cazador por suerte tenía dinero y había trabajado bien en las últimas semanas. Había mejorado sus habilidades del combate y había desarrollado aún más su haki armadura, estaba orgulloso de sí mismo. Notó como algo frío tocaba su frente y se dio cuenta de que estaba nevando de nuevo. Ahora no estaba para irse a un bar o algo y decidió quedarse allí pese al frío y a la nieve. No eran muy exagerados y estaba claro que podía aguantarlos.
Ni siquiera Dark o cualquier otro miembro de Lupus. Se sentía extraño pues pensaba que podían haber sido asesinados pero por otra parte era ridículo no haber leído tal cosa en los periódicos. Estuvo unos veinte minutos más corriendo hasta que se cansó y acabó en una plaza del pueblo, jadeando y agotado. Pudo ver un banco de madera totalmente lleno de nieve, se dirigió hacia él y con la mano apartó la nieve para después sentarse. Ese día llevaba sus gafas de Sol como de costumbre. Su gabardina negra y su pantalón ajustado. En la cintura podían verse las fundas de sus armas de fuego y parecía bastante cansado. Algo de sudor le cayó por la frente y eso hizo que suspirase.
Terminó tumbado en el banco y con los ojos cerrados. El cazador por suerte tenía dinero y había trabajado bien en las últimas semanas. Había mejorado sus habilidades del combate y había desarrollado aún más su haki armadura, estaba orgulloso de sí mismo. Notó como algo frío tocaba su frente y se dio cuenta de que estaba nevando de nuevo. Ahora no estaba para irse a un bar o algo y decidió quedarse allí pese al frío y a la nieve. No eran muy exagerados y estaba claro que podía aguantarlos.
Byakuro Kyoya
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Akuma no mi
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Byakuro avanzaba por la gruesa capa de nieve sin apenas dejar rastro. Sus pies no dejaban huellas, y su silencioso movimiento le hacía parecer un espectro de las nieves. Aunque normalmente los espectros de las nieves llevaban togas blancas y holgadas, y no tres capas de ropa de abrigo, como era el caso del cazador. La verdad es que hacía bastante frío. Por suerte, toda aquella ropa le servía de protección. Así y todo, su rostro estaba enrojecido por el frío,
- Brrrrr... -el chico se frotó los protegidos brazos con fuerza, tratando de hacer que entrasen en calor. Había llegado a un pueblo de la isla, y le apetecía meterse en un lugar cálido y agradable. Una taberna o una posada estaría bien.
Se disponía a buscar alguno de estos establecimientos, cuando pasó por una pequeña plaza en la que había un banco de madera sobre el que había un cuerpo. Su aura indicaba que estaba vivo, por lo que el hecho de que pareciese estar bien con aquella poca ropa llamó la atención del albino.
- Mmmmm... ¿hola? -preguntó al tiempo que se le acercaba, curioso y olvidando momentáneamente el frío ambiental.
- Brrrrr... -el chico se frotó los protegidos brazos con fuerza, tratando de hacer que entrasen en calor. Había llegado a un pueblo de la isla, y le apetecía meterse en un lugar cálido y agradable. Una taberna o una posada estaría bien.
Se disponía a buscar alguno de estos establecimientos, cuando pasó por una pequeña plaza en la que había un banco de madera sobre el que había un cuerpo. Su aura indicaba que estaba vivo, por lo que el hecho de que pareciese estar bien con aquella poca ropa llamó la atención del albino.
- Mmmmm... ¿hola? -preguntó al tiempo que se le acercaba, curioso y olvidando momentáneamente el frío ambiental.
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Akuma no mi
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El cazador continuaba allí tumbado con los ojos cerrados. La verdad es que al no estar en movimiento estaba empezando a coger bastante frío. De todas formas cuando pensaba a dónde ir se quedó en blanco. No pudo evitar esbozar una sonrisa amable mientras soltaba una leve carcajada ahora. Soltó un largo suspiro y de repente sintió la necesidad de levantarse de aquel banco.
Sin embargo antes de que lo hiciera sintió como alguien le hablaba. No había estado atento para nada y activó su mantra lo más rápido posible. No notó nada de nada y aquello le hizo alzar una ceja. Al parecer le había saludado, él simplemente le dedicó una sonrisa calmada y levantó la mano devolviéndole el saludo con tranquilidad.
Se puso sentado en lugar de tumbado y se quedó mirando a aquel chico. Sus cabellos eran blancos como aquella nieve. No sabía quién era aquel hombre pero entonces simplemente trató de excusarse por la situación. – No pienses que soy un mendigo o algo así. Solo estaba descansando un poco hehehehe. Me llamo Kasai. Soy cazador. – El pistolero sonrió de nuevo y estiró su mano hacia aquel hombre que le había saludado. Llevaba un guante negro colocado, así evitaba el tener frío en las manos.
Sin embargo antes de que lo hiciera sintió como alguien le hablaba. No había estado atento para nada y activó su mantra lo más rápido posible. No notó nada de nada y aquello le hizo alzar una ceja. Al parecer le había saludado, él simplemente le dedicó una sonrisa calmada y levantó la mano devolviéndole el saludo con tranquilidad.
Se puso sentado en lugar de tumbado y se quedó mirando a aquel chico. Sus cabellos eran blancos como aquella nieve. No sabía quién era aquel hombre pero entonces simplemente trató de excusarse por la situación. – No pienses que soy un mendigo o algo así. Solo estaba descansando un poco hehehehe. Me llamo Kasai. Soy cazador. – El pistolero sonrió de nuevo y estiró su mano hacia aquel hombre que le había saludado. Llevaba un guante negro colocado, así evitaba el tener frío en las manos.
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