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La noche acababa de comenzar y unos pasos pudieron escucharse por aquella calle. Una silueta caminaba en la oscuridad del lugar. Vestía con una chaqueta de cuero, una enorme gabardina, pantalones vaqueros oscuros y botas. En su cinturón podían verse un par de pistolas metidas en sus fundas. Aquel tipo poseía unas gafas de Sol pese a ser de noche. Sus cabellos estaban echados hacia atrás y parecía avanzar a un ritmo lento, pero bastante seguro. Miraba a varios sitios mientras avanzaba e iba silbando tranquilamente. Se había desplazado hasta aquella isla para darse una vuelva y ver que todo estaba en orden. Debía admitir que no tenía problemas en el viaje, pues gracias a que podía teletransportarse no gastaba esfuerzo, dinero ni tiempo. El miembro del Saigo llegó a un pequeño descampado.
Fue entonces cuando Kasai ladeó la cabeza y se acercó despacio hacia él. Pudo ver una especie de colchón allí tirado y en él, un tipo dormido. Aquello le hizo tragar un poco de saliva. Se veía que tenía unas pintas pésimas, pues llevaba ropa sucia y su barba era considerable. El cazador clavó una rodilla en el suelo y dejó un millón de berries al lado de su rostro, bien tapados para que solo él los viese al despertar. Una vez hizo eso, le dio un leve toque en el hombre y le sonrió de forma amable. Sabía que no iba a despertar ni tampoco lo pretendía, pero sabía de sobra que aquello que había hecho era lo correcto. Acto seguido se dio la vuelta para irse y escuchó una voz en su cabeza, la cual le hizo sonreír de lado.
- “Bien hecho, chico. A veces me alegro de que seas tú el portador de mí poder…”
- No merezco ese tipo de halagos, Sera-san. Tan solo cumplo con lo que debería hacer un buen ciudadano de este mundo miserable. – Respondió el pistolero en voz baja.
Había visto el alma de aquel pobre mendigo y supo que no era mala persona al momento. Lo siguiente que hizo fue salir de aquel descampado y una vez en la calle notó un olor extraño. Era como si estuviesen abriendo alguna tienda cerca, pues el olor a ramen de ternera era impresionante. Aquello hizo que el tirador se relamiese despacio y comenzase a caminar despacio por la zona. Fue entonces cuando vio un local que estaba abriendo. Parecía ser nocturno y eso provocó una sonrisa ladeada en el rostro de aquel hombre.
- Creo que necesito recargar energías antes de continuar con la labor.
- Tú lo que deseas es meter grasas en tu cuerpo, Kasai-kun. Opino que si yo no puedo comer esa delicia, tú tampoco. Es la palabra de Dios. – Sonó entonces en su cabeza.
El rubio pasó de su guía y entró con toda la calma del mundo. Sabía de sobra que aquel ángel a veces era un poco cabroncete con él y le decía cosas que no tenían sentido. Como ya lo iba conociendo, sabía cuándo hacerle caso y cuando debía tomar sus palabras a broma. Nada más entrar en aquel local, pudo ver a un hombre de unos cuarenta años. Tenía el cabello corto, los ojos verdes y algunas arrugas. El tirador se sentó en la pequeña barra y mostró una sonrisa animada mientras alzaba la mano para llamar la atención de aquel hombre.
- ¡Un tazón de ramen de ternera, por favor!
El amable dependiente asintió con la cabeza y empezó a prepararlo con tranquilidad. Era el momento de tomar algo caliente y relajarse un poco después de tanto trabajo. Llevaba tiempo sin ver a Taiga o a Xemnas y echaba de menos a sus compañeros. Cada uno ocupaba una categoría del gobierno para tener todos los puestos bien vigilados de corrupción. Estaba orgulloso de tener amigos así. Mientras que uno ya era Vice-Almirante, el otro era un agente especial. Él por su parte estaba en el Saigo y tenía una fama impresionante como cazador. Juntos podían vigilar la justicia a la perfección.
- Aquí tiene su plato, señor.
Dijo el hombre colocando aquella delicia en la barra. Kasai mostró una sonrisa amable y le dio las gracias. Era el momento de comer y de sentir aquel delicioso sabor en su paladar.
Fue entonces cuando Kasai ladeó la cabeza y se acercó despacio hacia él. Pudo ver una especie de colchón allí tirado y en él, un tipo dormido. Aquello le hizo tragar un poco de saliva. Se veía que tenía unas pintas pésimas, pues llevaba ropa sucia y su barba era considerable. El cazador clavó una rodilla en el suelo y dejó un millón de berries al lado de su rostro, bien tapados para que solo él los viese al despertar. Una vez hizo eso, le dio un leve toque en el hombre y le sonrió de forma amable. Sabía que no iba a despertar ni tampoco lo pretendía, pero sabía de sobra que aquello que había hecho era lo correcto. Acto seguido se dio la vuelta para irse y escuchó una voz en su cabeza, la cual le hizo sonreír de lado.
- “Bien hecho, chico. A veces me alegro de que seas tú el portador de mí poder…”
- No merezco ese tipo de halagos, Sera-san. Tan solo cumplo con lo que debería hacer un buen ciudadano de este mundo miserable. – Respondió el pistolero en voz baja.
Había visto el alma de aquel pobre mendigo y supo que no era mala persona al momento. Lo siguiente que hizo fue salir de aquel descampado y una vez en la calle notó un olor extraño. Era como si estuviesen abriendo alguna tienda cerca, pues el olor a ramen de ternera era impresionante. Aquello hizo que el tirador se relamiese despacio y comenzase a caminar despacio por la zona. Fue entonces cuando vio un local que estaba abriendo. Parecía ser nocturno y eso provocó una sonrisa ladeada en el rostro de aquel hombre.
- Creo que necesito recargar energías antes de continuar con la labor.
- Tú lo que deseas es meter grasas en tu cuerpo, Kasai-kun. Opino que si yo no puedo comer esa delicia, tú tampoco. Es la palabra de Dios. – Sonó entonces en su cabeza.
El rubio pasó de su guía y entró con toda la calma del mundo. Sabía de sobra que aquel ángel a veces era un poco cabroncete con él y le decía cosas que no tenían sentido. Como ya lo iba conociendo, sabía cuándo hacerle caso y cuando debía tomar sus palabras a broma. Nada más entrar en aquel local, pudo ver a un hombre de unos cuarenta años. Tenía el cabello corto, los ojos verdes y algunas arrugas. El tirador se sentó en la pequeña barra y mostró una sonrisa animada mientras alzaba la mano para llamar la atención de aquel hombre.
- ¡Un tazón de ramen de ternera, por favor!
El amable dependiente asintió con la cabeza y empezó a prepararlo con tranquilidad. Era el momento de tomar algo caliente y relajarse un poco después de tanto trabajo. Llevaba tiempo sin ver a Taiga o a Xemnas y echaba de menos a sus compañeros. Cada uno ocupaba una categoría del gobierno para tener todos los puestos bien vigilados de corrupción. Estaba orgulloso de tener amigos así. Mientras que uno ya era Vice-Almirante, el otro era un agente especial. Él por su parte estaba en el Saigo y tenía una fama impresionante como cazador. Juntos podían vigilar la justicia a la perfección.
- Aquí tiene su plato, señor.
Dijo el hombre colocando aquella delicia en la barra. Kasai mostró una sonrisa amable y le dio las gracias. Era el momento de comer y de sentir aquel delicioso sabor en su paladar.
Alice Branwen
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Una silueta caminaba por aquellas calles oscuras a pasos lentos y cuidadosos. Si uno viera de cerca, parecería como si se tratase de cualquier persona normal caminando, pero la realidad era muy distinta. No, la figura tenía una misión en aquel lugar que debía cumplir, su primera misión en solitaria de hecho. Suspiró y se retiró la capucha de su cabeza, dejando que su larga cabellera nívea cayera por su espalda. Agente auxiliar, Alicia Branwen; ese era su nombre. Pausó su caminar al sentir que algo provenía de su bolso, sabiendo muy bien de lo que se trataba. Lentamente metió la mano en su bolso y sacó un DDM de este. Lo miró por algunos segundos y contestó a la llamada.
– Aquí agente auxiliar, Alice Branwen – dijo serenamente la albina.
– Alice, Lorenz acá. ¿Cómo va la misión? – dijo su mentor.
Una sonrisa apareció en el rostro de la joven al escuchar el tono preocupado de su figura paterna. Era su primera misión sola, por lo que era normal que se encontrase tan preocupado. Alice se río ligeramente y respondió con suavidad.
– Aún no lo encuentro, pero era de esperarse. Fui elegida por mis dotes de rastreo para esta misión. Deberías dejar de preocuparte, Lorenz-sensei, o un día de estos te saldrán canas – bromeó la joven.
– Sabes que me preocupo por ti, pero si esta todo bien por allí, entonces te dejo – Lorenz saludó y se despidió.
Alice suspiró con suavidad y siguió caminando mientras pensaba en los detalles de su misión. Un revolucionario se escondía en esta isla, pero al parecer ninguna persona había logrado dar con su ubicación exacta. Era allí donde su rol era más predominante. Gracias a su fruta, la joven tenía un gran sentido del olfato, por lo que, si tenía alguna prenda de la persona en cuestión, podía localizarlo rápidamente, aunque hasta ahora no había tenido suerte alguna. Estiró sus brazos y siguió caminando por aquel lugar.
En eso, un olor se hizo presente en sus fosas nasales. Su estómago comenzó a rugir al instante, por lo que empezó a mirar de donde provenía ese olor. Se trataba de una tienda de ramen, a lo que un poco de saliva escapó de sus labios. Normalmente ella no comía cosas tan pesadas, pero se encontraba muy hambrienta en ese momento. Buscar durante todo el día a una persona se le estaba haciendo pesado, además su misión no tenía tiempo límite exactamente, por lo que podía tomar un ligero descanso para reponer fuerzas.
Entró al local e inmediato diversos olores asaltaron su sentido del olfato. Alice suspiró felizmente, aunque duró algo poco al darse cuenta de cierto detalle. No habían mesas desocupadas, por lo que solo quedaba la barra desocupada. Un pequeño puchero se formó en su rostro. Derrotada, se dejó caer en el asiento de cierto hombre rubio que le parecía familiar, pero no quería pensar en eso de lo hambrienta que estaba.
– Un tazón de ramen de pollo por favor – dijo con alegría la joven peliblanca. En eso, cierto aroma invadió sus fosas nasales. Provenían del hombre tenía al lado. Se giró un poco para ver de quien se trataba, y se llevó una sorpresa. – ¿Kasai-kun? – preguntó con duda la albina, sin saber si se trataba de él o no.
– Aquí agente auxiliar, Alice Branwen – dijo serenamente la albina.
– Alice, Lorenz acá. ¿Cómo va la misión? – dijo su mentor.
Una sonrisa apareció en el rostro de la joven al escuchar el tono preocupado de su figura paterna. Era su primera misión sola, por lo que era normal que se encontrase tan preocupado. Alice se río ligeramente y respondió con suavidad.
– Aún no lo encuentro, pero era de esperarse. Fui elegida por mis dotes de rastreo para esta misión. Deberías dejar de preocuparte, Lorenz-sensei, o un día de estos te saldrán canas – bromeó la joven.
– Sabes que me preocupo por ti, pero si esta todo bien por allí, entonces te dejo – Lorenz saludó y se despidió.
Alice suspiró con suavidad y siguió caminando mientras pensaba en los detalles de su misión. Un revolucionario se escondía en esta isla, pero al parecer ninguna persona había logrado dar con su ubicación exacta. Era allí donde su rol era más predominante. Gracias a su fruta, la joven tenía un gran sentido del olfato, por lo que, si tenía alguna prenda de la persona en cuestión, podía localizarlo rápidamente, aunque hasta ahora no había tenido suerte alguna. Estiró sus brazos y siguió caminando por aquel lugar.
En eso, un olor se hizo presente en sus fosas nasales. Su estómago comenzó a rugir al instante, por lo que empezó a mirar de donde provenía ese olor. Se trataba de una tienda de ramen, a lo que un poco de saliva escapó de sus labios. Normalmente ella no comía cosas tan pesadas, pero se encontraba muy hambrienta en ese momento. Buscar durante todo el día a una persona se le estaba haciendo pesado, además su misión no tenía tiempo límite exactamente, por lo que podía tomar un ligero descanso para reponer fuerzas.
Entró al local e inmediato diversos olores asaltaron su sentido del olfato. Alice suspiró felizmente, aunque duró algo poco al darse cuenta de cierto detalle. No habían mesas desocupadas, por lo que solo quedaba la barra desocupada. Un pequeño puchero se formó en su rostro. Derrotada, se dejó caer en el asiento de cierto hombre rubio que le parecía familiar, pero no quería pensar en eso de lo hambrienta que estaba.
– Un tazón de ramen de pollo por favor – dijo con alegría la joven peliblanca. En eso, cierto aroma invadió sus fosas nasales. Provenían del hombre tenía al lado. Se giró un poco para ver de quien se trataba, y se llevó una sorpresa. – ¿Kasai-kun? – preguntó con duda la albina, sin saber si se trataba de él o no.
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El cazador tomó parte de los fideos con los palillos que le habían puesto y eso hizo que notase el delicioso sabor de la sopa tradicional de ternera. Debía admitir que tenía que hacerse a comer más de aquellas delicias. Pudo ver que había más ingredientes como huevo, algas y el típico adorno de pescado conocido como “naruto”. Lo tomó con cuidado y de un bocado lo engulló. Kasai era famoso por aparentar cuarenta años y tener menos de veinticinco. Era una putada en la mayoría de los casos, pero eso a él le daba lo mismo sinceramente. Aunque cuando estaba con gente le fastidiaba un poco. Bebió un poco del delicioso caldo y notó su garganta llenarse con aquella maravilla que le hizo ver las estrellas. Realmente empezaba a amar ese sitio y no tardó en levantarle el pulgar al dueño en señal de felicitación por lo delicioso que estaba.
No tardó en sentir la presencia de alguien sentarse a su lado, pero no le hizo mucho caso. Su manjar era lo primero y debía disfrutarlo como era debido. Masticaba despacio y casi podía sentir la necesidad de jadear. Lo próximo que hizo fue pedir un vaso de agua para ir regulando la temperatura de su boca. Entonces escuchó unas palabras que le llamaron la atención. Alguien había dicho su nombre. No tardó en girar el rostro y darse cuenta de que se trataba de la amante de los dulces. La chica peliblanca que atracó su cartea a mano desarmada a traición. En realidad fue él quien invitó, pero sin conocer la capacidad de comer que tenía la chica. Aquello hizo que mostrase una sonrisa amable y levantara la mano para saludarla con tranquilidad. Hacía bastante que no sabía de ella y quería comprobar que le iba bien.
- ¡Hola! Ha pasado un tiempo desde que nos vimos en aquella isla.
Dijo con un tono tranquilo mientras bebía un poco de su agua. El miembro del Saigo entonces le hizo una leve reverencia como cortesía y después de eso sonrió de lado. Debía admitir que su alma continuaba siendo buena y no había tomado un color negro ni nada parecido, por lo que no era mala persona. Se estiró un poco y entonces fue cuando observó que ella se había pedido un plato como el suyo pero de pollo en lugar de ternera. Eso le hizo mostrar una expresión tranquila. Significaba que no se iba a ir corriendo y eso era bueno, pues tenía que comer allí y de paso hablar.
- ¿Qué haces en este sitio?
No tardó en sentir la presencia de alguien sentarse a su lado, pero no le hizo mucho caso. Su manjar era lo primero y debía disfrutarlo como era debido. Masticaba despacio y casi podía sentir la necesidad de jadear. Lo próximo que hizo fue pedir un vaso de agua para ir regulando la temperatura de su boca. Entonces escuchó unas palabras que le llamaron la atención. Alguien había dicho su nombre. No tardó en girar el rostro y darse cuenta de que se trataba de la amante de los dulces. La chica peliblanca que atracó su cartea a mano desarmada a traición. En realidad fue él quien invitó, pero sin conocer la capacidad de comer que tenía la chica. Aquello hizo que mostrase una sonrisa amable y levantara la mano para saludarla con tranquilidad. Hacía bastante que no sabía de ella y quería comprobar que le iba bien.
- ¡Hola! Ha pasado un tiempo desde que nos vimos en aquella isla.
Dijo con un tono tranquilo mientras bebía un poco de su agua. El miembro del Saigo entonces le hizo una leve reverencia como cortesía y después de eso sonrió de lado. Debía admitir que su alma continuaba siendo buena y no había tomado un color negro ni nada parecido, por lo que no era mala persona. Se estiró un poco y entonces fue cuando observó que ella se había pedido un plato como el suyo pero de pollo en lugar de ternera. Eso le hizo mostrar una expresión tranquila. Significaba que no se iba a ir corriendo y eso era bueno, pues tenía que comer allí y de paso hablar.
- ¿Qué haces en este sitio?
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Al escuchar el tono jovial del hombre, sonrío. Había dado justo en el clavo, en verdad se trataba nada más ni nada menos que de Kasai Kuro. Hablando de buenas coincidencias, el destino en verdad se divertía jugando con sus títeres. Antes que pudiera seguir pensando, el dueño puso su tazón frente a ella. La albina cerró los ojos y olfateó el delicioso aroma que emanaba de su alimento. Se relamió despacio y atacó con fervor su plato, mostrando nuevamente su habilidad para comer rápido, pero manteniendo sus modales de señorita. En menos de un minuto, se había terminado por completo el ramen. Alice dejó escapar un suspiro de alivio y luego bebió de su vaso con agua. Aquel refrescante líquido reguló la temperatura de su garganta luego de tal plato.
Dejó el vaso en la barra, y justo escuchó la pregunta del Yonkaikyo. El semblante de Alice se puso serio y miró directamente a... las gafas del rubio. Estuvo así durante un minuto entero, y luego asintió. Técnicamente, Kasai también era parte del gobierno, por lo que no había nada de malo con contarle. Meditó unos segundos sobre como formular la respuesta, luego se lanzó.
– La verdad es que estoy de misión, debo capturar un revolucionario que anda rondando por estas islas, pero hasta ahora he tenido suerte. Es primera vez que burlan mi olfato – se rió ligeramente Alice de su comentario, ocultando como en verdad se sentía. Estaba un poco deprimida, considerando que era su primera misión en solitario y la estaba cagando de manera monumental. Era un manojo de nervios, pero la joven lograba ocultarlo bien gracias a su máscara.
– Y... ¿qué haces tu por estos lados? – preguntó con curiosidad Alice, ocultando su nerviosismo bajo su faceta de agente.
Dejó el vaso en la barra, y justo escuchó la pregunta del Yonkaikyo. El semblante de Alice se puso serio y miró directamente a... las gafas del rubio. Estuvo así durante un minuto entero, y luego asintió. Técnicamente, Kasai también era parte del gobierno, por lo que no había nada de malo con contarle. Meditó unos segundos sobre como formular la respuesta, luego se lanzó.
– La verdad es que estoy de misión, debo capturar un revolucionario que anda rondando por estas islas, pero hasta ahora he tenido suerte. Es primera vez que burlan mi olfato – se rió ligeramente Alice de su comentario, ocultando como en verdad se sentía. Estaba un poco deprimida, considerando que era su primera misión en solitario y la estaba cagando de manera monumental. Era un manojo de nervios, pero la joven lograba ocultarlo bien gracias a su máscara.
– Y... ¿qué haces tu por estos lados? – preguntó con curiosidad Alice, ocultando su nerviosismo bajo su faceta de agente.
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La peliblanca estaba buscando un criminal en aquella isla y la verdad es que lo iba a tener muy difícil. Era un sitio enorme y por si fuera poco, lleno de oscuridad. La verdad es que si tenía tiempo para hacer la misión, estaba perdiéndolo allí comiendo. Él podía presentir auras, pero si debía seleccionar almas negras, había miles. Lo primero que hizo entonces fue examinar la de las personas que comían. Todas neutrales por suerte. La del camarero era verde y eso le hizo sonreír de forma amable. Lo siguiente que hizo el pistolero fue escuchar las palabras de aquella chica albina. Si hablaba de rastrear debía de tener algo de su presa o dudaba que pudiese dar con ella. Entonces escuchó lo que dijo y eso le hizo sonreír de lado.
- Hace poco he descubierto un nuevo poder de mi faceta. Puedo telentransportarme a islas ya visitadas. Así puedo hacer la ronda por unas diez islas al día sin cansarme viajando y sin perder dinero. Es bastante útil.
Kasai le dedicó una sonrisa calmada a la muchacha y después de unos momentos soltó un pequeño suspiro. Veía a la joven como una novata pese a que tenía que ser una agente del gobierno. Eso quería decir que estaba un poco preocupado. Estuvo pensativo unos momentos y entonces miró a la chica con tranquilidad.
- Alice ¿Conoces este poder?
Fue entonces cuando el cazador se quitó el guante de la mano derecha, mostrando su piel. Apretó el puño con fuerza y algo de vapor surgió de él. En pocos segundos, un aura rojiza imbuyó su mano y acto seguido cambió a un color morado metálico. Se notaba que su entrenamiento del haki armadura era perfecto. Mostró una sonrisa ladeada y entonces tocó el hombro de la joven con dicha mano.
- Estoy seguro de que es así, pues el gobierno no suele ocultar este tipo de cosas a sus hombres. Me preguntaba si lo dominabas de una forma alta, pues sin él, no vas a poder durar más de dos días en el nuevo mundo. Creo que sabes por donde voy ¿Te apetece entrenar?
Dijo finalmente con una media sonrisa en su rostro.
- Hace poco he descubierto un nuevo poder de mi faceta. Puedo telentransportarme a islas ya visitadas. Así puedo hacer la ronda por unas diez islas al día sin cansarme viajando y sin perder dinero. Es bastante útil.
Kasai le dedicó una sonrisa calmada a la muchacha y después de unos momentos soltó un pequeño suspiro. Veía a la joven como una novata pese a que tenía que ser una agente del gobierno. Eso quería decir que estaba un poco preocupado. Estuvo pensativo unos momentos y entonces miró a la chica con tranquilidad.
- Alice ¿Conoces este poder?
Fue entonces cuando el cazador se quitó el guante de la mano derecha, mostrando su piel. Apretó el puño con fuerza y algo de vapor surgió de él. En pocos segundos, un aura rojiza imbuyó su mano y acto seguido cambió a un color morado metálico. Se notaba que su entrenamiento del haki armadura era perfecto. Mostró una sonrisa ladeada y entonces tocó el hombro de la joven con dicha mano.
- Estoy seguro de que es así, pues el gobierno no suele ocultar este tipo de cosas a sus hombres. Me preguntaba si lo dominabas de una forma alta, pues sin él, no vas a poder durar más de dos días en el nuevo mundo. Creo que sabes por donde voy ¿Te apetece entrenar?
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La albina parpadeó al escuchar el nuevo poder que el rubio había obtenido. ¿Teletransportación? Ese era un poder muy útil. A menos que viajes a una isla nueva, podrías ir a cualquier isla que se te antojase con solo pensar en ella. No te cansarías, ni tampoco tendrías que gastar dinero... aunque eso último no corría tanto con ella. Los gastos de sus viajes, principalmente los pagaba el gobierno dependiendo del caso. Si era misión, corría esa opción y todo lo necesario lo pagaba la agencia. Si era un viaje personal suyo... entonces todo el dinero tendría que salir de su bolsillo, pero no era impedimento. La peliblanca solía ganar lo suyo como agente, por lo que generalmente no tenía problema para costearse sus propias cosas. Al escuchar las palabras del rubio, parpadeó y le miró fijamente por algunos segundos.
– Si, conozco ese poder – dijo suavemente la albina. Dejó el tazón a un lado y pensó en como había obtenido exactamente aquel poder. Luego de la pelea que tuvo con Xemns y Misa, la albina había considerado que Haki era un poder muy útil para no entrenarlo. El problema era que no todos podían aprenderlo, pero para fortuna de la albina, ésta era una de las pocas personas del mundo que conseguían aprenderlo. Dominaba decentemente el Busoshoku, pero respecto al Kenbunshoku... a penas sabía usarlo de forma muy limitada. Era por esa misma razón que evitaba usar el segundo en combates, a menos que fuera absolutamente necesario. Con armadura y su fruta le bastaba y sobra por el momento.
– Luego de un combate que tuve con Misa-chan y Xemnas-kun, aprendí a como usarlo. El Busoshoku se me da bien usarlo, pero el Mantra a penas puedo usarlo de forma limitada – se explicó la albina. Al escuchar la propuesta del rubio, la agente medito un poco en como responder. Ciertamente pelear con un Yonkaikyo podría serle de muca utilidad y ganaría experiencia. Ya ganó mucho luego del combate con la capitana y el vicealmirante, pero aún tenía mucho que aprender. – Acepto el entrenamiento – finalmente dijo con una pequeña sonrisa. Lo cierto era que sería demasiado complicado luchar con un tirador, pero al menos aprendería de ese entrenamiento y eso era lo que importaba.
– Si, conozco ese poder – dijo suavemente la albina. Dejó el tazón a un lado y pensó en como había obtenido exactamente aquel poder. Luego de la pelea que tuvo con Xemns y Misa, la albina había considerado que Haki era un poder muy útil para no entrenarlo. El problema era que no todos podían aprenderlo, pero para fortuna de la albina, ésta era una de las pocas personas del mundo que conseguían aprenderlo. Dominaba decentemente el Busoshoku, pero respecto al Kenbunshoku... a penas sabía usarlo de forma muy limitada. Era por esa misma razón que evitaba usar el segundo en combates, a menos que fuera absolutamente necesario. Con armadura y su fruta le bastaba y sobra por el momento.
– Luego de un combate que tuve con Misa-chan y Xemnas-kun, aprendí a como usarlo. El Busoshoku se me da bien usarlo, pero el Mantra a penas puedo usarlo de forma limitada – se explicó la albina. Al escuchar la propuesta del rubio, la agente medito un poco en como responder. Ciertamente pelear con un Yonkaikyo podría serle de muca utilidad y ganaría experiencia. Ya ganó mucho luego del combate con la capitana y el vicealmirante, pero aún tenía mucho que aprender. – Acepto el entrenamiento – finalmente dijo con una pequeña sonrisa. Lo cierto era que sería demasiado complicado luchar con un tirador, pero al menos aprendería de ese entrenamiento y eso era lo que importaba.
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Una sonrisa surgió del rostro de Kasai. Al parecer, la joven conocía el poder del haki y ahora iban a tener un combate entretenido y amistoso. El rubio sabía que sus armas eran muy peligrosas para entrenar y por ello tenía planeado un estilo que no molestase mucho a la albina. Si apuntaba a sus piernas podía joderle un poco en sus próximas misiones y no quería aquello. Entonces fue cuando el serafín planeó algo que podía ser divertido y en su rostro no tardó en formarse una nueva sonrisa. Se colocó de pie despacio y tras dejar el dinero de los platos suyos y los de ella, salió fuera. No le importaba pagar todo, pues era su forma de ser. Avanzó un poco hasta alejarse de aquel sitio con civiles y después le mostró una sonrisa calmada. Se relamió despacio y tras unos momentos crujió los huesos de nudillos.
- No pienso ir con todo, ya que mis balas tienen reserva para las basuras del mundo y no para las personas que aprecio.
Mencionó de forma amable. Entonces le haría una señal de que iba a comenzar y se desplazaría a unos doscientos kilómetros por hora hacia ella, tratando de colocarse a su espalda. La velocidad del cazador era impresionante y no estaba ni usando el cinco por ciento. Entonces una vez estuviese detrás de ella, mostraría una sonrisa calmada. A continuación saltaría y trataría de impactarle una patada alta en la espalda, pues conocía un buen estilo cuerpo a cuerpo pese a todo. Le diese o no, saldría disparado hacia un lado y de un salto hacía una voltereta mortal hacia atrás. El rubio entonces sonrió de lado, ajustándose bien las gafas de Sol y manteniéndose calmado en todo momento. Entonces fue cuando sacó sus pistolas, pero no parecía que necesitase balas, pues les sacó los cargadores. Algo planeaba hacer con ellas y sin usarlas de la forma esperada.
- Como puedes ver, mi velocidad es algo maravilloso. Mi record antes de sentirme mal, creo que fue de dos mil kilómetros por hora o cosa así.
Mencionó un poco pensativo mientras se acariciaba la cabeza con una de sus pistolas y esperaba la reacción de la joven. Ya tenía lista su siguiente estrategia y su mantra estaba activado. Por el momento no utilizaría el haki armadura, pero estaría alerta en todo momento. Se relamió despacio y por último inclinó un poco la pierna derecha.
- No pienso ir con todo, ya que mis balas tienen reserva para las basuras del mundo y no para las personas que aprecio.
Mencionó de forma amable. Entonces le haría una señal de que iba a comenzar y se desplazaría a unos doscientos kilómetros por hora hacia ella, tratando de colocarse a su espalda. La velocidad del cazador era impresionante y no estaba ni usando el cinco por ciento. Entonces una vez estuviese detrás de ella, mostraría una sonrisa calmada. A continuación saltaría y trataría de impactarle una patada alta en la espalda, pues conocía un buen estilo cuerpo a cuerpo pese a todo. Le diese o no, saldría disparado hacia un lado y de un salto hacía una voltereta mortal hacia atrás. El rubio entonces sonrió de lado, ajustándose bien las gafas de Sol y manteniéndose calmado en todo momento. Entonces fue cuando sacó sus pistolas, pero no parecía que necesitase balas, pues les sacó los cargadores. Algo planeaba hacer con ellas y sin usarlas de la forma esperada.
- Como puedes ver, mi velocidad es algo maravilloso. Mi record antes de sentirme mal, creo que fue de dos mil kilómetros por hora o cosa así.
Mencionó un poco pensativo mientras se acariciaba la cabeza con una de sus pistolas y esperaba la reacción de la joven. Ya tenía lista su siguiente estrategia y su mantra estaba activado. Por el momento no utilizaría el haki armadura, pero estaría alerta en todo momento. Se relamió despacio y por último inclinó un poco la pierna derecha.
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Al ver que Kasai dejaba dinero en la barra, supuso que también pagó por su plato y eso hizo que me sintiera un poco mal. Suspiró y se encogió de hombros, no podía hacer nada sin parecer mala persona. Alice vio como el cazador se alejaba de allí, por lo que le siguió donde fuese que vaya a ir. Supuso que iban a un lugar alejado de los civiles y tuvo razón. La albina quedó a unos metros del rubio y se dispuso a colocarse en posición de combate, pero se dio cuenta de cierto detalle: aún tenía puesta la capucha negra. Eso le iba a estorbar en este pequeño combate, por lo que no le quedaba más remedio que desprenderse de esta. De un movimiento lo dejó a un lado, dejando ver lo que tenía debajo. Era una camisa de tirantes de color negro y unos pantalones que le llegaban un poco más abajo de las rodillas del mismo color. Tenía un estuche amarrado a una de sus piernas, donde llevaba sus utensilios médicos. Detrás tenía sus tantos en posición horizontal y una mochila amarrada a la cintura donde llevaba sus diales.
– Lo aprecio, Kasai-kun – le dije mientras dejaba mis espadas y bolsa a un lado. No lo necesitaría para este combate.
Amarró su cabello con un listón morado en una cola de caballo y se puso en posición de combate, esperando para ver que es lo que haría el rubio. Antes que la albina pudiese darse cuenta, el rubio desapareció del lugar donde se encontraba. Sus ojos se abrieron de par en par e instintivamente se giró para atrás. Al ver que el rubio se encontraba allí, de forma inconsciente levantó un brazo para protegerse. La fuerza fue tal, que el impacto le movió unos metros hacia atrás, pero la peliblanca no cayó pese a eso.
– No creía que la distancia entre nosotros era tanta – pensé mientras una gota de sudor caía por mi rostro.
Intentó mover el brazo para evaluar su daño y, para alivio de la agente, este no presentaba mayores complicaciones salvo por una pequeña dolencia en el sector golpeado. Nada que le impidiese seguir luchando. Alice suspiró y vio que Kasai había sacado unas pistolas. La joven arqueó una ceja, pero no dijo nada. No creía que el rubio fuese a ignorar su promesa, por lo que no le dio más importancia. Usando al Soru, la albina intentaría colarse detrás del agente para empezar con su ataque. Serían tres golpes: una patada a la rótula, un puñetazo en las costillas y una patada voladora a su espalda. Le diese o no, la joven se daría una voltereta hacia atrás para ver el resultado de su ataque.
– Lo aprecio, Kasai-kun – le dije mientras dejaba mis espadas y bolsa a un lado. No lo necesitaría para este combate.
Amarró su cabello con un listón morado en una cola de caballo y se puso en posición de combate, esperando para ver que es lo que haría el rubio. Antes que la albina pudiese darse cuenta, el rubio desapareció del lugar donde se encontraba. Sus ojos se abrieron de par en par e instintivamente se giró para atrás. Al ver que el rubio se encontraba allí, de forma inconsciente levantó un brazo para protegerse. La fuerza fue tal, que el impacto le movió unos metros hacia atrás, pero la peliblanca no cayó pese a eso.
– No creía que la distancia entre nosotros era tanta – pensé mientras una gota de sudor caía por mi rostro.
Intentó mover el brazo para evaluar su daño y, para alivio de la agente, este no presentaba mayores complicaciones salvo por una pequeña dolencia en el sector golpeado. Nada que le impidiese seguir luchando. Alice suspiró y vio que Kasai había sacado unas pistolas. La joven arqueó una ceja, pero no dijo nada. No creía que el rubio fuese a ignorar su promesa, por lo que no le dio más importancia. Usando al Soru, la albina intentaría colarse detrás del agente para empezar con su ataque. Serían tres golpes: una patada a la rótula, un puñetazo en las costillas y una patada voladora a su espalda. Le diese o no, la joven se daría una voltereta hacia atrás para ver el resultado de su ataque.
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El pistolero continuaba observando a la joven con calma. Su patada había logrado desplazarla un poco y eso le hizo mostrar una sonrisa amable. Era curioso que no pudiese entrenar con nadie y aun así lo estuviese haciendo. Él usaba armas de fuego y con eso no se podía divertir, pues podía matar sin querer a alguien. Por primera vez delante de la chica, se quitó sus gafas de Sol, dejando ver unos orbes dorados intensos. Casi parecían brillar y entonces fue cuando hizo que sus armas apuntasen al suelo, pues contaba con las balas de las recamaras. Mostró una expresión seria y después esperó el ataque de la joven. Con su haki de observación pudo saber la trayectoria del movimiento y por ello habló en un tono calmado cuando la tuvo a su espalda de aquella forma.
- Eres rápida, Alice-chan…
El cazador apretó los gatillos de sus pistolas, imbuyendo las balas en energía explosiva e impactando estos en el suelo mientras él saltaba con ganas. Se impulsó un poco gracias a la explosión, tratando de quemar un poco a la albina. Evadió los golpes de esa forma y a continuación colocó los brazos en equis. La última patada impactó en él y eso provocó que cayese al suelo de forma violenta. Su espalda notó un intenso dolor debido a que se raspó un poco y entonces se levantó de forma ágil. Se quedó de pie y con algo de fuego en sus tobillos, los cuales apagó con unas patadas rápidas así mismo. Notaba el dolor de las quemaduras, pero había sido necesario para evadir aquel ataque. Como dijo, sus balas no eran para la joven, pero sí para él y para el entorno. Mostró una sonrisa ladeada y entonces soltó un pequeño suspiro.
- Mi turno…
El pistolero entonces se desplazó a toda velocidad hacia la chica, cogiendo tal distancia, que parecería que había desaparecido. Se colocó esta vez en su lado derecho e imbuyó su puño derecho en haki armadura, tomando su carne un tono morado oscuro. Entonces trató de impactar sus nudillos contra el rostro de la chica de forma violenta. A medio camino su puño se frenó en seco y no pudo evitar chasquear un momento la lengua al no terminar su ataque. Retrocedió lo que pudo y tomó una de las sillas del local, lanzándola de forma violenta contra la joven y suspirando después un poco.
- “¿Qué ocurre?”
- No es nada…
- Eres rápida, Alice-chan…
El cazador apretó los gatillos de sus pistolas, imbuyendo las balas en energía explosiva e impactando estos en el suelo mientras él saltaba con ganas. Se impulsó un poco gracias a la explosión, tratando de quemar un poco a la albina. Evadió los golpes de esa forma y a continuación colocó los brazos en equis. La última patada impactó en él y eso provocó que cayese al suelo de forma violenta. Su espalda notó un intenso dolor debido a que se raspó un poco y entonces se levantó de forma ágil. Se quedó de pie y con algo de fuego en sus tobillos, los cuales apagó con unas patadas rápidas así mismo. Notaba el dolor de las quemaduras, pero había sido necesario para evadir aquel ataque. Como dijo, sus balas no eran para la joven, pero sí para él y para el entorno. Mostró una sonrisa ladeada y entonces soltó un pequeño suspiro.
- Mi turno…
El pistolero entonces se desplazó a toda velocidad hacia la chica, cogiendo tal distancia, que parecería que había desaparecido. Se colocó esta vez en su lado derecho e imbuyó su puño derecho en haki armadura, tomando su carne un tono morado oscuro. Entonces trató de impactar sus nudillos contra el rostro de la chica de forma violenta. A medio camino su puño se frenó en seco y no pudo evitar chasquear un momento la lengua al no terminar su ataque. Retrocedió lo que pudo y tomó una de las sillas del local, lanzándola de forma violenta contra la joven y suspirando después un poco.
- “¿Qué ocurre?”
- No es nada…
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– Así que para eso servían las pistolas – pensó la albina con algo de asombro en su voz.
Kasai tenía muy buenos reflejos, o simplemente tenía el Kenbunshoku bastante entrenado. Usando las pistolas, el cazador apuntó al suelo y creó una explosión que hizo que el rubio se impulsase hacia atrás. Puesto que aquella defensa le tomó por sorpresa, no pudo esquivar del todo eso y terminó quemándose las piernas un poco. No eran tan serias, pero el ardor molestaría un poco. De todas formas, la patada consiguió impactarle y el rubio cayó al suelo, aunque igual se levantó de forma ágil. Ahora que la distancia los separaba, pudo ver por primera vez el color de sus ojos, y deseó no haberlo hecho. Un estremecimiento recorrió su espalda al recordar a cierta persona, pero luego alejó ese recuerdo de sus pensamientos. No era el lugar ni el momento para pensar en cosas del pasado.
En eso, la albina escuchó las palabras del rubio. Sacudió su cabeza y se colocó en posición defensiva, preparándose para el inminente ataque del cazador. Sin embargo, antes que pudiese darse cuenta, el hombre ya se encontraba justo a su lado, preparando un ataque. Los ojos de la agente se abrieron de par en par, sabiendo muy bien que no podría defender de un ataque como ese. Solo quedaba intentar aguantar el dolor lo mas que podía. En eso, el puño del cazador se detuvo a centímetros del rostro de la albina. Ésta miró de forma perpleja el puño recubierto en Haki que tenía enfrente. ¿Por qué se detuvo? Le tenía donde quería, por lo que no encontraba explicación a eso que hizo.
Usando el Kami-e, esquivó con facilidad aquella silla que le tiró el cazador. Alice frunció el ceño y miró confusamente al rubio. La joven no tenía intenciones de atacar por el momento, y eso se notaba en su postura. No encontraba explicación al porque se contuvo de esa forma, por lo que no quedaba otra que preguntarle directamente.
– Ne... ¿Qué fue eso de antes? – preguntó de forma algo perpleja la joven agente. Verdaderamente, la curiosidad del porqué se contuvo le estaba comiendo por dentro y no podía seguir peleando de momento.
Kasai tenía muy buenos reflejos, o simplemente tenía el Kenbunshoku bastante entrenado. Usando las pistolas, el cazador apuntó al suelo y creó una explosión que hizo que el rubio se impulsase hacia atrás. Puesto que aquella defensa le tomó por sorpresa, no pudo esquivar del todo eso y terminó quemándose las piernas un poco. No eran tan serias, pero el ardor molestaría un poco. De todas formas, la patada consiguió impactarle y el rubio cayó al suelo, aunque igual se levantó de forma ágil. Ahora que la distancia los separaba, pudo ver por primera vez el color de sus ojos, y deseó no haberlo hecho. Un estremecimiento recorrió su espalda al recordar a cierta persona, pero luego alejó ese recuerdo de sus pensamientos. No era el lugar ni el momento para pensar en cosas del pasado.
En eso, la albina escuchó las palabras del rubio. Sacudió su cabeza y se colocó en posición defensiva, preparándose para el inminente ataque del cazador. Sin embargo, antes que pudiese darse cuenta, el hombre ya se encontraba justo a su lado, preparando un ataque. Los ojos de la agente se abrieron de par en par, sabiendo muy bien que no podría defender de un ataque como ese. Solo quedaba intentar aguantar el dolor lo mas que podía. En eso, el puño del cazador se detuvo a centímetros del rostro de la albina. Ésta miró de forma perpleja el puño recubierto en Haki que tenía enfrente. ¿Por qué se detuvo? Le tenía donde quería, por lo que no encontraba explicación a eso que hizo.
Usando el Kami-e, esquivó con facilidad aquella silla que le tiró el cazador. Alice frunció el ceño y miró confusamente al rubio. La joven no tenía intenciones de atacar por el momento, y eso se notaba en su postura. No encontraba explicación al porque se contuvo de esa forma, por lo que no quedaba otra que preguntarle directamente.
– Ne... ¿Qué fue eso de antes? – preguntó de forma algo perpleja la joven agente. Verdaderamente, la curiosidad del porqué se contuvo le estaba comiendo por dentro y no podía seguir peleando de momento.
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El rubio permaneció calmado mientras sus armas brillaban en un tono azulado, formando esferas en los cañones de ellas y dando la sensación de estar cargándose, aunque no habiendo balas dentro era algo escénico. El pistolero ocultó sus armas tras unos momentos y se colocó en posición de combate, esperando el posible movimiento de la peliblanca. El esquive de la silla había sido bueno y eso le hizo soltar un pequeño suspiro. Su brazo morado permaneció en aquel tono, pues no veía necesidad de desactivar el maravilloso poder del haki armadura. Mostró una expresión calmada y acto seguido apretó ambos puños. Era el turno de la osita y sus actitudes de la velocidad estaban listas en todo momento para ser activadas. Se relamió despacio unos momentos y acto seguido notó una pequeña incomodidad.
La pelea había sido interrumpida por las palabras de la joven y aquello hizo que el cazador ladease la cabeza. Preguntó lo que había pasado anteriormente y en ese momento el serafín cerró los ojos despacio, abriéndolos después de golpe y mostrándose relajado. Su mirada divina tenía el poder de intimidar como si fuese una especie de haki del rey, pero no veía justo usarlo con ella. Además de que no deseaba que le tuviese miedo. El miembro del Saigo se quedó pensativo sin saber responderle y entonces fue cuando se colocó de nuevo sus gafas de Sol. La chaqueta del pistolero ondeó un poco con el viento y entonces fue cuando soltó un suspiro considerable, dispuesto a contestarle.
- Me cuesta atacarte y no creo que pudiera dañarte mucho. Me es muy difícil golpear a las personas que aprecio… – Confesó en un tono calmado.
Entonces se arrepintió de haber pedido el entrenamiento, pues él pensaba que la joven podría mantenerlo a raya, pero su velocidad era monstruosa a su lado. Entonces empezó a moverse a una velocidad impresionante alrededor de la joven, cambiando de posición constantemente y dando la sensación de que había varios Kasai. Finalmente se colocó tras ella y trató de colocar su mano en la cabeza de la albina, sin apretar en ningún momento. Tras eso desapareció a toda velocidad y trató de ponerse frente a ella, colocando sus dedos índice y corazón sobre la frente de ella y mirándola a través de sus gafas de Sol.
- Tengo miedo de pasarme. Ya he sido abandonado por todos mis amigos sin motivo y no querría perderte a ti, Alice. A parte de eso, no debí pedirte esto. Mi velocidad es demasiado difícil de seguir.
Una vez le dijo aquello, bajó sus dedos hasta su nariz y después a sus labios, separando su mano de ella después y dándole la espalda. El cazador entonces miró hacia el cielo nocturno, soltando un suspiro y cerrando los ojos despacio.
- Me encariño demasiado con las personas, ese es mi mayor defecto y cuando he ido a golpearte, he notado un dolor intenso en mi cabeza.
La pelea había sido interrumpida por las palabras de la joven y aquello hizo que el cazador ladease la cabeza. Preguntó lo que había pasado anteriormente y en ese momento el serafín cerró los ojos despacio, abriéndolos después de golpe y mostrándose relajado. Su mirada divina tenía el poder de intimidar como si fuese una especie de haki del rey, pero no veía justo usarlo con ella. Además de que no deseaba que le tuviese miedo. El miembro del Saigo se quedó pensativo sin saber responderle y entonces fue cuando se colocó de nuevo sus gafas de Sol. La chaqueta del pistolero ondeó un poco con el viento y entonces fue cuando soltó un suspiro considerable, dispuesto a contestarle.
- Me cuesta atacarte y no creo que pudiera dañarte mucho. Me es muy difícil golpear a las personas que aprecio… – Confesó en un tono calmado.
Entonces se arrepintió de haber pedido el entrenamiento, pues él pensaba que la joven podría mantenerlo a raya, pero su velocidad era monstruosa a su lado. Entonces empezó a moverse a una velocidad impresionante alrededor de la joven, cambiando de posición constantemente y dando la sensación de que había varios Kasai. Finalmente se colocó tras ella y trató de colocar su mano en la cabeza de la albina, sin apretar en ningún momento. Tras eso desapareció a toda velocidad y trató de ponerse frente a ella, colocando sus dedos índice y corazón sobre la frente de ella y mirándola a través de sus gafas de Sol.
- Tengo miedo de pasarme. Ya he sido abandonado por todos mis amigos sin motivo y no querría perderte a ti, Alice. A parte de eso, no debí pedirte esto. Mi velocidad es demasiado difícil de seguir.
Una vez le dijo aquello, bajó sus dedos hasta su nariz y después a sus labios, separando su mano de ella después y dándole la espalda. El cazador entonces miró hacia el cielo nocturno, soltando un suspiro y cerrando los ojos despacio.
- Me encariño demasiado con las personas, ese es mi mayor defecto y cuando he ido a golpearte, he notado un dolor intenso en mi cabeza.
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La albina se mantenía calmada y expectante ante lo que diría el rubio. Kasai cerró los ojos y luego los abrió de golpe, clavando sus dorados orbes en la figura de la joven agente. Alice parpadeó al escuchar esa respuesta y ladeó su cabeza un poco mientras tenía una sonrisa en su rostro. De modo que era eso, se sentía alagada que el pistolero le apreciase de esa forma. Por otro lado, podía entender al rubio en ese aspecto. Ella tampoco luchaba enserio con las personas que quería o apreciaba... Eso o derechamente no lo hacía. Detestaba pelear a menos que fuese por entrenamiento, peleas leves amistosas o misiones peligrosas. De todas formas, era muy difícil que usase su verdadero estilo en un combate. Pese a que solía y estaba acostumbrada a pelear cuerpo a cuerpo, su verdadera forma de combate se mostraba con sus dos espadas cortas. Era muy obvio el porqué no las usaba, ya que podía herir seriamente a alguien así. Ni con sus enemigos solía usar ambos sables, tan solo uno y era cuando no le quedaba opción alguna. Alice suspiró y se rascó un poco la cabeza mientras miraba fijamente al cazador.
En eso, el cazador volvió a ponerse los lentes y desapareció rápidamente del lugar. La albina se tensó y empezó a mirar a su alrededor para localizar al rubio, pero no tuvo oportunidad. Era tan rápido, que casi parecía como si estuviese en distintos lugares. Si bien la albina se consideraba como alguien veloz, el pistolero se encontraba en un nivel muy distinto a lo que había visto desde que se unió al gobierno. Lexy, Misa, Xemnas... ninguno de esos tres tendría chances para igualar en velocidad al Yonkaikyo.
– No queda otra que usar eso, pese a que solo lo puedo usar de forma casi nula – pensé algo desanimada.
Sin embargo, antes que pudiese usar el Kenbunshoku, Kasai apareció justo detrás suya. La albina parpadeó al notar que el rubio le tomaba de la cabeza, pero no hizo nada de presión. Acto seguido, el cazador volvió a desaparecer para luego ponerse justo en frente de ella. Alice se tensó, preparándose para lo que el rubio iba hacer... pero nunca se esperó lo que hizo a continuación. El rubio colocó sus dedos en la frente de ella. Luego los bajó por su nariz y, finalmente, sus labios. La albina escuchó las palabras del cazador y no pudo hacer otra cosa más que suspirar tristemente. Las peores cosas siempre le sucedían a las personas más buenas.
– No es un defecto, yo lo veo como algo único. Mientras tengas algo que proteger, siempre te harás más fuertes – le dijo mientras miraba el oscuro cielo. Estar así con Kasai, le hacía recordar a como solía hablar con su hermano antes que éste se distanciara. Suspiró de forma pesada. Pese a lo que hizo Keith, igual le extrañaba.
En eso, el cazador volvió a ponerse los lentes y desapareció rápidamente del lugar. La albina se tensó y empezó a mirar a su alrededor para localizar al rubio, pero no tuvo oportunidad. Era tan rápido, que casi parecía como si estuviese en distintos lugares. Si bien la albina se consideraba como alguien veloz, el pistolero se encontraba en un nivel muy distinto a lo que había visto desde que se unió al gobierno. Lexy, Misa, Xemnas... ninguno de esos tres tendría chances para igualar en velocidad al Yonkaikyo.
– No queda otra que usar eso, pese a que solo lo puedo usar de forma casi nula – pensé algo desanimada.
Sin embargo, antes que pudiese usar el Kenbunshoku, Kasai apareció justo detrás suya. La albina parpadeó al notar que el rubio le tomaba de la cabeza, pero no hizo nada de presión. Acto seguido, el cazador volvió a desaparecer para luego ponerse justo en frente de ella. Alice se tensó, preparándose para lo que el rubio iba hacer... pero nunca se esperó lo que hizo a continuación. El rubio colocó sus dedos en la frente de ella. Luego los bajó por su nariz y, finalmente, sus labios. La albina escuchó las palabras del cazador y no pudo hacer otra cosa más que suspirar tristemente. Las peores cosas siempre le sucedían a las personas más buenas.
– No es un defecto, yo lo veo como algo único. Mientras tengas algo que proteger, siempre te harás más fuertes – le dijo mientras miraba el oscuro cielo. Estar así con Kasai, le hacía recordar a como solía hablar con su hermano antes que éste se distanciara. Suspiró de forma pesada. Pese a lo que hizo Keith, igual le extrañaba.
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El pistolero escuchó las palabras de la albina y no pudo evitar mostrar una sonrisa amigable. Proteger era una palabra que le quedaba grande, pero en ello seguía, intentándolo pese a todo. La humanidad entera era su meta. Salvar a todos los inocentes y de paso conseguir que la barba no existiese más en su rostro, pero ese era otro tema aparte. Estaba muy relajado mirando el cielo con cuidado y lo siguiente que hizo fue soltar un pequeño suspiro. Sus compañeros deberían estar muertos hacía ya tiempo. Alex, a saber si en el cielo le iba bien. Soltó entonces un gruñido un poco bajo y después frunció el ceño. El jodido Émile le vino a la cabeza y claramente, su objetivo era acabar con su vida. El puto diablo merecía arder en el peor de los infiernos.
- Tengo algo que proteger y continuaré haciéndome más fuerte por ello. Mi compañera de gremio, los inocentes de todo el mundo, mis pocos colegas, y una chica bastante especial que tengo delante.
Dijo con un tono serio mientras se daba la vuelta y después le dedicaba una sonrisa a la joven albina. Realmente, la miembro del gobierno era una gran persona para él. Tenía confianza desde la última vez que pudo hablar con ella y esa noche no se había atrevido a atacar. Con Taiga no se lo pensó tanto durante aquellos años en la isla nevada y con Hinori tampoco. Otra persona a la que tenía que proteger. No tardó mucho en dar un par de pasos hacia ella y entonces le dedicó una sonrisa calmada.
- “Tú, puto pecador. Para ti no debe haber nadie especial y menos una mujer. Tú deber es centrarte en todos por igual.”
Una gotita de sudor bajó por la cabeza de Kasai cuando escuchó las palabras del serafín. Ese bicho del cielo se pensaba que el pistolero era un cura o algo así y no le permitía tratar bien a las chicas. El miembro del Saigo soltó un enorme suspiro y después volvió a mirar a la joven mientras ignoraba al serafín con tus ridículas palabras. Fue entonces cuando el pistolero trató de colocar la mano derecha en el hombro de la joven y después hablarle.
- Maldita seas, pequeña. Eres demasiado dulce y no puedo evitar querer protegerte. Aunque sé que no lo necesitas, no por estos mares.
- Tengo algo que proteger y continuaré haciéndome más fuerte por ello. Mi compañera de gremio, los inocentes de todo el mundo, mis pocos colegas, y una chica bastante especial que tengo delante.
Dijo con un tono serio mientras se daba la vuelta y después le dedicaba una sonrisa a la joven albina. Realmente, la miembro del gobierno era una gran persona para él. Tenía confianza desde la última vez que pudo hablar con ella y esa noche no se había atrevido a atacar. Con Taiga no se lo pensó tanto durante aquellos años en la isla nevada y con Hinori tampoco. Otra persona a la que tenía que proteger. No tardó mucho en dar un par de pasos hacia ella y entonces le dedicó una sonrisa calmada.
- “Tú, puto pecador. Para ti no debe haber nadie especial y menos una mujer. Tú deber es centrarte en todos por igual.”
Una gotita de sudor bajó por la cabeza de Kasai cuando escuchó las palabras del serafín. Ese bicho del cielo se pensaba que el pistolero era un cura o algo así y no le permitía tratar bien a las chicas. El miembro del Saigo soltó un enorme suspiro y después volvió a mirar a la joven mientras ignoraba al serafín con tus ridículas palabras. Fue entonces cuando el pistolero trató de colocar la mano derecha en el hombro de la joven y después hablarle.
- Maldita seas, pequeña. Eres demasiado dulce y no puedo evitar querer protegerte. Aunque sé que no lo necesitas, no por estos mares.
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Alice ladeó su cabeza a un lado y sonrío un poco, sintiéndose algo sorprendida. Pensaba que el rubio tenía cosas que proteger, pero nunca pensó que tendría metas que involucrasen a todos los inocentes del mundo. Sonrío abiertamente y miró hacia el otro lado, sintiéndose alagada que fuera importante para el cazador. Pese a su exterior dulce y amable con cualquiera, la verdad era que la joven era muy desconfiada con la mayoría de las personas. Lo sucedido en la nobleza y en el campo de concentración, le enseñaron que confiar ciegamente en los demás podría llevarte a una muerte tempranera. De todas formas, ahora sabía de sobra que el rubio era buena persona y se podía confiar en él. Solo tres... cuatro ahora lograron aquello. Dos de ellas estaban muertas, no tenía idea donde se encontraba su hermano y el otro lo tenía en frente.
– Pese a que lo necesitas, igual intentaré protegerte de todo – le respondió de vuelta.
En eso, noté que el comunicador estaba sonando. Sabiendo muy bien de quien se trataba, simplemente lo dejé estar. Suspiró de forma pesada, había olvidado por completo que se encontraba en medio de una misión. El tiempo en verdad pasaba rápido cuando te encontrabas compartiendo con alguien querido. Alice se alejó un poco y fue a por sus cosas. Recogió su dos bolsos y los dos tantos, al tiempo que volvía a ponerse su capucha negra. Viendo que todo se encontraba bien, la joven agente suspiró con pesadez y se acercó hasta el cazador. Le miró fijamente por algunos segundos y luego le dio un abrazo rápido mientras de despedía.
– Olvidé por completo que me encontraba en medio de una misión – le dijo mientras me carcajeaba levemente y se separaba de él. – Supongo que este es un adiós de momento – le dijo mientras sonreía.
Luego de eso, hizo una reverencia leve y se marchó de allí. No alcanzó a dar ni diez pasos cuando se puso algo pensativa. Se llevó una mano al mentón y luego sonrío. Se dio la vuelta y alzó la mano para llamar su atención. Supuso que podía llamarlo así luego de todo lo ocurrido.
– Hasta que nos volvamos a ver, Kasai-nii – le dijo con alegría. Acto seguido, la joven se dio la vuelta y corrió, perdiéndose entre la oscuridad de Dark Dome. Ahora tenía ganas por completar la misión y volver al cuartel para seguir aprendiendo bajo el mando de Lorenz.
– Pese a que lo necesitas, igual intentaré protegerte de todo – le respondió de vuelta.
En eso, noté que el comunicador estaba sonando. Sabiendo muy bien de quien se trataba, simplemente lo dejé estar. Suspiró de forma pesada, había olvidado por completo que se encontraba en medio de una misión. El tiempo en verdad pasaba rápido cuando te encontrabas compartiendo con alguien querido. Alice se alejó un poco y fue a por sus cosas. Recogió su dos bolsos y los dos tantos, al tiempo que volvía a ponerse su capucha negra. Viendo que todo se encontraba bien, la joven agente suspiró con pesadez y se acercó hasta el cazador. Le miró fijamente por algunos segundos y luego le dio un abrazo rápido mientras de despedía.
– Olvidé por completo que me encontraba en medio de una misión – le dijo mientras me carcajeaba levemente y se separaba de él. – Supongo que este es un adiós de momento – le dijo mientras sonreía.
Luego de eso, hizo una reverencia leve y se marchó de allí. No alcanzó a dar ni diez pasos cuando se puso algo pensativa. Se llevó una mano al mentón y luego sonrío. Se dio la vuelta y alzó la mano para llamar su atención. Supuso que podía llamarlo así luego de todo lo ocurrido.
– Hasta que nos volvamos a ver, Kasai-nii – le dijo con alegría. Acto seguido, la joven se dio la vuelta y corrió, perdiéndose entre la oscuridad de Dark Dome. Ahora tenía ganas por completar la misión y volver al cuartel para seguir aprendiendo bajo el mando de Lorenz.
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La joven estaba en una misión y el pistolero lo había olvidado. Sin duda era un alivio que no hubiesen luchado hasta el final o ella podría haber fracasado por su culpa. El cazador entonces soltó un pequeño suspiro al mismo tiempo que escuchaba a su serafín decirle que era el momento de irse. El joven se quedó un poco callado, pensando a donde dirigirse para continuar con la ronda de vigilancia, aunque siendo de noche, tenía ganas de comer de nuevo y acostarse en una buena cama. Por eso mismo soltó un enorme suspiro y se puso a hablar con su demonio interno con forma de ser celestial. Era una paranoia algo extraña, pero el pistolero no le daba muchas vueltas, pues la justicia era lo verdaderamente importante.
- “Tío, podríamos ir a comer algo, pasarlo bien en una buena cama con sabanas de franela y continuar mañana con el fresco de la mañana.”
- “La verdad es que tienes razón. La noche es la cara opuesta a la luz, pero me es más agradable a mí también. Yo lo veo, colega.”
Kasai sonrió para sí mismo cuando escuchó que aquel ser estaba de acuerdo con él. Entonces fue cuando recibió el abrazo de la chica, el cual le hizo sonreír y abrazarla también. La chica finalmente se fue, pero no sin antes decirle algo que le hizo alzar una ceja. El tirador no estaba muy familiarizado con aquellas cosas y por ello se quedó unos momentos pensativo. El serafín de su mente le habló tranquilamente, diciéndole que pensaba que podía referirse a uno apelativo cariñoso o como hermanito. Kasai entonces ladeó la cabeza y miró hacia abajo. Se tiró unos momentos así, sin decir nada.
- “¿Chico?”
- ¡Hahahahahaha!
Aquella risa hizo al serafín soltar un enorme suspiro, pues tampoco entendía muy bien al cazador. El pistolero entonces empezó a brillar en un tono dorado y después se sentó en una silla mientras mostraba una sonrisa. No se esperaba que la joven albina le llamase así. Le parecía gracioso y a su misma vez le gustaba. Sin duda era una chica estupenda. La protegería con lo que hiciera falta.
- Creo que el poder de mirar las almas lo tienes mal… Pecadoras como Misa las veo verdes y personas agradables como esta chica las veo alzo más azules…
El serafín no dijo nada, pues él mismo se había dado cuenta de ello. Entonces el rubio emitió un brillo enorme y desapareció. Su técnica de teletransportación le estaba llevando hasta Cactus Island, donde podría darse un atracón de comida, descansar a salvo y después continuar con su viaje.
- “Tío, podríamos ir a comer algo, pasarlo bien en una buena cama con sabanas de franela y continuar mañana con el fresco de la mañana.”
- “La verdad es que tienes razón. La noche es la cara opuesta a la luz, pero me es más agradable a mí también. Yo lo veo, colega.”
Kasai sonrió para sí mismo cuando escuchó que aquel ser estaba de acuerdo con él. Entonces fue cuando recibió el abrazo de la chica, el cual le hizo sonreír y abrazarla también. La chica finalmente se fue, pero no sin antes decirle algo que le hizo alzar una ceja. El tirador no estaba muy familiarizado con aquellas cosas y por ello se quedó unos momentos pensativo. El serafín de su mente le habló tranquilamente, diciéndole que pensaba que podía referirse a uno apelativo cariñoso o como hermanito. Kasai entonces ladeó la cabeza y miró hacia abajo. Se tiró unos momentos así, sin decir nada.
- “¿Chico?”
- ¡Hahahahahaha!
Aquella risa hizo al serafín soltar un enorme suspiro, pues tampoco entendía muy bien al cazador. El pistolero entonces empezó a brillar en un tono dorado y después se sentó en una silla mientras mostraba una sonrisa. No se esperaba que la joven albina le llamase así. Le parecía gracioso y a su misma vez le gustaba. Sin duda era una chica estupenda. La protegería con lo que hiciera falta.
- Creo que el poder de mirar las almas lo tienes mal… Pecadoras como Misa las veo verdes y personas agradables como esta chica las veo alzo más azules…
El serafín no dijo nada, pues él mismo se había dado cuenta de ello. Entonces el rubio emitió un brillo enorme y desapareció. Su técnica de teletransportación le estaba llevando hasta Cactus Island, donde podría darse un atracón de comida, descansar a salvo y después continuar con su viaje.
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