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- Puta madre... ¿Porque coño hace tanto frío aquí? - Dije mientras caminaba por la nieve vistiendo únicamente un pantalón corto azul y unas zapatillas blancas. - Eso sería lo que diría cualquier persona, suerte que el clima no me afecta en nada. - Mientras hablaba conmigo mismo comencé a reírme un poco.
Tanto hacer misiones en solitario como agente del CP hacía que en ocasiones hablase solo conmigo mismo, a este paso no tardarán mucho en recomendarme a un psicólogo o algo pero bueno, podrían asignarme a alguien de vez en cuando, algún novato al que poder mangonear y mandarle a hacer recados, que tiempos aquellos en los que un superior me mandaba alguna chorrada como ir a comprarle algo de comer...
Estaba paseando por la nieve y hablando conmigo mismo cuando vi a lo lejos una extraña figura en la nieve, tras un rato observando me di cuenta de que se trataba de un joven muchacho que estaba jugueteando en la nieve, me paré un rato a lo lejos y no pude evitar sonreír, en cierto me recordaba a mi hacía un par de años, siempre alegre y curioso.
Seguí andando camino del pueblo sin prestarle mas atención a muchacho, cuando de pronto pude escuchar un grito, me giré rápidamente y vi como 5 conejos del tamaño de un armario rodearon al muchacho dispuestos a atacarle, tenía que intervenir o si no su vida podría correr peligro y me parece un poco feo que alguien muera delante mía nada mas llegar a la isla, eché a correr utilizando el Soru para alcanzar al muchacho antes de que le ocurriese algo.
Cuando llegué a su altura justo en ese instante los conejos se abalanzaron contra él dispuestos a llevarse su vida por delante si era necesario, con gran agilidad agarré al joven por la cintura y esquivé los ataques de los conejos con él bajo mi brazo, tras su primera ofensiva retrocedí un par de pasos y dejé al muchacho en tierra.
- ¿Estas bien? - Le dije sin quitar la vista de los conejos, quien sabe si intentarían atacarnos por sorpresa.
Tanto hacer misiones en solitario como agente del CP hacía que en ocasiones hablase solo conmigo mismo, a este paso no tardarán mucho en recomendarme a un psicólogo o algo pero bueno, podrían asignarme a alguien de vez en cuando, algún novato al que poder mangonear y mandarle a hacer recados, que tiempos aquellos en los que un superior me mandaba alguna chorrada como ir a comprarle algo de comer...
Estaba paseando por la nieve y hablando conmigo mismo cuando vi a lo lejos una extraña figura en la nieve, tras un rato observando me di cuenta de que se trataba de un joven muchacho que estaba jugueteando en la nieve, me paré un rato a lo lejos y no pude evitar sonreír, en cierto me recordaba a mi hacía un par de años, siempre alegre y curioso.
Seguí andando camino del pueblo sin prestarle mas atención a muchacho, cuando de pronto pude escuchar un grito, me giré rápidamente y vi como 5 conejos del tamaño de un armario rodearon al muchacho dispuestos a atacarle, tenía que intervenir o si no su vida podría correr peligro y me parece un poco feo que alguien muera delante mía nada mas llegar a la isla, eché a correr utilizando el Soru para alcanzar al muchacho antes de que le ocurriese algo.
Cuando llegué a su altura justo en ese instante los conejos se abalanzaron contra él dispuestos a llevarse su vida por delante si era necesario, con gran agilidad agarré al joven por la cintura y esquivé los ataques de los conejos con él bajo mi brazo, tras su primera ofensiva retrocedí un par de pasos y dejé al muchacho en tierra.
- ¿Estas bien? - Le dije sin quitar la vista de los conejos, quien sabe si intentarían atacarnos por sorpresa.
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-Gracias pero… ¿¡Por qué te metes donde no te llaman?! ¡Puedo encargarme de esos malditos conejos yo solo joder! ¡Estaba todo controlado!- ¿En serio? Maldito idiota desagradecido... Encima que le salvo el culo de que esos conejos le partan la cara encima viene ahora dándoselas de machito... Este tiene un revés en la cara como para retorcerle el pescuezo.
Después de maldecirlo en mis pensamietos varias veces, el muchacho aquel me apartó de un conejo que venía hacía nosotros saltando, me quedé observando la escena en la cual de un puñetazo mandó a volar al conejo, nada mal, quizás después de todo no fuese solo un simple bocazas que se las daba de machote, nada mas mandar al conejo por las nubes, a nuestro alrededor se aglutinaron un buen puñado de conejos igual que los que le habían rodeado.
Por fin algo de acción para el muchacho, después de lo que había hecho hacía escasos segundos seguro que podría lidiar con estos sin muchos problemas, o al menos eso pensaba hasta que sin esperarmelo pidió mi ayuda para combatir contra aquel pequeño regimiento de conejos.
- ¿Tantos son que necesitas mi ayuda? ¿Como era eso de "Puedo encargarme de esos malditos conejos yo solo"?
- Me hizo muchisima gracia que después de ponerse como un ogro ahora viniese pidiéndome ayuda, le iba a echar una mano pero primero necesitaba burlarme un poco de él tal y como había hecho, ahora si que estaba en paz con el joven y conmigo mismo así que podríamos encargarnos de los conejos sin problemas.
- Mitad para ti mitad para mi.- Dije mientras me colocaba mas o menos en el centro de ellos separando una mitad de otra, en ese momento utilizando los poderes de mi Akuma hice moverse un poco el viento levantando un poco de nieve del suelo, tras un momento de calma comenzó la tempestad, la mitad que me tocaba se abalanzó contra mi a gran velocidad.
Utilizando el Soru para moverme mas rápido entre ellos las golpeé con una serie de patadas y puñetazos solo para retenerlos sin que molestasen al muchacho y alejarles unos cuantos metros de él, ya algo separados, los conejos volvieron a cargar contra mi pero esta vez lo hacían en grupos de dos en dos y de tres en tres, para lidiar con aquello utilicé el Shigan y el Soru, con uno evitaba sus acciones y con el otro los acababa de un solo golpe en plena frente dañando de muerte sus diminutos cerebros o bien perforando su corazón y provocándoles una muerte segura por desangramiento y encharcamiento de los pulmones, aquello funcionó a la perfección con los primeros 12 conejos, luego de aquello se reunieron en circulo tramando una nueva estrategia con la que combatirme.
Después de maldecirlo en mis pensamietos varias veces, el muchacho aquel me apartó de un conejo que venía hacía nosotros saltando, me quedé observando la escena en la cual de un puñetazo mandó a volar al conejo, nada mal, quizás después de todo no fuese solo un simple bocazas que se las daba de machote, nada mas mandar al conejo por las nubes, a nuestro alrededor se aglutinaron un buen puñado de conejos igual que los que le habían rodeado.
Por fin algo de acción para el muchacho, después de lo que había hecho hacía escasos segundos seguro que podría lidiar con estos sin muchos problemas, o al menos eso pensaba hasta que sin esperarmelo pidió mi ayuda para combatir contra aquel pequeño regimiento de conejos.
- ¿Tantos son que necesitas mi ayuda? ¿Como era eso de "Puedo encargarme de esos malditos conejos yo solo"?
- Me hizo muchisima gracia que después de ponerse como un ogro ahora viniese pidiéndome ayuda, le iba a echar una mano pero primero necesitaba burlarme un poco de él tal y como había hecho, ahora si que estaba en paz con el joven y conmigo mismo así que podríamos encargarnos de los conejos sin problemas.
- Mitad para ti mitad para mi.- Dije mientras me colocaba mas o menos en el centro de ellos separando una mitad de otra, en ese momento utilizando los poderes de mi Akuma hice moverse un poco el viento levantando un poco de nieve del suelo, tras un momento de calma comenzó la tempestad, la mitad que me tocaba se abalanzó contra mi a gran velocidad.
Utilizando el Soru para moverme mas rápido entre ellos las golpeé con una serie de patadas y puñetazos solo para retenerlos sin que molestasen al muchacho y alejarles unos cuantos metros de él, ya algo separados, los conejos volvieron a cargar contra mi pero esta vez lo hacían en grupos de dos en dos y de tres en tres, para lidiar con aquello utilicé el Shigan y el Soru, con uno evitaba sus acciones y con el otro los acababa de un solo golpe en plena frente dañando de muerte sus diminutos cerebros o bien perforando su corazón y provocándoles una muerte segura por desangramiento y encharcamiento de los pulmones, aquello funcionó a la perfección con los primeros 12 conejos, luego de aquello se reunieron en circulo tramando una nueva estrategia con la que combatirme.
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Me había hartado de tanta tontería con los conejos de los cojones, desenvainé la Wazamono y en ese momento el resto de los que seguían con vida se echaron a por mi, rápidamente lancé un par de tajos energéticos amputando miembros, decapitando, partiendo por la mitad y desangrando a los pocos que quedaban con vida, luego de aquello volví a envainar la katana y me giré para ver como le iba al chaval de antes, para mi sorpresa había terminado casi a la vez que yo, sin duda algo muy elogiable para él aunque quizás muy sangriento teniendo en cuenta su corta edad pero bueno.
Siguiendo con la sorpresa, el muchacho se me acercó hasta quedarse a pocos centímetros de mi, no sabía si querría algo o venía a ver como me había ido así que le pregunté por si acaso. - ¿Que tal te ha ido? ¿Estas bien? - Le pregunté con curiosidad pues realmente me extrañaba este comportamiento, antes estaba siendo mas bien un borde de mierda y ahora esto.
- "Tú… ¡Volveré a matarte tantas veces haga falta!" - ¿Que cojones...? Mi cara de poker fue épica, ¿Se puede saber a que coño venía eso? Quizás hubiese entrado en una especie de trance o algo por el estilo pues aquel comportamiento no era normal, puede que estuviese pasando por algún tipo de locura o algo por el estilo pero lo cierto es que me sentó bastante mal, encima que estaba siendo un puto borde desde el principio ahora me gritaba en la jodida cara... Esto no va a quedar así.
Cerré el puño y le sacudí un buen capón al rubiales a ver si volvía a su forma de antes, aunque realmente seguía siendo un borde de mierda pero bueno, al menos no tendría ese aspecto de puto loco que tenía ahora y también se llevaría un regalito por ser tan antipático, le di para hacerle reaccionar nada mas, si hubiese querido hacerle mas daño lo hubiera podido hacer pero la cosa era que volviese a la realidad.
Después de sacudirle me giré y contemplé el escenario que habíamos dejado, toda la nieve estaba teñida de un tono carmesí que se parecía mas al infierno que a una isla invernal, los cadáveres tirados de los conejos tampoco ayudaban a que el paisaje mejorase demasiado pero bueno, ya se encargarían los pueblerinos de limpiar el estropicio que habíamos armado en unos segundos, di un par de pasos observando el desastre y me giré para ver que tal se encontraba, igual necesitaba un par de golpes mas para bajar de las nubes.
- Que, ¿Estas mejor? O sigues en tu mundo. - Le pregunté con bastante curiosidad.
Siguiendo con la sorpresa, el muchacho se me acercó hasta quedarse a pocos centímetros de mi, no sabía si querría algo o venía a ver como me había ido así que le pregunté por si acaso. - ¿Que tal te ha ido? ¿Estas bien? - Le pregunté con curiosidad pues realmente me extrañaba este comportamiento, antes estaba siendo mas bien un borde de mierda y ahora esto.
- "Tú… ¡Volveré a matarte tantas veces haga falta!" - ¿Que cojones...? Mi cara de poker fue épica, ¿Se puede saber a que coño venía eso? Quizás hubiese entrado en una especie de trance o algo por el estilo pues aquel comportamiento no era normal, puede que estuviese pasando por algún tipo de locura o algo por el estilo pero lo cierto es que me sentó bastante mal, encima que estaba siendo un puto borde desde el principio ahora me gritaba en la jodida cara... Esto no va a quedar así.
Cerré el puño y le sacudí un buen capón al rubiales a ver si volvía a su forma de antes, aunque realmente seguía siendo un borde de mierda pero bueno, al menos no tendría ese aspecto de puto loco que tenía ahora y también se llevaría un regalito por ser tan antipático, le di para hacerle reaccionar nada mas, si hubiese querido hacerle mas daño lo hubiera podido hacer pero la cosa era que volviese a la realidad.
Después de sacudirle me giré y contemplé el escenario que habíamos dejado, toda la nieve estaba teñida de un tono carmesí que se parecía mas al infierno que a una isla invernal, los cadáveres tirados de los conejos tampoco ayudaban a que el paisaje mejorase demasiado pero bueno, ya se encargarían los pueblerinos de limpiar el estropicio que habíamos armado en unos segundos, di un par de pasos observando el desastre y me giré para ver que tal se encontraba, igual necesitaba un par de golpes mas para bajar de las nubes.
- Que, ¿Estas mejor? O sigues en tu mundo. - Le pregunté con bastante curiosidad.
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