Tiene bellotas el asunto (Misión Rango D) [Privado Carmelo/Ragnar]

Desde luego “mercenario” no era mi trabajo favorito… si así se le podía llamar el tener que acabar con un cerdo gigante. No obstante nunca me había gustado el luchar por dinero, lo encontraba algo indigno, el arte de la espada es un estilo de lucha utilizado para proteger, no para ganar dinero. No obstante… últimamente necesitaba algo de dinero, y como era un “pirata” al que no le gustaba robar pues mejor hacer misiones en las que poder ayudar a los demás. Se podría decir que era un punto medio. La misión era simple, al parecer un cerdo gigante se estaba comiendo las bellotas de los granjeros, mi trabajo era localizar al cerdo y matarlo, algo simple. Esperaba poder comerme al cerdo después… la carne de un cerdo gigante tenía que estar muy buena.

Después de unos minutos caminando en dirección a la granja logré llegar a esta, quería pasarme por allí antes de buscar a aquella “Bestia Desatada.” Lo más seguro es que la gente del lugar estuviera exagerando, como mucho el cerdo sería un metro más grande de lo normal, la gente tendía a exagerar mucho con tal de llamar la atención… Cuando llegué a la granja me dirigí a una pequeña casa que se encontraba a un lado de esta y llamé a la puerta repetidas veces. Al parecer nadie contestaba… Tendría que apañármelas sin información. Me di la vuelta y me adentré dentro del gran campo que se encontraba varios metros más allá de la granja, quería acabar cuanto antes con aquel trabajo para poder volver a mis cosas. “Ragnar Asborn, El Cazador de Cerdos.” Desde luego no era un título que deseado, prefería “El mejor espadachín del mundo” o “El Hombre más Fuerte sobre la Tierra”. Lo de los cerdos no era muy digno…

Esta no era como las misiones que solía hacer, pero me valía si podía conseguir algo de pasta para mantenerme vivo. Nunca pensé que pasaría de atrapar alguno que otro criminal, a atrapar cerdos gigantes en un poblado. A pesar que sabía que estos estúpidos objetivos no mejorarían mi poder, debía cursarlos, ya que recién comenzaba mi viaje, y en él me encontraría con miles de retos que me irán moldeando como persona.

El deseado cerdo, según escuché se encontraba paseando tranquilamente por las praderas, asustando a todo el que se pasara por esos lugares. Mi misión era simple, encontrar y asesinar al animal, pero por desgracia para mí, debía trabajar en equipo con alguna persona ya designada por los que daban la recompensa.

Me dirigí rápidamente al lugar de encuentro, para posteriormente buscar juntos al presunto animal. Éste lugar, era una pequeña choza a las afueras del poblado, que había sido destruida un par de días atrás por el gran cerdo.

Me encontraba dentro de aquel enorme campo, bosque, o lo que quisiera que fuera, parecía un campo, no obstante estaba lleno de árboles y matorrales que no dejaban mucho a la vista... Aquello no suponía ningún problema para mí, me crie en el bosque, cazando bestias mucho peores que un cerdito con complejo de gigante, estaba seguro de que eso iba a ser una tarea fácil. Miré a mí alrededor, no parecían haber marcas de huellas por ningún lado… Mejor, así sería más entretenido. Empecé a adentrarme entre la maleza en busca de alguna pista que pudiera delatar al cerdito, pero al cabo de unos minutos me di por vencido, para ser tan “gigante” no había ni rastro de ese trozo de beicon gigante. Me preguntaba si solo sería una broma de los granjeros…

Cogí una rama que se encontraba tirada por el suelo y haciendo uso de una navaja empecé a tallar un reclamo. Con el tiempo había aprendido a fabricar “juguetitos” para cazar de una forma más rápida, ese era uno de ellos. Después de un rato tallando madera logré hacerlo, desde luego no era el mejor que había hecho… pero esperaba que funcionase. Me lo llevé a la boca y di un fuerte soplido, todo estaba por ver.

Esperé durante más o menos una hora, sentado en la puerta de la destrozada cabaña. Mi supuesto compañero nunca llegó, estaba bastante enojado con él, porque se suponía que trabajaríamos juntos y nunca llegó al punto de encuentro.

Luego de tanto tiempo debajo del sol, mi piel estaba bastante roja, y aunque no me ardía, sabía que me había pasado de tiempo. En ese momento no podía ni abandonar la misión, porque necesitaba el dinero, y tampoco podía ir por el cerdo. Solo me quedaba recorrer los lugares cercanos en busca de pistas, y hacer el trabajo que debíamos hacer entre 2, yo solo.

Y así fue como comencé a caminar por las praderas de la zona en busca de pistas sobre la localización del animal. En mi trayecto de búsqueda, pude encontrar unas huellas de un humano promedio, que se dirigían hacia el interior del espeso bosque.

Estaba casi seguro de que esa pista, sería el camino que tomó, mi desorientado e impuntual compañero. Seguí las hueyas, hasta llegar a lo que parecía un acantilado pequeño, no podía haber seguido, por lo que miré a mi alrededor, y detrás de un par de ramas, pude ver a un hombre de pelo blanco, con tres espadas envainadas. Supuse que ese hombre era el compañero que contrataron para ayudarme, por lo que desde donde estaba, le grité:"¡¡Oye tú... no te quedes con la diversión de hacer un bacon solo!!".

A pesar de no ser muy bonito a la vista cumplió su función a la perfección, o al menos la primera parte de esta… Un fuerte sonido de cerdo resonó por los alrededores, no obstante nada parecía venir hacía mí. Guardé el reclamo en mi bolsillo para volver a utilizarlo más tarde y me puse a caminar, tal vez se encontrara por los alrededores durmiendo o haciendo algo por el estilo. De golpe escuché una fuerte voz de persona: “¡Oye tú... no te quedes con la diversión de hacer un bacon solo!” ¿Acaso se estarían refiriendo a mí? Miré hacía la zona de dónde provenía la voz y me fije en que un hombre se encontraba allí parado, de pie.

Por el contexto de sus palabras supuse que era el compañero con el que tenía que hacer el trabajo… vaya… la verdad es que me había olvidado completamente de él. Creo que tenía que esperarlo en la choza de aquellos viejos o algo así… Empecé a acercarme hacía él, pero mientras caminaba pude escuchar como algo se movía entre la maleza. Genial, al parecer la presa estaba al caer, desenfundé a Bagami, la empuñé con ambas manos y miré hacía los arbustos. De golpe una rara bestia apareció de entre las hierbas: un pequeño cerdito, a juzgar por su tamaño una cría, con lo que parecía ser una melena de león alrededor de su cuello y una cara de tener pocas luces. ¿Qué cojones era eso? Guardé mi espada en la funda y cogí un palo tirado en el suelo, me acerqué lentamente al animal y con cierta curiosidad empecé a tocarlo con el palo, cada vez que le daba sonaba un extraño sonido, como si fuera un pato de plástico… Ese bicho era muy raro.