Un encuentro incomodo [Privado Carmelo & Kasai]

Jamás pensé llegar a esta isla de asaltantes, no era que no me gustaran los piratas, todo lo contrario, amaba a los corsarios, pero no como los que estaba observando. Pude ver frente a mis ojos como un hombre con una pistola en la mano, le disparaba a una mujer solo para robar su cartera. No pude resistir las ganar y apenas vi como producía el disparo, corrí hacia él con mi espada en mano. Cuando apenas pudo percatarse de mi presencia, enterré mi espada en su pecho sin dudarlo ni un segundo. Ese tipo de asesinos no aprendía, por lo tanto había que darle una buena cucharada de su propia medicina.

El hombre cayó al suelo, junto con un gran charco de sangre que asustó a todas las personas de los alrededores. Mientras mi espada arrastraba mi brazo hacia el suelo, pude ver la figura de la señora previamente asesinada por el asaltante. Mi mente estaba afligida por lo ocurrido, pero al menos sabía que había vengado a la inocente señora.

Sin darme tiempo para salir de la escena del crimen, los compañeros del pirata asesinado por mi acero comenzaron a perseguirme por las calles de la ciudad, al parecer estaban sumamente furiosos por lo que le ocurrió a su compañero, pero nadie pudo ver a la mujer a la que había asaltado. Mientras corría para escapar de unos 30 hombres armados, me oculté en una pequeña taberna que permitió mi ingreso y que el cantinero me ofreció refugio amablemente. Viendo como estos furiosos hombres pasaban del lugar, salí de mi escondite para hablar con el cantinero:"Perdone las molestias, sírvame un trago del mejor jugo de uva que tenga". Mientras esperaba mi pedido me puse a pensar en el escándalo que había armado en pocos segundos de estadía en esta maldita ciudad.

Un barco de velas azuladas se dirigía hacia la isla de Jaya. Era un sitio horrible lleno de criminales pero la persona que iba a visitar el sitio no temía a ninguno de ellos. El navío echó el ancla y en ese momento una figura alta salió a la cubierta. Era un hombre que vestía totalmente de negro. Su pelo era rubio y engominado hacia atrás. En el rostro portaba unas gafas de Sol y parecía tener un poco de barba. Aquello le estaba molestando ya demasiado pues odiaba la barba. Lo primero que hizo fue acercarse a uno de aquellos marineros que le habían traído. – Perdona ¿No tendréis por ahí algo de espuma de afeitar verdad?   – Aquel hombre negó y siguió haciendo sus cosas.

Aquello provocó un suspiro en el cazador y ahora decidió salir del barco. Mientras caminaba por el puerto pudo ver de repente como una estampida de unos treinta tíos con armas salían corriendo detrás de una persona. El rubio alzó una ceja sin creerse lo que había acabado de ver y enseguida se aseguró de que llevaba sus armas y sus municiones. Las portaba distribuidas en cargadores que guardaba dentro de su chaqueta. Sus pasos empezaron a llevarle por aquellas calles hasta que se metió en un callejón sin salida. Su sentido de orientación seguía siendo horrible y detestable. Ahora soltó un suspiro dándose la vuelta.

Cuando iba a salir de allí pudo ver a unos seis piratas cortándole el paso con miradas siniestras. El rubio no tardó en llevar la mano a su pistola negra y apuntarles de forma relajada. –  Largaos de aquí. No tengo ganas de patearos el trasero ahora. Vengo buscando a un hombre llamado Alex. Era el rey de cazadores hasta hace poco, ahora decidme dónde está. – Se puso a exigirlo como si ellos lo supieran.

Al parecer el cantinero no demoró en traer mi pedido, mi camiseta aún estaba manchada con sangre fresca, pero se ve que el hombre que atendía el lugar no se había percatado de esto. Amaba los jugos de uva, pero ese que me sirvió no tenía un buen sabor, parecía como si fuera de una uva sumamente desgastada. Sin siquiera terminar mi vaso, di media vuelta mientras me paraba del banco de la barra, y luego de pagarle la mala bebida al señor, salí del establecimiento para retomar mi camino por Jaya.

El principal motivo de este viaje era reencontrarme con mi hermano, pero no estaba seguro si aún se encontraba en los alrededores, por esta razón decidí que lo mejor sería recorrer las calles de la ciudad en busca de información sobre el pirata Juka B.Volpi.

Mientras caminaba por las calles laterales de la ciudad, pude observar a lo lejos como un hombre de cabello amarillo, que se tornaba en un color platinado con el poco sol que había, estaba apuntando con sus armas a unos cuantos hombres que también estaban armados. Pude comprobar que estos hombres eran corsarios parecidos a los vistos anteriormente. - Porqué los piratas de estos días son así - Pensé para mis adentros, pero la verdad es que eran así porque la gente los dejaba, no había suficiente seguridad real en este mundo.

Apenas reaccioné ante la situación, decidí dirigirme cerca del futuro encuentro, posicionandome detrás de esos piratas, me dediqué sacar mi espada y decirle al rubio:"¡Oye tú... no se quién eres, pero estos hombres no me caen bien... podemos acabar con su vida juntos!".

Kasai se mantenía serio apuntando a aquellos capullos. Al parecer estos no sabían nada sobre Alex pero aún así parecían estar muy violentos. De todas formas el cazador podía vencer a aquellos idiotas muy fácilmente. De modo que ahora iba a dar un último aviso antes de ponerse a disparar. No solía matar a criminales que cometían crimines como robar por comer o cosas así pero si eran asesinos no tenía otra opción que hacerlo. Los ojos del rubio se cerraron unos segundos para después abrirse del tirón. Quitó el seguro a sus armas y estaba a punto de disparar contra aquellos tipos cuando algo pasó.

Un tipo apareció detrás de aquellos hombres, acorralándolos contra él y el cazador. Además dijo unas palabras que hicieron a Kasai alzar una ceja. Quería asesinar a aquellos hombres así de buenas sin motivo. Aquello era algo que el tirador no iba a aprobar pero pensándolo bien se dio cuenta de que eran asesinos de Jaya y que habían asesinado a muchas personas. Merecían comer gusanos bajo tierra, de modo que ahora el usuario sonrió de lado. Sin pensar demasiado comenzó a disparar imbuyendo sus balas en haki armadura para potenciarlas.

Los cuerpos de aquellos capullos empezaron a caer al suelo como moscas debido a la potencia de los proyectiles atravesando sus cuerpos. El rostro del pistolero ni siquiera se cambió lo más mínimo. Siguió disparando sin preocuparse de no dejar supervivientes y observando como poco a poco aquellos hombres iban perdiendo la vida. Con aquello supo que estaba salvando la vida a cientos de ciudadanos inocentes y no pensaba detenerse. Les había dado una oportunidad de salvarse pero los capullos prefirieron pelear por las malas. En cuanto el tirador se quedó sin balas soltó un suspiro para después observar la situación.

Ante mi pregunta, el rubio no dijo absolutamente nada, me ignoró por completo. Sin importarle en lo más mínimo lo que había dicho, se puso a dispararle a esos 6 hombres que estaban frente a él. Con cara de sorprendido, me quedé mirándolo, esperando que en algún momento me dijera algo como:"Perdona pero no te escuché bien", o algo como:"Esos 6 eran míos". Pero simplemente aniquiló con todos los corsarios y guardando sus armas se dispuso a soltar un suspiro y quedarse allí mirando los alrededores.

No recordaba desde cuando alguién me había ignorado de tal manera, pero este hombre lo hizo. Enojado por lo sucedido segundo antes, caminé hasta quedarme a un par de pasos frente a él, y le dije:"¡Ehh, tú... ¿porqué no contestas lo que te digo?!". Esperando la respuesta del rubio, me quedé mirando fijamente sus ojos con cara de indignado por lo que hizo anteriormente.

Kasai sacó dos cargadores de su chaqueta y los puso en sus armas. Las balas eran normales pero tenía muchos tipos dentro de su ropa. Ahora no pudo evitar soltar un leve suspiro al mismo tiempo que miraba los cuerpos arrasados de los criminales. Tener que mirar uno a uno para ver cuales tenían recompensa por su cabeza le daba demasiada pereza. Además estaba buscando como loco una jodida cuchilla de afeitar y un maldito espejo. No estaba pidiendo demasiado ni mucho menos. Cualquier persona del mundo merecía afeitarse como era debido y a él su barba le estaba agobiando y molestando. Era un jodido trauma que tenía desde hacía muchísimo tiempo.

Cuando estaba a punto de guardar sus armas pudo detectar con su haki de observación una presencia algo débil acercarse. Parecía ser un chico rubio y encima se puso delante a recriminarle cosas. Su tono no le gustó nada y pensó que tal vez era otro corsario. Ahora apuntó con su pistola derecha a la cabeza de aquel joven. Del final del cañón de su arma empezó a formarse un destello azulado de energía que no paraba de girar. Estaba potenciando aquella bala con energía. Ahora entrecerró los ojos mirando al chico de forma bastante seria. Si hablaba así a saber que más hacía. Sin pensárselo le apuntó también con la otra pistola haciendo del final del cañón salir también aquel destello que giraba frente al rubio.

Parecía estar a punto de lanzar un ataque poderoso. – Cuidado con el tono. Identifícate ahora mismo si no quieres que te vuele la cabeza, chico. – Nada más decir aquello le miró de forma seria mientras parecía envolverse en haki armadura totalmente y activaba su haki de observación. No se fiaba de un pelo de ninguna persona que hubiese en aquella isla de asesinos.

Por fin había contestado mi pregunta, pero al parecer ahora estaba "enojado" conmigo. No sabía que le pasaba a este hombre, primero había asesinado a unos piratas que había intentado ayudarlo y me ignoró completamente, y luego cuando intenté entender la situación, sale de una forma sumamente hostil apuntándome con sus pistolas.

Ante tal pregunta por parte del desconocido, solo pude responder:"Mi nombre es Carmelo B.Volpi, ahora... primero me ignoras por completo cuando intento ayudarte, y luego ¿planeas un ataque contra mí? Al parecer no eres una persona normal, pero por la velocidad con la que acabaste a esos hombres veo que eres poderoso, me gustaría saber tu nombre, pistolero...".

Mientras esperaba la respuesta y la reacción de mi hostil compañero, me dediqué a peinarme el pelo, sin darle importancia al hecho de que me estaba apuntando con sus pistolas.

Kasai continuaba apuntando al chico con sus armas mientras estas seguían acumulando energía. Aquel chico le habló y a juzgar por sus palabras no parecía ser un criminal. El pistolero apretó los gatillos apuntando a otro lado y la pared recibió el impacto. Los agujeros habían sido bien profundos para aquellas balas. Aquella energía azul potenciaba que daba gusto. Ahora el cazador guardó sus armas en las fundas y miró al chico tranquilamente mientras soltaba un pequeño bostezo.

Vio como se peinaba y ahora le habló en un tono tranquilo. – Mi nombre es Kasai Kuro. Siento haberte apuntado pero en una isla de criminales es bueno siempre permanecer duro. Soy un cazador. – Dijo ahora mientras se cruzaba de brazos despacio. Iba a seguir su búsqueda por el lugar con la ayuda del chico o sin ella. Ahora decidió preguntarle tranquilamente. – Estoy buscando a Alex Drachen. El antiguo rey de los cazadores. También si es posible una cuchilla y un espejo ¿Tienes algo de eso? – Una vez hubo contestado soltó un suspiro de nuevo.

Los cuerpos de aquellos capullos estaban llenos de agujeros, incluso más de uno había recibido un disparo en la cara. La escena daba un poco de asco al haber tanta sangre. El rubio necesitaba cuanto antes afeitarse pues la barba le estaba empezando a poner muy nervioso. Ni siquiera quería pasar la mano por ella o de lo contrario se liaría a tiros por todos lados. Había piratas de sobra para practicar su puntería y además estaría haciendo un enorme favor a la sociedad. Incluso si conseguía llevar alguno con un alto precio sería realmente feliz. Últimamente a pesar de tener dinero no encontraba tíos con suficiente precio por la cabeza para suponerle un reto. Era muy frustrante a veces.

La persona que tenía delante de mi era bastante extraña, el tal Kasai Kuro, se reconocía a si mismo como un cazador de recompensas en una isla de piratas, no quería que mi hermano se topara con éste, ya que si esto sucediera debería de ponerme del lado equivocado para ayudar a mi sangre, aún no era el momento de revelar mi identidad de criminal, sentía que aún era demasiado débil.

El tirador al parecer buscaba al antiguo rey de los piratas llamado Alex Drachen. En ese momento recordé que hace unos cuantos meses ya, antes de terminar mi entrenamiento, que un hombre con ese nombre, había perdido el título, luego de pocos meses de obtenerlo. "Que estúpido" dije en ese momento, ¿como un hombre que había llegado a estar en ese estatus, podía perder el título así como así?

A pesar de pensar eso, descubrí que el nombre de "Rey Cazador", lo perdió por haber desaparecido por un largo tiempo, en una situación que muy pocas personas en el mundo conocen. Pero volviendo a la escena donde el rubio me miraba esperando una respuesta, decidí finalmente contestar su pregunta, entonces dije:"Ese hombre al que buscas... esta desaparecido, seguramente muerto, y si no lo está, nadie sabe donde se esconde. Y en cuanto a lo otro... se donde hay una barbería cerca, si quieres te guío, y me cuentas un poco más sobre quien eres". Al terminar de decir esas palabras, sonreí mientras miraba al pistolero, y comencé a caminar despacio, hacia una de las calles laterales de donde nos encontrábamos.

Kasai no pudo evitar fruncir el ceño cuando aquel chico le dijo que la persona que buscaba seguramente estaba muerta. No iba a consentir que nadie dudara de Alex de aquella forma. El luchador más poderoso que había conocido en persona era aquel moreno. Después se calmó un poco cuando le habló sobre lo de la barbería. Asintió tranquilamente hasta que vio unos carteles de precios por las cabezas. Se acercó despacio y empezó a mirarlos. Reconoció a algunos como el de Kedra o el de Émile. Tras unos momentos cogió tres carteles que no tenía en su colección y los guardó. Estos pertenecían a un tal Habu, otro llamado Haxter y por último un gato llamado Eoghan.

Soltó un suspiro para después clavar su mirada en aquel rubio. – El rey de los cazadores no puede morir. Alex no es de esa gente. – Dijo mientras ahora le miraba con calma. Sobre las palabras de que le contara más de él opinaba que no iba a ser posible. No iba contando su vida por ahí a las demás personas si no las conocía del tiempo suficiente. Ya le había dicho su nombre y mucho era. Además que era cazador. Lo que más le interesaba ahora era aquella barbería.

No se había fijado en que aquel rubio se tenía el apellido del pirata. Estaba demasiado liado para mirarlo y ahora simplemente se dedicó a caminar con el chico. Deseaba que le llevara de una vez a aquel bello sitio dónde podía quitarse los jodidos pelos de la cara. De todas formas no se fiaba de nada y al estar en aquella isla menos. Por ello llevaba su haki de observación activado en todo momento. Las manos en las fundas de las pistolas y la mirada recta.

El rubio decidió seguir mis pasos, rumbo a la barbería, por la que había pasado minutos atrás. Mientras caminaba, repetía en mi cabeza esas palabras: "El rey de los cazadores no puede morir. Alex no es de esa gente". Y aunque no estaba de acuerdo con las palabras de mi nuevo conocido, quizás tenían verdad en su interior, no podía desaparecer así como así, algún motivo tuvo para hacerlo, quizás había escapado a algún lugar alejado del mundo, pero la posibilidad de su muerte nunca se perdía en mi subconsciente.

Luego de caminar unos 3 o 4 minutos por un largo camino, llegué frente a la barbería. Me paré frente a la puerta por unos segundos, admirando el cartel de la misma, que decía:"Barbería Knife". El cartel era brillante y con un efecto de 3D, por eso quedé enamorado del mismo. Sin esperar más tiempo, me adentré en el local, su interior era bastante pequeño, tenía su zona con sillas y espejos, característico de estos negocios, y además tenía una zona donde el dueño cobraba a sus clientes.

Pude ver que el lugar estaba prácticamente vacío, por lo que salí nuevamente del lugar, para ver si mi compañero había logrado seguirme o se había perdido en el camino a la famosa barbería.

Kasai estuvo siguiendo a aquel chico rubio con ambas manos en los bolsillos y los ojos entrecerrados. No se fiaba mucho de lo que pudiese pasar en aquella isla y por ello iba atento a todo. Después de seguir buscando a su líder estaba ya replantearse el abandonar. Llevaba muchas islas y era frustrante no hallar ni una triste noticia suya. Desde que estuvo aquel año entrenando en Nanami no había vuelto a saber nada de él. Se suponía que tras su duro entrenamiento se reuniría con él y el resto del gremio. Echaba de menos a su gente y cada vez tenía menos esperanzas de verlos.

Finalmente tras aquel largo y aburrido camino, el chico le llevó a una barbería con un bonito cartel. Aquello podía servir para atraer clientela pero también podía ser una súplica a que atracasen el loca. Llamar la atención en aquel sitio era de locos pero no había otra opción pues Kasai estaba harto de aquella barba. Era una sensación que nunca había podido soportar y por ello quería encontrar un método para erradicar el pelo facial del planeta. Mucha gente estaría en contra pero él era libre de aplicárselo así mismo si aquello existía. De hecho era uno de sus sueños crearlo o encontrarlo.

Se asomó por la ventana despacio y pudo ver que el sitio estaba bien. Por ello ahora sonrió de lado para después mirar al joven. Le dedicó una sonrisa calmada y le habló en un tono amigable y tranquilo. – Creo que nuestros caminos se separan aquí. En cuanto me afeite me dedicaré a viajar de isla en isla capturando piratas. Tal vez forme mi propio gremio. – Dijo finalmente cruzándose de brazos para esperar una respuesta de aquel hombre con el que se había cruzado ese día. Tal vez fue cosa del destino o simplemente una enorme casualidad.

Finalmente mi compañero llegó detrás de mí, antes de que lo atendieran me dijo que al parecer nuestros caminos se separaban aquí, a pesar de que me parecía bastante hostil, no me había caído tan mal, y era la primera persona con la que hablaba realmente en todo mi trayecto por la isla, eso hizo que incluso le tomara cariño.

Cuando me habló de que formaría su propio gremio, me sorprendí, supuse que no tardaría en ir tras mi hermano, y a pesar de que no me cayera mal, mi sangre era mi sangre, Juka me necesitaría, y por eso debía hacerme mucho más fuerte de lo que era si quería ayudarlo con nuestro objetivo en común.

Luego de que todo eso pasara por mi cabeza, simplemente miré a Kasai, y le dije:"Te deseo lo mejor a ti y a tu futuro gremio, espero que nos volvamos a ver en algún momento, y debo admitir que fue un gusto conocerte". Cuando terminé de decir esas palabras, salí lentamente del local, dejando a mi compañero atrás, para continuar mi viaje a través de la isla, en busca de mi querido hermano. Solo esperaba que estuviera bien y que luego de tantos años, pudiéramos reencontrarnos.

Kasai sonrió y asintió tras escuchar las palabras de aquel rubio que empezó a alejarse. Mostró una expresión calmada y a continuación miró un poco a su alrededor. Quedaba bastante para que oscureciera y era posible que le quedasen muchas cosas por hacer. Seguir buscando a Alex era la mayor prioridad de todas. Sin dudarlo pensaba que aquel hombre debía de estar vivo oculto en algún sitio del planeta. Si hubiese recibido una de aquellas cosas de papel que guiaban hasta el portador no hubiese pasado nada. Encima a saber lo que estarían haciendo los demás miembros de la banda. Si estaban junto a él sería una putada para él ya que sería como si le hubiesen abandonado.

Tras unos momentos soltó un suspiro y entró tranquilamente al local. Se sentó en una de las sillas y enseguida un hombre mayor de cabellos blancos y ojos azules le atendió. – Buenos días caballero. Tiene un pelo corto ¿Qué desea? – En aquel momento el cazador sonrió de forma amable y le respondió con toda la calma del mundo. – Quíteme la barba que tengo totalmente por favor. – El dueño del local se impresionó debido a que ésta era muy poca pero debía satisfacer al cliente y se puso a ello. Al fin y al cabo no todos eran mala gente en aquella isla.

Cuando por fin acabó, el rubio se puso en pie y le pagó. A continuación soltó un suspiro y salió de aquel local con una tranquilidad inmensa. Tenía que continuar la búsqueda y eso fue lo que hizo. Empezó a andar tranquilamente por aquellas calles con las manos en las fundas de sus armas y la cabeza bien alta. Su haki estaba activado y sus reflejos preparados para cualquier ataque. Ahora sonrió de forma amplia empezando a trotar levemente para comenzar a pillar más terreno y finalizar antes el viaje por aquella maldita isla llena de ruina.