Fortaleciendo la amistad [Ushio - Taiga]

Taiga continuaba su viaje junto a aquel moreno con el que había entablado una bonita amistad. Al parecer ahora estaban llegando a la isla de Nanami. Un capullo llamado Jack Black había estado asesinando todo lo que se movía y eso no era admisible. El rango del cazador había subido un poco debido a la última captura en la que tuvo la ayuda de Ushio. Ahora miraba el cartel de aquel capullo de forma tranquila. – Pues debería estar aquí si mis cálculos no fallan. – Nada más decir aquello notó que ya habían llegado y bajó de aquel sitio. Una vez que el transporte estuvo amarrado le pasó el cartel a su compañero.

El precio era de 65.000.000 e iban a tener que currárselo bastante si deseaban derrotarlo. El tipo de la foto era un hombre algo mayor de unos cincuenta años. Su pelo era corto y blanco. El tono de sus ojos azul y portaba un sombrero negro. Poseía un corte en forma de equis en la barbilla y al parecer era un experto tirador. Iban a tener que tener mucho ojo con aquel tipo pues las pistolas eran armas letales y las balas tenían mucha velocidad. Más que cualquier tajo del moreno y más que cualquier golpe del rubio.

No había personas en aquella isla pues fueron asesinadas por una banda pirata tiempo atrás. La leyenda decía que solo cuatro personas se libraron. Lo que no sabía Taiga era si había animales por allí. Si así era las probabilidades de que el asesino estuviera por allí aumentaban. Era idiota ocultarse en una isla dónde no había nada de comida. Se moriría en poco tiempo si no comía y aquello significaba tener que salir muy rápido de su escondite. No pudo evitar soltar un suspiro mientras avanzaba. – Odio las pistolas. Son armas demasiado sucias. – Dijo mientras agarraba con fuerza su taco de villar azul, le había gustado bastante.

El rubio continuaba caminando con su compañero de forma tranquila. Iba mirando la flora de la isla y no parecía muy peligrosa a decir verdad. Primero el chico dijo de acampar allí y aquello provocó que el luchador suspirase. La verdad no se fiaba de las criaturas que podían acechar. Sin embargo la idea de que podía haber ruinas de la civilización anterior era muy buena. El chico iba a darle la razón a su amigo cuando de repente pasó algo inusual. No esperaba tener la mala suerte de encontrarse con esas cosas nunca pero así pasó.

Frente a sus ojos había un jodido gato enorme. El cabrón debería medir los cinco metros de alto. Meterse con un ser de aquel tamaño era una locura. La velocidad y agilidad de aquellos animales era legendaria. El cazador miró a su compañero con calma y tranquilidad. Además de empezar a hablarle en un tono más bajo. – Dime qué tienes por ahí algo de atún. – Tras decir aquello el jodido gato se puso más violento avanzando hacia ellos. El rubio no podía creerse la mala suerte que había tenido y simplemente dio un paso atrás. Aquella cosa estaba muy nerviosa y era tal vez por qué estaban invadiendo su territorio. Algo normal.

En ese momento el hombre del taco de villar pudo ver algo raro en su pata. Tenía un disparo y sangraba. Ahora estaba convencido de que el culpable era el capullo que buscaban. No tardó en alzar una ceja y mirar al moreno de forma tranquila. – Mírale su pata. Este animal está enfadado al haber recibido un tiro. – Dicho aquello devolvió su mirada hacia el animal mientras pensaba en que poder hacer. La situación era muy difícil y aquel ser podía despedazarlos de un jodido zarpazo.

Taiga asintió a las palabras del chico. Había que curar a aquel gato de alguna forma y por suerte él era médico. Se acercó muy despacio con toda la intención de ayudar al mamífero a ponerse mejor. Sacarle una bala iba a ser complicado pero su enorme tamaño quizás era una ventaja. Estaba pensando en el mejor método de cumplir con su objetivo cuando de repente pasó algo improvisto. Una figura salió de la maleza y pese a que podía ser cualquier animal salvaje, resultó ser el capullo a por el que habían ido hasta aquella isla. No quería dejar escapar a su presa y entonces todo tuvo sentido al momento. Aquel enfermo estaba tratando de cazar al enorme gato naranja. Era normal que el pobre felino estuviese de mal humor y encima con ganas de rajar a lo primero que pillase. La situación cada vez parecía estar más tensa y ponerse más difícil segundo a segundo.

En ese momento trató de disparar pero el que recibió el balazo no fue otro que Ushio. El capullo se había puesto en medio y ahora estaba herido. El rubio frunció el ceño mientras observaba la situación y apretaba el palo de villar con fuerza usando la presión de su mano derecha para ello. Tenía las opciones de centrarse en el pobre gato o de lo contrario atacar a aquel capullo armado con armas de fuego. Estaba pensando cuando siguió escuchando la conversación entre él y el moreno de las espadas. En ese momento el cazador escuchó el típico sonido de un grifo goteando y pudo ver como la sangre salía de su amigo. Aquello le hizo fruncir el ceño para después quitarse la chaqueta negra. El clima era agradable y no pasaría frío. Después se la lanzó al moreno con fuerza para que este la cogiera. – Usa esto de vendaje. – Su tono era serio. Se notaba mosqueado por la situación y ya tenía previsto su primer movimiento.

El cazador pegó dos zancadas hacia delante mientras tomaba el taco por un extremo. A continuación lo lanzó con todas sus fuerzas hacia el pistolero. El arma se desplazó realizando el ruido de un silbido mientras golpeaba el aire con fuerza. La dura madera pegó en las manos de aquel enfermo tirándole una de sus pistolas y provocándole bastante dolor. Soltó un grito de rabia cuando se dio cuenta de que el luchador ya estaba frente a él. – ¡Ice punch! ¡Rifle! – Gritó al mismo tiempo que lanzaba un puñetazo recto contra el rostro del enemigo. Consiguió tirarlo de espaldas al suelo pero cuando vio que este tomaba su otra pistola no dudó en correr a un lado y tirarse tras unos árboles. El enemigo disparaba a su posición pero este rodaba de forma ágil usando los troncos como escudos y sirviendo ahora él de distracción mientras sonreír de lado satisfecho.

El rubio continuó rodando por el bosque mientras los balazos eran disparados hacia su posición. Las ramas saltaban por los aires y el sonido de los proyectiles impactando en la madera y el suelo hacía huir a los pequeños animales. De hecho ahora el luchador pudo ver una pequeña ardilla atrapada por unas piedras y a medida que rodaba la cogió protegiéndola con su cuerpo. Después de unos momentos los tiros cesaron. Taiga se hallaba un poco mareado pero en buenas condiciones. Miró a aquella criatura pequeña y tras dedicarle una sonrisa amable la dejó en el cuelo. La pequeña huyó cuanto antes a un árbol y de éste saltó a otro. Así sucesivamente hasta perderse por aquella inmensa isla. El pobre animal había sido víctima de las barbaridades de aquel anormal, al igual que el pobre gato.

El rubio ahora se asomó observando como su compañero recibía una patada en el pecho y era mandado contra un árbol. Aquello hizo fruncir el ceño a Redfield y ahora trató de moverse de forma sigilosa entre la maleza. A continuación apretó su puño derecho y soltó un leve suspiro mientras analizaba la situación de la mejor forma posible. Iba a tardar un poco en idear un plan pero cuando vio a aquel criminal alzar su pistola contra el moreno no pudo evitar sentir un pinchazo en el pecho. En ese momento tan solo pudo susurrar despacio unas palabras. – Ice punch… – Salió corriendo hacia aquel tipo mientras notaba sus pulsaciones aumentar. En un par de segundos se escuchó el sonido de un disparo. El tiro había sido realizado. Taiga con la mano izquierda había desviado la mano del enemigo para que la bala fuese hasta un árbol cercano. – ¡Thunder Tiger! – Gritó ahora lanzando un puñetazo con una potencia impresionante sobre el rostro de aquel tío.

Jack salió disparado contra el suelo levantando una cortina de polvo debido a la fuerza con la que había sido lanzado. La adrenalina del cazador se había disparado de golpe debido a la situación de ver a su amigo en peligro. No iba a consentir perder a aquel espadachín con el que había hecho unas migas impresionantes. De hecho ahora se lanzó a por aquel criminal en una lluvia de patadas sin darle tiempo a levantarse para de esa forma seguir debilitándole. Sin embargo en uno de sus golpes su pierna se vio agarrada y él tirado al suelo con fuerza. Aquel tipo además de disparar tenía algo de fuerza y ahora se puso a brillar con una extraña aura azulada. El rubio acabó en el suelo dolorido y recibió un codazo en el pecho. Aquello le hizo escupir saliva de forma repentina para después quejarse del dolor. Aquel capullo estaba a un nivel bastante diferente que el capullo de Arabasta. En ese momento el tipo cogió su pistola y se la puso en la frente mientras sonreía de lado a punto de apretar el gatillo.

Taiga frunció el ceño notando el cañón de aquella arma en su frente cuando de repente cerró los ojos de forma exagerada. Parecía ser el fin debido a que no podía esquivar algo así. En ese momento el moreno se movió quitándoselo de encima. El rubio se levantó como pudo jadeando un poco por la experiencia que acababa de vivir para después cerrar los puños con fuerza. Sus azulados ojos estaban clavados en la escena. Esperaba una oportunidad para poder intervenir y en ese momento cerró ambos puños y soltó todo el aire posible. Estaba concentrándose para poder dar uno de sus mayores ataques. No iba a ser nada fácil llegar hasta el objetivo pero si lo lograba tal vez lograba reducir a aquel maldito idiota de una vez por todas.

Ahora la situación parecía ser bastante complicada debido a que el enemigo había potenciado su aura y según decía tenía mayor capacidad de reacción y puntería. Aquello significaba que iba a ser muy difícil acertar el golpe pero debía intentarlo. Pudo ver como su amigo recibía varios balazos pero conseguía llegar a su oponente y realizarle un potente tajo en el pecho. Pese a que lo había logrado aquel tipo seguía en pie. En ese momento una risa surgió de la boca del cazador. Cuando hubo llamado la atención del tirador empezó a caminar hacia él de forma calmada mientras iba hablándole. – Técnica de canalización. Estás canalizando tu energía para aumentar algunas características. Sin embargo eso no va a estar activado mucho rato. – Mencionó ahora al mismo tiempo que una sonrisa siniestra se formaba en su rostro. Aquel tipo pareció cabrearse bastante pues enseguida le apuntó a él con ambas armas. – ¿Vas a dispararme? En cuanto el efecto de esa aura finalice el corte de tu pecho te va a doler mucho. Sencillamente te estoy diciendo que este es el fin para tus días de asesino. – Jack soltó un gruñido de ira y rápidamente empezó a disparar al rubio.

Podía tener buena puntería pero el cazador le había mosqueado y puesto nervioso y aquello conseguía claramente cambiar la cosa. El enemigo comenzó a soltar balazos que el luchador trataba de evadir moviéndose de un lado a otro hasta llegar a su objetivo. Recibió una fea herida en el hombro izquierdo pero trató de ignorar ese hecho. De repente echó el puño hacia atrás mientras gritaba con fuerza. – ¡Ice punch! ¡Up Storm! – Sin pensárselo impactó un tremendo puñetazo en el centro de la cara de su objetivo para después lanzar una patada a su abdomen tirándolo de espaldas al suelo. Acto seguido se llevó la mano al hombro sintiendo el dolor de la bala para después notar como el aura de aquel payaso se desvanecía lentamente. En ese momento el luchador mostró una sonrisa calmada pues la pelea estaba finalizando y aquel hombre agonizaba por el corte. Su ojo derecho estaba cerrado por el poderoso puñetazo del rubio. – Deja sin conocimiento a ese paleto. – Dijo con una sonrisa a su compañero para después caminar hacia el animal despacio con la intención de curarle.

Taiga empezó a tratar la pata del gato con toda la tranquilidad del mundo mientras se fijaba en la herida. Por suerte la bala no había penetrado mucho en la extremidad del animal y ahora lo miró a los ojos despacio. – Esto te va a doler un poco, José Enrique. – Dijo mirando al animal mientras introducía sus dedos en aquel pequeño agujero y sacaba el proyectil de un tirón. El felino soltó un gruñido enorme mientras movía la cola violentamente pero pareció calmarse al cabo de unos segundos. El rubio había estado alerta pues no se fiaba pues aquella cosa le partiera en dos con sus grandes garrar. Eran animales muy peligrosos y salvajes al fin y al cabo. Sus azulados ojos se clavaron en los de aquella bestia y después suspiró volviendo a lo suyo.

En ese momento escuchó un disparo y se alertó un poco dándose la vuelta. Esperaba que aquel capullo no hubiese matado a su amigo o por el contrario Ushio no se hubiese volado la pierna o algo. Al parecer el asesino se había suicidado de un tiro en la cabeza. Aquello provocó un suspiro por parte del rubio pues la muerte no era necesaria. A continuación se giró volviendo a tratar la pata del ser. Sacó unos vendajes de los bolsillos y empezó a atarlos al animal mientras mantenía una expresión calmada. Por fin José Enrique se calmó y dejó de gruñir, motivo que hizo al rubio sonreír de lado con toda la calma del mundo. – Muy bien. Quédate así y el primo Ushio te hará un masaje después. – Nada más decir aquello terminó de apretar los vendajes y quedó sentado limpiándose el sudor de la frente con el reverso de la mano.

A continuación el espadachín se sentó a su lado despacio y le dijo aquellas cosas sobre la banda de aquel tío. El luchador lo miró con una expresión de despreocupación impresionante para después contestarle. – Algo de eso había escuchado pero igualmente moriremos con honor. – Una vez dijo aquello soltó un suspiro colocándose en pie y caminando hasta el cuerpo del asesino mirándolo a la cabeza. Después volvió a mirar a su compañero con toda la tranquilidad del mundo. – No creo que pase nada. De todas formas lo de hacernos fuertes lo veo. Estoy detrás de una fruta del diablo y si la consigo todo mejorará bastante. Por el momento creo que deberíamos irnos de aquí y entregar a este tío. – Dijo llevándose la mano derecha a la nuca y rascándose de forma intensa. – Por cierto José Enrique quiere un masaje en la panza, dáselo por favor. – Dijo con una sonrisa amable.

Taiga observaba como el moreno le hacía un masaje en la panza al animal de forma tranquila. Al mínimo al parecer le parecía bastante agradable y ronroneaba de gusto. Los azulados ojos del luchador observaban aquello mientras mostraba una sonrisa tranquila en el rostro. De hecho ahora buscó su taco de villar y lo cogió con calma para después acariciarlo un poco y fijarse en el cuerpo del criminal abatido. No pudo evitar soltar un pesado suspiro para después estirarse soltando un bostezo bastante grande que indicaba que le estaba dando un poco de sueño. Le haber tenido que luchar con Jack había sido bastante cansado pero por suerte ya lo tenían y la recompensa iba a merecer la pena.

Tras unos momentos el luchador cargó con el criminal poniéndolo sobre sus hombros y comenzó a caminar hacia la costa. Aquel chico en ese momento dijo que el rubio era fuerte pero no tanto como él. Aquello tan solo provocó una sonrisa ladeada y tranquila en el rostro del cazador. Al parecer el moreno le había lanzado una especie de indirecta y no pensaba decir nada por el momento. De hecho ahora simplemente entrecerró los ojos y oscureció su rostro mientras pensaba para sus adentros en una posible batalla. Sin embargo contaba con una gran desventaja. Los puños eran de carne mientras que las espadas de acero. Ese iba a ser el único problema para ya encontraría alguna solución.

Por el momento no iba a seguir pensando en ello. El espadachín mostró un poco de interés por saber que fruta buscaba el luchador pero quería que fuese una sorpresa. Aquello hizo que Taiga sonriera de lado despacio. Él tenía claro lo que estaba buscando pero por desgracia no había forma de comprobar el tipo de poderes que daba cada fruta en específico. Tal vez usando un conejillo de indias pero no era buena idea. Ahora el rubio soltó un inmenso suspiro mientras caminaba junto a su amigo cargando con el cuerpo de aquel desgraciado que se había volado la cabeza. – No lo dudo, Ushio. – Dijo amablemente dándole la razón de qué era más fuerte para después seguir el viaje tranquilamente. No pensaba de aquella forma pero siempre era mejor darle confianza para que luego se llevase una buena sorpresa. Finalmente llegaron al barco y ya solo hacía falta poner rumbo al siguiente destino y entregar a Jack Black.