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La noche parecía haber empezado. Eran las nueve y por fin había oscurecido en aquella isla. Una taberna parecía estar muy iluminada pues las luces se veían a distancia. Dentro de esta había un ambiente increíble. La gente bebía y gritaba emocionada mientras los camareros tomaban nota sin parar. En el sitio había de todo. Desde borrachos amables y cariñosos hasta tipos que parecían matar con la mirada. Las chicas no podían faltar en aquel sitio. Unas parecían divertirse y otras algo más bebidas buscaban alguna bragueta a la que tirarse buscando guerra. Sin embargo lejos de aquel sitio, en la esquina derecha del local, se hallaban unos tipos más calmados.
Parecía estar jugando al villar. El primero era un hombre de al menos dos metros, de piel oscura y pelo rubio. Además tenía barba del mismo tono que el cabello. El segundo era un tipo más bajito de pelo azulado y corto. El tercero era el que parecía ir derrotándolos en un dos contra uno. Era una persona de estatura alta y de cabellos rubios echados hacia atrás. El color de sus ojos era azul como el cielo. Vestía con una camiseta blanca y por fuera una chaqueta negra abierta. Disponía de dos hombreras plateadas. En su mano ahora había un palo de villar azulado. Este misterioso hombre no era otro que Taiga Redfield. Un joven cazador que había comenzado su viaje hacía muy poco. No tenía por el momento otra cosa que hacer que meterse en un bar lleno de borrachos.
Era el turno del tipo de piel oscura y tras haber tirado coló la bola blanca en el agujero perdiendo el turno y dándoselo al luchador. Este sonrió y colocó la bola tranquilamente en el punto de partida para después observar bien la mesa. Tan solo le quedaban dos bolas mientras que a los otros todavía cinco. – Bueno creo que es hora de finalizar en el siguiente turno, caballeros. – Dijo ahora con un tono suave dando un golpe a las dos bolas que le quedaban y metiendo cada una en un agujero distinto. Aquellos dos se quedaron impresionados y ahora a Taiga solo le faltaba meter la bola negra en la esquina superior derecha para ganar. Notó la garganta algo seca y levantó la mano pidiéndole al camarero un buen vaso hasta lo alto de vino sin alcohol con dos cubitos cuadrados. Este enseguida se fue a prepararlo.
Taiga ahora tomó el palo de nuevo y lo colocó en posición. Lanzó un seco golpe contra la pared izquierda, en la cual rebotó la bola y golpeó a la negra metiéndola por el sitio correcto. Soltó una leve sonrisa mientras ahora aquellos dos tipos se mosqueaban. Empezaron a recriminarse cosas el uno al otro mientras que ahora el rubio se acercó a la barra cogiendo su bebida y dándole un trago. El sabor era fantástico y el fresquito inundando su garganta le hizo sentirse bastante bien. Ahora aquellos dos jugadores que perdieron empezaron a acercarse a él despacio por la espalda aunque el cazador ya los notaba acercarse. De todas formas todavía tenía en la mano el palo de villar azul y si debía usarlo lo iba a hacer con todas sus fuerzas. Si no sabían perder que no le hubiesen desafiado.
Parecía estar jugando al villar. El primero era un hombre de al menos dos metros, de piel oscura y pelo rubio. Además tenía barba del mismo tono que el cabello. El segundo era un tipo más bajito de pelo azulado y corto. El tercero era el que parecía ir derrotándolos en un dos contra uno. Era una persona de estatura alta y de cabellos rubios echados hacia atrás. El color de sus ojos era azul como el cielo. Vestía con una camiseta blanca y por fuera una chaqueta negra abierta. Disponía de dos hombreras plateadas. En su mano ahora había un palo de villar azulado. Este misterioso hombre no era otro que Taiga Redfield. Un joven cazador que había comenzado su viaje hacía muy poco. No tenía por el momento otra cosa que hacer que meterse en un bar lleno de borrachos.
Era el turno del tipo de piel oscura y tras haber tirado coló la bola blanca en el agujero perdiendo el turno y dándoselo al luchador. Este sonrió y colocó la bola tranquilamente en el punto de partida para después observar bien la mesa. Tan solo le quedaban dos bolas mientras que a los otros todavía cinco. – Bueno creo que es hora de finalizar en el siguiente turno, caballeros. – Dijo ahora con un tono suave dando un golpe a las dos bolas que le quedaban y metiendo cada una en un agujero distinto. Aquellos dos se quedaron impresionados y ahora a Taiga solo le faltaba meter la bola negra en la esquina superior derecha para ganar. Notó la garganta algo seca y levantó la mano pidiéndole al camarero un buen vaso hasta lo alto de vino sin alcohol con dos cubitos cuadrados. Este enseguida se fue a prepararlo.
Taiga ahora tomó el palo de nuevo y lo colocó en posición. Lanzó un seco golpe contra la pared izquierda, en la cual rebotó la bola y golpeó a la negra metiéndola por el sitio correcto. Soltó una leve sonrisa mientras ahora aquellos dos tipos se mosqueaban. Empezaron a recriminarse cosas el uno al otro mientras que ahora el rubio se acercó a la barra cogiendo su bebida y dándole un trago. El sabor era fantástico y el fresquito inundando su garganta le hizo sentirse bastante bien. Ahora aquellos dos jugadores que perdieron empezaron a acercarse a él despacio por la espalda aunque el cazador ya los notaba acercarse. De todas formas todavía tenía en la mano el palo de villar azul y si debía usarlo lo iba a hacer con todas sus fuerzas. Si no sabían perder que no le hubiesen desafiado.
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Rainbase, Arabasta. Un pueblo lleno de casinos y con gente que estaba por dos razones. La primera, apostar todo su dinero en juegos de azar, donde, seguramente, iban a perderlo todo. La segunda, hombres y mujeres buscando algo de sexo con desconocidos y ahogar sus penas en alcohol y dios sabe que otras cosas más. ¿Qué carajos hacía aquí? Buscaba un sitio donde quedarse, algo donde dormir tranquilo y… Había llegado al lugar equivocado. El desierto me había confundido y, en vez de llegar a la capital de la isla, llegué a la ciudad que prometía que los sueños se cumplían. ”Idiotas…” – pensaba mientras entraba al primer y último casino que iba a visitar, seguramente, en toda mi vida.
– Parece que llego justo cuando la diversión está a su tope – susurraba mientras caminaba y veía que unos tipos se acercaban a otro y por sus caras, gestos y por lo que sus labios iban diciendo… Iban a empezar una pelea. Tuve suerte que el de seguridad me dejara entrar con mis dos espadas, nunca pensé que las tendría que usar en algún lugar así, pero… El destino como los juegos de los casinos era puro azar. – Chicos, no creo que quieran generar problemas y arruinar la diversión de todos en el casino – decía a la vez que me interponía entre ellos y el hombre rubio que portaba, por lo que alcancé a ver, una camisa blanca y una chaqueta negra. ”No estás a la moda, amigo” – pensaba. Mis ropas no eran tan distintas a las suyas. Una chaqueta negra de cuero y unos pantalones largos de color blanco. Mis espadas en mi espalda formando una bonita equis. – Tienen dos opciones. La primera, irse sin heridas, que es la que les recomiendo. Dos, terminar la noche en un hospital con heridas un poco graves – notaba que los dos sujetos se miraron y luego rieron a carcajadas. – Ustedes lo eligieron. – Saqué mi espada negra. Los dos dudaron un segundo, pero, el alcohol les daba una valentía que no tenían. Dieron un paso más y yo me moví. Con el lado sin filo, al primero, que lanzó un puñetazo a mi rostro, lo golpee en el estómago y con el impulso, lo tiré junto a su amigo. Ambos, acabaron en una mesa, boca arriba e inconscientes. Guardé mi espada y con un solo gesto tranquilicé a la multitud y la diversión continuó.
Me senté al lado del tipo rubio. No era de tomar alcohol y esta no sería la primera vez que lo hiciera. No lo necesitaba para iniciar una buena charla. Suspiré con calma y sonreí de medio lado. ¿Qué opinaría de mí? Tampoco me importaba la verdad, esperaba que no fuera un luchador de la justicia y que los tipos que… Bueno… Se entrometían en sus cosas, fueran los primeros en su lista negra.
– Hola. Soy Ushio – mi mirada era tranquila y la alternaba entre él y los tipos a mis espaldas. Esperaba que no se volvieran a levantar, esperaba que no. – Esos tipos te querían dar una paliza, ¿verdad? – noté que en su mano llevaba un palo para jugar billar. Era de un color azul. – Tengo curiosidad de saber por qué lo querían hacer – hice una breve pausa. – Aunque si te molesto, me lo dices y me voy de aquí. – Finalicé con la misma calma que siempre tenía. ¿Qué haría ese tipo? ¿Iniciaría una nueva pelea? ¿Me ignoraría? Algo en él me hacía tener curiosidad de conocerlo.
– Parece que llego justo cuando la diversión está a su tope – susurraba mientras caminaba y veía que unos tipos se acercaban a otro y por sus caras, gestos y por lo que sus labios iban diciendo… Iban a empezar una pelea. Tuve suerte que el de seguridad me dejara entrar con mis dos espadas, nunca pensé que las tendría que usar en algún lugar así, pero… El destino como los juegos de los casinos era puro azar. – Chicos, no creo que quieran generar problemas y arruinar la diversión de todos en el casino – decía a la vez que me interponía entre ellos y el hombre rubio que portaba, por lo que alcancé a ver, una camisa blanca y una chaqueta negra. ”No estás a la moda, amigo” – pensaba. Mis ropas no eran tan distintas a las suyas. Una chaqueta negra de cuero y unos pantalones largos de color blanco. Mis espadas en mi espalda formando una bonita equis. – Tienen dos opciones. La primera, irse sin heridas, que es la que les recomiendo. Dos, terminar la noche en un hospital con heridas un poco graves – notaba que los dos sujetos se miraron y luego rieron a carcajadas. – Ustedes lo eligieron. – Saqué mi espada negra. Los dos dudaron un segundo, pero, el alcohol les daba una valentía que no tenían. Dieron un paso más y yo me moví. Con el lado sin filo, al primero, que lanzó un puñetazo a mi rostro, lo golpee en el estómago y con el impulso, lo tiré junto a su amigo. Ambos, acabaron en una mesa, boca arriba e inconscientes. Guardé mi espada y con un solo gesto tranquilicé a la multitud y la diversión continuó.
Me senté al lado del tipo rubio. No era de tomar alcohol y esta no sería la primera vez que lo hiciera. No lo necesitaba para iniciar una buena charla. Suspiré con calma y sonreí de medio lado. ¿Qué opinaría de mí? Tampoco me importaba la verdad, esperaba que no fuera un luchador de la justicia y que los tipos que… Bueno… Se entrometían en sus cosas, fueran los primeros en su lista negra.
– Hola. Soy Ushio – mi mirada era tranquila y la alternaba entre él y los tipos a mis espaldas. Esperaba que no se volvieran a levantar, esperaba que no. – Esos tipos te querían dar una paliza, ¿verdad? – noté que en su mano llevaba un palo para jugar billar. Era de un color azul. – Tengo curiosidad de saber por qué lo querían hacer – hice una breve pausa. – Aunque si te molesto, me lo dices y me voy de aquí. – Finalicé con la misma calma que siempre tenía. ¿Qué haría ese tipo? ¿Iniciaría una nueva pelea? ¿Me ignoraría? Algo en él me hacía tener curiosidad de conocerlo.
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Taiga permanecía callado y con los ojos entrecerrados. Agarrando con fuerza el palo de villar y preparado para girarse a la mínima y golpearles en el centro de la cara. Sin embargo ahora una cuarta persona se sumó a aquel extraño trío. El cazador no alcanzó a verlo muy bien debido a que estaba de espaldas. Pensaba que tal vez era un aliado de ellos tratando de frenarlos pero su amenaza del hospital le hizo cambiar de idea rápidamente. Un colega no podía ser tan cabrón como para llegar a aquellos extremos tan violentos y salvajes. De modo que eso le daba a entender al luchador que aquella voz no pertenecía a otro enemigo.
Ahora aquel joven pareció hacer un ataque debido a que se escuchó el típico golpe de algo caerse al suelo. Había tumbado a aquellos dos con suma facilidad. Una sonrisa ladeada se formó enseguida en el rostro de Redfield. No podía creerse que todavía hubiese gente tan poderosa por aquella zona calurosa. Llevaba allí todo el jodido día y no encontraba como salir de la maldita isla. Pegó un trago de nuevo a su bebida y ahora suspiró observando a la multitud guardar silencio y volver a lo suyo. Sin duda allí todo el mundo iba a su bola y no se entrometía en los asuntos de los demás. Hacían bien o podían salir perjudicados. La sociedad últimamente era una basura más en aquel mundo lleno de bandos innecesarios como los revolucionarios o los criminales.
De repente Taiga dejó de pensar en aquello cuando notó que alguien le dirigía la palabra. Giró su rostro tranquilo y se encontró con un hombre moreno. Además de saludarle se presentó como Uchio. Su mirada rotaba un poco para analizar también a los de atrás por si se les ocurría levantarse de nuevo. Las siguientes palabras del espadachín hicieron sonreír ampliamente al luchador ¿Cómo sabía que era un espadachín? Tan solo había que fijarse en que llevaba dos espadas en su espalda en una curiosa forma de equis. – Se ve que últimamente ganar en el villar está mal visto. De todas formas si atacaban pensaba romperles el taco en la cabeza. Te agradezco que me hayas quitado de encima ese problemilla. – Dicho aquello no pudo evitar estirar su mano de forma tranquila hacia aquel chico moreno de ojos dorados. – Taiga Redfield. – Dijo ahora con una mirada agradable.
De repente la puerta se abrió de nuevo dejando pasar esta vez a lo que parecía ser un semigigante de barba rubia y ojos verdes. El luchador había visto ya a tres en el mismo día. No entendía como aquella raza podía gustarle tanto el calor. Ahora aquel hombre se sentó en una mesa alejada y gritó pidiendo una jarra de hidromiel. El camarero enseguida fue a llevársela. Mientras tanto el rubio observó de nuevo al moreno de forma tranquila. – ¿Qué haces aquí? Esta isla es horrible y últimamente demasiado peligrosa como has podido ver. Aunque para mí ya no hay sitio en el mundo que no considere peligroso. Cada vez hay más psicópatas sueltos. – Soltó un suspiro mientras le daba un último trago a su bebida y le observaba de forma calmada.
Ahora aquel joven pareció hacer un ataque debido a que se escuchó el típico golpe de algo caerse al suelo. Había tumbado a aquellos dos con suma facilidad. Una sonrisa ladeada se formó enseguida en el rostro de Redfield. No podía creerse que todavía hubiese gente tan poderosa por aquella zona calurosa. Llevaba allí todo el jodido día y no encontraba como salir de la maldita isla. Pegó un trago de nuevo a su bebida y ahora suspiró observando a la multitud guardar silencio y volver a lo suyo. Sin duda allí todo el mundo iba a su bola y no se entrometía en los asuntos de los demás. Hacían bien o podían salir perjudicados. La sociedad últimamente era una basura más en aquel mundo lleno de bandos innecesarios como los revolucionarios o los criminales.
De repente Taiga dejó de pensar en aquello cuando notó que alguien le dirigía la palabra. Giró su rostro tranquilo y se encontró con un hombre moreno. Además de saludarle se presentó como Uchio. Su mirada rotaba un poco para analizar también a los de atrás por si se les ocurría levantarse de nuevo. Las siguientes palabras del espadachín hicieron sonreír ampliamente al luchador ¿Cómo sabía que era un espadachín? Tan solo había que fijarse en que llevaba dos espadas en su espalda en una curiosa forma de equis. – Se ve que últimamente ganar en el villar está mal visto. De todas formas si atacaban pensaba romperles el taco en la cabeza. Te agradezco que me hayas quitado de encima ese problemilla. – Dicho aquello no pudo evitar estirar su mano de forma tranquila hacia aquel chico moreno de ojos dorados. – Taiga Redfield. – Dijo ahora con una mirada agradable.
De repente la puerta se abrió de nuevo dejando pasar esta vez a lo que parecía ser un semigigante de barba rubia y ojos verdes. El luchador había visto ya a tres en el mismo día. No entendía como aquella raza podía gustarle tanto el calor. Ahora aquel hombre se sentó en una mesa alejada y gritó pidiendo una jarra de hidromiel. El camarero enseguida fue a llevársela. Mientras tanto el rubio observó de nuevo al moreno de forma tranquila. – ¿Qué haces aquí? Esta isla es horrible y últimamente demasiado peligrosa como has podido ver. Aunque para mí ya no hay sitio en el mundo que no considere peligroso. Cada vez hay más psicópatas sueltos. – Soltó un suspiro mientras le daba un último trago a su bebida y le observaba de forma calmada.
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Suspiré de alivio al ver que me respondía con tranquilidad. Se presentó como Taiga y me estiró la mano, se la apreté con una sonrisa. La verdad, era que su opinión me llamó la atención. Era verdad que todo era un peligro, que las cosas estaban cada vez más mal y que no había ningún cambio en la sociedad. Suspiré de nuevo y me quedé mudo un tiempo. Extrañamente, coincidía con él y entendía su punto de vista. Quizás había pasado peores cosas que yo, pero coincidía en que era verdad lo que decía. ”Creo que encontré a alguien muy interesante” – pensaba mientras de reojo notaba que entraba un enorme tipo. Era, sin dudas, un semigigante de barba rubia y ojos verdes. Reaccioné cuando me preguntó qué estaba haciendo en la isla.
– La verdad, busco algo donde quedarme – tomé una leve pausa. El ambiente se había distendido y todo parecía ir bien. La gente no nos iba a decir nada y tampoco esperaba que llegaran los de seguridad. – Necesito tomar un descanso. El Grand Line no te da tregua y… Bueno, no soy una máquina – sonreí ante ese comentario. – Y también es aburrido viajar solo. Tengo suerte que mi barco sea resistente, pero no aguantará tanto – recordé el pedazo de madera que me iba quedando. Un pequeño barco pesquero en donde solo caerían dos personas. Las tormentas le habían hecho mella y mucho daño y las cosas no podían ser peores. Necesitaba otro, pero… No tenía dinero para comprarme uno nuevo y tendría que estar así hasta que las cosas mejoren. – De haber tenido alguna elección, no hubiera salido de mi isla. Pero… Las cosas fueron distintas – mi mirada fue seria durante un segundo. Recordar que el maldito Emperador dominaba esa isla me hacía arder en deseos de venganza. – Odio las peleas, odio ver la sangre de inocentes correr por nada, odio a los tipos que se creen dueños del mundo… – apreté mi mano derecha y formé un puño. – Salí de viaje para hacerme más fuerte y volver para rescatar a mi isla. – Un suspiro y volví a estar calmado.
En mi memoria se dibujó la cara de mi madre, la del Emperador y la de los habitantes de la isla. Los que vivían con miedo y sufrimiento. Todas esas personas que iban sufriendo por culpa de un tipo tan arrogante que no era capaz de liderar un país como la gente y gobernar pensando en ellos y no él. Recordé a todos ellos y la razón de porque había salido de viaje, encontrar a los mellizos, seguir los deseos de mi madre y salvar Reddo Teikoku.
– No me molesta la idea de que me tilden de pirata o algo así – tomé una pausa. Tenía que calmarme. – Pero bueno, ¿cuál es el motivo para estar aquí? – Taiga se veía un tipo pacífico, igual que yo. Solo que algo más serio y más aburrido.
– La verdad, busco algo donde quedarme – tomé una leve pausa. El ambiente se había distendido y todo parecía ir bien. La gente no nos iba a decir nada y tampoco esperaba que llegaran los de seguridad. – Necesito tomar un descanso. El Grand Line no te da tregua y… Bueno, no soy una máquina – sonreí ante ese comentario. – Y también es aburrido viajar solo. Tengo suerte que mi barco sea resistente, pero no aguantará tanto – recordé el pedazo de madera que me iba quedando. Un pequeño barco pesquero en donde solo caerían dos personas. Las tormentas le habían hecho mella y mucho daño y las cosas no podían ser peores. Necesitaba otro, pero… No tenía dinero para comprarme uno nuevo y tendría que estar así hasta que las cosas mejoren. – De haber tenido alguna elección, no hubiera salido de mi isla. Pero… Las cosas fueron distintas – mi mirada fue seria durante un segundo. Recordar que el maldito Emperador dominaba esa isla me hacía arder en deseos de venganza. – Odio las peleas, odio ver la sangre de inocentes correr por nada, odio a los tipos que se creen dueños del mundo… – apreté mi mano derecha y formé un puño. – Salí de viaje para hacerme más fuerte y volver para rescatar a mi isla. – Un suspiro y volví a estar calmado.
En mi memoria se dibujó la cara de mi madre, la del Emperador y la de los habitantes de la isla. Los que vivían con miedo y sufrimiento. Todas esas personas que iban sufriendo por culpa de un tipo tan arrogante que no era capaz de liderar un país como la gente y gobernar pensando en ellos y no él. Recordé a todos ellos y la razón de porque había salido de viaje, encontrar a los mellizos, seguir los deseos de mi madre y salvar Reddo Teikoku.
– No me molesta la idea de que me tilden de pirata o algo así – tomé una pausa. Tenía que calmarme. – Pero bueno, ¿cuál es el motivo para estar aquí? – Taiga se veía un tipo pacífico, igual que yo. Solo que algo más serio y más aburrido.
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El chico no parecía ser mala gente. De hecho era todo lo contrario. Al parecer tenía un barco que estaba a punto de hacerse pedazos. Buscaba un lugar para descansar pero aquel casino no era del todo tranquilo. De hecho nada más llegar ya hubo una pelea. Ganar a un juego de azar ya era motivo para que trataran de atacar a una persona. Era ridículo y abusivo cuanto menos. Sin embargo todavía había gente agradable como era aquel moreno de ojos dorados que portaba dos espadas con él. La marina parecía no pasearse mucho por aquella isla llena de arena y desesperación. Era normal al fin y al cabo. Meter a hombres de la ley en cuatro regiones de la enorme isla era desperdiciar poder militar para ellos, era una verdadera lástima. Allí había cabrones que merecían estar entre rejas de por vida.
Taiga continuó escuchando las palabras de su acompañante. La verdad es que los dos pensaban de la misma forma. Los inocentes no tenían culpa de nada y la sangre derramada inútilmente era odiosa de ver. Todo iba tranquilo hasta que aquel chico mencionó que le llamaban pirata. Aquello hizo que el rubio entrecerrara los ojos mirándolo de arriba abajo. Una ladeada sonrisa se formó en su rostro de repente. No había visto carteles con la cara del moreno ¿Si los hubiera lo capturaría? Seguramente no. El luchador tan solo apresaba a tipos que se lo merecieran y no a buenas personas con mala suerte. Después de aquellas palabras el chico preguntó una última cosa. – Tan solo vine por trabajo. Capturar a un hombre con precio por su cabeza. Era un asesino. Pero después no caí en que no tenía vehículo de vuelta. Es difícil la vida de un cazador, Ushio. – Con aquello pretendía decirle a lo que se dedicaba.
De todas formas el rubio ahora estaba muy calmado. La razón de haber llegado allí es que unos amables pescadores le trajeron. Sin embargo los cabrones se habían ido ya y no podía salir de allí. Era un suplicio y una situación muy incómoda. De repente notó que el semigigante ya llevaba algunas copas de más y no paraba de reír de forma exagerada. Además daba golpes en la mesa y acojonaba al resto de personas. Los tipos de las máquinas de azar incluso dejaron sus cosas para fijarse en él. No había nadie que se atreviera a decirle que se controlase. Taiga por su parte no iba a meterse si no había violencia. Reír era algo bueno y tan solo significaba que aquel tipo era feliz. No iba a ser él quién acabase con la diversión de un pobre hombre algo más alto que el resto. De modo que ahora dejó de fijarse en él y volvió a mirar al chico de forma calmada y amable. – Por el momento solo he recaudado dos millones y me queda mucho camino por delante si quiero ser uno de los grandes Kary no ryoshu. – Una vez dijo aquello le dedicó una sonrisa amable.
Taiga continuó escuchando las palabras de su acompañante. La verdad es que los dos pensaban de la misma forma. Los inocentes no tenían culpa de nada y la sangre derramada inútilmente era odiosa de ver. Todo iba tranquilo hasta que aquel chico mencionó que le llamaban pirata. Aquello hizo que el rubio entrecerrara los ojos mirándolo de arriba abajo. Una ladeada sonrisa se formó en su rostro de repente. No había visto carteles con la cara del moreno ¿Si los hubiera lo capturaría? Seguramente no. El luchador tan solo apresaba a tipos que se lo merecieran y no a buenas personas con mala suerte. Después de aquellas palabras el chico preguntó una última cosa. – Tan solo vine por trabajo. Capturar a un hombre con precio por su cabeza. Era un asesino. Pero después no caí en que no tenía vehículo de vuelta. Es difícil la vida de un cazador, Ushio. – Con aquello pretendía decirle a lo que se dedicaba.
De todas formas el rubio ahora estaba muy calmado. La razón de haber llegado allí es que unos amables pescadores le trajeron. Sin embargo los cabrones se habían ido ya y no podía salir de allí. Era un suplicio y una situación muy incómoda. De repente notó que el semigigante ya llevaba algunas copas de más y no paraba de reír de forma exagerada. Además daba golpes en la mesa y acojonaba al resto de personas. Los tipos de las máquinas de azar incluso dejaron sus cosas para fijarse en él. No había nadie que se atreviera a decirle que se controlase. Taiga por su parte no iba a meterse si no había violencia. Reír era algo bueno y tan solo significaba que aquel tipo era feliz. No iba a ser él quién acabase con la diversión de un pobre hombre algo más alto que el resto. De modo que ahora dejó de fijarse en él y volvió a mirar al chico de forma calmada y amable. – Por el momento solo he recaudado dos millones y me queda mucho camino por delante si quiero ser uno de los grandes Kary no ryoshu. – Una vez dijo aquello le dedicó una sonrisa amable.
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”Así que cazador, eh” – pensé cuando mencionó a lo que se dedicaba. Le interesó la parte de que no tenía transporte, pero si dinero. Su objetivo parecía ser llegar a ser uno de los grandes Kary no Ryushu. Era un tipo interesante y su sentido de justicia parecía ser similar al mío… Ya se había ganado mi confianza y mi respeto. El semigigante parecía estar de buen humor y, aunque asustaba al resto, no parecía que fuera a pasar a mayores y no merecía más de mi atención. Si se ponía violento, que no lo esperaba, tendría que intervenir. ¿Dos peleas en un mismo día y lugar? Esperaba que no se diera esa situación. ”Tengo una… Idea” – pensé.
– ¿No tienes transporte, eh? – dije. Sabía la respuesta pero era una pregunta casi natural y para confirmar lo que ya sabía. – La verdad, es que yo estoy en la situación contraria. No tengo dinero, pero sí transporte – decía con naturalidad. – Entonces, ¿qué te parece viajar juntos un tiempo? – no tenía nada que perder. Su sentido de justicia y como era como persona me agradaba. El tipo de persona con la cual hasta me plantearía armar una banda y viajar siempre con él. – Un viaje temporal. Yo te doy transporte, tu compras todo – una breve pausa mientras iba notando que cada vez llegaba más y más gente. La vida de un casino era así, entre más tarde era, más gente llegaba. Y no es que hubiera poca cuando llegué, pero ahora las cosas eran distintas y aunque solamente resaltaba el semigigante que estaba ahí riendo a lo bestia, el resto parecía estar divirtiéndose tratando de ignorarlo. – Y yo te puedo ayudar a cazar criminales. Vamos… Algo así como una alianza. – no tenía idea de cómo se lo iba a tomar. Pero las cosas eran simples, un viaje de dos y como lo había planteado, era útil. Nos podíamos potenciar juntos e ir explorando diferentes islas e ir con más seguridad y menos desconfianza. – Aparte, soy un buen navegante. – Ese era mi broche de oro para convencerlo. ¿Qué me diría?
– ¿No tienes transporte, eh? – dije. Sabía la respuesta pero era una pregunta casi natural y para confirmar lo que ya sabía. – La verdad, es que yo estoy en la situación contraria. No tengo dinero, pero sí transporte – decía con naturalidad. – Entonces, ¿qué te parece viajar juntos un tiempo? – no tenía nada que perder. Su sentido de justicia y como era como persona me agradaba. El tipo de persona con la cual hasta me plantearía armar una banda y viajar siempre con él. – Un viaje temporal. Yo te doy transporte, tu compras todo – una breve pausa mientras iba notando que cada vez llegaba más y más gente. La vida de un casino era así, entre más tarde era, más gente llegaba. Y no es que hubiera poca cuando llegué, pero ahora las cosas eran distintas y aunque solamente resaltaba el semigigante que estaba ahí riendo a lo bestia, el resto parecía estar divirtiéndose tratando de ignorarlo. – Y yo te puedo ayudar a cazar criminales. Vamos… Algo así como una alianza. – no tenía idea de cómo se lo iba a tomar. Pero las cosas eran simples, un viaje de dos y como lo había planteado, era útil. Nos podíamos potenciar juntos e ir explorando diferentes islas e ir con más seguridad y menos desconfianza. – Aparte, soy un buen navegante. – Ese era mi broche de oro para convencerlo. ¿Qué me diría?
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La propuesta de aquel chico era bastante interesante. Uno disponía de dinero y el otro de un vehículo por el que moverse. La idea era atractiva y el chico no le caía nada mal. Eran muy parecidos. Tan solo se diferenciaban físicamente y en que uno usaba los puños mientras que el otro prefería la espada. Lo de que era navegante no le importó mucho al rubio pues podían apañárselas. Lo mejor fue que le iba a ayudar a la caza de criminales y eso le hizo sonreír de lado. No solo conseguía salir de aquel infierno. También podía contar con la ayuda del moreno para encerrar a asesinos que merecieran estar entre rejas por crímenes atroces como podían ser los de eliminar inocentes.
Taiga se quedó mirándole con una expresión tranquila para después meter la mano y sacar una petaca. Esta iba llena de agua y la echó sobre el vaso con cubitos para aprovecharlos. Muchos podían tildarle de tacaño por aquello pero él prefería nombrarse ahorrador. No pudo evitar dirigirle la mirada al moreno de forma amistosa. – Es una fantástica idea pero solo con lo de que no soportas a los asesinos ya me habías ganado. – Cerró los ojos soltando una leve carcajada para a continuación darle un sorbo al agua. Le supo un poco a la bebida anterior pero era mejor que nada. Ahora que lo pensaba, todavía no se había quitado aquel taco de villar de la mano. Le había cogido cariño y todo. A continuación volvió a mirar al chico mientras alzaba una ceja. – Bueno Ushio. Creo que podríamos relajarnos un poco mientras tanto. – Dijo señalándole la mesa del villar. Parecía un plan entretenido hasta que empezó a liarse en aquel sitio.
El semigigante recibió un botellazo en la cabeza y acabó tirado en el suelo quedando inconsciente. Taiga frunció el ceño mientras se colocaba en pie y trataba de buscar con la mirada al culpable. Se dio cuenta de que era un hombre de cabellos castaños y ojos rojizos. Tenía un sombrero negro y un uniforme que constaba en una camisa negra y un pantalón del mismo tono. El rubio no pudo evitar meter la mano en su chaqueta y sacar los carteles. Enseguida lo descubrió como “Luter Tremblei” Un peligroso asesino dedicado a la violación de mujeres y al asesinato de niños pequeños. Una escoria de la sociedad. Sin embargo su cabeza tenía un coste de cincuenta millones y aquello no era moco de pavo. Estaba claro que su nivel era muy distinto al de aquel capullo. Aun así el luchador le señaló con el dedo índice y se puso a regañarle con un tono serio. – ¡No te muevas, Luter! – Aquel payaso al ver que el chico le llamaba por su nombre frunció el ceño y sacó un machete. – Bueno Ushio, creo que podrías ayudarme con este tío. Te daré el cincuenta por ciento de lo que cobre por él. – Dijo ahora con una sonrisa mientras poco a poco se acercaba al semigigante para ver su herida, era médico.
Taiga se quedó mirándole con una expresión tranquila para después meter la mano y sacar una petaca. Esta iba llena de agua y la echó sobre el vaso con cubitos para aprovecharlos. Muchos podían tildarle de tacaño por aquello pero él prefería nombrarse ahorrador. No pudo evitar dirigirle la mirada al moreno de forma amistosa. – Es una fantástica idea pero solo con lo de que no soportas a los asesinos ya me habías ganado. – Cerró los ojos soltando una leve carcajada para a continuación darle un sorbo al agua. Le supo un poco a la bebida anterior pero era mejor que nada. Ahora que lo pensaba, todavía no se había quitado aquel taco de villar de la mano. Le había cogido cariño y todo. A continuación volvió a mirar al chico mientras alzaba una ceja. – Bueno Ushio. Creo que podríamos relajarnos un poco mientras tanto. – Dijo señalándole la mesa del villar. Parecía un plan entretenido hasta que empezó a liarse en aquel sitio.
El semigigante recibió un botellazo en la cabeza y acabó tirado en el suelo quedando inconsciente. Taiga frunció el ceño mientras se colocaba en pie y trataba de buscar con la mirada al culpable. Se dio cuenta de que era un hombre de cabellos castaños y ojos rojizos. Tenía un sombrero negro y un uniforme que constaba en una camisa negra y un pantalón del mismo tono. El rubio no pudo evitar meter la mano en su chaqueta y sacar los carteles. Enseguida lo descubrió como “Luter Tremblei” Un peligroso asesino dedicado a la violación de mujeres y al asesinato de niños pequeños. Una escoria de la sociedad. Sin embargo su cabeza tenía un coste de cincuenta millones y aquello no era moco de pavo. Estaba claro que su nivel era muy distinto al de aquel capullo. Aun así el luchador le señaló con el dedo índice y se puso a regañarle con un tono serio. – ¡No te muevas, Luter! – Aquel payaso al ver que el chico le llamaba por su nombre frunció el ceño y sacó un machete. – Bueno Ushio, creo que podrías ayudarme con este tío. Te daré el cincuenta por ciento de lo que cobre por él. – Dijo ahora con una sonrisa mientras poco a poco se acercaba al semigigante para ver su herida, era médico.
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Sonreí de alegría al ver que Taiga había aceptado. Quién se podía imaginar que en un casino se había formado una extraña amistad. Un cazador que solo cazaba a los tipos que se lo merecía y un pirata que ignoraba las diferentes facciones en las que se dividía el mundo. Era una pajera que velaba por el bien del resto. No comenté nada y miraba como es que el cazador llenaba su vaso con agua. Todo estaba bien y las cosas estaban resultando en paz. Los tipos que había derrotado no se habían levantado y eso era lo mejor… ¿O no? Escuché el ruido de una botella que se rompía al impactar con algo, me giré y vi el cuerpo del semigigante tirado en el piso. El responsable, según lo que escuché del cazador, era un tal Luter. Si él lo conocía era porque tenía wanted. Escuché los gritos de las personas y noté que Taiga ya se estaba ocupando de la situación.
– ¡Todos salgan de aquí! – gritaba mientras desenvainaba mis dos espadas y empezaba a caminar rumbo a Luter. – Taiga, este es el peor sitio donde podemos iniciar una pelea. Tenemos que sacarlo de aquí y llevarlo a un lugar donde no haya nadie que pueda salir herido. Eso o sacar a todos, incluyendo al semigigante – decía mientras trataba de encontrar una salida donde no hubiera nadie. La gente empezaba a salir corriendo… Los de seguridad se acercaban y ya estaban con sus armas desenfundadas. ”Si disparan aquí le pueden dar a alguien. Piensa Ushio, piensa” – pensaba mientras me iba mostrando más serio y me concentraba en mi enemigo. – ¡No disparen! Ayuden a despejar el área. Nosotros nos haremos cargo de esto – Taiga estaba ocupado atendiendo al semigigante, ¿qué culpa tenía él? Solo se estaba divirtiendo como todos nosotros, no había molestado a nadie y solo se estaba distrayendo. Noté que los de seguridad empezaban a guiar al resto de las personas y ya solo estábamos nosotros. – Ni siquiera te preguntaré por qué hiciste eso. Eres un maldito bastardo y pagarás lo que hiciste. – Mi tono era serio y frío.
– Es cierto. Quizás soy un maldito, pero ese tipo me molestaba – su tono era frio y empezó a avanzar. – Hice lo que ustedes debieron haber hecho hace mucho – mostró su habilidad con el machete haciendo maniobras y giros extraños. – Y ahora, por culpa de su estúpida valentía, tendré que matarlos a los dos. – Me aburrí de escucharlo y corrí hacia él tratando de hacer un doble corte en diagonal que partiría en sus hombros y acabaría en ambos extremos de sus caderas. Esta vez, estaba atacando con el lado filoso… Iba a acabar esto. Luter bloqueó mi ataque usando su machete y antes de que pudiera reaccionar había conectado una patada que me mandó a volar directo a la barra. Me levanté y sonreí.
– Esto será divertido. – Susurré con emoción.
– ¡Todos salgan de aquí! – gritaba mientras desenvainaba mis dos espadas y empezaba a caminar rumbo a Luter. – Taiga, este es el peor sitio donde podemos iniciar una pelea. Tenemos que sacarlo de aquí y llevarlo a un lugar donde no haya nadie que pueda salir herido. Eso o sacar a todos, incluyendo al semigigante – decía mientras trataba de encontrar una salida donde no hubiera nadie. La gente empezaba a salir corriendo… Los de seguridad se acercaban y ya estaban con sus armas desenfundadas. ”Si disparan aquí le pueden dar a alguien. Piensa Ushio, piensa” – pensaba mientras me iba mostrando más serio y me concentraba en mi enemigo. – ¡No disparen! Ayuden a despejar el área. Nosotros nos haremos cargo de esto – Taiga estaba ocupado atendiendo al semigigante, ¿qué culpa tenía él? Solo se estaba divirtiendo como todos nosotros, no había molestado a nadie y solo se estaba distrayendo. Noté que los de seguridad empezaban a guiar al resto de las personas y ya solo estábamos nosotros. – Ni siquiera te preguntaré por qué hiciste eso. Eres un maldito bastardo y pagarás lo que hiciste. – Mi tono era serio y frío.
– Es cierto. Quizás soy un maldito, pero ese tipo me molestaba – su tono era frio y empezó a avanzar. – Hice lo que ustedes debieron haber hecho hace mucho – mostró su habilidad con el machete haciendo maniobras y giros extraños. – Y ahora, por culpa de su estúpida valentía, tendré que matarlos a los dos. – Me aburrí de escucharlo y corrí hacia él tratando de hacer un doble corte en diagonal que partiría en sus hombros y acabaría en ambos extremos de sus caderas. Esta vez, estaba atacando con el lado filoso… Iba a acabar esto. Luter bloqueó mi ataque usando su machete y antes de que pudiera reaccionar había conectado una patada que me mandó a volar directo a la barra. Me levanté y sonreí.
– Esto será divertido. – Susurré con emoción.
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Taiga miraba la herida del pobre hombre de tamaño grande. Al parecer tenía varios cortes en la cabeza y estaba perdiendo algo de sangre. En su rostro se notaba una expresión apenada y aquello hizo que el luchador apretara los puños con bastante fuerza. Se estaba mosqueando muchísimo por lo que estaba viendo. – No voy a dejarte morir aquí. Como médico no me lo perdonaría. – Dijo arrancándose una manga de la camisa para después usarla como vendaje improvisado. No era suficiente y tuvo que arrancar trozos de la propia ropa del semigigante para poder detener la hemorragia que parecía ser un poco grave. Tenía una vida en sus manos y no iba a fracasar en salvarla. Por desgracia todavía no había podido visitar ninguna farmacia ni comprar medicamentos para emergencias como aquella. Era algo que hacía sentir incómodo al cazador. De todas formas no pensaba rendirse con la vida de aquel hombre.
En ese momento su compañero gritó que todos salieran de allí y le dijo a él que ese no era un buen sitio para pelear. Tenía toda la razón y ahora Taiga cargó a aquel tipo inconsciente sobre su espalda. El dolor fue inmenso y casi se le escapó un quejido. Pesaba muchísimo y él apenas podía llevarlo. El sudor comenzó a bajarle por la frente mientras tiraba de él hacia la salida de aquel local de la isla del calor. Por fin tras unos segundos logró dejarlo en la salida pidiéndoles a algunas personas que lo atendieran como era debido. Sabía que seguramente no lo harían pero no perdía nada por intentarlo. De todas formas ya no perdía sangre por el vendaje que le había hecho en la cabeza. Una vez lo dejó allí con aquellas personas, el cazador entró corriendo dispuesto a ayudar a su amigo. Nada más hacerlo cerró la puerta y puso dos mesas en medio para evitar que el castaño escapase. También cogió el taco de villar azul mientras observaba la situación.
El moreno estaba tirado contra la barra y aquello solo significaba que había sido obra del criminal de cincuenta millones. Redfield frunció el ceño y corrió a por aquel payaso tratando de darle un golpe con su palo. Aquel tipo lo cortó en dos con su machete y a continuación lanzó un tajo hacia Taiga. Este se echó hacia atrás con agilidad para evadir el corte todo lo posible pero acabó dándole en el hombro derecho. Soltó un grito de dolor y cayó al suelo empezando a sangrar por la zona del impacto. Entrecerró los ojos aguantando aquel dolor como pudo para después ponerse en pie frunciendo el ceño. – Este tipo es peligroso. Ten cuidado con sus machetes. Parecen estar pringados en algo… – Mencionó ahora el rubio sintiéndose algo mareado ¿Veneno? Esperaba que no pero al menos tenía toda la pinta de serlo. Sintió como la zona cortada se le paralizaba levemente. Era señal de que aquello estaba afectándole. Con la otra mano tomó una silla y se la lanzó con fuerza. Cuando el asesino se defendió cortándola, el puño del rubio le impactó en la cara haciéndole retroceder. La sangre salió del labio inferior de aquel tipo. Sin embargo volvió a tirar al cazador de un cabezazo en la cabeza.
En ese momento su compañero gritó que todos salieran de allí y le dijo a él que ese no era un buen sitio para pelear. Tenía toda la razón y ahora Taiga cargó a aquel tipo inconsciente sobre su espalda. El dolor fue inmenso y casi se le escapó un quejido. Pesaba muchísimo y él apenas podía llevarlo. El sudor comenzó a bajarle por la frente mientras tiraba de él hacia la salida de aquel local de la isla del calor. Por fin tras unos segundos logró dejarlo en la salida pidiéndoles a algunas personas que lo atendieran como era debido. Sabía que seguramente no lo harían pero no perdía nada por intentarlo. De todas formas ya no perdía sangre por el vendaje que le había hecho en la cabeza. Una vez lo dejó allí con aquellas personas, el cazador entró corriendo dispuesto a ayudar a su amigo. Nada más hacerlo cerró la puerta y puso dos mesas en medio para evitar que el castaño escapase. También cogió el taco de villar azul mientras observaba la situación.
El moreno estaba tirado contra la barra y aquello solo significaba que había sido obra del criminal de cincuenta millones. Redfield frunció el ceño y corrió a por aquel payaso tratando de darle un golpe con su palo. Aquel tipo lo cortó en dos con su machete y a continuación lanzó un tajo hacia Taiga. Este se echó hacia atrás con agilidad para evadir el corte todo lo posible pero acabó dándole en el hombro derecho. Soltó un grito de dolor y cayó al suelo empezando a sangrar por la zona del impacto. Entrecerró los ojos aguantando aquel dolor como pudo para después ponerse en pie frunciendo el ceño. – Este tipo es peligroso. Ten cuidado con sus machetes. Parecen estar pringados en algo… – Mencionó ahora el rubio sintiéndose algo mareado ¿Veneno? Esperaba que no pero al menos tenía toda la pinta de serlo. Sintió como la zona cortada se le paralizaba levemente. Era señal de que aquello estaba afectándole. Con la otra mano tomó una silla y se la lanzó con fuerza. Cuando el asesino se defendió cortándola, el puño del rubio le impactó en la cara haciéndole retroceder. La sangre salió del labio inferior de aquel tipo. Sin embargo volvió a tirar al cazador de un cabezazo en la cabeza.
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De reojo había logrado notar que Taiga se había llevado al semigigante para afuera. Ahora en el casino solo estábamos nosotros y aquel criminal. Puse atención a los movimientos de los dos. Taiga recibió un corte y un cabezazo, a cambio de poder conectar un puñetazo en el rostro de aquel tipo. Las palabras de tener cuidado con su machete me hicieron dudar, ¿veneno? No es que fuera raro que alguien peleara usando aquel tipo de sustancias, pero si lo encontraba algo deshonesto. ”Es fuerte…” – tenía que ser más listo para poder ganar. ”Si su machete tiene veneno, entonces, yo podría evitarlo con mis espadas. Hacer una abertura para que Taiga ataque con todo” – pensaba mientras trataba de analizar cada detalle. Era la mejor opción y aparte era consciente de que Luter podía tener el antídoto entre sus ropas. ”Es una apuesta… Pero es nuestra única opción” – me acerqué a Taiga y le empecé a susurrar para que solo él escuchara.
– Taiga, te conseguiré una brecha en su defensa. Tendrás que atacar con todo – tomé una breve pausa mientras envainaba mis espadas. Tendría que intentar algo nuevo y complicado para tratar de sorprender a Luter. – Si mi teoría es cierta, aquel tipo debe tener el antídoto entre sus ropas. Dudo que tengas más de unos segundos, pero no te puedes arriesgar a recibir otro ataque de su machete – suspiré con calma. La idea era simple y esperaba que nuestra coordinación fuera suficiente para llevar esto a buen puerto. – Bien… Acabemos con esto. – Empecé a caminar rumbo a Luter que me miraba desafiante, ¿tan confiado estaba? La confianza ciega lo iba a ser caer.
– Debo admitir que eres ese tipo de personas que más odio – mi paso era inmutable. Nunca había hecho algo como lo que iba a hacer, pero debería intentarlo. – Eres de ese tipo que si sigue suelto, hará un mar de sangre a donde vaya. Por eso debemos detenerte – pasé al lado de una mesa. Era hora de empezar mi ofensiva e iba a utilizar el mismo método de Taiga. – Para bien o para mal… Nosotros estamos aquí y te vamos a derrotar. – Agarré la mesa y se la tiré con fuerza. A la vez empecé a correr en zigzag, en cuanto Luter cortó a la mitad aquel objeto, yo ya estaba en su costado con ambas espadas desenvainadas. Me agaché un poco y luego me elevé con fuerza, mis espadas iban paralelas y subiendo. Noté que el criminal iba a poner su machete y sonreí, me impulsé un poco más con mis piernas y así logré que, al momento de impactar ambas armas, su brazo quedara extendido hacia arriba y el machete saliera volando.
– ¡Ahora, Taiga! – Grité con fuerza. Ahora todo iba a depender de él y de cómo atacara. Sin el machete en sus manos, seguramente, el cazador tuviera más ventaja. Era un todo o nada y apostaba a que él lo iba a conseguir.
– Taiga, te conseguiré una brecha en su defensa. Tendrás que atacar con todo – tomé una breve pausa mientras envainaba mis espadas. Tendría que intentar algo nuevo y complicado para tratar de sorprender a Luter. – Si mi teoría es cierta, aquel tipo debe tener el antídoto entre sus ropas. Dudo que tengas más de unos segundos, pero no te puedes arriesgar a recibir otro ataque de su machete – suspiré con calma. La idea era simple y esperaba que nuestra coordinación fuera suficiente para llevar esto a buen puerto. – Bien… Acabemos con esto. – Empecé a caminar rumbo a Luter que me miraba desafiante, ¿tan confiado estaba? La confianza ciega lo iba a ser caer.
– Debo admitir que eres ese tipo de personas que más odio – mi paso era inmutable. Nunca había hecho algo como lo que iba a hacer, pero debería intentarlo. – Eres de ese tipo que si sigue suelto, hará un mar de sangre a donde vaya. Por eso debemos detenerte – pasé al lado de una mesa. Era hora de empezar mi ofensiva e iba a utilizar el mismo método de Taiga. – Para bien o para mal… Nosotros estamos aquí y te vamos a derrotar. – Agarré la mesa y se la tiré con fuerza. A la vez empecé a correr en zigzag, en cuanto Luter cortó a la mitad aquel objeto, yo ya estaba en su costado con ambas espadas desenvainadas. Me agaché un poco y luego me elevé con fuerza, mis espadas iban paralelas y subiendo. Noté que el criminal iba a poner su machete y sonreí, me impulsé un poco más con mis piernas y así logré que, al momento de impactar ambas armas, su brazo quedara extendido hacia arriba y el machete saliera volando.
– ¡Ahora, Taiga! – Grité con fuerza. Ahora todo iba a depender de él y de cómo atacara. Sin el machete en sus manos, seguramente, el cazador tuviera más ventaja. Era un todo o nada y apostaba a que él lo iba a conseguir.
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Taiga se apoyó un poco en su compañero mientras observaba al cabrón de los dos machetes. Las palabras del moreno le indicaban que iba a usar una distracción para que el rubio impactara su golpe contra aquel capullo. Además le dijo que el enemigo posiblemente llevaba el antídoto en sus ropas pero era algo que el luchador no creía. Aquel hombre era un violador y tal vez paralizaba a las mujeres con aquella sustancia para tenerlas quietecitas mientras se despachaba a gusto. De modo que seguramente no era mortal pero nunca había que fiarse. El cazador asintió a las palabras del espadachín y cerró el ojo izquierdo mientras apretaba los puños con fuerza. Iba a esperar a que el chico hiciera el ataque que le diera ventaja al luchador para realizar su golpe más fuerte.
Cuando Ushio corrió a por su oponente hizo un perfecto movimiento con sus armas haciendo perder al criminal una de sus armas. De repente gritó diciendo que era el turno del rubio. Este corrió a toda velocidad hacia el enemigo por su lado derecho y echando el puño hacia atrás. Cuando por fin estaba llegando frunció el ceño mientras tomaba todo el aire posible y preparaba su golpe. – ¡Ice punch! – Sin pensárselo estrelló su puño con toda la fuerza posible en la boca del estómago de aquel desgraciado. El resultado fue un grito de dolor por parte de aquel tipo, el cual cayó de espaldas al suelo escupiendo saliva y dejando los ojos en blanco. – ¡Okami ki! – Dijo mientras caía al suelo y rodaba debido al impacto con el que se había lanzado. Los nudillos le sangraban ahora debido a lo fuerte que había golpeado.
Ahora notó la zona del corte paralizada del todo. No parecía ser mortal pues no había síntomas serios. Se quedó sentado con la espalda pegada a la pared cuando de repente vio que el tipo se levantaba lentamente. No podía creer que aquel capullo estuviera siendo tan resistente. Ahora se acercó hacia el rubio con una mirada seria y llena de odio. – Voy a matarte aquí mismo. Mi veneno no es mortal pero te dejará quietecito lo justo para que te estrangule sin problemas. – De repente el castaño sonrió de lado mientras se ponía de cuclillas frente al cazador que incluso le costaba moverse. Soltó un suspiro mientras le dedicaba una sonrisa al criminal para después contestarle. – Game over… – Aquel tipo alzó una ceja algo confuso por las palabras del rubio ¿Por qué iba a ser el fin del juego para él? En ese momento Taiga sonrió de lado. – Ya es tarde… – Dijo ahora sabiendo que su compañero no se iba a estar quieto.
Cuando Ushio corrió a por su oponente hizo un perfecto movimiento con sus armas haciendo perder al criminal una de sus armas. De repente gritó diciendo que era el turno del rubio. Este corrió a toda velocidad hacia el enemigo por su lado derecho y echando el puño hacia atrás. Cuando por fin estaba llegando frunció el ceño mientras tomaba todo el aire posible y preparaba su golpe. – ¡Ice punch! – Sin pensárselo estrelló su puño con toda la fuerza posible en la boca del estómago de aquel desgraciado. El resultado fue un grito de dolor por parte de aquel tipo, el cual cayó de espaldas al suelo escupiendo saliva y dejando los ojos en blanco. – ¡Okami ki! – Dijo mientras caía al suelo y rodaba debido al impacto con el que se había lanzado. Los nudillos le sangraban ahora debido a lo fuerte que había golpeado.
Ahora notó la zona del corte paralizada del todo. No parecía ser mortal pues no había síntomas serios. Se quedó sentado con la espalda pegada a la pared cuando de repente vio que el tipo se levantaba lentamente. No podía creer que aquel capullo estuviera siendo tan resistente. Ahora se acercó hacia el rubio con una mirada seria y llena de odio. – Voy a matarte aquí mismo. Mi veneno no es mortal pero te dejará quietecito lo justo para que te estrangule sin problemas. – De repente el castaño sonrió de lado mientras se ponía de cuclillas frente al cazador que incluso le costaba moverse. Soltó un suspiro mientras le dedicaba una sonrisa al criminal para después contestarle. – Game over… – Aquel tipo alzó una ceja algo confuso por las palabras del rubio ¿Por qué iba a ser el fin del juego para él? En ese momento Taiga sonrió de lado. – Ya es tarde… – Dijo ahora sabiendo que su compañero no se iba a estar quieto.
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Sonreí al ver que Taiga lo había conseguido. Nuestra ofensiva había dado resultados y las cosas se tornaban a nuestro favor. Envainé mis armas y me relajé. Después de ver aquel golpe dudaba que ese tipo se pudiera levantar. ”No estuvo mal” – no había hecho muchas cosas interesantes, pero había logrado que el cazador tuviera la chance para tumbarlo. ¿Qué haríamos ahora? La idea de revisarlo y encontrar el antídoto era interesante. De hecho era lo primero que iba a hacer… Cuando vi que Luter estaba levantado y furioso.
– Imposible… – susurré… ¿Qué tan resistente era? Estaba enfadado con Taiga y a mí me había ignorado. El cazador no se podía mover así que el veneno ya había hecho su efecto. – Hijo de puta – desenvainé mis dos espadas. Era hora de acabar con esto. – ¡Luter! – grité para que me prestara atención y así mi compañero tuviera la oportunidad de apartarse. – Cometiste un error. Cometiste el error de subestimarnos. – Empecé a correr rumbo a mi enemigo. Giré ambas armas y las puse en forma horizontal, me apoyé en una mesa y di un gran salto, en el aire, empecé a girar y cuando estaba llegando hacia mi enemigo, que torpemente ponía el machete que le quedaba como defensa, bajé con fuerza. Logré atravesar su escueta defensa y mis dos espadas empezaron a cortar su pecho. Escuché el grito de dolor del tipo y cuando cayó al suelo fue que toda la sangre explotó con furia haciendo que todo se manchara de un tono carmesí. Sabía que no iba a morir con eso, pero si no recibía atención médica urgente, iba a estar muerto en cuestión de minutos. Suspiré con calma y envainé mis espadas.
– Eso estuvo cerca – dije mientras caminaba rumbo a Luter. Tenía que comprobar la teoría de que tenía el antídoto. – Tipos como estos siempre tienen el antídoto, Taiga – revisé cada bolsillo de sus pantalones. – Uno siempre debería tenerlo, en caso de accidentes o que las cosas se volvieran en su contra – sonreí al encontrarlo. Un pequeño frasco de un color azul. Me acerqué a él. – Ten. Una vez te recuperes y descansemos bien, emprenderemos el viaje. Y aún tienes que cobrar su recompensa. – Me senté a su lado. Había sido una noche interesante y las cosas iban a serlo así ahora que iba a viajar con él.
– Imposible… – susurré… ¿Qué tan resistente era? Estaba enfadado con Taiga y a mí me había ignorado. El cazador no se podía mover así que el veneno ya había hecho su efecto. – Hijo de puta – desenvainé mis dos espadas. Era hora de acabar con esto. – ¡Luter! – grité para que me prestara atención y así mi compañero tuviera la oportunidad de apartarse. – Cometiste un error. Cometiste el error de subestimarnos. – Empecé a correr rumbo a mi enemigo. Giré ambas armas y las puse en forma horizontal, me apoyé en una mesa y di un gran salto, en el aire, empecé a girar y cuando estaba llegando hacia mi enemigo, que torpemente ponía el machete que le quedaba como defensa, bajé con fuerza. Logré atravesar su escueta defensa y mis dos espadas empezaron a cortar su pecho. Escuché el grito de dolor del tipo y cuando cayó al suelo fue que toda la sangre explotó con furia haciendo que todo se manchara de un tono carmesí. Sabía que no iba a morir con eso, pero si no recibía atención médica urgente, iba a estar muerto en cuestión de minutos. Suspiré con calma y envainé mis espadas.
– Eso estuvo cerca – dije mientras caminaba rumbo a Luter. Tenía que comprobar la teoría de que tenía el antídoto. – Tipos como estos siempre tienen el antídoto, Taiga – revisé cada bolsillo de sus pantalones. – Uno siempre debería tenerlo, en caso de accidentes o que las cosas se volvieran en su contra – sonreí al encontrarlo. Un pequeño frasco de un color azul. Me acerqué a él. – Ten. Una vez te recuperes y descansemos bien, emprenderemos el viaje. Y aún tienes que cobrar su recompensa. – Me senté a su lado. Había sido una noche interesante y las cosas iban a serlo así ahora que iba a viajar con él.
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Justo cuando aquel tipo iba a finalizar con el rubio, Ushio salió de la nada con sus espadas terminando la pelea de un elegante movimiento. No iba ser el cazador quién curase a aquel cabrón. Pero ahora tenía paralizado el brazo totalmente y empezaba a sentirse mareado. Pobres chicas, recibir eso era ser violadas sin piedad. Ahora al parecer había un antídoto de verdad y el espadachín se lo ofreció al cazador. Pirata decía, ese tío era mejor persona que miles de marines y agentes del gobierno. Al parecer aquello era un tubo de color azulado intenso. Taiga lo abrió despacio y pegó un enorme trago bebiéndoselo del tirón para después soltar un enorme suspiro.
Ahora se quedó allí tirado para después observar como tres guardias seguidos de un par de marines entraban en aquel local. Una sonrisa se formó en el rostro del rubio cuando entraron y alzó la mano mientras exigía su dinero. – Agente exijo mi treinta por ciento. Soy cazador y tengo aquí la licencia. – Dijo sacándola de un bolsillo y mostrándola. No iba a dejar que se llevaran el cuerpo sin darle la pasta. Por algo se habían reventado luchando contra aquel cabrón. El marine de mayor rango era un hombre de edad avanzada. Sus cabellos eran largos y grisáceos y su cuerpo musculoso. Vestía con el uniforme de teniente comandante. No es que el rubio supiera mucho de ellos pero lo ponía en su espalda. Unos hombres se llevaron el cuerpo del violador y tras haber pagado a Taiga se largaron.
La gente volvió a entrar con normalidad en aquel sitio y ahora fue cuando el cazador repartió la pasta en dos mitades y le entregó una a su amigo nuevo. – Aquí tienes Ushio. Sin tu ayuda no lo habría conseguido. – Dijo sintiendo como estaba mejor del brazo para después levantarse despacio y notarse mejor. Lástima que se hubiesen cargado el taco de villar azul pero ahora tomó otro y le pidió al dueño si podía quedárselo. Éste debido al enorme favor le dejó y aquello hizo sonreír de forma exagerada al luchador. – Bueno socio, yo te sigo. – Dijo ahora el rubio indicándole al moreno que podían largarse de allí y le iba a seguir con toda la calma del mundo. El día había estado chungo o más bien la noche. Pero ahora se iban con los bolsillos llenos de rico y delicioso dinero.
Ahora se quedó allí tirado para después observar como tres guardias seguidos de un par de marines entraban en aquel local. Una sonrisa se formó en el rostro del rubio cuando entraron y alzó la mano mientras exigía su dinero. – Agente exijo mi treinta por ciento. Soy cazador y tengo aquí la licencia. – Dijo sacándola de un bolsillo y mostrándola. No iba a dejar que se llevaran el cuerpo sin darle la pasta. Por algo se habían reventado luchando contra aquel cabrón. El marine de mayor rango era un hombre de edad avanzada. Sus cabellos eran largos y grisáceos y su cuerpo musculoso. Vestía con el uniforme de teniente comandante. No es que el rubio supiera mucho de ellos pero lo ponía en su espalda. Unos hombres se llevaron el cuerpo del violador y tras haber pagado a Taiga se largaron.
La gente volvió a entrar con normalidad en aquel sitio y ahora fue cuando el cazador repartió la pasta en dos mitades y le entregó una a su amigo nuevo. – Aquí tienes Ushio. Sin tu ayuda no lo habría conseguido. – Dijo sintiendo como estaba mejor del brazo para después levantarse despacio y notarse mejor. Lástima que se hubiesen cargado el taco de villar azul pero ahora tomó otro y le pidió al dueño si podía quedárselo. Éste debido al enorme favor le dejó y aquello hizo sonreír de forma exagerada al luchador. – Bueno socio, yo te sigo. – Dijo ahora el rubio indicándole al moreno que podían largarse de allí y le iba a seguir con toda la calma del mundo. El día había estado chungo o más bien la noche. Pero ahora se iban con los bolsillos llenos de rico y delicioso dinero.
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¿Qué podía ser mejor? Habían salvado el día y recibirían dinero por eso. Noté que Taiga se tomaba el antídoto y que un marine con tres guardias se acercaban al cuerpo de Luter. El cazador ya estaba cobrando su parte y ahora solo faltaba irse de aquel sitio. ¿A dónde? A cualquier parte, a cualquier isla. Qué importaba el destino, ahora su viaje sería más interesante por el simple hecho de que iba con un compañero que pensaba de forma similar a él. Dos hombres justicieros y que irían cazando tipos para subsistir. Una amistad que se basaría en aquello y quién sabe qué otra cosa. Al levantarse Taiga, también lo hice.
– Tendremos que esperar a que cargue el Log Pose – mencionaba mientras recibía mi parte. Mis bolsillos, como nunca antes, iban a estar llenos de dinero. – Pero también podemos ir a tu gusto. Tú eres el que sabe dónde están tus siguientes objetivos – hice una breve pausa. Noté que el casino se iba llenando de gente. Esperaba que limpiaran la sangre que se había derramado y esperaba que el semigigante hubiera recibido una buena atención médica. – Bueno, ya veremos eso. Por ahora, solo quiero descansar. – Finalicé con una sonrisa y le pegaba suavemente en su hombro derecho. Mi aventura aquí en Rainbase había acabado. Había conseguido un amigo nuevo y un compañero de viajes y había conseguido alguien que pudiera costear las cosas que necesiten en un futuro. Había sido un buen rato en el casino.
– Tendremos que esperar a que cargue el Log Pose – mencionaba mientras recibía mi parte. Mis bolsillos, como nunca antes, iban a estar llenos de dinero. – Pero también podemos ir a tu gusto. Tú eres el que sabe dónde están tus siguientes objetivos – hice una breve pausa. Noté que el casino se iba llenando de gente. Esperaba que limpiaran la sangre que se había derramado y esperaba que el semigigante hubiera recibido una buena atención médica. – Bueno, ya veremos eso. Por ahora, solo quiero descansar. – Finalicé con una sonrisa y le pegaba suavemente en su hombro derecho. Mi aventura aquí en Rainbase había acabado. Había conseguido un amigo nuevo y un compañero de viajes y había conseguido alguien que pudiera costear las cosas que necesiten en un futuro. Había sido un buen rato en el casino.
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