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El viento soplaba con fuerza en aquella isla llena de crímenes y piratas. El cazador había estado todo el jodido día buscando a su líder Alex pero no había forma. Salió de una taberna de mala muerte con las gafas de Sol bien ajustadas. Vestía con su típica gabardina negra. En los pies sus botas y sus fundas de armas en la cintura. Por fin había logrado afeitarse en una barbería de mala muerte de aquel lugar tan feo. El joven tirador estaba pensando en formar su propio gremio de gente decente. Sus pasos no tardaron mucho en llevarle al puerto, dónde miró al horizonte esperando un barco que pudiera llevarle.
El cazador no estaba para tonterías ese día. De repente un sonido a su espalda le alertó de sobremanera y al girarse pudo ver a un grupo de piratas observándole de forma seria. Este simplemente alzó una ceja y se quedó mirándolos con toda la calma del mundo. – ¿Desean algo caballeros? – El tirador no recibió respuesta alguna por parte de aquellas personas, simplemente empezaron a caminar hacia él. Ahora los miró de forma seria llevando la mano derecha a la funda de su revólver.
En ese momento uno de aquellos imbéciles corrió hacia él con toda la intención de hacerle un tajo violento. El pistolero simplemente usó su energía para disparar. La bala impactó en el pecho de aquel desgraciado y el poder explosivo de esta hizo al tipo quedar sin mitad superior. La sangre bañó el suelo y los criminales se echaron hacia atrás mirándole. – ¡Largo! – Gritó haciendo que aquellos hombres corrieran de miedo alejándose de él. En nombre de la justicia exterminaría a cualquier asesino. Ahora suspiró mirando el puerto de forma tranquila, guardó su arma y mantuvo su haki observación atento a cualquier presencia que se acercase.
El cazador no estaba para tonterías ese día. De repente un sonido a su espalda le alertó de sobremanera y al girarse pudo ver a un grupo de piratas observándole de forma seria. Este simplemente alzó una ceja y se quedó mirándolos con toda la calma del mundo. – ¿Desean algo caballeros? – El tirador no recibió respuesta alguna por parte de aquellas personas, simplemente empezaron a caminar hacia él. Ahora los miró de forma seria llevando la mano derecha a la funda de su revólver.
En ese momento uno de aquellos imbéciles corrió hacia él con toda la intención de hacerle un tajo violento. El pistolero simplemente usó su energía para disparar. La bala impactó en el pecho de aquel desgraciado y el poder explosivo de esta hizo al tipo quedar sin mitad superior. La sangre bañó el suelo y los criminales se echaron hacia atrás mirándole. – ¡Largo! – Gritó haciendo que aquellos hombres corrieran de miedo alejándose de él. En nombre de la justicia exterminaría a cualquier asesino. Ahora suspiró mirando el puerto de forma tranquila, guardó su arma y mantuvo su haki observación atento a cualquier presencia que se acercase.
Nokotori Kurodoku
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El espadachín se encontraba en un barco rumbo a la isla de Jaya. El moreno se encontraba en la parte de delante apoyado en su pierna derecha mientras el viento mecía su oscura melena. Según los rumores que le habían llegado al espadachín aquella era una isla del pecado, llena de criminales y personas ruines, justo como a Nokotori le gustaba. El espadachín llevaba su típica túnica vieja grisácea. En esta ocasión llevaba un pañuelo blanco tapándole la parte inferior de la cara dejando ver unos ojos rojizos del color de la propia sangre. El espadachín no quería que su cara fuese vista por ninguno de los tripulantes de aquel barco ya que no había dicho su verdadero nombre ni procedencia. Tenía ocultas sus dos espadas con la túnica y ambas las llevaba sujetas en la cadera. Estaba ya casi llegando y pudo ver a lo lejos como unos maleantes huían despavoridos mientras una figura que parecía ser la mitad de una persona caía desplomada. El moreno sonrió de lado de manera macabra pero aquella sonrisa no era apreciada debido al pañuelo que tenía. Junto a aquella figura que se había desplomado había una persona. Al parecer tenía un arma de fuego o algo por el estilo. Si hizo eso a una persona con solo una pistola, aquella persona debería ser bastante fuerte y esto a Nokotori le dio curiosidad.
Por fin el barco había llegado al puerto y lanzaron el ancla. Los tripulantes llamaron al espadachín para algo pero éste ya se había tirado por la borda para caer en suelo firme por fin. Los marineros se miraron confundidos ya que el moreno había desaparecido con todas sus cosas sin dejar rastro. Se acercó al hombre de las pistolas y observó el cadáver de su oponente. -Pobre diablo. ¿Te hizo algo? El espadachín trató de mirar a los ojos de aquel hombre pero no lo consiguió. Éste llevaba gafas y hacía que dificultase mirarlos. El espadachín se guiaba por las miradas de las personas que conocía. Una mirada le decía mucho.
Por fin el barco había llegado al puerto y lanzaron el ancla. Los tripulantes llamaron al espadachín para algo pero éste ya se había tirado por la borda para caer en suelo firme por fin. Los marineros se miraron confundidos ya que el moreno había desaparecido con todas sus cosas sin dejar rastro. Se acercó al hombre de las pistolas y observó el cadáver de su oponente. -Pobre diablo. ¿Te hizo algo? El espadachín trató de mirar a los ojos de aquel hombre pero no lo consiguió. Éste llevaba gafas y hacía que dificultase mirarlos. El espadachín se guiaba por las miradas de las personas que conocía. Una mirada le decía mucho.
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Kasai observaba el mar de forma melancólica. Las ganas de ver a su líder eran grandes y perdía la esperanza de volver a verle. Ahora estaba solo en el mundo. No es como si le importase mucho pues siempre podía volver con su familia. Pero odiaba demasiado a aquel atajo de nobles mundiales. La vida de palacio no era para él. Le gustaba vivir aventuras y cazar a los peores criminales del mundo. La verdad es que ahora estaba planeando darse una vuelta por el lugar para ver si encontraba a algún tipo con recompensa por su cabeza. Soltó un suspiro y se giró. Sin embargo algo le detuvo.
Una presencia perturbadora cuanto menos. El poder de aquella persona era muy similar al suyo. De hecho el propio tirador ahora tuvo que agarrar su pistola algo nervioso. Esperaba que no fuese la presencia de un pirata muy fuerte. De repente pudo ver a una silueta saltando de un barco mientras se aproximaba él. Sin duda aquel hombre con la cara tapada desprendía un poder inhumano. Kasai trató de relajarse mientras tomaba aire para después mirarlo a los ojos a través de sus gafas de Sol. Eran rojizos como la sangre y su moreno cabello le indicaba que algo no era normal en aquella persona.
Cuando ésta miró el cadáver de aquella forma esperó que no fuese aliado de aquel sucio bucanero. De hecho ahora escuchó la pregunta que le había hecho a él. – Intentó. Aunque no estaba él solo. En esta isla solo hay muerte y odio. – Dijo clavando su mirada en aquel hombre para después apartar la mano de su arma al no sentir intenciones hostiles contra él. Después de unos momentos se quedó mirándole con calma. – Por casualidad ¿Conoces a un tal Alex Drachen? Es el antiguo rey de los cazadores y le estoy buscando. – Nada más decirle aquello esperó respuesta mientras notaba como las personas de aquel sitio les miraban.
Maldita isla del demonio. Allí solo había asesinos, drogadictos y toda clase de gentuza. El tirador ahora suspiró manteniéndose alerta ante todo. El cielo comenzaba a nublarse y quedar a oscuras por allí no le gustaba ni lo más mínimo. Había escuchado acerca de verdaderos psicópatas que en la noche salían a matar. Que eran capaces de ocultarse en los sitios más inesperados y que asesinaban de un solo movimiento. Soltó un suspiro con calma y ahora le dirigió la palabra a aquella persona de nuevo. – Me llamo Kasai. – Dijo ahora observándole de forma tranquila. Su gabardina era ondeada por el viento. Sin embargo su pelo apenas se movía. Bendita gomina “Alberto el alpinista”. El sonido de un trueno se escuchó de repente al mismo tiempo que el aire se volvía más violento. Las olas aumentaban su nivel y aquello era algo que empezó a desagradar al cazador celestial. Las tormentas no estaban hechas para él. Ahora buscó con la mirada algún sitio decente pero eso iba a ser imposible.
Una presencia perturbadora cuanto menos. El poder de aquella persona era muy similar al suyo. De hecho el propio tirador ahora tuvo que agarrar su pistola algo nervioso. Esperaba que no fuese la presencia de un pirata muy fuerte. De repente pudo ver a una silueta saltando de un barco mientras se aproximaba él. Sin duda aquel hombre con la cara tapada desprendía un poder inhumano. Kasai trató de relajarse mientras tomaba aire para después mirarlo a los ojos a través de sus gafas de Sol. Eran rojizos como la sangre y su moreno cabello le indicaba que algo no era normal en aquella persona.
Cuando ésta miró el cadáver de aquella forma esperó que no fuese aliado de aquel sucio bucanero. De hecho ahora escuchó la pregunta que le había hecho a él. – Intentó. Aunque no estaba él solo. En esta isla solo hay muerte y odio. – Dijo clavando su mirada en aquel hombre para después apartar la mano de su arma al no sentir intenciones hostiles contra él. Después de unos momentos se quedó mirándole con calma. – Por casualidad ¿Conoces a un tal Alex Drachen? Es el antiguo rey de los cazadores y le estoy buscando. – Nada más decirle aquello esperó respuesta mientras notaba como las personas de aquel sitio les miraban.
Maldita isla del demonio. Allí solo había asesinos, drogadictos y toda clase de gentuza. El tirador ahora suspiró manteniéndose alerta ante todo. El cielo comenzaba a nublarse y quedar a oscuras por allí no le gustaba ni lo más mínimo. Había escuchado acerca de verdaderos psicópatas que en la noche salían a matar. Que eran capaces de ocultarse en los sitios más inesperados y que asesinaban de un solo movimiento. Soltó un suspiro con calma y ahora le dirigió la palabra a aquella persona de nuevo. – Me llamo Kasai. – Dijo ahora observándole de forma tranquila. Su gabardina era ondeada por el viento. Sin embargo su pelo apenas se movía. Bendita gomina “Alberto el alpinista”. El sonido de un trueno se escuchó de repente al mismo tiempo que el aire se volvía más violento. Las olas aumentaban su nivel y aquello era algo que empezó a desagradar al cazador celestial. Las tormentas no estaban hechas para él. Ahora buscó con la mirada algún sitio decente pero eso iba a ser imposible.
Nokotori Kurodoku
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Aquel hombre se dirigió algo nervioso al espadachín y comentó que lo habían atacado sin razón alguna. Al parecer los rumores que escuchó el moreno era verdad y estaba en la isla del pecado donde todas las personas se intentarían aprovechar de ti e incluso asesinarte. A continuación el rubio le preguntó si conocía a un tal Alex. El moreno negó con la cabeza. El espadachín miró a su alrededor. La ciudad no parecía algo del otro mundo al menos no desde el punto de vista que daba el puerto.
Aquel hombre acabó presentándose, su nombre era Kasai. El espadachín lo miró de arriba abajo para analizarlo bien. Parecía un hombre fuerte y era mejor guardar las distancias para no tener que acabar en una pelea absurda. -Mi nombre es Nokotori. El moreno se presentó con su verdadero nombre, no como con los marineros que lo llevaron hacia la isla. -¿Es que aquí no hay marines? Ese cuerpo lleva ya un rato ahí y parece que a nadie le importa. Al espadachín no le faltaba razón ninguna. Nunca vio que en ningún lugar eso no llamase la atención. Es como si ya estuviesen acostumbrados a aquellos percances y les diese igual a todos. Aunque era lo de menos para el espadachín. El estaba buscando una zona de correos. Por lo visto alguien le mandó una carta y la envió a aquella isla. No sabía quién era el inútil que mandaba una carta y no la mandaba donde estaba el destinatario. Era absurdo así que por eso estaba ahí, la curiosidad lo movió. Si ese alguien dejó la carta ahí es porque quería que el mercenario se moviese a aquella isla.
-Estoy buscando una zona en concreto. Donde reciban cartas. El moreno dejó caer donde quería ir para ver si Kasai le indicaba la dirección o algo. Antes de que pudiese escuchar alguna respuesta o indicación unos gritos llamaron la atención del espadachín. Parecía que eran los hombres que habían huido antes cuando el moreno estaba llegando a la isla. Esta vez eran más y portaban armas. Había uno que sobresalía más. Parecía más fuerte y era más alto, además no tenía pelo y su piel era de color oscura. Sus labios eran carnosos y tenía una nariz bastante gruesa. Sería su líder o algo así. Aquellos hombres empezaron a amenazar al rubio. -¡JA! Idiota ¿Creías que ibas a salir con la tuya sin ser castigado? El puerto es nuestro territorio y eso va también para el enclenque del pañuelo blanco de tu lado El moreno se le quedó mirando al dijo eso y no le gustó nada. Le daba igual que se metiesen con el rubio puesto que no era asunto suyo. Pero insultarlo sin saber quién era y encima ir de chulos le molestaba muchísimo. El moreno acabó desenfundando sus dos espadas con una mirada furiosa. Aquel hombre iba a desear no haber dicho eso.
¿Eh? Creo que no eres consciente de lo que acabas de hacer muchacho. Una vez dicho esto el moreno adoptó una pose de lucha poco convencional levantando su espada morada por encima de su cabeza apuntando a su adversario y con la otra espada en horizontal con el brazo estirado hacia adelante. Una vez adoptó aquella pose el espadachín reveló su sed de sangre y un semblante macabro se dibujo en la cara de Nokotori
Aquel hombre acabó presentándose, su nombre era Kasai. El espadachín lo miró de arriba abajo para analizarlo bien. Parecía un hombre fuerte y era mejor guardar las distancias para no tener que acabar en una pelea absurda. -Mi nombre es Nokotori. El moreno se presentó con su verdadero nombre, no como con los marineros que lo llevaron hacia la isla. -¿Es que aquí no hay marines? Ese cuerpo lleva ya un rato ahí y parece que a nadie le importa. Al espadachín no le faltaba razón ninguna. Nunca vio que en ningún lugar eso no llamase la atención. Es como si ya estuviesen acostumbrados a aquellos percances y les diese igual a todos. Aunque era lo de menos para el espadachín. El estaba buscando una zona de correos. Por lo visto alguien le mandó una carta y la envió a aquella isla. No sabía quién era el inútil que mandaba una carta y no la mandaba donde estaba el destinatario. Era absurdo así que por eso estaba ahí, la curiosidad lo movió. Si ese alguien dejó la carta ahí es porque quería que el mercenario se moviese a aquella isla.
-Estoy buscando una zona en concreto. Donde reciban cartas. El moreno dejó caer donde quería ir para ver si Kasai le indicaba la dirección o algo. Antes de que pudiese escuchar alguna respuesta o indicación unos gritos llamaron la atención del espadachín. Parecía que eran los hombres que habían huido antes cuando el moreno estaba llegando a la isla. Esta vez eran más y portaban armas. Había uno que sobresalía más. Parecía más fuerte y era más alto, además no tenía pelo y su piel era de color oscura. Sus labios eran carnosos y tenía una nariz bastante gruesa. Sería su líder o algo así. Aquellos hombres empezaron a amenazar al rubio. -¡JA! Idiota ¿Creías que ibas a salir con la tuya sin ser castigado? El puerto es nuestro territorio y eso va también para el enclenque del pañuelo blanco de tu lado El moreno se le quedó mirando al dijo eso y no le gustó nada. Le daba igual que se metiesen con el rubio puesto que no era asunto suyo. Pero insultarlo sin saber quién era y encima ir de chulos le molestaba muchísimo. El moreno acabó desenfundando sus dos espadas con una mirada furiosa. Aquel hombre iba a desear no haber dicho eso.
¿Eh? Creo que no eres consciente de lo que acabas de hacer muchacho. Una vez dicho esto el moreno adoptó una pose de lucha poco convencional levantando su espada morada por encima de su cabeza apuntando a su adversario y con la otra espada en horizontal con el brazo estirado hacia adelante. Una vez adoptó aquella pose el espadachín reveló su sed de sangre y un semblante macabro se dibujo en la cara de Nokotori
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Aquel hombre negó cuando el cazador le preguntó por Alex. Se decepcionó un poco al saberlo pues esperaba que el moreno al menos supiese algo. No pudo evitar soltar un suspiro para después darle una pequeña patada al aire. La siguiente pregunta que hizo aquel tipo le hizo algo de gracia a Kasai. Decía que dónde estaban los marines en aquella isla. El rubio soltó una leve carcajada para después responderle con calma. – Estás en la isla sin ley. Aquí el gobierno no tiene poder. Solo hay piratas y asesinos. Un sitio horrible pero a la vez ventajoso para un cazador como yo. – Añadió guiñándole el ojo con confianza. Después pensó que tenía gafas de Sol y que había sido una estupidez hacer eso. De todas formas mientras nadie se enterase no tenía por qué sentir vergüenza.
A continuación aquel hombre dijo que buscaba una zona de cartas. El rubio empezó a pensar que se trataba de un cartero perdido. De todas formas Kasai quería ayudarle y empezó a mirar a su alrededor aunque teniendo en cuenta el lugar debía de estar bien escondido. Salió de sus pensamientos cuando escuchó una voz amenazante. En ese momento el tirador se dio cuenta de que unos asesinos estaban dirigiéndoles la palabra. Al parecer el puerto era el territorio de una banda liderada por un tipo de piel oscura con malas pulgas. En aquel momento el moreno se pudo en posición de combate. Al principio agradó al pistolero pues pensó que quería ayudarle pero tampoco quería meter en líos al cartero. De modo que ahora sonrió de lado al mismo tiempo que abría su chaqueta despacio. En ésta empezaron a verse bastantes cargadores en distintos tonos.
El cazador estaba indeciso y lo siguiente que hizo sacar sus pistolas negras junto a un cargador naranja. Sus balas píricas estaban listas para la acción y ahora comenzó a reír un poco. – Pues parece que hoy van a caer muchos malvados. En nombre de la justicia yo os condeno al fuego eterno. – Un aura blanca empezó a rodear a Kasai mientras sus cabellos crecían hasta formar una impresionante melena. En su cabeza se formó un casco grisáceo que la tapó los ojos pero no por ello le impedía ver. Seis hermosas alas blancas salieron de su espalda y ahora la chaqueta cayó al suelo. Se había transformado en un impresionante serafín. Ahora miró a aquellos tipos a los ojos y la mayoría se quedaron paralizados por el miedo. Algunos incluso empezaron a correr entre lágrimas. Kasai empezó a lanzar destellos de energía a aquellos enemigos que empezaron a caer al suelo debilitados. Sus balas también eliminaban a bastantes. Sin embargo el de piel oscura se lanzó a por el moreno. El rubio decidió esperar un poco para ver que hacía su ahora compañero. La presencia de aquel ser mitológico era impresionante. Sin embargo volvió a la forma humana enseguida al no poder controlar tanto poder de golpe.
A continuación aquel hombre dijo que buscaba una zona de cartas. El rubio empezó a pensar que se trataba de un cartero perdido. De todas formas Kasai quería ayudarle y empezó a mirar a su alrededor aunque teniendo en cuenta el lugar debía de estar bien escondido. Salió de sus pensamientos cuando escuchó una voz amenazante. En ese momento el tirador se dio cuenta de que unos asesinos estaban dirigiéndoles la palabra. Al parecer el puerto era el territorio de una banda liderada por un tipo de piel oscura con malas pulgas. En aquel momento el moreno se pudo en posición de combate. Al principio agradó al pistolero pues pensó que quería ayudarle pero tampoco quería meter en líos al cartero. De modo que ahora sonrió de lado al mismo tiempo que abría su chaqueta despacio. En ésta empezaron a verse bastantes cargadores en distintos tonos.
El cazador estaba indeciso y lo siguiente que hizo sacar sus pistolas negras junto a un cargador naranja. Sus balas píricas estaban listas para la acción y ahora comenzó a reír un poco. – Pues parece que hoy van a caer muchos malvados. En nombre de la justicia yo os condeno al fuego eterno. – Un aura blanca empezó a rodear a Kasai mientras sus cabellos crecían hasta formar una impresionante melena. En su cabeza se formó un casco grisáceo que la tapó los ojos pero no por ello le impedía ver. Seis hermosas alas blancas salieron de su espalda y ahora la chaqueta cayó al suelo. Se había transformado en un impresionante serafín. Ahora miró a aquellos tipos a los ojos y la mayoría se quedaron paralizados por el miedo. Algunos incluso empezaron a correr entre lágrimas. Kasai empezó a lanzar destellos de energía a aquellos enemigos que empezaron a caer al suelo debilitados. Sus balas también eliminaban a bastantes. Sin embargo el de piel oscura se lanzó a por el moreno. El rubio decidió esperar un poco para ver que hacía su ahora compañero. La presencia de aquel ser mitológico era impresionante. Sin embargo volvió a la forma humana enseguida al no poder controlar tanto poder de golpe.
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El hombre que se hacía llamar Kasai de repente se convirtió en una especie de ángel y el espadachín se quedó asombrado. Últimamente había a muchas personas que se transformaba en cosas y él quería también ser algo chulo para poder pelear mejor. El rubio empezó a lanzar destellos a los hombres y algunos caían mientras que otros corrían de miedo. Qué patéticos se veían a los ojos de Nokotori. “Si no da miedo” pensó el espadachín algo confuso. Una vez que la mayoría de hombres habían caído o huido el hombre de color negro se abalanzó a por el moreno. Éste sonrió ampliamente pero gracias a su pañuelo no se notaba en absoluto. El hombre calvo intentó asestar un golpe en la cara del espadachín el cual se agachó para esquivarlo y acto seguido desgarrarle el brazo con el que había atacado el cual era el derecho. Cuando hizo esto, el espadachín soltó una leve carcajada pero aquel hombre, aunque era bastante grande, era rápido y le encajó en el pecho un rodillazo que lanzó a Nokotori un par de metros hacia atrás. Sin duda era un individuo con bastante fuerza.
El espadachín tosió varias veces hasta que recuperó a respiración del todo. Los ojos del moreno demostraban que estaba furioso y cargó de nuevo hacia el calvo. De un rápido movimiento hizo varias estocadas que se dirigieron al costado haciéndole múltiples cortes. El hombre aun así no se quedó quieto y empezó a lanzar golpes a diestro y siniestro con sus puños. El espadachín sonrió de lado y este puso sus espadas en medio para cortarle los brazos. Para su sorpresa su contrincante se había colocado unos puños americanos que hicieron saltar chispas al chocar con las hojas de las katanas. Nokotori frunció el ceño y pensó que era un cobarde. ¿tan inseguro eres de tu fuerza que tienes que usar esos puños? El moreno se estaba burlando de aquel hombre y consiguió picarle.
El individuo furioso lanzó un golpe hacia abajo para darle al moreno en la cabeza pero éste fácilmente lo esquivó echándose hacia atrás. Una vez que esquivó el ataque aprovechó y le rebanó el brazo de un corte limpio. El brazo cayó al suelo y el espadachín miró hacia abajo. Se dio cuenta de que el golpe que propino el calvo al suelo lo había agrietado e hizo un pequeño hoyo. Nokotori alzó la cabeza y lo miró de nuevo. Por estar distraído debido a lo que hizo aquel hombre no pudo ver como su otro puño se dirigía hacia él. El golpe impactó en la mejilla derecha haciendo que el espadachín literalmente volase. Acabó chocando con unas cajas que había en el puerto y se levantó una enorme humareda. Cuando se disipó se pudo ver al espadachín sentado mirándolo fijamente. Estaba sangrando por la boca y escupió algo de sangre.
El espadachín tosió varias veces hasta que recuperó a respiración del todo. Los ojos del moreno demostraban que estaba furioso y cargó de nuevo hacia el calvo. De un rápido movimiento hizo varias estocadas que se dirigieron al costado haciéndole múltiples cortes. El hombre aun así no se quedó quieto y empezó a lanzar golpes a diestro y siniestro con sus puños. El espadachín sonrió de lado y este puso sus espadas en medio para cortarle los brazos. Para su sorpresa su contrincante se había colocado unos puños americanos que hicieron saltar chispas al chocar con las hojas de las katanas. Nokotori frunció el ceño y pensó que era un cobarde. ¿tan inseguro eres de tu fuerza que tienes que usar esos puños? El moreno se estaba burlando de aquel hombre y consiguió picarle.
El individuo furioso lanzó un golpe hacia abajo para darle al moreno en la cabeza pero éste fácilmente lo esquivó echándose hacia atrás. Una vez que esquivó el ataque aprovechó y le rebanó el brazo de un corte limpio. El brazo cayó al suelo y el espadachín miró hacia abajo. Se dio cuenta de que el golpe que propino el calvo al suelo lo había agrietado e hizo un pequeño hoyo. Nokotori alzó la cabeza y lo miró de nuevo. Por estar distraído debido a lo que hizo aquel hombre no pudo ver como su otro puño se dirigía hacia él. El golpe impactó en la mejilla derecha haciendo que el espadachín literalmente volase. Acabó chocando con unas cajas que había en el puerto y se levantó una enorme humareda. Cuando se disipó se pudo ver al espadachín sentado mirándolo fijamente. Estaba sangrando por la boca y escupió algo de sangre.
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Kasai observaba atento como el moreno peleaba contra aquel tipo de piel oscura que parecía desenvolverse bien con los puños. En ese momento otra presencia se acercó hasta ellos. El pistolero se giró para poder ver quién era dueño de aquella presencia y en ese momento vio a una chica con una espada en la mano. Sus cabellos eran castaños y el tono de sus ojos verde. Sin embargo en su mirada se notaba odio y sangre fría. El tirador la miró negando varias veces y sintiendo algo de pena. Seguramente aquella mujer no habría sido así si se hubiese criado en un entorno más apropiado. Se le pasaron muchas cosas por la cabeza pero aquella mirada le hizo entender que no podía hacer nada por ella.
Tras un suspiro apretó los puños y le apuntó con su arma. – No me hagas dispararte. Retrocede y vete a casa de una vez, seguro que no llegas a los veinte. – Aquella chica parecía estar loca y tras una carcajada corrió a por el rubio con su espada en mano. En ese momento Kasai suspiró al mismo tiempo que guardaba sus cargadores y sacaba despacio su revólver. La apuntó de forma tranquila y después cerró los ojos. – Perdóname. – Se dejó llevar por su mantra para después apretar el gatillo y de un poderoso tiro imbuido en energía explosiva reventarle la cabeza. La sangre manchó el rostro del cazador. Se quitó las gafas mostrando sus ojos dorados para después limpiarlas con su chaqueta y volver a colocárselas.
Miró aquel cuerpo con cierta rabia y después lo cogió por las piernas y lo arrojó al mar. – El agua y el fuego purifican. Espero que en tu muerte encuentres la paz que no has tenido en vida. – Una vez dijo eso miró aquella isla con asco y escupió a un lado frunciendo el ceño. – Isla de mierda. – Tras decir aquello caminó hasta la pelea del moreno. Continuaba luchando contra el hombre de piel oscura. – Nokotori. Este tipo es Zauber Lertereos. Su cabeza está valorada en sesenta millones. Entrémosle y dividamos el dinero. – Dijo esperando a ver si su compañero aceptaba mientras metía ambas manos en los bolsillos. En su voz se notaba que se había puesto serio debido a lo que había tenido que hacer. Al parecer en aquella isla solo se forjaban monstruos y nada más.
Tras un suspiro apretó los puños y le apuntó con su arma. – No me hagas dispararte. Retrocede y vete a casa de una vez, seguro que no llegas a los veinte. – Aquella chica parecía estar loca y tras una carcajada corrió a por el rubio con su espada en mano. En ese momento Kasai suspiró al mismo tiempo que guardaba sus cargadores y sacaba despacio su revólver. La apuntó de forma tranquila y después cerró los ojos. – Perdóname. – Se dejó llevar por su mantra para después apretar el gatillo y de un poderoso tiro imbuido en energía explosiva reventarle la cabeza. La sangre manchó el rostro del cazador. Se quitó las gafas mostrando sus ojos dorados para después limpiarlas con su chaqueta y volver a colocárselas.
Miró aquel cuerpo con cierta rabia y después lo cogió por las piernas y lo arrojó al mar. – El agua y el fuego purifican. Espero que en tu muerte encuentres la paz que no has tenido en vida. – Una vez dijo eso miró aquella isla con asco y escupió a un lado frunciendo el ceño. – Isla de mierda. – Tras decir aquello caminó hasta la pelea del moreno. Continuaba luchando contra el hombre de piel oscura. – Nokotori. Este tipo es Zauber Lertereos. Su cabeza está valorada en sesenta millones. Entrémosle y dividamos el dinero. – Dijo esperando a ver si su compañero aceptaba mientras metía ambas manos en los bolsillos. En su voz se notaba que se había puesto serio debido a lo que había tenido que hacer. Al parecer en aquella isla solo se forjaban monstruos y nada más.
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El moreno se levantó y se sacudió algunos trozos de madera que tenía por el cuerpo. Ahora estaba más furioso que antes y además Kasai le comentó a Nokotori que aquel tío valía sesenta millones. Al espadachín no le hacía falta el dinero pero siempre venía bien tener un buen fondo para lo que pudiese surgir. Esto hizo que el moreno se encendiese más aún. Movió el cuello y éste crujió un poco. Ya estaba más cómodo. Empezó a mover sus brazos para estirarlos. Una vez que ya estaba listo se quitó el pañuelo que le cubría la boca y nariz. Con el trapo se secó la sangre que había escupido. A continuación tiró el pañuelo al mar. -Mira lo que has hecho. Mi pañuelo favorito.
El moreno salió corriendo despedido hacia el negro calvo y se puso frente a él. Su enemigo intentó propinarle otro puñetazo como el anterior pero el moreno acabó por parar aquel golpe con el filo de su espada. La fuerza de aquel hombre estaba ganando a la de Nokotori. -¡Strong Snake! De repente los bíceps del moreno crecieron considerablemente y las venas de sus brazos se habían remarcado. Cuando dijo estas palabras el espadachín empezó a ganar en fuerza a aquel hombre. Poco a poco empezó a ganar terreno y a desviar el puño con la espada cortándole una mano. El espadachín escuchó como un grito desgarrador provenía de la boca de aquel individuo. Aprovechando que aquel hombre perdía fuerza por momentos el espadachín miró a los ojos de éste. Sonrió y dio a entender que aquello había terminado por fin. La cara del calvo cambió por completo y antes de que pudiese decir nada Nokotori lo partió por la mitad de una sola estocada. Cuando cayó a al suelo volvió a lanzar un tajo a la cabeza para desmembrarla y agarrarla.
Cuando agarró la cabeza calva del hombre la lanzó hacia Kasai para que la cogiese. -O sea que sesenta milloncitos… Pues tampoco era tan fuerte. El espadachín se había enfrentado a secuaces de personas que valían también sesenta millones y le costó bastante vencer a su subordinado. De hecho cuando se enfrentó a algo parecido estaba con su líder Madara en Water seven y al pez gordo lo mató el Shichibukai. No fue hace demasiado de aquello pero el espadachín se había vuelto muchísimo más fuerte desde la primera vez que se encontró con Madara.
Miró al rubio y suspiró. -Si eres cazador nos darán más recompensa ¿no? Envainó sus espadas después de limpiarlas de la sangre de sus enemigos y se frotó la cabeza. Ahora tenía que averiguar dónde diablos había un apartado donde ver la carta que le habían mandado. Estaba deseando ya saber quién era el que se la escribió.
El moreno salió corriendo despedido hacia el negro calvo y se puso frente a él. Su enemigo intentó propinarle otro puñetazo como el anterior pero el moreno acabó por parar aquel golpe con el filo de su espada. La fuerza de aquel hombre estaba ganando a la de Nokotori. -¡Strong Snake! De repente los bíceps del moreno crecieron considerablemente y las venas de sus brazos se habían remarcado. Cuando dijo estas palabras el espadachín empezó a ganar en fuerza a aquel hombre. Poco a poco empezó a ganar terreno y a desviar el puño con la espada cortándole una mano. El espadachín escuchó como un grito desgarrador provenía de la boca de aquel individuo. Aprovechando que aquel hombre perdía fuerza por momentos el espadachín miró a los ojos de éste. Sonrió y dio a entender que aquello había terminado por fin. La cara del calvo cambió por completo y antes de que pudiese decir nada Nokotori lo partió por la mitad de una sola estocada. Cuando cayó a al suelo volvió a lanzar un tajo a la cabeza para desmembrarla y agarrarla.
Cuando agarró la cabeza calva del hombre la lanzó hacia Kasai para que la cogiese. -O sea que sesenta milloncitos… Pues tampoco era tan fuerte. El espadachín se había enfrentado a secuaces de personas que valían también sesenta millones y le costó bastante vencer a su subordinado. De hecho cuando se enfrentó a algo parecido estaba con su líder Madara en Water seven y al pez gordo lo mató el Shichibukai. No fue hace demasiado de aquello pero el espadachín se había vuelto muchísimo más fuerte desde la primera vez que se encontró con Madara.
Miró al rubio y suspiró. -Si eres cazador nos darán más recompensa ¿no? Envainó sus espadas después de limpiarlas de la sangre de sus enemigos y se frotó la cabeza. Ahora tenía que averiguar dónde diablos había un apartado donde ver la carta que le habían mandado. Estaba deseando ya saber quién era el que se la escribió.
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Kasai continuaba observando al espadachín tranquilamente hasta que pudo ver como sus brazos tomaban un grosor bastante considerable. En aquel momento se quitó las gafas de Sol observando de forma impresionada. – ¡La madre del cordero! – Abrió la boca de forma exagerada y ahora vio como lo cortaba en dos. Aquel tipo parecía tener más fuerza de la que parecía y eso sonreír de lado al cazador. Aunque éste todavía parecía enfadado por aquella maldita isla. No tardó en soltar un suspiro volviendo a mirar el cadáver de la chica que se había cargado para defender su vida. Había maldad en ella y la muerte era la única solución para ella. Empezó a preguntarse si en aquella isla había un solo sitio tranquilo. Iba dudando de ello a cada segundo que pasaba.
De repente el moreno le lanzó la jodida cabeza del hombre de piel oscura. Kasai como acto reflejo se echó a un lado mientras se quejaba. – ¡A mí no me tires esa mierda! – La cabeza cayó al agua y se quedó flotando. Ya no hacía falta responder a la pregunta del espadachín. Soltó un suspiro y trató de acercarse a la orilla pero una jodida boca repleta de dientes afilados surgió del mar comiéndose aquel cráneo y partiendo parte del puerto. El agua levantada mojó al cazador que ahora se quedó con la mano tendida y quedándose con una cara demasiado épica. – Su puta madre. – Dijo ahora mientras soltaba un suspiro y aquella cosa volvía a asomar.
Parecía ser un jodido rey marino y bastante grande a decir verdad. No pudo evitar dar un paso atrás al mismo tiempo que le apuntaba con su revólver. La situación ahora se había vuelto algo complicada pero el rubio sabía lidiar con aquellas cosas o al menos pensaba que podía hacerlo. – Era broma. Tu madre es una santa… – El ser pegó un rugido que hizo al tirador retroceder de nuevo. Era de un tono verdoso y sus ojos además poseían un color azulado. Varias escamas adornaban su cuerpo y por si fuera poco sus colmillos eran enormes. El cazador sin pensárselo salió corriendo hacia el moreno mientras mantenía una mirada demasiado seria. – ¡Corre zorra corre! – No sabía cómo alertar al espadachín de manera rápido pero después cayó en que le había llamado algo mal. La situación era demasiado peligrosa para pensar en eso. Aquella cosa estiró al cabeza empezando a comerse los muelles.
De repente el moreno le lanzó la jodida cabeza del hombre de piel oscura. Kasai como acto reflejo se echó a un lado mientras se quejaba. – ¡A mí no me tires esa mierda! – La cabeza cayó al agua y se quedó flotando. Ya no hacía falta responder a la pregunta del espadachín. Soltó un suspiro y trató de acercarse a la orilla pero una jodida boca repleta de dientes afilados surgió del mar comiéndose aquel cráneo y partiendo parte del puerto. El agua levantada mojó al cazador que ahora se quedó con la mano tendida y quedándose con una cara demasiado épica. – Su puta madre. – Dijo ahora mientras soltaba un suspiro y aquella cosa volvía a asomar.
Parecía ser un jodido rey marino y bastante grande a decir verdad. No pudo evitar dar un paso atrás al mismo tiempo que le apuntaba con su revólver. La situación ahora se había vuelto algo complicada pero el rubio sabía lidiar con aquellas cosas o al menos pensaba que podía hacerlo. – Era broma. Tu madre es una santa… – El ser pegó un rugido que hizo al tirador retroceder de nuevo. Era de un tono verdoso y sus ojos además poseían un color azulado. Varias escamas adornaban su cuerpo y por si fuera poco sus colmillos eran enormes. El cazador sin pensárselo salió corriendo hacia el moreno mientras mantenía una mirada demasiado seria. – ¡Corre zorra corre! – No sabía cómo alertar al espadachín de manera rápido pero después cayó en que le había llamado algo mal. La situación era demasiado peligrosa para pensar en eso. Aquella cosa estiró al cabeza empezando a comerse los muelles.
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El rubio soltó un pequeño comentario bastante racista por su parte. Aquel hombre estaba en contra de los negros. El espadachín soltó una pequeña carcajada al escucharlo decir aquello y la cabeza acabó cayendo en el mar. De repente Kasai insultó a un rey marino que parecía entender la lengua humana y éste se cabreó. El rubio intentó arreglar lo que había hecho pero no sirvió de nada. Aquel enorme ser empezó a devorar poco a poco el muelle a bocados con sus grandes fauces. Kasai empezó a correr y le dijo a Nokotori que hiciese lo mismo. El espadachín escuchó lo que el rubio le dijo y arqueó una ceja asimilando lo que le había dicho. Se dio cuenta de lo que estaba pasando y decidió correr. Ya arreglaría lo que aquel hombre le dijo.
Nokotori se encontraba en el puerto corriendo como alma que llevaba el diablo dando saltos y sorteando obstáculos que momentos después fuesen devorados por el monstruo. Vio unos barriles de pólvora y al espadachín se le ocurrió una idea. Cuando llegó a donde estaban aquellos barriles les dio un empujón. -¡Kasai una vez que esté a punto de morder los barriles dispara! ¡Es polvora! El espadachín esperaba que eso resultase bien o al menos que les diese un precioso tiempo para poder escapar del puerto. Ya quedaba poco para adentrarse en la ciudad.
Por fin llegaron dentro y el rey marino tuvo que parar de una vez. Empezó a dar vueltas y finalmente se largó por donde había venido y esconderse en el mar. El espadachín se encontraba quieto en un sitio con las manos en sus piernas respirando hondo. Estaba agotado de la carrera que se había dado corriendo como si no hubiese un mañana. Miró a su compañero el cual debería también estar como él. Se acercó lentamente a Kasai y le dio un golpe en el hombro con bastante fuerza. -¿Qué mierda me has llamado?- El moreno no se había olvidado de lo que le había dicho éste antes de empezar a correr debido a la que había liado con aquel monstruo.
Una vez que hizo esto el espadachín miró a su alrededor y vio como aquella calle parecía que estaba sumida en la pobreza. Y la calle además estaba muy sucia. Veía como varias personas estaban dormidas ahí con unos cartones. El espadachín los miró fijamente. Aquella ciudad era un verdadero asco.
Nokotori se encontraba en el puerto corriendo como alma que llevaba el diablo dando saltos y sorteando obstáculos que momentos después fuesen devorados por el monstruo. Vio unos barriles de pólvora y al espadachín se le ocurrió una idea. Cuando llegó a donde estaban aquellos barriles les dio un empujón. -¡Kasai una vez que esté a punto de morder los barriles dispara! ¡Es polvora! El espadachín esperaba que eso resultase bien o al menos que les diese un precioso tiempo para poder escapar del puerto. Ya quedaba poco para adentrarse en la ciudad.
Por fin llegaron dentro y el rey marino tuvo que parar de una vez. Empezó a dar vueltas y finalmente se largó por donde había venido y esconderse en el mar. El espadachín se encontraba quieto en un sitio con las manos en sus piernas respirando hondo. Estaba agotado de la carrera que se había dado corriendo como si no hubiese un mañana. Miró a su compañero el cual debería también estar como él. Se acercó lentamente a Kasai y le dio un golpe en el hombro con bastante fuerza. -¿Qué mierda me has llamado?- El moreno no se había olvidado de lo que le había dicho éste antes de empezar a correr debido a la que había liado con aquel monstruo.
Una vez que hizo esto el espadachín miró a su alrededor y vio como aquella calle parecía que estaba sumida en la pobreza. Y la calle además estaba muy sucia. Veía como varias personas estaban dormidas ahí con unos cartones. El espadachín los miró fijamente. Aquella ciudad era un verdadero asco.
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Kasai observó como el moreno tiraba unos barriles de pólvora. Escuchó sus instrucciones y se preparó con una de sus balas píricas. Cuando aquella cosa abrió la boca el rubio disparó provocando una bola de fuego que dio en la boca de aquella cosa. Ésta cayó al agua entre rugidos mientras los truenos seguían sonando con fuerza. El ser se fue a otro sitio cuando vio que ellos dos estaban fuera de su alcance y además parecía muy mosqueado. La verdad es que la explosión le había tenido que dejar la boca hecha un cromo. De todas formas ya no era asunto de aquel tirador que no pudo evitar soltar un suspiro mientras retomaba el aliento con toda la calma del mundo. Tosió un poco y todo mientras se notaba algo agotado por lo que había pasado.
De repente el cazador pudo notar un golpe que le hizo soltar un quejido de dolor. Aquel capullo le había dado un cate sin motivo pero sus siguientes palabras se lo aclararon todo. – ¡Oye que las zorras son animales preciosos! ¡No me pegues, Noko-kun! – Nada más decir aquello se levantó una persona de aquellos cartones. Este tenía el pelo moreno y un pircin en la nariz en forma de anillo. Además resultaba ser bastante musculoso. Su mirada se clavó en los dos hombres para a continuación apretar los puños de forma violenta. – Fuera de la calle Relicena ¡Os juro que os hago la casa pedazos! – Aquel tipo era muy violento por lo que el rubio simplemente dio un paso atrás.
Después se quedó mirando al moreno tranquilamente mientras una sonrisa se formaba en su rostro. – Joder somos los putos amos. Si es que con paciencia y saliva el elefante se t… – Antes de acabar aquella frase aquel musculoso pareció enfadarse por estar en su territorio. – ¡Fuera! ¡Familia mirad esto! – De repente un tipo con una gorra roja se levantó y empezó a enfadarse. Aquello parecía una jodida mafia y el cazador empezó a flipar con lo que pasaba.
De repente el cazador pudo notar un golpe que le hizo soltar un quejido de dolor. Aquel capullo le había dado un cate sin motivo pero sus siguientes palabras se lo aclararon todo. – ¡Oye que las zorras son animales preciosos! ¡No me pegues, Noko-kun! – Nada más decir aquello se levantó una persona de aquellos cartones. Este tenía el pelo moreno y un pircin en la nariz en forma de anillo. Además resultaba ser bastante musculoso. Su mirada se clavó en los dos hombres para a continuación apretar los puños de forma violenta. – Fuera de la calle Relicena ¡Os juro que os hago la casa pedazos! – Aquel tipo era muy violento por lo que el rubio simplemente dio un paso atrás.
Después se quedó mirando al moreno tranquilamente mientras una sonrisa se formaba en su rostro. – Joder somos los putos amos. Si es que con paciencia y saliva el elefante se t… – Antes de acabar aquella frase aquel musculoso pareció enfadarse por estar en su territorio. – ¡Fuera! ¡Familia mirad esto! – De repente un tipo con una gorra roja se levantó y empezó a enfadarse. Aquello parecía una jodida mafia y el cazador empezó a flipar con lo que pasaba.
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Kasai se estaba tomando demasiada confianza con Nokotori y éste se preguntaba qué le pasaba por la cabeza a aquel hombre. De repente una voz llegó a los oídos del moreno. Era un hombre bastante definido con un especie de aro en la nariz. Amenazó tanto a Kasai como a Nokotori. Parecía que no salían de una para meterse en otra. Aquella ciudad estaba llena de criminales y liantes. Al moreno le daba igual pelear ya que lo amaba y siempre iba a estar metido en cualquier pelea o algo turbio así que por él encantado de combatir. No obstante aquel hombre llamó a otra persona que apareció a los pocos segundos de su llamada.
Kasai empezó a decir algo que el moreno no entendió para nada. Estaba provocando a aquellos dos al parecer. El espadachín suspiró y empezó a reír a carcajadas. Ese hombre estaba bastante loco. -Pero si sois escoria. Escoria. Echadme si podéis El espadachín dio un paso hacia adelante y siguió provocando a aquellos dos sin ningún miedo. Después de todo amaba la sangre y más aún derramarla. Además se estaba impacientando ya que quería ver la maldita carta y aquella isla parecía que estaba en su maldita contra. Esto hacía que el moreno se cabrease más aún y corrió hacia el de la gorra roja. Mientras corría éste gritaba y desenfundó sus espadas para intentar rebanarle de una vez la cabeza. Aquel hombre era bastante ágil y se agachó para esquivar el golpe. No obstante el espadachín ya preveía algo por el estilo y lanzó otro tajo hacia abajo con su otra katana para darle. Aquel golpe le pasó por el costado haciéndole un gran corte y bastante profundo.
El hombre estaba sangrando bastante por el costado y se llevó una de sus manos a la herida para tapar la herida como sea. El otro musculoso se lanzó hacia el espadachín para darle un golpe en el la cara. El espadachín que estaba frente a aquellos dos pudo ver como aquel hombre se dirigía hacia él. Rápidamente pudo esquivar el golpe y además fácilmente. Se notaba que era fuerte pero no era tan rápido como el moreno. Nokotori se echó hacia atrás dos metros y sonrió de lado. -Vaya. Pues parecíais más fuertes de lo que en verdad sois.
Aquellos dos miraban al moreno fijamente y el mas grande empezó a gritar como un maldito loco y a decir cosas inconexas. -Que tú me va a desi a mi aquí en mi casa. El espadachín cuando lo miró empezó a descojonarse en la cara del hombre. Nokotori no podía aguantar la risa por como hablaba aquel individuo y esto al parecer le molestó bastante al musculado tipo. Empezó a gritar de nuevo como si de un loco se tratase. Dio varios golpes al aire simulando que le pegaba a algo. El espadachín seguía riéndose. -Cuidado, que nos va a pegar. Uhhhh-
Kasai empezó a decir algo que el moreno no entendió para nada. Estaba provocando a aquellos dos al parecer. El espadachín suspiró y empezó a reír a carcajadas. Ese hombre estaba bastante loco. -Pero si sois escoria. Escoria. Echadme si podéis El espadachín dio un paso hacia adelante y siguió provocando a aquellos dos sin ningún miedo. Después de todo amaba la sangre y más aún derramarla. Además se estaba impacientando ya que quería ver la maldita carta y aquella isla parecía que estaba en su maldita contra. Esto hacía que el moreno se cabrease más aún y corrió hacia el de la gorra roja. Mientras corría éste gritaba y desenfundó sus espadas para intentar rebanarle de una vez la cabeza. Aquel hombre era bastante ágil y se agachó para esquivar el golpe. No obstante el espadachín ya preveía algo por el estilo y lanzó otro tajo hacia abajo con su otra katana para darle. Aquel golpe le pasó por el costado haciéndole un gran corte y bastante profundo.
El hombre estaba sangrando bastante por el costado y se llevó una de sus manos a la herida para tapar la herida como sea. El otro musculoso se lanzó hacia el espadachín para darle un golpe en el la cara. El espadachín que estaba frente a aquellos dos pudo ver como aquel hombre se dirigía hacia él. Rápidamente pudo esquivar el golpe y además fácilmente. Se notaba que era fuerte pero no era tan rápido como el moreno. Nokotori se echó hacia atrás dos metros y sonrió de lado. -Vaya. Pues parecíais más fuertes de lo que en verdad sois.
Aquellos dos miraban al moreno fijamente y el mas grande empezó a gritar como un maldito loco y a decir cosas inconexas. -Que tú me va a desi a mi aquí en mi casa. El espadachín cuando lo miró empezó a descojonarse en la cara del hombre. Nokotori no podía aguantar la risa por como hablaba aquel individuo y esto al parecer le molestó bastante al musculado tipo. Empezó a gritar de nuevo como si de un loco se tratase. Dio varios golpes al aire simulando que le pegaba a algo. El espadachín seguía riéndose. -Cuidado, que nos va a pegar. Uhhhh-
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Kasai se aburría viendo como aquellos hombres atacaban a Nokotori sin parar y este se reía de ellos. De hecho ahora soltó un suspiro mientras metía ambas manos en las fundas de sus pistolas y las sacaba. Apuntó con ellas al musculoso y empezó a acumular energía al final del cañón de sus armas. Alzó una ceja y ahora una especie de círculo rojo comenzó a rodear sus pistolas. Parecía estar cogiendo una potencia increíble y no tardó en fruncir el ceño. – Bueno es hora de dejar las bromas. – Esta vez se había puesto bastante serio. Iba siendo hora de terminar aquel juego.
Soltó un gruñido debido al poder que estaba conteniendo y a continuación apretó los gatillos con fuerza. – ¡Red Storm! – Las balas atravesaron tanto la pierna del musculoso como la zona del corazón dejándolo tirado en el suelo. Aquel poder hacía que los proyectiles lanzados por el rubio triplicaran su fuerza. Ahora vio como el espadachín tenía aquella mirada sádica y su papel ya había finalizado en aquella isla. Mostró una sonrisa calmada y guardó sus armas al mismo tiempo que mostraba una sonrisa amplia. – Nokotori nos veremos en otra ocasión. Debo seguir buscando a mi líder. Recuerda que Kasai Kuro ¡Te ayudará en lo que sea siempre que no tengas precio! – Esta vez se quitó las gafas para guiñarle el ojo y mostrarle unos orbes dorados.
Se volvió a poner aquellas lentes oscuras para después empezar a cubrir su cuerpo con un aura blanca intensa. Después de ello susurró despacio. – Auge Génesis… – A una increíble velocidad de cincuenta metros por segundo salió disparado de aquella calle. Llegaba la hora de buscar un barco pirata que poder atracar y llevarse rumbo a la siguiente isla. Desde que llegó a aquella maldita isla lo había pasado fatal con el rubio llamado Carmelo pero lo había pasado mejor con el espadachín.
Soltó un gruñido debido al poder que estaba conteniendo y a continuación apretó los gatillos con fuerza. – ¡Red Storm! – Las balas atravesaron tanto la pierna del musculoso como la zona del corazón dejándolo tirado en el suelo. Aquel poder hacía que los proyectiles lanzados por el rubio triplicaran su fuerza. Ahora vio como el espadachín tenía aquella mirada sádica y su papel ya había finalizado en aquella isla. Mostró una sonrisa calmada y guardó sus armas al mismo tiempo que mostraba una sonrisa amplia. – Nokotori nos veremos en otra ocasión. Debo seguir buscando a mi líder. Recuerda que Kasai Kuro ¡Te ayudará en lo que sea siempre que no tengas precio! – Esta vez se quitó las gafas para guiñarle el ojo y mostrarle unos orbes dorados.
Se volvió a poner aquellas lentes oscuras para después empezar a cubrir su cuerpo con un aura blanca intensa. Después de ello susurró despacio. – Auge Génesis… – A una increíble velocidad de cincuenta metros por segundo salió disparado de aquella calle. Llegaba la hora de buscar un barco pirata que poder atracar y llevarse rumbo a la siguiente isla. Desde que llegó a aquella maldita isla lo había pasado fatal con el rubio llamado Carmelo pero lo había pasado mejor con el espadachín.
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Kasai acabó derrotando al musculoso y poco después se fue a una gran velocidad. El moreno se quedó mirando a su oponente que casi se había desangrado. Estaba pensando en que el rubio podría haber ayudado a rematar a aquel payaso. Pero bueno la pelea ya casi estaba tocando fin. Fue corriendo y sin dar ninguna oportunidad acabó cortándole la cabeza y dejándola tirada en el suelo. El moreno seguía dando vueltas por la ciudad de aquella isla aún perdido. Quería encontrar un maldito sitio para ver la puta carta de una vez. Kasai se fue sin decirle nada al respecto y éste se molestó. -Pues nada, tendré que buscar yo la maldita oficina y cualquiera pregunta nada a la gente que vive aquí.
El espadachín iba mirando cada rincón de la ciudad y varias personas lo tenían en su punto de mira. Al espadachín esto no le gustaba y seguro que iba a acabar peleando una vez más por lo menos. Pasaron treinta minutos paseando por aquella ciudad de mala muerta hasta que encontró por fin una oficina de correos. Cuando entró la gente se le quedó mirando fijamente. -¿Qué? ¿Queréis una muerte rápida e indolora? Dejadme pasar de una puta vez. Estoy harto ya de este asco de ciudad.- El moreno acabó colándose y saltándose toda la fila de personas. Hablo con la chica del mostrador y por fin obtuvo lo que quería. La maldita carta. Una vez que la leyó sus ojos se abrieron como platos. Era una carta de su líder que le había mandado comentándole que iba a estar fuera dos años. El moreno suspiró. -Joder, tanto para esto.-
Una vez salió de la oficina de correos levantó la mirada y vio que estaba rodeado por personas. Cada una más fea que la anterior. Al parecer se había corrido la voz de que la estaba liando en aquel lugar. Suspiró con mucha pereza y desenfundó sus espadas lentamente. ¿Es que esto no va acabar nunca?-
El espadachín iba mirando cada rincón de la ciudad y varias personas lo tenían en su punto de mira. Al espadachín esto no le gustaba y seguro que iba a acabar peleando una vez más por lo menos. Pasaron treinta minutos paseando por aquella ciudad de mala muerta hasta que encontró por fin una oficina de correos. Cuando entró la gente se le quedó mirando fijamente. -¿Qué? ¿Queréis una muerte rápida e indolora? Dejadme pasar de una puta vez. Estoy harto ya de este asco de ciudad.- El moreno acabó colándose y saltándose toda la fila de personas. Hablo con la chica del mostrador y por fin obtuvo lo que quería. La maldita carta. Una vez que la leyó sus ojos se abrieron como platos. Era una carta de su líder que le había mandado comentándole que iba a estar fuera dos años. El moreno suspiró. -Joder, tanto para esto.-
Una vez salió de la oficina de correos levantó la mirada y vio que estaba rodeado por personas. Cada una más fea que la anterior. Al parecer se había corrido la voz de que la estaba liando en aquel lugar. Suspiró con mucha pereza y desenfundó sus espadas lentamente. ¿Es que esto no va acabar nunca?-
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