Ragerok Gure
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Era medio día en aquella isla. Ragerok y Nokotori veían como el tipo que los había traído en barco se marchaba. Aquel hombre había sido muy amable con ellos. Demasiado amable. El chico recordaba como se le acercaba mucho y tocaba donde no debía tocar. Bueno, al menos no les había cobrado. El asesino sacó un papel doblado de su bolsillo y lo fue desdoblando. En él aparecía la cara de un criminal."Vivo o muerto. 20.000.000". No parecía alguien muy fuerte, y sabían que no iban a cobrar apenas por su cabeza, pero eso no era lo que a Ragerok le importaba. Aquel tipo tenía una complexión similar a la suya, y si conseguían matarlo, seguramente el espadachín pudiese ponerle una mano nueva y un nuevo ojo.
Tras mirar un rato el papel, se lo entregó a Nokotori.
-Bien. Éste es el tío al que tenemos que cargarnos. No creo que suponga mucho problema, pero no creo que esté bien visto desmembrar a alguien en medio de la calle, por muy malo que sea. Vamos a intentar no armar mucho escándalo.
Una vez dicho esto, se dirigieron a la ciudad principal de la isla, Domica. La última vez que alguien lo vio fue en aquel lugar, y preguntar en las tabernas sería una buena forma de seguirle la pista.
El barquero los había dejado en una playa cercana al puerto de la ciudad, hecho que el asesino agradeció, pues había escuchado rumores sobre animales muy fuertes en el bosque. Mientras andaban por la arena, Ragerok jugueteaba con esta, dejando huellas salpicadas. De repente se frenó quedando a la pata coja y su cara se tornó inexpresiva.
-Noko, ¿Donde está Qui?
Hasta ahora no se había dado cuenta de que su otro compañero no estaba. Estaba demasiado ilusionado con volver a tener dos manos y dos ojos. Bueno, ya lo buscarían. Ahora lo importante era encontrar al criminal. Aquel tipo estaba acusado de secuestrar a un geriátrico entero y cambiarles las pastillas a todos los viejos. Hubo un muerto y varios heridos, pues algunos se dedicaron a hacer locuras mientras flipaban por las pastillas. Podía ser un bromista al que la cosa se le fue de las manos o un criminal peligroso. Eso daba igual, tocaba cazarlo.
Habían llegado a la entrada de la ciudad. Ragerok miró fijamente todos los edificios, buscando alguna taberna. Y allí estaba, la taberna "El langostino alegre".
Tras mirar un rato el papel, se lo entregó a Nokotori.
-Bien. Éste es el tío al que tenemos que cargarnos. No creo que suponga mucho problema, pero no creo que esté bien visto desmembrar a alguien en medio de la calle, por muy malo que sea. Vamos a intentar no armar mucho escándalo.
Una vez dicho esto, se dirigieron a la ciudad principal de la isla, Domica. La última vez que alguien lo vio fue en aquel lugar, y preguntar en las tabernas sería una buena forma de seguirle la pista.
El barquero los había dejado en una playa cercana al puerto de la ciudad, hecho que el asesino agradeció, pues había escuchado rumores sobre animales muy fuertes en el bosque. Mientras andaban por la arena, Ragerok jugueteaba con esta, dejando huellas salpicadas. De repente se frenó quedando a la pata coja y su cara se tornó inexpresiva.
-Noko, ¿Donde está Qui?
Hasta ahora no se había dado cuenta de que su otro compañero no estaba. Estaba demasiado ilusionado con volver a tener dos manos y dos ojos. Bueno, ya lo buscarían. Ahora lo importante era encontrar al criminal. Aquel tipo estaba acusado de secuestrar a un geriátrico entero y cambiarles las pastillas a todos los viejos. Hubo un muerto y varios heridos, pues algunos se dedicaron a hacer locuras mientras flipaban por las pastillas. Podía ser un bromista al que la cosa se le fue de las manos o un criminal peligroso. Eso daba igual, tocaba cazarlo.
Habían llegado a la entrada de la ciudad. Ragerok miró fijamente todos los edificios, buscando alguna taberna. Y allí estaba, la taberna "El langostino alegre".
Nokotori Kurodoku
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Ragerok había pedido a Nokotori que le ayudase a cazar a un fugitivo que parecía ser un inútil. La cabeza de aquel individuo apenas valía veinte millones y no iba a sacar mucha tajada de él. Bueno, tajada si iban a sacar pero no monetariamente. Aquel tipo se parecía bastante a Ragerok y éste necesitaba una mano y un ojo. No obstante Nokotori pensaba llevarse los dos por si acaso. Habían llegado a la isla con un señor muy raro y el moreno casi lo decapita en el mismo barco. Una vez llegaron a la isla Ragerok le entregó un cartel de se busca al espadachín y observó que se parecían en cierta medida.
Nokotori no estaba de acuerdo con el asesino que decía que desmembrar a una persona en medio de la calle estuviese mal visto. Simplemente eran diferentes perspectivas. No estaban muy lejos de la ciudad y estaban en la playa rumbo a ésta. El asesino iba andando frente a Nokotori y acabó por preguntar por su compañero, Jhon. -Dios sabrá donde está ese hombre metido. Acto seguido pudo a adelantar al asesino para seguir andando hacia la ciudad. Una vez que se adentraron pudieron divisar una taberna con un nombre algo raro y se dispusieron a entrar.
Cuando entraron en aquella taberna de mala muerte el espadachín echó un vistazo a su alrededor. Había unos cuantos individuos tirados en el suelo, otros echados en las mesas y algunos se tambaleaban. Parecían todos borrachos y el espadachín chasqueó la lengua para luego soltar un leve gruñido. Tras la barra se encontraban dos personas. Un hombre delgaducho y apenas sin pelo que iba peinado con el poco cabello que le quedaba para un lado dejando ver un aspecto bastante ridículo. El espadachín se estaba descojonando para sus adentros y se le escapó una pequeña risa. Al lado de aquel hombre había una mujer con el pelo corto y verde. Unos ojos marrones y bueno, un físico normal. El moreno se dirigió a la barra y se sentó en un taburete que había. -Ponme una pinta y rápido.
Después de varios minutos esperando por fin llegó la bebida y de manos de aquella chica. -Aquí tiene señor. El espadachín la miró con mala cara puesto que le había hecho esperar y agarró su jarra sin decirle nada. Acto seguido empezó a llamar al señor para que se acercase a ellos. -Hemos oído que hay un tío que está causando problemas por aquí ¿Lo conoce? El camarero de la taberna puso una cara de preocupación y negó torpemente. Aquel tipo estaba escondiendo algo y se notaba demasiado. El espadachín la verdad es que no estaba muy de humor para tener que estar jugando.
Nokotori no estaba de acuerdo con el asesino que decía que desmembrar a una persona en medio de la calle estuviese mal visto. Simplemente eran diferentes perspectivas. No estaban muy lejos de la ciudad y estaban en la playa rumbo a ésta. El asesino iba andando frente a Nokotori y acabó por preguntar por su compañero, Jhon. -Dios sabrá donde está ese hombre metido. Acto seguido pudo a adelantar al asesino para seguir andando hacia la ciudad. Una vez que se adentraron pudieron divisar una taberna con un nombre algo raro y se dispusieron a entrar.
Cuando entraron en aquella taberna de mala muerte el espadachín echó un vistazo a su alrededor. Había unos cuantos individuos tirados en el suelo, otros echados en las mesas y algunos se tambaleaban. Parecían todos borrachos y el espadachín chasqueó la lengua para luego soltar un leve gruñido. Tras la barra se encontraban dos personas. Un hombre delgaducho y apenas sin pelo que iba peinado con el poco cabello que le quedaba para un lado dejando ver un aspecto bastante ridículo. El espadachín se estaba descojonando para sus adentros y se le escapó una pequeña risa. Al lado de aquel hombre había una mujer con el pelo corto y verde. Unos ojos marrones y bueno, un físico normal. El moreno se dirigió a la barra y se sentó en un taburete que había. -Ponme una pinta y rápido.
Después de varios minutos esperando por fin llegó la bebida y de manos de aquella chica. -Aquí tiene señor. El espadachín la miró con mala cara puesto que le había hecho esperar y agarró su jarra sin decirle nada. Acto seguido empezó a llamar al señor para que se acercase a ellos. -Hemos oído que hay un tío que está causando problemas por aquí ¿Lo conoce? El camarero de la taberna puso una cara de preocupación y negó torpemente. Aquel tipo estaba escondiendo algo y se notaba demasiado. El espadachín la verdad es que no estaba muy de humor para tener que estar jugando.
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Una vez entraron en la taberna, Nokotori se dirigió rápidamente a la barra. Mientras, Ragerok fue al baño, pues llevaba aguantándose desde hacía bastante rato y sentía que su vejiga llegaba a su límite. Entró en los servicios, que estaban bastante más limpios de lo que se esperaría de un sitio así. Había una limpiadora sacando brillo a los azulejos. El chico esperó, pero como veía que no se iba, dejó la vergüenza a un lado y se puso a mear. Mientras lo hacía, y sin mirarla, le habló a la limpiadora.
-Hace usted un buen trabajo, pero esto es realmente incomodo.
La señora se mantuvo callada y con la cabeza agachada. El asesino se acercó a ella y le enseñó el cartel del criminal, quizás ella lo hubiese visto. Aquella mujer tuvo un pequeño sobresalto pero después negó enérgicamente con la cabeza. Qué extraña era. Ragerok fue a salir del baño cuando se fijó en una marca que tenía la limpiadora en la muñeca. Le resultaba familiar, pero no le dio mayor importancia.
Se dirigió hacia Nokotori, que estaba en la barra junto a una pinta. El chico una seña a la camarera para que trajese otra, a pesar de que el tabernero estaba más cerca. Prefería que se la sirviese una chica. Se sentó al lado del espadachín y sacó el cartel del tipo al que buscaban, poniéndolo sobre barra.
-¿Has averiguado algo? Este tipo parece escurridizo, no creo que sea tan fácil como llegar y...
En ese momento se dio cuenta de algo, a lo que salió corriendo, tirando el taburete, dirigiéndose al baño. Ya sabía donde había visto esa marca de la muñeca de la limpiadora. Era la misma marca que tenía aquel tipo al que buscaban.
Llegó al baño, abriendo la puerta de golpe, pero la limpiadora ya no estaba.
-¡MIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEERDA!
Se había escapado en sus propias narices. El chico pegó un puñetazo en el marco de la puerta, muy enfadado. Se dio la vuelta, lanzó unas monedas a la barra y fue directo a la salida.
-Nokotori, ese gilipollas está aquí. Acaba de escaparse por el baño. Tenemos que alcanzarlo, hoy invito yo a esta ronda.
Dicho esto salió y pudo ver a una mujer corriendo mientras se iba desvistiendo, para finalmente quitarse una peluca. Aquel tipo le había tomado el pelo. Ragerok comenzó a correr tras él, pero el criminal se metió en unas especie de mercado subterráneo en forma de galería. El asesino corrió cuanto pudo, pero el otro era bueno mezclándose con la gente.
-Hace usted un buen trabajo, pero esto es realmente incomodo.
La señora se mantuvo callada y con la cabeza agachada. El asesino se acercó a ella y le enseñó el cartel del criminal, quizás ella lo hubiese visto. Aquella mujer tuvo un pequeño sobresalto pero después negó enérgicamente con la cabeza. Qué extraña era. Ragerok fue a salir del baño cuando se fijó en una marca que tenía la limpiadora en la muñeca. Le resultaba familiar, pero no le dio mayor importancia.
Se dirigió hacia Nokotori, que estaba en la barra junto a una pinta. El chico una seña a la camarera para que trajese otra, a pesar de que el tabernero estaba más cerca. Prefería que se la sirviese una chica. Se sentó al lado del espadachín y sacó el cartel del tipo al que buscaban, poniéndolo sobre barra.
-¿Has averiguado algo? Este tipo parece escurridizo, no creo que sea tan fácil como llegar y...
En ese momento se dio cuenta de algo, a lo que salió corriendo, tirando el taburete, dirigiéndose al baño. Ya sabía donde había visto esa marca de la muñeca de la limpiadora. Era la misma marca que tenía aquel tipo al que buscaban.
Llegó al baño, abriendo la puerta de golpe, pero la limpiadora ya no estaba.
-¡MIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEERDA!
Se había escapado en sus propias narices. El chico pegó un puñetazo en el marco de la puerta, muy enfadado. Se dio la vuelta, lanzó unas monedas a la barra y fue directo a la salida.
-Nokotori, ese gilipollas está aquí. Acaba de escaparse por el baño. Tenemos que alcanzarlo, hoy invito yo a esta ronda.
Dicho esto salió y pudo ver a una mujer corriendo mientras se iba desvistiendo, para finalmente quitarse una peluca. Aquel tipo le había tomado el pelo. Ragerok comenzó a correr tras él, pero el criminal se metió en unas especie de mercado subterráneo en forma de galería. El asesino corrió cuanto pudo, pero el otro era bueno mezclándose con la gente.
Nokotori Kurodoku
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Al espadachín le habían puesto por fin la pinta que pidió y agarró la jarra por el asa. Ragerok volvió del baño tranquilamente mientras preguntaba a Nokotori si había encontrado algo de información del tipo que buscaban. El moreno dio un trago a su bebida y luego negó con la cabeza. El camarero no quería decir nada y estaba algo nervioso. El moreno iba a amenazar a aquel tipo con rebanarle la cabeza pero el asesino interrumpió al espadachín. Salió corriendo hacia el baño de nuevo y Nokotori pensaba que se estaba cagando. Volvió a salir e informó al moreno que se había escapado aquel tipo. Dicho esto el castaño salió de la taberna diciendo que iba a pagar y echó a correr. El espadachín suspiró, no sabía exactamente lo que estaba pasando pero se hacía una idea. No sabía cómo no pudo darse cuenta de que estaba ahí aquel hombre si entró también en el baño junto a él. Dejó la jarra en la barra y miró al tabernero fijamente con seriedad. -Nos has ocultado a un criminal y se ha escapado. Volveremos para pagarte este meado que me has servido como bebida y créeme, lo vamos a pasar en grande.- Nokotori sonrió ampliamente dejando ver sus dientes y formando una mueca grotesca a la par que siniestra. El tabernero dio un paso hacia atrás y empezó a temblar. Una vez hecho esto el moreno salió de la taberna y pudo ver como Ragerok corría tras un tipo vestido de mujer.
El moreno haciendo gala de su velocidad salió despedido a toda la velocidad que podía. Por suerte aquel hombre era muy veloz. Pronto alcanzó a Ragerok y vio como el tipo que buscaban se adentraba en un mercado subterráneo. El espadachín suspiró con desdén y se paró junto al asesino. -¿Cómo diablos se te ha escapado ese inútil? Una vez dicho aquello Nokotori se adentró en el mercado y empezó a buscar a un hombre parecido a su compañero. Tenía todos los sentidos puestos en la búsqueda. Sus ojos rojos se posaban en cada detalle que veía. Era una calle bastante concurrida y eso dificultaba encontrar al escurridizo criminal. Por suerte recordó que estaba vestido con un uniforme parecido al de una limpiadora. Si tenían algo de suerte no se lo habría quitado. Pasó por un puesto de frutas y un mendigo se acercó al espadachín. -Por favor deme una ayudita.- Nokotori miró fijamente al pobre hombre que pedía limosna. El moreno sonrió levemente de lado. -¡Aparta sabandija! Búscate un trabajo, estoy ocupado maldita sea. El espadachín empujó a aquel hombre con algo de fuerza y paró a chocar con un tipo que estaba de espaldas.
-¡Eh! ¿Qué cojo…?- Cuando aquel hombre se dio la vuelta y con ganas de buscar pelea se quedó helado. El espadachín miró frunciendo el ceño a los ojos del hombre. Cuando se fijó en quién era, volvió a sonreír. El muy cabrón se había cambiado de ropa en cuestión de minutos. Era rápido sin duda, pero un maldito pringado. -¡Tú! Te encontré.- El espadachín se relamió y se abalanzó sobre él. Aquel hombre no tuvo mucho tiempo de reacción y acabó siendo agarrado del brazo izquierdo. El moreno a su vez desenvainó una de sus espadas y pudo hacerle un corte bastante grave en el brazo pero sin llegar a cortarlo debido a que el tipo se movía demasiado. Cuando hizo el corte aquel hombre le dio un puñetazo a Nokotori que hizo que lo soltase. Acto seguido empezó a gritar debido al corte. Un corro de personas se formó observando a aquellos tres. La gente no sabía exactamente qué es lo que estaba pasando.
El moreno haciendo gala de su velocidad salió despedido a toda la velocidad que podía. Por suerte aquel hombre era muy veloz. Pronto alcanzó a Ragerok y vio como el tipo que buscaban se adentraba en un mercado subterráneo. El espadachín suspiró con desdén y se paró junto al asesino. -¿Cómo diablos se te ha escapado ese inútil? Una vez dicho aquello Nokotori se adentró en el mercado y empezó a buscar a un hombre parecido a su compañero. Tenía todos los sentidos puestos en la búsqueda. Sus ojos rojos se posaban en cada detalle que veía. Era una calle bastante concurrida y eso dificultaba encontrar al escurridizo criminal. Por suerte recordó que estaba vestido con un uniforme parecido al de una limpiadora. Si tenían algo de suerte no se lo habría quitado. Pasó por un puesto de frutas y un mendigo se acercó al espadachín. -Por favor deme una ayudita.- Nokotori miró fijamente al pobre hombre que pedía limosna. El moreno sonrió levemente de lado. -¡Aparta sabandija! Búscate un trabajo, estoy ocupado maldita sea. El espadachín empujó a aquel hombre con algo de fuerza y paró a chocar con un tipo que estaba de espaldas.
-¡Eh! ¿Qué cojo…?- Cuando aquel hombre se dio la vuelta y con ganas de buscar pelea se quedó helado. El espadachín miró frunciendo el ceño a los ojos del hombre. Cuando se fijó en quién era, volvió a sonreír. El muy cabrón se había cambiado de ropa en cuestión de minutos. Era rápido sin duda, pero un maldito pringado. -¡Tú! Te encontré.- El espadachín se relamió y se abalanzó sobre él. Aquel hombre no tuvo mucho tiempo de reacción y acabó siendo agarrado del brazo izquierdo. El moreno a su vez desenvainó una de sus espadas y pudo hacerle un corte bastante grave en el brazo pero sin llegar a cortarlo debido a que el tipo se movía demasiado. Cuando hizo el corte aquel hombre le dio un puñetazo a Nokotori que hizo que lo soltase. Acto seguido empezó a gritar debido al corte. Un corro de personas se formó observando a aquellos tres. La gente no sabía exactamente qué es lo que estaba pasando.
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Nokotori estaba armando un buen escándalo. Había alcanzado al fugitivo y ahora forcejeaba con él. El tipo consiguió soltarse, mientras un corro de personas se formaba alrededor de aquellas personas que formaron la pelea. Demasiada gente para poder actuar. ¿O no?
Ragerok poco a poco se mezcló con la gente que le rodeaba, haciendo gala de su sigilo, hasta ponerse en el borde del circulo de personas, justo detrás del criminal. Parecía que no iba a ser tan complicado, pues además el tipo tenía un brazo inutilizado gracias a un corte de Nokotori. El asesino llevó su mano al puñal que aún poseía su hoja completa, y pronunció unas palabras "Flying leaf". Su mano comenzó a rodearse de un aura verde que pronto envolvió también el arma. No iba a dejar que aquel tipo se le escapase. En un rápido movimiento, lanzó el puñal a la cabeza de aquel tipo, que se encontraba a un metro y medio de él más o menos, y la hoja del arma se hundió completamente en ella.
La gente comenzó a gritar, y algunos salieron corriendo, pero la mayoría se quedó a ver. Ragerok entró en el círculo y comenzó a hablar, mientras forcejeaba con el puñal para sacarlo de la cabeza del criminal.
-Tranquilos, tranquilos. Solo somos unos fieles defensores de la ley. Este hombre es un criminal buscado, y ha alcanzado un final que él mismo se buscó. Pudo haberse entregado, pero decidió huir, y así ha acabado. Por favor, si hay alguien más que esté siendo buscado, por favor, entréguese.
El círculo empezó a disolverse. La gente murmuraba mientras se iba, pues casi todos habían cometido en algún momento algún delito por muy pequeño que fuese, y no les resultaba cómodo. Ragerok se acercó a Nokotori, arrastrando el cuerpo agarrándolo con una mano.
-Bueno, ya lo tenemos. Ahora necesitamos un sitio limpio y privado.
Ragerok poco a poco se mezcló con la gente que le rodeaba, haciendo gala de su sigilo, hasta ponerse en el borde del circulo de personas, justo detrás del criminal. Parecía que no iba a ser tan complicado, pues además el tipo tenía un brazo inutilizado gracias a un corte de Nokotori. El asesino llevó su mano al puñal que aún poseía su hoja completa, y pronunció unas palabras "Flying leaf". Su mano comenzó a rodearse de un aura verde que pronto envolvió también el arma. No iba a dejar que aquel tipo se le escapase. En un rápido movimiento, lanzó el puñal a la cabeza de aquel tipo, que se encontraba a un metro y medio de él más o menos, y la hoja del arma se hundió completamente en ella.
La gente comenzó a gritar, y algunos salieron corriendo, pero la mayoría se quedó a ver. Ragerok entró en el círculo y comenzó a hablar, mientras forcejeaba con el puñal para sacarlo de la cabeza del criminal.
-Tranquilos, tranquilos. Solo somos unos fieles defensores de la ley. Este hombre es un criminal buscado, y ha alcanzado un final que él mismo se buscó. Pudo haberse entregado, pero decidió huir, y así ha acabado. Por favor, si hay alguien más que esté siendo buscado, por favor, entréguese.
El círculo empezó a disolverse. La gente murmuraba mientras se iba, pues casi todos habían cometido en algún momento algún delito por muy pequeño que fuese, y no les resultaba cómodo. Ragerok se acercó a Nokotori, arrastrando el cuerpo agarrándolo con una mano.
-Bueno, ya lo tenemos. Ahora necesitamos un sitio limpio y privado.
Nokotori Kurodoku
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Le hizo bastante gracia el comentario de su compañero respecto a si había gente buscada que se entregase. No obstante nadie dio un paso hacia adelante. Nokotori pensaba que era lógico, pero él probablemente sí lo hubiese hecho. Aquel tipo estaba bastante loco y era algo impredecible. La eficacia del asesino rematando al criminal fue bastante buena, pensó que había mejorado bastante y si tuviese la mano podría dar más de sí. De todos modos ahí estaban, para conseguir recuperar esa mano.
Ragerok indicó que tendrían que ir a algún sitio privado y limpio, el moreno estaba de acuerdo. Como buen cirujano que era y además médico, la sanidad del lugar de operación muchas veces era más importante que el propio practicante. Si lo hacían en un sitio repleto de bacterias o mierda por todas partes podría ocasionar que la herida se infectase y acabar con un brazo de menos en vez de una mano. Nokotori pudo observar como un hotel se alzaba en aquel sitio al salir del mercado subterráneo con el cuerpo de aquel criminal. Pensó que ese sería un buen sitio ya que parecía de bastante lujo. -Iremos ahí ya que parece un lugar bastante caro, imagino que ahí estará todo más o menos limpio. Por cierto, nos iremos sin pagar.-
Nokotori no tenía ganas de dejarse todo su dinero en aquel lugar así que una vez que terminase de hacer todo lo que tenía que hacer se iría sin decir absolutamente nada. Cuando llegaron a la puerta de aquel edificio, el moreno entró sin pudor cargando con el cuerpo del criminal. Se acercó a recepción y pidió una habitación para tres. El recepcionista miró a aquellos dos de manera muy rara. -¿Qué le ha pasado a su amigo…?- Aquel tipo se había percatado de la presencia del cadáver y era obvio, pues resaltaba bastante. -¡Ah! Es nuestro amigo Federico que le gusta beber demasiado y se ha pasado bastante… Estábamos buscando un lugar donde pasar el día.- El recepcionista claramente no estaba por la labor de darles una habitación a aquel grupo tan extraño, pero el moreno dejó ver como el que no quiere la cosa un buen fajo de billetes relucientes. El recepcionista que era bastante pillo, pudo ver aquel fajo y rápidamente les dio una buena habitación. -Quinta planta, habitación número diecisiete. El recepcionista sacó una tarjeta de color dorado con el número diecisiete grabado en ésta. El espadachín dio las gracias y se dio la vuelta para ir a la habitación.
Se subió en el ascensor puesto que no iba a cargar escaleras arriba con aquel peso muerto, y nunca mejor dicho. Esperó a que Ragerok subiese con él e ir a la habitación. Cuando llegaron, el moreno abrió la puerta con la tarjeta que le dio el recepcionista. Se fue para la habitación de las camas y tiró el cuerpo del criminal al suelo sin ningún pudor. Acto seguido seccionó la mano izquierda y el ojo derecho con bastante cuidado. Una vez hecho aquello empezó a observar la habitación del hotel. Podía ver como era una habitación bastante lujosa y cara, había cuadros bastante feos pero probablemente caros, tres camas y contaba con la última tecnología. A Nokotori le daba igual todas aquellas florituras pues sólo quería una cosa. Observó como en una cubeta había hielo y una botella de champagne en ella. Se acercó a la cubeta, agarró la botella y la tiro haciendo que ésta se estampase en la pared haciéndose añicos. Puso el ojo y la mano en el hielo para que se conserven mejor y sonrió.
Ragerok indicó que tendrían que ir a algún sitio privado y limpio, el moreno estaba de acuerdo. Como buen cirujano que era y además médico, la sanidad del lugar de operación muchas veces era más importante que el propio practicante. Si lo hacían en un sitio repleto de bacterias o mierda por todas partes podría ocasionar que la herida se infectase y acabar con un brazo de menos en vez de una mano. Nokotori pudo observar como un hotel se alzaba en aquel sitio al salir del mercado subterráneo con el cuerpo de aquel criminal. Pensó que ese sería un buen sitio ya que parecía de bastante lujo. -Iremos ahí ya que parece un lugar bastante caro, imagino que ahí estará todo más o menos limpio. Por cierto, nos iremos sin pagar.-
Nokotori no tenía ganas de dejarse todo su dinero en aquel lugar así que una vez que terminase de hacer todo lo que tenía que hacer se iría sin decir absolutamente nada. Cuando llegaron a la puerta de aquel edificio, el moreno entró sin pudor cargando con el cuerpo del criminal. Se acercó a recepción y pidió una habitación para tres. El recepcionista miró a aquellos dos de manera muy rara. -¿Qué le ha pasado a su amigo…?- Aquel tipo se había percatado de la presencia del cadáver y era obvio, pues resaltaba bastante. -¡Ah! Es nuestro amigo Federico que le gusta beber demasiado y se ha pasado bastante… Estábamos buscando un lugar donde pasar el día.- El recepcionista claramente no estaba por la labor de darles una habitación a aquel grupo tan extraño, pero el moreno dejó ver como el que no quiere la cosa un buen fajo de billetes relucientes. El recepcionista que era bastante pillo, pudo ver aquel fajo y rápidamente les dio una buena habitación. -Quinta planta, habitación número diecisiete. El recepcionista sacó una tarjeta de color dorado con el número diecisiete grabado en ésta. El espadachín dio las gracias y se dio la vuelta para ir a la habitación.
Se subió en el ascensor puesto que no iba a cargar escaleras arriba con aquel peso muerto, y nunca mejor dicho. Esperó a que Ragerok subiese con él e ir a la habitación. Cuando llegaron, el moreno abrió la puerta con la tarjeta que le dio el recepcionista. Se fue para la habitación de las camas y tiró el cuerpo del criminal al suelo sin ningún pudor. Acto seguido seccionó la mano izquierda y el ojo derecho con bastante cuidado. Una vez hecho aquello empezó a observar la habitación del hotel. Podía ver como era una habitación bastante lujosa y cara, había cuadros bastante feos pero probablemente caros, tres camas y contaba con la última tecnología. A Nokotori le daba igual todas aquellas florituras pues sólo quería una cosa. Observó como en una cubeta había hielo y una botella de champagne en ella. Se acercó a la cubeta, agarró la botella y la tiro haciendo que ésta se estampase en la pared haciéndose añicos. Puso el ojo y la mano en el hielo para que se conserven mejor y sonrió.
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Ragerok siguió a Nokotori, un poco en silencio. Estaba muy emocionado por poder tener de nuevo dos manos y dos ojos. Además, había aprendido nuevas técnicas que seguro que con dos manos serían más efectivas y divertidas. Podría usar la flying leaf a dos manos, eso seguro debía molar. Y podría volver a utilizar la guadaña de buena forma, sin tener que en cualquier momento pudiesen desarmarlo de un solo golpe.
Nokotori le dijo que irían a un sitio que parecía bastante caro pero que se irían sin pagar. Ragerok se rió. Aquel tipo era alguien un tanto especial. Entraron en el hotel y para disimular, el asesino le puso un sombrero y unas gafas de Sol que encontró desprotegidas, mirando que no tuviesen ninguna marca identificativa que pudiese hacer que su verdadero dueño pudiese demostrar que eran suyas y no del muerto. Una vez llegaron a la recepción el tipo les preguntó si le pasaba algo a su amigo, a lo que Noko respondió que solo se había pasado con la bebida. Ragerok soltó una pequeña carcajada, fingiendo estar también un poco bebido. Nokotori tuvo que hacer un amago de soborno para que los dejasen entrar, y funcionó. Los chicos y el muerto fueron a la habitación, donde Nokotori lanzó el cadáver a la cama y le quitó las partes que le iba a poner a Ragerok. Las puso en hielo para que no comenzasen a pudrirse.
El chico estaba muy nervioso. Fue al baño, se quitó la sudadera, la camiseta y el pañuelo del cuello y se lavó la cara con un poco de agua tibia. Al levantar la cara y mirarse en el espejo sonrió. Vio su cuerpo lleno de cicatrices. Su brazo izquierdo sin mano. El ojo destrozado que le dejó Jin. Iba a recuperar todo su potencial, pero siempre quedarían marcas de todas y cada una de sus peleas. Siempre era subestimado por parecer más joven, pero llevaba un buen número de batallas en sus espaldas, y poco a poco iría haciéndose más y más fuerte.
Salió del baño, y se tumbó en otra de las camas.
-Haz lo que tengas que hacer, Noko. Confío en tus manos.
Nokotori le dijo que irían a un sitio que parecía bastante caro pero que se irían sin pagar. Ragerok se rió. Aquel tipo era alguien un tanto especial. Entraron en el hotel y para disimular, el asesino le puso un sombrero y unas gafas de Sol que encontró desprotegidas, mirando que no tuviesen ninguna marca identificativa que pudiese hacer que su verdadero dueño pudiese demostrar que eran suyas y no del muerto. Una vez llegaron a la recepción el tipo les preguntó si le pasaba algo a su amigo, a lo que Noko respondió que solo se había pasado con la bebida. Ragerok soltó una pequeña carcajada, fingiendo estar también un poco bebido. Nokotori tuvo que hacer un amago de soborno para que los dejasen entrar, y funcionó. Los chicos y el muerto fueron a la habitación, donde Nokotori lanzó el cadáver a la cama y le quitó las partes que le iba a poner a Ragerok. Las puso en hielo para que no comenzasen a pudrirse.
El chico estaba muy nervioso. Fue al baño, se quitó la sudadera, la camiseta y el pañuelo del cuello y se lavó la cara con un poco de agua tibia. Al levantar la cara y mirarse en el espejo sonrió. Vio su cuerpo lleno de cicatrices. Su brazo izquierdo sin mano. El ojo destrozado que le dejó Jin. Iba a recuperar todo su potencial, pero siempre quedarían marcas de todas y cada una de sus peleas. Siempre era subestimado por parecer más joven, pero llevaba un buen número de batallas en sus espaldas, y poco a poco iría haciéndose más y más fuerte.
Salió del baño, y se tumbó en otra de las camas.
-Haz lo que tengas que hacer, Noko. Confío en tus manos.
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El espadachín empezó a sacar sus objetos de su bolsa. Sacó hilo, bisturí y diversos artilugios que pocas personas sabrían para que los usaba. Ragerok se encontraba en el baño, probablemente mentalizándose. Nokotori estaba esperando a que el muchacho saliese da ahí para poder dar comienzo a la operación. Probablemente tendría que hacer unos pequeños ajustes en el cuerpo de su compañero. El ojo, que estaba en la cubeta con hielo, era de color azul e iba a desentonar bastante con el color de ojos del asesino, pero a éste no parecía importarle en lo absoluto.
Por fin salió de aquella habitación y comentó que confiaba en el moreno, craso error. Nokotori no tenía anestesia ninguna y además jamás operaba con ella. Pensaba que si una operación no dolía, no era una operación. El que algo quiere algo le cuesta, así pensaba. -Yo opero sin anestesia, Ragerok. Tendrás que aguantarte todo el dolor.- Dicho esto se acercó al muchacho que estaba tumbado en la cama más próxima a sus nuevos implantes. Echó un vistazo al brazo sin mano del asesino y se quedó mirando pensativo. La herida estaba ya cerrada y estaba observando cómo podría hacerlo. Pronto se le ocurrió una idea perfecta, al menos en su cabeza. Iba a tener que reabrirla para que la mano encajase bien y no quedase de manera rara. Agarró una de sus espadas y miró al ojo del asesino mientras sonreía. Acto seguido dio un pequeño tajo en el muñón de Ragerok abriendo la herida la cual empezó a sangrar un poco. Envainó su espada y agarró la mano que le habían quitado al inútil que habían matado anteriormente. -Veamos…-
El espadachín unió la mano con el brazo de su paciente. Antes de coserla tuvo que unir todos los nervios para poder conseguir que la mano fuese totalmente funcional y aquello era muy doloroso. Unir los nervios de una persona a una prótesis o implante, aparte de ser complicado, era lo más doloroso que puede soportar una persona en una operación. Una vez hecho aquello sonrió y empezó a coser la mano al brazo de manera muy meticulosa. Tenía que ser muy cuidadoso con cada puntada que daba, puesto que era una parte importante estéticamente, además de que con aquello lograría que la piel se uniese con el implante, soldar el hueso y que estuviese como si fuese su propia mano. Una vez hecho aquello, con la mano cosida e implantada miró a su compañero. -Vuelves a tener mano colega, pero te advierto que no podrás usarla en un tiempo, tienes que dejar que tu cuerpo la asimile debidamente… Ahora vamos con tu ojo…- Nokotori miró a Ragerok plácidamente, después se colocó su típico pañuelo de color blanco en la frente para recogerse el pelo debidamente.
El tema del ojo iba a ser más complicado, el nervio óptico era mucho más jodido.
Por fin salió de aquella habitación y comentó que confiaba en el moreno, craso error. Nokotori no tenía anestesia ninguna y además jamás operaba con ella. Pensaba que si una operación no dolía, no era una operación. El que algo quiere algo le cuesta, así pensaba. -Yo opero sin anestesia, Ragerok. Tendrás que aguantarte todo el dolor.- Dicho esto se acercó al muchacho que estaba tumbado en la cama más próxima a sus nuevos implantes. Echó un vistazo al brazo sin mano del asesino y se quedó mirando pensativo. La herida estaba ya cerrada y estaba observando cómo podría hacerlo. Pronto se le ocurrió una idea perfecta, al menos en su cabeza. Iba a tener que reabrirla para que la mano encajase bien y no quedase de manera rara. Agarró una de sus espadas y miró al ojo del asesino mientras sonreía. Acto seguido dio un pequeño tajo en el muñón de Ragerok abriendo la herida la cual empezó a sangrar un poco. Envainó su espada y agarró la mano que le habían quitado al inútil que habían matado anteriormente. -Veamos…-
El espadachín unió la mano con el brazo de su paciente. Antes de coserla tuvo que unir todos los nervios para poder conseguir que la mano fuese totalmente funcional y aquello era muy doloroso. Unir los nervios de una persona a una prótesis o implante, aparte de ser complicado, era lo más doloroso que puede soportar una persona en una operación. Una vez hecho aquello sonrió y empezó a coser la mano al brazo de manera muy meticulosa. Tenía que ser muy cuidadoso con cada puntada que daba, puesto que era una parte importante estéticamente, además de que con aquello lograría que la piel se uniese con el implante, soldar el hueso y que estuviese como si fuese su propia mano. Una vez hecho aquello, con la mano cosida e implantada miró a su compañero. -Vuelves a tener mano colega, pero te advierto que no podrás usarla en un tiempo, tienes que dejar que tu cuerpo la asimile debidamente… Ahora vamos con tu ojo…- Nokotori miró a Ragerok plácidamente, después se colocó su típico pañuelo de color blanco en la frente para recogerse el pelo debidamente.
El tema del ojo iba a ser más complicado, el nervio óptico era mucho más jodido.
Ragerok Gure
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La operación estaba resultando estúpidamente dolorosa y sangrienta, ya que a Nokotori no le gustaba operar con anestesia. Aquel hombre era demasiado "especial". Ragerok estaba mordiendo su pañuelo del cuello para evitar gritar o morderse la lengua. Cada unión de nervios le generaba una pequeña descarga de dolor que hacía que sintiese ganas de vomitar. "¿Dónde aprendiste a operar sin anestesia?¿En la escuela de taxidermia?"estuvo a punto de decirle en más de una ocasión. Pero sabía que enfadar a alguien que está operándote no era una buena idea, así que simplemente se limitó a soltar votos en sus pensamientos. Pronto volvería a tener dos manos y aquello merecía la pena. ¿Qué tipo de asesino iba a ser con un muñón? Nadie útil. Una voz resonaba en su cabeza ante tanto revuelo.
-No seas tan quejica. Encima de que te ayudan...ahora volverás a tener dos manos, pero has demostrado en varias ocasiones que también funcionas bien usando solo una. Así que imagina lo poderoso que puedes llegar a ser.
Aquella voz tenía razón. Si era capaz de combatir solo con una mano, cuando tuviese las dos, ahora iba a ser aún más fuerte. Usaba poco la guadaña desde que le arrancaron la mano e iba a necesitar entrenarse de nuevo para no ser un inútil.
La operación de mano había terminado. Nokotori le dijo que debía esperar un tiempo para volver a usarla, algo lógico, aunque el chico estaba impaciente por ello. El chico se incorporó un poco y cogió unas cuantas botellas de alcohol de la neverita del hotel.
-Supongo que así será mejor.- Dijo mientras empezaba a beber una tras otra con avidez.
Tras la séptima botellita de vodka, Ragerok no podía casi ni moverse. Estaba dejando de sentir el dolor de la anterior operación, y se le estaban quedando dormidas varias partes del cuerpo. Cuando notó que este efecto llegaba a la cara, hizo un rápido gesto a Nokotori.
-¡Ahora!-Dijo entre balbuceos.
-No seas tan quejica. Encima de que te ayudan...ahora volverás a tener dos manos, pero has demostrado en varias ocasiones que también funcionas bien usando solo una. Así que imagina lo poderoso que puedes llegar a ser.
Aquella voz tenía razón. Si era capaz de combatir solo con una mano, cuando tuviese las dos, ahora iba a ser aún más fuerte. Usaba poco la guadaña desde que le arrancaron la mano e iba a necesitar entrenarse de nuevo para no ser un inútil.
La operación de mano había terminado. Nokotori le dijo que debía esperar un tiempo para volver a usarla, algo lógico, aunque el chico estaba impaciente por ello. El chico se incorporó un poco y cogió unas cuantas botellas de alcohol de la neverita del hotel.
-Supongo que así será mejor.- Dijo mientras empezaba a beber una tras otra con avidez.
Tras la séptima botellita de vodka, Ragerok no podía casi ni moverse. Estaba dejando de sentir el dolor de la anterior operación, y se le estaban quedando dormidas varias partes del cuerpo. Cuando notó que este efecto llegaba a la cara, hizo un rápido gesto a Nokotori.
-¡Ahora!-Dijo entre balbuceos.
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