De Cocina Calurosa [Hinori-Ragerok] [Pri-Pasado]

El calor realmente era horrible. El Sol estaba en lo más alto y no paraba de dejar todo seco a su paso, tanto a las personas como los ánimos. Incluso podía llegar a secar el buen humor de la gente. Aquella isla era lo peor sin duda alguna. Los mercaderes gritaban vendiendo sus productos como desde perfumes hasta nalgas de camello al pil pil. Había hasta algunos locos que les daba por vender chocolate caliente ¿Quién demonios estaba tan enfermo? Era una locura vender algo propio del frío en una isla donde la temperatura era extrema. De todas formas cada cual era libre de hacer lo que le diese la gana. La que no iba a pagar por algo así era Hinori. Primero porque no estaba loca y segundo debido a que no poseía ni un triste berrie.

Ahora se hallaba trabajando en una especie de chiringuito pero sin playa, gracioso. Era un puesto donde dentro había dos cocineros, dos camareros y la chica que hacía las dos funciones al tener conocimientos de cocina. Debido a aquel maldito calor del demonio se había tenido que poner una camiseta de tirantes naranja. Por dentro llevaba su sujetador azul favorito. Vestía también con un pantalón corto del mismo tono que la prenda superior y unas sandalias de madera dejando ver sus pies. Escuchaba a los pocos clientes pedir salchichas al vino blanco y ella en su rincón se ocupaba de hacerlas lo mejor posible. Sus conocimientos de cocina habían mejorado en las últimas semanas y ahora además de ser mejor crítica era muy buena cheff. Estuvo unos momentos más preparando aquello para después sonreír de forma agradable al tenerlas preparadas.

Pinchó las salchichas en unas varillas de madera y las puso en un plato. Se las sirvió al cliente y éste se llevó una a la boca. No tardó mucho en felicitar a la chica por su estupenda cocina y ella le dio las gracias. En su muñeca izquierda sobresaltaba su muñequera Gps con datos de todas las islas, control de temperatura y voz propia. Un regalo de su querido capitán. En su oreja derecha también llevaba aquel auricular de un milímetro, vamos casi invisible al ojo humano y más al estar tan dentro del oído. En su bolsillo derecho llevaba su den den mushi por si debía informar a sus compañeros de algo o era al revés. Por el momento decidió beber algo y se sirvió a sí misma un refresco de limón con gas y dos cubitos. Acto seguido le dio un enorme trago y se puso a seguir atendiendo a los clientes. Menos mal que los que estaban a pleno Sol eran ellos y a ella la cubría aquel tejado.

¿Cómo había acabado en aquel lugar? Ragerok se despertó debido a que el Sol comenzaba a darle de lleno en la cara. Abrió un poco los ojos para rápidamente incorporarse y ponerse a la sombra de la piedra junto a la que había despertado. Una noche loca quizás. Recordaba haber bebido demasiado licor de hierbas después de comer en el restaurante exótico de moda. También recordaba haberse ido de aquel local sin rumbo fijo, mientras cantaba una canción en la lengua de su tierra. El asesino esbozó una sonrisa. Le hacía gracia hacer ese tipo de estupideces. Se estiró y se levantó, mirando en rededor. Aquella zona era árida a más no poder, y hacía mucho calor. El chico se quitó la sudadera y se la ató a la cintura, además se hizo un pseudo-turbante con el pañuelo del cuello. Aquello evitaría que le diese una maldita insolación. Tras esto subió a la piedra, para ver el terreno en el que se encontraba. Una vez arriba pudo ver que tan solo estaba a las afueras de una ciudad. Aquello no era un desierto. Simplemente la piedra le había tapado la visión de la ciudad. De hecho pudo ver como el mar no estaba lejos.

El asesino se sintió un poco estúpido y se dirigió a la ciudad. La noche anterior solo había abiertos locales familiares o clubs de alterne. Quería información sobre el paradero de su hermana, y él sabía la afición que tenía ésta por los chiringuitos. Quizás la habían visto por ahí. No estaba de más preguntar. Cuanto más se acercaba a la ciudad, más se podía escuchar el bullicio de la gente. Parecía que estaba llena a reventar. El chico sintió un golpe de calor humano en cuanto entró por las puertas de la ciudad. Había cientos de personas comprando en el mercado, mirando escaparates o en las terrazas de los bares. Encontrar a alguien allí debía ser una misión jodida, a ver si en los chiringuitos podían concretarle un lugar en el que buscar.

Ragerok fue a la zona donde estaban los chiringuitos, preguntando uno por uno pero nadie sabía nada. Finalmente se fijó en uno que no estaba en la costa, pero tenía toda la pinta de ser un chiringuito. Le llamó la atención por lo que decidió acercarse y ya que estaba tomar algo.

El chico llegó a la barra, viendo desde lejos a la gente que trabajaba en aquel sitio. Fue directo a la chica de ropa llamativa. Esos colores atraerían a una colonia de abejas de haber cerca. El asesino se dirigió a ella amistosamente.

-Ey, skolinha*. Buenas. ¿Qué tenéis hoy para comer? Bueno, ponme lo que sea, si puede ser poco hecho. Y algo de beber fresquito, que con este calor es lo que pide el cuerpo. Y ponte tú también algo, que hoy me siento generoso.

Tras esto, se sentó, rezando porque aquella chica aceptase esa pequeña invitación. Si era así le resultaría más fácil conversar con ella para preguntarle por su hermana.

*Off Rol:

Hinori no paraba de trabajar. Sin duda era una chica que sabía ganarse el pan de cada día. Los clientes no paraban de venir y ella de cocinar de todo y servir. Además no se le borraba la sonrisa de la cara en ningún momento pues por algo aquello era su trabajo. Si lograba llevarse una buena cantidad para hacerse el tatuaje del símbolo de su banda en la espalda, se sentiría orgullosa. Por suerte no debía de ser muy caro en el sitio adecuado. Por el momento pensaba ir a villa syrup para visitarla y saber cómo era. Allí quizás ayudaba a cocinar a la gente o podía tratar heridos debido a sus dotes de médica. Sin duda era una persona que le gustaba ayudar a todo el mundo y no dejaba tirados los suyos.

Terminó de preparar unas salchichas más y algunas tapas para después tomar su vaso de aquel refresco de limón y darle otro trago. Era una sensación fantástica sin duda alguna y en ese momento no pensaba cambiarla por nada del mundo. El gas además le daba un sabor buenísimo. Continuó trabajando tranquilamente hasta que notó que había llegado otro cliente. Éste la llamó por un nombre raro y tan solo esperaba que no fuese un insulto y le daría un puñetazo en el centro de la cara. Se acercó despacio y pudo ver que parecía solo un crío, tal vez adolescente de dieciséis. Primero le había preguntado lo que había para comer pero antes de que ella respondiese continuó hablando. También le había pedido la bebida. – ¡Ahora mismo! – Dijo con un tono amable y dulce para después escuchar las últimas palabras.

Ya se había servido ella misma pues era una de las ventajas de trabajar con aquellas personas tan amables. De hecho no parecía haber visto el vaso que Hinori llevaba en la mano derecha. Soltó un suspiro y se giró dándole un trago a su bebida para que él la viese. – No hace falta, ya eres la cuarta persona que me invita esta semana y la verdad es que me empieza a sentir un poco mal. – Dijo sacando la lengua con un tono divertido. No era normal que pasase por donde pasase todos quisieran invitarla a cosas. Ahora se puso a prepararle algo poco hecho y en unos cuatro minutos aproximadamente había hecho su comida.

Le sirvió al chico un par de hamburguesas con guarnición de patatas fritas y atún. Además había usado especias propias de ella que nunca mostraba a nadie. Como experta cocinera y gastrónoma sabía realizar sabores increíbles. Todos los clientes estaban locos por repetir y seguían pidiéndole cosas sin parar. Además había buen ambiente. Apenas tenía tiempo para hablar hasta que uno de sus compañeros le brindó un pequeño descanso. Cosa que ella le agradeció. Después se quedó detrás de la barra pero apartada bebiendo de su bebida con toda la calma del mundo. Tenía en frente a aquel chico. – No sabía que iba a atraer tanta clientela. Debo decirle a mi capitán que me suba el sueldo. – Dijo riendo levemente y claramente bromeando. Ella no pensaba cobrarle nunca a su capitán y eso estaba claro.

Aquella cocinera era muy mona. Su forma de actuar, su forma de hablar, la hacían parecer muy tierna de una forma atrayente. Esto comenzaba a distraer un poco al joven asesino, que a veces se perdían ante una chica así. El chico soltó una sonrisa estúpida cuando ésta rechazó su invitación. Estaba claro que no era el primero ni el último que invitaría a algo a esa chica. Tendría que currárselo más si quería algo con aquella joven. Quizás si...No. De repente Ragerok cayó en la cuenta de que estaba desviándose de su objetivo principal: necesitaba información sobre su hermana.

La chica le trajo la comida. Hamburguesas, patatas y atún. El chico se sintió realmente feliz, pues llevaba ya bastante rato con un hambre que comenzaba a causarle dolor de barriga, por lo que se lanzó con ansia a por una de esas apetitosas hamburguesas. Pero se frenó. Las palabras de su maestro resonaron en su cabeza. "Primero lo común y luego lo propio." Era estúpido, pues solo estaba comiendo él, pero prefirió comer primero la guarnición y luego ir a por el plato fuerte. Cuando estaba en esto, la chica se acercó. Parecía más relajada así que probablemente le hubiesen dado un descanso. Dijo algo acerca de pedir un aumento de sueldo por la cantidad de clientes que estaba trayendo mientras reía un poco. El chico terminó de tragar la comida que tenía en la boca y le sonrió.

-Bueno, bueno. Si tanta clientela atraes es lo normal que te den algún incentivo. Jajajaja.

El chico se puso un poco más serio, pero sin dejar de sonreír. No quería asustarla, pero quería que fuese consciente de que en aquel momento la conversación iba a tomar un tono algo menos banal. Si aquella chica no sabía nada, iba a pedirle ayuda. No iba a ser tan capullo de no ofrecerle nada a cambio, pero tampoco llevaba mucho encima así que esperaba que la chica fuese comprensiva.

-Trabajando en un lugar así, habrás conocido a mucha gente, ¿no? Me gustaría saber si has visto a una jovencita, una gyojin sirena. Muy mona, suele llevar vestidos cortitos. Se llama Mizu. Es mi hermanita... Si sabes algo, o si pudiese ayudarme a buscarla, te lo agradecería. La última noticia que tengo de ella es que vino a esta ciudad. Puedo pagarte. No mucho, pero creo que suficiente.

El chico era consciente de que sonaba un poco desesperado, pero se había dado cuenta de que el tiempo pasaba, y conociendo a su hermana, era posible que se fuese pronto de la ciudad.

Las palabras de aquel joven la confundieron un poco pues a decir verdad no había visto sirenas y mucho menos por allí. Había que estar loco de remate para ir por el desierto siendo un habitante del mar. Las escamas se secaban y podían agrietarse con facilidad pero si era lista tal vez llevaba agua consigo. De todas formas la morena no la había visto por allí y no iba a mentirle para nada a aquel hombre. De hecho ahora lo siguiente que hizo fue darle otro trago a su bebida terminando de bebérsela. Se cruzó de brazos y le miró de forma tranquila mientras sonreía como de costumbre solía hacer con todo el mundo. – Llevo menos de un día aquí, me temo que no la ha visto. De todas formas tampoco planeo quedarme mucho en esta isla. Tal vez me vaya en un par de horas cuando acabe aquí. – Dijo aquello último soltando un leve suspiro.

El calor cada vez era peor y no quería quedarse mucho en aquella isla. Su capitán estaría durmiendo o comiéndose algo de lo que hubiese dejado ella en la nevera. Enseguida negó un poco pues el dragón no solía comer muy a menudo y si ella no estaba encima como con el pollo, no se alimentaba. De todas formas él decía que no lo necesitaba gracias a su metabolismo de dragón pero era algo que a ella le daba lo mismo. El shichibukai debía de probar sus platos le gustase o no. Al resto no los había visto comer todavía, eran como sombras que devoraban todo a su paso. Su tripulación a veces era demasiado aburrida pues no tenía contacto con nadie salvo con el capitán. Apenas conocía a los demás y de hecho en la enorme guerra apenas habló con ninguno salvo con Midorima. Una pena que hubiese desaparecido de nuevo.

En ese momento soltó un suspiro y volvió a mirar a aquel chico de forma tranquila. – ¿Sabes luchar? – Últimamente estaba demasiado aburrida y nadie le daba combates dignos e interesantes y tal vez él si sabía. Podía sentir su aura pero no el poder que tenía pues su haki de observación no era muy bueno por el momento. Además le podía servir para formar un espectáculo en pleno desierto y atraer más clientes con aquello. – Si no quieres no pasa nada. Hay muchos que tienen miedo de que una chica les derrote. – Dijo sacando la lengua con toda la calma de mundo. Sus poderes habían mejorado mucho y no eran nada malos. De hecho llevaba un largo historial de victorias del que presumir fácilmente.

La chica le preguntó que si sabía luchar. Aquello era un desafío en toda regla. Podía que aquella chica no le ayudase a encontrar a Mizu, pero al menos iba a darle un rato de entretenimiento. El chico sacó una sonrisa un tanto macabra y la miró directamente a los ojos, con una mirada desafiante.

-En la batalla no hay chicos o chicas. Hay rivales.- Dijo mientras daba un golpe en la barra. - Muéstrame por qué debería tener miedo de que me derrotases.

El chico estaba un poco emocionado. Llevaba varios días sin tener un buen combate, y aunque siempre había sido alguien más bien pacífico, desde que probó lo que era un combate de verdad, lo que menos le importaba era ganar o perder, quería buenos combates. Le dijo a la chica de ir a un lugar más apartado en el que no hiriesen a nadie. Había una plaza vacía a unos pocos metros, y allí fueron. El chico fue al lado contrario de la plaza. En el centro había una fuente formada por unos cuarenta pilares de treinta centímetros de diámetro. El chico se subió en uno de ellos.

-Al mejor de tres.- Dijo mirándola, mientras la señalaba con su guadaña. -El que caiga dos veces, pierde. Pero esto no es interesante si no apostamos algo. No es necesario que sea algo valioso, sino más bien algo simbólico. Yo apuesto mi pulsera.

Una vez dijo esto, se quedó esperando a que la chica subiera. No tenía ni idea de qué tipo de combate ofrecería aquella chavala, pero estaba seguro de que sería una pelea que no olvidaría. Aquella chica había sido la que le había propuesto combatir, pero ahora parecía ser él el que más ganas tenía de hacerlo. Con la guadaña con la hoja abajo en la mano derecha, y una pose muy recta, el chico estaba mentalizado a ganar aquella pelea. Tanto que había olvidado el motivo principal de que estuviese en aquella ciudad.

El chico había aceptado su desafío de combatir contra ella, además le dijo que le siguiera para no molestar a las demás personas. Decidió ir con él debido a que estaba en su tiempo libre y podía darse semejante lujo. Estaba preparada para todo y sus habilidades pedían a gritos algo interesante en lo que lucirse. Tal vez iban al desierto para lanzarse arena a los ojos o algo parecido pero viendo el arma que poseía aquel castaño no creía. Los objetos cortantes no iban con ella debido a que siempre le había gustado pelear usando los puños como la habían enseñado. A diferencia del capullo de su primo, que usaba las espadas para combatir. Consideraba las armas filosas o de fuego un poco cobardes ya que podían matar, pero cada cual era libre de tener su propio estilo y ella claramente estaba orgullosa del suyo. Era una luchadora nata.

No tardaron mucho en llegar a una pequeña plaza dónde había una extraña fuente con unos pilares muy estrechos. Allí como mucho podía coger un pie y con bastante suerte. Por lo demás había bancos y cosas típicas de las plazas. Solo faltaban las palomas pero con aquel horrible calor debía de ser un suicidio para ellas. En ese momento pudo ver cómo aquella persona se subía a una de aquellas pequeñas columnas y sacaba su arma. Además le dijo que sería al mejor de tres y ya se fue imaginando lo que iba a pasar. El castaño quería un combate a ver quién se caía primero de allí. Ella tenía la ventaja de empezar y además disponía de ataques a distancia. Esperaba que el chico no tuviese ataques muy expansivos o no podría aguantar allí arriba mucho tiempo. Supuso entonces que la regla de volar estaba prohibida pero el joven no dijo nada de ir saltando de plataforma en plataforma. Aquello si pensaba hacerlo en cuanto pudiese.

Hinori sonrió de lado para después saltar y subirse a una de ellas con el pie derecho, quedando el izquierdo en el pilar de al lado. – En ese caso empecemos el combate para ver quién de los dos aguanta más. – Dijo mostrando una sonrisa para después poner una expresión seria y entrecerrar los ojos. Sus extremidades empezaron a brillar en un tono dorado al mismo tiempo que realizaban un impactante sonido eléctrico. Su técnica Shirorei había sido activada y ahora sus golpes podían dar poderosas descargas eléctricas. Por el momento la iba a usar como habilidad defensiva pues pensaba atacar de una forma muy distinta. Se concentró al máximo haciendo que aquella aura creciese dándole un aire tétrico y peligroso al mismo tiempo. – Soy Hinori Markov, la chica que se convertirá en una legendaria pirata. No olvides eso nunca… – Dicho aquello entrecerró los ojos al mismo tiempo que preparaba su ataque.

Preparó una de sus mejores habilidades pues si quería vencer debía empezar con lo mejor, no pensaba que aquello durase mucho al tener solo una vida cada uno. Pegó un salto con toda su fuerza hacia arriba y se quedó mirando a su adversario. – ¡Kaze no saiban! – Gritó entonces lanzando con todas sus fuerzas una tremenda patada al aire. Debido a su potencia no tardó mucho en ondularlo, surgiendo entonces una tremenda onda de choque que iba a toda velocidad hacia el chico. Planeaba lanzarlos por los aires con la potencia suficiente como para sacarlo de la plaza pues a diferencia de los demás luchadores, las ondas de choque de Hinori estaban muy bien entrenadas. Eran su especialidad y por ello eran superiores a las de los tipos normales. No se había olvidado para nada de imbuir su potente ataque en haki armadura para darle una potencia bastante mayor a su ataque y de aquella forma asegurarse de quedarse con el primer punto. Una vez hizo eso aterrizó con cada pie en una plataforma y activó el haki de observación para después sonreír de lado. Su aura eléctrica continuaba activada y lista para lo que hiciese falta. A continuación metió la mano en su bolsillo sacando un guantelete de cuero y colocándoselo en la mano derecha. Estaba lista para defenderse y aún no había activado su mejor poder.

Tras escuchar las palabras de aquella chica, el asesino se preparó para esquivar cualquier ataque. No para nada era alguien entrenado para ser ágil en combate, y aquella zona llena de columnas era su campo. Pudo ver como Hinori daba un salto y lanzaba una onda de choque muy potente. Ragerok se encorvó un poco con la intención de saltar hacia otra de las columnas para evitar el ataque, pero por muy rápido que lo hizo, la onda de choque le golpeó en pleno salto, dándole en las piernas y haciéndole salir disparado, dando vueltas en el aire, cayendo finalmente en el suelo de la plaza.

El chico estaba tirado en el suelo. Le dolían las piernas pero eso aún no había acabado. Aquella chica parecía estar dándolo todo desde el principio y eso le gustaba. El no iba a ser menos. Se incorporó poco a poco, apoyándose en su guadaña, y tras dar unos cuantos saltitos estirando las piernas(cosa que le dolió bastante aunque no lo mostrara) se subió de nuevo a las columnas.

-No lo olvidaré, Hinori Makarov.

Tras decir estas palabras, el chico comenzó a saltar de una columna a otra. Poco a poco se acercaba, con un único objetivo: tirar a su adversario. Cada salto parecía ser el definitivo tras el cual lanzaría su ataque, pero la verdad es que el chico aún no había pensado nada. Si aquella chica le lanzaba uno de esos ataques a una distancia poco prudencial, acabaría machacando sus huesos, y eso era lo que menos necesitaba en estos momentos. De repente una idea vino a su cabeza. Podía salir bien.

El chico se puso de frente a Hinori, separado por unos quince metros, y se lanzó hacia ella. Cuando estaba a unos diez metros de distancia, el chico se coló por entre las columnas, apoyándose en ellas para no caer al suelo y perder. Una vez estuvo allí, comenzó su plan. "Flying leaf" murmuró entre dientes. Sus manos comenzaron a cubrirse de un aura verde que, cuando cogió uno de sus puñales, lo cubrió también completamente. Tras esto dio un mordisco al aire, haciendo que surgiese un perro-lobo gris. "Todo esto tan solo para un ataque, pero es necesario." pensó el asesino, al cual se le estaba dibujando una sonrisa en la cara. Cuando ya solo los separaban cinco metros, el chico surgió de entre las columnas, dirigiéndose a la posición de Hinori. Tras salir, el chico lanzó uno de sus puñales directo a la cabeza de la chica, pero con el mango por delante, con la intención de dejarla inconsciente. A su vez, el perro-lobo se movía entre las columnas hacia la posición de la chica para, cuando estuviese al lado, lanzarse a por ella con una explosión de energía vibratoria. Para no dejar ningún espacio vacío, el asesino saltó con la guadaña en sus manos para si la chica intentaba huir por ahí, cortarle el paso.

El chico había salido despedido hacia atrás a una velocidad considerable y no era para menos teniendo en cuenta la potencia de las abrumadoras ondas. Hinori no por nada era una de las mejores bazas de los Blue Rose. Entrenaba cada día para tener el poder suficiente de proteger a los suyos pese a todos los enemigos que pudiese haber en los siete mares. Su vida no había sido fácil pero allí estaba, en pleno combate mostrando sus habilidades básicas frente a un desconocido. Se estaba divirtiendo y lo único que lamentaba es que el combate no fuese en el suelo y al mejor de una sola ronda, el que derrotase al otro y fin. De todas formas aquello no estaba mal y Ragerok se había currado la idea, no iba a hacerle el feo. Tal vez el jodido calor de la isla era lo que traía más nerviosa a la chica, que empezaba a sentir un pequeño agobio. Maldito reino de Arabasta…

El chico no tardó mucho en ponerse en pie y decir que no la iba a olvidar, cosa que le arrancó una sonrisa a la chica. Entonces pudo ver cómo el castaño se movía a buena velocidad y además planeaba lanzarle un puñal y objeto cortante. Su mantra le había advertido pero al parecer no iba con intención de dañar. Entonces fue cuando su mano se imbuyó en haki armadura y de un manotazo apartó el objeto con violencia, mandándolo a un lado. Sintió un poco de dolor en su articulación debido al impacto y a la fuerza que llevaba aquella cosa. De todas formas su haki había amortiguado el daño. A continuación pudo ver aquella cosa ir hacia ella, una especie de animal. Colocó los brazos en equis y entrecerró los ojos recibiendo el impacto. Sus músculos se entumecieron un poco al sentir dicha vibración y finalmente saltó hacia atrás con fuerza. Soltó un pequeño quejido y cuando quiso darse cuenta su espalda estaba pegada a la arena del suelo. Alzó la ceja quedando un poco confusa, al parecer se había confiado y no tuvo en cuenta el terreno de juego.

Se levantó despacio una vez hubo pasado la vibración por su cuerpo. Sentía un poco de mareo pero tras agitar un poco la cabeza de le pasó. Sus ropas estaban un poco sucias debido a la arena pero no iba a ser un problema. – Parece que me he descuidado un poco, hehehe… – Dijo emitiendo una dulce carcajada para después colocarse de nuevo sobre una de aquellas plataformas. De repente los brazos de la joven tomaron un poco de grosor y las venas empezaron a marcársele por el cuerpo. Una terrible aura azulada surgió de su cuerpo y además sus ojos tomaron el mismo color. Desprendía energía y parecía estar muy concentrada. Era el momento de mostrar su verdadero poder. – ¡Alma rota! – Gritó mientras sus fuerzas aumentaban un cincuenta por ciento. No lo iba a dejar ahí, imbuyó su cuerpo en “Ira del ocaso” haciendo que pudiese lanzar golpes explosivos. También mantuvo activado el aura eléctrica. Llegaba el momento de su combinación de oro. Salió corriendo a por su objetivo a una velocidad bastante buena. – ¡Vibratto! – Gritó entonces mientras llegaba imbuyéndose en haki armadura y en energía vibratoria.

Lo primero que trató de hacer fue un amago de puñetazo para después con su buena velocidad colocarse en la plataforma del lado izquierdo del chico. Ahora trataría de lanzarle una ráfaga de tres puñetazos con todas sus fuerzas hacia el torso, cara y pecho. Lo lograse o no, saltaría hacia atrás y pegaría otra potente patada al aire formando una abrumadora onda de choque. De aquella forma entre las explosiones, la electricidad, el haki, la fuerza y la vibración, podría lanzarlo sin mucha dificultad, o eso pensaba. – ¡Ripera lion! ¡Good Strike! – Una vez realizó su ataque colocó ambos pies de nuevo sobre las plataformas estando atenta y mirando el resultado de su combinación. Esperaba haber terminado ya el combate pues con aquel ataque había vencido a muchísimas personas. Además había pegado con fuerza para aumentar los efectos de sus técnicas. Realmente era una luchadora que sabía lo que hacía.

Técnicas usadas:

El chico había usado una buena estrategia para lanzar a Hinori fuera del campo de combate, algo que finalmente consiguió. Aquella chica era bastante fuerte y eso le encantaba. Tener un buen adversario era algo de lo que no se podía presumir todos los días, y la luchadora estaba dejándole buen sabor de boca. Quizás no había encontrado a su hermana en aquel lugar, pero había encontrado a alguien digno de recordar, y eso era algo que estaba claro. El asesino sonreía excitado por la pelea. Sabía que aquella batalla probablemente le iba a doler bastante, pero aun así, necesitaba seguir luchando.

Ragerok pudo ver como la chica subía de nuevo a los pilares. Esta vez no le iba a pillar desprevenido. El chico se dirigió hacia las columnas del centro del conjunto. Sabía que aquella chica era capaz de lanzar ondas de choque muy poderosas, y no quería volver a salir despedido. Pudo ver como Hinori comenzaba a acumular poder mientras gritaba diferentes palabras. Parecía estar activando técnicas, y eso solo significaba dolor. La chica se lanzó hacia él, que se protegía usando la guadaña para intentar frenar sus golpes, pero de los tres golpes que la chica lanzó, solo logró frenar el que iba directo al pecho. El golpe que iba al torso le impactó, haciendo que emitiera un pequeño quejido y vomitase una bocanada de sangre, y el que iba a la cara le hizo comenzar a sangrar por la nariz y sentir un gran mareo, pero se mantuvo en pie. Por su cuerpo podía sentir una corriente eléctrica recorriéndolo, y le dificultaba mucho el seguir así. Cuando parecía que el ataque de la chica había acabado, ésta saltó hacia atrás, lanzando una onda de choque nuevamente. El chico lo único que pudo hacer fue moverse levemente, dejándose caer entre columnas. La onda de choque le golpeó la cara, dejándolo inconsciente en el acto.

El chico había perdido...¿o no? Al caer entre las columnas con su guadaña en las manos, ésta se quedó encajada, haciendo que el asesino quedase apoyado sobre su arma, no tocando aún el suelo. En ese momento en su cabeza podía ver como una copia exacta de él bailaba y tocaba una pandereta y una bocina.

-Spider-Rage, Spider-Rage.-Cantaba aquella figura.

La chica había logrado encajar dos de sus golpes y por ello había logrado realizar una combinación perfecta. Se había quedado impresionada pues con aquella fuerza podía lanzar un árbol por los aires, sin embargo el chico había aguantado. No entendía el motivo pero decidió dejar de pensar en aquello, tal vez tenía una resistencia bastante buena o había activado una técnica especial. De todas formas había servido de poco pues el castaño parecía haber quedado inconsciente. La pelea había sido corta pero intensa, habría durado más si las normas hubiesen sido las de siempre pero aquello pasaba por probar cosas nuevas. Aquellos pilares parecían ser fuertes pero estaba segura de que los podría haber roto con suma facilidad. Pero entonces aquello hubiese durado muchísimo menos y prefería haber entrenado un poco sus capacidades. El día había estado bien a decir verdad pero debía continuar trabajando en aquel puesto.

En ese momento se dio cuenta de algo extraño, la postura en la que había quedado el asesino había sido demasiado rara. No entendía como la guadaña podía aguantar su peso pero entonces no era la ganadora. Hinori no podía perder aquel combate y entonces mostró una sonrisa inocente. El chico estaba inconsciente y no podría defenderse de ella. No iba a pegarle con mucha fuerza pero si iba a terminar el combate. En ese momento entrecerró los ojos y suspiró un poco al mismo tiempo que apretaba el puño derecho. Se colocó después unas columnas más alejada de él, para tenerlo de perfil frente a ella. En ese momento golpeó el aire con fuerza un par de veces provocando dos ondas de choque que fueron hacia él. Había usado el kaze no saiban para que el ataque llevara una potencia impresionante, además el haki armadura no podía faltar. En cuanto se asegurase de que había ganado el combate, bajaría de las plataformas y sonreiría de lado.

El asesino parecía estar muy a gusto allí tirado como si fuese un calcetín viejo. Ella se acercó unos momentos y soltó un suspiro para después sacar la lengua. – Lo siento pero la victoria es mía. – Dicho aquello empezó a caminar de nuevo hacia el puesto. No tardó en llegar y una vez estuvo allí se puso a trabajar de nuevo. A lo mejor el chico en cuanto se despertase iba hacia allí. No lo había llevado por qué había usado todos sus poderes y estaba un poco cansada para cargar peso. Ahora se hallaba friendo patatas y sirviendo solomillos con salsas especiales que ella hacía. Miraba de vez en cuando alrededor para ver si el asesino de la guadaña aparecía después por allí a despedirse o algo por el estilo. Tal vez no lo hacía pero siempre era bueno tener fe en las cosas y la morena siempre tenía mucha positividad.

Ragerok se despertó tirado en la plaza, mientras una urraca le picoteaba la cabeza. Rápidamente la cogió antes de que comenzara a volar. Se incorporó un poco, sintiendo un dolor de cabeza enorme, además de un mareo importante. Con la urraca en las manos, giró un poco la cara para soltar una bocanada de sangre coagulada y restos de comida. Aquella pelea había sido genial aunque la hubiese perdido. Aquella chica era demasiado fuerte pero no se arrepentía de haber luchado contra ella, ni tampoco sentía vergüenza por no haber ganado.

El chico se sentó mirando fijamente a la urraca y comenzó a hablarle.

-Felicidades. Felicidades. Felicidades. Felicidades. Felicidades. Felicidades. Felicidades. Felicidades. Felicidades...-Siguió repitiendo durante un rato.

-Crooo.¡Felicidades!Crooooooo.

-Perfecto.

El chico se levantó, recogiendo todas sus armas, incluso la guadaña que le llevó un rato desencajar de entre las columnas. Con todo el armamento recolectado, era el momento de ir a ver a la ganadora. Como no estaba en la plaza, Ragerok supuso que habría vuelto al puesto de comida. Aquello le venía de perlas, pues necesitaba beber algo urgentemente. Con la urraca en la mano, puso camino hacia el chiringuito, que no estaba muy lejos de allí. Entre los fogones pudo distinguir la figura de la chica, atareada como la primera vez que la vió. Poco a poco se acercó a la barra y se sentó en un taburete.

-¡Y aquí tenemos a la ganadora! -Dijo el asesino con una gran sonrisa en la cara.

-Crooooooooooo.¡Felicidades!Crooooooooooo.

-Me has dejado hecho polvo. Aunque he de admitir que me esperaba que esto acabase así.-Dijo mientras reía.-No hace falta ser vidente para darse cuenta de que eres alguien fuerte. Espero que esta sea nuestra primera pelea, pero no la última. Además, tienes que enseñarme a hacer eso de las chispitas, me vendría de lujo saber usar electricidad. Así, como dato.

El asesino estaba actuando de forma muy despreocupada, ya que había terminado la pelea, no había necesidad de estar mal.

La pirata continuaba cocinando tranquilamente en aquel puesto de comida. La gente no paraba de elogiar sus platos y eso la hacía sentir feliz. Freía huevo, cocía patatas y cortaba verduras. Se hallaba en su salsa como solía decirse siempre. Los otros hombres la miraban flipando y de hecho ya estaban preparando su sueldo. Más les valía ser generosos o ella se iría a los puestos rivales para quitarles a ellos los clientes. Había que ser justos y ella era vengativa con los que no lo eran. No tardó mucho más en servir un plato de pasta con nata y champiñones a un hombre de allí. Además añadió bacón frito y un poco de orégano. Aquel tipo dijo que era lo mejor que había probado en años y se puso a comer a una velocidad bastante grande. La morena temía que se atragantase o algo por el estilo y por ello le puso al lado un vaso de agua por si las moscas.

En ese momento llegó el chico de antes con un pájaro que decía “felicidades”. A la morena le hizo gracia el animal y después escuchó las palabras del castaño. En ese momento las analizó un poco lo que le dijo sobre la chispitas. Aquella técnica que tanto le había costado aprender mediante su energía. No estaba en sus planes enseñar sus técnicas a las personas y menos sin la confianza adecuada. Aquel chico en un futuro podía luchar con sus compañeros o ella misma y usarla en su contra. Entonces fue cuando negó varias veces. – Lo siento pero mis técnicas son como mis recetas, alto secreto de mi estilo. – Dijo de forma amable mientras sacaba la lengua. Ella misma entrenaba las cualidades del Ripera o Lion y no podía ir mostrando sus cosas así de buenas. Ahora estaba aprendiendo la capacidad de aguantar la respiración más de media hora bajo el agua.

En ese momento uno de aquellos hombres le dio las gracias y le dio un sobre azul con el dinero dentro. Ella sonrió de forma amable para después saltar la barra y tomar el den den mushi. – Capitán, voy hacia el barco, esperadme. – Dijo entonces con toda la calma del mundo mientras guardaba el comunicador y se ajustaba el auricular de la oreja derecha. Después miró al chico de forma calmada. – Bueno, espero que nos veamos en otra ocasión, yo debo irme. – Mencionó de forma cariñosa para después activar unas alas blancas y hermosas. Entonces salió volando echando chispas de energía pues aquellas alas estaban hechas de su aura, otro de sus preciados secretos. Las técnicas que desarrollaba eran impresionantes y por ello deseaba ser una de las mejores luchadoras del mundo. Al cabo de unos quince minutos, llegó hasta El Ojo y aterrizó en la cubierta para después sonreír de lado. Había terminado su objetivo y ahora entró para buscar dentro a Dexter. A saber que estaría haciendo el dragón en esos momentos.

La chica se negó a enseñarle la técnica eléctrica al asesino, algo lógico pues se acababan de conocer. El chico, lejos de enfadarse, le respondió con una gran sonrisa. Lo había pasado muy bien peleando contra ella, y eso no lo cambiaba nada. Además, entendía el porqué aquella chica no compartía sus técnicas. Si alguien se las pidiese a él, ¿lo haría? Depende de quién y de qué técnica, aunque tendría sus dudas. Si le enseñas a alguien alguna de tus técnicas, puede que algún día tengas que enfrentarte a algo que tú mismo creaste, y eso no debe ser bonito. Como pelear contra un hijo.

La chica comenzó a hablar por un den den mushi mientras el que parecía ser el dueño del local le daba un sobre con dinero. Al parecer Hinori ya se iba, y eso disgustó un poco al asesino. La chica se despidió amistosamente de él mientras sacaba unas hermosas alas de su espalda. Esto conmocionó un poco a Ragerok, que se despidió como pudo.

-Ha...hasta otra, Hinori Makarov. Volveremos a vernos, te lo aseguro.- Dijo con la voz un poco temblorosa.

Así que hasta ese nivel podía llegar el poder de la gente. Volar sin la necesidad de un aparato. Aún le quedaba mucho por vivir.

La tarde se apagaba dando lugar a un bonito atardecer. Ragerok andaba por aquella ciudad un poco cabizbajo, ya que no dejaba de dar vueltas en su mente a donde podría estar su hermana. Llevaba mucho sin verla y la echaba de menos. No sabía nada de ella, solo que seguía viva. De repente un pequeño niño se le acercó y le dio un trozo de papel mientras reía. Llevaba ropas rotas y estaba completamente sucio, pero la sonrisa no se iba de su cara.

Ragerok abrió cuidadosamente el papel, y lo que leyó hizo que se le saltaran las lágrimas. Era una mensaje de su hermana.

Querido Ragerok.
Te escribo esta carta para que sepas que estoy bien. Sé que has estado buscándome, siguiéndome, y por ello te pido que pares. No estoy perdida, me estoy encontrando. Ya sé que solo lo haces porque me quieres, pero no es necesario. Estoy bien.
Ahora partiré en un viaje que durará dos años. Tras esto, volveré aquí. Si quieres verme, aquí te esperaré, pero antes déjame que despliegue mis alas.
Con cariño, Mizu.

Dentro de los pliegues del papel, el chico encontró una concha atada con un cordón, algo que supuso que era un regalo de su hermana.

Tras pasar unos minutos, el niño aún no se había ido. Ragerok comprendió. Esperaba algo por su trabajo. El asesino miró al chico con una sonrisa.

-Ven conmigo, anda.- Dijo mientras se dirigían a una tienda.

Ragerok le compró algo de ropa, lo llevó a unos baños termales y finalmente le invitó a comer, ya que aquel pequeño niño le había traído una noticia que haría que su búsqueda por fin tuviese resultados.