Luchadores [Hinori-Qui Gon] [Pri-Pasado]

Banaro era una isla dónde no había muchas cosas interesantes que poder hacer. Sin embargo decían que unos días antes había sido saboteada por un asesino conocido y escapado de la prisión de máxima seguridad “Impel Down”. El causante poseía el poder del fuego y no solo había dejado centenares de víctimas. Además muchas estaban devoradas a causa de alguna especie de animal. El culpable de esto no había sido otro que el mismísimo Jin Surfer. Por el momento ya no estaba por allí y habían hallado el cadáver de un comandante de la marina. Todo aquello despertó la curiosidad de la joven luchadora de la tripulación del shichibukai Dexter. Era el tipo de personas que le gustaba estar enterada de todo para poder ayudar de alguna forma. De hecho ese día pensaba darse una pequeña vuelta por dicha isla y lo iba a hacer de una forma u otra.

Hinori se acercaba al supuesto pueblo quemado por uno de los caminos. Había viajado allí junto a la joya. El enorme navío de su capitán el cual estaba de paso, luego los alcanzaría de alguna forma. De hecho no había avisado a nadie de que había salido. Ese día llevaba su sudadera blanca y morada. Unos pantalones del mismo tono y unas sandalias de madera que dejaban a la vista sus pies. No podía verse en ella ningún tipo de arma. Llevaba cuatro bastante poderosas. Los puños y las piernas. Sus técnicas de combate resultaban ser impresionantes últimamente y eso era a causa de sus entrenamientos.

No tardó en llegar hasta el lugar de los hechos y pudo ver aquella barbacoa. Los edificios estaban derribados y calcinados. Había restos de sangre seca por el suelo y bastantes restos de tierra removida. Además de unas huellas parecidas a las de un tigre pero más grandes. Sin duda alguna había sido una masacre total. La morena suspiró despacio llevándose las manos a los bolsillos sabiendo que había otro pueblo un poco más alejado dónde en ese momento habría personas. Se llevó el dedo índice a la boca mientras pensaba en que poder hacer. Por un lado quería quedarse un poco más mirando aquellas cosas. Por otro deseaba irse a beber algo fresquito. Tampoco podía quedarse mucho rato o se le escaparía el barco de la tripulación y luego le costaría horrores alcanzarlo.

Qui Gon acababa de llegar a Banaro. Los rumores decían que el famoso criminal Jin Surfer había estado por aquel lugar y lo había arrasado todo. Lo último que quería el luchador en esos momentos era encontrarse con aquella mala bestia. Después de lo que les había hecho pasar a él y sus compañeros la última vez prefería no encontrárselo en una larga temporada hasta hacerse más fuerte. Andaba con cautela observando a su alrededor. Todo estaba calcinado y algunos edificios  aún estaban ardiendo. Los cadáveres se contaban por centenares y la estampa era bastante horripilante. Sin duda ese ser había pasado por allí. Apretó el puño mientras veía como aquellos cadáveres calcinados aún echaban humo. Algún día sería tan fuerte como él.

Siguió husmeando por el lugar buscando supervivientes o algo interesante que se le hubiese pasado al asesino que por suerte ya había dejado la isla. Qui Gon pudo ver grandes huellas que reconoció como las huellas del tigre que lo acompañaba, la tierra estaba levantada y la ceniza era algo normal de encontrar por todas partes. Al ver la ceniza el luchador recordó a un amigo el cual no se encontraba con él en ese momento. Dejó de mirar la ceniza con nostalgia y se hartó de buscar sin encontrar nada. Hacía bastante calor y con tantas llamas y gente quemada al pobre castaño no paraba de darle cada vez más sed. Al parecer más adelante había una ciudad y allí podría saciar su reseca garganta con una buena jarra de hidromiel. Se dirigía hacia la ciudad cuando divisó a una chica parada en mitad de aquella masacre. Se le veía bastante entera. Tenía el pelo negro y largo y llevaba una sudadera blanca y morada con pantalones a juego y sandalias de madera. “¿Qué hará ahí esa chica?” pensó el luchador. No parecía hostil y se le veía pensativa. Quizás se había perdido así que salió desde donde la estaba observando y fue a hablar con ella.

- ¡Ey! Hola, ¿te has perdido? Este no es un buen lugar para perderse, como puedes ver aquí ha ocurrido una tragedia y no hay nada más que hacer. Me dirijo a la ciudad que está aquí cerca, si quieres acompañarme te invitaré a tomar algo. Con esa sudadera y el calor que hace por aquí debes de estar asada.

La chica continuaba tranquilamente mirando la escena con una sonrisa en la boca. Realmente le estaban dando ganas de ir a tomar algo al pueblo de al lado que por suerte no había sido arrasado. De hecho no sabía por qué le venía a la mente el peliverde Midorima. Ese chico estaba totalmente desaparecido de la banda y no entendía los motivos de eso. Por el momento viajaban solo cuatro personas incluyendo a su capitán pero eran suficientes para defenderse y pasarlo bien. Ella no tenía relación amistosa con ninguna salvo con el Shichibukai, casi nadie solía hablar con ella por lo que a veces solía ser una persona bastante solitaria. No le importaba demasiado pero siempre era mejor la compañía.

De repente escuchó unas voces tras ella y no tardó en girarse para ver quién era el dueño de aquella masculina voz. Era un joven de cuerpo fornido y de ojos castaños, además poseía unos ojos que hicieron a la chica sonreír. Éste le dijo que le acompañara si quería y que la iba a invitar a algo. En ese momento pensó en el significado de esa palabra y metió la mano derecha en su bolsillo. Se dio cuenta de que no llevaba casi nada y eso le hizo alzar una ceja. No le gustaba ser invitada pero no tenía ni un solo berri. El motivo era que hacía unos días gastó lo único que tenía en poder comer pues cuando se iba a entrenar desaparecía incluso semanas y por ello necesitaba la pasta.

En ese momento le dedicó una sonrisa bastante amable y dio unos pasos hacia él. – No suelo aceptar que me inviten pero la verdad es que tengo sed y ni un solo duro. – A continuación le tendió la mano con tranquilidad esperando a que se la estrechase. – Me llamo Hinori, es un placer conocerte. Permíteme decirte que tienes unos ojos muy bonitos. – Dicho eso cerró los ojos con una sonrisa dulce. Empezaría a caminar tras aquello hacia el pueblo junto a aquel hombre de melena castaña y ojos azules. Se encontraba cómoda con la gente amable y ese tipo no parecía ser una mala persona al fin y al cabo.

La chica fue bastante amable y aceptó la invitación de Qui Gon. Le había dicho que se llamaba Hinori y le había ofrecido la mano para que se la estrechara. También dijo que le gustaban los ojos de Qui Gon lo que hizo que este se pusiera rojo de vergüenza.

- Mu-mu-muchas gracias. T-tú también eres muy bonita. M-mi no-no-nombre es Qui-qui Gon Blackheart. QUI GON.

Los nervios se habían apoderado del luchador, nunca le habían dicho eso de sus ojos. La verdad es que la chica era bastante mona y su largo pelo negro era algo que le gustaba mucho al luchador. Inspiró y expiró tratando de calmarse pero no sería algo fácil de lograr. Al menos trataría de controlar su tartamudez. Comenzó a andar de camino a la ciudad y pudo notar como la chica lo seguía. Conforme se alejaban del lugar el paisaje cambiaba drásticamente y el paseo comenzaba a ser agradable.

- Sé que queda una frase muy cliché pero… ¿Qué hace una chica tan guapa como tú en un lugar como este? Es decir… ¿Por qué estabas en esa ciudad ahora hecha ruinas? Por cierto, tu pelo es precioso.

“¿Por qué habré dicho lo de su pelo en voz alta?” pensó Qui Gon. Se pegó un pequeño golpe en la sien tratando de controlarse. La verdad es que nunca se le había dado bien hablar con las mujeres y siempre buscaba la forma de sacar algo que no venía a cuento o que podría sonar mal o con doble sentido. A decir verdad, era la primera mujer que aceptaba una invitación de Qui Gon. El luchador cerró los ojos apretándolos fuertemente y los abrió de golpe tratando de concentrarse en ir a tomar algo. La sed libraba una batalla contra los nervios pero por ahora su sentido de la orientación no le había fallado e iban en la dirección correcta. Qui Gon escuchó un pequeño ruido como de pisadas detrás suya. El ruido era muy leve pero fue suficiente como para que el luchador cambiara la expresión de su cara por una más seria y adoptara una posición de alerta mientras caminaban.

La chica observó como aquel chico tartamudeaba al principio y pensó que tal vez tenía esa voz o por el contrario estaba nervioso por algo. La joven era demasiado inocente y la verdad es que desconocía el motivo totalmente. Sin embargo eso no cambió nada en su opinión y continuó caminando junto a él tranquilamente. El paisaje fue cambiando hasta resultar uno más agradable y verde. Ver tanta destrucción no le gustaba mucho a la joven. Ahora se dirigían hacia el pueblo de al lado para tomar algo y olvidarse de lo visto anteriormente. La chica ya iba dudando en si pedir una bebida gaseosa o un batido de fresa.

En ese momento escuchó como el chico le hacía aquella pregunta llamándola guapa y eso la hizo apartar la mirada un poco por la vergüenza. Últimamente bastante gente la llamaba así y cada vez que lo oía se ponía más nerviosa. Después sonrió al escucha el comentario sobre su pelo. – Muchas gracias, Qui Gon-kun. Pues había oído hablar sobre la masacre de esta isla y quería comprobarlo con mis propios ojos. Pero además también he conocido a un chico muy amable. – Dijo de forma amable para después continuar andando junto a él. Se sentía bastante bien con aquel tipo de personas que solían ser agradables todo el tiempo. Sin embargo de no ser por qué su capitán era Shichibukai, mucha gente querría matarla a ella por valer 25.000.000 berries. Todo por defenderse de un violador. La vida era muy injusta.

De repente escuchó un ruido tras ellos y activó su haki de observación notando dos presencias. Se giró a toda prisa y observó a dos hombres con espadas. El primero era un tipo de cabellos morenos y ojos azulado. El segundo un pelirrojo de orbes dorados y cuerpo algo más musculoso. – El dinero, la chica y un par de suplicas. – Dijo el de cabellos rojizos relamiéndose. Hinori frunció el ceño de repente para después lanzarse por él. – ¡Ripera lion! ¡Ira del ocaso! – De repente la joven lanzó un puñetazo al pecho de aquel tipo. Nada más hacerlo se produjo una explosión que mandó al bandido a volar por los aires. Su energía explosiva era bastante potente. A continuación retrocedió colocándose junto a Qui Gon mirando al moreno con el ceño fruncido.

El comentario sobre la chica hizo que Qui Gon se sonrojara un poco más. Parecía que su cara estaba iluminada por un foco rojo. De sus espaldas surgieron dos figuras, dos hombres. Un moreno de ojos azulados y un pelirrojo corpulento. Les amenazaron y pidieron dinero, la chica y súplicas. ¡SUPLICAS! ¿A QUI GON? Esto hizo que el castaño enfureciera, ya no solo era un atraco normal sino que encima con aires de superioridad y eso era algo que al luchador no le agradó. Y encima tuvieron la desfachatez de intentar llevarse a Hinori. Qui Gon se preparaba para la batalla pero la chica se le adelantó. Dijo unas palabras y de un puñetazo salió volando el más corpulento de ellos. Qui Gon se quedó unos segundos asombrado por la acción de la chica. No solo era guapa sino que también sabía pelear y bastante bien.

- Bueno, déjame al menos el otro a mí. Estos tipos me han cabreado un poco.

Mientras dijo esto Qui Gon preparó su puño y haciendo uso de sus guantes Urano lanzó un puñetazo bastante fuerte directo al costado de su enemigo. Produjo una gran explosión y el hombre salió volando hacia un lado diferente al de su amigo. Qui Gon escupió al suelo. Y se dio la vuelta. Para seguir andando hasta su destino.

- Veo que sabes defenderte por ti misma. Guapa y peligrosa, ¿se puede pedir más? Jajajajaja.

Qui Gon se había calmado, las peleas lo relajaban bastante y ya no se encontraba nervioso para hablar con aquella chica. Su risa típica de cuando se sentía satisfecho demostraba que estaba relajado. El luchador estiró los brazos y le crujieron las articulaciones. Soltó un suspiro y vio que ya estaban llegando a la ciudad.

- Bueno Hinori-chan… ¿Qué te apetece tomar?

La cara de Qui Gon mostraba una sonrisa muy relajada y se mostraba muy amable con la joven. Quizás iba a hacer una nueva amiga y el día estaba siendo bastante bueno después de haber encontrado semejante masacre.

La chica escuchó como aquel hombre ahora le pedía que le dejase al moreno para él pues le habían cabreado aquellos dos. Aquello hizo que ella asintiera tranquilamente y metiera ambas manos en los bolsillos. Esperaba ver en acción a aquel hombre. Ella tan solo usaba sus técnicas más poderosas con oponentes monstruosos y no iba a hacerlo con aquellos dos inútiles. Se bastaba con la ira del ocaso que no era moco de pavo pero en comparación con sus otras habilidades era un poco de nivel bajo. Sus entrenamientos empezaban a dar resultado y poco a poco la pirata se iba haciendo mucho más fuerte. Por el momento su sueño quedaba un poco lejos todavía pero confiaba en poder llegar.

En ese momento aquel castaño lanzó un puñetazo contra el moreno. Al hacerlo se desencadenó otra explosión que lo mandó a volar por los aires. Aquello hizo que la luchadora abriera los ojos un poco impresionada al ver que también poseía aquel tipo de energía. Una vez habían terminado con aquellos idiotas continuaron su camino y ella sonrió ante las amables palabras de aquel luchador. Después escuchó su pregunta sobre lo que le apetecía tomar y fue cuando se quedó pensativa unos momentos. – Pues me apetece tomar un batido de fresa. – Dijo ahora mirándole de forma dulce para después seguir con la caminata.

Ya estaban llegando de hecho y no iban a tardar mucho en entrar a algún local de los que allí había. Tras unos momentos ella vio un sitio con un cartel dónde ponía unas palabras algo extrañas pero que a ella le resultaron divertidas. – ¿Entramos en éste? – “Abejas filósofas” Era un nombre muy raro pero tal vez resultaba divertido pues además de ser un bar servía como posada. En ese momento ella tomó la mano de su acompañante con toda la tranquilidad del mundo y tiró de él hasta el interior mientras iba riendo por lo bajo. Al entrar el ambiente parecía muy cargado pues había personas por todos lados y la mayoría totalmente borrachas. – Centenares de personas muertas y todos aquí como si nada. Tss… – Chaqueó le lengua entonces suspirando.

La chica dijo que quería un batido de fresa y el luchador aceptó. Total él la había invitado a la joven así que tendría que tomar otro batido. Llegaron a un local bastante extraño, su nombre era “Abejas filósofas”. Cogió al luchador de la mano y entraron en aquel local. No era un local normal, aparte de bar era taberna así que Qui Gon podría pedir una buena jarra de hidromiel. Había mucha gente, se les veía bastante animados y la mayoría estaban borrachos. Esto parecía que desagradaba a la joven y la verdad es que tenía razón. Justo al lado había cadáveres aún por el suelo y nadie parecía sentir ni un ápice de pena por aquellas pobres almas. El castaño suspiró y se adelantó abriéndose paso entre la gente ahora tirando de Hinori para buscar una mesa libre. No había ninguna, todas estaban ocupadas por borrachos que bailaban y festejaban su propia borrachera. El luchador se fijó en una mesa en la que solo había dos beodos fornidos que se habían quedado dormidos encima de la mesa. Se acercó y habló con ellos.

- Disculpen caballeros, ¿podrían cedernos el sitio? Este local no es lugar para dormir y le sugiero pedir una habitación.

- Peeeero tu quien te crees que eeeeres *hip* ¿mi maaaadre? Laaaaaaargo de aquí. Aunque eeeeeesa guarra que va contigo sííííí se puede quedaaaar.

Qui Gon no iba a permitir que le faltasen al respeto a su nueva amiga así que reaccionó rápido sujetando a aquel tipo del cuello de la camiseta y levantándolo dos palmos del suelo con un solo brazo. Lo miraba fijamente con la mirada seria, casi parecía que iba a arrancarle la cababeza.

- ¡Pídele disculpas ahora mismo a la señorita! O no seré yo quien responda, sino ella. Y te aseguro que puede hacerte sentir que estás volando literalmente por los aires.

La taberna enmudeció y todos observaban la escena. El luchador tiró a los pies de la morena a aquel tipo el cual cayó de bruces y dio un bocazo en el suelo debido a su borrachera, estaba sangrando un poco por la nariz debido al golpe pero no era nada grave.

- L-lo lo siento señorita. Siiiii ya nos íbamos… ¿Veeeerdad?

Su otro compañero se levantó y ambos se marcharon dando tumbos del local. El luchador se sentó he hizo una seña al camarero para que les tomara nota. La taberna volvió a su bullicio normal y el tabernero fue a ver qué iban a pedir.

- Siento la escena mi querida amiga. Mesero, me puede poner una jarra de hidromiel y a mi acompañante lo que pida.

La chica comenzó a caminar junto al castaño tranquilamente mientras buscaban un sitio dónde poder sentarse para tomar algo. El sitio estaba lleno de forma exagerada. Tal vez ahora todos pensaban que estando juntos estaban a salvo. Los pasos de los luchadores les condujeron hasta un lugar dónde había dos hombres dormidos sobre la mesa. Eso le causó un poco de risa a la morena que ahora miró a otro lado evitando que la vieran de esa forma. Parecían dos osos hibernando de forma exagerada y encima escuchó a uno de ellos soltar un par de ronquidos. Todo era digno de una escena cómica pero eso no les daba derecho a acaparar un sitio de esa forma tan descarada.

En aquel momento el castaño los despertó de forma educada pero uno de ellos la mencionó a ella llamándola por un mote un tanto humillante. No tardó en fruncir el ceño apretando los puños con rabia. No entendía a que había venido aquello pues ella no se metía con nadie, al parecer era su destino ser tratada de esa forma por algunas personas. En ese momento el luchador puso a aquel tipo de rodillas y consiguió que éste se disculpase con ella. – No era necesario… pero te doy las gracias. – Dijo ahora suspirando mientras se sentaba escuchando lo que había pedido su amigo.

En ese momento ella sonrió de forma amable tratando de calmarse. – Yo pediré un batido de fresa por favor. – Aquel hombre tomó nota y se fue a buscar las cosas pedidas. En ese momento otro imbécil empezó a reírse en voz alta. – ¡Le gusta la leche! – La chica era demasiado inocente para pillar el lascivo chiste pero el escuchar las risas de los demás la hizo de nuevo apretar los puños. Enseguida agachó la cabeza oscureciendo su rostro y mostrando sus dientes. En ese momento se puso en pie girándose y clavando sus blancos ojos en aquel tipo. Sus brazos comenzaron a realizar un sonido eléctrico y a brillar en un aura dorada dónde algunos rayos podían verse. – ¡Ya está bien! – De su espalda surgieron dos preciosas alas blancas hechas totalmente de energía y a continuación apretó los puños.

Su cuerpo empezaba a imbuirse en haki armadura y sus piernas parecían temblar debido a su energía vibratoria. En las rodillas concentró energía explosiva y además de activar su mantra liberó su potente aura que le permitía lanzar ondas de choque con un verdadero poder devastador. Por si fuera poco una especie de barrera rosada comenzó a rodearla hasta darle un aspecto temible. Había liberado todas sus técnicas y ahora podía destruir todo el local de un solo ataque. No era ni siquiera una usuaria pero su fuerza ya era impresionante y considerable. – ¡Estoy harta de burlas hacia mí! ¡No he hecho nada malo! – La posada se quedó muda ante el espectáculo de aquella mujer que parecía sacada del peor de los infiernos con aquellas habilidades tan aterradoras. – ¡Soy Hinori Markov! ¡Luchadora del shichibukai Dexter L. Black! ¡No me obliguéis a patearos el culo! – Una vez dijo aquello se quedó a la defensiva mirando hacia aquellos idiotas.

Qui Gon se quedó atónito viendo como su compañera emanaba una gran cantidad de poder. Sin duda se había cabreado aunque parecía no haber pillado de todo aquel comentario altamente machista y denigrante hacia su persona. Qui Gon también estaba cabreado por aquel comentario, pero la situación no requería violencia o acabarían destrozando el local. El luchador apretó los dientes y estos chirriaron un poco. Se puso en pie y puso una pierna encima de la mesa.

- A ver subnormales… Os digo lo mismo que a los dos tontos que había aquí durmiendo. Pedidle perdón a la señorita o esta vez no solo ella se encargará de vosotros sino que yo también me meteré. Mi nombre es Qui Gon Blackheart, miembro de Kyofu no Yohei. Liderado por el sichibukai Madara Uchiha. ¿De verdad queréis pelear con los tripulantes de dos sichibukais?

Qui Gon se quedó un rato pensativo. Aquella chica era probablemente más fuerte que él y seguro que destrozaría el local de un solo golpe si se lo propusiera. Además era luchadora de un sichibukai así que no era de extrañar que si algo le pasase a ella ese tal Dexter vendría a por él y los demás. El luchador más que preocuparse por ella empezó a preocuparse por él así que trató de calmar los ánimos y dejarlo como una advertencia.

- Hinori, cálmate. No queremos montar un espectáculo… ¿Verdad? Dejémoslo pasar por ahora. Si vuelven a decir algo de ti… VOLAMOS EL LOCAL.

Qui Gon empezó hablando suave y calmadamente con Hinori pero cuando comentó lo de volar el local su cara mostró una sonrisa maliciosa típica de sus compañeros de banda Nokoyuri y Madara. El luchador agarró la mano de Hinori y la apretó con fuerza mientras la miraba a los ojos.

- Merecen una segunda oportunidad…

Justo cuando la chica iba a reventar a golpes a alguien escuchó la voz del castaño. Éste parecía muy enfadado y además de pedir de nuevo que se disculpasen los llamó a todos subnormales. Pero lo más impresionante que dijo fue lo de que también era el tripulante de un Shichibukai. Los ojos de la chica se abrieron como platos al escuchar el nombre de Madara. Al igual que los hombres de aquella posada. El dragón negro y el zafiro negro. Si aquellos dos shichibukais se mosqueaban la isla corría un peligro tremendo. Las miradas de la gente eran de puro pánico sin duda alguna y el tabernero se escondió detrás de la barra.

Justo cuando ella estaba a punto de lanzarse a por alguno sintió como la cogían de la mano y el castaño trataba de calmarla. Dijo que merecían una segunda oportunidad y razón no le faltaba. El pobre dueño del local no tenía la culpa de nada y por ello ahora la chica soltó un suspiro anulando sus habilidades y quedando como siempre. Miró a varios sitios para después empezar a caminar hacia la salida, no sin hacerle a su compañero antes un gesto para que la siguiera. Nada más llegó a fuera soltó un inmenso suspiro mientras se cruzaba de brazos y separaba un poco las piernas.

El viento empezó a soplar algo más fuerte y la morena de ojos blancos se quedó mirando a su compañero con toda la calma del mundo. – Supongo que éste mundo está podrido del todo. Apena queda gente buena y tan solo hay machismo, racismo y guerra por todos lados. – En ese momento notó como la puerta de la posada se abría dejando pasar a unos tipos. No sabían lo que podían querer pero simplemente se quedó callada observándolo tranquilamente. Tal vez no buscaban pelea, pero por otro lado quizás sí que la podían estar buscando.

El castaño logró calmar a la chica pero esta se mosqueó y quiso salir del local. Hizo una señal y el fornido le siguió pero no sin antes beberse un vaso de agua que había en la barra. Se lo bebió de una sentada y salió fuera con Hinori. Esta habló sobre el mundo de hoy día. Comentó que estaba podrido y que la guerra, el machismo y el racismo se habían apoderado de él.

- Es probable que lo que dices sea cierto. Hay muchas personas malvadas que solo buscan el beneficio propio o simplemente destruir. No respetan nada ni a nadie y encima hacen lo que les viene en gana. Pero mientras haya personas buenas con un gran corazón siempre habrá esperanza, ¿no crees?

Mientras hablaba unos hombres con malas pintas salieron del local. Rezumaban olor a alcohol y se tambaleaban hacia los lados. Miraban a los luchadores pero no parecían querer problemas. Hasta que uno de ellos se adelantó. Tenía el pelo largo de color verde que le llegaba hasta el culo, vestía con una casaca azul y unos pantalones marrones.

- ¡Tss! Vosotros dos, tortolitos. No me creo que seáis miembros de dos sichibukais. No sois más que dos mindundis que habéis intentado amenazar a todo el local. Y todo por un comentario de nada. Creo que quienes deberíais de pedir perdón sois vosotros.

- ¿De qué coño estás hablando, estúpido? Vuelve adentro antes de que te arrepientas de lo que has dicho o de lo que vayas a decir.

La mirada de Qui Gon era seria y amenazadora. Apretó su puño y mostraba sus dientes aguantando lo máximo posible desatar su ira contra aquel pobre desgraciado y se repetía en su cabeza “Calma, está borracho, eso es todo”.

- ¿Pues sabes lo que te digo? Madara la chupa.

El luchador se lanzó contra el peliverde activando sus guantes Urano y su técnica Edge of Doom a la vez. Le golpeó directamente en la cara lo que hizo que este diese un espaldarazo en el suelo mientras salía humo de su cara lo que impedía que se le viese. La explosión de los guantes y los cortes de Edge of Doom deberían de haberle desintegrado la cara. Qui Gon escupió al cuerpo de ese pobre hombre. Y lo miraba con desprecio.

- Nadie insulta a mi líder sin pagar las consecuencias.

De repente el hombre se levantó y el humo se disipó de su cara. Estaba como nueva salvo por algunos cortes que recorrían su cara en forma de espiral  centrándose en el punto donde había golpeado Qui Gon. Su cara había tomado el color oscuro típico del haki armadura, sin duda este no era un enemigo cualquiera.

- Jajajajajaja. Eso me ha escocido un poco chico. Subamos el listón. Dexter también la chupa. Ambos se la chupan entre ellos. Jaaaajajajaja.

Aquel tipo reía como un loco. La verdad es que las heridas que tenía en la cara no eran moco de pavo y habían empezado a sangrar. Al parecer el efecto del alcohol había mitigado su dolor y no le daba la suficiente importancia. Aun así era un rival interesante.

Pese a las palabras del chico, la morena no cambió de opinión sobre el estado en el que estaba el mundo. Personas buenas quedaban realmente pocas y apenas se podía hacer nada. Tan solo conocía a un par de hombres con el poder suficiente para cambiar las cosas un poco. De todas formas cualquiera borracho o asesino poco conocido podía ser el mal en sí y por ello la paz absoluta no podía conseguirse de ninguna forma. Era la forma de pensar de la joven pirata y no creía ver las cosas de otra forma hasta no tener pruebas físicas de ello. Cosa realmente difícil de conseguir y que por el momento pensaba que solo Dexter y Krauser podían conseguir con sus habilidades.

En ese momento aquellos tipos parecieron buscar pelea, en especial uno con el pelo largo verde. Sus comentarios no solo fueron ofensivos hacia ellos, también para el dragón negro. Cosa que hizo que el castaño se lanzara hacia él dándole un fuerte golpe en la cara. A los pocos segundos aquel tipo se levantó con el rostro en un tono negro y eso indicaba un poderoso haki armadura incluso superior al de ella que todavía no tomaba ni color. Las palabras que dijo aquel tipo después la hicieron fruncir el ceño de forma exagerada. Nadie podía meterse con su capitán de aquella forma y mucho menos un payaso con aires de grandeza. Toda armadura podía ser rota.

De repente activó sus alas blancas y comenzó a subir hacia las alturas con una expresión seria. Una vez estuvo a unos treinta metros empezó a bajar en picado. Su cuerpo se imbuyó en haki y en energía explosiva. Además sus brazos tomaron un tono dorado debido a su poder eléctrico. Activó la técnica “vibratto” y sonrió de lado empezando a girar sobre su propio eje mientras bajaba. Cuando estaba cerca impactó ambos puños contra aquel capullo y una enorme humareda salió de la explosión. La chica había formado un pequeño cráter de unos tres metros de radio y en el centro estaba aquel hombre con los ojos blancos y la boca abierta. La fuerza de ella había reventado a aquel payaso. – Era demasiado débil para poseer ese tipo de haki. – Mencionó ahora suspirando mientras metía ambas manos en los bolsillos. – La verdad es que éste día ha sido demasiado movidito para mí. Tal vez debería volver con la tripulación. – Dijo suspirando y tendiéndole al chico castaño un papel con su número de den den mushi.

Hinori volvió a sacar aquellas alas y verdaderamente voló. Preparó sus ataques como hasta hacía un momento dentro de la taberna y derrotó al peliverde de una hostia tremenda. El humo y el polvo apenas dejaban algo de visibilidad, pero en cuanto se disipó el hombre había caído fulminado y Hinori se mantenía en pie victoriosa. Al fin y al cabo aquel tipo solo era un pringado más al que se le iba la fuerza por la boca. El resto de sus camaradas salieron corriendo en distintas direcciones y se perdieron en seguida. La chica ya estaba algo cansada de aquel día y se quejaba de los problemas que habían tenido así que dijo que volvería con su tripulación no sin antes darle su número a Qui Gon. Este lo aceptó y le dio también el suyo.

- Siento que hayas tenido tantos problemas, suele pasar si se permanece mucho tiempo cerca de mí. Si alguna vez quieres quedar llámame, te debo un batido de fresa. Jajajaja.

El luchador reía como lo hacía con sus camaradas de banda, y se le veía bastante contento. Entonces echó un vistazo a su alrededor y salió corriendo no sin antes decirle a Hinori que esperase un segundo. El luchador corrió hasta una tienda cercana, entró y salió enseguida. Se puso frente a Hinori y le dio una pequeña bolsita de papel cerrada con un lazo color turquesa.

- Es un obsequio, por las molestias y por haberme acompañado hasta aquí. Aunque te acompañaba yo más bien ha resultado lo contrario. Espero algún día poder ser tan fuerte como tu Hinori-chan.

Dentro de la bolsa había un pasador de color negro a juego con su pelo. No era muy caro y evidentemente Qui Gon pagó por él. Había pensado que quizás le gustaría ya que veía como algunas veces se apartaba el pelo de la cara. Qui Gon le ofreció su mano para despedirse, cerró los ojos y con una sonrisa dijo…

- Nos volveremos a ver… Amiga mía.