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Un estruendo se escuchó en aquella plaza, en la cual había una infinidad de ladrones, piratas y ciudadanos reunidos. Todos reían mientras bebían de sus cervezas y bebidas alcohólicas. Justo entonces se escuchó el sonido de unas cajas rompiéndose. La imagen de un pirata de dos metros de alto allí tirado y con los ojos blancos parecía impresionar a mucha gente. Entonces empezaron a escucharse gritos de más personas en la plaza, la mayoría borrachos y otros simplemente por pura diversión. No había que ser un genio para entender que era una pelea y había personas apoyando a los combatientes. Era algo normal si se tenía en cuenta que estaban en aquella isla de crímenes.
- ¡Que alguien le baje los humos al forastero!
Ante ellos había una persona de tamaño medio, la cual vestía con un pasamontañas oscuro. Tan solo podían verse dos ojos perlados, los cuales observaban aquel espectáculo de mala manera. Poseía una sudadera de color morada y blanca, parecida a un pijama. Su pecho no se notaba mucho, pues Hinori se había vendado los senos para hacerse pasar por hombre. Por el momento había funcionado, pero encontró una pelea mientras buscaba información acerca de los monjes de su estilo de combate. Mala idea ir a aquella isla, pero ahora al menos no querían violarla. La joven entonces cerró los puños esperando al siguiente. Un tiroteo llamó la atención de todos y unos barcos de la marina empezaron a abordar el puerto. Todos salieron corriendo y ella simplemente se quedó allí sentada sobre una caja.
Algunos reclutas aparecieron, apuntándola con sus armas y ordenándole no moverse. Ella entonces sonrió de forma amable y simplemente estampó el puño derecho en el aire, formando una onda de choque los mandó a volar al mar. A continuación salió corriendo a un ritmo calmado, hasta que entró a una especie de casa vieja. Parecía estar abandonada, pero sería mucho mejor para ella. Se sentó en lo alto de una mesa y se quedó mirando a la puerta en silencio, esperando que no la encontrasen. No tenía ganas de que su precio aumentase. Escuchaba tiros por todas partes, pero eso a ella le daba lo mismo.
- Otra vez… – Dijo con un tono calmado y femenino.
- ¡Que alguien le baje los humos al forastero!
Ante ellos había una persona de tamaño medio, la cual vestía con un pasamontañas oscuro. Tan solo podían verse dos ojos perlados, los cuales observaban aquel espectáculo de mala manera. Poseía una sudadera de color morada y blanca, parecida a un pijama. Su pecho no se notaba mucho, pues Hinori se había vendado los senos para hacerse pasar por hombre. Por el momento había funcionado, pero encontró una pelea mientras buscaba información acerca de los monjes de su estilo de combate. Mala idea ir a aquella isla, pero ahora al menos no querían violarla. La joven entonces cerró los puños esperando al siguiente. Un tiroteo llamó la atención de todos y unos barcos de la marina empezaron a abordar el puerto. Todos salieron corriendo y ella simplemente se quedó allí sentada sobre una caja.
Algunos reclutas aparecieron, apuntándola con sus armas y ordenándole no moverse. Ella entonces sonrió de forma amable y simplemente estampó el puño derecho en el aire, formando una onda de choque los mandó a volar al mar. A continuación salió corriendo a un ritmo calmado, hasta que entró a una especie de casa vieja. Parecía estar abandonada, pero sería mucho mejor para ella. Se sentó en lo alto de una mesa y se quedó mirando a la puerta en silencio, esperando que no la encontrasen. No tenía ganas de que su precio aumentase. Escuchaba tiros por todas partes, pero eso a ella le daba lo mismo.
- Otra vez… – Dijo con un tono calmado y femenino.
Keith S. Branwen
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El joven de cabellos plateados sonrío de forma siniestra mientras veía a todos los bandidos inconscientes a su alrededor. Hacía un par de días que llegó a esta isla tan peligrosa, y hasta ahora le había hecho honor a su reputación. Bandidos, prostitutas, piratas... Todos esos tipejos de la calaña más baja se podían encontrar por estos lados. Los terceros no eran un problema, de hecho tendía a evitar los lugares frecuentados por estos. No era que les tuviera miedo, simplemente le daba igual. Él no actuaba por sí mismo a menos que fuera por una orden directa, y aún así el mismo elegía como llevarlas a cabo. Nunca fue un esclavo del sistema, y no iba a empezar a serlo ahora. Además... técnicamente se encontraba fuera de servicio. Desde que Hikaru había asumido el mismo rango que el suyo que había empezado a pasar el rato más a menudo por el mar del sur. Las órdenes las recibía ella, y últimamente no tenían ningún trabajo por hacer. Razón por la cual tendía a no estar en el barco. El era una persona de acción, y si no se movía de forma constante, era muy probable que terminara volviéndose loco.
Volviendo a lo anterior. Evitaba como la peste a las prostitutas. Tenía reacciones mixtas respecto a ese tipo de mujeres. Por un lado les tenía cierto disgusto por rebajarse a ese nivel, dándole un mal nombre a todas las chicas que se forjaban un nombre por el mundo. Por otro lado, no podía evitar sentir algo de piedad por ellas. Sabía de sobra que algunas no hacían eso porque sí, sino más bien le obligaban a realizar esa labor. No tenía pruebas contra este segundo tipo, pero si lograba pillar a esos imbéciles en el acto... El mismo se encargaría de hacerlos desaparecer de este mundo sin arrepentirse en lo más mínimo.
Con los que si tenía problemas, era con los bandidos. Sinceramente, esos tipejos nunca aprendían la lección pese a sus numerosas derrotas. ¿Enserio parecía alguien fácil de asaltar? Porque si era eso, su orgullo resultaría herido sin remedio. Keith suspiró y revisó sus ropas. En su mayoría todo se encontraba en orden, salvo algunas manchas de sangre restantes en la parte superior de su indumentaria. El joven entrecerró los ojos y buscó con la mirada un lugar donde poder limpiarse. Al ver una cosa antigua y abandonada, se encogió de hombros y se dirigió hacia allí. Ignoraba complemente el ruido de los disparos, estaba acostumbrado a conflictos como esos en esta isla, después de todo.
– Oh, lo siento. Pensé que la casa estaba abandonada – se disculpó, cuando entró, de forma cortés mientras miraba a la figura encima de la mesa. Parecía como si fuera un hombre, excepto por una cosa... ¿Por qué mierda desprendía olor de mujer?
Volviendo a lo anterior. Evitaba como la peste a las prostitutas. Tenía reacciones mixtas respecto a ese tipo de mujeres. Por un lado les tenía cierto disgusto por rebajarse a ese nivel, dándole un mal nombre a todas las chicas que se forjaban un nombre por el mundo. Por otro lado, no podía evitar sentir algo de piedad por ellas. Sabía de sobra que algunas no hacían eso porque sí, sino más bien le obligaban a realizar esa labor. No tenía pruebas contra este segundo tipo, pero si lograba pillar a esos imbéciles en el acto... El mismo se encargaría de hacerlos desaparecer de este mundo sin arrepentirse en lo más mínimo.
Con los que si tenía problemas, era con los bandidos. Sinceramente, esos tipejos nunca aprendían la lección pese a sus numerosas derrotas. ¿Enserio parecía alguien fácil de asaltar? Porque si era eso, su orgullo resultaría herido sin remedio. Keith suspiró y revisó sus ropas. En su mayoría todo se encontraba en orden, salvo algunas manchas de sangre restantes en la parte superior de su indumentaria. El joven entrecerró los ojos y buscó con la mirada un lugar donde poder limpiarse. Al ver una cosa antigua y abandonada, se encogió de hombros y se dirigió hacia allí. Ignoraba complemente el ruido de los disparos, estaba acostumbrado a conflictos como esos en esta isla, después de todo.
– Oh, lo siento. Pensé que la casa estaba abandonada – se disculpó, cuando entró, de forma cortés mientras miraba a la figura encima de la mesa. Parecía como si fuera un hombre, excepto por una cosa... ¿Por qué mierda desprendía olor de mujer?
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La joven mantuvo los ojos cerrados durante algunos momentos, escuchando todo lo sucedido fuera mientras continuaba sentada sobre la mesa. Entonces fue cuando notó cierta presencia acercarse. Parecía ser más fuerte que la mayoría de los idiotas de la zona y por eso mantuvo su vista firme hacia el frente ahora. Entonces entró un chico de extraños cabellos y se quedó mirándola de una forma curiosa. Ella simplemente le devolvió la mirada con calma y después escuchó sus palabras. A lo mejor era otro pirata huyendo de la marina y no parecía ser un capullo. Ella permaneció en silencio entonces, mirándole a los ojos con toda la calma del mundo.
- La casa está abandonada, yo solo me escondía de la marina.
Dijo quitándose el pasamontañas y desvelando su rostro y su melena oscura. Su cabeza costaba ciento cuarenta millones, pero ahora le daba igual. Ya se ocultaría a la hora de salir, simplemente le dedicó una mirada dulce al joven y después soltó un suspiro. Realmente le gustaba confiar en la gente por su mirada y la de él le parecía muy normalita. Pese a que ella era llamada la asesina alada y era la cocinera de un Yonkou, podía verse que todo eran falacias. Lo siguiente que hizo fue quitarse la sudadera, quedando con sus pechos vendados al descubierto. Iba a quitarse las vendas, pero con aquel chico por allí lo mejor sería esperar.
- Al menos ahora la marina no te va a encontrar en este sitio. Cuando se vayan podremos salir tranquilamente. Me llamo Hinori Markov, es un placer.
Dijo ella con una sonrisa dulce y después cruzándose de brazos. Esperaba la reacción del chico y que también se presentase. Mientras tanto, ella continuaba con su haki de observación activado por lo que pudiese pasar, pues no solía fiarse mucho de los demás. Una cosa era tener confianza y otra regalar su confianza. No estaría relajada hasta estar en su barco.
- La casa está abandonada, yo solo me escondía de la marina.
Dijo quitándose el pasamontañas y desvelando su rostro y su melena oscura. Su cabeza costaba ciento cuarenta millones, pero ahora le daba igual. Ya se ocultaría a la hora de salir, simplemente le dedicó una mirada dulce al joven y después soltó un suspiro. Realmente le gustaba confiar en la gente por su mirada y la de él le parecía muy normalita. Pese a que ella era llamada la asesina alada y era la cocinera de un Yonkou, podía verse que todo eran falacias. Lo siguiente que hizo fue quitarse la sudadera, quedando con sus pechos vendados al descubierto. Iba a quitarse las vendas, pero con aquel chico por allí lo mejor sería esperar.
- Al menos ahora la marina no te va a encontrar en este sitio. Cuando se vayan podremos salir tranquilamente. Me llamo Hinori Markov, es un placer.
Dijo ella con una sonrisa dulce y después cruzándose de brazos. Esperaba la reacción del chico y que también se presentase. Mientras tanto, ella continuaba con su haki de observación activado por lo que pudiese pasar, pues no solía fiarse mucho de los demás. Una cosa era tener confianza y otra regalar su confianza. No estaría relajada hasta estar en su barco.
Keith S. Branwen
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Por algunos instantes, el joven se quedó en trance cuando la, ahora revelada mujer, se quitó la capucha que cubría su rostro. Esa piel pálida, ojos perlados y cabello azul noche... Había visto mujeres hermosas en su vida, pero ella, Galia, Hikaru y Sarah se llevaban el premio a las bellezas más exóticas que se pueden encontrar. Casi dio un paso hacia atrás al ver que su cuerpo quedó descubierto. Solo unas vendas cubrían esos suaves "cojines". En eso se dio cuenta que se había quedado algo mudo y tuvo que sacudir su cabeza de forma leve para volver en si. Ahora que percibía de mejor forma el aroma de la mujer, pudo notar algo similar con esa rebelde que conoció hace un par de semanas atrás. Cada persona tenía un aroma distinto a otro, solo en determinados casos se podían notar olores similares: cuando dichos individuos eran familia... o simplemente la mujer que tenía en frente jugaba para el otro equipo, al igual que aquella pelirrosa. Se encontraron por casualidad y tuvieron... ciertas actividades que terminaron con su olor impregnado en la oji perla.
– Hinori Markov... La compañera de un Yonkou – murmuró mientras entrecerraba sus ojos.
Viéndola más de cerca, no parecía demostrar abierta hostilidad. Cuando pensaba en los compañeros de un Yonkou, de imaginaba a personas rudas o con instinto asesino activado a todo momento. Ni en sus mejores sueños se imaginaría a tal belleza en una banda como esa. Además, podía notar que su amabilidad no era fingida... en verdad estaba siendo genuina. Aunque claro, ella pensaba que él era otro pirata y no alguien perteneciente al gobierno. Puede que su actitud cambiara cuando se enterara. De todas formas, había oído rumores de los blues. Ellos no atacaban a menos que te metieras con los suyos... y eso hablaba muy bien de ellos.
– Keith Branwen... Sargento de la marina y, actualmente, fuera de servicio – se presentó cordialmente mientras hacía una leve reverencia.
El dragón era alguien completamente directo. No mentía a menos que fuera completamente necesario, y esta no era una de esas ocasiones. Además, no es que fuera a intentar capturar a Hinori ahora. El no tenía orden alguna por intentar cazarla, y por eso no actuaría. Por otro lado, cuando se encontraba fuera de servicio y conocía criminales, el mismo se encargaba de juzgar sus personalidades antes de dar un veredicto final.
– Qué curioso, nunca pensé en encontrarme a alguien de los Blues por estos lados – dijo de forma relajada mientras reposaba su espalda en la pared, esperando la reacción de Hinori.
– Hinori Markov... La compañera de un Yonkou – murmuró mientras entrecerraba sus ojos.
Viéndola más de cerca, no parecía demostrar abierta hostilidad. Cuando pensaba en los compañeros de un Yonkou, de imaginaba a personas rudas o con instinto asesino activado a todo momento. Ni en sus mejores sueños se imaginaría a tal belleza en una banda como esa. Además, podía notar que su amabilidad no era fingida... en verdad estaba siendo genuina. Aunque claro, ella pensaba que él era otro pirata y no alguien perteneciente al gobierno. Puede que su actitud cambiara cuando se enterara. De todas formas, había oído rumores de los blues. Ellos no atacaban a menos que te metieras con los suyos... y eso hablaba muy bien de ellos.
– Keith Branwen... Sargento de la marina y, actualmente, fuera de servicio – se presentó cordialmente mientras hacía una leve reverencia.
El dragón era alguien completamente directo. No mentía a menos que fuera completamente necesario, y esta no era una de esas ocasiones. Además, no es que fuera a intentar capturar a Hinori ahora. El no tenía orden alguna por intentar cazarla, y por eso no actuaría. Por otro lado, cuando se encontraba fuera de servicio y conocía criminales, el mismo se encargaba de juzgar sus personalidades antes de dar un veredicto final.
– Qué curioso, nunca pensé en encontrarme a alguien de los Blues por estos lados – dijo de forma relajada mientras reposaba su espalda en la pared, esperando la reacción de Hinori.
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La chica no pudo evitar fijar su haki de observación al máximo contra el chico en cuanto dijo que era de la marina. Siempre que ellos aparecían tenía problemas y su precio aumentaba por motivos incoherentes. Soltó un pequeño suspiro y le devolvió la reverencia con una sonrisa dulce en todo momento. Pensó incluso en darle la mano, pero él debería dar el primer paso para aquello, pues su posición no le permitía fiarse. Entonces fue cuando escuchó sus últimas palabras y a continuación dejó escapar una pequeña risa. Ella siempre solía estar viajando por su cuenta y estaba poco en el barco. Entonces fue cuando sacó un poco la lengua y después de unos momentos contestó con toda la calma del mundo.
- Esto es el Grand Line, no es tan raro. Digamos que a mí me gusta visitar islas y cumplir objetivos para los míos. Esta isla me parece de las peores, su gente es horrible. – Dijo dándole la espalda.
La morena quitó los vendajes de un tirón desvelando sus enormes senos, pero al estar de espaldas al joven él no vería nada. Enseguida se puso un sujetador negro y acto seguido se colocó la sudadera por encima. Ahora estaba segura de que su comodidad sería mayor. Tiró los vendajes al suelo y mostró una sonrisa dulce mientras observaba de nuevo al joven. Tenía curiosidad por saber qué estaba haciendo allí.
- ¿Me vas a poner las esposas? – Dijo guiñándole el ojo de forma inocente y después soltando una dulce carcajada. Tenía que hacer la broma o si no iba a estallar. Fue entonces cuando le miró de nuevo. – Tengo curiosidad ¿Qué haces por aquí estando fuera de servicio? No conozco a ningún marine que no quiera verme muerta o siendo su esclava, tal vez esas sean las razones por mi precio. – Dijo entonces soltando un suspiro y esperando respuesta después.
- Esto es el Grand Line, no es tan raro. Digamos que a mí me gusta visitar islas y cumplir objetivos para los míos. Esta isla me parece de las peores, su gente es horrible. – Dijo dándole la espalda.
La morena quitó los vendajes de un tirón desvelando sus enormes senos, pero al estar de espaldas al joven él no vería nada. Enseguida se puso un sujetador negro y acto seguido se colocó la sudadera por encima. Ahora estaba segura de que su comodidad sería mayor. Tiró los vendajes al suelo y mostró una sonrisa dulce mientras observaba de nuevo al joven. Tenía curiosidad por saber qué estaba haciendo allí.
- ¿Me vas a poner las esposas? – Dijo guiñándole el ojo de forma inocente y después soltando una dulce carcajada. Tenía que hacer la broma o si no iba a estallar. Fue entonces cuando le miró de nuevo. – Tengo curiosidad ¿Qué haces por aquí estando fuera de servicio? No conozco a ningún marine que no quiera verme muerta o siendo su esclava, tal vez esas sean las razones por mi precio. – Dijo entonces soltando un suspiro y esperando respuesta después.
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Entonces... ¿Habían piratas que no estaban siempre juntos? Eso era interesante, al igual que educativo. Desde siempre pensó que los piratas pasaban el día junto en un barco, y que siempre iban en pandilla. Eso le hacía ver que no todo era como los periódicos decían, y que había que tener la mente más abierta entonces. De todas formas, podía darle la razón en una cosa. Ciertamente, una isla como Jaya era peligrosa si la veías desde cierta perspectiva... pero eso era lo que hacía que fuera una buena fuente de información. En lugares así solían haber todo tipo de rumores, y aquello era perfecto para su objetivo actual. Podía usar el poder de marine para ampliar su red de búsqueda, pero si hacía eso corría el riesgo de alertar a su padre de sus movimientos, y no podía darse el lujo que eso sucediera, no ahora.
– Es esa peligrosidad lo que seduce, Hinori-san – dijo mientras le daba la espalda. Tenía estándares para actuar delante de una mujer, y no era tan pervertido para espiar a una cuando se encontraba cambiando de ropa. Fue por eso mismo que se dio la vuelta cuando vio que iba a sacarse las vendas del pecho. Tenía la certeza que ese tipo de reacciones, por su parte, iban a repetirse mucho en un futuro. Viviendo en un barco llena de mujeres marines... Era un hecho que ocurrirían cosas vergonzosas sin que pudieran evitarse. Enserio, sino entraba otro hombre en la flota, probablemente terminaría perdiendo toda la cordura que le quedaba.
Al escucharla hablar, supuso que ya había terminado de cambiarse, por lo que se dio la vuelta. Al escuchar la broma de la mujer, no pudo evitar soltar una pequeña carcajada; alguien había visto muchas películas BDSM, al parecer. Cuando escuchó la pregunta de Hinori, no pudo evitar fruncir el ceño y colocar sus manos en los bolsillos. Empezó a caminar alrededor de la casa en búsqueda de algo en específico. Llegó hasta una especie de lavaplatos y sonrío un poco. Se sacó su chaqueta negra y playera verde, quedando a torso desnudo.
– Y luego la gente pregunta porque el gobierno es corrupto – mencionó de forma sarcástica mientras empezaba a lavar sus ropas. – Digamos que... estoy buscando a mi hermana desaparecida. Como dije anteriormente, islas peligrosas como estas tienen sus usos. En especial en buscar buena información sin tener que alertar a terceros de movimientos sospechosos – terminó con su explicación resumida. Seguía sin encontrar a Alice, y haría de todo con tal de averiguar su paradero.
– Es esa peligrosidad lo que seduce, Hinori-san – dijo mientras le daba la espalda. Tenía estándares para actuar delante de una mujer, y no era tan pervertido para espiar a una cuando se encontraba cambiando de ropa. Fue por eso mismo que se dio la vuelta cuando vio que iba a sacarse las vendas del pecho. Tenía la certeza que ese tipo de reacciones, por su parte, iban a repetirse mucho en un futuro. Viviendo en un barco llena de mujeres marines... Era un hecho que ocurrirían cosas vergonzosas sin que pudieran evitarse. Enserio, sino entraba otro hombre en la flota, probablemente terminaría perdiendo toda la cordura que le quedaba.
Al escucharla hablar, supuso que ya había terminado de cambiarse, por lo que se dio la vuelta. Al escuchar la broma de la mujer, no pudo evitar soltar una pequeña carcajada; alguien había visto muchas películas BDSM, al parecer. Cuando escuchó la pregunta de Hinori, no pudo evitar fruncir el ceño y colocar sus manos en los bolsillos. Empezó a caminar alrededor de la casa en búsqueda de algo en específico. Llegó hasta una especie de lavaplatos y sonrío un poco. Se sacó su chaqueta negra y playera verde, quedando a torso desnudo.
– Y luego la gente pregunta porque el gobierno es corrupto – mencionó de forma sarcástica mientras empezaba a lavar sus ropas. – Digamos que... estoy buscando a mi hermana desaparecida. Como dije anteriormente, islas peligrosas como estas tienen sus usos. En especial en buscar buena información sin tener que alertar a terceros de movimientos sospechosos – terminó con su explicación resumida. Seguía sin encontrar a Alice, y haría de todo con tal de averiguar su paradero.
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Parecía que aquel chico estaba buscando a su hermana y por aquel motivo estaba viajando por las islas. No parecía ser el típico capullo y eso la hizo sonreír de forma calmada. Lo siguiente que hizo fue soltar un enorme suspiro mientras cerraba los ojos en aquella mesa. Algo de sueño le estaba dando y no entendía la razón, pues la situación no era un cachondeo para andarse con siestas. Se dio un leve toque en la mejilla y entonces pudo ver una especie de humo azulado por debajo de la puerta. Entonces el techo cedió, cayendo de él dos marines con máscaras de gas. La chica entendió todo y no tardó en fruncir el ceño.
- No puedo creérmelo…
Dijo mirando hacia aquellos tipos algo somnolienta. Entonces impactó su puño derecho en el aire, formando una increíble onda de choque que mandó a volar a aquellos dos idiotas por los aires. Entonces se quedó mirando al chico de antes ¿Había tenido algo que ver? Sin pensárselo se acercó a él, intentando apartarlo y metiendo un puñetazo en la pila. Reventó las tuberías y unos cuantos cañonazos de agua salieron de la nada. Ella metió entonces la cabeza empapándose totalmente el rostro para espabilarse y después miró al chico con calma.
- Lo lamento, pero creo que si no luchas conmigo te vas a meter en líos. De modo que, podemos fingir un poco en las alturas.
Dijo notando como la puerta era derribada por unos veinte marines que empezaron a entrar. La chica salió despedida hacia los cielos, formando un par de alas blancas de energía en su espalda. Reventó otra parte del techo y empezó a ascender a toda velocidad ¿Sabría volar el sargento? De todas formas subió bastante más para dejar de escuchar aquellos tiros. Soltó un suspiro y después miró desde el aire la zona.
- No pienso dejarme atrapar, idiotas.
- No puedo creérmelo…
Dijo mirando hacia aquellos tipos algo somnolienta. Entonces impactó su puño derecho en el aire, formando una increíble onda de choque que mandó a volar a aquellos dos idiotas por los aires. Entonces se quedó mirando al chico de antes ¿Había tenido algo que ver? Sin pensárselo se acercó a él, intentando apartarlo y metiendo un puñetazo en la pila. Reventó las tuberías y unos cuantos cañonazos de agua salieron de la nada. Ella metió entonces la cabeza empapándose totalmente el rostro para espabilarse y después miró al chico con calma.
- Lo lamento, pero creo que si no luchas conmigo te vas a meter en líos. De modo que, podemos fingir un poco en las alturas.
Dijo notando como la puerta era derribada por unos veinte marines que empezaron a entrar. La chica salió despedida hacia los cielos, formando un par de alas blancas de energía en su espalda. Reventó otra parte del techo y empezó a ascender a toda velocidad ¿Sabría volar el sargento? De todas formas subió bastante más para dejar de escuchar aquellos tiros. Soltó un suspiro y después miró desde el aire la zona.
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El joven frunció el ceño y colocó su mano en su nariz al ver ese gas azulado. Debido a su fruta, todo aquello que fuera inhalado sería potenciado en su caso. Salvo cuando ocupara su fruta, ahí eso no le podría hacer casi nada. La resistencia de dragón era una de las mejores, después de todo. Muy difícil sería que le afectaran cosas por ese estilo, pero tampoco iba a ser arrogante con el tema. Sabía de sobra que no era inmune a eso, por lo que igual iría con cuidado. De todas formas, eso no iba al caso. No, lo que captó su atención fue con la facilidad con la que la mujer se despachó a los dos marines que irrumpieron por el techo. No había sudado nada en hacer todo eso, era como si no fueran más que meros insectos que simplemente molestaban con el mero hecho de existir. El joven entrecerró sus ojos y suspiró; no había otra forma. Tan solo quería paz por un día... pero eso ya era imposible.
– De modo que llegamos a la misma conclusión – murmuró mientras veía seriamente a la joven mientras ésta se lavaba la cara con agua que... sacó de una forma peculiar.
A diferencia de lo que pasó con Galia, esto era muy distinto. Estos no eran sus hombres, tampoco se había ganado su respeto para que callaran algunas cosas. No, si se enteraban de lo que en verdad pasaba, probablemente sería denunciado a la marina y, consiguientemente, sería expulsado. No le quedaba otra que actuar esta vez... y dudaba que pudiera hacer algo. Actuaba contra la nakama de un Yonkou, después de todo. No solo eso, esos idiotas no consideraban las repercusiones que podrían provocar si llegaban a capturar a Hinori. Dudaba que Dexter Black se quedaría tranquilo... No, si por un milagro lo lograban, eso significaría una guerra contra el más temible de los Yonkou.
– Pero claro, la mayoría de estos idiotas tienen goma como cerebro – pensó mientras rodaba los ojos.
Se llevó una mano a la frente y suspiró pesadamente. Miró como la joven ascendía para luego perderse en las alturas, a lo que el joven entrecerró los ojos. No parecía que fuera algo por medio de una fruta o algo por el estilo, por lo que si algún día llegaban a pelear enserio, el tendría la ventaja en el aire debido a su capacidad natural para volar.
– Vosotros, no interfiráis en esto. Hinori Markov es mi presa, de nadie más – le habló a los marines en un todo gélido, añadiendo un siseo al final para aclarar su punto. Los marines, al reconocer a uno de los prodigios de la marine, bajaron su guardia y asintieron. Ellos eran simples reclutas y cabos de turno, por lo que sería mejor dejárselo a alguien capaz. Keith era solo un sargento, pero su poder era mucho mayor al de uno. Solo la experiencia evitaba que ostentara un mayor rango.
El joven suspiró y pasó a forma híbrida, al tiempo que activaba su aura helada. No tardó mucho en llegar en quedar a la misma altura de Hinori y le miró de forma tranquila.
– Será un honor intercambiar golpes con la compañera de un Yonkou... aunque solo sea de muestreo – le dijo Keith mientras se ponía en pose de combate. Como buen caballero que era, le cedería el primer golpe a Hinori.
– De modo que llegamos a la misma conclusión – murmuró mientras veía seriamente a la joven mientras ésta se lavaba la cara con agua que... sacó de una forma peculiar.
A diferencia de lo que pasó con Galia, esto era muy distinto. Estos no eran sus hombres, tampoco se había ganado su respeto para que callaran algunas cosas. No, si se enteraban de lo que en verdad pasaba, probablemente sería denunciado a la marina y, consiguientemente, sería expulsado. No le quedaba otra que actuar esta vez... y dudaba que pudiera hacer algo. Actuaba contra la nakama de un Yonkou, después de todo. No solo eso, esos idiotas no consideraban las repercusiones que podrían provocar si llegaban a capturar a Hinori. Dudaba que Dexter Black se quedaría tranquilo... No, si por un milagro lo lograban, eso significaría una guerra contra el más temible de los Yonkou.
– Pero claro, la mayoría de estos idiotas tienen goma como cerebro – pensó mientras rodaba los ojos.
Se llevó una mano a la frente y suspiró pesadamente. Miró como la joven ascendía para luego perderse en las alturas, a lo que el joven entrecerró los ojos. No parecía que fuera algo por medio de una fruta o algo por el estilo, por lo que si algún día llegaban a pelear enserio, el tendría la ventaja en el aire debido a su capacidad natural para volar.
– Vosotros, no interfiráis en esto. Hinori Markov es mi presa, de nadie más – le habló a los marines en un todo gélido, añadiendo un siseo al final para aclarar su punto. Los marines, al reconocer a uno de los prodigios de la marine, bajaron su guardia y asintieron. Ellos eran simples reclutas y cabos de turno, por lo que sería mejor dejárselo a alguien capaz. Keith era solo un sargento, pero su poder era mucho mayor al de uno. Solo la experiencia evitaba que ostentara un mayor rango.
El joven suspiró y pasó a forma híbrida, al tiempo que activaba su aura helada. No tardó mucho en llegar en quedar a la misma altura de Hinori y le miró de forma tranquila.
– Será un honor intercambiar golpes con la compañera de un Yonkou... aunque solo sea de muestreo – le dijo Keith mientras se ponía en pose de combate. Como buen caballero que era, le cedería el primer golpe a Hinori.
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La joven no tardó en quedar impresionada al darse cuenta de que aquel chico se transformó en un dragón también, al igual que su querido capitán. Debía admitir que estaba impresionada y no tardó en mostrar una sonrisa dulce. Sus alas extendidas le daban una capacidad de vuelo increíble, pues llevaba muchísimo tiempo usándolas. Entonces escuchó las palabras de su ahora rival y simplemente se colocó en posición de combate. Peleaba contra un usuario de las frutas mitológicas y eso significaba que tendría una fuerza absurdamente bruta. Debería saber bien cómo moverse y evitar atacar sin usar sus canalizaciones especiales. Era el punto fuerte de aquella joven junto a sus ondas de choque y su capacidad de luchar en el mar. Entonces se le ocurrió una idea bastante buena.
- No me juzgues por ser la compañera de un yonkou. Simplemente hazlo por mi propio estilo de combate y no por mis compañías… ¡Ripera Lion! – Terminó gritando al mismo tiempo que alzaba el puño derecho.
Una sonrisa se mostró entonces en su rostro. Era como si no fuese a luchar, pues su aspecto de chica inocente solía decir eso, pero no había que dudar sobre sus habilidades. Ya tenía métodos de ataques bastante buenos y entre ellos la técnica de la peonza de la destrucción. Soltó una pequeña risa inocente y se dispuso a ser la primera en atacar. Lo primero que hizo fue salir disparada hacia el dragón a una velocidad considerable. Aumentó todo lo que pudo su velocidad y trató de colocarse de frente sin miedo alguno. Entonces intentó acariciarle el hocico de forma dulce y después reír un poco.
- Perdona, pero quería ver lo suave que era. Gomen… – Diría sacando la lengua.
Entonces se alejaría un poco y empezaría el verdadero ataque. La joven salió despedida hacia él, lanzándole una potente patada descendente en todo el pecho. A continuación soltaría una serie de puñetazos buscando los hombros y el estómago. Para finalizar giraría sobre sí misma e impactaría una palmada en el aire, formando una onda de choque con la que planeaba lanzar al dragón por los aires. Funcionase su combo o no, saldría volando hacia el puerto, quedándose sobrevolando la zona de los barcos de la marina y cerca del mar, esperando a que el chico se acercase.
- Hehehehe… Ven aquí, dragoncito-kun. – Sus palabras siempre iban con dulzura y sin mala intención. Se notaba que ella era buena persona.
- No me juzgues por ser la compañera de un yonkou. Simplemente hazlo por mi propio estilo de combate y no por mis compañías… ¡Ripera Lion! – Terminó gritando al mismo tiempo que alzaba el puño derecho.
Una sonrisa se mostró entonces en su rostro. Era como si no fuese a luchar, pues su aspecto de chica inocente solía decir eso, pero no había que dudar sobre sus habilidades. Ya tenía métodos de ataques bastante buenos y entre ellos la técnica de la peonza de la destrucción. Soltó una pequeña risa inocente y se dispuso a ser la primera en atacar. Lo primero que hizo fue salir disparada hacia el dragón a una velocidad considerable. Aumentó todo lo que pudo su velocidad y trató de colocarse de frente sin miedo alguno. Entonces intentó acariciarle el hocico de forma dulce y después reír un poco.
- Perdona, pero quería ver lo suave que era. Gomen… – Diría sacando la lengua.
Entonces se alejaría un poco y empezaría el verdadero ataque. La joven salió despedida hacia él, lanzándole una potente patada descendente en todo el pecho. A continuación soltaría una serie de puñetazos buscando los hombros y el estómago. Para finalizar giraría sobre sí misma e impactaría una palmada en el aire, formando una onda de choque con la que planeaba lanzar al dragón por los aires. Funcionase su combo o no, saldría volando hacia el puerto, quedándose sobrevolando la zona de los barcos de la marina y cerca del mar, esperando a que el chico se acercase.
- Hehehehe… Ven aquí, dragoncito-kun. – Sus palabras siempre iban con dulzura y sin mala intención. Se notaba que ella era buena persona.
Keith S. Branwen
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El joven se mostró atónito al ver la velocidad con la que se movió Hinori. Ese movimiento fue... absurdo. No, era mucho más rápida que Venom, por lejos. Además ella tenía una elegancia que no podía igualarse con la brutalidad del pelirrojo. El joven apretó sus dientes y se preparó para resistir el golpe, pero parpadeó al ver lo que hizo la mujer. Enserio... ¿Enserio acarició su hocico? Simplemente el joven se quedó sin palabras al ver ese gesto, y eso terminó costandándole a la larga. Recibió de lleno el primer golpe, y si no fuera por su resistencia elevada, probablemente hubiera terminado con algún hueso fracturado. Los otros los pudo ver, pero su velocidad le hacía imposible responder de buena forma, por lo que no tuvo otra que defenderse. Usó sus alas para encerrarse a sí mismo, resistiendo mucho mejor los golpes de la joven. No se esperó el ultimo asalto de Hinori, por lo que salió despedido al recibir la onda. Afortunadamente, pudo usar su cola para estabilizarse a tiempo.
– Debo admitir que lo primero me costó el resto – dijo mientras se acercaba y reía levemente. – Muy bien, tienes mi atención, nakama de... No, peleadora Hinori Markov. Te juzgué mal en un principio, pero no lo volveré a hacer – se corrigió a tiempo. De ahora en más, no la consideraría como la compañera de un Yonkou, tan solo una luchadora simple al igual que él.
Tenía su aura helada activa... aunque ahora que lo pensaba, había algo que quería probar. Inhaló y exhaló varias veces para luego estirar su mano. Intentó moldear su aura en un solo punto, esencialmente desprendiéndose de esta y concentrando todo el frío en un solo punto. Una esfera del tamaño de un balón de fútbol se formó en sus manos y, a continuación, lanzó la concentración cual balón de baloncesto a la luchadora. Puede que el frío anterior no le afectara, pero veamos como se las apañaba con un ataque de ese estilo y a una velocidad notable.
– Atrapa eso, Hinori-chan – le dijo el joven una vez que tiró eso.
Acto seguido, volvió a activar su aura helada y se acercó volando hasta la posición de la joven. Barrería las piernas de la mujer para desestabilizarla un poco, para luego intentar impactar un golpe ascendente hacia su plexo solar. Luego, le daría una patada voladora a sus costillas y volvería a concentrar el aura en una esfera, para esta vez liberarla de lleno en el estómago de Hinori, a diferencia del ataque de larga distancia de antes. Le diera o no, volaría por encima de ella hasta quedar justo encima de ella. Desde esa posición podría verle mejor. Aunque le estaba dando una ventaja a su oponente al usar el brillo en su propia contra, mostrándose donde se encontraba a la joven.
– Debo admitir que lo primero me costó el resto – dijo mientras se acercaba y reía levemente. – Muy bien, tienes mi atención, nakama de... No, peleadora Hinori Markov. Te juzgué mal en un principio, pero no lo volveré a hacer – se corrigió a tiempo. De ahora en más, no la consideraría como la compañera de un Yonkou, tan solo una luchadora simple al igual que él.
Tenía su aura helada activa... aunque ahora que lo pensaba, había algo que quería probar. Inhaló y exhaló varias veces para luego estirar su mano. Intentó moldear su aura en un solo punto, esencialmente desprendiéndose de esta y concentrando todo el frío en un solo punto. Una esfera del tamaño de un balón de fútbol se formó en sus manos y, a continuación, lanzó la concentración cual balón de baloncesto a la luchadora. Puede que el frío anterior no le afectara, pero veamos como se las apañaba con un ataque de ese estilo y a una velocidad notable.
– Atrapa eso, Hinori-chan – le dijo el joven una vez que tiró eso.
Acto seguido, volvió a activar su aura helada y se acercó volando hasta la posición de la joven. Barrería las piernas de la mujer para desestabilizarla un poco, para luego intentar impactar un golpe ascendente hacia su plexo solar. Luego, le daría una patada voladora a sus costillas y volvería a concentrar el aura en una esfera, para esta vez liberarla de lleno en el estómago de Hinori, a diferencia del ataque de larga distancia de antes. Le diera o no, volaría por encima de ella hasta quedar justo encima de ella. Desde esa posición podría verle mejor. Aunque le estaba dando una ventaja a su oponente al usar el brillo en su propia contra, mostrándose donde se encontraba a la joven.
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Los golpes habían sido encajados por aquel hombre dragón de una forma que ella no se esperó. Estaba muy lejos de Dexter, pero aun así estaría haciendo su trabajo. Otra recompensa más por su cabeza se iba a llevar y no tardó en soltar un pequeño suspiro por ello. Su combinación había sido bastante buena y ahora esperaba volver a realizar otra similar. Entonces fue cuando él le lanzó una especie de pelota diciendo que la atrapase. Ella con toda la buena fe del mundo trató de tomarla con su mano izquierda y mostrando una sonrisa dulce. Se sintió engañada cuando su mano quedó helada. Era una sensación de frío molesta y la notó algo dormida. Debía admitir que sentía un poco de pena por haber sufrido aquello. Se había fiado del chico, pero tenía trucos algo sucios. Debería ir ella también con sus técnicas especiales.
Mantuvo su mirada firme en su oponente y entonces soltó un pequeño suspiro. La joven entonces notó un pequeño dolor en sus piernas y cayó en una postura en la que quedó bocarriba. Al ver el siguiente golpe interpuso su puño en la trayectoria, bloqueándolo de aquella forma. Para el siguiente interpuso ese mismo antebrazo notando ciertas molestias. Tenía algo de fuerza, normal siendo un zoan. La chica chasqueó la lengua un poco dolida. La Chica observó cómo la bola daba en su estómago, haciéndole algo de cosquillas y empezando a reír un poco. Era similar a cuando te tiraban un cubo de agua helado. De todas formas y siendo de noche, no le convenía pasar frío. Aterrizó como pudo en el suelo notando el brazo izquierdo helado y algo entumecido.
- Habrá que calentarse un poco.
Mencionó al mismo tiempo que activaba su “Ira Del Ocaso” y sus puños pasaban a estar imbuidos en energía explosiva. Golpeó el muelle con los nudillos de su brazo bueno y formó una pequeña explosión, haciendo enseguida arder la madera. El calorcito la invadió de repente, haciéndola mostrar una sonrisa amigable. Tenía sus recursos para luchar y lo que hizo a continuación fue salir volando hacia su oponente. Trató de colocarse tras él y lanzarle un puñetazo directo a la cabeza, formando una pequeña explosión si le daba. Seguiría con una patada poderosa buscando el rostro del chico y de nuevo liberando energía explosiva. Para finalizar trataría de tomarlo de una de sus piernas y empezaría a girar con él, para finalmente lanzarlo de forma violenta al mar.
Si había funcionado se lanzaría a por él para salvarlo, pues no planeaba matarlo, simplemente devolverle el frío con el agua salada. Mostró una sonrisa calmada en su rostro e imbuyó todo su cuerpo en energía explosiva. Aterrizó cerca de las llamas que había provocado notando algo de dolor en el antebrazo derecho por haber parado el choque. Allí la temperatura era agradable. Se quedó mirando a Keith con una mirada tranquila.
- Espero que mis explosiones no te hayan desmotivado. – Dijo sacándole la lengua.
Mantuvo su mirada firme en su oponente y entonces soltó un pequeño suspiro. La joven entonces notó un pequeño dolor en sus piernas y cayó en una postura en la que quedó bocarriba. Al ver el siguiente golpe interpuso su puño en la trayectoria, bloqueándolo de aquella forma. Para el siguiente interpuso ese mismo antebrazo notando ciertas molestias. Tenía algo de fuerza, normal siendo un zoan. La chica chasqueó la lengua un poco dolida. La Chica observó cómo la bola daba en su estómago, haciéndole algo de cosquillas y empezando a reír un poco. Era similar a cuando te tiraban un cubo de agua helado. De todas formas y siendo de noche, no le convenía pasar frío. Aterrizó como pudo en el suelo notando el brazo izquierdo helado y algo entumecido.
- Habrá que calentarse un poco.
Mencionó al mismo tiempo que activaba su “Ira Del Ocaso” y sus puños pasaban a estar imbuidos en energía explosiva. Golpeó el muelle con los nudillos de su brazo bueno y formó una pequeña explosión, haciendo enseguida arder la madera. El calorcito la invadió de repente, haciéndola mostrar una sonrisa amigable. Tenía sus recursos para luchar y lo que hizo a continuación fue salir volando hacia su oponente. Trató de colocarse tras él y lanzarle un puñetazo directo a la cabeza, formando una pequeña explosión si le daba. Seguiría con una patada poderosa buscando el rostro del chico y de nuevo liberando energía explosiva. Para finalizar trataría de tomarlo de una de sus piernas y empezaría a girar con él, para finalmente lanzarlo de forma violenta al mar.
Si había funcionado se lanzaría a por él para salvarlo, pues no planeaba matarlo, simplemente devolverle el frío con el agua salada. Mostró una sonrisa calmada en su rostro e imbuyó todo su cuerpo en energía explosiva. Aterrizó cerca de las llamas que había provocado notando algo de dolor en el antebrazo derecho por haber parado el choque. Allí la temperatura era agradable. Se quedó mirando a Keith con una mirada tranquila.
- Espero que mis explosiones no te hayan desmotivado. – Dijo sacándole la lengua.
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El joven dragón veía tranquilamente como la joven descendía al suelo. Al parecer sus ataques habían funcionado, pero de todas formas sentía curiosidad por ver lo que haría Hinori a continuación. Debido a que no tenía forma de predecir los movimientos de las personas, por el momento, debía usar su gran sentido del olfato para poder guiarse. Era un método rebuscado, pero solía funcionar la mayoría de las veces. Solo que debido su velocidad y agilidad, no podía usar ese método a su máximo potencial. Había mejorado, sin duda, pero aún tenía mucho por entrenar para que ambas características estuvieran a la par de su fuerza y resistencia. Keith suspiró y se rascó la cabeza usando su cola, dándole una apariencia similar a la de un animal doméstico. Pese a su forma algo relajada, estaba atento a cualquier movimiento de la joven. Ya había notado de lo que era capaz, por lo que no bajaría su guardia en ningún momento.
Sus ojos se entrecerraron al ver que Hinori volvía al ataque, luego de reponerse ante el frío gracias a su técnica, y se colocó en su pose de combate. Pese a su velocidad, podía saber con exactitud su posición usando su olfato. Esta vez, al contrario de lo sucedido anteriormente, estaba completamente preparado para contraatacar. Esta vez usaría toda su fuerza que su límite actual le permitiera. Ya había notado que no le hizo nada con un diez por ciento, por lo que ahora usaría un veinticinco por ciento. Golpeó con fuerza el antebrazo de la mujer para hacer que desviara su primer ataque, pero debido a eso recibió casi de lleno la patada. Alcanzó a mover su cola a tiempo para proteger su rostro, pero no contaba con la fuerza y aquellas explosiones en miniatura. Debido a eso, su rostro se giró un poco y el dragón soltó un quejido de dolor. Aquello dejó una bonita quemadura, pero de eso se ocuparía más tarde.
Debido al segundo ataque, no pudo defenderse del tercer ataque. Sus ojos se abrieron de par en par al sentir como Hinori tomaba una de sus piernas y empezaba a dar vueltas con él. No era idiota, sabía de sobra lo que tenía planeado. Antes de que la mujer le soltara, intentó enrollar su cola firmemente en su brazo. Al salir despedido, y si su última acción funcionó, probablemente la joven saldría disparada junto a él hacia... donde sea que le haya tirado; no estaba preocupado en la dirección, la verdad.
– Ah, mierda – pensó el joven mientras veía como el mar se acercaba con rapidez.
Actuando con rapidez, desactivó su aura y desplegó un poco de viento abajo suyo usando su habilidad de control del clima. Gracias a eso, pudo estabilizar su cuerpo y planeó sobre el mar, ascendiendo nuevamente al cabo de unos segundos. Eso estuvo cerca; poco y más casi se ahogaba por eso.
– En lo absoluto – le respondió mientras descendía. – Más bien lo contrario, es agradable luchar con oponentes fuertes, y tu eres eso y más – explicó el dragón mientras una media sonrisa se formaba en su rostro. Keith se quedó en silencio por algunos segundos y clavó sus ojos azules en los de la joven. – Tengo una curiosidad. ¿Por casualidad tienes una hermana? No, mejor dicho... ¿El nombre Galia se te hace familiar? – preguntó el sargento mientras relajaba un poco su postura. No lo suficiente para bajar por completo su guardia, pero si para demostrar que quería un alto al fuego por el momento.
Sus ojos se entrecerraron al ver que Hinori volvía al ataque, luego de reponerse ante el frío gracias a su técnica, y se colocó en su pose de combate. Pese a su velocidad, podía saber con exactitud su posición usando su olfato. Esta vez, al contrario de lo sucedido anteriormente, estaba completamente preparado para contraatacar. Esta vez usaría toda su fuerza que su límite actual le permitiera. Ya había notado que no le hizo nada con un diez por ciento, por lo que ahora usaría un veinticinco por ciento. Golpeó con fuerza el antebrazo de la mujer para hacer que desviara su primer ataque, pero debido a eso recibió casi de lleno la patada. Alcanzó a mover su cola a tiempo para proteger su rostro, pero no contaba con la fuerza y aquellas explosiones en miniatura. Debido a eso, su rostro se giró un poco y el dragón soltó un quejido de dolor. Aquello dejó una bonita quemadura, pero de eso se ocuparía más tarde.
Debido al segundo ataque, no pudo defenderse del tercer ataque. Sus ojos se abrieron de par en par al sentir como Hinori tomaba una de sus piernas y empezaba a dar vueltas con él. No era idiota, sabía de sobra lo que tenía planeado. Antes de que la mujer le soltara, intentó enrollar su cola firmemente en su brazo. Al salir despedido, y si su última acción funcionó, probablemente la joven saldría disparada junto a él hacia... donde sea que le haya tirado; no estaba preocupado en la dirección, la verdad.
– Ah, mierda – pensó el joven mientras veía como el mar se acercaba con rapidez.
Actuando con rapidez, desactivó su aura y desplegó un poco de viento abajo suyo usando su habilidad de control del clima. Gracias a eso, pudo estabilizar su cuerpo y planeó sobre el mar, ascendiendo nuevamente al cabo de unos segundos. Eso estuvo cerca; poco y más casi se ahogaba por eso.
– En lo absoluto – le respondió mientras descendía. – Más bien lo contrario, es agradable luchar con oponentes fuertes, y tu eres eso y más – explicó el dragón mientras una media sonrisa se formaba en su rostro. Keith se quedó en silencio por algunos segundos y clavó sus ojos azules en los de la joven. – Tengo una curiosidad. ¿Por casualidad tienes una hermana? No, mejor dicho... ¿El nombre Galia se te hace familiar? – preguntó el sargento mientras relajaba un poco su postura. No lo suficiente para bajar por completo su guardia, pero si para demostrar que quería un alto al fuego por el momento.
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Hinori alzó la mirada hacia su oponente cuando aquella cola se enroscó en su brazo, haciendo que ella saliese despedida tras el dragón también. Cerró los ojos por el camino estando algo mareada por las vueltas y ahora por el viaje gratis. Aquella cosa haría presión y no podría quitársela, pero se dio cuenta de que estaban ya planeando sobre el mar. Aquello hizo que la joven mostrase una sonrisa. El error de Keith le iba a costar caro y no fue cuestión de fuerza, más bien de inteligencia, por algo Hinori era una de las luchadoras más fuertes sin utilizar ningún tipo de fruta. Era el momento de terminar con la pelea, pero antes respondería a la pregunta que le hizo el dragón, pues quedó algo confusa con ella.
- Que yo sepa no. Ahora será mejor que asumas tu gran error, marine-kun…
Hinori trató de agarrar la cola con su mano libre, con la cual apretó con fuerza. Una sonrisa dulce se mostró en su rostro y en ese momento la joven iluminó sus ojos y su cuerpo en un tono azulado. Las venas de sus brazos se marcaron más de la cuenta, al igual que las del rostro. Ahora tenía un aspecto que mostraba enfado pese a no estar mosqueada. La técnica del alma rota se liberó y su fuerza aumentó muchísimo. La joven entonces no se lo pensó y se lanzó con toda su fuerza hacia el mar, tratando de llevarse consigo al dragón y hundirlo con ella. Si lo lograba nadaría a una velocidad impresionante incluso para un Gyojin. Saldría disparada hacia el fondo unos tres segundos para luego salir a toda velocidad.
Entonces impactaría su pierna en la espalda del dragón, produciendo de nuevo una explosión el doble de potente que las anteriores y tratando de lanzarlo contra uno de los barcos de la marina. Si había logrado su combo, volvería a su estado normal y después soltaría una pequeña risa. Había sido divertido y la verdad es que no le apetecía tener más precio por su cabeza. Alzó la voz para que todos pudiesen escucharla.
- Me temo que hoy no vais a atraparme. Esto es la despedida, chicos.
En cuanto dijo aquello le guiñó el ojo al dragón y después salió disparada con sus alas hacia el otro extremo de la isla, manteniendo una sonrisa dulce en todo momento y esperando largarse de la zona de una buena vez. Había hecho lo que quería y ahora tocaba continuar a lo suyo sin más marines molestándola.
- Que yo sepa no. Ahora será mejor que asumas tu gran error, marine-kun…
Hinori trató de agarrar la cola con su mano libre, con la cual apretó con fuerza. Una sonrisa dulce se mostró en su rostro y en ese momento la joven iluminó sus ojos y su cuerpo en un tono azulado. Las venas de sus brazos se marcaron más de la cuenta, al igual que las del rostro. Ahora tenía un aspecto que mostraba enfado pese a no estar mosqueada. La técnica del alma rota se liberó y su fuerza aumentó muchísimo. La joven entonces no se lo pensó y se lanzó con toda su fuerza hacia el mar, tratando de llevarse consigo al dragón y hundirlo con ella. Si lo lograba nadaría a una velocidad impresionante incluso para un Gyojin. Saldría disparada hacia el fondo unos tres segundos para luego salir a toda velocidad.
Entonces impactaría su pierna en la espalda del dragón, produciendo de nuevo una explosión el doble de potente que las anteriores y tratando de lanzarlo contra uno de los barcos de la marina. Si había logrado su combo, volvería a su estado normal y después soltaría una pequeña risa. Había sido divertido y la verdad es que no le apetecía tener más precio por su cabeza. Alzó la voz para que todos pudiesen escucharla.
- Me temo que hoy no vais a atraparme. Esto es la despedida, chicos.
En cuanto dijo aquello le guiñó el ojo al dragón y después salió disparada con sus alas hacia el otro extremo de la isla, manteniendo una sonrisa dulce en todo momento y esperando largarse de la zona de una buena vez. Había hecho lo que quería y ahora tocaba continuar a lo suyo sin más marines molestándola.
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Un estornudo se le escapó mientras intentaba arroparse con las toallas. Por primera vez desde que consumió su fruta, había vuelto a sentir frío. Hubiera sido bien recibido eso... si no fuera por como lo sintió exactamente. Ser sumergido en agua salada, no era su opción más ideal que digamos. Y hablando de eso... debía dejar de cometer esos errores tontos. Algún día le iba a pasar la cuenta, recibiendo más que un baño indeseado y una casi amputación en su cola. Aún tenía mucho por aprender para enfrentar a su padre algún día. Eran cosas como esa, que impedían que siguiera ascendiendo. Experiencia, al fin y al cabo. Pura fuerza y potencial prodigioso no eran nada, sino tenías experiencia para ratificarlo. EL joven suspiró y miró el reloj de su alcoba. Ya habían pasado varios minutos desde que Hinori se fue, dejándolo a su suerte en medio de un grupo marine. Dudaba que los marines reportaran este incidente. Por orgullo, más que por otra cosa.
El joven dragón suspiró y se dejó caer en su cama. Había puesto unas toallas encima de las sábanas, por lo que no corría el riesgo que restos de agua se traspasaran. Esas últimas palabras de la mujer... le inquietaron un poco. El sargento era bueno para detectar cosas como esas, por lo que sabía que Hinori habló con honestidad cuando dijo que no tenía hermana. Entonces... ¿Por qué ambas tenían un olor tan similar? Eso solo ocurría cuando personas tenían lazos sanguíneos, y por la intensidad que lo sintió... Dudaba que fueran primas o parientes lejanos. Algo así solo se podía ver en casos de padres o hermanos, lo segundo en este caso. Dudaba que fuera lo primero si se tenía en cuenta sus edades.
– Hinori Markov y Galia... Markov – murmuró mientras fruncía el ceño
Por supuesto no tenía pruebas de que aquello fuera cierto, pero la posibilidad era alta. De todas formas, esa investigación correría por cuenta propia. No sentía la necesidad de revelar algo así a terceros, a excepción de... Sus cejas se alzaron y chasqueó sus dedos. Ryuken Shirou y Galia Shirou; por supuesto, allí había una conexión de por medio. Demasiadas variantes para un solo caso. Tal vez... debería intentar encontrarse con el señor Shirou; sentía curiosidad por eso. Tal vez fueran hermanos, pero lo dudaba viendo que no se parecían en nada. ¿Marido y mujer, quizás? ¿A lo mejor por eso no llevaba el apellido Markov? La clave estaba en encontrarse con Ryuken, para que las piezas del rompecabezas empezaran a encajar.
El joven dragón suspiró y se dejó caer en su cama. Había puesto unas toallas encima de las sábanas, por lo que no corría el riesgo que restos de agua se traspasaran. Esas últimas palabras de la mujer... le inquietaron un poco. El sargento era bueno para detectar cosas como esas, por lo que sabía que Hinori habló con honestidad cuando dijo que no tenía hermana. Entonces... ¿Por qué ambas tenían un olor tan similar? Eso solo ocurría cuando personas tenían lazos sanguíneos, y por la intensidad que lo sintió... Dudaba que fueran primas o parientes lejanos. Algo así solo se podía ver en casos de padres o hermanos, lo segundo en este caso. Dudaba que fuera lo primero si se tenía en cuenta sus edades.
– Hinori Markov y Galia... Markov – murmuró mientras fruncía el ceño
Por supuesto no tenía pruebas de que aquello fuera cierto, pero la posibilidad era alta. De todas formas, esa investigación correría por cuenta propia. No sentía la necesidad de revelar algo así a terceros, a excepción de... Sus cejas se alzaron y chasqueó sus dedos. Ryuken Shirou y Galia Shirou; por supuesto, allí había una conexión de por medio. Demasiadas variantes para un solo caso. Tal vez... debería intentar encontrarse con el señor Shirou; sentía curiosidad por eso. Tal vez fueran hermanos, pero lo dudaba viendo que no se parecían en nada. ¿Marido y mujer, quizás? ¿A lo mejor por eso no llevaba el apellido Markov? La clave estaba en encontrarse con Ryuken, para que las piezas del rompecabezas empezaran a encajar.
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