¿Jugamos a las espaditas con Haki? [Rol Moderado - Ushio]

Las gotas de lluvia y los molestos compañeros que tenía, me terminaron por despertar. ¿Quién era tan cruel para despertar a otro? No se iban a morir con una simple lluvia. Navegar en ese clima debería ser cultura básica para alguien que se haga llamar pirata o lo que sea. ¿No pasamos toda nuestra vida en el mar? Me quedé en la cama unos instantes antes de levantarme. Seguramente haría frío al salir, así que me propuse ir con un abrigo de pieles rojas y unas botas de un tono azul. Tanto el pantalón como la camiseta, iban recubiertas con algodón por dentro, así no pasaría fría. Agarré mis tres espadas. Las normales, las puse a mis espaldas y la de Kairoseki, en mi cintura como era normal. Me estiré y salí a cubierta…

– Nadie entre en pánico. Por favor. – La escena no era buena y, aparte de que hacía un frío del demonio, el viento solo empeoraba las cosas. Si seguían así, iban a terminar hundiendo el barco… ”¿Cómo se puede ser tan idiota?” – suspiré con pesadez y me puse al centro del barco. Estaba acostumbrado a estos climas y, mientras sonreía con calma al ver como se balanceaban de un lado a otro, me puse a pensar que es lo mejor que debería hacer para salvarlos a todos… Barco incluido. Después de todo, ¿de qué me servirían ellos sin su medio de transporte? No es que los tratara como objetos o algo… Eran las personas que había elegido para que me llevasen y, seguramente, me terminarían por acompañar en mi viaje a la isla. ”Aquí se supone que puedo hacerme más fuerte” – La isla de Shimotsuki… Cualquier espadachín que se preciara, debía pasar por esta isla… Y yo no iba a ser la excepción.

– Bien, escuchen todos… – me crucé de brazos y noté que todos me miraban. – Con este enorme viento y las olas, es imposible seguir adelante – me mantuve sereno y calmado. Lo mejor, en este caso, era esperar a que la tormenta pasara y poder avanzar. – Echen el ancla y que aseguren todo lo que se mueva. Tendremos que esperar – noté que todos se miraban algo incrédulos. Suspiré… – Sino quiere morir, ¡Háganlo! – ordené y todos empezaron a hacer lo que le dije. – Si creen en un dios, recen lo que sepan… Esto va a ser difícil. – Finalicé. ¿Qué iba a pasar ahora? La tormenta podía durar horas… Solo esperaba que el barco aguantara todo… Por favor, que aguantara.

La tormenta no daba tregua. Y, aunque mis indicaciones fueron las correctas y mantuve el barco a flote, duró una maldita hora y media. Una hora y media, donde todos nos aferrábamos a algo para no salir disparados al mar. ”Al menos, podremos llegar a la isla” – dije mientras miraba mi destino. Sonreí con alegría y me crucé de brazos, victorioso por aquel pequeño triunfo ante aquella maldita tormenta. Seguía haciendo frío, pero, al menos, el sol estaba saliendo y esperaba que, con algo de suerte, empezara a hacer calor. ”Cada vez estamos más cerca” – las cosas iban bien y, con una seña, hice que subieran el ancla. Era hora de seguir… O no tanto.

– ¿Marina? – susurré al ver el pequeño barco con la bandera de aquella mafi… Organización que jura proteger a los inocentes. – No esperaba que se dieran cuenta tan rápido… – suspiré y noté que todos me quedaban mirando. Sí, el barco que pedí prestado era de uno de los vendedores en negro (tráfico de todo tipo, seguramente) más famosos del East Blue. – Bien, mantengan la calma. Yo me haré cargo de todo. – tenía la suerte de que aquel tipo no estaba aquí y, por ende, solo bastaría decir con que lo… ¿Robé? No… ¿Tomé prestado? No…. ¡Que se lo compre! Era la mejor excusa. Solo fui un pobre bastardo que no sabía qué tipo de barco estaba comprando. Como fue una compra a la rápida, no hubo tiempo de papeleos. ”Excusa perfecta. Para deshacerme de aquellos tipos.” – no me gustaba mentir y tampoco lo hacía bien, pero cualquier cosa valía para evitar un enfrentamiento contra ellos. Era un maldito buque contra seis personas mal contadas. – Echen el ancla. Tenemos visitas. – Lo hicieron con  algo de nervios, en eso, yo ya estaba al frente del barco para hablar con quien sea que estuviera a cargo.

– Solo actúa natural, Ushio. – Susurré y me crucé de brazos. Si huía parecería más sospechoso y, aunque tenía ganas de un enfrentamiento con ellos y darme a conocer, en el mar teníamos total desventaja. Esta cosa no iba a aguantar ni un cañonazo o algo. Eso y que la inferioridad numérica era bastante, por no muy, obvia. El mejor de los casos era lo que estaba haciendo. El peor, una batalla sin cuartel en el medio del mar y a pocos metros de la isla. No podía hacer mal cálculos, no solo mi vida estaba en juego, sino también la de las personas que me estaban siguiendo.

Suspiré con calma… Nunca había sido bueno mintiendo y siempre me habían descubierto en las mentiras más fáciles. El que estaba a cargo no tardó en llegar a la cubierta de nuestro barco y luego de amenazarnos, a punta de espada, empecé a pensar mejor mis opciones. Plan uno, derrotarlos a todos, plan dos, escapar en pequeños barcos, plan tres… Entablar una conversación donde esperaría no ser descubierto. De los tres, ninguno me gustaba y aunque, el plan original era conversar y convencer… Ahora que lo tenía en frente, con su espada apuntando hacia nosotros, era algo más complejo que eso. ”’¿Qué debería hacer?” – me iba a atener al plan original. No lo iba a variar y luego iría improvisando.

– No deberías abusar tanto de tu rango, marine-san – dije con toda tranquilidad. – Este barco lo compré. Eres libre de revisarlo si quieres, pero… – tomé una leve pausa mientras hacía enormes esfuerzos para no desviar mi mirada de la suya. – Solo que sea rápido. No tengo mucho tiempo que perder y mis camaradas menos. – Me crucé de brazos y me hice a un lado para que él y sus tontos amigos revisaran el barco a su antojo. No iban a descubrir nada… O eso creía.

Apoyé mi espalda contra la madera del barco y miré a mis nakamas. Todos estaban nerviosos. Y como no estarlo… Eran nueve marines, que parecía ser reclutas, y un tipo que pintaba de muy fuerte. Las posibilidades de ganar estaban en nuestra contra y menos en un sitio tan pequeño como lo era nuestro barco. Debía estar calmado, si ellos me veían relajado, seguramente, no harían ninguna idiotez. ”No estoy seguro de lo que va a encontrar” – sí, lo había revisado para cerciorarme de que no hubiera nada sospechoso… Pero, aquellos tipos como al que le “compré” el barco, solían tener escondites secretos y yo nunca había sido bueno para encontrar cosas así. ”Nunca gané en las escondidas y encontraré otras cosas” – suspiré y me quedé mirando aquella isla. La que anhelaba ser mi destino, pero que ahora por culpa de la Marina, me estaba retrasando. ¿Cuánto tiempo más iba a perder?

Miraba la isla mientras esperaba que ese maldito no encontrara nada. Suspiré con calma. ¿Qué debería hacer si encontraban algo ilegal? Bueno… De por sí, portó una espada de Kairoseki. No era ni de la marina, cazador o miembro del Cipher Pol. Y para hombres comunes como yo, era completamente ilegal. ”Lo bueno, no es posible identificar el material con solo una mirada… Creo” – pensaba. Uno de los hombres que me acompañaba se acercó, estaba bastante nervioso y tenía todas las razones para estarlo. No podía negarlo, hasta yo estaba algo intranquilo con la visita de aquellos hombres. Si las cosas se ponían malas, lo mejor era hacer que ellos se fueran y yo encargarme de todo.

– Prepara un barco, si las cosas se ponen malas – decía en apenas un susurro. Sí, muchos pensarían que lo mejor era pelear todos, pero… Ellos no tenían la culpa de tener tanta mala suerte. – Huyan. Yo los alcanzo luego. – Aquel tipo asintió y se fue a decirle a los demás. Aprovechando que todos los marines estaban dentro del barco, ellos preparaban su propio barco. Tenía, incluso, la posibilidad de robar aquel barco marine y personalizarlo a mi gusto. Suspiré… ¿Cuánto más se iban a tardar? La verdad, tenía fe en que no iban a encontrar nada y que nos dejarían seguir con nuestro viaje en paz. Maldije la suerte de tener que “comprar” un barco de alguien que se especializaba en el mercado negro. Bastante sorpresa era que no me haya encontrado con algún esclavo.

El marine salió corriendo del barco, me di vuelta y vi una bolsa de drogas. ”Mierda” – me gritó un par de cosas y luego habló de arrestarme. ”Lo siento, Taiga… Pero, es esto o me vas a buscar a una prisión” – en mis planes no estaba ganar recompensa… Todavía. Estaba claro que mi camino iba a ser largo y que, eventualmente, me iba a ir ganando wanted. Suspiré con calma y me moví a un lado para evitarlo y saqué las espadas de mi espalda. ”No los mataré” – con la parte roma de mi espada trate de hacerle un doble corte en diagonal en su pecho. Con mi fuerza, sería capaz de mandarlo al agua. Me alejé un par de metros y miré a los otros marines… Dependiendo si mi movimiento funcionaba o no, atacaría al resto con una combinación de cortes de todo tipo, con la parte roma, claro. Si no funcionaba, esperaría la respuesta y ataque del otro.

Mi ataque fue bloqueado, a pesar de que había empleado bastante fuerza, aquel tipo lo había parado como si nada. Noté como es que su espada brillaba en extraño color negro. ¿Qué tipo de poder era ese? No parecía ser una fruta o algo… Pero, no había tiempo para pensar en eso. Su ataque iba dirigido a mi hombro derecho. Elevé mi espada para interceptarlo con cierta facilidad, luego de eso, me dejé llevar por el impulso y me separé de él. ”¿Por qué siento que ese poder lo he visto en otro lado?” – pensé mientras sonreía con calma. La batalla, al parecer, iba a tener algo de diversión y ese sujeto me iba a dar un buen reto.

– Bien, chicos… Largo. – No, no los iba a poner en riesgo. Suspiré con calma mientras pensaba como atacar a ese tipo. ”Quizás… Debería tomarme esto más en serio” – ese marine merecía el mejor de los respetos. Y eso era… Atacar como si fuera a matar, y bueno… Él lo buscaba. O dejarme tan incapacitado de luchar para llevarme a prisión, por algo que no había sido mi culpa. Aunque, quizás, debí haber revisado mejor. Ya era tarde para eso, las cosas se habían salido de control y ahora tocaba defenderse. Al parecer, los reclutas no iban a entrometerse, lo cual era bueno ya que así me podía enfocar en él con más calma.

– Bueno, señor marine…. ¿Cuál es su nombre? – le pregunté con una sonrisa calmada. Era una extraña manía que tenía… Pero tenía que saber el nombre de mi oponente. – Soy Ushio Kasai Kodomo. Un joven pirata. – ”Seguramente, con esto, ganaré recompensa. Tsk” – No, no me gustaba la idea de ganarlo. Pero era eso o que mi viaje terminara aquí. ”Hora de atacar” – no me iba a contener más. Me moví con velocidad y con mis dos espadas traté de hacerle un tajo en vertical. Luego, giraría sobre mí y aprovechando la inercia, intentaría hacer un doble corte en vertical. Todo eso,  en el pecho, finalmente, intentaría enterrarle un pie en la cubierta con mi espada blanca. Usando mi espada de Kairoseki y la negra, trataría de cortarle ambos hombros.

Escuché sus palabras, la verdad… Era bastante arrogante. ¿No iba a ganar? No, claro que no. A menos que destruyera aquel maldito poder que tenía. ¿Qué era? En sí, era una especie de armadura que hacía que mis ataques, obviamente, perdieran poder.”Que habilidad tan molesta” – pensé al ver que mi único que daba en el blanco era el de los hombros. Pero… No funcionó muy bien. Un maldito le echó un ungüento para, al parecer, mejorar sus heridas. Seguían ahí, pero le daban la movilidad necesaria. ”Si gano, me llevaré eso. Puede serme útil en un futuro” – suspiré con calma. Tenía que idear algo para romper aquella armadura… ¿Más fuerza? Era posible...

Escuché los pasos a mis espaldas y vi como el de mayor rango, ”Teniente o capitán, vaya” – venía hacía mí. Era hora de pillarlo por sorpresa… Con una gran velocidad, y antes de que el golpe fuera lo suficientemente fuerte, interpuse mi espada en la trayectoria. Tuve que emplear bastante fuerza en mis piernas para no ceder. Para el otro ataque, una vez detenido el primero, clavé mi espada en el suelo y alcancé a bloquear lo justo para evitar un daño considerable. La hoja de la espada, logró hacerme un pequeño corto en mi pierna izquierda. Un poco más abajo del glúteo…. Ejercí un poco de fuerza y rodé por el suelo para alejarme de ellos. ¿Se meterían todos al mismo tiempo? Maldita sea… Ya suficiente tenía con tener que derrotar al alto cargo… ¿Qué podía hacer? Suspiré con calma y envainé mi espada negra. Luego, saqué la de Kairoseki. ”Si es una fruta del diablo, con esto no debería tener problemas”

– Era una pelea uno contra uno… – empecé a decir mientras me iba poniendo más serio. De mi ánimo calmado y tranquilo no quedaba nada. Me había hecho enfadar. – ¿No te crees tan fuerte como para vencerme por tu cuenta? – mis ojos lo miraban a él, inyectados en furia. Era un cobarde, un maldito cobarde. – Todos en la marina son iguales. Cobardes. - ¿Qué iba a hacer ahora? No solo me tenía que preocupar de él, sino que de todos sus molestos nakamas. Suspiré con cierta pesadez eso y que aún no encontraba forma alguna de poder romper aquella armadura. Lo apunté con mi espada de Kairoseki y sonreí de medio lado.

– Acabaré con esa estúpida habilidad que tienes. Bajaré tu arrogancia al suelo y te humillaré frente a tus miserables hombres. – Tan rápido acabé de decirle aquello fui al ataque. Esta vez, usando mi espada de Kairoseki, traté de cortarle la pierna derecha, a la altura de  la cintura. Con la otra, buscaría hacerle un tajo en diagonal. Finalmente, daría un gran paso, para intentar hacerle una seguidilla de cortes en todas direcciones. Apuntando a su rostro, hombros, pecho, piernas… A todo su cuerpo. Luego de diez intentos, frenaría y daría un salto hacia atrás. "Tengo que ganar, maldita sea"

¿Qué acababa de pasar? Antes de poder atacar, antes de poder esquivar o bloquear el ataque que venía a mis espaldas… El alto cargo lo había matado. Incluso, les metió medio a todos diciendo que era su pelea. No era honorable, para nada… Suspiré con calma y noté que mi espada de Kairoseki rebotaba contra su cabeza y bueno… Salía volando. Seguí el curso y noté que la tenía uno de los “compañeros” de ese tipo. Lo peor vino después… Mi ataque, aparte de resultar inútil salvando las piernas, había hecho que mis espadas se rompieran. Mis dos preciadas espadas se había roto al impactar contra esa armadura… Escuché sus palabras y noté que dejaba su espada a un lado y me golpeaba con fuerza mi rostro. ”Maldito…” – ahora… No sabía que debía hacer. El golpe me había hecho retroceder unos pasos. Por suerte para mí y desgracia para él, seguía consciente.

– Dime una cosa…. ¡¿Qué crees que son tus nakamas?! – Pregunté furioso mientras trataba de analizar todo con calma. Pero… Que haya matado a su hombre solo por intentar ayudarlo fue un acto de mi total desprecio. Por suerte, tenía su espada a un estirón así que me moví con velocidad y, si todo salía bien, la iba a recoger. ”Acabaré con ellos… Es más seguro” – pensé… sí, era cierto. Eran marines y yo pirata, pero con él al mando… Corrían más peligro. Giré sobre mis talones y me dirigí de lleno ante ellos, específicamente, al tonto que había recogido mi espada de Kairoseki.

– Esa espada es un regalo de mi mejor amigos, devuélvemela. – Le “ordené”. Dudaba que me hiciera caso, así que con la parte sin filo de la espada del alto cargo, le golpearía el pecho con fuerza para que soltara mi espada. Si lo conseguía y le quitaba mi espada, iría a la cargo con los otros ocho. Una serie de cortes, con la parte sin filo, dirigidos a todos ellos. Buscando, más que nada, que salieran expulsados del barco y que estuvieran a salvo de su “capitán”. Si incluso así, volvían y querían seguir “ayudando” los atacaría a matar. Si todo salía bien y no quedaba ninguno en la cubierta, me giraría para ver al alto cargo. También, esperaba que los tipos que tuvieran espadas, las dejaran en la cubierta y no contar con un stock tan limitado de armas. Esa armadura era un maldito problema y ya había descubierto que no era una akuma no mi.

– Acabemos con esto, intento de marine. – Le dije claramente enojado.

Suspiré de forma calmada mientras lo escuchaba. Todo indicaba que había despertado un gran poder… Había notado que mi espada había tomado el mismo color que su armadura. Ese era el Busoushoku no Haki. Eficaz para tocar a los molestos tipo Logia y hacer más fuertes mis ataques. Había otros dos, Kenbunshoku y Haoshoku, no me explico nada sobre ellos, pero siempre era buena idea tener alguna referencia. Su nombre era Lother Boar, estaba aceptando su derrota y, al parecer, quería ser asesinado bajo mi espada. Lo miré con cierto recelo, era interesante el ver a alguien así. Era muy fuerte, pero… Su personalidad no era la indicada. El matar a uno de sus compañeros fue, para mí, firmar su propia sentencia de muerte.

– Eres bastante fuerte… – empecé a decir mientras empezaba a caminar hacia él. Odiaba quitarle la vida a alguien, pero… en este caso, viendo como era… Debía hacerlo. No solo piratas y revolucionarios estaban peligros, sino que también sus propios aliados. Debía ponerle fin, aun cuando mis manos estuvieran manchadas de sangre… Pero… ¿Si le daba otra oportunidad? No, eso no dependía de mí… Aparte, él ya había aceptado su destino. – Yo… Odio matar a alguien, ¿sabes? Es curioso que en un mundo así, yo no sea un asesino como tantos otros – apreté mi espada con fuerza. – Pero, nada puedo hace si alguien me pide hacerlo. – Giré mi espada en mi mano y la apunté a él. Como quizás, no ofrecería resistencia alguna, solo… Le enterraría mi espada en su corazón. Era la forma más rápida para acabar con todo esto. Si todo salía bien, le daría la espalda y pondría rumbo a la isla. Ya… Era hora de partir.

– Llévense a sus camaradas y denles un entierro digno – empecé a decir con un tono elevado. Me senté en la cubierta, con la espada de Kairoseki ya envainada y la del Teniente, a mi lado izquierdo. – Si quieren seguir la pelea, no los detendré… pero…. Basta ya de muertos innecesarios. – Finalicé con cierta pena en mi voz. ”Ahora… ¿Cómo entreno el Haki?” – pensé… Quizás en la isla encontraría aquella respuesta. De todos modos, me faltaba ver si los otros iban a querer o no seguir con la pelea… Esperaba que no.

Suspiré con calma al ver que todo “salía” bien. La verdad, tuve que mirar al cielo para tratar de tranquilizarme… Mis nervios aún no estaban preparados para tragar la idea que maté a alguien. Me levanté con calma y puse rumbo a la isla. De ahora en adelante, tendría que irme con más cuidado. Mi cabeza tendría precio por matar a un teniente y, seguramente, me cargarían al tipo que se lo había cargado. Debería ir con pasos de plomo en ahora en adelante y… Tendría que tener una larga conversación con Taiga. Decidir nuestros pasos… ”Supongo que tendré que ir por un puesto de Yonkaikyo o Shichibukai” – pensé con cierta pereza.

– Para hacerlo… – dije mientras miraba el horizonte. El barco se iba a mover con la marea y el viento en la dirección que deseaba. – Tendría que derrotar a uno de los actuales – con mi poder actual… Eso era imposible. Demasiado imposible. Aquellos tipos, aparte de ser de una fama muy reconocida, eran muy poderosos y algunos, incluso, son verdaderos monstruos. – Eso o sorprender a la Marina haciendo méritos. Que me consideren tal amenaza que – mientras iba hablando solo, iba recogiendo los restos de mis dos espadas y las ponía en su funda. Era extraño no tenerlas en mi espalda. – No les quede otra que hacerme de su aliado. – Finalicé con fuerza. Eran mis dos caminos… Aunque había un tercero. Pero, ese era… Ser nakama de alguien que tuviera un título de aquellos.

– Bueno, ya pensaré que hacer. La vida de un pirata recién empieza. – Dije al aire. Taiga, seguramente, me iba a matar. Aunque, probablemente, quizás hasta se lo tomaba con humor y todo. Era uno de los riesgos que iban a terminar pasando. De una u otra forma, ambos sabíamos que era posible que yo ganara recompensa, con o sin intención, y que nuestro viaje se complicara de sobre manera. ”Bueno… Por ahora, solo busquemos como entrenar este nuevo poder que acabo de despertar” – pensé con calma. Tener wanted me era indiferente, casi era un problema que adjuntaba al hecho de ser como era. ¿Qué me depararía esta isla? ¿Encontraría mis objetivos? El cartel se iba a tardar en imprimir y se iba a tardar en dar la vuelta al mundo, tendría unos cuantos meses de paz… O unos días, por lo menos.

Todo prosiguió con relativa calma. Eran mis pensamientos los que no estaban en tranquilidad. Había matado a alguien… Quizás lo hice en defensa propia, pero… ”Solo debes dar vuelta la página” – era fácil pensarlo, decirlo al aire…. Pero era completamente distinto el llegar a completarlo. Suspiré con calma mientras dejaba que el viento y la marea se encargaran de llevar mi barco a destino. ¿Qué habría sido de los otros? Les di la oportunidad de escapar, ¿estarían en la isla? Era probable. Tampoco me importaba mucho… Aún no tenía claro por qué me habían acompañado y qué querían conseguir con eso. Solo una cosa era segura, me debían su vida… O eso en la lógica normal de alguien. Para mí… Solo eran personas que no debían ser involucradas en conflictos ajenos.

– Solo espero que no la caguen. – El barco, finalmente, tocó tierra. Bajé y noté que todos los que estaban ahí, excepto un pesquero anciano y de pelo canoso, se alejaban. Por unos segundos, mi instinto me dijo que debía sacar mis espadas y luchar… Suerte que él había hablado. Asentí con la cabeza suavemente y fui escuchando lo que decían. Todo indicaba que aquel teniente no era muy querido en esos lugares y que se había dedicado a luchar contra los espadachines de la isla. ¿Buscaba ser el más fuerte? Era talentoso, debía admitirlo… Pero, su ego y arrogancia, a futuro, le hubiera jugado una mala pasada. Quizás cambiaba, no lo sabía… Aunque ya nada importaba, estaba muerto. Me invitaron a una fiesta para celebrar… ”¿Por qué no?” – debía distraerme y relajarme un poco antes de empezar mi camino a entrenar el Haki. ¿Ellos sabrían dónde podría hacerlo? Si era cierto que el teniente había derrotado a todos ellos, entonces, las cosas podían ser un poco más complicadas. ¿Habría alguien con ese poder en la isla? Tenía que creer que lo estaba… Tenía que creer que no había muerto a manos del marine.

– Está bien. Yo también quiero descansar un tiempo – empecé a caminar con el anciano. Mis heridas no deberían ser mucho problema y tampoco es que hubiera recibido muchas. ”De no ser por ese Haki no hubiera perdido mis espadas” – suspiré con cierta pesadez. Al menos, ya tenía una nueva. Aquella que le había “robado” a Lother… Sí, me la iba a quedar y le daría un mejor uso que la de su anterior dueño. – Oh… Cierto, soy Ushio – me presenté con calma. Por lo menos, la adrenalina no estaba a flor de piel y mi corazón ya volvía a bombear sangre normalmente. – Oye, viejo… ¿Conoces a alguien que me pueda enseñar mejores técnicas y el bueno uso del Haki? – Debía controlarlo y hacer que apareciera cuando yo quisiera. Esperaba que aquel viejo tuviera alguna respuesta, luego de la fiesta y si no había más problemas, entrenaría con todo.

Suspiré, ¿cómo no lo había pensado antes? Era obvio que aquel pobre anciano no iba a saber. No pude sonreír de forma amable ante su inocente comentario. Debía seguir buscando pistas y esas cosas antes de seguir, pero, ¿por qué no aceptar aquella invitación? No dudé mucho a la hora de seguir al otro ciudadano. ¿Cuánto tardaría en encontrar a alguien que me enseñara un poder como el Haki? ¿Cuánto tardarían en actualizar mi wanted? ¿Tendría otra pelea? ”No te preocupes mucho en eso ahora” – la idea de tener recompensa, no me terminaba de agradar. De hecho, creo que nunca me iba a acostumbrar a tener a tipos detrás de mí. ¿Cómo sería mi viaje de ahora en más? Seguramente, ya debía ir despidiéndome de aquella extraña paz. Incluso, ¿por qué no me habían puesto una por derrotar a otros sujetos con alguna? Quizás era por el hecho de que me consideraban un cazador, con Taiga, siempre los entregábamos y podía ser considerado uno por error.

– Al derrotar a ese teniente, seguramente, venga otro buque – empecé a decir con tono calmado. No quería asustarlo, pero siempre era mejor que supieran la verdad. – Entre menos me demore en aprender el Haki, en menos peligros estarán – a veces no me gustaba preocuparme tanto por otras personas. En un futuro eso podría traerme grandes problemas, pero mientras tuviera la fuerza para superarlos, no tendría de que preocuparme. – No es por echar abajo la celebración, pero es para estar en aviso. No duden en decir donde estoy si vienen a buscarme. – Mi tono era tranquilo, pero si miraba a mis ojos, vería que no estaba jugando. ¿Qué iba a pasar? Solo me digné a seguirlo. Si él tenía alguna información, sería ideal y no iba a dudar en seguirla para entrenar y volverme ser más fuerte.