¿Tú De Nuevo? [Milena-Ushio]

El día parecía estar un poco nublado pero no era tan malo del todo. Los pájaros iban de un lado a otro mientras aquella figura caminaba tranquilamente por el lugar. Estaba preparando sus cosas para salir de una vez a entrenar. Era el último día que estaba en su base y debía de aprovecharlo. El sitio era precioso pues la playa era de arena blanca y la isla sería como un kilómetro cuadrado de pequeña. Dónde empezaban los primeros árboles había una pequeña casa de madera y de un solo piso. Aquella persona se dirigía a ella pues era su base. Entró despacio y dejó su mochila a un lado con las muestras que había tomado. Los botecitos de sangre se Ushio y la muestra de los cabellos. También la planta venenosa tomada de la isla de Satán y algunos tejidos de animales venenosos.

Tenía todo previsto para salir en cuestión de horas. Entonces miró su pequeña caseta tranquilamente. Todo el interior era de madera y había tres habitaciones solamente. Un cuarto de baño con bañera. Una pequeña cocina y la principal en la que había una cama enorme y un escritorio. Dicha mesa estaba llena de cosas de química y demás. Era su rincón de trabajo y ahora tenía que modificar unas cosas. Aquella isla estaba desierta y era totalmente suya. Los animales que había solo servían de comida y había un pequeño lago de agua potable. Era un sitio fantástico para poder vivir. Estaba orgullosa de aquello y pensaba volver allí tras la temporada que iba a desaparecer. No sabía lo que le esperaba en la isla de Reino Sakura pero intentaría centrarse en su trabajo todo lo posible. Debía de conseguir resultados cuanto antes y usaría la sangre del espadachín para ello si era necesario. No había cogido la sangre por nada aunque la idea de haberle mordido no le pareció mal.

Nada más estar allí decidió ponerse cómoda y por ello se quitó la sudadera quedando con un sujetador azul. También se quitó el pantalón quedando en ropa interior y después se sentó en la silla cogiendo algunos informes. Después se daría una ducha pero por el momento estaba liada. Se puso a escribir tranquilamente mientras miraba varias formulas que debía repasar. En medio había un pequeño tanque de un líquido verdoso dónde planeaba mutar a alguna especie si le era posible. Sus rojizos ojos estaban centrados en la hoja y su mano movía despacio el lápiz apuntando cosas. Estaba muy cómoda y fresquita de aquella forma. De hecho ahora notó como una brisa entraba por la enorme ventana y removía sus rojizos cabellos dándole un toque salvaje. Parecía estar disfrutando de su trabajo pese a todo pues así era ella para la física. También debía de ir pensando en ganar dinero y vender algún invento suyo al gobierno. Le gustaba trabajar sola pero quizás asociarse con una división científica le podía ser de mucha utilidad para sus trabajos. Total si alguno no le caía bien simplemente le cortaría hasta la muerte sin pensárselo.

Milena continuaba concentrada en sus cosas mientras su mano se movía escribiendo en aquel papel. Tenía casi todo en orden y listo. Las jodidas consecuencias de mezclar venenos en sangres distintas estaban resultando ser tal y como había planeado. Seguramente estaba a poco de hacer un descubrimiento fundamental para subir de rango. Se limpió un poco el sudor de la frente y siguió a lo suyo de la forma más tranquila posible. Le estaba empezando a entrar algo de hambre y sabía que tenía sus cosas en la nevera. Dicho objeto tenía tres candados de titanio y tan solo ella conocía la ubicación de la llave. Era perfecto para que ningún animal que se colase le robara nada de nada. Últimamente las ardillas podían ser realmente molestas en aquellas cosas. Tenían buena agilidad y encima hambre voraz. Siempre había que tomar las máximas precauciones.

Cuando ella violó literalmente al espadachín pudo comprar la píldora y usarla. La verdad es que haberlo tenido bajo él jadeando no había tenido precio. Ahora estaba centrada en sus cosas cuando un ruido la sacó de sí y de repente se apartó tirándose a un lado. El techo cedió y algo lo atravesó. Algunas de las tablas de madera cayeron rompiendo algunos tubos y una de hecho llegó a caer en su cabeza haciéndola soltar un quejido. Frunció el ceño notando un hilo de sangre bajar por su frente y ahora tomó su katana con ansía mientras miraba a ver qué imbécil había aterrizado allí. Seguro que alguna ave enferma o un ciervo lanzado por un oso. Cuando el poco humo se fue pudo ver a aquel tipo de nuevo. Sus ojos se abrieron como platos y apretó su arma con fuerza. La ira empezaba a apoderarse de ella. No solo estaba en su base sin permiso alguno, ya llevaba cuatro jodidos encuentros con él.

Empezó a pensar que la seguía, normal, con la caña que le dio lo abría enamorado o algo así. Frunció el ceño más aún y miró el agujero del techo mientras las venas de la frente se le marcaban. – En los próximos dos minutos tienes que darme una explicación coherente de qué hacer aquí y reparar el tejado con tus manos. El tiempo comienza ¡Ya! – Llena de furia lanzó una onda cortante sin pleno aviso rumbo al moreno con toda la intención de partirlo en dos si era necesario. Su pobre casita no solo había sido descubierta. Encima la única posesión de su maestro corría peligro y no podía permitir algo así. Se cruzó de brazos empezando a contar. – Uno, dos, tres… – Si llegaba a ciento veinte y el tejado seguía en aquel estado le iba a cortar hasta la muerte sin pensárselo. De hecho se había olvidado que estaba en ropa interior y lo miraba como si nada. Debido al calor y al sudor su cuerpo se marcaba un poco más sin que ella lo deseara. La pobre miró también los tubos rotos. – ¡Y encima me debes más muestras de sangre! – Dijo sacando un trapo y limpiando la mesa despacio.

La pelirroja le miraba de forma fulminante, había bloqueado su onda cortante sin el mísero respeto de dejarse dar en un brazo y perderlo para que ella fuese feliz. Vaya caballero malo, encima no había tenido la decencia de lamerle una bota para hacerla sentir superior. De todas formas no podía evitar mirarlo de forma seria y con la espada en mano. Intenciones muy malas acudían a su mente y todas acababan en sangre. En su favorita aparecía la visión de una cama, esposas, fustas y órganos internos de Ushio por todos lados. Era preciosa y ahora tenía una nueva fantasía sexual mezclada con matar a una persona. Se notaba que pensaba de forma sádica solamente por la mirada que le estaba echando al espadachín. Llevaba sus cuatro espadas de siempre al parecer. Ahora no pudo evitar sonreír de lado mientras movía la espada despacio de un lado a otro.

Entonces llegó la mejor parte de todas. El chico le ofreció dinero a ella y tubos de sangre. Con dos tenía más que suficiente y no quería dinero. Deseaba tu tejado y punto de modo que ahora se acercó a él y se agachó para mirarle. Con la mano derecha colocó sus dedos en la mejilla de él y le miró a los ojos de forma dulce acercándose. Dejó los labios pegados a su oreja derecha y le susurró despacio. – Catorce… quince… – Después de aquello le dio un leve mordisco y se puso en pie para caminar hacia la cocina manteniendo la cuenta. Con ello le había indicado que no aceptaba el trato y que le quedaba poco tiempo. Esperaba que se diese prisa mientras ella picoteaba algo en aquella nevera. Además con su mordisco esperaba haberlo puesto un poco nervioso.

Miró los candados y tras un suspiro no pudo evitar meter la mano en su sujetador y de entre sus pechos sacar una llave blanca. Abrió las tres cerraduras y pudo ver la enorme cantidad de comida. Sacó un sándwich de una bandeja dónde había cerca de treinta. Ese era de carne con atún y salsa de queso y realmente estaba delicioso. Volvió a la sala masticándolo despacio y sintiendo lo rico que estaba. Se sentó en la mesa mirándole y ahora una gotita de queso cayó en su hombro derecho. No le dio importancia pues pensaba ducharse y ahora dirigió su mirada al sitio donde estuviese el moreno. – Cuarenta… cuarenta y cinco… sesenta… – Empezó a decir saltándose números. Su excusa de volar le había parecido pésima pero ella si podía hacerle volar de verdad. Ahora le miraba despacio mientras comía su deliciosa merienda o al menos parte de ella.

La chica observaba como el espadachín se ponía nervioso y por ello sonrió de lado satisfecha. Le encantaba hacer aquel tipo de cosas con la gente y mucho más con él. Le resultaba demasiado divertido verle quejarse y encima no resultaba un peligro para ella. Claramente su rostro había cambiado cuando ella había comenzado a saltarse números de forma exagerada pero claramente era para meterle prisa. Volvió a morder el sándwich disfrutando del rico sabor del pollo mezclado con el queso y el atún y se relamió al terminarlo. No pudo evitar ir de nuevo y coger otro para empezar a comérselo tranquilamente. Tenía un sabor magnifico e increíble y sin duda alguna estaba muy contenta con ellos. Los compraba en una isla cercana y la verdad es que no eran para nada caros. Además tenía la nevera llena de bebidas y comida de muchos tipos, incluso dulces.

Quedó impresionada cuando el hombre volador cogió su silla sin permiso pero lo perdonó al ver que lo estaba haciendo bien y con aquello bastaría para que no le callera agua. Si llovía se le podía inundar todo y estaba nublado. Menos mal que ahora estaba bien. No pudo evitar fruncir el ceño unos momentos para finalmente darle un bocado más a su merienda y sentir de nuevo aquel rico sabor en su boca. Se limpió la mancha de queso con el dedo y después la lamió despacio. Finalmente se quedó mirando que aquello había tenido la forma de una equis bastante enferma pero decidió hacer la vista gorda y continuar con lo suyo. Debía terminar las formulas cuanto antes y partir. Le esperaba un viaje demasiado largo y encima no llevaba nada de protección con ella salvo su katana. Esperaba que con ella fuese más que suficiente para no pasar peligros.

De repente escuchó aquellas palabras del chico. No pudo evitar ponerse algo nerviosa y solo chasqueó la lengua dándole la espalda. Su rostro se había sonrojado un poco y ahora no quería contestarle. El comentario de la base le dio lo mismo pero aquella pregunta la había tomado totalmente desprevenida. Sin pensárselo mucho se sentó en su sitio y giró la silla para quedar dándole la espalda totalmente. Se cruzó de brazos tragando saliva y después cerró los ojos. No iba a sacarle información de ninguna forma. – M-mi b-base es así… – Dijo tartamudeando un poco para después fruncir el ceño y simplemente mirar hacia la puerta esperando a que se le pasase aquel maldito sonrojo. Le estaba costando más que las otras veces y cerró los ojos con fuerza para después girarse levemente mirándole de reojo para ver que estaba haciendo.

La pelirroja continuaba en aquella postura sin querer darse la vuelta claramente. De hecho ahora que tenía la puerta en frente estaba a punto de irse pero era su casa, debía irse él. Encima cualquiera lo dejaba solo con sus cosas por allí, a que se comiera la comida de la nevera entera o cotilleara sus experimentos. No podía arriesgarse tanto a aquello o de lo contrario podía arrepentirse. Demasiados secretos de laboratorio guardaba ya como para que otros mirasen el fruto de todo su trabajo. De todas formas tampoco creía que él lo entendiese pues no tenía la pinta de ser un científico ni nada por el estilo. Más bien parecía una persona que podía dedicarse a otros fines distintos. Tampoco se imaginaba cuales pues nunca le había preguntado si era bueno en algo.

En ese momento notó como los brazos de él la rodeaban y sus manos cayeron libres hacia abajo. La había pillado desprevenida y notó sus latidos ir en aumento mientras se ponía un poco nerviosa ¿Qué diablos planeaba hacer? Ella no pudo evitar tragar saliva de repente. Apretó su espada con fuerza para cortarle un brazo cuando entonces notó una sensación húmeda en su cuello que la hizo sonrojarse muchísimo más todavía. Cerró los ojos con fuerza escapándosele de la boca un pequeño jadeo que enseguida trató de disimular. Cuando le mordió el oído tuvo que mirar a otro lado y entonces se estaba dando cuenta ¿Por qué demonios no se defendía? Su maldito cuerpo no le respondía ante aquel trato. No podía creer que estuviese dejándose hacer aquello y no tardó en apretar el puño libre.

Entonces aquellas palabras en su oído la pusieron más nerviosa. – D-detente… – Alcanzó a decir muerta de vergüenza y notando como la abrazaba con más fuerza. Estaba aprisionada y ahora había caído en sus garras. No podía moverse y además notó de nuevo aquella lengua por su cuello ¿Planeaba excitarla? Iba a conseguirlo de aquel modo. Entonces fue cuando se separó de ella y simplemente se tiró al suelo quedando de rodillas. Respiró un poco agitada moviendo la cabeza de un lado a otro para negar aquellas cosas. – Solo eres un cadáver, idiota… – Mencionó girándose y mirándole a los ojos con la cara como un tomate. En ese momento trató de sentarse en su cama y mirar a otro lado tratando de calmarse. – S-solo me has pillado desprevenida, estúpido. No vuelvas a hacer más eso o… – No llegó a terminar la frase cuando le miró apretando el mango de la espada con fuerza.

Aquel maldito espadachín la había cogido de la mano para que no pudiese defenderse de ella, además completó la frase sin permiso. Sus ojos rojos se clavaron en los de él mientras ahora trataba de librarse. Sus palabras volvían a ponerla nerviosa pero entonces apretó los dientes. No podía perder el terreno de aquella forma. Ese estúpido y sensual espadachín no iba a lograr seducirla. No pudo evitar sonrojarse de nuevo cuando él unió sus labios a los de ella. Parecía que todo estaba bien cuando encima el descarado empezó a usar su lengua en la boca de ella. Parecía que la tenía dominada y era toda suya ¿La iba a tomar allí mismo? ¿Milena había caído ante él? Era lo que parecía en ese momento.

Entonces la chica continuó el beso despacio soltándose de su mano y colocándola en su cabeza despacio antes de haber pasado su arma a su otra mano. Ahora empezaba su plan e iba a mostrar que no era la típica chica de los libros que acaba babeando por alguien y con palabras nerviosas. Sus ojos rojos se abrieron de repente y con la mano libre tomando el mango de su arma, trató de atravesarle el pie literalmente. Planeaba hacerle un corte doloroso. Ella no iba a ceder y ahora fue cuando se puso en pie lo hubiese logrado o no y simplemente le miró a los ojos. Su rostro se veía algo serio pero después cambió a uno poco más sádico. Sin pensarlo tomó un collar que había en un lado de la mesa, el que él le había prestado.

Se lo puso tranquilamente y después le observó. – Has estado a punto de que me dejara dominar y todo en esta misma cama. Pero me temo que soy más complicada de lo que pensabas. – Dijo ahora mientras simplemente suspiraba cruzándose de brazos y quedando sentada en la mesa. – Lo mejor será que abandones esta isla, Ushio. En un par de horas parto hacia Reino Sakura. – Sabía que iba a seguir insistiéndole en aquella pregunta pero se había recuperado un poco de la venada sumisa que casi le había dado. Ahora le miró de forma tranquila a los ojos y le respondió. – ¿Qué eres para mí? ¿Hace tiempo que no puedo matarte? Admito que a veces me poner nerviosa pero… – No pudo seguir hablando debido a que en ese momento no supo lo que decir pero enseguida sonrió de lado y volvió a mirarle. – Puedo matarte perfectamente pero no quiero. Te diré lo que eres para mí una vez que vuelva de la nieve pero tan solo te diré que mucho más importante que el resto. Ahora vayas a ir por ahí compartiendo camas con otras o te juro que te mato. – Dijo aquello con un toque posesivo para después sonreír de lado. – En fin, coge algo de comida y largo. – Terminó diciendo de forma seria mientras clavaba sus rojizos ojos en los del chico.

La chica soltó un suspiro cuando vio que se levantaba y cogía la camiseta. Miró aquel objeto de papel que indicaba dónde estaba cada uno y lo tomó con cuidado mirándolo. Realmente aquellas cosas no podían ser normales. En serio ¿Quién en su sano juicio usaba piel de las uñas? Pensó mientras soltaba un enorme suspiro. Eran inventos raros pero al parecer bastante útiles. Pero luego pensó que con eso podía saber donde estaba ella en cualquier momento y alzó una ceja un poco confusa. Sentía que ese espadachín iba a continuar acosándola incluso debajo de la tierra si hacía falta. De todas formas esperaba que no se acercase a Reino Sakura o ella misma le cortaría los ojos para que no pudiese verla allí.

Soltó de nuevo un suspiro y después se puso a pensar en sus cosas por lo que no se esperó de nuevo el beso. Estaba acostumbrándose a hacer aquello sin permiso y ahora la chica se llevó la mano a los labios y chasqueó la lengua despacio. A continuación observó cómo salía por la puerta. En ese momento se cruzó de brazos despacio. No pudo evitar dar una zancada y colocar la mano en su hombro para impedirle que pasara por el umbral. Después se quedó mirándole a los ojos de forma tranquila. Su expresión era realmente calmada. – Saldré mañana, quédate a dormir si quieres… – Dicho aquello miró a otro lado inflando los mofletes para después darse la vuelta y caminar al cuarto de baño. Era hora de darse una buena ducha.

Se introdujo en él y cerró la puerta con pestillo para que nadie entrase. Empezó a ducharse tranquila con el agua calentita recorriendo su cuerpo pues le encantaba aquella sensación. Después de unos diez minutos salió de allí y se secó, después se puso su ropa interior y una sudadera blanca. La parte de abajo sobraba y como iba cubierta por la inferior no tenía que ocultar nada. Tras aquello salió y si el chico continuaba allí seguramente se tumbaría en la cama y le haría un hueco pero enseguida se pegaría a la pared ella y cerraría los ojos. Tenía que dormir lo antes posible para madrugar y por supuesto se levantaría muy temprano para largarse cuanto antes. El viaje iba a ser largo y no podía darse el lujo de quedarse allí más tiempo. Bastante había hecho ya con dormir con él. Quizás incluso era la última vez que le veía, el causante de sus desgracias aunque ella no supiera quién era tenía nombre y apellido, Jin Surfer.