Reencuentro [Akashi - Kedra]

El viento soplaba con fuerza en aquel puente de esclavos. El día parecía no ser muy bueno pero eso tan solo era una tontería pues cuando uno caza da igual como lo hace. Mientras la presa sea devorada todo va bien y ahora había una muy jugosa. La bestia acechaba esperando el momento apropiado y anhelando el inminente bocado. Apenas había sitio para poder esconderse pero aquel ser era lo suficiente listo como para hacerlo sin necesidad de quebrarse mucho la cabeza. Los ruidos eran una ventaja pues el sonido de los picos clavándose en la tierra y las órdenes dadas por los guardias eran suficientes como para ocultar las leves pisadas de aquella cosa.

De repente llegó el momento esperaba y un oscuro perro negro surgió de la nada lanzándose contra el cuello de uno de aquellos tipos con látigos. La sangre salió disparada contra los demás hombres de forma exagerada y aquel pobre idiota murió en el acto. Un rugido sonó a continuación haciendo a todos aquellos imbéciles correr como nenas mientras decían cosas refiriéndose a él. – ¡La pesadilla está aquí! – Aquel animal ahora empezó a cambiar físicamente llegando a medir un metro con noventa centímetros. Sus cabellos se volvieron castaños y sus ojos dorados. El fondo de éstos era negro como la noche. No llevaba camiseta mostrando de esa forma un cuerpo musculoso. En la zona del corazón tenía una media luna tatuada. Tan solo portaba un pantalón blanco y unas botas del mismo color pero hechas de un acero del bueno.

El luchador comenzó a pasar por los esclavos, los cuáles temblaban de miedo por momentos. El antiguo supernova pasó de ellos sin hacerles ningún daño y comenzó a camina hacia los guardias. Su memoria estaba recuperada del todo y ahora pedía sangre. Una sonrisa ladeada surgió de su rostro al mismo tiempo que el líquido carmesí bajaba de su boca hasta su barbilla para después caer a su pecho. Los distintos hombres ahora tomaban armas de fuego comenzando a dispararle lo más rápido posible. El lobo negro hizo que su tatuaje empezara a extenderse por su piel haciéndole parecer mucho más siniestro y parando la mayoría de las balas con aquella defensa. Las que por suerte la atravesaban se veían repelidas por el haki armadura. El miedo les invadía cada vez más al ver como se acercaba de aquella forma tan siniestra. Era el fin para ellos y lo sabían, Kedra estaba de vuelta.

El castaño agarró a uno de aquellos idiotas del cuello y lo elevó con una sola mano mientras clavaba sus dorados ojos en los suyos. El miedo se notaba en aquel hombre que empezó a rogar por su vida pero momentos después el pirata soltó un suspiro soltándolo. El rostro del pobre hombre se llenó de felicidad y ahora suspiró un poco pero en ese momento el lobo negro lo miró a los ojos recibiendo más balazos que rebotaban. – Rompiste con la historia. – Tras decir eso lo tomó del cuello de nuevo y apretó con fuerza partiéndoselo con suma facilidad. Al cuerpo inerte cayó al suelo y ahora los demás tipos entraron en pánico sabiendo que aquel demonio no iba a tener compasión de ellos. Era el fin seguramente.

Uno de aquellos hombres empezó a temblar de miedo mientras tiraba sus armas al suelo y se colocaba de rodillas. – ¿Querrá Émile asesinarnos? ¿Por qué enviaría a Kedra aquí? El perro del diablo está suelto… – Claramente el lobo estaba allí por voluntad propia ya que deseaba divertirse exterminando a las basuras del gobierno. Ya llevaba bastantes presas cuando de repente notó un olor que le sonaba acercándose. Se quedó quieto y con ambas manos en los bolsillos mientras su tatuaje volvía a su pecho y desactivaba el haki armadura. Sin duda conocía a aquel tipo pues lo había visto hacía unos años en una posada. Sin embargo no iba junto al calvo de la última vez.

De repente lanzó a dos tipos y ahora se acercó a él con toda la confianza del mundo. El cadejo negro alzó una ceja manteniéndose serio en todo momento. Su mantra le indicaba que su poder había mejorado bastante desde la última vez pero no parecía querer luchar ni nada por el estilo. Después de unos momentos le dijo que tan solo deseaba conversar con él y aquello hizo al lobo sonreír de lado mientras ahora le observaba despacio y escuchaba su nombre. – Te recuerdo bastante bien ¿Dónde está el calvo y los otros tipos de aquella taberna? – Dijo con un tono tranquilo pero siniestro al mismo tiempo. La sangre de su boca no mejoraba la situación y menos sus temibles ojos. – Soy todos oídos, Akashi. Puedo distinguir una presa de una que no lo es y no tengo nada en tu contra. – Dicho aquello esperó una respuesta mientras su mantra seguía centrado en aquellos penosos guardias.

Al parecer ese chico quería formar una banda aquel día pero no hubo mucha suerte. El lobo recordaba que no había tíos muy poderosos aquel día en la taberna y que con una mano atada a la espalda habría eliminado a todos. El único que se libraba a parte del pelirrojo era el tipo sin pelo que parecía tener una determinación de oro. Dijo también que le había perdido el rastro a los demás menos a él y después sonrió. Había tardado bastante tiempo en encontrarle entonces si aquello era verdad. De todas formas no planeaba saber más de aquellos tipos con los que ni había hablado a penas. Seguramente ya estarían muertos o en sus casas en alguna isla pequeña de por ahí.

En aquel momento pudo ver a un hombre usando el hombro del pelirrojo como apoyo para su arma. No sabía que quedaban tíos tan desesperados para usar la sucia técnica del muro humano para poder disparar. Era tonto al parecer pues al cadejo no le costaba nada echar a un lado al chico y pisarle la cabeza a aquel pardillo. No fue necesario debido a que el joven usó su puño para dejarlo fuera de juego. – “Un luchador, interesante.” – Pensó para sí mientras sonreía de lado unos momentos. Le agradaban los tipos que usaban sus propios puños para pelea al igual que hacía él. Echaba de menos su viejo revólver, el cual usaba para amenazar desde lejos. Su puntería no era nada buena y por ello ni siquiera lo usaba a no ser que fuera a quemarropa.

De repente el chico le preguntó algo bastante interesante. Era cierto que había desaparecido y aquello era culpa de unos jodidos indeseables. Pero no le costaba nada decirlo pues no era algo que le molestase ocultar. – Madara, Kogáto y Bisutomaru. Esos tres fueron los causantes de mi desaparición y de mi casi muerte. – Dijo mientras continuaba mirando al chico a los ojos de forma tranquila. – Me traicionaron y me emboscaron entre los tres. Eran mis soldados ocultos de Kage pero ahora son solo tres moscas a las que planeo asesinar en cuanto pueda. – Una vez dijo aquello mostró una mirada sádica y siniestra.

¿Galuna? Los ojos de Kedra se abrieron más de la cuenta al escuchar que la base de aquel capullo estaba allí. Una sonrisa siniestra empezó a formarse en su rostro al saber dónde se escondía aquel parásito con fruta de lagartija. De hecho ahora en su expresión se notó un cambio radical, una sonrisa demasiado amplia y unos ojos demasiado siniestros. Era como si le hubiese tocado la lotería. Sabía que era un Shichibukai y un mercenario pues era a lo que se dedicaba fuera de Darkness. Su fama y su poder eran impresionantes y quizás no estaba preparado para combatirle. Mientras él estaba deambulando sin memoria aquel cabrón había entrenado como nunca.

No era justo pero nadie decía que la vida era fácil y de hecho iba a tener que esforzarse mucho más para lograr aquella meta. No tardó mucho en cambiar su expresión a una más relajada para después sacar las manos de los bolsillos. – Esa información me va a venir de perlas. Puede que hay aumentado su poder a un nivel extremo pero montañas más grandes han caído bajo mis puños. – Una vez dijo aquello mostró unas uñas afiladas y una sonrisa macabra. No había sonreído así desde sus primeros objetivos sangrientos. Cuando el cadejo tenía su memoria era un ser temible y muy peligroso. Por suerte para la humanidad, Dexter le había hecho relajarse lo suficiente para no matar inocentes por la cara y solo si era provocado.

En aquel momento soltó un suspiro agarrando de nuevo del cuello al hombre que había asesinado instantes antes. Lo elevó despacio y pudo ver unas llaves en si cinturón. Las tomó con su mano derecha y de un tirón las arrancó. Acto seguido las lanzó hacia uno de los esclavos, el cual le miraba de forma un poco temeraria. – Libera al resto y huid en el barco de los guardias. – Una vez dijo aquello volvió a mirar al pelirrojo. Era bueno joder a la marine de aquella forma. Si los mataba hacía algo que no le serviría de nada y de esa forma aquellos tíos de uniforme estaban más amenazados pues entre esos tipos podía haber un futuro peligro. Siempre había posibilidades. En ese momento el cadejo metió de nuevo las manos en los bolsillos. – Ahora soy el perro del diablo. Trabajo para Émile como el pecado capital de la pereza. – Dijo aquello en compensación por la buena información. El demonio le había prometido el poder suficiente para vencer a sus enemigos y para proteger a una persona en especial. La única por la que el lobo daría la vida si hiciera falta.

El lobo observaba de forma calmada al pelirrojo mientras escuchaba sus palabras. No tardó en entrecerrar los ojos despacio escuchando lo que decía. Madara también le había jodido a él de alguna forma pero no sabía cómo ni pensaba preguntarlo. El puto shichibukai tenía los días contados por su parte, aunque por suerte para él todavía eran bastantes debido a su maldito poder. El paradero de los otros dos era desconocido pero lo que si sabía era que Bisutomaru continuaba siendo un criminal sanguinario y peligroso. Seguramente iba en solitario pues nadie podía ir con aquella bestia sin ser asesinado de forma violenta. Era la principal ventaja de sus captores pero también lo hacía muy difícil de localizar.

Ahora negó levemente rechazando la ayuda del chico pues de sus problemas quería ocuparse solo. Nunca le había gustado demasiado pelear en grupo pues lo suyo eran los combates rápidos, intensos e individuales. Había tenido algunos de ese tipo como el enfrentamiento con Kai o el propio que tuvo con aquel agente del CP enmascarado. De todas formas por el momento no había sido derrotado en un uno contra uno. Soltó un suspiro mientras ahora se estiraba un poco y abría la boca bostezando. Las siguientes palabras le hicieron pensar un poco pero después miró fijamente al chico clavando sus pupilas en las suyas para después contestarle despacio. – Destruir a todo aquel que se meta en mi camino. – Simplemente dijo aquello.

Tenía otros planes como llevar a Émile a ser el rey de los piratas o el de proteger a Kira hasta la muerte pero eso ya eran cosas suyas. – ¿Has mejorado en combate? – Dijo ahora el lobo negro mientras observaba al chico de forma calmada y emitía una sonrisa ladeada un poco siniestra. Esperaba una respuesta por parte del chico de cabellos carmesí. Tal vez incluso recibía una muestra de su poder con su propio cuerpo pero algo le indicaba que el joven no iba a querer combatir ni siquiera de forma amistosa. De todas formas los jodidos refuerzos no iban a tardar en llegar por parte de aquellos payasos cobardes. El perder esclavos no les iba a hacer gracia alguna y eso significaba agentes poderosos y marines del mismo tipo.

Kedra escuchó las palabras de aquel pelirrojo mientras sonreía de lado. Decía tener el poder suficiente para defender a sus nakamas y que pronto ellos dos se enfrentarían. Aquello hizo que al lobo negro se le iluminaran los ojos y se relamiera despacio. Ya estaba deseando tener un potente enfrentamiento contra él. Nunca había mostrado su verdadera fuerza, ni siquiera con los traidores y ahora se le presentaba la ocasión perfecta. Pero en aquel puente sería una tontería ya que acabaría destrozado y ellos dos en el agua debido a la falta de espacio para ellos. Estaba deseando saber lo fuerte que podía ser aquel chico de ojos bicolor.

Escuchó su advertencia y olfateó el ambiente notando lo que se acercaba. Aquello le pareció un maldito chiste y ahora fue cuando se colocó a su lado de forma calmada. – Yo nunca huyo de mis enemigos. No lo haré jamás. Soy la pesadilla… – Una vez dijo aquello comenzó a mover su brazo derecha a toda velocidad acumulando energía. Enseguida pudo ver como por el otro lado un enorme barco dejaba en tierra a muchísimos marines que comenzaron a correr hacia ellos. Una sonrisa enfermiza se mostró en el rostro del cadejo negro. Tan solo eran ratas con uniforme y nada más, iban a desaparecer para siempre. Odiaba que los insectos le molestasen.

Cuando el primer grupo estuvo lo suficiente cerca lanzó un terrible puñetazo al aire ondulándolo. De repente una terrible onda cortante en forma de perro demoníaco surgió de la nada. Ésta se llevó por delante a más de quince marines haciéndolos pedazos por el camino y lanzándolo como si de hojas se tratasen. El líquido carmesí bañó el suelo de forma exagerada y en ese momento el castaño comenzó a reír. Eran demasiado débiles para él y no había payaso que le levantase la voz. – Tan solo son cucarachas. No hay nadie en éste mar ahora mismo capaz de pararme. – Una vez dijo aquello se cruzó de brazos tranquilamente.

Kedra observó como el chico repelía aquella bola de cañón como si nada. Además ésta se cargó el mástil del navío que la había lanzado. Aquel chico debía de poseer una fruta brutal. De hecho ahora alzó una ceja tratando de averiguar cuál era. Por el momento pensaba que debía de ser una paramecia. A continuación lanzó una especie de huella contra un grupo y se cargó una torre de control. Sin duda alguna debía de ser del tipo paramecia. Él por su parte no iba a mostrar su fruta ni sus técnicas especiales más poderosas.

Iba a callárselas como un buen luchador y a mostrarlas en el último momento contra Akashi. El siguiente objetivo era mejorar sus hakis a un punto superior para poder usarlos de mejor forma en un futuro combate. Por el momento no pensaba continuar mucho más en aquel puente. El lobo observó cómo tan solo quedaban cadáveres y marines derrotados. En ese momento escuchó las últimas palabras del pelirrojo y sonrió de lado. – Yo no he mejorado nada. He estado “dormido” estos años. Ahora es cuando voy a empezar a entrenar después de mucho tiempo. – Dijo mostrando una sádica mirada hacia el chico de cabellos rojos.

En ese momento se dio la vuelta tranquilamente y se relamió despacio. No había nada divertido que hacer en aquel puente debido a que los esclavos se habían ido y los marines habían muerto. Ahora soltó un enorme bostezo y eso significaba que le empezaba a dar mucha pereza estar allí. Tenía ganas de dormir y el mejor sitio para hacerlo sería en el bote en el que había ido. – Nos vemos… – Dijo simplemente empezando a caminar tranquilamente con ambas manos en los bolsillos hasta el extremo del puente. Iba muy relajado y sin prisas.

Una vez hubo llegado saltó sin pensárselo y con su mano derecha fue agarrándose a uno de los pilares. Finalmente aterrizó despacio en el bote y tras montarse empezó a remar despacio saliendo de allí. Sus ojos brillaron en la neblina y el cadejo negro comenzó a perderse del todo hasta que no vio nada de él. Ahora se pensaba dirigir al barco, el cual iba rumbo a Arabasta y seguro que allí buscaba un buen sitio dónde dormir. Cualquiera lo hacía en el barco con todos aquellos pesados dando por culo. En especial el jodido gato que solo con su olor ya molestaba al cadejo negro.