Volando volando, siempre arriba. Tú y yo, lucharemos los dos. [Kiogre-Murphy] [Pasado-Privado]

El día parecía bastante bueno en aquel lugar llamado Arabasta. Era una isla bastante calurosa y encima de todo llena de bandidos. Aquel sujeto tenía otra de sus misiones especiales y debía cumplirla como buen agente del gobierno que era. Pero cualquiera que le viese se quedaría impresionado. La verdad es que llamaba la atención como cualquier otro. No solo medía dos metros que ya era de admirar. Sus ropas y lo que estaba haciendo era demasiado descarado. De hecho algunas personas se frenaban unos segundos mirándole y después se iban a otro lado asustadas mientras que otras contenían las risas.

Kiogre estaba sentado en un banco. Vestía con su enorme abrigo blanco, el cual le estaba metiendo un calor asombroso pero no quería quitárselo. Su poco pelo rojo resplandecía y sus gafas de Sol permanecían bien limpias. Por dentro llevaba su camisa azul y podía vérsele la corbata. En su espalda portaba un jutte el cual estaba amarrado a ésta. En su dedo corazón de la mano derecha portaba el anillo vongola del cielo regalado por su líder Ryohei en aquella mafia en la que estaba infiltrado. Sus poderes últimamente habían mejorado bastante pero no le gustaba mostrarlos pues el exorcista del gobierno no solía presumir.

Lo más enfermizo de aquello es que de la mano derecha del pelirrojo se deslizaba una cuerda hasta un hermoso cerdo de color rosado con manchas blancas en la tripa. No era su Gerónimo. A ese lo había conocido hacía muy poco y le había puesto el precioso nombre de Pepe. Era su bonito cerdo y debía cuidarlo por orden de Dios todo poderoso, creador del cielo y de la tierra. El animal parecía estar alimentándose de algunos restos de bellotas de alguien que las había dejado allí. Él por su parte simplemente esperaba paciente a que llegara su objetivo. Debería actuar lo más rápido posible para derrotar a aquel maldito revolucionario. De nuevo se estaba jugando un ascenso y debía aprovechar bien la situación.

Hacía un calor impresionante para Super Loco Murphy y este se encontraba pensando en lo mucho que se aburría en aquel caluroso lugar llamado Arabasta. Se preguntaba qué coño hacía allí y para qué había ido a aquel lugar. No lo recordaba muy bien pero esto le daba igual, él solo quería no aburrirse así que se puso a buscar una distracción o algo que lo distrajese. Iba caminando mirando hacia todos lados con la mano sobre los ojos arrojando algo de sombra sobre estos para poder ver mejor. Llevaba ya un rato caminando cuando pudo ver a un hombre pelirrojo muy alto sentado en un banco un cerdo el cual cogía con una cuerda. El asesino se acercó a él y se sentó a su lado para conversar.

- ¡Oye, tú! Mi nombre es Hank Murphy pero puedes llamarme Super Loco Murphy. ¿Ese cerdo es tu mascota? Es bastante guapo, ¿sabes si tiene novia?

La cara de Murphy reflejaba una pequeña sonrisa y achinaba los ojos. Mientras hablaba con aquel hombre de aspecto imponente. Unas gotas de sudor caían de la cara del asesino y este se echó un poco para atrás mirando al cielo y tapando el sol con la mano.

- ¿Hoy hace un día infernal no crees, amigo? Yo no estoy acostumbrado a pasar tanto calor y esto se me hace algo difícil de soportar. ¿Tú no te mueres de calor con ese traje?

Murphy apoyó su brazo sobre el hombro de aquel hombre el cual quedaba bastante más arriba de lo que esperaba. Había acabado de una postura muy rara así que tras varios segundos volvió a poner su brazo en su sitio. Miró al suelo y escupió un par de veces, tenía la saliva algo espesa y no le gustaba seguir guardándosela dentro de la boca.

- ¿Y qué haces aquí grandullón? ¿Pasear a tu cerdo?

El pelirrojo permanecía serio observando el frente mientras de vez en cuando movía un poco la cuerda para dejar al cerdo cierta libertad. Continuaba buscando a su objetivo con la mirada pero en ese momento sintió una ligera brisa calurosa recorrerle y hacerle sentir peor. Se estaba aburriendo como una ostra y estaba un poco cansando de aquel tipo de misiones. Estaba deseando abandonar el objetivo e irse a echarse una buena siesta a un sitio fresquito. El sudor continuaba cayéndole despacio por la frente en aquella situación de desesperante y poco a poco sus ojos se fueron cerrando con calma.

De repente notó como alguien se sentaba a su lado y admiraba al precioso animal rosado. De hecho incluso llegó a preguntar si éste tenía novia. El agente mostró una sonrisa intensa para después soltar una carcajada bastante intensa. La situación comenzaba a ponerse muy divertida y ese tipo era un héroe. – Está soltero ahora mismo. La verdad es que hace calor pero Dios vive en este abrigo, no puedo quitarlo. – Mencionó ahora mientras le observaba tranquilamente. Sus cabellos blancos y sus ojos azules eran perfectos, ese hombre era un profeta seguro y Dios le había enviado para iluminar al pelirrojo.

En ese momento volvió a sonreír escuchando sus últimas palabras y le contestó tranquilamente. – El puto gobierno me ha enviado a realizar una misión. Soy agente especial. Pero aquí solo hay una pregunta. – Dijo de repente mientras le miraba fijamente a los ojos y ahora le colocaba la mano derecha en el hombro. Aquello iba demasiado en serio. – ¿Quieres ser mi mejor amigo? – Dicho aquello intentaría darse a sí mismo un beso en el dedo pulgar y después colocárselo a aquel hombre en la frente en señal de aceptación.

Murphy rio a carcajadas mientras escuchaba las palabras de Kiogre. Frente a la pregunta que le hizo solo pudo mirarle fijamente a sus gafas de sol viéndose reflejado a sí mismo y se autoguiñaba un ojo.

- Pues claro que sí, mi nuevo mejor amigo. Esto tenemos que celebrarlo pero no sin antes darle una paliza a ese maldito objetivo. Nadie hace esperar a mi nuevo mejor amigo.

Murphy se puso en pie y gritaba a los cuatro vientos “¿Dónde estás objetivo?”. Mientras gritaba se dedicaba a agarrar a la pobre gente de Arabastra por los cuellos de las camisas o lo que llevasen preguntándoles si eran el objetivo o si sabían dónde estaba. La gente se asustaba y no solían responder nada. Algunos otros aparte de asustado preguntaban cómo era ese objetivo a lo que Murphy les decía: - ¿Por qué crees que pregunto yo, maldito?

Murphy ya se estaba dando por vencido cuando la última persona a la que agarró se puso farruca. Una chica de pelos dorados y rizados que le caían hasta los hombros, grandes aros dorados colgaban de sus orejas y su cara tenía kilos y kilos de maquillaje. La mujer estaba bien dotada de pecho y vestía una blusa blanca muy abierta mostrando toda la mercancía. Los pantalones eran de color marrón y se acortaban a la mitad de las espinillas, como calzado llevaba unas sandalias de color negro.

- ¿Pero qué coño te pasa, maldito viejo? Suéltame y deja de sobarme las tetas.

La chica dio una bofetada a Super Loco lo que hizo que este girase la cara. En su rostro se marcaba la mano de la chica en un color rojizo que tenía toda la pinta de escocer. El asesino miró fijamente a los ojos de la chica con cara seria.

- ¿Qué sabes sobre el objetivo, mujer? No me obligues a devolverte la bofetada que por cierto, me ha gustado, vuelve a hacerlo en la otra mejilla.

La mirada de Murphy cambió a una mirada bastante pervertida, al parecer le ponía cachondo sufrir dolor.

Kiogre era el tipo más feliz del mundo ahora pues aquel tío había aceptado ser su mejor amigo y aquello le hizo sonreír de forma amplía mostrando sus relucientes dientes. Todo estaba a punto de cambiar junto a aquel hombre llamado Murphy y su esplendido cabello grisáceo. De hecho ahora dijo que había que darle una paliza a aquel objetivo y eso hizo sonreír al pelirrojo pues al parecer iba a tener ayuda de su compadre. Entre los dos seguro que derrotaban a aquel tipo con una velocidad asombrosa y sin tener que mancharse mucho. Dos manos siempre eran mejor que una y no había piedad para los enemigos de Dios. Y si de paso haciéndoles pagar se lograba un ascenso pues la cosa era mucho más divertida y satisfactoria para él.

De repente súper loco Murphy se puso a agarrar a la gente interrogándola de forma casi violenta y eso le hizo abrir ahora la boca mientras quedaba impresionado. – ¡Tiene una determinación de oro! – Dijo ahora mientras se colocaba en pie agarrando bien la cuerda de su cerdo Pepe. En ese momento pudo ver como su colega se ponía a interrogar a una señora llena de maquillaje y ésta le dio un guantazo. En ese momento el pelirrojo se llevó las manos a la boca observando el pecado de aquella señora. No pudo evitar empezar a brillar en un aura naranja.

A su nuevo mejor amigo no le tocaba nadie. Sin pensárselo lanzó un puñetazo al aire formando lo que parecía ser una onda expansiva en forma de cerdo naranja. – ¡Jeremías! – [Manual Kuchiyose] El animal salió despedido chocándose con aquella mujer y tirándola a unos cuatro metros de distancia. El agente después corrió hasta llegar a la posición de su amigo y ahora le miró a los ojos apretando los puños. – ¡Murphy-san! ¿Te encuentras bien? ¿Qué te ha hecho ese mamut? – Dijo mientras fruncía el ceño comprobando el estado de su socio. Empezó a notar miradas raras por parte de la gente de la isla calurosa pero en ese momento le daba absolutamente igual. Debía ayudarle. – ¿A qué te dedicas? – Preguntó de repente cambiando de tema y volviendo a tener una expresión muy calmada.

Aquella mujer miraba con cara de asco a Super Loco y parecía que iba a soltar alguna grosería cuando un cerdo naranja la mandó a paseo. El hombre del abrigo blanco acudió en ayuda del asesino preocupándose por su bienestar. Murphy lo agarró de las mangas del abrigo y le susurró al oído “– Esa asquerosa mujer me quería violar. Le gusta el sexo duro, gracias por salvarme mi nuevo mejor amigo.” Tras esto se separó unos cincuenta centímetros de aquel hombre mientras lo miraba con una sonrisa muy convincente. La marca de la bofetada parecía palpitar en la cara de Super Loco pero el dolor ya se estaba disipando poco a poco. Entonces el hombre de gafas de sol le preguntó a Murphy que a qué se dedicaba.

- A nada en particular, amigo mío. Aunque podría decirse que atrapo a malechores a cambio de dinero. Pero el dinero no me importa. Mi sueño es ser famoso y regentar mi propio programa de radio. Y sí, oíste bien, de radio. Las ondas hertzianas me llaman y claman por difundir mi voz a través del mundo. ¿Y tú amigo? Aún no me has dicho cómo te llamas.

La gente estaba horrorizada y evitaba mirarlos fijamente. Las madres se llevaban a sus hijos lejos de esas dos figuras extrañas. No pasó mucho tiempo hasta que un hombre fue a preguntarles de mal humor y algo borracho qué estaban haciendo allí. Entonces el asesino se giró y le dio un puñetazo en la nariz haciéndole caer al suelo y sangrar por esta, tras esto le dijo - Se lo advertí. Nadie interrumpe una conversación con mi mejor amigo. Ahora piérdete o harás que me enoje. Aquel tipo salió corriendo mientras gritaba que el hombre del mono azul estaba loco y que casi lo mata. Esto hizo que Murphy se riera mucho hasta casi no poder reírse más puesto que le dolía la tripa.

- Eso… jajajajaja Corre… Corre a llorarle a tu ma… jajajajaja Mamá aaaaaajajajajajaja.

Tras un rato riéndose dejó de reírse de golpe y adoptó una cara bastante seria. Más seria que la que había puesto hasta entonces. Miró a Kiogre y después al cerdo que tenía atado. Cogió en brazos al cerdo y lo abrazó. Le dio un beso en la frente y lo dejó de nuevo en el suelo mientras le decía unas palabras con voz dulce.

- Yo no podré estar siempre cerca de ti así que espero que mi mejor amigo te cuide bien cuando yo esté ausente, mi amor.

Volvió a mirar a aquel hombre alto con gafas de sol y le dijo que si sabía algo sobre el objetivo para empezar a buscar con más pistas. Sacó uno de sus puñales e intentaba hacer equilibrio con este poniendo la punta del puñal sobre la yema de su dedo índice. Murphy aún no era muy habilidoso y el puñal acabó cayéndose un par de veces hasta que se cansó de intentarlo y lo volvió a guardar.

Esa jodida enferma quería violar al mejor amigo del pelirrojo. Éste no pudo evitar fruncir el ceño y llevarse ambas manos a la boca de forma exagerada. Esa una hija de Satán y el exorcista no podía permitir que corrompieran a Murphy de aquella forma. – ¡Esa pecadora arderá en el infierno por perra! – El agente no pudo evitar apretar los puños de rabia asegurándose de que su hermano estaba bien pero al parecer no había sufrido daño físico. En ese momento vio la palma de la mano en la cara y no pudo evitar abrir la boca impresionado. Era mala pécora se había pasado con el pobre hombre de cabellos grises. Ese tipo no se merecía algo así.

Después por la descripción que le había dado, no fue muy difícil adivinar que se trataba de un cazador. Eso le hizo sonreír ampliamente pues no era un maldito pirata ni un revolucionario. Ahora no había nada que se interpusiera entre la amistad de aquellos dos hombres con determinaciones de oro. Quería fama y un programa de radio y en ese momento el pelirrojo no pudo evitar desear ayudar a su mejor amigo a cumplir su sueño. El luchador centrado en velocidad tenía una nueva meta en la vida y deseaba cumplirla ante todo. Es más, deseaba participar unos minutos en aquel precioso programa de la radio. Entonces fue cuando Murphy le preguntó por su nombre.

Cuando Kiogre iba a contestar se acercó un jodido pesado. El propio pelirrojo estaba preparando su puño para lanzar por los aires a aquel pesado cuando de repente aquel cazador le pegó un puñetazo diciendo que le había advertido. Era verdad pues el luchador había sido testigo de ello. Al ver al tío de pelo gris reírse de aquella forma empezó a descojonarse también llevándose ambas manos a la tripa y todo. Era demasiado bueno para ser cierto pero de repente su amigo cogió al cerdo en brazos y le dio un beso en la frente. Eran una pareja preciosa y el luchador estuvo a punto de derramar una lágrima. Debía cuidar a Pepe con toda su alma para hacer feliz al hombre con sueños épicos. – Daré mi vida por defenderlo, Murphy Aniki. – En ese momento metió ambas manos en los bolsillos y pudo ver lo que hacía con los puñales. La manera en que se le caían era demasiado hermosa para ser real y por eso le miró unos instantes.

Ahora se rió unos segundos para después señalarle. – ¡Yo me llamo Kiogre Kergo! ¡Aunque tú puedes llamarme como más te guste! – Una vez dijo aquello pudo ver como un hombre corría por su lado con un bolso mientras una chica joven pedía ayuda. En ese momento el pelirrojo estiró el puño pegándole en toda la cara y lo tiró al suelo. – Se lo advertí. – Tras decir aquellas palabras se sonrojó un poco y se llevó las manos a las mejillas empezando a girar de un lado a otro. – ¿Lo he hecho bien, Aniki? – Dijo ahora tratando de ocultar su vergüenza y ganar la aprobación de aquel hombre. En ese momento la joven cogió lo que era suyo y se fue. De repente el pelirrojo pudo ver como dos hombres corrían a por ellos. Uno parecía un bandido pero el otro era su presa. Un hombre sin pelo y de ojos rojizos, vestido con una armadura roja y con un bate de beisbol en la mano. Un peligroso revolucionario llamado “Trod bate blanco” el otro debía ser su ayudante “Kio el adulador” sus cabezas costaban perfectamente la suma de 40.000.000 y 24.000.000 millones de berries. – ¡Murphy-san esos son los objetivos! ¡Déjame a mí el del bate! ¡Su poder es bastante alto! ¡Como mi mejor amigo dejaré que entregues al otro y consigas una fama impresionante! – Una vez dijo aquello sacó su jutte mientras empezaba a sonreír de lado.

Aquel hombre dijo llamarse Kiogre, nombre que Murphy nunca olvidaría. Un hombre pasó muy rápido a un lado de ellos con un bolso, al parecer lo había robado pero Kiogre interpuso su brazo entre aquel individuo y su vía de escape interceptando al hombre y recuperando el bolso robado al grito de “Se lo advertí.”. Esto hizo que Murphy sonriera y mirase a Kiogre con ojos de admiración.

- Aprendes rápido, muchacho, estoy orgulloso de ti.

Murphy le dio unas palmadas en el hombro al hombre del traje blanco. Este le llamó aniki lo que hizo que Super Loco se sintiera feliz pues esa palabra significaba mucho respeto. El asesino estaba lleno de vitalidad y ahora tenía más ganas que nunca de partirle la cara a alguien con un se lo advertí. Entonces Kiogre avisó de que el objetivo estaba aquí y lo mejor de todo es que no venía solo. Un hombre con un bate y el otro un gordinflón bastante repelente. Kiogre se pidió el hombre del bate diciendo que era el objetivo y que su nivel de poder era más poderoso que el del otro. Además al entregar al otro adquiriría bastante fama cosa que le gustaba a Super Loco.

- Bueno chico, por esta vez te dejo al fuerte, pero no te sobreesfuerces, si necesitas ayuda pídela. No tardaré ni tres segundos contra este gordinflón.

Aquel gordo se apartó del hombre del bate y de Kiogre para evitar la confrontación. Intentaba huir pero Super Loco le cortó la retirada. Le miraba con cara de bastante asco y su mirada parecía rebosar ira. Super Loco le escupió a la cara cayéndole el ecupitajo en el ojo. Aquel gordo no paraba de gritar diciendo que Super Loco era un asqueroso y se limpiaba la saliva con las mangas de la camisa. Mientras tanto el asesino iba preparando otro escupitajo pero esta vez con mocos.

- ¡Oye tú! ¡Gordinflón! Te diré una cosa. No hay nada que desagrade más a Super Loco Murphy que la gente gorda.

Tras esto volvió a escupirle pero esta vez el escupitajo impactó contra el otro ojo. Murphy se dirigió a toda velocidad hacia él y le dio un buen puñetazo en el estómago lo que hizo que aquel gordo se agachara, entonces sacó uno de sus puñales y le golpeó en la nuca haciendo que aquel hombre cayera al suelo llevándose las manos a la nuca.

- Jajajajajaja. ¿Viste lo que te pasó? La próxima vez piénsatelo antes de comer tantos dulces maldito glotón.

Kiogre estaba feliz debido a que súper loco le había dicho que estaba orgulloso de él. Ahora sí que se sentía totalmente imparable. Miró al tipo del bate y de repente corrió hacia él sacando su precioso jutte. Lanzó un potente golpe que pegó en la armadura de aquel tipo por lo qué no le hizo mucho daño al parecer. Lo que si se llevó ahora el pelirrojo fue un poderoso batazo en toda la cara. Por suerte sus gafas no se habían estropeado pero cayó de espaldas sangrando por la boca mientras sentía un tremendo escozor por la cara. Al parecer iba a tener que ponerse serio en aquella pelea si planeaba derrotar a un tipo con semejante precio por su maldita cabeza.

Ahora se puso en pie limpiándose la sangre de la boca justo para ver como el gran hombre de cabellos grisáceos escupía al otro hombre a los ojos de una forma impresionante y con una precisión preciosa. – Su estilo de lucha es admirable a decir verdad. Debo aprender a hacer eso yo también. – Debido a su distracción se llevó otro batazo en el pecho, notó aquella dolorosa sensación recorrerle pero esta vez no cayó. Podía continuar aguantando un poco más aquellos ataques. En ese momento el pelirrojo alzó ambas cejas al mismo tiempo y puso una expresión un poco más seria mientras observaba a su oponente con seriedad. – Se acabó. Dios ha ordenado tu captura. – Unas risas comenzaron a salir ahora de la boca de aquel hombre.

Sin pleno avisó trató de pegarle un puñetazo en la frente al pelirrojo pero éste se estuvo quieto y cerró los ojos. Justo cuando los nudillos iban a impactarle activó el haki armadura y aquel tipo soltó un quejido de dolor al mismo tiempo que se echaba hacia atrás. El mote de Kiogre era el destructor por un motivo. Cuando se trataba de un trabajo siempre solía ser eficaz por muy extraños que fuesen sus métodos. – ¡Llamas divinas! – Gritó al mismo tiempo que sus brazos empezaban a arder imbuidos en unas flamas naranjas que parecían ser bastante intensas. En ese momento lanzó un terrible puñetazo al rostro de su rival aturdiéndole. Acto seguido le dio otro en el estómago haciéndole escupir sangre y quedar aturdido.

Decidió rematar la faena y tomó el Jutte para después de imbuirlo en su haki lanzarle un tremendo golpe al tipo en la cabeza y dejarlo besando el suelo. Claramente había perdido el conocimiento y ahora fue cuando sonrió de lado. Guardó su arma y apagó las llamas de sus extremidades que al parecer no le habían quemado la ropa al estar hechas de su propia energía del cielo. El pelirrojo ahora miró a su aniki y sonrió de lado. – ¿Has acabado con ese idiota? Tenemos que entregar a estos capullos. – Dijo con una sonrisa para después ver que el cerdo no estaba. – ¡Murphy! ¡Nos han robado a Pepe durante la pelea! – Parecía desesperado diciendo aquello pero efectivamente les habían chorizado el cerdo.

Kiogre peleaba con el objetivo mientras Murphy aún observaba aquel gordo quejarse. Se puso a suplicar por su vida diciendo cosas bonitas de Murphy lo que hizo que bajara la guardia y el gordo aprovechó para darle un puñetazo en el estómago al asesino y un rodillazo en la cara. El golpe en el estómago fue bastante fuerte pero el rodillazo no lo fue tanto. Aquel hombre estaba tan gordo que la moya había amortiguado bastante el golpe que a pesar de ello dolía bastante. El asesino cayó al suelo y se lamentaba por haberse dejado engatusar por aquel tipo.

- Ya veo… Así que eres el adulador… Vi tu nombre en un cartel de se busca… Tú me vas a dar mucha fama.

La cara de Super Loco cambió de forma radical mostrando una sonrisa sádica. Sus ojos parecían reflejar llamas de fuego lo que hizo que el gordo se sorprendiese pero en realidad lo que reflejaban eran las llamas que Kiogre usaba en ese momento. Aprovechando que su rival estaba algo disperso lanzó una patada a su rodilla intentando dislocársela pero no lo consiguió, solo logró darle un fuerte golpe que hizo que cayera al suelo. Murphy se colocó sobre él, lo agarró de la ropa y comenzó a darle puñetazos en la cara, cuando ya le dolía la mano de golpearle cambió de brazo y siguió golpeando. Aquel hombre no tardó en caer inconsciente debido al número de golpes. Los puños de Murphy estaban doloridos y enrojecidos pero la cara de aquel tipo estaba más hinchada de lo normal. Murphy lo tenía agarrado del cuello para que no se le corriera escapar si llegase a despertarse.

- Todo listo por aquí, mejor amigo. ¿Dónde es…? ¡No! ¿Quién FUE EL CANALLA? ¿QUIÉN? OS JURO QUE OS DARÉ LA PALIZA DE VUESTRA VIDA SI OS ENCUENTRO. DEJAD LIBRE A PEPE.

El hombre de azul se puso hecho una furia y parecía que su cordura iba a acabar. Se acercó a Kiogre arrastrando tras de sí al gordo. Lo cogía con fuerza como si de un perro de presa se tratara y al parecer no tenía intención de soltarlo de ninguna de las maneras. Miró a Kiogre a las gafas y le intentó dar una leve bofetada.

- Te dije que cuidaras de él. ¿En qué estabas pensando? Vamos a buscarlo y más te vale que no le haya pasado nada, ¿está claro?

Kiogre se quedó unos momentos pensativo mientras pensaba dónde podía haber ido un cerco llamado Pepe. No se le ocurrían muchos sitios pero aquel calor le estaba empezando a joder bastante. Por suerte los dos habían erradicado a los objetivos en poco tiempo. Pudo ver como el asesino usaba los puños de forma impresionante dándole galletas a aquel hombre entrado en carnes. No tardó mucho en dejarlo fuera de juego y ahora lo arrastraba como si fuese una simple basura. El pelirrojo soltó un suspiro cruzándose de brazos y viendo como su Aniki se ponía muy nervioso. Era como si estuviese a punto de estallar debido a la gran cantidad de nervios que recorrían su cuerpo o al menos eso pensaba el señor del abrigo blanco. Debía lograr algún método de cambiar a su amigo rápido.

Ahora Murphy se acercó a él y trató de darle una bofetada. En ese momento el caballero activó el Tekkai y el haki armadura volviendo su carne superior al acero en dureza. De modo que habría sido como darle una bofetada a una pared de hierro o algo así. Después mostró una sonrisa amplia y empezó a mirar en todas direcciones. – Tan solo era un cerdo. Además el señor dice que los animales no tienen alma. – Dijo totalmente calmado para después meter la mano en el bolsillo y sacar un caracol. Éste tenía los ojos dorados y poseía un peluquín rojizo. Además el ser tenía barba y todo. Lo marcó con cuidado y se lo pegó a la oreja tranquilamente. – Aquí Kiogre. El objetivo está durmiendo, pasen a recogerlo y traigan tres millones ya que un cazador me ha ayudado con el compañero. – Una vez dijo aquello colgó.

Acto seguido llevó su mirada hacia el hombre de cuarenta años y sonrió de forma alegre mientras alzaba el puño y después lo estiraba hacia él. – ¡Choca amigo! – Lo hiciese o no, seguramente se rascaría la cabeza con la otra mano y mantendría la mirada en el cuerpo del tipo del bate. – Murphy no abofetees a los tipos de ahora. Yo soy tu amigo pero ellos te pondrían precio por la cabeza. – Una vez dijo aquello se sentó en un banco empezando a sudar por la enorme calor que tenía con el jodido abrigo. – Ya vienen con tu dinero. Si dejamos aquí a éstos y vamos por Pepe se nos escaparan. Mejor que se lo coman con mayonesa y una ración de aceitunas en aceite de oliva ¿No crees? – Dijo ahora de forma calmada mientras amarraba su jutte a la espalda y suspiraba mirando su anillo del cielo.

Cuando el asesino golpeó la cara de Kiogre notó que esta era especialmente dura. La mano que ya la tenía dolorida de antes le dolía un poco más. Por suerte fue una bofetada y no un puñetazo sino tendría su puño para el arrastre. Murphy miraba algo sorprendido a aquel tipo pero disimulaba el dolor que sentía al haberle golpeado. El hombre de blanco le sonrió y dijo que aquel cerdo no era más que eso, un cerdo y que para dios él no tenía alma.

Esto hizo que Murphy se enfadara un poco, él quería a ese animal, lo que no le había contado es que lo quería para comérselo. Y que en cuanto se descuidase él mismo intentaría llevárselo y después diría que se le había perdido para darse un buen festín. Los planes de Murphy habían sido frustrados y esto hizo que estuviese de mal humor. Luego vio como aquel tipo llamaba por Den Den Mushi a unas personas diciendo que los objetivos estaban listos para ser recogidos y que trajesen tres millones para Murphy. Al oír aquello Murphy sacó una enorme sonrisa, eran tres putos millones, con eso podía comprar muchos cerdos.

Kiogre ofreció su puño para que lo chocara a lo que Murphy aceptó bastante contento. Cuando el asesino fue a chocar su puño lo hizo con bastante suavidad, no quería romperse la mano dando un puñetazo a una plancha de acero que era lo que parecía su cara. Normalmente Murphy chocaba los puños con bastante fuerza pero esto le hizo recapacitar. Kiogre seguía hablando de Pepe, el cerdo, pero Murphy ya se había olvidado de él y solo pensaba en su suculenta recompensa.

- ¿Pepe? ¿Quién es ese, un amigo? Por cierto, ya que hablas de comida, ¿conoces algún asador cercano? Quiero darme una buena cena y beberme un frío refresco a la sombra de una hamaca en algún sitio de este lugar.

Murphy se sentía muy afortunado, viajar hasta aquella maldita isla del infierno había merecido la pena y quizás volvería en otras ocasiones. Solo necesitaba buscar gente con precio a su cabeza por aquel lugar, derrotarlos y cobrar una buena pasta. La tripa de Murphy dio un pequeño rugido y esto hizo que a Murphy se le ocurriese una genial idea. El asesino se puso a cachear al gordo para ver si tenía algo de comida en sus bolsillos. ¡Efectivamente! Aquella maldita bola de sebo tenía un puto bocata de chorizo envuelto en papel de plata. Murphy lo abrió y comprobó que no tuviera nada extraño aparte de comida y lo olió. Dios sabría cuánto tiempo habría estado eso ahí, pero parecía en buen estado. También encontró ciento veinte berries los cuales se guardó disimuladamente haciendo gala de sus juegos de manos. Terminó de quitarle el envoltorio a aquel bocadillo y le dio un bocado. Estaba delicioso y una pequeña lágrima cayó del ojo derecho del asesino. Estaba tan contento que quería compartir su felicidad con los demás así que le ofreció un bocado a su compañero. Lo aceptase o no él seguiría comiendo de aquel bocadillo.

Kiogre escuchó las palabras del súper loco, el cual parecía querer saber dónde había un buen asador. Se había olvidado totalmente de Pepe y eso era lo único importante allí. Sin embargo el pelirrojo había ido a aquella isla por primera vez y no sabía nada. De todas formas si podía hacer feliz a su amigo inventándoselo le podía servir igualmente. – Pues a un kilometro de aquí al Norte hay un asado llamado “La Odisea”. Podrías ir allí. – Dijo engañándole o tratando de hacerlo pero con el fin de hacerle feliz. Lo malo sería cuando lo comprobase por sí mismo. La cruda realidad podía ser así de cruel pero Dios tomaba los caminos más raros y el pelirrojo tan solo cumplía con las órdenes dictadas desde los cielos. Era el profeta del todopoderoso en aquel mundo de piratería. La ley del más fuerte mandaba y por supuesto él lo era.

En pocos momentos se pudo escuchar como un ruido parecido a un motor se acercaba a toda velocidad hacia ellos. Evidentemente en poco tiempo apareció una especie de transporte de cuatro ruedas y cinco asientos. No tenía techo y parecía una especie de moto. En ella había tres tipos vestidos con traje, corbata y gafas de Sol. El que iba en medio tenía el cabello corto y plateado. Éste se quedó mirando a Kiogre y tras un gesto con la mano los otros dos cargaron los cuerpos en una sola plaza, uno sobre el otro. – Agente cincuentaiuno buen trabajo. Dele al cazador su parte y suba. – Aquel hombre le dio al luchador una bolsa y éste se acercó a su amigo estirando la mano y ofreciéndole el dinero. Una vez la cogiera le intentaría estrechar la mano de forma calmada. – Ha sido un placer conocerte mi nuevo mejor amigo. Ahora debo partir. – Una vez dijo aquello sonrió dándose la vuelta y montándose en el vehículo.

En aquel momento aquel transporte se puso en marcha dirigiéndose a la costa. El tipo de cabellos plateados se quedó mirando al soldado del gobierno con una sonrisa calmada. – Bueno pues parece que con éste y con James tienes el acceso al CP5 seguramente. – Una sonrisa se formó en el rostro de Kiogre, el cual ahora se puso a mirar el paisaje de forma calmada y con ambas manos en la nuca. De repente el transporte pasó por al lado de un cerdo que corría por el desierto. El pelirrojo tomó el jutte y al pasar por al lado lo imbuyó en haki armadura golpeándole en la cabeza y dejándolo tirado en el acto. Había sido en nombre de Dios ante todo ya que deseaba un sacrificio. – ¡Eso por huir! ¡Pepe! – Dijo mientras los otros agentes trataban de ignorar sus locuras. Finalmente llegaron al barco y montaron aquel transporte para poner rumbo a la isla judicial. Enies Lobby les estaba esperando y por ello debían darse prisa en llegar.

Amablemente Kiogre le indicó el lugar de un asador a Super Loco lo que hizo se sintiese satisfecho, iba a comer hasta reventar. En poco tiempo se escuchó el ruido de un motor y unos hombres vinieron montados en un vehículo. Cargaron a los malhechores y entregaron una bolsa de dinero a Kiogre. Kiogre le dio el dinero el cual el asesino cogió de buena gana y con una amplia sonrisa, en sus ojos casi se podía ver la comida que imaginaba que iba a comer. El hombre del abrigo blanco le ofreció la mano en símbolo de amistad antes de irse a lo que Murphy la estrechó sin dudarlo.

- Ha sido un placer trabajar contigo aunque más que trabajar ha sido una preciosa distracción. Espero que te asciendan por esto, nos vemos pronto mi nuevo mejor amigo.

Evidentemente Murphy no lo veía como un mejor amigo, para él Kiogre solo era una persona a la que tener algo en cuenta. Le decía nuevo mejor amigo puesto que era lo que aquel hombre quería oír y así Super Loco podría aprovecharse de él en su beneficio sin tener problema alguno. Al principio solo quería juntarse con él para evitar aburrirse y siguiéndole el juego lo había logrado y encima había ganado dinero, además seguro que sería algo más conocido por haber atrapado a aquel tipo gordo. Murphy se dirigió a la dirección que le había indicado Kiogre y para su sorpresa allí no había ningún restaurante, ni siquiera un mísero bar. Solo estaba lleno de casas y casas. Era una zona residencial bastante tranquila y calmada. Esto hizo que Murphy achinara los ojos mostrando una mueca de enojo. Pronto cambio de humor y volvió a estar como siempre. “Algo malo tenía que tener el dia” pensó mientras se dirigía a hablar con una señora que parloteaba con las vecinas.

- Disculpe bella dama, ¿podría indicarme dónde está el restaurante más cercano? Tengo hambre y sed y me he perdido en esta ciudad.

Aquella mujer le indicó que se encontraba a unos 200 metros de uno y esto hizo que Murphy sonriera y fuese directo a darse un atracón. Entró al restaurante y pidió un cochinillo asado para comer.

- Tiene suerte señor, justo me acaban de traer un cochinillo. Es la carne más fresca que probará nunca si espera pacientemente unos minutos.

Murphy asintió pidiendo un refresco gigante para pasar el tiempo y un bol lleno de colines. Adoraba acompañar los refrescos con colines. Pasaron los minutos y el camarero le sirvió el cochinillo. Aquel cerdo tenía un aspecto muy apetecible y Super Loco se relamió y no tardó ni cinco segundos en hincarle el diente. Mientras comía algo carcomía su mente. No sabía por qué aquél cerdo le recodaba a algo. Se quedó mirándolo unos segundos, se encogió de hombros y le dio otro bocado ensañándose especialmente con la parte de los jamones. Sin duda había sido un buen día.