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El día sin duda alguna era precioso. Serían las seis de la tarde y estaba nublado pero sin indicios de lluvia. Aquella isla llena de verde por todos lados era maravillosa salvo porque en ella había demasiados tenryubitos y esclavos. De todas formas no había por qué encontrarse con ellos. El tamaño de aquel archipiélago era inmenso. Podían verse los hermosos árboles altos como edificios en perfecto estado. Las casas construidas de buena forma y también algunos agradables parques por donde la gente paseaba sin preocupaciones. Incluso había mascotas paseando libremente por los prados. Parecía un sitio precioso para vivir. De hecho las personas parecían felices pues solo cuando los asquerosos tenryubitos aparecían se formaban los peligros. Esos cabrones no merecían otra cosa que la muerte y quizás un destino peor. Por desgracia si tocabas a uno venía un almirante y te despedías.
En ese momento se pudo ver a una persona caminar por una zona cercana a una fuente. Todo el suelo era verde recubierto de hierbas. Dicha persona medía dos metros. Sus cabellos estaban rapados al dos al menos y eran de un tono rojo intenso. Portaba unas gafas de Sol bastante limpias y relucientes. Vestía con un precioso abrigo blanco que le llegaba hasta las rodillas. Por dentro portaba su camisa azul y una corbata. En sus pies se podían ver unos zapatos elegantes. En su espalda llevaba amarrado un jutte de acero. En su mano derecha portaba un anillo extraño. Este hombre se trataba de Kiogre Kergo, conocido como el agente cincuentaiuno. Había ascendido al rango de CP5 tras haber capturado al bate blanco en Arabasta. Habían pasado pocos días desde aquello.
Ahora estaba allí debido a que su buen amigo el súper loco Murphy le había mandado una carta para que fueran juntos a la isla. Había una redada revolucionaria incordiando y lo único que se sabía es que había tipos con recompensa interesante. El pelirrojo ahora buscaba tipos con precios superiores a los cincuenta millones para poder ascender el grado seis. Dios le había mencionado que debía ascender más para poder desarrollar su palabra con más potencia. Sin duda aquel hombre de piel oscura, pelo afro y anillos dorados merecía todo el respeto del mundo. Kiogre no tardó en sentarse en un banco rojizo y mostró una expresión calmada esperando a que apareciera su amigo. Estaba justo en el sitio acordado “Parque Monotroncolis” un nombre extraño pero fácil de distinguir aunque no de recordar. De todas formas el agente especial del gobierno estaba listo para lo que hiciese falta. Ahora empezó a silbar tranquilamente.
En ese momento se pudo ver a una persona caminar por una zona cercana a una fuente. Todo el suelo era verde recubierto de hierbas. Dicha persona medía dos metros. Sus cabellos estaban rapados al dos al menos y eran de un tono rojo intenso. Portaba unas gafas de Sol bastante limpias y relucientes. Vestía con un precioso abrigo blanco que le llegaba hasta las rodillas. Por dentro portaba su camisa azul y una corbata. En sus pies se podían ver unos zapatos elegantes. En su espalda llevaba amarrado un jutte de acero. En su mano derecha portaba un anillo extraño. Este hombre se trataba de Kiogre Kergo, conocido como el agente cincuentaiuno. Había ascendido al rango de CP5 tras haber capturado al bate blanco en Arabasta. Habían pasado pocos días desde aquello.
Ahora estaba allí debido a que su buen amigo el súper loco Murphy le había mandado una carta para que fueran juntos a la isla. Había una redada revolucionaria incordiando y lo único que se sabía es que había tipos con recompensa interesante. El pelirrojo ahora buscaba tipos con precios superiores a los cincuenta millones para poder ascender el grado seis. Dios le había mencionado que debía ascender más para poder desarrollar su palabra con más potencia. Sin duda aquel hombre de piel oscura, pelo afro y anillos dorados merecía todo el respeto del mundo. Kiogre no tardó en sentarse en un banco rojizo y mostró una expresión calmada esperando a que apareciera su amigo. Estaba justo en el sitio acordado “Parque Monotroncolis” un nombre extraño pero fácil de distinguir aunque no de recordar. De todas formas el agente especial del gobierno estaba listo para lo que hiciese falta. Ahora empezó a silbar tranquilamente.
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Super Loco ya había llegado a aquella isla el tiempo estaba nublado y la ciudad parecía un lugar tranquilo donde poder vivir la vida. Aunque para Super Loco ese lugar probablemente sería aburrido. Ya le habían advertido sobre los tenryubitos y sus esclavos. Más le valía al asesino no golpear a ninguno de estos o se metería en problemas. Había estado caminando por aquellas calles sin ningún incidente, la gente parecía bastante calmada y no se le veía hostil. Para suerte del asesino no se había topado con ningún gordo. Estaba buscando el lugar donde había quedado con su amigo Kiogre el cual probablemente ya estaría allí esperándolo así que se apresuró a buscarlo.
Llevaba ya diez minutos buscando por todas partes hasta que encontró el lugar. “Parque Monotroncolis”, era allí, por fin lo había encontrado. Entró y echó un vistazo general a todo su alrededor. Vio que Kiogre le esperaba sentado en un banco rojizo y fue a saludar.
¡Ey! ¿Qué tal mejor amigo? ¿Listo para patear los traseros de más de un revolucionario? Hacía tiempo que no nos veíamos, desde Arabasta. Este lugar es algo más fresco y muy calmado. Tengo una pregunta más, ¿qué sabes de los tenryubitos? Me han dicho que no les debo pegar, ¿sabes tú el por qué? Me aburro, vayamos a por revos, vamos vamos, vamos, vamos, vamos…
Tras esto Murphy se daría la vuelta y se marcharía fuera de ese parque esperando que Kiogre lo siguiese. Andaría muy lentamente y se giraría de vez en cuando para ver si este le seguía o no. Si no lo hiciese Murphy volvería para hablar de nuevo con él y alentarlo a que lo siga.
Llevaba ya diez minutos buscando por todas partes hasta que encontró el lugar. “Parque Monotroncolis”, era allí, por fin lo había encontrado. Entró y echó un vistazo general a todo su alrededor. Vio que Kiogre le esperaba sentado en un banco rojizo y fue a saludar.
¡Ey! ¿Qué tal mejor amigo? ¿Listo para patear los traseros de más de un revolucionario? Hacía tiempo que no nos veíamos, desde Arabasta. Este lugar es algo más fresco y muy calmado. Tengo una pregunta más, ¿qué sabes de los tenryubitos? Me han dicho que no les debo pegar, ¿sabes tú el por qué? Me aburro, vayamos a por revos, vamos vamos, vamos, vamos, vamos…
Tras esto Murphy se daría la vuelta y se marcharía fuera de ese parque esperando que Kiogre lo siguiese. Andaría muy lentamente y se giraría de vez en cuando para ver si este le seguía o no. Si no lo hiciese Murphy volvería para hablar de nuevo con él y alentarlo a que lo siga.
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El caballero continuaba allí sentado mirando cómo la gente iba de un lado a otro a hacer sus cosas. Se estaba aburriendo un poco pero el muy listo se pudo a pensar en otras cosas para distraerse. Cuando era un extorsionador y mafioso llevaba una vida un poco más gamberra. Pero Dios le había elegido y ahora era un agente del servicio de inteligencia conocido como Cipher Pol. Estaba realmente orgulloso de hecho y podía hacer el bien desde aquella posición. Era uno de los pocos que no abusaban de su poder pues nadie haría daño a un hombre al servicio de Dios ni él a ellos. Bueno a los revolucionarios, piratas o criminales claro que pensaba hacerlo. Sin embargo no había hasta que su amigo apareciese y le indicara dónde se hallaban aquellos capullos indeseables.
Pasaron unos minutos y el pelirrojo observaba el cielo con los ojos cerrados y la boca abierta. Las moscas acechaban a ver si podían entrar pero el astuto CP planeaba aquello, estaba dedicándose a cazarlas. Ya llevaba unas doce eliminadas y planeaba continuar con aquel ejercicio estricto. Dios se lo recomendó en su última visita con él y de paso acababa con aquellos seres del averno. Estaba muy cómodo a decir verdad, de hecho si el cazador continuaba tardando iba a dormirse. De repente sintió una voz familiar y abrió los ojos para después mirar al frente, era Hank. Mostró una sonrisa muy amplia al verlo y ahora empezó a reír mientras escuchaba sus palabras. El patear traseros revolucionarios le ponía feliz sin duda alguna y más con su mejor amigo.
Cuando el loco le habló sobre los tenryubitos y qué sabía de ellos no pudo evitar relamerse despacio y colocarse en pie. Se puso a andar con él mientras trataba de explicárselo de forma calmada y tranquila. – Esos cabrones son nobles conocidos como los dragones celestiales. Tienen tanto dinero y su fama es tan grande que son los amos del mundo. Tienen miles de esclavos y piensan que son Dioses. Están protegidos por el gobierno e insultar, golpear o matar a uno es muerte, amigo. De hecho si ellos quieren pueden ordenarte ser su esclavo. – Una vez le dijo aquello continuó andando a su lado con una expresión normal. La gente continuaba haciendo sus cosas y todos parecían bastante felices. El pelirrojo ahora esperaba que su compañero le dijese lo que sabía. – Ahora he ascendido un puesto hehehe. Bueno ¿Dónde dices que están esos capullos? – Dijo de forma amable mientras le observaba.
Pasaron unos minutos y el pelirrojo observaba el cielo con los ojos cerrados y la boca abierta. Las moscas acechaban a ver si podían entrar pero el astuto CP planeaba aquello, estaba dedicándose a cazarlas. Ya llevaba unas doce eliminadas y planeaba continuar con aquel ejercicio estricto. Dios se lo recomendó en su última visita con él y de paso acababa con aquellos seres del averno. Estaba muy cómodo a decir verdad, de hecho si el cazador continuaba tardando iba a dormirse. De repente sintió una voz familiar y abrió los ojos para después mirar al frente, era Hank. Mostró una sonrisa muy amplia al verlo y ahora empezó a reír mientras escuchaba sus palabras. El patear traseros revolucionarios le ponía feliz sin duda alguna y más con su mejor amigo.
Cuando el loco le habló sobre los tenryubitos y qué sabía de ellos no pudo evitar relamerse despacio y colocarse en pie. Se puso a andar con él mientras trataba de explicárselo de forma calmada y tranquila. – Esos cabrones son nobles conocidos como los dragones celestiales. Tienen tanto dinero y su fama es tan grande que son los amos del mundo. Tienen miles de esclavos y piensan que son Dioses. Están protegidos por el gobierno e insultar, golpear o matar a uno es muerte, amigo. De hecho si ellos quieren pueden ordenarte ser su esclavo. – Una vez le dijo aquello continuó andando a su lado con una expresión normal. La gente continuaba haciendo sus cosas y todos parecían bastante felices. El pelirrojo ahora esperaba que su compañero le dijese lo que sabía. – Ahora he ascendido un puesto hehehe. Bueno ¿Dónde dices que están esos capullos? – Dijo de forma amable mientras le observaba.
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Aquel enorme hombre reía y parecía divertirse con Murphy. Mientras caminaban le explicaba la situación con los Tenryubitos. A Murphy no le estaban gustando nada y eso que todavía no había conocido a ninguno. Kiogre le advirtió que meterse con ellos conllevaba la muerte y el asesino no pudo evitar mostrar una cara de odio mientras apretaba sus puños. “Tendré que contenerme como nunca lo he hecho o nunca podré cumplir mi sueño” pensó el asesino. Aquellos tipos parecían muy mala gente y lo último que Murphy querría era encontrarse con alguno en aquel maravilloso día o lo estropearía.
Kiogre le dijo que había ascendido a lo que Murphy le dio un par de palmadas en la espalda felicitándolo. - Muy bien hecho amigo mío, debes seguir subiendo y hacerte más y más fuerte. Así harás que me sienta orgulloso de ti. En cuanto al paradero de esos bastardos… No sé mucho pero se habla que suelen frecuentar un bar llamado “La herradura de plata”.
Era un bar un tanto especial pues era bastante frecuentado por tenryubitos y era extraño que aquellos revos acudiesen a aquel bar si estaba plagado de aquellos energúmenos. Sin lugar a dudas iba a ser una misión difícil de lograr pues tenían dos bandos enemigos a los que tener en cuenta. Por un lado a los revos, a los cuales debían atrapar y por otro a los tenryubitos, con los que tendrían que andarse con cuidado o acabarían en la cárcel o lo que es peor, muertos. Los escenarios posibles se ideaban en la mente del asesino e intentaba buscar una manera diferente de huir de todos y cada uno de ellos. El mejor de los casos era sacar a los revos y darles una paliza o que los tenryubitos se enfadasen con ellos y los mandasen ejecutar, pero entonces no tendrían recompensa. Murphy no paraba de darle vueltas y vueltas a la cabeza. Aquellos tenryubitos iban a darle más por saco del que esperaba y eso hacía que Murphy se cabrease un poco. Necesitaba golpear a alguien y rápido, así que aceleró la marcha en dirección al bar.
- ¿Alguna idea de cómo sacarlos del bar sin incidentes Kiogre?
Kiogre le dijo que había ascendido a lo que Murphy le dio un par de palmadas en la espalda felicitándolo. - Muy bien hecho amigo mío, debes seguir subiendo y hacerte más y más fuerte. Así harás que me sienta orgulloso de ti. En cuanto al paradero de esos bastardos… No sé mucho pero se habla que suelen frecuentar un bar llamado “La herradura de plata”.
Era un bar un tanto especial pues era bastante frecuentado por tenryubitos y era extraño que aquellos revos acudiesen a aquel bar si estaba plagado de aquellos energúmenos. Sin lugar a dudas iba a ser una misión difícil de lograr pues tenían dos bandos enemigos a los que tener en cuenta. Por un lado a los revos, a los cuales debían atrapar y por otro a los tenryubitos, con los que tendrían que andarse con cuidado o acabarían en la cárcel o lo que es peor, muertos. Los escenarios posibles se ideaban en la mente del asesino e intentaba buscar una manera diferente de huir de todos y cada uno de ellos. El mejor de los casos era sacar a los revos y darles una paliza o que los tenryubitos se enfadasen con ellos y los mandasen ejecutar, pero entonces no tendrían recompensa. Murphy no paraba de darle vueltas y vueltas a la cabeza. Aquellos tenryubitos iban a darle más por saco del que esperaba y eso hacía que Murphy se cabrease un poco. Necesitaba golpear a alguien y rápido, así que aceleró la marcha en dirección al bar.
- ¿Alguna idea de cómo sacarlos del bar sin incidentes Kiogre?
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Cuando el cazador dijo como se llamaba el bar, el pelirrojo sonrió de lado mientras recibía aquellas palmadas en la espalda. Nada más hablar de aquellos cabrones y debían de ir a un sitio lleno de ellos. Se estaba empezando a emocionar más de la cuenta pues aquello era correr peligro. Iba a tener que hacer gala de sus habilidades para sacar a los cabrones de aquel sitio. El plan ya lo tenía en mente pues su gran amigo Dios ya se lo había brindado con facilidad. Si aquel sitio estaba lleno de revolucionarios acechando a los dragones celestiales, podía hacer una cosa muy divertida para conseguir su objetivo. Una sonrisa siniestra se había formado en su rostro y todo.
No tardaron mucho en llegar a aquel bar y entonces escuchó las palabras de su compañero. El agente del gobierno no pudo evitar mostrar una sonrisa amplia. – Yo los sacaré ahora mismo, reviéntalos cuando salgan. Si es posible véndeles aceitunas en aceite de tucán azul. – Dijo aquello con bastante seriedad para después entrar derribando la puerta y con su jutte en la mano. Todo estaba lleno de tenryubitos que lo miraban de forma sádica. Pero también de tipos normales. No quería liarla pero había una solución para que no le dijesen nada raro. – Le he pegado a un dragón celestial… ¡Un almirante está de camino! – Más de diez tíos se levantaron al momento dando gritos y corriendo hacia la salida.
Los idiotas habían picado y entonces allí estaría el súper loco. De hecho ahora los nobles le miraron de forma seria y enseguida sonrió. – Agente del gobierno, altezas. Ya están a salvo, eran criminales. Ahora me ocuparé de ellos, tengan un buen día, mis lores… – Hizo una leve reverencia y se retiró. Pudo notar miradas de aprobación y otras un tanto extrañas pero salió de inmediato y pudo ver como aquellos capullos trataban de huir también de su amigo. Entonces fue cuando soltó una leve carcajada y se quedó mirando el panorama. Había tipos chillando y corriendo por todos lados. – ¡Viene un almirante! ¡Corred joder! ¡Avisen a los generales de la revolución! – El pelirrojo de repente le entró la risa tonta y en lugar de ponerse a cazar empezó a descojonarse de ellos señalándolos. Le empezó a doler incluso la barriga mientras los veía correr como cabras en celo.
No tardaron mucho en llegar a aquel bar y entonces escuchó las palabras de su compañero. El agente del gobierno no pudo evitar mostrar una sonrisa amplia. – Yo los sacaré ahora mismo, reviéntalos cuando salgan. Si es posible véndeles aceitunas en aceite de tucán azul. – Dijo aquello con bastante seriedad para después entrar derribando la puerta y con su jutte en la mano. Todo estaba lleno de tenryubitos que lo miraban de forma sádica. Pero también de tipos normales. No quería liarla pero había una solución para que no le dijesen nada raro. – Le he pegado a un dragón celestial… ¡Un almirante está de camino! – Más de diez tíos se levantaron al momento dando gritos y corriendo hacia la salida.
Los idiotas habían picado y entonces allí estaría el súper loco. De hecho ahora los nobles le miraron de forma seria y enseguida sonrió. – Agente del gobierno, altezas. Ya están a salvo, eran criminales. Ahora me ocuparé de ellos, tengan un buen día, mis lores… – Hizo una leve reverencia y se retiró. Pudo notar miradas de aprobación y otras un tanto extrañas pero salió de inmediato y pudo ver como aquellos capullos trataban de huir también de su amigo. Entonces fue cuando soltó una leve carcajada y se quedó mirando el panorama. Había tipos chillando y corriendo por todos lados. – ¡Viene un almirante! ¡Corred joder! ¡Avisen a los generales de la revolución! – El pelirrojo de repente le entró la risa tonta y en lugar de ponerse a cazar empezó a descojonarse de ellos señalándolos. Le empezó a doler incluso la barriga mientras los veía correr como cabras en celo.
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Ya estaban frente al bar, tenía una bonita puerta de madera con grabados de enredaderas y flores. El marco era de caoba de la mejor calidad y las bisagras parecían chapadas en oro. Una puerta preciosa, sin duda. La fachada del bar era blanca y las ventanas de cristal tenían unas cortinas del más fino corte que se podían ver desde fuera. El ambiente parecía bastante lujoso y a Super Loco ya le estaban entrado los nervios por entrar en aquel sitio plagado de tenryubitos. Por suerte a su buen amigo Kiogre se le había ocurrido una genial idea o eso decía él. El asesino siguió las instrucciones de su amigo y esperó fuera a que saliesen los revolucionarios. “¿Cómo piensa sacar de ahí a esos revos?” pensó mientras vigilaba la puerta un par de metros más atrás.
Entonces el loco del CP derribó la puerta, la mandíbula de Murphy casi se desencaja al ver la escena. “¡Ese loco va a hacer que nos maten! Mierda, mierda, mierda.” Entonces el de azul pudo ver como una decena de hombres se agolpaban en la puerta para salir con la cara blanca, algunos salían llorando e incluso moqueaban. El asesino aprovechó la situación y conforme salían iba repartiendo puñetazos en la cara a diestro y siniestro, logró alcanzar a seis de ellos, sin embargo el resto salieron corriendo pero más que huir lo que hacían era correr de un lado para otro sin saber muy bien hacia donde huir. Entonces Super Loco escuchó unas palabras provenientes de varios de ellos. “¡Que viene un Almirante, corred joder!” Esto hizo que Murphy se asustara, quizás estaba golpeando a los hombres equivocados, entonces se unió a ellos corriendo de un lado a otro, los agarraba de la ropa y los tiraba al suelo haciéndolos a un lado pues estaban en su camino.
- ¡Maldita sea! Un puto almirante, juro que no hice nada, lo juro.
Murphy seguía corriendo de un lado a otro como un loco agitando los brazos y golpeando a todo aquel que se interponía en su camino que casualmente eran los revos. Al igual que ellos no sabía muy bien por donde huir y ya estaban todos en el suelo quejándose de sus heridas excepto uno que decidió por donde iba a huir. Corrió un par de metros hasta que algo le agarró de las piernas. Era Murphy el cual lo sujetaba con fuerza sin soltarlo.
- No me dejes solo con ese almirante, llévame contigo.
Aquel tipo le dio un puñetazo a Murphy en la cabeza lo que hizo que este le mordiese la pierna. El hombre se tiró al suelo y daba vueltas en él mientras se agarraba la pierna en la que le había mordido. Murphy se puso en pie y escupió un trozo de tela que le había arrancado a aquel hombre del pantalón. Fue hasta ponerse frente a Kiogre el cual estaba descojonándose.
- ¿Es que no lo oíste? Viene un puto almirante, tenemos que huir hacia la puesta de sol compañero, tú y yo solos. Seremos forajidos, me oyes, ¡FORAJIDOS!
Entonces el loco del CP derribó la puerta, la mandíbula de Murphy casi se desencaja al ver la escena. “¡Ese loco va a hacer que nos maten! Mierda, mierda, mierda.” Entonces el de azul pudo ver como una decena de hombres se agolpaban en la puerta para salir con la cara blanca, algunos salían llorando e incluso moqueaban. El asesino aprovechó la situación y conforme salían iba repartiendo puñetazos en la cara a diestro y siniestro, logró alcanzar a seis de ellos, sin embargo el resto salieron corriendo pero más que huir lo que hacían era correr de un lado para otro sin saber muy bien hacia donde huir. Entonces Super Loco escuchó unas palabras provenientes de varios de ellos. “¡Que viene un Almirante, corred joder!” Esto hizo que Murphy se asustara, quizás estaba golpeando a los hombres equivocados, entonces se unió a ellos corriendo de un lado a otro, los agarraba de la ropa y los tiraba al suelo haciéndolos a un lado pues estaban en su camino.
- ¡Maldita sea! Un puto almirante, juro que no hice nada, lo juro.
Murphy seguía corriendo de un lado a otro como un loco agitando los brazos y golpeando a todo aquel que se interponía en su camino que casualmente eran los revos. Al igual que ellos no sabía muy bien por donde huir y ya estaban todos en el suelo quejándose de sus heridas excepto uno que decidió por donde iba a huir. Corrió un par de metros hasta que algo le agarró de las piernas. Era Murphy el cual lo sujetaba con fuerza sin soltarlo.
- No me dejes solo con ese almirante, llévame contigo.
Aquel tipo le dio un puñetazo a Murphy en la cabeza lo que hizo que este le mordiese la pierna. El hombre se tiró al suelo y daba vueltas en él mientras se agarraba la pierna en la que le había mordido. Murphy se puso en pie y escupió un trozo de tela que le había arrancado a aquel hombre del pantalón. Fue hasta ponerse frente a Kiogre el cual estaba descojonándose.
- ¿Es que no lo oíste? Viene un puto almirante, tenemos que huir hacia la puesta de sol compañero, tú y yo solos. Seremos forajidos, me oyes, ¡FORAJIDOS!
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El pelirrojo continuaba riéndose sin parar viendo todo lo que estaba pasando. Incluso su amigo se había creído su pequeño engaño. Pudo ver la impresionante escena de cómo se liaba a golpes con los revolucionarios e incluso le mordía la pierna a alguno. Era un impresionante espectáculo muy bonito de ver. Empezó a buscar con la mirada dónde podía haber palomitas para divertirse mucho más pero no había. La verdad es que incluso los ciudadanos inocentes empezaron a correr recogiendo a sus hijos. Era impresionante el miedo que le tenían a los marines de aquel rango. Él no los conocía pero si servían a la justicia no debían ser tan malos en cuanto a esos temas. Si eran canallas encima, estaría convencido de que él mismo debería cumplir la palabra de Dios por su cuenta y en solitario.
Todo estaba resultando ser muy divertido y por ello continuó riéndose sin poder evitarlo. Si alguien no le paraba podía llegar a morirse de un ataque de risa. Entonces fue cuando se acercó su socio cazador y empezó a decir algo de una puerta del Sol. Tal vez se refería a la de la justicia, entonces lo entendería. De todas formas no tardó mucho en soltar un leve suspiro mientras le observaba. – No hay almirante que venga, fue una mentira. De hecho si viniese uno no habría problema, soy del gobierno y tú un cazador. – Dijo aquello sonriendo de forma divertida para después volver la mirada a todo aquel atajo de idiotas que corría dispersado. La verdad es que no había pensado que todo aquello saliese también pero ahora que estaba todo bajo control, era el momento de liarse a cazar. Había conejos suficientes en el terreno de caza.
En ese momento un tipo comenzó a acercarse a ellos de forma seria. – Hijo puta, si te has inventado eso vas a morir. Ya casi tenía al noble de la barbilla ladeada en la mira de mi arma. – Cuando dijo aquello sacó un arco y se puso serio. Era un hombre de melena azulada y ojos rojizos. Además vestía con una armadura roja y parecía ser un tipo chungo. El CP5 le miró mientras agarraba con fuerza su jutte y miraba a aquel tipo de forma seria. – ¡Hank este es mío! Puedes derrotar a todos los demás, seguro que alguno vale mucho. Este cabrón de ochenta millones es todo mío. – Ese tipo era Riper “El neo tirador”. Un revolucionario que al parecer valía ese precio y además era un tipo serio y con ansias asesinas por los nobles. No era algo que al luchador le desagradase pero era un crimen y debía de evitarlo a cualquier coste.
Todo estaba resultando ser muy divertido y por ello continuó riéndose sin poder evitarlo. Si alguien no le paraba podía llegar a morirse de un ataque de risa. Entonces fue cuando se acercó su socio cazador y empezó a decir algo de una puerta del Sol. Tal vez se refería a la de la justicia, entonces lo entendería. De todas formas no tardó mucho en soltar un leve suspiro mientras le observaba. – No hay almirante que venga, fue una mentira. De hecho si viniese uno no habría problema, soy del gobierno y tú un cazador. – Dijo aquello sonriendo de forma divertida para después volver la mirada a todo aquel atajo de idiotas que corría dispersado. La verdad es que no había pensado que todo aquello saliese también pero ahora que estaba todo bajo control, era el momento de liarse a cazar. Había conejos suficientes en el terreno de caza.
En ese momento un tipo comenzó a acercarse a ellos de forma seria. – Hijo puta, si te has inventado eso vas a morir. Ya casi tenía al noble de la barbilla ladeada en la mira de mi arma. – Cuando dijo aquello sacó un arco y se puso serio. Era un hombre de melena azulada y ojos rojizos. Además vestía con una armadura roja y parecía ser un tipo chungo. El CP5 le miró mientras agarraba con fuerza su jutte y miraba a aquel tipo de forma seria. – ¡Hank este es mío! Puedes derrotar a todos los demás, seguro que alguno vale mucho. Este cabrón de ochenta millones es todo mío. – Ese tipo era Riper “El neo tirador”. Un revolucionario que al parecer valía ese precio y además era un tipo serio y con ansias asesinas por los nobles. No era algo que al luchador le desagradase pero era un crimen y debía de evitarlo a cualquier coste.
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El hombre del CP tranquilizó a Murphy diciéndole que todo era una treta para que los revolucionarios salieran. También le dijo que no importaba que se asustase pues Kiogre era del gobierno y Murphy un cazador así que si no había hecho nada malo son tendrían por qué tener miedo. Esto hizo que Super Loco estuviese algo más tranquilo. Entonces los revos escucharon su conversación y estaban algo molestos con ellos. La función había acabado y las caras de aquellos hombres parecían dar miedo. Un hombre de melena azulada y armadura roja insultó a Kiogre, a su amado Kiogre, esto hizo que la sangre de Hank hirviera. Justa estaba a punto de lanzarse a por él cuando Kiogre dijo que se lo pedía.
- De acuerdo amigo, todo tuyo, yo me encargaré del resto que son más.
La mirada de Murphy se tornó algo sádica y cuatro revolucionarios lograron escapar, en cambio cinco de ellos aún permanecían allí buscando algo de pelea, los que huyeron tenía poco precio por su cabeza y apenas merecía la pena cazarlos sin embargo uno de los que se quedaron tenía un buen precio y esto hizo que Murphy se relamiera.
- Veamos… Así que ustedes serán mis oponentes… Cinco… Seis… Cinco… Nueve… Y cincuenta y cinco… Sus precios por sus cabezas harán que me haga más y más rico. Jajajajajaja. ¡Tú! ¡Rubiales! Si no te importa esperar un poco en seguida me pondré contigo en cuanto termine con tus otros cuatro amigos.
Había cuatro personas que apenas tenían media hostia a parte de la que ya les había repartido Murphy al principio, sus recompensas eran de 5, 5, 6 y 9 millones cada uno excepto uno que permanecía de pie con los brazos cruzados. Tenía el pelo rubio y miraba a Murphy con aires de superioridad, aquel tipo valía 40 millones y probablemente no sería fácil de atrapar.
- No te preocupes viejo, no me interpondré entre tú y mis hombres, si los derrotas tendrás el honor de luchar contra mí, “Hank el Hermoso”.
Aquel revo tenía el mismo nombre que Hank y que le apodasen “El Hermoso” solo hacía que el asesino tuviera más y más ganas de partirle la boca. Los secuaces atacaron y lo rodearon, uno lo agarró por la espalda al cual Murphy lo lanzó por encima suya contra otro de esos mindundis. Los dos cayeron al suelo y los otros dos sacaron una navaja cada uno. Fueron a por el asesino y les dio una patada en la mano haciendo que uno soltase la navaja, el otro esquivó la patada y le hizo un corte en el hombro no muy profundo. Murphy sacó sus puñales y se abalanzó sobre el tipo de la navaja clavándole éste la navaja en el muslo. Murphy le había trinchado como a un pavo y aquel tipo sangraba por un costado mientras gritaba. Murphy se puso en pie y acuchilló uno tras otro al resto de oponentes los cuales corrían hacia él sin armas para sujetarle. En un momento los cuatro estaban en el suelo quejándose de sus heridas y sangrando.
- Estoy listo rubito. Veamos que puedes hacer.
- De acuerdo amigo, todo tuyo, yo me encargaré del resto que son más.
La mirada de Murphy se tornó algo sádica y cuatro revolucionarios lograron escapar, en cambio cinco de ellos aún permanecían allí buscando algo de pelea, los que huyeron tenía poco precio por su cabeza y apenas merecía la pena cazarlos sin embargo uno de los que se quedaron tenía un buen precio y esto hizo que Murphy se relamiera.
- Veamos… Así que ustedes serán mis oponentes… Cinco… Seis… Cinco… Nueve… Y cincuenta y cinco… Sus precios por sus cabezas harán que me haga más y más rico. Jajajajajaja. ¡Tú! ¡Rubiales! Si no te importa esperar un poco en seguida me pondré contigo en cuanto termine con tus otros cuatro amigos.
Había cuatro personas que apenas tenían media hostia a parte de la que ya les había repartido Murphy al principio, sus recompensas eran de 5, 5, 6 y 9 millones cada uno excepto uno que permanecía de pie con los brazos cruzados. Tenía el pelo rubio y miraba a Murphy con aires de superioridad, aquel tipo valía 40 millones y probablemente no sería fácil de atrapar.
- No te preocupes viejo, no me interpondré entre tú y mis hombres, si los derrotas tendrás el honor de luchar contra mí, “Hank el Hermoso”.
Aquel revo tenía el mismo nombre que Hank y que le apodasen “El Hermoso” solo hacía que el asesino tuviera más y más ganas de partirle la boca. Los secuaces atacaron y lo rodearon, uno lo agarró por la espalda al cual Murphy lo lanzó por encima suya contra otro de esos mindundis. Los dos cayeron al suelo y los otros dos sacaron una navaja cada uno. Fueron a por el asesino y les dio una patada en la mano haciendo que uno soltase la navaja, el otro esquivó la patada y le hizo un corte en el hombro no muy profundo. Murphy sacó sus puñales y se abalanzó sobre el tipo de la navaja clavándole éste la navaja en el muslo. Murphy le había trinchado como a un pavo y aquel tipo sangraba por un costado mientras gritaba. Murphy se puso en pie y acuchilló uno tras otro al resto de oponentes los cuales corrían hacia él sin armas para sujetarle. En un momento los cuatro estaban en el suelo quejándose de sus heridas y sangrando.
- Estoy listo rubito. Veamos que puedes hacer.
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El pelirrojo observaba despacio a su presa con el ceño frunció. Aquel tipo iba a ser bastante duro y precisamente por aquella jodida armadura que portaba con él. La situación estaba siendo muy complicada. Realmente el agente cincuentaiuno tenía un combate de los más difíciles de todos. Un hombre con dicho precio por su cabeza no debía de ser malo y que manejase un arma de larga y media distancia indicaba mortalidad. Debía de estar pegado a él en todo momento y no alejarse ni un segundo. Así no le daría tregua a aquel delincuente de cabellera azulada y mirada salvaje. Por desgracia no le valía para un ascenso directo pero sí para ganar la mitad a uno. De hecho era un cuarto de lo requerido para el grado siete. Una sonrisa se formó en su rostro y en ese momento se relamió despacio. Era el momento de darlo todo y divertirse como nunca.
De reojo pudo ver como su amigo, el cual le había intentado ayudar, ahora peleaba con los demás. Una sonrisa mucho más amplia se mostro en el luchador que ahora vio como un rubio se disponía a pelear con su compadre. – ¡No dejes que ese idiota te derrote! ¡Animo Murphy! – Nada más decir aquello sintió un impacto en la cara y salió despedido hacia atrás con fuerza. Notó como la sangre salía de su mejilla y ahora vio que las flechas eran de punta redonda. Sin embargo la había potenciado con energía de choque al parecer. Se puso en pie observando al tirador y comenzó a mover el jutte de un lado a otro mientras ponía un gesto serio. – ¡No pienso dejarme abatir! – Se desplazó hacia aquel idiota lanzándole un tremendo golpe que pos desgracia dio en la armadura. No le hizo nada y se llevó una patada en las costillas.
Por suerte se había imaginado algo así y gracias a su haki armadura había amenizado los daños. Ahora estiró el puño derecho impactando en la cara de aquel tipo y tirándolo al suelo. El revolucionario se puso en pie soltando una carcajada para después cargar dos jodidas flechas al mismo tiempo. Estas si tenían punta y brillaban en un aura blanca. Por lo que el pelirrojo pudo predecir se trataban de flechas con energía de choque para hacerlas potentes. Era el momento de ponerse serios y en ese momento el agente del gobierno entrecerró los ojos despacio. – ¡Llamas del cielo! – Sus brazos comenzaron a arder de repente en unas flamas naranjas que no le quemaban mientras que las venas de su frente se marcaban. Estaba listo para continuar la diversión contra aquel payaso. No iba a dejar que ese idiota le venciese.
De repente sonrió de lado mirando a su presa a los ojos. – Soru… – A una increíble velocidad de veinte metros por segundo, el agente se desplazó hasta la espalda de aquel tipo. El peliazul se dio la vuelta rápidamente lanzándole una patada pero volvió a moverse a una tremenda velocidad mientras daba vueltas alrededor del tirador. – ¡Esta es la velocidad de Dios! – De un puñetazo ardiente lo lanzó contra un árbol, provocando que la corteza se agrietase. El tipo cayó al suelo escupiendo sangre pero después se puso en pie mientras sonreía. – ¡No hemos acabado! – Dijo ahora al mismo tiempo que apuntaba al luchador con tres flechas cargadas en el mismo arco y disparaba. El CP se quedó quieto frunciendo el ceño. – ¡Tekkai! – Gritó al mismo tiempo que los proyectiles rebotaban en su cuerpo al tener este la textura del hierro. – ¡En ese caso te haré morder el polvo! – De nuevo se desplazó a aquella temible velocidad hacia su objetivo.
De reojo pudo ver como su amigo, el cual le había intentado ayudar, ahora peleaba con los demás. Una sonrisa mucho más amplia se mostro en el luchador que ahora vio como un rubio se disponía a pelear con su compadre. – ¡No dejes que ese idiota te derrote! ¡Animo Murphy! – Nada más decir aquello sintió un impacto en la cara y salió despedido hacia atrás con fuerza. Notó como la sangre salía de su mejilla y ahora vio que las flechas eran de punta redonda. Sin embargo la había potenciado con energía de choque al parecer. Se puso en pie observando al tirador y comenzó a mover el jutte de un lado a otro mientras ponía un gesto serio. – ¡No pienso dejarme abatir! – Se desplazó hacia aquel idiota lanzándole un tremendo golpe que pos desgracia dio en la armadura. No le hizo nada y se llevó una patada en las costillas.
Por suerte se había imaginado algo así y gracias a su haki armadura había amenizado los daños. Ahora estiró el puño derecho impactando en la cara de aquel tipo y tirándolo al suelo. El revolucionario se puso en pie soltando una carcajada para después cargar dos jodidas flechas al mismo tiempo. Estas si tenían punta y brillaban en un aura blanca. Por lo que el pelirrojo pudo predecir se trataban de flechas con energía de choque para hacerlas potentes. Era el momento de ponerse serios y en ese momento el agente del gobierno entrecerró los ojos despacio. – ¡Llamas del cielo! – Sus brazos comenzaron a arder de repente en unas flamas naranjas que no le quemaban mientras que las venas de su frente se marcaban. Estaba listo para continuar la diversión contra aquel payaso. No iba a dejar que ese idiota le venciese.
De repente sonrió de lado mirando a su presa a los ojos. – Soru… – A una increíble velocidad de veinte metros por segundo, el agente se desplazó hasta la espalda de aquel tipo. El peliazul se dio la vuelta rápidamente lanzándole una patada pero volvió a moverse a una tremenda velocidad mientras daba vueltas alrededor del tirador. – ¡Esta es la velocidad de Dios! – De un puñetazo ardiente lo lanzó contra un árbol, provocando que la corteza se agrietase. El tipo cayó al suelo escupiendo sangre pero después se puso en pie mientras sonreía. – ¡No hemos acabado! – Dijo ahora al mismo tiempo que apuntaba al luchador con tres flechas cargadas en el mismo arco y disparaba. El CP se quedó quieto frunciendo el ceño. – ¡Tekkai! – Gritó al mismo tiempo que los proyectiles rebotaban en su cuerpo al tener este la textura del hierro. – ¡En ese caso te haré morder el polvo! – De nuevo se desplazó a aquella temible velocidad hacia su objetivo.
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Murphy estaba preparado para su siguiente batalla. El rubio era bastante pequeño, medía 1’60 aproximadamente y tenía los ojos verdes. Vestía con unos pantalones negros y una camisa de color blanco. Aquel enano sacó dos puñales, al igual que Murphy parecía ser un asesino. Aquel tipo salió disparado contra Murphy realizándole un corte en el muslo derecho y otro en el costado izquierdo colocándose tras él. El rubio era rápido, pero Murphy no se iba a amedrentar y tenía preparado un plan. El peliblanco se giró para volver a tenerlo de frente y retrocedió unos pasos teniendo justo detrás el cuerpo sin consciencia de uno de los subordinados de aquel hombre. Espero a que volviese a atacar y justo cuando iba a correr hacia él de nuevo agarró el cuerpo que estaba en el suelo lanzándoselo a su oponente. Dada la velocidad del pequeño y las dimensiones del cuerpo no pudo esquivarlo correctamente y quedó derribado. Murphy aprovechó esta ocasión para saltar sobre el rubio y lanzarle un par de tajos al vientre. El revo de nuevo hizo gala de su velocidad y pudo evitar un golpe fatal pero en su lugar se ganó un par de cortes en el pecho rasgando su camisa y tiñéndola de rojo.
- Este tipo es duro Kiogre-tan, espero poder encargarme de él pronto. Ánimo a ti también y no olvides tratarlo con dulzura, no queremos que cuando vengan a por él no sean capaces de reconocerlo. Jajajajaja. En cambio a ti, mi pequeño querubín, ya va siendo hora de derrotarte. Me he estado conteniendo porque la última vez que tuve que entregar a alguien tuve que esperar a que se le bajase la hinchazón de la cara, así que prefiero esperar a que se te baje la hinchazón que a seguir con esta función.
Super Loco agarró sus puñales teniendo una hoja mirando hacia cada lado del puño y colocándolos uno frente a su cara y el otro a media altura del abdomen. Estaba decidido a acabar con eso de una vez por todas, aquel tipo ya le había distraído lo suficiente.
- Vamos enano, ¿acaso quieres que le diga a tu mamá lo que has estado haciendo en vez de ir al colegio?
Aquellas palabras de Super Loco intentaban provocar a su adversario para que atacase con todo y lleno de rabia para hacer más previsibles sus intenciones al atacar y buscar un hueco para ganar el combate. Probablemente el asesino planeaba usar un “Se lo advertí” para dejarlo seco en el suelo de un golpe aprovechando la velocidad del pequeñín.
- Este tipo es duro Kiogre-tan, espero poder encargarme de él pronto. Ánimo a ti también y no olvides tratarlo con dulzura, no queremos que cuando vengan a por él no sean capaces de reconocerlo. Jajajajaja. En cambio a ti, mi pequeño querubín, ya va siendo hora de derrotarte. Me he estado conteniendo porque la última vez que tuve que entregar a alguien tuve que esperar a que se le bajase la hinchazón de la cara, así que prefiero esperar a que se te baje la hinchazón que a seguir con esta función.
Super Loco agarró sus puñales teniendo una hoja mirando hacia cada lado del puño y colocándolos uno frente a su cara y el otro a media altura del abdomen. Estaba decidido a acabar con eso de una vez por todas, aquel tipo ya le había distraído lo suficiente.
- Vamos enano, ¿acaso quieres que le diga a tu mamá lo que has estado haciendo en vez de ir al colegio?
Aquellas palabras de Super Loco intentaban provocar a su adversario para que atacase con todo y lleno de rabia para hacer más previsibles sus intenciones al atacar y buscar un hueco para ganar el combate. Probablemente el asesino planeaba usar un “Se lo advertí” para dejarlo seco en el suelo de un golpe aprovechando la velocidad del pequeñín.
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El combate entre el pelirrojo y aquel hombre continuaba. El luchador se había desplazado de nuevo hacia aquel tío y había tratado de lanzarle un puñetazo en toda la cara. Lo había logrado y el enemigo cayó al suelo escupiendo una importante cantidad de sangre. Además le había quemado una de las mejillas, la cual estaba al rojo vivo. Sin pensárselo sonrió echando hacia atrás y esperando la técnica de su adversario. El tipo se puso en pie y le miró con bastante odio al mismo tiempo que apretaba los puños. La situación se estaba poniendo bastante fácil para el agente y por ello se encontraba tranquilo. De hecho ahora se colocó en guardia con sus preciosas llamas del cielo.
En ese momento su enemigo volvió a disparar contra él pero de un simple golpe la desvió. Cuando peleaba con los puños era mucho mejor que con el jutte. De repente se desplazó tras aquel tipo y le pegó una serie de puñetazos en el torso. No logró hacerle gran cosa pues la armadura era más jodida de lo que él pensaba. Después de unos momentos recibió un codazo en la boca que le hizo caer al suelo escupiendo un poco de saliva para después sonreír de lado. – Haces honor a tu precio por lo que veo. Pero no pienso alargar mucho más esta pelea. – En ese momento sus llamas desaparecieron pues se le había acabado el uso. De todas formas no iba a continuar quemando a aquel insensato. Iba a utilizar sus demás habilidades. Se puso en pie despacio y ahora tomó un poco de aire.
De repente usó el soru para ponerse frente a aquel tipo y lanzó una potente patada con su pierna derecha. – Air Strong… [Manual Genkidama] Susurró mientras liberaba una onda de choque. El tipo salió volando y él ahora lo persiguió a toda velocidad y con una sonrisa. Una vez llegó al sitio de la caída, alzó su jutte imbuyéndolo en haki armadura y con la potencia de su anillo Vongola del cielo lanzó un tremendo golpe. El resultado fue un grito de dolor por parte del revolucionario y el cambio de color de sus ojos. Se le habían puesto blancos y claramente estaba inconsciente. Mostró una sonrisa tranquila al ver que lo había logrado y después miró a su compañero con una sonrisa calmada. – ¡Busca un carro para llevarlos a todos al puesto marine más cercano! – Dijo ahora con una sonrisa a su compadre.
En ese momento su enemigo volvió a disparar contra él pero de un simple golpe la desvió. Cuando peleaba con los puños era mucho mejor que con el jutte. De repente se desplazó tras aquel tipo y le pegó una serie de puñetazos en el torso. No logró hacerle gran cosa pues la armadura era más jodida de lo que él pensaba. Después de unos momentos recibió un codazo en la boca que le hizo caer al suelo escupiendo un poco de saliva para después sonreír de lado. – Haces honor a tu precio por lo que veo. Pero no pienso alargar mucho más esta pelea. – En ese momento sus llamas desaparecieron pues se le había acabado el uso. De todas formas no iba a continuar quemando a aquel insensato. Iba a utilizar sus demás habilidades. Se puso en pie despacio y ahora tomó un poco de aire.
De repente usó el soru para ponerse frente a aquel tipo y lanzó una potente patada con su pierna derecha. – Air Strong… [Manual Genkidama] Susurró mientras liberaba una onda de choque. El tipo salió volando y él ahora lo persiguió a toda velocidad y con una sonrisa. Una vez llegó al sitio de la caída, alzó su jutte imbuyéndolo en haki armadura y con la potencia de su anillo Vongola del cielo lanzó un tremendo golpe. El resultado fue un grito de dolor por parte del revolucionario y el cambio de color de sus ojos. Se le habían puesto blancos y claramente estaba inconsciente. Mostró una sonrisa tranquila al ver que lo había logrado y después miró a su compañero con una sonrisa calmada. – ¡Busca un carro para llevarlos a todos al puesto marine más cercano! – Dijo ahora con una sonrisa a su compadre.
Hank Murphy
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Las provocaciones de Murphy habían surtido efecto y aquel tipo estaba bastante enrabietado. Es lo hacía gracia al asesino pues parecía un pequeño gnomo de jardín cabreado. El rubio corrió a toda prisa hacia Murphy para clavarle sus puñales en el estómago pero esto ya se lo esperaba. Apartó con su brazo izquierdo los puñales de aquel tipo desviándolos lo que hizo que recibiese un par de cortes paralelos a la altura de la cadera, en ese momento el asesino le clavó un puñal con su brazo derecho en el muslo izquierdo dejándoselo clavado. El pequeño gnomo cabreado fritaba de dolor y no pudo evitar dejar caer sus puñales para intentar quitarse el puñal que tenía clavado. Pero Super Loco no había acabado y acabó dándole un fuerte gancho directo a la barbilla lo que hizo que se elevase unos 20 centímetros en el aire.
Tras esto aquel tipo cayó al suelo quedando inconsciente. Murphy acabó por sentarse en el suelo, tanto oponente lo había cansado y su cuerpo estaba lleno de cortes. “Como odio las armas filosas” pensó el asesino mientras miraba sus puñales. El hombre del pelo blanco estuvo un rato jadeando en el suelo y quedándose de sus heridas las cuales le escocían y dolían. Puso una mano sobre su rodilla y se levantó lentamente. Se acercó al cuerpo del rubio y recuperó su puñal limpiando la sangre de ambos puñales en la ropa del bajito.
- Maldita sea, ¿Por qué siempre me tocan los bichos raros? ¿Y ahora como me llevo a todos estos tipos?
Kiogre ya había terminado con su oponente, fue un combate tremendo, que pena que el asesino pudiese haberlo visto entero. Pronto el hombre del pelo rojo le dijo que buscase una carretilla para transportarlos a la base Marine más cercana. Murphy al oír esto no pudo evitar poner su mano extendida sobre su frente y gritar “Señor, sí señor” y ponerse a buscar la carretilla mientras se reía irónicamente. El no solía aceptar órdenes de nadie y no lo estaba haciendo, lo hacía porque era una buena idea al fin y al cabo. Estuvo buscando un buen rato hasta que encontró un gran carro lleno de lechugas, no había nadie cerca así que lo volcó vaciándolo y las lechugas cayeron calle abajo. El asesino fue corriendo hasta donde había dejado los cuerpos y empezó a cargarlos con una sonrisa en su cara.
- Rico… Rico… Voy a hacerme rico con esta gente. Jajajajaja. ¡Oye! Culo gordo de dios, ¿Por qué no me ayudas?
Murphy miraba a Kiogre con una sonrisa y esperaba a que le ayudase a cargar los cuerpos aunque si no lo hacía le daría igual, de todas maneras él seguiría cargándolos. Murphy era feliz porque iba a cobrar una gran suma de dinero y eso le haría llegar un paso más cerca de su sueño. Si seguía así podría comprar su propia estación de radio.
Tras esto aquel tipo cayó al suelo quedando inconsciente. Murphy acabó por sentarse en el suelo, tanto oponente lo había cansado y su cuerpo estaba lleno de cortes. “Como odio las armas filosas” pensó el asesino mientras miraba sus puñales. El hombre del pelo blanco estuvo un rato jadeando en el suelo y quedándose de sus heridas las cuales le escocían y dolían. Puso una mano sobre su rodilla y se levantó lentamente. Se acercó al cuerpo del rubio y recuperó su puñal limpiando la sangre de ambos puñales en la ropa del bajito.
- Maldita sea, ¿Por qué siempre me tocan los bichos raros? ¿Y ahora como me llevo a todos estos tipos?
Kiogre ya había terminado con su oponente, fue un combate tremendo, que pena que el asesino pudiese haberlo visto entero. Pronto el hombre del pelo rojo le dijo que buscase una carretilla para transportarlos a la base Marine más cercana. Murphy al oír esto no pudo evitar poner su mano extendida sobre su frente y gritar “Señor, sí señor” y ponerse a buscar la carretilla mientras se reía irónicamente. El no solía aceptar órdenes de nadie y no lo estaba haciendo, lo hacía porque era una buena idea al fin y al cabo. Estuvo buscando un buen rato hasta que encontró un gran carro lleno de lechugas, no había nadie cerca así que lo volcó vaciándolo y las lechugas cayeron calle abajo. El asesino fue corriendo hasta donde había dejado los cuerpos y empezó a cargarlos con una sonrisa en su cara.
- Rico… Rico… Voy a hacerme rico con esta gente. Jajajajaja. ¡Oye! Culo gordo de dios, ¿Por qué no me ayudas?
Murphy miraba a Kiogre con una sonrisa y esperaba a que le ayudase a cargar los cuerpos aunque si no lo hacía le daría igual, de todas maneras él seguiría cargándolos. Murphy era feliz porque iba a cobrar una gran suma de dinero y eso le haría llegar un paso más cerca de su sueño. Si seguía así podría comprar su propia estación de radio.
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El cazador pareció entenderlo a la perfección y en poco tiempo fue a buscar un carro. Se había liado una buena en aquella pequeña plaza de césped y solo había cuerpos por todos lados. Era muy gracioso a decir verdad pero por el momento debían entregarlos. Seguro que el cazador se llevaba una buena suma, lo que si era seguro es que él estaba un poco más cerca de su siguiente ascenso. Tan solo le hacía falta una caza más de uno de aquellos zopencos come hierbas. Los llamaba así porque la mayoría estaban bocabajo comiéndose el césped del suelo. Era normal debido a que aquellos dos luchaban de forma impactante. En menos de unos minutos había barrido la zona y era seguro que eso saliera hasta en los periódicos. Dos hombres vencen a una división entera en Shabaody. Era un titular magnifico a decir verdad, le encantaba y todo.
En ese momento recordó que no sabía dónde podía estar el puesto marine más cercano. Metió la mano derecha en su den den mushi y llamó con toda la calma del mundo. – Aquí agente cincuentaiuno. Me gustaría saber cuál es el puesto marine más cercano en Shabaody, cerca del bar herradura de plata. – Pasaron unos segundos hasta que por fin le habían contestado. Sonrió dando las gracias por la respuesta y después soltó un enorme suspiro al mismo tiempo que sonreía. Había ido todo bastante bien y no se arrepentía de nada. En ese momento apareció su colega con un carro y comenzó a meter los cuerpos en éste. A continuación llamó al pelirrojo por una cosa que le hizo sonreír y sentirse bien y todo. – No me digas eso, no soy digno de ser el poderoso culo de Dios. – Soltó una leve carcajada y se relamió.
A continuación tomó el cuerpo del capullo de la armadura y lo echó al carro. A continuación le ayudaría con los demás a él. Una vez estuviera todo listo le dedicaría una sonrisa tranquila. – El puesto más cercano está a trescientos metros al Sur de aquí. – Dicho aquello cogió por un lado del carro y empezó a empujar esperando a que su compañero también lo hiciera. El día había estado genial y se lo había pasado bastante bien. Había quedado como un héroe delante de los tenryubitos y se había liado a golpes con los revolucionarios. Se llevaba un jugoso premio de ochenta millones que estaba allí tirado. Siendo un CP5 y siendo aquel nombre de la facción que era, se llevaría cuarenta millones limpiamente. Estaba realmente feliz y deseaba que llegasen de una vez. Después se despediría de su compañero y se dirigiría a la costa para salir de allí.
En ese momento recordó que no sabía dónde podía estar el puesto marine más cercano. Metió la mano derecha en su den den mushi y llamó con toda la calma del mundo. – Aquí agente cincuentaiuno. Me gustaría saber cuál es el puesto marine más cercano en Shabaody, cerca del bar herradura de plata. – Pasaron unos segundos hasta que por fin le habían contestado. Sonrió dando las gracias por la respuesta y después soltó un enorme suspiro al mismo tiempo que sonreía. Había ido todo bastante bien y no se arrepentía de nada. En ese momento apareció su colega con un carro y comenzó a meter los cuerpos en éste. A continuación llamó al pelirrojo por una cosa que le hizo sonreír y sentirse bien y todo. – No me digas eso, no soy digno de ser el poderoso culo de Dios. – Soltó una leve carcajada y se relamió.
A continuación tomó el cuerpo del capullo de la armadura y lo echó al carro. A continuación le ayudaría con los demás a él. Una vez estuviera todo listo le dedicaría una sonrisa tranquila. – El puesto más cercano está a trescientos metros al Sur de aquí. – Dicho aquello cogió por un lado del carro y empezó a empujar esperando a que su compañero también lo hiciera. El día había estado genial y se lo había pasado bastante bien. Había quedado como un héroe delante de los tenryubitos y se había liado a golpes con los revolucionarios. Se llevaba un jugoso premio de ochenta millones que estaba allí tirado. Siendo un CP5 y siendo aquel nombre de la facción que era, se llevaría cuarenta millones limpiamente. Estaba realmente feliz y deseaba que llegasen de una vez. Después se despediría de su compañero y se dirigiría a la costa para salir de allí.
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Kiogre se puso a ayudar al asesino a cargar con los cuerpos. Aquel tipo ya sabía dónde se encontraba el puesto marina más cercano puesto que había llamado por Mushi para preguntarlo. Aquellos cuerpos pesaban bastante y le costó algo de trabajo cargarlos todos. El asesino ya estaba sudando la gota gorda con el cuarto pero al menos le aliviaba pensar que el último era aquel rubio y que probablemente pesaría menos. Murphy lo cogió de un puñado y pudo notar que apenas pesaba. Se lo echó al hombro, caminó hasta el carro y lo echó sobre este de mala gana ya que estaba cansado, de todas maneras iba a caer sobre los demás y dudaba que se hiciese mucho daño y si se lo hacía no le importaba.
Super Loco se situó a un lado del carro y con ayuda de Kiogre ambos tiraban del carro rumbo al puesto marine. Murphy no podía evitar perderse en sus pensamientos. Pensaba en qué haría con el dinero. Últimamente estaba amasando una fortuna y probablemente esta hazaña en la isla le daría algo de reputación. Todo iba saliendo a pedir de boca y el cazador cada vez iba subiendo más y más entre los rangos de los cazadores de recompensas. Pero algo le decía que de ahí en adelante todo sería algo más complicado de lograr. Pronto llegaron al puesto marine, por suerte había sido todo cuesta abajo y no les había costado mucho llevarlos hasta allí. Entregaron los cuerpos y esperaron pacientemente a cobrar sus recompensas. Le dieron una gran bolsa a Kiogre y otra un tanto más pequeña a Murphy, era más o menos de la mitad del tamaño. Murphy miraba boquiabierto la bolsa que portaba el CP y miraba la suya. Cerró la boca y fue a despedirse de su amigo.
- Buen trabajo socio, lo hemos vuelto a hacer. Aunque parece que tú te has llevado la mejor parte. Jajajajaja. La próxima vez que me llegue otro chivatazo de estos te avisaré. Es un placer trabajar contigo Kiogre-tan.
Super Loco se situó a un lado del carro y con ayuda de Kiogre ambos tiraban del carro rumbo al puesto marine. Murphy no podía evitar perderse en sus pensamientos. Pensaba en qué haría con el dinero. Últimamente estaba amasando una fortuna y probablemente esta hazaña en la isla le daría algo de reputación. Todo iba saliendo a pedir de boca y el cazador cada vez iba subiendo más y más entre los rangos de los cazadores de recompensas. Pero algo le decía que de ahí en adelante todo sería algo más complicado de lograr. Pronto llegaron al puesto marine, por suerte había sido todo cuesta abajo y no les había costado mucho llevarlos hasta allí. Entregaron los cuerpos y esperaron pacientemente a cobrar sus recompensas. Le dieron una gran bolsa a Kiogre y otra un tanto más pequeña a Murphy, era más o menos de la mitad del tamaño. Murphy miraba boquiabierto la bolsa que portaba el CP y miraba la suya. Cerró la boca y fue a despedirse de su amigo.
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