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Habíamos llegado a la Villa Syrup. Luego de los encuentros con Kedra, tocaba descansar. Era curioso sentir que todo iba a bien, exceptuando quizás, el hecho de que mí enemigo ahora era, también, Madara. Era curioso y a la vez preocupante… No solo era fuerte, sino alguien listo y que sabía cubrir sus rastros como si fuera humo. A pesar de ser un Shichibukai, había logrado asesinar y asustar a algunos Tenryubittos sin perder el puesto en el acto. Aun cuando lo supiera, estaba de manos cruzadas. Después de todo, era su palabra contra la mía. Suspiré con calma y me quedé en silencio. Salté de la cubierta y empecé a caminar. Era temprano en la mañana y sol apenas salía.
– Bien… Vamos. – Dije en un leve susurro. Mis nakamas iban a estar durmiendo un poco más y, en órdenes de la médica del barco, debía evitar moverme o agitarme en demasía. Si lo hacía, era probable que mis heridas se volvieran a abrir. Una vez aclaré eso, pude salir de nueva cuenta. Era divertido… Era yo el capitán, pero ella mandaba más que yo y nos sentaba cabeza. Kise y yo éramos los tontos sin remedio y ella la torre de control. Suspiré con calma y empecé a caminar por las silenciosas calles de aquella Villa.
La verdad, estaba todo tan tranquilo, que sentía que mi voz sonaría en toda la isla con este silencio. Eran pocas, por no decir ninguna, las personas que empezaban a moverse con los primeros rayos del alba. No tenía muchas ganas de hacer algo, solo quería descansar, conocer un poco la villa en sí y volver a mí viaje. Estábamos haciendo muchas paradas innecesarias y nos alejábamos de nuestro objetivo final. Bostecé y me estiré en el camino, alguien con buena visión, notaría mis vendas por debajo de mi camiseta roja, que tenía la peculiaridad de tener grabada, en un tono negro, la zarpa de un oso en el centro. Mis pantalones verdes y unas zapatillas, terminaban mi vestimenta.
– Bien… Vamos. – Dije en un leve susurro. Mis nakamas iban a estar durmiendo un poco más y, en órdenes de la médica del barco, debía evitar moverme o agitarme en demasía. Si lo hacía, era probable que mis heridas se volvieran a abrir. Una vez aclaré eso, pude salir de nueva cuenta. Era divertido… Era yo el capitán, pero ella mandaba más que yo y nos sentaba cabeza. Kise y yo éramos los tontos sin remedio y ella la torre de control. Suspiré con calma y empecé a caminar por las silenciosas calles de aquella Villa.
La verdad, estaba todo tan tranquilo, que sentía que mi voz sonaría en toda la isla con este silencio. Eran pocas, por no decir ninguna, las personas que empezaban a moverse con los primeros rayos del alba. No tenía muchas ganas de hacer algo, solo quería descansar, conocer un poco la villa en sí y volver a mí viaje. Estábamos haciendo muchas paradas innecesarias y nos alejábamos de nuestro objetivo final. Bostecé y me estiré en el camino, alguien con buena visión, notaría mis vendas por debajo de mi camiseta roja, que tenía la peculiaridad de tener grabada, en un tono negro, la zarpa de un oso en el centro. Mis pantalones verdes y unas zapatillas, terminaban mi vestimenta.
Ban Midou IV
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El día parecía ponerse bastante bien pues no parecía que fuese a llover mucho. De hecho ni siquiera parecía que fuera a caer ni una sola gota de agua. Aquello resultaba ventajoso para aquella persona que se hallaba caminando por el sitio. Su barco había sido aparcado en una de las playas de la isla y Tetsuyo se había quedado vigilando el navío. Terumi por su parte estaría trabajando. Viajaba con aquellos dos mafiosos desde hacía unos pocos días. Él había consumido aquella deliciosa fruta que su padre le había regalado y al parecer las habilidades que le había dado eran fabulosas. Ser un hombre de magma era realmente la mayor de las ventajas ante los demás. Encima era un elemento poderoso y que bien usado podía llegar a ser mortal. Era una persona temible ahora y sumado a sus técnicas especiales era mucho peor. El mafioso había alcanzado un poder impresionante.
Por suerte para los ciudadanos, no era alguien que matase por gusto. Tan solo cumplía órdenes de su mafia y ésta no trataba de herir a la gente inocente de ninguna forma. Era sin duda alguna un lugar de gente calmada con misiones que solo perjudicaban a idiotas que se lo merecían. También cobraban el gobierno y la marina pues se llevaban muchos barcos rotos y disparos a sus hombres. Realmente los Taketo no eran malas personas pero cuando se pasaban lo hacían a lo grande. En las próximas semanas su padre convocaría una reunión con los tipos más fuertes de la familia y entre ellos estaba él y dos bestias que le superaban por mucho. No podía compararse al poder de tipos como aquellos. De todas formas si la misión era conjunta todo podía ir bien. Trabajar en equipo no le era para nada difícil pero ahora que tenía aquel poder podía ser peligroso para los hombres de su alrededor.
Se hallaba caminando por uno de los caminos con toda la calma del mundo. Sus cabellos eran pinchudos y castaños. Estaban dispersos en muchas direcciones. Sus ojos eran azules y portaba unas gafas de Sol moradas que los ocultaban un poco pero si la gente se fijaba se le veía el color de los orbes. Vestía con una camisa blanca de manga corta y un pantalón largo marrón. En su mano derecha portaba una chaqueta negra pero no iba a ponérsela para no asarse de calor. En su cintura una vaina dónde guardaba a Azazel. En el otro lado otra mayor dónde se encontraba Cladón. La mejor de todas la llevaba amarrada a la espalda metida en una funda azulada. Su espada larga de kairouseki puro, Hudoku. En sus pies portaba unos zapatos elegantes y en sus bolsillos llevaba su tabaco, su mechero y nada más. En los de la camisa el comunicador para hablar. Mientras iba caminando algunas gotas de magma ardiendo iban bajando por su cuello hasta los pectorales pero no le daba importancia pues era inmune. De hecho simplemente sonreía tranquilamente mientras avanzaba. Estaba allí por unos asuntos que solo él conocía.
Por suerte para los ciudadanos, no era alguien que matase por gusto. Tan solo cumplía órdenes de su mafia y ésta no trataba de herir a la gente inocente de ninguna forma. Era sin duda alguna un lugar de gente calmada con misiones que solo perjudicaban a idiotas que se lo merecían. También cobraban el gobierno y la marina pues se llevaban muchos barcos rotos y disparos a sus hombres. Realmente los Taketo no eran malas personas pero cuando se pasaban lo hacían a lo grande. En las próximas semanas su padre convocaría una reunión con los tipos más fuertes de la familia y entre ellos estaba él y dos bestias que le superaban por mucho. No podía compararse al poder de tipos como aquellos. De todas formas si la misión era conjunta todo podía ir bien. Trabajar en equipo no le era para nada difícil pero ahora que tenía aquel poder podía ser peligroso para los hombres de su alrededor.
Se hallaba caminando por uno de los caminos con toda la calma del mundo. Sus cabellos eran pinchudos y castaños. Estaban dispersos en muchas direcciones. Sus ojos eran azules y portaba unas gafas de Sol moradas que los ocultaban un poco pero si la gente se fijaba se le veía el color de los orbes. Vestía con una camisa blanca de manga corta y un pantalón largo marrón. En su mano derecha portaba una chaqueta negra pero no iba a ponérsela para no asarse de calor. En su cintura una vaina dónde guardaba a Azazel. En el otro lado otra mayor dónde se encontraba Cladón. La mejor de todas la llevaba amarrada a la espalda metida en una funda azulada. Su espada larga de kairouseki puro, Hudoku. En sus pies portaba unos zapatos elegantes y en sus bolsillos llevaba su tabaco, su mechero y nada más. En los de la camisa el comunicador para hablar. Mientras iba caminando algunas gotas de magma ardiendo iban bajando por su cuello hasta los pectorales pero no le daba importancia pues era inmune. De hecho simplemente sonreía tranquilamente mientras avanzaba. Estaba allí por unos asuntos que solo él conocía.
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A veces era necesario algo de acción para despertar del todo. Algo que acelerara los movimientos de las células en nuestro organismo y que nos llenara de energía. Era necesario, algo… No necesariamente un combate, podía ser una buena charla o intercambiar conocimientos. Para mí, todo funcionaba. Necesitaba despertar y hacer algo… La gente, si la analizaba con mi mantra, no parecía ser muy fuerte. Así que iba descartando de uno en uno, todos eran, como era de suponer, simples inocentes que vivía su día a día con normalidad. Sin preocuparse de nada y yendo a su propia bola. Era curioso…. Al parecer, ser ignorantes era, para ellos, una bendición.
– Oh… – me detuve en seco al sentir aquella presencia que sobrepasaba al resto. Había alguien, no tan fuerte como Kedra o como yo, pero que destacaba. No fue difícil encontrarlo, entre tan poca gente… Era un hombre de pelos puntiagudos, portaba tres espadas y caminaba con tranquilidad. Vestía con unas gafas que le cubrían los ojos. – Interesante… – No pude evitar sonreír. No era necesario ser un gran espía para poder seguirlo. Dejé que me rebasara mientras disimulaba estar ayudando a un señor con algo pesado. Dejé que me sacara unos diez o veinte metros y me metí por un callejón.
– ¿A dónde irás? – Lo iba a seguir desde la calle paralela, con mi Kenbunshoku siempre activado para evitar sorpresas. No por estar en un mar “débil” debía confiarme de sobremanera. Ya había comprobado que era perjudicial y que ponía en riesgo mi vida y la de todos los que me rodeaban. ¿Quién sería? A pesar de tener algo de poder, no lo reconocía de ningún wanted. Quizás era un novato con talento o algo así… Le veía mucho futuro a su potencial y, por si fuera poco, sus tres espadas me habían llamado la atención. Si todo salía bien, podría seguirlo sin llamar su atención, una vez descubriera donde mierda iba, lo interceptaría y entablaría una conversación con él. Si las cosas se salían de control, solo debía dejarlo inconsciente y fin de todos mis problemas.
– Oh… – me detuve en seco al sentir aquella presencia que sobrepasaba al resto. Había alguien, no tan fuerte como Kedra o como yo, pero que destacaba. No fue difícil encontrarlo, entre tan poca gente… Era un hombre de pelos puntiagudos, portaba tres espadas y caminaba con tranquilidad. Vestía con unas gafas que le cubrían los ojos. – Interesante… – No pude evitar sonreír. No era necesario ser un gran espía para poder seguirlo. Dejé que me rebasara mientras disimulaba estar ayudando a un señor con algo pesado. Dejé que me sacara unos diez o veinte metros y me metí por un callejón.
– ¿A dónde irás? – Lo iba a seguir desde la calle paralela, con mi Kenbunshoku siempre activado para evitar sorpresas. No por estar en un mar “débil” debía confiarme de sobremanera. Ya había comprobado que era perjudicial y que ponía en riesgo mi vida y la de todos los que me rodeaban. ¿Quién sería? A pesar de tener algo de poder, no lo reconocía de ningún wanted. Quizás era un novato con talento o algo así… Le veía mucho futuro a su potencial y, por si fuera poco, sus tres espadas me habían llamado la atención. Si todo salía bien, podría seguirlo sin llamar su atención, una vez descubriera donde mierda iba, lo interceptaría y entablaría una conversación con él. Si las cosas se salían de control, solo debía dejarlo inconsciente y fin de todos mis problemas.
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Ban caminaba tranquilamente con los ojos entrecerrados. Estaba a punto de llegar a su objetivo de una vez por todas. Una pequeña casa donde se hallaban unos tipos que debían dinero a los Taketo. Era el momento de mostrarles que con la futura mafia más poderosa de los mares no se jugaba. El castaño ya casi estaba llegando y podía ver al final de su camino el pequeño edificio. Soltó una ligera sonrisa y después se relamió acercándose. Ya estaba cerca de su objetivo y no iba a dejarlo escapar. No sabía cuántos hombres podía haber pero lo que sí estaba claro, era que iban a morder el polvo. Si pagaban por las buenas todo podía acabar bien para todos.
De repente de una de las ventanas salió lo que parecía ser un cañón un poco grande. El espadachín lo miró un poco confuso cuando de éste salió una bola dirigiéndose hacia él a toda velocidad. No tuvo tiempo a reaccionar y su cabeza estalló por los aires. El cuerpo del mafioso cayó de rodillas empezando a salir de su cuello un líquido naranja con burbujas. En ese momento se le recompuso media cara y empezó a quejarse. – Seréis cabrones, ahora sí que la habéis liado. – Dijo aquello colocándose en pie mientras el resto de la cara se le recomponía despacio. En ese momento salió corriendo mientras desenfundaba a Cladón y de un poderoso corte hizo que la puerta de madera se partiese. A continuación entró con confianza.
Pudo ver a unos siete hombres armados hasta los dientes y temblando de miedo al haberle visto recomponerse. Empezaron a disparar y el chico se cruzó de brazos. Los proyectiles lo traspasaban como si fuese un fantasma dejando agujeros de magma en su cuerpo que iban cerrándose después. Tras veinte segundos recibiendo balazos a aquellos idiotas se les acabaron las balas. Cuando el castaño se dio cuenta de esto, lanzó varios tajos a buena velocidad y acabó con dos de sus enemigos. La sangre manchó las paredes y anuló la valentía de aquellos pobres hombres que temblaban de miedo. – El dinero, ahora. – Uno de ellos tiró el sofá al suelo y sacó un maletín de debajo. Enseguida lo puso en la mesa y retrocedió. El espadachín al abrirlo vio que había muchísimos billetes, más de los que les debían. Sonrió de lado y después de un tajo rápido cortó el cuello de otro de aquellos tipos. – Buenos, chicos… – Susurró ahora tomándolo y saliendo del edificio de los otros mafiosos.
De repente de una de las ventanas salió lo que parecía ser un cañón un poco grande. El espadachín lo miró un poco confuso cuando de éste salió una bola dirigiéndose hacia él a toda velocidad. No tuvo tiempo a reaccionar y su cabeza estalló por los aires. El cuerpo del mafioso cayó de rodillas empezando a salir de su cuello un líquido naranja con burbujas. En ese momento se le recompuso media cara y empezó a quejarse. – Seréis cabrones, ahora sí que la habéis liado. – Dijo aquello colocándose en pie mientras el resto de la cara se le recomponía despacio. En ese momento salió corriendo mientras desenfundaba a Cladón y de un poderoso corte hizo que la puerta de madera se partiese. A continuación entró con confianza.
Pudo ver a unos siete hombres armados hasta los dientes y temblando de miedo al haberle visto recomponerse. Empezaron a disparar y el chico se cruzó de brazos. Los proyectiles lo traspasaban como si fuese un fantasma dejando agujeros de magma en su cuerpo que iban cerrándose después. Tras veinte segundos recibiendo balazos a aquellos idiotas se les acabaron las balas. Cuando el castaño se dio cuenta de esto, lanzó varios tajos a buena velocidad y acabó con dos de sus enemigos. La sangre manchó las paredes y anuló la valentía de aquellos pobres hombres que temblaban de miedo. – El dinero, ahora. – Uno de ellos tiró el sofá al suelo y sacó un maletín de debajo. Enseguida lo puso en la mesa y retrocedió. El espadachín al abrirlo vio que había muchísimos billetes, más de los que les debían. Sonrió de lado y después de un tajo rápido cortó el cuello de otro de aquellos tipos. – Buenos, chicos… – Susurró ahora tomándolo y saliendo del edificio de los otros mafiosos.
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Iba siguiendo a aquel tipo que destacaba… La verdad, ni siquiera sabía porque lo hacía… No debía meterme en peleas innecesarias, aunque por su presencia, no me daría ni para calentar. Suspiré y negué con la cabeza ante aquella idea. Solo iba a charlar con él y poco más. No tardó en llegar a su objetivo, vi todo escondido desde un callejón… ”¿Logia?” – pensé al ver cómo es que su cabeza, luego de ser, literalmente, arrancada de su cuerpo, se regeneraba. Su cuerpo brillaba con un tono naranja. ”¿Magma? También puede ser gelatina naranja” – sonreí ante aquella opción y luego me quedé expectante para ver qué pasaba.
Escuché los disparos, gritos y sentía como es que algunas presencias desaparecían del mapa. Aquel tipo los estaba eliminando como si fueran basuras. Lo vi salir, ahora, con un maletín en la mano. Era hora de interceptarlo… Seguramente, una vez acabó con ellos, acabó, de paso, todos los asuntos en aquella isla. Di un gran salto y caí en uno de los tejados… Al ser tan temprano en la mañana, ante los poderosos ruidos muchos salieron a ver. Curiosos sin nada mejor que hacer que perder el tiempo de aquella manera. Ridículos, vaya. Desde donde estaba, di otro gran salto para esta vez caer a unos metros por delante de él. Esperaba que no me considerara un enemigo o algo así. ”Pero no bajes la guardia” – me dije a mi mismo con toda la calma del mundo. Estaba con mi mantra centrado en él y la distancia era favorable para ver venir cualquier ataque.
– Buenas – dije con una sonrisa. Clavé mis ojos en él y me quedé con los brazos cruzados. Mi posición era natural y relajada. – Siempre es curioso ver a alguien así de fuerte en un mar tan débil como este – mi tono era tranquilo y sereno. – En fin, soy Akashi. Un gusto. – No, no me interesaba su dinero. Solo lo quería conocer a él, ¿razón? Estaba aburrido y el día iba a ser demasiado largo y no me iba a sentar a esperar a que acabara.
Escuché los disparos, gritos y sentía como es que algunas presencias desaparecían del mapa. Aquel tipo los estaba eliminando como si fueran basuras. Lo vi salir, ahora, con un maletín en la mano. Era hora de interceptarlo… Seguramente, una vez acabó con ellos, acabó, de paso, todos los asuntos en aquella isla. Di un gran salto y caí en uno de los tejados… Al ser tan temprano en la mañana, ante los poderosos ruidos muchos salieron a ver. Curiosos sin nada mejor que hacer que perder el tiempo de aquella manera. Ridículos, vaya. Desde donde estaba, di otro gran salto para esta vez caer a unos metros por delante de él. Esperaba que no me considerara un enemigo o algo así. ”Pero no bajes la guardia” – me dije a mi mismo con toda la calma del mundo. Estaba con mi mantra centrado en él y la distancia era favorable para ver venir cualquier ataque.
– Buenas – dije con una sonrisa. Clavé mis ojos en él y me quedé con los brazos cruzados. Mi posición era natural y relajada. – Siempre es curioso ver a alguien así de fuerte en un mar tan débil como este – mi tono era tranquilo y sereno. – En fin, soy Akashi. Un gusto. – No, no me interesaba su dinero. Solo lo quería conocer a él, ¿razón? Estaba aburrido y el día iba a ser demasiado largo y no me iba a sentar a esperar a que acabara.
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Ban se había quedado en la gloria y además había finalizado el trabajo con éxito para su familia. Otra misión cumplida para su corto expediente de mafioso. De todas formas no le interesaban los logros individuales, pero sí los globales. El haber conseguido el dinero mientras Terumi y Tetsuyo cuidaban el barco era un trabajo en equipo bien hecho. Muchos no lo verían así pero él sí. De hecho el científico a lo mejor estaba investigando más cosas sobre el magnífico estilo de la nube. Ya controlaba unas cuantas técnicas y por ello estaba orgulloso. Su poder era bastante bueno pero lo mejor a parte de su fruta, era el arma que llevaba a su espalda. Con ella y el uso adecuado hasta el mayor de los usuarios caería ante él.
Continuaba avanzando tranquilamente hasta que una silueta aterrizó de la nada frente a él. Sus pasos se frenaron y una sonrisa calmada se formó en su rostro. Con la mano libre acaricio un poco el mango de Hudoku por si las moscas. No era bueno fiarse de todo el mundo y menos cuando acababan de volarle la cabeza. Ahora miró al pelirrojo con una expresión calmada para después suspirar. De repente le saludó y se presentó elogiando la fuerza que tenía. Aquello hizo sorprenderse al castaño. Ese chico no parecía alguien peligroso pero había algo en su mirada que no le gustaba, no era un ciudadano cualquiera. De todas formas su objetivo ya estaba fuera de juego, por lo que podía darse el gusto de socializar.
Le miró con una sonrisa amable y calmada. Acto seguido le contestó en un tono amable y bastante tranquilo. – Gracias por el cumplido, yo soy Ban Midou. Si no te importa debo dejar esto en mi barco ¿Me acompañas? – Dijo entonces mientras le miraba de forma calmada. Le había entrado curiosidad por aquel pelirrojo y la verdad es que no parecía mala gente. No tenía nada que ocultar pues su base estaba lejísimos de allí y el barco tampoco era nada del otro mundo. El día además era bastante bueno y él pensaba quedarse con parte del dinero pues era una suma superior a la que debían. El miedo hacía muchísimas cosas y una de ellas había sido aquella. De hecho ese día el mafioso estaba bastante generoso ¿Quién no lo estaría con esa fruta? Estaba feliz.
Continuaba avanzando tranquilamente hasta que una silueta aterrizó de la nada frente a él. Sus pasos se frenaron y una sonrisa calmada se formó en su rostro. Con la mano libre acaricio un poco el mango de Hudoku por si las moscas. No era bueno fiarse de todo el mundo y menos cuando acababan de volarle la cabeza. Ahora miró al pelirrojo con una expresión calmada para después suspirar. De repente le saludó y se presentó elogiando la fuerza que tenía. Aquello hizo sorprenderse al castaño. Ese chico no parecía alguien peligroso pero había algo en su mirada que no le gustaba, no era un ciudadano cualquiera. De todas formas su objetivo ya estaba fuera de juego, por lo que podía darse el gusto de socializar.
Le miró con una sonrisa amable y calmada. Acto seguido le contestó en un tono amable y bastante tranquilo. – Gracias por el cumplido, yo soy Ban Midou. Si no te importa debo dejar esto en mi barco ¿Me acompañas? – Dijo entonces mientras le miraba de forma calmada. Le había entrado curiosidad por aquel pelirrojo y la verdad es que no parecía mala gente. No tenía nada que ocultar pues su base estaba lejísimos de allí y el barco tampoco era nada del otro mundo. El día además era bastante bueno y él pensaba quedarse con parte del dinero pues era una suma superior a la que debían. El miedo hacía muchísimas cosas y una de ellas había sido aquella. De hecho ese día el mafioso estaba bastante generoso ¿Quién no lo estaría con esa fruta? Estaba feliz.
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Aquel espadachín se llamaba Ban. Me dio las gracias por el alago y luego me invitó a ir a su barco a dejar el maletín. Quizás no había dinero, sino documentos importantes, sea como sea, no me interesaba su contenido. Tres espadas y una fruta que, de buenas a primeras, pintaba de fuerte… No se veían todos los días. Aunque, lamentaba el hecho de que tuviera nakamas, o gente con la que viajara. Él, al menos, asomaba como buena gente y era… Más o menos, el tipo de persona que buscaba para que viajaran conmigo. Quizás me estaba equivocando, pero… Siempre podía dejarlo noqueado y con la vergüenza de su vida. ”A veces eres demasiado confiado” – me dije a mi mismo. Quizás estaba equivocado y esperaba que así fuera.
– Te vi luchar contra esos tipos – empecé a decir con calma mientras empezaba a caminar. La verdad, solo había visto un puerto así que dudaba que fuéramos en otra dirección. Aunque tampoco era tonto y lo iba a seguir a donde fuera. – Tu fruta es bastante útil, una logia, ¿no? – Quizás me equivocaba. Cuando se trataba de Akuma no mi, no había nada escrito. Suspiré de forma pesada… La gente nos miraba como dos extraños, no era mí culpa que aquellos tipos que había derrotado, hubieran hecho enfadar a las personas equivocadas. No podía quitarme la idea de si tenía o una banda. Y tenía que morderme la lengua para no pedir un combate. Las heridas de mi duelo con Kedra, no estaban sanadas y no me iba a arriesgar a que se abrieran.
– Y… Ban, ¿perteneces a una banda? – No era nada extraño pensar que fuera un pirata. La verdad, no era extraño pensar que no lo fuera. Quizás hasta acaba de entablar conversación con un marine corrupto o un agente del Gobierno, incluso, un miembro de la revolución. Yo… No caía en ninguna de esas descripciones, después de todo, mi viaje, consideraba, era el más libre de todo. Defendía mis ideales y los de mis nakamas y nada más. No tenía que dar la vida por alguna bandera o institución. Era yo contra el mundo.
– Te vi luchar contra esos tipos – empecé a decir con calma mientras empezaba a caminar. La verdad, solo había visto un puerto así que dudaba que fuéramos en otra dirección. Aunque tampoco era tonto y lo iba a seguir a donde fuera. – Tu fruta es bastante útil, una logia, ¿no? – Quizás me equivocaba. Cuando se trataba de Akuma no mi, no había nada escrito. Suspiré de forma pesada… La gente nos miraba como dos extraños, no era mí culpa que aquellos tipos que había derrotado, hubieran hecho enfadar a las personas equivocadas. No podía quitarme la idea de si tenía o una banda. Y tenía que morderme la lengua para no pedir un combate. Las heridas de mi duelo con Kedra, no estaban sanadas y no me iba a arriesgar a que se abrieran.
– Y… Ban, ¿perteneces a una banda? – No era nada extraño pensar que fuera un pirata. La verdad, no era extraño pensar que no lo fuera. Quizás hasta acaba de entablar conversación con un marine corrupto o un agente del Gobierno, incluso, un miembro de la revolución. Yo… No caía en ninguna de esas descripciones, después de todo, mi viaje, consideraba, era el más libre de todo. Defendía mis ideales y los de mis nakamas y nada más. No tenía que dar la vida por alguna bandera o institución. Era yo contra el mundo.
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El castaño caminaba despacio mientras miraba al frente y algunas gotas de magma caían por su boca hasta su cuello y desde la frente a la nariz. Le encantaba aquella fruta y la usaba cada dos por tres hasta para tonterías. De hecho no había nada que no hiciese con ella pero a fin de cuentas aquello era bueno pues la controlaría mucho mejor cada día. Lo mejor de todo es que su ropa no se quemaba y no había problema en usarla aunque llevara cosas puestas encima. Sin duda alguna era una persona feliz con aquel poder y no pensaba cambiarlo por nada del mundo. Su mafia podía llegar a lo más alto sin duda gracias a él y por supuesto a los otros dos cabecillas. Aunque ninguno llegaría nunca a ser como su padre, Emishi era el tipo más fuerte del Este.
En ese momento escuchó la pregunta del pelirrojo y le respondió tranquilamente. – Estoy seguro de que lo es. Además el magma es un elemento que adoro. Creo que tuve mucha suerte comiendo esa pera. – Dicho eso continuó caminando tranquilamente. Notaba las miradas en ellos pero le daban totalmente igual. La gente muchas veces resultaba ser muy cotilla y eso era un enorme defecto que podía hacerles perder la vida. De repente escuchó la otra pregunta de Akashi ¿Qué debía responderle? Era todo un lio lo que pasaba con su vida pero iría con la verdad por delante. – Te seré sincero. Soy de la mafia de los Taketo pero eso es una familia, no una banda. De modo que no, no estoy en bandas ni nada parecido. – Dicho aquello sonrió de lado.
Tomó otro cigarro de su bolsillo y se lo llevó a la boca para después encenderlo con el mechero ¿Por qué no usaba la lava? Con fuego aquellas cosas sabían muchísimo mejor. Soltó el humo observando cómo llegaban a un barco mediano de velas negras. Se acercó y subió por la tabla mientras le hacía un gesto para que le siguiera. En la cubierta había una mesa atornillada a las tablas del suelo. Éste se sentó en una de las sillas y le invitó a él a la otra mientras depositaba el maletín a su lado. – ¡Socios estoy aquí! ¡Hay un invitado! ¡Traed algo! – Dijo en voz alta mientras ahora se quedaba mirando al pelirrojo con una sonrisa tranquila. Solía ser un tipo social y agradable cuando no estaba de misiones. – Bueno ¿Qué puedes contarme de ti? No pareces una persona común, mi querido compadre. – Dijo ahora mientras sonreía y Tetsuyo se acercaba dejando un plato de patatas fritas y dos vasos de vino. – Ban, después debemos arreglar el calefactor. – Dijo aquel científico moreno con una sonrisa para después retirarse hacia e interior del navío.
En ese momento escuchó la pregunta del pelirrojo y le respondió tranquilamente. – Estoy seguro de que lo es. Además el magma es un elemento que adoro. Creo que tuve mucha suerte comiendo esa pera. – Dicho eso continuó caminando tranquilamente. Notaba las miradas en ellos pero le daban totalmente igual. La gente muchas veces resultaba ser muy cotilla y eso era un enorme defecto que podía hacerles perder la vida. De repente escuchó la otra pregunta de Akashi ¿Qué debía responderle? Era todo un lio lo que pasaba con su vida pero iría con la verdad por delante. – Te seré sincero. Soy de la mafia de los Taketo pero eso es una familia, no una banda. De modo que no, no estoy en bandas ni nada parecido. – Dicho aquello sonrió de lado.
Tomó otro cigarro de su bolsillo y se lo llevó a la boca para después encenderlo con el mechero ¿Por qué no usaba la lava? Con fuego aquellas cosas sabían muchísimo mejor. Soltó el humo observando cómo llegaban a un barco mediano de velas negras. Se acercó y subió por la tabla mientras le hacía un gesto para que le siguiera. En la cubierta había una mesa atornillada a las tablas del suelo. Éste se sentó en una de las sillas y le invitó a él a la otra mientras depositaba el maletín a su lado. – ¡Socios estoy aquí! ¡Hay un invitado! ¡Traed algo! – Dijo en voz alta mientras ahora se quedaba mirando al pelirrojo con una sonrisa tranquila. Solía ser un tipo social y agradable cuando no estaba de misiones. – Bueno ¿Qué puedes contarme de ti? No pareces una persona común, mi querido compadre. – Dijo ahora mientras sonreía y Tetsuyo se acercaba dejando un plato de patatas fritas y dos vasos de vino. – Ban, después debemos arreglar el calefactor. – Dijo aquel científico moreno con una sonrisa para después retirarse hacia e interior del navío.
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Nuestro camino hacia el puerto no tuvo mayores complicaciones. De hecho, se podría decir que nadie se cruzaba en nuestro camino. Normalmente, cuando alguien hacía algo tan “malo”, los dejaban a su bola. Nadie quería ser el próximo idiota eliminado por los “tipos malos malosos”. Suspiré con calma mientras lo escuchaba, como pensaba, era una logia, magma para ser más precisos. ”Mi fruta tampoco está mal” – pensé con una sonrisa. Luego afirmó que estaba, más bien, en una familia y que no pertenecía a ninguna banda en sí. ”Si es una familia, no hay nada que pueda hacer” – me dije con tranquilidad. Un lazo tan fuerte, jamás podría romper y bueno… Tampoco me importaba la verdad.
No tardamos mucho en llegar a su barco. Un barco mediano, como el mío, con banderas negras. Accedí gustoso a la invitación y subí. Ya arriba, era todo un ambiente mucho más relajado. Quizás era el único tonto al que le pasaba, pero no había nada mejor que una vida en un barco. Ser libres e ir a donde sea. Escuché como llamaba a uno de sus nakamas y luego me preguntó sobre mí. Al parecer, se había percatado que era alguien “normal” y que tenía cierto talento. No me senté ni mucho menos… De hecho, me separé unos metros de la mesa donde estaban todas las cosas que íbamos a comer. Si quería demostrar mi poder… Lo mejor era con una demostración visual.
– Mi fruta, a cambio de la tuya, es una paramecia – le empecé a explicar con una sonrisa. Muchos no creían que podía repeler todo… – Puedo repeler todo. Si quieres, eres libre de atacarme como desees. – Me crucé de brazos de forma tranquila, y lo miré a los ojos. No iba a ser un gran combate ni nada, solo una demostración de mi fruta. ”Y bueno… Puedo golpearte con mi Busoushoku, pero eso otro día… Creo” – pensé mientras esperaba alguna respuesta por su parte.
No tardamos mucho en llegar a su barco. Un barco mediano, como el mío, con banderas negras. Accedí gustoso a la invitación y subí. Ya arriba, era todo un ambiente mucho más relajado. Quizás era el único tonto al que le pasaba, pero no había nada mejor que una vida en un barco. Ser libres e ir a donde sea. Escuché como llamaba a uno de sus nakamas y luego me preguntó sobre mí. Al parecer, se había percatado que era alguien “normal” y que tenía cierto talento. No me senté ni mucho menos… De hecho, me separé unos metros de la mesa donde estaban todas las cosas que íbamos a comer. Si quería demostrar mi poder… Lo mejor era con una demostración visual.
– Mi fruta, a cambio de la tuya, es una paramecia – le empecé a explicar con una sonrisa. Muchos no creían que podía repeler todo… – Puedo repeler todo. Si quieres, eres libre de atacarme como desees. – Me crucé de brazos de forma tranquila, y lo miré a los ojos. No iba a ser un gran combate ni nada, solo una demostración de mi fruta. ”Y bueno… Puedo golpearte con mi Busoushoku, pero eso otro día… Creo” – pensé mientras esperaba alguna respuesta por su parte.
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El chico al parecer no se había sentado. Dijo que su fruta era del tipo paramecia y después dijo que era capaz de repeler todo. Aquello hizo que el espadachín sonriera de lado. Ese chico era una caja de sorpresas y su fruta cuanto menos impresionante. Sin embargo no pensaba que repeliese todo y cuando él le pidió que lo comprobase, sonrió de forma amplia. Claro que iba a probar semejante poder, con su preciosa espada de kairouseki. Si el pelirrojo dijo todo era todo y si no, sería culpa de él. A veces el chico pensaba bastante las cosas. Su mente podía ser muy cabrona para los demás en las bromas. Pero es que veía al chico muy confiado con sus poderes. Si bien le habían comentado, los usuarios de las frutas del diablo eran débiles al material de su preciosa Hudoku.
Se puso en pie y tomó el vaso de vino una vez lo hubiese traído Tetsuyo. Acto seguido le daría un trago largo y después se limpiaría la boca con el antebrazo. – Bueno, Akashi. Lo comprobaré entonces. Con tu permiso… – Dijo de forma educada mientras estiraba la mano hacia el mango que sobresalía de la funda de su arma. Realizó un precioso sonido metálico mientras su preciosa Hudoku salía a la luz. Una espada larga y con la hoja hecha totalmente de kairouseki. Se quedó mirando al pelirrojo con una mirada calmada. No pensaba usar toda su fuerza ni tampoco su poder. Si usaba las técnicas de su estilo de la nube podía ser demasiada potencia para el chico. Tampoco iba a utilizar el haki armadura si no era necesario.
Pese a que tenía una fuerza sobresaliente en los brazos de por sí, no solía usarla en entrenamientos contra personas inocentes. Ahora suspiró mientras que por la parte de la sien derecha empezó a caerle un pequeño chorro de magma ardiendo. Empezó a trotar despacio hacia el chico y una vez estuvo en frente alzó su espada. La bajó de forma violenta pero sin pasarse y tratando de lanzarle un corte recto descendente. La guardia del halcón era un estilo clásico dónde había que atacar desde arriba para aprovechar toda la fuerza. De hecho ahora esperaría a ver lo que pasaba y si era capaz de repeler el golpe. Por lo que pudiera pasar, estaba bien atento y mantenía agarrado el mango con fuerza y con las dos manos. No quería perder su preciosa arma de ninguna manera.
Se puso en pie y tomó el vaso de vino una vez lo hubiese traído Tetsuyo. Acto seguido le daría un trago largo y después se limpiaría la boca con el antebrazo. – Bueno, Akashi. Lo comprobaré entonces. Con tu permiso… – Dijo de forma educada mientras estiraba la mano hacia el mango que sobresalía de la funda de su arma. Realizó un precioso sonido metálico mientras su preciosa Hudoku salía a la luz. Una espada larga y con la hoja hecha totalmente de kairouseki. Se quedó mirando al pelirrojo con una mirada calmada. No pensaba usar toda su fuerza ni tampoco su poder. Si usaba las técnicas de su estilo de la nube podía ser demasiada potencia para el chico. Tampoco iba a utilizar el haki armadura si no era necesario.
Pese a que tenía una fuerza sobresaliente en los brazos de por sí, no solía usarla en entrenamientos contra personas inocentes. Ahora suspiró mientras que por la parte de la sien derecha empezó a caerle un pequeño chorro de magma ardiendo. Empezó a trotar despacio hacia el chico y una vez estuvo en frente alzó su espada. La bajó de forma violenta pero sin pasarse y tratando de lanzarle un corte recto descendente. La guardia del halcón era un estilo clásico dónde había que atacar desde arriba para aprovechar toda la fuerza. De hecho ahora esperaría a ver lo que pasaba y si era capaz de repeler el golpe. Por lo que pudiera pasar, estaba bien atento y mantenía agarrado el mango con fuerza y con las dos manos. No quería perder su preciosa arma de ninguna manera.
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Sonreí de medio lado al ver que aceptaba. Desenfundó una de sus espadas. Activé mi mantra y logré predecir su ataque. ”Bien… Aquí vamos” – estaba listo para repeler su ataque. Pero… Su espada cortó mi palma, pude ser rápido y activar mi Busoushoku para aminorar daños. Di un salto hacia atrás y noté cierta debilidad. ¿Kairoseki? Maldito, me la había jugado. Nunca me hubiera esperado que alguien tuviera semejante material y menos en este mar. La herida, por suerte, no era profunda y no habría muchos problemas. Suspiré con calma y lo miré con cierto recelo. ”Bien jugado” – había pecado, como era usual, de confiado. La sangre caía a gotas al suelo, la herida no debería mucho en cerrar así que tampoco era tan grave.
– Menuda sorpresa… – empecé a decir con calma. Miré al océano con calma por unos segundos. – Bueno… Usaste Kairoseki. Eso, como es obvio, no puedo repelerlo – no estaba ni cerca de estar enfadado. Fue mi error, quizás, el no especificar qué cosas podía o no repeler. Quizás me dejé llevar por la imprudencia. Sonreí de medio lado y lo miré de forma totalmente relajada. De haber sido mi otro yo, ese de antes de vencer a Frank o conocer a Mei, lo hubiera matado en cuanto hubiera hecho eso. Pero, había cambiado y para bien… O eso creía. Ya no me creía dueño del mundo y entendía el significado de la vida. – Eres libre de volver a intentarlo. Por supuesto, sin tu espada de Kairoseki. – Me volví a cruzar de brazos. Era su elección seguir o no con todo esto.
Si había sacado esa espada primero, quizás, las otras dos eran normales. Pero, me andaría con ojo. Antes del corte había logrado sentir una energía extraña de la hoja de su espada. Aunque claro, para poder repeler algo, necesitaba tocarlo. Era, a veces, una apuesta del todo o nada. ”No me equivoqué… Es fuerte” – pensé con gran calma. A decir verdad, era hábil, quizás le faltaba pulir algunos detalles tontos, pero… El talento ya lo tenía. ¿Qué haría? ¿Atacaría otra vez? Mis ojos estaban clavados en los suyos y estaba alerta a todo. Al final de cuentas, iba a ser una mañana muy divertida. Quizás en todas las islas haría esto… Un paseo matutino y tentar al destino para que me pusiera gente fuerte en el camino. O quizás; no fuerte, necesariamente, sino que interesante o divertida. Fuera de lo común, vaya.
– Menuda sorpresa… – empecé a decir con calma. Miré al océano con calma por unos segundos. – Bueno… Usaste Kairoseki. Eso, como es obvio, no puedo repelerlo – no estaba ni cerca de estar enfadado. Fue mi error, quizás, el no especificar qué cosas podía o no repeler. Quizás me dejé llevar por la imprudencia. Sonreí de medio lado y lo miré de forma totalmente relajada. De haber sido mi otro yo, ese de antes de vencer a Frank o conocer a Mei, lo hubiera matado en cuanto hubiera hecho eso. Pero, había cambiado y para bien… O eso creía. Ya no me creía dueño del mundo y entendía el significado de la vida. – Eres libre de volver a intentarlo. Por supuesto, sin tu espada de Kairoseki. – Me volví a cruzar de brazos. Era su elección seguir o no con todo esto.
Si había sacado esa espada primero, quizás, las otras dos eran normales. Pero, me andaría con ojo. Antes del corte había logrado sentir una energía extraña de la hoja de su espada. Aunque claro, para poder repeler algo, necesitaba tocarlo. Era, a veces, una apuesta del todo o nada. ”No me equivoqué… Es fuerte” – pensé con gran calma. A decir verdad, era hábil, quizás le faltaba pulir algunos detalles tontos, pero… El talento ya lo tenía. ¿Qué haría? ¿Atacaría otra vez? Mis ojos estaban clavados en los suyos y estaba alerta a todo. Al final de cuentas, iba a ser una mañana muy divertida. Quizás en todas las islas haría esto… Un paseo matutino y tentar al destino para que me pusiera gente fuerte en el camino. O quizás; no fuerte, necesariamente, sino que interesante o divertida. Fuera de lo común, vaya.
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Había sido impresionante sin duda. Su pequeño espadazo de arriba abajo había sido totalmente… acertado. No había repelido nada como había dicho y ahora su sangre estaba en el filo del arma del castaño. Notaba como no pasaba nada espectacular y no pudo evitar soltar un suspiro bastante decepcionado. De hecho ahora sabía que su punto débil era aquel mineral tan precioso que tenía. Era el de todas las frutas pero no sabía que fuera a funcionar con aquella. Hudoku resplandecía y la sangre pasó ahora por la hoja hasta bajar a la empuñadura. El espadachín la metió en su funda despacio y después mostró una sonrisa calmada. Todo estaba saliendo bastante bien ese día.
Caminó hasta su vaso de vino y lo tomó despacio para después darle un leve trago y notar como el alcohol bajaba por su garganta. Tal vez le faltaba que estuviese más fresquito para ser mejor del todo. Dejó de pensar en la temperatura de la bebida y escuchó de nuevo las palabras del pelirrojo. Deseaba que el joven lo volviese a intentar pero sin utilizar el arma de antes. Así no era divertido y había demostrado que podía tocarle. En ese momento mostró una sonrisa bastante tranquila y asintió. – Muy bien. Entonces con tu permiso de nuevo realizaré uno de mis ataques combinados. – Mencionó al mismo tiempo que volvía a mirarle despacio.
Se quitó despacio la camisa despacio y mostró una sonrisa siniestra. Era el momento de realizar una de sus habilidades favoritas. Trotó a una velocidad considerable hacia aquel chico y con la mano derecha sacó a Cladón, su enorme espada bastarda. Una vez estuvo cerca la alzó en el aire y la bajó con violencia tratando de hacer un corte similar al otro. Mientras tanto con su mano libre sacaba a Azazel, su katana favorita y lanzaba un tajo hacia su costado. Por si fuera poco abrió la boca lanzando un pequeño chorro de lava directo a su rodilla derecha. Una buena combinación pero que esperaba que el chico repeliese. – ¡Magu murasaki! – Gritó al mismo tiempo que realizaba aquel ataque. Había imbuido sus espadas en haki armadura para de esa forma ir con más potencia. Ahora deseaba ver que hacía el pelirrojo con su combinación.
Caminó hasta su vaso de vino y lo tomó despacio para después darle un leve trago y notar como el alcohol bajaba por su garganta. Tal vez le faltaba que estuviese más fresquito para ser mejor del todo. Dejó de pensar en la temperatura de la bebida y escuchó de nuevo las palabras del pelirrojo. Deseaba que el joven lo volviese a intentar pero sin utilizar el arma de antes. Así no era divertido y había demostrado que podía tocarle. En ese momento mostró una sonrisa bastante tranquila y asintió. – Muy bien. Entonces con tu permiso de nuevo realizaré uno de mis ataques combinados. – Mencionó al mismo tiempo que volvía a mirarle despacio.
Se quitó despacio la camisa despacio y mostró una sonrisa siniestra. Era el momento de realizar una de sus habilidades favoritas. Trotó a una velocidad considerable hacia aquel chico y con la mano derecha sacó a Cladón, su enorme espada bastarda. Una vez estuvo cerca la alzó en el aire y la bajó con violencia tratando de hacer un corte similar al otro. Mientras tanto con su mano libre sacaba a Azazel, su katana favorita y lanzaba un tajo hacia su costado. Por si fuera poco abrió la boca lanzando un pequeño chorro de lava directo a su rodilla derecha. Una buena combinación pero que esperaba que el chico repeliese. – ¡Magu murasaki! – Gritó al mismo tiempo que realizaba aquel ataque. Había imbuido sus espadas en haki armadura para de esa forma ir con más potencia. Ahora deseaba ver que hacía el pelirrojo con su combinación.
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Suspiré con calma al verlo ir a beber un poco de vino. Quizás se había desilusionado o me estaba tomando como un mentiroso. Fuera como fuera, no iba a bajar la guardia. Noté como guardaba la espada de Kairoseki y una vez bebió de aquel alcohol comentó que iba a realizar uno de sus mejores ataques combinados. Sonreí de forma calmada, mi mantra me avisó de sus intenciones. ”Ahora si… Vamos” – bajé mis brazos y esperé. Tenía la oportunidad de contraatacar, pero, hubiera sido muy aburrido y no era el propósito de este “juego”.
Su primer ataque era igual que el anterior, flecté un poco mis rodillas y alcé mi mano derecha. La espada, aunque tuvo una gran fuerza, salió repelida. Tuve que apresurarme, y poner mi mano izquierda en el camino de su otra espada, ¿resultado? El mismo. Tuve que ser ágil para poner mis dos manos en mi rodilla, las cubrí en mi Busoushoku, para evitar quemaduras muy serias, y logré repeler el último ataque. Aproveché el impulso y lo utilicé para quedar de pie en la baranda del barco. Aquella combinación, de ser más veloz, me hubiera dado más problemas. Aunque mi mantra me había advertido de todo eso… Fueron movimientos difíciles de bloquear… Mejor dicho, repeler. Incluso, era posible que Ban también fuera movido hacia atrás. No podía asegurar aquello, pero era bastante posible.
– Me alivia el sabor que no me equivoqué, Ban – le dije con una sonrisa mientras ahora me sentaba. – De no ser porque tienes tu propia familia, te hubiera invitado a viajar conmigo – se lo había ganado. Era una buena persona, habilidoso, y con una fruta muy fuerte. Seguramente, no se iba a tardar nada en llegar a lo alto. O, por lo menos, que su nombre fuera más que conocido en el mundo. – Si por algún motivo, todo esto te aburre… Las puertas de mi barco están abiertas – no, no lo iba a convencer. Él ya tenía sus nakamas, pero uno nunca sabía que era lo que deparaba el futuro. Quizás se daba cuenta que esa no era la vida o la dirección correcta para él. – Espero volver a verte, Ban. – Le dije con una gran sonrisa. Si no tenía nada más que decirme o intentar otro ataque, me iría a mi barco. Aunque, no sin antes, comer de aquello que nos habían traído.
Su primer ataque era igual que el anterior, flecté un poco mis rodillas y alcé mi mano derecha. La espada, aunque tuvo una gran fuerza, salió repelida. Tuve que apresurarme, y poner mi mano izquierda en el camino de su otra espada, ¿resultado? El mismo. Tuve que ser ágil para poner mis dos manos en mi rodilla, las cubrí en mi Busoushoku, para evitar quemaduras muy serias, y logré repeler el último ataque. Aproveché el impulso y lo utilicé para quedar de pie en la baranda del barco. Aquella combinación, de ser más veloz, me hubiera dado más problemas. Aunque mi mantra me había advertido de todo eso… Fueron movimientos difíciles de bloquear… Mejor dicho, repeler. Incluso, era posible que Ban también fuera movido hacia atrás. No podía asegurar aquello, pero era bastante posible.
– Me alivia el sabor que no me equivoqué, Ban – le dije con una sonrisa mientras ahora me sentaba. – De no ser porque tienes tu propia familia, te hubiera invitado a viajar conmigo – se lo había ganado. Era una buena persona, habilidoso, y con una fruta muy fuerte. Seguramente, no se iba a tardar nada en llegar a lo alto. O, por lo menos, que su nombre fuera más que conocido en el mundo. – Si por algún motivo, todo esto te aburre… Las puertas de mi barco están abiertas – no, no lo iba a convencer. Él ya tenía sus nakamas, pero uno nunca sabía que era lo que deparaba el futuro. Quizás se daba cuenta que esa no era la vida o la dirección correcta para él. – Espero volver a verte, Ban. – Le dije con una gran sonrisa. Si no tenía nada más que decirme o intentar otro ataque, me iría a mi barco. Aunque, no sin antes, comer de aquello que nos habían traído.
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La espada del castaño fue repelida hacia arriba y salió volando. Por suerte se había clavado en el mástil, Akashi iba a ir a buscarla si no. Esa preciosidad era demasiado valiosa para perderla. También había repelido su katana pero su chorro había sido neutralizado con haki también. Eso le hizo decepcionarse un poco pues pensaba que la fruta era perfecta en sí. Puso una expresión de desaprobación y soltó un suspiro. – No había haki en las normas pero en fin. Tu poder es impresionante. Pero parece que el kairouseki nos jode a todos por igual. – Dijo ahora mientras se llevaba la mano a la barbilla. Guardó su katana y ahora corrió hacia el mástil.
Pegó un salto con todas sus fuerzas y depositó la pierna en la madera para después impulsarse hacia arriba y estirar la mano. Tomó su espada como pudo y cayó al suelo quedando con una rodilla en éste. En su rostro se formó una tranquila sonrisa y después guardó todas sus armas mientras que de su pecho empezaba a surgir magma ardiendo. Por su cuello también salía y bajaba hasta sus hombros y de ahí a sus brazos. De repente el que se quejó fue el científico, el cual salió dando gritos al ver al castaño en ese estado. – ¡Ban estate quieto! ¡Emishi-sama nos matará si quemas el barco! – Su tono era asustado como de costumbre y el chico no pudo evitar soltar un leve suspiro y dejar de emitir aquella sustancia ardiente que tanto le gustaba utilizar.
Ahora se sentó en la silla con calma cogiendo una patata frita y llevándosela a la boca para después masticarla un poco. Aquel pelirrojo le estaba invitando a su barco pero respetaba que perteneciera a una mafia. En ese momento el espadachín se puso a pensar. Por el momento era pronto irse de su barco pero en unos meses tal vez se lo pensaba. Podía estar en su mafia y viajar con otras personas pues sus encargos solían ser una vez a la semana o así. Tenía tiempo de sobra para hacerlos. De todas formas tenía que conocer los objetivos de Akashi y demás. Por el momento simplemente se quedaría con los suyos. – Lo mismo te digo. Los Taketo te recibirán con los brazos abiertos con nombrarme a mí. Ha sido todo un placer conocerte, amigo. – Terminó diciendo con una mirada tranquila mientras le daba otro sorbo a la botella de vino directamente y finalizaba comiéndose una patata. El dinero estaba en su poder y todo había salido a pedir de boca.
Pegó un salto con todas sus fuerzas y depositó la pierna en la madera para después impulsarse hacia arriba y estirar la mano. Tomó su espada como pudo y cayó al suelo quedando con una rodilla en éste. En su rostro se formó una tranquila sonrisa y después guardó todas sus armas mientras que de su pecho empezaba a surgir magma ardiendo. Por su cuello también salía y bajaba hasta sus hombros y de ahí a sus brazos. De repente el que se quejó fue el científico, el cual salió dando gritos al ver al castaño en ese estado. – ¡Ban estate quieto! ¡Emishi-sama nos matará si quemas el barco! – Su tono era asustado como de costumbre y el chico no pudo evitar soltar un leve suspiro y dejar de emitir aquella sustancia ardiente que tanto le gustaba utilizar.
Ahora se sentó en la silla con calma cogiendo una patata frita y llevándosela a la boca para después masticarla un poco. Aquel pelirrojo le estaba invitando a su barco pero respetaba que perteneciera a una mafia. En ese momento el espadachín se puso a pensar. Por el momento era pronto irse de su barco pero en unos meses tal vez se lo pensaba. Podía estar en su mafia y viajar con otras personas pues sus encargos solían ser una vez a la semana o así. Tenía tiempo de sobra para hacerlos. De todas formas tenía que conocer los objetivos de Akashi y demás. Por el momento simplemente se quedaría con los suyos. – Lo mismo te digo. Los Taketo te recibirán con los brazos abiertos con nombrarme a mí. Ha sido todo un placer conocerte, amigo. – Terminó diciendo con una mirada tranquila mientras le daba otro sorbo a la botella de vino directamente y finalizaba comiéndose una patata. El dinero estaba en su poder y todo había salido a pedir de boca.
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