Ibarenko Vlassrova
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* Tock, tock *
Fue el sonido que se dio en aquel tranquilo camarote.
- ¡Adelante!- La palabra que permitió la apertura de la puerta.
Con un movimiento delicado, un ser vivo abrió aquella puerta, de madera robusta y con el letrero de 'Capitán' colocado en ella, para acabar adentrarse en la habitación de tal Señor. En un primer momento, cuando la abrió, únicamente vio al capitán, liado con sus papeles como de costumbre, pero, a medida que se iba adentrando en la sala, se fijó en que había otras cuantas cosas más por toda la zona, desde útiles importantes hasta platos de comida, siendo los documentos sobre la mesa los que más le llamaron su interés, pues, y a pesar de que carecía de conocimientos al respecto, parecían mostrar lo que iba a ser sus nuevos destinos de viaje. -¿Qué deseas...- Fueron las palabras que salieron de aquel ser, oscurecido su rostro, y ropas, por la ausencia de luz, a pesar de que en el exterior hiciera un día soleado bastante agradable. Sentado, y con la cabeza baja, dijo aquellas palabras, pero, ya fuera por deseo propio o por respeto al sujeto que había entrado, comenzó a levantarla hasta acabar mirando a los ojos al que parecía ser el segundo de abordo. - Ibarenko? - Concluyendo su anterior oración.
En efecto, Ibarenko Vlassrova, o como él se autodenominaba, Black Ligthing, había acudido ante el capitán con una notificación que darle. - Gorrillas, tengo que ausentarme durante un tiempo para cumplir un objetivo. - El capitán por un momento se extrañó, ¿Ibarenko acudiendo a una obligación? ¿Le habían dado un golpe en la cabeza durante el viaje? Pero, cuando vio la carta en su mano, sellada con un emblema aparentemente distinto, despejó su cabeza de dudas y le notificó su aprobación por medio de un movimiento de cabeza. Con la aceptación de su capitán, Iba salió de la habitación, cerrando la puerta, y dirigiéndose a varias salas del navío donde se encontraban sus cosas. Tras tenerlo todo listo, bajó del barco por un trozo de madera lo suficientemente largo como para llegar al muelle de un salto. Fue cuestión de segundos en que desapareciera a los ojos de cualquiera que estuviese en el barco. De ahora en adelante, intentaría ocultar su nombre, pero si alguien le preguntaba...lo más probable es que dijera cualquier otro.
~Minutos después~
' Debe ser la localización. ' Pensó.
Cuando llegó, a una posición próxima a la establecida, se fijó en que, a la lejanía, había algo parecido a una moto. Durante un instante, pensó en una figura que vio tiempo atrás, pero después, cuando se colocó en una posición más cercana, sus dudas se despejaron. Lo que había allí era un motorista y su perro de compañía. ' ¿Qué coño es eso? ' Fue lo que pensó al verlo. Su rostro no cambió a sorpresa, o malestar, pero internamente, se preguntaba si aquello era una misión de luchadores o, en cambio, una misión de niñitas. Y para niñita, la chica allí presente. Físicamente, tenía algo bastante encantador en sus ojos, y las características 'de más' la hacían toda una musa a ojos de cualquiera. Cualquiera, menos Ibarenko. Éste no se sintió para nada atraído por ella, ni le sugería ideas compartidas con estas, aunque la multitud no pensase lo mismo. Probablemente, su tartamudeo le hicieran creer que era un joven que no había visto antes una chica de tal calibre y que, por ende, no sabía tratar una situación tal que así. A lo mejor no le venía mal que esa idea predominase.
Fue el sonido que se dio en aquel tranquilo camarote.
- ¡Adelante!- La palabra que permitió la apertura de la puerta.
Con un movimiento delicado, un ser vivo abrió aquella puerta, de madera robusta y con el letrero de 'Capitán' colocado en ella, para acabar adentrarse en la habitación de tal Señor. En un primer momento, cuando la abrió, únicamente vio al capitán, liado con sus papeles como de costumbre, pero, a medida que se iba adentrando en la sala, se fijó en que había otras cuantas cosas más por toda la zona, desde útiles importantes hasta platos de comida, siendo los documentos sobre la mesa los que más le llamaron su interés, pues, y a pesar de que carecía de conocimientos al respecto, parecían mostrar lo que iba a ser sus nuevos destinos de viaje. -¿Qué deseas...- Fueron las palabras que salieron de aquel ser, oscurecido su rostro, y ropas, por la ausencia de luz, a pesar de que en el exterior hiciera un día soleado bastante agradable. Sentado, y con la cabeza baja, dijo aquellas palabras, pero, ya fuera por deseo propio o por respeto al sujeto que había entrado, comenzó a levantarla hasta acabar mirando a los ojos al que parecía ser el segundo de abordo. - Ibarenko? - Concluyendo su anterior oración.
En efecto, Ibarenko Vlassrova, o como él se autodenominaba, Black Ligthing, había acudido ante el capitán con una notificación que darle. - Gorrillas, tengo que ausentarme durante un tiempo para cumplir un objetivo. - El capitán por un momento se extrañó, ¿Ibarenko acudiendo a una obligación? ¿Le habían dado un golpe en la cabeza durante el viaje? Pero, cuando vio la carta en su mano, sellada con un emblema aparentemente distinto, despejó su cabeza de dudas y le notificó su aprobación por medio de un movimiento de cabeza. Con la aceptación de su capitán, Iba salió de la habitación, cerrando la puerta, y dirigiéndose a varias salas del navío donde se encontraban sus cosas. Tras tenerlo todo listo, bajó del barco por un trozo de madera lo suficientemente largo como para llegar al muelle de un salto. Fue cuestión de segundos en que desapareciera a los ojos de cualquiera que estuviese en el barco. De ahora en adelante, intentaría ocultar su nombre, pero si alguien le preguntaba...lo más probable es que dijera cualquier otro.
~Minutos después~
' Debe ser la localización. ' Pensó.
Cuando llegó, a una posición próxima a la establecida, se fijó en que, a la lejanía, había algo parecido a una moto. Durante un instante, pensó en una figura que vio tiempo atrás, pero después, cuando se colocó en una posición más cercana, sus dudas se despejaron. Lo que había allí era un motorista y su perro de compañía. ' ¿Qué coño es eso? ' Fue lo que pensó al verlo. Su rostro no cambió a sorpresa, o malestar, pero internamente, se preguntaba si aquello era una misión de luchadores o, en cambio, una misión de niñitas. Y para niñita, la chica allí presente. Físicamente, tenía algo bastante encantador en sus ojos, y las características 'de más' la hacían toda una musa a ojos de cualquiera. Cualquiera, menos Ibarenko. Éste no se sintió para nada atraído por ella, ni le sugería ideas compartidas con estas, aunque la multitud no pensase lo mismo. Probablemente, su tartamudeo le hicieran creer que era un joven que no había visto antes una chica de tal calibre y que, por ende, no sabía tratar una situación tal que así. A lo mejor no le venía mal que esa idea predominase.
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Seguía mi periplo por el mundo, en busca de aquello por lo que lo había dejado todo. Como de costumbre viajaba en el barco de un buen hombre que había aceptado llevarme con él en este caso, sabía a dónde me dirigía y sabía el por qué. El hecho es que aquel hombre era originario de un lugar llamado isla Banaro y que uno de sus conocidos de su población necesitaba ayuda, pero no me supo especificar para que, solo me dijo que aquel que le ayudase sería recompensado. Era cierto que yo no era de los que ofrecían su ayuda por dinero, pero lo que era una realidad es que había salido de mi isla con los bolsillos vacíos.
Cuando llegamos a la isla, el hombre que me había llevado hasta ella me dijo que me acompañaba al lugar donde vivía el hombre que precisaba la ayuda, ya que el vivía cerca de su casa y yo acepté. En unos 10 minutos estábamos en el pueblo y en 5 más, según las indicaciones del hombre estábamos en la puerta de su casa. La puerta estaba abierta y un hombre y una hermosa dama, le estaban dando la bienvenida a otro y a un extraño ser rosado que estaba siendo acariciado por la joven. El hombre que me había guiado y yo nos acercamos a la casa y mi acompañante y el dueño de la casa, comenzaron a hablar animadamente y yo tras hacerle una reverencia a la joven, me acerqué al otro hombre, mientras me sacaba un caramelo del bolsillo:
- Buenos días caballero, es curioso el ser rosado hay allí ¿me pregunto que será?
Cuando llegamos a la isla, el hombre que me había llevado hasta ella me dijo que me acompañaba al lugar donde vivía el hombre que precisaba la ayuda, ya que el vivía cerca de su casa y yo acepté. En unos 10 minutos estábamos en el pueblo y en 5 más, según las indicaciones del hombre estábamos en la puerta de su casa. La puerta estaba abierta y un hombre y una hermosa dama, le estaban dando la bienvenida a otro y a un extraño ser rosado que estaba siendo acariciado por la joven. El hombre que me había guiado y yo nos acercamos a la casa y mi acompañante y el dueño de la casa, comenzaron a hablar animadamente y yo tras hacerle una reverencia a la joven, me acerqué al otro hombre, mientras me sacaba un caramelo del bolsillo:
- Buenos días caballero, es curioso el ser rosado hay allí ¿me pregunto que será?
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' Maldito ser rosado ' Fue lo que pensó. ¿quién narices traía una criatura como esa a un lugar como tal? Sobretodo cuando una misión de tal calibre tenía lugar. En fin, había gente bastante inútil en el mundo, y el hecho de que algunas personas llevasen armas como tal mandoble no reducía su nivel de tontería. Aunque, lo mejor acababa de llegar. Cuando vino el 'otro' tipo, y sacó su dulce, pudo ver como tal criatura hizo el amago de robarlo, algo bastante infantil que le hacía plantearse si ese ser estaba entrenado o no. Aunque no se viera, por dentro, Ibarenko se sentía bastante decepcionado con aquellos con los que debía trabajar.
Al menos, apareció un atisbo de esperanza. Cuando el tipo preguntó si debían partir, respondió antes que el ajeno. - Sí. - Fue una afirmación en seco y tajante, en la que mostraba un deseo de comenzar. Si todo salía bien, iba a ganarse una recompensa por el trabajo y, la verdad, el dinero era algo que echaba levemente en falta.
Al menos, apareció un atisbo de esperanza. Cuando el tipo preguntó si debían partir, respondió antes que el ajeno. - Sí. - Fue una afirmación en seco y tajante, en la que mostraba un deseo de comenzar. Si todo salía bien, iba a ganarse una recompensa por el trabajo y, la verdad, el dinero era algo que echaba levemente en falta.
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Al llegar la extraña criatura daba pequeños saltos, para intentar coger el caramelo, ante este hecho sonreí, mientras el que parecía su dueño le decía que ya había comido demasiados y que además no era suyo, me metí el caramelo a la boca y le dije al bichito:
- No te preocupes compañero rosado, tengo más y si es verdad que has comido demasiados, entiendo a tu amigo, además el exceso de dulces no es bueno creeme.
No sabía si era un idiota o esa forma de vida era capaz de entenderme, pero la cosa era que no me importaba compartir mis dulces con quien los quisiera y se lo quería hacer saber.
Aunque no estábamos, nosotros dos solos había una tercera persona que también se apuntaba aunque no la había visto al llegar, descolgué la bolsa que llevaba a mi espalda, saqué mis dos pistolas rojas y las cargué poniéndoles a cada una un cargador de 8 balas y me las coloque en las fundas que llevaba en mi cinturón. Y ante las palabras del dueño de el ser rosado dije:
- Vaya veo que aprecias a tu pequeño compañero y tengo la costumbre de proteger a los amigos de mis conocidos, por lo que en nuestra travesía nada le pasara pues yo también lo protegeré. Y podemos salir cuando gusteis.
Dirigí mi mirada a la damisela y le dije:
- Señorita, creo que puedo decir en nombre de todos que llegará sana y salva a su destino.
Aunque su padre le advirtió que tuviera cuidado de los peligros del camino a lo que respondió la joven:
- No te preocupes me protegen tres apuestos hombres y una cosa rosa monisima.
- No te preocupes compañero rosado, tengo más y si es verdad que has comido demasiados, entiendo a tu amigo, además el exceso de dulces no es bueno creeme.
No sabía si era un idiota o esa forma de vida era capaz de entenderme, pero la cosa era que no me importaba compartir mis dulces con quien los quisiera y se lo quería hacer saber.
Aunque no estábamos, nosotros dos solos había una tercera persona que también se apuntaba aunque no la había visto al llegar, descolgué la bolsa que llevaba a mi espalda, saqué mis dos pistolas rojas y las cargué poniéndoles a cada una un cargador de 8 balas y me las coloque en las fundas que llevaba en mi cinturón. Y ante las palabras del dueño de el ser rosado dije:
- Vaya veo que aprecias a tu pequeño compañero y tengo la costumbre de proteger a los amigos de mis conocidos, por lo que en nuestra travesía nada le pasara pues yo también lo protegeré. Y podemos salir cuando gusteis.
Dirigí mi mirada a la damisela y le dije:
- Señorita, creo que puedo decir en nombre de todos que llegará sana y salva a su destino.
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- No te preocupes me protegen tres apuestos hombres y una cosa rosa monisima.
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Y ahora, el chico iba en moto. Espléndido. ¿Había alguna otra forma más estruendosa con la que poder alertar a los que se ocultasen entre las sombras del bosque? Seguramente. Es más, seguro que alguno de ellos encontraba la forma para alertar a toda la nación de una única llamada. 'Valiente panda de inútiles tengo. ' Repitió en numerosas ocasiones. Sin embargo, cara a la galería, su rostro seguía impasible y frío. La única diferencia era que tenía el ceño fruncido, que podía darse a entender de que el asunto había aumentado su seriedad en gran nivel.
Tras unos minutos caminando, en los que mantendría el silencio, preguntaran lo que preguntasen, llegaría toda la tropa al inicio de un oscuro bosque, rodeado de fuertes árboles, y desde el que podía escucharse algunos animales. Iba, en un primer momento, observó la zona, para después acabar escribiendo varias cosas en el suelo. A simple vista, podía tratarse de un dibujo, pero si eran lo suficientemente inteligentes, entenderían que el plan era el siguiente: la moto debía ser depositada en algún lugar no visible por dos motivos, uno por el ruido, y otro porque era algo molesto tener que ir cargando con ella en todo segundo. Lo siguiente que se veía era una posible estrategia a seguir, en la que el Motero Nº2, como él denominó a Bleyd, sería aquel que se encargase de llevar la delantera; el pistolero se encargaría de cubrir a ambas figuras entre las sombras; e Ibarenko sería aquel que vigilara lo más cerca posible a la chica. Como ya dije, era una estrategia a seguir, como podrían haber otras, si el grupo la llevaba a cabo, era posible que tuvieran éxito. Si no, bueno, a saber qué ocurría.
Tras unos minutos caminando, en los que mantendría el silencio, preguntaran lo que preguntasen, llegaría toda la tropa al inicio de un oscuro bosque, rodeado de fuertes árboles, y desde el que podía escucharse algunos animales. Iba, en un primer momento, observó la zona, para después acabar escribiendo varias cosas en el suelo. A simple vista, podía tratarse de un dibujo, pero si eran lo suficientemente inteligentes, entenderían que el plan era el siguiente: la moto debía ser depositada en algún lugar no visible por dos motivos, uno por el ruido, y otro porque era algo molesto tener que ir cargando con ella en todo segundo. Lo siguiente que se veía era una posible estrategia a seguir, en la que el Motero Nº2, como él denominó a Bleyd, sería aquel que se encargase de llevar la delantera; el pistolero se encargaría de cubrir a ambas figuras entre las sombras; e Ibarenko sería aquel que vigilara lo más cerca posible a la chica. Como ya dije, era una estrategia a seguir, como podrían haber otras, si el grupo la llevaba a cabo, era posible que tuvieran éxito. Si no, bueno, a saber qué ocurría.
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Habíamos emprendido la marcha, la joven caminaba montada en la esponjosidad rosa que era Fluffle mientras le decía lo mono que era y lo achuchaba de miles de formas. Mientras su dueño iba en moto, la cual tanto a mi como a nuestro otro compañero no nos parecía muy buena idea que la llevara por el ruido que provocaba y por el tamaño del vehículo podríamos ser un objetivo visible para posibles atacantes, aunque había algo que no me gustaba nada. El hombre serio y callado nos estaba guiando hacía un oscuro bosque cosa que no era muy segura en nuestra misión, ya que el hecho de que fuese oscuro era un imán perfecto para toda clase de gente de mala calaña, por otro lado era un ambiente favorable para mí ya que, en caso de ataque las sombras eran mis aliadas para usar una de mis especialidades, el espionaje. De repente caí en la cuenta de que no me había presentado:
- Perdonad mi olvido, mi nombre es Marcus South.
Cuando comenzamos a entrar en el bosque oí a la joven dama decir:
- Tengo miedo a los lugares oscuros, ¿no podríamos ir por otro lugar?
- No se preocupe señorita, olvide que estamos en este lugar y siga aspirando el dulce aroma y achuchando a Fluffle el es un guerrero valiente ¿verdad, compañero?
- Perdonad mi olvido, mi nombre es Marcus South.
Cuando comenzamos a entrar en el bosque oí a la joven dama decir:
- Tengo miedo a los lugares oscuros, ¿no podríamos ir por otro lugar?
- No se preocupe señorita, olvide que estamos en este lugar y siga aspirando el dulce aroma y achuchando a Fluffle el es un guerrero valiente ¿verdad, compañero?
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Y ahora, ante él, una exhibición de ego. Perfecto. En fin, Ibarenko tendría que encargarse de la vigilancia desde las sombras, puesto que, tanto el pistolero como el motero, no quisieron atender a ningún tipo de planeamiento. A su vez, seguían hablando el uno con el otro. Claro, ¿por qué no siguen así en un bosque sumido en la oscuridad? Seguro que no pasará nada.
En fin, sin realizar su correspondiente presentación, Ibarenko siguió caminando. Tras unos minutos, comenzó a notar en la lejanía objetos metálicos. Probablemente ellos no lo sintieran, pues, como mucho, detectarían que alguien los vigilaba. Todo sea dicho, pues el joven no hizo ningún comentario al respecto. Quiso esperar hasta que, lo que fuera que estuviese ahí, estuviera más cerca. Podría ser tanto una lección de humildad para aquellos que no soportaron la tranquilidad, como una medida para cerciorarse mejor aún sobre con quién estaban jugando.
En fin, sin realizar su correspondiente presentación, Ibarenko siguió caminando. Tras unos minutos, comenzó a notar en la lejanía objetos metálicos. Probablemente ellos no lo sintieran, pues, como mucho, detectarían que alguien los vigilaba. Todo sea dicho, pues el joven no hizo ningún comentario al respecto. Quiso esperar hasta que, lo que fuera que estuviese ahí, estuviera más cerca. Podría ser tanto una lección de humildad para aquellos que no soportaron la tranquilidad, como una medida para cerciorarse mejor aún sobre con quién estaban jugando.
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El espeso bosque por el que transitábamos dejaba la luz suficiente para reconocernos los unos a los otros, el tipo callado seguía callado algo que me intranquilizaba, aunque en una situación así era mejor seguir su ejemplo, aunque le dije en voz baja:
- Esta claro que lleva toda la razón caballero, en una situación así es mejor ser cautos y silenciosos, más aún en una misión como esta, pero debo decir que la moto de Bleyd, quizás no sea necesariamente un elemento en nuestra contra.
Se me había ocurrido un plan de emergencia en caso de que nos atacaran así que me puse entre los dos hombres y les dije:
- La oscuridad del lugar claramente es un obstáculo en esta misión, por el hecho que en ella proliferan los malhechores, pero aquí un servidor gusta de esconderse entre las sombras para atacar por lo que podría moverme por ellas y ser digamos el factor sorpresa. Por otro lado, hay una remota posibilidad que si hay malhechores entre las sombras quizás una luz demasiado potente los cegase momentáneamente, aquí es donde entra la moto de Bleyd la cual supongo que tendrá faros. En el caso de un hipotético caso de ataque sería mejor que Bleyd cogiera a la dama y huyera preferiblemente desplazándose en línea recta ya que, de este modo sería más fácil encontrarlo cuando acabásemos con el peligro nosotros dos.
Solo era una reflexión en apariencia, pero en realidad era un plan ya que, estaba orgulloso de mi faceta de estratega.
- Esta claro que lleva toda la razón caballero, en una situación así es mejor ser cautos y silenciosos, más aún en una misión como esta, pero debo decir que la moto de Bleyd, quizás no sea necesariamente un elemento en nuestra contra.
Se me había ocurrido un plan de emergencia en caso de que nos atacaran así que me puse entre los dos hombres y les dije:
- La oscuridad del lugar claramente es un obstáculo en esta misión, por el hecho que en ella proliferan los malhechores, pero aquí un servidor gusta de esconderse entre las sombras para atacar por lo que podría moverme por ellas y ser digamos el factor sorpresa. Por otro lado, hay una remota posibilidad que si hay malhechores entre las sombras quizás una luz demasiado potente los cegase momentáneamente, aquí es donde entra la moto de Bleyd la cual supongo que tendrá faros. En el caso de un hipotético caso de ataque sería mejor que Bleyd cogiera a la dama y huyera preferiblemente desplazándose en línea recta ya que, de este modo sería más fácil encontrarlo cuando acabásemos con el peligro nosotros dos.
Solo era una reflexión en apariencia, pero en realidad era un plan ya que, estaba orgulloso de mi faceta de estratega.
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No dijo nada acerca de las ideas de cada uno. Es más, ni dirigió la mirada a estos en el momento de diálogo, pues únicamente estaba preocupado por los seres ocultos en las profundidades del bosque. Como ya fue dicho, había notado movimiento en sus alrededores, mas ahora parecía haberla perdido. ' Tanto silencio no es bueno. ' Fue lo que dijo su mente.
A medida que iban caminando, el grupo empezaba a disolverse, quedándose únicamente en un tirador, una chica, un...'ser vivo' y el asesino. Un grupo bastante curioso, pero para nada positivo ante la ausencia de aquel que tendría que soportar el ataque enemigo mientras los demás iban uno a uno, dando fin a sus vidas. - Carga el arma. Fue lo único que dijo. Ibarenko, abrió las estucheras a los lados, mostrando una gama de cuchillos bastante cuidados. No obstante, únicamente extrajo uno, volviendo a cerrar tales recipientes. ¿Por qué no sacaba tres o cuatro? Porque veía más rentable correr hacia la derecha, adentrándose en la maleza y desapareciendo de la vista de todos.
Una vez dentro, comenzó a moverse de forma bastante peculiar, utilizando las hojas de algunas plantas como camuflaje para evitar ser visto. Si Marcus buscaba al asesino con la mirada, únicamente vería un par de ojos en la cercanía que decían: Anda. A la misma velocidad que fuesen andando la pareja, Iba iría moviéndose entre las sombras. En cuanto entraran en su radio de poder (Quince metros), se adelantaría, subiendo a uno de los árboles para colocarse a una distancia de diez metros, o menos. Buscaba no ser visto por ellos y, cuando fuera necesario, comenzar la matanza.
A medida que iban caminando, el grupo empezaba a disolverse, quedándose únicamente en un tirador, una chica, un...'ser vivo' y el asesino. Un grupo bastante curioso, pero para nada positivo ante la ausencia de aquel que tendría que soportar el ataque enemigo mientras los demás iban uno a uno, dando fin a sus vidas. - Carga el arma. Fue lo único que dijo. Ibarenko, abrió las estucheras a los lados, mostrando una gama de cuchillos bastante cuidados. No obstante, únicamente extrajo uno, volviendo a cerrar tales recipientes. ¿Por qué no sacaba tres o cuatro? Porque veía más rentable correr hacia la derecha, adentrándose en la maleza y desapareciendo de la vista de todos.
Una vez dentro, comenzó a moverse de forma bastante peculiar, utilizando las hojas de algunas plantas como camuflaje para evitar ser visto. Si Marcus buscaba al asesino con la mirada, únicamente vería un par de ojos en la cercanía que decían: Anda. A la misma velocidad que fuesen andando la pareja, Iba iría moviéndose entre las sombras. En cuanto entraran en su radio de poder (Quince metros), se adelantaría, subiendo a uno de los árboles para colocarse a una distancia de diez metros, o menos. Buscaba no ser visto por ellos y, cuando fuera necesario, comenzar la matanza.
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La situación se estaba volviendo un poco tensa Bleyd se estaba confinado demasiado en su potencia de fuego para cualquier contratiempo que ocurriese en nuestro trayecto y el hombre silencioso no hablaba demasiado y, desprendía malas vibraciones. Bleyd transformó su moto en un vehículo volador y salió volando para vigilar el perímetro. El hombre silencioso, solo me dijo que cargara el arma y le saque el dedo pulgar para decirle que las tenía, el por su parte eligió un cuchillo y rápidamente se escondió en la maleza cercana, dejandonos solos a la chica montada sobre fluffle y a mi.
No se podía decir que me hubieran dejado solo, pero ahora tenía que hacer algo con la chica para sacarla del combate porque presentía por la reacción de mis compañeros que el combate estaba a punto de comenzar. La verdad es que veía al pobre fluffle un poco agobiado, ya que ahora la chica estaba abrazado a el y quizás lo hacía con demasiada fuerza, quizás tuviese miedo o este hubiese aumentado, así que le dije a la chica que bajara de él y que se pegara lo más posible a mi y la chica lo hizo. Avanzamos por el camino unos metros más con ya que por la parte trasera sabía que estaba cubierto por uno de mis compañeros e imaginaba que Bleyd estaría sobre nosotros o eso esperaba. De repente, dos tipos con malas pintas nos taparon el paso, ninguno de ellos portaba armas y, desde mi punto de vista eran demasiado enclenques. Nada más verlos metí la mano en mi bolsillo tanteando uno de mis caramelos y lo fui desenvolviendo con la mano y cuando lo tuve listo, me lo guardé en la mano dentro del bolsillo, se me acababa de ocurrir algo.
- Vaya, vaya que bonito dos tortolitos con pasta por este lugar
- Vamos muñeca vente con nosotros y te divertirás y mira tu novio esta buscando su cartera para entregarnosla y salir corriendo en esa cosa rosa.
Valientes pazguatos no sabían que estaban a punto de ser testigos de uno de mis alocados planes. Aunque, de repente, la chica se abrazó a mi fuertemente dejando uno de mis brazos sin posibilidad de moverlo, por suerte la mano del caramelo era la del otro brazo, le eché una rápida mirada a Fluffle y le mostré el caramelo del bolsillo e instantáneamente le empezaron a brillar los ojos, acto seguido se lo tiré en dirección a uno de los tipos lo que hizo que saliera como un tiro hacía el caramelo arroyando al tipo en el trayecto, el mismo tiro que le propiné al otro tío con una bala que salió desde una de mis pistolas que sostenía con la misma mano con la que le tiré el caramelo a Fluffle y que hizo impacto en su pierna dejandolo lloriqueando en el suelo, el otro tipo que había sido atacado perseguía a Fluffle como un poseso y de mi misma pistola salió una bala con destino su culo, haciendo diana en él y parandolo en seco. Me acerque a el y le dije:
- Da gracias que te he parado yo y no su auténtico dueño...
No se podía decir que me hubieran dejado solo, pero ahora tenía que hacer algo con la chica para sacarla del combate porque presentía por la reacción de mis compañeros que el combate estaba a punto de comenzar. La verdad es que veía al pobre fluffle un poco agobiado, ya que ahora la chica estaba abrazado a el y quizás lo hacía con demasiada fuerza, quizás tuviese miedo o este hubiese aumentado, así que le dije a la chica que bajara de él y que se pegara lo más posible a mi y la chica lo hizo. Avanzamos por el camino unos metros más con ya que por la parte trasera sabía que estaba cubierto por uno de mis compañeros e imaginaba que Bleyd estaría sobre nosotros o eso esperaba. De repente, dos tipos con malas pintas nos taparon el paso, ninguno de ellos portaba armas y, desde mi punto de vista eran demasiado enclenques. Nada más verlos metí la mano en mi bolsillo tanteando uno de mis caramelos y lo fui desenvolviendo con la mano y cuando lo tuve listo, me lo guardé en la mano dentro del bolsillo, se me acababa de ocurrir algo.
- Vaya, vaya que bonito dos tortolitos con pasta por este lugar
- Vamos muñeca vente con nosotros y te divertirás y mira tu novio esta buscando su cartera para entregarnosla y salir corriendo en esa cosa rosa.
Valientes pazguatos no sabían que estaban a punto de ser testigos de uno de mis alocados planes. Aunque, de repente, la chica se abrazó a mi fuertemente dejando uno de mis brazos sin posibilidad de moverlo, por suerte la mano del caramelo era la del otro brazo, le eché una rápida mirada a Fluffle y le mostré el caramelo del bolsillo e instantáneamente le empezaron a brillar los ojos, acto seguido se lo tiré en dirección a uno de los tipos lo que hizo que saliera como un tiro hacía el caramelo arroyando al tipo en el trayecto, el mismo tiro que le propiné al otro tío con una bala que salió desde una de mis pistolas que sostenía con la misma mano con la que le tiré el caramelo a Fluffle y que hizo impacto en su pierna dejandolo lloriqueando en el suelo, el otro tipo que había sido atacado perseguía a Fluffle como un poseso y de mi misma pistola salió una bala con destino su culo, haciendo diana en él y parandolo en seco. Me acerque a el y le dije:
- Da gracias que te he parado yo y no su auténtico dueño...
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Sigilo era lo que menos había allí, si ya había falta de él con anterioridad, ahora había muchísimo menos. Explosiones, disparos, caballos...¿qué quedaba por aparecer?
- ¡¿Quién coño eres?!
- ¿Yo? Yo soy...yo.
Y con un simple gesto, un cuchillo se clavó en la yugular de aquel que habló.
¿Qué estaba pasando? ¿Cómo Ibarenko ya estaba rodeado de algunos cadáveres? Bueno. Como ya fue dicho con anterioridad, éste estaría atento para que, a una distancia menor, o igual, de quince metros aproximados, comenzase a conocer la posición de sus enemigos por los elementos metálicos que le rodeaban. Tuvo que hacer un poco de proceso selectivo a la hora de encontrarlos, pues algunos parecían tan rígidos, que le hacía duda de si eran humanos o no. En fin, basándonos en este supuesto, Ibarenko comenzó a desplazarse con agilidad entre los árboles y la tierra del suelo, asesinando a aquellos que estaban más escondidos, y que parecían portar armas de fuego. Cuando los más letales estaban eliminados, aterrizó en el centro de un grupo de 'mercenarios', y digo mercenarios de forma entrecomillada porque más que eso, parecían ser simples zoquetes pagados por alguien mayor, que únicamente portaban espadas y que esperaban a que los otros, aquellos que se mostraron ante Marc, dieran una señal.
- Señores, debo decir que su comportamiento, me desagrada. - Dijo mientras clavaba tres cuchillos a tres respectivos enemigos de su espalda. - Demasiado, por lo que veo. ¿Quién os envía? - Probó ahora a sacar información. Como respuesta, obtuvo varios alaridos y los dos a su lateral se abalanzaron contra él. ¿La respuesta de Iba? Emplear el cuchillo de mano que llevaba en ese instante para parar uno de los ataques y, usando el magnetismo para el segundo, de tal forma que concluyera en la posición que tratamos al principio, con el Vlassrova, sujetando por la garganta al otro que quiso atacarle y con el que estaba en frente de él, sin esencia vital.
- Y ahora...¿me dirás quién coño te ha mandado? ¿O te tendré que arrancar pos putos huesos uno a uno, a la par que te perforo esos ojos, gilipollas?
+ Yo...yo...
- ¡No te oigo, joder!
+ ¡Vale!
Fue la última palabra emanada por su garganta. Ibarenko no le dejó soltar nada por su boca, sino que lo soltó y comenzó a patear la cabeza numerosas veces hasta acabar deformándola y destrozándola. -¡Joder, sí! - Exclamó como un sádico. Después, le siguió una estruendosa risa, que acabó en un demente, manchado en sangre por haber rajado a sus enemigos todo lo que pudo. Salió de la maleza, poco a poco, con la mirada de un enfermo, para acabar centrándose en aquel que protegía a la chica. - JE...je...- Fue lo que soltó. Rápidamente, sus manos se alzaron, y los cuchillos empleados salieron del bosque para encerrarse en su maletín. '¿Seguimos?' Fue lo que pensó. Aunque estuviera en ese estado, aún distinguía a quién matar y a quién no, por lo que comenzó a caminar hacia delante, paso a paso, intentando volver en sí...aunque ese fuera su verdadero Él.
- ¡¿Quién coño eres?!
- ¿Yo? Yo soy...yo.
Y con un simple gesto, un cuchillo se clavó en la yugular de aquel que habló.
¿Qué estaba pasando? ¿Cómo Ibarenko ya estaba rodeado de algunos cadáveres? Bueno. Como ya fue dicho con anterioridad, éste estaría atento para que, a una distancia menor, o igual, de quince metros aproximados, comenzase a conocer la posición de sus enemigos por los elementos metálicos que le rodeaban. Tuvo que hacer un poco de proceso selectivo a la hora de encontrarlos, pues algunos parecían tan rígidos, que le hacía duda de si eran humanos o no. En fin, basándonos en este supuesto, Ibarenko comenzó a desplazarse con agilidad entre los árboles y la tierra del suelo, asesinando a aquellos que estaban más escondidos, y que parecían portar armas de fuego. Cuando los más letales estaban eliminados, aterrizó en el centro de un grupo de 'mercenarios', y digo mercenarios de forma entrecomillada porque más que eso, parecían ser simples zoquetes pagados por alguien mayor, que únicamente portaban espadas y que esperaban a que los otros, aquellos que se mostraron ante Marc, dieran una señal.
- Señores, debo decir que su comportamiento, me desagrada. - Dijo mientras clavaba tres cuchillos a tres respectivos enemigos de su espalda. - Demasiado, por lo que veo. ¿Quién os envía? - Probó ahora a sacar información. Como respuesta, obtuvo varios alaridos y los dos a su lateral se abalanzaron contra él. ¿La respuesta de Iba? Emplear el cuchillo de mano que llevaba en ese instante para parar uno de los ataques y, usando el magnetismo para el segundo, de tal forma que concluyera en la posición que tratamos al principio, con el Vlassrova, sujetando por la garganta al otro que quiso atacarle y con el que estaba en frente de él, sin esencia vital.
- Y ahora...¿me dirás quién coño te ha mandado? ¿O te tendré que arrancar pos putos huesos uno a uno, a la par que te perforo esos ojos, gilipollas?
+ Yo...yo...
- ¡No te oigo, joder!
+ ¡Vale!
Fue la última palabra emanada por su garganta. Ibarenko no le dejó soltar nada por su boca, sino que lo soltó y comenzó a patear la cabeza numerosas veces hasta acabar deformándola y destrozándola. -¡Joder, sí! - Exclamó como un sádico. Después, le siguió una estruendosa risa, que acabó en un demente, manchado en sangre por haber rajado a sus enemigos todo lo que pudo. Salió de la maleza, poco a poco, con la mirada de un enfermo, para acabar centrándose en aquel que protegía a la chica. - JE...je...- Fue lo que soltó. Rápidamente, sus manos se alzaron, y los cuchillos empleados salieron del bosque para encerrarse en su maletín. '¿Seguimos?' Fue lo que pensó. Aunque estuviera en ese estado, aún distinguía a quién matar y a quién no, por lo que comenzó a caminar hacia delante, paso a paso, intentando volver en sí...aunque ese fuera su verdadero Él.
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Por así decirlo, no pude mantener mi promesa, tras escuchar un ráfaga de disparos potentes y varias explosiones, Bleyd apareció y el cráneo del hombre comenzó a desangrarse y deformarse, debido a la presión que este, con una extraña arma, ejercía sobre la cabeza del hombre que creyó que solo iba a irse con un disparo en el culo. Lo malo es que esto sucedió a solo unos pasos de la muchacha y de mi, a la que no tuve tiempo de evitar que viera esa horrenda escena. La joven se asustó y se volvió a abrazar a mi para no ver aquello. La verdad es que a mi también me había parecido una escena desagradable de ver, la verdad es que sabía de antemano que si algo le pasaba a Fluffle, Bleyd se lo haría pagar, pero no sabía que ese pago sería tan brutal, al verlo no dije nada, ya que no sabía que decirle, además unos alaridos que provenían de detrás de nosotros me hacían comprobar que aquellos dos sujetos que me acompañaban se tomaban el trabajo brutalmente en serio.
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Me había dado cuenta que mis dos compañeros de misión, no se iban con chiquitas si alguien nos atacaba a nosotros o intentaban acercarse a nuestra protegida la cual, iba un poco en shock y asustada por lo que había visto y si tenía que ser sincero, yo también estaba un poco impactado por la brutalidad de mis acompañantes a la hora de pelear.
El camino siguió en silencio por aquel bosque del que no se sabía si era de día o de noche, debido a la frondosidad de las copas de sus arboles. Sin embargo, tampoco significaba que estuvieramos caminando por la más absoluta oscuridad ya que algunos rayos de sol se colaban por algunos huecos del frondoso techo vegetal.
De repente, la chica empezó a llorar por lo bajo, pero con mi oído de músico pude oír su llanto, así que me acerqué a ella para intentar calmarla:
- ¿Que te ocurre joven dama?
- Creo...creo que me ha horrorizado ver como ha acabado tu compañero con aquel hombre, al menos tu has podido reducir a ese hombre de manera menos violenta...decía la chica entre sollozos.
Ese comentario me hizo dar un profundo suspiro profundo, era cierto que, a mi también me gustaría vivir en un lugar en el que no tuvieras que ir golpeando a gente para sobrevivir, pero quizás esa idea fuese una utopía.
- Tristemente este mundo es duro y es necesario saber defenderse, la diferencia está en como lo haces. Yo en su día me prometí a mi mismo que no mataría a quien me atacase, pero si que me defendería y combatiría contra el hasta que dejara e intentar dañarme.
El camino siguió en silencio por aquel bosque del que no se sabía si era de día o de noche, debido a la frondosidad de las copas de sus arboles. Sin embargo, tampoco significaba que estuvieramos caminando por la más absoluta oscuridad ya que algunos rayos de sol se colaban por algunos huecos del frondoso techo vegetal.
De repente, la chica empezó a llorar por lo bajo, pero con mi oído de músico pude oír su llanto, así que me acerqué a ella para intentar calmarla:
- ¿Que te ocurre joven dama?
- Creo...creo que me ha horrorizado ver como ha acabado tu compañero con aquel hombre, al menos tu has podido reducir a ese hombre de manera menos violenta...decía la chica entre sollozos.
Ese comentario me hizo dar un profundo suspiro profundo, era cierto que, a mi también me gustaría vivir en un lugar en el que no tuvieras que ir golpeando a gente para sobrevivir, pero quizás esa idea fuese una utopía.
- Tristemente este mundo es duro y es necesario saber defenderse, la diferencia está en como lo haces. Yo en su día me prometí a mi mismo que no mataría a quien me atacase, pero si que me defendería y combatiría contra el hasta que dejara e intentar dañarme.
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