¿Dinero y amor? Mala combinación. [Oxama & Tobías] [Misión: Escolta \ Rango D]

Era un día soleado. Uno de esos que castigaba a aquellos que estuviesen ociosos. Estaba en Isla Banaro, un lugar para nada falto de entretenimiento, pero era un mero turista y no sabía bien donde buscar. Me encontraba en la taberna más grande en el poblado pegado a la costa, estaba viendo pasar el tiempo mientras tomaba un vaso de leche. Llevaba puesta la túnica blanca de la orden del Sokudan, símbolo de mi título de aprendiz en ella. Mi pelo se encontraba como todas las mañanas, en clara anarquía contra la mano con la que intentaba peinarme, lo más probable es que desista.

Me encontraba en la isla para conseguir unos materiales de fabricación particular de esta isla. Ya se encontraban en mi posesión, pero el barco en el que debía volver al East Blue, mar de mi hogar, había sufrido un retraso y hasta la próxima semana no zarparía.
No podía salir sin rumbo, pues había tenido un encontronazo reciente con matones en la isla y aunque había lidiado con ellos, no quería arriesgarme a ser objeto de rencillas en mitad de un paseo. Mientras pensaba lo que hacer, observé un tablón de madera en la pared de la taberna.

- ¿Un tablón de anuncios? - Pensé, mientras me levantaba y me acercaba. Cuando llegué a la altura pude distinguir diversas noticias sobre el mundo, y otra sección dedicada a la isla. En la esquina de esta sección había una nota con la palabra urgente escrito en grande.

Al parecer había una petición de escolta para una muchacha, hasta otro pueblo de la isla a un día de distancia. La causa de la petición era el peligro de que maleantes la asaltasen. - Bueno, está bien pagado. Si además la chica es guapa será un negocio redondo. Que haya que escoltarla no significa necesariamente que encuentre problemas por el camino. - Pensé absorto.

Al final me decidí a coger el anuncio.

Estaba siendo un día desastroso. Me encontraba llegando a Isla Banaro para cumplir un castigo que me habían impuesto por no cumplir un mandado que recibí no hace mucho, pero esa es otra historia.

El clima acompañaba con un ferviente sol en plena cúspide, esto a otro le molestaría pero tanto a mi compañero Croc (mi cuervo) como a mí nos encantaba, él graznaba de alegría mientras atracábamos en puerto.

Estuve deambulando por los distintos puestos portuarios echando un vistazo a los manuscritos y pergaminos que tenían. Normalmente no suele haber nada interesante en respecto a libros tan cerca de la orilla puesto que la salinidad no ayudaba con su mantenimiento y los entendidos guardaban los buenos con recelo, pero nunca se sabía que tesoro se podía encontrar entre tanto panfleto turístico. No tuve suerte en encontrar nada interesante y tras comprarle algo de comida a mi cuervo me marché en busca de la casa que ponía en mi informe.

La gente me miraba pues llevaba a Croc en el hombro como cuando era un poyuelo pero éste ya no era tal, en este tiempo que había transcurrido había alcanzado un buen tamaño y su afilado pico negro brillante era el centro de varias miradas y entre eso y mi indumentaria completamente negra hacíamos contraste en este lugar lleno de colores marrones y cremas. No solía llevarlo conmigo pero como en esta misión no necesitaba pasar de desapercibido ni nada por el estilo decidí llevarlo conmigo, además el pobre también tiene derecho a algo de acción. Una vez llegado al centro de la plaza reeleí el informe por enésima vez.

Tenía que hacer de escolta para la hija de un "amigete" de mis superiores, supuestamente había riesgo de que los atacasen bandidos por el camino y mi trabajo era que llegasen ilesos, sólo me dijeron donde vivían estos y que tuviese cuidado con la chica, que era algo peculiar, ésto último mi superior lo dijo con una sonrisa en la cara, eso último me escamó pero tenía que hacerlo igualmente.

Tras pocos minutos llegé a la altura de donde me habían indicado, me disponía a llamar a la casa cuando un chico vestido con una especie de túnica ya se encontraba allí.

-¿Trabajas para la hacienda?- pregunté formalmente. -.¿O por lo menos los conoces?Tengo un trabajillo que hacer aquí -terminé con una sonrisa ladeada

Después de coger la nota me dirigí hacia el lugar especificado en ella. Era una casa enorme, pero modesta. Parecía la típica casa de una familia adinerada que había dado todo su esfuerzo por conseguir hacer fortuna. Mirar la casa me recordaba a mi familia, y todo el tiempo que habíamos pasado torturados ganando el pan para vivir mientras mis padres ahorraban para labrarse un lugar en la sociedad. La suerte nos sonrió, y pudimos tener una vida asentada, lo que me permitió salir en busca de aventuras.

Salí de mis pensamientos como si la zapatilla de mi madre impactase contra mi cabeza. Un graznido a mi lado me sobresaltó.

Un chico se encontraba enfrente mía, con un cuervo al hombro.

- ¿Trabajas para la hacienda? - Me preguntó, para después sonreír. ¿En serio alguien con una túnica podía see confundido con un empleado de alguien? - Debo dejar de usar la túnica, me esta causando muchos problemas. - Pensé.

- No, no los conozco, pero he encontrado un anuncio en la taberna sobre un trabajo de escolta, y la dirección era esta. Estoy de paso en la isla y me gustaría sacar un poco de dinero. - Le respondí de buenas maneras.

Al principio me desilusioné al escuchar que el chico no conocía a nadie de la casa aunque me interesé al saber que venía a hacer mi trabajo. Al parecer mi jefe me la había jugado o quizás el tipo que solicitaba el trabajo no confiaba en que fuesen a mandar a nadie del gobierno para esto.

Por un segundo dudé en escaquearme dejando que este chico hiciera el trabajo por mí y siempre podría decirle a mi jefe que cuando llegé ya habían salido, pero temía que se enterase y me mandase a algo peor por desobedecer, podría degradarme el muy maldito. Decidí plantearmelo de otra manera.

-Por lo que se ve venimos a lo mismo, si te parece podemos compartir trabajo y repartirnos las ganancias. -dije amigablemente. -Además se hablaban de bandidos en el camino, y mejor dos escoltas que uno. -tras esto extendí mi mano hacia él dispuesto ha saludarle. -Por cierto me llamo Tobías.

Esperaba que el chico aceptase o sino quizás siempre podía alegar que él ya estaba antes y quien era yo para quitarle el trabajo a nadie.

- ¡Oh, vaya! ¡Que casualidad! - Dije sorprendido de que hubiese coincidido con alguien con mi mismo objetivo en el mismo momento, - Mi nombre es Oxama. No veo que inconveniente puede haber, tampoco es que me importe mucho el dinero, pero el trabajito está muy bien pagado. Incluso a partes iguales es rentable.

- ¿Llamamos pues? - Dije mientras veía como la puerta se abría. Nuestra conversación habría llamado la atención de los que se encontraban dentro.

Tras el espacio que antes ocupaba la puerta, ahora se encontraba un hombre con un traje elegante. Con un sombrero de copa, y bien vestido con un traje negro. Sin lugar a dudas debía ser el hombre que solicitó la ayuda, pero no quería arriesgarme.

- Buenas, estamos aquí por la solicitud de escolta. ¿Es aquí? - Pregunté cortésmente.

- En efecto, llevamos esperando un par de días, y mi hija ha estado esperando que apareciese alguien. Si pueden, me gustaría que partiesen cuanto antes, de verdad tiene muchas ganas de ver a su tía, pero es muy peligroso y no puedo acompañarla. - Se notaba que debía ser un hombre ocupado.

- Lo entiendo. No tengo problema - Me giré hacia mi "socio" en esta escolta - ¿Conforme?

Oxama se llamaba el joven, no lo había escuchado nunca y me entró curiosidad de donde provenía, pensaba preguntarle al respecto y el porqué de sus vestimentas, soy curioso porque sí, pero un ruido en la entrada me llamó la atención.

En ésta se encontraba un hombre trajeado con sombrero de copa. Mi compañero le informó el porqué de nuestra visita y el tipo nos respondió con ese tono de voz que suelen adquirir la gente adinerada. Al parecer tenía prisa y a mí no me apetecía seguir a este pendante asique ante la pregunta de mi compañero sobre mi conformidad me limité a asentir.

-Encontrareis el carruaje en la parte trasera, mandaré a prepararlo y haré llamar a mi hija. -dijo el hombre. Tras eso se adentró de nuevo en la casa y nos dejó allí plantados.

Miré a mi compañero y le hice un encojimiento de hombros. Tras la escena nos dirijimos a la parte trasera de la hacienda. Se notaba que les tenía que ir bastante bien puesto que tenían varios sirvientes haciendo diversas tareas. Me fijé en un bonito carruaje que estaban cargando con varios sacos unas cajas, asique suponiendo que ese era el nuestro me acerqué y pregunté al que parecía estar al mando.

-Buenas buen hombre, somos los escoltas contratados por el señor. -dije formalmente. El tipo se giró recto como un palo para contestarme con un tono pomposo.

-Ya estamos preparando el carruaje, ahora mismo baja la señorita. -tras decir eso sigió impartiendo órdenes a los mozos.

Me giré hacia mi compañero para decirle.
-¿Es que aquí nadie es agradable?. -lo dije lo suficientemente alto para que aquel tipo los escuchase y Croc graznó como para darme la razón.
-Sólo espero que la señorita sea más agrada... -no pude acabar pues se acercaba una bella joven con unos mini shorts y una chaqueta vaquera que hicieron tragarse mis palabras en lo mas profundo de mi garganta. Desde luego ella se podía permitir ser borde, pues está buenísima.

- Vaya prisas se meten, incluso para gente atareada. - Estaban preparando el carruaje y apenas nos habíamos presentado en la puerta.

Mi compañero no pudo evitar hacer notar que el tono que usaban para hablarnos los sirvientes era demasiado "agrio". - Qué le vamos a hacer. - Dije, tanto a Tobías, como al cuervo que llevaba al hombro, que parecía haber entrado en la conversación con un graznido, como si fuese capaz de entendernos. - Es lo que tienen las familias adineradas. Casi puedo entender.... ¡Wow!. - Una joven se acercaba al carruaje, brillando incluso a la sombra de la casa. Mis ojos se dirigieron a sus shorts en contra de mi voluntad, al mirarle a los ojos, pude ver como me había ganado un poco de su desprecio, y me entró vergüenza.

- ¡Vamos! Quiero ver a mi tía. Llevo esperando casi una semana. - Dijo de manera seca y amenazante, sin apenas mirarnos, pero su voz era tan dulce que era imposible ofenderse.

Tras la estupefacción del encuentro, procedí a entrar en el carruaje, dejando paso a la damisela. Hice bien, pues vino rápidamente un sirviente a interponerse entre nosotros y la puerta, abrirla y ayudar a la chica a subir.

- Nos espera un viaje largo, el tiempo se nos va a hacer eterno con esa belleza. Le susurré a Tobías antes de subirnos.

La chica brillaba con luz propia, nos miró como a meros sirvientes y mandando, la verdad es que tenía carácter. Parecía tener prisa y se adentró en el carruaje seguido de Oxama, éste antes de entrar hizo un comentario sobre la chica y no pude evitar pensar como entretenerme todo el camino.

Antes de seguir a mis acompañantes me fijé en que estaba todo metido en el carruaje, me parecían demasiadas cosas para un viaje relativamente corto pero la voz de la chica sonó desde dentro metiendo prisas, antes de entrar le dí instrucciones a Croc de que nos siguiese desde el aire, no quería que fuese una molestia para la señorita y unos ojos extras nunca venían de más.

Una vez dentro me fijé que también venía un criado con nosotros además de la chica, el tipo parecía malhumorado por nuestra presencia y este se sentaba al lado de su señora. Oxama se encontraba enfrente de ellos charlando con la chica y enterandose de algo más del viaje.

Pasaron los minutos y el calor dentro del carruaje se estaba volviendo asfixiante, la chica sólo me había dirijido la palabra una vez sólo para llamarme mentecato por no haberme presentado, tras esto no volví a escuchar una palabra de su dulce voz para dirijirse a mí aunque alguna mirada la ví echarme cuando creía que no la veía, entonces me vió quedarme mirando sus lindos shorts y de repente frunció el ceño y poniéndose bastante seria dijo.

-¿Entonces a qué te dedicas?¿Estás seguro que podrías defenderme de algún asaltante?No tienes pinta de poder defenderte mejor que yo a mí misma.-decía con esa dulce voz que ahora mismo la usaba como un arma, no entendía el porqué de ese ataque repentino a mi persona, había sido una mirada inocente.

-A lo que me dedique no importa aquí.-dije con un tono más bien burlón, entonces ante sus ojos alcé la mano activando el mecanismo de mi arma y ésta apareció ante mi mano, la chica se sobresaltó y su acompañante se puso muy tenso, la reacción de Oxama no la pude ver porque estaba fijo en la joven. -Y creo poder defenderme bastante bien. -terminé sonriendo y comencé hacer como que me limpiaba las uñas con la daga
. La chica pasó del susto al enfado repentino, parecía a punto de explotar y no me apetecía quedarme a verlo, asique antes de que dijese nada me adelanté. -Voy a ver a nuestro compañero el cochero, seguro que tiene sed.-dije apresuradamente y saliendo por la ventana del carruaje para sentarme al lado del conductor, al parecer el tipo había escuchado parte de la conversación y no me dijo nada, aunque tenía una amplia sonrisa en la cara.

Pude escuchar antes de entrar al carruaje cómo Tobías hablaba con el cuervo. Empecé a dudar seriamente de su cordura al llamarlo por el nombre de Croc, así como de la mía, cuando el cuervo pareció hacer como si lo entendiese. Prefería no mencionar nada, son cosas personales y no tengo confianza.

Lo primero que noté al entrar era la gran carga que llevaba el carruaje. Parecía a primera vista ropa lujosa, pero me pareció oler algo familiar. - ¿Patatas? - Pensé. El olor me persiguió durante todo el viaje.

Nada más comenzar el viaje, se generó una tensión tal que se podía cortar con unas tijeras. La chica iba airada, posiblemente por el aspecto de sus dos escoltas.

- Entonces este viaje es para visitar a su familia señorita.... - No sabía como romper el hielo, y menos sin conocer el nombre de la chica. - Midna, Midna Lockhart. - Me respondió de manera cortante. Esperé unos instantes pero no continuo. -Bueno, es un comienzo. -Pensé.

Cuando una chica pija te corta la conversación.:

Al rato de mis sinsentidos para poder sacarle alguna información, y de no llevarme más que monosílabos como respuesta, se fijó en Tobías, y le discutió si era capaz de escoltar a alguien. Bien vistos ambos no dábamos el perfil, pero estaba seguro de que podríamos ser capaces de enfrentar a cualquier grupo de bandidos de la zona. Puedo asegurarlo de él pues sacó un arma oculta de la nada. Un brillante mecanismo, lo copiaría de no ser por que las normas de la orden me lo impiden.

- Hey, hey, tranquilo. No saques armas delante de una muchacha, es de mala educación. - Dije entre risas. Viendo la situación, Tobías salió del carruaje. - ¡Eso! Déjame a mí la patata caliente. - Pensé, y tal como pensaba dije: - ¿Patatas?.

La chica me miró extrañada. - Uh... ¿Acaso no oléis a patatas?.
- Ella de pronto pareció pensar algo, y me respondió, tratando pero no consiguiendo ocultar sus nervios. - ¿Estáis loco? Por supuesto que no.

No entendía por que de pronto había reaccionado así. Dejé de dirigirle la palabra porque nuestro acompañante del servicio, que seguía dentro aún, me soltó una mirada fulminante.

Tras un rato de silencio, una voz que procedía de la parte del conductor nos alarmó. -Aún no hemos llegado. ¿Qué pasa? - Dijo Midna.

Estaba enfurruñado tras mi primer contacto con la chica, estaba claro que había perdido todos los puntos con ella. Seguía sentado al lado del cochero cuando un graznido me sacó de mis cavilaciones. Era Croc volando en círculos unos veinte metros más adelante, le dije al cochero que amainase la marcha mientras yo avisaba.

-¡Oxama!Mi compañero ha visto algo. -dije lo suficientemente alto para que mi compañero lo oyese. -Voy a continuar a pie hasta donde está el cuervo por la linde del camino, antes de llegar a él estate preparado para lo que sea. Y que tengas suerte con nuestra "amiga". -dije esto último en tono burlón y heché a correr por la linde.

Todo estaba tranquilo, muy tranquilo, sólo se escuchaba el graznido de Croc como un loco, yo sabía que eso era por algo asique avancé algo más lento. A la altura de mi córvido pude escuchar a alguien maldiciendo.

-¡Maldito bicho!Me van a ver por tu culpa -mascullaba el tipo, pero entonces me alerté al ver que sacaba un arco y se disponía a apuntar al animal. Sólo pude actuar ante el miedo que tuve al pensar en que podía acertarle asique llamé su atención.

-¡Eh mamón!¿Porqué no te metes con alguien de tu tamaño? -dije gritándole. -Seguro que no le darías ni a un hipopótamo en una charca.

El tipo se sobresaltó y casi cae del árbol en que estaba subido, pero no dudó y tensando el arco me disparó. Había conseguido distraerlo de mi amigo y era lo que me importaba.

El esquivar la flecha me resultó fácil recurriendo al Kami-e pero el tipo no cedió en su intento y cargó otra flecha para dispararme. Ésta vez tomé otra forma de actuar y usando los poderes de mi akuma le dejé que la flecha me diese, era curioso el recibir un flechazo y ni siquiera sentirlo, el ser de sirope no estaba tan mal.

El tipo al principio sonrió pero se le borró de la cara al verme sonreír a mí y no hacer ningún aspaviento. El tipo pasó de la euforia al miedo y no era pa menos. Usando el Soru salté y me planté a su lado sentado en la rama, a su vista era como si hubiese desaparecido. Me extraje la flecha lentamente mientras sonreía, ésta estaba recubierta de una fina capa amarronada, el tipo parecía fuera de sí y intentando huir de mi lado se caió estrepitosamente al suelo gritando de dolor.

Al bajar el tipo se había roto el brazo y decía no se qué de un demonio y que él sólo era un mandado, no le hice caso y le cerré la boca de un puntapie, caió insconsciente y pude empezar a escuchar el ruido de unos cascos.

Llamé a Croc y este se aposó en mi hombro dando un pequeño graznido que era su manera de pedirme un premio, asique saqué una chuche que tenía preparada para él y se la dí. El arrastrar el tipo al camino fue algo más tedioso pero llegamos justo cuando llegaba el carruaje.

-¡Oxama!Tenemos compañía y quizás tenga algo que decir -grité hacia el carruaje. -Aunque quizás haya que despertarlo antes. -terminé sonriendo.

- ¿Compañía? Debe tratarse de una emboscada. - Tanto la chica como el sirviente se asustaron. Era triste ver como la arrogancia se iba de sus rostros por unos simples bandidos. -No os preocupéis, estamos aquí para quitar los obstáculos del camino. Tenéis que confiar en el muchacho, a juzgar por el arma que llevaba, el sigilo debe ser lo suyo. - A pesar de mis palabras estaba preocupado por Tobías, desconocía sus capacidades, así como lo fuertes que eran los bandidos.

Salí del carruaje para evitar contagiarme de la desesperación que había. - Me quedé esperando junto al chófer, mientras nos acercábamos lentamente a la posición donde nos esperaba el peligro.

Apenas se escuchaban ruidos, a escepción de los lejanos graznidos ya conocidos. Al rato apareció Tobías arrastrando a un maleante de poca monta, me calmó verlo regresar. - ¡Vaya, vaya! Pensé que eras más sutil. - El tipejo tenía la cara sangrado, y un poco hundida. -Le has dejado la cara para una fiesta de disfraces. - El comentario hizo que el chófer pusiese una mueca de desagrado.

Estaba inconsciente, así que haciendo caso de la sugerencia de Tobías, y debido a la preocupación de una emboscada, decidimos despertarlo de la manera más apropiada para el momento, a bofetones.
Cuando se despertó, trató de incorporarse, en vano. Tirado en el suelo empezó a arrastrase por el suelo de espaldas, alejándose de Tobías. - T-tú... m-mo-monstruo. - Le dijo mientras lo señalaba. de pronto se fijó en el carruaje y sus ojos se abrieron como platos. - Oh, no.... La he cagado. Me va a matar, me matará, tengo que huir de aquí.

-¡Hey, hey, hey! Tranquilito. ¿De qué o quién hablas? - El hombre estába demasiado asustado, y no hacía más que mencionar al demonio.

Llegábamos a una zona montañosa. El chófer nos dijo que era la ruta más corta, y que rodearla costaría 2 o 3 días más. - ¡Ugh! Ya podrían hacer mejores caminos. ¡Menudo lugar para una emboscada! El tonto este seguro que era el que tenía que advertir de que llegábamos. - Le di un capón, y lo volví a dejar inconsciente. Luego pasé a tirarle fuera del carruaje. - Tenerlo aquí puede ser un peligro, tanto para él como para nosotros. - Me justifiqué.

Al poco de llegar, el camino se ensanchó, y acabámos pasando por una brecha entre dos montículos  de piedra de al menos 10 metros de alto. Estaba preparado para lo que se venía, y supuse que el resto del grupo también. Pude ver asomados a los cristales del carruaje a los dos pasajeros, atentos a todo.

Al final no me defraudaron. Una enorme roca cayó delante nuestra, muy cerca de los caballos, y al instante otra nos cortó la retirada. De los riscos que nos rodeaban empezaron a bajar bandidos en cuerdas, sobre unos 15, y justo delante nuestra apareció un hombre de dos metros, con un aspecto casi demoníaco, esbozándo una sonrisa.

- Me pido encargarme del grandullón y la roca. - Le dije a Tobías con una sonrisa.

Oxama se encontraba sentado al lado del serio conductor, sólo cambió su gesto cuando mi compañero hizo una gracia, yo sonreí pero él arrugó el ceño como muestra de desagrado.

Tras mi comentario Oxama despertó al tipo de la mejor manera posible, torteándole la cara. Yo no lo hubiese hecho mejor.

La chica miraba la escena con una extraña cara, no parecía muy contenta pero lo achaqué a que le molestaban nuestros modos más que por otra cosa, aunque el tipo se despertó y sus palabras me hicieron fijarme en él.

Se había asustado bastante y eso que no había llegado ha hacerle nada, o casi nada desde mi forma de ver. Se atrevía a llamarme monstruo cuando él había intentado matar a mi compañero sólo porque graznaba, a los animales se les mataba cuando era por necesidad no porque hagan ruido, sino no existirían los gallos.

El tipo seguía aterrorizado, sólo sabía insultarme y decir que lo iban a matar, esto sólo confirmó mis sospechas. Se trataba de un mero vigía y lo interesante estaba por llegar, asique mi compañero lo dejó en el mismo estado que antes de un simple capón, me parecía perfecto pues sólo sería una molestia pero me fijé en que Oxama parecía más fuerte de lo que aparentaba tras esas túnicas y no pude evitar sentir curiosidad por su estilo de combate.

La chica me miraba extrañada ante tal terror que le había causado al tipo, estaba pegada al cristal con ambas manos puestas en éste. -Así verá lo cualificado que estoy. -pensé mientras la miraba fijamente para ponerle la sonrisa más inocente que podía poner.

Llegamos a una zona en la que como mi compañero observó era perfecta para una emboscada y por miedo a que Croc saliese herido le dí órdenes para que esperase más adelante. Llevaba ya mucho tiempo conmigo y había descubierto que el animal era bastante inteligente, no valía para atacar pero un vigía excelente.

Una vez nos adentramos por la abertura fuimos atrapados por dos grandes rocas que cortaban nuestro paso y la retirada. Aparecieron varios bandidos, tras un vistazo ví a varios a ambos flancos, dos en la izquierda y tres a la derecha se habían quedado en lo alto mientras por el risco bajaban unos diez más y delante nuestra había aparecido un gigantón con un aspecto temible pero lo que realmente me sorprendió de la situación fue que mi compañero se pidió al grandullón para el sólito.

No articulé palabra, estaba entrenado para el combate y no era mi primera pelea asique una sonrisa surcó mi rostro y desenfundé mis dos barettas, una de ellas sólo estaba cargada con balas gomu pero la otra llevaba munición triple. Disparé a mi derecha con la que tenía balas triples esperando superar mi precisión de puntería con la fragmentación de las balas, no me fijé en si estaban daban en el blanco pues los de la izquierda ya comenzaban a sacar sus armas. Corrí hacia la izquierda buscando cobijo bajo un saliente del estrecho rocoso mientras dispara con las gomu al primero de los que bajaban por la cuerda, este disparo sí que acertó y el bandido caió al suelo por el impacto.

Enfundé las pistolas mientras optaba una posición de defensa y esperaba el embate de varios atacantes más. Aunque por el rabillo del ojo no le quitaría ojo a su compañero, realmente había despertado mi curiosidad.

- ¿Armas de fuego? Este tipo no es ordinario, parece un profesional. - Tobías había empezado una salva de disparos, y corría a cubrirse. Los bandidos se amedrentaron, pero la estampa del gigante que parecía ser su jefe les impulsó a continuar su acometida. Por suerte, la mayoría de los que llevaban arcos estaban atareados bajando, o apuntaban a mi compañero. Se notaba que la estrategia no era lo suyo.

- ¡Jefe! Suba al carruaje y agáchense. - Tenía miedo de que se fijasen en los pasajeros, si veían a la muchacha seguramente se volverían locos y si la tomaban como rehén se acabó todo, nos tendrían comprometidos.

Sabía que tenía que cubrir el carruaje, pero su ventaja numérica haría que tarde o temprano nos acorralasen, y no sabíamos si contaban con refuerzos. Ví como caía uno de los bandidos de un disparo de mi compañero y me decidí a arriesgarme. Empecé a caminar hacia el gigante.

- Discúlpame, me parece que estás en el camino. Tenemos prisa, así que nos gustaría que te apartases. Podemos ayudarte a hacerlo si quieres. - Le vacilé. Su sonrisa endemoniada siguió inmutable.

Tras unos pasos lentos, pegué un sprint hacia él, salté y giré para darle una patada alta a la cabeza. No pude saber si le sorprendió la velocidad, o no intentó esquivar el golpe, pero lo recibió de lleno. Muy a mi pesar, no tuvo ningun efecto, a parte de una marca roja en su cara. -¿Qué demonios? ¿En serio? - Nada más llegar al suelo me lanzó un puñetazo al estómago, me era imposible esquivarlo, tanto por su tamaño como por mi situación, así que apreté fuerte los abdominales y me preparé para el golpe.

Volé un par de metros hacia atrás y noté como la sangre me llenaba la boca. Conforme me levantaba un bandido que acababa de llegar se lanzaba a por mí, aprovechando que estaba en el suelo. De pronto dejé de pensar.

El bandido se lanzó con un puñal por delante, pero fue demasiado lento. Noté como sonaban mis músculos al tensarse y como crujían los dientes del bandido al chocar con mi codo.

Con toda mi ira me incorporé y me olvidé de promesas, mis músculos estaban alcanzando esa sensación a la que me había acostumbrado durante el último año. Saqué mis guantes y me los coloqué mientras andaba como un poseso hacia el demonio. - Aprieta los dientes, esto te va a doler. - Volví a sprintar, esta vez más cerca, y me coloqué casi debajo suya.

- ¡¡¡SOKUDAN MOVE: SUCHIKEN HO!!! - Todo mi brazo tembló mientras lanzaba un puñetazo devastador hacia el estómago de mi oponente. El dolor en mi puño estalló, pero había aprendido a ignorarlo.

Escuché un gemido, y noté como el cuerpo del gigante empezaba a levantarse del suelo por el impacto.

Información de las Técnicas usadas:

Me encontraba a cubierto de los que disparaban desde la izquierda y balas triples habían alcanzado a dos de los tres de la derecha, el carromato estaba a una distancia media pero no era nada que no pudiese recorrer en un segundo si veía que algún maleante se acercaba. Vi que Oxama increpaba al chófer a entrar dentro para después encararse con el que se había pedido aunque no pude ver más puesto que se acercaban tres maleantes.

Estos portaban espadas espadas y venían dispuestos a vengar a los primeros caídos. No medié palabra y me preparé para recibirlos, aunque sus armas no podían hacerme daño gracias a mi fruta intenté que no me golpeasen. Esquivé a los dos primeros ayundándome del Kami-e y aprovechando para propinárle un puñetazo al segundo mientras esquivaba su estocada así haciendole dar un traspiés y caer al suelo. Para parar al tercero tuve que sacar mi arma y colándome por debajo de su ataque horizontal lo apuñalé en el abdomen paraapuñaléo desfallecer en el suelo. Estaba deleitándome con el combate cuando de repente una espada atravechó mi pecho, grité de dolor aunque gracias a mis poderes la herida no podía matarme, que curioso era que cuando me dejaba atacar a drede no sintiese la sensación de dolor y cuando era desprevenido la reacción era totalmente distinta, pero el tipo que me había ensartado me devolvió a la realidad cuando se rió a mis espaldas.

-Jajaja, un estúpido menos. -rugió sacando su espada de mi cuerpo. Notaba la zona extraña pero se me pasó al ver la cara de sorpresa del tipo cuando me giré.

-Hoy está siendo un día esclarecedor- dije más para mí mismo que para el tipo y sin dejarlo replicar lo degollé con un tajo horizontal. --Menos mal que eran bandidos de poca monta. Se veía que sabían luchar y estaban organizados pero no eran lo suficientemente fuertes como para dominar el haki. - pensé. Si fuese así no estaría luchando tan descontroladamente pero me encantaba ver hasta donde podía llegar con mis poderes.

- ¡¡¡SOKUDAN MOVE: SUCHIKEN HO!!! -gritó Oxama, por un momento me había olvidado del resto pero al escuchar la voz de mi compañero lo vi justo como golpeaba al grandullón con una fuerza que nunca le hubiese atribuido. El gigantón despegó los pies del suelo volando hacia la roca impactando en ella y quedándolo clavado en ésta, la piedra se requebró con el impacto y con el estruendo todos se habían quedado quietos al ver a su jefe incrustado allí.

Creí que habíamos ganado hasta que oí gritar a la chica. -Mierda, mierda.-me recriminaba a mí mismo por haberme olvidado de ella. Dos tipos intentaban sacarla del carro a tirones mientras ella pedía ayuda. Se encontraban a unos quince metros pero los recorrí en un segundo usando el Soru.

La chica se sobresaltó al verme aparecer enfrente suya a espaldas de los captores pero yo me dediqué a golpear al primero en el cogote con el codo usando el impulso del Soru, el tipo caió desplomado mientras yo notaba un "crack" mientras lo golpeaba. A mí también me dolió el impacto pero todavía quedaba otro y a éste lo apuñale en la clavícula dejando allí clavada la daga y así soltó a la chica mientras aullaba de dolor mientras se hechaba mano a la herida, entonces un dolor recubrió mi hombro y espalda.

Los arqueros de los que antes me cubría me habían alcanzado por las espaldas. La chica profirió un gritito de terror pero no tenía tiempo para explicarle que estaba bien, asique en vez de eso la empujé con el otro brazo hacia dentro del carro y me giré para ver como los arqueros se disponían a cargar otra vez.

Mientras apretaba el puño para contener el dolor pude escuchar los gritos de la joven a mis espaldas. Alcancé a girarme y la vi siendo arrastrada por dos maleantes fuera del carruaje, mi rabia se acrecentó al ver como los dos asquerosos aprovechaban para meterle mano. Para mi sorpresa Tobías apareció como un relámpago detrás de ellos, no era la primera vez que veía a alguien hacer algo similar, pero desde luego él no parecía ser miembro del Sokudan, como su uso de armas demostraba.

Tobías despachó a los dos bandidos, pero los arqueros seguían apuntándole, y atinaron a alcanzarle con dos flechas. -¡No! - Salí corriendo en dirección hacia los arqueros, sin mirar a ningún otro lugar. Noté los músculos de mis piernas y mis brazos tensándose de nuevo, cambiando su función. Saltando y corriendo hacia donde se encontraban los arqueros arremetí contra todos haciendo un placaje, pero no fui lo suficiente rápido y lanzaron otra salva.

Después de reventar a patadas a los bandidos, me quedé mirando fijamente al arquero solitario que se encontraba en la otra punta. Él junto con los tres bandidos restantes, que se habían quedado parados aterrorizados por la pelea, empezaron a correr despavoridos al darse cuenta del panorama. Cuando mi rabia se acabó, corrí a ver el estado de Tobías, lleno de preocupación.

Información de las técnicas utilizadas:

Mi compañero al verme saltó hacia los arqueros, fue un prodigio el verlo hacerlo y los embestió con fuerza, el tchico era realmente fuerte aunque a los arqueros les dió tiempo a disparar en mi dirección lo que ésta vez estaba preparado y pude esquivar fácilmente los proyectiles que se clavaron en el carruaje a mis espaldas.

Oxama había acabado con los de ese flanco y en el punto opuesto sólo quedaba un tirador. Quedaban otros que huían ante tan tremenda demostración de poder aunque no me gustaba dejar cabos sueltos pero me paré a que se acercase mi compañero, que parecía preocupado, y le dije que se tranquilizase, que me encontraba bien.

Los bandidos habían huido y todo quedaba en calma otra vez. Me acerqué y abrí la puerta del carruaje para ver si todos estaban bien. El chófer estaba pálido y acurrucado en el fondo mientras que el mayordomo de la chica estaba completamente desmayado pero la chica se encontraba extasiada.

Nada más verme soltó un gritito y señalaba las flechas que tenía clavada.

-No te preocupes encanto, me encuentro bien. -dije sonriéndole mientras me extraía los proyectiles del cuerpo. -Espero a ver cumplido tus expectativas. -terminé algo más serio.

-¡Estúpido!-fue lo único que dijo antes de darme una bofetada y volverse a encerrar. No comprendía que pasaba pero desde luego me había picado.

-Oxama, espero que quites la piedra como dijiste mientras yo preparo el carruaje -dije sin mirarle por si se estaba riendo de la situación. -Y a ver si llegamos pronto, cobramos y me puedo volver por dónde e venido. -terminé algo más malhumorado.

Sólo quedaba terminar el viaje en buen puerto como solían decir los viejos marineros.

Tobías me ignoraba completamente. Mi cara de estupefacción mostraba completamente lo que sentía, pero no me miró para verla. Con la boca abierta veía como se movía de un lado a otro con flechas y cortes por su cuerpo mientras bromeaba. Pero de su cuerpo no parecía brotar sangre. -¿Sirope? - Pensé.

- ¡Oye! Disculpa pero.... ¿Eres un usuario de Akuma no mi? - Le pregunté aunque la respuesta era obvia. - Tu habilidad es realmente extraña. Sé que tienes prisa, pero debemos de asegurar que ella llegue sana y salva, no te olvides. Que todo este alboroto no haya sido por nada. No soy alguien que mata sin motivo, y todos estos bandidos buscaban ganarse la vida, solo eligieron el método equivocado, y se toparon con nosotros.

Tras decirlo, me encaminé hacia la roca, sobre la que se encontraba apoyado el gigante. Volví a tensar mis músculos mientras me acercaba a él, que parecía estar tratando de moverse, pero no lo conseguía. El impacto contra la piedra le había hecho polvo las costillas.

Al llegar a él me escupió a la cara, pero conseguí cubrirme con la mano izquierda. - ¡"Puaj"! - Entonces entre risas y toses sangrientas el hombre habló: - ¡Jajajaja! Os mataré... os mataré a todos. Y entonces violaré a esa cría... ¡Jajajajuaggg! - Conforme se reía se llevó una patada en el abdomen, que le hizo agacharse. Justo a la altura necesaria para lo que le venía.

Le cojí la cabeza, y salté con la rodilla por delante. - Sokudan move: Hammer Khao Loi. - Noté como su cráneo se rompía, y su vida se iba del mundo. - Adiós. Nadie te echará en falta. Y ahora... la piedra. ¡Tsk! - Solo podía hacer una cosa. Volví a utilizar el Suchiken Ho contra la piedra, pero esta vez con el otro brazo, pues conocía el peligro de usar el golpe de seguido.

La roca se hizo añicos, pero mis brazos estaban tensos, apenas podía moverlos del dolor. Me quité los guantes y vi como tenía los nudillos desgarrados, no era ninguna lesión grave, solo un poco de sangre.
-¡Ayudadme a apartar los escombros para poder pasar! - Grité a mis compañeros.

Información de técnicas utilizadas:

Oxama parecía molesto por como había actuado a la par que curioso por mi poder, me preguntó si era un usuario de akuma a lo cual respondí con un asentimiento de cabeza, además hizo una reflexión bastante interesante. No es que yo disfrutase con matar pero en realidad no me costaba hacerlo si era necesario para el trabajo, mi vida valía más que la del enemigo. Tras sus palabras recordé mis comienzos en la vida, más de una vez tuve que robar para comer pero eso mi compañero no lo sabía, a saber que es lo que había pasado él en su vida pensé.

No me encontraba herido físicamente pero sí moralmente, me proponía a disculparme por mi actitud con mi compañero pero éste ya se había marchado hacia la roca y no tenía ganas de tratar con la joven de nuevo.

Me dediqué a mirar los caballos del carruaje y ver que se encontraban bien y que no se hubiese dañado el carruaje, todo estaba perfecto a excepción de unas pocas flechas clavadas aquí y allá.

Llamé al chófer para que saliera cuando oí a mi compañero, miré en el mismo momento en él que de un rodillazo dejaba destrozado al gigantón, al parecer seguía vivo aunque claro estaba que ya no. Y eso que tenía reparo al matar pensé mientras veía como destrozaba el peñasco de otro puñetazo, desde luego su fuerza es increíble , de eso no hay duda.

Nos dijo que le ayudásemos a mover los cascotes a lo que le contesté que descansase un poco mientras yo lo hacía. El cochero ya estaba en su lugar aunque estaba blanco como la tiza. El trabajo me llevó unos pocos minutos de esfuerzo físico el cual me agradó para tener la cabeza ocupada, no quería pensar en la joven y en como había actuado aunque no fuese capaz de hacerlo.

Ya estábamos listo y en marcha, quedaba un rato de camino pero nunca se sabía si alguien más estaría interesado en la joven que escoltábamos. Cuando estábamos cerca de la salida de donde nos habían emboscado silbé fuertemente y un graznido no muy lejano contestó. Estaba deseando ver a su amigo, por lo menos él no era tan complicado como las personas.

Volví al carruaje y me vendé las manos, echándome alcohol en los nudillos, para evitar infectarme. Me senté dentro y me recosté en una esquina. Miré de reojo a Midna, que no parecía asimilar del todo lo que había ocurrido, me habría gustado decir algo pero no se me ocurría el qué y estaba cansado como para pensar.

Tobías silbó y al rato apareció su cuervo. Continuamos con el camino, mucho más calmado que hasta ahora, pero el ambiente se sentía cargado. El sirviente y la joven estaban alterados por los acontecimientos, y yo solo esperaba que Tobías bromease con algo para aliviar el malestar.

Al cabo de un par de horas llegamos al pueblo. Era muy modesto, sin comparación con el que habíamos dejado atrás. Me sorprendió de sobremanera, la casa de la familia era más lujosa que todo el pueblo. ¿A qué se debía que esta diferencia económica en la misma familia?

- ¡Ejem! - Escuché carraspear a mi lado. La chica acababa de bajar del carruaje detrás mía, ayudada por el sirviente, y estaban los dos temblando, posiblemente por la tensión que habían acumulado al estar sentados. - ¿Podéis ayudarnos a descargar el equipaje? Mi sirviente no se encuentra bien. - No parecía muy fornido, y apartar las piedras del camino le habría fastidiado la espalda.

- No somos vuestros criados, pero bueno. - Abrí la portezuela del equipaje, y empecé a sacar un par de bolsas de ropa rápido, y sin cuidado. Al llegar a la tercera me llevé una sorpresa. Pesaba mucho más que las otras, sin comparación. - ¿Pero qué...? - Abrí la bolsa y encontré un enorme saco de patatas. Por el peso pude imaginarme que el resto serían también de alimentos.

- ¿Nos puedes explicar esto? - No me escuchó, pero no importaba, no era necesario explicar nada pues la respuesta salía de una destartalada iglesia de la que recién me daba cuenta que estaba ahí.

Una monja salía de la iglesia, escoltada por un sinfín de niños famélicos.
- ¡Sobrina! - Gritó la monja. - ¿Estás bien? He oído que los bandidos se estaban moviendo hacia el camino del que venís. - La situación para mí estaba clara, me callé y bajé sacos hasta que se acabaron. La chica nos la había jugado pero bien con esa fachada de altanería. Una escolta para un carruaje con fines humanitarios. El mundo estaba loco.

El transcurso del viaje fue tranquilo. Pensé en acercarme a ver como se encontraba Oxama pero sólo la idea de encontrarme con la joven me turbaba.

Pasaron dos horas de viaje en las que incluso yo heché de menos cruzar palabra con alguien y tras lo pasado no sería malo desahogarse. Hice varios intentos de hablar con el chófer pero parecía dispuesto a contestar con gruñidos o monosílabos, pensé que debería estar más agradecido pues sin nosotros quizás el asalto hubiese acabado de otra manera pero no me apetecía discutir con aquel tipo, ya había tenido mi dosis de violencia por hoy.

Al llegar al pueblo me fijé en que era pequeñito y austero aunque parecía acogedor, respiré paz al entrar en él.

Me fijé en que la chica hablaba con Oxama y éste se ponía a descargar el carruaje ayudando al mayordomo. -¡Joder!Y encima nos toca descargar - pensé malhumorado, los ricos no tienen fin.

Me iba a dirigir a ayudar a mi compañero puesto que imaginé que tendría las manos magulladas tras el esfuerzo causado por romper la roca pero una voz me llamó la atención.

Era una monja llamando a la chica sobrina, me quedé impactado al principio, no esperaba estar haciendo un trabajo para la iglesia asique me acerqué para enterarme de algo más y ademáa el ver a la joven me entraron ganas de acercarme a ella y disculparme por lo brusco que había sido con ella.

Al acercarme pude oír que la mujer estaba muy contenta con que la donación hubiese llegado bien y de que estuviesen ilesos, se alegraba de ver a su sobrina de una pieza pero no pude escuchar más pues Croc graznó y se dieron la vuelta sobresaltadas aunque pude descubrir que la chica tenía buen fondo, al final sí que tenía que disculparme.

-Buenas hermana, tuvimos un "pequeño" incidente pero nada serio. -dije tranquilamente para que se tranquilizase. -Creo que mi compañero Oxama necesita unos cuidados y yo necesito hablar con Midna. -dije para que la mujer se marchase y así poder hablar con la joven. El pronunciar su nombre en voz alta me llenó la boca, era la primera vez que lo decía así y no sabía muy bien porqué.

-Mira yo... -comencé a decir pero ella me cortó a media frase para intenvernirme.

-Es la primera vez que usas mi nombre....Tobías -dijo con esa dulce voz. Mi nombre en su boca sonaba a música y sabía a gloria. -Siento no haberos dicho el porqué del viaje pero mucha gente se creería que no pagaríamos si era un viaje para la beneficiencia, además siento mucho haberte abofeteado antes... pero me asustaste y no sabía como reaccionar al verte tan ileso cuando temí lo peor. -esto último lo dijo como si le avergonzase admitirlo. Se preocupaba por mí y eso me dejó un poco turbado, no me habría imaginado a alguien tan dulce tras esa fachada de niña rica.

-No te preocupes..Midna. Eso ahora no importa, lo importante es que estás bien y que todo ha salido bien. -dije sonriendole mientras alargaba la mano y cogiendole el mentón le alcé la mirada para que nos mirásemos directamente. -Si te apetece podemos ir a comer algo y así conocernos mejor, seguro que conoces un lugar donde podamos intimar mejor. -terminé diciéndole mientras le acariciaba la mejilla y ponía la sonrisa más encantadora que sabía poner, esa que sólo sabía poner cuando miraba a una chica realmente guapa. -Además te debo una disculpa por nuestro mal comienzo.

Al principio creía que iba a denegar la invitación pues puso cara de sorpresa pero de repente una sonrisa traviesa atravesó su rostro y agarrando mi mano hechó a correr en dirección a lugar del pueblo, sólo pude gritarle a mi compañero que volvería tras unas horas. No sabía si había llegado a escucharme pero me daba igual, si al volver estaba y si había cobrado nuestra recompensa la repartiríamos como acordamos y si al volver no estaba sólo esperaba lo mejor para él pues tenía pinta de que yo iba a cobrar un anticipo muy pronto.

Lo que ocurrió en ese encuentro fue fantástico, mágico y especial pero los detalles no son dignos de contar aqui. [Eso para la zona +18]

- Meh, todas las aventuras no pueden tener final feliz. - Dije para nadie en concreto mientras veía el coqueteo ridículo de Tobías y Midna. La poco inteligente conversación estaba tornando en el típico sinsentido que precede al un rollo de tarde. Veía venir que iba a estar atareado mientras el compañero se daba el lote.

Tras descargar los alimentos, tuve una charla con la monja. Parecía aun no haberse enterado de la gravedad de la pelea que habíamos tenido, o sería poco probable que nos dejase estar tan cerca de niños, por lo que pudiésemos contar.

- Lamento las complicaciones que habéis sufrido por el camino. Mi sobrina es muy terca, y no tiende a razones. Le dije que no nos importaba esperar a que el gobierno mandase suministros, pero se impacientó y buscó su manera de hacer las cosas. - Después de decirme esto no me quedó ninguna duda de que la chica era un elemento de cuidado. - Bueno, espero que tengan cuidado si vuelven a viajar. Creo que ya está descargado todo, así que nos iremos en breve.

Tras descansar un poco, y dejar que la monja tratase mis manos, me quedé tumbado esperando un par de horas, a que terminase su "fantástico, mágico, especial y vomitivo encuentro" y poder regresar para cobrar la recompensa.