Señor esponjoso.[PASADO] Privado(Peste blanca y Scarlet D. Aura)

Las tripas de Peste se retorcían en su interior como serpientes o lombrices carnívoras. El gyojin corría desesperado de su mesa al baño del lugar. Al hacerlo no pudo evitar tirar un par de sillas, empujar a un bárbaro que estaba comiendo y casi derramar todas las jarras de cerveza que portaba la camarera en la bandeja. Al llegar, abrió la puerta del retrete y allí había un tipo delgaducho orinando. Como no había más retretes en el lugar Peste le agarro del hombro y le lanzo contra el lavabo. El tipo impacto con la cabeza en la pared de baldosas y cayó desplomado al suelo.  Después de aquello, a Peste le dio un poco igual y se sentó en el retrete disparando un cañón de m... (Censurado +18).

Tras unos largos minutos de explosiones, temblores y destrozos en el baño, Peste se quedó sentado exhausto en el retrete para recuperar el aliento. No quería tener que volver al bar y que le diera otro retortijón similar. Sin duda el maldito cocinero le había echado laxante en su comida (probablemente por haber tratado mal a la camarera). "Maldito", pensaba Peste mientras ingeniaba algún plan para devolvérsela diez veces peor. Nadie jode a Peste y quien lo hace, no se atreve a volver a intentarlo.

Después de trazar su plan de venganza, se puso a pensar que haría esa tarde. Empezó a hurgarse en los bolsillos en busca de alguna respuesta, pero solo encontró un pitillo destrozado y un papel doblado. Se puso el cigarro en la boca (apagado claro está, pues no tenía cerillas) y se puso a leer el papelucho:


La verdad que el papel no tenía mucha información. Tendría que indagar un poco más y sacar información a los parroquianos de la taberna. Al rato, volvió a guardar el papel y se puso a limpiarse el culote. Tras un buen lavado de ojete, también se lavó las manos (no penséis que es guarro).  Al terminar, bajo la vista y vio como el tipo del suelo seguía inconsciente. Peste se agacho y empezó a hurgarle en los bolsillos, en busca de dinero o cosas de valor. La verdad que el gyojin no estaba seguro cuales eran los motivos de que aquel tipo siguiera inconsciente, tal vez era por el golpe de antes o por los olores nauseabundos que había ahora por el aire. ¿Quién sabe?

Aún recuerdo la primera vez que vine a esta isla. Mis padres decidieron venir aquí de vacaciones. La verdad, no sé por qué, supongo que es porque es pequeña y tranquila, pero a mi esa tranquilidad dejó de gustarme hace tiempo. Como tenía pensado quedarme unos días, opté por ir a buscar algún sitio donde dormir y después explorar un poco. Al llegar al centro del pueblo vi una taberna, en la que recordaba haberme alojado con mis padres, aunque era mucho menos ruidosa la última vez que vine... “Mejor, así tengo entretenimiento” pensé. En cuanto puse un pie en la taberna me entraron unas arcadas impresionantes, hasta el punto de que casi vomité.
-¿Pero por qué huele tan mal?- pregunté, asqueada.
Todos los presentes se giraron para verme con la misma cara de asco, y el tabernero, que estaba poniendo ambientadores por todas partes, me respondió:
-Un tipo violento y malhumorado ha ido corriendo al baño, cayendo todo lo que ha encontrado por el camino y... espera, ¿eres Viana?-preguntó, pasando de asqueado a sorprendido. ¡Bien! Se acuerdan de mis padres. Con suerte me dejarán quedarme gratis.
-No, soy su hija, Aura, ¿me recuerda?-contesto yo, sonriendo dulcemente.
-¡Por supuesto! Aunque eras mucho más pequeña la última vez que viniste. ¿Y dónde están tus padres?
-Murieron hace siete años.-le digo seria, apartando la vista. Al oír esto, el hombre hizo una “o” con la boca, y su expresión reflejaba pena. -Pero bueno, no lo llevo mal, así que no se preocupe-le digo rápidamente. No quiero darle pena, ni a él ni a nadie.- Venía a ver si no le importaba que me quede aquí unos días. No tengo mucho dinero, pero si quiere le puedo ayudar con la posada o algo.
-Tranquila querida, tus padres hicieron mucho por este pueblo, así que quédate todo el tiempo que quieras, no hay problema. Y si necesitas dinero, hace poco estuvieron repartiendo esto por todas partes. A lo mejor te parece una buena opción.
Me tiende un papel arrugado, lo cojo y, al leerlo, sonrío.



“¿250.000 por encontrar un oso de peluche? Hoy debe ser mi día de suerte.”-Pienso feliz. Después de darle las gracias mil veces al tabernero y recoger la llave de mi habitación, me dispongo a subir al segundo piso donde debería estar mi cuarto cuando escucho cómo se abre una puerta, y me giro al instante. “¿Será ese tipo violento y malhumorado con problemas intestinales?”-me pregunto divertida, mientras observo atentamente la puerta.

Tras unos tediosos minutos de búsqueda, Peste consiguió encontrar la cartera del tipo con cinco míseros berries. En el interior vio la foto de su familia, y con malicia la rompió en mil pedacitos.  Dio un suspiro de cansancio y decidió salir del baño. Al abrir la puerta observo a una joven que le estaba mirando. La chica parecía bastante guapa, con el pelo rojizo excepto un flequillo amarillo y con algunas cicatrices en el rostro. De repente la chica puso cara de que iba a vomitar, pues al abrir la puerta del baño los olores nauseabundos que ocultaba salieron disparados por toda la taberna. Peste la miro un poco incrédulo, pues él estaba acostumbrado a su aroma y no entendía que le pasaba a la chica. Pero si noto un fuerte olor en el aire, un aroma a gyojin, pero camuflado con olor a cerezas.

Peste se quedó mirando fijamente a la chica, mirando cada centímetro de su cuerpo en busca de alguna aleta o alguna deformidad que le dijera que era un gyojin. Pero lo único que llego a percibir fue el papel de WANTED, en su mano. Aquello podría ser el comiendo para investigar un poco y comprobar si realmente es un gyojin como él.

-Hola, mi nombre es Peste. ¿Tú cómo te llamas?-dijo educadamente mientras cerraba la puerta del baño.- Veo que también estas interesada en el osito, ¿podrías ayudarme y decirme que sabes del tema? Y quien sabe, tal vez podríamos ayudarnos a encontrarlo. Como dicen, cuatro ojos ven más que dos.

Cuando la puerta se abre del todo, y después de la primera oleada de arcadas por el horrible olor, veo por fin al que debe ser el culpable del hedor. En la entrada de la puerta se encuentra un chico que me mira fijamente. Es alto, pálido, con ojos negros y saltones, y una perilla también negra. Va sin camiseta, lo que deja al descubierto los tatuajes negros del pecho, que hacen perfecto contraste con su piel blanquecina. “Va de opuestos este chico.”
Pasado un rato de analizarnos mutuamente, supongo, se acerca a mí y me dice:
-Hola, mi nombre es Peste. ¿Tú cómo te llamas? Veo que también estás interesada en el osito, ¿podrías ayudarme y decirme qué sabes del tema? Y quién sabe, tal vez podríamos ayudarnos a encontrarlo. Como dicen, cuatro ojos ven más que dos.
“Vaya, parece más educado de lo que decían. Y esos colmillos... ¿no son como los míos? Bueno, si investigamos juntos, le puedo preguntar más tarde.”
-Soy Aura, encantada -digo, sonriendo- Y sí, quiero encontrar a ese oso, pero no sé absolutamente nada. Pensaba ir a buscarlo en cuanto dejase mis cosas en la habitación. Podemos ir juntos, si quieres. Espérame aquí abajo, que no tardo nada. Además, ese tiempo te puede venir bien para hablar con la gente de la taberna. Se nota que quieren ser tus “amigos”-digo, haciendo comillas con los dedos en la última palabra y aguantándome la risa al ver las caras de odio que le dirigen todos los presentes.-Por cierto, Peste, te pega mucho ese nombre, ¿lo sabías?-comento, arrugando un poco la nariz al recordar el hedor que salía del baño. Antes de que pueda decir algo, subo corriendo a mi cuarto. Tengo mucha curiosidad por ver cómo de bien se lleva con la gente. “Creo que me lo voy a pasar bien con este tipo”, pienso riéndome.

Peste observaba a la chica que se llamaba Aura, un bonito nombre. También estaba dispuesta a encontrar al oso, pero por desgracia tampoco sabía nada sobre el tema. Sugirió un poco maliciosa, según intuyo Peste, que fuera a buscar información con los parroquianos de la taberna mientras ella dejaba las cosas en una habitación. Peste afirmo con la cabeza y sonrió con su fila de dientes afilados. Sabía perfectamente que aquella gente le odiaba, y eso a él le producía un enorme placer.

Camino directo hacia la cocina, sin oír las órdenes de la camarera que le gritaba que ahí no podía entrar. Pero al introducirse dentro, el enorme cocinero la hizo una señal con la mano para que le dejara pasar. El tipo era gordo  con una enorme barriga, y alto,  llegando perfectamente a los dos metros de altura. Tenía la cara redondita como un bebe pero llena de grasa que le hacían brillar como aun vampiro moderno. El tipo le miro con superioridad y sonrió maliciosamente.
-Que, ¿estaba buena la comida?- Peste se contuvo ante tales palabras(las cuales iban con doble intención), y sin decir palabra saco el papel de WANTED del osito.
-Me gustaría saber más información sobre este tema.- el enorme tipo lo miro con cara confusa y después se echó a reír salvajemente. Con cada carcajada su panza se ondeaba como una bandera con mucho viento.
-No pienso contarte nada, saco de pulgas.- aquello ya fue el límite de la paciencia de Peste. Camino decidido hacia el enorme tipo, y con rapidez cogió un cuchillo de una de las encimeras. Peste lo lanzó velozmente contra el pie del enorme camarero. El cuchillo que parecía que estaba bien afilado le atravesó el pie como si de mantequilla se tratara. Antes de que el enorme tipo chillara de dolor, Peste se abalanzo sobre él, tapándole la boca con su único brazo.

El joven le apretó con fuerza la mandíbula, gracias a su fuerza de gyojin y le dijo con una voz de psicópata.-Ahora me vas a decir todo lo que sepas del papel si no quieres que te arranque la mandíbula con mi mano.- los ojos negros de Peste se clavaron en la pupila del enorme cocinero, que cambio su expresión de superioridad a autentico terror. Peste le soltó la boca y el tipo empezó a hablar casi llorando.

-El osito es del hijo del alcalde. Se rumorea que se le perdió en las colinas cercanas al pueblo y también dicen que si se entrega en perfectas condiciones la recompensa aumentara de alguna manera. Te juro que no se nada más.-al oír aquello Peste sonrió maliciosamente, había conseguido joder psicológicamente a aquel tipo.
-¿Con que el hijo del alcalde?- dijo mientras se apartaba del cocinero. Este se agacho rápidamente para quitarse el cuchillo del pie, y en ese momento Peste dio todo el gas de la cocina sin que el cocinero se percatara. Sin duda aquello era la venganza por el laxante, le iba a costar muy cara la broma.

Salió con orgullo de la cocina y dejo los cinco berries del tipo del baño en la barra. Después de aquello salió a la calle a esperar a su nueva compañera, mientras se calentaba al sol. Esperaba que el cocinero no se fumara el cigarro antes de tiempo, pues la joven Aura podría salir mal parada de aquella situación.

Subí rápidamente las escaleras, solté las cosas sobre la cama de la habitación (la cual tardé un poco en encontrar) y ni me paré a mirar el sitio donde iba a dormir, sino que bajé las escaleras tan deprisa como las había subido, pues no quería hacer esperar a mi nuevo compañero. Ni a la recompensa, claro.
Cuando volví a la planta baja, lo primero que noté fue el fuerte olor a gas, y lo segundo, el jaleo que había en la cocina, así que antes de salir me dirigí allí a ver qué pasaba, y no me gustó nada la escena.
En primer lugar vi al que supuse que era el cocinero vendándose un pie, y al tabernero a su lado, colérico. Cuando le pregunté que había pasado no fue él quien me respondió, sino el cocinero que aún seguía peleándose con la venda:
-Ese niñato desgraciado del que al parecer te has hecho amiga es lo que pasa. Cuando llegó se dedicó a molestar a nuestra camarera, así que puse laxante en su comida para darle una lección. Y justo antes de irse entró en la cocina para preguntar por el oso del hijo del alcalde, el de la recompensa. Yo me negué a decírselo, y el maldito me lanzó un cuchillo directo al pie y me amenazó para que se lo dijese. Si piensas ir con él, chica, yo me andaría con mucho ojo si fuese tú. Y dile que de esta no va a salir bien parado como lo vea.-Terminó diciendo, con la cara roja, ya acabando por fin de vendarse el pie.
-Bueno, antes de pensar en vengarse, piense en su pie. Llamen a un médico, que yo me encargo de Peste.-Les dije a ambos hombres. El tabernero asintió, y salió corriendo del lugar mientras que el cocinero resoplaba y volvía a maldecir por lo bajo, cerrando los ojos. En ese momento, noté otra vez el olor a gas que había presente en el ambiente, y miré a la cocina para ver de qué podía ser, y ahí estaba el culpable. Uno de los fogones tenía la llave del gas completamente abierta, y me apresuré a cerrarla. Hecho esto, me despedí del herido y salí rápidamente del bar, y me encontré a Peste apoyado en la pared, al lado de la puerta. No dije nada, simplemente lo agarré del brazo y me lo llevé lejos de ahí lo más deprisa que pude. Una vez que nos alejamos un poco del pueblo, lo solté y me puse frente a él, dispuesta a echarle una buena bronca.
-¿Pero a ti qué te pasa? ¿Ponen un poco de laxante en tu comida y tú le atraviesas el pie al cocinero? En primer lugar, fue culpa tuya por molestar a la camarera. Y en segundo lugar, ni se te ocurra ir por ahí matando gente o explotando sitios, o el próximo que acabe mal vas a ser tú. Si te quieres pelear con un marine, o en general, con alguien que se pueda defender y te pueda hacer frente, no me meteré, pero no te atrevas a matar o a hacer daño a civiles que no pueden hacer absolutamente nada contra ti, o vamos a tener un problema, ¿de acuerdo?-Le dije. Estoy segura de que me puse tan roja que no se diferenciaba dónde acababa mi pelo y empezaba mi cara, pero no pienso dejar que mate a gente inocente e indefensa, al menos no mientras yo esté presente. - Vamos, cuanto antes empecemos a buscar, mejor.-Terminé diciendo, y comencé a andar en dirección al pueblo otra vez.

Peste estaba relajado, apoyado en la pared al lado de la taberna, contemplando el bonito día que hacía. Cuando de repente, Aura le agarró del brazo y le sacó de su relajación. Se alejarón apresuradamente de la taberna y la chica empezó a gritarle muy enfadada. El gyojin la miraba un poco desconcertado, pues no se esperaba tal reacción. De todas maneras no es que hiciera mucho caso a las amenazas de la chica y con una voz neutra la respondió:

-Creo que él tiene tanta culpa como yo. Ya que creó que dar laxante a un cliente no es la mejor manera de solucionar los problemas. Además de todas maneras el corte en el pie fue limpio y sin dañar ninguna vena principal, por cierto se eso porque soy médico y respectó a lo de explotar cosas no tengo nada que decir. Es algo que simplemente me gusta hacer.- después Peste la empujo con su único brazo para que se apartara.-No quiero tener problemas contigo, eres una de las pocas personas con las que me siento cómodo y eso es raro.-en ese momento Peste volvió a sentir un fuerte olor a gyojin, poniendo seguramente alguna cara extraña.-Venga sigamos, según he podido comprobar estamos cerca de la colina.- dijo mientras señalaba con el dedo unos edificios altos.

No tardaron ni cinco minutos en llegar a la falda de la colina y con horror comprobaron que había más de una docena de personas buscando el diantre osito. Peste miró dudosamente a Aura y la dijo:
-Esto me huele mal. Podría ser una trampa para capturar criminales y que mejor manera de hacerlo, que a las afueras del pueblo.- Peste agudizó la vista para intentar ver algún marine o algo similar.-¿Qué te parece si vamos a la casa del alcalde? Y si aparece alguien con el osito, se lo quitamos y cobramos nosotros la recompensa.-Peste puso una cara de hiena malvada. Aunque en el fondo acabaría haciendo lo que la joven decidiera.

Peste ni se inmutó ante la reprimenda, simplemente me contestó tranquila y razonadamente, y aunque en parte tenía razón, pues no debería haberle echado laxante en la comida, seguía siendo culpa suya en primer lugar por molestar, pero entiendo que se quisiera vengar. Eso sí, clavarle un cuchillo al cocinero y explotar la posada no era la solución, y más aún teniendo en cuenta que yo me iba a quedar allí, por lo que no era lo más inteligente del mundo eso de volar por los aires el sitio donde se queda alguien de tu equipo.
Mientras hablaba (al parecer le había caído bien, eso no me lo esperaba) puso una cara un tanto extraña, me pregunto por qué podría ser. Quizás notase algún olor extraño o algo. Sugirió que fuésemos a la colina a investigar, pero cuando llegamos nos encontramos con más de una docena de personas, probablemente buscando el maldito oso.
-Esto me huele mal. Podría ser una trampa para capturar criminales y qué mejor manera de hacerlo que a las afueras del pueblo. ¿Qué te parece si vamos a la casa del alcalde? Y si aparece alguien con el osito, se lo quitamos y cobramos nosotros la recompensa.-Me reí ante esto último, la verdad es que después de lo del bar me parecería raro que no dijese algo así.
-Es posible, pero yo no tengo recompensa y no recuerdo haber visto ninguna tuya tampoco, así que no creo que haya mucho problema si hay marines por aquí, aunque claro, preferiría evitarlos. Tienes razón, deberíamos empezar por la casa del alcalde, así a lo mejor podemos concretar la zona de búsqueda. Y respecto a lo de si alguien encuentra el oso antes... Vamos a pensar que lo encontramos nosotros primero, y si no es así, pues lo decidimos en el momento. Y por cierto, ¿tienes buen olfato? El oso debería tener el olor del crío, y ya que vamos a hacerle una visita, a lo mejor encontramos al peluche de las narices más fácilmente así. Y por favor te lo pido, no te pongas violento mientras estamos dentro del pueblo, ¿de acuerdo? Y mucho menos cuando estemos con el niño o con su padre. Después de todo, piensa que ellos son los que nos darán la recompensa.- A ver si pensando en dinero se tranquilizaba, que no estaría bien que empezase a amenazar a un crío. Pero la idea de los marines seguía rondando por mi cabeza. ¿Habría de verdad marines por allí atrapando criminales? Me negaba a que me pillasen antes si quiera de empezar, y tampoco era plan de que cogiesen a Peste. Me estaba cayendo bien después de todo.

Peste sonrió fieramente a Aura después de su micro discurso. Estaba claro que decidiría ir a casa del alcalde antes que estar buscando como una garrula en el campo. Y para su asombro, se dio cuenta de su olfato.

- No tengo recompensa, no he hecho nada malo, o por lo menos nunca me han pillado. Aunque la idea de encontrar unos cuantos marines que patear me gustaba, y además antes me dijiste que a esos si tenía permiso para atacar. Pero bueno, el trabajo es lo primero. Sígueme creo que se cuál es la casa del alcalde. Por cierto, no es por ser directo. Pero, ¿eres una gyojin?

Después de aquello, Peste caminaba decidido por las calles y callejones de aquella ciudad como si se la conociera de siempre, pero en verdad era porque observaba todo a su alrededor, y recordaba haber visto una casa realmente lujosa (en la que tenía pensado robar antes de irse de esa isla).

Antes de llegar al frontal de la casa Peste puso una cara extraña a Aura.-Si bien tienes razón con lo del olfato, déjame decirte que el oso está ahí dentro o por lo contrario hay un niño.-dijo señalando el maletero de un coche. Peste se acercó y reventó el candado con la mano, gracias a su fuerza de gyojin. Pero antes de que pudiera abrirlo un enorme tipo vestido de traje le agarro por detrás, estampándole contra el suelo. Peste intento soltarse, pero con un solo brazo era difícil.

Decidimos ir a casa del alcalde primero, y íbamos hablando cuando Peste me preguntó que si era una gyojin, lo que me sorprendió bastante. ¿Cómo se habría dado cuenta? ¿Eran los colmillos?
-Semigyojin para ser exactos. ¿Cómo lo has sabido?
No se si me llegó a escuchar, porque iba por delante de mi, pero no obtuve respuesta. Llegamos al cabo de un rato a una casa enormemente lujosa, con un coche aparcado en la puerta.
-Si bien tienes razón con lo del olfato, déjame decirte que el oso está ahí dentro o por lo contrario hay un niño.- me dijo Peste al acercarnos al enorme edificio, y a no me dio tiempo a decir nada, pues una vez dijo esto, reventó la cerradura del maletero y, acto seguido, un tipo trajeado lo agarró por detrás. Yo me quedé unos segundos mirando la escena atónita, y cuando reaccioné, me dirigí amablemente al hombre que acababa de llegar, pues no me apetecía empezar una pelea allí:
-Perdone, ¿le importaría soltar a mi amigo? Estoy segura de que podemos ...
Y ahí me quedé pues el tipo soltó un “Cállate mocosa”, y me empujó hacia atrás. “Bueno -pensé-, yo lo he intentado por las buenas”, y le asesté un puñetazo en la mejilla, lo que hizo que retrocediera varios pasos y acabara en el suelo, soltando a Peste y golpeándose la cabeza con una pared.
-Bueno, vamos a ver qué hay aquí para que se armase tanto escándalo- dije, mientras abría el maletero, y me llevé la mayor sorpresa del día: un niño de unos cinco años amordazado y atado de pies y manos en el maletero, llorando. Yo me apresuré a desatarlo y a sacarlo de ahí y, hecho esto, saqué a Sirius y a Andrómeda y las clavé en la pared en la que se encontraba apoyado el hombre, una a cada lado, con el metal rozando su cuello.- Vale, ahora nos vas a decir qué hacía este niño atado en el maletero. Puedes hacerlo por las buenas, o por las malas. Tú decides amigo.- terminé, desafiante.

Peste intentaba soltarse cuando oyó levemente la voz de Aura hablando con el matón, el cual no paraba de aplastarle la cabeza a Peste contra el suelo. No sé qué se dirían pero el matón se quitó de encima de Peste y acabo inconsciente en la pared. Peste contemplo sorprendido a Aura.
-Como se nota que eres una gyojin. Perdón, semi gyojin. Y me percate desde el principio por tu aroma.- hablaba Peste mientras Aura habría el maletero. Aura pareció encontrar algo sorprendente dentro del maletero y se puso a rebuscar dentro, mientras Peste seguía hablando solo.-Si tú y yo tuviéramos sexo. No quiero decir que lo vayamos a tener, a no ser que tú quieras. Pero, no, no creo que quieras. Pues bueno, en el caso de que lo tuviéramos y te quedaras embarazada, ya que los dos somos semis algo. ¿Tendríamos un gyojin entero o un humano entero? ¿O saldrían alguna aberración de la naturaleza?...

Cuando Peste paro de decir absurdeces se percató de que al lado suya había un niño con lágrimas en los ojos. -¿Y tú de dónde has salido?- el niño aspiro fuerte los mocos y señalo el maletero del coche.- ¿Y qué hacías ahí? Que te crees un paquete. Mmm... Tal vez escondes algo dentro- Peste se puso a la altura del chiquillo y miro por su oreja. Después le agarro y empezó a agitarle como si fuera un regalo de navidad, esperando que algo dentro del chico sonara.

En ese momento, vio como Aura estaba interrogando al matón. Gracias a eso Peste paro de agitar al niño, y se sorprendió al comprobar que en sus manos tenía el peluche del Wanted.-¡¿Pero qué cojones?!¡ Mira Aura, corre!.

En ese momento se oyeron unos pasos acercarse a ellos. Un hombre calvo y una mujer delgada, bastante bien vestidos gritaron al ver al oso. Los escoltas que acompañaban a la pareja sacaron sus armas y todos apuntaron a Peste y a Aura.-¿Aura que está pasando?

-Suelta a mi hijo.-dijo el hombre calvo.- El por desgracia se comió la fruta osito de peluche, pudiéndose transformar en un osito inerte de peluche. Quedándose totalmente indefenso con secuestradores como vosotros. ¡Malditos!

Seguía esperando a que el tipo trajeado me respondiera mientras oía cómo Peste decía algo por detrás, pero no le estaba prestando mucha atención. Estaba demasiado cabreada con el tío que tenía delante por hacerle eso al pobre niño como para poder prestarle atención a algo más. Seguía esperando a que el hombre se dignara a hablar cuando escuché una nueva voz a mi espalda, esta vez de una mujer, que parecía estar diciendo algo de su hijo, así que seguramente sería la madre del pequeño. Cuando me giré para hablar con ella, vi a un hombre calvo y regordete y una mujer delgada, ambos deberían estar rondando los cincuenta años. Vi también a Peste, que debería estar con el crío, pero en su lugar tenía un oso de peluche entre las manos.
-Peste, ¿se puede saber qué haces con un oso? ¿De dónde lo has sacado? ¿Y dónde está el niño?
-Ese oso es mi hijo. Se comió una fruta que lo transforma en oso de peluche. ¡Y ahora soltadlo malditos secuestradores si no queréis acabar en prisión!-dijo la mujer, muy alterada.
-Eehm, disculpe señora, no sabía que el niño se transformara en oso, ni que ... no sé, lo de esa fruta me ha dejado demasiado pasmada-contesté yo. Esa fruta era tan extrañamente inútil... Me acerqué a Peste para coger lo más delicadamente que pude al niño-oso, y cuando lo tuve en brazos, intenté acercarme, pero la pareja se alteró aún más.
-¡No te acerques!- dijo el hombre, que debía ser el padre y, por tanto, el alcalde. -Deja a nuestro hijo en el suelo y alejaos de él.
Yo hice lo que me pidió, cogí a Peste del brazo y lo alejé bastante del chico, y recordé que el hombre trajeado seguía allí clavado. Me acerqué a él, recogí mis espadas, lo levanté y lo empujé hasta donde estábamos nosotros sin soltar en ningún momento el cuello de su camisa. Los padres corrieron hacia el oso y lo recogieron del suelo con sumo cuidado, y el chico se volvió a transformar en humano en cuanto estuvo en brazos de su madre.
-Disculpen por interrumpir el feliz reencuentro familiar, pero sería bueno que alguien hiciese algo con este tipo. Básicamente lo digo porque era su coche donde estaba atado su hijo.- Ellos me miraron recelosos. “Bueno, es normal que desconfíen de mi”-pensé- “. Después de todo, probablemente aún piensen que estaba secuestrando a su hijo”.- Vale, entiendo que no se fíen de mi, pero si hubiese querido llevarme a su hijo lo habría hecho. ¿Qué secuestrador les devuelve el niño a sus padres por las buenas? A lo mejor eso no era lo mejor que podía haber dicho ahora, pero en serio, nosotros dos -dije señalándonos a Peste y a mi misma- no hemos hecho nada malo. Es este tío. Le pueden preguntar a su hijo si quieren.
-Es cierto mami, ese hombre malo me cogió cuando estaba jugando y me ató, y me puso en un sitio muy oscuro, y pasé mucho miedo, pero ella me desató y me sacó de ahí.- La mirada de la mujer se relajó, y volvió a abrazar a su hijo, que había empezado a sollozar mientras hablaba.
-Está bien. Os estamos muy agradecidos por salvar a nuestro hijo, y disculpadnos por desconfiar de vosotros así, espero que lo comprendáis dada la situación. Ahora llevaremos a este maleante al cuartel de la marina para que lo interroguen.

Peste miro con tristeza a Aura. Pensando que si llevaban a aquel tipo trajeado ante la marina podrían acusarle a él de piratería. Dio un largo suspiro hasta que Aura le miró:

-Aura yo no puedo ir al cuartel. Seguramente tan solo por verme me peguen un tiro en la cabeza. -dijo de broma.- Además está claro que les caes mejor tú.- Peste saco un papelito doblado de uno de los bolsillos.- Cobra tú la recompensa y luego nos la repartimos. Te esperare en el bar donde empezó todo, y si no vienes lo explotó.-dijo nuevamente con un tono de broma.

Peste se alejó de la familia y se escondió en un callejón cercano. Pasados unos minutos, observo cuidadosamente como Aura y los demás se iban en dirección contraria. Peste sonrió maliciosamente y se coló al interior de la casa, saltando uno de los muros colindantes. Al caer en la blanda hierba de la casa se puso en guardia, esperando algún perro o algún matón, pero para su asombro allí no había nadie. Fue directo a la puerta trasera y con su fuerza de gyojin arranco el pomo de cuajo, haciendo que la puerta se abriese. Peste observo y escucho cuidadosamente por si había alguien en el interior de la casa, al cabo de unos minutos de seguridad, comprobó que allí no había ni un alma. Camino agachado sin hacer ruido por toda la casa, hasta dar con la habitación del matrimonio. Una vez dentro fue directo a la cómoda y se puso a hurgar concienzudamente en los cajones, hasta conseguir dar con el joyero.

Al abrirlo Peste comprobó como la familia era considerablemente adinerada, cogió la caja y se la vació en el bolsillo. Después ordeno todo como estaba y se marchó de la casa, tal y como entró, sin ser visto. Si tenía suerte no se darían cuenta del robó hasta pasados unos días.

Al salir a la calle se incorporó con normalidad y se fue en dirección a la taberna donde había quedado con Aura. Cuando llego, lo primero que sintió fue como cientos de ojos le miraban malhumorados.

-¿Cómo te atreves a entrar aquí?- dijo el cocinero malhumorado, y con una cojera pronunciada.

-Shh...-le hizo callar Peste, mientras con la mirada recorría el establecimiento en busca de alguien.-Ahora vengo.- dijo al cocinero mientras se marchaba entre las mesas. El cocinero se quedó boquiabierto y al final decidió pasar del tema mientras volvía de nuevo a la cocina.

Peste camino decidido entre los clientes y se sentó en una mesa del rincón. Allí había un hombre delgado con una gabardina y con el rostro oculto entre gorros, pañuelos y gafas.

-Hola, buen amigo. Tengo algo para ti.-dijo Peste sonriendo mientras sacaba las joyas de los bolsillos.-¿Cuánto me das por todo?

-Mmm...No me caes bien. Pero sin duda estas joyas son de calidad. Te voy a dar por todo (lo que me den en petición de exp.)

Peste cogió conforme el dinero y se marchó a la barra. Educadamente pidió una cerveza y se puso a esperar la vuelta de Aura. Se sentía alegre. Había empezado el día sin un duro y ahora tenía la cartera llena y esperaba con ansía más. Sin querer se introdujo la mano en el bolsillo y comprobó que se había dejado un anillo sin vender. Sonrió tontamente y decidió guardárselo para dárselo a Aura.

La familia se dio la vuelta para llevar al hombre al cuartel, y yo me giré para decirle a Peste que si venía, pero él se adelantó, diciendo que si llegaba al cuartel, el tiro se lo pegarían a él en vez de al tipo trajeado. “Agh, ¿por qué tiene que ser tan melodramático?”. Me dijo que me esperaba en el bar de esta mañana, bromeando con explotarlo si no volvía (o al menos yo espero que fuese una broma), y como no me apetecía discutir con él para intentar convencerlo de que viniera (en parte porque probablemente la liaría en cuanto dejara de vigilarle), simplemente suspiré, me encogí de hombros y me fui tranquilamente detrás de la familia con el papel de la recompensa que me había dado Peste en la mano.
No tuvimos que andar demasiado, pues el cuartel estaba a apenas 100 metros del centro, aproximadamente. Era un edificio sencillo y no muy grande, con una única planta. Los padres iban a entrar para dejar al secuestrador con los marines, y yo me ofrecí a quedarme mientras con el pequeño fuera. La verdad, no me apetecía mucho estar rodeada de marines. La pareja se demoró bastante dentro; tardaron alrededor de un cuarto de hora, y cuando por fin salieron, comenzaron a explicarme el proceso de interrogación, y la condena, y blah, blah, blah. Para ser sincera, me daba igual lo que le pasase a ese tío, siempre y cuando no volviese a poner un pie en la calle sin vigilancia policial. Cuando pararon de hablar, empecé yo.
-Bueno... ehh... me alegro de que hayan recuperado a su hijo y todo haya acabado bien. ¿Entonces, era él el oso de peluche que buscaban en el Wanted?-les pregunté, sacando de uno de los bolsillos del pantalón el cartel que me había entregado Peste y enseñándoselo. Me sentiría bastante mal pidiéndoles la recompensa directamente, así que tenía que dirigir la conversación “discretamente” hacia ese tema. A ver si había suerte.
-¡Oh! Es cierto, ya ni recordaba el asunto de la recompensa.-dijo la madre.
-De acuerdo, pues si quieres, acompáñanos hasta casa y te daremos el dinero allí -finalizó el padre.
Yo accedí alegremente y los seguí hasta su casa. Me quedé en el pasillo de entrada mientras ellos iban a la sala de estar, cogían el dinero de la caja fuerte (bastante abarrotada, por cierto), y volvían. Me lo dieron, y yo les di las gracias mil veces. Me despedí de ellos y me fui de vuelta al bar. Cuando entré, vi a mi compañero sentado en una de las mesas del fondo, con una cerveza en la mano y algo pequeño y brillante delate de él. Cuando me acerqué, descubrí que era un pequeño anillo de plata, con dibujos de hojas tallados en él. Era bastante bonito. Llegué a la mesa y, al sentarme, puse discretamente el dinero de la recompensa en la mesa, frente a nosotros.
-Vaya amigo mío, has ayudado a rescatar a un niño ¡y encima has estado más de media hora sentado en un bar si quemar nada ni mutilar a nadie! Esto se merece una recompensa, ¿no crees? - bromeé.-No voy a preguntar de dónde has sacado el anillo, así que simplemente voy a asumir que lo has encontrado en la calle o algo. Y ahora, ¿qué te parece si nos repartimos el dinero?