Locura o realidad ¿Una ciudad hecha de dulces? (Privado Scarlet D Aura y Marcus South)

Los nuevos lugares que estaba viendo, las personas que estaba conociendo y todo lo que estaba viviendo era fantástico y, aunque seguía teniendo presente que tenía un tiempo límite para volver a mi isla, todos aquellos lugares que había conocido habían hecho que gran parte de la tristeza que invadía mi corazón había desaparecido.

En esta ocasión, hacía escasos segundos que había llegado a este nuevo lugar, la persona que me había traído me dijo que a esta isla la llamaban " la ciudad de los dulces", aunque era lógico el por qué de ese nombre, aun me quedaban dudas y por ahora los caminos no eran de chocolate si no de tierra normal y corriente y la vegetación era vegetación normal y corriente, sin embargo al adentrarme en un bosque al que llegaba el camino, a mi nariz me iban llegando olores que me transportaban a mi niñez fresa, limón, cola, coco, piña, chocolate, vainilla... Aunque cuando pasé cerca de un árbol que olía a fresa, vi una escalera apoyada en el y una melodiosa voz que canturreaba en lo alto de aquel árbol, aunque de repente escuche un fuerte ruido y a los pocos segundos una hermosa joven de cabellos rosados ataviada con un uniforme rojo con topos verdes cayó a mis brazos:

- Uff no me he estrellado contra el suelo...Jefe lo siento, me he distraído mientras recogía material para la ciudad por favor no me castigue.


Aquellas palabras me dejaron extrañado, ya que aquella joven me había debido confundir con otra persona y además, quién sería tan cruel por castigar a alguien por un error así que intenté tranquilizar a la pobre chica:


- Un momento señorita, creo que se confunde de persona yo no soy quién dice que soy, soy simplemente un turista que ha venido a visitar la isla.


Ante mis palabras, la chica seguía agitada y podía oír los latidos acelerados de su corazón, así que la puse de pie en el suelo mientras decía:


- Pero señor su vestimenta y su pelo...son iguales a las del jefe de la división fresa.


No sabía lo que estaba pasando allí, pero algo me hacía pensar que esa ciudad no era tan dulce como yo pensaba...

Después de varios días navegando, llegué por fin a la isla de la que me habían hablado: Candyland. Aunque la primera impresión no fue precisamente buena. Una isla rodeada de una especie de muralla rosa, con nubes también rosas, no es que sea un sitio que me llame mucho la atención, pero claro, si la muralla rosa es de caramelo y las nubes de algodón de azúcar, la cosa cambia, y eso de que todo estuviera hecho de dulces... Es algo digno de ver y probar.
Decidí desembarcar en un sitio poco visible y alejado del puerto para no correr peligro de que me quitasen las cosas, y entré a la isla por un camino que conducía a un bosque. Llevaba unos cinco minutos adentrándome en el bosque y probando los diferentes tipos de planta que me encontraba cuando escuché un fuerte crujido seguido de un grito, y me apresuré a llegar a donde había oído el ruido. Al llegar, me encontré con un hombre alto, pelirrojo y pálido vestido de rojo. Estaba hablando con una chica pelirrosa con un uniforme rojo con topos verdes, que le decía:
-Pero señor, su vestimenta y su pelo... son iguales a las del jefe de la división fresa.
La chica parecía estar disculpándose, mientras que el hombre tenía cara de estar totalmente atónito.
-Eeh, perdón por interrumpir, pero acabo de escuchar un golpe muy fuerte y he venido corriendo. ¿Estáis los dos bien?
No parecía que ninguno de ellos se hubiese hecho algo, pero me preocupaban sus expresiones. Estaban tan sorprendidos que parecía como si acabasen de ver un unicornio volador.

En aquel lugar parecía que no estábamos solos ya que parecía que alguien se acercaba, la chica comenzó a temblar y se abrazó a mi y yo rezaba porque el que se acercaba no fuese el jefe de aquella chica, cuando se hizo visible no era el jefe era una muchacha pelirroja, tenía un cuerpo realmente bello, cubierto con demasiada poca ropa para mi gusto. Cuando comenzó a hablar mostró unos dientes afilados aspecto que, aunque extraño no le quitaba belleza a la chica. Cuando la joven "fresita" vio que no era quién pensaba me soltó rápidamente con un enrojecimiento notable de su rostro:

- Perdone señor yo no quería, yo solo pensaba que...
-Ni lo mencione querida no me ha molestado-me dirigí a la recién llegada y le contesté- No se preocupe señorita estamos los dos bien.


De repente, mis oídos captaron otro movimiento de arbustos, le hice señas a la chica fresa para que volviera a su trabajo y yo me llevé conmigo a la otra chica y ambos nos metimos en unos arbustos cercanos, cuando estuvimos en el interior le dije:


- Perdón por la brusquedad de mis actos pero, a pesar que acabo de llegar a esta isla algo no me huele bien y no es precisamente este arbusto que por cierto huele a cerezas.


Intente ver por entre las hojas lo que pasaba fuera, afortunadamente, no era el temido jefe fresa, sino un joven con el pelo amarillo limón y un uniforme amarillo de la misma tonalidad:


- E...e...eres tu Daimon, m...me habías asustado, pe...pe...pensé que eras el señor Lugus.


La chica estaba visiblemente nerviosa por algo, yo sonreí al imaginar lo que podía ser.


- No te preocupes, Natalie ¿estás bien? oí un fuerte ruido y vine rápidamente sabiendo que esta era tu zona. Por cierto, ¿temes al señor Lugus, verdad?, ya estoy harto de él y de la forma en que nos trata si por mi fuera acabaría con el.

Dijo el joven mientras apretaba los puños, mientras la chica intentaba tranquilizarlo como podía.

- Todos los trabajadores de la isla sabemos como acabar con él pero si fueramos vistos acercándonos a ese lugar acabaríamos muertos y lo sabes.


- Y tu sabes que no me importaría morir por ti, Natalie. Siempre fuiste como una hermana pequeña para mi.


No se si la chica pudo acabar las palabras del joven porque esta se desmalló en sus brazos.

No estaba segura si la chica me hacía gracia o me daba pena. Cuando hablé, parece que se asustó y se abrazó al chico, para inmediatamente después separarse de él y pedirle disculpas. El chico nos respondió a ambas con tranquilidad y, para mi gusto, con excesiva educación. Iba a decirle que no hacía falta que fuese tan educado conmigo cuando escuché unos pasos cerca, y él debió escucharlos también, porque me cogió del brazo y me arrastró a un arbusto cercano lo suficientemente grande como para que nos pudiéramos esconder los dos. Acto seguido se disculpó por su brusquedad, de nuevo con excesiva formalidad para mí.
-Bah, tranquilo, y por favor, llámame Aura y deja de ser tan absolutamente educado conmigo, es incómodo- le dije, sonriendo, y me callé al instante porque escuché voces cerca de nosotros, y me asomé un poco para ver qué pasaba.
Acababa de llegar un chico que, entre su pelo y su ropa, podría confundirse con un limón perfectamente, y estaba hablando con la chica-fresa, que parecía estar al borde de un ataque de pánico. Me concentré para escuchar bien la conversación.
- E...e...eres tu Daimon, m...me habías asustado, pe...pe...pensé que eras el señor Lugus.
- No te preocupes, Natalie ¿estás bien? Oí un fuerte ruido y vine rápidamente sabiendo que esta era tu zona. Por cierto, ¿temes al señor Lugus, verdad? Ya estoy harto de él y de la forma en que nos trata. Si por mi fuera acabaría con él.
Dijo el limón apretando los puños, mientras la chica intentaba tranquilizarlo como podía.
- Todos los trabajadores de la isla sabemos como acabar con él, pero si fuéramos vistos acercándonos a ese lugar acabaríamos muertos y lo sabes.
- Y tú sabes que no me importaría morir por ti, Natalie. Siempre fuiste como una hermana pequeña para mi.
Y mientras él decía eso, la fresita cayó inconsciente en sus brazos.
“Demasiadas emociones en un momento para ella, supongo. Ahora me pica la curiosidad por saber qué pasa.” Y pensando esto, me alejé silenciosamente del arbusto para que el chico-limón, Daimon, creo, no me escuchase ni viese al chico que estaba a mi lado y volví al camino que estaba a unos metros del arbusto donde estábamos escondidos. Una vez llegué a él, me enderecé y me puse a caminar en dirección a Daimon y a Natalie, que seguía desmayada en sus brazos. Cuando el chico reparó en mi, abrió mucho los ojos, asustado.
-Hola, acabo de llegar a Candyland hace como... veinte minutos, creo. Estaba dando un paseo por el bosque y no pude evitar oír vuestra conversación.- Daimon estaba empezando a ponerse más y más pálido. "Tengo que pensar en algo para que me diga lo que está pasando. O para que no salga corriendo, al menos."- Veo que hay un tipo que os está tratando un poco mal. ¿Hacemos un trato? Tú me cuentas lo que está pasando aquí y yo prometo no decirle nada a nadie de esto, y quién sabe, a lo mejor ese tal Lugus me cae mal y os puedo ayudar. ¿Te parece?-digo, tendiéndole la mano y mirándolo a los ojos. Él, después de meditar un rato, traga saliva, me da la mano y dice:
-De acuerdo, soy Daimon, por cierto, y ella es Natalie.- Y segundos después de decir esto, la chica, que Daimon acababa de tender en el suelo, abrió mucho los ojos y nos miró, sorprendida. Yo me limité a saludarla con la mano, mientras Daimon  comenzó a explicarle la situación y, acto seguido, a tranquilizarla, ya que la pobre chica estaba empezando a hiperventilar.

Me quedé un rato escondido en el arbusto pensando en lo extraño de la situación. ¿Cómo podía ser que a aquella señorita no le hubiese enfadado con mi reacción tan repentina? Es más había sido agradable conmigo y me había pedido que no fuese tan educado con ella. Al menos, era mejor  haber empezado con buen pie con ella ya que pretendía que me ayudase con aquella injusta situación y para ello tenía un plan, era extravagante como todos los que había tenido en mi vida, pero que esperaba que funcionase.

Cuando salí de mis pensamientos vi a la chica-fresa y al chico-limón hablando con la otra chica a la que acababa de conocer, al ver la relación que había entre los dos primeros, sonreí ya que parecía que había "algo" entre ellos, aunque había cosas más importantes de las que preocuparse así que salí del seto y me presenté ante el chico-limón que parecía llamarse Daimon.

- Buenos días, caballero soy Marcus south y la verdad es que pensaba que esta isla era dulce, pero he escuchado algo "no dulce" y no me gusta, más concretamente ese señor Lugus, por lo que estoy dispuesto a ayudaros, aunque al igual que esta chica que parece también dispuesta a ayudar necesito saber que está pasando, ya que tengo un plan en mente, pero para llevar cualquier plan a cabo es importante la información.


Los dos chicos dudaron por un instante si nos contaban lo que ocurría en aquella isla o no, cuando se decidieron Daimon le dijo a Natalie que se fuese para que, en caso de que algo saliese mal toda la responsabilidad cayera sobre él y a ella no le pasase nada. Ella, al principio, se negó ya que no quería que le pasase nada al chico, aunque al entender la preocupación de Daimon, le prometí a la chica que los protegería a ambos de las posibles represalias de Lugus. Natalie se despidió de nosotros a regañadientes y cuando acabó de recoger las fresas que se le habían caído se fue a otro árbol a seguir con su trabajo y ahí es cuando Daimon nos empezó a contar lo que en aquella isla pasaba:


- Pues vereis, el jefe general de todas las plantillas es el señor Lugus hijo, digo lo de hijo porque desde hace un tiempo el que era nuestro jefe era su padre, un hombre que nos trataba muy bien a todos los trabajadores, pero un día, cuando su hijo cumplió la mayoría de edad, le pasó el mando a él y su padre se fue a recorrer mundo, desde ese día nuestra vida se convirtió en un infierno.


El chico paró de hablar, aunque según lo que oí aun faltaba algo más en su historia y era el hecho de como acabar con su tiranía, aunque mis  pensamientos se adelantaron a las palabras de Daimon, quién siguió hablando.


- Aunque hay una forma, que aunque es lógica, puede parecer absurda e infantil. Se trataría vulgarmente hablando de "chivarse" a su padre. Aunque ahí se encuentra lo peligroso, ya que la única forma de ponerse en contacto con Lugus padre es mediante un único den den mushi que se encuentra en una zona restringida llamada el bosque de bastón de caramelo. Pero además de existir el riesgo de que seamos vistos, en su día ese tirano de Lugus hijo, nos amenazó de que si algún trabajador se atrevía a acercarse a la zona y era visto toda su unidad incluido el jefe de unidad sería severamente castigado.


Este último punto puso un poco patas arriba mi plan, pero hasta ahora ningún obstáculo había impedido que llevara alguno de estos a cabo.

Cuando Daimon iba a empezar a hablar, mi educadísimo nuevo amigo salió de entre los arbustos y se presentó como Marcus South, y dijo que tenía un plan sobre algo. Daimon y Natalie se miraron, y después de un rato de ver cómo la intentaba convencer para que se fuera y le echaran las culpas a él si nos pillaban, Daimon se sentó en el suelo y comenzó a contarnos lo que pasaba en la isla. Al parecer, los trabajadores de la isla tenían un jefe maravilloso, pero se hizo viejo, le pasó el mando a su hijo y se fue a ver mundo. Pero su hijo resultó ser un tirano, y la única forma de librarse de él era chivarse a su padre, cosa complicada pues algo terrible les pasaría a quienes lo intentasen.
Tras un rato de silencio, cuando parecía que ninguno de los dos chicos tenía nada que añadir, comencé mi ronda de preguntas:
-¿Y no sabes qué es eso tan terrible que pasa si entras en el bosque?
-No... Un grupo de la división Nube de azúcar intentó ir a por el den den mushi una vez, hace tiempo, pero entraron en el bosque y no volvieron a salir. Un par de días después despareció todo el resto de su división sin dejar rastro alguno.- contestó apenado Daimon, bajando la cabeza.
-Pero si una pareja de forasteros se presentase allí, explorando, y se topase por pura casualidad con ese den den mushi, no le pasaría nada a nadie de la isla, ¿verdad?- dije, esperanzada. Dudaba mucho de que ese Lugus fuese a masacrar a media isla solo porque un extranjero había llamado a su padre.
-Yo no estaría tan seguro. Ese hombre es un loco. ¿Quién sabe lo que podría hacer si alguien consigue contactar con su padre? Además, si os descubre, el castigo caería sobre vosotros, y no me parece bien que os pase algo después de querer ayudarnos. No- terminó, negando con la cabeza, muy serio.-,no creo que sea buena idea.
-Bah, tú no te preocupes por eso. Nosotros ya somos lo suficiente mayores como para defendernos solos, y yo por lo menos estoy deseando echar una mano. Simplemente dinos dónde está la ciudad para que podamos investigar un poco, y vuelve a lo que estabas haciendo no vaya a ser que te digan algo.
Aunque se mostró algo reticente al principio, al final accedió, nos dijo el camino por el que se llegaba a la ciudad, además de repetirnos varia veces que tuviéramos cuidado, especialmente con la guardia personal de Lugus, que al parecer eran una especie de mezcla entre guardia real, marines y amigos de confianza de don tirano, y que estaban obsesionados con los forasteros. “Bien, seguro que unos guardias a los que no les gustan los forasteros confiará plenamente en una pareja armada con un montón de espadas y pistolas”- pensé, irónica. Nos despedimos de Daimon, y me volví para mirar a Marcus.
-¿Bueno Marcus, como ya he dicho antes, soy Aura, un placer conocerte. Entonces, te apetece venir a investigar para ver cómo podemos molestar un poco a ese tirano de Lugus?- le pregunté tendiéndole una mano, sonriente.

Mi nueva amiga había aceptado de buen grado a ayudar a aquellos dos y un punto a su favor, es que había pensado en no involucrar a nadie más si nos pillaban ya que mi plan, el que todavía no le he contado no lo aseguraba al 100%, pero el suyo era más directo, quería que fuéramos directamente a por el den den mushi con el que chivarnos a su padre y le dije a la chica que me tendía la mano sonriente:

- Nada me agradaría más y debo decir que tu plan aunque simple es perfecto, además no ponemos la vida de nadie en peligro con nuestras acciones, sin embargo, en todo situación en la que se desconoce algún factor es bueno obtener información sobre ellos por lo que te voy a preguntar algo muy simple ¿te gusta la vestimenta que llevan los trabajadores de lugus?- le dije con una sonrisa pícara.


Sabía que mi plan era una locura y que podría alargar nuestra estancia en aquella isla, además de que un paso en falso podría poner en peligro a todos los trabajadores y sabiendo el gusto de los hombres de Lugus junior por los extranjeros nos sería imposible encontrar trabajo para poder infiltrarnos en alguna división y, aunque reconocía que la suerte muchas veces estaba de mi lado, sería demasiado que además de encontrar trabajo este fuera en la división limón y fresa respectivamente.


Y sin pensarlo, llegamos a las puertas de la ciudad, una ciudad que yo me comería entera ya que, los olores, formas y colores de todo lo que nos rodeaba me hacía tener la estúpida idea de que todo era de caramelo, chocolate... vamos de dulces en general. Y cuando paseábamos por una de las calles una pareja joven un chico y una chica muy apuestos, vestidos con trajes a rayas rojas y blancas nos empezaron muy animadamente:


- Vaya un apuesto y atlético muchacho...


- Y una bella y dulce damisela-dijo el joven besandole la mano a mi acompañante.


- Nuestra isla está pasando una mala racha y hay algo de falta de personal que trabaje en la isla.


- ¿No querríais ser parte de esta bonita y deliciosa ciudad, trabajando aquí?


- Por supuesto, nuestros trabajadores son bien remunerados tienen vacaciones, horarios flexibles y nuestro jefe es muy correcto con sus trabajadores.


A otro perro con ese hueso, nosotros sabíamos la verdad y esa no era pero era la oportunidad perfecta a si que le dije dirigiendome a mi compañera:


- Mira cariño nosotros buscando trabajo y lo hemos encontrado ¿que te parece? - le dije guiñándole un ojo.

Marcus aceptó encantado la propuesta de ayudar a la gente de la isla, y me preguntó si me gustaba la ropa que llevaban, por lo que deduje que él también tenía un plan. Supuse que querría que nos vistiésemos como alguna unidad para no destacar tanto y poder ir sobre seguro, lo que me pareció una genial idea, así que, cuando se puso en camino hacia la ciudad, yo le seguí.
Cuando llegamos a la entrada de la ciudad y vi los edificios, las calles, todo en general, se me hizo la boca agua, y realmente tuve que controlarme mucho para no empezar a comerme una farola que había a mi lado. Llevábamos un rato deambulando por las calles, mirando las tiendas y los puestos artesanales tan curiosos que había cerca (al parecer, una de las especialidades de la isla era hacer figuras decorativas de un material parecido al caramelo), procurando no resaltar demasiado, cuando nos topamos con un chico y una chica, que debían tener aproximadamente mi edad, ambos vestidos con un traje a rayas rojas y blancas. En lugar de pasar de largo, se pararon y comenzaron a halagarnos, y cuando el chico cogió mi mano y la besó, tuve que hacer un esfuerzo importante para no golpearle. Pero mereció la pena, pues nos ofrecieron un puesto de trabajo, lo que nos venía perfecto ya que necesitábamos uniformes. Y además la chica soltó una perla que hizo que los odiara aún más:
-Por supuesto, nuestros trabajadores son bien remunerados tienen vacaciones, horarios flexibles y nuestro jefe es muy correcto con sus trabajadores.
“Ya, claro, seguro. ¿Por qué no vais a lamerle los pies un poquito más a vuestro querido jefe? A ver si conseguís caerme todavía peor.”-pensé yo en ese momento, pero como nos acababan de ofrecer trabajo, tenía que parecer civilizada, así que simplemente me callé.
-Mira cariño, nosotros buscando trabajo y lo hemos encontrado. ¿Qué te parece? - me preguntó Marcus, mientras me guiñaba un ojo discretamente. “Vaya, así que ahora estamos juntos. Bueno, mientras no tengamos que hacer de pareja acaramelada, por mi perfecto.”
-¡Es genial! Llevábamos un rato buscando algún lugar para trabajar. ¿Nos podéis llevar allí?-le pregunté a la pareja que teníamos delante.
Ellos, por su parte, se pusieron muy felices cuando accedimos, y nos guiaron por la ciudad hasta un edificio de cuatro pisos. Allí nos presentaron al jefe de la unidad, un hombrecillo menudo con bigote y barba abundantes que estaba rapado. Nos contó que había varias divisiones en la isla, y unas se encargaban de recolectar materiales; otras de la fabricación de muebles; otras de la construcción; etcétera, y todas estaban bajo las órdenes de Lugus hijo. En pocas palabras, él tenía el control sobre casi todo el trabajo de la isla, por lo que estaba bien informado sobre lo que pasaba. Al parecer, la división fresa (la de Natalie) se encargaba de recolectar; la de Daimon era la encargada de la información; y nosotros nos encontrábamos en la base de la división cereza, que se encargaba de la seguridad de la isla. Nos dio unos uniformes iguales que los de todos los presentes en el edificio y nos dijo que podíamos conservar las armas sin ningún problema. También nos entró un mapa de la isla y un documento que nos identificaba a ambos como nuevos miembros de la unidad, así como una lista con las distintas unidades y sus distintivos, y nos dijo que lo único que teníamos que hacer era “mantener el orden público”. Cuando íbamos a salir, nos llamó otra vez.
-Disculpad, no se dónde tengo la cabeza. Venid aquí un momento, por favor -nos pidió mientras se encaminaba hacia un mapa de la isla que había en la pared.-. ¿Veis esta zona de aquí? Es el Bosque de Bastón de Caramelo. Si veis a alguien intentar entrar allí, arrestadlo inmediatamente y traedlo aquí, a no ser que presente la identificación de la guardia personal del señor Lugus. Por supuesto, vosotros tampoco estáis autorizados a poner un pie dentro del bosque.
-¿Por qué no, si puedo preguntar?-le pregunté, intentando obtener algo de información nueva.
-Órdenes del señor Lugus. Bien, eso es todo, si no tenéis más preguntas, ya podéis comenzar a patrullar.-y dicho esto, se fue por la escalera que llevaba al primer piso mientras nosotros salíamos a la calle.
Nos alejamos de allí y entramos en un callejón vacío. Ya era hora de ver qué íbamos a hacer.
-Bueno, ya tenemos uniformes y una excusa para ir por la ciudad haciendo preguntas. Antes me pareció que tenías un plan, así que, ¿me lo puedes contar? Ahora estamos juntos en esto después de todo.

Parece que nuestra tapadera funcionó pues aquella pareja nos acompañó al lugar dónde repartían los trabajos. Esos dos no sabían lo que acababan de hacer...

Cuando llegamos al lugar en cuestión un hombre nos recibió y nos asignó un puesto, aunque ahí se encontraba el primer obstáculo no estaríamos ni con Natalie ni con Daimon cosa que deseaba, pues el objetivo de esto era protegerlos de cualquier consecuencia que pudiesen tener si alguien descubría que nos habían hablado de la situación de la isla. Pero por los demás, la suerte nos había acompañado, pues nos habían puesto juntos, nos habían dado un mapa de la isla y nos habían dado un cometido ocuparnos de la seguridad de la isla, teníamos que mantener el orden público, nada extraño conociendo nuestra unidad, la unidad cereza. Por otro lado, teníamos que vigilar que nadie entrara al Bosque de Bastón de Caramelo con lo que acababan de meter al enemigo en casa ya que, precisamente, ese era nuestro objetivo para así derrocar al tirano de Lugus Junior.

Pero, por otro lado, no quería pensar que nuestros enemigos fueran tan estúpidos como para que, sin fiarse de los extranjeros, nos dieran un cometido tan importante, por lo que hago me olía mal:

- Tenía un plan, pero el destino es caprichoso y ya ha empezado sin pretenderlo, había pensado en infiltrarnos en esta empresa y encontrar el momento justo para entrar a por el den den mushi del bosque de Bastón de Caramelo y acabar con esto, pero ahora se ha presentado una dificultad imprevista.¿Cómo es posible que a dos extranjeros les hayan dado un trabajo en el que podrían tener acceso al den den-mushi? Las opciones que me vienen a la mente no son nada buenas...

-Tenía un plan, pero el destino es caprichoso y ya ha empezado sin pretenderlo, había pensado en infiltrarnos en esta empresa y encontrar el momento justo para entrar a por el den den mushi del bosque de Bastón de Caramelo y acabar con esto, pero ahora se ha presentado una dificultad imprevista.¿Cómo es posible que a dos extranjeros les hayan dado un trabajo en el que podrían tener acceso al den den-mushi? Las opciones que me vienen a la mente no son nada buenas...
Marcus tenía razón, si toda la guardia de Lugus sospechaba de los extranjeros, era imposible y totalmente ilógico que hubiesen dejado a dos extraños a cargo de la seguridad de la isla así como así.
-Bueno, no nos han dado permiso para entrar en el bosque, pero tienes razón, es muy extraño que nos hayan dado trabajo por las buenas, sin saber nada de nosotros. Porque no creo que sepan nada, ¿verdad?- era imposible que nos hubiesen visto en el bosque, me habría dado cuenta si había alguien cerca. -Creo que es mejor que nos movamos y empecemos a investigar, es mejor que piensen que estamos trabajando, o si no, sí que van a empezar a sospechar de verdad.
Seguimos por el callejón y acabamos en una calle muy ancha, y repleta de gente, que tenía toda la pinta de ser un mercado o una calle principal llena de bares. En esta isla, era difícil de decir, pues todo estaba lleno de dulces y golosinas, así que yo por lo menos no conseguía diferenciar qué era para comer y qué era para adornar. Mis fosas nasales se inundaron con un sinfín de olores, pero especialmente con el olor a chocolate, y mi estómago comenzó a rugir.
-¿Y si empezamos a investigar por ese puesto que regala bolsas de galletas? Seguro que ahí averiguamos algo- le dije a Marcus, pero no esperé respuesta, si no que le agarré del brazo y lo arrastré por media calle mientras probaba toda la comida que veía.
Mientras deambulábamos por allí, noté algunas veces a la gente mirándonos de forma un tanto extraña, pero no le di mucha importancia hasta que empecé a escuchar parte de una conversación de un grupo cercano.
-...acaban de llegar y los han contratado...
-...los quiere tener vigilados...
-...Lugus... muy nervioso...
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No me gustó nada el rumbo que estaba tomando aquella charla, pero no podía mostrar que me había puesto nerviosa o sospecharían, así que hice como si no hubiese oído nada y me alejé de allí. Cuando perdimos de vista el gentío, le dije a Marcus tan bajo como pude:
 /* Layout-provided Styles */ div.standard { margin-bottom: 2ex; }No me gustó nada el rumbo que estaba tomando aquella charla, pero no podía mostrar que me había puesto nerviosa o sospecharían, así que hice como si no hubiese oído nada y me alejé de allí. Cuando perdimos de vista el gentío, le dije a Marcus tan bajo como pude:   /* Layout-provided Styles */ div.standard { margin-bottom: 2ex; }No me mostrar que me había puesto nerviosa o sospecharían, así que hice como si no hubiese oído nada y me alejé de allí. Cuando perdimos de vista el gentío, le dije a Marcus tan bajo como pude:
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-¿Has escuchado lo que estaban diciendo? Creo que tenías razón antes, Lugus, o alguien, nos está vigilando. Más nos vale andarnos con cuidado.

En mi rostro apareció una mueca de horror de repente no estaba muy seguro de lo que iba a decir, pero lo dije:

- O quizás no le importe a Lugus darnos ese puesto con acceso al Bosque de bastón de caramelo porque tenga en mente algo peor que, ni siquiera, el llamar a su padre por el den den mushi pueda mejorar la situación de esta isla.


Si tenía que preferir alguna opción, la verdad es que prefería la de mi compañera, aunque sin duda parecía algo inocente. Bien era cierto que nos habían prohibido entrar a ese bosque y, aunque solía ser un férreo defensor de las normas, en esa ocasión me parecía más justo no seguirlas. Aunque tampoco era demasiado inteligente exponerle mis pensamientos a mi compañera, pues parecía que nuestra llegada a aquella isla había causado "furor" entre los ciudadanos, mientras que, otras parecía que nuestra estancia en aquella isla les inquietaba.


De repente, mi compañera comenzó a arrastrarme por una calle repleta de puestos de dulces gratis, mientras era llevado dudaba si aquella acción, siendo extranjeros en aquel lugar y el haber conseguido un trabajo recientemente, era la más adecuada. De todas formas si era o no correcta, lo que nos aseguraba era no parecer una pareja que pretendía echar a patadas al tirano que dirigía despoticamente a sus trabajadores, pero por otra parte si algún superior de nuestra unidad o algún trabajador veterano nos encontraba ganduleando nos podíamos llevar una buena bronca.


De repente, mis oídos captaron una conversación sobre nosotros y tras esto no supe que pensar ¿eran seguidores de Lugus o simplemente unos desconfiados de los extranjeros? por su parte mi compañera me dijo si había escuchado la conversación y yo le contesté: 


- Bueno, he intentado captar algo y he sacado mis propias conclusiones lo que está claro es que Lugus esta inquieto con nuestra visita y eso me aterra ya que, si tiene tanta influencia tiene eso ira unido a poder y a peligrosidad y un tipo asustado, poderoso y peligroso es una muy mala combinación así que reza por, que si intenta atacarnos lo haga de frente.

Según Marcus, dentro de lo malo, lo mejor era que Lugus atacase de frente. Bueno, era lógico, después de todo él probablemente era una de esas personas rastreras que usarían todo tipo de trucos sucios para lograr sus objetivos. De hecho... sí, tenía una isla entera bajo su poder a base de fuerza y meter miedo, definitivamente era una de esas personas.
-Bueno, entonces he de suponer que lo que Lugus quiere es que actuemos silenciosos pero intentando no parecer sospechosos y que eventualmente vayamos al bosque, ¿no es así?-y sin esperar a que Marcus contestase, le dije- Bueno, para que me conozcas un poco más, prefiero ser ruidosa y armarla por todas partes, ¿crees que eso podría poner más nervioso a Lugus? Porque me están entrando ganas de jugar un poco con él.-dije con una sonrisa maliciosa.
Escuché un gran estruendo que venía de una calle cercana, así que me dirigí hacia allí corriendo, y me encontré con dos hombres de mediana edad peleando, uno de ellos espada en mano. Nosotros, como buenos miembros recién contratados del cuerpo de seguridad de la isla que éramos, nos metimos en la pelea y paramos a ambos hombres. Yo le pregunté al de la espada, que era quien estaba frente a mi, qué pasaba. Él se limitó a balbucear cosas sin sentido; estaba borracho. Le di un golpe en el estómago y cayó al suelo inconsciente. Me giré hacia el hombre que estaba sujetando Marcus, que parecía más tranquilo, y me percaté a su vez de que la gente a nuestro alrededor estaba horrorizaba, pero no le presté demasiada importancia en ese momento.
-Disculpe señor, pero ya que usted no está borracho, le toca contarnos por qué este amable dormilón armado y usted estaban peleando, y a ser posible por las buenas.
Él agachó la cabeza algo asustado, y levantando las manos, me contestó:
-Estaba en una taberna con unos amigos, y dije algo que no debía. En ese momento, él debió escucharme, y se levantó. Creía que iba a arrestarme, pero en lugar de eso comenzó a atacarme.
-¿Qué dijiste?
Él se quedó un rato callado, mirando hacia sus pies, pero al final me respondió.
-Dije que... que estábamos mucho mejor antes de que llegase Lugus hijo y... y que ojalá alguien lo echase. ¡Pero estaba de broma! Jamás diría algo en su contra.-Se apresuró a decir, agitando las manos en el proceso.
Yo me limité a asentir con la cabeza, y fui hacia el atacante a buscar algún tipo de identificación, y cuando le enderecé, allí estaba. Resaltada en blanco en su pecho, en contraste con su uniforme azul marino, había una placa que decía:
GUARDIA PERSONAL DE LUGUS
                 JOE
Cuando vi la placa, me giré lentamente hacia Marcus y le dije:
-Marcus, ven a ver esto un momento, creo que tenemos un problema.

Mi intrépida compañera prefería enfrentarse a Lugus de frente haciendo el mayor ruido posible. No me importaba hacerlo así, pero aún así le dije:

- No me importa hacerlo así , pero lo que no voy a permitir que vayamos sin un plan y sin tener información sobre el enemigo, no sabemos los ases que Lugus guarda bajo la manga, pues no quiero que te hagan daño innecesariamente, ni que me lo hagan a mi.


De repente oí un gran alboroto cerca de nosotros, era una pelea entre un tipo que iba a puño desnudo y otro con una espada, la razón parecía que alguien había sido sincero y que odiaba a lugus hijo, el otro era un guardia de seguridad y estaba bastante borracho. Después de hecharle un discurso al hombre que odiaba a lugus "advirtiendole" que no volviera a decir algo parecido me acerqué a mi compañera:


- Se me ha encendido la bombilla compañera...


Cogí al borrachuzo con cierta facilidad lo saqué y lo lancé a una fuente de helado que había visto en las cercanías de la taberna y sacudiéndome las manos le dije a Scarlet:


- Bueno ahora esperaré la bronca del jefe, ¿quieres esperar conmigo?- le dije guiñándole un ojo.

Marcus quería pensar en un plan para enfrentarnos a Lugus y así no acabar... bueno, muertos, seguramente, y la verdad era que no me disgustaba la idea de pensar en algo.
Lo que me sorprendió fue cuando le vi coger al guardia, diciendo que tenía un plan, y tirarlo a una fuente de helado cercana, la cual, por cierto, no había visto antes, y me estaban entrando ganas de meterme yo también, pero estaba demasiado sorprendida por el hecho de que acababa de ver salir volando a un tipo que seguramente iba a traer consecuencias como, por ejemplo, un Lugus cabreado.
Alterné la mirada entre Marcus y el guardia, que seguía inconsciente y cubierto de pies a cabeza de helado, y acabé mirando a Marcus, pero antes de que pudiera preguntarle por qué narices había hecho eso, me propuso esperar al “jefe”, que supuse que sería Lugus. Yo, que seguía procesando lo que acababa de pasar, me quedé un momento parpadeando perpleja, y cuando volví al mundo real opté por no decir nada, y simplemente me recosté contra una pared cercana para estar más cómoda, pues si me hubiera puesto a preguntarle a mi compañero, la gente probablemente podría haber sospechado.
Apenas habían pasado cinco minutos cuando escuché pasos de mucha gente acercándose, y cuando alcé la vista vi a varios tipos uniformados, vestidos igual que el guardia borracho (que poco antes había recuperado el conocimiento y se había marchado de allí corriendo, probablemente para quitarse el helado de encima y llorarle un poco a Lugus), y entre ellos había un hombre bastante bajo, que supuse sería Lugus, vestido con un traje de chaqueta impecablemente blanco y un sombrero a juego. “Ir vestido así en esta ciudad es como una diana viviente para una pistola de agua llena de chocolate”, pensé.
Antes de que se acercaran demasiado, sonreí y le dije a Marcus entre dientes lo más bajo que pude:
-Bueno compañero, es tu momento, me encantaría ver cuál es tu plan.

Mi plan  había dado sus frutos, además había atraído a Lugus hacía nosotros, aquel hombre podía ser bajito, pero iba escoltado por un montón de guardias y, además al ver la escena en cólera. Todos los guardias pusieron cara de terror,:

-!AGENTE SOUTH!, HA SIDO USTED EL QUE HA INTRODUCIDO A UNO DE MIS HOMBRE EN ESA FUENTE DE HELADO.


El plan estaba en marcha, quizás me hubiese arriesgado antes de lo debido con mi acción, quizás había sacado conclusiones precipitadas de la forma de ser de Lugus de solo un encuentro y, ademas este fue breve. Aunque las consecuencias de aquello no lo sabía, lo que si sabía era que no había dejado nada a la improvisación, lo tenía calculado, así que dando un paso al frente dije:


- No servirá de nada decir que era mi primer día ¿verdad, jefe?


La broma no debió caer bien pues, Lugus negó con la cabeza y mandó a los demás guardias que me encañonaran con sus armas:

- Que falta de sentido del humor amigo Lugus. Sí soy culpable de esa acción, sin embargo lo hice para salvaguardar su reputación. Por que respóndame a una cosa ¿da buena imágen que un agente de la ley este borracho dando el espectáculo?


Pareció que el poco inteligente Lugus o más probablemente, el arrogante Lugus, dio por buena mi explicación y sus hombres dejaron de apuntarme con sus armas, ante este hecho suspiré aliviado, mientras veía como este se acercaba a mi.


- Curioso razonamiento, agente South...Bien hecho.


Aunque mi plan había funcionado y, quizás me hubiese librado de unos cuantos balazos, la respuesta de Lugus, me dio un no se que, incluso me extrañó que se pusiera tan rápido de mi lado y ni siquiera, hiciese nada por defender a su otro empleado, es más me atrevería a decir que tal y como se estaban llevando al agente cubierto de helado, no lo volveríamos a ver y no precisamente porque fuesen a ascenderle, miré a mi compañera con una mirada algo temerosa, pues ahora no creía que fuese el mejor momento para intercambiar impresiones.

Me estaba empezando a dar el tic en el ojo. ¿Qué acababa de pasar? Se suponía que Lugus nos estaba vigilando, ¿no? Y nosotros acabábamos de tirar a uno de sus hombres a una fuente de helado. ¿Qué conexión mental se había producido en la mente de ese hombre para darnos la razón y dejarnos ir de rositas? ¿Nos habríamos puesto nosotros demasiado paranoicos con el tema de infiltrarnos? Era muy raro. Pero en fin, si me quedaba demasiado empanada a lo mejor le daba por cambiar de idea y nos convertía en coladores, así que opté por volver al mundo.

-Bueno jefe, muchas gracias, lo sentimos por la que se ha armado. Nos vamos, que tenemos que seguir patrullando. ¡Prometemos no liarla!- dije mientras empujaba a Marcus hacia una calle cercana, en la dirección opuesta por la que había llegado Lugus. Cuando estuvimos bien lejos de la plaza, me paré y miré a Marcus.- A ver. ¿Tú sabes lo que acaba de pasar? Porque yo sigo pensando que o él tiene memoria a muy corto plazo o eso era para que bajásemos la guardia y ahora van a aparecer conejitos de chocolate con espadas intentando pillarnos... No, espera, se me ha ido, ¿verdad?

Y dicho esto, vi una figura entrar por una de las calles que había detrás de nosotros, y divisé un cabello rubio brillante, perteneciente, para mi sorpresa a Daimon.

-Daimon, cuánto tiempo. ¿Cómo est...-antes de que pudiese acabar la frase, el chico me interrumpió con cara de preocupación.

-Chicos, tenéis que salir de la isla lo más pronto que podáis.

-¿Qué? ¿Por qué? No me lo digas... vienen los soldados de chocolate, ¿verdad? Lo sabía. Me pregunto si me los podré comer...

-¡No es momento para tonterías! En mi unidad dicen que Lugus está preparando algo grande. Los únicos que saben lo que es son los altos cargos, pero al parecer está movilizando a sus hombres por el bosque. Deberíais marcharos, antes de que os pase algo.-El pobre chico parecía estar entrando en pánico, y me daba algo de pena, pero no me gustaba la idea de dejar esta isla como estaba.

-Todavía quedan edificios que no he probado por la ciudad, y sería una pena irme sin probarlos todos. ¿Tú que dices Marcus, nos quedamos o nos vamos?