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"Que pena no haberme encontrado ningún demonio de camino a la ciudad... Al menos esta vista vale la pena"-pensó Sophie, al tiempo que le daba un mordisco a una manzana que había robado discretamente de un puesto.
Se encontraba en el punto más alto de la isla, un mirador que la coronaba y desde el que se podía ver desde el puerto mercante a los pies de la jungla, hasta la excesiva y grandilocuente mansión de la familia Tora. Ellos eran los encargados de controlar esa población y necesitaban hacer gala de su extenso poder y riqueza. Aquel hecho entristeció a Sophie, le recordaban demasiado a su propia familia y casi le daban ganas de acabar con ellos por su arrogancia y inmerecidos privilegios. Pero solo era casi...aun no era lo suficientemente fuerte.
Sophie trato de calmarsee y pensar en otra cosa ya que sabia que si dejaba que esos pensamientos siguieran su cauce podría darle uno de sus ataques descontrolados y no era ni el momento ni el lugar para ello. Así que recordó su objetivo: encontrar algún libro raro sobre demonios. Al preguntar por el pueblo, le aconsejaron que fuera a varias librerías emperifolladas y pomposas que no le agradaron debido a su superficialidad y simpleza de contenido. Cuando se dio por vencida, pregunto a un niño por el lugar más alto de la isla y, el pequeño, le indicó como llegar a ese maravilloso mirador desde el que casi podría tocar las nubes.
Estaba sola, sentada en un pequeño muro de piedra admirando el paisaje, cuando se percató de una casita cerca de la cuesta que conducía a donde se encontraba ella. Simplemente había que desviarse por un camino secundario. Usando su mano a modo de visera, y entrecerrando los ojos para ver mejor, intentó distinguir el letrero situado en techo de la construcción. Solo le bastó leer las dos primeras letras para saber que clase de comercio era, y sin poder evitar una sonrisa, ni perder un segundo, se encaminó hacia allá.
El colgante de su cuello tintineo, siendo la señal de que algo bueno iba a pasar.
Se encontraba en el punto más alto de la isla, un mirador que la coronaba y desde el que se podía ver desde el puerto mercante a los pies de la jungla, hasta la excesiva y grandilocuente mansión de la familia Tora. Ellos eran los encargados de controlar esa población y necesitaban hacer gala de su extenso poder y riqueza. Aquel hecho entristeció a Sophie, le recordaban demasiado a su propia familia y casi le daban ganas de acabar con ellos por su arrogancia y inmerecidos privilegios. Pero solo era casi...aun no era lo suficientemente fuerte.
Sophie trato de calmarsee y pensar en otra cosa ya que sabia que si dejaba que esos pensamientos siguieran su cauce podría darle uno de sus ataques descontrolados y no era ni el momento ni el lugar para ello. Así que recordó su objetivo: encontrar algún libro raro sobre demonios. Al preguntar por el pueblo, le aconsejaron que fuera a varias librerías emperifolladas y pomposas que no le agradaron debido a su superficialidad y simpleza de contenido. Cuando se dio por vencida, pregunto a un niño por el lugar más alto de la isla y, el pequeño, le indicó como llegar a ese maravilloso mirador desde el que casi podría tocar las nubes.
Estaba sola, sentada en un pequeño muro de piedra admirando el paisaje, cuando se percató de una casita cerca de la cuesta que conducía a donde se encontraba ella. Simplemente había que desviarse por un camino secundario. Usando su mano a modo de visera, y entrecerrando los ojos para ver mejor, intentó distinguir el letrero situado en techo de la construcción. Solo le bastó leer las dos primeras letras para saber que clase de comercio era, y sin poder evitar una sonrisa, ni perder un segundo, se encaminó hacia allá.
El colgante de su cuello tintineo, siendo la señal de que algo bueno iba a pasar.
Jack Bottom
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Jack estaba sentado sobre un árbol. Tenía todo el cuerpo lleno de vendas que se podían ver debido a que la camisa de su traje tenía un gran agujero con marcas de quemaduras. Aquel era el recuerdo que le había dejado Ban antes de marcharse. Dolor. Al chico de pelos verdes no parecía importarle demasiado todo lo ocurrido. Miraba fijamente al sol, mientras pensaba en mil formas de destruirlo. Mientras, en la rama contigua, se encontraba sentado su peluche con forma de conejo rosa, que parecía no mirar a ningún lado concreto. El pirata se estiró un poco, cayendo de espaldas al suelo, y haciendo que su peluche cayese tras el debido al movimiento.
-¡Lorenzo!- Gritó mientras se lanzaba a cogerlo antes de que chocase contra el suelo.
Consiguió atraparlo, pero cayó sobre sus heridas. Comenzó a gritar, dejando caer al peluche, mientras se daba palmadas en el pecho que le hacían gritar más. Pero algo le detuvo. Una joven de pelo oscuro se acercaba.
-Martín, esa chica parece una muñequita.- Le dijo a su peluche mientras lo recogía del suelo y lo abrazaba con fuerza. -Quizás, quizás, quizás.
El chico se puso muy recto frente a uno de los arboles, intentando con todas sus fuerzas conseguir camuflarse, pero no conseguía que cambiase el color de su piel. Tras varios intentos fallidos, vio como la chica se dirigía hacia una tienda. Una idea surcó su mente. Se metió en la maleza y corrió hacia aquel pequeño edificio. Buscó una puerta trasera y entró. Dentro de la tienda solo había un pequeño anciano tumbado en el suelo tras el mostrador.
-Disculpe, abuelito. Lo veo cansado, váyase a dormir que yo quiero ser como usted cuando tenga doscientos años, y quiero practicar.- Dijo mientras cogía el cuerpo del anciano.
Cuando lo cogió se dio cuenta de que estaba muerto. Su expresión cambió y llamó rápidamente a una ambulancia que tardó poco menos de un minuto en venir y llevarse el cuerpo. Jack fingió ser el trabajador sin contrato de aquella tienda para poder quedarse y hablar con aquella chica. Aún no sabía ni de qué era la tienda.
-¡Lorenzo!- Gritó mientras se lanzaba a cogerlo antes de que chocase contra el suelo.
Consiguió atraparlo, pero cayó sobre sus heridas. Comenzó a gritar, dejando caer al peluche, mientras se daba palmadas en el pecho que le hacían gritar más. Pero algo le detuvo. Una joven de pelo oscuro se acercaba.
-Martín, esa chica parece una muñequita.- Le dijo a su peluche mientras lo recogía del suelo y lo abrazaba con fuerza. -Quizás, quizás, quizás.
El chico se puso muy recto frente a uno de los arboles, intentando con todas sus fuerzas conseguir camuflarse, pero no conseguía que cambiase el color de su piel. Tras varios intentos fallidos, vio como la chica se dirigía hacia una tienda. Una idea surcó su mente. Se metió en la maleza y corrió hacia aquel pequeño edificio. Buscó una puerta trasera y entró. Dentro de la tienda solo había un pequeño anciano tumbado en el suelo tras el mostrador.
-Disculpe, abuelito. Lo veo cansado, váyase a dormir que yo quiero ser como usted cuando tenga doscientos años, y quiero practicar.- Dijo mientras cogía el cuerpo del anciano.
Cuando lo cogió se dio cuenta de que estaba muerto. Su expresión cambió y llamó rápidamente a una ambulancia que tardó poco menos de un minuto en venir y llevarse el cuerpo. Jack fingió ser el trabajador sin contrato de aquella tienda para poder quedarse y hablar con aquella chica. Aún no sabía ni de qué era la tienda.
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Sophie se pusó en alerta, había un animal herido chillando de dolor cerca. Apresuró su paso, y miro a todos lados, pero en cuanto se acercó un poco a la zona el sonido cesó. Buscó un poco más pero, para su sorpresa, encontró un animal bastante más raro de lo que esperaba. Un chico iba de un árbol a otro, posicionandosé delante de ellos durante unos segundos para luego, tras una pequeña pataleta, buscar otro arbol. ¿Estaría intentando hacerse pasar por arbol aprovechando el color de su pelo? Sophie descartó la idea rapidamente, era demasiado descabellada. Seguramente estaría buscando algo que se le habia perdido. Sin darle más importancia al asunto, caminó hacia la tienda, ilusionada por lo que encontraría allí.
El comercio era una cabaña de madera de aspecto acogedor, y por dentro, se le hacia aun mas comfortable. Las cuatro paredes estaban forradas por estanterias y más estanterias de libros de aspecto antiguo. Maravillada, no pudo contener el impulso de ir a hojearlos. A su espalda escuchó un cuchicheo, al que no prestó atención por curiosear una sección de leyendas nauticas. Al poco se volvió, y para su sorpresa, encontró al chico-árbol tras el mostrador, observandola fijamente con una gran sonrisa que resaltaba la cicatriz que recorria una parte de su cara de álamo. A su lado, un conejito de peluche rosa tambien la observaba atentamente, poniendola más nerviosa que la mirada de su dueño.
-Buenos días-saludó la chica acercandosé.-¿Eres el encargado de la tienda?-Preguntó al encontrarlo demasiado joven para que fuese el dueño.-Estoy buscando un buen libro de demonios,¿Podrias ayudarme?
El conejito se resbaló, moviendosé momentaneamente y haciendo que pegará un pequeño repullo. Ese peluche le gustaba y ponía los pelos de punta al mismo tiempo.
El comercio era una cabaña de madera de aspecto acogedor, y por dentro, se le hacia aun mas comfortable. Las cuatro paredes estaban forradas por estanterias y más estanterias de libros de aspecto antiguo. Maravillada, no pudo contener el impulso de ir a hojearlos. A su espalda escuchó un cuchicheo, al que no prestó atención por curiosear una sección de leyendas nauticas. Al poco se volvió, y para su sorpresa, encontró al chico-árbol tras el mostrador, observandola fijamente con una gran sonrisa que resaltaba la cicatriz que recorria una parte de su cara de álamo. A su lado, un conejito de peluche rosa tambien la observaba atentamente, poniendola más nerviosa que la mirada de su dueño.
-Buenos días-saludó la chica acercandosé.-¿Eres el encargado de la tienda?-Preguntó al encontrarlo demasiado joven para que fuese el dueño.-Estoy buscando un buen libro de demonios,¿Podrias ayudarme?
El conejito se resbaló, moviendosé momentaneamente y haciendo que pegará un pequeño repullo. Ese peluche le gustaba y ponía los pelos de punta al mismo tiempo.
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Aquella chica había entrado en la tienda, y Jack no sabía qué hacer. Estaba muy nervioso y no quería asustarla, pero sabía que acabaría haciéndolo. Se apoyó en el mostrador, golpeando este con los dedos, creando un ritmo repetitivo y pegadizo, que pronto dejó de tocar. La chica estaba mirando libro a libro las estanterías. Al parecer aquella tienda era una librería, cosa que debió deducir hacía rato por la cantidad de libros, pero que no había hecho. A Jack le encantaba leer, por lo que empezó a ojear un libro sobre un mundo de marionetas. Para que su peluche no se sintiese mal, le puso un libro abierto al lado y sobre él lo apoyó.
Había pasado un rato desde que la chica entró, cuando se acercó al chico para preguntarle sobre un libro de demonios. ¿Qué demonios iba él a saber? Pero no podía perder esa oportunidad de entablar conversación con ella. Sonrió levemente, y la miró a los ojos por entre los pelos de su flequillo.
-No te preocupes. Jackie no es ninguna lechuza de cartón. Encontraré lo que buscas.- Dijo mientras saltaba por encima del mostrador.
Jack no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Debido a tantos años de lectura, su velocidad era muy rápida, por lo que se colocó frente a una de las estanterías y comenzó a leer los títulos de los lomos de los libros. En la primera no había nada. En la segunda estantería pudo encontrar un pequeño tomo sobre unos demonios en concreto. En la tercera encontró un manual sobre los distintos tipos y como cazarlos. Cogió estos dos libros y los soltó al lado de su peluche.
-Ya lo sé, Kev. Pero no puedo hacer otra cosa.- Susurró a su peluche. -Aquí tiene, señorita. Pero le advierto, los peores demonios no aparecen ahí. Si quieres conocerlos, sígueme. -Dijo sin siquiera esperar una respuesta de la chica, saliendo disparado por la puerta.
Jack no tenía muy claro lo que iba a hacer, solo sabía que ya tenía una nueva recluta para su banda.
Había pasado un rato desde que la chica entró, cuando se acercó al chico para preguntarle sobre un libro de demonios. ¿Qué demonios iba él a saber? Pero no podía perder esa oportunidad de entablar conversación con ella. Sonrió levemente, y la miró a los ojos por entre los pelos de su flequillo.
-No te preocupes. Jackie no es ninguna lechuza de cartón. Encontraré lo que buscas.- Dijo mientras saltaba por encima del mostrador.
Jack no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Debido a tantos años de lectura, su velocidad era muy rápida, por lo que se colocó frente a una de las estanterías y comenzó a leer los títulos de los lomos de los libros. En la primera no había nada. En la segunda estantería pudo encontrar un pequeño tomo sobre unos demonios en concreto. En la tercera encontró un manual sobre los distintos tipos y como cazarlos. Cogió estos dos libros y los soltó al lado de su peluche.
-Ya lo sé, Kev. Pero no puedo hacer otra cosa.- Susurró a su peluche. -Aquí tiene, señorita. Pero le advierto, los peores demonios no aparecen ahí. Si quieres conocerlos, sígueme. -Dijo sin siquiera esperar una respuesta de la chica, saliendo disparado por la puerta.
Jack no tenía muy claro lo que iba a hacer, solo sabía que ya tenía una nueva recluta para su banda.
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¿Cómo era posuble que el chico aguantase tanto mirandole a los ojos? Quizas que ver lo granfes qu eran en comparación con sus pequeñas pupilas o que el pelo le tapaba tanto que no era vapaz de verla bien.
-No te preocupes. Jackie no es ninguna lechuza de cartón. Encontraré lo que buscas-le respondió el chico a la vez que saltaba el mostrador.
-¿Te refieres a tu peluche o ese es tu nombre?- Sin embargo la pregunta no llegó al chico, que se enfrascó diligentemente en la búsqueda de su encargo.
Lo había juzgado mal, se notaba que tenía experiencia con los libros, como era de esperar de un buen librero. El chico-árbol(mote que le había asignado hasta que averiguara su nombre), pasó a la siguiente estantería, dando saltos alegremente. Finalmente, cogió dos tomos y los soltó en el mostrador, junto a ese peluche que la fascinaba/ponía los pelos de punta.
-Parecen buenos libros dijo ella echándoles un vistazo. Pero su interlocutor no la estaba escuchando, tenia algo importante que susurrarle a su muñeco.-Perdona, ¿Cuan...?
-Aquí tiene señorita-se le adelantó interrumpiéndola-Pero le advierto que los peores demonios no aparecen ahí. Si quieres conocerlos, sígueme.
Y sin esperar respuesta, salió corriendo por la puerta trasera como alma que persigue el diablo. Tan sumamente rápido, que se había olvidado su peluche encima del mostrador. Ese chico, había cometido la arrogancia de pensar que le seguiría sin más... Y por suerte con ella no se había equivocado. Su mono por una buena aventura acompañada de su debida dosis de adrenalina, casi le quemaba la garganta y se estaba volviendo insufrible. Tenia que saciarlo.
Con un rápido movimiento, metió los dos libros y el peluche en su mochila. Los libros se los quedaría y el peluche se lo daría, a menos que fuera una de esas personas sin escrúpulos, malvadas y podridas que tanto detestaba. Si ese era el caso, ese peluche se convertiría en su rehén.
Y así, pidiendo para sus adentros que el chico mereciera la pena, siguió sus pasos.
-No te preocupes. Jackie no es ninguna lechuza de cartón. Encontraré lo que buscas-le respondió el chico a la vez que saltaba el mostrador.
-¿Te refieres a tu peluche o ese es tu nombre?- Sin embargo la pregunta no llegó al chico, que se enfrascó diligentemente en la búsqueda de su encargo.
Lo había juzgado mal, se notaba que tenía experiencia con los libros, como era de esperar de un buen librero. El chico-árbol(mote que le había asignado hasta que averiguara su nombre), pasó a la siguiente estantería, dando saltos alegremente. Finalmente, cogió dos tomos y los soltó en el mostrador, junto a ese peluche que la fascinaba/ponía los pelos de punta.
-Parecen buenos libros dijo ella echándoles un vistazo. Pero su interlocutor no la estaba escuchando, tenia algo importante que susurrarle a su muñeco.-Perdona, ¿Cuan...?
-Aquí tiene señorita-se le adelantó interrumpiéndola-Pero le advierto que los peores demonios no aparecen ahí. Si quieres conocerlos, sígueme.
Y sin esperar respuesta, salió corriendo por la puerta trasera como alma que persigue el diablo. Tan sumamente rápido, que se había olvidado su peluche encima del mostrador. Ese chico, había cometido la arrogancia de pensar que le seguiría sin más... Y por suerte con ella no se había equivocado. Su mono por una buena aventura acompañada de su debida dosis de adrenalina, casi le quemaba la garganta y se estaba volviendo insufrible. Tenia que saciarlo.
Con un rápido movimiento, metió los dos libros y el peluche en su mochila. Los libros se los quedaría y el peluche se lo daría, a menos que fuera una de esas personas sin escrúpulos, malvadas y podridas que tanto detestaba. Si ese era el caso, ese peluche se convertiría en su rehén.
Y así, pidiendo para sus adentros que el chico mereciera la pena, siguió sus pasos.
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El chico corrió hasta que encontró un claro lo suficientemente grande, y se quedó esperando a la chica en el borde de éste. Una vez apareció, se dio cuenta de llevaba en sus brazos a su querido peluche. En un rápido movimiento, el chico intentó quitárselo de las manos para después abrazarlo. Una vez terminado el reencuentro, el chico se quedó mirándola fijamente, para después girarse y dar unos cuantos pasos hacia el otro lado del claro. Una vez estuvo allí se volvió a girar para este frente a ella. Entonces comenzó a gesticular mucho con los brazos mientras gritaba.
-¿Quieres saber sobre demonios? Yo te conseguiré información sobre demonios. Yo te conseguiré información sobre todo lo que desees.- Dijo mientras una sonrisa se formaba en su cara y acababa desencadenando una macabra carcajada. -Pero antes, tienes que demostrarme que eres digna de ello.- Se puso agachó un poco, como si fuese a salir despedido. -¿Estás preparada, pequeña muñequita?
El luchador comenzó a correr hacia donde se encontraba aquella chica sin esperar a la respuesta. No sabía por qué, pero sentía que aquella era la forma perfecta de que la chica entrase en la banda. Como un buen líder, necesitaba poner a prueba a sus nakamas. Y no se iba a arriesgar de nuevo a una traición como la de Ban. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Jack intentó dar un puñetazo con la mano derecha al costado de la chica. No se controló. Si de verdad iba a ser su nakana, tenía que ser fuerte. Acto seguido, intentó retroceder dando saltitos, con tan mala suerte que se tropezó y cayó de espaldas. Se le cortó un poco la respiración y parecía que estaba indefenso cual tortuga, pero la verdad es que estaba poniéndose en bandeja, esperando que la chica atacase pensando que era su oportunidad. Si la chica intentaba atacarle, el luchador trataría de desequilibrarla de una patada en el suelo y después ponerse de pie.
-¡No! ¡No me ataques! ¡Ahora cualquier ataque podría darme! -Dijo mientras gimoteaba, intentando camuflar la risa que se le escapaba.
-¿Quieres saber sobre demonios? Yo te conseguiré información sobre demonios. Yo te conseguiré información sobre todo lo que desees.- Dijo mientras una sonrisa se formaba en su cara y acababa desencadenando una macabra carcajada. -Pero antes, tienes que demostrarme que eres digna de ello.- Se puso agachó un poco, como si fuese a salir despedido. -¿Estás preparada, pequeña muñequita?
El luchador comenzó a correr hacia donde se encontraba aquella chica sin esperar a la respuesta. No sabía por qué, pero sentía que aquella era la forma perfecta de que la chica entrase en la banda. Como un buen líder, necesitaba poner a prueba a sus nakamas. Y no se iba a arriesgar de nuevo a una traición como la de Ban. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Jack intentó dar un puñetazo con la mano derecha al costado de la chica. No se controló. Si de verdad iba a ser su nakana, tenía que ser fuerte. Acto seguido, intentó retroceder dando saltitos, con tan mala suerte que se tropezó y cayó de espaldas. Se le cortó un poco la respiración y parecía que estaba indefenso cual tortuga, pero la verdad es que estaba poniéndose en bandeja, esperando que la chica atacase pensando que era su oportunidad. Si la chica intentaba atacarle, el luchador trataría de desequilibrarla de una patada en el suelo y después ponerse de pie.
-¡No! ¡No me ataques! ¡Ahora cualquier ataque podría darme! -Dijo mientras gimoteaba, intentando camuflar la risa que se le escapaba.
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Tal y como pensaba, ese peluche muy importante para el chico, y su reencuentro fue exageradamente emotivo. Sophie se alegraba de haber hecho eso bien, le gustaba ver la alegría que podía provocar una acción suya. Sin embargo, la satisfacción duró poco, ya que su chico árbol empezó a dibujar una siniestra sonrisa en su rostro.
Y así, en unos pocos segundos, la escena cambió.
La carcajada restalló por el claro, espantando a unos pájaros de las proximidades entre estridentes gritos, el librero la retó. Poniéndose en guardia, espero el siguiente movimiento de su oponente, que no tardó en llegar y que a duras penas logró bloquear usando el brazo izquierdo a modo de escudo. El dolor le recorrió la extremidad inmediatamente, haciéndole saltar lagrimillas de dolor y sobretodo, rabia. Sophie, se preparó para contratacar, cuando el chico hizo alarde de una torpeza que no concordaba con el despliegue que acababa de ejecutar, y cayó de espaldas al suelo, imitando a una tortuga chiflada e indefensa.
-Después de que te traigo a tu querido peluche al que dejaste abandonado y podrían haberte robado, después de haberte seguido dándote un voto de confianza porque creía que podías ser una persona interesante…-su mano buena se fue deslizando hacia su espalda, debajo del poncho-¿Te atreves a hacerme daño? ¿Así es como me lo agradeces?-Le espetó mientras sacaba su doble guadaña lentamente.- En un momento le demostraré a tu carne lo digna que soy.
Podía alcanzarle perfectamente desde allí sin necesidad de tener que dar un solo paso, la guadaña era lo suficientemente larga como para alcanzarle…directo en el corazón. O no, mejor se divertiría un rato con él, total, simplemente era otra rata que quería engañarla y aprovecharse de ella. Seguramente la habría llevado hasta allí porque necesitaba desfogar y querría robarle. Su apariencia inofensiva le había hecho bajar la guardia.
El aire se enrareció, dejando de transportar sonido alguno por el claro. Parecía que realmente habían espantado a todos los animales de los alrededores y que la atmósfera se había vuelto más espesa.
Con un movimiento, Sophie lanzó uno de los filos de su guadaña hacia el chico, el cual no pudo contener por más su sonrisa, ansioso por asestar el golpe que tanto había esperado. Sin embargo, no había previsto ese movimiento, ya que la guadaña se clavó en la tierra, entre sus piernas a la vez que la chica la usaba para tomar impulso como si de una pértiga se tratase. Sophie pasó por encima de él y usando la fuerza de su peso, la desenterró del suelo, haciéndola girar habilidosamente e incrustándola sin piedad en el cráneo de la criatura que se había abalanzado desde los arbustos mientras discutían.
-Luego me encargaré de ti,-masculló entre dientes sin mirarle-ahora levanta traidor, estamos rodeados.
Ojos brillantes les acechaban desde los límites del claro, listos para hundir sus dientes y garras en esa carne fresca.
Y así, en unos pocos segundos, la escena cambió.
La carcajada restalló por el claro, espantando a unos pájaros de las proximidades entre estridentes gritos, el librero la retó. Poniéndose en guardia, espero el siguiente movimiento de su oponente, que no tardó en llegar y que a duras penas logró bloquear usando el brazo izquierdo a modo de escudo. El dolor le recorrió la extremidad inmediatamente, haciéndole saltar lagrimillas de dolor y sobretodo, rabia. Sophie, se preparó para contratacar, cuando el chico hizo alarde de una torpeza que no concordaba con el despliegue que acababa de ejecutar, y cayó de espaldas al suelo, imitando a una tortuga chiflada e indefensa.
-Después de que te traigo a tu querido peluche al que dejaste abandonado y podrían haberte robado, después de haberte seguido dándote un voto de confianza porque creía que podías ser una persona interesante…-su mano buena se fue deslizando hacia su espalda, debajo del poncho-¿Te atreves a hacerme daño? ¿Así es como me lo agradeces?-Le espetó mientras sacaba su doble guadaña lentamente.- En un momento le demostraré a tu carne lo digna que soy.
Podía alcanzarle perfectamente desde allí sin necesidad de tener que dar un solo paso, la guadaña era lo suficientemente larga como para alcanzarle…directo en el corazón. O no, mejor se divertiría un rato con él, total, simplemente era otra rata que quería engañarla y aprovecharse de ella. Seguramente la habría llevado hasta allí porque necesitaba desfogar y querría robarle. Su apariencia inofensiva le había hecho bajar la guardia.
El aire se enrareció, dejando de transportar sonido alguno por el claro. Parecía que realmente habían espantado a todos los animales de los alrededores y que la atmósfera se había vuelto más espesa.
Con un movimiento, Sophie lanzó uno de los filos de su guadaña hacia el chico, el cual no pudo contener por más su sonrisa, ansioso por asestar el golpe que tanto había esperado. Sin embargo, no había previsto ese movimiento, ya que la guadaña se clavó en la tierra, entre sus piernas a la vez que la chica la usaba para tomar impulso como si de una pértiga se tratase. Sophie pasó por encima de él y usando la fuerza de su peso, la desenterró del suelo, haciéndola girar habilidosamente e incrustándola sin piedad en el cráneo de la criatura que se había abalanzado desde los arbustos mientras discutían.
-Luego me encargaré de ti,-masculló entre dientes sin mirarle-ahora levanta traidor, estamos rodeados.
Ojos brillantes les acechaban desde los límites del claro, listos para hundir sus dientes y garras en esa carne fresca.
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Aquella chica no había caído en la estúpida trampa que Jackie le había preparado. La chica saltó por encima de él para después clavarle la guadaña directamente en la cabeza a un extraño animal que había salido a su encuentro. "Ha tenido un golpe de suerte y por eso no he podido derribarla. Eso no significa que sea buena, solo que tiene suerte. A veces es necesaria la suerte." Aquella chica se había puesto en posición defensiva, pues parecía que había más de aquellas bestias. Tras amenazarlo, le ordenó levantarse y le llamó traidor. ¿Traidor?¿Por qué? No recordaba haberle prometido nada que no pensara cumplir. El chico se levantó poco a poco, sin preocuparse mucho por lo que pasaba a su alrededor.
-Chica, yo no me dedicaría a dar por culo al hombre que me promete darme conocimientos y encima me evalúa físicamente sin pedir antes un análisis para saber si tienes algo contagioso o no. Supongo que bastará con ver cómo te portas con estos bichitos.- Dijo mientras se arreglaba un poco la ropa. -Yo solo soy Jackie, tu amigo y capitán, Jackie Doll. Y te prometo que yo no soy ningún trai...
Las palabras del chico se cortaron. Una de aquellas bestias se acercaba lentamente a su peluche, que se hallaba indefenso. Con una mirada enloquecida, tras soltar un grito aterrador, el chico se lanzó directo hacia su preciado muñeco. Conforme se acercaba, vio que eran más de uno los animales que poco a poco se arrimaban a su inerte amigo, y aquello hizo que corriese más aún. Cuando estaba lo suficientemente cerca, se lanzó directo a uno de ellos como si de una fiera salvaje se tratara. Se puso sobre él, y comenzó a martillearle la zona en la que el cráneo y la columna conectan, mientras el animal no paraba de revolverse, dar vueltas y saltar. Todo esto era inútil ya que el chico se sujetaba con las piernas al cuerpo del animal. Pasados unos minutos, el animal cayó muerto debido a que acabó fracturándole el cuello. El chico cogió el cadáver de la bestia y se lo lanzó a los otros, haciendo que retrocedieran un poco.
Se limpió un poco el polvo, cogiendo después al peluche y no dándole demasiada importancia a las heridas que se había hecho en la pelea contra el animal. El chico parecía algo más relajado, pero una sonrisa macabra se dibujó en su cara.
-Venid. Vais a ver lo que pasa cuando amenazáis a mi banda.
El chico parecía no temer a nada ni nadie. Estaba dispuesto a matar una a una a todas aquellas bestias por salvar a su peluche y a la chica de la guadaña.
-Chica, yo no me dedicaría a dar por culo al hombre que me promete darme conocimientos y encima me evalúa físicamente sin pedir antes un análisis para saber si tienes algo contagioso o no. Supongo que bastará con ver cómo te portas con estos bichitos.- Dijo mientras se arreglaba un poco la ropa. -Yo solo soy Jackie, tu amigo y capitán, Jackie Doll. Y te prometo que yo no soy ningún trai...
Las palabras del chico se cortaron. Una de aquellas bestias se acercaba lentamente a su peluche, que se hallaba indefenso. Con una mirada enloquecida, tras soltar un grito aterrador, el chico se lanzó directo hacia su preciado muñeco. Conforme se acercaba, vio que eran más de uno los animales que poco a poco se arrimaban a su inerte amigo, y aquello hizo que corriese más aún. Cuando estaba lo suficientemente cerca, se lanzó directo a uno de ellos como si de una fiera salvaje se tratara. Se puso sobre él, y comenzó a martillearle la zona en la que el cráneo y la columna conectan, mientras el animal no paraba de revolverse, dar vueltas y saltar. Todo esto era inútil ya que el chico se sujetaba con las piernas al cuerpo del animal. Pasados unos minutos, el animal cayó muerto debido a que acabó fracturándole el cuello. El chico cogió el cadáver de la bestia y se lo lanzó a los otros, haciendo que retrocedieran un poco.
Se limpió un poco el polvo, cogiendo después al peluche y no dándole demasiada importancia a las heridas que se había hecho en la pelea contra el animal. El chico parecía algo más relajado, pero una sonrisa macabra se dibujó en su cara.
-Venid. Vais a ver lo que pasa cuando amenazáis a mi banda.
El chico parecía no temer a nada ni nadie. Estaba dispuesto a matar una a una a todas aquellas bestias por salvar a su peluche y a la chica de la guadaña.
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-¿Pero que di...?- empezó a gritarle la chica de la guadaña a su chico/árbol/traidor, cuando se dio cuenta que este corría frenéticamente en pos de su peluche.
¡Estaba yendo de lleno a la boca del lobo!
Sophie dio unas rápidos cortes a las presas con las que luchaba, consiguiendo asustarla lo suficiente como para que ella pudiera ir tras el chico. Llego en el momento justo, pues, algunos demonios se acercaban lentamente a él en actitud de caza, casi babeando por la suculenta presa que les esperaba. Mientras tanto, él se encizañaba con uno de ellos. Sophie volvió a coger el peluche, para no tener que luchar teniendo en cuenta tantos frentes, y cubrió a su compañero mientras acababa con el pobre demonio. Cuando acabó, lanzó el cuerpo inerte hacia ellos y cogió el peluche ansiosamente.
Sangraba profusamente, pero eso a él no le importaba, y lo demostró con su típica sonrisa macabra y una provocación a las bestias.
Sophie calibró posibilidades. Y no salieron bien. Los demonios no dejaban de aparecer, y parecía que su numero nunca dejaría de mermar. Tenían que salir de ahí antes de que los desgastasen o que ellos cometiesen un error.
-Chico-Árbol, si quieres vivir sígueme-le dijo ella segundos antes de comenzar la huida.
Corrió lo más rápido que pudo, sin mirar atrás y con la esperanza de que el peliverde la siguiera. Tenían que llegar a la ciudad lo antes posible. Pero con tanto agobio, Sophie no se fijó lo suficiente por donde iba, y en un segundo, se encontró cayendo por un oscuro agujero que no había evitado.
¡Estaba yendo de lleno a la boca del lobo!
Sophie dio unas rápidos cortes a las presas con las que luchaba, consiguiendo asustarla lo suficiente como para que ella pudiera ir tras el chico. Llego en el momento justo, pues, algunos demonios se acercaban lentamente a él en actitud de caza, casi babeando por la suculenta presa que les esperaba. Mientras tanto, él se encizañaba con uno de ellos. Sophie volvió a coger el peluche, para no tener que luchar teniendo en cuenta tantos frentes, y cubrió a su compañero mientras acababa con el pobre demonio. Cuando acabó, lanzó el cuerpo inerte hacia ellos y cogió el peluche ansiosamente.
Sangraba profusamente, pero eso a él no le importaba, y lo demostró con su típica sonrisa macabra y una provocación a las bestias.
Sophie calibró posibilidades. Y no salieron bien. Los demonios no dejaban de aparecer, y parecía que su numero nunca dejaría de mermar. Tenían que salir de ahí antes de que los desgastasen o que ellos cometiesen un error.
-Chico-Árbol, si quieres vivir sígueme-le dijo ella segundos antes de comenzar la huida.
Corrió lo más rápido que pudo, sin mirar atrás y con la esperanza de que el peliverde la siguiera. Tenían que llegar a la ciudad lo antes posible. Pero con tanto agobio, Sophie no se fijó lo suficiente por donde iba, y en un segundo, se encontró cayendo por un oscuro agujero que no había evitado.
Jack Bottom
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La chica que lo acompañaba le dijo a un árbol que la siguiera si quería vivir. Jack se quedó quieto, pues no entendía que acababa de ocurrir. No veía a ningún árbol seguirla, así que para que la chica no se sintiera mal, arrancó unas cuantas ramas y las sujetaba como si fuesen sus propias extremidades. El chico corrió tras ella, esquivando como podía las ramas, mientras el peluche asomaba por su bolsillo, ondeando sus orejas al viento. ¿A dónde diablos se dirigía aquella chica? Debía de estar loca o muy loca, para huir de aquella forma de unos simples animalillos extraños. Solo necesitaban irse a dormir mediante golpes.
Al fin podía verla, cuando de repente desapareció. La chica había caído por un agujero, pero eso él no lo había visto. Jackie estaba totalmente acojonado, pues acababa de ver algo increíble.
-¡Oh, dios mío! Esta chica es una bruja.- Dijo mientras se frotaba la barbilla. -Me gusta. ¡Ven, brujita! Priiiiiii, priiiiiiiiiii.
El chico estuvo unos minutos buscando por aquella zona del bosque, hasta que finalmente cayó por el mismo agujero por el que se había colado la chica. Al caer, desprendió mucha tierra con él, por lo que se ensució completamente, y se partió alguna de las ramas que llevaba consigo. El chico, muy metido en su papel de árbol, comenzó a gritar.
-¡Ay!¡Qué dolor!¡Mis ramas!-Decía mientras se retorcía en el suelo.
Finalmente se cansó de ser un árbol y tiró las ramas, levantándose para buscar a la chica. Seguro que esa era una segunda dimensión en la que lo había encerrado la bruja, quizás enfadada porque él no era un árbol de verdad, pero eso no tenía sentido porque su disfraz era muy realista. Pasados unos minutos, vislumbró una figura que podía ser la de ella. Ante la duda, el chico cogió una piedra y se la lanzó. Al chocar la piedra, la figura se derrumbó, a lo que el luchador se quedó helado. Acababa de matar a su compañera.
-¡Joder! -Dijo mientras se ponía las manos en la cabeza.
Al fin podía verla, cuando de repente desapareció. La chica había caído por un agujero, pero eso él no lo había visto. Jackie estaba totalmente acojonado, pues acababa de ver algo increíble.
-¡Oh, dios mío! Esta chica es una bruja.- Dijo mientras se frotaba la barbilla. -Me gusta. ¡Ven, brujita! Priiiiiii, priiiiiiiiiii.
El chico estuvo unos minutos buscando por aquella zona del bosque, hasta que finalmente cayó por el mismo agujero por el que se había colado la chica. Al caer, desprendió mucha tierra con él, por lo que se ensució completamente, y se partió alguna de las ramas que llevaba consigo. El chico, muy metido en su papel de árbol, comenzó a gritar.
-¡Ay!¡Qué dolor!¡Mis ramas!-Decía mientras se retorcía en el suelo.
Finalmente se cansó de ser un árbol y tiró las ramas, levantándose para buscar a la chica. Seguro que esa era una segunda dimensión en la que lo había encerrado la bruja, quizás enfadada porque él no era un árbol de verdad, pero eso no tenía sentido porque su disfraz era muy realista. Pasados unos minutos, vislumbró una figura que podía ser la de ella. Ante la duda, el chico cogió una piedra y se la lanzó. Al chocar la piedra, la figura se derrumbó, a lo que el luchador se quedó helado. Acababa de matar a su compañera.
-¡Joder! -Dijo mientras se ponía las manos en la cabeza.
Sophie Slasher
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Sophie tardó varios minutos en habituarse a aquella oscuridad cavernosa. Era una sala de piedra polvorienta, con raíces sobresaliendo en cada recodo. La única luz que entraba, era la del agujero por el que había caído. Cada vez podía ver mejor, pudiendo apreciar la intrincada decoración que recorría las paredes en forma de espirales, dibujos narrando la historia del lugar y demás figuras abstractas. Podría tratarse de una sala de oración de los antiguos indígenas de la isla, un refugio contra demonios o incluso algo más…quizás tenía un propósito mayor.
Un ruido extraño la sacó de sus pensamientos y la devolvió de las nubes. No estaba sola en la sala. Abrió los ojos lo más que pudo y aunque le costó pudo ver la figura extraña. La sombra tenía aspecto amenazante y se agazapaba a cuatro patas para reafirmar esa sensación de peligro. Sophie sacó la guadaña, lista para acabar con ese demonio. Se acercó cautelosamente, fijándose en cada movimiento de su enemigo. Hasta que por fin, estuvo a unos pocos metros y lo distinguió por completo sin poder contener un gritito aspirado. La sombra se trataba de una pequeña cría de pantera, que la miraba asustada, enseñándole los dientes y bufándole de manera cómica aunque quería aparentar ser peligrosa. Sophie guardó la guadaña, y muy lentamente, enseñándole a la cría que no tenía ninguna mala intención, se fue arrodillando poco a poco, tendiéndole la mano. Había dos posibilidades, o que se la oliera como esperaba que ocurriera o que intentará arrancársela de cuajo, lo cual no sería agradable. La pantera se fue acercando lentamente, casi sacándole una sonrisa a la chica por su gran parecido a un pequeño gato. Por suerte, el animal le olisqueo la mano, sin asustarse o juzgarla como peligrosa y el instinto de Sophie fue rápido y tajante, esa pequeña pantera la iba a acompañar en su viaje por los mares. Sacó un poco de carne que tenía guardada en la mochila, y se la acercó, la cual fue aceptada sin miramientos. La chica no podía ver bien al animal debido a su oscuro pelaje y la oscuridad de la cueva, pero pudo adivinar que cojeaba débilmente y que por la voracidad de sus bocados, su estómago llevaba un tiempo rugiendo.
Al tiempo que fue a cogerla, un estruendo se escuchó en la entrada de la cueva. Alguien acababa de caer. Sophie protegió al animal, a la vez que intentaba calmarlo para que no saliera corriendo, cosa que le sería difícil debido a su condición.
De repente, cuando la persona llegó al final del tobogán que formaba el agujero, estalló en alaridos, lamentándose por sus ramas rotas.
“Un momento-pensó Sophie, todavía escondida en posición de cuclillas-esa es la voz del Chico/Árbol… ¿Es un árbol de verdad?
Sophie esperó precavida, por si por algún casual fuese una trampa que le había preparado como la del claro del bosque. Pero finalmente se decidió por ir a socorrerle.
Y nada más levantarse, una piedra restalló contra su cabeza y la devolvió al suelo.
Un ruido extraño la sacó de sus pensamientos y la devolvió de las nubes. No estaba sola en la sala. Abrió los ojos lo más que pudo y aunque le costó pudo ver la figura extraña. La sombra tenía aspecto amenazante y se agazapaba a cuatro patas para reafirmar esa sensación de peligro. Sophie sacó la guadaña, lista para acabar con ese demonio. Se acercó cautelosamente, fijándose en cada movimiento de su enemigo. Hasta que por fin, estuvo a unos pocos metros y lo distinguió por completo sin poder contener un gritito aspirado. La sombra se trataba de una pequeña cría de pantera, que la miraba asustada, enseñándole los dientes y bufándole de manera cómica aunque quería aparentar ser peligrosa. Sophie guardó la guadaña, y muy lentamente, enseñándole a la cría que no tenía ninguna mala intención, se fue arrodillando poco a poco, tendiéndole la mano. Había dos posibilidades, o que se la oliera como esperaba que ocurriera o que intentará arrancársela de cuajo, lo cual no sería agradable. La pantera se fue acercando lentamente, casi sacándole una sonrisa a la chica por su gran parecido a un pequeño gato. Por suerte, el animal le olisqueo la mano, sin asustarse o juzgarla como peligrosa y el instinto de Sophie fue rápido y tajante, esa pequeña pantera la iba a acompañar en su viaje por los mares. Sacó un poco de carne que tenía guardada en la mochila, y se la acercó, la cual fue aceptada sin miramientos. La chica no podía ver bien al animal debido a su oscuro pelaje y la oscuridad de la cueva, pero pudo adivinar que cojeaba débilmente y que por la voracidad de sus bocados, su estómago llevaba un tiempo rugiendo.
Al tiempo que fue a cogerla, un estruendo se escuchó en la entrada de la cueva. Alguien acababa de caer. Sophie protegió al animal, a la vez que intentaba calmarlo para que no saliera corriendo, cosa que le sería difícil debido a su condición.
De repente, cuando la persona llegó al final del tobogán que formaba el agujero, estalló en alaridos, lamentándose por sus ramas rotas.
“Un momento-pensó Sophie, todavía escondida en posición de cuclillas-esa es la voz del Chico/Árbol… ¿Es un árbol de verdad?
Sophie esperó precavida, por si por algún casual fuese una trampa que le había preparado como la del claro del bosque. Pero finalmente se decidió por ir a socorrerle.
Y nada más levantarse, una piedra restalló contra su cabeza y la devolvió al suelo.
Jack Bottom
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Agilidad
Destreza
Precisión
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Akuma no mi
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El chico, asustado por lo que acababa de ocurrir, huyó hacia el interior o la salida de la cueva. No lo sabía porque ni siquiera tenía claro en qué lugar estaba. La tierra se lo había tragado, o quizás la bruja lo había teletransportado a una dimensión llena de demonios y viejas vengadoras. Conforme más andaba, menos luz había, hasta que llegó un momento en el que empezó a encontrar restos de comida y bebida, además de un paquete de tabaco a la mitad. El luchador, que nunca había fumado, cogió uno de los cigarros y se lo puso en la boca, para después continuar el camino. Ahora si parecía un pirata de verdad, o al menos eso pensaba él. Tras unos cuantos metros, la cueva formaba una curva, y tras esta había una pequeña sala iluminada. En ella había unos cuatro marines de bajo rango repartiéndose dinero y una gran cantidad de jaulas con pequeños y grandes animales encerrados. No hacía falta ser un genio para ver lo que allí ocurría. Aquellos tipos estaban abusando de esos animalitos, y eso era algo que Jack no iba a consentir.
El chico salió sin miedo de la esquina desde la cual miraba. Estaba furioso. Otra vez los abusones haciendo de las suyas. Cogió a su peluche y lo sentó en una piedra cercana. Tras esto gritó directamente a los marines.
-¡Eh! ¡Vosotros! ¿Qué cojones pensáis que estáis haciendo? Vais a morir.-Dijo mientras se lanzaba directamente a por el que tenía más cerca.
El tipo casi no pudo reaccionar. Intentó sacar su cuchillo pero ya tenía a Jackie encima. El joven luchador lo había conseguido derribar, con tan mala suerte que la cabeza del marine se coló entre los barrotes de una de las jaulas, en la cual había un tigre rosa y verde. Éste tardó pocos segundos en lanzarse a morder, acabando con la vida del empleado del gobierno.
Jack se levantó, mirando con desprecio a los demás mientras se quitaba la sangre que le había salpicado la cara. Sus ojos soltaban chispas, y su enfado aumentaba cada segundo. Ahora eran tres contra él, a no ser que milagrosamente su compañera hubiese resucitado y pudiera ayudarlo. Los otros tres marines desenfundaban sus armas: una espada, un rifle y un hacha gigante.
¿Qué ocurriría?
El chico salió sin miedo de la esquina desde la cual miraba. Estaba furioso. Otra vez los abusones haciendo de las suyas. Cogió a su peluche y lo sentó en una piedra cercana. Tras esto gritó directamente a los marines.
-¡Eh! ¡Vosotros! ¿Qué cojones pensáis que estáis haciendo? Vais a morir.-Dijo mientras se lanzaba directamente a por el que tenía más cerca.
El tipo casi no pudo reaccionar. Intentó sacar su cuchillo pero ya tenía a Jackie encima. El joven luchador lo había conseguido derribar, con tan mala suerte que la cabeza del marine se coló entre los barrotes de una de las jaulas, en la cual había un tigre rosa y verde. Éste tardó pocos segundos en lanzarse a morder, acabando con la vida del empleado del gobierno.
Jack se levantó, mirando con desprecio a los demás mientras se quitaba la sangre que le había salpicado la cara. Sus ojos soltaban chispas, y su enfado aumentaba cada segundo. Ahora eran tres contra él, a no ser que milagrosamente su compañera hubiese resucitado y pudiera ayudarlo. Los otros tres marines desenfundaban sus armas: una espada, un rifle y un hacha gigante.
¿Qué ocurriría?
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