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Condiciones:
- Daños on-rol.
- Sin probabilidad de muerte.
En mitad del mar: Un reino desértico muy avanzado dentro de Grand Line con una cultura muy peculiar. El encuentro será cerca de un pequeño oasis.
1- Ushio.
2- Berthil.
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La arena comenzó a alzarse a causa del viento. El aterrizaje de un dragón, pese a ser elegante, siempre solía tender a ser un tanto bestial, y eso que ni siquiera había adoptado su forma completa. En cuanto el chico hubo hecho pie hizo que sus alas se desvanecieran, y se vio obligado a entrecerrar los ojos durante unos segundos a causa de la arena que había levantado con su descenso. Se encontraba cerca de un pequeño oasis, el cual estaba localizado en mitad del desierto, tal vez en su punto más concéntrico de la isla. ¿Siquiera sería conocido por los habitantes de Arabasta? Dudaba que alguien se alejara tanto de las ciudades, o que simplemente utilizara una ruta que llevase hasta allí. El calor abrasador del desierto era suficiente como para devorar a un hombre, y las gélidas noches no serían de ayuda, desde luego. Por suerte para él, ninguna condición climatológica podía hacer mella en su cuerpo.
- En fin... -susurró, suspirando al tiempo que se acercaba hasta la orilla del pequeño manantial para beber un poco. Se encontraba realmente sediento tras el viaje que había realizado desde Sakura.
Los motivos que le habían llevado hasta allí eran ciertamente peculiares. Iban más allá de la simple esperanza de poder toparse allí con aquella chica pelirroja que se había adueñado de su corazón, a la cual, lamentablemente, no había encontrado. Una lástima, pues lo cierto es que la echaba bastante de menos. Más de dos años sin verla comenzaban a preocuparle severamente, y si al menos hubiera tenido alguna forma de saber si se encontraba bien podría estar más tranquilo. Pero no, el motivo principal por el que había viajado hasta allí no era ni más ni menos que para encontrarse con uno de sus nuevos compañeros. "Jodido Dexter, ¿qué clase de gente llevas contigo?", pensó para sí, justo después de beber un poco y echar un rápido vistazo a su alrededor. No entendía qué clase de persona decidía perderse por un lugar así, aunque tal vez poseyera habilidades para resistir aquel calor abrasador, al igual que él. Lo único seguro es que debía de estar completamente desequilibrado si seguía al ex-Shichibukai, y probablemente él mismo también.
- Se acerca alguien.
Pronto su presencia golpeó la de alguien más, una persona que caminaba en su dirección. Tal vez fuera un simple viajero, o incluso un nómada que se había perdido en mitad de aquel paisaje monótono y brutal. Aun así, algo le decía que había dado con su objetivo, pues el nivel de poder de aquel desconocido parecía ser bastante superior al de una persona media. Se irguió con calma y dirigió su mirada hacia allí, intentando distinguir la silueta de su cuerpo en la lejanía.
- En fin... -susurró, suspirando al tiempo que se acercaba hasta la orilla del pequeño manantial para beber un poco. Se encontraba realmente sediento tras el viaje que había realizado desde Sakura.
Los motivos que le habían llevado hasta allí eran ciertamente peculiares. Iban más allá de la simple esperanza de poder toparse allí con aquella chica pelirroja que se había adueñado de su corazón, a la cual, lamentablemente, no había encontrado. Una lástima, pues lo cierto es que la echaba bastante de menos. Más de dos años sin verla comenzaban a preocuparle severamente, y si al menos hubiera tenido alguna forma de saber si se encontraba bien podría estar más tranquilo. Pero no, el motivo principal por el que había viajado hasta allí no era ni más ni menos que para encontrarse con uno de sus nuevos compañeros. "Jodido Dexter, ¿qué clase de gente llevas contigo?", pensó para sí, justo después de beber un poco y echar un rápido vistazo a su alrededor. No entendía qué clase de persona decidía perderse por un lugar así, aunque tal vez poseyera habilidades para resistir aquel calor abrasador, al igual que él. Lo único seguro es que debía de estar completamente desequilibrado si seguía al ex-Shichibukai, y probablemente él mismo también.
- Se acerca alguien.
Pronto su presencia golpeó la de alguien más, una persona que caminaba en su dirección. Tal vez fuera un simple viajero, o incluso un nómada que se había perdido en mitad de aquel paisaje monótono y brutal. Aun así, algo le decía que había dado con su objetivo, pues el nivel de poder de aquel desconocido parecía ser bastante superior al de una persona media. Se irguió con calma y dirigió su mirada hacia allí, intentando distinguir la silueta de su cuerpo en la lejanía.
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– Odio Arabasta. Odio el calor – dije mientras caminaba por el basto desierto. ¿Qué clase de locura estaba haciendo otra vez? En esta ocasión, ninguna salida de mi cabeza, al menos. Una idea de mi capitán, Dexter. Quería que me encontrara con uno de sus compañeros y esas cosas. Suspiré mientras me arreglaba el gorro que llevaba y una prenda de color café que cubría todo. Mis dos espadas iban a mi espalda, sobre ésta. La de Kairoseki, como era normal, iba en la cintura. Debajo de todo, vestía con una camiseta de color rojo y unos pantalones azules claros. – Como sea una pérdida de tiempo, mataré a Dexter por hacer que venga a este infierno. – Había millones de islas en el Grand Line, millones de lugares y decidió por este. ¿Qué tan cruel había que ser para hacer algo así?
Seguí caminando, guiado meramente por el instinto de encontrar a alguien o algo. Las botellas de agua se me estaban acabando, al igual que la comida. ”No estaría tan mal encontrar un oasis o algo así” – pensé mientras veía que no había más que arena a mi alrededor. El cielo, como era normal, totalmente despejado y un calor de mil demonios. ”Es curioso, porque uso fuego para atacar” – pero una cosa era usar el fuego, y otra tener que soportar unos cuantos de muchos grados sobre la media estándar. – Ni siquiera sé cómo es… – Susurré. Bueno, si era un nakama de Dexter, seguro estaba como una cabra o, al menos, su presencia era lo suficientemente fuerte como para destacar y mucho. Hablaba de un tripulante de la banda de un Yonkou, claro que iba a ser sumamente poderoso…. O esa debería ser la lógica. Pero sí o sí, fijo estaba loco o con uno que otro indicio de locura.
– Debe ser él, supongo – dije mientras sentía una poderosa presencia no muy lejana. Frené al verlo. Musculatura definida, ojos intensos de color oro, un cabello negro con uno que otro toque dorado. Un rostro que reflejaba madurez y alguien no tan alto. Suspiré con calma. Estaba a unos dos o tres metros de él, lo suficiente para hablar sin tener que gritar. – Soy Ushio. Un placer. – Mencioné con una sonrisa calmada. ¿Qué es lo que llegaría a pasar? Estaba seguro que no iba a tardar en averiguarlo. ”Su presencia es horriblemente monstruosa” – tenía que ser fuerte para no temblar ante él y ser aún más fuerte, si quería no mostrarme tan tenso. ”El mantra es una bendición como una maldición” – pensé riendo por lo bajo.
Seguí caminando, guiado meramente por el instinto de encontrar a alguien o algo. Las botellas de agua se me estaban acabando, al igual que la comida. ”No estaría tan mal encontrar un oasis o algo así” – pensé mientras veía que no había más que arena a mi alrededor. El cielo, como era normal, totalmente despejado y un calor de mil demonios. ”Es curioso, porque uso fuego para atacar” – pero una cosa era usar el fuego, y otra tener que soportar unos cuantos de muchos grados sobre la media estándar. – Ni siquiera sé cómo es… – Susurré. Bueno, si era un nakama de Dexter, seguro estaba como una cabra o, al menos, su presencia era lo suficientemente fuerte como para destacar y mucho. Hablaba de un tripulante de la banda de un Yonkou, claro que iba a ser sumamente poderoso…. O esa debería ser la lógica. Pero sí o sí, fijo estaba loco o con uno que otro indicio de locura.
– Debe ser él, supongo – dije mientras sentía una poderosa presencia no muy lejana. Frené al verlo. Musculatura definida, ojos intensos de color oro, un cabello negro con uno que otro toque dorado. Un rostro que reflejaba madurez y alguien no tan alto. Suspiré con calma. Estaba a unos dos o tres metros de él, lo suficiente para hablar sin tener que gritar. – Soy Ushio. Un placer. – Mencioné con una sonrisa calmada. ¿Qué es lo que llegaría a pasar? Estaba seguro que no iba a tardar en averiguarlo. ”Su presencia es horriblemente monstruosa” – tenía que ser fuerte para no temblar ante él y ser aún más fuerte, si quería no mostrarme tan tenso. ”El mantra es una bendición como una maldición” – pensé riendo por lo bajo.
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El tipo que se presentó frente a él le sacaba unos cuantos centímetros de altura, para variar. ¿Por qué tenía la gente aquella manía de elevarse tanto sobre el suelo? Con lo bien que se estaba allí abajo. Suspiró. "Al menos no es tan alto como ese estúpido", pensó para sí, recordando el aberrante tamaño del capitán. Si bien no parecía tener una presencia equiparable a la suya, su presencia delataba una fuerza latente digna de navegar por el mar más peligroso, y una prueba de ello era que formase parte de la tripulación de Dexter, así como el hecho de que hubiera llegado hasta allí. Quizá algún que otro combate importante, meses de entrenamiento... Sí, podía llegar a resultar alguien interesante como aliado, aunque a él nunca se le había dado demasiado bien interactuar con los demás. Maldita sea. Podría haberles acompañado al menos, así habría sido mucho menos incómodo.
- Berthil -dijo con toda la amabilidad que fue capaz de sacar, presentándose mientras le estrechaba la mano al pirata-. Berthil S. Kyrios. Al parecer, vuestro nuevo navegante.
Navegante, de una tripulación que no le pertenecía y bajo las órdenes de aquel tarugo. No pensaba reconocer algo así delante de él nunca, aunque supiera, en el fondo, que él era su navegante y Dexter su capitán. Dato que ninguno de los dos parecía querer admitir. ¿Orgullo o simples rencillas? Bueno, si se analizaba a fondo, su presencia no era tan insoportable. Sus ojos ambarinos recorrieron al contrario con curiosidad. Podías aprender mucho de alguien con solo observar su anatomía. Los brazos parecían haber sido fortalecidos a base de duros entrenamientos y, en general, parecía poseer un cuerpo bastante ágil. En la arena tuvo que enfrentarse a muchos de características similares, y ninguno de ellos le planteó un desafío igual al del resto, por lo que aquello no le servía para comprender bien cuáles serían sus aptitudes. Fue entonces cuando se fijó en las espadas que portaba consigo, ante lo que sus ojos brillaron fugazmente por un instante. Desde el torneo del Hexódromo aquellas armas le traían recuerdos amargos. Había sido un gran combate el de Shun, uno que logró hacerle recapacitar y poner los pies sobre la tierra. Por aquel entonces no estaba preparado para enfrentarse al mundo... ¿Pero lo estaría ahora? Ojalá algún día pudiera volver a encontrarse con él para comprobarlo.
- La verdad, no te imaginaba así. Esperaba a alguien mucho más... -no sabía cómo explicarlo bien, así que alzó la mano sobre su cabeza, señalando una altura- Como él. Me alegra ver que no voy a ser el único normal en la tripulación.
No tuvo que fijarse mucho para darse cuenta de que a su recién llegado compañero no le agradaba el clima de la isla. Estaba sudando y parecía un tanto deshidratado. ¿No había llevado provisiones o se las estaba terminando? Berthil señaló hacia el oasis, justo donde se encontraba la pequeña zona de agua, indicándole que podía reponer líquidos allí si lo necesitaba.
- Discúlpame por haberte entretenido, a veces se me olvida que no todos tienen tanto aguante.
Aquellas palabras no las dijo con intención alguna, pues ni siquiera había reparado lo suficiente en ellas como para darle mayor importancia, sin darse cuenta de que bien podrían verse como una burla hacia el contrario. En cualquier caso, el dragón tomó asiento cerca del agua, sobre una roca, esperando a la respuesta de Ushio.
- Berthil -dijo con toda la amabilidad que fue capaz de sacar, presentándose mientras le estrechaba la mano al pirata-. Berthil S. Kyrios. Al parecer, vuestro nuevo navegante.
Navegante, de una tripulación que no le pertenecía y bajo las órdenes de aquel tarugo. No pensaba reconocer algo así delante de él nunca, aunque supiera, en el fondo, que él era su navegante y Dexter su capitán. Dato que ninguno de los dos parecía querer admitir. ¿Orgullo o simples rencillas? Bueno, si se analizaba a fondo, su presencia no era tan insoportable. Sus ojos ambarinos recorrieron al contrario con curiosidad. Podías aprender mucho de alguien con solo observar su anatomía. Los brazos parecían haber sido fortalecidos a base de duros entrenamientos y, en general, parecía poseer un cuerpo bastante ágil. En la arena tuvo que enfrentarse a muchos de características similares, y ninguno de ellos le planteó un desafío igual al del resto, por lo que aquello no le servía para comprender bien cuáles serían sus aptitudes. Fue entonces cuando se fijó en las espadas que portaba consigo, ante lo que sus ojos brillaron fugazmente por un instante. Desde el torneo del Hexódromo aquellas armas le traían recuerdos amargos. Había sido un gran combate el de Shun, uno que logró hacerle recapacitar y poner los pies sobre la tierra. Por aquel entonces no estaba preparado para enfrentarse al mundo... ¿Pero lo estaría ahora? Ojalá algún día pudiera volver a encontrarse con él para comprobarlo.
- La verdad, no te imaginaba así. Esperaba a alguien mucho más... -no sabía cómo explicarlo bien, así que alzó la mano sobre su cabeza, señalando una altura- Como él. Me alegra ver que no voy a ser el único normal en la tripulación.
No tuvo que fijarse mucho para darse cuenta de que a su recién llegado compañero no le agradaba el clima de la isla. Estaba sudando y parecía un tanto deshidratado. ¿No había llevado provisiones o se las estaba terminando? Berthil señaló hacia el oasis, justo donde se encontraba la pequeña zona de agua, indicándole que podía reponer líquidos allí si lo necesitaba.
- Discúlpame por haberte entretenido, a veces se me olvida que no todos tienen tanto aguante.
Aquellas palabras no las dijo con intención alguna, pues ni siquiera había reparado lo suficiente en ellas como para darle mayor importancia, sin darse cuenta de que bien podrían verse como una burla hacia el contrario. En cualquier caso, el dragón tomó asiento cerca del agua, sobre una roca, esperando a la respuesta de Ushio.
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