Nueva esperanza, una isla repleta de personas con un alto cociente intelectual que buscaban el porvenir y la evolución de la humanidad, el único lugar donde mi padre no osaría buscarme.
Eran las once y media de la mañana pasadas, de un jueves muy caluroso. Acababa de desembarcar en aquella isla flotante junto a un grupo de científicos, con los cuales debatí sobre algunos temas anatómicos que me tenían en la incertidumbre, pero no saqué nada en claro. Siendo sincero, ahora tenía más dudas que antes.
—Malditos sabiondos —refunfuñé en voz baja.
Me quedé asombrado al ver el alto nivel de vida que había en aquella isla, todo estaba repleto de zonas ajardinadas, grandes edificios, vehículos de nueva generación, todo era increíble. Sin embargo, como en todo había gente humilde que desentonaba entre todo ello. Al final, acabé sentado en un parque, viendo como unos perros jugaban entre ellos y como los ancianos daban de comer a los pajarillos.
Eran las once y media de la mañana pasadas, de un jueves muy caluroso. Acababa de desembarcar en aquella isla flotante junto a un grupo de científicos, con los cuales debatí sobre algunos temas anatómicos que me tenían en la incertidumbre, pero no saqué nada en claro. Siendo sincero, ahora tenía más dudas que antes.
—Malditos sabiondos —refunfuñé en voz baja.
Me quedé asombrado al ver el alto nivel de vida que había en aquella isla, todo estaba repleto de zonas ajardinadas, grandes edificios, vehículos de nueva generación, todo era increíble. Sin embargo, como en todo había gente humilde que desentonaba entre todo ello. Al final, acabé sentado en un parque, viendo como unos perros jugaban entre ellos y como los ancianos daban de comer a los pajarillos.
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El Sol resplandecía en la ciudad, los árboles y los edificios estaban meticulosamente situados para hacer reflejar los rayos de luz en un hermoso ángulo.
Sistemas de irrigación coloreaban con arcoiris diminutos las calles y hacían relucir aún más los árboles. La ciudad brillaba con luz propia, y sus habitantes estaban felices mientras disfrutaban de la prosperidad y el desarrollo tecnológico.
No así un joven muchacho de pelo negro, que paseaba refunfuñando por las calles, sin un rumbo fijo, pero sin perderse por ellas, pues había recorrido cada palmo de la isla desde su infancia.
Resoplando a cada esquina que doblaba, acabó llegando al típico parque en el que siempre se sentaba, pero había algo diferente, algo que se salía de la rutina a la que estaba acostumbrado.
Había una persona a la que nunca había visto por allí, y no encajaba en el perfil de los habitantes de la isla, daba más la sensación de ser un guerrero que un científico o un ingeniero.
Al pasar por su lado se quedó mirándole, y al poco tiempo, le entraron ganas de bostezar, no pudo contenerse y dejo escapar un sonoro ruido mientras abría la boca exageradamente.
Sistemas de irrigación coloreaban con arcoiris diminutos las calles y hacían relucir aún más los árboles. La ciudad brillaba con luz propia, y sus habitantes estaban felices mientras disfrutaban de la prosperidad y el desarrollo tecnológico.
No así un joven muchacho de pelo negro, que paseaba refunfuñando por las calles, sin un rumbo fijo, pero sin perderse por ellas, pues había recorrido cada palmo de la isla desde su infancia.
Resoplando a cada esquina que doblaba, acabó llegando al típico parque en el que siempre se sentaba, pero había algo diferente, algo que se salía de la rutina a la que estaba acostumbrado.
Había una persona a la que nunca había visto por allí, y no encajaba en el perfil de los habitantes de la isla, daba más la sensación de ser un guerrero que un científico o un ingeniero.
Al pasar por su lado se quedó mirándole, y al poco tiempo, le entraron ganas de bostezar, no pudo contenerse y dejo escapar un sonoro ruido mientras abría la boca exageradamente.
Los minutos pasaban lentamente, miraba el gran reloj de la ciudad y parecía no avanzar. Entonces, un hormigueo en la nariz hizo que levara mi dedo meñique a mi orificio nasal derecho y empezara a realizar movimientos circulares satisfaciendo aquel insufrible hormigueo. Entonces, un muchacho se quedó mirándolo fijamente frente a él, aquello le irritó, ya que no le gustaba que le mirasen, al menos los hombres.
—¿Tengo monos en la cara? —pregunté con un ligero sarcasmo, mientras me levantaba amenazante. En ese momento, miré fijamente al moreno de arriba abajo, lo analicé lo mejor que pude. Era un joven de mi edad, más o menos, de estatura media, no muy sucio y con cara de cansancio.
—“Tiene una pinta de personaje que no se quita ni a hostias” —pensé, quitando la mano de mis katanas y volviéndome a sentar.
—Es de mala educación mirar tan fijamente a alguien que no conoces, en otros lugares podrías tener problemas —dije, volviendo a bostezar.
—¿Tengo monos en la cara? —pregunté con un ligero sarcasmo, mientras me levantaba amenazante. En ese momento, miré fijamente al moreno de arriba abajo, lo analicé lo mejor que pude. Era un joven de mi edad, más o menos, de estatura media, no muy sucio y con cara de cansancio.
—“Tiene una pinta de personaje que no se quita ni a hostias” —pensé, quitando la mano de mis katanas y volviéndome a sentar.
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Oxama despertó de su ensueño cuando el hombre se levantó bruscamente, aparentemente enfadado estar siendo observado. Retrocedió un poco, asustado por que alguien le hubiese prestado atención, y escuchó como le sermoneaba.
Se dio cuenta de que estaba tenso, no solo por la intimidante presencia de este extraño, por la voz de maleante que tenía, muy acorde a sus pintas (¿Quizás sería un pirata?). Pero por encima de todo, por su último comentario.
-¡Oh, lo siento! - Se apresuró a disculparse, mientras se inclinaba en señal de arrepentimiento. - Realmente, nunca he salido de esta Isla, apenas para acompañar a mis padres a algún evento fuera. - Dijo con voz nerviosa.
- Desde luego, queda muy claro que no pertenecéis a Nueva Esperanza, llamáis mucho la atención, por eso me he quedado observando. De todas maneras, deberíais acostumbraros un poco a eso, aquí es frecuente que te miren de reojo. - Se refería a la mayoría de los científicos, en específico a los del gobierno, siempre atentos a cualquier irregularidad.
- Se que estoy siendo muy pesado, pero si no os importa... me gustaría preguntaros... ¿Qué os trae a esta isla? Parecéis mas una persona de acción que de investigación. - Preguntó finalmente Oxama, muy entrecortadamente, y alejándose por si acaso en "otros lugares" te soltaban un puñetazo por cotilla.
Se dio cuenta de que estaba tenso, no solo por la intimidante presencia de este extraño, por la voz de maleante que tenía, muy acorde a sus pintas (¿Quizás sería un pirata?). Pero por encima de todo, por su último comentario.
-¡Oh, lo siento! - Se apresuró a disculparse, mientras se inclinaba en señal de arrepentimiento. - Realmente, nunca he salido de esta Isla, apenas para acompañar a mis padres a algún evento fuera. - Dijo con voz nerviosa.
- Desde luego, queda muy claro que no pertenecéis a Nueva Esperanza, llamáis mucho la atención, por eso me he quedado observando. De todas maneras, deberíais acostumbraros un poco a eso, aquí es frecuente que te miren de reojo. - Se refería a la mayoría de los científicos, en específico a los del gobierno, siempre atentos a cualquier irregularidad.
- Se que estoy siendo muy pesado, pero si no os importa... me gustaría preguntaros... ¿Qué os trae a esta isla? Parecéis mas una persona de acción que de investigación. - Preguntó finalmente Oxama, muy entrecortadamente, y alejándose por si acaso en "otros lugares" te soltaban un puñetazo por cotilla.
Como supuse, aquel sujeto no era muy espabilado, tenía esa mezcla de ingenuidad y necedad que resultaba interesante, a la par que graciosa. Sin contar que parecía no tener maldad alguna. En ese momento se presentó un dilema en mi cabeza, ¿tomarle el pelo durante un rato o dejarlo en paz? En mi cara se podía vislumbrar una sonrisa pícara, pero al final desistí. El chaval no parecía mala gente, así que sólo fui educado dentro de mis posibilidades.
—No, no soy de aquí —contesté —Soy de… —en ese momento me callé. Si estaba huyendo de mi padre y todos mis conocidos, no podía decir de donde era, así que simplemente respondí de manera muy ambigua, sin entrar en muchos detalles —Soy del grand line, son mares más peligrosos que estos, como puedes ver —señalé mis quemaduras con el pulgar —allí si no comes, te comen —le dije. —¿Y tú qué pimpollo? ¿Cómo te llamas? —pregunté, mientras sacaba un regaliz de una bolsita de cuero y me lo metía en la boca.
—No, no soy de aquí —contesté —Soy de… —en ese momento me callé. Si estaba huyendo de mi padre y todos mis conocidos, no podía decir de donde era, así que simplemente respondí de manera muy ambigua, sin entrar en muchos detalles —Soy del grand line, son mares más peligrosos que estos, como puedes ver —señalé mis quemaduras con el pulgar —allí si no comes, te comen —le dije. —¿Y tú qué pimpollo? ¿Cómo te llamas? —pregunté, mientras sacaba un regaliz de una bolsita de cuero y me lo metía en la boca.
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-Oh... o... Oxama, me llamo Oxama. - Respondí con los ojos como platos.
El Grand Line, las palabras resonaban en mi cabeza como ecos de otro mundo. Era un lugar del que solo había oído hablar, llegar se tornaba casi imposible a menos que dispusieses de transporte del gobierno o la marina, y este hombre no parecía tenerlo. Sólo los cambios climáticos hacían que un experto tuviese problemas en navegar por él. ¿Qué clase de individuo tenía ante mí?
Mirándole disimuladamente las cicatrices que había señalado, mientras continuaba una conversación con él, pude ver que cada una de ellas tenía su propio significado, cada una eran un recuerdo de sus aventuras, y él las mostraba orgulloso.
- ¿Buscáis algo en particular en esta isla? Si necesitáis cualquier cosa me gustaría ayudaros. - El hombre se hacía cada vez más grande a mis ojos, y el brillo del Sol hacía que mirarlo me deslumbrase. Ni mis estudios ni mi burdo entrenamiento físico podían hacer siquiera sombra a este extranjero. Dentro de mí empezó a surgir esa sensación que tanto odio. Envidia.
El Grand Line, las palabras resonaban en mi cabeza como ecos de otro mundo. Era un lugar del que solo había oído hablar, llegar se tornaba casi imposible a menos que dispusieses de transporte del gobierno o la marina, y este hombre no parecía tenerlo. Sólo los cambios climáticos hacían que un experto tuviese problemas en navegar por él. ¿Qué clase de individuo tenía ante mí?
Mirándole disimuladamente las cicatrices que había señalado, mientras continuaba una conversación con él, pude ver que cada una de ellas tenía su propio significado, cada una eran un recuerdo de sus aventuras, y él las mostraba orgulloso.
- ¿Buscáis algo en particular en esta isla? Si necesitáis cualquier cosa me gustaría ayudaros. - El hombre se hacía cada vez más grande a mis ojos, y el brillo del Sol hacía que mirarlo me deslumbrase. Ni mis estudios ni mi burdo entrenamiento físico podían hacer siquiera sombra a este extranjero. Dentro de mí empezó a surgir esa sensación que tanto odio. Envidia.
Los ojos de aquel sujeto brillaban cada vez que una palabra salía de mi boca. A mi parecer no estaba acostumbrado a tratar con alguien como yo, y eso se notaba. El muchacho solo hacía preguntar una cosa tras otra y ofrecerse a ayudarme en lo que fuera, durante unos instantes dudé de su sexualidad, pero mi radar no saltó así que estaba tranquilo.
-Turismo, poco más –respondí –hay mucho mundo que ver y poco tiempo para hacerlo, así que tengo que aprovechar –sonreí. Entonces, una explosión en la zona sur de aquella isla hizo la hizo temblar.
“¿Pero qué…?” –pensé, levantándome del banco.
Segundos después, otra explosión de más intensidad volvió a agitar el suelo de nueva esperanza. Sin pensarlo, corrí hacia el lugar donde se originó la explosión.
Al llegar, todo estaba acordonado, unos científicos con mangueras de agua apagaban el fuego, había decenas de muertos en el suelo y un grupo de agentes del gobierno y marines inspeccionaban la zona.
-Turismo, poco más –respondí –hay mucho mundo que ver y poco tiempo para hacerlo, así que tengo que aprovechar –sonreí. Entonces, una explosión en la zona sur de aquella isla hizo la hizo temblar.
“¿Pero qué…?” –pensé, levantándome del banco.
Segundos después, otra explosión de más intensidad volvió a agitar el suelo de nueva esperanza. Sin pensarlo, corrí hacia el lugar donde se originó la explosión.
Al llegar, todo estaba acordonado, unos científicos con mangueras de agua apagaban el fuego, había decenas de muertos en el suelo y un grupo de agentes del gobierno y marines inspeccionaban la zona.
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Mi ensimismamiento en el extranjero desapareció de manera tan violenta como la explosión que sonó mientras hablábamos. Procedía del sur. Antes siquiera de poder decir o pensar en algo, otra de no menos intensidad tuvo lugar.
- No puede ser.... - Me temí lo peor, cerca de ese punto se encontraba la siderúrgica de mis padres. Todo por lo que ellos habían trabajado estaba invertido en ella, los empleados estarían en plena faena a esa hora del día y mi.... Me encontré corriendo hacia la zona, para ver que delante mía iba el extranjero, a una velocidad inalcanzable para alguien como yo.
Llegando a la zona afectada mi corazón estaba casi fuera de mi cuerpo, había demasiada información que asimilar. Por suerte la fábrica familiar estaba un par de manzanas al este, se podía ver por aquí, así como a los trabajadores asomados y preocupados. El suelo estaba lleno de cadáveres chamuscados y habían llegado ya los correspondientes miembros competentes a investigar lo sucedido.
Estábamos ante un laboratorio de investigación paramilitar, había escuchado conversaciones de mi padre con sus amigos, acerca de que estaba destinado a la creación de armamento de última generación, y que los permisos que tenían para su desarrollo eran de dudosa legalidad, y los fondos no se sabía de donde provenían.
- Esto no ha sido un accidente. - Dije en voz baja. En mi cabeza se estaba formando un rompecabezas lentamente, con la información que había ido escuchando apenas sin saberlo. - No, esto ha sido provocado. El armamento que se encontraba aquí no ha podido generar la primera explosión sin una negligencia por parte de los investigadores, y entonces habrían sido alcanzados por ella directamente, apenas habrían podido correr. -Mis pensamientos surgían por mi boca sin parar.
- Los cuerpos están dispersos, lo que quiere decir que se dieron cuenta que algo iba mal, y la primera explosión tuvo lugar antes de que escapasen. La segunda es todo un misterio, debe ser algún tipo de explosivo experimental. Pero es imposible que tengan licencia para algo así. Y.... ¿Quién podría haber causado esto?. - Y nada mas girarme vi al viajero venido del Grand Line, observando la situación. ¿Habría estado escuchando todo lo que había dicho? Que vergüenza.
- No puede ser.... - Me temí lo peor, cerca de ese punto se encontraba la siderúrgica de mis padres. Todo por lo que ellos habían trabajado estaba invertido en ella, los empleados estarían en plena faena a esa hora del día y mi.... Me encontré corriendo hacia la zona, para ver que delante mía iba el extranjero, a una velocidad inalcanzable para alguien como yo.
Llegando a la zona afectada mi corazón estaba casi fuera de mi cuerpo, había demasiada información que asimilar. Por suerte la fábrica familiar estaba un par de manzanas al este, se podía ver por aquí, así como a los trabajadores asomados y preocupados. El suelo estaba lleno de cadáveres chamuscados y habían llegado ya los correspondientes miembros competentes a investigar lo sucedido.
Estábamos ante un laboratorio de investigación paramilitar, había escuchado conversaciones de mi padre con sus amigos, acerca de que estaba destinado a la creación de armamento de última generación, y que los permisos que tenían para su desarrollo eran de dudosa legalidad, y los fondos no se sabía de donde provenían.
- Esto no ha sido un accidente. - Dije en voz baja. En mi cabeza se estaba formando un rompecabezas lentamente, con la información que había ido escuchando apenas sin saberlo. - No, esto ha sido provocado. El armamento que se encontraba aquí no ha podido generar la primera explosión sin una negligencia por parte de los investigadores, y entonces habrían sido alcanzados por ella directamente, apenas habrían podido correr. -Mis pensamientos surgían por mi boca sin parar.
- Los cuerpos están dispersos, lo que quiere decir que se dieron cuenta que algo iba mal, y la primera explosión tuvo lugar antes de que escapasen. La segunda es todo un misterio, debe ser algún tipo de explosivo experimental. Pero es imposible que tengan licencia para algo así. Y.... ¿Quién podría haber causado esto?. - Y nada mas girarme vi al viajero venido del Grand Line, observando la situación. ¿Habría estado escuchando todo lo que había dicho? Que vergüenza.
El muchacho que se presentó como Oxama en el parque también había ido al lugar de la explosión. El chaval se dedicó a especular en voz alta delante de todo el mundo, ante la mirada de marines y agentes del gobierno que fruncieron el ceño de forma extraña, como si estuviera en lo cierto, o por el contrario se estuviera inventando la película del año. Sin embargo me picaba la curiosidad, y no iba a quedarme quieto.
-Oxama –me giré para mirarle –sígueme el rollo, ¿vale? –le guiñé un ojo, mientras mostraba mi sonrisa más pícara, cualquiera que me conociera sabía que no tramaba nada bueno y así era.
Como el que no quiere la cosa, salté el cordón de la marina y me puse a mirar todo aquel estropicio. Aquello había sido una explosión de las gordas, un edificio derruido y media manzana destrozada, por suerte no había muchos heridos.
“¿Qué es eso?” –me pregunté, mientras me agachaba y observaba una extraña mancha en el suelo con forma estrellada y puntiaguda, muy irregular.
-¡Eh, tú! –Exclamaron a mis espaldas -¿qué te crees que estás haciendo aquí?
Al girarme vi un agente del gobierno, vestidos con un traje negro, gafas de sol y un sombrero a juego. Aquel tipo parecía más un mafioso del siglo pasado que un agente gubernamental, pero ya había tratado con ellos antes y ninguno de ellos había escapado a mi asombra labia.
-¿Usted que cree? –Pregunté, frunciendo el ceño y mirándole a los ojos –estoy investigando la escena de un posible atentado terrorista, ¿o acaso cree usted que ha sido un accidente en la sala de pruebas de éste laboratorio? –le dije, mientras echaba un ojo a Oxama, que parecía no saber qué pasaba exactamente. –Por cierto, soy Cumberbatch, el detective Benedict Cumberbatch –le extendí la mano para saludarle – y éste de aquí es mi compañero, Oxama.
-Oxama –me giré para mirarle –sígueme el rollo, ¿vale? –le guiñé un ojo, mientras mostraba mi sonrisa más pícara, cualquiera que me conociera sabía que no tramaba nada bueno y así era.
Como el que no quiere la cosa, salté el cordón de la marina y me puse a mirar todo aquel estropicio. Aquello había sido una explosión de las gordas, un edificio derruido y media manzana destrozada, por suerte no había muchos heridos.
“¿Qué es eso?” –me pregunté, mientras me agachaba y observaba una extraña mancha en el suelo con forma estrellada y puntiaguda, muy irregular.
-¡Eh, tú! –Exclamaron a mis espaldas -¿qué te crees que estás haciendo aquí?
Al girarme vi un agente del gobierno, vestidos con un traje negro, gafas de sol y un sombrero a juego. Aquel tipo parecía más un mafioso del siglo pasado que un agente gubernamental, pero ya había tratado con ellos antes y ninguno de ellos había escapado a mi asombra labia.
-¿Usted que cree? –Pregunté, frunciendo el ceño y mirándole a los ojos –estoy investigando la escena de un posible atentado terrorista, ¿o acaso cree usted que ha sido un accidente en la sala de pruebas de éste laboratorio? –le dije, mientras echaba un ojo a Oxama, que parecía no saber qué pasaba exactamente. –Por cierto, soy Cumberbatch, el detective Benedict Cumberbatch –le extendí la mano para saludarle – y éste de aquí es mi compañero, Oxama.
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Caí completamente en la cuenta de que aún no había escuchado el nombre del extranjero cuando me llamó por el mío. No tuve tiempo de preguntarle pues tramaba algo, y ya estaba en acción.
Señaló una mancha en el suelo, solo para ser interrumpido por un agente del gobierno nada amistoso. - ¿Por qué no me extraña que aparezca uno en este momento? - Pensé.
El pelirrojo empezó a contar una historia de ciencia ficción justificando nuestra presencia en este punto, dejándome a cuadros, casi sin poder creerme lo que estaba escuchando. Por suerte mi confusión era tal que alcancé a no reírme del nombre con el que se presentó, posiblemente la única verdad que había dicho en todo su discurso era mi nombre.
- Así es, este hombre es un prodigioso detective del gobierno que ha desarticulado numerosas bandas terroristas, está de paso por nuestra ciudad, y no cabe duda de que esta situación esta dentro del campo en el que se maneja. - Intentaba colar la mentira a como diese lugar, se me daba fatal, y me estaba muriendo de los nervios, pero el agente estaba intimidado por la verborrea del pelirrojo, y no me hacía caso.
- El buen detective ha dado con el punto clave. Esa marca en el suelo es la clara prueba de que la explosión se ha producido al lanzarse una bomba de impacto premeditadamente. - No quería dejar la oportunidad de investigar lo ocurrido, y sea por un casual o no, el "detective" acababa de dar con la pieza clave del asunto.
- ¡Deténganse! No van a seguir con esta investigación. - Un grupo de hombres se acercaban a toda prisa. Eran por su aspecto unos matones de poca monta. -¡No daréis ni un paso más dentro del laboratorio! - Nos amenazó el cabecilla. Parecía un oso, pero al lado del pelirrojo parecía otra persona más.
Señaló una mancha en el suelo, solo para ser interrumpido por un agente del gobierno nada amistoso. - ¿Por qué no me extraña que aparezca uno en este momento? - Pensé.
El pelirrojo empezó a contar una historia de ciencia ficción justificando nuestra presencia en este punto, dejándome a cuadros, casi sin poder creerme lo que estaba escuchando. Por suerte mi confusión era tal que alcancé a no reírme del nombre con el que se presentó, posiblemente la única verdad que había dicho en todo su discurso era mi nombre.
- Así es, este hombre es un prodigioso detective del gobierno que ha desarticulado numerosas bandas terroristas, está de paso por nuestra ciudad, y no cabe duda de que esta situación esta dentro del campo en el que se maneja. - Intentaba colar la mentira a como diese lugar, se me daba fatal, y me estaba muriendo de los nervios, pero el agente estaba intimidado por la verborrea del pelirrojo, y no me hacía caso.
- El buen detective ha dado con el punto clave. Esa marca en el suelo es la clara prueba de que la explosión se ha producido al lanzarse una bomba de impacto premeditadamente. - No quería dejar la oportunidad de investigar lo ocurrido, y sea por un casual o no, el "detective" acababa de dar con la pieza clave del asunto.
- ¡Deténganse! No van a seguir con esta investigación. - Un grupo de hombres se acercaban a toda prisa. Eran por su aspecto unos matones de poca monta. -¡No daréis ni un paso más dentro del laboratorio! - Nos amenazó el cabecilla. Parecía un oso, pero al lado del pelirrojo parecía otra persona más.
No sabía si el agente se estaba creyendo mi historia o no, pero no cabía duda es que, tras escuchar lo que dijo Oxama, habíamos sido retratados como impostores en menos de unos pocos segundos. Tras eso no pude evitar masajearme las sienes intentando elaborar rápido un pequeño plan de escape, sin embargo no quedaba tiempo.
-No hay detectives dentro del gobierno mundial –dijo el agente, mirándonos con desconfianza.
“Bueno, ¿y ahora qué? Sólo hay una solución” –Pensé.
Tal como vine me fui de allí, corriendo por las calles de la ciudad hasta esconderme en un pequeño almacén situado a un par de manzanas del lugar de la explosión.
-Oxama, por aquí –le dije, haciéndole señas con la mano.
-No hay detectives dentro del gobierno mundial –dijo el agente, mirándonos con desconfianza.
“Bueno, ¿y ahora qué? Sólo hay una solución” –Pensé.
Tal como vine me fui de allí, corriendo por las calles de la ciudad hasta esconderme en un pequeño almacén situado a un par de manzanas del lugar de la explosión.
-Oxama, por aquí –le dije, haciéndole señas con la mano.
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Me calaron enseguida, no era muy bueno engañando a la gente, de pequeño casi siempre me pillaban cada vez que hacía alguna trastada. Antes de que alguien pudiese decirnos nada me marché de la zona.
Seguí al pelirrojo, que parecía tener aún cartas en la mano que jugar en el asunto.
- Lo siento, no se me da nada bien mentir. - Le dije nada mas llegar, asegurándome de que nadie me viese. - Por cierto, creo que aún no me has dicho tu nombre. Y el de antes no creo que fuese el de verdad. ¿Te importaría decirme al menos como llamarte?
- En cuanto al laboratorio.... - Continué tras eso. - Debe haber algo más en él, quizás entre los escombros. No tiene sentido que el gobierno se encargue de la investigación y no se lo deje a la marina. ¿Qué opinas? Yo ya he metido la pata lo suficiente como para seguir tomando partido.
Seguí al pelirrojo, que parecía tener aún cartas en la mano que jugar en el asunto.
- Lo siento, no se me da nada bien mentir. - Le dije nada mas llegar, asegurándome de que nadie me viese. - Por cierto, creo que aún no me has dicho tu nombre. Y el de antes no creo que fuese el de verdad. ¿Te importaría decirme al menos como llamarte?
- En cuanto al laboratorio.... - Continué tras eso. - Debe haber algo más en él, quizás entre los escombros. No tiene sentido que el gobierno se encargue de la investigación y no se lo deje a la marina. ¿Qué opinas? Yo ya he metido la pata lo suficiente como para seguir tomando partido.
-Pues no te vendría mal aprender –le guiñé un ojo.
Nuevamente el muchacho quería que siguiéramos juntos, pero aquello no era un jueguecito de niños pequeños, sino que era algo grande si el gobierno estaba metido en ello, algo que Oxama también sabía.
-Creo que tienes razón, deberíamos echarnos a un lado –me rasqué la nuca -¡ah! Puedes llamarme Zane –le tendí la mano.
Después de un rato más, mientras nos escondíamos del gobierno que seguía dando vueltas por la zona, se escucharon unas voces en el almacén. Rápidamente llevé mis dedos a los labios, para que Oxama no hiciera ningún ruido –Shhh.
Cabizbajo, con la mano puesta en el mango de una de mis katanas fui paso a paso hacia el interior de aquella nave industrial. Al mirar pude un rostro familiar, el de mi hermano Orzech. Conociéndolo, no me extrañaba verlo en un almacén armado hasta los dientes y rodeado de maleantes. Me incorporé y me puse a caminar hacia él. Entonces, sus compinches me apuntaron con sus armas.
-¿Nadie os ha dicho que está prohibido amenazar así al hermano pequeño del jefe? Porque si no es así, os lo digo yo –sonreí.
-¿Qué ven mis ojos? ¿Zane? –dijo Orzech.
-El mismo que viste y calza –sonreí, mientras me acercaba y le daba un abrazo.
-¿Qué haces aquí, en nueva esperanza? –preguntó.
-Ya sabes, con lo de siempre –contesté.
-Te he dicho más de una vez que conmigo no tienes que estar huyendo de un lado para otro –me dijo apoyando su mano en mi hombro.
-Ya, pero me gusta ir a mi rollo. Sin que me des órdenes –le di un par de bofetadas en la cara, de coña, muy suaves.
Mi hermano rió.
Estuve allí durante horas, Oxama estuvo al principio, pero se fue antes que yo. Orzech me proporcionó un pase para irme de nueva esperanza al amanecer, así que lo cogí y esperé para poder irme de allí.
Nuevamente el muchacho quería que siguiéramos juntos, pero aquello no era un jueguecito de niños pequeños, sino que era algo grande si el gobierno estaba metido en ello, algo que Oxama también sabía.
-Creo que tienes razón, deberíamos echarnos a un lado –me rasqué la nuca -¡ah! Puedes llamarme Zane –le tendí la mano.
Después de un rato más, mientras nos escondíamos del gobierno que seguía dando vueltas por la zona, se escucharon unas voces en el almacén. Rápidamente llevé mis dedos a los labios, para que Oxama no hiciera ningún ruido –Shhh.
Cabizbajo, con la mano puesta en el mango de una de mis katanas fui paso a paso hacia el interior de aquella nave industrial. Al mirar pude un rostro familiar, el de mi hermano Orzech. Conociéndolo, no me extrañaba verlo en un almacén armado hasta los dientes y rodeado de maleantes. Me incorporé y me puse a caminar hacia él. Entonces, sus compinches me apuntaron con sus armas.
-¿Nadie os ha dicho que está prohibido amenazar así al hermano pequeño del jefe? Porque si no es así, os lo digo yo –sonreí.
-¿Qué ven mis ojos? ¿Zane? –dijo Orzech.
-El mismo que viste y calza –sonreí, mientras me acercaba y le daba un abrazo.
-¿Qué haces aquí, en nueva esperanza? –preguntó.
-Ya sabes, con lo de siempre –contesté.
-Te he dicho más de una vez que conmigo no tienes que estar huyendo de un lado para otro –me dijo apoyando su mano en mi hombro.
-Ya, pero me gusta ir a mi rollo. Sin que me des órdenes –le di un par de bofetadas en la cara, de coña, muy suaves.
Mi hermano rió.
Estuve allí durante horas, Oxama estuvo al principio, pero se fue antes que yo. Orzech me proporcionó un pase para irme de nueva esperanza al amanecer, así que lo cogí y esperé para poder irme de allí.
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Al final, el pelirrojo decidió que no debíamos meter más las narices en lo que acababa de ocurrir, el gobierno no se andaba con chiquitas, y desde luego si seguíamos husmeando acabaríamos en un lío. No obstante algo quedaba oculto en la ciudad, debajo de un manto de corrupción.
Más tarde que nunca, acabó por presentarse bajo el nombre de Zane. No estaba del todo seguro de su sinceridad, pero le estreché la mano que me tendió, y con la que casi me rompe la mí. Poco después sucedió algo que me confirmó que no había mentido esta vez sobre el nombre.
Desde el almacén cercano nos llamaron la atención, y nada más acercarnos a ver nos encontramos con una banda, indiscutiblemente de criminales.
Zane se acercó al que él llamó el jefe, y dijo en voz alta que era su hermano mientras iba a abrazarlo, ante lo cuál el otro hizo lo mismo.
Tras un rato en el que estuvieron charlando decidí que era momento de acabar esa pequeña aventura de investigación.
- Bueno, parece que ya no merodea nadie del gobierno cerca de la zona. Creo que es momento de que me vaya. No quiero incordiaros, ni molestar con lo que estéis haciendo, aunque roce la ilegalidad. - Dije en voz alta para Zane, a la vez que emprendía una marcha marcial hacia el exterior, un poco acojonado por la cantidad de criminales. - Que os vaya todo bien. ¡Hasta otra! - Empecé a trotar por las calles, haciendo eses, hasta que llegué a la siderúrgica de mis padres, donde me quedé preguntando por lo que habían visto los trabajadores. Aún en la mente tenía presente la imagen de Zane, y empezaba a tener presentimientos de que volvería a oír hablar de él tarde o temprano.
Más tarde que nunca, acabó por presentarse bajo el nombre de Zane. No estaba del todo seguro de su sinceridad, pero le estreché la mano que me tendió, y con la que casi me rompe la mí. Poco después sucedió algo que me confirmó que no había mentido esta vez sobre el nombre.
Desde el almacén cercano nos llamaron la atención, y nada más acercarnos a ver nos encontramos con una banda, indiscutiblemente de criminales.
Zane se acercó al que él llamó el jefe, y dijo en voz alta que era su hermano mientras iba a abrazarlo, ante lo cuál el otro hizo lo mismo.
Tras un rato en el que estuvieron charlando decidí que era momento de acabar esa pequeña aventura de investigación.
- Bueno, parece que ya no merodea nadie del gobierno cerca de la zona. Creo que es momento de que me vaya. No quiero incordiaros, ni molestar con lo que estéis haciendo, aunque roce la ilegalidad. - Dije en voz alta para Zane, a la vez que emprendía una marcha marcial hacia el exterior, un poco acojonado por la cantidad de criminales. - Que os vaya todo bien. ¡Hasta otra! - Empecé a trotar por las calles, haciendo eses, hasta que llegué a la siderúrgica de mis padres, donde me quedé preguntando por lo que habían visto los trabajadores. Aún en la mente tenía presente la imagen de Zane, y empezaba a tener presentimientos de que volvería a oír hablar de él tarde o temprano.
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