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Akuma no mi
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Por fin un ascenso. El pobre Némesis había accedido por fin al puesto de comisario. Ahora tenía cierto prestigio entre los demás guardianes. Estaba harto de ser el típico novato del que se reían y regañaban. Además disponía de poderes increíbles. Desde que había comido aquella fruta y entrenado varias técnicas, se sentía un gran asesino. Además, su tamaño le daba una fuerza considerable, al ser un semigigante, tenía ventaja en muchísimos campos. Por ejemplo, daba puñetazos realmente potentes y además era difícil acceder a su rostro. No le incomodaba para nada, de hecho se sentía bastante cómodo de aquella forma. Era la ventaja de ser un tío fuerte y enorme. Muchos no se paraban a decirle nada y además no había idiotas que intentasen atracarle de alguna forma. Si lo intentaban, eran derrotados al momento y además arrestados si era necesario. El mal no podía permitirse en aquel mundo, no por parte de aquel rubio.
En aquellos momentos, caminaba por el pueblo con toda la calma del mundo. Vestía con una camisa negra de manga corta, unos pantalones vaqueros y unas botas. En la espalda portaba una enorme guadaña de dos metros, de color verde y resplandeciente. Era una O Wazamono y la quería muchísimo. Encima en su mano derecha portaba un enorme guantelete del que salía un enorme pincho de cada uno de sus tres nudillos centrales. Estaba allí por trabajo, pues tenía que ayudar a unos científicos con unas cosillas. No estaba muy bien informado pero por el momento tenía un par de horas libres. Por ello estaba patrullando la zona con toda la calma del mundo, no debía permitir a los malhechores actuar por sí mismos. La justicia debía vencer a cualquier precio y eso era algo de lo que Némesis estaba totalmente seguro.
No pudo evitar escuchar un poco de jaleo. Entonces se encontró con una calle llena de puestos de comida, objetos y ropa. Los mercaderes gritaban con fuerza para poder vender sus productos. El rubio entonces decidió entrar para ver que podía ver de interés. Había muchísimas personas y lo primero que hizo fue suspirar. No tardó mucho en agobiarse y por ello salió de allí lo más rápido posible. Miró un poco desde lejos y soltó un suspiro. El enorme rubio de tres metros comenzaba a aburrirse y no sabía lo que podía hacer para pasarlo bien. Tal vez necesitaba irse a beber a algún bar marchoso de la isla. Le encantaba la fiesta y la música, sobre todo la más cañera.
En aquellos momentos, caminaba por el pueblo con toda la calma del mundo. Vestía con una camisa negra de manga corta, unos pantalones vaqueros y unas botas. En la espalda portaba una enorme guadaña de dos metros, de color verde y resplandeciente. Era una O Wazamono y la quería muchísimo. Encima en su mano derecha portaba un enorme guantelete del que salía un enorme pincho de cada uno de sus tres nudillos centrales. Estaba allí por trabajo, pues tenía que ayudar a unos científicos con unas cosillas. No estaba muy bien informado pero por el momento tenía un par de horas libres. Por ello estaba patrullando la zona con toda la calma del mundo, no debía permitir a los malhechores actuar por sí mismos. La justicia debía vencer a cualquier precio y eso era algo de lo que Némesis estaba totalmente seguro.
No pudo evitar escuchar un poco de jaleo. Entonces se encontró con una calle llena de puestos de comida, objetos y ropa. Los mercaderes gritaban con fuerza para poder vender sus productos. El rubio entonces decidió entrar para ver que podía ver de interés. Había muchísimas personas y lo primero que hizo fue suspirar. No tardó mucho en agobiarse y por ello salió de allí lo más rápido posible. Miró un poco desde lejos y soltó un suspiro. El enorme rubio de tres metros comenzaba a aburrirse y no sabía lo que podía hacer para pasarlo bien. Tal vez necesitaba irse a beber a algún bar marchoso de la isla. Le encantaba la fiesta y la música, sobre todo la más cañera.
Oxama
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Akuma no mi
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El semigigante, buscando un pub por el aburrimiento, escuchó un golpe seco cerca. Al mirar vió a un muchacho joven de pelo negro y tez pálida, vistiendo una chaqueta verde demasiado holgada tirado en el suelo. Había tropezado sin querer, y había rematado a cabeza la pared del edificio cercano. El muchacho tenía las manos sobre la cabeza e insultaba entre dientes a su mala suerte.
De pronto se fijó en el semigigante.
- ¡Perdón, perdón! - Exclamó el joven, estaba avergonzado por el tropiezo, y le entraron nervios al ver que el hombre era enorme, aún así se acercó, como si hubiese querido entablar conversación antes de caerse. - Realmente estaba distraído, no me gusta el bullicio y estaba pensando en mis cosas para relajarme.
Acto seguido el muchacho sacó un mapa y llamó la atención de Némesis. - Disculpa, estoy un poco perdido, no soy de por aquí, y esta zona no está muy bien descrita. Estoy buscando un lugar para hospedarme. ¿Podrías ayudarme?. - El muchacho hablaba rápido por los nervios.
- ¡Oh! Perdona mis modales, no me he presentado. Soy Oxama, de Nueva Esperanza. Quizás conozcas la isla, queda muy cerca de aquí. - Se presentó el joven.
De pronto se fijó en el semigigante.
- ¡Perdón, perdón! - Exclamó el joven, estaba avergonzado por el tropiezo, y le entraron nervios al ver que el hombre era enorme, aún así se acercó, como si hubiese querido entablar conversación antes de caerse. - Realmente estaba distraído, no me gusta el bullicio y estaba pensando en mis cosas para relajarme.
Acto seguido el muchacho sacó un mapa y llamó la atención de Némesis. - Disculpa, estoy un poco perdido, no soy de por aquí, y esta zona no está muy bien descrita. Estoy buscando un lugar para hospedarme. ¿Podrías ayudarme?. - El muchacho hablaba rápido por los nervios.
- ¡Oh! Perdona mis modales, no me he presentado. Soy Oxama, de Nueva Esperanza. Quizás conozcas la isla, queda muy cerca de aquí. - Se presentó el joven.
Aoi Sasaki
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Mis vacaciones se acababan, por lo que decidí que mi último destino fuera el pueblo de Gosa. Llegue tarde así que no había gente por las calles y las tiendas estaban cerradas, tampoco mire mucho ya que estaba cansado del viaje. No me fue difícil encontrar un lugar donde dormir, ya que había encontrado un edificio con un gran cartel ofreciendo habitaciones. Nada más entrar se podía ver a una mujer mayor sentada escribiendo en una libreta y a su lado parecía estar un guardaespaldas.
-Buenas noches señorita, ¿Qué desea?- me dijo la señora con una voz amable.
Todavía estaba en mi forma femenina por lo que no podían saber quién era de verdad y llamar a la marine, así podía ir por los distintos pueblos sin preocuparme de que quieran atrapan y matarme.
-Me gustaría quedarme unos días aquí y por lo que pone en esa pizarra son 20 la noche- le deje el dinero en la mesa y la mujer me dio las llaves.
Al día siguiente, los gritos de la gente fue lo que me despertó. Abrí la ventana y pude ver cómo había un mercado en la calle, casi no se podía caminar por aquella parte de la calle. Me puse la ropa de siempre y me peine mi pelo castaño para poder ir a dar una vuelta.
Al bajar y abrir la puerta los ruidos eran más fuerte “ricos peces traídos recientemente de nuestro precioso mar” “señora mire esto” eran las frases que más se escuchaban. Difícilmente entre en la calle para ver los locales y buscar un lugar para desayunar.
-Buenas noches señorita, ¿Qué desea?- me dijo la señora con una voz amable.
Todavía estaba en mi forma femenina por lo que no podían saber quién era de verdad y llamar a la marine, así podía ir por los distintos pueblos sin preocuparme de que quieran atrapan y matarme.
-Me gustaría quedarme unos días aquí y por lo que pone en esa pizarra son 20 la noche- le deje el dinero en la mesa y la mujer me dio las llaves.
Al día siguiente, los gritos de la gente fue lo que me despertó. Abrí la ventana y pude ver cómo había un mercado en la calle, casi no se podía caminar por aquella parte de la calle. Me puse la ropa de siempre y me peine mi pelo castaño para poder ir a dar una vuelta.
Al bajar y abrir la puerta los ruidos eran más fuerte “ricos peces traídos recientemente de nuestro precioso mar” “señora mire esto” eran las frases que más se escuchaban. Difícilmente entre en la calle para ver los locales y buscar un lugar para desayunar.
Corvo
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Akuma no mi
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Pueblo Gosa, un bonito lugar recién reconstruido tras varias décadas. Estos días estaban celebrando una feria del queso, por lo que había multitud de tiendas acerca del mismo, además de más puestos de comida, atracciones para los niños y para los no tanto, incluyendo los famosos carros de choque. Algún día me pararía a investigarlos, sin embargo estaba allí por el queso. Mientras veía una de las tiendas, una gaviota mensajera me dejó caer encima el último boletín, acaban de ascender a alguien del servicio de guardianes, algo que era remarcable por la dureza de las pruebas y los requisitos.
Cuando estaba llegando al final de la calle pude fijarme que al fondo había alguien que destacaba, y daba la casualidad que era el miembro que había ascendido, Sousuke D. Némesis. En la información no ponían que fuera un semigigante, aunque claro no lo podían poner todo. Ya que estaba al lado pensé en acercarme a felicitarlo, que menos ya que lo había visto. Por lo que avancé entre la gente hasta el grandullón, y cuando estuve cerca le dije:
-Felicidades Némesis, un ascenso así no se consigue todos los días. Soy Corvo, del cuerpo científico.
Mientras hablaba pude fijarme en un chico que había al lado, parecía que se acabara de dar un buen golpe contra algo, posiblemente mi compañero, o puede que incluso la pared, aunque eso sería muy gracioso, seria de muy torpes.
Cuando estaba llegando al final de la calle pude fijarme que al fondo había alguien que destacaba, y daba la casualidad que era el miembro que había ascendido, Sousuke D. Némesis. En la información no ponían que fuera un semigigante, aunque claro no lo podían poner todo. Ya que estaba al lado pensé en acercarme a felicitarlo, que menos ya que lo había visto. Por lo que avancé entre la gente hasta el grandullón, y cuando estuve cerca le dije:
-Felicidades Némesis, un ascenso así no se consigue todos los días. Soy Corvo, del cuerpo científico.
Mientras hablaba pude fijarme en un chico que había al lado, parecía que se acabara de dar un buen golpe contra algo, posiblemente mi compañero, o puede que incluso la pared, aunque eso sería muy gracioso, seria de muy torpes.
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Akuma no mi
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El rubio continuaba caminando con una sonrisa tranquila. Ya estaba deseando poder hartarse de beber y escuchar música hardcore. No tardó mucho en frenarse para mirar a su alrededor. Debía no saltarse nada, su tamaño era una desventaja en aquellos casos. Se llevó la mano a la cabeza y comenzó a observar la situación con toda la calma del mundo. Sus verdosos ojos se clavaron entonces en un puesto dónde vendían brochetas de carne. Mostró una sonrisa ladeada y trató de leer el precio. Si le daba el dinero, siempre podía ponerse a comer y a disfrutar allí en mitad. Adoraba la comida, todo lo que no fuera ajo o cebolla, lo amaba hasta la muerte. El olor era increíble y sin pensárselo más, trató de ir hacia aquel sitio lleno de esperanza y comida.
Justo entonces notó como algo impactaba contra él. Pudo ver a un tipo que estaba bastante nervioso, al parecer se había chocado con él. Escuchó sus palabras y después le contestó con toda la calma del mundo. – Pues ni idea, yo estoy buscando un local con buena música y comida. – Dijo entonces el rubio, después se relamió despacio, pensando en las brochetas que había visto anteriormente. Estaba deseando ir a comerse un par, pero de repente escuchó unas nuevas palabras. Se dio la vuelta para ver de quién se trataba, entonces pudo ver a aquel tipo.
Al parecer era un hombre del cuerpo científico, le estaba dando las felicitaciones. En ese momento el enorme asesino le dedicó una sonrisa. – ¡Oh! Muchas gracias Corvo-san. – Mencionó entonces mirándole. No se esperaba que fuese un científico allí, tal vez era uno de los que debía ayudar. – Perdone, Corvo. Me han mandado aquí para ayudar a unos científicos ¿Es uno de ellos? – Dijo entonces con una sonrisa amable.
Justo entonces notó como algo impactaba contra él. Pudo ver a un tipo que estaba bastante nervioso, al parecer se había chocado con él. Escuchó sus palabras y después le contestó con toda la calma del mundo. – Pues ni idea, yo estoy buscando un local con buena música y comida. – Dijo entonces el rubio, después se relamió despacio, pensando en las brochetas que había visto anteriormente. Estaba deseando ir a comerse un par, pero de repente escuchó unas nuevas palabras. Se dio la vuelta para ver de quién se trataba, entonces pudo ver a aquel tipo.
Al parecer era un hombre del cuerpo científico, le estaba dando las felicitaciones. En ese momento el enorme asesino le dedicó una sonrisa. – ¡Oh! Muchas gracias Corvo-san. – Mencionó entonces mirándole. No se esperaba que fuese un científico allí, tal vez era uno de los que debía ayudar. – Perdone, Corvo. Me han mandado aquí para ayudar a unos científicos ¿Es uno de ellos? – Dijo entonces con una sonrisa amable.
Oxama
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Akuma no mi
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Oxama estaba acostumbrado a pasar inadvertido en situaciones extrañas, por lo que apenas se molestó ante la poca atención recibida, se estaba marchando lentamente a seguir buscando hospedaje, lo cual le dio tiempo a escuchar como otro hombre se acercaba y entablaban una conversación donde mencionaban al colectivo de científicos del gobierno.
-¡Oh, claro...! Siempre tan ocupados por sus intereses. - A Oxama no le caían muy bien los simpatizantes del gobierno, solían olvidar que había más propósitos para la ciencia que el beneficio personal. No obstante no era un ingenuo, sabía que cada uno de esos hombres poseía unos conocimientos y unos privilegios mayores que los suyos, y los envidiaba por ello.
El joven desconectó sus pensamientos, le dolía la cabeza por el golpe y el ruido, y no había comido desde hace mucho, tanto que le rugían las tripas. Estaba deseando comer una tortilla de patatas, se le hacía la boca agua de solo pensarlo.
Llegó a un cruce, estaba completamente perdido, solo veía tiendas. Se decidió a volver a preguntar por un hostal.
-¡Oh, claro...! Siempre tan ocupados por sus intereses. - A Oxama no le caían muy bien los simpatizantes del gobierno, solían olvidar que había más propósitos para la ciencia que el beneficio personal. No obstante no era un ingenuo, sabía que cada uno de esos hombres poseía unos conocimientos y unos privilegios mayores que los suyos, y los envidiaba por ello.
El joven desconectó sus pensamientos, le dolía la cabeza por el golpe y el ruido, y no había comido desde hace mucho, tanto que le rugían las tripas. Estaba deseando comer una tortilla de patatas, se le hacía la boca agua de solo pensarlo.
Llegó a un cruce, estaba completamente perdido, solo veía tiendas. Se decidió a volver a preguntar por un hostal.
Aoi Sasaki
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Una vez estaba en la calle me resulto más fácil moverme por el centro, ya que la gente se encontraba por los lados mirando los puestos. Los niños corrían entre la gente jugando con espadas de madera mientras sus madres gritaban para lograr llamar su atención.
Empecé a caminar sin ninguna dirección fija, hasta que un rico olor me llego, me resultaba familiar por lo que intente averiguar de dónde provenía. Al doblar una calle, lo que me sorprendió fue ver a un hombre rubio que destacaba entre tanta multitud por su altura, sería una mezcla entre humano y gigante, en ese momento no le hice mucho caso ya que yo iba en busca de aquel aroma. Tuve que pasar por al lado del rubio para poder llegar al puesto en el cual se encontraba un joven al mando preparando brochetas de carne mientras las abanicaba para que el olor llegase a la gente.
Al ver que los precios estaban bien me acerque al hombre para pedirle un plato en el que venían tres brochetas. Este en un momento las tuvo listas y tras pagarle empecé a caminar de nuevo, ya tenía la comida ahora solo me hacía falta algo para beber.
Empecé a caminar sin ninguna dirección fija, hasta que un rico olor me llego, me resultaba familiar por lo que intente averiguar de dónde provenía. Al doblar una calle, lo que me sorprendió fue ver a un hombre rubio que destacaba entre tanta multitud por su altura, sería una mezcla entre humano y gigante, en ese momento no le hice mucho caso ya que yo iba en busca de aquel aroma. Tuve que pasar por al lado del rubio para poder llegar al puesto en el cual se encontraba un joven al mando preparando brochetas de carne mientras las abanicaba para que el olor llegase a la gente.
Al ver que los precios estaban bien me acerque al hombre para pedirle un plato en el que venían tres brochetas. Este en un momento las tuvo listas y tras pagarle empecé a caminar de nuevo, ya tenía la comida ahora solo me hacía falta algo para beber.
Corvo
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Que le pasaba a aquel chico, ni siquiera le habían hecho nada, ¿acaso los conocía de antes a alguno? Bueno daba igual, el muchacho se alejaba ya calle abajo y lo mejor sería dejarlo correr, a fin de cuentas, parecía bastante desubicado el pobre. Volviendo al tema del que me hablaba el guardián, no sabía de la existencia de una misión en aquel lugar, pero unas manos más no creo que las rechazaran, además me estaba aburriendo terriblemente.
-No creo, yo estoy de vacaciones. Aunque no vendría mal algo de acción, que te parece si primero comemos algo y luego buscamos a mis colegas. Yo invito, a fin de cuentas, no se asciende a menudo.
Me acerqué a un puesto que tenía detrás, pedí el especial, con triple de queso y unas patatas, además le dije al tendero que también me cobrase lo que el grandullón pidiera. Sabía que me saldría por un ojo de la cara, pero no tenía muchos gastos, por lo que por un lujo así no me moriría, ni perdería solvencia.
-No creo, yo estoy de vacaciones. Aunque no vendría mal algo de acción, que te parece si primero comemos algo y luego buscamos a mis colegas. Yo invito, a fin de cuentas, no se asciende a menudo.
Me acerqué a un puesto que tenía detrás, pedí el especial, con triple de queso y unas patatas, además le dije al tendero que también me cobrase lo que el grandullón pidiera. Sabía que me saldría por un ojo de la cara, pero no tenía muchos gastos, por lo que por un lujo así no me moriría, ni perdería solvencia.
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El rubio se dio cuenta de que el otro chico había resultado ser un poco antisocial. Entre un arrebato de miedo o vergüenza, había salido de la conversación un poco callado. A lo mejor tenía que ir al baño a plantar un buen pino, para Némesis, tenía pinta de estar estreñido. También estaba la posibilidad de que fuese una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre. Muchos casos distintos y tan solo una respuesta. Iba a ser una lástima pero, no iba a poder escucharla y aquello le hacía sentir un poco mal. No era justo que las personas no fuesen amables con todos por igual.
En ese momento escuchó las palabras del científico, quedando muy feliz al oírlas. Al parecer estaba de vacaciones, pero, no solo iba a echarle una mano, le iba a invitar a comer. Los ojos del enorme asesino brillaron con intensidad y en ese momento empezó a reír de forma maligna y exagerada. – ¡Buahahaha! ¡Ere el mejor, Aniki! – Gritó con toda la felicidad del mundo para después ir con el hombre. Se dio cuenta de que pidió un plato delicioso, pero él tenía otros platos acordes a su tamaño y por ello debía ejecutarlos cuanto antes.
Colocó la mano derecha sobre el puesto y señaló las brochetas de carne. – Quiero veinte brochetas de carne de pollo. También seis cajas de patatas y tres refrescos grandes. – Cuando terminó de pedir, el hombre sonrió con felicidad y comenzó a hacer todo. El enorme guardián miró a aquel tipo y le mostró una expresión sonriente. – Cuando vuelva a ascender te lo diré, eres un gran tío. – Dijo entonces el semigigante para después acercarse un poco a Corvo. – ¿Tienes equipaje? Yo puedo llevártelo, además te ayudaré en cualquier cosa, ahora eres mi amigo. – Sousuke parecía realmente emocionado con lo pasado.
En ese momento escuchó las palabras del científico, quedando muy feliz al oírlas. Al parecer estaba de vacaciones, pero, no solo iba a echarle una mano, le iba a invitar a comer. Los ojos del enorme asesino brillaron con intensidad y en ese momento empezó a reír de forma maligna y exagerada. – ¡Buahahaha! ¡Ere el mejor, Aniki! – Gritó con toda la felicidad del mundo para después ir con el hombre. Se dio cuenta de que pidió un plato delicioso, pero él tenía otros platos acordes a su tamaño y por ello debía ejecutarlos cuanto antes.
Colocó la mano derecha sobre el puesto y señaló las brochetas de carne. – Quiero veinte brochetas de carne de pollo. También seis cajas de patatas y tres refrescos grandes. – Cuando terminó de pedir, el hombre sonrió con felicidad y comenzó a hacer todo. El enorme guardián miró a aquel tipo y le mostró una expresión sonriente. – Cuando vuelva a ascender te lo diré, eres un gran tío. – Dijo entonces el semigigante para después acercarse un poco a Corvo. – ¿Tienes equipaje? Yo puedo llevártelo, además te ayudaré en cualquier cosa, ahora eres mi amigo. – Sousuke parecía realmente emocionado con lo pasado.
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Mientras preguntaba a unas personas, Oxama escuchó a lo lejos una sonora carcajada, que lo sorprendió, pero no le dio mucha importancia, porque se estaba muriendo de hambre y la cabeza no paraba de dolerle con tanto ruido.
Después de mucho ir y venir, Oxama encontró un albergue donde pasar la noche, poco más que un dormitorio, pero no necesitaba otra cosa. Reservó la habitación, soltó su equipaje y se tomo una pastilla para la cabeza. Posteriormente salió de nuevo a dar un paseo, ya sin el peso en la espalda ni la cabeza, dispuesto a inflarse en cualquier bar.
Las calles no le sonaban, a pesar de que las había recorrido todas en busca del hostal. No obstante, tampoco había de que preocuparse, había bastante día para preocuparse por eso, y ahora lo que más acuciaba era el hambre. Dejándose guiar más por el olfato que por la vista empezó a caminar atento a todos los puestos de comida.
Después de mucho ir y venir, Oxama encontró un albergue donde pasar la noche, poco más que un dormitorio, pero no necesitaba otra cosa. Reservó la habitación, soltó su equipaje y se tomo una pastilla para la cabeza. Posteriormente salió de nuevo a dar un paseo, ya sin el peso en la espalda ni la cabeza, dispuesto a inflarse en cualquier bar.
Las calles no le sonaban, a pesar de que las había recorrido todas en busca del hostal. No obstante, tampoco había de que preocuparse, había bastante día para preocuparse por eso, y ahora lo que más acuciaba era el hambre. Dejándose guiar más por el olfato que por la vista empezó a caminar atento a todos los puestos de comida.
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