Un día Soleado [Rol Libre]

Definitivamente hoy no era mi día, no, era el día de "Matemos al bocazas de las pistolas". Claramente esta nueva chica no iba a ser menos y apareció mi careto en su punto de mira.
-Woo... una buena amenaza y encima usas tu cargo para meterme en un lió, a mi, un pobre turista que casi muere en una "accidental" explosión. Eres mala...-
Al girarme para comprobar el accidente vi como el restaurante ya no ardía y al volver la vista a la chica esta se encontraba acompañada por un joven de cabellos negros y cara rasgada. Y como si tuviera un cartel de neón gigante sobre la cabeza en el que pusiera "Ven y jodeme" el chico pelirrojo apareció y me dijo algo únicamente a mi y, maldita sea, tenia razón, y en el fondo esperaba que se equivocase de lo contrario esta soleada y tranquila playa de calmado mar seria lo ultimo que vería. Que asco, no podría venir una preciosa y horrible tormenta para asistir a mi funeral. Tras sus palabras el pelirrojo saludo extrañamente a la chica y se marchó. Todo muy raro, pero dados los acontecimientos, lo más normal.

Y se hizo la hora, entre los árboles del bosque apareció él, con paso relajado: la personificación masculina del espíritu Ker. El que no hace mucho fue mi salvador, luego mi destructor y ahora mi ejecutor. Le seguía el otro espíritu Ker, la joven pelirroja que deseaba mi muerte más que nadie. El joven trajeado llegó hasta nuestra posición. Me aclaró ligeramente lo sucedido y, de nuevo, con su espada llameante gritando mi nombre. Me pidió una disculpa, la cual, fuese cual fuese no salvaría mi vida. Esta vez no podía abrir la boca y soltar cualquier tontería, por alguna razón, que lo que dijese dependiera mi próximo minuto de vida hizo que cambiara el modo en el que solía decir las cosas y hablara con algo de respeto, extraño, yo con respeto. Pero aquel trajeado en parte se lo había ganado.
-¿Disculparme? será por lo de sádica. Si, comprendo que esa palabra puede resultar ofensiva y más aun si no lo eres. Entonces, si no me equivoco debo disculparme por malinterpretar la sonrisa de la joven pelirroja al rebanar de un corte el brazo de un pobre ladrón. Creo que ya llevó más de tres segundos y aun no me e disculpado, en verdad pienso que no hace falta ya que has dicho que mi muerte vendrá diga lo que diga. Pero, ¿sabes? lo haré, pero siento decir que no por ella, sino por ti, pues me a salvado la vida a pesar de no saber quien soy y ahora bruscas mi muerte únicamente lo haces por tu amor- Sabiendo que mi actuación había finalizado y no queriendo irme de cualquier manera, me dispuse a quitarme la gabardina y dejarla doblado en el suelo. Vacié los bolsillo de mis pantalones, sacando de ellos tuercas, tornillos de distintos tamaños y destornilladores y los dejé ordenados en el suelo.
-Más de tres segundos si no he calculado mal.- me coloqué ante aquel que portaba mi muerte tirando tras de mi mis pistolas. Coloque las manos tras mi espalda y me erguí adquiriendo una pose militar.
-Casi se me olvida... me gustaría un funeral a lo vikingo.-

Los ojos de la pelirroja se clavaron en los de aquel moreno. Al parecer era hermano de Ushio, y ella no estaba enterada de ello. No le molestó mucho, total, ni siquiera había preguntado nunca si su chico tenía familia. Las palabras de aquel hombre la hicieron sonreír de lado. Tan sólo debía inventarse un intento de asesinato por parte del otro. Las personas del bar estaban lejos, y claramente habrían escuchado los disparos. Estaba claro que no conocían bien la forma de pensar de la chica. Encima tenía de su parte el voto de confianza de Cooper, estaba a salvo de estupideces. Por ello, mostró una sonrisa siniestra. El comentario sobre su trasero, la hizo fruncir el ceño, y llevar la mano a la vaina de su arma, pero aquel tipo salió echando chispas. Su velocidad era impresionante, pero nada que hiciera envidiar a su técnica especial. De hecho, no tardó mucho en concentrarse.

Pudo formar un pequeño resplandor verde, pero enseguida lo anuló. Su técnica estaba lista por fin, el poder de su canalización había regresado. Ahora podía realizar un ataque mortal, y encima no dejar espectadores. Mientras pensaba en su precioso poder, sintió como la abrazaban. Abrió los ojos un poco, quedando impresionada al sentir al moreno. Había dicho bien claro que eso era después, pero al parecer no pudo contenerse, de hecho, ella tampoco. También correspondió, aunque soltando un suspiro. El trabajo no estaba hecho por el momento, y por ello no se sentía del todo cómoda. En ese momento el chico trató de agarrarla de la mano, cosa que ella permitió, entrelazando sus dedos con los de él, pero cuando trató de caminar a la playa, se soltó. Le miró de forma un poco seria, y negó un par de veces. – Lo siento pero no. Si yo voy, lo mataré con mis propias manos. – En ese momento se sentó en una rama, dónde podía ver todo perfecto. Desde allí observaría el espectáculo que iba a desembocarse.

En ese momento el moreno caminó hasta el pistolero. Al parecer había más personas de lo normal. Su objetivo era la muerte de aquel tipo, o al menos la disculpa y la herida. Si Ushio se ponía en plan buena persona, ella misma ejecutaría a su presa. Entrecerró los ojos despacio, colocando su espalda contra la corteza de uno de los árboles. En ese momento comenzaron a hablar entre ellos, pero desde allí no escuchaba muy bien lo que decían. No habría forma de engañarla, se pensaba acercar ella misma más tarde. De ese modo comprobaría todo. De todas formas, no pensaba que Ushio quisiera engañarla, por su bien. Era demasiado lista para algunas cosas. Se estiró un poco, quitándose la sudadera, y quedando sólo con un sujetador rojo en la parte superior. Sus ataques de provocación surgían de la nada. De todas formas, no pensaba acercarse por el momento. Estaba muy cómoda allí sentada, observando el panorama de la mejor forma posible. Tenía buenos asientos en primera fila.

Los rojizos ojos de la muchacha continuaban observando todo lo que pasaba. Al parecer había más personas reunidas allí, pero ella no le quitaba la vista de encima al moreno. Se puso a hablar con la otra mujer, cosa que no le importó. Pero no hacía nada más. Esperaba con ansias el corte al pistolero, al parecer no era capaz, pero sí lo era para parar el de ella. La pelirroja en ese momento entrecerró los ojos, manteniendo la vista puesta en ellos. Harta, esa era la palabra que estaba buscando. Mucha palabrería de Ushio, pero al fin y al cabo, todo había sido mentira. La chica apretó los dientes con fuerza, estando casi a punto de rompérselos. Frunció el ceño de nuevo, notando como el corazón el palpitaba debido a la furia que contenía. Iba a hacer una locura, y tenía su poder listo para usarlo. Tan sólo debía de esperar el momento adecuado para realizar ella misma el corte. Esta vez iba a ir directa al cuello, sin esperar más tonterías ni confiar en nadie. Estaba claro que nadie podía entenderla, y por ello lo mejor era desaparecer una temporada. Se colocó en pie, a punto de empezar a caminar hacia donde estaban los demás.

En ese momento vio algo que la impresionó. El hombre alto que, al parecer era el hermano de Ushio, trató de tomar del cuello de la camisa al pistolero. Después voló hacia ella, con toda la intención de colocarlo en frente. La pelirroja sintió admiración y odio al mismo tiempo. Ese zoquete que había mencionado su culo, estaba haciendo lo que el otro moreno no hizo. Cuando dijo lo de los agentes, rápidamente apartó la mano de la funda de la katana. Con ellos allí podía meterse en un buen lío. Se estaría refiriendo a él ¿La mujer sería el otro? No podía quedarse mucho. Después se acercó de nuevo Ushio. La chica directamente miró a otro lado, con un rostro inexpresivo totalmente. Él se puso a amenazar y todo eso, pero por el momento el tipo de las pistolas no tenía ni un solo arañazo. Ella simplemente se quedó mirando al hombre que había tenido el valor de usar la fuerza física al menos para llevarlo ante ella. Aunque le jodió un poco que fuera un tipo que no la dejaría matar. Encima era usuario de una bestia alada, una clase temible. Pero no le tenía miedo. El problema es que podían aliarse todos contra ella, y eso no le convenía.

Milena entonces agachó la cabeza, alzándola después. Miró fijamente al moreno de dos metros y pico de altura, y le habló en un tono serio y en un tono bajo. – Gracias, pero eso no te tocaba a ti. No es necesario lo anterior, que este cobarde se pudra. El mundo no es tan pequeño. – Miró entonces al pistolero. Aquello había sido una indirecta de que ya lo pillaría. En ese momento caminó unos metros, alejándose de todos, y desenvainando su espada. Notaba un intenso dolor en el pecho. Ushio la había fallado de nuevo. Debía llevar todo eso a otro sitio y, sin pensárselo se atravesó la katana así misma por la zona del hombro izquierdo. La sangre bañó su espada, comenzando a bajar por su brazo hasta la mano. Ella, notó el mayor de los dolores apoderarse de ella. Lejos de gritar, miró a todos con una expresión siniestra y sonriente al mismo tiempo. Las gotas del líquido carmesí, Iban directas al suelo. – Me marcho de la isla, cuídense. – Mencionó falsamente. Después activó su técnica especial, saliendo despedida a una dirección al azar. Su velocidad era impresionante. Dejó un destello verde y eléctrico a su paso.

Una vez estuviera lo suficiente lejos, se frenaría. Total, no podía estar mucho tiempo moviéndose, y tan sólo un desplazamiento. Entonces se haría un vendaje improvisado con la sudadera. Después comenzaría a caminar tranquilamente, rumbo a otra zona de la playa. Era el momento de irse, y ya pillaría un barco usando sus armas de mujer. Total, no iba a sacrificarse por alguien que no lo hacía por ella. Más le valía a Ushio no buscarla durante una buena temporada. En su isla no iba a estar, tenía otros planes. Su siguiente objetivo era buscar a Cooper para hablar con él.

"Soy un imbécil. ¿En serio iba a morir de aquella manera? Un par de trabajos poco legales y una constante escasez de dinero, ni siquiera he llegado a tener mi propio taller. Puede que en otra vida." Estaba allí esperando a mi verdugo el cual se hacia de rogar, parecía aun dudoso de su acto hasta que apareció la joven morena que se junto al moreno y actuó de consejera. Empezó a reprocharle lo que iba hacer con mi persona y le propuso otra solución: mis manos y mi lengua. Abrí la boca para protestar ante semejante idea pero una criatura apareció de la nada dejándome sin palabras pero aun con la boca abierta. Un gigantesco lagarto humanoide se posó frente a mi, interesado por mi ultima petición, me cogió de la camisa violentamente y me sacó de allí alzando el vuelo.
-Mis cosaaass...
De un tirón no menos agradable que cuando me cogió fui lanzado. Aterricé bruscamente y empecé a limpiarme la tierra mientras me levantaba. Alcé la cabeza y allí estaba. La que mas deseaba mi muerte, la que le había otorgado el deseo de venganza al moreno: la pelirroja. El lagarto gigante se dirigió a mi, me pidió no muy amablemente mi disculpa, de lo contrario olvidaría mi ultima petición y, como había dicho la otra chica, me acusarían de cargos que no había cometido. "Joder, otra vez? Si es a mi a quien están intentando matar y ya llevo media hora esperando mi ajusticiamiento. Tengo que actuar."
-Eeh... pues- Pero una vez más fui interrumpido, mi verdugo apareció en escena recordándome que dijera lo que dijera no saldría de aquella isla. -A eso iba, por dios, el caso es no dejarme hablar. ¿Seguro que queréis mi disculpa?- Pero de nuevo la joven pelirroja habló callándome, por supuesto. Miró al moreno y se dirigió al moreno con unas palabras que no terminé de entender. Tras aquello me dedicó una fría mirada.

La situación se ponía cada vez más tensa, ahora dudaba quien portaría el arma que acabaría con mi vida, y creo que eso me asustaba. Extraño, no temía a la muerte, no más que al proceso en sí. Finalmente la chica pelirroja desenvainó, al parecer volvíamos al principio, aquella que primero, en este día al menos, deseó mi muerte seria la que me la arrebataría. Pero la chica se alejó y con un simple gesto cambió todo mi parecer, la pelirroja se atravesó un hombro con su propia katana, ningún grito, ninguna lágrima solo una mirada acompañada de una sonrisa mientras la sangre recorría su brazo. Simplemente después de aquello se despidió y en un abrir y cerrar de ojos se esfumó.
-¿Soy el único que ha visto eso? Ha sonreído después de autolesionarse y no una leve lesión. ¿Estáis seguros de que no es una sádico y todo esto ha sido error vuestro?- me levanté y mire a los dos chicos que se encontraban conmigo -Bueno, como veis la que tanto deseaba mi muerte finalmente se ha ido, a falta de una de las piezas importantes de esta reunión yo la daría por concluida.- Dicho aquello me alejé del lugar camino a la playa en donde se encontraban mis cosas. -En fin, un placer conoceros, quizás nos encontremos y tomemos algo, pero mejor que no sea otro restaurante.

Camine hasta la playa pensando en las palabras de la pelirroja, no se si las entendí bien, pero sonreí pensando que algún día volveríamos a encontrarnos y que llegado el momento estaría a su altura en combate. Al llegar me encontré con la chica morena junto a mis cosas, mientras me acercaba levante mis manos y le saque la lengua.
-Mida aun laz tengo.- recogí todas mis pertenecías, me puse la gabardina, metí en los bolsillos tuercas, tronillos, destornilladores y pistolas. Empecé a marchar camino al centro de la isla y me gire, mirando a la joven fijamente con una seriedad impropia de mi. -Esto no volverá a ocurrir, nunca más dejaré las armas en el suelo.- y como si de una mascara se tratara, me quite la seriedad del rostro y sonreí gratamente. -Hasta la próxima.

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