Zaheera Mana-Grousse
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Hace 1 año.
Era una tarde de cielo despejado justo como esa cuando Zaheera escuchó por primera vez la historia de Montblanc Noland, el mentiroso contada por su padre y desde entonces había perdido la cuenta de cuantas veces había leído sus aventuras. Noland, se había convertido en su héroe de infancia y explorar nuevos mundos se convirtió desde entonces en su más preciado sueño.
Por eso no era de extrañarse que el primer destino que Zaheera eligió tras ser tomada por muerta fuera la tierra donde nació y murió su ídolo: El Reino de Lyneel.
El viaje había sido calmado una vez salieron de Grand Line, tal como había leído en muchos libros de cartografía aquellos mares eran mucho más tranquilos de los que ella conocía y el Gobierno Mundial tenía una presencia mucho más fuerte, por lo que Zaheera se sentía completamente a salvo. Lo que no era nada bueno.
Caminaba con una cámara de fotografías colgada en su pecho para retratar su visita a aquel lugar que tantas veces había soñado con conocer, unas gafas de sol y su cabello negro suelto. Estaba vestida con los atuendos típicos de su país, en pocas palabras su presencia la delataba como una típica turista, que llamaba la atención. Y aunque aquellos eran mares muy tranquilos, no estaban exentos de malhechores, como esos dos que la seguían escondidos entre las sombras, esperando un momento para llevarse una buena recompensa.
Era una tarde de cielo despejado justo como esa cuando Zaheera escuchó por primera vez la historia de Montblanc Noland, el mentiroso contada por su padre y desde entonces había perdido la cuenta de cuantas veces había leído sus aventuras. Noland, se había convertido en su héroe de infancia y explorar nuevos mundos se convirtió desde entonces en su más preciado sueño.
Por eso no era de extrañarse que el primer destino que Zaheera eligió tras ser tomada por muerta fuera la tierra donde nació y murió su ídolo: El Reino de Lyneel.
El viaje había sido calmado una vez salieron de Grand Line, tal como había leído en muchos libros de cartografía aquellos mares eran mucho más tranquilos de los que ella conocía y el Gobierno Mundial tenía una presencia mucho más fuerte, por lo que Zaheera se sentía completamente a salvo. Lo que no era nada bueno.
Caminaba con una cámara de fotografías colgada en su pecho para retratar su visita a aquel lugar que tantas veces había soñado con conocer, unas gafas de sol y su cabello negro suelto. Estaba vestida con los atuendos típicos de su país, en pocas palabras su presencia la delataba como una típica turista, que llamaba la atención. Y aunque aquellos eran mares muy tranquilos, no estaban exentos de malhechores, como esos dos que la seguían escondidos entre las sombras, esperando un momento para llevarse una buena recompensa.
Aetiel
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Tiempo atrás, bastante antes de unirse a la Hermandad, Aetiel se dedicaba a recorrer todas las islas del North Blue sin un rumbo fijo. En una de sus muchas paradas llegó al Reino de Lvneel, un lugar que seguía viviendo con lo que el pelinegro entendía como antiguas costumbres, era gobernado por un monarca y el tema de la caballería seguía en pie tan fuerte como en sus inicios. El pelinegro había conseguido llegar como integrante de un pequeño barco mercante donde necesitaban de un navegante ante la incapacidad de la persona que ocupaba ese puesto, Aetiel simplemente se había ofrecido con la única condición de que una vez en su destino los abandonaría.
Cuando el muchacho llegó a la isla vestía su atuendo habitual, pantalones y chaqueta negra de traje, con una camisa blanca acompañada de una corbata roja que le llegaba hasta el ombligo. El propio Aetiel no tardó mucho en darse cuenta de que llamaba demasiado la atención, aunque para su sorpresa los lugareños no parecían darle demasiada importancia, como si estuvieran acostumbrado a ello.
- Haré mi habitual paseo de reconocimiento - Tras unos segundos el joven reanudó su marcha de manera simultánea a lo que parecía ser un grupo de turistas que habían llegado en uno de los muchos barcos que se encontraban en el puerto de la gran capital. Mientras caminaba junto a uno de los pequeños grupos de turistas a los oídos del pelinegro llegó lo que parecía ser un relato típico de esa isla y que tenía bastante éxito entre los turistas, tardó todavía un poco en reconocer la historia, era una que su tío le había contado cuando era solamente un crío, el mentiroso Noland.
- Ese rey era un idiota, dejare engañar por un hombre como ese Noland - Al pelinegro siempre le había parecido que los protagonistas de esa historia eran bastante ingenuos y estúpidos. - Solo debes creer en lo que veas con tus propios ojos - .
Cuando el muchacho llegó a la isla vestía su atuendo habitual, pantalones y chaqueta negra de traje, con una camisa blanca acompañada de una corbata roja que le llegaba hasta el ombligo. El propio Aetiel no tardó mucho en darse cuenta de que llamaba demasiado la atención, aunque para su sorpresa los lugareños no parecían darle demasiada importancia, como si estuvieran acostumbrado a ello.
- Haré mi habitual paseo de reconocimiento - Tras unos segundos el joven reanudó su marcha de manera simultánea a lo que parecía ser un grupo de turistas que habían llegado en uno de los muchos barcos que se encontraban en el puerto de la gran capital. Mientras caminaba junto a uno de los pequeños grupos de turistas a los oídos del pelinegro llegó lo que parecía ser un relato típico de esa isla y que tenía bastante éxito entre los turistas, tardó todavía un poco en reconocer la historia, era una que su tío le había contado cuando era solamente un crío, el mentiroso Noland.
- Ese rey era un idiota, dejare engañar por un hombre como ese Noland - Al pelinegro siempre le había parecido que los protagonistas de esa historia eran bastante ingenuos y estúpidos. - Solo debes creer en lo que veas con tus propios ojos - .
Ragnar Asborn
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Después de todo lo sucedido en aquella isla hace unos días… la verdad es que no tenía muchas ganas de pelear ni nada por el estilo, tan solo quería disfrutar de la tranquilidad de aquel pueblo alejado de malhechores y piratas, nada más ni nada menos. A pesar de no querer luchar, llevaba mis tres es padas junto a mí, como de costumbre sujetas por una faja verde en mi cintura. No querer problemas no significa que no vayas a tenerlos, siempre tienes que ir armado por si acaso… pues mejor matar que morir… al menos desde mi punto de vista.
Yo iba vestido como la mayoría de ocasiones: con mi bandana verde en la cabeza, el collar de tres piedras verdes en el cuello, una camisa blanca de tirantes algo ancha, la faja en la cintura, protectores marrones en los antebrazos, unos pantalones negros, largos y bastante más anchos que la camisa y por último unas botas ligeramente altas y también marrones.
Salí de la habitación del hotel en el que me hospedaba y me dirigí hacía el puerto, escuché que allí había un bar donde hacían una cerveza espectacular y aquello era algo que no iba a perderme. Antes de llegar, me encontré con un grupo de turistas a los cuales les estaban contando la historia del mentiroso Noland, la verdad es que él siempre me pareció alguien digno de ganarse mi admiración. Fuera de la multitud, escuché a alguien decir algo, algo relacionado con la historia, al parecer no creía que Noland dijera la verdad, sin pensármelo dos veces, me acerqué a él y ligeramente molestado, le dije un par de cosas.
-¿Oye tú, que te pasa con Noland? – La verdad es que el sujeto iba vestido bastante diferente a todos los demás, con un traje negro, camisa blanca y corbata roja, debería de ser un extranjero.
Yo iba vestido como la mayoría de ocasiones: con mi bandana verde en la cabeza, el collar de tres piedras verdes en el cuello, una camisa blanca de tirantes algo ancha, la faja en la cintura, protectores marrones en los antebrazos, unos pantalones negros, largos y bastante más anchos que la camisa y por último unas botas ligeramente altas y también marrones.
Salí de la habitación del hotel en el que me hospedaba y me dirigí hacía el puerto, escuché que allí había un bar donde hacían una cerveza espectacular y aquello era algo que no iba a perderme. Antes de llegar, me encontré con un grupo de turistas a los cuales les estaban contando la historia del mentiroso Noland, la verdad es que él siempre me pareció alguien digno de ganarse mi admiración. Fuera de la multitud, escuché a alguien decir algo, algo relacionado con la historia, al parecer no creía que Noland dijera la verdad, sin pensármelo dos veces, me acerqué a él y ligeramente molestado, le dije un par de cosas.
-¿Oye tú, que te pasa con Noland? – La verdad es que el sujeto iba vestido bastante diferente a todos los demás, con un traje negro, camisa blanca y corbata roja, debería de ser un extranjero.
Zaheera Mana-Grousse
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Akuma no mi
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En una de las esquinas de la ciudad un grupo que parecían ser guías recitaban la historia del Mentiroso Noland, una versión light para turistas. Zaheera pasó de ellos, conocía la historia de pies a cabeza y no le interesaba ponerse a discutir con los que se dedicaban la vida a desmeritar los valiosos hallazgos del explorador. A juzgar por la vestimenta de los presentes, era fácil pensar que el variopinto grupo se trataba de turistas como ella.
Un joven vestido de negro y corbata roja no dudó en expresar su opinión sobre la historia, llamando la atención de los oyentes que miraron con desaprobación al joven. En especial de otro turista que parecía mas un mercenario por la forma en que vestía. El tono de ambos era bastante agresivo y la gente a su alrededor se alejó de ellos por miedo a que se desarrollara una pelea en medio de la calle.
Para ella no importaba si Noland era o no un mentiroso, lo valioso de la historia era el valor de asumir riesgos y explorar el mundo, sin importar lo que dijeran los demás. - ¡Hey! - gritó Zaheera intentando llamar la atención de los dos hombres. - Calmaos un poco. Están asustando a todo el mundo. Corbata, si no te gusta la historia puedes seguir caminando. - dijo la pelinegra al chico que había hablado primero. Luego dirigiendose al otro le pregunto. - y tu piedritas, ¿En serio vas a armar un problema por una opinión como esa? todo el mundo tiene derecho a decir lo que piensa. -
Un joven vestido de negro y corbata roja no dudó en expresar su opinión sobre la historia, llamando la atención de los oyentes que miraron con desaprobación al joven. En especial de otro turista que parecía mas un mercenario por la forma en que vestía. El tono de ambos era bastante agresivo y la gente a su alrededor se alejó de ellos por miedo a que se desarrollara una pelea en medio de la calle.
Para ella no importaba si Noland era o no un mentiroso, lo valioso de la historia era el valor de asumir riesgos y explorar el mundo, sin importar lo que dijeran los demás. - ¡Hey! - gritó Zaheera intentando llamar la atención de los dos hombres. - Calmaos un poco. Están asustando a todo el mundo. Corbata, si no te gusta la historia puedes seguir caminando. - dijo la pelinegra al chico que había hablado primero. Luego dirigiendose al otro le pregunto. - y tu piedritas, ¿En serio vas a armar un problema por una opinión como esa? todo el mundo tiene derecho a decir lo que piensa. -
Aetiel
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Los comentarios del pelinegro parecieron no agradar a la mayoría de los que lo rodeaban, pero como había sido siempre, a él tampoco le importaba demasiado lo que pensaran los demás sobre él y no le daba mucha importancia a los comentarios que hacían sobre su persona. Trató de abandonar el puerto sin darles más importancia de la que tenían cuando un tipo que no vestía nada elegante se detuvo frente a él para hablarle directamente.
- Creo que fuiste el único que no ha oído bien, con Noland no tengo problemas, él solo tuvo mala suerte - Aetiel respondía con su habitual tono despreocupado y distante - Solo pienso que el rey fue un ingenuo - Después de una breve pausa el pelinegro finalizó su respuesta y trató de dejar atrás al que se le había cruzado, no tenía intención de montar una espectáculo en ese lugar, no después de su anterior experiencia en Lvneel.
Debido al alboroto que habían formado el pelinegro y el tipo de vestimenta ordinaria alguien más hizo su aparición para intervenir en la conversación - ¿Es que siempre que vengo a esta isla me tiene que pasar algo? - Aetiel se sentía molesto ante la mala fortuna que le acompañaba cada vez que pisaba el lugar donde ahora se encontraba.
- Ojo-parchado tiene razón - Dejando bien claro que no le había hecho gracia el apodo que había usado esa mujer, Aetiel se dirige hacia el interior de la taberna más cercana (la que dijo Ragnar).
- Creo que fuiste el único que no ha oído bien, con Noland no tengo problemas, él solo tuvo mala suerte - Aetiel respondía con su habitual tono despreocupado y distante - Solo pienso que el rey fue un ingenuo - Después de una breve pausa el pelinegro finalizó su respuesta y trató de dejar atrás al que se le había cruzado, no tenía intención de montar una espectáculo en ese lugar, no después de su anterior experiencia en Lvneel.
Debido al alboroto que habían formado el pelinegro y el tipo de vestimenta ordinaria alguien más hizo su aparición para intervenir en la conversación - ¿Es que siempre que vengo a esta isla me tiene que pasar algo? - Aetiel se sentía molesto ante la mala fortuna que le acompañaba cada vez que pisaba el lugar donde ahora se encontraba.
- Ojo-parchado tiene razón - Dejando bien claro que no le había hecho gracia el apodo que había usado esa mujer, Aetiel se dirige hacia el interior de la taberna más cercana (la que dijo Ragnar).
- off:
- Mi pj es un poco meh, no quiero ofender a nadie tan solo trato de ser fiel a él
Ragnar Asborn
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Lo que me respondió aquel sujeto me puso más molesto aún, aunque podría haberlo estado mucho más si sus palabras hubieran sido otras. -¿Mala suerte? – Dije mientras apretaba mis dientes con fuerza. –A lo que tú llamas mala suerte, yo lo llamo gente como tú. Gente con los pies demasiados anclados a la tierra, faltos de sueños e ilusiones, pájaros sin alas que se dedican a arrancar las alas de los demás para que tampoco puedan volar. – Normalmente yo no estaría hablando tanto, o directamente no estaría hablando, pero Noland era un hombre por el que merecía la pena alzar la voz.
De golpe, alguien más apareció en escena, una mujer con lo que parecía ser un parche en el ojo. Ella empezó a gritar y nos dijo que nos calmáramos, seguidamente nos “dedicó” una frase a cada uno acompañada de un mote improvisado. Yo dejé de lado al tío del traje y clavé mi mirada en ella para responder a la pregunta que me había hecho. – Todo el mundo tiene ese derecho, sí, pero eso no quiere decir que estén en lo cierto. Noland fue un gran hombre, alguien fiel a sus ideales hasta el día de su muerte, alguien que murió por ellos sin importarle que los demás le llamaran loco o mentiroso. Y alguien como él. –Dije mientras apuntaba con la mirada al hombre de corbata. – No tiene derecho alguno a hablar así de alguien como Noland.
De golpe, alguien más apareció en escena, una mujer con lo que parecía ser un parche en el ojo. Ella empezó a gritar y nos dijo que nos calmáramos, seguidamente nos “dedicó” una frase a cada uno acompañada de un mote improvisado. Yo dejé de lado al tío del traje y clavé mi mirada en ella para responder a la pregunta que me había hecho. – Todo el mundo tiene ese derecho, sí, pero eso no quiere decir que estén en lo cierto. Noland fue un gran hombre, alguien fiel a sus ideales hasta el día de su muerte, alguien que murió por ellos sin importarle que los demás le llamaran loco o mentiroso. Y alguien como él. –Dije mientras apuntaba con la mirada al hombre de corbata. – No tiene derecho alguno a hablar así de alguien como Noland.
Zaheera Mana-Grousse
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Zaheera no creía que el Rey de Noland fuera ingenuo, para ella la "Ambición" del Rey lo había cegado y eso había llevado al destino trágico del Héroe explorador. "Corbata" zafó de la conversación y les dio la espalda. Sin él hombre presente, "piedras" dedicó su atención a Zaheera. Sus palabras no estaban falta de razón y ella estaba completamente de acuerdo con el sujeto, aunque su actitud era demasiado agresiva para el gusto de la chica. - Yo estoy de acuerdo contigo - respondió ella, - pero estaban asustando a la gente - susurró, antes de que "corbata" le dijera algo sobre su parche.
Zaheera alzó su ceja contrariada y molesta por el comentario sobre su ojo se apresuró a seguirlo. Una cosa era referirse a una persona por su vestimenta, pero otra cosa muy diferente era referirse a los rasgos de las personas. - Tienes razón, no tiene derecho alguno a hablar así de nadie.- confirmó antes de entrar también a la taberna.
Lo alcanzó antes de que pasará la puerta y le tocó el hombro derecho con insistencia. - ¿Que me dijiste? - le preguntó sin ocultar su molestia.
Zaheera alzó su ceja contrariada y molesta por el comentario sobre su ojo se apresuró a seguirlo. Una cosa era referirse a una persona por su vestimenta, pero otra cosa muy diferente era referirse a los rasgos de las personas. - Tienes razón, no tiene derecho alguno a hablar así de nadie.- confirmó antes de entrar también a la taberna.
Lo alcanzó antes de que pasará la puerta y le tocó el hombro derecho con insistencia. - ¿Que me dijiste? - le preguntó sin ocultar su molestia.
Aetiel
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Aetiel habia dado por zanjada la conversación cuando reanudó su marcha hacia la taberna, pero al parecer los que habían mantenido una "conversación" con él seguían con ganas de charlar más, cosa que al pelinegro le importaba más bien poco e ignorándolos prosiguió con su camino a la vez que se encendía un cigarrillo. Mientras caminaba todavía escuchaba como esos dos sujetos, el que vestía raro y la mujer del parche, seguían hablando sobre el pelinegro que simplemente le daba unas caladas al cigarrillo.
- Todo no es tan sencillo como para estar todo el rato hablando de sueños... este mundo es muy cruel - Las palabras de esos dos habían hecho que el pelinegro recordara algunos sucesos que habían ocurrido mucho tiempo atrás, fueron unos escasos segundos lo que tardaría Aetiel en regresar al momento actual para con una nueva calada dejar atrás sus ambiguos pensamientos.
Cuando estaba por entrar al interior de la taberna, pensando que había dejado atrás todo el alboroto que habían montado y que al fin lo dejarían en paz, Aetiel se preparaba para entrar en el local donde se tomaría alguna bebida bien fría cuando sería la mujer la que de nuevo se cruzaba en su marcha hacia el ansiado refrigerio. Daba la sensación de encontrarse algo molesta aunque el muchacho no sabía muy bien cual sería la causa de su enfado.
- Perdona, ¿cuál es el problema? - Había acabado de fumarse el cigarrillo cuando la mujer lo había interceptado, lo lanzaría al suelo para pisarlo y así apagarlo, una vez hecho eso volvería a prestar atención a la mujer para ver cual era su problema.
- Todo no es tan sencillo como para estar todo el rato hablando de sueños... este mundo es muy cruel - Las palabras de esos dos habían hecho que el pelinegro recordara algunos sucesos que habían ocurrido mucho tiempo atrás, fueron unos escasos segundos lo que tardaría Aetiel en regresar al momento actual para con una nueva calada dejar atrás sus ambiguos pensamientos.
Cuando estaba por entrar al interior de la taberna, pensando que había dejado atrás todo el alboroto que habían montado y que al fin lo dejarían en paz, Aetiel se preparaba para entrar en el local donde se tomaría alguna bebida bien fría cuando sería la mujer la que de nuevo se cruzaba en su marcha hacia el ansiado refrigerio. Daba la sensación de encontrarse algo molesta aunque el muchacho no sabía muy bien cual sería la causa de su enfado.
- Perdona, ¿cuál es el problema? - Había acabado de fumarse el cigarrillo cuando la mujer lo había interceptado, lo lanzaría al suelo para pisarlo y así apagarlo, una vez hecho eso volvería a prestar atención a la mujer para ver cual era su problema.
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Al parecer aquella mujer estaba conmigo, aunque la verdad me daba igual, no estaba allí para hacer amigos, de todos modos me alegraba que hubiera alguien con algo de cabeza por aquella isla. Seguidamente ella me dijo algo sobre la gente, pero no le presté atención, estaba más concentrado en las palabras que estaban saliendo en aquellos mismos instantes de los labios de la corbata con patas. La verdad es que tenía parte de razón en lo que dijo, el mundo era cruel y por el tono con lo que lo dijo, suponía que lo sabía tan bien como yo. No obstante… es la crueldad de la vida la que nos hace soñar, la que nos hace imaginar llegar a sitios imposibles… Esa era una de las cosas que mejor me inculcó mi maestro, la importancia de los sueños. Aún recuerdo muy bien lo que me solía decir cada vez que me comportaba de la misma forma de la que lo estaba haciendo el chico del traje: “Cuanto más negra sea la vida, más blancos deben de ser nuestro sueños.”
El volver a repasar aquella frase en mi mente me calmó, se me pasaron por completo las ganas de discutir contra aquel tipo, la verdad es que en aquel mismo instante no lo veía como más que una gran pérdida de tiempo. Mi cuerpo volvió a tranquilizarse y yo me olvidé por completo del tema, ahora tan solo quería hacer a lo que había venido, probar esa cerveza de la que tanto hablaban. Al entrar al bar me volví a topar con aquellos dos individuos, se encontraban en la puerta, pero simplemente los ignore, ya me había cansado de eso. Entré en el local y pedí una gran jarra de cerveza, la cual me sirvieron escasos segundos después, bien fría y con la espuma perfecta, me la llevé a la boca y le di un largo trago.
El volver a repasar aquella frase en mi mente me calmó, se me pasaron por completo las ganas de discutir contra aquel tipo, la verdad es que en aquel mismo instante no lo veía como más que una gran pérdida de tiempo. Mi cuerpo volvió a tranquilizarse y yo me olvidé por completo del tema, ahora tan solo quería hacer a lo que había venido, probar esa cerveza de la que tanto hablaban. Al entrar al bar me volví a topar con aquellos dos individuos, se encontraban en la puerta, pero simplemente los ignore, ya me había cansado de eso. Entré en el local y pedí una gran jarra de cerveza, la cual me sirvieron escasos segundos después, bien fría y con la espuma perfecta, me la llevé a la boca y le di un largo trago.
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Mientras se acercaba al muchacho con ganas de darle un buen golpe escuchó la última frase, y de repente toda su rabia se había marchado. Tenía razón, el mundo donde vivían, seguía siendo el mismo mundo en que su héroe, presa de la ambición y crueldad de un hombre con poder había sido eliminado del mundo y su memoria manchada para toda la eternidad. Si, aquel era un mundo cruel y sin sentido en donde moría gente inocente, donde los poderosos podían hacer lo que quisieran sin tener ninguna consecuencia.
- Ninguno.- respondió al muchacho, algo apenada por su falta de tacto. Se había exasperado por la actitud de un hombre al que no conocía, y ella misma había sido descortés y grosera. Sintió que debía cambiar aquella mala imagen así que miró al chico con su único ojo y le sonrió. - Vamos, te invito un trago... a nombre de Noland. ¿Te parece? - preguntó intentando cambiar la atmósfera del grupo, aunque faltaba algo mas que hacer. - Me llamo Zaheera, ¿cual es tu nombre "corbata"? - esperaba que no lo tomara a mal, despues de todo había ido a aquella isla a pasarlo bien y no ha buscar problemas con extraños.
- Ninguno.- respondió al muchacho, algo apenada por su falta de tacto. Se había exasperado por la actitud de un hombre al que no conocía, y ella misma había sido descortés y grosera. Sintió que debía cambiar aquella mala imagen así que miró al chico con su único ojo y le sonrió. - Vamos, te invito un trago... a nombre de Noland. ¿Te parece? - preguntó intentando cambiar la atmósfera del grupo, aunque faltaba algo mas que hacer. - Me llamo Zaheera, ¿cual es tu nombre "corbata"? - esperaba que no lo tomara a mal, despues de todo había ido a aquella isla a pasarlo bien y no ha buscar problemas con extraños.
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Mientras apagaba el cigarrillo pasaron varias cosas frente a los ojos del pelinegro, primero todo el alboroto que se había producido apenas unos minutos antes parecía haberse calmado, y segundo, la mujer que se había acercado con gesto intimidante hacia el pelinegro parecía haber cambiado de opinión y lo invitaba a una copa. Ante la invitación el pelinegro tan solo se limitó a asentir ya que entendía que no habría otra manera de escapar de esa situación y le daba bastante pereza intentar hacerlo por su cuenta.
- Aetiel - El muchacho respondería en un tono bastante bajo y algo nervioso ante la nueva actitud de la mujer, que se había presentado como Zaheera. La verdad es que le había pillado totalmente por sorpresa ese cambio de actitud aunque no le daría mayor importancia de la necesaria y entraría hacia el interior del local para buscar un lugar donde tomar un trago.
- Aquí estará bien - Es lo que pensó el pelinegro al encontrar un hueco en la barra del bar. Aetiel no se había dado cuenta aún pero se habían situado a escasos centímetros del tercero en discordia en la discusión que tuvo lugar hace unos segundos.
- Una cerveza, ¿y qué quieres tomar? - Estaba claro que Zaheera, como se había presentado la mujer, había cambiado su actitud por lo que el pelinegro trataría de hacer lo mismo esforzándose por ser algo más sociable.
- Aetiel - El muchacho respondería en un tono bastante bajo y algo nervioso ante la nueva actitud de la mujer, que se había presentado como Zaheera. La verdad es que le había pillado totalmente por sorpresa ese cambio de actitud aunque no le daría mayor importancia de la necesaria y entraría hacia el interior del local para buscar un lugar donde tomar un trago.
- Aquí estará bien - Es lo que pensó el pelinegro al encontrar un hueco en la barra del bar. Aetiel no se había dado cuenta aún pero se habían situado a escasos centímetros del tercero en discordia en la discusión que tuvo lugar hace unos segundos.
- Una cerveza, ¿y qué quieres tomar? - Estaba claro que Zaheera, como se había presentado la mujer, había cambiado su actitud por lo que el pelinegro trataría de hacer lo mismo esforzándose por ser algo más sociable.
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- Spoiler:
- Bueno... creo que ya esperamos suficiente.
- Aetiel - susurró Zaheera para sus adentros intentando memorizar el nombre del pelinegro. Odiaba cuando alguien olvidaba o se equivocaba con su nombre así que le ponía mucho cuidado a no hacer lo mismo, el diablo estaba en los detalles, decía su padre.
Siguió al pelinegro hacía la barra, en donde había espacio suficiente para ellos dos. El lugar no era especialmente desagradable, pero Zaheera no era una mujer remilgada y había estado en sitios mucho peores que aquel. El ambiente general era tranquilo y los clientes parecían estar muy metidos en sus propios asuntos ya que ni se percataron de la llegada de la pareja. La chica del parche en el ojo asintió cuando su acompañante indicó donde podrían sentarse. De manera curiosa había escogido un lugar justo al lado del sujeto con el que había acabado de discutir en la calle. Ella alzó los hombros y dibujo una sonrisa con sus labios carnosos. - Por mi esta bien - contestó, tomando asiento inmediatamente después.
"Piedras" bebía una gran jarra de lo que suponía Zaheera era cerveza. Gruesas gotas resbalaban por el cristal escarchado de la jarra manifestando la temperatura del liquido. Hacía calor ese día en Lyneel, así que la visión de la bebida le produjo mucha sed a la chica por lo que su respuesta no se hizo esperar. - Yo quiero una de esas - dijo señalando la bebida espumosa y fría. Mientras esperaban, y para romper el incomodo silencio que podría formarse entre dos extraños se dirigió al pelinegro usando sus palabras. - No fue ingenuidad. - Dijo. - El rey de la historia de Noland es ambicioso y cruel. A menudo las personas codiciosas se ciegan ante la promesa de riquezas y poder como niños pequeños... y cuando descubren que sus deseos no son cumplidos su ira es igual... ciega. - Su tono de voz era calmado y no había signos de reproche o soberbia en su voz, simplemente compartía su visión con aquel hombre. - El camino del justo esta rodeado por todos lados de la injusticia de los egoístas y la tiranía de los malvados-
Siguió al pelinegro hacía la barra, en donde había espacio suficiente para ellos dos. El lugar no era especialmente desagradable, pero Zaheera no era una mujer remilgada y había estado en sitios mucho peores que aquel. El ambiente general era tranquilo y los clientes parecían estar muy metidos en sus propios asuntos ya que ni se percataron de la llegada de la pareja. La chica del parche en el ojo asintió cuando su acompañante indicó donde podrían sentarse. De manera curiosa había escogido un lugar justo al lado del sujeto con el que había acabado de discutir en la calle. Ella alzó los hombros y dibujo una sonrisa con sus labios carnosos. - Por mi esta bien - contestó, tomando asiento inmediatamente después.
"Piedras" bebía una gran jarra de lo que suponía Zaheera era cerveza. Gruesas gotas resbalaban por el cristal escarchado de la jarra manifestando la temperatura del liquido. Hacía calor ese día en Lyneel, así que la visión de la bebida le produjo mucha sed a la chica por lo que su respuesta no se hizo esperar. - Yo quiero una de esas - dijo señalando la bebida espumosa y fría. Mientras esperaban, y para romper el incomodo silencio que podría formarse entre dos extraños se dirigió al pelinegro usando sus palabras. - No fue ingenuidad. - Dijo. - El rey de la historia de Noland es ambicioso y cruel. A menudo las personas codiciosas se ciegan ante la promesa de riquezas y poder como niños pequeños... y cuando descubren que sus deseos no son cumplidos su ira es igual... ciega. - Su tono de voz era calmado y no había signos de reproche o soberbia en su voz, simplemente compartía su visión con aquel hombre. - El camino del justo esta rodeado por todos lados de la injusticia de los egoístas y la tiranía de los malvados-
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Una vez la acompañante de pelinegro vio la jarra de cerveza fría que le habían servido a éste, pidió otra para ella inmediatamente. La verdad es que ese era una de las pocas cosas que agradaban al muchacho en sus tediosos y monótonos días, una jarra fría de cerveza con la que olvidarse un poco de lo que lo rodeaba.
- Toma esto por las dos cervezas, quédate lo que sobra - El pelinegro le hacía así entrega al posadero de varias monedas con las que pagaba las bebidas además de dejar una propina equivalente a la mitad del coste de las cervezas. Entre tanto Zaheera volvía a sacar el tema de la historia del "Mentiroso Noland", no era algo que le interesara mucho a Aetiel pero ya que se había decidido a acompañar a la mujer de piel morena se sentía en la obligación de proporcionar algo de conversación al encuentro.
- Personas malvadas, crueles, irascibles... personas buenas, generosas, fieles... las hay de todos los tipos pero todas quieren algo, para mí todas las personas son iguales - Da una pausa para beber un trago y después continuar - No te puedes fiar de nadie por muy bueno que parezca, todos ocultamos algo. - De nuevo bebe cerveza dejando la jarra por la mitad.
- Como cuento para niños no está mal, pero sigo pensando que si de verdad creía en lo que le había contado el tal Noland, fue un ingenuo. Siempre hay que desconfiar. Ahora mismo, ambos estamos aquí tomando una jarra fría de cerveza, pero yo todavía desconfío de ti - La mirada del pelinegro recorría la estancia mientras hablaba y pegaba pequeños sorbos a la cristalina jarra que contenía el frío líquido de tono amarillo.
- Toma esto por las dos cervezas, quédate lo que sobra - El pelinegro le hacía así entrega al posadero de varias monedas con las que pagaba las bebidas además de dejar una propina equivalente a la mitad del coste de las cervezas. Entre tanto Zaheera volvía a sacar el tema de la historia del "Mentiroso Noland", no era algo que le interesara mucho a Aetiel pero ya que se había decidido a acompañar a la mujer de piel morena se sentía en la obligación de proporcionar algo de conversación al encuentro.
- Personas malvadas, crueles, irascibles... personas buenas, generosas, fieles... las hay de todos los tipos pero todas quieren algo, para mí todas las personas son iguales - Da una pausa para beber un trago y después continuar - No te puedes fiar de nadie por muy bueno que parezca, todos ocultamos algo. - De nuevo bebe cerveza dejando la jarra por la mitad.
- Como cuento para niños no está mal, pero sigo pensando que si de verdad creía en lo que le había contado el tal Noland, fue un ingenuo. Siempre hay que desconfiar. Ahora mismo, ambos estamos aquí tomando una jarra fría de cerveza, pero yo todavía desconfío de ti - La mirada del pelinegro recorría la estancia mientras hablaba y pegaba pequeños sorbos a la cristalina jarra que contenía el frío líquido de tono amarillo.
Zaheera Mana-Grousse
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Zaheera agradeció con una sonrisa al tendero cuando puso la jarra de cerveza frente a ella. – Yo invitaré la próxima ronda, si gustas – dijo de manera cortés. La cerveza estaba bien, aunque había probado otras mejores, sin embargo para el calor que estaba haciendo aquel día era perfecta. Escuchó atentamente las palabras de su compañero improvisado de tragos, cavilando sobre su significado.
Las palabras del pelinegro tenían algo de razón pero su visión oscura del mundo la incomodaban un poco. Eso sí, se guardó cualquier reacción que lo demostrara. - Esta bien, es justo. Después de todo no nos conocemos... podría ser cualquier cosa y ser un peligro para ti. - contestó ella, dando un buen sorbo a la jarra. - Pero, vivir así... ¿no te parece un pensamiento muy oscuro, casi paranoico? - preguntó ella poniendo su ojo ambarino de largas pestañas en la mirada de Aetiel.
- llámame ingenua, pero prefiero no desconfiar de la gente. Al menos hasta que me prueben lo contrario... - dijo. Te propongo un juego. Bebemos los dos la jarra hasta el fondo, el que primero termine tiene derecho a preguntarle al otro lo que quiera. - propuso, sonriendo.
Las palabras del pelinegro tenían algo de razón pero su visión oscura del mundo la incomodaban un poco. Eso sí, se guardó cualquier reacción que lo demostrara. - Esta bien, es justo. Después de todo no nos conocemos... podría ser cualquier cosa y ser un peligro para ti. - contestó ella, dando un buen sorbo a la jarra. - Pero, vivir así... ¿no te parece un pensamiento muy oscuro, casi paranoico? - preguntó ella poniendo su ojo ambarino de largas pestañas en la mirada de Aetiel.
- llámame ingenua, pero prefiero no desconfiar de la gente. Al menos hasta que me prueben lo contrario... - dijo. Te propongo un juego. Bebemos los dos la jarra hasta el fondo, el que primero termine tiene derecho a preguntarle al otro lo que quiera. - propuso, sonriendo.
Aetiel
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Al parecer Zaheera tenía una manera de ver el mundo bastante diferente de la que tenía el pelinegro lo que provocaba que tuvieran opiniones distintas sobre distintos temas. A Aetiel eso no le importaba demasiado ya que hacía tiempo que tenía claro que no necesitaba estar de acuerdo con nadie, solo o acompañado él seguía hacia delante por sus propios medios.
- Paranoico... sí, tiene razón... quizás me haya vuelto algo paranoico... - Mientras ella hablaba el pelinegro le daba vueltas a sus palabras, llegando a la conclusión de que tenía razón en gran parte de lo que decía pero eso era lo que él había elegido y seguiría con sus ideas hasta el final.
- Mmm... si quiere beber más no tengo problema - Ante la proposición de Zaheera el pelinegro respondió pidiendo otras dos jarras de frío y rebosante líquido dorado. Una vez tuvo la bebida en la mano le dio un gran trago y esperó por la pregunta de la muchacha - Empieza si quieres -
- Paranoico... sí, tiene razón... quizás me haya vuelto algo paranoico... - Mientras ella hablaba el pelinegro le daba vueltas a sus palabras, llegando a la conclusión de que tenía razón en gran parte de lo que decía pero eso era lo que él había elegido y seguiría con sus ideas hasta el final.
- Mmm... si quiere beber más no tengo problema - Ante la proposición de Zaheera el pelinegro respondió pidiendo otras dos jarras de frío y rebosante líquido dorado. Una vez tuvo la bebida en la mano le dio un gran trago y esperó por la pregunta de la muchacha - Empieza si quieres -
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