!EH¡ Ese laboratorio es mio (Privado Milena-Corvo)

Estaba de vuelta en el laboratorio sumergido, esta vez esperaba no tener muchos problemas con revolucionarios o piratas, estaba allí para comenzar una nueva investigación sobre el Hidrógeno. Mis nuevas habilidades con el me habían abierto nuevas posibilidades de investigación con él, o gracias a él. Había leído varios ensayos acerca de una manera alternativa de la fisión nuclear actual, la fusión que es más barata, limpia y segura que la actual. El problema es la alta temperatura necesaria y la manera de contenerla, que es lo que esperaba poder encontrar durante la investigación.

-Buenas tardes, me llamo Corvo, tengo asignado el laboratorio E-34-J del piso inferior, me dijeron que debía pasar por aquí para conservar mis armas por si fueran necesarias.

-Bien, espere un momento a que compruebe su identidad y verifique que puede portar dichas armas.

Tras unos minutos en un archivo detrás de la puerta de seguridad el hombre volvió a aparecer con una pila de formularios, que me tendió junto a un boli para que los rellenara, esta era la parte que más odiaba del trabajo, los informes y papeles que había que rellenar.

La pelirroja no tardó mucho en descender hasta aquella base secreta de la que le habían informado. Los agentes del CP, miraban a la chica de forma seria mientras avanzaba. La mirada de ella era fría, como el mismísimo hielo. Le daban lo mismo aquellos insectos, y por supuesto no pensaba frenarse a hablarles.

Llevaba el pelo pillado por una cola alta. Vestía con una bata blanca cerrada, dejando ver un poco el escote. Unas sandalias, guantes, y su katana en su vaina. Vamos que se notaba que le molaba el tema de ir cómoda. En su espalda portaba una mochila con todos sus datos. Ella no tardó en acercarse a un mostrador dónde también había otro hombre. – Me han asignado el laboratorio E-34-J junto a otro científico que desconozco. Pásame el papeleo para poder llevar mi arma. – Mencionó con toda la calma del mundo. No iba a cambiar mucho.

Entonces miró al otro tipo que estaba también rellenando cosas. No pudo evitar sonreír de forma siniestra mientras le miraba. – ¿Eres tú mi compañero? Soy Milena Slicerin. – Mencionó mientras no le quitaba el ojo de encima. Todavía se sentía molesta por las miradas de los payasos de detrás.

Mientras rellenaba los papeles una chica pelirroja se acercó al mostrador, al principio no le preste más atención, al menos hasta que dijo al laboratorio que iba. Parecía que además de ser una científica cualificada, sino no estaría en aquel lugar, era también una buena espadachina, o al menos eso deduje al ver que no quería desprenderse de su arma. Al parecer seria mi nueva compañera, y debió notar algo pues me pregunto si yo sería su compañero de laboratorio.

-Sí, eso parece. Corvo Shadowwalker a tu servicio. –No había olvidado los modales que mi padre y tío me habían inculcado tiempo atrás.- ¿Qué tipo de investigación realizas tú? Ya que seremos compañeros creo que estaría bien saberlo, la mía es sobre energías nucleares. –Le pregunté terminando el último impreso.

Mientras el guardia lo firmaba todo y me daba el pase, esperé la respuesta de la joven y a que terminara para ir juntos al laboratorio. A Yasmina no le iba a gustar nada mi nueva compañera, al menos no enseñaba tanto como otras. Aun así, lo mejor sería contárselo en cuanto tuviera un rato para que luego no se cogiera un cabreo legendario. Mientras la esperaba me fijé también en la espada, un arma magnífica, algún día le pediría que me la dejara para examinarla mejor.

La chica comenzó a firmar el papeleo en cuanto se lo hubiesen dado. Tan sólo eran tonterías, pero bueno, el protocolo era importante. Ello veía aquello como unas letras ridículas. Si ya tenían el título, era una suprema gilipollez tener que hacer aquello. Soltó un suspiro, llevándose la mano derecha a la frente. Tenía ganas de llegar ya al laboratorio, y ponerse a ver todo el material de trabajo que tenía en su mochila. No eran tonterías, todo era material frágil. Se relamió despacio, terminando de firmar todo cuanto tenía que firmar. Después miró un momento a su alrededor, notando todo calmado y en orden.

No tardó mucho en escuchar el nombre de aquella persona. Sonrió al escuchar cual era su campo, de esa forma no se iban a pisar en sus temas. Siempre era bueno estar con tipos que estudiaban cosas distintas. Entonces ella simplemente soltó un pequeño suspiro, mirándole a los ojos con calma. – El efecto de los venenos en los distintos grupos sanguíneos. – Mencionó con una sonrisa ladeada. Tenía los peligrosos materiales de los demonios de isla Satán, y las plantas venenosas de la flora.

El tipo dijo que todo estaba en orden. Cosa que hizo a la pelirroja sonreír de lado. No pensaba dejar su espada en ningún otro lado. Finalmente empezó a caminar junto al otro hombre al laboratorio. Mostró una expresión calmada entonces. – ¿Cuál es tu grupo sanguíneo? – Preguntó con toda la calma del mundo. Necesitaba saber si aquel hombre era resistente a sus juguetes. No quería que se pinchase con una hierba que no debía, y tener que llamar a médicos.

Al parecer mi compañero tenía un campo totalmente diferente al mío, eso sin duda ayudaría a que no nos matáramos ni que desconfiáramos por el robo de información ni por competir por el mismo proyecto. Tras ello me hizo una pregunta un tanto extraña, preguntándome por mi grupo sanguíneo.

-Pues cero positivo si no recuerdo mal, tengo una cosa para ti, si no te parece mal. Tengo varios drones de ayuda para el laboratorio, puedo prestarte uno de ellos, vienen muy bien para cálculos y como bases de datos.

Cuando llegamos al laboratorio tuvimos que meter una contraseña y pasar el escáner de iris para que las puertas se abrieran. Dentro la sala estaba dividida en cuatro zonas, un almacén, una zona de mesas y estantes y las dos partes restantes los laboratorios en sí. El que supuse que era el de la chica tenía un pequeño invernadero y el mío varias cámaras estancas y un pequeño horno para fundir metales. Además del equipo de última generación en los dos. Si la joven había aceptado a mi dron como ayuda me dirigiría al almacén para programar uno de ellos, así como para introducir los datos de la chica como aliada en el resto.

La chica sonrió de lado al escuchar cual era el grupo de aquel tipo. No tenía botecitos con esa sangre, y a lo mejor él le prestaba un poco. Ella era AB positivo, y tenía muestras de A y de B, tanto positivos como negativos, y por ello tenía trabajo para rato. De todas formas aquel hombre parecía un tipo agradable, y no iba a sentirse nada incómoda. Soltó un pequeño suspiro, mirando al frente y con los ojos entrecerrados. Su mochila parecía ser pesada, pero después del entrenamiento en el Reino helado, su fuerza había aumentado muchísimo. Por ello estaba totalmente calmada.

En ese momento aquel tipo nombró algo sobre unos drones de ayuda. En ese momento la pelirroja alzó una ceja. No había escuchado hablar de cosas así, pero de todas formas no iba a hacerle el feo a aquella persona. – Si son gratis, y me dices como funcionan, no te diré que no. Tengo muchísimos cálculos que efectuar. – Dijo de forma calmada mientras continuaba avanzando.

Al llegar al laboratorio tras las primeras pruebas del ojo, y de las contraseñas, la pelirroja miró el laboratorio. La verdad es que todo estaba muy bien hecho. Ella no tardó en empezar a sacar cosas de su mochila, dejándolas sobre su mesa. Desde plantas metidas en maceteros, hasta muchos tubos rojos con etiquetas.

Una vez hechas las correcciones en los objetivos de los drones y las torretas, modifiqué uno de los tesla 1.0 para que sirviera a mi amiga. Mientras se reprogramaba comprobé que la ASCI I estuviera en buenas condiciones, la podría necesitar para protección extra cuando la investigación avanzara. Cuando la operación estuvo completada me acerqué a Milena para darle las instrucciones básicas de manejo, que no eran muy complicadas y todas ellas podían ser con la voz. La investigadora ya tenía la mesa llena de plantas y frasquitos de muchos tipos. No me arriesgue a acercarme a ninguno, su campo de estudio era de esos que no da confianza.

-Bien, es fácil, solo tienes que tenerlo cerca, ir dictándole los datos y luego pedirle que haga los cálculos que desees, además puede proyectar libros que tenga en la base de datos o datos que ya hayas guardado en él. Si tienes alguna duda me tienes al otro lado.

Ya en mi laboratorio desplegué cuatro de los drones tesla restantes, estos emitieron sus proyecciones en la pared del fondo, una era una imagen de Yasmina, los otros tres libros de física nuclear y uno de metales. Mi primer paso era encontrar una aleación lo suficientemente resistente al calor como para con ayuda de la refrigeración soportara las reacciones de fusión en su interior.

Tesla:

L a chica escuchó todos los datos que le había dado aquel tipo. Con la ayuda del pequeño robot, nada podía ir mal. En ese momento, la pelirroja sonrió de lado, observando bien sus pequeños juguetes. Lo primero que hizo, fue tomar un poco de sangre de uno de los pequeños tubos. El tipo era de B+, y por ello soltó un pequeño suspiro. Metió un par de gotas en una pantalla de cristal, y después la aplastó. Entonces añadió una pequeña gota de veneno de una planta de la isla de Satán. Tomó un pequeño telescopio, y se puso a mirar los resultados. Era el momento de empezar la verdadera investigación, y la divertida.

Se quedó mirando al pequeño robot que le había dado su compañero, justo entonces le habló en un tono calmado. – Los antígenos del grupo B son totalmente devastados, así como los anticuerpos en el ectoplasma. – Soltó un pequeño suspiro entonces, observando un poco más por si las moscas. No pasó nada, y por ello se quedó mirando a su compañero, el cual estaba también con sus cosas. Ella entonces tomó la mochila, y sacó unos sándwiches de una bolsa azul. Los colocó en una mesa vacía de las de en medio. Levantó el papel que los cubría, y los dejó allí. Eran unos ocho, y con distintas cosas. Ella tomó uno de atún con cangrejo, y lo mordió con calma. – Puedes coger si quieres. – Dijo con calma.

Entonces caminó de nuevo a la mesa, y miró una de las plantas con calma. Esa isla tenía secretos, pero a ella le afectó el veneno más que a uno de los ciudadanos. En ese momento se relamió despacio. El sabor de su merienda era demasiado rico. Entonces se pasó la mano por la frente, y después entrecerró los ojos, un poco pensativa.

Me puse a hacer comprobaciones, los materiales más usados para las aleaciones eran níquel, cromo, wolframio, aluminio y en menor medida titanio y otros. Disponía de varios cientos de kilos de ellos en el almacén como había solicitado, incluso un pequeño regalo, tenía varios kilos de kairo puro, no podía tocarlo directamente, pero para algo tenía la armadura. Para seguridad lo intercambie con el contenido de la caja de titanio y tenía un par de drones de cada tipo, menos los teslas vigilando el almacén. En el horno comencé las pruebas sin el preciado metal, usando al principio hierro, aluminio y manganeso. Esta mezcla daba buenos resultados en cuanto a ligereza y dureza, pero su resistencia era bastante mala y su punto de fusión bajo para lo que buscaba, quedándose en unos 700ºC de los al menos 1000ºC que necesitaba como mínimo. Con el trabajo de fundido apenas presté atención al resto del laboratorio, hasta que mis tripas pensaron que ya era hora de hacer un parón rugiendo como locas.

-Milena, voy al restaurante, ¿Quieres que te suba algo? Me han dicho los guardias antes que tenían unas pizzas deliciosas hoy.

La pelirroja continuaba pensando en qué hacer en ese momento. Ya había comprobado uno de sus tubos, y tenía muchos más, por lo que tenía entretenimiento para rato. Sus rojizos ojos miraron un momento el tubo que contenía su propia sangre. No tardó mucho en tomarlo, y meter una muestra en el pequeño cristal. Después metió una gota de veneno. No te atrevía a mirar el resultado, de hecho, se quedó unos momentos callada, sin hacer nada de nada. Se rascó un poco la cabeza, entendiendo bien lo que debía de hacer. En ese instante, colocó el telescopio pequeño, y miró la muestra. Para su sorpresa, no se había consumido por el momento. Aquello la hizo sonreír de lado, el grupo AB parecía tener un poco más de resistencia. La pelirroja en ese momento pensó que al tener mezcla de dos grupos, podía tener la solución en el botecito A.

En ese momento escuchó las palabras de su compañero. O no había visto los sandwiches o directamente no le molaban. Ella entonces soltó un pequeño suspiro, dirigiendole la palabra al momento. – Yo quiero una ibérica, y si es posible una botella de agua, dos litros. – Una vez dijo aquello, se puso a mirar de nuevo sus tubos. No iba a tardar mucho en conseguir lo que necesitaba. El problema sería para mostrarlo. Pillaría sujetos voluntarios de cada grupo. Les prometería un poco de “ella” si cooperaban. Luego claramente sería mentira, y por ello necesitaba hombres de mente débil.

-Vale, no sé cuánto tardaran. – Le respondí mientras me dirigía al despacho.

Me había acordado que tenían servicio a laboratorios, por lo que me dispuse a llamar por teléfono. Me lo cogió una chica con voz chillona muy amable, le encargué una pizza Ibérica, otra de seis quesos especialidad del chef y botellas de agua de dos litros le pedí seis. A esto último mi interlocutora me comentó que los laboratorios tenían servicios especiales para el agua, que por diez mil berrys al año teníamos suministro continuo de agua fresca y del tiempo. Acepte la oferta sin dudarlo, aunque pedí que subieran las botellas para la comida y en lo que instalaban la máquina de agua.

-Milena, nos van a traer una maquina dispensadora de agua, a parte de la botella, me ha parecido mucho más cómodo que pedir agua todos los días. –Le comenté a mi compañera tras terminar de hablar y antes de volver con las aleaciones.

Tocaba el turno de hacer la misma mezcla que antes, pero cambiando el manganeso por titanio, esperaba que este solucionara el tema de la fragilidad y aumentara de forma exponencial el calor soportado por la aleación, pero no fue así. La fragilidad sí que se arregló, obteniendo una mezcla mucho más liviana y resistente que el titanio normal, pero la temperatura que aguantaba apenas sobrepaso los novecientos grados centígrados.

Mientras el hombre iba a hablar, la científica soltó un suspiro, pensando bien en qué hacer a continuación. Miraba el bote de sangre A con calma. Era como si supiese de antemano que allí estaba la solución. Entrecerró los ojos entonces, analizando con calma la situación que tenía frente a ella. En ese momento miró un momento el microscopio. Después de unos momentos metió una lámina con el líquido rojizo. Una vez la combinó con el veneno, se sentó en una silla, mirando fijamente hacia aquel objeto, y esperando resultados. Esperaba que sus planes funcionasen, y por ello mostró una sonrisa siniestra. No era la primera vez que sonreía de aquella forma mientras trabajaba.

Entonces el otro científico le dijo lo del agua, y por ello mostró una sonrisa tranquila. La idea era bastante buena, y por ello no pensaba quejarse. Entonces pensó en otra cosa. No iba a necesitar voluntarios para sus experimentos. Podía pedir al gobierno presos de ID. Los cuales estuviesen a punto de ser ejecutados, o que no les sirviesen. Para ello iba a tener que ponerse en contacto con ellos. Una leve sonrisa surgió de sus labios. Era el momento para terminar con su pequeña teoría de una vez por todas. Entonces miró un momento a su compañero. – Corvo ¿Qué opinas de los criminales? – Dijo simplemente mientras acariciaba el mango de su katana. Una mirada siniestra se formó en su rostro en ese momento. Se notaba que adoraba eliminar a los tipos con precio por sus cabezas.

Milena me preguntó acerca de los criminales, era una pregunta un tanto extraña y bastante amplia, ¿Qué tipo de criminales? Tarde un poco en contestar a aquella extraña pregunta barajando muchas posibilidades, entre las que se me pasaron estaba incluida el uso de sujetos de pruebas para sus venenos. No era una mala opción para aquellos que cometían crímenes contra niños y mujeres, y que la justicia tardaba demasiado en ajusticiar incluso llegando a perderlos en sus cárceles.

-Pues que algunos de esos criminales no deberían volver a ver la luz del sol, por ejemplo violadores, pederastas o asesinos en masa. Otros sin embargo se podrían llegar a reinsertar como ladrones de poca monta. ¿Piensas usarlos de cobayas?

En ese momento llamarón al laboratorio para entregar las pizzas y el agua en botellas, el que me las entregó fue uno de los guardias de la entrada, ya que con los protocolos de seguridad nadie excepto el y los científicos podíamos pasar a esa zona. Tras recogérselas me dirigí al despacho para dejarlas sobre las mesas, aparte de eso llame a los drones que estaban proyectando para que fueran a la sala y poder leer un poco más acerca de aleaciones y propiedades de metales.

-Milena ya están las pizzas aquí. –Grité, esperando que la joven científica viniera a comer.- ¿Conoces alguna sustancia de plantas que pueda dar una gran resistencia al calor?

L a pelirroja escuchó las palabras del científico, y no tardó en mostrar una leve sonrisa un poco siniestra. Lo de no ver la luz del Sol estaba bien, pero era mejor cortarlos en dos. De ese modo pensaba la chica. Desde siempre prefería ejecutarlos de forma violenta. Entonces cualquier asesino se lo pensaba antes de actuar. Lo del robo podía estar justificado, pero si la pillaban de mal humor, ni esos se libraban de ella. Milena tenía un sentido muy violento de ver las cosas. Era lo mejor de ella. Los criminales caían como moscas ante sus ataques, y eso le encantaba demasiado.

Escuchó lo que dijo el científico, y por ello mostró una mirada cruel. Al mismo tiempo asintió con la cabeza despacio. – Con permiso, si no me lo dan, me deberé buscar la vida. – Clara mentira. Si no la dejaban, pensaba hacerlo en el más oscuro de los secretos. De modo que todo podía salirle de buena forma en el fondo.

Después de unos momentos, el tipo dijo que las pizzas habían llegado, y por ello se acercó a su posición. Tomó asiento, y soltó un suspiro. – La verbena hybrida es buena opción, aunque yo recomiendo el cactus, es el más resistente al calor. Creo que los de Sarden soltaban una sustancia. – Dijo no muy segura. No tardó mucho en morder un trozo de la pizza que había pedido. El sabor era impresionante. Llevaba mucho tiempo sin comer bien, de hecho, debido a los disgustos provocados por Ushio, tan sólo comió lo justo. Se quedó entonces un poco pensativa.

Después de unos momentos suspiró. – Este sitio no está nada mal. No hay pesados, ni mucho ruido. – Mencionó mordiendo otro pedazo, y observando a su compañero en todo momento. Tenía pinta de ser un topo muy trabajador, y eso siempre solía ser muy bueno en el departamento científico.

Escuché atentamente a Milena, cualquier cosa me vendría bien para avanzar al siguiente nivel de la investigación. Pediría una muestra de esas sustancias a los responsables, aunque no creo que me sirvieran de mucho dentro de una aleación ahora que lo pensaba detenidamente. Comí otro pedazo de pizza mientras revisaba otra vez los índices que aparecían en la pantalla, cuando me fije en que Milena me miraba fijamente.

-¡Oh! Lo siento, que mal educado soy. Pero es que cuando tengo un problema delante que no soy capaz de solucionar me cuesta hacer otras cosas sin desconcentrarme o volver al problema. Sí, ahora está bien, en mi última visita me tocó lidiar con un ataque revolucionario en los laboratorios de bajo nivel. No veas que estropicio, casi consiguen inundar todo, no sé si han quitado la manchas de lava del pasillo de almacenaje jejeje. ¿Has conseguido presos, bueno, o permiso para ello?

Mientras esperaba la respuesta mis ojos volvían una y otra vez hacia las pantallas, aunque me esforzaba por mantener la conversación y comer, no hallar la respuesta era superior a mis fuerzas. Seguramente la chica terminara odiándome o pasando de mí.

-¿Qué tal llevas el trabajo con el Tesla 1.0? ¿Te está dando algún problema?

Ella no pudo evitar sonreír de lado al darse cuenta de lo distraído que era ese hombre. Parecía metido en su trabajo, y eso la agradó. Cuando le preguntó lo de los presos, decidió no responder, pues no había pedido el permiso necesario por el momento. De todas formas, ella estaba segura de que se lo iban a dar. Era por el bien del mundo, y encima eran simples criminales, por lo que no le importaba. De hecho, aunque fuesen civiles, le daba lo mismo. Su objetivo era muy claro, conseguir que su teoría funcionase, e ir de cabeza a un puesto superior al que se encontraba. Ascender podía servirle de mucho a ella, en especial para poder cobrar mucho dinero, y costearse sus caprichos.

De repente escuchó la pregunta de Corvo, y no pudo evitar responderle con un tono calmado y tranquilo. – Estoy por el momento con las pruebas, pero ya sé lo que apuntaré, de modo que no tardaré en probarlo. – Dijo en ese momento. Tomó otro pedazo de la pizza, mordiéndolo con fuerza, y sintiendo el delicioso queso fundido en su boca. El sabor era sencillamente perfecto. Decidió entonces no perder el tiempo, y en ese mismo instante se colocó en pie, y le miró de forma tranquila.

Tenía que volver al trabajo, y por ello soltó un pequeño suspiro. – Necesito continuar con las muestras de sangre, o de lo contrario no me quedaré tranquila. – Una vez dijo aquello, se acercó hasta su mesa. Volvió a preparar todo, y dejó unas cuantas muestras de sangre por el sitio. Después miró las muestras de veneno. Era el momento de continuar con lo que estaba haciendo anteriormente.

La científica se levantó de la mesa después de responderme a las preguntas que le había realizado, al parecer era como yo y no podía dejar algo a medias mucho rato. Tras irse a su puesto yo me quedé mirando los datos que los Tesla proyectaban sobre la pared, necesitaba encontrar la medida perfecta para combinar, no quería usar el kairouseki de momento para no tener que depender de él, pero llegado el momento lo usaría si no me quedaba otro remedio. Las curvas de incremento de temperatura eran desiguales, y no conseguía encontrar una combinación estable de elementos base para usar. Entonces vi algo en las tablas, el cobalto y el wolframio compartían ciertas características que serían útiles. No había probado dicha combinación aún, por lo que me dispuse a ello, comiendo el último trozo de pizza que me quedaba.

Ya en faena me di cuenta que necesitaría e otros materiales para compensar ciertas carencias, por lo que añadí cromo, titanio, talio y molibdeno para mejorar aspectos de resistencia a corrosión, mecánica y de acabado. Tras las primeras pruebas añadí trazas de diferentes elementos, consiguiendo los mejores resultados para afianzar el metal y su resistencia con zinc y boro. Al final de la tarde tenía entre manos un metal que podía soportar temperaturas de 950º centígrados. Lo que estaba cerca de mi objetivo, pero aún no me servía, por lo que al final tendría que usar el kairo del almacén.

Cuando llegué a la sala común, ya siendo la hora casi de dormir cogí algo de la comida que me había traído, y tras la fugaz cena me puse a trastear con uno de los Tesla, buscando huecos para instalar nuevas funciones, y como mantenimiento rutinario.

Milena por fin terminó con lo que estaba investigando. Desde luego, necesitaba los sujetos de pruebas cuanto antes. Ya no podía hacer mucho, y por ello caminó despacio hasta tomar el comunicador. El pequeño objeto era la última prueba que necesitaba para terminar el protocolo final. Mostró una pequeña sonrisa, y después de unos momentos se quedó totalmente callada totalmente. Sabía lo que iba a pedir, y podían ponerse de mal humor los de arriba. Debía tener el valor para dar el último paso. A lo mejor la quitaban de científica por lo que estaba a punto de hacer. Soltó un pequeño suspiro, y después apretó los puños. Era un paso muy complicado, y era muy importante vigilar sus palabras.

En ese momento llamó de forma fría, sin pensarlo ni un solo momento más. El pequeño momento en el que iban a coger la llamada, se le hizo eterno. Notó el corazón latirle un poco más deprisa. Entonces fue cuando un tipo se puso al otro lado y le dijo que le dijera lo que necesitase. La pelirroja quedó en silencio unos momentos, se quedó en blanco unos instantes, pero después tuvo el coraje necesario y habló. – Milena Slicerin, solicito presos para la fase final de mi trabajo. Si todo funciona, tendré una tesis lista. Si es posible, que sean de los que ejecutaran pronto. – Una vez terminó, no dijo nada más. De repente hubo un leve silencio en la conversación. Sabía lo que estaba pidiendo, y después de unos momentos el hombre al otro lado contestó. – Se lo comunicaremos en un par de horas. – Entonces colgó. Por el momento había terminado, solo necesitaba el permiso necesario. A continuación decidió usar el pequeño robot que Corvo le había dado. Era el momento de apuntar todos los datos necesarios sobre los tipos de sangre.

Teniendo ya la mezcla clara procedí a la fundición de los materiales. Había reducido un punto y medio la cantidad de los tres elementos principales y medio la de dos secundarios para introducir el kairousheki. Ya desde el principio se notó el cambio, pues el mineral de kairo tardaba más en fundir que lo otros. Cuando todo estuvo homogéneo, comencé con el tratado y laminado de la muestra. Las láminas resultantes, con un acabado plateado brillante fueron cada una a una prueba diferente, comencé por la de temperatura, que sería la que más tiempo llevara, o eso esperaba. Mientras, haciendo las pruebas de resistencia, dureza, etc, el material sobresalió con creces respecto a los otros.

Tarde varias horas en las pruebas, en apuntar los resultados y en registrar la patente, la ayuda de los robot fue indispensable para ello, reduciendo el tiempo de los cálculos y de escritura. Cuando el horno empezó a marcar novecientos grados centígrados me acerqué, expectante a ver cómo iban las cinco láminas de la aleación dentro del horno. Parecían de momento aguantar bien la temperatura, sin deformaciones ni zonas medio derretidas. La temperatura fue subiendo, ya cerca de los mil grados, todas seguían igual, lo que era todo un record. La temperatura siguió en aumento hasta los mil cien grados con las láminas intactas, aunque ahora ya de un color bastante brillante. En los mil trescientos las láminas empezaron a deformarse y sucumbir al calor derramando metal fundido.

Kaiteel, aleación súper resistente conseguida mezclando kairousheki, cobalto, Wolframio, cromo, titanio, talio, molibdeno, zinc y boro. Excelente resistencia a la tracción, a la corrosión, a la torsión, excelente dureza y resistencia, gran tenacidad e inmejorable resistencia al calor, mil doscientos setenta grados sin sistemas de refrigeración y bajo presión.

Este era mi descubrimiento, después de horas pasando calor y estudiando las tablas de elementos, si hubiera empezado por el kairo desde el principio era posible que me hubiera ahorrado mucho tiempo y calor.