[Privado] Escoltando al científico [Corvo, Etsu]

Estaba emocionado, era mi primera misión en solitario, y no sería otra que escoltar y proteger a un científico del gobierno mundial. Al parecer trabajaría en un asunto de índole secreta en el que yo no podía inmiscuirme, solamente tanto como él me permitiese conocer. Era una de las misiones que no me gustaban, siempre prefería saber lo máximo posible sobre cualquier asunto, pero el trabajo era el trabajo, y no siempre salía como a uno le gustaba.
Preparé todos mis asuntos antes de partir y llegué al puerto de Ennies Lobby con veinte minutos de antelación, pero no me importaba esperar, porque ese día sentía que era alguien de confianza para el gobierno. El barco llegó a la hora prevista y me subí a él, junto a algunos otros miembros del CP, que también tendrían sus misiones o sus quehaceres previstos.
Cuatro horas más tarde llegué a la siguiente isla, donde cogí otro barco en dirección a mi destino final, la isla donde se encontraba Corvo Shadowwalker, el científico.

El viaje duró cerca de una semana, daba gracias a que los barcos del gobierno eran los más rápidos y que tenían permitido navegar por todos lados, porque si no podría haber tardado hasta un mes, y me habría vuelto loco. Lo importante era que por fin se divisaba el mi isla destino Shellstown. En poco más de veinte minutos el barco arribó en el puerto de la famosa isla, y yo desembarqué.

Andaba algo perdido, me habían enviado, pero no sabía cómo llegar o cómo contactar con el tal Corvo, así que poco podía hacer. Salí del puerto, y me dirigí al paseo marítimo, gasté algunos berries en comprar algo que picar y me senté de espaldas al mar, para que cualquiera que pasase por el puerto, pudiera verme. No sería raro encontrar a un hombre trajeado, en chanclas y albino, cualquiera podría hacerlo. Mientras me llevaba una de las bolitas de pulpo a la boca, metí la mano en mi camisa y saqué una carta pulcramente doblada, la extendí y volvía a releer su contenido con calma.


El objetivo estaba claro, el lugar también y lo que tenía permitido hacer o no, también. Ahora solo faltaba que alguien se pusiesen contacto conmigo. Así que solo me quedaba esperar allí sentado, ser visible para la gente y observar lo que ocurría a mi alrededor.

-Los salmones remontan los ríos –dijo una voz femenina a mi espalda, iniciando la primera parte de una contraseña.

-Las mariposas alzan el vuelo –contesté con voz monótona.

-La ley natural, aplaca la ira del océano –dijimos los dos al unísono, terminando la clave.

-Creo que sois el miembro del CP que ha sido enviado aquí –dijo la propietaria de la voz poniéndose delante de mí.

Era una mujer alta, de cabellos anaranjados, ojos verdes, tez blanca y cuerpo con curvas. Vestida de negro y con una serie de papeles en las manos.

-Si, soy yo, ¿y tú eres…? –pregunté sorprendido.

-Anya Swelly, agente del CP, me encargo de la seguridad del recinto, pero no puedo proteger yo sola al señor Shadowalker dijo con una sonrisa.

-Si tu eres la encargada de la protección del científico, ¿dónde está él ahora? –pregunté con algo de nerviosismo y levantándome de un bote.

-Está en un lugar seguro, te llevaré hacia él –dijo dando media vuelta y empezando a andar.

Caminamos durante un rato, antes de llegar a un edificio de aspecto desvencijado, me preguntaba en silencio como un miembro del CP podría ser tan descuidado como para dejar solo a un protegido, por muy seguro que fuese el lugar. Me habían enseñado dos cosas, la primera proteger sin ser visto, acercarse a la persona, ganarse su confianza, ser su amigo y la segunda, convertirme en una sombra, no separarme de la persona nunca. No sabía qué estaba haciendo esta agente, pero por ahora no estaba convenido con sus métodos.
Nos acercamos a la puerta, Anya llevó la mano al pomo y lo giró abriéndola en invitándome a pasar.
¿Estaría allí el científico?, esperaba que sí, así que entré sin muchos miramientos, quería empezar mi trabajo cuanto antes.

Había llegado a un isla donde tenía que buscar a un herrero, un armero de gran prestigio para reclutarle, o en caso de ser pirata o revolucionario eliminarle. Habían mandado a dos agentes del CP para ayudarme, no me gustaba la idea peo no tenía otra opción de momento. Una chica alta, de cabellos anaranjados, ojos verdes, tez blanca y cuerpo con curvas. Que me llevó hasta un piso hasta que llegara su otro compañero.

Mientras llegaban me di varias por el piso, una casa pequeña con comedor y cocina juntos. El baño enano y mal equipado además de estar medio en ruinas. No sabía en que podían ayudarme aquellos dos, si todo el mundo los reconocía, nadie querría hablar conmigo ni darme información. Pero había sido una orden directa de Rundal no separarse de ellos y eso haría.

La parte que no sabían los del CP, o al menos no debían saberla, es que tenía que comprar o conseguir si era enemigo una tecnología de motor de combustión y cualquier otra cosa útil que viera. Para lo que poseía una buena suma, que de gastarla le pasaría por factura a la división.

La puerta se abrió y entré, estaba en una casa más pequeña de lo que parecía por fuera, cocina y comedor juntos, un pequeño baño en penumbras al fondo, alguna que otra habitación con ventanas con cristales rotos... A nadie se le ocurriría buscar allí a un científico del gobierno, pero estaba empezandome a cuestionar si la agente del CP sabía verdaderamente lo que hacía.
Allí estaba un hombre alto, atlético y moreno, supuse que era el científico al que me habían asignado proteger, así que me adelanté, saqué la mano derecha del bolsillo y se la tendí junto a una amable sonrisa.

-Soy Yamato, creo que a partir de ahora trabajaremos juntos -dije con tono cantarín -encantado de conocerte, por fin.

Anya también entró en la casa, su mirada era dura y mostraba una expresión de mal humor que no entendía, me miró de arriba a bajo, escrutándome con la mirada. Si hubiese tenido un cuchillo a mano, seguro que me lo hubiese clavado. La mirada que dirigió al otro hombre no fue muy distinta de la que me dirigió a mí. Sen decir una palabra, desapareció por la puerta de una de las habitaciones.

-¿La has apuñalado o algo? -pregunté en tono jocoso al científico -porque no parece de buen humor.

Retiré la mano y miré en rededor, para reconocer el terreno un poco, la cocina era un lugar peligroso y a penas se mantenía en pie. En el baño era imposible pensar siquiera en lavarse las manos, el lavabo estaba despegado de la pared. Las habitaciones tampoco es que fueran una maravilla, y el suelo estaba cubierto de tierra, señal de que no lo habían limpiado hacía años.

-bueno, informo: Mi deber es convertirme en tu sombra, ver lo que quieres que vea, escuchar lo que quieres que escuche, nada más -miré hacia la mujer, que estaba tirada en la habitación, mirando por la ventana mientras se metía el dedo en la nariz -¿debes trabajar aquí o hay un lugar mejor?

-Soy Yamato, creo que a partir de ahora trabajaremos juntos –le estreché la mano que me había tendido mientras me saludaba -encantado de conocerte, por fin.

Anya entró tras él y tras matarnos con la mirada, se dirigió al cuarto que había estado usando y la perdimos de vista. Seria por que no querria aquella misión ni trabajar en equipo. El otro agente del CP era alto, pero parecía escuálido, como si no comería a menudo.

-¿La has apuñalado o algo? Porque no parece de buen humor.

-Tranquilo, lleva así desde que la conocí. Debe ser que no querría una misión de este estilo y la han obligado, o no sé, cosas vuestras.

Se fue a dar una vuelta por la casa, mientras, yo me senté en el sofá a observarlo, parecía competente. Si no fuera por el maldito traje negro que llevaban siempre hasta serian de utilidad aquellos dos, bueno uno más que otro por carácter. Espere tranquilamente hasta que volviera de inspección.

-Bueno, informo: Mi deber es convertirme en tu sombra, ver lo que quieres que vea, escuchar lo que quieres que escuche, nada más- pareció distraerse mirando hacia las habitaciones por un momento-¿debes trabajar aquí o hay un lugar mejor?

-No, tranquilo esto era hasta que llegaras. Tenemos que recabar información sobre el paradero de un amigo en el pueblo. Deberíais cambiaros para no llamar tanto la atención pero bueno.-hice una pequeña pausa, ¿Cuánto debería contarles?- Mi amigo estará escondido, hace meses que no se de él y si se esconde será por algo. Nada de dañar a civiles o estarás protegiendo pescadores antes del alba.- una pausa más para ver si lo había comprendido- Anya nos vamos en media hora- grité para que escuchara la chica.

Era un hombre majo, o esa fue la primera impresión que tuve del científico, al parecer mi compañera o era así habitualmente, o tenía razón mi protegido, y no le hacía ni pizca de gracia la misión a la que había sido asignada.
Mi objetivo, como ya le había informado anteriormente, era convertirme en su sombra, y por tanto, estaba preparado para aceptar órdenes de su parte. La prioridad era encontrar a un amigo suyo, y para ello debía pasar desapercibido, por lo que me quité los pantalones y la camisa, dejando al descubierto unos tejanos hasta la rodilla y una camiseta de manga corta, naranja y con una piña dibujada.

-Por suerte, siempre vengo preparado para estas cosas –informé mientras que me quitaba los calcetines blancos -¿podrías darnos alguna descripción sobre la persona a la que buscamos?

Doblé con cuidado los pantalones y la camisa, hice lo propio con los calcetines y los envolví todos en la larga chaqueta que llevaba conmigo, luego, usando el cinturón hice un nudo para hacer un pequeño paquete, fácil de transportar.
Mientras esperaba a que Corvo me dijese, o no, el aspecto del hombre al que buscábamos, me estiré un poco, primero los brazos y el cuello, que crujieron léveme, y por último las piernas, empezando desde los cuádriceps y terminando por los dedos de los pies.

-Por mi parte, todo listo –informé mientras me dirigía a mirar lo que hacía Anya -creo que lo mejor será pasar desapercibidos, así que necesitaré una gorra donde esconder mi pelo y motes, siempre es bueno tener un mote. Llamadme Tora, elegid los vuestros.

Anya llevaba un vestido blanco con estampados florales y unas sandalias de color amarillo, que no pegaban nada con el vestido. También llevaba un gran bolso de color anaranjado, que parecía lleno a rebosar.

-Señor Shadowalker, creo que ya estamos todos listos, usted dirá. –concluí acercándome a él.

Aquel joven agente parecía venir preparado para todo, se quitó su ropa oficial dejando al descubierto unos pantalones que parecían vaqueros hasta la rodilla y una camiseta de manga corta, naranja y con una piña dibujada. Me sorprendió que el agente viniera con esa ropa debajo. Me puse a mirar por la ventana mientras pensaba en la posibilidad de que supieran más de lo que parecía. Debía ser cuidadoso a la hora de darles información o de que me la oyeran.

-Por suerte, siempre vengo preparado para estas cosas –escuche decir al joven -¿podrías darnos alguna descripción sobre la persona a la que buscamos?

No le hice demasiado caso, estaba pensando en cómo encontrar a Howar, aquel hombre había crecido en la isla y se la conocía como su propia casa. Que le habría pasado para desaparecer, cuando yo iba de pueblo en pueblo al pasar por las grandes ciudades siempre ocia de él, pero hacía varios meses que nadie lo mencionaba.

-Por mi parte, todo listo – El chico me volvió a hablar, debería responderle.-creo que lo mejor será pasar desapercibidos, así que necesitaré una gorra donde esconder mi pelo y motes, siempre es bueno tener un mote. Llamadme Tora, elegid los vuestros.

-De las preguntas me encargo yo, tranquilo. ¿Esta nuestra compañera lista?. La respuesta no tardó en aparecer.
Anya salió de la habitación llevando un vestido blanco con estampados florales y unas sandalias de color amarillo. También llevaba un gran bolso de color anaranjado que parecía poder explotar en cualquier memento.

-Señor Shadowalker, creo que ya estamos todos listos, usted dirá.

-Muy bien, mejor llámame solo Saw, es menos formal y llama menos la atención.-le dije al joven mientras me acercaba a Anya y le tendía el brazo.- Así la gente no pensara cosas raras cuando nos vea.

Todo estaba listo para partir, Saw, como quería el científico que lo llamásemos se agarró del brazo de Anya, porque según él así llamaríamos menos la atención. Quizá creyese que no me daría cuenta o puede que esperase alguna reacción de mi parte al ignorar mis preguntas, pero me daba igual. Me encogí de hombros al escuchas que él haría las preguntas, pero aun así estaba seguro de que necesitaba ocultar mi cabello, una persona con cabellera blanca y larga no es muy común…

Me dirigí a la puerta, extendí la mano, giré el pomo y abrí la puerta, que rechinó oponiendo cierta resistencia. No había nada, ni nadie en el exterior, eso era buena señal. Caminé unos metros en una y otra dirección, para volver finalmente a la casa, asomé la cabeza por la puerta e informé de que todo estaba despejado. Estaba alerta, pero también estaba algo perdido en mis pensamientos. Era un agente del CP, recibía entrenamientos varios, como por ejemplo en extraer información, y mis habilidades habían sido ignoradas con facilidad. Podría haber suspirado para demostrar mi descontento, pero por suerte, era un buen actor.
Mantuve mi sonrisa como si no pasase nada, quizá hacerme un poco el tonto no vendría del todo mal. En caso de necesidad, podría dejar a Anya cubriendo nuestra retirada, noquearlo y cargar con él, a fin de cuentas, mi trabajo solamente era protegerlo, por muchas de sus órdenes que tuviese que aceptar.

-Saw, tú sabrás por dónde quieres empezar –dije con tranquilidad -Adelantaos, pareced una pareja y yo os seguiré a cierta distancia, ¿qué os parece?

Eso sería lo mejor, Anya era lo suficiente competente como para protegerlo en un principio, aunque tenía mis dudas. Yo vigilaría todo desde atrás, vería con quienes hablan, los gestos que hacen y sobre todo, cómo reaccionaría la gente tras irse ellos, no tenía permitido matar, pero si noquear y esconder. Sonreí pícaramente y me apoyé en el marco de la puerta, esperando iniciar el plan.

El plan que propuso el joven me pareció bien, siempre era más fácil ocultar algo a un agente que a dos. Salimos del edificio a una abarrotada calle, tenía claro conde debía preguntar en primer lugar, las herrerías. De hecho ya me había informado de donde se encontraba una de las importantes. Me encamine hacia ella, no sin antes comprobar que el joven nos seguía bien, no quería perderlo tan pronto.

Las calles de la ciudad fueron cada vez a peor, cuanto más nos alejábamos de la zona media y pasábamos a la zona de la clase trabajadora. Las casas empezaron a ser de dos pio, en el bajo una tienda y en el primero la vivienda, sin duda a mis acompañantes no les gustaría el barrio. Durante el camino le pregunte a Anya:

-¿Por qué estas de tan mal humor, acaso no somos de tu agrado? ¿O puede quesea que no te gusta hacer de niñera?

Mientras esperaba una respuesta de la agente del gobierno llegamos hasta la herrería, un edificio doble. Uno dedicado exclusivamente para la herrería, con una fragua alta y varios yunques. El otro era casa más tienda, por lo que pude ver eran objetos de bastante calidad. No entramos a la tienda como parecía que Anya quería, la dirigí directamente a la fragua.

Salimos a la calle, seguía a mi compañera y al científico a una distancia prudencial, sin problemas. Él se giró alguna que otra vez, a comprobar si lo seguía, supuse. No era difícil, y aunque prefería la compañía tampoco me era extremadamente incómoda la soledad. El panorama de la ciudad comenzó a cambiar según nos movíamos, los edificios eran más bajos, abandonaban el uso de ladrillos y vigas de acero, que iban siendo sustituidos por paredes de barro y casas de madera. Era algo bonito y pintoresco, que apreciaba por su extraño encanto.

La zona donde habíamos estado anteriormente debía de ser la zona media de la ciudad, la que mayor extensión tenía y en la que seguramente se encontrasen la mayoría de las fábricas y servicios al por mayor. Esta zona era más rústica y el trato con la gente era más directo, o eso me indicaba el alegre murmullo que se formaba frente a cada puesto. Caminé de un lugar a otro, interesándome por las tiendas como si fuera otra persona más, pero sin perder de vista al científico.
Al parecer mis zapatos estaban excesivamente desgastados, o eso es lo que dijo el zapatero que intentó encasquetarme dos horribles zapatos de color bermellón. Aproveché el momento para comprarme una gorra azul con el símbolo de un rayo negro en la visera, y de paso unas gafas de sol. Cogí uno de los mapas de la ciudad y lo desplegué, sacando mis ojos por encima del borde. Sonreí al imaginar mi aspecto, el perfecto turista.

Mientras tanto, Saw guiaba al grupo, hacia lo que parecía ser una fragua, no me veía en ella con mi aspecto actual. Afiné la visa y pude discernir alguna que otra espada en una especia de stock, así que podría interesarme por ellas y escuchar la conversación sin levantar sospechas.
Escuché como le preguntaba a Anya a qué veía su mal humor, estuve a punto de soltar una carcajada, al ver la cara de la mujer. Algo indescriptible, pero al instante se serenó.

-Eso no es de tu incumbencia –contestó en un tono frío y distante que no admitía réplicas.

La respuesta no me la esperaba, quizá podría causar problemas. No conocía sus órdenes exactas, pero estaba allí para el mismo trabajo que yo, proteger a Saw, y no hacía falta esa frialdad para llevar el trabajo a cabo.

-¡Oh, qué preciosidad! –exclamé adelantándome a la “feliz” pareja y poniéndome delante de una catana con la vaina de color verde -¿podría ver la hoja

-Claro señor, ¿qué le parece? –dijo un mozo pelirrojo con un mandil de cuero desgastado, desenvainando el arma.

Comencé un agradable intercambio de palabras con el joven, que contestaba a todas mis preguntas sobre el arma con amabilidad y me enseñaba otras armas. Pero mis oídos y ojos no estaban atentos a él, sino que se fijaban en la pareja que acababa de entrar, vigilando la situación.

¿Qué narices hacia ese tipo? Yamato no adelanto y se puso a ver una espada y a entretener al mozo. Ahora tendríamos que esperar a que saliera el herrero, o podíamos hacerlo a mi modo.

-Quédate aquí Anya y no entres a menos que te haga la señal.- mi tono era duro y seguro, junto a mi severa mirada podría considerarse algo más que una orden.

Me metí en la herrería, esperaba encontrar al herrero jefe por allí rápido. Cuanto antes pudiera hablar con el menos probable era que entrara alguno de aquellos dos. Cuando al fin di con él estaba trabajando en la fragua en algo, no me pare a mirar que era. Le salude y alabe su trabajo, casi era un saludo secreto del gremio de herreros pero no oficial. Una vez tuve su atención le pregunte por Howar. Al principio me dio evasivas y contraataco con preguntas sobre la herrería. Aquel tipo no se fiaba de mí cosa que comprendía. Tras varios minutos de examen al fin le enseñe algo que le convenció, la inscripción en la hoja de la espada. Mi tío estaría muerto, pero su fama no.

-Bien, solo sé que se juntó con malas compañías y cuando se enteró estas no quería dejarle en paz. Era buen amigo de tu tío, pero ahora lo buscan gobierno y rebeldes. Todos piensan que es un traidor, pero nadie lo sabe seguro. Búscale por las montañas, allí tenia refugios que pocos conocemos.- el herrero me lo susurro mientras daba al fuelle, por lo que nadie enfrente lo oiría- Espero que tengas suerte con tu búsqueda y no poderte ayudar.- esto último lo dijo ya sin darle al fuelle y podía oírse además de dándome la mano.

En el apretón de manos me dio algo que deje caer en el bolsillo cuando guarde las manos en ellos para salir fuera. Nada más llegar hasta Anya la cogí de nuevo del brazo y fuimos hasta la siguiente herrería que estaba a unos quinientos metros.