¿Entrenamiento o sufrimiento? [Moderado lv 2] [Difter]

Una isla pequeña de unos pocos habitantes, todos trabajadores honrados y algunos son maestros de artes marciales. Se puede ver un pueblo en la zona norte y, tirando hacia el sur, todo bosque. En el pequeño poblado hay casas de no más de dos pisos, algunos son gimnasios. Te acercas al puerto del norte en un barco navegante. No has pasado mucho tiempo ahí, ya que dicha isla en la que ahora te encuentras, está al lado de tu isla natal. Un poco más y son una. Te ha llevado un amable mercante que debe hacer negocios en la isla, así que no le importa traerte. Al bajar del barco, a lo lejos, puedes ver casas y algún que otro gymnasio. Boxeo, kárate, Kung Fu, kick boxing, hapkido… Puede que esté bien pasar por alguno y “alistarte”, podrías aprender algo. También podrías acercarte a alguno de los restaurantes para comer algo.

Era un gran día, me desperté en mi cuarto ya que hoy por fin podría ir a la isla vecina, ya que tenía el día totalmente libre y decidí pasarlo allí, ya que la he visitado pocas veces en mi vida aún siendo una isla que se puede contemplar desde la orilla.

Fui corriendo al puerto con el corazón lleno de esperanza de que alguien me dejara cruzar a la otra isla con el gratis, aunque parece que la idea de despertarme temprano no fue muy buena, ya que el puerto estaba bastante vació a excepción de un par de barcos a punto de pasar y el ajetreo al descargar peces recién capturados. Estuve andando hasta que ví a un mercante que estaba a punto de marchar, así que le pregunté si podía llevarme y el hombre accedió encantado.

-¡Gracias por todo señor! Me despedí de aquel mercader que me trajo hasta aquí. Lo primero que pude ver de la isla es que estaba llena de lugares donde practicar mis técnicas de combate y lugares donde comer, al haber desayunado hace poco no me apetecía mucha comer, así que decidí buscar un sitio donde practicar mis habilidades de boxeo.

Caminas por aquel pueblo, entre las diferentes construcciones, hasta llegar a un dojo. Es una especie de casa grande, con una puerta corredera hecha de paja. Puedes ver que es completamente blanco y en un arco de cimiento, en la entrada, puedes ver un cartel de madera con una inscripción: Jab-Boxing. A los laterales hay unos dibujos de unos guantes de boxeo, rojos, ardiendo en unas llamas negras. La entrada parece estar custodiada por un tipo enorme de metro noventa, musculoso y con tan sólo unos pantalones cortos de deporte, dorados. También lleva unas botas rojas con cordones blancos. Tiene un cabello lacio y despeinado, con una mirada perdida pero tétrica, ausento de tabique nasal y con unos labios gruesos.

Aquel tipo te mira de arriba abajo, sonríe de medio lado y te dirige unas palabras. – Vaya. ¿Qué hace un pequeño como tú por aquí? – Parece estar sorprendido de ver a una persona bajita como tú por esos lares. Puedes ver que hay un muro rodeando el gimnasio y un césped recién cortado en el suelo, húmedo. Puede que resbale un poco si alguien corre.

Fui andando un buen tiempo entre las calles de aquel sitio, observando diferentes edificios donde practicar hasta que por fin lo encontré, un Dojo con un cartel de madera que ponía ''Jab Boxing'', me llamó bastante la atención y pensé en acercarme a verlo.
Me fié en que es completamente blanco y a los laterales hay unos dibujos de unos guantes de boxeo, rojos, ardiendo en unas llamas negras ''Muy interesante'' pensé. En la puerta había un hombre muy grande que inspiraba bastante respeto la verdad.

Parece que el hombre me subestimaba, pero en principio no me importó mucho.

-Fácil señor, vengo a practicar boxeo aquí, es un lugar bastante... llamativo. Dije amablemente. Esperaba que no me dijera nada como que costara demasiado, o un examen muy fuerte para inscribirme, pero supongo que para el examen daría lo mejor de mi y que fuera lo que tuviera que pasar. Tenía muchas ganas de entrenar ahí, sinceramente.

- Je je. ¿Practicar boxeo? – Dice con un tono irónico mientras encorva su espalda. – Bien, si eso es lo que quieres, tendrás un reto de iniciación, pequeño. – Entonces silva y la puerta corrediza se abre, mostrando una decena de personas fibradas. Todos llevan el mismo tipo de ropa, con pecho descubierto. – Jark, acércate. – Dice mientras mira a la multitud.

Entonces, de detrás de aquella decena de hombres mazados sale un pequeño chico. Mide poco más de un metro setenta, no es muy musculoso pero sus bíceps y pectorales son algo notorios. En cambio, su vientre es plano, sin abdominales pero sin grasa. Parece algo débil. Su cabello es medio y liso,con un toque azulado, tapando su frente con mechones caídos. Lleva unos guantes azules de boxeo y unos pantalones cortos de color blanco, al igual que las botas que usa. Parece tímido, ya que se acerca con la cabeza algo baja y aquel enorme hombre posa su mano sobre la cabeza del chico, acariciando su cabello. – A-Aquí estoy, sensei. – Dice con un tono bajo, ruborizándose.

Entonces el hombre sonríe y suelta unas carcajadas. – Jajajajaja. Vamos, novato, hoy tendrás tu primer sparring igualado. – Le dice al chico. Entonces te dirige la mirada hacia ti. – Vamos, síguenos, pequeño.

Todos entran dentro del gimnasio y el hombre te hace una señal para que los sigas. Dentro hay un enorme rin de boxeo, blanco con las esquinas rojas y las cuerdas negras. Parece algo desgastado. También puedes ver que hay sacos de boxeo, pesas y diferentes máquinas de entrenamiento. El chico se sube al rin, se pone un casco de gomaespuma y un protector para la boca. Su mirada es distraída. El hombre te lanza entonces unos guantes de boxeo rojos, un casco y un protector bucal, nuevo. – Usa esto, o te arrepentirás. – Una vez subas, si lo haces, el chico te mira y te saluda, encorvando noventa grados su espalda, agachando su cabeza.

- Daré lo mejor de mí.

El hombre se rió de mi, no me gustó nada, pero no debía de mostrarme hostil o me echarían de ahí a patadas. El hombre me dijo que tendría un reto de iniciación, dio un silbido y una decena de hombres apareció a su espalda. La mayoría estaban bastante musculados, se notaba que llevaban tiempo trabajando sus músculos ahí. ''Wou... Espero no tener que enfrentarme a ellos'' Pero de entre la multitud, aparece alguien parecido a mi. Mas o menos de mi complexión, poco más de un metro setenta, no era muy musculoso pero sus bíceps y pectorales son algo notorios. en cambio, su vientre es plano, sin abdominales pero sin grasa. Parece algo débil, aunque no es muy bueno llevarse por las aparencias.. Su cabello es medio y liso,con un toque azulado, tapando su frente con mechones caídos. Lleva unos guantes azules de boxeo y unos pantalones cortos de color blanco, al igual que las botas que usa. Parece tímido

-¿Me voy a enfrentar a el? ¡Genial! ¡Será una batalla igualada! Sonreí amigablemente, no quería ganarme enemigos por ahí con fanfarronería.

Entramos y nos subieron a un ring que parecía estar bastante desgastado.El chico se colocó un casco de goma-espuma y un protector bucal. El hombre que antes estaba en la puerta me dio unos guantes, un casco y un protector bucal completamente nuevos.

-Gracias señor, haré un buen uso de esto. Y sin mas dilación subí al ring , el chico parecía lleno de determinación, y yo no podría ser menos.

-Yo también, ¡Espero que sea una gran batalla! Me puse en posición de defensa y esperé a ver sus movimientos, por si quería empezar directamente o hacer un choque de puños de saludo, en cualquier casó le cedí el primer movimiento.

Ambos os acercáis al centro del ring y chocáis los puños. El hombre de antes parece estar de árbitro, viendo de qué eres capaz. En el momento en que el tipo baja la mano, da la señal para empezar con un pequeño grito y haciendo sonar una campana. El joven comienza a trotar en el sitio, a moverse de lado a lado con sus puños levantados. Ahora sus ojos han cambiado por completo, parecen los de un felino a punto de atacar y acabar con el enemigo. Tiene una buena defensa, cubriéndose la cara por completo, pero lo justo para poder ver. Sus lados están algo descubiertos al igual que su estómago. Entonces da un paso hacia delante con su pie izquierdo y, junto a un movimiento de cadera, lanza un jab hacia ti, un puñetazo izquierdo directo a tu mentón, desde el frente. Es bastante veloz, algo realmente considerable para lo poco musculado que se ve, como si de una bala se tratase. Tras lanzar dicho golpe se incorporaría de nuevo en su posición defensiva.

Sobre el joven:

Tras chocar los puños en el centro del ring, su mirada cambió de repente. Pasó de ser un gatito asustado a un león a punto de acabar con su presa, esto hizo que cambiara mi postura a una mas defensiva, manteniendo la guardia alta. El chico me lanzó un puñetazo directo al mentón, el cual protegía bastante bien por haber mantenido la guardia alta, pero el golpe lo recibí en los brazos. Me pareció increíble la fuerza y velocidad del golpe, parecía una bala. ''Esto va a ser interesante'', son las únicas palabras que pensé antes de lanzarme en zigzag hacia el chico. Originalmente iba a hacer un jab con la izquierda directa a la sien, pero en el último momento realicé un uppercut en el estómago del chico. Pasara lo que pasara después, me mantendría cerca y atento a los movimientos del chico mientras seguía trotando en el sitio.

Avanzas hacia tu rival, engañándolo con una finta y asestando un poderoso uppercut en su estómago, haciendo que éste se doblegue ante tu fuerza. Pero aún con ese golpe, sigue la pelea. No hay mucha distancia entre vosotros, por lo que él decide alejarse un poco lanzando un poderoso jab, de nuevo, hacia tu mentón, con su derecha. Justo después de ese golpe viene un poderoso gancho de izquierda, tomando una ligera curva para golpear con gran potencia, o al menos intentarlo, en tu lado derecho, directo a la parte del oído. Su intención es dejarte aturdido con ese golpe.

De fondo se pueden escuchar voces y ánimos hacia tu contrincante. El hombre que está de árbitro aconseja a ese joven. – Vamos, Jark. ¡No bajes la guardia, sigue en tu posición! – Tras esas palabras al ver el gancho, el peliazul sube su guardia. Parece no bajarla por nada, está bien enseñado.

El golpe pareció darle fuerte, pero el chico no se doblegaba por nada y la pelea continuaba. Lanzó un golpe al mentón, el cual pude proteger casi totalmente, pero recibí un gancho en la parte derecha de la cabeza que me mantuvo por un segundo un poco aturdido, sacudí la cabeza y rápidamente me reincorporé al combate, volviendo a subir la guardia. Dí un amago de jab, sin llegar a golpear esperando a que se descubriera para entonces golpear, intentando engañar a sus reflejos. Pasara lo que pasara después, intentaría dar un golpe en la sien.

Consigue cubrirse de tu primer Jab, no es muy poderoso y la fina no ha funcionado. Cuando lanzas el segundo golpe, tu rival hace un ligero movimiento de hombros, cambiando la defensa. Esta vez no se cubre el mentón con ambas manos, sino con una, ya que la otra se dirige a un lado de la cara, parando tu segundo golpe. Pero eso no es todo, la fuerza de tu ataque hace retroceder el puño de tu adversario, haciendo que este choque con la mejilla de su cara. Sí, es como si se hubiese pegado a sí mismo.

Pero eso no va a pararle, y menos aún parará los gritos y ánimos de todos los que hay en ese gimnasio. Al menos una cosa es clara, parece que estás aguantando más de lo que el hombre del principio esperaba. Éste está ahora fuera del ring, en el costado de tu rival. Parece que ahora se ha puesto serio, e indica lo que debe hacer a tu adversario.

- ¡No bajes los brazos! ¡Mantén el ritmo y la distancia! ¡Muévete más! ¡Aún no uses eso! – Grita para ayudar al otro tipo.

Entonces la mirada de aquel joven se cierne sobre ti. Lanza un jab hacia tu mandíbula para mantener la distancia. Justo después, hace un movimiento extraño. Se agacha un poco y se abalanza para la izquierda, para con una finta como si fuese a lanzar un gancho de izquierda, se mueve a una velocidad increíble hacia la derecha, terminando con un poderoso uppercut. Es su brazo derecho y su cuerpo el que lo acompaña, haciendo la potencia del golpe mucho mayor. El puño viaja desde abajo hacia arriba, tratando de meterse entre tus brazos para acabar estampándose con un poderoso golpe en tu barbilla, y así lanzarte al suelo. Todo sucede a una gran velocidad, no parecía que aquel tipo fuera tan fuerte.

La pelea parecía haber cambiado las tornas totalmente, el chico cada vez tenía mas cara de depredador y menos de presa,su mirada empezaba a atemorizar un poco, pero me mantuve firme y mi mirada cambió a una mas seria.

El chico lanzó un jab hacia mi mandíbula, bastante rápido y potente, aunque nada que no pudiera manejar pero su siguiente golpe...ya eran palabras mayores. Me hizo una finta hacia la izquierda, pero sin embargo dio un golpe hacia la izquierda. ''¡Es mi momento!'' pensé, intenté bloquear lo mejor que pude el golpe con mi brazo derecho y aunque me golpeé con mi puño por la fuerza del golpe, se que habría sido mayor si el chico me hubiera golpeado directamente. Aproveché la inercia de su golpe para en cuanto el cuerpo se me girara hacia la izquierda de la inercia,dar un sing hacia su cara, justo después de su golpe, cuando aún no se había cubierto. Golpease o no, acto seguido lanzaría un crochet a la cara para intentar desestabilizarle y acto seguido volver a cubrirme y mantener la guardia alta.

Tu primer golpe es interceptado por sus guantes, ha conseguido parárselo con su brazo izquierdo, pero el segundo no se lo esperaba. Impacta contra la cara de aquel joven, lanzándolo hacia el suelo. El choque contra el ring es fuerte, todos están sorprendidos y él está con los ojos cerrados. ¿Habrás ganado? La cuenta comienza, debe levantarse o ganarás. Uno; el joven no responde. Dos; el chico sigue en el suelo, inerte. Tres; su respiración es pausada. Cuatro; de pronto suspira con fuerza. Cinco; el tipo se retuerce por el suelo. Seis; Intenta levantarse. Siente; su rodilla está hincada en el suelo, pero no es suficiente. Ocho; ahora se agarra de las cuerdas. Nueve; lo intenta, está de cunclillas. Y di… Se levanta

- Nada mal, chico. – Dice el árbitro, dirigiéndose a ti.

El joven se ajusta el protector bucal y dan la señal para seguir. Entonces se escucha una voz, la de su entrenador, dándole nuevas órdenes. – Ya es la hora. ¡Hazlo! – El joven comienza a moverse hacia ti, pero haciendo movimientos con su cadera y la parte superior de su cuerpo, dibujando círculos en el aire. Es rápido, cada vez más. Planta su pie izquierdo delante de ti, el derecho está más atrás. Entonces, mientras su puño izquierdo cubre su cara, el derecho se dirige a la boca de tu estómago, con fuerza y desde abajo. Una vez lo haga, el izquierdo también se dirige a tu estómago, mientras el derecho retrocede para cubrir la cara. Así una, y otra, y otra última vez, hasta propinar cuatro poderosos puñetazos de derecha, y cuatro de izquierda a una velocidad endiablada. Pero entonces un último puñetazo acaba con aquel combo. Mientras el izquierdo, tras el último golpe, se incorpora, el derecho explota. Una corriente de aire poderosa sale de su hombro y codo, haciendo que su brazo viaje a una velocidad de un mach. Es poderoso, directo hacia tu cara. Su intención era que con los ocho primeros golpes, bajases la guardia, para así lanzarte uno a la mandíbula. El puño al impactar creará una poderosa y pequeña, aunque concentrada, onda de choque. Es una especie de explosión.

El primer golpe pareció pararlo con bastante facilidad, pero el segundo golpe le mandó de cabeza a la lona. Estaba expectante al chico, esperando por si se levantara.El hombre me dijó que fue un buen golpe, es la primera vez que ese hombre parecía aceptarme como boxeador lo cual me puso muy feliz y aumentó mi determinación para ganar el combate, pero parecía haber terminado ahí. Cuando todo parecía genial y que la victoria sería mía el chico se puso en pie, con los ánimos renovados.

El entrenador del chaval le dijo que era el momento, temiéndome lo peor me cubrí rápidamente el estómago, recibiendo a una velocidad increíble 8 golpes. Muy a mi pesar esto solo era una distracción para el golpe más fuerte el cual iba directo a mi cabeza a una velocidad vertiginosa. Intenté desviar mi brazo hacia mi cabeza pero era demasiado rápido y golpeó, incluso me pareció sentir una especie de explosión. Salí despedido contra las cuerdas, casi inconsciente. Escuchaba al arbitro gritar la cuenta atrás, ''¡Uno!'' ''¡Dos!'' y sucesivamente. ¿Ese sería el final de mi batalla? ¿Tanto esfuerzo desperdiciado en un solo combate? ¡No! ¡No podía permitir que esto acabara así!.

Me levanté, tambaleándome sobre mis piernas y con una parte de la cara un poco hundido, ya que es lo que tiene de ser de plomo, su maleabilidad.

-Aún... no he dicho... mi última... palabra... Dije, mientras miraba al peliazul. Me acerqué lo más rápido que pude, di un doble jab seguido de un cruce. En cualquier caso, continuaría con una sucesión de jabs en el estómago seguido de un gancho de derecha.

-Aun puedo... continuar. Decía todo el rato, convenciéndome a mi mismo. Poco a poco mis golpes fueron acelerándose y potenciándose, ¡era el todo o nada! Mi mirada pasó de ser una mirada alegre y feliz a una mirada de depredador.

Cuando avanzas hacia él te das cuenta de que el brazo con el cual te golpeó, lo tiene abajo, como si no pudiese moverlo. Su hombro está dislocado, al parecer aquella técnica era un arma de doble filo. Tus golpes impactan uno tras otro sobre el cuerpo de aquel joven, y el último lo envía a la lona. La cuenta atrás no se escucha, en su lugar está el entrenador. Ha subido al ring y ha dado por finalizado el combate, mientras ayuda a tu rival a levantarse. Acto seguido se acerca a ti, con una cantimplora llena de agua y te la ofrece.

- Ten, has peleado bastante bien. ¿Dónde has aprendido? – Parece realmente sorprendido, no se esperaba que fueses tan fuerte. Entonces te ofrece su mano. – Sabes, me has gustado. ¿Te gustaría practicar con nosotros? – Si aceptases, te contaría los secretos de la técnica.

Una técnica poderosa, capaz de derribar edificios o incluso atravesar el material más resistente. Pocos la dominan del todo, ya que es de lo más complicado. El poder que has visto, tan sólo es el 0’1% de su totalidad. ¿Te imaginas como sería el 100%? Lo que hace esa técnica es concentrar toda la energía, alma y fuerza en un solo brazo, para expulsando parte de ella por codo y hombro, lanzar un puñetazo a una velocidad endiablada. Al impactar se crea tanto una explosión como una onda expansiva. El problema de dicha técnica es que alguien que no la controla del todo, acaba con el hombro dislocado y en el peor de los casos, los huesos rotos. ¿Serías capaz de intentar aprenderla? Te está ofreciendo entrenarte.

El combate acabó con una victoria por mi parte... ¿pero de verdad fué una victoria? La cuenta atrás no se escuchó, el entrenador subió y me ofreció una cantimplora con agua, se veía algo asombrado y quiso saber donde me entrené.

-Vengo de la isla de al lado y he estado durante mucho tiempo entrenando yo solo, aún me falta mucho pulir mis técnicas. Dirigí mi mirada al peli-azul.

-¡Ha sido una pelea genial! ¡Eres muy fuerte! Y con una sonrisa volví a mirar al entrenador. Mi cara era de puro cansancio, dí un trago a la cantimplora y el hombre me dijo que si quería a aprender esta técnica y aprender aquí.

-¡Si! Acepto encantado el entrenar aquí. Tras eso le extendí la mano mientras el brazo entero me temblaba, sentía como me iba a desplomar en cualquier momento. Poco a poco mi respiración se iba calmando y todo volvía a la normalidad en mí, sabía que un tiempo podría llegar a tener un as bajo la manga en combates reales.

Por fín entrenaba con expertos en el tema y no yo solo, por fín podría empezar a considerarme un boxeador de verdad.