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Había pasado todo el día visitando las tabernas de la ciudad. No por ocio, si no por trabajo. En mi barco tenía un cargamento de vino de primera calidad y andaba buscando un comprador. Si tenía suerte, encontraría alguien dispuesto a pagar un buen precio y podría abrir una ruta comercial.
Conseguí vender un par de barriles a un posadero. Este dijo que lo ofrecería a sus clientes en las celebraciones del día siguiente. Si el vino tenía una buena aceptación se plantearía comprar regularmente.
Lo único que me había llevado a esa isla era el dinero. Me hacía mucha falta si quería progresar con mis planes. Y sin querer, ese posadero me había dado todo lo que necesitaba. Comencé a investigar sobre la fiesta que se iba a celebrar. El cumpleaños del hijo del rey, eso suena a dinero por todos lados.
Comencé a pensar cómo podría hacerme con algunos de los tesoros de la familia real. Regresé al barco dónde llene mi mochila con todo aquello que consideré de utilidad. El cumpleaños era la excusa perfecta para entrar en el castillo, aunque tendrían que hacerme pasar por noble. Tenía suficientes recursos e ideas, solo me faltaban algunos cómplices. A pesar de estar anocheciendo no dudé, salí a la calle a recoger más información sobre el entorno y buscar alguien que pudiese ayudarme.
Conseguí vender un par de barriles a un posadero. Este dijo que lo ofrecería a sus clientes en las celebraciones del día siguiente. Si el vino tenía una buena aceptación se plantearía comprar regularmente.
Lo único que me había llevado a esa isla era el dinero. Me hacía mucha falta si quería progresar con mis planes. Y sin querer, ese posadero me había dado todo lo que necesitaba. Comencé a investigar sobre la fiesta que se iba a celebrar. El cumpleaños del hijo del rey, eso suena a dinero por todos lados.
Comencé a pensar cómo podría hacerme con algunos de los tesoros de la familia real. Regresé al barco dónde llene mi mochila con todo aquello que consideré de utilidad. El cumpleaños era la excusa perfecta para entrar en el castillo, aunque tendrían que hacerme pasar por noble. Tenía suficientes recursos e ideas, solo me faltaban algunos cómplices. A pesar de estar anocheciendo no dudé, salí a la calle a recoger más información sobre el entorno y buscar alguien que pudiese ayudarme.
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Hacía ya horas que había anochecido. Las calles estaban desiertas. No esperaba encontrar a nadie hasta que oí unos gritos de dolor al final de la calle. Me acerqué sigilosamente y me escondí en un callejón cercano a escuchar lo que estaba pasando. Un grandullón estaba interrogando de una manera poco amigable a uno de los guardias de la ciudad. El guardia que iba un poco bebido no se resistió mucho. Le dio una gran cantidad de información al matón. Al parecer este tenía planeado robar los regalos que el príncipe recibiese al día siguiente.
Me reía a carcajadas por dentro, no podía haber tenido más suerte. No solo había obtenido una información muy valiosa, si no que había encontrado la ayuda que necesitaban. Aunque ese gigantón no lo supiera, yo pensaba usar su atraco como una distracción para poder realizar el mío. Cada la suerte me sonreía más, pero debía ser cuidadoso para que nadie me descubriera o me metería en problemas con el matón y los guardias de la ciudad.
Ya en mi habitación de la posada en la que me hospedaba me dispuse a tramar un plan. Primero debía dar un aviso anónimo de que alguien iba a intentar robar los regalos que los nobles llevasen al príncipe. Luego tendría que infiltrarme en el castillo haciéndome pasar por un miembro del servicio, lo cual sería sin duda la parte más difícil. Por último, solo me quedaría aprovechar el alboroto, que el grandullón causaría cuando los guardias lo descubriesen, para adentrarme en el castillo y coger algunas cosas de valor. Era un plan perfecto, podía acostarme sin preocupaciones.
Me reía a carcajadas por dentro, no podía haber tenido más suerte. No solo había obtenido una información muy valiosa, si no que había encontrado la ayuda que necesitaban. Aunque ese gigantón no lo supiera, yo pensaba usar su atraco como una distracción para poder realizar el mío. Cada la suerte me sonreía más, pero debía ser cuidadoso para que nadie me descubriera o me metería en problemas con el matón y los guardias de la ciudad.
Ya en mi habitación de la posada en la que me hospedaba me dispuse a tramar un plan. Primero debía dar un aviso anónimo de que alguien iba a intentar robar los regalos que los nobles llevasen al príncipe. Luego tendría que infiltrarme en el castillo haciéndome pasar por un miembro del servicio, lo cual sería sin duda la parte más difícil. Por último, solo me quedaría aprovechar el alboroto, que el grandullón causaría cuando los guardias lo descubriesen, para adentrarme en el castillo y coger algunas cosas de valor. Era un plan perfecto, podía acostarme sin preocupaciones.
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Esa mañana me desperté con la primera luz del día. Había pasado toda la noche teniendo sueños por la presión del delito que iba a cometer. Yo nunca había sido un santo, siempre intentaba actuar en mi propio beneficio, pero de ahí a convertirme en un ladrón… quizá era demasiado. Mientras me vestía comencé a replantearme mi situación. Es cierto que necesitaba dinero para comenzar a avanzar con mis proyectos, pero no podía dejar que eso me llevase a ser algo que realmente no era. De camino a informar a los guardias acerca de lo que había oído anoche llegué a una conclusión. No me sentía capaz de realizar aquel atraco, pero podía intentar ganar algo de dinero ayudando a detener al auténtico ladrón.
-Buenas tardes. Quisiera hablar con la persona al cargo de la seguridad del castillo. Es importante.- dije al primer guarda de la ciudad con el que me encontré.
-Lo siento, pero no puedo hacer eso. Estamos muy ocupados manteniendo el orden en la ciudad para evitar problemas durante el cumpleaños del príncipe.- contestó seriamente con obvias intenciones de deshacerse de la molestia que yo suponía.
-Por eso mismo tengo que verle. Mi nombre es Nairb Hunt, cazarrecompensas. He descubierto gracias a fuentes fiables que alguien pretende atacar durante la celebración. Es muy importante que hable con el jefe de seguridad de inmediato.- dije pretendiendo hacer la situación más crítica de lo que parecía.
El guarda me miró dudoso. Parecía como si tuviese cosas más importantes de las que encargarse que de la propia seguridad del evento, pero no le di mucha importancia. Finalmente hizo un gesto de derrota y me indicó que le siguiera. Yo por mi parte me encontraba extrañado. Si yo hubiera sido un soldado del reino encargado de la seguridad de este y me hubieran informado de que se iba a cometer un delito contra la familia real habría reaccionado mucho antes. Debía de estar pasando algo más.
-Buenas tardes. Quisiera hablar con la persona al cargo de la seguridad del castillo. Es importante.- dije al primer guarda de la ciudad con el que me encontré.
-Lo siento, pero no puedo hacer eso. Estamos muy ocupados manteniendo el orden en la ciudad para evitar problemas durante el cumpleaños del príncipe.- contestó seriamente con obvias intenciones de deshacerse de la molestia que yo suponía.
-Por eso mismo tengo que verle. Mi nombre es Nairb Hunt, cazarrecompensas. He descubierto gracias a fuentes fiables que alguien pretende atacar durante la celebración. Es muy importante que hable con el jefe de seguridad de inmediato.- dije pretendiendo hacer la situación más crítica de lo que parecía.
El guarda me miró dudoso. Parecía como si tuviese cosas más importantes de las que encargarse que de la propia seguridad del evento, pero no le di mucha importancia. Finalmente hizo un gesto de derrota y me indicó que le siguiera. Yo por mi parte me encontraba extrañado. Si yo hubiera sido un soldado del reino encargado de la seguridad de este y me hubieran informado de que se iba a cometer un delito contra la familia real habría reaccionado mucho antes. Debía de estar pasando algo más.
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Anduve junto al guardia durante un rato. Nos movíamos bastante rápido gracias a que la gente se apartaba a su paso. Muchos me miraban como si fuese un criminal al que hubiese atrapado, lo que me molestaba bastante. Estaba intentando ayudar a su queridísima familia real, merecía respeto, no caras de asco y odio. Pero bueno, tampoco podía culparles, ellos no sabían nada. Si tenía algo de suerte podría detener al bandido y así se darían cuenta de su error. Debía darme prisa o nada de eso sucedería. Estaba tan sumido en mis pensamientos que cuando el callado soldado se detuvo choqué levemente contra su espalda.
-Ya hemos llegado.- dijo seriamente.
Nos encontrábamos ante un pequeño cuartel junto al castillo. No era ninguna belleza arquitectónica, pero parecía bastante fortificado. Seguramente el rey se escondía ahí cuando el reino estaba bajo ataque. Es probable que hubiese algún pasadizo entre el castillo y el cuartel. Era un tema interesante, pero no había tiempo de ponerme a investigar. Crucé las grandes puertas de metal acompañado por el guardia. Por dentro aquel edificio estaba completamente equipado. Había absolutamente de todo lo que se pudiese necesitar para la defensa del reino. Me sorprendió en gran medida el contraste que se creaba entre el pueblo que mantenía un carácter casi medieval y la zona en la que me encontraba ahora, mas modernizada y rica.
-¡¿Qué hace un civil aquí?!- escuché gritar a un hombre.
-Es importante señor. Este joven dice tener información fiable sobre un ataque al castillo.-intervino el soldado que me había escoltado hasta el cuartel.
-¡¿A qué espera para revelarla entonces?! ¡La fiesta ya ha empezado!- dijo dirigiéndose a su subordinado.- No puedo malgastar el tiempo. Si de verdad sabes algo que nos pueda ser de utilidad date prisa en exponerlo.- añadió mientras clavaba en mí su tosca mirada.
-Si señor la tengo, pero déjeme presentarme primero. Mi nombre es Nairb Hunt, cazarrecompensas.- contesté intentando que el mencionar mi profesión diese más credibilidad a mis palabras.- Anoche mientras buscaba alguna presa escuché como un matón torturaba a uno de sus hombres para obtener información sobre la fiesta. Y le aseguro que este habló más de lo que hubiera debido.- informé al ruidoso hombre.
-Soldado has hecho bien en traer a este muchacho.- dijo a mi escolta.- Vosotros dos. Quiero que comencéis a revisar las imágenes de las cámaras exteriores del castillo en busca de cosas sospechosas.- ordenó a dos soldados que se encontraban sentados ante unas pantallas.
-Señor.- dije interrumpiéndole.- Dado que soy el único que ha visto el rostro del delincuente me gustaría ayudar. Aunque luego les cobraré en función de lo bien que haga mi trabajo.- me ofrecí intentando disimular una pequeña sonrisa.
-Está bien.- accedió tras hacer una mueca de desagrado.- Dale indicaciones a nuestro dibujante para que haga un retrato robot y ayuda a los guardias del castillo a vigilar. Si ese maldito bastardo se acerca encárgate de él. Si haces bien tu trabajo se te recompensara abundantemente. – dijo intentando motivarme para asegurarse de que seguía sus órdenes.
-Así lo haré señor.- dije mientras me giraba a acompañar al dibujante que acababa de llegar.- Aunque…- rectifiqué deteniéndome y dirigiéndome al hombre al mando.- Si estuviese entre los guardias destacaría mucho y podría alertar a los delincuentes. ¿Podría permitirme infiltrarme en la fiesta como un noble para así poder afianzar la seguridad de los asistentes también?- sugerí intentando que no se notase que lo tenía planeado desde el principio.
-Hazlo como lo veas conveniente, pero si infiltras te tendremos vigilado, aún no has demostrado ser de confianza.- dijo el hombre con cara de desconfianza.- Ahora date prisa en ayudar al dibujante a acabar el retrato robot. Cuando acabes tendrás preparada ropa elegante y un micrófono para mantenerte en contacto con el cuartel en todo momento. Si lo reconoces avisa antes de actuar para que nos preparemos.- me ordenó poniendo fin a la conversación finalmente.
-Ya hemos llegado.- dijo seriamente.
Nos encontrábamos ante un pequeño cuartel junto al castillo. No era ninguna belleza arquitectónica, pero parecía bastante fortificado. Seguramente el rey se escondía ahí cuando el reino estaba bajo ataque. Es probable que hubiese algún pasadizo entre el castillo y el cuartel. Era un tema interesante, pero no había tiempo de ponerme a investigar. Crucé las grandes puertas de metal acompañado por el guardia. Por dentro aquel edificio estaba completamente equipado. Había absolutamente de todo lo que se pudiese necesitar para la defensa del reino. Me sorprendió en gran medida el contraste que se creaba entre el pueblo que mantenía un carácter casi medieval y la zona en la que me encontraba ahora, mas modernizada y rica.
-¡¿Qué hace un civil aquí?!- escuché gritar a un hombre.
-Es importante señor. Este joven dice tener información fiable sobre un ataque al castillo.-intervino el soldado que me había escoltado hasta el cuartel.
-¡¿A qué espera para revelarla entonces?! ¡La fiesta ya ha empezado!- dijo dirigiéndose a su subordinado.- No puedo malgastar el tiempo. Si de verdad sabes algo que nos pueda ser de utilidad date prisa en exponerlo.- añadió mientras clavaba en mí su tosca mirada.
-Si señor la tengo, pero déjeme presentarme primero. Mi nombre es Nairb Hunt, cazarrecompensas.- contesté intentando que el mencionar mi profesión diese más credibilidad a mis palabras.- Anoche mientras buscaba alguna presa escuché como un matón torturaba a uno de sus hombres para obtener información sobre la fiesta. Y le aseguro que este habló más de lo que hubiera debido.- informé al ruidoso hombre.
-Soldado has hecho bien en traer a este muchacho.- dijo a mi escolta.- Vosotros dos. Quiero que comencéis a revisar las imágenes de las cámaras exteriores del castillo en busca de cosas sospechosas.- ordenó a dos soldados que se encontraban sentados ante unas pantallas.
-Señor.- dije interrumpiéndole.- Dado que soy el único que ha visto el rostro del delincuente me gustaría ayudar. Aunque luego les cobraré en función de lo bien que haga mi trabajo.- me ofrecí intentando disimular una pequeña sonrisa.
-Está bien.- accedió tras hacer una mueca de desagrado.- Dale indicaciones a nuestro dibujante para que haga un retrato robot y ayuda a los guardias del castillo a vigilar. Si ese maldito bastardo se acerca encárgate de él. Si haces bien tu trabajo se te recompensara abundantemente. – dijo intentando motivarme para asegurarse de que seguía sus órdenes.
-Así lo haré señor.- dije mientras me giraba a acompañar al dibujante que acababa de llegar.- Aunque…- rectifiqué deteniéndome y dirigiéndome al hombre al mando.- Si estuviese entre los guardias destacaría mucho y podría alertar a los delincuentes. ¿Podría permitirme infiltrarme en la fiesta como un noble para así poder afianzar la seguridad de los asistentes también?- sugerí intentando que no se notase que lo tenía planeado desde el principio.
-Hazlo como lo veas conveniente, pero si infiltras te tendremos vigilado, aún no has demostrado ser de confianza.- dijo el hombre con cara de desconfianza.- Ahora date prisa en ayudar al dibujante a acabar el retrato robot. Cuando acabes tendrás preparada ropa elegante y un micrófono para mantenerte en contacto con el cuartel en todo momento. Si lo reconoces avisa antes de actuar para que nos preparemos.- me ordenó poniendo fin a la conversación finalmente.
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No tardé mucho en darle la descripción del hombre que vi al dibujante. Era una persona con una imagen poco común, por lo que pude recordar bastante bien lo más característico. Era alto y delgado. Tenía los ojos claros y rasgados. Y lo más importante, su pelo era corto y de color morado. No podía haber mucha gente que encajase con esa descripción, seguro que en cuanto conociesen la descripción los guardias darían con él.
Acabada esa primera tarea me dirigí a prepararme para entrar a la fiesta. Me habían preparado un traje negro bastante elegante. La verdad es que me gustaba bastante, con suerte me dejarían quedármelo después de la misión. Junto al traje se encontraba el diminuto den den mushi que debería esconder entre mi ropa para que los de la base pudiesen escuchar todo lo que hacía. Solo veía un problema, no sería muy inteligente entrar con mis armas en la mano o en su funda atada a mi espalda; pero tampoco iba a entrar ahí desarmado. Menos mal que mis sinawali no abultaban mucho, gracias a eso se me ocurrió una idea para poder llevarlos conmigo. Con un poco de cuerda que llevaba en la mochila até un extremo de cada uno. Luego los escondí en mi pantalón, dejando que cada uno colgase hacia una pierna. Era bastante incomodo, pero así nadie se daría cuenta de que los llevaba.
Una vez listo salí del cuarto que el oficial había habilitado para que me cambiase y guardase mis cosas. En la puerta encontré había dos guardias, que me escoltaron hasta la entrada del castillo. En los alrededores había una inmensa multitud de gente que había ido a admirar como los nobles exhibían sus trajes y joyas antes de entrar al palacio. Seguro que eso dificultaría mucho la labor de los guardias. Mientras mis dos escoltas informaban a los miembros de seguridad que se encargaban del acceso a la fiesta, yo me dediqué a saludar a la gente del pueblo llano. Tenía que hacer creíble mi papel, y este era un buen momento. Pronto uno de mis escoltas se acercó a mi otra vez.
-Ya hemos informado a los guardas, puedes pasar sin problema. Nosotros nos quedaremos aquí como refuerzo, no dudes en buscarnos si descubres algo.- dijo el agente con cara seria.
-Gracias por la ayuda.- contesté sonriente antes de comenzar a andar hacia el interior.
Era bueno saber que tenía apoyo en caso de encontrarme con problemas, pero no sabía hasta que punto podía confiar en aquellos guardias. Seguramente si algo salía mal toda la culpa recaería sobre mí, debía estar listo para cualquier cosa. Como el buen hombre me había dicho me permitieron el paso directamente, sin hacerme preguntas ni registrarme. Una vez dentro un mayordomo me acompañó hasta el salón donde se estaba celebrando la fiesta. Aunque no era muy de mi agrado, la música era bastante animada. Había platos de comida por todos lados, cada cual con apariencia más apetecible. Pero sobre todo había mucha gente, personas importantes de todo tipo, desde nobles y reyes hasta adinerados empresarios. No iba a ser nada fácil, debía estar muy atento a todo. Comencé por empezar a examinar la zona mientras me metía un poco más en el papel. Tomé una copa de champagne mientras me dirigía a la zona donde se encontraba el escenario con los músicos. Decidí invitar a una joven a bailar para que nadie sospechase cuando mirase de un lado para otro.
-Disculpe señorita, me concedería este baile.- dije con una sonrisa entre elegante y picara.
El traje debía sentarme bastante bien, porque la chica se puso colorada al instante. Los nobles suelen ser tan cortados que las pobres chicas no saben cómo actuar cuando un chico se les acerca.
-Claro señor.- dijo casi tartamudeando mientras me ofrecía la mano.
La verdad es que la chica era preciosa, tenía el pelo castaño claro y los ojos azules. Además llevaba un preciso vestido rojo que hacía juego con su pintalabios y su collar. En otro momento habría intentado cortejarla, pero ahora no podía. No eran un gran bailarín y mis armas me molestaban bastante, pero era suficientemente habilidoso para no destacar. Así entre pasos y giros comencé a examinar cada rincón de la estancia en busca de algo que me fuese útil.
Acabada esa primera tarea me dirigí a prepararme para entrar a la fiesta. Me habían preparado un traje negro bastante elegante. La verdad es que me gustaba bastante, con suerte me dejarían quedármelo después de la misión. Junto al traje se encontraba el diminuto den den mushi que debería esconder entre mi ropa para que los de la base pudiesen escuchar todo lo que hacía. Solo veía un problema, no sería muy inteligente entrar con mis armas en la mano o en su funda atada a mi espalda; pero tampoco iba a entrar ahí desarmado. Menos mal que mis sinawali no abultaban mucho, gracias a eso se me ocurrió una idea para poder llevarlos conmigo. Con un poco de cuerda que llevaba en la mochila até un extremo de cada uno. Luego los escondí en mi pantalón, dejando que cada uno colgase hacia una pierna. Era bastante incomodo, pero así nadie se daría cuenta de que los llevaba.
Una vez listo salí del cuarto que el oficial había habilitado para que me cambiase y guardase mis cosas. En la puerta encontré había dos guardias, que me escoltaron hasta la entrada del castillo. En los alrededores había una inmensa multitud de gente que había ido a admirar como los nobles exhibían sus trajes y joyas antes de entrar al palacio. Seguro que eso dificultaría mucho la labor de los guardias. Mientras mis dos escoltas informaban a los miembros de seguridad que se encargaban del acceso a la fiesta, yo me dediqué a saludar a la gente del pueblo llano. Tenía que hacer creíble mi papel, y este era un buen momento. Pronto uno de mis escoltas se acercó a mi otra vez.
-Ya hemos informado a los guardas, puedes pasar sin problema. Nosotros nos quedaremos aquí como refuerzo, no dudes en buscarnos si descubres algo.- dijo el agente con cara seria.
-Gracias por la ayuda.- contesté sonriente antes de comenzar a andar hacia el interior.
Era bueno saber que tenía apoyo en caso de encontrarme con problemas, pero no sabía hasta que punto podía confiar en aquellos guardias. Seguramente si algo salía mal toda la culpa recaería sobre mí, debía estar listo para cualquier cosa. Como el buen hombre me había dicho me permitieron el paso directamente, sin hacerme preguntas ni registrarme. Una vez dentro un mayordomo me acompañó hasta el salón donde se estaba celebrando la fiesta. Aunque no era muy de mi agrado, la música era bastante animada. Había platos de comida por todos lados, cada cual con apariencia más apetecible. Pero sobre todo había mucha gente, personas importantes de todo tipo, desde nobles y reyes hasta adinerados empresarios. No iba a ser nada fácil, debía estar muy atento a todo. Comencé por empezar a examinar la zona mientras me metía un poco más en el papel. Tomé una copa de champagne mientras me dirigía a la zona donde se encontraba el escenario con los músicos. Decidí invitar a una joven a bailar para que nadie sospechase cuando mirase de un lado para otro.
-Disculpe señorita, me concedería este baile.- dije con una sonrisa entre elegante y picara.
El traje debía sentarme bastante bien, porque la chica se puso colorada al instante. Los nobles suelen ser tan cortados que las pobres chicas no saben cómo actuar cuando un chico se les acerca.
-Claro señor.- dijo casi tartamudeando mientras me ofrecía la mano.
La verdad es que la chica era preciosa, tenía el pelo castaño claro y los ojos azules. Además llevaba un preciso vestido rojo que hacía juego con su pintalabios y su collar. En otro momento habría intentado cortejarla, pero ahora no podía. No eran un gran bailarín y mis armas me molestaban bastante, pero era suficientemente habilidoso para no destacar. Así entre pasos y giros comencé a examinar cada rincón de la estancia en busca de algo que me fuese útil.
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Estaba siendo un baile muy agradable con esa bella chica, pero no podía dejar de un lado mi trabajo. Mientras me movía al son de la música controlaba casi toda la estancia. Fue gracias a eso que pude observar como un hombre se comportaba raro y atraía la atención de los guardias.
-Ha sido un placer disfrutar de su compañía.- dije en modo de despedida a la joven.
-¿Volveremos a vernos?- me preguntó ruborizándose.
Me resultó bastante graciosa la situación. Yo casi nunca hablaba con mujeres, y cuando lo hacía me las arreglaba para que no quisieran volver a hacerlo. Sin embargo esa muchacha había quedado prendada de mí sin que yo hiciese más que invitarla a bailar. Al menos me despediría de ella como era debido.
-Yo mismo vendré a buscaros. No os olvidéis de mí.- le dije con mi mejor sonrisa mientras me marchaba.
No tenía interés en volver, pero no podía comportarme bruscamente con aquella belleza. Dejándola atrás decidí acercarme a ver que sucedía sin llamar mucho la atención. Habría sido una maravilla que pudiesen informarme de la situación a través del mini den den mushi que portaba, pero el ruido habría descubierto mi tapadera. Al menos ellos podían controlar mi situación y sabrían que debían actuar si yo encontraba algo.
Menos mal que la siguiente escena que presencié sucedió en el patio, si no habría habido un gran revuelo entre los asistentes de la fiesta. Al parecer gracias al retrato robot unos soldados habían atrapado al ladrón y lo estaban mandando junto con su ayudante a los calabozos. Era un alivio que lo hubiesen detenido, había estado muy cerca del rey. A pesar de estar ya controlado, había algo que me inquietaba. Se habían dejado apresar muy fácilmente, y eso era extremadamente extraño. El hombre que yo había visto la otra noche se las había apañado para capturar y torturar a un guardia, no podía ser que se rindiese sin siquiera intentar escapar.
-He visto como los guardias le atrapaban, buen trabajo.- dije en voz baja mientras me tapaba la boca con la mano haciendo como si me rascase la barba.- Aunque lleguéis a meterlo en el calabozo no bajéis la guardia. Esto ha sido demasiado fácil seguro que tiene algo planeado.- continué.
Me apoyé en la pared, junto a la puerta desde la que lo había presenciado todo. Debía pensar detenidamente mi siguiente movimiento. Si como era de esperar el malhechor tenía planeado algo más, debía adelantarme a sus movimientos.
-Señor, si me escucha creo que deberían sellar todos los accesos al castillo hasta que estemos seguros de que no va a haber ninguna sorpresa.- dije disimuladamente esperando que el jefe de la guardia estuviese escuchando.
No sabía si me había oído ni si estaba de acuerdo con lo que le había dicho, lo cual me ponía un poco nervioso. Supongo que se me notaba bastante, porque escuché como alguien se me acercaba preocupado por mi estado.
-¿Se encuentra bien joven?- le escuché preguntar.
Tomé aliento, recobre la sonrisa y me volví a contestar al buen hombre. Mis ojos se abrieron como platos al ver que era e rey el que se estaba dirigiendo a mí. Ya había oído que el rey era una persona amable y campechana, pero no esperaba que fuese a preocuparse por un desconocido. Estaba bastante sorprendido y no sabía bien cómo actuar en esa situación, pero me dispuse a hacerlo lo mejor que pude.
-Si su alteza, ha sido solo un mareo. No estoy acostumbrado a tanto bullicio.- dije sonriendo mientras hacía una pequeña inclinación con la cabeza.- Muchas gracias por preocuparse, pero no era necesario. Ya me encuentro mejor.- continué intentando que no se preocupase más por mí y me dejase seguir a lo mío.
-La verdad es que venía a hablar contigo.- dijo de una forma que me erizó el bello.- Acabo de hablar con mi hija mayor y según ella eres un caballero bastante interesante. Me interesaba conocerte para saber si esto era cierto. Está claro que no eres de una de las familias nobles de aquí, ¿de qué reino vienes?- dijo interrogándome.
Casi me desmallo del agobio que me entró. La chica con la que había estado bailando era la princesa. Ahora sí que estaba en un gran aprieto. No tenía ni idea de que podía hacer. SI mentía lo descubriría tarde o temprano y me metería en problemas, pero si decía la verdad podría no creerme y mandarme al calabozo antes de que cumpliese mi misión. Estaba a punto de confesar cuando de repente…
-¡Padre!- intervino mi salvadora.
La princesa se llevó del brazo al rey, que mantuvo su mirada clavada en mí. Desde lejos pude ver como la chica comenzaba a regañarle. Supongo que estas situaciones se dan hasta en las familias más poderosas. En cualquier caso tenía que aprovechar para escabullirme. Fui todo lo rápido que pude hasta el baño donde me desvestí y escondí mi ropa. Luego activé mi cubierta protectora extendí el poder de mimetización a mis sinawali. Por último entré en sigilo y salí a observar desde las sombras a los sospechosos.
-Ha sido un placer disfrutar de su compañía.- dije en modo de despedida a la joven.
-¿Volveremos a vernos?- me preguntó ruborizándose.
Me resultó bastante graciosa la situación. Yo casi nunca hablaba con mujeres, y cuando lo hacía me las arreglaba para que no quisieran volver a hacerlo. Sin embargo esa muchacha había quedado prendada de mí sin que yo hiciese más que invitarla a bailar. Al menos me despediría de ella como era debido.
-Yo mismo vendré a buscaros. No os olvidéis de mí.- le dije con mi mejor sonrisa mientras me marchaba.
No tenía interés en volver, pero no podía comportarme bruscamente con aquella belleza. Dejándola atrás decidí acercarme a ver que sucedía sin llamar mucho la atención. Habría sido una maravilla que pudiesen informarme de la situación a través del mini den den mushi que portaba, pero el ruido habría descubierto mi tapadera. Al menos ellos podían controlar mi situación y sabrían que debían actuar si yo encontraba algo.
Menos mal que la siguiente escena que presencié sucedió en el patio, si no habría habido un gran revuelo entre los asistentes de la fiesta. Al parecer gracias al retrato robot unos soldados habían atrapado al ladrón y lo estaban mandando junto con su ayudante a los calabozos. Era un alivio que lo hubiesen detenido, había estado muy cerca del rey. A pesar de estar ya controlado, había algo que me inquietaba. Se habían dejado apresar muy fácilmente, y eso era extremadamente extraño. El hombre que yo había visto la otra noche se las había apañado para capturar y torturar a un guardia, no podía ser que se rindiese sin siquiera intentar escapar.
-He visto como los guardias le atrapaban, buen trabajo.- dije en voz baja mientras me tapaba la boca con la mano haciendo como si me rascase la barba.- Aunque lleguéis a meterlo en el calabozo no bajéis la guardia. Esto ha sido demasiado fácil seguro que tiene algo planeado.- continué.
Me apoyé en la pared, junto a la puerta desde la que lo había presenciado todo. Debía pensar detenidamente mi siguiente movimiento. Si como era de esperar el malhechor tenía planeado algo más, debía adelantarme a sus movimientos.
-Señor, si me escucha creo que deberían sellar todos los accesos al castillo hasta que estemos seguros de que no va a haber ninguna sorpresa.- dije disimuladamente esperando que el jefe de la guardia estuviese escuchando.
No sabía si me había oído ni si estaba de acuerdo con lo que le había dicho, lo cual me ponía un poco nervioso. Supongo que se me notaba bastante, porque escuché como alguien se me acercaba preocupado por mi estado.
-¿Se encuentra bien joven?- le escuché preguntar.
Tomé aliento, recobre la sonrisa y me volví a contestar al buen hombre. Mis ojos se abrieron como platos al ver que era e rey el que se estaba dirigiendo a mí. Ya había oído que el rey era una persona amable y campechana, pero no esperaba que fuese a preocuparse por un desconocido. Estaba bastante sorprendido y no sabía bien cómo actuar en esa situación, pero me dispuse a hacerlo lo mejor que pude.
-Si su alteza, ha sido solo un mareo. No estoy acostumbrado a tanto bullicio.- dije sonriendo mientras hacía una pequeña inclinación con la cabeza.- Muchas gracias por preocuparse, pero no era necesario. Ya me encuentro mejor.- continué intentando que no se preocupase más por mí y me dejase seguir a lo mío.
-La verdad es que venía a hablar contigo.- dijo de una forma que me erizó el bello.- Acabo de hablar con mi hija mayor y según ella eres un caballero bastante interesante. Me interesaba conocerte para saber si esto era cierto. Está claro que no eres de una de las familias nobles de aquí, ¿de qué reino vienes?- dijo interrogándome.
Casi me desmallo del agobio que me entró. La chica con la que había estado bailando era la princesa. Ahora sí que estaba en un gran aprieto. No tenía ni idea de que podía hacer. SI mentía lo descubriría tarde o temprano y me metería en problemas, pero si decía la verdad podría no creerme y mandarme al calabozo antes de que cumpliese mi misión. Estaba a punto de confesar cuando de repente…
-¡Padre!- intervino mi salvadora.
La princesa se llevó del brazo al rey, que mantuvo su mirada clavada en mí. Desde lejos pude ver como la chica comenzaba a regañarle. Supongo que estas situaciones se dan hasta en las familias más poderosas. En cualquier caso tenía que aprovechar para escabullirme. Fui todo lo rápido que pude hasta el baño donde me desvestí y escondí mi ropa. Luego activé mi cubierta protectora extendí el poder de mimetización a mis sinawali. Por último entré en sigilo y salí a observar desde las sombras a los sospechosos.
- Técnicas y objetos especiales usados:
- Análisis: tras observar el terreno durante un rato (1 post) se obtiene información útil sobre él, por lo que se obtiene un x1,5 en agilidad, velocidad y reflejos mientras estés en la zona.
Mimetización: otorga x5 de sigilo, pero solo puede usarse tras haber analizado la zona (durante 1 post) y se perderá si se realiza algún ataque o acción descuidada.
Sinawalis especiales: su propietario puede extender a ellos sus habilidades domo si fueran parte de su propio cuerpo.
Cubierta protectora (versión prémium 3 millones): fina capa de una sustancia de átomos inestables que permite cambiar su apariencia a voluntad. Perfecta para camuflarse. (Es una película, no cambia tus rasgos faciales, funciona en plan piel de camaleón). Solo puede ser visto por usuarios de mantra o si hace movimientos bruscos.
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El castillo era bastante grande, por lo que me llevo un tiempo encontrar la zona de los calabozos. Atravesé la zona donde estaban los guardias sin que estos llegasen a reparar en mi presencia, la cubierta protectora era sin duda la mejor adquisición que había hecho en mi vida. No habría dicho eso estando en la mesa de operaciones mientras me la implantaban, pero por suerte ya no me dolía y podía usarla perfectamente. En fin, caminé un poco por aquellas mazmorras y finalmente di con el lugar donde estaban los prisioneros.
Estaban custodiados por dos guardias, todo parecía bastante en orden. O al menos lo pareció hasta que sonó un golpe a una distancia no muy lejana. Solo uno de los guardias parecía haberlo oído, el otro insistía en que debía ser su imaginación a causa del cansancio. Todo comenzaba a enrarecerse, no podía bajar la guardia en este momento. El más grande de los soldados hizo que el que había oído el ruido se quitase el casco para que le diese un poco el aire. En ese mismo instante le arreó un puñetazo que lo derribó al instante. Sabía que tenían algo planeado, pero era mejor no intervenir de momento. Ellos eran tres y yo estaba solo, debía ver cuál iba a ser su próximo paso para poder alertar a los agentes de seguridad.
Casi de inmediato apareció otro hombre al otro lado del pasillo. Tanto el como el falso guardia comenzaron a hablar como si estuviesen compinchados. Debía de admitir que su plan estaba bastante bien diseñado. Casi me sabía mal tener que fastidiárselo. El último en llegar cortó los barrotes con una katana que hizo desaparecer la luz con el corte, liberando a sus dos compañeros. Ese arma debía tener algo especial, pero no era el momento d eponerme a investigarlo. Estaban listos para moverse y continuar con su plan. Mi parte era fácil, solo debía seguirlos para saber cuál era su objetivo para poder alertar a los guardias. No podía fallar, aunque comenzaba a ponerme nervioso.
Los delincuentes ya comenzaban a moverse cuando comenzaron a escucharse unos llantos. Discutieron un poco sobre si debían continuar o bajar al segundo piso a investigar que eran esos sollozos. Finalmente el hombre de la katana los convenció para bajar. No me hacía mucha gracia ya que yo me vería obligado a perder el tiempo bajando tras ellos, pero en fin aún no podía perderlos de vista. Las escaleras eran bastante oscuras y no podía encender nada para iluminarlas correctamente, aunque al menos tenía la luz que emitían las antorchas que emitían los perseguidos. Esto no era suficiente, por lo que estuve a punto de tropezar en varias ocasiones. Era una suerte que estuviesen centrados en sus investigaciones, si no me habrían descubierto.
Finalmente tras ver como los llantos aumentaban en volumen y variaban de tono llegamos a las prisiones del segundo nivel. Vi como los malhechores quedaban abrumados por lo que encontraron allí, aunque yo no alcanzaba a verlo. Me acerqué un poco más y al fin pude diferenciar una gran cantidad de niños sucios y lastimosos. Esa escena me rompía el corazón. Aquellos que en un principio parecían seres desalmados eliminaron las verjas liberando a aquellos niños que parecían muertos de miedo. Uno de los chicos de acerco al hombre de la katana llorando con los brazos abiertos. Me preparé para atacar si este se disponía a hacerle algún daño. Quedé perplejo cuando este lo tomo entre sus brazos e intentó calmarlo. Fue una suerte tener tan buen oído, gracias a eso pude entender las palabras del lloroso niño. Lo que dijo me rompió el corazón. Comencé a pensar que es lo que podría estar pasando en realidad. Los piratas decidieron abandonar la búsqueda del tesoro y dedicarse a ayudar a aquellos niños. Fue por eso que decidí abandonar mi sigilo y me dispuse a ofrecerles mi ayuda. Sabía que algo grave estaba pasando, no bastaba con liberar a esas criaturitas.
-Calma no os asustéis, no supongo ninguna amenaza.- dije llamando su atención mientras desactivaba mi cubierta protectora.- Os he estado observando desde hace un rato. Mi misión era detener vuestro intento de asalto al castillo, pero viendo la situación que ha surgido ante nosotros creo que podemos dejar eso a un lado. Quiero salvar a estos niños tanto como vosotros, pero liberarlos no será suficiente. Hay que encontrar a los responsables. Puedo intervenir en vuestro favor ante el rey para que no se os detenga y se os recompense por esto, pero deberéis colaborar.- continué en forma de discurso serio.
No tenía clara cuál sería la reacción deseos individuos por lo que agarré mis sinawali con fuerza esperando lo peor. En ese mismo instante recordé una cosa. Esa misma mañana, cuando había detenido a uno de los guardias para ofrecerle mi ayuda, este había actuado de forma muy extraña, como si tuviese algo mejor que hacer que proteger el reino. No sabía si las sospechas que comenzaban a surgir en mi cabeza eran ciertas pero debía arriesgarme.
-Hay algo más. He tenido contacto con un guardia que actuaba de forma rara. Podría daros una descripción. Así podríais salvar a los niños y atraparlo mientras que yo aviso al rey de la situación y hago que se prepare para reaccionar ante esta situación. ¿Qué me decís? ¿Estáis dentro?- añadí intentando que me ayudasen a resolver el misterio.
Estaban custodiados por dos guardias, todo parecía bastante en orden. O al menos lo pareció hasta que sonó un golpe a una distancia no muy lejana. Solo uno de los guardias parecía haberlo oído, el otro insistía en que debía ser su imaginación a causa del cansancio. Todo comenzaba a enrarecerse, no podía bajar la guardia en este momento. El más grande de los soldados hizo que el que había oído el ruido se quitase el casco para que le diese un poco el aire. En ese mismo instante le arreó un puñetazo que lo derribó al instante. Sabía que tenían algo planeado, pero era mejor no intervenir de momento. Ellos eran tres y yo estaba solo, debía ver cuál iba a ser su próximo paso para poder alertar a los agentes de seguridad.
Casi de inmediato apareció otro hombre al otro lado del pasillo. Tanto el como el falso guardia comenzaron a hablar como si estuviesen compinchados. Debía de admitir que su plan estaba bastante bien diseñado. Casi me sabía mal tener que fastidiárselo. El último en llegar cortó los barrotes con una katana que hizo desaparecer la luz con el corte, liberando a sus dos compañeros. Ese arma debía tener algo especial, pero no era el momento d eponerme a investigarlo. Estaban listos para moverse y continuar con su plan. Mi parte era fácil, solo debía seguirlos para saber cuál era su objetivo para poder alertar a los guardias. No podía fallar, aunque comenzaba a ponerme nervioso.
Los delincuentes ya comenzaban a moverse cuando comenzaron a escucharse unos llantos. Discutieron un poco sobre si debían continuar o bajar al segundo piso a investigar que eran esos sollozos. Finalmente el hombre de la katana los convenció para bajar. No me hacía mucha gracia ya que yo me vería obligado a perder el tiempo bajando tras ellos, pero en fin aún no podía perderlos de vista. Las escaleras eran bastante oscuras y no podía encender nada para iluminarlas correctamente, aunque al menos tenía la luz que emitían las antorchas que emitían los perseguidos. Esto no era suficiente, por lo que estuve a punto de tropezar en varias ocasiones. Era una suerte que estuviesen centrados en sus investigaciones, si no me habrían descubierto.
Finalmente tras ver como los llantos aumentaban en volumen y variaban de tono llegamos a las prisiones del segundo nivel. Vi como los malhechores quedaban abrumados por lo que encontraron allí, aunque yo no alcanzaba a verlo. Me acerqué un poco más y al fin pude diferenciar una gran cantidad de niños sucios y lastimosos. Esa escena me rompía el corazón. Aquellos que en un principio parecían seres desalmados eliminaron las verjas liberando a aquellos niños que parecían muertos de miedo. Uno de los chicos de acerco al hombre de la katana llorando con los brazos abiertos. Me preparé para atacar si este se disponía a hacerle algún daño. Quedé perplejo cuando este lo tomo entre sus brazos e intentó calmarlo. Fue una suerte tener tan buen oído, gracias a eso pude entender las palabras del lloroso niño. Lo que dijo me rompió el corazón. Comencé a pensar que es lo que podría estar pasando en realidad. Los piratas decidieron abandonar la búsqueda del tesoro y dedicarse a ayudar a aquellos niños. Fue por eso que decidí abandonar mi sigilo y me dispuse a ofrecerles mi ayuda. Sabía que algo grave estaba pasando, no bastaba con liberar a esas criaturitas.
-Calma no os asustéis, no supongo ninguna amenaza.- dije llamando su atención mientras desactivaba mi cubierta protectora.- Os he estado observando desde hace un rato. Mi misión era detener vuestro intento de asalto al castillo, pero viendo la situación que ha surgido ante nosotros creo que podemos dejar eso a un lado. Quiero salvar a estos niños tanto como vosotros, pero liberarlos no será suficiente. Hay que encontrar a los responsables. Puedo intervenir en vuestro favor ante el rey para que no se os detenga y se os recompense por esto, pero deberéis colaborar.- continué en forma de discurso serio.
No tenía clara cuál sería la reacción deseos individuos por lo que agarré mis sinawali con fuerza esperando lo peor. En ese mismo instante recordé una cosa. Esa misma mañana, cuando había detenido a uno de los guardias para ofrecerle mi ayuda, este había actuado de forma muy extraña, como si tuviese algo mejor que hacer que proteger el reino. No sabía si las sospechas que comenzaban a surgir en mi cabeza eran ciertas pero debía arriesgarme.
-Hay algo más. He tenido contacto con un guardia que actuaba de forma rara. Podría daros una descripción. Así podríais salvar a los niños y atraparlo mientras que yo aviso al rey de la situación y hago que se prepare para reaccionar ante esta situación. ¿Qué me decís? ¿Estáis dentro?- añadí intentando que me ayudasen a resolver el misterio.
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