Creo que te recuerdo... Creo... [Ai - Jin]

El terror, eso es lo que esperaba a los hombres de aquella pobre isla. En pleno día, sin miedo, y sin ocultarse. El demonio estaba a punto de volver a aparecer. Una pequeña isla del Este era su objetivo. El terrible ser del infierno estaba llegando por fin. El olor de la muerte se aproximaba a aquella pequeña taberna. Los pobres hombres de ella, iban a pasarlo realmente mal. No había motivo, simple diversión. No tenía nada mejor que hacer ese día, y le daba pereza tener que entrenar. Cada día intentaba mejorar el poder de su cambio de físico, y la verdad es que lo hacía bien. Nadie podía reconocerle cuando se ponía a cambiar de cara. Era el espía perfecto por así decirlo. No podían saber ni siquiera que la marina estaba teniendo dentro de ellos, al cabrón número uno de los mares. El mismísimo diablo, Jin Surfer.

La puerta de la taberna fue derribada de una potente patada. Todos miraron hacia ella, pudiendo ver al momento a aquella figura de estatura media. Dejaba ver sus cabellos, cortos, y morenos. Tenía una tétrica máscara naranja que, sólo dejaba ver un ojo rojizo. Vestía con una túnica negra, una malla por dentro, y unas sandalias. Tenía también unos calcetines rojos. En s espalda portaba dos guadañas, una blanca, y otro roja. Eran Traintor, y una de sus armas normales. Muchas personas le miraron con confusión, hasta que un hombre se acercó a él, un camarero al parecer. – Buenos días señor, bienvenido a… – No pudo ni terminar la frase. El asesino usó el shigan, atravesándole la frente con el dedo. El cuerpo sin vida de aquel tipo cayó al suelo, con ambos ojos en blanco. La escena era realmente macabra, y por si fuera poco, el moreno le pisó el cráneo, haciéndoselo pedazos.

Un tipo entonces empezó a temblar mientras susurraba un nombre despacio. – Vader… – Jin entonces le miró de forma calmada. Miró un momento a su alrededor, viendo personas temblando. También se fijó en una chica que desprendía un poder superior a los demás, pero nada importante, un insecto más. – Supongo que no hace falta que diga que nada de den den mushis. – Dijo de forma seria mientras cerraba las persianas, y colocaba la puerta en su sitio. Era como si hubiese secuestrado la taberna. De hecho, es lo que había hecho. En ese momento tomó a un niño pequeño del brazo, y arrebatándolo de su madre, le colocó un dedo bajo el cuello. – Nos reiremos un poco. Si en dos minutos alguien no se suicida, el niño cae, y la madre no vale. – Las miradas de los ciudadanos eran de puro terror, mientras que la de Jin era siniestra. Se lo iba a pasar muy bien. Entrecerró los ojos, y colocó su espalda contra la pared. Después del niño, tomaría a otro rehén. – El tiempo se termina… – El camarero trató de tomar un objeto, pero cuando vio la mirada del moreno, se estuvo quieto.

Jin no pudo evitar mostrar una expresión temible. Al parecer había un tipo dispuesto a hacer lo que él había ordenado. El hombre entonces se rajó el cuello frente a los presentes, cosa que hizo al ifrit sonreír de lado. El líquido carmesí salió del cuerpo del pobre tipo. Vader impactó después una patada en su pecho, tirándolo como si de un juguete de trapo se tratase. Las personas no podían creer lo que estaba pasando. El niño miró a su madre asustado, pero no iba a tener la suerte de volver con ella. El moreno no cumplió su palabra, y tras una sonrisa siniestra miró a los presentes. – ¿Dije un suicidio? Qué torpe soy, quise decir dos. – El rostro de la mayoría de personas era un poema. Con aquel monstruo allí, no iban a poder salir de allí con vida. El mismísimo diablo los tenía como rehenes, y no había nada que pudiesen hacer. Era una situación demasiado peligrosa.

En ese momento, unas palabras salieron de la nada. Jin desvió la mirada, observando a un hombre que ya conocía. Ese tipo era fuerte, y encima venía con refuerzos. No entendía cómo cojones habían dado con él, pero habían sido idiotas. Su aura era poderosa, aunque el demonio no les temía. Solo el Vice-almirante Kai le preocupaba un poco. El resto le eran totalmente indiferentes. En momento escuchó la orden de que todos saliesen de la taberna. – Ni un paso más – Dijo de forma autoritaria, clavando su mirada en las personas. Todas se frenaron, pero el tipo les dijo que no hicieran caso. En cuanto todos hubiesen salido, se dio cuenta de que una chica estaba allí sentada. De hecho, era la que mayor presencia tenía después del asesino y el marine. No iba a permitir que escapase. Ya había perdido a muchos rehenes interesantes. Lo primero era terminar con la vida del jodido cargo alto de la marina. Ya tenía un plan ideal para terminar con su vida. El tipo podía ser un burro con su haki armadura, pero no iba a poder evitar lo que planeaba el moreno.

Los marines le apuntaban, temblando de miedo. Uno de ellos intentó hablar con él y todo. – Se supone que estás muerto… – El demonio alzó una ceja al escucharle. Ese idiota podía joderle muy bien. Debía controlar sus palabras. No iba a permitir que le pillasen de forma fácil, y por ello soltó una leve risa. – Dos veces he sido asesinado, pero volveré todas y cada una de ellas ¿Me podrían decir dónde está mi fruta? – Mencionó de forma fría. El Vice-almirante no iba a delatar a Aomine, y por ello frunció el ceño, exigiendo al niño. De repente se hizo el silencio. El asesino elevó al crío con una mano, y sin miedo alguno lo lanzó contra el marine de alto rango. Justo cuando el chico estaba cayendo, y el superior cogiéndolo, el moreno ejecutó su plan. Estiró su mano derecha hacia delante, formando dos pinchos de fuego negro, y sólido. De esa forma parecía que había usado una técnica en lugar de una fruta, o al menos no mostraba que tenía que ver con las llamas. Debido a que el cuerpo del crio estaba en medio, el ifrit manejó su poder de forma que el tipo no lo viese. Sin clemencia, atravesó las piernas del niño, y continuó avanzando, atravesando las dos rodillas del cargo alto. Dicha técnica encima iba imbuida en haki armadura, por lo que el hombre no pudo hacer nada.

El Vice-almirante gritó de dolor, al igual que el niño. Vader entonces usó el soru, colocándose tras los reclutas. – Kotei Akuma… – Tomó la guadaña roja, y de un corte cortó la cabeza de uno de ellos. Se movió lo más rápido posible, eliminando a los otros tres. Entonces miró al pobre hombre dolorido en el suelo. Si no podía andar, no importaba lo que hiciese. El asesino entonces tomó su lanza, tirándola por la puerta. Después le miró de forma fría. – Todo por un crío. Me temo que es tu fin, Ryan Dyuter. – El hombre abrí los ojos como platos al saber que ese tipo había dicho su apellido. Vader tomó a Traintor, y trató de cortarle la cabeza. El hombre metió por medio el brazo imbuido en haki, pero el propio de Jin, su fuerza, y el kairoseuki pudieron con él. Una vez terminó con el marine, dirigió su mirada a la chica morena. El niño trató de arrastrarse a la salida. – Rankyaku… – Mejor dicho, murió arrastrándose a la salida. La terrible onda terminó con él. Vader tenía un poder mucho mayor que el de antes. Entonces miró a la morena. – Nos hemos quedados solos. – Dijo en un tono un poco siniestro.

Interesante. Una mosca le estaba diciendo groserías a una araña, y en su propia tela. El moreno no pudo evitar sonreír de lado. Esa chica pensaba que a lo mejor podía evadir la muerte creyéndose una persona fuerte o algo por el estilo. Entonces Jin pensó ¿Cómo estaría en silla de ruedas? A lo mejor entonces no sería tan bocazas. Eso era otra, lengua fuera. El marine odiaba a las personas que trataban de destacar. Esa pobre chica era toda una diana para él. Quería sentir su sangre por todo su cuerpo. De modo que simplemente sonrió de forma calmada. Tomó una de las mesas con una sola mano, y la colocó de pie, tapando el hueco de la salida. Una vez hizo eso, dejó todo bien tapado. En ese momento sonrió de forma siniestra. Era el momento de empezar el espectáculo, y por ello se relamió unos instantes.

Su temible máscara naranja resultaba ser un poco tétrica. Por el momento no pensaba usar fuego normal, el menor indicio podía ser un error. El asesino, no los cometía. Era el espía perfecto, y por ello se sentía muy superior a los demás. De repente del ojo derecho del moreno surgió una especie de vórtice, que empezó a girar, produciendo un leve viento en la taberna. Hizo que una jarra fuese a su mano como si de un imán se tratase. En cuanto la tuvo, mostró una sonrisa leve, y el vórtice desapareció. – ¿Os reunís aquí a comer, y beber? Siempre fue mejor sólo. – Dijo en un tono frío. El asesino quería hacerle todo el daño posible a la chica, y por ello se divertiría un poco con ella. El verla sufrir podía ser muy interesante, y quería disfrutar un poco. El primer ataque ya lo tenía planeado desde que la vio. En ese momento ladeó un momento la cabeza.

Esa chica le sonaba de algo, pero se la imaginaba de otra forma. Entonces decidió enterarse bien de si era quién pensaba. – Dime ¿Fuiste marine? – Dijo entonces. De repente lanzó hacia ella unas llamas oscuras que formaron tres lanzas sólidas. Iban imbuidas en haki armadura. La primera se dirigía a la rodilla derecha de ella, la segunda a la izquierda, y la última directamente a la entrepierna. El cabrón iba a hacer daño. Le diese o no, sonreiría de lado mientras iluminaba su ojo en un tono dorado. – No tardes en responder, o te corto los ojos. – Mencionó con crueldad.

Un terrible shuriken cruzó entonces la puerta de forma violenta. La madera salió despedida en varias direcciones, haciendo un sonido alto. En ese momento, dicha estrella ninja estalló, formando una terrible explosión que reventó media taberna, como si de azúcar estuviese hecha. El enmascarado al parecer miró de repente hacia la salida, frunciendo un poco el ceño. No vio a nadie, y por ello sonrió de lado. No iban poder salvar a su presa. La situación había sido rara, y pensó que otro puto marine podía estar intentando joder la situación. Era un día un poco raro. De todas formas, era lo que había.

Cuando el asesino volvió a mirar a la chica, encontró una silueta que no esperaba. Un hombre de unos dos metros al menos, cabellos castaños, y con unos raros vendajes en la boca. No llevaba la camiseta, dejando ver un cuerpo curtido, y lleno de heridas por todos lados. En su mano derecha poseía un pantalón grisáceo largo, y en su mano izquierda, un pequeño guante. El demonio de la niebla entonces miró con furia al demonio que tenía frente a sus ojos. – Si vuelves a tocarla… ¡Te arranco la puta cabeza, Surfer! – El castaño entonces, estiró el puño hacia atrás, imbuyéndolo en un tono morado azabache. Sin pensárselo, intentó partirle la cara al demonio de un poderoso puñetazo. Su fuerza no era nada mala, y por ello confiaba en poder derribarle con facilidad.

Le diese o no, saltaría un poco hacia atrás con el ceño fruncido. – ¡No he terminado! – [Manual prisa] Dijo de forma violenta mientras con su enorme espadón, lanzaba dos rápidos tajos al aire. De una especie de portal, se formó una terrible onda cortante que fue directa hacia Jin. El poder de esta era tanto, que el resto de la taberna terminó hecha pedazos. No sabía si le había dado, pero el revolucionario se quedó frente a la chica, dándole a ella la espalda. Una vez terminó su ataque, se quedó mirando al frente, un poco cansado por el tremendo gasto de energía que había hecho en ese momento. La verdad es que no le había sido fácil llegar a tiempo. Escuchó que un tipo enmascarado había atacado el sitio, y cuando detectó la presencia de ella, y la del demonio, se asustó. Había sido una suerte que Krauser pasase por allí. Clavó una rodilla en el suelo, y jadeó un poco. – ¿Estás bien? – Dijo en un tono un poco cansado.

Una sonrisa se formó en el rostro del asesino cuando la sangre de la chica mojó el suelo. En ese momento pasó totalmente de sus palabras, el único deseo que tenía era el de poder eliminarla como era debido. Ya había incapacitado una de sus piernas, o al menos, ver el corte que le hizo, le provocó esa sensación. Entonces se estiró un poco, y dio unos leves pasos hacia ella. No había motivo para aquello, él necesitaba matar como ella respirar. Un tipo como Jin, no iba a cambiar nunca, y su objetivo estaba claro, terminar con la vida de la chica. Tiempo atrás, aquella marine le había tratado de arrestar, la recordaba. Pero ahora estaba fuera de la marina, por lo que podría terminar con ella con cualquier identidad. De hecho, no era necesario, pues pensaba terminar con su vida allí mismo.

De repente, un puto shuriken atravesó la puerta, echando media taberna abajo. El moreno en ese momento alzó una ceja sin entender nada ¿Quién osaba meterse en sus planes? Cuando volvió a mirar a la chica, pudo ver al jodido Krauser frente a sus ojos. No tuvo tiempo de reacción, y cuando el puño del rebelde fue hacia él, se imbuyó en haki armadura como pudo. Cayó de espaldas, y la máscara quedó totalmente destrozada. Los pequeños fragmentos de ella, quedaron por el suelo. Cuando el demonio se levantó, dejó ver el vivo retrato de Kogáto. Su pelo pinchudo, y corto. Ambos ojos rojos, uno de ellos con tres aspas. No pensaba ponerse la cara de marine, era una idiotez. El asesino entonces los fulminó a los dos con la mirada. No podía evitar sentir el deseo de cortarles a ambos la cabeza. El poder del demonio de la niebla era muy elevado, y pensaba que incluso superior a los almirantes. No podía luchar con aquel tipo.

De repente, pudo ver venir el ataque del demonio. Activó el tekkai kempo, el haki y su técnica especial de Reijisutansu. Se rodeó de un aura blanca para ser mucho más resistente. No tardó en salir volando hacia atrás. Se llevó la pared por delante, y terminó lleno de heridas totalmente. Su túnica estaba medio rota, y su rostro sangraba por la frente y el ojo derecho. Cuando todo hubo pasado, se colocó en pie, empezando a avanzar hacia ellos. Se quedó a unos cuatro metros. Frunció el ceño, y por último mostró una sonrisa siniestra. – ¿Por qué lo he hecho, Nanasaki? Tú necesitas respirar para vivir, yo necesito matar. – Mencionó entonces relamiéndose la sangre, y clavando su mirada en el demonio de la niebla sin miedo. – No podéis detenerme, pero yo tampoco puedo vencer. De modo que esta matanza se ha convertido en una, desagradable conversación. – Terminó de decir, haciendo brillar su ojo izquierdo de forma intensa.

Una pequeña carcajada, fue lo único que el moreno hizo una vez escuchó a la morena. Sonrió de lado, y se sentó sobre una de las mesas. Colocó los pies en una silla, y después se cruzó de brazos. El puto demonio de la niebla, continuaba teniendo el poder de hacer que los de su alrededor pudiesen lucirse. Quería cortarle el cuello a la joven, y mostrarle que él era lo peor del mundo. Enfrentarse al ex almirante no era aconsejable por el momento. Su poder continuaba siendo monstruoso. No tardó mucho en escupir a un lado, sintiendo después el olor metálico de la sangre. Soltó un pequeño suspiro, y colocó un pequeño DDM a su lado. Podía ser divertido jugar un poco con la morena. Total, el demonio no parecía moverse, no si él estaba quieto, o eso pudo deducir. El moreno podía joder mucho con sus palabras.

Cuando la chica llamó hermanito al castaño, una pequeña sonrisa se formó en su rostro. Esa confesión fue maravillosa. No tardó mucho en meter la mano derecha en el bolsillo, sacando otra máscara, pero distinta. Era de color blanca, con tres agujeros en forma de 6. Dejó sus dos ojos al descubierto una vez se la puso. Después miró a los revolucionarios de forma siniestra. – Me llamo Jin Surfer, nacido hace veinticinco años. Asesinado, hace seis años. Líder de Akatsuki, y leal servidor de la muerte, ósea yo. – Sus palabras fueron dichas en un tono realmente serio. Se notó que frunció el ceño, y todo. Él también estuvo en las filas revolucionarias justo antes de su muerte. En ese momento, él era muy joven, y por el momento usaba compañeros, cosa que llevaba mucho sin usar. A lo mejor debía el replantearse aquella opción. Aunque por el momento se veía que no iba a ser de ese modo.

Jin miró un momento el cadáver del vice. Una idea recorrió su mente de forma siniestra. Entonces miró a la joven a los ojos, cambiando el color de los suyos de rojo a morado. Jin Surfer no existía, a fin de cuentas, de modo que… Podía echarles la culpa. – Solo es cuestión de tiempo que os mate. – Mencionó entonces colocándose en pie. Frunció el ceño, y de una llamarada, prendió fuego a aquella taberna. Las llamas comenzaron a comerse la madera, y el moreno entonces sonrió de lado.

Los rojizos ojos del asesino se clavaron de nuevo en los de los dos revolucionarios. No podía creerse la suerte que tuvo la joven en el último momento con la jodida aparición del puto demonio de la niebla. Su presa debía de estar muerta hacía un pequeño rato, pero no había sido posible. Por suerte, el oficial no parecía tener mucho poder después de lo que hizo. Aquello provocó que el moreno se relamiese despacio. A lo mejor podía molestar un poco más antes de irse. De hecho, era la mejor idea que se le ocurrió en todo el día. Soltó una pequeña risa, y se llevó la mano al rostro. Necesitaba pensar en algo muy bueno, que pudiera dañarlos a los dos al mismo tiempo, y sin que pudiesen defenderse muy bien. Su mente, comenzó a maquinar, al mismo tiempo que suspiraba un poco disimulando. Se le daba bien jugar con los demás a ese tipo de cosas.

En ese momento, la morena dijo unas palabras que hicieron a Surfer alzar una ceja. Debía de estar de broma ¿Era cierto lo que dijo? Había que ser idiota. Lo tomó como un intento de provocación, y él no soportaba eso. Jin no podía equivocarse hasta el punto de morir de nuevo. Lo pasado en aquella isla contra el cadejo fue pura suerte de enfrentar a dos tíos fuertes en el mismo día. Krauser entre ellos. En ese momento suspiró un poco. – Estás muy equivocada, Ai. – Dijo en un tono siniestro. De repente, con el kamisori trató de ponerse tras ella, y a una velocidad impresionante, intentar cortarle la pierna derecha con su guadaña de kairouseki. Le diese o no, se movería de nuevo hacia la mesa en la que estaba. Los observaría sonriendo un poco, y después entrecerró los ojos.

El moreno no finalizó [Manual Prisa] y por ello lanzó un corte al aire. Un enorme dragón blanco se formó de la nada, dirigiéndose a por la chica a toda velocidad. El ser fue tomando un color oscuro por el camino [Haki Nvl2]. Dicho ser era una potente onda cortante, con la intención de hacer daño a la joven morena. Una vez terminase, observaría con calma. – Nadie puede detenerme, ni siquiera tu protector. Tanto la marina como el mundo entero caerán ante mí. Pero piensa una cosa, podría ser incluso alguien cercano a ti, y no lo sabrías. – Una vez dijo aquello, sonrió de forma siniestra. Sus ojos tomaron un tono verdoso, y su pelo creció un poco. Incluso su nariz se alargó, y su barbilla se ensanchó, cambiando de aspecto totalmente. Su aura lo hizo con él. No tardó entonces en reír de forma sádica y con otro tono de voz, un poco más agudo. El verdadero Surfer por fin podía disfrutar.

Los ojos del demonio observaron todo lo que pasó en aquellos momentos. Su cuerpo estaba tomando un descanso mientras escuchaba las palabras del ser de fuego. Jin tenía razón en la mayoría de cosas que decía. Era imposible derrotarle en aquel momento, su velocidad era increíble. Encima podía cambiar de aspecto, y aura. Aquello le hacía un peligro enorme. El demonio sin embargo no le temía de ninguna forma. Simplemente se quedó observando la situación, con la mano derecha en la funda de su machete. Miró un poco a su alrededor, observando que las llamas cada vez eran peores. No iba a poder hacer mucho, y ni siquiera pudo reaccionar a las lanzas de aquel cabrón. Ya había visto aquellas llamas, hacía ya muchos años, en el torneo de yonkaikyos. Soltó un pequeño suspiro, y entonces decidió relajarse del todo. Su cuerpo se sentía un poco cansado tras el enorme gasto de energía, pero no iba a dejar que todo terminase allí.

El castaño entonces pudo predecir con su haki lo que el asesino pretendía. De un movimiento rápido, se colocó tras Ai, bloqueando la hoja de la guadaña de Jin con su machete de kairouseki. El impacto le hizo retroceder un poco, pero debido a su superioridad física pudo contenerlo. Frunció el ceño, y trató de golpearle con su pierna, pero el moreno se desplazó demasiado rápido. Entonces lo vio acumular energía. Los ojos del asesino se clavaron en la chica, la cual parecía no poder moverse. El demonio de la niebla entonces ocultó su arma, y le sonrió de forma tranquila. – No te va a pasar nada. – Sin pensarlo, formó un enorme puño de niebla que rodeó su brazo. Lo oscureció con su haki armadura, clavando su mirada después en el moreno.

Una vez salió aquel enorme dragón, impactó el puño de su elemento contra aquel ser. No tardó mucho en formarse una explosión cortante, la cual hizo que miles de fragmentos comenzaran a pasar por el cuerpo de Krauser. Con su haki armadura pudo bloquear la mayoría, pero no pudo evitar llevarse unas cuantas heridas por el torso. El revolucionario entonces trató de tomar a la chica y colocarla en su espalda. Entonces saldría corriendo del sitio, dejando un rastro de niebla en la zona, la cual quería usar para distraer al moreno. Era el momento de irse de aquel sitio de una buena vez.

El asesino frunció el ceño al ver la actuación del demonio de la niebla, parando sus ataques como si fuese lo más fácil del mundo. Estaba claro que el rebelde tenía un poder impresionante. Él por su parte fue cambiando de nuevo su aspecto físico, hasta tener sus cabellos cortos oscuros, y ambos ojos rojizos. Se relamió despacio, y después se quedó mirándolos con toda la calma del mundo. Unas terribles llamas comenzaron a inundarle totalmente. El control que tenía de su fuego era impresionante, y estaba muy orgulloso de ello. Los veía como dos simples mosquitos ante su poder, y merecían morir de la peor forma posible. – No dejaré que vuestras vidas se alarguen mucho más. Pronto habré terminado con vosotros. – Mencionó de forma seria.

En ese momento pudo ver al demonio de la niebla formar aquel bosque de niebla. El control que tenía de su elemento era impresionante, y aquello le hacía un tipo demasiado peligroso. El marine entonces siguió el olor de ambos, mirando a la dirección en la que iban. Estiró su mano hacia atrás, preparando uno de sus ataques. En ese momento su mantra le advirtió de unas cien presencias de un nivel fuerte. Los putos ciudadanos habrían avisado a la marina, y él no tenía que estar allí. Entonces se cruzó de brazos, quedando un poco pensativo. Debía de hacer algo, pero eso significaba ser pillado por aquellos payasos con placas. Su mente era demasiado lista, y por ello no pudo evitar reírse un poco de la situación.

Sin pensarlo más, su cuerpo tomó un brillo oscuro, y tras un pequeño baile un poco cómico, salió disparado a toda velocidad hacia lo profundo del bosque. Era el momento de desaparecer, y no iba a quedarse mucho tiempo allí para ver lo que pasaba. Con un jodido Vice muerto, mucho podía liarse, como por ejemplo la llamada de los almirantes. Eso podía ser un reto muy alto para él, por el momento. No descartaba la idea de hacerlos polvo en un futuro cercano, sobretodo al moreno de cabellos largos.