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Shieng Long
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Lara se ajustó los guantes sin dedos que llevaba, preparándose. Acababa de llegar en barco, dispuesta a realizar una misión que le habían encomendado. Era sencillo. Rescatar a un espía informador que había sido descubierto por los revolucionaros a los que sustraía información. Había decidido que aquella misión fuese la primera para probar de que estaba hecha Corinna, la nueva recluta de Suwan. Habían llegado en el barco de Misa a Takenuma.
La teniente bajó por la pasarela y allí esperaría a que bajara Corinna. De hecho, esperaba que hubiese subido al barco cualquiera decidido a ayudar a la marina en aquella misión. En cuanto Corinna bajara, le explicaría todo lo que necesite saber.
- En un principio suena sencillo. Hay que entrar en la base revolucionaria y sacar de ahí dentro al informador que han pillado. Seguramente lo tengan encerrado o algo así... Se llama McGuffin, aquí hay una foto suya.
Dicho aquello, Lara sacaría una foto del espía. Un muchacho algo joven, posiblemente con poca experiencia de la Marina a sus espaldas. Pelo rubio y corto, con los ojos verdes. Guardó la foto. Lo cierto es que era un nombre bastante ridículo. Suspiró. Estaba algo preocupada porque la misión se complicase demasiado, pero sabía que con la ayuda suficiente aquello podría salir bien.
- Y... una cosa más... En el apunte de la misión ponía que si no había otro remedio y había que eliminar al informador para que no hablara, se hiciera. Sin embargo... No toleraré que eso ocurra. El informador debe salir de allí vivo.
La teniente bajó por la pasarela y allí esperaría a que bajara Corinna. De hecho, esperaba que hubiese subido al barco cualquiera decidido a ayudar a la marina en aquella misión. En cuanto Corinna bajara, le explicaría todo lo que necesite saber.
- En un principio suena sencillo. Hay que entrar en la base revolucionaria y sacar de ahí dentro al informador que han pillado. Seguramente lo tengan encerrado o algo así... Se llama McGuffin, aquí hay una foto suya.
Dicho aquello, Lara sacaría una foto del espía. Un muchacho algo joven, posiblemente con poca experiencia de la Marina a sus espaldas. Pelo rubio y corto, con los ojos verdes. Guardó la foto. Lo cierto es que era un nombre bastante ridículo. Suspiró. Estaba algo preocupada porque la misión se complicase demasiado, pero sabía que con la ayuda suficiente aquello podría salir bien.
- Y... una cosa más... En el apunte de la misión ponía que si no había otro remedio y había que eliminar al informador para que no hablara, se hiciera. Sin embargo... No toleraré que eso ocurra. El informador debe salir de allí vivo.
Simo Baker
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Akuma no mi
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La vida ociosa que llevaba en el North Blue estaba comenzando a cansarme. Si bien es cierto que en cada isla que visitaba acababa viviendo algún tipo de aventura, mi carácter inconformista me obligaba a buscar algo más. Supongo que fue por eso por lo que dejé estancado por un tiempo el negocio de los vinos y decidí comenzar a colaborar con algunas de las misiones de la marina. Me divertía el riesgo que estas conllevaban. Y no solo eso, gracias a colaborar con la marina, los viajes corrían de su cuenta.
No había recibido demasiada información acerca de esta misión, solo sabía que había que liberar a un marine preso. Fue un alivio que al desembarcar en aquella isla situada entre el North y el South Blue hubiese una teniente de la marina esperando para darnos información más detallada sobre nuestro objetivo. Al parecer el ejército revolucionario tenía en sus manos a un joven llamado McGuffin. Un chico con un nombre ridículo, una gran cantidad de información y nada de experiencia. La teniente nos mostró una foto, seguro que los revolucionarios ya habrían estropeado esa bonita cara que nos mostraba el papel.
En fin, la misión era bastante simple, infiltrarnos en el cuartel revolucionario y rescatarlo. Lo único que no me gusto fue la parte en la que mencionó que en caso de no ser posible el rescate deberíamos asesinarlo. No sería yo el que lo hiciese, yo vengo a arreglar el mundo, no a estropearlo más. Era mejor dejar que uno de los perros de la marina hiciese los trabajos sucios como ese.
No me gustaba seguir órdenes, pero es lo que hay que hacer cuando se trabaja con la marina. Una vez terminó de informarnos decidí no llamar la atención y esperar a que uno de los cargos de la marina nos explicase su brillante plan. Era un asco, ellos nunca llegaban a hacer el trabajo de campo, sus planes eran horribles. Seguro que al final me tocaría improvisar por mi cuenta para no acabar fusilado. De todas formas la recompensa la cobraría igual tanto si seguía su plan como si no. Pero bueno, mejor comenzar con buen pie y escuchar lo que los marines tengan que decir.
No había recibido demasiada información acerca de esta misión, solo sabía que había que liberar a un marine preso. Fue un alivio que al desembarcar en aquella isla situada entre el North y el South Blue hubiese una teniente de la marina esperando para darnos información más detallada sobre nuestro objetivo. Al parecer el ejército revolucionario tenía en sus manos a un joven llamado McGuffin. Un chico con un nombre ridículo, una gran cantidad de información y nada de experiencia. La teniente nos mostró una foto, seguro que los revolucionarios ya habrían estropeado esa bonita cara que nos mostraba el papel.
En fin, la misión era bastante simple, infiltrarnos en el cuartel revolucionario y rescatarlo. Lo único que no me gusto fue la parte en la que mencionó que en caso de no ser posible el rescate deberíamos asesinarlo. No sería yo el que lo hiciese, yo vengo a arreglar el mundo, no a estropearlo más. Era mejor dejar que uno de los perros de la marina hiciese los trabajos sucios como ese.
No me gustaba seguir órdenes, pero es lo que hay que hacer cuando se trabaja con la marina. Una vez terminó de informarnos decidí no llamar la atención y esperar a que uno de los cargos de la marina nos explicase su brillante plan. Era un asco, ellos nunca llegaban a hacer el trabajo de campo, sus planes eran horribles. Seguro que al final me tocaría improvisar por mi cuenta para no acabar fusilado. De todas formas la recompensa la cobraría igual tanto si seguía su plan como si no. Pero bueno, mejor comenzar con buen pie y escuchar lo que los marines tengan que decir.
Alexandra Silvercat
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Akuma no mi
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"Vaya un Marine más inútil, dejándose atrapar durante su infiltración..."
"¡Eh! No seas impertinente. Hacía su trabajo lo mejor que podía, estoy segura."
"Pfff... Pues para pifiarla de esa forma, hubiera sido mejor que ni lo hubiera intentado. Ahora el marrón nos lo tenemos que comer los demás."
Estaba saliendo del camarote que me habían proporcionado en aquel barco de la Marina, vistiendo algo de ropa cómoda y blanca para no destacar demasiado, aunque mi peluca roja tal vez influía negativamente en aquel intento. Intentaba sonreír, pero mis ojeras delataban que no había pasado muy buena noche, y ahora nada más despertarme, me estaba costando controlar el síndrome de "hablar con mi otra cara". Mientras en mis pensamientos estaba sumida en una discusión interna, caminé hasta el punto de encuentro que me habían dicho el día anterior.
Allí, una teniente de nombre Lara (la cual me sonaba de algo pero no conseguía caer en qué era...) estaba explicando la situación. Para mí era más bien como una repetición, pues casi todos los detalles ya me los había dado el Gobierno, junto con la orden de asistir y ayudar en todo lo que pudiera.
La idea de rescatar y proteger a un miembro de la Ley necesitado me encantaba, pero a mi otra faceta le parecía una pérdida de tiempo intentar hacer algo por una persona que no se valiese por sí misma. "Como se nota que no lo conoce personalmente... Si fuera un compañero suyo, seguro que era la primera en tirarse de cabeza a salvarlo..." Pensé. Y precisamente por esas razones, sería yo quien se encargase de llevar a cabo aquella tarea.
Dado que no soy Marine, no disponía de un pelotón, así que me habían asignado como parte uno de los grupos que el WG llamó "de flanqueo", el cual estaba conformado por personas y agentes en su mayoría independientes, y que actuaría como unidad especial con libertad de acción. Es decir, que yo no sabía quién me acompañaría (o si iría sola), no estaba obligada a seguir ninguna orden directa de los Marines, tenía como obligación hacer lo que considerase apropiado para el éxito de la misión, y si todo se iba al garete y resultaba ser un fracaso no se harían responsables de mi destino. Lo de siempre, vaya.
Solo esperaba que no tuviese ningún admirador entre los revolucionarios. Ya que iba prácticamente con mi aspecto de DJ, me podrían reconocer...
"¡Eh! No seas impertinente. Hacía su trabajo lo mejor que podía, estoy segura."
"Pfff... Pues para pifiarla de esa forma, hubiera sido mejor que ni lo hubiera intentado. Ahora el marrón nos lo tenemos que comer los demás."
Estaba saliendo del camarote que me habían proporcionado en aquel barco de la Marina, vistiendo algo de ropa cómoda y blanca para no destacar demasiado, aunque mi peluca roja tal vez influía negativamente en aquel intento. Intentaba sonreír, pero mis ojeras delataban que no había pasado muy buena noche, y ahora nada más despertarme, me estaba costando controlar el síndrome de "hablar con mi otra cara". Mientras en mis pensamientos estaba sumida en una discusión interna, caminé hasta el punto de encuentro que me habían dicho el día anterior.
Allí, una teniente de nombre Lara (la cual me sonaba de algo pero no conseguía caer en qué era...) estaba explicando la situación. Para mí era más bien como una repetición, pues casi todos los detalles ya me los había dado el Gobierno, junto con la orden de asistir y ayudar en todo lo que pudiera.
La idea de rescatar y proteger a un miembro de la Ley necesitado me encantaba, pero a mi otra faceta le parecía una pérdida de tiempo intentar hacer algo por una persona que no se valiese por sí misma. "Como se nota que no lo conoce personalmente... Si fuera un compañero suyo, seguro que era la primera en tirarse de cabeza a salvarlo..." Pensé. Y precisamente por esas razones, sería yo quien se encargase de llevar a cabo aquella tarea.
Dado que no soy Marine, no disponía de un pelotón, así que me habían asignado como parte uno de los grupos que el WG llamó "de flanqueo", el cual estaba conformado por personas y agentes en su mayoría independientes, y que actuaría como unidad especial con libertad de acción. Es decir, que yo no sabía quién me acompañaría (o si iría sola), no estaba obligada a seguir ninguna orden directa de los Marines, tenía como obligación hacer lo que considerase apropiado para el éxito de la misión, y si todo se iba al garete y resultaba ser un fracaso no se harían responsables de mi destino. Lo de siempre, vaya.
Solo esperaba que no tuviese ningún admirador entre los revolucionarios. Ya que iba prácticamente con mi aspecto de DJ, me podrían reconocer...
Alice Branwen
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La joven peliblanca se ajustó su cabello, amarrándolo en una cola de caballo usando un lazo negro. Su atuendo consistía en un conjunto de cuero negro que ocultaba todo su cuerpo, dejando solo la cabeza en libertad. ¿Razón de un atuendo tan bizarro? Fácil, a la joven se le había encomendado una misión por estos lares. Al parecer, un informador de la marina fue capturado por las revolucionarios, por lo que la misión era infiltrarse en la base y rescatarlo. Lorenz se había tomado la molestia de mostrarle una foto. Era un muchacho joven, su pelo rubio y corto, y sus ojos era ojos verdes. Como último dato, su jefe le dijo que el nombre del recluta era McGuffin... Y hablando de él, se estaba acercando por la cubierta del barco hasta donde se encontraba la albina.
– Alice – la joven desvió la mirada y miró atentamente al pelinegro. – Tengo algo que, quizás, pueda ayudarte – luego de decir eso, Lorenz le tendió una mochila a la peliblanca.
Dicha albina tomó la bolsa, sintiendo curiosidad por ver de que se trataba. Alice arqueó una ceja al ver de que se trataba: eran ropas cuidadosamente seleccionadas, además de una peluca roja y unos lentes de contacto negro. La mujer miró a su maestro, la confusión se notaba en su rostro.
– Hace unos días, capturamos a un miembro que pertenecía a esta base – sacó una credencial y se lo pasó a la joven. – Viendo los dotes que tienes para este tipo de cosas, podría intentar infiltrarte usando otra identidad. – Alice asintió y se dirigió a baño del barco.
Al salir, lo primero que hizo fue ir a un espejo. Su conjunto de cuerpo había desaparecido, lo que llevaba ahora era una blusa color rojo y unos jeans ajustados de color azul. No se veía rastro de su cabello albino, ahora era completamente rojo y liso. Sus ojos, que antes eran color zafiro, ahora eran de un profundo esmeralda, gracias a los contactos. Para terminar, viendo que la persona de la que se hacía pasar no tenía los dotes de la joven en delantera, tuvo que ponerse uno vendajes en su busto. Su disfraz era impecable, lo único que la podría delatar sería que alguien tuviera mantra y reconocía que su aura era distinta, o que ella misma la cagara actuando fuera de personaje.
Aloce sonrió con satisfacción y salió a cubierta. Al llegar, notó que ya habían llegado a la isla destinada, por lo que sujetó con firmeza el bolso donde llevaba sus cosas de agentes y se dispuso a bajar del barco. Sin embargo, antes de bajar a tierra, Lorenz le dijo una última cosa.
– Por cierto, en este barca van muchos mas marines y agentes, por lo que no debes dudar pedir ayuda si lo necesitas. – finalizó el pelinegro.
La joven asintió y salió del barco. Se ajustó la peluca y empezó a caminar, pensando en el último detalle de la misión: matar al informante como último recurso. Eso era algo que ella no estaba dispuesta a permitir, por lo que cumpliría la misión a toda costa...
– Alice – la joven desvió la mirada y miró atentamente al pelinegro. – Tengo algo que, quizás, pueda ayudarte – luego de decir eso, Lorenz le tendió una mochila a la peliblanca.
Dicha albina tomó la bolsa, sintiendo curiosidad por ver de que se trataba. Alice arqueó una ceja al ver de que se trataba: eran ropas cuidadosamente seleccionadas, además de una peluca roja y unos lentes de contacto negro. La mujer miró a su maestro, la confusión se notaba en su rostro.
– Hace unos días, capturamos a un miembro que pertenecía a esta base – sacó una credencial y se lo pasó a la joven. – Viendo los dotes que tienes para este tipo de cosas, podría intentar infiltrarte usando otra identidad. – Alice asintió y se dirigió a baño del barco.
Al salir, lo primero que hizo fue ir a un espejo. Su conjunto de cuerpo había desaparecido, lo que llevaba ahora era una blusa color rojo y unos jeans ajustados de color azul. No se veía rastro de su cabello albino, ahora era completamente rojo y liso. Sus ojos, que antes eran color zafiro, ahora eran de un profundo esmeralda, gracias a los contactos. Para terminar, viendo que la persona de la que se hacía pasar no tenía los dotes de la joven en delantera, tuvo que ponerse uno vendajes en su busto. Su disfraz era impecable, lo único que la podría delatar sería que alguien tuviera mantra y reconocía que su aura era distinta, o que ella misma la cagara actuando fuera de personaje.
Aloce sonrió con satisfacción y salió a cubierta. Al llegar, notó que ya habían llegado a la isla destinada, por lo que sujetó con firmeza el bolso donde llevaba sus cosas de agentes y se dispuso a bajar del barco. Sin embargo, antes de bajar a tierra, Lorenz le dijo una última cosa.
– Por cierto, en este barca van muchos mas marines y agentes, por lo que no debes dudar pedir ayuda si lo necesitas. – finalizó el pelinegro.
La joven asintió y salió del barco. Se ajustó la peluca y empezó a caminar, pensando en el último detalle de la misión: matar al informante como último recurso. Eso era algo que ella no estaba dispuesta a permitir, por lo que cumpliría la misión a toda costa...
Corinna Athenais
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Al fin salía del cuartel con mi nueva división, y con la teniente nada más y nada menos. Era un buen momento para enseñar lo que valía, y de ver lo que sabía mi superior, pues como buena atlante tenía una especial fijación en superar los méritos de los mandos y así mejorar la cadena de mando. Montamos en el barco de otros de los integrantes de la división, y al llegar Lara fue la primera en bajar por la pasarela, seguida de Raghersir, el comerciante que había conocido en otros viajes y que al parecer era también mercenario.
- En un principio suena sencillo. –Empezó a hablar mi teniente.- Hay que entrar en la base revolucionaria y sacar de ahí dentro al informador que han pillado. Seguramente lo tengan encerrado o algo así... Se llama McGuffin, aquí hay una foto suya.
-¡Señora! Según las tácticas que aprendí en la Atlántida, y los libros que leí, nuestro informante seguramente este escondido, de haber sido capturado ya habrían desaparecido con él. Al menos es lo que yo hubiera hecho de capturar a uno.
- Y... una cosa más... En el apunte de la misión ponía que si no había otro remedio y había que eliminar al informador para que no hablara, se hiciera. Sin embargo... No toleraré que eso ocurra. El informador debe salir de allí vivo.
-¡A sus órdenes! Armas y equipo listo, cuando quiera partimos.
Había salido de mi camarote ya con todo preparado para partir, no esperaba que antes tuviéramos que tener una pequeña reunión o esperar a todos los miembros del barco, pues había visto más de uno con pinta de guerrero, o al menos con pinta de haber recibido entrenamiento estricto.
- En un principio suena sencillo. –Empezó a hablar mi teniente.- Hay que entrar en la base revolucionaria y sacar de ahí dentro al informador que han pillado. Seguramente lo tengan encerrado o algo así... Se llama McGuffin, aquí hay una foto suya.
-¡Señora! Según las tácticas que aprendí en la Atlántida, y los libros que leí, nuestro informante seguramente este escondido, de haber sido capturado ya habrían desaparecido con él. Al menos es lo que yo hubiera hecho de capturar a uno.
- Y... una cosa más... En el apunte de la misión ponía que si no había otro remedio y había que eliminar al informador para que no hablara, se hiciera. Sin embargo... No toleraré que eso ocurra. El informador debe salir de allí vivo.
-¡A sus órdenes! Armas y equipo listo, cuando quiera partimos.
Había salido de mi camarote ya con todo preparado para partir, no esperaba que antes tuviéramos que tener una pequeña reunión o esperar a todos los miembros del barco, pues había visto más de uno con pinta de guerrero, o al menos con pinta de haber recibido entrenamiento estricto.
NGC 1672
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Akuma no mi
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Desperté de mal humor al recibir la estúpida noticia sobre un infiltrado entre mis compañeros. Estaba en uno de los cuarteles cuando de repente un hombre, de piel morena y ojos verdes, me despierta. El chico estaba completamente sudado y con espanto en los ojos; todos sabían cómo me ponía cuando me despertaban de esa forma.
Pegué un enorme grito de enfado. Luego saqué un cigarro mientras aún tenía el dorso desnudo.
-Señor – dijo con voz temerosa –, tengo que informarle algo. Hace unas cuantas horas recibimos un informe de que mucha información estaba siendo filtrada, los especialistas creen que por eso es que el Gobierno y la Marina han podido saber todos nuestros movimientos.
Me levanté, tomé la primera camisa que vi y me vestí. Era tiempo de salir; tardaría unas cuantas horas en llegar hasta el cuartel. La luz me daba igual, después de todo estaría protegido por las murallas de concreto. Caminé rápidamente para coger a los mejores hombres; junté un grupo de quince guerreros. El grupo estaba conformado de cuatro tiradores, los más precisos que encontré en la base militar; cinco espadachines, dos asesinos y cuatro luchadores. Supongo que eso mantendría la diferencia.
Tomé el primer transporte hacia el cuartel por lo que llegué a penas en unas cuantas horas. Al llegar pude notar que todo estaba tranquilo, como si nada pasara. Quizás se trataba de una trampa del propio hombre quien me dio las noticias y de esa forma podía escapar... sin un Oficial que le bloqueara la entrada. Como sea, ya estaba allí por lo que no perdería nada en investigar la zona y a los hombres que trabajaban allí.
-Así que tú eres la que está a cargo aquí, ¿no? – le dije a una mujer de cabello oscuro y busto robusto –. Necesito que me informes de todo lo que sabes.
Primero le conté lo que me habían notificado y luego me contó todo lo sucedido en el Cuartel. Nada que valiera la pena, al parecer el chico lo estaba haciendo bien. ¿O sería chica? No lo sabía, pero cuando lo descubriera clavaría mis putas garras en su cuello. Encendí un cigarrillo mientras me paseaba por la sala de operaciones, que por cierto resultó ser bastante... sencilla. Las defensas del cuartel no eran de las mejores; mandé a mis hombres a traer a quienes consideraran sospechosos. Ahora es cuando dices: “¡Eh! Pero que tus hombres no conocen a los que están en el Cuartel”. Seré idiota... Les ordené formar grupos de tres con la asistencia de un alto cargo que se encontrara allí.
-Quiero que encuentren al infiltrado. ¡Lo quiero para ahora! – rugí mientras empuñaba mis manos depositándolas sobre la mesa que estaba allí.
Pegué un enorme grito de enfado. Luego saqué un cigarro mientras aún tenía el dorso desnudo.
-Señor – dijo con voz temerosa –, tengo que informarle algo. Hace unas cuantas horas recibimos un informe de que mucha información estaba siendo filtrada, los especialistas creen que por eso es que el Gobierno y la Marina han podido saber todos nuestros movimientos.
Me levanté, tomé la primera camisa que vi y me vestí. Era tiempo de salir; tardaría unas cuantas horas en llegar hasta el cuartel. La luz me daba igual, después de todo estaría protegido por las murallas de concreto. Caminé rápidamente para coger a los mejores hombres; junté un grupo de quince guerreros. El grupo estaba conformado de cuatro tiradores, los más precisos que encontré en la base militar; cinco espadachines, dos asesinos y cuatro luchadores. Supongo que eso mantendría la diferencia.
Tomé el primer transporte hacia el cuartel por lo que llegué a penas en unas cuantas horas. Al llegar pude notar que todo estaba tranquilo, como si nada pasara. Quizás se trataba de una trampa del propio hombre quien me dio las noticias y de esa forma podía escapar... sin un Oficial que le bloqueara la entrada. Como sea, ya estaba allí por lo que no perdería nada en investigar la zona y a los hombres que trabajaban allí.
-Así que tú eres la que está a cargo aquí, ¿no? – le dije a una mujer de cabello oscuro y busto robusto –. Necesito que me informes de todo lo que sabes.
Primero le conté lo que me habían notificado y luego me contó todo lo sucedido en el Cuartel. Nada que valiera la pena, al parecer el chico lo estaba haciendo bien. ¿O sería chica? No lo sabía, pero cuando lo descubriera clavaría mis putas garras en su cuello. Encendí un cigarrillo mientras me paseaba por la sala de operaciones, que por cierto resultó ser bastante... sencilla. Las defensas del cuartel no eran de las mejores; mandé a mis hombres a traer a quienes consideraran sospechosos. Ahora es cuando dices: “¡Eh! Pero que tus hombres no conocen a los que están en el Cuartel”. Seré idiota... Les ordené formar grupos de tres con la asistencia de un alto cargo que se encontrara allí.
-Quiero que encuentren al infiltrado. ¡Lo quiero para ahora! – rugí mientras empuñaba mis manos depositándolas sobre la mesa que estaba allí.
Shieng Long
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Parecía que todos los que querían ayudar ya estaban listos. La teniente asintió ante lo que dijo Corinna. Lo cierto es que parecía una mujer recta y de fiar para este tipo de cosas. Aunque hubiese preferido que estuviese algo más suelta. Esperaba que no fuese siempre así. La banda de vez en cuando se tomaba sus tiempos libres. Suspiró. Entonces, dirigiéndose a todos en general, habló:
- Primero de todo, daros las gracias a los que no pertenecéis a la marina y aún así queréis ayudar. Supongo que ya sabréis un poco de que va esto. Es una misión de rescate -cuando hablaba, la voz de su hermano parecía salir de su boca-. Quiero sacar al informador de allí. Vivo.
Esperaba haber sido lo suficientemente clara. Miró dirección al centro de la isla y suspiró. Lo cierto es que estaba preocupada. No era precisamente lo más fuerte de la marina aún. Era una simple Teniente. Esperaba no decepcionar a nadie de los que estaba allí. Esperaba no decepcionar a su hermano. Miró a su pequeña tropa, pensando. No todos formaban partes de cuerpos gubernamentales, así que no podía fiarse de todos, aunque quisiera.
- Vamos. Cuanto antes lleguemos a la base revolucionaria, antes acabaremos con esto.
Y se puso en marcha. Esperaba que Corinna se le acercase lo suficiente como para decirle, lo más bajo posible, que tuviera vigilados a los que no pertenecían al gobierno.
- Primero de todo, daros las gracias a los que no pertenecéis a la marina y aún así queréis ayudar. Supongo que ya sabréis un poco de que va esto. Es una misión de rescate -cuando hablaba, la voz de su hermano parecía salir de su boca-. Quiero sacar al informador de allí. Vivo.
Esperaba haber sido lo suficientemente clara. Miró dirección al centro de la isla y suspiró. Lo cierto es que estaba preocupada. No era precisamente lo más fuerte de la marina aún. Era una simple Teniente. Esperaba no decepcionar a nadie de los que estaba allí. Esperaba no decepcionar a su hermano. Miró a su pequeña tropa, pensando. No todos formaban partes de cuerpos gubernamentales, así que no podía fiarse de todos, aunque quisiera.
- Vamos. Cuanto antes lleguemos a la base revolucionaria, antes acabaremos con esto.
Y se puso en marcha. Esperaba que Corinna se le acercase lo suficiente como para decirle, lo más bajo posible, que tuviera vigilados a los que no pertenecían al gobierno.
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Escuché con atención las escasas palabras que dirigió la teniente hacia los que estábamos presentes, aunque como andaba chupando un caramelo a lo mejor no di esa impresión. Tener un lollipop en la boca me tranquilizaba, calmaba mi ansiedad... Porque sin duda, si entrábamos en esas cuevas armando tanto jaleo, la misión se complicaría, cuestión que me inquietaba. Pero en fin, yo no soy apta para las misiones discretas y de infiltración, y tampoco veo a nadie cerca con las pintas de serlo. Así que tocaría ir a saco.
Parecía que todos ya estaban listos, e íbamos a partir. Ciertamente, no reconocí muchas caras, pero estaba acostumbrada a trabajar con desconocidos. Lo mismo hacía algún amigo nuevo y todo. A la que sí reconocí fue a Alice, con la cual me había visto en alguna ocasión antes... Esperaba que esta clase de misiones le dieran el empujoncito que le faltaba para empezar a ascender de entre los iniciados comunes.
Decidí dejar que los Marines se adelantaran un poco. En parte porque quería encontrarme con Ali-chan en la retaguardia e intercambiar un par de palabras antes de que empezaran las cosas serias. Y en parte porque si ellos solos eran capaces de acometer ese encargo, yo no tendría la necesidad de hacer nada importante, y dejaría la gloria a los que se la ganasen. Prefería quedarme atrás y vigilar, entrando en acción solo si era necesario. Además, con suerte contaría con una posición ventajosa para cubrir la retaguardia, en caso de que nos emboscaran.
Sujetando mi bolso, comprobé que tenía dentro mis pertenencias. Contaba con varios diales de diversos tipos, mis guantes de pelea y el kit de maquillaje. ¿Que para qué quería maquillaje en una misión de rescate? Pues porque una mujer debe estar siempre radiante, incluso en los momentos más difíciles. "De hecho, voy a hacer una última repasada..." Pensé, mientras sacaba un pequeño espejo de mano y comprobaba mi rostro. "Perfecto." Cerrando el espejito y metiéndolo de nuevo en el bolso, caminé hasta la agente peliblanca con una sonrisa.
- ¿Preparada, Alice? - Dije, sin estar segura de si le preguntaba a ella o a mí misma. - ¿Estás segura de que quieres hacer esto?
Me preocupaba demasiado, lo sabía. Debería ser fácil, al fin y al cabo estaba todo planeado... O bueno, casi todo al menos. Eso esperaba. Pero tenía una extraña sensación por dentro. Como una corazonada de que íbamos a sufrir un imprevisto. Y aunque me encanten las sorpresas, aquel día prefería no toparme con ninguna...
Parecía que todos ya estaban listos, e íbamos a partir. Ciertamente, no reconocí muchas caras, pero estaba acostumbrada a trabajar con desconocidos. Lo mismo hacía algún amigo nuevo y todo. A la que sí reconocí fue a Alice, con la cual me había visto en alguna ocasión antes... Esperaba que esta clase de misiones le dieran el empujoncito que le faltaba para empezar a ascender de entre los iniciados comunes.
Decidí dejar que los Marines se adelantaran un poco. En parte porque quería encontrarme con Ali-chan en la retaguardia e intercambiar un par de palabras antes de que empezaran las cosas serias. Y en parte porque si ellos solos eran capaces de acometer ese encargo, yo no tendría la necesidad de hacer nada importante, y dejaría la gloria a los que se la ganasen. Prefería quedarme atrás y vigilar, entrando en acción solo si era necesario. Además, con suerte contaría con una posición ventajosa para cubrir la retaguardia, en caso de que nos emboscaran.
Sujetando mi bolso, comprobé que tenía dentro mis pertenencias. Contaba con varios diales de diversos tipos, mis guantes de pelea y el kit de maquillaje. ¿Que para qué quería maquillaje en una misión de rescate? Pues porque una mujer debe estar siempre radiante, incluso en los momentos más difíciles. "De hecho, voy a hacer una última repasada..." Pensé, mientras sacaba un pequeño espejo de mano y comprobaba mi rostro. "Perfecto." Cerrando el espejito y metiéndolo de nuevo en el bolso, caminé hasta la agente peliblanca con una sonrisa.
- ¿Preparada, Alice? - Dije, sin estar segura de si le preguntaba a ella o a mí misma. - ¿Estás segura de que quieres hacer esto?
Me preocupaba demasiado, lo sabía. Debería ser fácil, al fin y al cabo estaba todo planeado... O bueno, casi todo al menos. Eso esperaba. Pero tenía una extraña sensación por dentro. Como una corazonada de que íbamos a sufrir un imprevisto. Y aunque me encanten las sorpresas, aquel día prefería no toparme con ninguna...
Alice Branwen
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La joven se mordió ligeramente el labio y dio un suspiro de alivio; al parecer, la mujer que estaba a cargo de la misión también se rehusaba a matar al informado a menos que fuera como último recurso. Eso era bueno, la peliblanca se alegraba que aún había gente así dentro del corrupto gobierno. Antes de salir del barco, revisó por última vez su disfraz. Se ajustó la peluca roja lo más que pudo y pasó su mano por sus ojos para ver que los lentes de contactos verde siguieran en su posición. Al percatarse que todo estaba en orden, soltó un pequeño suspiro y se dio ánimos mentalmente. Ahora era el momento complicado; debía meterse en la piel de la mujer de la que se estaba haciendo pasar. Normalmente sería algo difícil, pero Lorenz le había dejado una nota en el saco donde veía la peluca y ropa. Los marines pudieron sacar muchas cosas de la personalidad de la revolucionaria que capturaron, y anotaron todo lo que pudieron en esa nota; eso haría que su trabajo fuera mucho más fácil.
La joven salió de sus pensamientos al ver que se estaba quedando sola en el barco. Rápidamente tomó su bolso y se dispuso a bajar, pero una voz algo conocida hizo que pausara un poco. Al mirar, se dio cuenta que se trataba de una cara familiar. Era una mujer pelirroja vestida con ropas normales, sus orbes era rojos y llevaba un lollipop en su boca; en resumen, pese a no tener gran delantera, la joven debía admitir la mujer era muy hermosa. Ciertamente, si no estuvieran en una misión, era posible que Alice hubiera intentando algo con tal belleza; ya abría otra ocasión más adelante.
– Esto... Alex-chan era, ¿no? –
No es como si la albina no le recordase, personas como ellas era difíciles de olvidar. No, lo que sucedía era que la chica era algo mala para recordar nombres largos, era por esa razón que la joven tendía a ponerle apodos a la mayoría de sus conocidos. Al escuchar la pregunta de su superior (por ahora, aun no recibía el ascenso por la batalla campal que sucedió contra a revolución en el cuartel del north), no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en sus labios.
– No te preocupes, no creo que esto sea peor que lo que sucedió en el cuartel del north hace unas semanas – bostezó por unos momentos y luego continuó. – Por cierto, hasta que termine la misión... o hasta que me descubran, mi nombre será Sara Ashbell – finalizó con una sonrisa mientras miraba fijamente a la pelirroja.
Podía parecer calma en el exterior, pero interiormente, la joven analizaba todas las situaciones y planes posibles que se pudieran dar. Su plan original era hacerse pasar por la revolucionaria e infiltrarse en la base usando sus dotes de espía, pero viendo que no todas los agentes o marines podían hacer eso, tuvo que replantear su plan inicial. Si bien no podía colar a una o dos personas, infiltrar a todo el mundo era tarea imposible, se viese por donde se viese.
– Alex-chan... ¿Quieres venir conmigo? Creo que tengo un plan – sugirió la joven, una sonrisa traviesa se podía apreciar en su rostro.
Si la joven aceptaba, entonces Alice le diría su plan. Consistía en que la pelirroja debía hacerse pasar por prisionera de "Sara" y, gracias a eso, podría colarla dentro para ser interrogada. Por supuesto que una vez dentro, abandonarían la fachada y comenzarían a buscar al informante. Ella podía ser muy seria con sus planes, pero tampoco era lo suficiente para meter a una aliada en una situación difícil como sería el interrogatorio que, posiblemente, la revolución usaría en ella.
– Por cierto... ¿Tienes otro lollipop? – con la sutiles de un pez, la joven abandonó toda seriedad con esa pregunta y miró con ojos suplicantes a la pelirroja. No podía evitarlo, ella amaba todos los dulces, y uno vendría de maravillas en ese momento para poder calmarse.
La joven salió de sus pensamientos al ver que se estaba quedando sola en el barco. Rápidamente tomó su bolso y se dispuso a bajar, pero una voz algo conocida hizo que pausara un poco. Al mirar, se dio cuenta que se trataba de una cara familiar. Era una mujer pelirroja vestida con ropas normales, sus orbes era rojos y llevaba un lollipop en su boca; en resumen, pese a no tener gran delantera, la joven debía admitir la mujer era muy hermosa. Ciertamente, si no estuvieran en una misión, era posible que Alice hubiera intentando algo con tal belleza; ya abría otra ocasión más adelante.
– Esto... Alex-chan era, ¿no? –
No es como si la albina no le recordase, personas como ellas era difíciles de olvidar. No, lo que sucedía era que la chica era algo mala para recordar nombres largos, era por esa razón que la joven tendía a ponerle apodos a la mayoría de sus conocidos. Al escuchar la pregunta de su superior (por ahora, aun no recibía el ascenso por la batalla campal que sucedió contra a revolución en el cuartel del north), no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en sus labios.
– No te preocupes, no creo que esto sea peor que lo que sucedió en el cuartel del north hace unas semanas – bostezó por unos momentos y luego continuó. – Por cierto, hasta que termine la misión... o hasta que me descubran, mi nombre será Sara Ashbell – finalizó con una sonrisa mientras miraba fijamente a la pelirroja.
Podía parecer calma en el exterior, pero interiormente, la joven analizaba todas las situaciones y planes posibles que se pudieran dar. Su plan original era hacerse pasar por la revolucionaria e infiltrarse en la base usando sus dotes de espía, pero viendo que no todas los agentes o marines podían hacer eso, tuvo que replantear su plan inicial. Si bien no podía colar a una o dos personas, infiltrar a todo el mundo era tarea imposible, se viese por donde se viese.
– Alex-chan... ¿Quieres venir conmigo? Creo que tengo un plan – sugirió la joven, una sonrisa traviesa se podía apreciar en su rostro.
Si la joven aceptaba, entonces Alice le diría su plan. Consistía en que la pelirroja debía hacerse pasar por prisionera de "Sara" y, gracias a eso, podría colarla dentro para ser interrogada. Por supuesto que una vez dentro, abandonarían la fachada y comenzarían a buscar al informante. Ella podía ser muy seria con sus planes, pero tampoco era lo suficiente para meter a una aliada en una situación difícil como sería el interrogatorio que, posiblemente, la revolución usaría en ella.
– Por cierto... ¿Tienes otro lollipop? – con la sutiles de un pez, la joven abandonó toda seriedad con esa pregunta y miró con ojos suplicantes a la pelirroja. No podía evitarlo, ella amaba todos los dulces, y uno vendría de maravillas en ese momento para poder calmarse.
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Tardé bastante, pero cuando comenzó a hablar para responder a la marine al cargo me di cuenta. A mi lado estaba Corinna, la enorme mujer que había conocido hace tiempo en el North Blue. Me alegraba de ver una cara conocida en esa misión, pero su presencia me suponía un riesgo que no me hacía gracia correr. Ella me había conocido bajo mi identidad auténtica, por lo que ahora podría revelarla sin querer. Debía adelantarme a los acontecimientos y hablar con ella en privado para que guardase mi secreto.
Esperé pacientemente viendo cómo se movilizaba el grupo. La marine al cargo tomó la delantera para guiar al grupo, mientras que las dos miembros del Cipher Pol que formaban parte del grupo se iban quedando atrás. Era mi momento. Me puse a su altura y comencé a hablarle intentando que los demás no se dieran cuenta.
-Es un placer volver a verte.-dije sonriendo y en voz baja para llamar su atención. Luego, sin dejarle tiempo para contestar, seguí hablando en un tono un poco más bajo-Sé que me conociste como Raghersir, pero me gustaría que estando con otra gente hicieras como si no nos conociéramos y te refirieses a mi como Nairb. Es largo de explicar, pero si saliese a la luz que el comerciante y el cazador son la misma persona… hay gente a la que quiero que estaría en peligro. Espero que lo entiendas y no desveles mi secreto. Gracias.-
No era verdad que pudiese poner en mis seres queridos en peligro. No había mucha gente a la que apreciase en el mundo, y casi todos ellos son desconocidos o suficientemente capaces de defenderse ellos solos. Aun así no me convenía que mi identidad secreta dejase de serlo, me daba demasiadas ventajas que no estaba dispuesto a perder. Bueno ahora ya no había vuelta atrás, tenía que seguir actuando como si nada. Le volví a sonreír disimuladamente y sin comencé a andar un poco más rápido para alcanzar a la guía de la misión de la misión.
Me había estado preocupando bastante por el hecho de que mi identidad secreta no fuese revelada, pero aun así no había olvidado a donde nos dirigíamos. Habíamos comenzado a penetrar la isla y al parecer nuestro plan era entrar a lo bestia y abrirnos paso hasta llegar al prisionero, el cual ni siquiera sabíamos dónde estaba. Siempre igual, por eso la marina no había acabado con la revolución a pesar de tener más recursos. En fin, tenía que hablar con aquella mujer y proponer algún plan alternativo o iríamos directos al fracaso.
-Perdone.-la interrumpí una vez estuve a su lado- Sé que puede parecer atrevido que alguien como yo cuestione nuestro plan pero… ¿Qué pasaría si hubiese un alto cargo de la revolución ahí dentro? ¿O si hay más soldados de los que pensábamos en un principio? La información que posee el joven que hay ahí atrapado parece de mucha importancia.-hice una pequeña pausa para que la marine entendiese a donde quería llegar y continué- Si le interesa mi opinión, yo creo que deberíamos pararnos a analizar la situación una vez estemos cerca de la base e intentar infiltrarnos sin llamar la atención. Ni siquiera sería necesario que entrásemos todos. Bastaría con que un par de nosotros entraran para coger al informador mientras el resto aseguren la zona y se preparan para cubrir la huida. ¿Qué opina?-
Me parecía que me había explicado bastante bien y que mi idea era considerablemente buena. Por esto es que esperaba que aunque no llegase a aceptar mi plan, al menos se plantease cambiar la forma en la que íbamos a realizar la misión en un principio. Mantenía mi seria mirada clavada en sus ojos. Mi confianza en su mando dependía de las siguientes palabras que dijese.
Esperé pacientemente viendo cómo se movilizaba el grupo. La marine al cargo tomó la delantera para guiar al grupo, mientras que las dos miembros del Cipher Pol que formaban parte del grupo se iban quedando atrás. Era mi momento. Me puse a su altura y comencé a hablarle intentando que los demás no se dieran cuenta.
-Es un placer volver a verte.-dije sonriendo y en voz baja para llamar su atención. Luego, sin dejarle tiempo para contestar, seguí hablando en un tono un poco más bajo-Sé que me conociste como Raghersir, pero me gustaría que estando con otra gente hicieras como si no nos conociéramos y te refirieses a mi como Nairb. Es largo de explicar, pero si saliese a la luz que el comerciante y el cazador son la misma persona… hay gente a la que quiero que estaría en peligro. Espero que lo entiendas y no desveles mi secreto. Gracias.-
No era verdad que pudiese poner en mis seres queridos en peligro. No había mucha gente a la que apreciase en el mundo, y casi todos ellos son desconocidos o suficientemente capaces de defenderse ellos solos. Aun así no me convenía que mi identidad secreta dejase de serlo, me daba demasiadas ventajas que no estaba dispuesto a perder. Bueno ahora ya no había vuelta atrás, tenía que seguir actuando como si nada. Le volví a sonreír disimuladamente y sin comencé a andar un poco más rápido para alcanzar a la guía de la misión de la misión.
Me había estado preocupando bastante por el hecho de que mi identidad secreta no fuese revelada, pero aun así no había olvidado a donde nos dirigíamos. Habíamos comenzado a penetrar la isla y al parecer nuestro plan era entrar a lo bestia y abrirnos paso hasta llegar al prisionero, el cual ni siquiera sabíamos dónde estaba. Siempre igual, por eso la marina no había acabado con la revolución a pesar de tener más recursos. En fin, tenía que hablar con aquella mujer y proponer algún plan alternativo o iríamos directos al fracaso.
-Perdone.-la interrumpí una vez estuve a su lado- Sé que puede parecer atrevido que alguien como yo cuestione nuestro plan pero… ¿Qué pasaría si hubiese un alto cargo de la revolución ahí dentro? ¿O si hay más soldados de los que pensábamos en un principio? La información que posee el joven que hay ahí atrapado parece de mucha importancia.-hice una pequeña pausa para que la marine entendiese a donde quería llegar y continué- Si le interesa mi opinión, yo creo que deberíamos pararnos a analizar la situación una vez estemos cerca de la base e intentar infiltrarnos sin llamar la atención. Ni siquiera sería necesario que entrásemos todos. Bastaría con que un par de nosotros entraran para coger al informador mientras el resto aseguren la zona y se preparan para cubrir la huida. ¿Qué opina?-
Me parecía que me había explicado bastante bien y que mi idea era considerablemente buena. Por esto es que esperaba que aunque no llegase a aceptar mi plan, al menos se plantease cambiar la forma en la que íbamos a realizar la misión en un principio. Mantenía mi seria mirada clavada en sus ojos. Mi confianza en su mando dependía de las siguientes palabras que dijese.
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Tenía muchas ideas en mi cabeza sobre cómo hacer reaccionar al maldito infiltrado, o infiltrada... como sea. Muchas de ellas no serían aceptadas por las personas que estaban en ese cuartel y tampoco quería ganarme su desprecio; hay que recordar que los Revolucionarios luchamos por los derechos y libertades de las personas. No podía pasar a llevar esos derechos como si fuese un maldito tirano. Claro que no. Pero presentía que el tiempo se estaba agotando y tendría que actuar de cualquier forma con tal de mantener al infiltrado dentro, podríamos llamarlo el mal menor.
Me paseé por la sala de operaciones haciendo trabajar mi cerebro a velocidades inhumanas. El hombre a quién tenía que encontrar era un infiltrado y si nosotros ya sabíamos que había un soplón en nuestras filas, lo más probable es que la Marina lo supiera también. Y en caso peor: los agentes del Gobierno. Cualquier fuera la situación no quería encontrarme con visitas inesperadas. Debía estar uno, dos o incluso tres pasos adelantado ante cualquier situación imprevista. Tenía varias ventajas; para empezar ese era mi territorio y era mi gente. Estarían dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de hacer prevalecer la Revolución, ese era nuestro mayor fin.
Mandé a llamar a uno de los espías para mantenerme informado. Necesitaba estar alerta ante cualquier emergencia.
-Tengo una misión para ti – mencioné con el cigarrillo entre mis labios –. Se puede llamar una corazonada... pero quiero que estés afuera del Cuartel y me informes de cualquier movimiento. No te expongas. Ante cualquier peligro, solo corre. No quiero héroes entre mis tropas, quiero gente inteligente que valore sus vidas. Por alguna razón los cementerios están llenos de valientes.
Si por algo me destacaba, era por no seguir los pasos convencionales sobre cómo liderar a mis hombres. El asesino que envié a explorar me serviría más vivo que muerto. Mandé a uno de los más inteligentes con tal de que confiara en su reacción; si se encontraba en peligro, escaparía y vendría directamente hacia mí.
Una increíble idea pasó por mi cabeza. ¡No puedo creer como no se me ocurrió antes! Necesitaba la lista de los últimos dos años de toda la gente que entró y salió del Cuartel. Necesitaba la descripción de todos los que estaban allí dentro, no importaba si me demoraba una hora analizando todo. Era de suma importancia saber con quién contaba dentro de mis murallas. Necesitaba todas las personas que se unieron a nuestras filas en los últimos seis y nueve meses. No sabía de qué manera funcionaba el actuar del infiltrado, pero si notaba algo extraño, lo descubriría inmediatamente.
-Señor, temo informarle que mucha de nuestra información se encuentra desaparecida actualmente. No sabemos lo que ocurrió con ella.
-¿Qué quieres decir con eso? ¿Acaso no hay una lista digital o escrita a mano con la que me pueda ayudar? – pregunté disgustado. Eso ponía las cosas más complicadas aún – ¡Necesito la descripción de todas las personas que están en el cuartel!
Eso era lo más importante de todo. No podía dejar que hubiera más gente infiltrada, ya con uno me bastaba. Con dos las cosas serían más complicadas, pero los planes en mi cabeza no terminaban ahí. Como dije anteriormente, tenía que estar hasta tres pasos adelantado. Si mi plan fallaba e igualmente se infiltraba alguien, quería que todos mis hombres y los del cuartel actuaran con naturalidad. ¿Cómo explicarlo? Cuando las cosas resultan muy fácil, demasiado sencillo, es cuando empiezas a dudar si de verdad todo está bien. Es como con los ejercicios de matemática... si todo lo que vas haciendo es muy fácil, ten por seguro que algo tienes malo.
Solté una sonrisa maliciosa y di las órdenes a los encargados del edificio.
-Consígueme toda la información sobre el personal que trabaja aquí – le dije a la mujer – y ante cualquier cosa: quiero que todos y cada uno de los hombres actúen con total naturalidad. ¡Como si aquí no pasara nada!
Una siniestra idea pasó por mi cabeza. Era muy arriesgada pero debía pensarla detalladamente para minimizar la probabilidad de errores.
Me paseé por la sala de operaciones haciendo trabajar mi cerebro a velocidades inhumanas. El hombre a quién tenía que encontrar era un infiltrado y si nosotros ya sabíamos que había un soplón en nuestras filas, lo más probable es que la Marina lo supiera también. Y en caso peor: los agentes del Gobierno. Cualquier fuera la situación no quería encontrarme con visitas inesperadas. Debía estar uno, dos o incluso tres pasos adelantado ante cualquier situación imprevista. Tenía varias ventajas; para empezar ese era mi territorio y era mi gente. Estarían dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de hacer prevalecer la Revolución, ese era nuestro mayor fin.
Mandé a llamar a uno de los espías para mantenerme informado. Necesitaba estar alerta ante cualquier emergencia.
-Tengo una misión para ti – mencioné con el cigarrillo entre mis labios –. Se puede llamar una corazonada... pero quiero que estés afuera del Cuartel y me informes de cualquier movimiento. No te expongas. Ante cualquier peligro, solo corre. No quiero héroes entre mis tropas, quiero gente inteligente que valore sus vidas. Por alguna razón los cementerios están llenos de valientes.
Si por algo me destacaba, era por no seguir los pasos convencionales sobre cómo liderar a mis hombres. El asesino que envié a explorar me serviría más vivo que muerto. Mandé a uno de los más inteligentes con tal de que confiara en su reacción; si se encontraba en peligro, escaparía y vendría directamente hacia mí.
Una increíble idea pasó por mi cabeza. ¡No puedo creer como no se me ocurrió antes! Necesitaba la lista de los últimos dos años de toda la gente que entró y salió del Cuartel. Necesitaba la descripción de todos los que estaban allí dentro, no importaba si me demoraba una hora analizando todo. Era de suma importancia saber con quién contaba dentro de mis murallas. Necesitaba todas las personas que se unieron a nuestras filas en los últimos seis y nueve meses. No sabía de qué manera funcionaba el actuar del infiltrado, pero si notaba algo extraño, lo descubriría inmediatamente.
-Señor, temo informarle que mucha de nuestra información se encuentra desaparecida actualmente. No sabemos lo que ocurrió con ella.
-¿Qué quieres decir con eso? ¿Acaso no hay una lista digital o escrita a mano con la que me pueda ayudar? – pregunté disgustado. Eso ponía las cosas más complicadas aún – ¡Necesito la descripción de todas las personas que están en el cuartel!
Eso era lo más importante de todo. No podía dejar que hubiera más gente infiltrada, ya con uno me bastaba. Con dos las cosas serían más complicadas, pero los planes en mi cabeza no terminaban ahí. Como dije anteriormente, tenía que estar hasta tres pasos adelantado. Si mi plan fallaba e igualmente se infiltraba alguien, quería que todos mis hombres y los del cuartel actuaran con naturalidad. ¿Cómo explicarlo? Cuando las cosas resultan muy fácil, demasiado sencillo, es cuando empiezas a dudar si de verdad todo está bien. Es como con los ejercicios de matemática... si todo lo que vas haciendo es muy fácil, ten por seguro que algo tienes malo.
Solté una sonrisa maliciosa y di las órdenes a los encargados del edificio.
-Consígueme toda la información sobre el personal que trabaja aquí – le dije a la mujer – y ante cualquier cosa: quiero que todos y cada uno de los hombres actúen con total naturalidad. ¡Como si aquí no pasara nada!
Una siniestra idea pasó por mi cabeza. Era muy arriesgada pero debía pensarla detalladamente para minimizar la probabilidad de errores.
Corinna Athenais
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Tras escuchar a todos hablar, exponer lo que pensaban, ponernos en marcha y hacer un acto de fe confiando en Nairb seguí al grupo dándole vueltas. Los asaltos frontales sin ninguna clase de información eran siempre los más mortíferos para los atacantes. Tampoco sabíamos la disposición o tamaño de la base, ni sus defensas externas lo que hacía que cualquier plan no sirviera de nada desde donde estábamos. Además en ese grupo me sentía el último peldaño, rodeada de agentes, mi superiora y un mercenario, aun así, no me podía quedar callada.
-Creo que lo más inteligente en estos momentos sería no ir llamando la atención como lo hacemos, o de hacerlo parecer refuerzos de la revolución, mercenarios u otra cosa pero no agentes del gobierno. Y luego tratar de conocer algo de la base, si el espía es listo estará en algún lugar con mucha gente, donde llame la atención si actúa algo raro, pudiendo aparentar estar borracho, por ejemplo.
Dicho lo cual seguí caminando, esperando a ver que se decidía, aunque yo seguiría lo que mi superior ordenara como buena soldado de la marina, y buena soldado en general. Solo esperaba que esto no fuera un baño de sangre para ambos bandos.
-Creo que lo más inteligente en estos momentos sería no ir llamando la atención como lo hacemos, o de hacerlo parecer refuerzos de la revolución, mercenarios u otra cosa pero no agentes del gobierno. Y luego tratar de conocer algo de la base, si el espía es listo estará en algún lugar con mucha gente, donde llame la atención si actúa algo raro, pudiendo aparentar estar borracho, por ejemplo.
Dicho lo cual seguí caminando, esperando a ver que se decidía, aunque yo seguiría lo que mi superior ordenara como buena soldado de la marina, y buena soldado en general. Solo esperaba que esto no fuera un baño de sangre para ambos bandos.
Shieng Long
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Escuchó las palabras de Corinna, atenta. Apreciaba los consejos de la recluta, sin embargo, no podía coincidir con ella en aquello.
- No creo que sea buena idea. Acaban de descubrir que tienen entre sus filas a un infiltrado. Sería normal que pensasen que ya lo sabemos. La llegada de unos refuerzos que no han pedido no haría más que levantar sospechas y que nos pillaran desprevenidos. No. No nos queda otra que entrar como podamos y sacar de allí al infiltrado.
Entonces, fue cuando inclinó ligeramente la cabeza y habló a Corinna en voz muy baja.
- Del mismo modo que ellos no se fiarán, nosotros tampoco podemos. Si puedes, mantén vigilado al mercenario que ha venido con nosotros. No podemos permitirnos que sea también un infiltrado...
Dicho aquello, suspiró y siguió caminando. Cada vez quedaba menos para llegar a la base, la cual empezaba a verse en el horizonte. Fue entonces cuando el mismo mercenario que Lara había pedido a Corinna que vigilase se acercó para hablarle. Escuchó con atención sus palabras y simplemente asintió.
- Como ya le he dicho a Corinna, no podemos fingir que somos aliados. Tendremos que pensar en una forma de entrar que no llame la atención y, si ocurre algo, entraremos todos -se giró, dirigiéndose a toda la tropa aquella vez- ¿Algún voluntario?
- No creo que sea buena idea. Acaban de descubrir que tienen entre sus filas a un infiltrado. Sería normal que pensasen que ya lo sabemos. La llegada de unos refuerzos que no han pedido no haría más que levantar sospechas y que nos pillaran desprevenidos. No. No nos queda otra que entrar como podamos y sacar de allí al infiltrado.
Entonces, fue cuando inclinó ligeramente la cabeza y habló a Corinna en voz muy baja.
- Del mismo modo que ellos no se fiarán, nosotros tampoco podemos. Si puedes, mantén vigilado al mercenario que ha venido con nosotros. No podemos permitirnos que sea también un infiltrado...
Dicho aquello, suspiró y siguió caminando. Cada vez quedaba menos para llegar a la base, la cual empezaba a verse en el horizonte. Fue entonces cuando el mismo mercenario que Lara había pedido a Corinna que vigilase se acercó para hablarle. Escuchó con atención sus palabras y simplemente asintió.
- Como ya le he dicho a Corinna, no podemos fingir que somos aliados. Tendremos que pensar en una forma de entrar que no llame la atención y, si ocurre algo, entraremos todos -se giró, dirigiéndose a toda la tropa aquella vez- ¿Algún voluntario?
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- Sara, ¿eh? Te pega, tienes cara de Sara... - Bromeé, quitándole hierro al asunto. - La verdad, me gusta que te lo tomes tan en serio, pero como puedes comprobar... - Dije, abarcando brevemente mis alrededores con los brazos. -... No creo que se trate de una misión de infiltración precisamente.
Cuando Alice me contó que tenía un plan, suspiré. No parecía un mal plan así por encima, pero...
- Justamente a eso me refiero. - Le contesté. - En lo que intentamos "colarnos", habrá un pelotón de gente haciendo gala de fuerza bruta y fastidiando la tapadera. Ante esta situación, aunque no me guste demasiado, habrá que adaptarse. - Hice una pequeña pausa para mirar a los ojos con seriedad a mi compañera. - Y eso significa dejar de lado las delicadezas. Entraremos, arrasaremos con lo que veamos hasta dar con el topo, y lo rescataremos. Sin cabos sueltos.
Para hacer hincapié en el peso de lo que estaba diciéndole a la albina, saqué los guantes de pelea del bolso y me los ceñí de forma ajustada a las manos. Tenía los dedos libres, permitiéndome así mantener la movilidad en caso de tener que usar un agarre o similar, y contaba con unos mullidos protectores internos para reducir el daño que recibiría yo misma al golpear. Aquel acto de armarme, como si un espadachín estuviera desenvainando su espada, tenía como objetivo mostrar mi resolución e inspirar a la peliblanca, así como un par de Marines que andaban cerca mío.
- Pero bueno, dejando eso de lado... - Tras hurgar un poco de nuevo en el bolso, saqué lo que mi amiga pidió. -... Puedes elegir: fresa, naranja o cola. - Contagiada de la sonrisa, no pude evitar soltar una pequeña carcajada. No estábamos de excursión, aquello era un asunto muy serio. Pero no significaba que tuviéramos prohibido soltar un poco de estrés previo. - Ah, y tengo una sorpresa para ti. - Añadí, bajando la voz y sacando un dial específico. Lo sujeté con firmeza y se lo mostré a escondidas a Alice. - Quiero enseñarte mi última canción, la terminé de editar hace un par de días y aún no la he compartido con nadie más. - Le guiñé un ojo con complicidad. - Espero que te guste, la he cantado yo misma.
Aquello último lo dije con orgullo. Sabía cuánto le gustaba la música a mi compañera, y esperaba que me pudiera dar su opinión de "experta" sobre lo que le parecía. Es cierto, había pasado varios filtros de calidad y modificación de timbre y registro para evitar que fuera mi voz al cien por cien, pero no quitaba que fuera una de las pocas piezas que he compuesto desde cero. El fruto de varias semanas (si no meses) pasando mis ratos libres añadiendo y quitando partes, hasta dar con la combinación satisfactoria... ¿Cómo no estar orgullosa de algo así, incluso si al final resultaba que no le gustaba a nadie?
------------------------------------------
Off: Esta es la canción guardada en el Dial, que sonará en el momento en que Alice lo active.
Cuando Alice me contó que tenía un plan, suspiré. No parecía un mal plan así por encima, pero...
- Justamente a eso me refiero. - Le contesté. - En lo que intentamos "colarnos", habrá un pelotón de gente haciendo gala de fuerza bruta y fastidiando la tapadera. Ante esta situación, aunque no me guste demasiado, habrá que adaptarse. - Hice una pequeña pausa para mirar a los ojos con seriedad a mi compañera. - Y eso significa dejar de lado las delicadezas. Entraremos, arrasaremos con lo que veamos hasta dar con el topo, y lo rescataremos. Sin cabos sueltos.
Para hacer hincapié en el peso de lo que estaba diciéndole a la albina, saqué los guantes de pelea del bolso y me los ceñí de forma ajustada a las manos. Tenía los dedos libres, permitiéndome así mantener la movilidad en caso de tener que usar un agarre o similar, y contaba con unos mullidos protectores internos para reducir el daño que recibiría yo misma al golpear. Aquel acto de armarme, como si un espadachín estuviera desenvainando su espada, tenía como objetivo mostrar mi resolución e inspirar a la peliblanca, así como un par de Marines que andaban cerca mío.
- Pero bueno, dejando eso de lado... - Tras hurgar un poco de nuevo en el bolso, saqué lo que mi amiga pidió. -... Puedes elegir: fresa, naranja o cola. - Contagiada de la sonrisa, no pude evitar soltar una pequeña carcajada. No estábamos de excursión, aquello era un asunto muy serio. Pero no significaba que tuviéramos prohibido soltar un poco de estrés previo. - Ah, y tengo una sorpresa para ti. - Añadí, bajando la voz y sacando un dial específico. Lo sujeté con firmeza y se lo mostré a escondidas a Alice. - Quiero enseñarte mi última canción, la terminé de editar hace un par de días y aún no la he compartido con nadie más. - Le guiñé un ojo con complicidad. - Espero que te guste, la he cantado yo misma.
Aquello último lo dije con orgullo. Sabía cuánto le gustaba la música a mi compañera, y esperaba que me pudiera dar su opinión de "experta" sobre lo que le parecía. Es cierto, había pasado varios filtros de calidad y modificación de timbre y registro para evitar que fuera mi voz al cien por cien, pero no quitaba que fuera una de las pocas piezas que he compuesto desde cero. El fruto de varias semanas (si no meses) pasando mis ratos libres añadiendo y quitando partes, hasta dar con la combinación satisfactoria... ¿Cómo no estar orgullosa de algo así, incluso si al final resultaba que no le gustaba a nadie?
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Off: Esta es la canción guardada en el Dial, que sonará en el momento en que Alice lo active.
Alice Branwen
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Alice frunció el ceño y soltó un pequeño bufido mientras observaba el cielo. Ella odiaba las misiones donde se requería la fuerza bruta y poca planificación, simplemente no era su estilo. Iban en contra de sus creencias, aunque de todas formas la albina no dudaba en matar si es que la situación lo meritaba. Aquello se podía dar en tres situaciones posibles: que intentasen matar a un ser querido, que la albina se metiese mucho en una pelea y perdiera el control de la situación, o que simplemente fuera una orden que no pudiera refutar. Eso último paso en el cuartel del norte, donde tuvo que matar cuatro revolucionarios debido a las ordenes del vicealmirante Aomine. Alice hizo rechinar sus dientes y negó con la cabeza; lo echo ya estaba, y no ya no se podía cambiar lo sucedido en el pasado. La albina suspiró y sonrío al ver como la pelirroja le tendía un lollipop; en verdad sabía como calmar los ánimos inconscientemente.
– En ese caso, tomaré el de cola – dijo mientras tomaba el lollipop de las manos de Alex.
Al parecer las sorpresas no terminarían allí. Los ojos de la peliblanca se iluminaron al ver como la pelirroja le tendía un dial y le explicaba lo que había dentro. Abrazó con Alex y luego tomó el dial con gusto. Contempló maravillada aquel objeto por algunos segundos, pero luego recordó la situación en la que se encontraban y tosió con fuerza. Lentamente guardó la grabación en su bolso y luego miró con una sonrisa la pelirroja.
– Ara, muchas gracias. Lo escucharé cuando termine todo este asunto, aunque viniendo de ti, se que será bueno – dijo mientras le guiñaba el ojo. – Algún día te devolveré el favor y te mostraré una de mis composiciones – terminó la albina. En eso, notó que los demás los dejaban a ambas atrás, por lo que se palmeó la cara al darse cuenta de aquella distracción. – Creo que debemos marchar hasta la base antes que nos dejen atrás completamente – mencionó la albina.
Sin embargo, antes de que pudieran seguir, la albina sacó algo del bolso donde venía el disfraz y pasó a su forma completa. De allí, sacó una especie de prenda de hombre y empezó a olerla. Una vez hecho eso, la mujer asintió con satisfacción y volvió a su forma humana. Luego se dirigió a Alex nuevamente.
– Todo listo; ya tengo memorizado el olor del marine que tenemos que sacar. ¿Vamos? – Una vez que la pelirroja aceptase, se introduciría en el espeso bosque para buscar la base revolucionaria. No debía ser muy difícil, y si las cosas se complicaban, tan solo tenía que usar su olfato para saber donde estaba la mayor concentración de personas.
– En ese caso, tomaré el de cola – dijo mientras tomaba el lollipop de las manos de Alex.
Al parecer las sorpresas no terminarían allí. Los ojos de la peliblanca se iluminaron al ver como la pelirroja le tendía un dial y le explicaba lo que había dentro. Abrazó con Alex y luego tomó el dial con gusto. Contempló maravillada aquel objeto por algunos segundos, pero luego recordó la situación en la que se encontraban y tosió con fuerza. Lentamente guardó la grabación en su bolso y luego miró con una sonrisa la pelirroja.
– Ara, muchas gracias. Lo escucharé cuando termine todo este asunto, aunque viniendo de ti, se que será bueno – dijo mientras le guiñaba el ojo. – Algún día te devolveré el favor y te mostraré una de mis composiciones – terminó la albina. En eso, notó que los demás los dejaban a ambas atrás, por lo que se palmeó la cara al darse cuenta de aquella distracción. – Creo que debemos marchar hasta la base antes que nos dejen atrás completamente – mencionó la albina.
Sin embargo, antes de que pudieran seguir, la albina sacó algo del bolso donde venía el disfraz y pasó a su forma completa. De allí, sacó una especie de prenda de hombre y empezó a olerla. Una vez hecho eso, la mujer asintió con satisfacción y volvió a su forma humana. Luego se dirigió a Alex nuevamente.
– Todo listo; ya tengo memorizado el olor del marine que tenemos que sacar. ¿Vamos? – Una vez que la pelirroja aceptase, se introduciría en el espeso bosque para buscar la base revolucionaria. No debía ser muy difícil, y si las cosas se complicaban, tan solo tenía que usar su olfato para saber donde estaba la mayor concentración de personas.
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Como yo esperaba todo se estaba torciendo e íbamos directos a pegarnos contra un muro. A pesar de que obviamente desconfiaba de mí, la oficial técnica estaba dispuesta a seguir mi plan si alguien me acompañaba. Era una postura entendible, ya que como yo era el único que no pertenecía a las autoridades del gobierno podía ser arriesgado confiar en mí. Eso no es lo que me molestaba, el problema vino cuando intervino la pelirroja del cipher pol. Rechazaba por completo cualquier acercamiento pacífico. Estaba totalmente en contra de infiltrarnos y sacar al muchacho sin causar bajas. Lo que proponía era lanzarnos directos contra la base y liarnos a golpes hasta que solo quedase él. En mi opinión es una completa estúpida.
Tras dejar claras sus intenciones, ambas miembros del cipher pol comenzaron a quedarse un poco atrás. Entonces fue cuando me dieron una sorpresa que casi hace que estalle de rabia. Estaban comiendo piruetas y pasándose diales como si esto fuese una fiesta de pijamas. La vida de un joven corría peligro y ellas no hacían más que comer dulces y decir tonterías, menuda vergüenza. Estaba comenzando a pensar que sería mejor continuar la misión sin ellas cuando de repente la alvina sacó unas prendas de su bolso y se convirtió en un oso. EL día estaba siendo cada vez más loco, ahora resulta que la niña de pelo blanco era la usuaria de la fruta zoan de oso polar. No sabía que tramaban esas dos exactamente, pero era más que obvio que me interesaba enterarme. Me acerqué a ellas y me dispuse a obtener la información que quería.
-Sé que sois del cipher pol y que os gusta mantener vuestros secretitos, pero somos un equipo. SI tenéis información relevante para la misión, estaría bien que la compartieseis. No sería justo que nosotros acabásemos muertos a causa de vuestras acciones.-dije intentando que se integrasen más en el grupo en lugar de actuar como si fuesen las dos únicas involucradas en la misión.
Tras dejar claras sus intenciones, ambas miembros del cipher pol comenzaron a quedarse un poco atrás. Entonces fue cuando me dieron una sorpresa que casi hace que estalle de rabia. Estaban comiendo piruetas y pasándose diales como si esto fuese una fiesta de pijamas. La vida de un joven corría peligro y ellas no hacían más que comer dulces y decir tonterías, menuda vergüenza. Estaba comenzando a pensar que sería mejor continuar la misión sin ellas cuando de repente la alvina sacó unas prendas de su bolso y se convirtió en un oso. EL día estaba siendo cada vez más loco, ahora resulta que la niña de pelo blanco era la usuaria de la fruta zoan de oso polar. No sabía que tramaban esas dos exactamente, pero era más que obvio que me interesaba enterarme. Me acerqué a ellas y me dispuse a obtener la información que quería.
-Sé que sois del cipher pol y que os gusta mantener vuestros secretitos, pero somos un equipo. SI tenéis información relevante para la misión, estaría bien que la compartieseis. No sería justo que nosotros acabásemos muertos a causa de vuestras acciones.-dije intentando que se integrasen más en el grupo en lugar de actuar como si fuesen las dos únicas involucradas en la misión.
NGC 1672
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- Spoiler:
- Por motivos de comodidad cambio el estilo de escritura a tercera persona, en vez de primera. También omitiré colocar colores en los diálogos del personaje.
Se formó un bullicio en la sala de operaciones. Una chica, de no más de veinticinco años, llegó completamente sudada y con ansiedad en la vista. Su cabello marrón lo tenía bien pegado a las mejillas mientras caía hasta los hombros. El hombre que estaba a cargo de dirigir la operación le pidió que por favor se calmase e intentara contar, calmadamente, lo que había sucedido o descubierto. Por su expresión había descubierto algo de suma importancia, pensó el Oficial.
Kati era su nombre. Se había alistado en el Ejército Revolucionario hace unos seis meses y siempre presentó buen comportamiento, por lo que le contaba la encargada de dirigir, administrar y proteger el Cuartel. Se sentó en la silla y miró directamente al muchacho rubio que la contemplaba con mirada juguetona.
–¿Qué sucede, pequeña? – preguntó con voz calmada – Tómate tu tiempo y cuéntanos.
Kati bebió del vaso de agua que le acercó uno de los presentes en la sala de operaciones.
–Me puse a pensar en algo... Con todo lo que ha pasado, no noté, hasta ahora, que hay alguien aquí que no calza con nosotros. No recuerdo bien su nombre, pero era amigo de mi mejor amiga... quien por extraños motivos ya no está con nosotros – miró hacia abajo –. Lo único que recuerdo es que siempre comentaba que le encantaban los muchachos con los ojos verdes y con el cabello rubio.
El Oficial del Ejército Revolucionario se sintió halagado por estar dentro de los márgenes de belleza de la perdida mejor amiga de Kati. Apoyó su espalda en la pared que estaba detrás de él y llevó su mano al mentón dándole un aspecto pensativo. Por la misteriosa aparición de la chica, ya tenían algo con que empezar a buscar. Una descripción general les podía ayudar a disminuir el campo de exploración y encontrar al infiltrado. Sin embargo, ¿por qué justo ahora apareció? Debía haber una razón para aquello. Perfectamente se podía tratar de un distractor.
Ryan despegó la espalda de la pared y se acercó a la chica. Gracias a su fruta del diablo, podía escuchar los latidos del corazón de las personas y analizarlo. Si mentía, lo sabría inmediatamente.
–¿Por qué apareces ahora, Kati? – preguntó sin rodeo alguno – Verás... Solo unos pocos sabían que veníamos para encontrar al infiltrado... Y justo, pero justo en el momento preciso apareces tú dándonos una descripción del sospechoso.
La puerta de la sala de operaciones se abrió fuertemente. En el dintel apareció una figura que Ryan reconoció inmediatamente. Se trataba de Tabor, uno de los hombres con los que había llegado; era un poco más alto que su líder y mucho más moreno, también. Llevaba el típico peto acolchado que llevaban los hombres que trabajaban junto a Ryan. Dio tres pasos hacia delante y se arrodilló.
–¡Lo siento mucho, Señor! Yo he sido quién le contó todo a Kati... Verá... – aún no despegaba la mirada del suelo – Hace...
Ryan se dirigió violentamente hacia su subordinado y lo levantó con fuerza.
–Cuando quieras hablar, siempre dirígete hacia mí mirándome a los ojos – mencionó con furia –. No permitiré que ninguno de mis hombres se arrodille ante mí, no soy ninguna especie de dios.
Tabor sollozó y unas lágrimas escurrieron por sus morenas mejillas.
–Kati y yo estamos comprometidos, y nos vamos a casar pronto. ¡Por eso le conté todo! Hace mucho tiempo que no nos veíamos por trabajar en todo esto de la Revolución y... Y cuando ella me preguntó qué es lo que hacía aquí, no tuve otra que contarle la verdad. ¡Lo siento mucho!
La historia terminó de tomar sentido. Había sido explicada perfectamente y Ryan no desconfiaba de sus hombres, no por el momento. Normalmente manipulaba a los hombres con miedo y falsas promesas, pero no así con sus hombres; gustaba de ser un poco... más humano. Suspiró y entendió perfectamente la situación dejando ir a los pequeños enamorados quienes se alegraron enormemente al escuchar las felicitaciones del Oficial por el compromiso.
–Y recuerden, no perdonaré por ningún motivo si no estoy en la lista de invitados de la boda.
Hubo un montón de risas amenizando el ambiente tenso que se generó en la sala de operaciones. Los pocos minutos de felicidad y tranquilidad pasaron rápidamente, debían volver al trabajo. El Cuartel contaba con los suficientes hombres como para andar buscando de uno en uno, de esa forma no terminarían nunca. Ryan pensó que la única forma de hacer salir al infiltrado era dándole lo que él quería. Supuso que era un completo novato debido a que Kati, una novata en el campo, sospechó de él. Un verdadero espía jamás levanta sospechas.
Por primera vez en toda la noche Ryan salió de la sala de operaciones para dirigirse al vestíbulo del Cuartel. El vestíbulo era la zona que conectaba con casi todas las demás secciones de la estructura rocosa, y era lo suficientemente grande como para llamar a todos los hombres. Antes de salir de la sala de operaciones, Ryan recibió por fin la lista de los hombres que estaban refugiándose en el Cuartel. Eso le dio ventaja sobre el infiltrado para hacerlo aparecer, ya sabía lo suficiente de él: un muchacho rubio y de ojos verdes.
Tomó el den den mushi.
–¡Buenas noches a todos! – anunció – Mi nombre es Ryan, y soy uno de los Oficiales del Ejército Revolucionario. Sé que han estado trabajando muy duro estos últimos días por lo que he venido para ofrecerles un poco de diversión. ¡¡Atención!! Todos los presentes dirigirse al vestíbulo en donde comenzará la fiesta más grande a la cual hayan participado.
Después de unos cuantos minutos apareció una gran multitud de gente, incluyendo a los hombres de Ryan quienes estaban perplejos por el anuncio de su líder. El vampiro les pidió que por favor reuniesen a los hombres rubios de ojos verdes que encontraban en el camino y que por ningún motivo los hombres debían salir del vestíbulo. Tras decretar esas instrucciones, partió con un par de soldados para inspeccionar todo el cuartel. Junto a ellos dos recorrería el ala izquierda mientras que la administradora de la edificación inspeccionaba el ala derecho.
–Ahora solo es cuestión de tiempo para hacer aparecer al infiltrado.
Kati era su nombre. Se había alistado en el Ejército Revolucionario hace unos seis meses y siempre presentó buen comportamiento, por lo que le contaba la encargada de dirigir, administrar y proteger el Cuartel. Se sentó en la silla y miró directamente al muchacho rubio que la contemplaba con mirada juguetona.
–¿Qué sucede, pequeña? – preguntó con voz calmada – Tómate tu tiempo y cuéntanos.
Kati bebió del vaso de agua que le acercó uno de los presentes en la sala de operaciones.
–Me puse a pensar en algo... Con todo lo que ha pasado, no noté, hasta ahora, que hay alguien aquí que no calza con nosotros. No recuerdo bien su nombre, pero era amigo de mi mejor amiga... quien por extraños motivos ya no está con nosotros – miró hacia abajo –. Lo único que recuerdo es que siempre comentaba que le encantaban los muchachos con los ojos verdes y con el cabello rubio.
El Oficial del Ejército Revolucionario se sintió halagado por estar dentro de los márgenes de belleza de la perdida mejor amiga de Kati. Apoyó su espalda en la pared que estaba detrás de él y llevó su mano al mentón dándole un aspecto pensativo. Por la misteriosa aparición de la chica, ya tenían algo con que empezar a buscar. Una descripción general les podía ayudar a disminuir el campo de exploración y encontrar al infiltrado. Sin embargo, ¿por qué justo ahora apareció? Debía haber una razón para aquello. Perfectamente se podía tratar de un distractor.
Ryan despegó la espalda de la pared y se acercó a la chica. Gracias a su fruta del diablo, podía escuchar los latidos del corazón de las personas y analizarlo. Si mentía, lo sabría inmediatamente.
–¿Por qué apareces ahora, Kati? – preguntó sin rodeo alguno – Verás... Solo unos pocos sabían que veníamos para encontrar al infiltrado... Y justo, pero justo en el momento preciso apareces tú dándonos una descripción del sospechoso.
La puerta de la sala de operaciones se abrió fuertemente. En el dintel apareció una figura que Ryan reconoció inmediatamente. Se trataba de Tabor, uno de los hombres con los que había llegado; era un poco más alto que su líder y mucho más moreno, también. Llevaba el típico peto acolchado que llevaban los hombres que trabajaban junto a Ryan. Dio tres pasos hacia delante y se arrodilló.
–¡Lo siento mucho, Señor! Yo he sido quién le contó todo a Kati... Verá... – aún no despegaba la mirada del suelo – Hace...
Ryan se dirigió violentamente hacia su subordinado y lo levantó con fuerza.
–Cuando quieras hablar, siempre dirígete hacia mí mirándome a los ojos – mencionó con furia –. No permitiré que ninguno de mis hombres se arrodille ante mí, no soy ninguna especie de dios.
Tabor sollozó y unas lágrimas escurrieron por sus morenas mejillas.
–Kati y yo estamos comprometidos, y nos vamos a casar pronto. ¡Por eso le conté todo! Hace mucho tiempo que no nos veíamos por trabajar en todo esto de la Revolución y... Y cuando ella me preguntó qué es lo que hacía aquí, no tuve otra que contarle la verdad. ¡Lo siento mucho!
La historia terminó de tomar sentido. Había sido explicada perfectamente y Ryan no desconfiaba de sus hombres, no por el momento. Normalmente manipulaba a los hombres con miedo y falsas promesas, pero no así con sus hombres; gustaba de ser un poco... más humano. Suspiró y entendió perfectamente la situación dejando ir a los pequeños enamorados quienes se alegraron enormemente al escuchar las felicitaciones del Oficial por el compromiso.
–Y recuerden, no perdonaré por ningún motivo si no estoy en la lista de invitados de la boda.
Hubo un montón de risas amenizando el ambiente tenso que se generó en la sala de operaciones. Los pocos minutos de felicidad y tranquilidad pasaron rápidamente, debían volver al trabajo. El Cuartel contaba con los suficientes hombres como para andar buscando de uno en uno, de esa forma no terminarían nunca. Ryan pensó que la única forma de hacer salir al infiltrado era dándole lo que él quería. Supuso que era un completo novato debido a que Kati, una novata en el campo, sospechó de él. Un verdadero espía jamás levanta sospechas.
Por primera vez en toda la noche Ryan salió de la sala de operaciones para dirigirse al vestíbulo del Cuartel. El vestíbulo era la zona que conectaba con casi todas las demás secciones de la estructura rocosa, y era lo suficientemente grande como para llamar a todos los hombres. Antes de salir de la sala de operaciones, Ryan recibió por fin la lista de los hombres que estaban refugiándose en el Cuartel. Eso le dio ventaja sobre el infiltrado para hacerlo aparecer, ya sabía lo suficiente de él: un muchacho rubio y de ojos verdes.
Tomó el den den mushi.
–¡Buenas noches a todos! – anunció – Mi nombre es Ryan, y soy uno de los Oficiales del Ejército Revolucionario. Sé que han estado trabajando muy duro estos últimos días por lo que he venido para ofrecerles un poco de diversión. ¡¡Atención!! Todos los presentes dirigirse al vestíbulo en donde comenzará la fiesta más grande a la cual hayan participado.
Después de unos cuantos minutos apareció una gran multitud de gente, incluyendo a los hombres de Ryan quienes estaban perplejos por el anuncio de su líder. El vampiro les pidió que por favor reuniesen a los hombres rubios de ojos verdes que encontraban en el camino y que por ningún motivo los hombres debían salir del vestíbulo. Tras decretar esas instrucciones, partió con un par de soldados para inspeccionar todo el cuartel. Junto a ellos dos recorrería el ala izquierda mientras que la administradora de la edificación inspeccionaba el ala derecho.
–Ahora solo es cuestión de tiempo para hacer aparecer al infiltrado.
Corinna Athenais
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Escuché a mi oficial al mando, a la que respondí afirmativamente ante su orden de vigilar al mercenario. A mí también me parecía muy raro que antes le tuviera que llamar de una manera y ahora de otra, tendría que hablar con el acabar, si es que no resultaba ser un traidor y tenía que acabar con él. Después fui escuchando al resto, uno diciendo algo de las cipher pol y sus secretos, estás diciendo algo de olores y cosas raras, un desmadre.
-Entonces deberíamos darnos prisa, lo más seguro es que ya nos haya descubierto alguien y esté dando la alarma, si tienes su olor como dices es hora de ponerse en marcha, y rápido. No debería ser difícil dar con un cuartel revolucionario, incluso puede que ya haya cazadores de recompensa buscándolos y serian grandes aliados para asaltar el refugio de la revolución, que ni siquiera sabemos cuántos enemigos hay, o que extensión tiene el sitio, o que armas poseen, a menos que las agentes tengan algo más de información a ese respecto.
-Entonces deberíamos darnos prisa, lo más seguro es que ya nos haya descubierto alguien y esté dando la alarma, si tienes su olor como dices es hora de ponerse en marcha, y rápido. No debería ser difícil dar con un cuartel revolucionario, incluso puede que ya haya cazadores de recompensa buscándolos y serian grandes aliados para asaltar el refugio de la revolución, que ni siquiera sabemos cuántos enemigos hay, o que extensión tiene el sitio, o que armas poseen, a menos que las agentes tengan algo más de información a ese respecto.
Shieng Long
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Lara no podía creer lo que estaba escuchando. Sobre todo de parte de las dos CPs. No solo parecía que no se tomaban en serio aquella misión, sino que querían atacar el cuartel a lo bruto, arriesgando así la vida del informador. Lara se paró en seco en mitad del bosque, quedaba poco para llegar al cuartel. Giró sobre sus talones, dirigiéndose al grupo, el cual la teniente esperaba que hubiesen parado tras ella.
- Veamos... Tenemos que ser discretos. Avanzaremos hasta la puerta y yo misma pediré hablar con quien sea que esté al cargo de este cuartel para hacer una negociación pacífica. Si hay una batalla aquí no quiero que seamos los primeros en atacar. Somos los protectores de los inocentes y la verdad, no los brutos que ellos dicen que somos. ¿Ha quedado claro? Si alguien no está de acuerdo con el plan, puede irse. Los que se queden conmigo... Si hay algún mínimo atisbo de que no cumplen la tregua y nos atacan... Podéis atacar con todo.
Dicho aquello, se giró y empezó a caminar sin esperar quejas ni refutaciones. No aceptaba insubordinaciones en aquel momento y caminaría hacia el frente acompañado de los que hayan aceptado seguir con el plan. Fuesen quienes fuesen. Llegaría por fin a la entrada de la base, la cual estaba desierta, al menos en su exterior. Se pondría de pie frente a esta, seguida por aquellos que habían aceptado acompañarla.
- Al habla la Teniente Lara Elsa Naion, de la Marina-diría con una voz fuerte y clara-. Pido una tregua temporal para tratar un asunto con quien sea que esté al mando en esta base.
- Veamos... Tenemos que ser discretos. Avanzaremos hasta la puerta y yo misma pediré hablar con quien sea que esté al cargo de este cuartel para hacer una negociación pacífica. Si hay una batalla aquí no quiero que seamos los primeros en atacar. Somos los protectores de los inocentes y la verdad, no los brutos que ellos dicen que somos. ¿Ha quedado claro? Si alguien no está de acuerdo con el plan, puede irse. Los que se queden conmigo... Si hay algún mínimo atisbo de que no cumplen la tregua y nos atacan... Podéis atacar con todo.
Dicho aquello, se giró y empezó a caminar sin esperar quejas ni refutaciones. No aceptaba insubordinaciones en aquel momento y caminaría hacia el frente acompañado de los que hayan aceptado seguir con el plan. Fuesen quienes fuesen. Llegaría por fin a la entrada de la base, la cual estaba desierta, al menos en su exterior. Se pondría de pie frente a esta, seguida por aquellos que habían aceptado acompañarla.
- Al habla la Teniente Lara Elsa Naion, de la Marina-diría con una voz fuerte y clara-. Pido una tregua temporal para tratar un asunto con quien sea que esté al mando en esta base.
Alexandra Silvercat
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Tuve que detener a mi compañera antes de que se separara del grupo, pues tras usar el poder de su Fruta para tratar de localizar un olor concreto como si fuera un perro, casi se adentra entre los pocos árboles que había en aquella rocosa isla. Sujetándola del hombro, negué con la cabeza.
- La base de esta isla no está por allí, sino en lo profundo. – Dije señalando las montañas. – Por lo que sabemos, en la galería de túneles y cavernas se halla una pequeña y tradicional sociedad. Y aún más adentro, donde los hombres de templo no se atreven a aventurarse, es donde se esconde la revolución. Al menos eso fue lo que nos dijo el informante, antes de cesar todo contacto. – Le expliqué.
En ese momento, un hombre se nos acercó. Supe enseguida que no era un marine por su forma de caminar y vestirse, y lo pude confirmar al escuchar cómo nos hablaba. Se notaba que no tenía ni puta idea de lo que estaba hablando, y eso me mosqueó sobremanera. Antes de que Alice pudiera decirle nada, respondí con suavidad y sin subir el tono de voz, acumulando toda la calma que me fue posible:
- Vayamos por partes. Para empezar, no “nos gusta mantener nuestros secretitos”, es nuestro trabajo no confiarle información innecesaria a gente de la que podamos desconfiar. Y permíteme ser la primera en comentarte que desconfiamos de ti, que no perteneces a ningún órgano Legal ni Gubernamental conocido. ¿Quién nos asegura que no eres un infiltrado también? ¿O puedes demostrarme que me equivoco?
Por supuesto, no sospechaba de él hasta ese momento, pero me parecía muy raro que sin conocernos de nada se acercara a exigir explicaciones. Notando cómo la sangre se me subía al rostro, proseguí sin darle tiempo a contestar:
- Segundo, no somos un equipo. Creo poder hablar por las dos si aseguro que nosotras tenemos órdenes distintas, aunque los objetivos sean los mismos. Estamos aquí para ayudar a que la misión sea un éxito según nuestro propio método, no para seguir a un simple mercenario. Y de todas formas, yo no formaría un equipo, ni compartiría nada, con alguien en quien no pueda confiar.
Y para rematar, terminé:
- Tercero, si acabas muerto es por tus propias acciones y responsabilidades, no porque un par de mujeres decidieran aliviar un poco de la tensión que había antes de que diera comienzo el encargo. Que por cierto, ya que hablamos de ello, si alguien está poniendo en peligro a otros ese eres tú, que decidiste que sería buena idea quebrar indiscretamente la tapadera de esa señorita… - Dije señalando a Alice con el pulgar. -… La cual se supone que tiene que parecer una chica normal y corriente, así que procura la próxima vez no ser tan cantoso cuando te acerques a alguien para mencionar que es un CP. A tus ojos puede parecer que estamos perdiendo el tiempo, pero si te molestas en leer entre líneas tal vez no tenga que explicártelo todo a cada cosa que haga o diga.
Una vez terminé de llamarle la atención y de desahogarme, aceleré un poco el paso tirando ligeramente de la mano de la albina a mi lado, para adelantarnos al tipo y dejarlo atrás. Esperaba que no nos siguiera, no me gustaba en absoluto y prefería evitar un conflicto abierto con él. Al hacerlo, acabé acercándonos a las marines en cabeza, que aprovecharon para dejar caer algún otro intento de reprimenda. Por lo menos ellas fueron más sutiles.
- No, compañera. Lamentablemente eso no lo sabemos, las últimas noticias están desactualizadas y no son de fiar, podrían haberse reforzado perfectamente en lo que tardamos en llegar aquí. – Le dije a la que comentó acerca de conocer el interior de la base.
Lo siguiente que dijo la Teniente al mando terminó de destruir la fe que tenía en aquel grupo. Quería pensar que sabían mejor lo que hacían, quería depositar mi confianza en ellos… Pero me lo estaba poniendo especialmente difícil. Acallando mentalmente una carcajada vacía de todo humor que sonó en los recovecos de mi cabeza, seguramente producto de mi otra personalidad, decidí dejar las cosas claras, ya que se veía que de lo contrario la gente no era capaz de reaccionar. Alejándome de Alice un segundo, me aproximé a la mujer para hablarle con discreción. No tendría mucho tacto decir todo lo que pensaba en voz alta, delante de sus hombres.
- Teniente, si el informante nos ha pedido ayuda es porque ya sospecha que lo buscan. Eso debería usted saberlo mejor que nadie. Me gusta que piense de forma tan loable como conseguir una solución pacífica, pero comprenda que si eso fuera posible, para empezar ni siquiera tendríamos este problema entre manos. Y dudo mucho que pueda lograr un acuerdo ante un tema tan delicado, por mucho carisma que posea. ¿Qué les dirá? ¿Qué nos entreguen intacto a un espía que tienen infiltrado a cambio de que nos vayamos sin hacer ruido? Por favor, no sea idealista. – Decidí añadir algo que parecía que no había entendido: - Y lo de antes también va por ustedes. No tenemos la obligación de obedecerles… Como mucho, estamos aquí para apoyarles. Pero si el plan de acción que pretenden tomar es claramente incorrecto, me temo que tendremos que tomar medidas por nuestra cuenta.
No quería que sonara a amenaza, pues para nada se trataba de una. Tan solo era un aviso, para que no se le subiera el ego y pensara que podía obligarnos a seguir su método.
- Ah, y déjeme decirle que lo que se encuentra enfrente nuestro ahora mismo no es una base. Es la entrada a un templo. Como dije antes, la base tiene que estar mucho más adentro, pasada la escasa comunidad que habite estas paredes de roca natural.
Sin más preámbulos, le hice un gesto con la cabeza a Liz, por si quería acompañarme. Por desgracia aún estábamos lejos del territorio enemigo, aunque seguramente ya estuvieran al tanto de nuestra presencia. No había tiempo que perder con chorradas como treguas, la isla era grande y su interior laberíntico. Lo más seguro era que ni siquiera hubieran oído a la Teniente, así que tampoco tenía mucho sentido sentarnos a esperar por algo que no llegaría nunca.
Tanto si me seguía alguien como si no (y con el Haki de Observación activo), me adentré en las cavernas buscando algún indicio de qué templo exactamente era aquel. Sabía que habían seis en toda la isla (cada uno dedicado a una divinidad de la Destrucción, Curación, Ilusión, Renacimiento, Fervor o Amor), más uno “prohibido” y amurallado: allí seguramente sería donde se encontrara lo que buscábamos. Así que una vez supiera por qué templo entramos, podría tratar de orientarme para encontrar el séptimo como pudiera.
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Off: https://www.onepiece-definitiverol.com/t975-takenuma-villa-de-los-espiritus <---- No os olvidéis de que estamos en esta isla.
- La base de esta isla no está por allí, sino en lo profundo. – Dije señalando las montañas. – Por lo que sabemos, en la galería de túneles y cavernas se halla una pequeña y tradicional sociedad. Y aún más adentro, donde los hombres de templo no se atreven a aventurarse, es donde se esconde la revolución. Al menos eso fue lo que nos dijo el informante, antes de cesar todo contacto. – Le expliqué.
En ese momento, un hombre se nos acercó. Supe enseguida que no era un marine por su forma de caminar y vestirse, y lo pude confirmar al escuchar cómo nos hablaba. Se notaba que no tenía ni puta idea de lo que estaba hablando, y eso me mosqueó sobremanera. Antes de que Alice pudiera decirle nada, respondí con suavidad y sin subir el tono de voz, acumulando toda la calma que me fue posible:
- Vayamos por partes. Para empezar, no “nos gusta mantener nuestros secretitos”, es nuestro trabajo no confiarle información innecesaria a gente de la que podamos desconfiar. Y permíteme ser la primera en comentarte que desconfiamos de ti, que no perteneces a ningún órgano Legal ni Gubernamental conocido. ¿Quién nos asegura que no eres un infiltrado también? ¿O puedes demostrarme que me equivoco?
Por supuesto, no sospechaba de él hasta ese momento, pero me parecía muy raro que sin conocernos de nada se acercara a exigir explicaciones. Notando cómo la sangre se me subía al rostro, proseguí sin darle tiempo a contestar:
- Segundo, no somos un equipo. Creo poder hablar por las dos si aseguro que nosotras tenemos órdenes distintas, aunque los objetivos sean los mismos. Estamos aquí para ayudar a que la misión sea un éxito según nuestro propio método, no para seguir a un simple mercenario. Y de todas formas, yo no formaría un equipo, ni compartiría nada, con alguien en quien no pueda confiar.
Y para rematar, terminé:
- Tercero, si acabas muerto es por tus propias acciones y responsabilidades, no porque un par de mujeres decidieran aliviar un poco de la tensión que había antes de que diera comienzo el encargo. Que por cierto, ya que hablamos de ello, si alguien está poniendo en peligro a otros ese eres tú, que decidiste que sería buena idea quebrar indiscretamente la tapadera de esa señorita… - Dije señalando a Alice con el pulgar. -… La cual se supone que tiene que parecer una chica normal y corriente, así que procura la próxima vez no ser tan cantoso cuando te acerques a alguien para mencionar que es un CP. A tus ojos puede parecer que estamos perdiendo el tiempo, pero si te molestas en leer entre líneas tal vez no tenga que explicártelo todo a cada cosa que haga o diga.
Una vez terminé de llamarle la atención y de desahogarme, aceleré un poco el paso tirando ligeramente de la mano de la albina a mi lado, para adelantarnos al tipo y dejarlo atrás. Esperaba que no nos siguiera, no me gustaba en absoluto y prefería evitar un conflicto abierto con él. Al hacerlo, acabé acercándonos a las marines en cabeza, que aprovecharon para dejar caer algún otro intento de reprimenda. Por lo menos ellas fueron más sutiles.
- No, compañera. Lamentablemente eso no lo sabemos, las últimas noticias están desactualizadas y no son de fiar, podrían haberse reforzado perfectamente en lo que tardamos en llegar aquí. – Le dije a la que comentó acerca de conocer el interior de la base.
Lo siguiente que dijo la Teniente al mando terminó de destruir la fe que tenía en aquel grupo. Quería pensar que sabían mejor lo que hacían, quería depositar mi confianza en ellos… Pero me lo estaba poniendo especialmente difícil. Acallando mentalmente una carcajada vacía de todo humor que sonó en los recovecos de mi cabeza, seguramente producto de mi otra personalidad, decidí dejar las cosas claras, ya que se veía que de lo contrario la gente no era capaz de reaccionar. Alejándome de Alice un segundo, me aproximé a la mujer para hablarle con discreción. No tendría mucho tacto decir todo lo que pensaba en voz alta, delante de sus hombres.
- Teniente, si el informante nos ha pedido ayuda es porque ya sospecha que lo buscan. Eso debería usted saberlo mejor que nadie. Me gusta que piense de forma tan loable como conseguir una solución pacífica, pero comprenda que si eso fuera posible, para empezar ni siquiera tendríamos este problema entre manos. Y dudo mucho que pueda lograr un acuerdo ante un tema tan delicado, por mucho carisma que posea. ¿Qué les dirá? ¿Qué nos entreguen intacto a un espía que tienen infiltrado a cambio de que nos vayamos sin hacer ruido? Por favor, no sea idealista. – Decidí añadir algo que parecía que no había entendido: - Y lo de antes también va por ustedes. No tenemos la obligación de obedecerles… Como mucho, estamos aquí para apoyarles. Pero si el plan de acción que pretenden tomar es claramente incorrecto, me temo que tendremos que tomar medidas por nuestra cuenta.
No quería que sonara a amenaza, pues para nada se trataba de una. Tan solo era un aviso, para que no se le subiera el ego y pensara que podía obligarnos a seguir su método.
- Ah, y déjeme decirle que lo que se encuentra enfrente nuestro ahora mismo no es una base. Es la entrada a un templo. Como dije antes, la base tiene que estar mucho más adentro, pasada la escasa comunidad que habite estas paredes de roca natural.
Sin más preámbulos, le hice un gesto con la cabeza a Liz, por si quería acompañarme. Por desgracia aún estábamos lejos del territorio enemigo, aunque seguramente ya estuvieran al tanto de nuestra presencia. No había tiempo que perder con chorradas como treguas, la isla era grande y su interior laberíntico. Lo más seguro era que ni siquiera hubieran oído a la Teniente, así que tampoco tenía mucho sentido sentarnos a esperar por algo que no llegaría nunca.
Tanto si me seguía alguien como si no (y con el Haki de Observación activo), me adentré en las cavernas buscando algún indicio de qué templo exactamente era aquel. Sabía que habían seis en toda la isla (cada uno dedicado a una divinidad de la Destrucción, Curación, Ilusión, Renacimiento, Fervor o Amor), más uno “prohibido” y amurallado: allí seguramente sería donde se encontrara lo que buscábamos. Así que una vez supiera por qué templo entramos, podría tratar de orientarme para encontrar el séptimo como pudiera.
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Off: https://www.onepiece-definitiverol.com/t975-takenuma-villa-de-los-espiritus <---- No os olvidéis de que estamos en esta isla.
Shieng Long
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- Aclaración:
- Por favor, no toméis este post como que la nueva ronda termina ya y que os salto a todos. Simplemente, hay algo que quiero aclarar. Puse que llegabamos ya a la base por un simple motivo. POR QUÉ LLEVAMOS YA VARIAS RONDAS HACIENDO NADA. Hay que llegar ya al meollo de la cuestión. Así que hago este post para contestar a lo que Alexandra ha dicho a Lara e ignorar el hecho de que "eso no era la base". No tengo ganas de estar otras cinco rondas haciendo absolutamente nada, lo siento. Este va a ser un post corto.
Lara no podía creer como le estaba hablando la CP. Parecía haberse proclamado jefa del grupo. Lara frunció el ceño. No tenía ganas de soportar ese tipo de cosas, así que iba a ser clara y concisa. Cuando la agente hubo terminado de hablar y ya se disponía a irse, pero Lara la interrumpió hablando.
- Perdona... ¿Qué? Recuerdame. ¿Quién te ha nombrado jefa? ¿Quién te ha nombrado líder? Según recuerdo, hace un rato he dicho que quien manda aquí soy yo y que si alguien no quiere seguir el plan, puede irse. Así que si lo que querías era darte aires de líder y hacerte la heroína, no deberías haber aceptado el venir a esta misión, la cual está liderada por mí, te recuerdo. Si no te gusta el plan, puedes irte por donde has venido o puedes acompañarme y ayudarme si las cosas salen mal. Ese es tu papel aquí. Ayudar. ¿Comprendes? Nadie te obliga a apoyarme, pero tampoco te da el derecho a ponerte al frente.
Dicho aquello, dijera lo que dijera, Lara seguiría con su plan de acercarse a la base y hablar con quien sea que estuviese al cargo allí.
- Spoiler:
- De nuevo, disculpad por la interrupción
Alexandra Silvercat
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- Aclaración:
- Procedo a contestar al post de Lara, pues esperar la ronda completa para hacerlo sería un palo gigantesco. Tomad este corto post como adición al último que hice.
Y por cierto, si querías saltarte todo lo que es la geografía de la isla (un detalle que me parece importante, pero acepto ignorarlo por esta vez) para ir directamente al punto clave, no te costaba nada añadir un par de frases de ambientación. Tal como lo planteaste, simplemente parecía que no tenías ni idea de dónde estábamos, y me disculpo por asumir tal hecho.
- Veamos, te equivocas en un punto o dos: Para empezar, no pretendo ser líder de nada. Soy una agente, no una marine, y trabajo por separado sin obedecer a los de tu rango. Es como asumir que un Rey podría darle órdenes a los súbditos de otra isla. De todas formas, los que te nombraron líder a ti de ese escuadrón, fueron los mismos que me dijeron que viniera como unidad de flanqueo, así que ni voy a seguirte, ni voy a largarme. Voy a hacer las cosas a mi manera, y si no te gusta puedes intentar impedírmelo. - Respondí con indiferencia. - Aunque te aviso que constará en mi informe, y no creo que a los de arriba les agrades mucho si leen esa clase de cosas. - Encogiéndome de hombros, continué con mi plan original. Me resultaba difícil de creer que aquella marine pudiera ascender a Teniente si le costaba tanto entender algo tan simple. De hecho, por un instante deseé que realmente intentara detenerme por la fuerza. Eso me daría una razón para seguir creyendo que no todos los marines eran tan malos, que se trataba de un caso particular de una mujer inestable emocionalmente.
NGC 1672
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- Aclaración:
- En mi post no hago comentario alguno sobre la "discusión" que tuvieron ustedes dos. Asumo que, mientras mi personaje iba viajando hasta la entrada, ustedes dos estaban discutiendo. Así que por lo menos, mi personaje no sabe de la diferencia de ideas que ustedes tienen.
El plan solo necesitaba tiempo para dar el resultado esperado por el Oficial. Mientras buscaba a su víctima, a la rata aquella, un hombre atravesó corriendo el pasillo con expresión de espanto. El susodicho resultó ser uno de los subordinados de Ryan, le informó que un grupo de personas estaba afuera y podía asegurar que pertenecían al Gobierno. El vampiro sonrió maliciosamente al saber que su enemigo había desperdiciado el factor sorpresa, cosa que no volverán a tener.
Él sabía que ya era tiempo de estar preparados para cualquier enfrentamiento por lo que le pidió a su subordinado que estuviera atento y le avisara al resto del escuadrón. Sin embargo, ¿qué es lo que querían?
–Tengo entendido de que una mujer, la Teniente Lara, quiere hablar con usted – comentó el subordinado –. Dijo que quería algo sobre una tregua...
¿Una tregua? En un momento así, los Revolucionarios tenían puestas las cartas del triunfo. Aparentemente, ellos no eran más que un grupo de cinco personas, las cuales, no podrían contra un cuartel entero. Sin embargo, no debía bajar la guardia puesto que solo podía ser una estrategia enemiga para que Ryan cometiera errores y quienes no estaban ante los ojos del vampiro, pudieran infiltrarse y sacar a la persona que todos buscaban. Justo en ese momento, tendría que recurrir a su plan B; aquél plan que arriesgaba mucho. Esperar a que los “buenos” encuentren al infiltrado para luego atraparlos a todos es algo que requiere de esfuerzo, sobre todo físico.
El hombre de cabellos rubios caminó calmadamente por el pasillo mientras intentaba reorganizar sus ideas. El plan de encontrar al hombre debía seguir igual y presentarse ante la Marina no debía representar nada más que un bonus de tiempo. Encendió un cigarrillo justo antes de salir al aire libre para enfrentar la propuesta de la Teniente.
Acompañado de cuatro de los mejores hombres que tenía a su disposición, llegó hasta la puerta la cual fue abierta de par en par dejando a la luz de la luna el misterioso hombre que llevaba la sonrisa marcada en su rostro simulando completa soberbia. Le dio una calada a su cigarrillo y lo expulsó en señal de provocación.
–Tuvieron bastante suerte en encontrar nuestra base – comentó aplaudiéndoles –. Normalmente las personas se confunden y no terminan llegando nunca, pero bueno. Todos tenemos nuestros días de suerte, ¿no? Si es hora de las presentaciones... Mi nombre es Ryan, Oficial del Ejército Revolucionario. Probablemente ustedes me conozcan cómo nada más que un código: NGC 1672.
Lanzó la colilla y la apagó.
La tenue brisa de la noche sacudió las hojas de los árboles y el cabello de Ryan, pudiendo sentir esa perfecta satisfacción de refresco. Sus ojos se clavaron en los de la rubia, sabía que si hacía un movimiento torpe ambas fuerzas lo terminarían pagando caro. Podía solucionarlo todo negociando, o al menos eso esperaba. Además, ¿qué ganaría capturando al infiltrado? Sea lo que sea que haya dicho, el Gobierno ya lo sabía. La única utilidad que tenía hasta ese momento era saber cuánta información filtró. El resto sería solo por diversión.
Dio un paso hacia delante y le sonrió a la Teniente.
–¿Qué es lo que propone, Teniente? ¿Una tregua para que ustedes entren y saquen al espía sin derramamiento de sangre? En una negociación, ambas partes deben ganar algo, y por lo que veo yo... no estoy ganando nada – encendió otro cigarrillo y le lanzó el humo en el rostro de la chica –. Piénselo bien, además está en tierra enemiga... Cualquier movimiento que considere sospechoso, podría ser el último.
Él sabía que ya era tiempo de estar preparados para cualquier enfrentamiento por lo que le pidió a su subordinado que estuviera atento y le avisara al resto del escuadrón. Sin embargo, ¿qué es lo que querían?
–Tengo entendido de que una mujer, la Teniente Lara, quiere hablar con usted – comentó el subordinado –. Dijo que quería algo sobre una tregua...
¿Una tregua? En un momento así, los Revolucionarios tenían puestas las cartas del triunfo. Aparentemente, ellos no eran más que un grupo de cinco personas, las cuales, no podrían contra un cuartel entero. Sin embargo, no debía bajar la guardia puesto que solo podía ser una estrategia enemiga para que Ryan cometiera errores y quienes no estaban ante los ojos del vampiro, pudieran infiltrarse y sacar a la persona que todos buscaban. Justo en ese momento, tendría que recurrir a su plan B; aquél plan que arriesgaba mucho. Esperar a que los “buenos” encuentren al infiltrado para luego atraparlos a todos es algo que requiere de esfuerzo, sobre todo físico.
El hombre de cabellos rubios caminó calmadamente por el pasillo mientras intentaba reorganizar sus ideas. El plan de encontrar al hombre debía seguir igual y presentarse ante la Marina no debía representar nada más que un bonus de tiempo. Encendió un cigarrillo justo antes de salir al aire libre para enfrentar la propuesta de la Teniente.
Acompañado de cuatro de los mejores hombres que tenía a su disposición, llegó hasta la puerta la cual fue abierta de par en par dejando a la luz de la luna el misterioso hombre que llevaba la sonrisa marcada en su rostro simulando completa soberbia. Le dio una calada a su cigarrillo y lo expulsó en señal de provocación.
–Tuvieron bastante suerte en encontrar nuestra base – comentó aplaudiéndoles –. Normalmente las personas se confunden y no terminan llegando nunca, pero bueno. Todos tenemos nuestros días de suerte, ¿no? Si es hora de las presentaciones... Mi nombre es Ryan, Oficial del Ejército Revolucionario. Probablemente ustedes me conozcan cómo nada más que un código: NGC 1672.
Lanzó la colilla y la apagó.
La tenue brisa de la noche sacudió las hojas de los árboles y el cabello de Ryan, pudiendo sentir esa perfecta satisfacción de refresco. Sus ojos se clavaron en los de la rubia, sabía que si hacía un movimiento torpe ambas fuerzas lo terminarían pagando caro. Podía solucionarlo todo negociando, o al menos eso esperaba. Además, ¿qué ganaría capturando al infiltrado? Sea lo que sea que haya dicho, el Gobierno ya lo sabía. La única utilidad que tenía hasta ese momento era saber cuánta información filtró. El resto sería solo por diversión.
Dio un paso hacia delante y le sonrió a la Teniente.
–¿Qué es lo que propone, Teniente? ¿Una tregua para que ustedes entren y saquen al espía sin derramamiento de sangre? En una negociación, ambas partes deben ganar algo, y por lo que veo yo... no estoy ganando nada – encendió otro cigarrillo y le lanzó el humo en el rostro de la chica –. Piénselo bien, además está en tierra enemiga... Cualquier movimiento que considere sospechoso, podría ser el último.
Alice Branwen
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Una gota de sudor recorrió la frente de la albina, y tuvo que masajearse la sien debido al pequeño dolor de cabeza que sufría debido a los últimos acontecimientos. Primero que todo, un hombre que no tenía nada que ver con el gobierno se les acerco e increpó debido a que no se tomaban las cosas enserio. La joven frunció el ceño al escuchar aquello; el hecho de que aligeraran el ambiente un poco, no quería decir que no se tomasen las cosas enserio. Simplemente notaba que había mucha tensión en el ambiente, y eso podía llevar a errores si es que no se cuidaban. Iba a hacérselo notar, pero Alex le ganó la mano. Un estremecimiento recorrió su cuerpo, y suspiró con pesadez. Dijo todo lo que ella iba a decir… Aunque la joven peliblanca lo iba a hacer con más tacto y menos rudeza. No le gustaba mucho ser cortante con las personas, y mucho menos con desconocidos.
Luego de aquello, la situación empeoró. La teniente a cargo y Alex tuvieron una disputa, y el ambiente se volvió a poner completamente tenso. Aquello estaba mal, la misión sería un completo fracaso si es que no dejaban sus diferencias de lado. Eso podría acarrear con la muerte del informante, o peor: la de todos los agentes y marines que se encontraban en el lugar.
– Dejen de pelear, si seguimos así la misión será un fracaso. La misión esa sacar al informante sano y salvo, no entrar en discusiones tontas – intentó intervenir Alice en la discusión, pero al parecer sus palabras cayeron en oídos sordos. A veces era difícil tratar con personas orgullosas, mucho más si eran mujeres. Cuando tenían su cabeza metida en algo, era difícil sacarlas de allí.
Por suerte (o desgracia, dependiendo del punto de vista), alguien salió desde el interior de la base. Se trataba de un hombre rubio y alto, y si bien ella no podía sentir auras, podía decir con exactitud que ese tipo era peligroso. Al escucharle hablar, tuvo que soltar un suspiro. Se lo temía, las cosas no iban a salir como ellos querían. Si los revolucionarios entregaban al informante, entonces ellos, los marines y agentes, debían entregar algo de igual valor. ¿Qué podían hacer? Estaban en una base enemiga, y como dijo el revolucionario, cualquier movimiento en falso podría desatar una pelea campal. Alice relajó su postura y simplemente se limitó a observar lo que sucedería, su rostro no tenía expresión alguna. Había entrado en modo agente, y a sus pies yacía la peluca y contactos. El plan de infiltración se había ido al carajo, por lo que ya no necesitaría de eso.
Luego de aquello, la situación empeoró. La teniente a cargo y Alex tuvieron una disputa, y el ambiente se volvió a poner completamente tenso. Aquello estaba mal, la misión sería un completo fracaso si es que no dejaban sus diferencias de lado. Eso podría acarrear con la muerte del informante, o peor: la de todos los agentes y marines que se encontraban en el lugar.
– Dejen de pelear, si seguimos así la misión será un fracaso. La misión esa sacar al informante sano y salvo, no entrar en discusiones tontas – intentó intervenir Alice en la discusión, pero al parecer sus palabras cayeron en oídos sordos. A veces era difícil tratar con personas orgullosas, mucho más si eran mujeres. Cuando tenían su cabeza metida en algo, era difícil sacarlas de allí.
Por suerte (o desgracia, dependiendo del punto de vista), alguien salió desde el interior de la base. Se trataba de un hombre rubio y alto, y si bien ella no podía sentir auras, podía decir con exactitud que ese tipo era peligroso. Al escucharle hablar, tuvo que soltar un suspiro. Se lo temía, las cosas no iban a salir como ellos querían. Si los revolucionarios entregaban al informante, entonces ellos, los marines y agentes, debían entregar algo de igual valor. ¿Qué podían hacer? Estaban en una base enemiga, y como dijo el revolucionario, cualquier movimiento en falso podría desatar una pelea campal. Alice relajó su postura y simplemente se limitó a observar lo que sucedería, su rostro no tenía expresión alguna. Había entrado en modo agente, y a sus pies yacía la peluca y contactos. El plan de infiltración se había ido al carajo, por lo que ya no necesitaría de eso.
Simo Baker
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La respuesta que recibí de la CP confirmó mis sospechas, era una estúpida. Era por gente como ella por la que no me había unido al gobierno. Esa arrogancia cegadora que les impedía ver bien lo que tenían delante de sus narices, me enervaba. Ser miembro del Cipher Pol no iba a darle derecho a tomar el mando. Si hubiese tenido un rango superior quizá debiésemos escuchar sus órdenes, pero alguien que mandan a acompañar a un teniente no debía ser muy importante. Otra cosa que me hizo gracia fue que dijo que estaba arruinando la tapadera de su compañera. Claro que hacerse pasar por una joven que está en una isla sombría acompañando a miembros de la marina era una tapadera muy buena. Sin duda algún día le haría arrepentirse, pero hoy no podía. La misión y la vida del chico eran mucho más importantes. Es por esto que dejé pasar sus acusaciones infundadas, sus delirios de grandeza y sus niñerías y me centré en nuestro objetivo. Yo iba a cobrarles igual por mis servicios.
Finalmente la marine al mando la puso un poco en su sitio, aunque la CP no paraba de parlotear. Dijo algo de que el que un marine le diese órdenes a un CP es como si un rey diese órdenes a los súbditos de otra isla. Parecía estar poniéndose nerviosa, no razonaba bien. Aunque no fuese un rey si tiene dinero y un ejército puede mandar sobre los súbditos de cualquier isla, si no que hablase con un Tenryuubito. Finalmente fue la otra CP la que puso fin a la discusión. Esta parecía ser más razonable. Parecía que al final íbamos a seguir el plan pacífico-suicida de la teniente. No me parecía mal del todo, pero era arriesgado.
El terreno rocoso y falto de vegetación hacía que fuésemos visibles desde una larga distancia, por lo que con el rato que habíamos gastado discutiendo no sería de extrañar que nos estuviesen esperando. Continuamos nuestro camino a la base durante unos minutos más, hasta que finalmente llegamos a ella. Tapando una de las cuevas naturales de la isla se encontraban unas puertas metálicas. Parecía un sitio inexpugnable, pero seguro que había conductos de ventilación que podríamos haber usado para colarnos. De todas maneras ya era tarde, habíamos perdido la oportunidad de usar el factor sorpresa. Comenzaba a perder toda esperanza de cumplir la misión, pero entonces las puertas se abrieron. De la base salió un hombre rubio de aspecto imponente. No cabía duda de que él era el oficial al mando de la base. El hombre parecía dispuesto a negociar, pero no nos iba a dar al informador de gratis. Más vale que a la teniente se le ocurriese algo o acabaríamos pagándolo todos. En cualquier caso decidí acercarme a ella lo más posible sin resultar sospechoso. Me quedé tras ella, un poco a la derecha, preparado para saltar y protegerla en caso de que las cosas se torcieran. Si yo era herido o capturado no habría ningún problema, Xela podría negociar mi liberación. Sin embargo si la atrapaban a ella la matarían dejando a nuestro grupo sin líder. Solo me quedaba esperar que las negociaciones fuesen bien.
Finalmente la marine al mando la puso un poco en su sitio, aunque la CP no paraba de parlotear. Dijo algo de que el que un marine le diese órdenes a un CP es como si un rey diese órdenes a los súbditos de otra isla. Parecía estar poniéndose nerviosa, no razonaba bien. Aunque no fuese un rey si tiene dinero y un ejército puede mandar sobre los súbditos de cualquier isla, si no que hablase con un Tenryuubito. Finalmente fue la otra CP la que puso fin a la discusión. Esta parecía ser más razonable. Parecía que al final íbamos a seguir el plan pacífico-suicida de la teniente. No me parecía mal del todo, pero era arriesgado.
El terreno rocoso y falto de vegetación hacía que fuésemos visibles desde una larga distancia, por lo que con el rato que habíamos gastado discutiendo no sería de extrañar que nos estuviesen esperando. Continuamos nuestro camino a la base durante unos minutos más, hasta que finalmente llegamos a ella. Tapando una de las cuevas naturales de la isla se encontraban unas puertas metálicas. Parecía un sitio inexpugnable, pero seguro que había conductos de ventilación que podríamos haber usado para colarnos. De todas maneras ya era tarde, habíamos perdido la oportunidad de usar el factor sorpresa. Comenzaba a perder toda esperanza de cumplir la misión, pero entonces las puertas se abrieron. De la base salió un hombre rubio de aspecto imponente. No cabía duda de que él era el oficial al mando de la base. El hombre parecía dispuesto a negociar, pero no nos iba a dar al informador de gratis. Más vale que a la teniente se le ocurriese algo o acabaríamos pagándolo todos. En cualquier caso decidí acercarme a ella lo más posible sin resultar sospechoso. Me quedé tras ella, un poco a la derecha, preparado para saltar y protegerla en caso de que las cosas se torcieran. Si yo era herido o capturado no habría ningún problema, Xela podría negociar mi liberación. Sin embargo si la atrapaban a ella la matarían dejando a nuestro grupo sin líder. Solo me quedaba esperar que las negociaciones fuesen bien.
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