Protege al Informador [Misión rango E]

Comenzó a aplaudir burlescamente al escuchar las palabras del hombre que creía poder hacer razonar a la bestia. Estaban en completa desventaja y aun así se daban el lujo de exigir y amenazar. Asesinarlos a todos allí demostraría que con el Ejército Revolucionario no se juega. El hombre del cabello rubio y mirada fulminadora dio un paso adelante, borrando toda sonrisa de su rostro y dejando que su aura sedienta de sangre se mostrara completamente.

Había visto el estúpido anillo del hombre, pero no le importó lo que ello significaba. Estaban en su terreno, por ende, jugarían a sus reglas. Un montón de escenas completamente desgarradoras surcaron a través de su mente.

–Sabias palabras, gentilhombre. Pero te recuerdo que estamos en un mundo completamente violento, en donde el ser humano siempre buscará agredir al otro – encendió un cigarrillo –. No entiendo su deseo por salvar a un hombre que probablemente ya esté muerto. No soy como el resto de los revolucionarios, me muevo siguiendo mis deseos y si mis deseos dicen que ustedes deben morir aquí, morirán.

Tras las últimas palabras soltó una carcajada.

Tenía muchas opciones, para ser sincero, pero quería escoger la mejor. Ya estaba cansado de tener que perseguir a un muchacho que se las dio de valiente para entrar a un lugar como ese, y si el hombre ofrecía la liberación de algún preso revolucionario, quizás las cosas se pondrían más interesantes. Aunque, creyó Ryan, que podía ofrecerle cosas mejores.

El tiempo pasaba rápidamente y si sus hombres seguían correctamente el plan que les dio, el hombre al que buscaban no tardaría en aparecer. Si aparecía, significaba que ganaría. Si hacía un trato con los hombres, también lo llevaba a una victoria. Después de todo, jamás fue el hombre más honesto del mundo y no tendría ningún problema en asesinar al hombre.

Estiró su mano hasta el alcance de la chica de cabello rubio y el hombre del discurso.

–Verán... Las palabras de este hombre me han conmovido –mintió–. Les ofreceré lo siguiente: como somos gente civilizada, poseedora de razón y libertad, los invito a nuestra humilde base militar. Allí discutiremos los términos finales de nuestra negociación. Sin embargo, como realmente no me interesa rescatar a uno de mis torpes hermanos de armas, les exigiré un acto de buena fe permitiendo que solo dos de ustedes entren conmigo. De esa forma, no corro riesgo de ser asesinado por una masa de posibles desquiciados. Por otra parte, me comprometo a no hacerles daño a ninguno de ustedes y claro está, les aseguro que saldrán de este lugar y los escoltaré yo mismo hasta su barco.

Dicho esto sonrió nuevamente.