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El sonido de la lluvia golpeado contra el techo de madera de la taberna en la que me encontraba era un poco relajante. El lugar se veía ocupado por algunos cuantos ciudadanos que disfrutaban de beber tras terminar su trabajo, hablaban, reían y unos pocos cantaban algo en un idioma que no conocía.
Me encontraba sentado en la mesa de la esquina derecha, la cual tenía el espacio para cuatro personas, pero en ese momento yo era el único ocupándola.
- Ya veo. –exclamé con un poco de interés mientras pasaba la página tras haber terminado con el último párrafo.
-Empiezo a comprender la razón por la cual el Capitán eligió a estos animales como modelo de la flota.-alcé mi mirada para ver si la persona que esperaba había llegado, pero parecía que su llegada tomaría un poco más.
Cerré el libro y lo deje sobre la mesa.- Creo, creo que ya fue suficiente lectura por ahora.
Un joven de aproximadamente 15 años al notar esto se acercó a la mesa a preguntar si me encontraba listo para ordenar algo de comer o beber. Amablemente le expliqué que esperaba a otra persona y cuando esta llegará pediríamos algo. El joven asintió con una sonrisa y se dirigió a atender otra mesa.
Suspiré pesadamente y me recosté sobre la mesa.- Me pregunto si Gusi realmente envió alguien a ayudarme. –recordé como él solo me había llamado para informarme que había problemas en la ciudad de Karakura, más no dijo qué clase de problemas y solo se limitó a decir que era la oportunidad perfecta para conocer a otro de los miembros de los CW.- Ahora que lo pienso, ni siquiera conozco el nombre de mi compañero o como es. –El único a quien conocía era a Gusi, del Capitán solo había escuchado algunas cosas, pero no lo había visto en persona.- Recuerdo que Gusi mencionó a un tal Tobías cuando lo conocí, tal vez sea él a quien veré hoy, espero que esté al tanto de lo que se supone que tengamos que hacer.
Me encontraba sentado en la mesa de la esquina derecha, la cual tenía el espacio para cuatro personas, pero en ese momento yo era el único ocupándola.
“El lobo es uno de los pocos animales que no siente miedo de cazar presas con un peso tres veces mayor al suyo, pues la confianza en los miembros de su manada le brinda seguridad.”
- Ya veo. –exclamé con un poco de interés mientras pasaba la página tras haber terminado con el último párrafo.
“Entre lobos, la jerarquía es absoluta. Sí un lobo de bajo estatus se opone a uno de rango mayor, aun suponiendo que son familia directa habrá consecuencias."
-Empiezo a comprender la razón por la cual el Capitán eligió a estos animales como modelo de la flota.-alcé mi mirada para ver si la persona que esperaba había llegado, pero parecía que su llegada tomaría un poco más.
“Los lobos suelen comunicarse con sus compañeros lamiendo sus hocicos. Esta acción también puede verse en situaciones como darle la bienvenida a un nuevo miembro de la manada o muestra de respeto al macho de mayor jerarquía.”
Cerré el libro y lo deje sobre la mesa.- Creo, creo que ya fue suficiente lectura por ahora.
Un joven de aproximadamente 15 años al notar esto se acercó a la mesa a preguntar si me encontraba listo para ordenar algo de comer o beber. Amablemente le expliqué que esperaba a otra persona y cuando esta llegará pediríamos algo. El joven asintió con una sonrisa y se dirigió a atender otra mesa.
Suspiré pesadamente y me recosté sobre la mesa.- Me pregunto si Gusi realmente envió alguien a ayudarme. –recordé como él solo me había llamado para informarme que había problemas en la ciudad de Karakura, más no dijo qué clase de problemas y solo se limitó a decir que era la oportunidad perfecta para conocer a otro de los miembros de los CW.- Ahora que lo pienso, ni siquiera conozco el nombre de mi compañero o como es. –El único a quien conocía era a Gusi, del Capitán solo había escuchado algunas cosas, pero no lo había visto en persona.- Recuerdo que Gusi mencionó a un tal Tobías cuando lo conocí, tal vez sea él a quien veré hoy, espero que esté al tanto de lo que se supone que tengamos que hacer.
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El ruido de la lluvia conseguía desconcentrarme una y otra vez de mi lectura. Repiqueteaba en el techo del carro que me transportaba cerca de una taberna en Karakura, donde Gusi me había concertado un encuentro con otro de los miembros de CW. En cierto modo la situación la creé yo cuando llamé a Gusi para pedirle ayuda con algo que había descubierto, pero el muy vago alegó que estaba demasiado ocupado con otras cosas. Se escaqueó como era normal en él, aunque me prometió que en dicha taberna me esperaría alguien de la flota dispuesto a ayudarme.
Unos días atrás me había enterado de que un jefe mafioso quería comenzar a expandir su territorio instalándose en la ciudad. No había averiguado quien era el que lo estaba ayudando desde dentro, pero se rumoreaba que era alguien con influencia, aunque sobre el mafioso si que tenía algunos datos más, pero esperaría a encontrarme con mi compañero para ultimar los detalles.
Me dejaron cerca del establecimiento, pero aún así me mojé bastante haciendo que mis ropajes completamente negros se pegaran a mi cuerpo un trecho antes de que llegase. La maldita lluvia había apretado.
Nada más entrar por el umbral un rico aroma inundó mis fosas nasales recordándome que no había comido nada en el trayecto mientras escurría el agua que podía de mi oscura melena. Eché un vistazo buscando a alguien que se asemejase a la descripción que Gusi me había dado, aunque por suerte creía haberlo reconocido fácilmente. Era un joven solitario vestido de marine y me acerqué a preguntarle.
-Buenas marine, ¿eres Bizvan? - no quería confundirme de persona y hacer el ridículo contándole mis planes a cualquiera, aunque como me dijo Gusi tenía una cicatriz bastante peculiar en nariz.
Si el joven era la persona que estaba buscando tomaría asiento tras presentarme como Tobías, miembro de los CW. Pero antes de seguir hablando de otra cosa pediría algo de comer. Mi estómago rugía insaciablemente.
Unos días atrás me había enterado de que un jefe mafioso quería comenzar a expandir su territorio instalándose en la ciudad. No había averiguado quien era el que lo estaba ayudando desde dentro, pero se rumoreaba que era alguien con influencia, aunque sobre el mafioso si que tenía algunos datos más, pero esperaría a encontrarme con mi compañero para ultimar los detalles.
Me dejaron cerca del establecimiento, pero aún así me mojé bastante haciendo que mis ropajes completamente negros se pegaran a mi cuerpo un trecho antes de que llegase. La maldita lluvia había apretado.
Nada más entrar por el umbral un rico aroma inundó mis fosas nasales recordándome que no había comido nada en el trayecto mientras escurría el agua que podía de mi oscura melena. Eché un vistazo buscando a alguien que se asemejase a la descripción que Gusi me había dado, aunque por suerte creía haberlo reconocido fácilmente. Era un joven solitario vestido de marine y me acerqué a preguntarle.
-Buenas marine, ¿eres Bizvan? - no quería confundirme de persona y hacer el ridículo contándole mis planes a cualquiera, aunque como me dijo Gusi tenía una cicatriz bastante peculiar en nariz.
Si el joven era la persona que estaba buscando tomaría asiento tras presentarme como Tobías, miembro de los CW. Pero antes de seguir hablando de otra cosa pediría algo de comer. Mi estómago rugía insaciablemente.
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El sonido de la puerta abriéndose atrajo mi atención y nuevamente giré mi cabeza para ver de quien se trataba. Parecía una joven de cabello negro, con ropas del mismo color.* ¿Es una mujer? *su fino rostro decía que sí, pero su cuerpo no me convencía del todo. Sus prendas mojadas se pegaban a su cuerpo y este no parecía el de una mujer. *Diablos, parezco un pervertido. *dejé de mirar en su dirección.
Estiré mis brazos para intentar mitigar el aburrimiento.* Me pregunto si algo le habrá ocurrido… *una voz me llamó por mi nombre, sacándome de mis pensamientos. Se trataba de la persona que acababa de entrar en el lugar. Asentí ante su pregunta, dando como resultado que él se presentara como Tobías, para luego sentarse una de las sillas.
Antes de que realizara alguna pregunta con relación al trabajo, el joven mesero se acercó al notar que mi compañero por fin había llegado.
- ¿Están listos para ordenar? –Preguntó con una sonrisa en su rostro.
Tobías parecía tener hambre por el viaje, no es que lo notara con solo verlo, más bien lo escuché.- Sí, yo quisiera pedir el estofado que han estado sirviendo desde hace rato y de ser posible un refresco de cola.
El chico apuntó mi pedido.- Veré si tenemos refresco, pero en caso de que no ¿Le gustaría alguna otra?
- No, si no tienen solo estofado estará bien, gracias. –contesté a su pregunta.
- Comprendo. –apuntó algo más en su libreta.- ¿Y su acompañante qué pedirá? –miró a Tobías y esperó a recibir su orden, para luego retirarse.
Estiré mis brazos para intentar mitigar el aburrimiento.* Me pregunto si algo le habrá ocurrido… *una voz me llamó por mi nombre, sacándome de mis pensamientos. Se trataba de la persona que acababa de entrar en el lugar. Asentí ante su pregunta, dando como resultado que él se presentara como Tobías, para luego sentarse una de las sillas.
Antes de que realizara alguna pregunta con relación al trabajo, el joven mesero se acercó al notar que mi compañero por fin había llegado.
- ¿Están listos para ordenar? –Preguntó con una sonrisa en su rostro.
Tobías parecía tener hambre por el viaje, no es que lo notara con solo verlo, más bien lo escuché.- Sí, yo quisiera pedir el estofado que han estado sirviendo desde hace rato y de ser posible un refresco de cola.
El chico apuntó mi pedido.- Veré si tenemos refresco, pero en caso de que no ¿Le gustaría alguna otra?
- No, si no tienen solo estofado estará bien, gracias. –contesté a su pregunta.
- Comprendo. –apuntó algo más en su libreta.- ¿Y su acompañante qué pedirá? –miró a Tobías y esperó a recibir su orden, para luego retirarse.
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El tal Bizvan parecía un tipo tranquilo. No mostró signos de alterarse ni de sorprenderse, aunque notaba en como me miraba fijamente. -¿Tendré algo en la cara? - pensé mientras el joven pedía algo de comer. Buena sincronía.
-Yo quiero un plato de lo mismo. Huele delicioso. Y para beber tráigame una jarra de agua[/i] - dije al muchacho que cogía la comanda.
La verdad es que si el guiso sabía la mitad de bien que olía, iba a saciar mi hambre satisfactoriamente. Una vez el joven se marchó me quedé observando al moreno. Destilaba tranquilidad a primera vista, pero ya había aprendido a no juzgar un libro por su portada, asique tendría que conocerlo mejor para dictaminar algo más. El joven llevaba bien cuidado su uniforme demostrando pulcritud y su gesto era sereno. Parecía que nuestras personalidades podrían compaginarse y eso hizo que me relajase algo más.
-Bueno compañero, no se si Gusi te ha informado de lo que venimos hacer, pero primero comemos si quieres - había personas que no les gustaba comer y hablar a la vez, decían que era de mala educación y no quería ser descortés con mi nuevo compañero. Aunque por otra parte si no le importaba iría poniéndole al día.
-Yo quiero un plato de lo mismo. Huele delicioso. Y para beber tráigame una jarra de agua[/i] - dije al muchacho que cogía la comanda.
La verdad es que si el guiso sabía la mitad de bien que olía, iba a saciar mi hambre satisfactoriamente. Una vez el joven se marchó me quedé observando al moreno. Destilaba tranquilidad a primera vista, pero ya había aprendido a no juzgar un libro por su portada, asique tendría que conocerlo mejor para dictaminar algo más. El joven llevaba bien cuidado su uniforme demostrando pulcritud y su gesto era sereno. Parecía que nuestras personalidades podrían compaginarse y eso hizo que me relajase algo más.
-Bueno compañero, no se si Gusi te ha informado de lo que venimos hacer, pero primero comemos si quieres - había personas que no les gustaba comer y hablar a la vez, decían que era de mala educación y no quería ser descortés con mi nuevo compañero. Aunque por otra parte si no le importaba iría poniéndole al día.
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Por unos momentos no hubo palabra por parte de ninguno de los dos y solo nos limitamos a mirarnos mutuamente. Yo ya había hecho mi evaluación, era probable que él estuviera haciendo lo mismo en ese momento.
No puede evitar esbozar un la ligera sonrisa al escuchar el nombre de Gusi.- No, me encuentro totalmente desinformado. –Contesté a su pregunta.- En cuanto al alimento, no tengo problemas con tener una charla amistosa mientras comemos algo. –después de comprobar la utilidad del lenguaje de señas de la marina con Gusi, había estado practicándola para tener una comunicación más fluida. Utilizando mi mano derecha moví los dedos expresando “No verificar seguridad. Cuidado con lo que se dice.” Aún faltaba para que mi comunicación fuera fluida en su totalidad. * Oh, espero que Tobías conozca el lenguaje. *de no ser así me vería extraño.
Retiré el libro de la mesa y lo coloqué en mis piernas al notar que nuestra orden se aproximaba. El camarero se acercó a la mesa con una bandeja con el pedido. Colocó en el medio de la mesa un plato con pedazos de pan blanco cortados y la jarra de agua con un vaso. Delante de ambos dejó un cuenco de madera con el estofado y a un costado los cubiertos necesarios.
- Que disfruten su comida, si necesitan algo más por favor llámenme. –tras decir eso se retiró a continuar con su trabajo.
El platillo consistía de trozos de carne acompañado de pedazos de papa y zanahoria, flotando en un caldo de color naranja oscuro.
- Provecho. – tomé un pedazo de pan y lo mordí, para luego dar una probada al estofado. Este estaba más caliente de lo que parecía, dando como resultado que me quemara la boca. Traté de disimular esto y proseguí comiendo, en todo momento atento por si Tobías deseaba hablar.
No puede evitar esbozar un la ligera sonrisa al escuchar el nombre de Gusi.- No, me encuentro totalmente desinformado. –Contesté a su pregunta.- En cuanto al alimento, no tengo problemas con tener una charla amistosa mientras comemos algo. –después de comprobar la utilidad del lenguaje de señas de la marina con Gusi, había estado practicándola para tener una comunicación más fluida. Utilizando mi mano derecha moví los dedos expresando “No verificar seguridad. Cuidado con lo que se dice.” Aún faltaba para que mi comunicación fuera fluida en su totalidad. * Oh, espero que Tobías conozca el lenguaje. *de no ser así me vería extraño.
Retiré el libro de la mesa y lo coloqué en mis piernas al notar que nuestra orden se aproximaba. El camarero se acercó a la mesa con una bandeja con el pedido. Colocó en el medio de la mesa un plato con pedazos de pan blanco cortados y la jarra de agua con un vaso. Delante de ambos dejó un cuenco de madera con el estofado y a un costado los cubiertos necesarios.
- Que disfruten su comida, si necesitan algo más por favor llámenme. –tras decir eso se retiró a continuar con su trabajo.
El platillo consistía de trozos de carne acompañado de pedazos de papa y zanahoria, flotando en un caldo de color naranja oscuro.
- Provecho. – tomé un pedazo de pan y lo mordí, para luego dar una probada al estofado. Este estaba más caliente de lo que parecía, dando como resultado que me quemara la boca. Traté de disimular esto y proseguí comiendo, en todo momento atento por si Tobías deseaba hablar.
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El joven parecía dispuesto a hablar amigablemente mientras comíamos, asique me dispuse a poner a informarle cuando comenzó a hacer unos gestos raros con las manos. -¿Le estará dando un ataque? O quizás sea algún tipo de tic... - pensé curioso ante tales gestos.
Me dispuse a preguntarle curioso sobre que estaba haciendo, porque ya no me cuadraban las dos cosas anteriores puesto que eran movimientos más o menos intencionados y precisos, pero llegó la comida haciendo que me relamiese ante tal olor. Ya le preguntaría, además otra cosa picó mi viva curiosidad. El moreno recogió un libro en el cual sólo pude leer parte del título, pero lo suficiente para saber que trataba de lobos. -¿Tendrá animales como yo o será por curiosidad sin más? - pensé mientras emulaba a mi compañero probando el guiso. Delicioso.
-Bueno Bizvan, ¿qué era eso que hacías con las manos? Daba la sensación de que me querías decir algo - dije mientras me llevaba otro trozo de aquella suculenta carne a la boca mientras mojaba un trozo de pan en la salsa. -La carne está buenísima.
Se notaba que la habían cocinado al punto perfecto, daba la sensación de que se deshacía, pero por mucha hambre que tuviese habíamos venido a trabajar y no a pasar el rato, asique me dispuse a dar algo de información.
-Te necesito para parar la expansión de Marko Corredini, un ser del que te hablaré cuando no haya tantos oídos. Aún no se ha asentado del todo en la isla, pero mejor prevenir. Solo decir que no sería bueno que un tipo así comenzara aquí con su negocio - dije para ir poniéndolo en situación. Tras mis palabras me serví un vaso de agua y di un largo trago para refrescarme la garganta y así poder escuchar la contestación del marine si es que tenía alguna.
-Al salir de aquí tenemos que ir a ver a un informante que nos dirá por donde empezar. Al parecer ya hay alguno de sus hombres que están buscando locales para usarlos de tapadera, pero ya nos dirá más cuando lo veamos.
Me dispuse a preguntarle curioso sobre que estaba haciendo, porque ya no me cuadraban las dos cosas anteriores puesto que eran movimientos más o menos intencionados y precisos, pero llegó la comida haciendo que me relamiese ante tal olor. Ya le preguntaría, además otra cosa picó mi viva curiosidad. El moreno recogió un libro en el cual sólo pude leer parte del título, pero lo suficiente para saber que trataba de lobos. -¿Tendrá animales como yo o será por curiosidad sin más? - pensé mientras emulaba a mi compañero probando el guiso. Delicioso.
-Bueno Bizvan, ¿qué era eso que hacías con las manos? Daba la sensación de que me querías decir algo - dije mientras me llevaba otro trozo de aquella suculenta carne a la boca mientras mojaba un trozo de pan en la salsa. -La carne está buenísima.
Se notaba que la habían cocinado al punto perfecto, daba la sensación de que se deshacía, pero por mucha hambre que tuviese habíamos venido a trabajar y no a pasar el rato, asique me dispuse a dar algo de información.
-Te necesito para parar la expansión de Marko Corredini, un ser del que te hablaré cuando no haya tantos oídos. Aún no se ha asentado del todo en la isla, pero mejor prevenir. Solo decir que no sería bueno que un tipo así comenzara aquí con su negocio - dije para ir poniéndolo en situación. Tras mis palabras me serví un vaso de agua y di un largo trago para refrescarme la garganta y así poder escuchar la contestación del marine si es que tenía alguna.
-Al salir de aquí tenemos que ir a ver a un informante que nos dirá por donde empezar. Al parecer ya hay alguno de sus hombres que están buscando locales para usarlos de tapadera, pero ya nos dirá más cuando lo veamos.
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Solté una pequeña risa al escuchar su pregunta.- Solo era un lenguaje que se suele utilizar para misiones que requieren discreción. –continué comiendo tranquilamente, para responder de forma positiva a su cometario.- Si, no soy exigente con los sabores, pero admito que es buena. –era bien sabido que ese lenguaje era de formación básica y a todos los novatos se les pedía aprenderlo. Al no ser obligatorio muchos lo dejaban de lado. *Quizás él forma parte de esos marines. *aunque tampoco podía descartar que se tratara de un impostor.
Mi espada se encontraba a mi costado izquierdo apoyada sobre la mesa, no era prudente tratar de tomarla, solo lo alertaría.* Es en momentos como este en los que ayudaría tener un arma oculta. *del bolsillo de mi camisa tomé mi licorera para beber un poco del refresco que esta contenía.
Parecía que era hora de trabajar, pues Tobías procedió a brindarme algo de información de la misión que llevaríamos a cabo.
Había una razón por la cual escogí una de las mesas de los rincones, se trataba de la posibilidad de dar un pequeño vistazo al resto de las mesas sin levantar mucha sospecha. Cuando mi compañero mencionó el nombre del objetivo miré disimuladamente por si alguno de los presentes reaccionaba de manera sospechosa.* Nada, aunque es mejor no confiarme. *tenía algunas cuantas preguntas, por desgracia las respuestas podrían alertar a un posible espía.- Ya veo, bien en ese caso será un honor trabajar junto a usted, soy nuevo así que estaré a su cuidado. –terminé añadiendo mi típica sonrisa de trabajo. Mis sospechas sobre él habían disminuido un poco.
- En ese caso, terminemos de comer y pongámonos cuanto antes en marcha. –En el tiempo que nos llevó terminar con el alimento, varias otras personas abandonaron el lugar. Los primeros fueron un grupo de cuatro hombres que se marcharon mientras reían fuertemente. Poco después una mujer parecía haber terminado su comida y se marchó tranquilamente después de despedirse del camarero.
Era probable que más personas se hubieran marchado, pero solo me percaté de los anteriores.
Mi espada se encontraba a mi costado izquierdo apoyada sobre la mesa, no era prudente tratar de tomarla, solo lo alertaría.* Es en momentos como este en los que ayudaría tener un arma oculta. *del bolsillo de mi camisa tomé mi licorera para beber un poco del refresco que esta contenía.
Parecía que era hora de trabajar, pues Tobías procedió a brindarme algo de información de la misión que llevaríamos a cabo.
Había una razón por la cual escogí una de las mesas de los rincones, se trataba de la posibilidad de dar un pequeño vistazo al resto de las mesas sin levantar mucha sospecha. Cuando mi compañero mencionó el nombre del objetivo miré disimuladamente por si alguno de los presentes reaccionaba de manera sospechosa.* Nada, aunque es mejor no confiarme. *tenía algunas cuantas preguntas, por desgracia las respuestas podrían alertar a un posible espía.- Ya veo, bien en ese caso será un honor trabajar junto a usted, soy nuevo así que estaré a su cuidado. –terminé añadiendo mi típica sonrisa de trabajo. Mis sospechas sobre él habían disminuido un poco.
- En ese caso, terminemos de comer y pongámonos cuanto antes en marcha. –En el tiempo que nos llevó terminar con el alimento, varias otras personas abandonaron el lugar. Los primeros fueron un grupo de cuatro hombres que se marcharon mientras reían fuertemente. Poco después una mujer parecía haber terminado su comida y se marchó tranquilamente después de despedirse del camarero.
Era probable que más personas se hubieran marchado, pero solo me percaté de los anteriores.
Tobías Thorn
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Al parecer esos signos eran un tipo de lenguaje y rápidamente me entraron ganas de aprenderlo. Podría ser bastante útil para misiones futuras y si íbamos a ser compañeros de banda con más razón. Tenía que intentar que me enseñase aunque sea lo más básico.
-Pues ese sistema me parece tan útil como curioso. ¿Podrías enseñarme lo básico? Yo en la agencia tuve otra instrucción. - dije mostrando curiosidad por aquel lenguaje de signos. -Si quieres podrías explicármelo por el camino.
Una vez terminado de hablar con el marine era hora de moverse, aunque antes pagaría la cuenta. El enlace estaría esperándonos en una casa franca. En otra situación hubiese tenido reparo de llevar a alguien a un sitio así, pero además de tener que empezar a confiar en el pelinegro también era cierto que tras nuestra visita la casa quedaría desmantelada, asique no sería un gran mal si el joven no resultaba de fiar.
Nada más salir las gotas bañaron mi rostro recordándome el mal tiempo que hacía. La maldita humedad me encrespaba un poco el pelo, cosa que me molestaba bastante, pero no era momentos de remilgarías y avancé encabezando la marcha hacia dicha casa. Si tenía suerte Bizvan me enseñaría algunos gestos haciendo el paseo más ameno.
Andamos unos minutos hasta llegar a una pequeña casita, no mencionaré los detalles de porqué sabía que era esa, puesto que era información clasificada. Me acerqué al umbral poniéndome frente la puerta y la aporreé de la forma que ponía en el informe. Pasaron unos segundos y el sonido de la cerradura se escuchó finalizando con el característico "clic" para abrirse hacia dentro.
Sólo pasamos al salón, el cual estaba compuesto por dos sillones orejeros, un sofá de tres asientos y una mesa baja de cristal en la que había una tetera con dos tazas. En uno de los sillones estaba sentado el agente Morris fumándose un cigarrillo mientras servía en las tazas.
-¿Cómo qué sois dos? Creía que vendrías tú solo agente Thorn, si acaso con tú cuervo, ése que mira mal. El muy maldito parece que quiere mis ojos, ya lo decía mi abuela. Cría cuervos y... - preguntó el agente por Bizvan, aunque me molestó la alusión a mi pobre Croc. Ya había tenido esta conversación con el agente y por eso no dejé que terminase.
-Sí, sí. Tendré cuervitos agente Morris - terminé su frase para así darla por terminada mientras sonreía. -Esta vez lo he dejado en la base, aunque sabes que no me gusta ir solo - terminé ensanchando más mi sonrisa cuando noté un cosquilleo entre mis ropajes, pero me aguanté las ganas de darle un susto al agorero de Morris y dejé las cosas como estaban para presentar al pelinegro. - Este es Bizvan, alguien que me va a ayudar con lo que venimos a hacer.
Morris simplemente asintió con la cabeza antes de desaparecer durante unos segundos en una habitación contigua para salir con otra taza idéntica a las otras dos. Sirvió las tazas y se sentó tranquilamente mientras se encendía un cigarrillo.
- Vamos Morris, cuéntanos de que te has enterado de nuestro amigo. Que a pesar del tiempo tenemos que comenzar a movernos.
-Siempre con las mismas prisas Tobías... Pero bueno, tienes razón. El tal Marko todavía no se ha movido de donde tenga sus otras bases, según lo que hemos descubierto no va a pisar esta isla hasta que esté todo montado, pero todo son malas noticias, ya que el que ha venido para ultimar los preparativos es su mano derecha. No es la cabeza principal de la hydra, pero si lo atrapamos haremos que se piensen el cambiar de aguas.
El agente fue claro y conciso. No era lo que esperaba, pero tenía razón ya que no podíamos permitir que se asentase para que empezasen a distribuir. Tendríamos que conformarnos con una de las cabezas. Sabía que ese sería sustituible para Marko en un futuro, pero no importaba. Aunque no por eso iba a librarse.
-Habrá que conformarse Morris. Toda la calaña que quitemos de estos mares siempre será poca, pero venga. Dinos por donde empezar a buscar. - dije pasando a una actitud más seria. Había llegado la hora de trabajar.
-Bien impaciente, no has llegado ni a calentar el sitio, pero yo también tengo ganas de terminar mi parte, asique os diré los dos establecimientos de los que han tomado posesión. Una botica llamada "Sana sanita" y una ferretería llamada "Sierras Manolo", aunque hay un problema. No sabemos en cual de los dos está, pensamos que se mueve de uno a otro hasta que todo vaya perfectamente. - dijo apagando el cigarrillo mientras sacaba una foto. -Ese es vuestro objetivo - dijo dándome dicha foto.
Automáticamente se la di a Bizvan para que fuera familiarizándose con el enemigo. Quizás el joven tenía algo que preguntarle al agente, asique esperaría a que lo hiciese si quería para luego preguntarle yo si quería empezar por alguno en concreto. Eligiese el que eligiese iríamos sin perder más tiempo tras despedirnos del agente Morris.
-Pues ese sistema me parece tan útil como curioso. ¿Podrías enseñarme lo básico? Yo en la agencia tuve otra instrucción. - dije mostrando curiosidad por aquel lenguaje de signos. -Si quieres podrías explicármelo por el camino.
Una vez terminado de hablar con el marine era hora de moverse, aunque antes pagaría la cuenta. El enlace estaría esperándonos en una casa franca. En otra situación hubiese tenido reparo de llevar a alguien a un sitio así, pero además de tener que empezar a confiar en el pelinegro también era cierto que tras nuestra visita la casa quedaría desmantelada, asique no sería un gran mal si el joven no resultaba de fiar.
Nada más salir las gotas bañaron mi rostro recordándome el mal tiempo que hacía. La maldita humedad me encrespaba un poco el pelo, cosa que me molestaba bastante, pero no era momentos de remilgarías y avancé encabezando la marcha hacia dicha casa. Si tenía suerte Bizvan me enseñaría algunos gestos haciendo el paseo más ameno.
Andamos unos minutos hasta llegar a una pequeña casita, no mencionaré los detalles de porqué sabía que era esa, puesto que era información clasificada. Me acerqué al umbral poniéndome frente la puerta y la aporreé de la forma que ponía en el informe. Pasaron unos segundos y el sonido de la cerradura se escuchó finalizando con el característico "clic" para abrirse hacia dentro.
Sólo pasamos al salón, el cual estaba compuesto por dos sillones orejeros, un sofá de tres asientos y una mesa baja de cristal en la que había una tetera con dos tazas. En uno de los sillones estaba sentado el agente Morris fumándose un cigarrillo mientras servía en las tazas.
-¿Cómo qué sois dos? Creía que vendrías tú solo agente Thorn, si acaso con tú cuervo, ése que mira mal. El muy maldito parece que quiere mis ojos, ya lo decía mi abuela. Cría cuervos y... - preguntó el agente por Bizvan, aunque me molestó la alusión a mi pobre Croc. Ya había tenido esta conversación con el agente y por eso no dejé que terminase.
-Sí, sí. Tendré cuervitos agente Morris - terminé su frase para así darla por terminada mientras sonreía. -Esta vez lo he dejado en la base, aunque sabes que no me gusta ir solo - terminé ensanchando más mi sonrisa cuando noté un cosquilleo entre mis ropajes, pero me aguanté las ganas de darle un susto al agorero de Morris y dejé las cosas como estaban para presentar al pelinegro. - Este es Bizvan, alguien que me va a ayudar con lo que venimos a hacer.
Morris simplemente asintió con la cabeza antes de desaparecer durante unos segundos en una habitación contigua para salir con otra taza idéntica a las otras dos. Sirvió las tazas y se sentó tranquilamente mientras se encendía un cigarrillo.
- Vamos Morris, cuéntanos de que te has enterado de nuestro amigo. Que a pesar del tiempo tenemos que comenzar a movernos.
-Siempre con las mismas prisas Tobías... Pero bueno, tienes razón. El tal Marko todavía no se ha movido de donde tenga sus otras bases, según lo que hemos descubierto no va a pisar esta isla hasta que esté todo montado, pero todo son malas noticias, ya que el que ha venido para ultimar los preparativos es su mano derecha. No es la cabeza principal de la hydra, pero si lo atrapamos haremos que se piensen el cambiar de aguas.
El agente fue claro y conciso. No era lo que esperaba, pero tenía razón ya que no podíamos permitir que se asentase para que empezasen a distribuir. Tendríamos que conformarnos con una de las cabezas. Sabía que ese sería sustituible para Marko en un futuro, pero no importaba. Aunque no por eso iba a librarse.
-Habrá que conformarse Morris. Toda la calaña que quitemos de estos mares siempre será poca, pero venga. Dinos por donde empezar a buscar. - dije pasando a una actitud más seria. Había llegado la hora de trabajar.
-Bien impaciente, no has llegado ni a calentar el sitio, pero yo también tengo ganas de terminar mi parte, asique os diré los dos establecimientos de los que han tomado posesión. Una botica llamada "Sana sanita" y una ferretería llamada "Sierras Manolo", aunque hay un problema. No sabemos en cual de los dos está, pensamos que se mueve de uno a otro hasta que todo vaya perfectamente. - dijo apagando el cigarrillo mientras sacaba una foto. -Ese es vuestro objetivo - dijo dándome dicha foto.
Automáticamente se la di a Bizvan para que fuera familiarizándose con el enemigo. Quizás el joven tenía algo que preguntarle al agente, asique esperaría a que lo hiciese si quería para luego preguntarle yo si quería empezar por alguno en concreto. Eligiese el que eligiese iríamos sin perder más tiempo tras despedirnos del agente Morris.
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Parecía tener interés por aprender el lenguaje, no tenía problemas en enseñarle a utilizarlo, aunque todo dependería de que tan buena fuera su memoria para recordar las señas y las distintas combinaciones.- Claro, estaré encantado de enseñarte. –parecía una persona a la cual le agradaba aprender cosas nueva, por lo que no debería tener problemas en dominar lo básico.
Tomé el libro de mis piernas y tras levantarme de la silla lo coloqué en uno de los bolsillos traseros del pantalón, la licorera nuevamente fue colocada en el bolsillo de mi camisa. Acomodé mi arma en mi espalda, con esto listo me encontraba preparado para dejar el lugar.
Coloqué unas cuantas monedas a modo de propina sobre la mesa y seguí a Tobías hasta la puerta. A penas salimos, la lluvia comenzó a mojarnos. Respiré hondamente el relajante aroma del petricor mientras sentía las gotas sobre mi rostro y brazos. Miré a mi compañero, no parecía feliz por el clima.
Durante el trayecto le expliqué que el lenguaje de señas se basaba en el empleado por las personas sordomudas, pero las diferencian radicaba en utilizar únicamente con una sola mano y movimientos de los dedos para ser discretos, razón por la cual un signo podía significar cosas distintas con el simple hecho de inclinar hacia un lado o el orden en el que se realizaban, claro, eso solo se requería para una comunicación con un nivel de fluidez avanzado (equivalente al oral). A modo de anécdota le conté sobre unas gemelas que eran capaces de hablar entre si únicamente con el movimiento de sus dedos y la velocidad a la que lo hacían les hacía parecer como si solo realizaran movimientos al azar.
Le enseñé palabras y como comunicarse de manera sencilla, (por no decir tosca), cosas como: “Enemigo. Delante. Precaución. Recomendado.” o “Rehén. Peligro. Esperar. Indicación.” Entre algunas otras, todo dependía de cuantas palabras podía recordar y su creatividad para expresarse.
Hasta no notar que era capaz de dominar lo anterior, era preferible dejar la cosa hasta ahí, pues de lo contrario podría terminar confundiéndole o quizás saturándolo de información sin darle oportunidad de asimilarla.
No me percaté del momento en que llegamos hasta nuestro destino, a decir verdad no sería capaz de regresar a este lugar pues no presté ni más mínima atención al camino tomado. Tobías tocó la puerta a modo de contraseña, dando como resultado que la persona del otro lado nos permitiera ingresar. Avanzamos hasta el salón, en el cual un hombre parecía estar esperando solamente a mi compañero, además, juzgando por su plática ya deberían conocerse y la información que obtendríamos sería confiable.
Permanecí en silencio escuchando el intercambio de diálogos de ambos hombres. Cuando Morris se retiró, para luego regresar con otra taza y servir el líquido de la tetera. Interpreté que era para mí, razón por la cual me acerqué a tomarla para beber un poco del contenido caliente. Se trataba de té, creo que era té negro con un buen sabor.* Qué estoy haciendo, debo poner atención. *“mano derecha”, a partir de ahí retomé la plática.
Tobías me extendió una foto, la cual observé detenidamente hasta memorizarla. Le devolví la foto a Tobías y agradecí Morris por el té mientras colocaba la taza vacía de donde la había tomado. No tenía preguntas que realizar, ya que tenían que ver con el tal Marko y como él no se encontraba en este lugar solo sería información irrelevante para la misión que nos quitaría tiempo.
Thorn me preguntó por cuál de los dos lugares deberíamos comenzar. Tras pensar por unos momentos contesté a su pregunta.
-Considero que el mejor lugar para empezar es la botica. –no tenía una razón para elegir ese lugar, es solo que cuando buscas algo siempre se encuentra en el lugar menos esperado y una botica parecía ser el indicado.
Después de despedirnos del amigo de Tobías nos pusimos en marcha. Durante el camino me pareció sentir como si alguien nos vigilara, claro que puede que me encontrara un poco sugestionado e imaginara esa sensación.
Nos tomó unos minutos llegar hasta la botica y para ese momento nuestras ropas estaban empapadas en su totalidad por la lluvia.
El lugar se trataba de un edificio de dos plantas con aspecto modesto. Las ventanas de la planta alta se veían tenuemente iluminadas.
Decidí comprobar que tanto había logrado dominar mi compañero el lenguaje de señas. Toqué de manera sutil el hombro de Tobí para llamar su atención y utilizando mi mano libre le pregunté.
- “Entrar. ¿Ambos? O. Uno. Inspeccionar. ¿Alrededores?” –me limité a expresar simples palabras para que el mensaje fuera más sencillo de comprender.
Tomé el libro de mis piernas y tras levantarme de la silla lo coloqué en uno de los bolsillos traseros del pantalón, la licorera nuevamente fue colocada en el bolsillo de mi camisa. Acomodé mi arma en mi espalda, con esto listo me encontraba preparado para dejar el lugar.
Coloqué unas cuantas monedas a modo de propina sobre la mesa y seguí a Tobías hasta la puerta. A penas salimos, la lluvia comenzó a mojarnos. Respiré hondamente el relajante aroma del petricor mientras sentía las gotas sobre mi rostro y brazos. Miré a mi compañero, no parecía feliz por el clima.
Durante el trayecto le expliqué que el lenguaje de señas se basaba en el empleado por las personas sordomudas, pero las diferencian radicaba en utilizar únicamente con una sola mano y movimientos de los dedos para ser discretos, razón por la cual un signo podía significar cosas distintas con el simple hecho de inclinar hacia un lado o el orden en el que se realizaban, claro, eso solo se requería para una comunicación con un nivel de fluidez avanzado (equivalente al oral). A modo de anécdota le conté sobre unas gemelas que eran capaces de hablar entre si únicamente con el movimiento de sus dedos y la velocidad a la que lo hacían les hacía parecer como si solo realizaran movimientos al azar.
Le enseñé palabras y como comunicarse de manera sencilla, (por no decir tosca), cosas como: “Enemigo. Delante. Precaución. Recomendado.” o “Rehén. Peligro. Esperar. Indicación.” Entre algunas otras, todo dependía de cuantas palabras podía recordar y su creatividad para expresarse.
Hasta no notar que era capaz de dominar lo anterior, era preferible dejar la cosa hasta ahí, pues de lo contrario podría terminar confundiéndole o quizás saturándolo de información sin darle oportunidad de asimilarla.
No me percaté del momento en que llegamos hasta nuestro destino, a decir verdad no sería capaz de regresar a este lugar pues no presté ni más mínima atención al camino tomado. Tobías tocó la puerta a modo de contraseña, dando como resultado que la persona del otro lado nos permitiera ingresar. Avanzamos hasta el salón, en el cual un hombre parecía estar esperando solamente a mi compañero, además, juzgando por su plática ya deberían conocerse y la información que obtendríamos sería confiable.
Permanecí en silencio escuchando el intercambio de diálogos de ambos hombres. Cuando Morris se retiró, para luego regresar con otra taza y servir el líquido de la tetera. Interpreté que era para mí, razón por la cual me acerqué a tomarla para beber un poco del contenido caliente. Se trataba de té, creo que era té negro con un buen sabor.* Qué estoy haciendo, debo poner atención. *“mano derecha”, a partir de ahí retomé la plática.
Tobías me extendió una foto, la cual observé detenidamente hasta memorizarla. Le devolví la foto a Tobías y agradecí Morris por el té mientras colocaba la taza vacía de donde la había tomado. No tenía preguntas que realizar, ya que tenían que ver con el tal Marko y como él no se encontraba en este lugar solo sería información irrelevante para la misión que nos quitaría tiempo.
Thorn me preguntó por cuál de los dos lugares deberíamos comenzar. Tras pensar por unos momentos contesté a su pregunta.
-Considero que el mejor lugar para empezar es la botica. –no tenía una razón para elegir ese lugar, es solo que cuando buscas algo siempre se encuentra en el lugar menos esperado y una botica parecía ser el indicado.
Después de despedirnos del amigo de Tobías nos pusimos en marcha. Durante el camino me pareció sentir como si alguien nos vigilara, claro que puede que me encontrara un poco sugestionado e imaginara esa sensación.
Nos tomó unos minutos llegar hasta la botica y para ese momento nuestras ropas estaban empapadas en su totalidad por la lluvia.
El lugar se trataba de un edificio de dos plantas con aspecto modesto. Las ventanas de la planta alta se veían tenuemente iluminadas.
Decidí comprobar que tanto había logrado dominar mi compañero el lenguaje de señas. Toqué de manera sutil el hombro de Tobí para llamar su atención y utilizando mi mano libre le pregunté.
- “Entrar. ¿Ambos? O. Uno. Inspeccionar. ¿Alrededores?” –me limité a expresar simples palabras para que el mensaje fuera más sencillo de comprender.
Tobías Thorn
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Avanzamos bajo la lluvia calándonos hasta los huesos. Odiaba que el tiempo estuviese así, pero sabía agradecer las ventajas que proporcionaba. La gente con este tiempo no salía a pasear y solían quedarse resguardados en el calor de sus hogares, cosa que nos venía bien porque menos alcahuetes nos vigilarían.
Cuando llegamos a la altura de la botica, la cual había elegido mi compañero, estaba seguro de poder llenar un cubo de agua con la que había tanto en mi pelo como en mis ropajes, pero no era momento de cursilerías.
Estaba completamente abstraído mirando la edificación de dos plantas fijándome en que en las ventanas superiores podía verse algo de iluminación mientras que la parte inferior se veía más calmada. La tienda se encontraba cerrada y mi cabeza ya se encontraba discurriendo algún plan cuando de repente noté unos toquecitos en el hombro. Era mi compañero, el cual estaba igual de empapado que yo, pero me llamó la atención cuando comenzó a hacer aquellos característicos gestos.
Por suerte durante el camino el marine me había enseñado un par de cosas sencillas en aquel peculiar idioma de signos y creí entender lo que decía. En verdad no estaba seguro si adentrarnos los dos o ir yo primero aprovechando mi condición de logia por si nos atacaban de imprevisto, pero en realidad lo que tenía planteado en mente era otra cosa. Intenté comunicarme con mi compañero de la misma forma haciendo un esfuerzo por recordar aquellos símbolos. No sabía si me había entendido, pero quería que esperase un segundo ahí quieto mientras hacía una cosa.
Observé atentamente a los lados vigilando que no hubiese nadie y di un salto tras otro apoyándome en el mismo aire usando el Geppou para colocarme a la altura del alféizar de la ventana donde había visto luz. Me sujeté con las manos en el borde e impulsé mi cuerpo usando la fuerza de mis brazos para asomarme la cabeza a través de ella. Podrí haber subido con el Geppou más alto, pero no quería que me viese nadie. Y menos mal porque en el interior había gente.
Cuatro tipos se encontraban sentados alrededor de una mesa fumando y bebiendo mientras jugaban a las cartas, pero en lo que más me fijé fue en otra cosa. Dos de ellos llevaban pistoleras donde se podían ver claramente las armas, mientras que los otros llevaban armas de filo. Uno portaba una espada y el otro más grandullón tenía apoyado un hacha de doble hoja en su asiento. Tenía un aspecto temible, pero no me iba a echar atrás. Lo malo de la situación es que ninguno se parecía a la imagen que nos había proporcionado el agente Morris.
Bajé de donde estaba encaramado para comunicarle a mi compañero lo que había visto. No sabía muy bien como iba a darle todos los detalles con el lenguaje de signos, pero aún así lo intenté. Tuve que improvisar algunos gestos para intentar explicar que armas llevaban y algún que otro detalle, no sabía si me estaba entiendo bien asique si veía que el marine no se enteraba terminaría susurrándoselo. Dudaba que nos oyeran si ponía cuidado.
Una vez dada la información intentaría explicarle lo que se me había ocurrido. Teníamos que buscarla manera de entrar sin ser oídos y mirar si sólo estaban ellos, porque si era así podríamos hacerles una encerrona. Si nos valíamos del factor sorpresa y de nuestra inteligencia podríamos hacer algo, asique una vez informado al marine me encaminé hacia la puerta principal del establecimiento para buscar una forma de entrar.
Agarré el pomo suavemente haciendo la fuerza justa para abrirla en silencio, pero la muy maldita estaba cerrada. No sabía forzar una puerta sin hacer ruido y dudaba que mi compañero miembro de la justicia supiera, asique quedaba buscar otra solución. Me fijé en que la puerta tenía una pequeña rendija para echar el correo y vi mi oportunidad. No había hueco porque el no pasase desde que había ido aprendiendo a usar mi fruta.
Me agaché a la altura de la rendija observando el agujero mientras me giraba para sonreír a mi compañero de forma triunfal. Levanté la mano haciendo el típico gesto OK y comencé a transformarme en mi forma líquida para poder traspasar por la rendija. Seguramente mi compañero flipase si era la primera vez que trataba con un logia, pero antes o después iba a verlo si íbamos a ser compañeros.
Una vez en el interior pude ver que estaba la estancia a solas y los únicos ruidos provenían de la parte superior. Volví a mi forma tranquilamente y me dispuse a quitar el cierre de la puerta para así poder abrírsela a mi compañero. Si estaba ahí esperando le abriría mientras lucía una gran sonrisa y le guiñaba un ojo. Ya podíamos subir a por nuestros enemigos.
Cuando llegamos a la altura de la botica, la cual había elegido mi compañero, estaba seguro de poder llenar un cubo de agua con la que había tanto en mi pelo como en mis ropajes, pero no era momento de cursilerías.
Estaba completamente abstraído mirando la edificación de dos plantas fijándome en que en las ventanas superiores podía verse algo de iluminación mientras que la parte inferior se veía más calmada. La tienda se encontraba cerrada y mi cabeza ya se encontraba discurriendo algún plan cuando de repente noté unos toquecitos en el hombro. Era mi compañero, el cual estaba igual de empapado que yo, pero me llamó la atención cuando comenzó a hacer aquellos característicos gestos.
Por suerte durante el camino el marine me había enseñado un par de cosas sencillas en aquel peculiar idioma de signos y creí entender lo que decía. En verdad no estaba seguro si adentrarnos los dos o ir yo primero aprovechando mi condición de logia por si nos atacaban de imprevisto, pero en realidad lo que tenía planteado en mente era otra cosa. Intenté comunicarme con mi compañero de la misma forma haciendo un esfuerzo por recordar aquellos símbolos. No sabía si me había entendido, pero quería que esperase un segundo ahí quieto mientras hacía una cosa.
Observé atentamente a los lados vigilando que no hubiese nadie y di un salto tras otro apoyándome en el mismo aire usando el Geppou para colocarme a la altura del alféizar de la ventana donde había visto luz. Me sujeté con las manos en el borde e impulsé mi cuerpo usando la fuerza de mis brazos para asomarme la cabeza a través de ella. Podrí haber subido con el Geppou más alto, pero no quería que me viese nadie. Y menos mal porque en el interior había gente.
Cuatro tipos se encontraban sentados alrededor de una mesa fumando y bebiendo mientras jugaban a las cartas, pero en lo que más me fijé fue en otra cosa. Dos de ellos llevaban pistoleras donde se podían ver claramente las armas, mientras que los otros llevaban armas de filo. Uno portaba una espada y el otro más grandullón tenía apoyado un hacha de doble hoja en su asiento. Tenía un aspecto temible, pero no me iba a echar atrás. Lo malo de la situación es que ninguno se parecía a la imagen que nos había proporcionado el agente Morris.
Bajé de donde estaba encaramado para comunicarle a mi compañero lo que había visto. No sabía muy bien como iba a darle todos los detalles con el lenguaje de signos, pero aún así lo intenté. Tuve que improvisar algunos gestos para intentar explicar que armas llevaban y algún que otro detalle, no sabía si me estaba entiendo bien asique si veía que el marine no se enteraba terminaría susurrándoselo. Dudaba que nos oyeran si ponía cuidado.
Una vez dada la información intentaría explicarle lo que se me había ocurrido. Teníamos que buscarla manera de entrar sin ser oídos y mirar si sólo estaban ellos, porque si era así podríamos hacerles una encerrona. Si nos valíamos del factor sorpresa y de nuestra inteligencia podríamos hacer algo, asique una vez informado al marine me encaminé hacia la puerta principal del establecimiento para buscar una forma de entrar.
Agarré el pomo suavemente haciendo la fuerza justa para abrirla en silencio, pero la muy maldita estaba cerrada. No sabía forzar una puerta sin hacer ruido y dudaba que mi compañero miembro de la justicia supiera, asique quedaba buscar otra solución. Me fijé en que la puerta tenía una pequeña rendija para echar el correo y vi mi oportunidad. No había hueco porque el no pasase desde que había ido aprendiendo a usar mi fruta.
Me agaché a la altura de la rendija observando el agujero mientras me giraba para sonreír a mi compañero de forma triunfal. Levanté la mano haciendo el típico gesto OK y comencé a transformarme en mi forma líquida para poder traspasar por la rendija. Seguramente mi compañero flipase si era la primera vez que trataba con un logia, pero antes o después iba a verlo si íbamos a ser compañeros.
Una vez en el interior pude ver que estaba la estancia a solas y los únicos ruidos provenían de la parte superior. Volví a mi forma tranquilamente y me dispuse a quitar el cierre de la puerta para así poder abrírsela a mi compañero. Si estaba ahí esperando le abriría mientras lucía una gran sonrisa y le guiñaba un ojo. Ya podíamos subir a por nuestros enemigos.
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Me sentí feliz al verlo contestar mi pregunta utilizando las señas. Asentí con la cabeza ante su indicación de permanecer en el lugar donde me encontraba. Total, la lluvia no me incomodaba. Pensé que él daría una vuelta alrededor del lugar para buscar una entrada trasera, o algún otro medio de escape rápido.
No sería exagerado decir que mi quijada llegaba al suelo. No había la menor duda, Tobías acababa de volar justo delante de mis ojos. No despegué mi mirada de su cuerpo, ahora que lo veía bien, parecía impulsarse al patear algo invisible en el aire, pero no redujo en nada mi asombro.
Quería gritar como un niño que vio a un superhéroe, quería preguntarle acerca de eso, quería pedirle que me enseñara a volar igual que él, quería hacer tantas cosas. Por fortuna para ambos, la parte de mí que era marine me obligó a guardarme esto y centrarme en la misión… Después habría tiempo para mis intereses personales.
¿Qué clase de personas son los Crisom Wolves? Para cuando mi compañero tocó el suelo ya había logrado calmarme (aunque lo más seguro es que me vería extrañamente feliz). Utilizando el lenguaje comenzó a compartir lo que observó, para las palabras que no conocía cómo comunicar improvisó con gestos normales. Logró dominar los signos básicos a una increíble velocidad. Sí, tenía que esforzarme un poco para comprender de manera correcta el contenido del mensaje, no obstante este joven se encontraba muy por encima de aquellos que comenzaban a practicarlo. Incluso yo me tomé cerca de una semana para realizar mensajes sencillos. Cuando esto terminara le enseñaría todo lo que sé, aunque no lo obligaría.
De nuevo asentí con la cabeza para indicar la comprensión de la situación, así como el plan que llevaríamos a cabo.
De no ser por lo visto por Tobías, podría haber relacionado el hecho de encontrar el lugar cerrado a causa del mal clima, ¿quién saldría a las calles en este momento? Mi compañero parecía tener algo en mente pues me lanzó un gesto triunfal tras comprobar algo en el espacio para depositar cartas en la puerta. Lo siguiente… Bueno, solo diré que las preguntas que Tobías recibiría una vez acabada la misión se multiplicaron.
Cuando la puerta se abrió lo vi ahí de pie sonriendo y guiñando un ojo. Le di unas ligeras palmeadas en el hombro para felicitarlo. Mi forma de verlo cambió por completo.
Estando dentro del establecimiento. El único sonido en este lugar era el delas gotas de nuestras ropas al caer al piso de madera. Unos cuantos anaqueles con diversos frascos de cristal con plantas se podían ver en las paredes, de las cuales reconocí muy pocas. En el centro había un tapete rectangular de color negro. Una puerta cerrada se encontraba detrás del mostrador. A la derecha también había otra puerta. Las escaleras se encontraban del lago izquierdo.
Una ligera risa provino de la parte superior.
Di un paso y mi bota generó un ruido extraño a causa de estar totalmente mojada. Era poco probable que alguien de arriba lo escuchara, pero era un punto a tomar en cuenta si planeábamos acercarnos en silencio hasta donde los sospechosos se encontraban. Caminé en dirección a uno de los estantes y tomé un frasco para mirar su contenido. Justo estaba planeando “confiscar” ese ingrediente, cuando de `pronto el sonido de un váter siendo descargado se produjo dentro de la puerta que se encontraba a la derecha.
Si tuviera que esconderme podría subir las escaleras y después pensar en algo, o bien, podríamos intentar capturar a quien fuera que se encontraba dentro del baño e interrogarlo… siempre y cuando no llamáramos la atención de sus compañeros.
Miré a Tobí para esperar su indicación.
No sería exagerado decir que mi quijada llegaba al suelo. No había la menor duda, Tobías acababa de volar justo delante de mis ojos. No despegué mi mirada de su cuerpo, ahora que lo veía bien, parecía impulsarse al patear algo invisible en el aire, pero no redujo en nada mi asombro.
Quería gritar como un niño que vio a un superhéroe, quería preguntarle acerca de eso, quería pedirle que me enseñara a volar igual que él, quería hacer tantas cosas. Por fortuna para ambos, la parte de mí que era marine me obligó a guardarme esto y centrarme en la misión… Después habría tiempo para mis intereses personales.
¿Qué clase de personas son los Crisom Wolves? Para cuando mi compañero tocó el suelo ya había logrado calmarme (aunque lo más seguro es que me vería extrañamente feliz). Utilizando el lenguaje comenzó a compartir lo que observó, para las palabras que no conocía cómo comunicar improvisó con gestos normales. Logró dominar los signos básicos a una increíble velocidad. Sí, tenía que esforzarme un poco para comprender de manera correcta el contenido del mensaje, no obstante este joven se encontraba muy por encima de aquellos que comenzaban a practicarlo. Incluso yo me tomé cerca de una semana para realizar mensajes sencillos. Cuando esto terminara le enseñaría todo lo que sé, aunque no lo obligaría.
De nuevo asentí con la cabeza para indicar la comprensión de la situación, así como el plan que llevaríamos a cabo.
De no ser por lo visto por Tobías, podría haber relacionado el hecho de encontrar el lugar cerrado a causa del mal clima, ¿quién saldría a las calles en este momento? Mi compañero parecía tener algo en mente pues me lanzó un gesto triunfal tras comprobar algo en el espacio para depositar cartas en la puerta. Lo siguiente… Bueno, solo diré que las preguntas que Tobías recibiría una vez acabada la misión se multiplicaron.
Cuando la puerta se abrió lo vi ahí de pie sonriendo y guiñando un ojo. Le di unas ligeras palmeadas en el hombro para felicitarlo. Mi forma de verlo cambió por completo.
Estando dentro del establecimiento. El único sonido en este lugar era el delas gotas de nuestras ropas al caer al piso de madera. Unos cuantos anaqueles con diversos frascos de cristal con plantas se podían ver en las paredes, de las cuales reconocí muy pocas. En el centro había un tapete rectangular de color negro. Una puerta cerrada se encontraba detrás del mostrador. A la derecha también había otra puerta. Las escaleras se encontraban del lago izquierdo.
Una ligera risa provino de la parte superior.
Di un paso y mi bota generó un ruido extraño a causa de estar totalmente mojada. Era poco probable que alguien de arriba lo escuchara, pero era un punto a tomar en cuenta si planeábamos acercarnos en silencio hasta donde los sospechosos se encontraban. Caminé en dirección a uno de los estantes y tomé un frasco para mirar su contenido. Justo estaba planeando “confiscar” ese ingrediente, cuando de `pronto el sonido de un váter siendo descargado se produjo dentro de la puerta que se encontraba a la derecha.
Si tuviera que esconderme podría subir las escaleras y después pensar en algo, o bien, podríamos intentar capturar a quien fuera que se encontraba dentro del baño e interrogarlo… siempre y cuando no llamáramos la atención de sus compañeros.
Miré a Tobí para esperar su indicación.
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Nada más abrir la puerta ahí estaba mi compañero esperándome. El joven pelinegro entró dándome unas palmaditas amigables en el hombro mientras observaba la estancia. Imité a mi compañero observando todos lo botecitos llenos distintas variedades de plantas. Pude reconocer un par de ellas e hice una nota mental de donde estaban situadas para luego observarlas más detenidamente. Creí ver un espécimen bastante interesante que esperaba poder injertarlo en otro espécimen algo más común, con el que conseguiría mayor producción si me salía bien, pero no era momento de andar cuchicheando entre todas las cosas por muchas ganas que tuviese. Tenía que centrarme en la misión.
Avancé lentamente usando todas mis cualidades de sombra para mitigar los ruidos que pudiera hacer. Quería llegar hasta el fondo de la estancia para mirar que había tras la puerta de detrás del mostrador, quizás se tratase del almacén donde guardaban la mercancía que habían venido a vender, aunque en parte lo dudaba ya que la vigilancia estaba en el piso superior.
Podía escuchar claramente las risas de los mafiosos entrecruzando bromas, incluso me pareció escuchar el tintineo de vasos. Si estaban bebiendo alcohol sería un punto muy favorable para nosotros, puesto que sus sentidos estarían mermados, pero la tranquilidad se me pasó en un instante.
De la puerta que se encontraba a escasos metros hacia la derecha salió un característico ruido. Era inequívocamente el ruido de una cisterna y eso sólo podía significar un cosa, alguien iba a salir de ese baño.
Miré rápidamente a Bizvan fijándome en que estaba a la espera de mis indicaciones. No estaba acostumbrado a mandar, y menos sin saber que cualidades tenía mi compañero. Claramente tenía que ser espadachín por la espada que portaba, pero hasta ahí llegaba mi información sobre él. Había sido muy torpe al no preguntarle directamente y quizás eso chafase nuestro factor sorpresa.
Tras decidir en segundos señale imperativamente hacia las escaleras para que el marine intentase ocultarse a su amparo mientras yo me acerqué al mostrador rápidamente para volverme de nuevo a mi estado líquido consiguiendo así quitarme de el medio. Gracias al tiempo la estancia se encontraba en un estado de semi penumbra y pasaría fácilmente inadvertido pegándome a la zona de mayor sombra.
El sonido del picaporte acompañado de el de las bisagras me avisó de que quien fuese estaba saliendo. Esperaba que el marine hubiese sido capaz de ocultarse rápidamente por nuestro bien, pero ahora tocaba ocuparse del asunto que se nos había presentado. Pude ver que quien salió del baño era un hombre alto y corpulento, vestía unos ropajes anchos y amarillos que hacían contraste con su cabellera roja. El tipo parecía una antorcha viviente, aunque lo que más me preocupaba era que se dirigía hacia las escaleras. Si el marine se había escondido allí se vería acorralado asique tenía que hacer algo.
La ventaja de encontrarme en estado líquido es que no hacía ruido al moverme y pude colocarme a sus espaldas sin ser detectado. El grandullón ya se encontraba casi en el umbral de las escaleras cuando pasé a mi forma física, y ya adentrándose para cuando quise reaccionar, pero lo hice.
Había desenfundado mi daga al posicionarme y no perdí tiempo en recurrir al Soru. Cualquiera que estuviese viéndome en ese momento creería que me había teletransportado u algo así, aunque el tipo ni me vio. Llegué a medio de él y salté para ponerme a su altura, para así poder acabar con él en un ademán. Con la mano libre cogí su coleta y tiré hacia atrás en un movimiento brusco consiguiendo dejar al descubierto su garganta y así poder rajársela con mi daga. El tipo ante el tirón hizo un intento en vano de echar sus manazas buscando las mías, al igual que un grito que quedó en un ruido extraño cuando lo "afeité", pero todo fue inútil y su vida se esfumó dejando un cascarón vacío atrás. Y ahí estuvo el problema.
Todo había salido bien puesto que dudaba que cualquiera de esos ruido pudiese haber alertado a los de arriba, pero lo que sucedió a continuación es otra cosa.
Por culpa de mi comprometida postura y de que el tipo se había inclinado hacia atrás, su cuerpo inerte siguió esa trayectoria sin que pudiese hacer nada por amortiguarlo, consiguiendo así que impactase a plomo en aquel ruidoso suelo de madera. El sonido del golpe me retumbó por todo el cuerpo al igual que por la estancia. Seguramente el factor sorpresa había acabado.
Avancé lentamente usando todas mis cualidades de sombra para mitigar los ruidos que pudiera hacer. Quería llegar hasta el fondo de la estancia para mirar que había tras la puerta de detrás del mostrador, quizás se tratase del almacén donde guardaban la mercancía que habían venido a vender, aunque en parte lo dudaba ya que la vigilancia estaba en el piso superior.
Podía escuchar claramente las risas de los mafiosos entrecruzando bromas, incluso me pareció escuchar el tintineo de vasos. Si estaban bebiendo alcohol sería un punto muy favorable para nosotros, puesto que sus sentidos estarían mermados, pero la tranquilidad se me pasó en un instante.
De la puerta que se encontraba a escasos metros hacia la derecha salió un característico ruido. Era inequívocamente el ruido de una cisterna y eso sólo podía significar un cosa, alguien iba a salir de ese baño.
Miré rápidamente a Bizvan fijándome en que estaba a la espera de mis indicaciones. No estaba acostumbrado a mandar, y menos sin saber que cualidades tenía mi compañero. Claramente tenía que ser espadachín por la espada que portaba, pero hasta ahí llegaba mi información sobre él. Había sido muy torpe al no preguntarle directamente y quizás eso chafase nuestro factor sorpresa.
Tras decidir en segundos señale imperativamente hacia las escaleras para que el marine intentase ocultarse a su amparo mientras yo me acerqué al mostrador rápidamente para volverme de nuevo a mi estado líquido consiguiendo así quitarme de el medio. Gracias al tiempo la estancia se encontraba en un estado de semi penumbra y pasaría fácilmente inadvertido pegándome a la zona de mayor sombra.
El sonido del picaporte acompañado de el de las bisagras me avisó de que quien fuese estaba saliendo. Esperaba que el marine hubiese sido capaz de ocultarse rápidamente por nuestro bien, pero ahora tocaba ocuparse del asunto que se nos había presentado. Pude ver que quien salió del baño era un hombre alto y corpulento, vestía unos ropajes anchos y amarillos que hacían contraste con su cabellera roja. El tipo parecía una antorcha viviente, aunque lo que más me preocupaba era que se dirigía hacia las escaleras. Si el marine se había escondido allí se vería acorralado asique tenía que hacer algo.
La ventaja de encontrarme en estado líquido es que no hacía ruido al moverme y pude colocarme a sus espaldas sin ser detectado. El grandullón ya se encontraba casi en el umbral de las escaleras cuando pasé a mi forma física, y ya adentrándose para cuando quise reaccionar, pero lo hice.
Había desenfundado mi daga al posicionarme y no perdí tiempo en recurrir al Soru. Cualquiera que estuviese viéndome en ese momento creería que me había teletransportado u algo así, aunque el tipo ni me vio. Llegué a medio de él y salté para ponerme a su altura, para así poder acabar con él en un ademán. Con la mano libre cogí su coleta y tiré hacia atrás en un movimiento brusco consiguiendo dejar al descubierto su garganta y así poder rajársela con mi daga. El tipo ante el tirón hizo un intento en vano de echar sus manazas buscando las mías, al igual que un grito que quedó en un ruido extraño cuando lo "afeité", pero todo fue inútil y su vida se esfumó dejando un cascarón vacío atrás. Y ahí estuvo el problema.
Todo había salido bien puesto que dudaba que cualquiera de esos ruido pudiese haber alertado a los de arriba, pero lo que sucedió a continuación es otra cosa.
Por culpa de mi comprometida postura y de que el tipo se había inclinado hacia atrás, su cuerpo inerte siguió esa trayectoria sin que pudiese hacer nada por amortiguarlo, consiguiendo así que impactase a plomo en aquel ruidoso suelo de madera. El sonido del golpe me retumbó por todo el cuerpo al igual que por la estancia. Seguramente el factor sorpresa había acabado.
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Subí las escaleras siendo cuidadoso de no alertar a los ocupantes del lugar. Al llegar al final de esta me encontré con un pasillo poco iluminado. A mi derecha se encontraba una puerta cerrada de la cual provenían risas. En ese mismo lado a unos cuantos pasos había otra puerta. En cuanto a mi costado izquierdo, dos entradas más podían ser vistas. Y al final del pasillo era visible la pintura enorme de un hombre. Para ser especifico era el retrato de cuerpo entero del objetivo de la misión cubriendo por completo esa pared.
El sonido de las bisagras al ser movidas me recordó la situación en la que nos encontrábamos, e intenté ingresar en la habitación de la izquierda más cercana. El picaporte se giró sin problemas y yo me apresuré a entrar y cerrar con suavidad.
El lugar en el cual me encontraba era un cuarto común y corriente. En la cama se podían apreciar unos cuantos documentos, de no ser por el hecho de tener que preocuparme por ser encontrado, me tomaría el tiempo necesario para ver de qué se trataban.
¿Cuánto tiempo transcurrió? No lo sé, aunque para estar preparado desenvainé mi espada bastarda. De pronto un fuerte golpe se escuchó en la parte baja. Me sentí preocupado por mi compañero, por desgracia, el sonido causó que alguien en la habitación de enfrente saliera y preguntara a su amigo si se encontraba bien.
Las voces de los otros hombres haciendo bromas como “Está tan ebrio que se desmayó en las escaleras” seguido de un coro de carcajadas.
Al parecer el hombre que había salido del cuarto al no recibir una respuesta se acercó a las escaleras… O eso es lo que especulo, ya que un “¡Chicos!” se escuchó alto y claro, a lo cual el resto de sus compañeros pareció alarmarse y corrieron a ver qué ocurría.
Temiendo por la seguridad de Tobías abandoné mi escondite, no conocía que tan bien se desenvolvía Tobí en las peleas, no obstante, si el oponente te superaba en número sería un combate complicado.
Los hombres se detuvieron en medio de la escalera y estaban viendo algo. Uno de ellos notó mi presencia y se giró, pero ya era tarde, la hoja de mi espada atravesó su garganta antes de que lograra apuntarme con su pistola. El gorgoteo llamó la atención del resto de sus compañeros. Empujé el cuerpo con mi pie para hacerlo rodar por las escaleras.
El sonido de las bisagras al ser movidas me recordó la situación en la que nos encontrábamos, e intenté ingresar en la habitación de la izquierda más cercana. El picaporte se giró sin problemas y yo me apresuré a entrar y cerrar con suavidad.
El lugar en el cual me encontraba era un cuarto común y corriente. En la cama se podían apreciar unos cuantos documentos, de no ser por el hecho de tener que preocuparme por ser encontrado, me tomaría el tiempo necesario para ver de qué se trataban.
¿Cuánto tiempo transcurrió? No lo sé, aunque para estar preparado desenvainé mi espada bastarda. De pronto un fuerte golpe se escuchó en la parte baja. Me sentí preocupado por mi compañero, por desgracia, el sonido causó que alguien en la habitación de enfrente saliera y preguntara a su amigo si se encontraba bien.
Las voces de los otros hombres haciendo bromas como “Está tan ebrio que se desmayó en las escaleras” seguido de un coro de carcajadas.
Al parecer el hombre que había salido del cuarto al no recibir una respuesta se acercó a las escaleras… O eso es lo que especulo, ya que un “¡Chicos!” se escuchó alto y claro, a lo cual el resto de sus compañeros pareció alarmarse y corrieron a ver qué ocurría.
Temiendo por la seguridad de Tobías abandoné mi escondite, no conocía que tan bien se desenvolvía Tobí en las peleas, no obstante, si el oponente te superaba en número sería un combate complicado.
Los hombres se detuvieron en medio de la escalera y estaban viendo algo. Uno de ellos notó mi presencia y se giró, pero ya era tarde, la hoja de mi espada atravesó su garganta antes de que lograra apuntarme con su pistola. El gorgoteo llamó la atención del resto de sus compañeros. Empujé el cuerpo con mi pie para hacerlo rodar por las escaleras.
Tobías Thorn
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Nada más el cuerpo tocó el suelo me quedé congelado unos segundos evaluando la situación mentalmente. Pensaba en si mi compañero se habría podido esconder bien, no sabía como manejaba aquella espada que portaba, pero sabía que contra todos los que había visto tendría dificultades para superarlos.
Una voz que provino del piso superior hizo que el hilo de mis pensamientos volaran hacia otro lugar. Me arrimé al marco de la entrada hacia las escaleras y me dispuse a intentar retirar al grandullón del medio. Los segundos pasaban y más voces comenzaron a unirse a la primera tras no escuchar respuesta del muerto, y yo casi no había conseguido moverlo.
-Puta vida - pensé mientras llevaba sólo la mitad. Una vez vi que no había nada que hacer y el tiempo se acababa dejé lo que estaba haciendo a medias y desenfundé mi daga de nuevo. Noté como los tipos se quedaron parados a medio bajar, seguramente habían visto la mitad del cadáver de su amigo ahí tendido. Comenzaba a prepararme para cuando bajasen o ante una ofensiva repentina, pero pasó algo más peculiar.
Un estrepitoso ruido acompañado de un grito ahogado me hicieron pensar que Bizvan había sido encontrado y me dispuse a arriesgar mi escondrijo confiando en mi condición de logia. Los lobos se ayudaban mutuamente siempre. Me adentré por las escaleras con la intención de subir a toda prisa cuando me encontré un regalo caído del cielo. Bizvan acaba de darle una patada a un tipo que parecía inerte en dirección a sus compañeros consiguiendo que sólo tuviese ojos para ellos. Estaban flipando y era el momento de aprovecharlo.
Mis cabellos se tornaron verdosos nada más recurrí a mi Suikoden, consiguiendo así que acortara distancias en unos instantes y pudiera clavar mi daga en la nuca del más cercano mientras lanzaba hacia la espalda del otro uno de mis cuchillos. Al último no le había proferido una herida mortal, pero había conseguido que dejase de apuntar a mi compañero y que se fijase en mí dándole la espalda a él. El tipo estaba acorralado y lo sabía, pero parecía dispuesto a llevarse a uno de nosotros por delante.
Una voz que provino del piso superior hizo que el hilo de mis pensamientos volaran hacia otro lugar. Me arrimé al marco de la entrada hacia las escaleras y me dispuse a intentar retirar al grandullón del medio. Los segundos pasaban y más voces comenzaron a unirse a la primera tras no escuchar respuesta del muerto, y yo casi no había conseguido moverlo.
-Puta vida - pensé mientras llevaba sólo la mitad. Una vez vi que no había nada que hacer y el tiempo se acababa dejé lo que estaba haciendo a medias y desenfundé mi daga de nuevo. Noté como los tipos se quedaron parados a medio bajar, seguramente habían visto la mitad del cadáver de su amigo ahí tendido. Comenzaba a prepararme para cuando bajasen o ante una ofensiva repentina, pero pasó algo más peculiar.
Un estrepitoso ruido acompañado de un grito ahogado me hicieron pensar que Bizvan había sido encontrado y me dispuse a arriesgar mi escondrijo confiando en mi condición de logia. Los lobos se ayudaban mutuamente siempre. Me adentré por las escaleras con la intención de subir a toda prisa cuando me encontré un regalo caído del cielo. Bizvan acaba de darle una patada a un tipo que parecía inerte en dirección a sus compañeros consiguiendo que sólo tuviese ojos para ellos. Estaban flipando y era el momento de aprovecharlo.
Mis cabellos se tornaron verdosos nada más recurrí a mi Suikoden, consiguiendo así que acortara distancias en unos instantes y pudiera clavar mi daga en la nuca del más cercano mientras lanzaba hacia la espalda del otro uno de mis cuchillos. Al último no le había proferido una herida mortal, pero había conseguido que dejase de apuntar a mi compañero y que se fijase en mí dándole la espalda a él. El tipo estaba acorralado y lo sabía, pero parecía dispuesto a llevarse a uno de nosotros por delante.
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Al parecer me había precipitado en actuar, dando como resultado que la atención de los hombres se enfocara solo en mí. Vieron con sorpresa el cadáver de su amigo, no podía culparlos por poner esa cara tan graciosa de no comprender como habían llegado a esa situación. Solo les tomó unos segundos recuperarse y prepararse para terminar conmigo. El otro sujeto que tenía un arma de fuego se apresuró a desenfundar y apuntar.* Joh, estoy en problemas. *a esa distancia me resultaría imposible salir ileso. De pronto su rostro expresó un dolor muy agudo que lo obligó a girarse para ver de qué se trataba.
Tobías en ese pequeño lapso de tiempo se había encargado del enemigo más cercano a su posición y fue capaz de arrojar un cuchillo a la espalda del tipo con el arma de fuego.
Aquel que tenía un hacha como arma miró en ambas direcciones de manera rápida. Era difícil determinar a quién de los dos atacar. Si elegía a Tobí tendrían la ventaja de ser 2 contra 1, pero eso me permitiría atacarlos a ambos de manera sencilla (mi sonrisa tétrica le indicó que así sería. Por el contrario, si me escogía tenía la certeza de ser 1 contra 1 y al ser ambas armas grandes se verían afectadas por el espacio reducido.
Lanzando un grito de guerra el grandulón se movió hasta donde me encontraba. El filo de su hacha pasó peligrosamente cerca de mi rostro. No me apetecía pelear tan cerca de las escaleras, por lo que retrocedí hasta el pasillo.
El poco espacio para realizar movimientos a los que estaba acostumbrado fue una molestia, por suerte mi oponente se veía igual de molesto, tanto que en uno de sus ataques destruyó una parte de la pared lateral dejando un agujero de buen tamaño acompañado de un sonido bastante llamativo.*Johhhh, si intento bloquear eso voy a terminar muy mal. *su arma se movió de manera descendente tratando de cortarme a la mitad, el arma destruyó un poco del piso donde golpeó. Retrocedí con un pequeño salto y al momento en que mis pies tocaron el suelo me impulsé con la espada preparada para realizar una estocada. Mi objetivo era el pecho, pero él se movió lo suficiente para evitar un daño mortal, sin embargo su hombro derecho fue perforado.
Por su parte, al sentir el metal entrar en su piel, me alejó con un golpe en el estómago que (además de hacerme vomitar sobre él) me empujó hasta donde se encontraba la pintura, dando como resultado que mi espalda chocara de manera violenta y rasgara el cuadro. Un sonido metálico se escuchó, aunque en ese momento no le presté atención.
Me llevé una de las manos al estómago mientras me ponía de pie con dificultad. Fue un buen golpe, tanto que me costaba trabajo respirar, y aun así… ¿Estaba sonriendo?
Su hombro no funcionaría a menos que recibiera el tratamiento adecuado. Las venas de su brazo y cuello resaltaron con fuerza al levantar su arma con una sola mano. Su rostro presentaba un color rojo, no sé si por la furia, esfuerzo o las dos juntas. Con su brazo tambaleándose de un lado a otro mientras corría a por mí. Ya no podía retroceder, y bloquear tal vez sería una opción al ser un ataque con la mitad de su fuerza. Me coloqué en guardia y su hacha se encontró con mi espada. El golpe me hincó y mis manos se sentían entumidas. Mi rostro tendría el mismo color que el suyo, casi vomito de nuevo a causa del esfuerzo por colocarme de pie. Dejé escapar un grito al mismo tiempo que lo hacía perder el balance y con un movimiento rápido corté los ligamentos de su muñeca izquierda. Calló de espaldas sin poder detener el sangrado de su muñeca.
Si quería continuar peleando tendría que utilizar sus piernas o dientes.
- Si te rindes puedo evitar que mueras desangrado. –le indiqué entre jadeos. Ahora todo dependía como reaccionara.
Tobías en ese pequeño lapso de tiempo se había encargado del enemigo más cercano a su posición y fue capaz de arrojar un cuchillo a la espalda del tipo con el arma de fuego.
Aquel que tenía un hacha como arma miró en ambas direcciones de manera rápida. Era difícil determinar a quién de los dos atacar. Si elegía a Tobí tendrían la ventaja de ser 2 contra 1, pero eso me permitiría atacarlos a ambos de manera sencilla (mi sonrisa tétrica le indicó que así sería. Por el contrario, si me escogía tenía la certeza de ser 1 contra 1 y al ser ambas armas grandes se verían afectadas por el espacio reducido.
Lanzando un grito de guerra el grandulón se movió hasta donde me encontraba. El filo de su hacha pasó peligrosamente cerca de mi rostro. No me apetecía pelear tan cerca de las escaleras, por lo que retrocedí hasta el pasillo.
El poco espacio para realizar movimientos a los que estaba acostumbrado fue una molestia, por suerte mi oponente se veía igual de molesto, tanto que en uno de sus ataques destruyó una parte de la pared lateral dejando un agujero de buen tamaño acompañado de un sonido bastante llamativo.*Johhhh, si intento bloquear eso voy a terminar muy mal. *su arma se movió de manera descendente tratando de cortarme a la mitad, el arma destruyó un poco del piso donde golpeó. Retrocedí con un pequeño salto y al momento en que mis pies tocaron el suelo me impulsé con la espada preparada para realizar una estocada. Mi objetivo era el pecho, pero él se movió lo suficiente para evitar un daño mortal, sin embargo su hombro derecho fue perforado.
Por su parte, al sentir el metal entrar en su piel, me alejó con un golpe en el estómago que (además de hacerme vomitar sobre él) me empujó hasta donde se encontraba la pintura, dando como resultado que mi espalda chocara de manera violenta y rasgara el cuadro. Un sonido metálico se escuchó, aunque en ese momento no le presté atención.
Me llevé una de las manos al estómago mientras me ponía de pie con dificultad. Fue un buen golpe, tanto que me costaba trabajo respirar, y aun así… ¿Estaba sonriendo?
Su hombro no funcionaría a menos que recibiera el tratamiento adecuado. Las venas de su brazo y cuello resaltaron con fuerza al levantar su arma con una sola mano. Su rostro presentaba un color rojo, no sé si por la furia, esfuerzo o las dos juntas. Con su brazo tambaleándose de un lado a otro mientras corría a por mí. Ya no podía retroceder, y bloquear tal vez sería una opción al ser un ataque con la mitad de su fuerza. Me coloqué en guardia y su hacha se encontró con mi espada. El golpe me hincó y mis manos se sentían entumidas. Mi rostro tendría el mismo color que el suyo, casi vomito de nuevo a causa del esfuerzo por colocarme de pie. Dejé escapar un grito al mismo tiempo que lo hacía perder el balance y con un movimiento rápido corté los ligamentos de su muñeca izquierda. Calló de espaldas sin poder detener el sangrado de su muñeca.
Si quería continuar peleando tendría que utilizar sus piernas o dientes.
- Si te rindes puedo evitar que mueras desangrado. –le indiqué entre jadeos. Ahora todo dependía como reaccionara.
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El primero cayó a mis pies con una herida mortal mientras que el otro pareció decidirse por Bizvan girándose a por él y olvidándose de mí. Lancé otro de mis cuchillos a las espaldas del tipo, pero terminó de pasar por el hueco de las escaleras errando el lanzamiento. Me apresuré a seguirlos escaleras arriba con intención de ayudar a mi compañero, aunque las prisas me jugaron una mala pasada. Mi pie se quedó entrillado en la ropa del cadáver que había a mis pies consiguiendo que perdiese el equilibrio y cayese hacia delante perdiendo un tiempo que no podía permitirme.
Subí el resto de escaleras cojeando un poco por culpa de la rodilla derecha en la que me había golpeado. Cuando llegué arriba mis cabellos habían vuelto a su color normal, y el dolor había quedado en un entumecimiento leve pero molesto. Pude ver que al final del pasillo mi compañero se veía arrinconado hacia el final del pasillo, pero estaban en continuo movimiento y no tenía un tiro limpio. No quería arriesgarme a disparar para terminar hiriendo a Bizvan, ni siquiera me arriesgué a lanzarle otro de mis cuchillos. Me fui acercando lentamente ganando terreno y sin hacer ruido mientras ellos seguían cruzando estocadas. Cierto era que el espadachín parecía estar manteniendo a raya al tipo del hacha, aunque se veía que estaba dando todo de él.
Ya me encontraba a escasos metros del tipo y ya tenía un tiro claro, pero Bizvan tras un último choque consiguió desarmar al tipo causándole una gran herida en la mano. Por unos instantes creí que el marine iba a acabar con el tipo, que bien merecido lo tenía, pero el pelinegro aguantó el tipo quedando la cosa en una amenaza. Estaba a punto de darle enhorabuena a mi compañero, cuando mi oído captó una temblorosa voz de detrás de la puerta que se encontraba a mi derecha.
-Jefe... Corra a... ayudarnos. Alguien ha entrado y... Los chicos están muertos... - decía la voz.
Entré por la puerta comprobando que era el mismo habitáculo que había antes y podía ver claramente a alguien escondido debajo de la mesa de juegos hablando por un den den mushi. Pedía ayuda una y otra vez hasta que vio mis armas apuntando en su dirección.
- ¡Suelta eso ahora mismo y sal fuera! - grité mientras me acercaba.
El tipo lanzó el den den en mi dirección mientras comenzaba a salir de su escondrijo lentamente. Creyendo que la situación estaba dominada comencé a agacharme para coger el aparato sin apartar la vista del tipo.
- Voy a por vosotros - dijo una voz rasgada proveniente del cacharro. - Ahora e visto tu cara y si escapas te buscaré.
Lancé el den den mushi contra el suelo para propinarle un pisotón. Seguramente fuese uno de esos con cámara y no quería que siguiese mirando. No me importaba la amenaza puesto que no tenía a nadie en mi vida más allá de mis nakamas de los CW y ellos sabían defenderse perfectamente, además de que no era el primer enemigo que me creaba ni el último. Eran cosas del oficio y no temía ante esas cosas, pero tampoco iba a huir ya que las cosas acababan de salir redondas. La persona a la que buscábamos se dirigía hacia aquí ahorrándonos ir a buscarlo a ningún otro lugar.
Me acerqué al tipo que aún no sabía como reaccionar. No se creía que pudiese estar sonriendo ante las amenazas de su jefe, pero poco más iba a ver puesto que una vez estuve colocado a su lado lo noqueé con un golpe de culata en la cabeza. Va a tener un buen chichón
-¡Bizvan! - llamé a voces a mi compañero para que viniese. -Tenemos que prepararnos, vienen a por nosotros y no se cuantos serán.
Teníamos que prevenirnos ante cualquier ataque enemigo y debíamos idear algo. Seguramente el tipo vendría acompañado de más secuaces y debíamos idear algo para superar nuestra inferioridad. Quizás en alguna de aquellas cajas podría haber algo que nos sirviese.
Subí el resto de escaleras cojeando un poco por culpa de la rodilla derecha en la que me había golpeado. Cuando llegué arriba mis cabellos habían vuelto a su color normal, y el dolor había quedado en un entumecimiento leve pero molesto. Pude ver que al final del pasillo mi compañero se veía arrinconado hacia el final del pasillo, pero estaban en continuo movimiento y no tenía un tiro limpio. No quería arriesgarme a disparar para terminar hiriendo a Bizvan, ni siquiera me arriesgué a lanzarle otro de mis cuchillos. Me fui acercando lentamente ganando terreno y sin hacer ruido mientras ellos seguían cruzando estocadas. Cierto era que el espadachín parecía estar manteniendo a raya al tipo del hacha, aunque se veía que estaba dando todo de él.
Ya me encontraba a escasos metros del tipo y ya tenía un tiro claro, pero Bizvan tras un último choque consiguió desarmar al tipo causándole una gran herida en la mano. Por unos instantes creí que el marine iba a acabar con el tipo, que bien merecido lo tenía, pero el pelinegro aguantó el tipo quedando la cosa en una amenaza. Estaba a punto de darle enhorabuena a mi compañero, cuando mi oído captó una temblorosa voz de detrás de la puerta que se encontraba a mi derecha.
-Jefe... Corra a... ayudarnos. Alguien ha entrado y... Los chicos están muertos... - decía la voz.
Entré por la puerta comprobando que era el mismo habitáculo que había antes y podía ver claramente a alguien escondido debajo de la mesa de juegos hablando por un den den mushi. Pedía ayuda una y otra vez hasta que vio mis armas apuntando en su dirección.
- ¡Suelta eso ahora mismo y sal fuera! - grité mientras me acercaba.
El tipo lanzó el den den en mi dirección mientras comenzaba a salir de su escondrijo lentamente. Creyendo que la situación estaba dominada comencé a agacharme para coger el aparato sin apartar la vista del tipo.
- Voy a por vosotros - dijo una voz rasgada proveniente del cacharro. - Ahora e visto tu cara y si escapas te buscaré.
Lancé el den den mushi contra el suelo para propinarle un pisotón. Seguramente fuese uno de esos con cámara y no quería que siguiese mirando. No me importaba la amenaza puesto que no tenía a nadie en mi vida más allá de mis nakamas de los CW y ellos sabían defenderse perfectamente, además de que no era el primer enemigo que me creaba ni el último. Eran cosas del oficio y no temía ante esas cosas, pero tampoco iba a huir ya que las cosas acababan de salir redondas. La persona a la que buscábamos se dirigía hacia aquí ahorrándonos ir a buscarlo a ningún otro lugar.
Me acerqué al tipo que aún no sabía como reaccionar. No se creía que pudiese estar sonriendo ante las amenazas de su jefe, pero poco más iba a ver puesto que una vez estuve colocado a su lado lo noqueé con un golpe de culata en la cabeza. Va a tener un buen chichón
-¡Bizvan! - llamé a voces a mi compañero para que viniese. -Tenemos que prepararnos, vienen a por nosotros y no se cuantos serán.
Teníamos que prevenirnos ante cualquier ataque enemigo y debíamos idear algo. Seguramente el tipo vendría acompañado de más secuaces y debíamos idear algo para superar nuestra inferioridad. Quizás en alguna de aquellas cajas podría haber algo que nos sirviese.
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Tobías notó algo y de inmediato ingresó en la habitación de la cual los sujetos salieron. Tras escucharlo hablar con autoridad y no oír ruidos bruscos o disparos interpreté que tenía todo bajo control.
Envainé mi espada y caminé hasta el cuarto donde me había refugiado. El hombre se quejó por el hecho de no hacer nada por sus heridas, solo lo ignoré y entré en el cuarto. Tomé la sábana de la cama (los papeles cayeron al piso) y la botella de cristal con hierbas.- Odio tener que hacer esto. –tomando un puñado de las hierbas me las llevé a la boca y comencé a mascarlas. El horrible sabor amargo provocó que quisiera vomitar otra vez, soporté el sabor (aunque unas cuantas lagrimas se me escaparon), para luego salir de la habitación. El hombre continuaba alegando que era mi deber salvar su vida.* Diablos, que hombre tan molesto. *me arrodillé aun lado de donde se encontraba y comencé a romper la sábana en largas tiras.
Como si de una servilleta se tratara, coloqué la tira de tela sobre mi boca, dejé salir un poco de las hierbas que había estado masticando hasta que su consistencia fuera pastosa. Esparcí con mis dedos la pasta en la tela y procedí a colocarla en la herida de la muñeca. De haber tenido las herramientas adecuadas no habría tenido necesidad de hacer nada de esto, además de que no tendría el mismo efecto curativo.
El tipo protestó al verme realizar eso, a lo cual solo le lancé una mirada de fastidio. En el instante que el pedazo de tela tocó su herida lanzó un grito de dolor y maldiciones hacia mi persona. Realicé el mismo procedimiento con su hombro.
- Bien, con esto tu vida ya no corre peligro. –me coloqué de pie al escuchar a mi compañero llamarme y afirmar que más enemigos estaban en camino.- Okay, ahora solo tienes que dormir y estarás como nuevo. –sin darle oportunidad de decir algo, lo dejé inconsciente pateándolo en la mandíbula.
Al entrar en el cuarto lo primero que vi un cuerpo en el suelo. No realicé comentarios acerca de eso y en su lugar miré a Thorn, quien parecía de buen humor. Me acerqué al cuerpo y comencé a buscar cualquier cosa que fuera de utilidad, por desgracia no encontré nada salvo un paquete de cigarrillos.- Buscaré en las otra habitaciones. –le indiqué a Tobí, para luego salir al pasillo. Estaba a punto de entrar en una de las puertas aun sin explorar cuando noté algo extraño. Al acercarme y quitar la pintura se reveló una puerta de metal. No tenía una perilla, solo presentaba el orificio de la cerradura.
- Ey Tobí, encontré una puerta secreta. –dije en voz alta para ser escuchado. -¿Qué tal por tu lado? –pregunté mientras buscaba en el cuerpo del hombre al cual dejé dormido hace unos momentos.
En uno de sus bolsillos se encontraba una llave de aspecto extraño. Emocionado por saber lo que se escondía detrás de esa puerta de metal me apresuré a introducir la llave y hacer girar el mecanismo. Un clic me indicó que podía empujar la pesada entrada.- Wow, nunca vi tantas armas juntas. –el lugar estaba repleto de distintas tipos armas, escopetas, fusiles, rifles y otras que no tenía idea de lo que eran.- Oye, ¿crees poder enseñarme a disparar un fusil de asalto en solo unos minutos? –lo decía como broma.
Envainé mi espada y caminé hasta el cuarto donde me había refugiado. El hombre se quejó por el hecho de no hacer nada por sus heridas, solo lo ignoré y entré en el cuarto. Tomé la sábana de la cama (los papeles cayeron al piso) y la botella de cristal con hierbas.- Odio tener que hacer esto. –tomando un puñado de las hierbas me las llevé a la boca y comencé a mascarlas. El horrible sabor amargo provocó que quisiera vomitar otra vez, soporté el sabor (aunque unas cuantas lagrimas se me escaparon), para luego salir de la habitación. El hombre continuaba alegando que era mi deber salvar su vida.* Diablos, que hombre tan molesto. *me arrodillé aun lado de donde se encontraba y comencé a romper la sábana en largas tiras.
Como si de una servilleta se tratara, coloqué la tira de tela sobre mi boca, dejé salir un poco de las hierbas que había estado masticando hasta que su consistencia fuera pastosa. Esparcí con mis dedos la pasta en la tela y procedí a colocarla en la herida de la muñeca. De haber tenido las herramientas adecuadas no habría tenido necesidad de hacer nada de esto, además de que no tendría el mismo efecto curativo.
El tipo protestó al verme realizar eso, a lo cual solo le lancé una mirada de fastidio. En el instante que el pedazo de tela tocó su herida lanzó un grito de dolor y maldiciones hacia mi persona. Realicé el mismo procedimiento con su hombro.
- Bien, con esto tu vida ya no corre peligro. –me coloqué de pie al escuchar a mi compañero llamarme y afirmar que más enemigos estaban en camino.- Okay, ahora solo tienes que dormir y estarás como nuevo. –sin darle oportunidad de decir algo, lo dejé inconsciente pateándolo en la mandíbula.
Al entrar en el cuarto lo primero que vi un cuerpo en el suelo. No realicé comentarios acerca de eso y en su lugar miré a Thorn, quien parecía de buen humor. Me acerqué al cuerpo y comencé a buscar cualquier cosa que fuera de utilidad, por desgracia no encontré nada salvo un paquete de cigarrillos.- Buscaré en las otra habitaciones. –le indiqué a Tobí, para luego salir al pasillo. Estaba a punto de entrar en una de las puertas aun sin explorar cuando noté algo extraño. Al acercarme y quitar la pintura se reveló una puerta de metal. No tenía una perilla, solo presentaba el orificio de la cerradura.
- Ey Tobí, encontré una puerta secreta. –dije en voz alta para ser escuchado. -¿Qué tal por tu lado? –pregunté mientras buscaba en el cuerpo del hombre al cual dejé dormido hace unos momentos.
En uno de sus bolsillos se encontraba una llave de aspecto extraño. Emocionado por saber lo que se escondía detrás de esa puerta de metal me apresuré a introducir la llave y hacer girar el mecanismo. Un clic me indicó que podía empujar la pesada entrada.- Wow, nunca vi tantas armas juntas. –el lugar estaba repleto de distintas tipos armas, escopetas, fusiles, rifles y otras que no tenía idea de lo que eran.- Oye, ¿crees poder enseñarme a disparar un fusil de asalto en solo unos minutos? –lo decía como broma.
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Tras informar a mi compañero nos pusimos a buscar por distintos lados buscando algo que poder utilizar. Al rebuscar en las cajas que había por allí me llevé una decepción. Estaban llenas de alambiques y otros instrumentos así, quizás fuesen artilugios para crear algún tipo de droga. Nada más que ese pensamiento cruzó mi mente recordé el día que conocí a Gusi y el laboratorio de fármacos que desmantelamos, consiguiendo que me enfadase al pensar que estos podrían estar algo similar. En aquella ocasión usaban aquellos fármacos en niños y era algo intolerable. Me entraron unas ganas locas de mirar de arriba a abajo cada centímetro del local para encontrar lo que fuese, pero el marine llamó mi atención.
Salí al pasillo para ver que quería, cuando me encontré con que había quitado un enorme cuadro de la pared dejando ver una puerta metálica. - Ahí tiene que estar lo que sea - pensé ansioso mientras observaba a Bizvan abrir la puerta.
Nada más ver el armamento me alivié un poco, ya era deleznable el traficar con armas, pero peor era experimentar con los niños. Eso es algo inadmisible.
-No estoy seguro de como funcionan, ya que lo mío son las pistolas, pero algo podremos hacer - contesté a la pregunta del moreno mientras agarraba el subfusil que había más cercano.
Arma en mano me acerqué hasta una hilera de cargadores buscando el que encajara adecuadamente. Tras encontrar eso lo demás era más sencillo. Una vez cargado le mostré a mi compañero donde estaba el seguro y como quitarlo y ponerlo.
- Lo demás es puntería, asique busquemos la forma de que te sea difícil fallar -dije mientras tendía el arma al marine.
Ya sabiendo donde se encontraba el alijo nos asegurábamos de que los tipos volverían a por él más allá de la amenaza proferida con anterioridad, asique teníamos que discurrir algún plan ya que no sabíamos de que tiempo disponíamos. Personalmente pensaba que podríamos reducir la emboscada a la parte superior, en vez de la inferior pensando en que vendrían directos a buscar las armas, asique me dispuse a contarle a Bizvan mi plan.
-Creo que podemos aprovechar la disposición de las habitaciones en el pasillo. Podemos apagar las luces simulando que ya nos hemos ido, pero dejando esta puerta entreabierta para que se precipiten, mientras que nosotros nos esconderemos en habitaciones distintas atacándoles desde ambos flancos y por las espaldas si es posible - comencé a contarle a Bizvan. Era algo que estaba improvisando sobre la marcha y no sabía muy bien de su efectividad, pero algo era algo. -Si tenemos suerte habrán muerto casi sin saberlo, pero nunca se sabe. Si tienes alguna idea mejor o algo que añadir, es el momento.
Una vez ultimásemos los detalles volvería a la habitación donde estaban jugando a las cartas para apagar las luces y vigilar por la ventana. Había una vista perfecta de la calle y la entrada. Si Bizvan aceptaba la oferta mi idea es que él se quedase en una habitación por detrás a la mía, así si erraba algún tiro y me daba a mí no pasaría nada dada mi condición de Logia y no quería arriesgarme a lo contrario, puesto que dudaba que Bizvan fuese antibalas. Por otro lado le veía a esa parte alguna laguna, pero de momento no era capaz de pensar en nada mejor.
Salí al pasillo para ver que quería, cuando me encontré con que había quitado un enorme cuadro de la pared dejando ver una puerta metálica. - Ahí tiene que estar lo que sea - pensé ansioso mientras observaba a Bizvan abrir la puerta.
Nada más ver el armamento me alivié un poco, ya era deleznable el traficar con armas, pero peor era experimentar con los niños. Eso es algo inadmisible.
-No estoy seguro de como funcionan, ya que lo mío son las pistolas, pero algo podremos hacer - contesté a la pregunta del moreno mientras agarraba el subfusil que había más cercano.
Arma en mano me acerqué hasta una hilera de cargadores buscando el que encajara adecuadamente. Tras encontrar eso lo demás era más sencillo. Una vez cargado le mostré a mi compañero donde estaba el seguro y como quitarlo y ponerlo.
- Lo demás es puntería, asique busquemos la forma de que te sea difícil fallar -dije mientras tendía el arma al marine.
Ya sabiendo donde se encontraba el alijo nos asegurábamos de que los tipos volverían a por él más allá de la amenaza proferida con anterioridad, asique teníamos que discurrir algún plan ya que no sabíamos de que tiempo disponíamos. Personalmente pensaba que podríamos reducir la emboscada a la parte superior, en vez de la inferior pensando en que vendrían directos a buscar las armas, asique me dispuse a contarle a Bizvan mi plan.
-Creo que podemos aprovechar la disposición de las habitaciones en el pasillo. Podemos apagar las luces simulando que ya nos hemos ido, pero dejando esta puerta entreabierta para que se precipiten, mientras que nosotros nos esconderemos en habitaciones distintas atacándoles desde ambos flancos y por las espaldas si es posible - comencé a contarle a Bizvan. Era algo que estaba improvisando sobre la marcha y no sabía muy bien de su efectividad, pero algo era algo. -Si tenemos suerte habrán muerto casi sin saberlo, pero nunca se sabe. Si tienes alguna idea mejor o algo que añadir, es el momento.
Una vez ultimásemos los detalles volvería a la habitación donde estaban jugando a las cartas para apagar las luces y vigilar por la ventana. Había una vista perfecta de la calle y la entrada. Si Bizvan aceptaba la oferta mi idea es que él se quedase en una habitación por detrás a la mía, así si erraba algún tiro y me daba a mí no pasaría nada dada mi condición de Logia y no quería arriesgarme a lo contrario, puesto que dudaba que Bizvan fuese antibalas. Por otro lado le veía a esa parte alguna laguna, pero de momento no era capaz de pensar en nada mejor.
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Tomé el arma que Thorn me ofreció, por un momento pensé en objetar por darme una un poco más pequeña en comparación de las otras a la vista, más el recordar que nula experiencia don estas cosas decidí tragarme mis palabras.* Él debe tener una mejor idea de que subfusil usar. *miré el arma recordando los datos que mi compañero me enseño, los repetí en mi cabeza una y otra vez hasta memorizarlo.
- Con suerte y alguno de los proyectiles impactará contra alguno de los enemigos. –dije en un tono un poco burlón. Coloqué el seguro de la metralleta para evitar un accidente.
Escuché el plan de Tobías de manera seria, cuando llegó el momento de preguntarme si tenía algo para agregar, le pedí que me diera unos segundos.
Dejé el arma recargada en la pared y corrí a la primera planta. Tomé todos los frascos con diversas plantas que pude llevar y de nuevo subí al siguiente piso. Coloqué las botellas en el piso amontonándolas, para luego ingresar a una de las habitaciones y regresar con cobijas un poco delgadas.- Podemos crear un poco de confusión si creamos unas cuantas bombas de humo, por desgracia no estoy seguro si alguna de estas plantas realmente puede ser perjudicial si es inalada.
Procedí a explicar a mi compañero. A grandes rasgos era lo siguiente:
Cuando los enemigos se acercaran a la entrada arrojaríamos las bombas caseras a ellos mientras deliberadamente decíamos algo como “ponte la máscara para que el veneno no te afecte” Dicha mascara solo se trataría de un pedazo de tela humedecido que cubriría nuestra nariz y boca (y las cuales ya tendríamos colocadas desde antes de arrojar las bombas). El veneno solo era una fachada, pero ellos no lo sabrían y en el momento que comenzaran a ser atacados no solo tendrían que preocuparse por las balas y con suerte cometerían errores.
En pocas palabras, solo arrojaríamos las bombas y después procederíamos a disparar.
Si Tobí daba su visto bueno comenzaría la creación de las bombas, ya tenía una idea de que es lo que tenía que hacer e incluso utilizaría un poco del alcohol que los hombres habían estado bebiendo, solo una cantidad suficiente para una ignición controlada, pues tampoco quería arriesgarme a causar un incendio.
Si se negaba solo me limitaría a tomar el subfusil y esperar sus indicaciones para seguirla al pie de la letra.
- Con suerte y alguno de los proyectiles impactará contra alguno de los enemigos. –dije en un tono un poco burlón. Coloqué el seguro de la metralleta para evitar un accidente.
Escuché el plan de Tobías de manera seria, cuando llegó el momento de preguntarme si tenía algo para agregar, le pedí que me diera unos segundos.
Dejé el arma recargada en la pared y corrí a la primera planta. Tomé todos los frascos con diversas plantas que pude llevar y de nuevo subí al siguiente piso. Coloqué las botellas en el piso amontonándolas, para luego ingresar a una de las habitaciones y regresar con cobijas un poco delgadas.- Podemos crear un poco de confusión si creamos unas cuantas bombas de humo, por desgracia no estoy seguro si alguna de estas plantas realmente puede ser perjudicial si es inalada.
Procedí a explicar a mi compañero. A grandes rasgos era lo siguiente:
Cuando los enemigos se acercaran a la entrada arrojaríamos las bombas caseras a ellos mientras deliberadamente decíamos algo como “ponte la máscara para que el veneno no te afecte” Dicha mascara solo se trataría de un pedazo de tela humedecido que cubriría nuestra nariz y boca (y las cuales ya tendríamos colocadas desde antes de arrojar las bombas). El veneno solo era una fachada, pero ellos no lo sabrían y en el momento que comenzaran a ser atacados no solo tendrían que preocuparse por las balas y con suerte cometerían errores.
En pocas palabras, solo arrojaríamos las bombas y después procederíamos a disparar.
Si Tobí daba su visto bueno comenzaría la creación de las bombas, ya tenía una idea de que es lo que tenía que hacer e incluso utilizaría un poco del alcohol que los hombres habían estado bebiendo, solo una cantidad suficiente para una ignición controlada, pues tampoco quería arriesgarme a causar un incendio.
Si se negaba solo me limitaría a tomar el subfusil y esperar sus indicaciones para seguirla al pie de la letra.
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Mi compañero agarró el arma que le tendía, pero noté como dudaba ante la idea. A mi parecer no era tan complicado el usar dicha arma, pero aún así no puse objeciones y me dispuse a escuchar que tenía él pensado esperándolo mientras bajaba a la planta interior.
-Joder Bizvan... No tenemos mucho tiempo... - pensaba impaciente ante la incertidumbre de la situación.
Por suerte Bizvan no tardó demasiado y vino completamente cargado con varios botecitos que contenían plantas. Comenzó a colocar todos los botes de una forma organizada mientras me contaba cual era su plan. Parecía una buena idea que podía funcionar, pero claramente vi algo que fallaba en su plan. Se notaba que tenía ciertos conocimientos sobre plantas, ya que no había hecho mala selección para conseguir un humo denso, pero había un problema.
- Me parece estupenda idea compañero, pero si usamos eso corremos riesgo de sufrir pequeñas alucinaciones - informé al marine señalando uno de los viales. Cierto era que solamente una parte de la planta producía ese efecto ilusorio, pero no había motivo de arriesgarse en ello. Seguramente habría alguna otra que valiese como sustituto. - Ahora vengo.
Desaparecí directo a una zona de la planta baja donde había visto algunos especímenes bastante curiosos, pero no encontraba nada que cuadrase con lo que buscaba. Estaban todas las plantas secas y así no me servían, no generarían el humo denso que necesitábamos. Tenían que estar verdes, asique me dirigí hacia la puerta que al entrar me había llamado tanto la atención. Podía vislumbrarse un haz de luz por el resquicio y fui a investigar rápidamente.
Nada más entrar proferí un grito ahogado cuando abrí la puerta. Era un de cultivo de interior completamente preparado. Había varios focos dirigibles por raíles para mover los puntos de luz y varios equipos de fumigación y de abono, pero lo más sorprendente no era la buena organización, si no el cultivo en sí. Era una plantación de una variedad con bastantes opiáceos y psicoactivos como para entrar en la categoría de ilegales. -¡Serán cabrones! No les vale con traficar con armas que también lo hacen con drogas - pensé mientras observaba todo a mi alrededor a la vez que discurría como usar eso a mi favor. -¡Bingo!
Nada más busqué entre los productos fitosanitarios encontré algo bastante interesante. Había tres mascarillas que nos iban a venir de perlas, asique ya con una nueva idea en mente corté una de aquellas plantas y subí de nuevo a donde mi compañero esperaba maceta y máscaras en mano.
-Toma esto que he cambiado de opinión - dije dándole una de las máscaras. -Vamos a usar la mezcla que tenías preparada, pero añadiéndole un poco de esto - dije mostrando la planta. Quizás no le fuese desconocida.
En escasos minutos preparamos entre los dos seis pequeñas bombas de humo repartiéndolas en tres para cada uno. Ahora tocaba disponerlo todo para la llegada de nuestros "amigos" y de una forma rápida, ya que no tardarían mucho en llegar.
-Joder Bizvan... No tenemos mucho tiempo... - pensaba impaciente ante la incertidumbre de la situación.
Por suerte Bizvan no tardó demasiado y vino completamente cargado con varios botecitos que contenían plantas. Comenzó a colocar todos los botes de una forma organizada mientras me contaba cual era su plan. Parecía una buena idea que podía funcionar, pero claramente vi algo que fallaba en su plan. Se notaba que tenía ciertos conocimientos sobre plantas, ya que no había hecho mala selección para conseguir un humo denso, pero había un problema.
- Me parece estupenda idea compañero, pero si usamos eso corremos riesgo de sufrir pequeñas alucinaciones - informé al marine señalando uno de los viales. Cierto era que solamente una parte de la planta producía ese efecto ilusorio, pero no había motivo de arriesgarse en ello. Seguramente habría alguna otra que valiese como sustituto. - Ahora vengo.
Desaparecí directo a una zona de la planta baja donde había visto algunos especímenes bastante curiosos, pero no encontraba nada que cuadrase con lo que buscaba. Estaban todas las plantas secas y así no me servían, no generarían el humo denso que necesitábamos. Tenían que estar verdes, asique me dirigí hacia la puerta que al entrar me había llamado tanto la atención. Podía vislumbrarse un haz de luz por el resquicio y fui a investigar rápidamente.
Nada más entrar proferí un grito ahogado cuando abrí la puerta. Era un de cultivo de interior completamente preparado. Había varios focos dirigibles por raíles para mover los puntos de luz y varios equipos de fumigación y de abono, pero lo más sorprendente no era la buena organización, si no el cultivo en sí. Era una plantación de una variedad con bastantes opiáceos y psicoactivos como para entrar en la categoría de ilegales. -¡Serán cabrones! No les vale con traficar con armas que también lo hacen con drogas - pensé mientras observaba todo a mi alrededor a la vez que discurría como usar eso a mi favor. -¡Bingo!
Nada más busqué entre los productos fitosanitarios encontré algo bastante interesante. Había tres mascarillas que nos iban a venir de perlas, asique ya con una nueva idea en mente corté una de aquellas plantas y subí de nuevo a donde mi compañero esperaba maceta y máscaras en mano.
-Toma esto que he cambiado de opinión - dije dándole una de las máscaras. -Vamos a usar la mezcla que tenías preparada, pero añadiéndole un poco de esto - dije mostrando la planta. Quizás no le fuese desconocida.
En escasos minutos preparamos entre los dos seis pequeñas bombas de humo repartiéndolas en tres para cada uno. Ahora tocaba disponerlo todo para la llegada de nuestros "amigos" y de una forma rápida, ya que no tardarían mucho en llegar.
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Miré la botella con plantas presuntamente alucinógenas.- Me alegra que estés aquí. –separé ese frasco del resto para evitar mezclarlo por accidente. Mi compañero bajó las escaleras, puede que en busca de un sustituto.
Comencé a preparar algunas de las plantas más apropiadas para generar humo constante. Para cuando mi compañero regresó ya tenía todo listo para solo agregar el sustituto. Tomé la máscara y la miré.- Esto es mucho mejor que el pedazo de tela húmedo que propuse. –él también me entregó una nueva planta.- Esta es una mantázi, en dosis exactas provoca una sensación de relajación y locuacidad, pero un periodo prolongado a sus efectos causa alucinaciones, agitación y ansiedad. Algunos se refieren a ella como “delirio de gorila” –se trataba de una planta bastante común en los comercios ilegales. De no ser por contar con las máscaras especiales, no me arriesgaría a utilizarlas.
Con su ayuda terminamos haciendo un total de 6 pequeñas bombas, las cuales ya no solo eran una simple fachada, ahora eran armas tóxicas.
Le sugerí a Tobías no utilizar todas sus bombas con los hombres a los cuales emboscaríamos, pues no sabíamos si todos ellos subirían tal y como esperábamos.
Realizamos los preparativos necesarios, y al poco tiempo un fuerte ruido provino de la planta baja. Por el sonido se podía deducir que la puerta principal fue derribada varias personas ingresaron al lugar. Una voz que no tenía reparo en moderar su tono de audio se encargaba de dar órdenes a quienes fuera que entraron.
Sostuve el subfusil con fuerza y quité el seguro mientras esperaba oculto en la habitación que Tobí me asignó.
Los pasos de personas subiendo las escaleras lentamente. Contuve la respiración, como si con esto mi presencia sería ignorada. Repentinamente un suceso me heló la sangre. El pomo de la puerta del cuarto en el cual me encontraba comenzó a girar y la puerta se abrió un poco. Me moví un ligeramente para ocultarme en caso de que alguien se asomara o entrara, por suerte nada pasó. Una voz alertó a sus compañeros de la puerta oculta a medio abrir, siendo esto suficiente para ignorar el cuarto donde me encontraba.
Agudicé el oído y en el momento que escuché como la pesada puerta de metal era empujada, prendí dos de las bombas y salí del cuarto. Una de ellas la arrojé hacía las escaleras como medio de prevención por si más enemigos se encontraban en la planta baja, la otra golpeó la cabeza de uno de los hombres, causando que esté se girara solo para presenciar las balas que se dirigían a ellos.
A pesar de sujetar el subfusil con fuerza y disparar desde la cadera. El retroceso del arma causó que algunos de mis proyectiles terminaran pasando por encima de la cabeza de ellos.
Comencé a preparar algunas de las plantas más apropiadas para generar humo constante. Para cuando mi compañero regresó ya tenía todo listo para solo agregar el sustituto. Tomé la máscara y la miré.- Esto es mucho mejor que el pedazo de tela húmedo que propuse. –él también me entregó una nueva planta.- Esta es una mantázi, en dosis exactas provoca una sensación de relajación y locuacidad, pero un periodo prolongado a sus efectos causa alucinaciones, agitación y ansiedad. Algunos se refieren a ella como “delirio de gorila” –se trataba de una planta bastante común en los comercios ilegales. De no ser por contar con las máscaras especiales, no me arriesgaría a utilizarlas.
Con su ayuda terminamos haciendo un total de 6 pequeñas bombas, las cuales ya no solo eran una simple fachada, ahora eran armas tóxicas.
Le sugerí a Tobías no utilizar todas sus bombas con los hombres a los cuales emboscaríamos, pues no sabíamos si todos ellos subirían tal y como esperábamos.
Realizamos los preparativos necesarios, y al poco tiempo un fuerte ruido provino de la planta baja. Por el sonido se podía deducir que la puerta principal fue derribada varias personas ingresaron al lugar. Una voz que no tenía reparo en moderar su tono de audio se encargaba de dar órdenes a quienes fuera que entraron.
Sostuve el subfusil con fuerza y quité el seguro mientras esperaba oculto en la habitación que Tobí me asignó.
Los pasos de personas subiendo las escaleras lentamente. Contuve la respiración, como si con esto mi presencia sería ignorada. Repentinamente un suceso me heló la sangre. El pomo de la puerta del cuarto en el cual me encontraba comenzó a girar y la puerta se abrió un poco. Me moví un ligeramente para ocultarme en caso de que alguien se asomara o entrara, por suerte nada pasó. Una voz alertó a sus compañeros de la puerta oculta a medio abrir, siendo esto suficiente para ignorar el cuarto donde me encontraba.
Agudicé el oído y en el momento que escuché como la pesada puerta de metal era empujada, prendí dos de las bombas y salí del cuarto. Una de ellas la arrojé hacía las escaleras como medio de prevención por si más enemigos se encontraban en la planta baja, la otra golpeó la cabeza de uno de los hombres, causando que esté se girara solo para presenciar las balas que se dirigían a ellos.
A pesar de sujetar el subfusil con fuerza y disparar desde la cadera. El retroceso del arma causó que algunos de mis proyectiles terminaran pasando por encima de la cabeza de ellos.
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Entre los dos acabamos el trabajo rápidamente y tras unas escuetas indicaciones cada uno tomó posiciones.
Desenfundé mis dos pistolas asegurándome de que los seguros estaban quitados mientras escuchaba los golpes que hacían nuestros enemigos al entrar a toda prisa. Se podían oír claramente una voz prominente que impartía órdenes desde el piso inferior. El momento llegaba y los segundos se alargaban, pero por fin los pasos resonaron por el suelo de madera.
Tomé como una señal los sonidos de asombro que emitieron los mafiosos y salí por el umbral de la puerta levantando mis dos pistolas dirigiendo una a cada lado del pasillo. Bizvan había lanzado una bola en cada dirección mostrando una gran inteligencia de nuevo, nublando la vista de los dos flancos dejando a los tipos cegatos y asustados ante tal ataque. Una vez comencé a notar el retroceso de mis pistolas sumado al tronar del fusil de mi compañero vi como los hombres comenzaban a caer uno detrás de otro. Había un total de seis tipos, tres cerca de la puerta de metal y otros tres detrás de mi compañero. Los muy malditos no tuvieron tiempo más que para intentar cubrirse, uno consiguió librarse introduciéndose dentro de la cámara y otro estaba lo suficientemente cerca de las escaleras para retrodecer por ellas y esconderse también.
-Para ti el de la cámara fuerte - grité dirigiéndome a mi compañero mientras salía de mi posición en dirección a las escaleras.
Había poco tiempo para actuar y debíamos quedar la planta limpia para mantener una zona al menos bajo control. No esperé a fijarme en si Bizvan seguía mis órdenes, si no que me concentré en el hueco de las escaleras. El maldito humo no me dejaba ver bien y tuve que ir con cuidado, pero por suerte ese mismo humo hizo que toser a mi enemigo justo cuando se asomaba para atacarme pistola en mano. Las hierbas comenzaban a hacer su efecto y aproveché mi ventaja lanzando una patada en el aire generando un potente Rankyaku que hendió el aire atravesando el humo y al mafioso quedándolo muerto tras proferir un horrible grito de dolor. Había gastado gran parte de la munición que tenía en los cargadores y prefería reservarme unas balas para el jefazo que aún estaba abajo.
Caminé lentamente hacia las escaleras llegando junto al cadáver cuando escuché un leve pitido que se repetía constantemente. Gracias a mi fino oído pude ver el explosivo que alguien había lanzado y pude recurrir al Soru para intentar huir de la explosión al igual que a mi haki armadura para minimizar daños, aunque no fue suficiente. A pesar de mi velocidad y resistencia parte de la onda expansiva me había golpeado en la espalda ocasionándome un fuerte dolor. Grité mientras salía despedido unos metros quedando boca abajo en el suelo.
-Puto humo -maldije mientras intentaba incorporarme. Un maldito pitido en uno de los oídos me distraía un poco, pero aún así comencé a recurrir a mi técnica de curación para intentar recuperarme cuanto antes. [Manual Micaiah]
Desenfundé mis dos pistolas asegurándome de que los seguros estaban quitados mientras escuchaba los golpes que hacían nuestros enemigos al entrar a toda prisa. Se podían oír claramente una voz prominente que impartía órdenes desde el piso inferior. El momento llegaba y los segundos se alargaban, pero por fin los pasos resonaron por el suelo de madera.
Tomé como una señal los sonidos de asombro que emitieron los mafiosos y salí por el umbral de la puerta levantando mis dos pistolas dirigiendo una a cada lado del pasillo. Bizvan había lanzado una bola en cada dirección mostrando una gran inteligencia de nuevo, nublando la vista de los dos flancos dejando a los tipos cegatos y asustados ante tal ataque. Una vez comencé a notar el retroceso de mis pistolas sumado al tronar del fusil de mi compañero vi como los hombres comenzaban a caer uno detrás de otro. Había un total de seis tipos, tres cerca de la puerta de metal y otros tres detrás de mi compañero. Los muy malditos no tuvieron tiempo más que para intentar cubrirse, uno consiguió librarse introduciéndose dentro de la cámara y otro estaba lo suficientemente cerca de las escaleras para retrodecer por ellas y esconderse también.
-Para ti el de la cámara fuerte - grité dirigiéndome a mi compañero mientras salía de mi posición en dirección a las escaleras.
Había poco tiempo para actuar y debíamos quedar la planta limpia para mantener una zona al menos bajo control. No esperé a fijarme en si Bizvan seguía mis órdenes, si no que me concentré en el hueco de las escaleras. El maldito humo no me dejaba ver bien y tuve que ir con cuidado, pero por suerte ese mismo humo hizo que toser a mi enemigo justo cuando se asomaba para atacarme pistola en mano. Las hierbas comenzaban a hacer su efecto y aproveché mi ventaja lanzando una patada en el aire generando un potente Rankyaku que hendió el aire atravesando el humo y al mafioso quedándolo muerto tras proferir un horrible grito de dolor. Había gastado gran parte de la munición que tenía en los cargadores y prefería reservarme unas balas para el jefazo que aún estaba abajo.
Caminé lentamente hacia las escaleras llegando junto al cadáver cuando escuché un leve pitido que se repetía constantemente. Gracias a mi fino oído pude ver el explosivo que alguien había lanzado y pude recurrir al Soru para intentar huir de la explosión al igual que a mi haki armadura para minimizar daños, aunque no fue suficiente. A pesar de mi velocidad y resistencia parte de la onda expansiva me había golpeado en la espalda ocasionándome un fuerte dolor. Grité mientras salía despedido unos metros quedando boca abajo en el suelo.
-Puto humo -maldije mientras intentaba incorporarme. Un maldito pitido en uno de los oídos me distraía un poco, pero aún así comencé a recurrir a mi técnica de curación para intentar recuperarme cuanto antes. [Manual Micaiah]
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Dejé de presionar el gatillo del arma al escuchar las indicaciones de Tobías. No presté atención a lo sucedido a mi espalda y me enfoqué en acabar con el enemigo dentro del cuarto de armas. Sujeté el subfusil con mi mano izquierda, a la vez que con la derecha empuñaba la espada.
La entrada parecía estar cerrada. Las únicas maneras de abrirla eran con la llave o desde adentro.* No recuerdo donde diablos quedó la llave. *una sonrisa natural (siniestra) se formó en mi rostro al encontrar la solución. Los músculos de mi brazo se tensaron mientras corría en dirección a la puerta. En el momento que esta se encontraba en mi rango de ataque, realicé un corte descendente a unos cuantos centímetros a un lado de las bisagras. Solo tomó unos pocos segundos para que cayera al suelo provocando un gran ruido.
El hombre dentro del cuarto se encontraba colocando el cargador de un rifle de asalto que parecía amenazante. Me miró confundido por unos instantes.- Adiós. –no le permití terminar de prepararse y accioné el gatillo del arma que sostenía. Solo unas pocas balas impactaron contra su pecho, el resto se desviaron debido al retroceso aun mayor (a causa de disparar con una sola mano). Un “clic” se escuchó indicando que la munición se había terminado.- ¿Ya no funciona o la rompí? –miré el arma con duda, para luego dejarla caer al piso como si fuera un objeto desechable.
El sonido de lo que parecía ser una explosión llamó mi atención.- ¡Tobí! –tomé uno de los fusiles de los cadáveres que se encontraban en el pasillo, estas eran un poco más grandes que el subfusil que boté hace poco. El motivo por el cual no tomé el arma “intimidante” se debía a no haber permitido al hombre terminar de prepararla, para que solo hiciera falta apuntar y accionar el gatillo. En cambio estas debían estar listas para disparar. Guardé mi espada en su vaina para poder sostener el arma (un AK-47) con ambas manos.
Corrí por el pasillo y antes de bajar por las escaleras me coloqué a cubierto en la pared. Asomé un poco la cabeza para ver lo que ocurría. El humo no ayudaba mucho a distinguir la situación, sin embargo me pareció ver a mi compañero en el suelo, además de lo que creí eran unas figuras de pie. Sin dudarlo abrí fuego contra esas supuestas siluetas. No esperaba que los proyectiles dieran el blanco, aunque si tenía suerte mis dispararos deberían llamar la atención del enemigo.
Así fue. El sonido de las balas siendo disparadas en mi dirección, acompañadas de un agudo dolor en mi hombro izquierdo me obligó a resguardarme en mi cobertura al mismo tiempo que un pequeño gruñido causado por el dolor. Una de las balas había logrado perforar mi hombro limpiamente. Ignoré tanto como pude el dolor y reanudé los disparos, no obstante esta vez solo dejé fuera de la cobertura el arma y disparé a ciegas en pequeñas ráfagas para intentar minimizar el retroceso.
La entrada parecía estar cerrada. Las únicas maneras de abrirla eran con la llave o desde adentro.* No recuerdo donde diablos quedó la llave. *una sonrisa natural (siniestra) se formó en mi rostro al encontrar la solución. Los músculos de mi brazo se tensaron mientras corría en dirección a la puerta. En el momento que esta se encontraba en mi rango de ataque, realicé un corte descendente a unos cuantos centímetros a un lado de las bisagras. Solo tomó unos pocos segundos para que cayera al suelo provocando un gran ruido.
El hombre dentro del cuarto se encontraba colocando el cargador de un rifle de asalto que parecía amenazante. Me miró confundido por unos instantes.- Adiós. –no le permití terminar de prepararse y accioné el gatillo del arma que sostenía. Solo unas pocas balas impactaron contra su pecho, el resto se desviaron debido al retroceso aun mayor (a causa de disparar con una sola mano). Un “clic” se escuchó indicando que la munición se había terminado.- ¿Ya no funciona o la rompí? –miré el arma con duda, para luego dejarla caer al piso como si fuera un objeto desechable.
El sonido de lo que parecía ser una explosión llamó mi atención.- ¡Tobí! –tomé uno de los fusiles de los cadáveres que se encontraban en el pasillo, estas eran un poco más grandes que el subfusil que boté hace poco. El motivo por el cual no tomé el arma “intimidante” se debía a no haber permitido al hombre terminar de prepararla, para que solo hiciera falta apuntar y accionar el gatillo. En cambio estas debían estar listas para disparar. Guardé mi espada en su vaina para poder sostener el arma (un AK-47) con ambas manos.
Corrí por el pasillo y antes de bajar por las escaleras me coloqué a cubierto en la pared. Asomé un poco la cabeza para ver lo que ocurría. El humo no ayudaba mucho a distinguir la situación, sin embargo me pareció ver a mi compañero en el suelo, además de lo que creí eran unas figuras de pie. Sin dudarlo abrí fuego contra esas supuestas siluetas. No esperaba que los proyectiles dieran el blanco, aunque si tenía suerte mis dispararos deberían llamar la atención del enemigo.
Así fue. El sonido de las balas siendo disparadas en mi dirección, acompañadas de un agudo dolor en mi hombro izquierdo me obligó a resguardarme en mi cobertura al mismo tiempo que un pequeño gruñido causado por el dolor. Una de las balas había logrado perforar mi hombro limpiamente. Ignoré tanto como pude el dolor y reanudé los disparos, no obstante esta vez solo dejé fuera de la cobertura el arma y disparé a ciegas en pequeñas ráfagas para intentar minimizar el retroceso.
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Me fui levantando poco a poco tras apoyarme en una pared. La explosión había creado un agujero en el suelo astillando la madera y todo estaba repleto de humo y polvo. Notaba como varias balas cruzaban la dirección desde ambos lados. Mi seguridad ante esos ataques no me preocupaban, puesto que las balas atravesaban mi cuerpo de sirope limpiamente sin ocasionarme daños.
Desde mi posición pude ver como dos de las siluetas que nos disparaban cayó de espaldas tras recibir una bala perdida de mi compañero. Aproveché el momento de confusión del que quedaba lanzándole una onda cortante que había generado desde mi antebrazo haciendo que el enemigo gritara de dolor cuando le impactó en el pecho.
- ¡Muere perro! - pensé mientras me incorporaba y llamaba a Bizvan para que nos reagrupásemos.
Ya habíamos acabado con unos cuantos, pero aún podían oírse voces en la planta inferior. Seguían siendo más que nosotros y ahora que sabían nuestra posición estábamos enjaulados. Quizás yo fuese antibalas, pero dudaba que mi compañero también lo fuese, por no mencionar que podrían limitarse a lanzarnos bombas y hundir la casa con nosotros dentro. Teníamos que actuar siendo rápidos y letales.
-Voy a bajar yo primero, ya que balas no me afectan, pero no se que armas tendrá el cabecilla y si podrá herirme, asique este es el plan - comencé a hablar nada más que estuvo a mi lado, no había tiempo a réplicas por su parte asique no paré de hablar. - Cuenta hasta tres y vete directo a por el cabecilla nada más que lo veas, los demás son todos míos - terminé con un tono cortante y seco mientras mis cabellos volvían a adquirir ese tono verdoso. Nunca antes había tenido que recurrir a esta técnica dos veces en un mismo combate y sabía que me quedaría bastante cansado, pero estaba muy cabreado y no quería alargar más las cosas. No sabría explicarle a Kimura que había perdido a una de las nuevas promesas de los lobos.
Corrí sin mirar atrás esperando que el marine me siguiese tras seguir mis indicaciones. Pasé el boquete y me introduje por las escaleras donde me encontré a los dos primeros. Uno de ellos portaba un revólver con el que no dudó en apuntarme mientras que el otro portaba una katana. El primero comenzó a descargar toda su munición en un intento inútil de abatirme a la par que el espadachín reculó al ver que dichas balas no conseguían dañarme. Desenfundé mi daga en la mano derecha y uno de mis cuchillos en la izquierda, el cual lancé al de la espada a uno de sus piernas justo antes de saltar a por el pistolero que seguía disparando a pesar de que ya no tenía balas. Acabé con sus absurdos intentos clavando mi daga en el cuello del tipo.
El primero había aún no había tocado el suelo cuando pillé al espadachín arrastrando una pierna intentando llegar al rellano de la planta baja. Otro iluso que no consiguió lo que quería, ya que justo cuando pisó el último escalón mi daga atravesó su nuca haciendo que la chispa de la vida se desvaneciera de aquel tipo. Ya eran dos más los enemigos caídos, pero ahí no quedaba mi tarea, ya que pronto agotaría mis energías y Bizvan bajaría.
Había tres tipos más en la planta de abajo. El del medio era sin duda el hombre que veníamos a buscar. Era un tipo corpulento, vestido con una camiseta de tirantas blancas dejando ver su musculatura. Empuñaba una especie de garrote con un aspecto amenazador, no querría llevarme un golpe de aquel cacharro, pero poco más pude fijarme puesto que los dos esbirros que quedaban se lanzaron a por mi espadas en mano. No iba a poder mantener la técnica durante mucho tiempo más, pero aún así sonreí. La sensación irrefrenable del combate me inundaba.
Saqué otro de mis cuchillos, portando así otra vez dos armas de filo mientras extendía los brazos en cruz. Los tipos se sorprendieron ante tal gesto y fue su perdición. En ese mismo instante para sus ojos desaparecí, pero simplemente me había movido extremadamente rápido gracias al Soru, asique cuando pasé entre ellos con los brazos extendidos ni siquiera me vieron cortarles las gargantas. No fue ahí donde paré, si no que seguí hacia delante directo al cabecilla para propinarle un último golpe antes de que las fuerzas escaparan de mi cuerpo. El tipo se sorprendió al verme aparecer delante suya propinándole una fuerte patada a la altura del estómago con la planta del pie consiguiendo que el tipo saliese despedido unos metros hacia atrás mientras yo caía de rodillas exhausto por el esfuerzo.
Tenía que hacer un esfuerzo horrible para no perder la conciencia, ya que no podía permitírmelo. El grandullón se estaba levantando a pesar de mi golpe. No tenía fuerzas para empuñar siquiera mis armas, asique ya sólo me quedaba esperar al marine. Yo necesitaba descansar antes de poder seguir más.
-Vamos compañero...
Desde mi posición pude ver como dos de las siluetas que nos disparaban cayó de espaldas tras recibir una bala perdida de mi compañero. Aproveché el momento de confusión del que quedaba lanzándole una onda cortante que había generado desde mi antebrazo haciendo que el enemigo gritara de dolor cuando le impactó en el pecho.
- ¡Muere perro! - pensé mientras me incorporaba y llamaba a Bizvan para que nos reagrupásemos.
Ya habíamos acabado con unos cuantos, pero aún podían oírse voces en la planta inferior. Seguían siendo más que nosotros y ahora que sabían nuestra posición estábamos enjaulados. Quizás yo fuese antibalas, pero dudaba que mi compañero también lo fuese, por no mencionar que podrían limitarse a lanzarnos bombas y hundir la casa con nosotros dentro. Teníamos que actuar siendo rápidos y letales.
-Voy a bajar yo primero, ya que balas no me afectan, pero no se que armas tendrá el cabecilla y si podrá herirme, asique este es el plan - comencé a hablar nada más que estuvo a mi lado, no había tiempo a réplicas por su parte asique no paré de hablar. - Cuenta hasta tres y vete directo a por el cabecilla nada más que lo veas, los demás son todos míos - terminé con un tono cortante y seco mientras mis cabellos volvían a adquirir ese tono verdoso. Nunca antes había tenido que recurrir a esta técnica dos veces en un mismo combate y sabía que me quedaría bastante cansado, pero estaba muy cabreado y no quería alargar más las cosas. No sabría explicarle a Kimura que había perdido a una de las nuevas promesas de los lobos.
Corrí sin mirar atrás esperando que el marine me siguiese tras seguir mis indicaciones. Pasé el boquete y me introduje por las escaleras donde me encontré a los dos primeros. Uno de ellos portaba un revólver con el que no dudó en apuntarme mientras que el otro portaba una katana. El primero comenzó a descargar toda su munición en un intento inútil de abatirme a la par que el espadachín reculó al ver que dichas balas no conseguían dañarme. Desenfundé mi daga en la mano derecha y uno de mis cuchillos en la izquierda, el cual lancé al de la espada a uno de sus piernas justo antes de saltar a por el pistolero que seguía disparando a pesar de que ya no tenía balas. Acabé con sus absurdos intentos clavando mi daga en el cuello del tipo.
El primero había aún no había tocado el suelo cuando pillé al espadachín arrastrando una pierna intentando llegar al rellano de la planta baja. Otro iluso que no consiguió lo que quería, ya que justo cuando pisó el último escalón mi daga atravesó su nuca haciendo que la chispa de la vida se desvaneciera de aquel tipo. Ya eran dos más los enemigos caídos, pero ahí no quedaba mi tarea, ya que pronto agotaría mis energías y Bizvan bajaría.
Había tres tipos más en la planta de abajo. El del medio era sin duda el hombre que veníamos a buscar. Era un tipo corpulento, vestido con una camiseta de tirantas blancas dejando ver su musculatura. Empuñaba una especie de garrote con un aspecto amenazador, no querría llevarme un golpe de aquel cacharro, pero poco más pude fijarme puesto que los dos esbirros que quedaban se lanzaron a por mi espadas en mano. No iba a poder mantener la técnica durante mucho tiempo más, pero aún así sonreí. La sensación irrefrenable del combate me inundaba.
Saqué otro de mis cuchillos, portando así otra vez dos armas de filo mientras extendía los brazos en cruz. Los tipos se sorprendieron ante tal gesto y fue su perdición. En ese mismo instante para sus ojos desaparecí, pero simplemente me había movido extremadamente rápido gracias al Soru, asique cuando pasé entre ellos con los brazos extendidos ni siquiera me vieron cortarles las gargantas. No fue ahí donde paré, si no que seguí hacia delante directo al cabecilla para propinarle un último golpe antes de que las fuerzas escaparan de mi cuerpo. El tipo se sorprendió al verme aparecer delante suya propinándole una fuerte patada a la altura del estómago con la planta del pie consiguiendo que el tipo saliese despedido unos metros hacia atrás mientras yo caía de rodillas exhausto por el esfuerzo.
Tenía que hacer un esfuerzo horrible para no perder la conciencia, ya que no podía permitírmelo. El grandullón se estaba levantando a pesar de mi golpe. No tenía fuerzas para empuñar siquiera mis armas, asique ya sólo me quedaba esperar al marine. Yo necesitaba descansar antes de poder seguir más.
-Vamos compañero...
Bizvan
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Cuando la munición se terminó dejé caer el arma al suelo, y me llevé la mano a la herida del hombro. De tener las hierbas curativas a mi alcance podría aplicarme primeros auxilios yo mismo, pero no había tiempo para eso.* Debo conseguir un banano táctico.
Tobías me llamó y de inmediato me acerqué para saber qué es lo que quería. Dio a conocer su plan, y no me gustó para nada, por desgracia no tenía uno mejor. Solo asentí con la cabeza para indicar que seguiría sus indicaciones a la perfección. Sin nada más que decir, el cabello de mi compañero adquirió un tono verde y se dirigió a cumplir su parte del plan.* En serio, tengo que hablar con este chico cuando terminemos con esto. *
“1”prendí la última bomba de humo que me quedaba y la sostuve con la mano izquierda. “2” no podía realizar gran cosa con el brazo lastimado, no obstante sostener algo tan ligero no era un problema. “3” desenvainé la espada y salí de la cobertura.
No podía creer que él se encargara de 4 enemigos en tan solo 3 segundos, no obstante ahora mismo Tobí se encontraba de rodillas y el objetivo comenzaba a levantarse del suelo. Su rostro estaba deformado por la ira. Intenté acabar con todo antes de que mi enemigo terminara de prepararse, más al notar que su vida corría peligro rodo por el piso esquivando mí espada.
* Ahh, otro bruto. *pelear contra este sujeto ya era complicado aun utilizando la fuerza de ambos brazos. Si mi velocidad y agilidad fueran altas pelear con un solo brazo no sería un problema.* Espero que funcione.
Ambos nos desplazamos para atacar. Las armas chocaron, tanto él como yo comenzamos a empujar intentando causar un desequilibrio. No podía igualar su fuerza y lo único que me impedía perder en su totalidad contra él eran mis piernas. Como espadachín estaba acostumbrado a distribuir mi peso de la mejor manera, para de esta forma realizar mejores cortes. En cambio mi oponente solo confiaba en la fuerza de sus brazos para acabar con sus oponentes. Tan solo con ver su postura de combate noté esto.
Un pequeño “crack” llegó hasta mis oídos, dando como resultado que cediera en el combate de fuerza y retrocediera. Ya conocía ese sonido.* Lo siento amiga, te pedí más de lo que podías. *originalmente tenía planeado cortar su arma, pero esta resultó estar hecha de un material más fuerte, dando como resultado que la hoja se dañara en algún lugar. Por fortuna no todo era malo, durante el choque mi enemigo había estado inhalando el humo de la bomba. Tanto Tobías como yo teníamos colocadas máscaras que nos protegían de las toxinas del humo… Él no.
Si no podía ganar con fuerza o velocidad, tendría que recurrir a métodos indirectos de ataque.
Entre más humo respirara el efecto de las drogas actuaría con mayor rapidez, el problema era el tamaño del lugar y la puerta derribada, motivo por el cual continué acercándome para atacar para obligarlo a respirar el humo. Evité bloquear o golpear su arma cuanto pude.
Su garrote se movió e impactó contra mi brazo y cuerpo lanzándome como un muñeco contra uno de los estantes y destrozándolo. Creo que me había roto el brazo y algunas costillas, no escupir sangre me indicó que no había hemorragia interna, pero ahora mismo no podía levantarme. Me faltaba el aire para maldecir como nunca lo había hecho.
El hombre se echó a reír mientras miraba mi patético intento por ponerme de pie. Comenzó a caminar en mi dirección con claras intenciones de terminar las cosas. Repentinamente su rostro se deformó en una expresión de horror y un grito emergió de su garganta. Utilizando el garrote comenzó a dar golpes en todas direcciones mientras gritaba “aléjense” desesperadamente.
Esa maldita sonrisa que tanto me tenía acomplejado se formó en mi rostro. Realizando un esfuerzo titánico (y motivado por estar tan cerca de acabar con él) me levanté del suelo. Utilicé la espada para apoyarme y caminar. No le presté importancia a mi brazo que se encontraba flexionado en la dirección contraria o al dolor de mi costado izquierdo. Caminé (o eso era lo que intentaba) de manera lenta hasta donde el hombre peleaba contra algo que lo aterraba al grado de orinarse en los pantalones, y en todo momento esa maldita sonrisa no se borró de mi rostro.
Aprovechando que me dio la espalda realicé un corte horizontal en sus corvas. Los 2 caímos al suelo, yo por no poder mantener el equilibrio tras realizar el tajo, y él a causa del corte. No sé qué estaba viendo, pero al notar que no podía colocarse de pie, comenzó a arrastrarse por el suelo para intentar escapar mientras lloraba de manera desgarradora.
Tobías me llamó y de inmediato me acerqué para saber qué es lo que quería. Dio a conocer su plan, y no me gustó para nada, por desgracia no tenía uno mejor. Solo asentí con la cabeza para indicar que seguiría sus indicaciones a la perfección. Sin nada más que decir, el cabello de mi compañero adquirió un tono verde y se dirigió a cumplir su parte del plan.* En serio, tengo que hablar con este chico cuando terminemos con esto. *
“1”prendí la última bomba de humo que me quedaba y la sostuve con la mano izquierda. “2” no podía realizar gran cosa con el brazo lastimado, no obstante sostener algo tan ligero no era un problema. “3” desenvainé la espada y salí de la cobertura.
No podía creer que él se encargara de 4 enemigos en tan solo 3 segundos, no obstante ahora mismo Tobí se encontraba de rodillas y el objetivo comenzaba a levantarse del suelo. Su rostro estaba deformado por la ira. Intenté acabar con todo antes de que mi enemigo terminara de prepararse, más al notar que su vida corría peligro rodo por el piso esquivando mí espada.
* Ahh, otro bruto. *pelear contra este sujeto ya era complicado aun utilizando la fuerza de ambos brazos. Si mi velocidad y agilidad fueran altas pelear con un solo brazo no sería un problema.* Espero que funcione.
Ambos nos desplazamos para atacar. Las armas chocaron, tanto él como yo comenzamos a empujar intentando causar un desequilibrio. No podía igualar su fuerza y lo único que me impedía perder en su totalidad contra él eran mis piernas. Como espadachín estaba acostumbrado a distribuir mi peso de la mejor manera, para de esta forma realizar mejores cortes. En cambio mi oponente solo confiaba en la fuerza de sus brazos para acabar con sus oponentes. Tan solo con ver su postura de combate noté esto.
Un pequeño “crack” llegó hasta mis oídos, dando como resultado que cediera en el combate de fuerza y retrocediera. Ya conocía ese sonido.* Lo siento amiga, te pedí más de lo que podías. *originalmente tenía planeado cortar su arma, pero esta resultó estar hecha de un material más fuerte, dando como resultado que la hoja se dañara en algún lugar. Por fortuna no todo era malo, durante el choque mi enemigo había estado inhalando el humo de la bomba. Tanto Tobías como yo teníamos colocadas máscaras que nos protegían de las toxinas del humo… Él no.
Si no podía ganar con fuerza o velocidad, tendría que recurrir a métodos indirectos de ataque.
Entre más humo respirara el efecto de las drogas actuaría con mayor rapidez, el problema era el tamaño del lugar y la puerta derribada, motivo por el cual continué acercándome para atacar para obligarlo a respirar el humo. Evité bloquear o golpear su arma cuanto pude.
Su garrote se movió e impactó contra mi brazo y cuerpo lanzándome como un muñeco contra uno de los estantes y destrozándolo. Creo que me había roto el brazo y algunas costillas, no escupir sangre me indicó que no había hemorragia interna, pero ahora mismo no podía levantarme. Me faltaba el aire para maldecir como nunca lo había hecho.
El hombre se echó a reír mientras miraba mi patético intento por ponerme de pie. Comenzó a caminar en mi dirección con claras intenciones de terminar las cosas. Repentinamente su rostro se deformó en una expresión de horror y un grito emergió de su garganta. Utilizando el garrote comenzó a dar golpes en todas direcciones mientras gritaba “aléjense” desesperadamente.
Esa maldita sonrisa que tanto me tenía acomplejado se formó en mi rostro. Realizando un esfuerzo titánico (y motivado por estar tan cerca de acabar con él) me levanté del suelo. Utilicé la espada para apoyarme y caminar. No le presté importancia a mi brazo que se encontraba flexionado en la dirección contraria o al dolor de mi costado izquierdo. Caminé (o eso era lo que intentaba) de manera lenta hasta donde el hombre peleaba contra algo que lo aterraba al grado de orinarse en los pantalones, y en todo momento esa maldita sonrisa no se borró de mi rostro.
Aprovechando que me dio la espalda realicé un corte horizontal en sus corvas. Los 2 caímos al suelo, yo por no poder mantener el equilibrio tras realizar el tajo, y él a causa del corte. No sé qué estaba viendo, pero al notar que no podía colocarse de pie, comenzó a arrastrarse por el suelo para intentar escapar mientras lloraba de manera desgarradora.
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