El Colmillo [Osuka-Dexter]

La isla estaba viva aquella mañana. Los canteros corrían de mina en mina, los arquitectos llevaban planos de aquí para allá y los barcos arrojaban escombros al mar. Alguna gente había preguntado por qué, pero con mucha sinceridad se había respondido: Seguridad. La Isla estaba muy expuesta pese a sus escarpadas costas, y ahora que el Ojo era capital de Fiordia, era imprescindible que su seguridad aumentase. De ese modo, cualquier barco que se alejase más de treinta millas estaba obligado a pasar por el control de Puerto Oeste, aunque terminaría pronto. Una vez las isletas estuvieran en funcionamiento, podrían ser utilizadas como aduanas.

-¿Por qué ahora, Dexter?- la voz de Argie sonó a su espalda. Siempre tenía la impresión de que aparecía de la nada, aunque eso era bueno. Mientras estuviese al mando de las fuerzas del Ojo, Fiordia estaba protegida. No podría haber elegido un senescal mejor.

-Porque la Revolución se mueve- respondió él, sin dejar de mirar los planos. El desarrollo urbanístico del Ojo había sido increíble en tan sólo dos años, y las decisiones de Argie Mufasa habían demostrado ser en ese campo todavía más óptimas-. Y por el título que me ha dado el Gobierno, yo no tengo elección de permanecer neutral.

-Eres un pirata...

-Eso es perderse en la gramática. Algunos en esta isla me llaman Dios.

-Sólo los que no te conocen. Tus ronquidos se escuchan en mi casa, es normal que también te hagas un dormitorio un poco más alejado.

Sus uñas plateadas reposaron por un momento en el añadido más importante del Ojo mientras Dexter contenía una risa. El Colmillo, como lo habían llamado por el momento, estaba pensado para ser la nueva residencia de Dexter, tan grande como una montaña. De hecho, era una montaña. Las Forjas del Ojo se trasladarían a la parte baja, y una mayúscula entrada, inaccesible a pie, estaría en la cara Oeste, a media altura para la cumbre. Ahí estarían sus aposentos privados... Por llamarlos de forma humilde.

-Además te olvidas del Faro Dragón- terminó por decir Dexter-. Tan alto como la montaña, con un único objetivo.

-Una lente compuesta de aumento que recorre quinientos metros de altura me parece excesiva- puntualizó Mufasa, con tono de niñera.

-Pero permitirá a la gente del turno ver cualquier cosa a kilómetros de distancia. Podrán ver incluso la costa de Foodvalten con cierto detalle.

-Te obsesionas con la protección. En serio, ¿Qué es lo peor que podría pasar?

-¿Te refieres aparte de que entre Minato escondido de alguna forma y me sermonee?

Se callaron. No pudieron evitar girar las cabezas lentamente, muy lentamente, y cuando chocaron las miradas echaron a reír. La posibilidad era con diferencia la más estúpida y, si cabía, la menos peligrosa. Al fin y al cabo, Minato no mataría inocentes y tanto él como Argie podían reducirlo fácilmente. Kai, no obstante, tenía más peligro.

-Por cierto, el chico del que me habló Krauser... ¿Cuándo llega?

-Según los informes el señor Kyrios atracó en la isla unos quince minutos, aunque quién sabe- rió-. Debería estar a punto de llegar.

-Perfecto. Puedes ir yendo a revisar que no rompan nada mientras extraen piedra, me las apañaré solo.

Se despidió, y de nuevo Dexter quedó solo en la enorme estancia. Había un par de sillas junto a la enorme mesa, donde un mapa desplegado de tres por tres metros descansaba. Lo que ya existía en detalle, lo que aún no con una lámina de papel cebolla encima, lleno de cálculos y coordenadas. Si todo iba como se esperaba, Osuka Sumisu llegaría a la sala central del palacio en muy poco tiempo... Pero hasta los mejores se equivocaban en sus estimaciones a veces.

Osuka estaba nervioso, no tenía motivo, bueno, en realidad si tenía motivos. Por alguna razón que desconocía, había sido llevado por orden del Oficial Krauser a directamente a la isla del Ojo, gobernada ni más ni menos por un Yonkou, Dexter Black. Nunca había estado en aquella isla, principalmente porque lo último que escucho de ella es que había un tornado de proporciones épicas rodeándola, pero ahora todo era paz y tranquilidad, lo cual le resultaba curioso, pensando si aquello paso gracias al ex-Shichibukai.

Fue conducido por toda la ciudad hasta llegar a un gran palacio, donde seguramente el Yonkou vivía y donde gestionarían la mayoría de la isla, el lugar en si era lustroso a unos niveles exagerados. Al entrar por la puerta principal, todo estaba decorado con plantas,  cuadros y otras cosas, también había algunas estatuas de color blanco, de bustos la mayoría. El revolucionario se puso a inspeccionar una de ellas. Detrás del sonó una voz que hizo que Osu se sobresaltase y le arrancase la nariz de quajo, haciendo un minúsculo ruido casi inaudible, se llevó las manos a la espalda, metiéndose el cachito en el bolsillo de atrás y sonriendo con inocencia.

- El señor Black le espera.- dijo una mujer de tez morena, la cual había originado la voz de antes, que parecía trabajar en aquel lugar.

Subieron unos cuantos pisos del edificio, hasta llegar a una gran puerta de aspecto imponente, que indicaba que lo más seguro es que el Yonkou estuviera detrás de esta. La señorita se despidió, después de decirle que si necesitaba algo que les llamasen. Osuka se queda solo ante la puerta, las manos le temblaban aunque no sabía porque.

- Venga Osu, no te pongas nervioso. Solo es Dexter Black, uno de los piratas más buscados, que se cargó a dos Yonkous y ahora él es uno… -. Cogió aire y lo soltó suavemente.- Haya vamos…

Abrió lentamente la puerta, haciendo un ruido chirriando no muy agradable, en aquella habitación había cosas muy curiosas, aunque el demonio plateado solo podía fijarse en el individuo que estaba en ella, Dexter.

- H-Hola, soy el enviado de Krauser, Osuka.

-Lo he oído- comentó, en lugar de responder, sin darse la vuelta. El mapa era muy importante, y todo tenía que ir como la seda. Ni una mínima perturbación en las láminas semitransparentes, ni un fallo de cálculos. Aunque eso era teóricamente imposible, siempre tenía que contar con ello. Pero se estaba olvidando de su nuevo acompañante, Osuka. Y había mencionado algo-. Técnicamente me ayudó Byakuro, y... Creo que soy el Pirata vivo más buscado. Pero eso no es muy relevante.

Su larga coleta ondeó cuando se dio la vuelta. Las botas altas tenían un tacón mínimo, pero hacían más estilizada su figura, y el chaquetón borgoña se movió a ambos lados cuando frenó, indeciso. Parecía querer seguir pendulando, pero incapaz, finalmente se detuvo. En su cinturón una Katana envainada, con funda y mango negros perfectamente pulidos, brillantes. Casi desentonaba con el resto de su vestimenta, aunque la perfección de las ropas que llevaba hacía que hasta ese pequeño desliz fuera difícil de notar. Por otro lado, su melena aparentemente negra dio, al darse la vuelta, pie a la verdadera característica del pirata: El cabello Bicolor. Una mitad negra y otra blanca, con un peinado desgarbado en la parte delantera... Cuanto tiempo hacía ya desde que se lo arreglaba cada semana. Los tiempos cambian.

-Dexter Black, encantado- se acercó para tomar su mano. Fuera cual fuera el resultado del apretón, se apartaría un paso-. Bueno, supongo que sabes por qué estás aquí.

Sus palabras se acompañaron de un gesto con la mano mientras se daba la vuelta, instándolo a acompañarlo. Tenía que explicarle todo lo que necesitaba, y hacer que lo entendiese. Esperaba que Krauser se lo hubiera explicado al menos en parte, le ahorraría gran parte del trabajo, pero de todos modos nunca estaba de más explicarlo.

-Como puedes ver nosotros estamos aquí- señaló el Palacio con la mano derecha. Era un dato obvio, pero siempre era mejor decir lo irrelevante antes de calentar motores-. La Isla se llama el Ojo por su forma, como puedes observar. Parece un ojo, y sus elevaciones orográficas le dan un aspecto como de estar abierto- la verdad es que no sabía hasta qué punto debía hablar de frivolidades, pero continuó-. Necesito construir todo esto.

Señaló un grupo de isletas que rodeaban la totalidad de la isla, dejando apenas espacios de cien metros para pasar los barcos al mar interior que dejaban, y bastante menos en las zonas más susceptibles.

-Es bastante sencillo, en realidad. Krauser me comentó que eres usuario de la Ishi Ishi no mi, la akuma no mi que controla la piedra. Sólo tienes que dar forma a toda la que estamos vertiendo en el mar alrededor de la isla para que podamos formar un muro natural. Y además... Esto.

El colmillo. Llevaban cerca de tres semanas soltando basaltos y granitos en la zona Oeste junto al puerto, para poder crear el monte.

-Son quinientos metros de montaña, más o menos. Cientos de toneladas de piedra ya están listas tanto ahí como en los demás puntos para que les des forma y, la que falta, está en camino. ¿Crees que podrás ayudarme?

Ya se encargaría luego de construir pequeñas bases en las islas muro, y el Faro Dragón. Además, tenía que pensar cuánto estaría bien pagarle al chico. ¿Lo preguntaría él? Lo hiciera o no, su premio estaba casi decidido si accedía a hacerle el favor.

El demonio maldecía los momentos incomodos que sufría debido a que el Yonkou había oído lo que había dicho antes de entrar en la habitación. Tenía que pensarse seriamente saber cómo narices lo hacia la gente.

La silla se dio la vuelta, dando a mostrar a un hombre increíblemente alto para ser humano y un curioso pelo bicolor separado en dos mitades. Iba bien vestido y de forma muy elegante, demostrando que a pesar de ser un pirata tenía su buena fortuna guardada. Se acercó al revolucionario para darle la mano en gesto de saludo, lo cual correspondí con un fuerte apretón de manos. A continuación le enseño el gran mapa que tenía sobre la mesa, mostrando la geografía de toda aquella isla con forma de ojo, que curiosamente tenía unas isletas a su alrededor que no había visto antes de desembarcar.
Tito Krau le había comentado que tenía que ayudar al pirata para algo relacionado con los poderes de su akuma, pero era más exagerado de lo que creía que iba a hacer en la isla. Después de todo le estaba pidiendo que hiciera un muro natural alrededor de la isla, además de una montaña de medio kilómetro de altura. Era una faena complicada, pero con la Ishi Ishi quizá fuera posible e incluso seguramente el resto de la isla también ayudaría.

El demonio plateado se quedó mirando fijamente el plano en silencio durante unos segundos, formando en su cabeza como narices podía hacerlo y si funcionaria.

- Si… Creo que puedo ayudar… Siempre y cuando pueda estar en contacto con el material, por lo que lo de las isletas del alrededor no podré hacer nada hasta que sobresalgan del agua lo suficiente.- dejando de lado las islitas, se concentró en aquella montaña.- Sobre lo otro, ya te puedo decir que no será un trabajo de un solo dia, puedo tardar unas semanas, o más de un mes, para que la montaña no se derrumbe por su propio peso.

-Lo del material no debería representar ningún problema. Al fin y al cabo, según le des forma podrás acceder al más bajo, ¿No? Podrías ir haciéndote un nicho hasta lo más hondo e ir de abajo arriba, supongo- no entendía mucho aquella Akuma, aunque se suponía que podía manipular grandes cantidades de piedra. Si Krauser estaba en lo cierto su idea no estaba fuera de contexto. sin embargo, era probable que Osuka quisiera puntualizar algo al respecto-. Respecto a la montaña, en este caso tengo casi trescientas personas hace un mes construyendo la estructura interna de lo que será la montaña, y podría poner unas doscientas más para acelerar el trabajo. Lo más importante sería aunar la isla a las columnas de la costa, para lo que también estamos preparados. Como podrás comprobar, no hay más de unos veinte metros de calado alrededor de la isla, y hemos aprovechado ese detalle. Al fin y al cabo, sería inviable plantearse esto a profundidades mayores.

Señaló finalmente las últimas cifras anotadas, junto con un reglaje de profundidades, y observó de nuevo cada pequeño cálculo. Los arquitectos no habían errado, y aunque le daba un poco de miedo pensar en la dificultad de la tarea que estaba encomendando, sólo había un par de personas que pudieran hacer esa clase de cosas. "Uno es Osuka, el otro... ¿Cómo se llamaba?", pensó mientras terminaba de pasar los dedos por el mapa. Su mano izquierda era plateada, y la derecha cerrada en un puño se reposaba sobre la mesa, haciéndole de apoyo para acercarse a algunas partes casi inaccesibles.

-Lógicamente, tengo pensado pagarte. No puedo dar mucho, dado que me he gastado casi tres cuartas partes de mi tesoro en la construcción de la isla, pero podría pagarte...- echó unas cuentas rápidas. Hacía un tiempo puso a sus carpinteros a crear el barco de un tal Maximillian, un tipo que pagó cien millones de berries aparte de los gastos de creación... Era una parte del presupuesto con la que nunca había contado, y la verdad fuera dicha seguramente se tratase del mejor uso que daría a ese dinero-. Puedo pagarte cien millones de berries por este trabajo. Siempre y cuando salga bien y lo hagamos lo más rápido posible.

Dejó de atender al mapa y se dio la vuelta cuando la puerta se abrió por segunda vez aquella mañana. Entró un hombre de tez morena y cabellera blanca, portando unas gafas que se fue colocando mientras acortaba distancias con el mapa y añadía un pequeño nuevo dato para las defensas de la isla.

-Sólo faltan treinta toneladas de piedra por llegar. ¿Anda Argie por aquí?

-Se fue hace unos minutos- respondió Dexter, como si tal cosa. El ajetreo en el interior del ala este del Palacio Blanco era algo demasiado habitual-, ¿Tenías algo importante que decirle?

-En realidad es una tontería. Sobrecalculó la masa de la montaña, pero dado que va a estar hueca la presión ejercida sobre el lecho será mucho menor. Podríamos utilizar la zona desaguada para algo útil.

-Si ella lo ha puesto así seguramente ya lo haya pensado. En cualquier caso, debe estar en su despacho. Ve y coméntaselo- De repente recordó que estaba con el chico del pelo pincho-. ¡Por cierto! Éste es Osuka Sumisu, el que nos va a ayudar a preparar las defensas.

-Parece más alto en el cartel- respondió, y con una sonrisa tendió la mano al revolucionario-. Tad Aqmaer, jefe de obra del proyecto Colmillo y profesor agregado de la Escuela de Arquitectura. Encantado.

Era un poco pretencioso, pero no era mal tipo. Aunque aquella presentación... No le sorprendería que Osuka se ofendiese un poco.