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Las seis de la tarde, un tiempo nublado y bastante probabilidad de lluvia. Una figura caminaba lentamente hacia el coliseo. Sus ojos estaban entrecerrados y sus cabellos rubios apenas se movían. Tenía toda la pinta de un gladiador de combate. Vestía con un armadura completa de color negro, la cual disponía de un par de cuernos blancos situados sobre un yelmo. Todo aquel material estaba hecho de kairouseki puro. A su espalda portaba una funda blanca, en la que parecía haber un arma enorme. Sus grebas realizaban un sonido metálico algo incómodo, pero no era algo que molestara a aquella persona. Una capa blanca bajaba desde la parte de sus hombros hasta la mitad de la espalda. Las palabras “Vice-Almirante” estaban escritas en ella. Aquel hombre se trataba del mismísimo Xemnas Death. El marine conocido como el tornado dorado. El motivo por el que estaba allí, era porque Misa había pedido una revancha contra él.
No tardó mucho en llegar al coliseo donde la última vez combatió con ella, además de con Alice. Pudo ver que había bastantes reclutas por allí sentados. Al parecer, estaban al tanto de lo que iba a pasar. Pudo ver incluso pancartas animando a la capitana y con corazones y todo. El devastador ladeó la cabeza mirando a otro lado. No le costaba mucho moverse debido a su considerable fuerza. De un movimiento rápido desenvainó su espadón de kairouseki, realizando un sonido metálico bastante sonoro. La gente aplaudió con fuerza aquella acción del superior. Todos iban comentando lo último que se decía de Xemnas, que el Almirante Shirosai lo tenía en gran estima y le había dado una recomendación. Aquel chico rubio caminó hasta quedar en uno de los extremos de aquel sitio. Apretó el puño derecho y tomó aire lo mejor que pudo. Después lo fue soltando muy lentamente. Esta vez pensaba ir con todo desde el principio. Eso quería decir, que su espada y su armadura iban a ser utilizadas al máximo.
- Hoy vas a demostrarme la mejora de la que todo el mundo habla, Misa.
Susurró para sí mismo mientras se relamía despacio. Esperaba que no usase aquellas horribles pastillas o de lo contrario se iba a enfadar bastante con ella. Sabía su forma de pelear desde la otra vez y por ello pensaba utilizar sus conocimientos de batalla para derrotarla. Sus propias habilidades habían aumentado lo suficiente como para poner en problemas a más de un Vice-Almirante. Entrecerró los ojos despacio y mostró una expresión seria en su rostro. Lentamente, una leve brisa de viento movió sus cabellos despacio. El emperador blanco estaba preparado para aquel combate épico.
No tardó mucho en llegar al coliseo donde la última vez combatió con ella, además de con Alice. Pudo ver que había bastantes reclutas por allí sentados. Al parecer, estaban al tanto de lo que iba a pasar. Pudo ver incluso pancartas animando a la capitana y con corazones y todo. El devastador ladeó la cabeza mirando a otro lado. No le costaba mucho moverse debido a su considerable fuerza. De un movimiento rápido desenvainó su espadón de kairouseki, realizando un sonido metálico bastante sonoro. La gente aplaudió con fuerza aquella acción del superior. Todos iban comentando lo último que se decía de Xemnas, que el Almirante Shirosai lo tenía en gran estima y le había dado una recomendación. Aquel chico rubio caminó hasta quedar en uno de los extremos de aquel sitio. Apretó el puño derecho y tomó aire lo mejor que pudo. Después lo fue soltando muy lentamente. Esta vez pensaba ir con todo desde el principio. Eso quería decir, que su espada y su armadura iban a ser utilizadas al máximo.
- Hoy vas a demostrarme la mejora de la que todo el mundo habla, Misa.
Susurró para sí mismo mientras se relamía despacio. Esperaba que no usase aquellas horribles pastillas o de lo contrario se iba a enfadar bastante con ella. Sabía su forma de pelear desde la otra vez y por ello pensaba utilizar sus conocimientos de batalla para derrotarla. Sus propias habilidades habían aumentado lo suficiente como para poner en problemas a más de un Vice-Almirante. Entrecerró los ojos despacio y mostró una expresión seria en su rostro. Lentamente, una leve brisa de viento movió sus cabellos despacio. El emperador blanco estaba preparado para aquel combate épico.
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– Y llegó el día – le comentó un joven recluta, de pelo color castaño, ojos azulados y una mirada decisiva. – ¿Cree que puede vencer, capitana?
– No tengo idea – le respondió mientras sonreía. Al fin, luego de un tiempo, Xemnas había aceptado la revancha. – Es un vicealmirante y su poder es extraordinario, quizá no tenga muchas oportunidades – ambos iban caminando rumbo al lugar donde se iban a enfrentar. Estaba bastante nerviosa y más si él sabía todo lo que había ocurrido en Marineford hace un par de meses atrás. – Bueno, ya estamos aquí. – Suspiró con calma y notó como es que su compañero se iba a las gradas. Ya desde fuera notaba el ruido y los vítores. Estaba completamente lleno y no cabía ni un alma más en aquel lugar.
Vestía de forma adecuada para la ocasión. Una camiseta negra y unos pantalones cortos del mismo tono, sobre sus hombros y casi llegando a sus rodillas, su gabardina de marine que indicaba su rango. ”Capitana…” – su mirada se fue haciendo más intensa y concentrada. A medida que caminaba, iba notando cierta presión, ciertos nervios y dudas. ¿Podría vencer? Le encantaría pensar que era posible, que podía hacerlo y que, de alguna forma, se quedaría con la victoria. Pero, al frente iba a estar Xemnas. Un vicealmirante y además, había escuchado que un Almirante lo tenía en alta estima y que incluso le había dado una recomendación. ”Eso indica hasta donde es capaz de llegar” – no tardó mucho más en entrar y fue entonces que, súbitamente, alzó el puño derecho. Las gradas explotaron en ruidos de aliento. Todos estaban a punto y la emoción se sentía en el aire. Sonrió de medio lado y tiró la gabardina lejos.
– Gracias por aceptar, Xemnas – le dijo mientras se crujía los nudillos. Como esperaba, portaba su armadura de kairoseki y su espada de dos metros. ”Lo conozco lo suficiente… Usaré todo mi arsenal y conocimientos.” – tenía un par de cosas que mostrar e incluso, se mostraba bastante confiada. – Si te llego a vencer, me invitarás a comer a donde yo quiera – con lo fuerte que estaban los gritos, dudaba que alguien pudiera escuchar su conversación. – Puedes pedir lo que quieras, si llegas a ganar. Vamos, para que esto no sea una simple revancha. ¿Te parece bien?
Miró las gradas por unos segundos. Había muchos carteles con su nombre e incluso veía algunos reclutas con cintas con su nombre y banderas. ”Nunca me esperé recibir tanta atención. Supongo que eso pasa cuando proteges Marineford” – suspiró con calma. No le iba a contar a Xemnas que había logrado entrenar su haki mantra. Le quería dar una sorpresa, además, esta sería la oportunidad perfecta para probar su nueva técnica y ver qué resultados traía. Esta vez iba a ser diferente, iba a ser totalmente diferente a la vez pasada. Era mucho más fuerte y quizás él con su mantra podía percibir su incremento de poder. ”No te confíes, idiota” – se repitió un par de veces. Xemnas era alguien muy fuerte y con muchas capacidades… No podía darse el lujo de confiarse.
– No tengo idea – le respondió mientras sonreía. Al fin, luego de un tiempo, Xemnas había aceptado la revancha. – Es un vicealmirante y su poder es extraordinario, quizá no tenga muchas oportunidades – ambos iban caminando rumbo al lugar donde se iban a enfrentar. Estaba bastante nerviosa y más si él sabía todo lo que había ocurrido en Marineford hace un par de meses atrás. – Bueno, ya estamos aquí. – Suspiró con calma y notó como es que su compañero se iba a las gradas. Ya desde fuera notaba el ruido y los vítores. Estaba completamente lleno y no cabía ni un alma más en aquel lugar.
Vestía de forma adecuada para la ocasión. Una camiseta negra y unos pantalones cortos del mismo tono, sobre sus hombros y casi llegando a sus rodillas, su gabardina de marine que indicaba su rango. ”Capitana…” – su mirada se fue haciendo más intensa y concentrada. A medida que caminaba, iba notando cierta presión, ciertos nervios y dudas. ¿Podría vencer? Le encantaría pensar que era posible, que podía hacerlo y que, de alguna forma, se quedaría con la victoria. Pero, al frente iba a estar Xemnas. Un vicealmirante y además, había escuchado que un Almirante lo tenía en alta estima y que incluso le había dado una recomendación. ”Eso indica hasta donde es capaz de llegar” – no tardó mucho más en entrar y fue entonces que, súbitamente, alzó el puño derecho. Las gradas explotaron en ruidos de aliento. Todos estaban a punto y la emoción se sentía en el aire. Sonrió de medio lado y tiró la gabardina lejos.
– Gracias por aceptar, Xemnas – le dijo mientras se crujía los nudillos. Como esperaba, portaba su armadura de kairoseki y su espada de dos metros. ”Lo conozco lo suficiente… Usaré todo mi arsenal y conocimientos.” – tenía un par de cosas que mostrar e incluso, se mostraba bastante confiada. – Si te llego a vencer, me invitarás a comer a donde yo quiera – con lo fuerte que estaban los gritos, dudaba que alguien pudiera escuchar su conversación. – Puedes pedir lo que quieras, si llegas a ganar. Vamos, para que esto no sea una simple revancha. ¿Te parece bien?
Miró las gradas por unos segundos. Había muchos carteles con su nombre e incluso veía algunos reclutas con cintas con su nombre y banderas. ”Nunca me esperé recibir tanta atención. Supongo que eso pasa cuando proteges Marineford” – suspiró con calma. No le iba a contar a Xemnas que había logrado entrenar su haki mantra. Le quería dar una sorpresa, además, esta sería la oportunidad perfecta para probar su nueva técnica y ver qué resultados traía. Esta vez iba a ser diferente, iba a ser totalmente diferente a la vez pasada. Era mucho más fuerte y quizás él con su mantra podía percibir su incremento de poder. ”No te confíes, idiota” – se repitió un par de veces. Xemnas era alguien muy fuerte y con muchas capacidades… No podía darse el lujo de confiarse.
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Los gritos que la gente daba eran demasiado molestos para el devastador de la marina, pero si era sincero, tampoco le molestaban tanto como las odiosas pastillas de la chica rubia. Los azulados ojos del Vice-Almirante se abrieron un poco más de la cuenta cuando vieron a la chica aparecer por el otro lado del coliseo. Era el momento de dar el combate perfecto y mostrarle que por mucho que le retase, siempre iba a estar un paso por debajo de él. Sus habilidades habían sido mejoradas y su entrenamiento había merecido la pena. El emperador blanco estaba dispuesto a mostrar sus capacidades más bélicas en aquel encuentro. A diferencia del anterior, no pensaba contenerse ni un poco. Realizó un sonido metálico cuando desenvainó su preciosa arma pesada. Podía manejarla como si de un palito de madera se tratase. No le pesaba nada y lo mismo podía decir de aquella armadura que portaba.
Escuchó las palabras de la rubia y mostró una sonrisa ladeada. Ya estaba claro lo que iba a pedir, por lo que simplemente entrecerró los ojos y tomó algo de aire. “Dile adiós a esas pastillas” Pensó entonces al mismo tiempo que movía un poco los pies. Quería calentar un poco antes del encuentro. Contaba con la aprobación del Almirante Shirosai y con eso le bastaba para que su confianza aumentase bastante. Activó su haki de observación, centrándolo por toda la arena y no solo en ella. Todas las presencias eran considerables, pero la que más destacaba era la de la capitana. Su poder había aumentado al parecer y eso le hizo sonreír de lado. Si quería apostar una cena, no la iba a lograr. No al menos de esa forma, pues el chico no tenía ni un duro. Nunca pedía el sueldo, ya que pasaba de las cosas materiales y comía allí. A lo mejor podía rascar un poco en la hucha que tenía en el camarote.
- Si pierdes, no usarás dopaje nunca más. Eso es lo que pido y ahora… Disfrutemos de este combate, Misa. Antes yo mismo admitía que sobraba un poco en mi puesto, ahora lo tengo más que merecido.
Xemnas salió corriendo a por ella sin esperar más. El sonido que realizaba era debido a su enorme armadura, con la que esperaba estar a salvo de los golpes y quemaduras de las explosiones. Fue arrastrando el filo de la espada todo el tiempo por la arena, hasta que finalmente llegó a la posición de la rubia. No pensaba usar por el momento el haki armadura, lo reservaría un poco más. Sin pensárselo, lanzó un potente tajo con el filo de su arma. Una vez lo hiciese, giraría sobre sí mismo y lanzaría otro potente golpe, pero esta vez con la zona ancha del arma. Le diese o no, giraría sobre sí mismo y se alejaría un poco, levantando algo de arena. Aquello provocó que la gente empezase a gritar de emoción.
- ¡Ese es el tornado dorado! ¡Xemnas-sama!
Gritaban algunos reclutas de la banda de Al Naion.
Escuchó las palabras de la rubia y mostró una sonrisa ladeada. Ya estaba claro lo que iba a pedir, por lo que simplemente entrecerró los ojos y tomó algo de aire. “Dile adiós a esas pastillas” Pensó entonces al mismo tiempo que movía un poco los pies. Quería calentar un poco antes del encuentro. Contaba con la aprobación del Almirante Shirosai y con eso le bastaba para que su confianza aumentase bastante. Activó su haki de observación, centrándolo por toda la arena y no solo en ella. Todas las presencias eran considerables, pero la que más destacaba era la de la capitana. Su poder había aumentado al parecer y eso le hizo sonreír de lado. Si quería apostar una cena, no la iba a lograr. No al menos de esa forma, pues el chico no tenía ni un duro. Nunca pedía el sueldo, ya que pasaba de las cosas materiales y comía allí. A lo mejor podía rascar un poco en la hucha que tenía en el camarote.
- Si pierdes, no usarás dopaje nunca más. Eso es lo que pido y ahora… Disfrutemos de este combate, Misa. Antes yo mismo admitía que sobraba un poco en mi puesto, ahora lo tengo más que merecido.
Xemnas salió corriendo a por ella sin esperar más. El sonido que realizaba era debido a su enorme armadura, con la que esperaba estar a salvo de los golpes y quemaduras de las explosiones. Fue arrastrando el filo de la espada todo el tiempo por la arena, hasta que finalmente llegó a la posición de la rubia. No pensaba usar por el momento el haki armadura, lo reservaría un poco más. Sin pensárselo, lanzó un potente tajo con el filo de su arma. Una vez lo hiciese, giraría sobre sí mismo y lanzaría otro potente golpe, pero esta vez con la zona ancha del arma. Le diese o no, giraría sobre sí mismo y se alejaría un poco, levantando algo de arena. Aquello provocó que la gente empezase a gritar de emoción.
- ¡Ese es el tornado dorado! ¡Xemnas-sama!
Gritaban algunos reclutas de la banda de Al Naion.
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Las gradas estaban en su punto más álgido de emoción. Pocas veces había tenido tanta atención y ahora que la tenía, casi ni parecía importarle. Solo estaba centrada en una cosa… En Xemnas. Él era todo lo que buscaba en un hombre: fuerte, confiable, dulce, agradable y lograba sacarla de más de un apuro. Hoy, en cambio, era su rival y debía tratarlo como tal. No debía contenerse bajo ningún concepto, pero tampoco debía mostrar todas sus cartas. ”Ni siquiera sé si a tope podré hacerle algo” – negó con la cabeza, debía mostrarse confiada. Había pasado un largo tiempo y no dudaba que lograría hacer algo. Quizá, por qué no, podía soñar con la victoria. ”Lo primero será deshacerme de su armadura” – pensó mientras lo seguía viendo con calma.
Lo que él pedía, la verdad, no era algo que no esperaba. Sabía cómo era y lo qué pensaba acerca de su forma de pelear. ”¿Cómo le podré decir que no a eso?” – chasqueó con la lengua. Ya se había demostrado que a ella no le iban a traer malos efectos, solo debía cuidarse de no usarlas en exceso y con eso todo iba a estar bien. ”Además, gracias a ellas logré defender Marineford” – sí, las necesitaba. No podía aceptar aquello, pero tampoco quería mentirle a su chico. ”De momento, me concentraré en el combate” – golpeó sus puños y generó una ligera explosión que meció sus cabellos. Estaba más que preparada para todo. ”Esta es la pelea que estaba esperando, esta es mi revancha” – escuchó las últimas palabras del vicealmirante y se sorprendió que él también pensara de esa forma. Ella siempre había estado pensando que ser capitana no era lo suyo, que había ingresado de manera errónea en la marina, pero… ¿Ahora? Era totalmente diferente; sabía que lo estaba haciendo bien, así que no iba a tardar en demostrarlo.
– Yo también pensaba lo mismo, Xemnas – dijo con una sonrisa. – Pero, descubrí que yo debo seguir subiendo. Que mi tope no está en ser capitana.
Cerró sus ojos y desplegó su mantra. La poderosa presencia del vicealmirante destacaba por mucho sobre la arena. Concentró su haki en él… ”Esta es mi sorpresa, vicealmirante” – se movió a un lado para esquivar el primer ataque. Para el segundo, en cambio, imbuyó sus brazos en su poderoso haki y saltó hacía atrás para disminuir la fuerza del impacto. ”Lo segundo, deshacerme de esa espada” – se dijo mientras caía de pie, arrastrando una mano por el suelo. Abrió los ojos con calma, notó un ligero dolor en uno de sus brazos, pero nada muy importante y nada que le perjudicara a la hora de luchar. Desactivó su haki armadura.
– Mi turno.
Salió corriendo sin pensarlo hacia el vicealmirante. Generando dos explosiones en sus pies, aumentó, muy rápido, su velocidad. Con eso buscaba pillarlo por sorpresa, había controlado su poder de tal forma que no se generara tanto humo. ”Es molesto para todos, incluso si tenemos mantra” – dijo mientras concentraba su haki en él. Estaría atenta por si buscaba un contrataque. Si lograba su objetivo, llegar frente a él, lanzaría una poderosa patada directo a las manos, con el objetivo de que soltara su enorme espadón. Al momento de impactar, iba a generar una explosión en el lugar. Ella ya era inmune a su poder, así que estaría bien. Finalmente, buscaría conectar un poderoso puñetazo en su abdomen. Ambos golpes iban imbuidos en su haki, golpear sin él iba a ser una estupidez. Si resultaba todo, se ganaría entre él y su espada, sino… Solo se alejaría lo suficiente.
– ¡Ahí esta! ¡La adorable capitana Misa-chan! – Gritaron desde las gradas. No pudo evitar sonrojarse un poco.
Lo que él pedía, la verdad, no era algo que no esperaba. Sabía cómo era y lo qué pensaba acerca de su forma de pelear. ”¿Cómo le podré decir que no a eso?” – chasqueó con la lengua. Ya se había demostrado que a ella no le iban a traer malos efectos, solo debía cuidarse de no usarlas en exceso y con eso todo iba a estar bien. ”Además, gracias a ellas logré defender Marineford” – sí, las necesitaba. No podía aceptar aquello, pero tampoco quería mentirle a su chico. ”De momento, me concentraré en el combate” – golpeó sus puños y generó una ligera explosión que meció sus cabellos. Estaba más que preparada para todo. ”Esta es la pelea que estaba esperando, esta es mi revancha” – escuchó las últimas palabras del vicealmirante y se sorprendió que él también pensara de esa forma. Ella siempre había estado pensando que ser capitana no era lo suyo, que había ingresado de manera errónea en la marina, pero… ¿Ahora? Era totalmente diferente; sabía que lo estaba haciendo bien, así que no iba a tardar en demostrarlo.
– Yo también pensaba lo mismo, Xemnas – dijo con una sonrisa. – Pero, descubrí que yo debo seguir subiendo. Que mi tope no está en ser capitana.
Cerró sus ojos y desplegó su mantra. La poderosa presencia del vicealmirante destacaba por mucho sobre la arena. Concentró su haki en él… ”Esta es mi sorpresa, vicealmirante” – se movió a un lado para esquivar el primer ataque. Para el segundo, en cambio, imbuyó sus brazos en su poderoso haki y saltó hacía atrás para disminuir la fuerza del impacto. ”Lo segundo, deshacerme de esa espada” – se dijo mientras caía de pie, arrastrando una mano por el suelo. Abrió los ojos con calma, notó un ligero dolor en uno de sus brazos, pero nada muy importante y nada que le perjudicara a la hora de luchar. Desactivó su haki armadura.
– Mi turno.
Salió corriendo sin pensarlo hacia el vicealmirante. Generando dos explosiones en sus pies, aumentó, muy rápido, su velocidad. Con eso buscaba pillarlo por sorpresa, había controlado su poder de tal forma que no se generara tanto humo. ”Es molesto para todos, incluso si tenemos mantra” – dijo mientras concentraba su haki en él. Estaría atenta por si buscaba un contrataque. Si lograba su objetivo, llegar frente a él, lanzaría una poderosa patada directo a las manos, con el objetivo de que soltara su enorme espadón. Al momento de impactar, iba a generar una explosión en el lugar. Ella ya era inmune a su poder, así que estaría bien. Finalmente, buscaría conectar un poderoso puñetazo en su abdomen. Ambos golpes iban imbuidos en su haki, golpear sin él iba a ser una estupidez. Si resultaba todo, se ganaría entre él y su espada, sino… Solo se alejaría lo suficiente.
– ¡Ahí esta! ¡La adorable capitana Misa-chan! – Gritaron desde las gradas. No pudo evitar sonrojarse un poco.
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El impacto del marine había servido para tocar los brazos de la rubia en su segundo ataque. El corte había sido evadido y eso hizo al tornado dorado sonreír de lado. A continuación mostró una expresión calmada y retrocedió un poco. Su mirada se clavó en la de aquella chica y después de unos momentos escuchó sus palabras. Al parecer, no se iba a conformar en su puesto. Eso podía ser bastante peligroso para ella, pero por algo la iba a poner a prueba en la batalla. Se mantuvo callado en todo momento y después la observó dirigirse hacia él. Era el momento de comenzar de una vez con la seriedad “Haki activado” Pensó al mismo tiempo que sus ojos se cerraban. Ahora que su armadura estaba completa mostró una expresión seria. Trató de anticiparse a los movimientos de su oponente y pudo prever sus intenciones. Atacarle a las manos no iba a resultar nada fácil.
- Me temo que no…
Susurró al mismo tiempo que clavaba una rodilla en el suelo y colocaba la zona ancha de su arma de por medio. Pegó su hombro derecho a la otra parte y recibió aquel impacto mientras miraba al lado contrario con los ojos cerrados. Salió disparado hacia atrás para después apretar los dientes. El fuego al menos no le había hecho nada, pero el impacto le tiró al suelo de forma violenta. El marine rodó por el suelo mientras mantenía su arma agarrada. Para él no pensaba demasiado y podía mantenerse con ella. Apretó los puños y después de unos momentos dejó de rodar. El impacto le había hecho daño en los brazos debido a las caídas, pero su poderosa armadura de kairouseki le había librado de la mayoría del daño. Se colocó en pie rápidamente y pudo ver a la joven acercarse a él. Era el momento de su ofensiva.
- ¡Hyaaah!
Gritó con fuerza e interpuso la palma de su mano derecha entre él y los nudillos de la joven. De esa forma debilitaría a su oponente por el material y aprovecharía para lanzarle un tajo con su arma, usando la mano libre y buscando su pierna izquierda. El impacto del golpe después le hizo retroceder un par de metros. Agitó la mano de un lado a otro debido al dolor y apretó de nuevo los dientes. Debía admitir que la fuerza de la capitana era formidable. Menos mal que también estuvo entrenando y que su equipo de kairouseki era perfecto. Sin pensárselo más, se desplazó hacia ella y trató de lanzarle un poderoso puñetazo con el guantelete de aquel mineral mortal para los usuarios. Le diese o no, liberaría una terrible onda cortante en forma de dragón blanco, el cual iba imbuido en su haki armadura, al igual que el resto de su combo. Entonces saltaría hacia atrás mientras gritaba con fuerza.
- ¡Infierno blanco!
- Me temo que no…
Susurró al mismo tiempo que clavaba una rodilla en el suelo y colocaba la zona ancha de su arma de por medio. Pegó su hombro derecho a la otra parte y recibió aquel impacto mientras miraba al lado contrario con los ojos cerrados. Salió disparado hacia atrás para después apretar los dientes. El fuego al menos no le había hecho nada, pero el impacto le tiró al suelo de forma violenta. El marine rodó por el suelo mientras mantenía su arma agarrada. Para él no pensaba demasiado y podía mantenerse con ella. Apretó los puños y después de unos momentos dejó de rodar. El impacto le había hecho daño en los brazos debido a las caídas, pero su poderosa armadura de kairouseki le había librado de la mayoría del daño. Se colocó en pie rápidamente y pudo ver a la joven acercarse a él. Era el momento de su ofensiva.
- ¡Hyaaah!
Gritó con fuerza e interpuso la palma de su mano derecha entre él y los nudillos de la joven. De esa forma debilitaría a su oponente por el material y aprovecharía para lanzarle un tajo con su arma, usando la mano libre y buscando su pierna izquierda. El impacto del golpe después le hizo retroceder un par de metros. Agitó la mano de un lado a otro debido al dolor y apretó de nuevo los dientes. Debía admitir que la fuerza de la capitana era formidable. Menos mal que también estuvo entrenando y que su equipo de kairouseki era perfecto. Sin pensárselo más, se desplazó hacia ella y trató de lanzarle un poderoso puñetazo con el guantelete de aquel mineral mortal para los usuarios. Le diese o no, liberaría una terrible onda cortante en forma de dragón blanco, el cual iba imbuido en su haki armadura, al igual que el resto de su combo. Entonces saltaría hacia atrás mientras gritaba con fuerza.
- ¡Infierno blanco!
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”Tsk” – esa armadura era un problema. Había notado como es que se debilitaba mientras sus golpes chocaban entre sí. ”No tengo tiempo para pensar en eso” – su mantra le estaba advirtiendo de las intenciones de Xemnas. Gracias a su velocidad y a sus reflejos, logró generar una ligera explosión que la alejó del vicealmirante. De todos modos, el arma era demasiado grande y se llevó un corte en su pierna. No era tan grave y tampoco le iba a molestar. La movió de un lado a otro para darse cuenta de ese hecho. ”Odio esa armadura” – sonrió de medio lado y se quedó viendo al rubio. ”¿En serio?” – la ofensiva de él no había acabado. Por suerte, tenía el tiempo y la distancia necesaria como para esquivarlo sin muchos problemas. Rodó por el suelo al lado derecho, además, en el proceso había generado una explosión en su espalda para tener mayor impulso.
– Y aun así no fue suficiente – se levantó y notó como es que tenía uno que otro corte en su cuerpo. Además, parte de su camiseta había sido desgarrada. – Debo admitir una cosa – le empezó a decir mientras se estiraba un poco. Sonrió de forma calmada y lo miró a los ojos, las gradas seguían siendo bulliciosas, pero comparadas al inicio… Estaban bastante callados. – Tienes buenos ataques, en larga, mediana y corta distancia – su crujió los nudillos. – Eres un oponente formidable, vicealmirante – recordó su pelea contra Kai e incluso la suya contra Kimura. En ambas había perdido, pero había sacado cosas interesantes y grandes lecciones. – Pero… Tarde o temprano, te superaré. No sé cuánto me falta o cuánto tarde, pero lo haré – suspiró con calma y se terminó de relajar. – Te mostraré algo interesante – era hora de dar el siguiente paso. Era hora de demostrar que era capaz de cumplir sus palabras. – Es hora de elevar el ritmo.
Cerró sus ojos con calma. ”Ábrete. Puerta del inicio” – un aura dorada la rodeó y creció hasta alcanzar el metro ochenta, incluso sus pupilas habían desaparecido. ”Espero que sea suficiente para darle la vuelta” – suspiró con calma y miró al vicealmirante. Era la segunda vez que la activaba. La primera, para defender Marineford de aquellos idiotas y ahora, para mostrarle su poder a su chico. Esa técnica triplicaba su fuerza y esperaba hacerle mayor daño al vicealmirante. ”Aquí vamos” – imbuyó su puño derecho en su haki y su mirada era desafiante. Antes de atacar, lanzó dos ondas explosivas directo a Xemnas. Una iba a su derecha y la otra a la altura de su pecho, ambas iban a explotar a pocos centímetros de llegar a él. Iba a seguir con sus movimientos e iba a tratar de conectar un puñetazo a la altura del rostro de él, sin importarle nada, siguió con una patada a sus costillas y, finalmente, buscaría conectar otra patada en su pierna derecha. Cada golpe iba imbuido en su haki e iba a generar explosiones al momento de conectar.
– Y aun así no fue suficiente – se levantó y notó como es que tenía uno que otro corte en su cuerpo. Además, parte de su camiseta había sido desgarrada. – Debo admitir una cosa – le empezó a decir mientras se estiraba un poco. Sonrió de forma calmada y lo miró a los ojos, las gradas seguían siendo bulliciosas, pero comparadas al inicio… Estaban bastante callados. – Tienes buenos ataques, en larga, mediana y corta distancia – su crujió los nudillos. – Eres un oponente formidable, vicealmirante – recordó su pelea contra Kai e incluso la suya contra Kimura. En ambas había perdido, pero había sacado cosas interesantes y grandes lecciones. – Pero… Tarde o temprano, te superaré. No sé cuánto me falta o cuánto tarde, pero lo haré – suspiró con calma y se terminó de relajar. – Te mostraré algo interesante – era hora de dar el siguiente paso. Era hora de demostrar que era capaz de cumplir sus palabras. – Es hora de elevar el ritmo.
Cerró sus ojos con calma. ”Ábrete. Puerta del inicio” – un aura dorada la rodeó y creció hasta alcanzar el metro ochenta, incluso sus pupilas habían desaparecido. ”Espero que sea suficiente para darle la vuelta” – suspiró con calma y miró al vicealmirante. Era la segunda vez que la activaba. La primera, para defender Marineford de aquellos idiotas y ahora, para mostrarle su poder a su chico. Esa técnica triplicaba su fuerza y esperaba hacerle mayor daño al vicealmirante. ”Aquí vamos” – imbuyó su puño derecho en su haki y su mirada era desafiante. Antes de atacar, lanzó dos ondas explosivas directo a Xemnas. Una iba a su derecha y la otra a la altura de su pecho, ambas iban a explotar a pocos centímetros de llegar a él. Iba a seguir con sus movimientos e iba a tratar de conectar un puñetazo a la altura del rostro de él, sin importarle nada, siguió con una patada a sus costillas y, finalmente, buscaría conectar otra patada en su pierna derecha. Cada golpe iba imbuido en su haki e iba a generar explosiones al momento de conectar.
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Una mirada seria se formó en el rostro del marine. La chica decía que pensaba superarle y eso le hizo concentrarse al máximo. No pensaba permitir ser él quien tuviese que depender de ella. Tenía que protegerla y para ello ser más fuerte. Con su haki centrado en ella empezó a seguirla sin problema alguno. Sus esquives habían sido demasiado rápidos y eso empezó a hacerle sospechar ¿Habría aprendido a usar mantra? Tenía toda la pinta. Aquello se había vuelto realmente difícil y no iba a permitir que ella se saliese con la suya. Entonces fue cuando los ojos de la joven se quedaron en blanco y su aspecto cambió un poco. La reacción del marine fue la de echarse hacia atrás. Aquel poder parecía ser increíble y encima su chica daba miedo. No quería verla así en la cama nunca o iba a sentirse sodomizado. Escuchó los gritos del público y entonces entrecerró los ojos.
- Parece que esto se va a complicar un poco…
Mencionó al mismo tiempo que soltaba un pequeño suspiro. Pudo prever las ondas de su oponente y por ello activó su habilidad “Jump” Pensó al mismo tiempo que saltaba por los aires. Se elevó unos seis metros evadiendo el ataque y después cayó al suelo de forma perfecta. Con su haki armadura activado, se dispuso a bloquear a la chica. Interpuso la palma de su mano en el primer golpe, tratando de debilitarla al igual que antes. En el segundo recibió el impacto y eso le hizo soltar un quejido de dolor. Logró interponer el filo de su arma en el último ataque y con eso pretendía dejarle esa pierna fuera de juego. La explosión lo mandó a volar después de eso y rodó a toda velocidad por el suelo. El Vice-Almirante quedó tendido bocarriba y con los ojos cerrados. El dolía muchísimo el costado, pero su preciosa armadura había impedido que sus costillas se rompieran. La fuerza de la rubia era cada vez más peligrosa. Iba a tener que hacer algo para enfrentarla.
El chico se quedó unos momentos allí tirado, pero entonces empezó a levantarse despacio. Su mirada era bastante seria y parecía bastante dolorido por el golpe. La palma de su mano volvía a escocerle, pero esta vez no iba a ir de buenas. Justo entonces, un aura blanca comenzó a rodearle de forma intensa. Su mente se calmó totalmente y sus cabellos pasaron a ser de un tono blanco. Podía verse su flequillo de aquel color pese al yelmo. Sus ojos azulados resaltaron un poco más y el aura volvió a aumentar. La gente empezó a gritar con fuerza al ver aquella forma. Fue entonces cuando Xemnas tomó su arma con fuerza y miró a la chica de forma calmada.
- Emperador blanco, activado.
Sin pensárselo comenzó a caminar hacia la chica a ritmo tranquilo. Un aura rosada le recorrió y en ese momento golpeó el suelo. Atlas surgió de debajo de los pies de la chica, dispuesto a mandarla a volar. Esta vez, tenía dos metros de alto y dos de ancho. Por lo que el puño sería mucho mayor que las otras veces. Aprovechando aquello, saldría corriendo a por la chica para pillarla desprevenida. Cuando estuviese cerca de ella le lanzaría un potente corte al pecho, giraría sobre sí mismo y trataría da darle un golpe con la parte ancha en el estómago. Le diese o no, saldría corriendo tras ella para empezar a lanzar cortes sin tregua. No pensaba separarse de ella hasta cansarse o que la chica huyera por su cuenta.
- No voy a ponértelo nada fácil…
- Parece que esto se va a complicar un poco…
Mencionó al mismo tiempo que soltaba un pequeño suspiro. Pudo prever las ondas de su oponente y por ello activó su habilidad “Jump” Pensó al mismo tiempo que saltaba por los aires. Se elevó unos seis metros evadiendo el ataque y después cayó al suelo de forma perfecta. Con su haki armadura activado, se dispuso a bloquear a la chica. Interpuso la palma de su mano en el primer golpe, tratando de debilitarla al igual que antes. En el segundo recibió el impacto y eso le hizo soltar un quejido de dolor. Logró interponer el filo de su arma en el último ataque y con eso pretendía dejarle esa pierna fuera de juego. La explosión lo mandó a volar después de eso y rodó a toda velocidad por el suelo. El Vice-Almirante quedó tendido bocarriba y con los ojos cerrados. El dolía muchísimo el costado, pero su preciosa armadura había impedido que sus costillas se rompieran. La fuerza de la rubia era cada vez más peligrosa. Iba a tener que hacer algo para enfrentarla.
El chico se quedó unos momentos allí tirado, pero entonces empezó a levantarse despacio. Su mirada era bastante seria y parecía bastante dolorido por el golpe. La palma de su mano volvía a escocerle, pero esta vez no iba a ir de buenas. Justo entonces, un aura blanca comenzó a rodearle de forma intensa. Su mente se calmó totalmente y sus cabellos pasaron a ser de un tono blanco. Podía verse su flequillo de aquel color pese al yelmo. Sus ojos azulados resaltaron un poco más y el aura volvió a aumentar. La gente empezó a gritar con fuerza al ver aquella forma. Fue entonces cuando Xemnas tomó su arma con fuerza y miró a la chica de forma calmada.
- Emperador blanco, activado.
Sin pensárselo comenzó a caminar hacia la chica a ritmo tranquilo. Un aura rosada le recorrió y en ese momento golpeó el suelo. Atlas surgió de debajo de los pies de la chica, dispuesto a mandarla a volar. Esta vez, tenía dos metros de alto y dos de ancho. Por lo que el puño sería mucho mayor que las otras veces. Aprovechando aquello, saldría corriendo a por la chica para pillarla desprevenida. Cuando estuviese cerca de ella le lanzaría un potente corte al pecho, giraría sobre sí mismo y trataría da darle un golpe con la parte ancha en el estómago. Le diese o no, saldría corriendo tras ella para empezar a lanzar cortes sin tregua. No pensaba separarse de ella hasta cansarse o que la chica huyera por su cuenta.
- No voy a ponértelo nada fácil…
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”Por poco….” – se miró la pierna y notó un ligero corte. De no ser por su haki, todo hubiera sido distinto. ”Me alegra ser tan hábil con este haki” – pensó con una suave sonrisa. Sabía muy bien que eso no iba a ser suficiente como para acabar con Xemnas, así que mantenía la guardia elevada y su haki concentrado en él. Las gradas, nuevamente, estallaban en emoción y los gritos para animarla volvieron a aumentar. Los de Xemnas, por otro lado, no se quedaban muy atrás. Todos estaban muy emocionados con este combate. Ella no lo negaba, también se estaba divirtiendo mucho luchando. ”Vamos… Ponte de pie” – chasqueó con la lengua mientras lo veía tirado en el suelo. Si cayera con todo eso, sería muy fácil.
– Al fin… – Musitó.
Su mirada se tornó seria al ver el aura blanca rodear a Xemnas. Incluso notó como el flequillo se le ponía de ese color. ”Prefiero el rubio” – pensó con una sonrisa divertida en su rostro. Sabía que cuando Xemnas usaba sus técnicas obtenía una fuerza ridícula. ”Tsk” – se preparó para la ofensiva de su chico. Por la armadura, no sabía si sus ataques estaban haciendo mella o no en su cuerpo, pero si sabía algo…. Ella estaba recibiendo muchos ataques y eso le iba a terminar jugando en contra. Quizá su resistencia la podría ayudar a seguir luchando, pero tampoco quería tentar al destino. ”Ya hice una vez que se quitara la armadura…” – negó con la cabeza, esa era la última opción. Debía demostrar que podía valerse lo suficientemente sola como para no depender de sus pastillas.
Su haki le advirtió de todo el peligro. ”Atlas, ¿eh?” – pensó mientras generaba una fuerte explosión para alejarse, lo más rápido posible, del rango del ataque del vicealmirante. Pero, no fue suficiente, recibió el ataque y notó un intenso dolor en su espalda. Cayó al suelo dando una vuelta en el aire. ”Tsk” – no tuvo mucho tiempo de pensar. Se movió a un lado y esquivó el corte, rodó por el suelo esquivando, por los pelos, el siguiente ataque. ”No me va a dar tregua” – chasqueó con la lengua mientras empezaba a esquivar, como podía, los ataques del vicealmirante. Manejaba ese enorme espadón como si fuera un palo de madera. Algunos los esquivaba de lleno, otros, en cambio, los recibía en su cuerpo. Daba gracias a su haki por lograr predecirlos. Finalmente, tuvo que dar un enorme salto para alejarse lo suficiente del vicealmirante. ”¿Cómo debo enfrentarlo? Se me acaban las ideas y me estoy agotando” – respiró hondo y trató de calmarse. Su cuerpo estaba lleno de cortes, unos más profundos que otros y la sangre salía por cada uno de ellos. ”Si no es la espada, es la armadura… Debo encontrar la forma de hacerle frente” – suspiró con calma y terminó por apoyar una rodilla en el suelo. Su sudor se mezclaba con la sangre. Su cuerpo cayó al suelo y las gradas, de la nada, se callaron.
– No… – susurró… No había acabado. – No dejaré que acabé así – su técnica aún estaba activada e iba a durar un rato más. Se levantó… Al tercer intento, pero se levantó. – Yo tampoco te lo pondré fácil, Xemnas. – Las gradas, al ver como se levantaba, volvieron a estallar en ruidos.
Miró al vicealmirante con firmeza. Era hora de seguir. ”Creo que si hago la suficiente presión en su pecho, al menos, podré quitarle la armadura” – además, debía cansarle usar toda esa armadura y moverse. Usar el espadón también lo debía cansar. Golpeó sus dos puños y sonrió con cierta frialdad. Su pierna ya le empezaba a molestar, pero iba a aguantar un rato más. ”Vamos, aún puedo hacer algo” – empezó a correr rumbo a Xemnas. A los pocos metros, generó una poderosa explosión en sus pies para aumentar su velocidad. Recortó la distancia en nada y fue entonces que, imbuyó sus dos puños en su busoushoku, empezó a dar numerosos puñetazos, todos dirigidos al pecho del rubio. Además, se estaba asegurando que cada golpe suyo, generara una poderosa explosión en la zona de impacto. No iba a frenar hasta cansarse o que Xemnas se viera obligado a retroceder. ”Debe funcionar”
– Al fin… – Musitó.
Su mirada se tornó seria al ver el aura blanca rodear a Xemnas. Incluso notó como el flequillo se le ponía de ese color. ”Prefiero el rubio” – pensó con una sonrisa divertida en su rostro. Sabía que cuando Xemnas usaba sus técnicas obtenía una fuerza ridícula. ”Tsk” – se preparó para la ofensiva de su chico. Por la armadura, no sabía si sus ataques estaban haciendo mella o no en su cuerpo, pero si sabía algo…. Ella estaba recibiendo muchos ataques y eso le iba a terminar jugando en contra. Quizá su resistencia la podría ayudar a seguir luchando, pero tampoco quería tentar al destino. ”Ya hice una vez que se quitara la armadura…” – negó con la cabeza, esa era la última opción. Debía demostrar que podía valerse lo suficientemente sola como para no depender de sus pastillas.
Su haki le advirtió de todo el peligro. ”Atlas, ¿eh?” – pensó mientras generaba una fuerte explosión para alejarse, lo más rápido posible, del rango del ataque del vicealmirante. Pero, no fue suficiente, recibió el ataque y notó un intenso dolor en su espalda. Cayó al suelo dando una vuelta en el aire. ”Tsk” – no tuvo mucho tiempo de pensar. Se movió a un lado y esquivó el corte, rodó por el suelo esquivando, por los pelos, el siguiente ataque. ”No me va a dar tregua” – chasqueó con la lengua mientras empezaba a esquivar, como podía, los ataques del vicealmirante. Manejaba ese enorme espadón como si fuera un palo de madera. Algunos los esquivaba de lleno, otros, en cambio, los recibía en su cuerpo. Daba gracias a su haki por lograr predecirlos. Finalmente, tuvo que dar un enorme salto para alejarse lo suficiente del vicealmirante. ”¿Cómo debo enfrentarlo? Se me acaban las ideas y me estoy agotando” – respiró hondo y trató de calmarse. Su cuerpo estaba lleno de cortes, unos más profundos que otros y la sangre salía por cada uno de ellos. ”Si no es la espada, es la armadura… Debo encontrar la forma de hacerle frente” – suspiró con calma y terminó por apoyar una rodilla en el suelo. Su sudor se mezclaba con la sangre. Su cuerpo cayó al suelo y las gradas, de la nada, se callaron.
– No… – susurró… No había acabado. – No dejaré que acabé así – su técnica aún estaba activada e iba a durar un rato más. Se levantó… Al tercer intento, pero se levantó. – Yo tampoco te lo pondré fácil, Xemnas. – Las gradas, al ver como se levantaba, volvieron a estallar en ruidos.
Miró al vicealmirante con firmeza. Era hora de seguir. ”Creo que si hago la suficiente presión en su pecho, al menos, podré quitarle la armadura” – además, debía cansarle usar toda esa armadura y moverse. Usar el espadón también lo debía cansar. Golpeó sus dos puños y sonrió con cierta frialdad. Su pierna ya le empezaba a molestar, pero iba a aguantar un rato más. ”Vamos, aún puedo hacer algo” – empezó a correr rumbo a Xemnas. A los pocos metros, generó una poderosa explosión en sus pies para aumentar su velocidad. Recortó la distancia en nada y fue entonces que, imbuyó sus dos puños en su busoushoku, empezó a dar numerosos puñetazos, todos dirigidos al pecho del rubio. Además, se estaba asegurando que cada golpe suyo, generara una poderosa explosión en la zona de impacto. No iba a frenar hasta cansarse o que Xemnas se viera obligado a retroceder. ”Debe funcionar”
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La combinación del rubio no había salido del todo mal y eso solo provocaba una cosa, que estaba cerca de su victoria sin activar todo su poder. Era el momento de ir mostrando sus habilidades más poderosas. El emperador blanco era la llave que abría el resto en un aumento de fuerza brutal. Sus ojos observaron a la rubia caer al suelo llena de cortes. Su expresión era seria en todo momento y esperaba que la chica se levantase. Lo intentó un par de veces, pero sin éxito. A la tercera pudo hacerlo y entonces la grada se levantó como si hubiese resucitado el mismísimo Garp. El héroe de la marina. Xemnas mostró una sonrisa ladeada y se mantuvo alerta en todo momento. No pensaba quitarse la armadura esta vez. Su fuerza era impresionante y no se cansaba mucho con ella puesta. Además, el tiempo que se tiró la chica para ponerse en pie, le vino a él de lujo. Su respiración fue calmada y pensó su siguiente jugada. La brigada de Al era una maravilla. Todos eran poderosos guerreros con un nivel demasiado alto para los demás. Todos salvo Joseph, ese hombre mataba gaviotas y tenía un estilo demasiado débil.
- Nada me haría más ilusión, Misa. Es el momento de terminar con esto de una vez y demostrarte que estamos muy lejos aún. – Dijo con un tono bastante serio. El chico entonces la vio correr hacia él.
Death infló un poco la masa muscular de sus brazos y sus ojos tomaron un tono azulado intenso. Su fuerza ahora era una monstruosidad, pues había abierto las aperturas del Sol. Sus puños fueron imbuidos entonces en terribles llamas. Metió su espadón en la funda y después se lanzó a por la rubia también. Era el momento de terminar con aquella batalla. Xemnas estaba todo el tiempo imbuido en su haki armadura y ahora detectó lo que Misa quería hacer con el mantra. Impactó sus puños con los de ella usando su fuerza. Su objetivo era quemarla un poco y de paso dañarla en su defensa. Las explosiones le iban echando un poco hacia atrás, pero la armadura le libraba de quemaduras. Continuaba encajando golpes y defendiéndose en una especie de intercambio. En una ocasión intentó clavar su rodilla en el estómago de la capitana, pero no sabía si había funcionado. El chico continuaba con el ceño fruncido, tratando de demostrar su terrible fuerza con todas sus técnicas activadas.
De repente sintió una ráfaga que no pudo bloquear, sus puños habían cedido ante la monstruosa fuerza de Misa. Recibió un par de impactos en el pecho, en los hombros y en el torso. El chico salió despedido con el rostro ennegrecido por el humo que provocaban las explosiones. Quedó tirado en el suelo jadeando y con los ojos cerrados. Una humareda de polvo se había formado en aquella zona. El chico parecía estar en un estado pésimo. El dolía muchísimo el cuerpo y sabía que tenía más de un moratón nuevo. Su yelmo cayó al suelo, mostrando su cabellera blanca. Trataba de respirar de alguna forma y encima sentía ganas de quedarse allí tirado. La chica tenía una fuerza impresionante y eso no podía negarlo. Finalmente se quedó callado y tirado en el suelo. La grada quedó en silencio al ver aquello y comenzaron a pensar que la pelea había terminado. Fue entonces cuando los dedos índice y corazón de la mano izquierda del marine se movieron. El chico se colocó en pie con un esfuerzo sobrehumano y miró a la rubia. Algo de sangre bajaba desde su boca hasta su cuello. Le dedicó una sonrisa ladeada y después se colocó el yelmo.
- Esto se ha terminado, Misa. Debo admitir que tu fuerza sin usar esas cosas es sobresaliente. Pero recuerda que los puños están en desventaja frente a las armas. – Mencionó al mismo tiempo que sacaba de nuevo su espadón. – Y a diferencia de mí, ellos trataran de cortar puntos vitales.
Una vez le dijo aquello comenzó a caminar hacia ella despacio. Entonces trotó con toda su energía hacia la joven y sin pensárselo trató de lanzarle un corte importante buscando la pierna ya herida. Giró sobre sí mismo y lanzó un puñetazo al aire. De sus nudillos surgió una llamarada que fue hacia la chica dispuesta a quemarla. Ese fuego estaba a 200 grados y avanzaría tres metros de distancia. Debido a que Xemnas estaba golpeándola al lado, sería difícil no darle. Una vez hiciera eso, terminaría su ataque con lo mismo que hizo anteriormente. Empezaría a lanzarle cortes violentos en todo momento hasta que fuese ella quien se alejase de él. Su mirada era seria y parecía querer mostrarle lo fuerte que podía llegar a ser un Vice-Almirante. Él mismo estaba muy dañado por dentro debido a la gran cantidad de golpes bestiales que había recibido.
- ¡Aaaaaaaah!
- Nada me haría más ilusión, Misa. Es el momento de terminar con esto de una vez y demostrarte que estamos muy lejos aún. – Dijo con un tono bastante serio. El chico entonces la vio correr hacia él.
Death infló un poco la masa muscular de sus brazos y sus ojos tomaron un tono azulado intenso. Su fuerza ahora era una monstruosidad, pues había abierto las aperturas del Sol. Sus puños fueron imbuidos entonces en terribles llamas. Metió su espadón en la funda y después se lanzó a por la rubia también. Era el momento de terminar con aquella batalla. Xemnas estaba todo el tiempo imbuido en su haki armadura y ahora detectó lo que Misa quería hacer con el mantra. Impactó sus puños con los de ella usando su fuerza. Su objetivo era quemarla un poco y de paso dañarla en su defensa. Las explosiones le iban echando un poco hacia atrás, pero la armadura le libraba de quemaduras. Continuaba encajando golpes y defendiéndose en una especie de intercambio. En una ocasión intentó clavar su rodilla en el estómago de la capitana, pero no sabía si había funcionado. El chico continuaba con el ceño fruncido, tratando de demostrar su terrible fuerza con todas sus técnicas activadas.
De repente sintió una ráfaga que no pudo bloquear, sus puños habían cedido ante la monstruosa fuerza de Misa. Recibió un par de impactos en el pecho, en los hombros y en el torso. El chico salió despedido con el rostro ennegrecido por el humo que provocaban las explosiones. Quedó tirado en el suelo jadeando y con los ojos cerrados. Una humareda de polvo se había formado en aquella zona. El chico parecía estar en un estado pésimo. El dolía muchísimo el cuerpo y sabía que tenía más de un moratón nuevo. Su yelmo cayó al suelo, mostrando su cabellera blanca. Trataba de respirar de alguna forma y encima sentía ganas de quedarse allí tirado. La chica tenía una fuerza impresionante y eso no podía negarlo. Finalmente se quedó callado y tirado en el suelo. La grada quedó en silencio al ver aquello y comenzaron a pensar que la pelea había terminado. Fue entonces cuando los dedos índice y corazón de la mano izquierda del marine se movieron. El chico se colocó en pie con un esfuerzo sobrehumano y miró a la rubia. Algo de sangre bajaba desde su boca hasta su cuello. Le dedicó una sonrisa ladeada y después se colocó el yelmo.
- Esto se ha terminado, Misa. Debo admitir que tu fuerza sin usar esas cosas es sobresaliente. Pero recuerda que los puños están en desventaja frente a las armas. – Mencionó al mismo tiempo que sacaba de nuevo su espadón. – Y a diferencia de mí, ellos trataran de cortar puntos vitales.
Una vez le dijo aquello comenzó a caminar hacia ella despacio. Entonces trotó con toda su energía hacia la joven y sin pensárselo trató de lanzarle un corte importante buscando la pierna ya herida. Giró sobre sí mismo y lanzó un puñetazo al aire. De sus nudillos surgió una llamarada que fue hacia la chica dispuesta a quemarla. Ese fuego estaba a 200 grados y avanzaría tres metros de distancia. Debido a que Xemnas estaba golpeándola al lado, sería difícil no darle. Una vez hiciera eso, terminaría su ataque con lo mismo que hizo anteriormente. Empezaría a lanzarle cortes violentos en todo momento hasta que fuese ella quien se alejase de él. Su mirada era seria y parecía querer mostrarle lo fuerte que podía llegar a ser un Vice-Almirante. Él mismo estaba muy dañado por dentro debido a la gran cantidad de golpes bestiales que había recibido.
- ¡Aaaaaaaah!
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Solo… Se tiró en el suelo… ”Mierda…” – no había cambiado nada. Su pierna derecha tenía un feo corte y, de hecho, casi todo su cuerpo estaba lleno de ellos. Además, notaba una quemadura en su costado. Veía borroso y le costaba mucho respirar. Ya… No daba para más. ¿Qué había pasado? Simplemente… Fue superada. No pudo hacer mucho y los ataques del vicealmirante, en su mayoría, conectaron en su cuerpo. Ni siquiera pudo hacerle frente en el intercambio de golpes, nada… El golpe con la rodilla, apenas logró bloquearlo con su haki, pero, de todas maneras, sintió como se le escapaba el aire.
Escuchó las palabras de Xemnas. Chasqueó con la lengua… ¿Tanta era la diferencia? No había acortado para nada sus fuerzas. ”Maldita sea” – las gradas empezaron a aplaudir. Ellos también sabían que todo había acabado, incluso su técnica ya había terminado. Ya no tenía las fuerzas para levantarse y tampoco quería saber si lo quería hacer. ¿Para qué levantarse? El resultado no iba a cambiar se levantara las veces que se levantara. Cerró sus ojos con calma y suspiró. Con su mantra iba notando que todos ya se estaban yendo, dejando solo a ellos. Respiró profundo, sus ojos, lentamente, empezaban a enfocar mejor. Con algo de esfuerzo, logró sentarse en el suelo, apoyando ambas manos por detrás de su espalda.
– Oh… Cierto – dijo con una sonrisa. – Aprendí el haki de observación – su tono era dulce y tranquilo. – Supongo que… Misión cumplida, vicealmirante. – Rio por lo bajo y se le quedó mirando. Sus heridas no eran tan graves como para ser atendidas ahora, su experiencia como médico le hacía saber esas cosas. ”Quizá sepa lo de Marineford” – pensó con tranquilidad. ¿Debía darle todos los detalles? Quizá no era necesario, pero entre ellos no habían secretos… O eso le gustaba pensar a ella.
– Por cierto… ¿Sabes lo que ocurrió aquí hace unas semanas atrás? – le preguntó mirándole a los ojos. – A todos los detalles, me refiero. – Quizá los sabía, si no los sabía, le daba un tanto lo mismo. Después de todo, si había alguien en quien confiaba más que nadie en el mundo, era él.
Escuchó las palabras de Xemnas. Chasqueó con la lengua… ¿Tanta era la diferencia? No había acortado para nada sus fuerzas. ”Maldita sea” – las gradas empezaron a aplaudir. Ellos también sabían que todo había acabado, incluso su técnica ya había terminado. Ya no tenía las fuerzas para levantarse y tampoco quería saber si lo quería hacer. ¿Para qué levantarse? El resultado no iba a cambiar se levantara las veces que se levantara. Cerró sus ojos con calma y suspiró. Con su mantra iba notando que todos ya se estaban yendo, dejando solo a ellos. Respiró profundo, sus ojos, lentamente, empezaban a enfocar mejor. Con algo de esfuerzo, logró sentarse en el suelo, apoyando ambas manos por detrás de su espalda.
– Oh… Cierto – dijo con una sonrisa. – Aprendí el haki de observación – su tono era dulce y tranquilo. – Supongo que… Misión cumplida, vicealmirante. – Rio por lo bajo y se le quedó mirando. Sus heridas no eran tan graves como para ser atendidas ahora, su experiencia como médico le hacía saber esas cosas. ”Quizá sepa lo de Marineford” – pensó con tranquilidad. ¿Debía darle todos los detalles? Quizá no era necesario, pero entre ellos no habían secretos… O eso le gustaba pensar a ella.
– Por cierto… ¿Sabes lo que ocurrió aquí hace unas semanas atrás? – le preguntó mirándole a los ojos. – A todos los detalles, me refiero. – Quizá los sabía, si no los sabía, le daba un tanto lo mismo. Después de todo, si había alguien en quien confiaba más que nadie en el mundo, era él.
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Los ataques del rubio habían surtido efecto y la joven había caído derrotada. El marine entonces empezó a caminar hacia ella para después quitarse el yelmo. Tiró la armadura a un lado también y los guanteletes. Las grebas fueron lo siguiente junto a la camiseta y el pantalón, quedando en ropa interior en mitad del estadio. Después de aquello cayó al suelo junto a la rubia y cerró los ojos, demostrando estar abatido. Un asalto más y habría sido derrotado por la capitana. Sus brazos perdieron grosor y sus cabellos volvieron a ser rubios. Estaba hecho pedazos, no literalmente, pero se entendía. Su cuerpo estaba lleno de moratones y gracias a su resistencia, esta vez no se había roto el brazo. Empezó a respirar de forma agitada y después de unos momentos se arrastró junto a la chica. Fue entonces cuando las reclutas más jóvenes empezaron a silbarle al verle casi desnudo.
- ¡Yo también quiero luchar con él si termina así a mi lado! ¡Xemnas-sama!
Una gota de sudor recorrió la cabeza del rubio, pensando de forma inocente. Algo le decía que querían verle así para meterse con él, aunque fuese todo lo contrario. Trató de ignorar aquello y se concentró en seguir respirando. Entonces escuchó que la joven había aprendido el haki de observación y eso hizo que mostrase una sonrisa dulce.
- Lo intuí durante la pelea, cielo. Por cierto, te has ganado una recomendación por mi parte. Lo has hecho muy bien y no has recurrido a esas cosas. Un poco más y me hubieses derrotado.
Ella le preguntó entonces algo que le hizo suspirar. Sabía que había sido algo que tenía que ver con sus jodidas pastillas y demás, pero los detalles no los supo en ningún momento. Se rascó un poco la cabeza y después negó de forma calmada. Lo siguiente que hizo fue levantarse como pudo y la cogió en brazos, empezando a caminar con ella hacia el interior del edificio. Continuaba escuchando gritos de las reclutas e incluso esquivó un par de aviones de papel con números en ellos. Eso parecía un puto circo.
- ¡Silencio, joder!
Gritó mientras soltaba un suspiro enorme, pero eso lejos de asustar, solo hizo que le gritasen cosas como lo rudo que era y demás. No entendía nada y simplemente se quedó mirando a la rubia tranquilamente como si no pasara nada.
- ¡Yo también quiero luchar con él si termina así a mi lado! ¡Xemnas-sama!
Una gota de sudor recorrió la cabeza del rubio, pensando de forma inocente. Algo le decía que querían verle así para meterse con él, aunque fuese todo lo contrario. Trató de ignorar aquello y se concentró en seguir respirando. Entonces escuchó que la joven había aprendido el haki de observación y eso hizo que mostrase una sonrisa dulce.
- Lo intuí durante la pelea, cielo. Por cierto, te has ganado una recomendación por mi parte. Lo has hecho muy bien y no has recurrido a esas cosas. Un poco más y me hubieses derrotado.
Ella le preguntó entonces algo que le hizo suspirar. Sabía que había sido algo que tenía que ver con sus jodidas pastillas y demás, pero los detalles no los supo en ningún momento. Se rascó un poco la cabeza y después negó de forma calmada. Lo siguiente que hizo fue levantarse como pudo y la cogió en brazos, empezando a caminar con ella hacia el interior del edificio. Continuaba escuchando gritos de las reclutas e incluso esquivó un par de aviones de papel con números en ellos. Eso parecía un puto circo.
- ¡Silencio, joder!
Gritó mientras soltaba un suspiro enorme, pero eso lejos de asustar, solo hizo que le gritasen cosas como lo rudo que era y demás. No entendía nada y simplemente se quedó mirando a la rubia tranquilamente como si no pasara nada.
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Como supuso… No sabía todos los detalles. Ignoró el hecho de que algunas reclutas le gritaban cosas y todo eso. Estaba demasiado cansada como para agotarse con ellas. Suspiró con calma y sintió como la elevaba en brazos. Casi por instinto, pasó una mano por el cuello del vicealmirante y sonrió con calma. No todo había sido tan malo, había ganado una recomendación por parte de Xemnas y eso la puso muy contenta. Sus ojos miraban el cuerpo de Xemnas y había notado que tenía muchos moratones en su cuerpo. ”Mis golpes hicieron efecto…” – pensó quitándole importancia a ese hecho.
– Supongo que no todos saben los detalles – le empezó a decir con calma. Al menos, las reclutas ya no los seguían y ahora estaban caminando solos. – Resumido… – trató de ordenar un poco sus ideas. – Dos miembros del departamento científico – empezó a decir mientras llegaban a la enfermería que estaba dentro del mismo coliseo. Xemnas la dejó en una camilla y ella se sentó, apoyándose en la pared. – Me robaron las píldoras que uso y empezaron a experimentar con ellas – aún sentía algo de culpa por lo que había pasado. – No sé cuántas veces fallaron, pero el resultado final de esas investigaciones fue horrible – su tono era como pocas veces, bastante serio. – Fueron capaces de sextuplicar la fuerza de un pirata de 250 millones de wanted. Como debes saber, logré derrotarlo y a duras penas. – Rio suavemente mientras no apartaba las miradas del vicealmirante.
– Dormí durante dos semanas, luego de ganar – siguió. Sin darle la oportunidad de que respondiera, ya iban a venir las quejas después. – Esos dos desaparecieron. Nadie sabe de dónde son o de dónde vienen, solo se hicieron humo una vez la pelea acabó – tomó una leve pausa. – El pirata tuvo consecuencias severas… Las pastillas lo iban a matar una vez terminaran sus efectos, pero, quizá, no todo es tan malo – suspiró con calma y miró al techo de la enfermería por unos segundos. Luego de eso, lo volvió a mirar a los ojos. – Acabado todo, prohibieron seguir con las investigaciones de mis píldoras… Salvo a mí – fue tajante en la última frase. Nuevamente, siguió sin darle chance alguna a que él pudiera responder. – En palabras simples, mi ADN es el único compatible con ellas, así que a mí no me pasaría nada a largo plazo por el uso de estas. – Finalizó. Era turno de escuchar su respuesta.
– Supongo que no todos saben los detalles – le empezó a decir con calma. Al menos, las reclutas ya no los seguían y ahora estaban caminando solos. – Resumido… – trató de ordenar un poco sus ideas. – Dos miembros del departamento científico – empezó a decir mientras llegaban a la enfermería que estaba dentro del mismo coliseo. Xemnas la dejó en una camilla y ella se sentó, apoyándose en la pared. – Me robaron las píldoras que uso y empezaron a experimentar con ellas – aún sentía algo de culpa por lo que había pasado. – No sé cuántas veces fallaron, pero el resultado final de esas investigaciones fue horrible – su tono era como pocas veces, bastante serio. – Fueron capaces de sextuplicar la fuerza de un pirata de 250 millones de wanted. Como debes saber, logré derrotarlo y a duras penas. – Rio suavemente mientras no apartaba las miradas del vicealmirante.
– Dormí durante dos semanas, luego de ganar – siguió. Sin darle la oportunidad de que respondiera, ya iban a venir las quejas después. – Esos dos desaparecieron. Nadie sabe de dónde son o de dónde vienen, solo se hicieron humo una vez la pelea acabó – tomó una leve pausa. – El pirata tuvo consecuencias severas… Las pastillas lo iban a matar una vez terminaran sus efectos, pero, quizá, no todo es tan malo – suspiró con calma y miró al techo de la enfermería por unos segundos. Luego de eso, lo volvió a mirar a los ojos. – Acabado todo, prohibieron seguir con las investigaciones de mis píldoras… Salvo a mí – fue tajante en la última frase. Nuevamente, siguió sin darle chance alguna a que él pudiera responder. – En palabras simples, mi ADN es el único compatible con ellas, así que a mí no me pasaría nada a largo plazo por el uso de estas. – Finalizó. Era turno de escuchar su respuesta.
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Xemnas pudo llegar perfectamente a la enfermería y lo siguiente que hizo fue dejar a la chica en una de las camas. Él se sentó en la de al lado y se quedó mirándola con una sonrisa tranquila en todo momento. Pensaba escucharla hasta el final y entonces se acomodó un poco mientras cruzaba sus piernas. Había ordenado a un recluta por el camino recoger su armadura y su arma, por lo que no había problemas. Sería gracioso si el chico fuese un usuario y le diera un telele en mitad del escenario de batalla. Muchos iban a reírse, pero estaba claro que el recluta no y encima no iba a poder llevar la armadura. El rubio entonces tosió un poco y continuó escuchando las palabras de la capitana.
Esos cabrones que habían desaparecido no podían haber desaparecido de la faz de la tierra. Ya iniciaría una investigación contra ellos. Aquello parecía un trabajo para el bueno de Kasai-kun. Soltó un pequeño suspiro y después se sentó en la misma cama que ella. Acarició despacio su pierna mientras mostraba una expresión seria. No le gustaban mucho aquellas pastillas pese a que fueran acorde al ADN de la chica. Si le había dado la recomendación fue por no haberlas usado y haberle puesto contra las cuerdas. Se llevó la mano izquierda al pelo y después de retirarlo terminó de escuchar todo. Lo que hizo a continuación fue mirarla y dedicarle una sonrisa dulce mientras asentía con la cabeza.
- Yo prefiero que no uses esas cosas y te valgas por tu propia fuerza. Pero supongo que eres libre de usarlas si así lo ves. Estar indefensa tras su uso es lo que me preocupa…
Una vez dijo aquello se colocó en pie. Era el momento de irse y tras despedirse con la mano estuvo a punto de abrir el pomo. Entonces se frenó en seco y cerró los ojos. Se giró de nuevo y se sentó en la cama. Le dedicó a aquella joven de cabellos dorados una dulce sonrisa y sin previo aviso unió sus labios a los de ella. Estaría así un par de minutos, dándole un enorme beso que pudiese recordar para después separarse despacio.
- No olvides que pase lo que pase, yo estaré ahí para protegerte. Si me pasara algo, también estaría contigo siempre. Como he ganado te pediré una cosa, permíteme invitarte a cenar. Te recogeré en el estadio en una hora y media.
Una vez le dijo aquello, le dedicó una sonrisa calmada y se fue a su camarote. Era el momento de darse una buena ducha antes de cenar con su chica. Después intentaría pasar la noche con ella, y esta vez tomaría él la iniciativa…
Esos cabrones que habían desaparecido no podían haber desaparecido de la faz de la tierra. Ya iniciaría una investigación contra ellos. Aquello parecía un trabajo para el bueno de Kasai-kun. Soltó un pequeño suspiro y después se sentó en la misma cama que ella. Acarició despacio su pierna mientras mostraba una expresión seria. No le gustaban mucho aquellas pastillas pese a que fueran acorde al ADN de la chica. Si le había dado la recomendación fue por no haberlas usado y haberle puesto contra las cuerdas. Se llevó la mano izquierda al pelo y después de retirarlo terminó de escuchar todo. Lo que hizo a continuación fue mirarla y dedicarle una sonrisa dulce mientras asentía con la cabeza.
- Yo prefiero que no uses esas cosas y te valgas por tu propia fuerza. Pero supongo que eres libre de usarlas si así lo ves. Estar indefensa tras su uso es lo que me preocupa…
Una vez dijo aquello se colocó en pie. Era el momento de irse y tras despedirse con la mano estuvo a punto de abrir el pomo. Entonces se frenó en seco y cerró los ojos. Se giró de nuevo y se sentó en la cama. Le dedicó a aquella joven de cabellos dorados una dulce sonrisa y sin previo aviso unió sus labios a los de ella. Estaría así un par de minutos, dándole un enorme beso que pudiese recordar para después separarse despacio.
- No olvides que pase lo que pase, yo estaré ahí para protegerte. Si me pasara algo, también estaría contigo siempre. Como he ganado te pediré una cosa, permíteme invitarte a cenar. Te recogeré en el estadio en una hora y media.
Una vez le dijo aquello, le dedicó una sonrisa calmada y se fue a su camarote. Era el momento de darse una buena ducha antes de cenar con su chica. Después intentaría pasar la noche con ella, y esta vez tomaría él la iniciativa…
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Akuma no mi
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Como era usual, siempre que contaba sus cosas a Xemnas, se sentía bastante aliviada. Escucharlo, ver sus ojos azules, su tono calmado y tranquilo. ”Es perfecto” – pensó con una sonrisa mientras lo veía. Lo mejor vino después, al parecer, solo quería invitarla a cenar como premio por su victoria. Asintió con la cabeza tranquilamente y guardó silencio, ya las palabras sobraban en ese momento. Suspiró con calma y se quedó callada, se debía atender sus heridas, darse una ducha, pedirle ayuda a alguien para el asesoramiento de imagen… Tenía mucho que hacer. Notó que el vicealmirante ya se estaba por ir. Se detuvo en la puerta y se giró… El beso la pilló desprevenida, pero no tardó en corresponderlo y entrelazar sus manos por detrás del cuello de Xemnas. Duró unos minutos y luego él se fue.
Se quedó unos segundos apoyada en la pared y mirando el techo. Por unos momentos, había olvidado todo lo que había pasado y ahora era hora de disfrutar de una velada con su chico. ¿Hace cuánto que no tenía momentos de paz? Sonrió con calma y se levantó, primero lo primero… Curarse. Agarró todas las cosas necesarias y empezó con eso. Una vez acabó, las dejó donde debían ir y salió de la enfermería. Iba a ser una noche especial y la iba a aprovechar al máximo. ”¿Qué me debería colocar?” – caminó por los pasillos de Marineford, tranquilamente hasta llegar a su pieza.
– Al fin un momento de descanso. Ya era hora. – Susurró mientras empezaba a mirar toda su ropa y pensaba en cómo debería ir vestida. Tenía una hora y media para arreglarse y encontrarse con Xemnas. El tiempo corría…. Debía darse prisa. Habían muchas cosas que debía hacer… Suspiró y empezó. Era hora de tener un momento romántico con el vicealmirante.
Se quedó unos segundos apoyada en la pared y mirando el techo. Por unos momentos, había olvidado todo lo que había pasado y ahora era hora de disfrutar de una velada con su chico. ¿Hace cuánto que no tenía momentos de paz? Sonrió con calma y se levantó, primero lo primero… Curarse. Agarró todas las cosas necesarias y empezó con eso. Una vez acabó, las dejó donde debían ir y salió de la enfermería. Iba a ser una noche especial y la iba a aprovechar al máximo. ”¿Qué me debería colocar?” – caminó por los pasillos de Marineford, tranquilamente hasta llegar a su pieza.
– Al fin un momento de descanso. Ya era hora. – Susurró mientras empezaba a mirar toda su ropa y pensaba en cómo debería ir vestida. Tenía una hora y media para arreglarse y encontrarse con Xemnas. El tiempo corría…. Debía darse prisa. Habían muchas cosas que debía hacer… Suspiró y empezó. Era hora de tener un momento romántico con el vicealmirante.
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