[Pasado]¿Enserio este tipo es un oficial? (Ryu & Dranser)

Un dolor agudo hizo que el espadachín abriese los ojos de golpe. El dolor había sido tan intenso que incluso había soltado un quejido. Estaba soñando que Galia se convertía en un Okama y se pasaba el día con unas bragas de color negro y símbolos de calavera. Sin duda había sido una experiencia horrible de haberla vivido en la realidad, pero por suerte era solo un mal sueño. El revolucionario se rascó un poco la cabeza y después de unos momentos soltó un suspiro. Lo último que recordaba fue que había usado una caña rota para jugar a que pescaba y se había quedado dormido en plena borda. Menos mal que no se había caído al agua. Notó la presencia de la chica ir hacia un camarote y por ello suspiró. También pudo notar un aura que no conocía. Se dio la vuelta mientras se fijaba en aquella persona de pelos brillantes.

Al menos le estaba tendiendo la mano y eso fue de agradecer. El chico la cogió y se colocó en pie. Entonces se estiró y escuchó sus palabras. No tardó mucho en alzar una ceja. La pelirrosa había estado haciendo de las suyas. Esa niña era increíble. Ya se había puesto en plan ojeadora de la rebelión. Iba a tener que despedir al pobre Guillermo, el actual fichador. Soltó un pequeño bostezo mientras verificaba que todo estaba en su sitio. Tenía puesto su chaleco canela, su camiseta negra de manga larga, su pantalón y llevaba su medallón. En la frente un pañuelo blanco y en su cintura su funda. En ella portaba a Shiro Kiba. Se quedó mirando entonces fijamente al nuevo chico que tenía frente a sus ojos y le dedicó una sonrisa ladeada.

- Te ha guiado bien. Soy Silver D. Dranser, depredador de la rebelión. Si ella te ha traído, significa que todo está correcto. Nos dirigimos a la base de Saint Reia, por lo que allí podras comenzar la formación.

Una vez dijo aquello, se acercó al timón electrónico de aquel precioso barco de los rebeldes y tocó unos cuantos botones. Ahora todo debía estar correcto. El espadachín mostró una sonrisa ladeada y se dirigió al joven con toda la calma del mundo.

- Vamos a empezar desde el principio. Dime tu nombre, tus hobbies, tus sueños y las cosas que no te gusten.

El revolucionario escuchó las palabras de aquella persona con toda la calma del mundo. Una vez supo la forma de llamarlo, se sentó en la borda y continuó escuchando sus palabras. Lo de estar rodeado por la naturaleza le arrancó una pequeña sonrisa ladeada. Una vez pasó eso, se cruzó de brazos y continuó escuchando sus palabras con calma. Cuando hubo terminado de decirle todo, le dedicó una sonrisa calmada. De modo que otro vengador. La revolución estaba llena de ellos y sabía que eso no le iba a hacer gracia a muchos. Tal vez debía enviar a aquellos dos con Krauser, pero no quería otra bronca por parte del demonio. De modo que el llevárselos a la base del Sur con él podía estar bien. A diferencia de muchos criminales, Dranser no destacaba pese a tener un precio de quinientos millones y ser el espadachín más peligroso de la rebelión. No solía ser noticia debido a lo discreto que era.

- Vaya, eso está bastante bien. Aquí canalizaras tu odio a esos perros del gobierno, de modo que no hay problema ¿Tienes algún arma? Quiero saber sobre tu forma de combatir.

Dijo con calma mientras le observaba despacio. A lo mejor podía ayudarle si era un hombre que usaba katanas. El puto Ushio apenas le visitaba ya y estaba pensando en ir a darle una colleja. Ese jodido aprendiz cabeza hueca estaría de fiesta o algo similar. Decidió dejar de pensar en aquello y le miró con calma. Desenfundó su espada despacio, realizando un sonido metálico bastante agudo. Entonces mostró su preciosa O Wazamono, la cual relucía. Una sonrisa ladeada se formó en el rostro de aquel hombre entonces.

- Mi mejor estilo es el de la espada. Domino varios de ellos y tengo toda la intención de ayudar a Galia a ser de las mejores. Quizás quieras que también te eche una mano en el tema.

Mencionó tranquilamente mientras le observaba. Primero debía de saber si era un fan de las espadas, de lo contrario no serviría de nada. Pelear a puños, con armas enormes o con cuchillos era cosa de Redfield. Si era físicamente también. Él se dedicaba a ayudar a los espadachines o a los chicos que quería usar espadas cortas, mandobles de tamaño medio y demás. Se quedó esperando una respuesta mientras se cruzaba de brazos y soltaba un nuevo y mayor bostezo que el anterior.

El espadachín se mantuvo calmado en todo momento, observando la espada del chico y mostrando una sonrisa pícara. Era justo el tipo de arma que utilizaba Lancelot, y eso le hizo relamerse. Tenía el estilo perfecto para el joven, el cual era llamado “Estilo de la lluvia”. Él lo dominaba bastante bien y podía enseñárselo a los demás espadachines con facilidad. Se mantuvo pensativo unos momentos mientras analizaba aquella arma del chico con calma. Él podía hacerle algunos ajustes para que fuese perfecta, pero para eso iban a tener que tener algo más de confianza. Si la chica lo había elegido, tendría que haber sido por algún motivo ¿Habría combatido con él? No podía saberlo y en esos momentos no iba a molestar a la enojada pelirrosa. Mostró una sonrisa calmada y entonces escuchó que el chico quería decirle algo. Simplemente se acomodó y se dispuso a escucharlo tranquilamente.

Después de la explicación, su expresión era algo más seria, pero no había nada malo en ella. Si ese joven tenía un problema de autocontrol y no era dueño de sus actos, no tenía culpa de ello. Iba a tener que tomar medidas drásticas si quería que no lo expulsaran. Enviárselo al demonio podía ser muy buena opción, pero el ejército revolucionario lo había tenido parado mucho y querían explotar su potencial en batalla. Después de unos momentos decidió hacerse cargo de él. Sabía que iba a ser duro, pero gracias al poder de sus habilidades animales podría hacerlo. Mostró una sonrisa calmada y después miró al chico con toda la calma del mundo. Era como si le hubiese dado absolutamente lo mismo las palabras y la historia sobre el problema que tenía para controlarse.

- Pues a partir de hoy dormirás a mi lado. No te vas a separar de mí en ningún momento, pero no voy a ser muy pesado. Podremos estar a unos doscientos metros de distancia sin separarnos. De ese modo tendrás intimidad.

Una vez le dijo aquello, sacó de su funda a Shiro Kiba. La preciosa katana blanca resplandeció e hizo un hermoso sonido metálico cuando fue desenfundada. Parecía un arma de buena calidad y lo siguiente que hizo el depredador de la revolución fue imbuirla en un aura azulada. Parecía como si unas llamas azules claras rodeasen su arma en todo momento. En ese momento lanzó un tajo al aire y una onda cortante se dirigió al mar. En pleno aire se dividió en tres y tras los impactos se levantaron unas olas exageradas. Entonces guardó aquella arma y le dirigió una mirada amable al joven.

- Creo que todo esto es lo que te espera. Puedes llamarme Dranser-sensei desde hoy ¿Tienes hambre o algo por el estilo?

Dranser escuchó lo que el chico le dijo y entonces cambió de opinión al momento. Él pensaba que podía darle en cualquier momento, pero si tenía un cronometro cual reloj de feria, era perfecto para su salud por las noches. Eso alegró al espadachín, por lo que le dedicó una sonrisa ladeada al chico de cabellos plateados. Ya se imaginaba durmiendo con cascabeles atados a las manos del joven y despertarse cada vez que sonasen. Parecía una idea ridícula, pero todo era necesario para ayudar a los demás miembros del ejército revolucionario. Él consideraba a todos los rebeldes hermanos y no tenía problema en ayudarlos a cualquier cosa que necesitasen. Se consideraba uno de los principales y más antiguos miembros de aquella facción en la que llevaba desde sus inicios. Su puesto de oficial era la prueba de ello, aunque él aspiraba a ser general algún día. Sabía que era algo que iba a tener realmente difícil, pero si algo sabía Silver, era a no rendirse nunca.

- Creo que en ese caso, solo dormirás conmigo durante esa etapa. De modo que tienes casi sesenta días antes para hacer lo que desees sin tenerme detrás.

Dijo con una pequeña carcajada. Una vez dijo eso, le hizo un gesto para que le siguiera hasta el interior del barco. No iba a molestar a la chica, pero si ella sabía cocinar podía ser una ventaja enorme. Soltó un suspiro y abrió unos cuantos armarios, sacando comidas enlatadas, hasta que vio un precioso pollo metido en un plástico al vacío. Aquello provocó que el espadachín sonriese de lado y después de unos momentos lo colocó en la mesa. Encendió el horno y siguiendo las instrucciones que ponían en el envase, introdujo el pollo y cerró la puerta. Puso el tiempo y los grados en aquel electrodoméstico que supuso que funcionaría con la energía del barco. Acto seguido mostró una sonrisa calmada y miró al chico con toda la calma del mundo.

- Parece que vamos a darnos una buena comida. Pese a que lo hayas pasado mal, no olvides que ahora tienes una familia enorme y yo juro protegerte con mi vida.

Mencionó entonces al mismo tiempo que le guiñaba el ojo. A continuación se sentó en una de las sillas y se colocó la mano derecha en la mejilla. Dranser se consideraba un protector de todos los rebeldes. Su maestro Rokuro se lo enseñó antes de morir a manos de la marina y de los traidores infiltrados en la rebelión. Silver silbó un poco para después mirar el tiempo que le quedaba a la comida. Al parecer unos quince minutos, debido a que ya venía hecho y solo debía calentarse como era debido.

Dranser se rascó unos momentos la cabeza mientras escuchaba la pregunta del chico. En aquella isla de la revolución tenía la ventaja de mandar bastante. Iba a ocuparse de entrenarlos, pero nada más llegar iba a ser un poco complicado. A lo mejor tenía cosas que hacer en otro mar, pero supuso que podría quedarse unas semanas primero. Era el tiempo justo para enseñarles alguna técnica del estilo de la lluvia para que fuesen aprendiendo a usarlas por su propia cuenta y a mejorarlas. A lo mejor debía forjarles armas al chico y a la pelirroja para que pudiesen defenderse mejor de aquellos capullos del gobierno. Esperaba que no tuvieran que enfrentar a grandes tiradores o de lo contrario iban a tener muchísimos problemas a la hora de esquivar balas. Debía modificar sus propias habilidades para mostrárselas a ellos cuanto antes.

La forma de la que pretendía controlar al chico de cabellos plateados cuando durmiese con él era simple. Si se ponía en plan asesino le daría una colleja y lo dormiría, después lo ataría y ya se le pasaría todo. No había peligro por el momento, pues el depredador podía manejar la situación con sus tácticas animales y con su arte de la espada. El castaño soltó un suspiro y entonces le respondió de forma calmada.

- Seguramente mostraros la isla, asignaros los cuartos y daros vuestros horarios. También empezaremos las misiones y los entrenamientos cuanto antes.

Una vez dijo aquello se puso en pie y sacó una especie de cartón de vino blanco. Pretendía echarle aquello al pollo para que el sabor fuese mucho mejor. Se relamió un poco y pensó qué más podía ser bueno para aquel pedazo de carne. Formó dos hilos de telaraña en la punta de sus dedos y endureciéndola con su haki armadura tomó una botella de agua al tirar de ella una vez la enredó. Bebió un largo trago y después de unos momentos se estiró mientras volvía a observar al joven con toda la tranquilidad del mundo.

- ¿Prefieres salsa de soja o alioli?

Le preguntó entonces mientras continuaba abriendo armarios y sacando cosas. Aquel barco era la hostia y aunque no supiese cocinar, solo era echarle algunas cosas por encima al alimento, por lo que hasta un patán como él podía hacerlo sin liarla. Se notaba que se curraba las cosas aunque luego fuese el vago número uno de la revolución.

El revolucionario sonrió de lado cuando le preguntó aquello. Muchos conocían el poder de su fruta dentro de las líneas de la rebelión, pero ni la pelirrosa ni aquel chaval podían saberlo. En ese momento estiró el dedo índice hacia el chico y dejó salir un pequeño hilo de telaraña que quedó en su hombro de forma inofensiva. No parecía hacer nada más y eso daba indicios de que el espadachín era una especie de araña aunque no fuese así. Mostró una sonrisa calmada y después de unos momentos despegó aquella cosa del hombro del joven. Acto seguido se estiró un poco y tras unos instantes le respondió de forma amable.

- Es simple tela de araña, pero para mejorar la dureza y el agarre de dicha habilidad, la he imbuido en mi haki de armadura. Es una técnica que se obtiene tras mucho entrenamiento físico y sirve para tocar usuarios del tipo logia o hacer tus golpes muy fuertes. La defensa que da es maravillosa también.

Una vez dijo eso, realizó un rápido movimiento y cortó el tapón de la pequeña salsa de soja con un par de hilos. Fue directo al horno y sacó el pollo del electrodoméstico. Lo colocó en un plato y lo dividió en tres porciones. El cabrón se quedó con la pechuga, pues era su parte favorita. Hecho un poco de salsa, el vino blanco y algunas cosas más que ponía en la guía. Dejó el plato del joven en la mesa y guardó el de Galia en el horno. Él cogió el suyo y empezó a comer tranquilamente mientras observaba la mesa. El sabor era bastante bueno debido a los aderezos y eso le hizo sonreír de lado. Por fin preparaba algo comestible. Entonces fue cuando se sentó colocando su plato también sobre la mesa.

- Tengo la fruta de los animales y eso me permite imitar sus características naturales. Es un poder que llevo dominando muchos años.

Dijo el revolucionario para después sonreír de lado.

Dranser terminó de tragar el trozo que tenía en la boca y finalmente escuchó las palabras de aquel joven que tenía frente a sus ojos. Le estaba pidiendo saber más sobre aquello que llamaban haki. El propio depredador dominaba dos de los tipos de forma normal y el tercero lo tenía despertado. Desde la muerte de sus camaradas había pasado de usarlo, pues tampoco le era muy útil en combate. Solo contra los hombres increíblemente débiles. Después de terminar de comer se colocó en pie y se quedó mirando al joven de forma calmada. Era cierto que iba a ser el maestro de ambos, pero podría centrarse en algo de cada uno. Galia seguramente preferiría canalizaciones a aprender el poder del haki, pero eso era ya cuestión de gustos y de elecciones.

- Por supuesto. Ahora deberías descansar. Yo voy a la cubierta a vigilar que el resto del viaje se desarrolla sin problemas. Últimamente hay más reyes marinos de la cuenta…

Mencionó con un tono serio al mismo tiempo que acariciaba la funda de su espada. Tras darle un leve toque en el hombro, aquel hombre empezó a caminar hacia la cubierta. Era el momento de ver si todo estaba en orden. Iban a tardar en llegar y no quería que ambos estuviesen cansados el primer día. Suponía que la joven ya se había dormido, pero quedaba el peliplateado. Él se sentó de nuevo sobre la borda y se quedó mirando el mar con un gesto calmado. En ese momento mostró una sonrisa ladeada.

- Es tal y como decías, Rokuro-sensei. Todo está empezando a tener sentido en esta vida de locos. Continuaré con la tarea que me encomendaste…

Dijo en un tono calmado para después cerrar los ojos y activar el haki de observación. Se mantuvo callado en todo momento y empezó a descansar allí mismo. Dranser era todo un misterio, pero tenía el respeto de muchos miembros de la rebelión por sus actitudes bélicas. Fue uno de los hombres clave en la misión de Mariejoa y en lo sucedido con los Gyojin.