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La joven llevaba caminando cerca de tres horas o más. Sus pies le dolían muchísimo y la verdad es que no se acostumbraba. Esta vez había podido recaudar un poco más de información y había escuchado que el castillo se hallaba en aquella zona. Había pasado por un camino de piedra y un enorme bosque. Ahora se hallaba caminando por una extraña villa, en la que no parecía haber ni una sola persona en el lugar. Estaba un poco nerviosa debido a que iba sola y no tenía ni idea de qué hacer. Esperaba que no la echasen a la fuerza o dijesen que no pertenecía a ellos. No tenía ninguna prueba además de aquel objeto. Soltó un pequeño suspiro y continuó con su viaje a través de aquel tétrico lugar. Cerró los ojos unos momentos al notar una brisa helada dejarla temblando. El frío era considerable en aquel lugar, pero empezaba a controlarlo mejor debido a su fruta.
La pelirroja vestía con una chaqueta blanca, la cual llevaba cerrada. Por dentro un jersey marrón y unos pantalones negros. En los pies unas botas marrones y en la espalda una funda considerable. En su cintura poseía otra funda algo más pequeña y en su cuello un broche plateado con una torre y una M debajo de ella. Se suponía que era el símbolo de aquel sitio, pero desconocía quién era. La chica llegó finalmente frente al rastrillo, donde pudo ver a dos hombres que parecían estar armados. Se trataban de dos guardias por sus formas de vestir. La chica tuvo algo de nervios y lo primero que hizo fue tomar todo el aire posible. Después de unos momentos lo expulsó tranquilamente y finalmente avanzó despacio. Sentía aquel dolor incómodo en sus pies, era como si le ardieran de forma exagerada. Una vez estuvo cerca trató de hablar con aquellos hombres.
- Buenos días… He venido a ver a los dueños del castillo, resulta que yo pertenezco a esta familia, pero ando pérdida y…
No se atrevía a decir nada más, pues sentía algo de miedo porque la atacasen. Se acercó a aquella puerta todo lo posible y señaló el broche que tenía para que pudiesen ver que no era una mentira. A continuación se quedaría callada. Ahora solo faltaba ver lo que ocurría en aquel lugar alejado de la mano de Dios. El peor paso ya lo había dado y el resultado estaba por verse. Ella esperaba que no fuese muy malo.
La pelirroja vestía con una chaqueta blanca, la cual llevaba cerrada. Por dentro un jersey marrón y unos pantalones negros. En los pies unas botas marrones y en la espalda una funda considerable. En su cintura poseía otra funda algo más pequeña y en su cuello un broche plateado con una torre y una M debajo de ella. Se suponía que era el símbolo de aquel sitio, pero desconocía quién era. La chica llegó finalmente frente al rastrillo, donde pudo ver a dos hombres que parecían estar armados. Se trataban de dos guardias por sus formas de vestir. La chica tuvo algo de nervios y lo primero que hizo fue tomar todo el aire posible. Después de unos momentos lo expulsó tranquilamente y finalmente avanzó despacio. Sentía aquel dolor incómodo en sus pies, era como si le ardieran de forma exagerada. Una vez estuvo cerca trató de hablar con aquellos hombres.
- Buenos días… He venido a ver a los dueños del castillo, resulta que yo pertenezco a esta familia, pero ando pérdida y…
No se atrevía a decir nada más, pues sentía algo de miedo porque la atacasen. Se acercó a aquella puerta todo lo posible y señaló el broche que tenía para que pudiesen ver que no era una mentira. A continuación se quedaría callada. Ahora solo faltaba ver lo que ocurría en aquel lugar alejado de la mano de Dios. El peor paso ya lo había dado y el resultado estaba por verse. Ella esperaba que no fuese muy malo.
Ivan Markov
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El joven inspiró hondo y paseó los dedos por el instrumento, como familiarizándose con él. Se trataba de un enorme e imponente órgano de iglesia de tres filas de teclas. Ocupaba una pared entera de la enorme estancia, y cuando era tocado su sonido era tan potente que la música resonaba por todo el castillo. Cerró los ojos y tocó una primera nota, empezando con unas notas suaves y pausadas. Dejó su inspiración fluir, tocando una melodía lenta. No buscaba nada en concreto, se limitaba a tocar lo que su inspiración le dictaba. De repente un ruido lo interrumpió, rompiendo su concentración. Frunció el ceño, molesto, y se interrumpió. Se giró con un gesto de mal genio y masculló un "adelante" con evidente enfado. Un guardia abrió la puerta y lo miró con cautela.
- Hablad.
- Una mujer que dice ser de vuestra familia esta ante las puertas del castillo, mi Lord. Tiene un broche con el emblema de los Markov ¿Qué hacemos?
Ivan arqueó una ceja, entre sorprendido y lívido de ira. ¿No era evidente que debían dejarla pasar? Entonces un pensamiento peregrino pasó por su mente "podría ser una asesina o espía." Se forzó a calmarse y respiró hondo, y dijo:
- Dejadla pasar, pero no le quitéis ojo de encima. Traedla ante mí.
El soldado le hizo una reverencia y salió de la estancia. Con un suspiro, volvió a ponerse frente a las teclas y cambió de ritmo, tocando una melodía ominosa y agresiva, trasladando a la música toda su frustración. Prácticamente aporreaba las teclas, y si no fuese porque mantenía lo suficiente su autocontrol, tal vez hubiese destrozado el instrumento. La canción sonó en todo el castillo con fuerza, haciendo un eco que junto con la música creaban una suerte de cacofonía siniestra.
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Las puertas se abrieron después de unos momentos, haciendo que la joven abriese los ojos y se quedase mirando el interior con tranquilidad. Uno de los guardias le dijo que podía pasar y que él mismo se ocuparía de llevarla hasta un lugar que no le mencionó. La pelirosa asintió con la cabeza y después de unos momentos empezó a andar. No podía negar que estaba muy nerviosa al haber entrado por fin a aquel sitio donde debía hallar respuestas. El dolor de sus pies no se iba, pero al estar interesada profundamente en aquello, lo ignoraba con facilidad. Era el momento de saber quién era y demás. Soltó un profundo suspiro y observó al guardia con curiosidad. Parecía mirarla de vez en cuando y eso solo la ponía un poco más de los nervios. No pensaba mal de él, pero se sentía muy vigilada en aquel lugar.
Sus azulados ojos fueron paseando por cada metro del interior, analizando despacio la estructura. Parecía un sitio antiguo y estaba segura de que los dueños debían de tenerle un cariño enorme a dicho lugar. Galia entonces empezó a sentir una melodía que provocó que se frenase en seco. El guardia la miró entonces, esperándola. Ella le miró con seriedad y después de unos momentos volvió a caminar con calma.
Por fin la llevaron a una sala en la que había una persona tocando un inmenso órgano. La revolucionaria no podía verle la cara a semejante hombre. A juzgar por su pelo, había llegado a esa conclusión. No iba a interrumpir y lo primero que hizo fue caminar hasta quedar a unos dos metros detrás de aquel tipo. Metió ambas manos en los bolsillos y entrecerró los ojos despacio. El guardia parecía mostrar un respeto enorme, pero ella no estaba acostumbrada a aquellos temas disciplinarios. Una vez que aquel tipo parase de tocar aquella música tan… “intimidante” le hablaría con un tono calmado.
- Soy Galia, Galia Markov. Antes de que me preguntéis nada debo decir… Que estoy en blanco… Fui raptada desde pequeña y mis salvadores me comentaron que tenía este broche… – Dijo señalándoselo con calma.
Sus azulados ojos fueron paseando por cada metro del interior, analizando despacio la estructura. Parecía un sitio antiguo y estaba segura de que los dueños debían de tenerle un cariño enorme a dicho lugar. Galia entonces empezó a sentir una melodía que provocó que se frenase en seco. El guardia la miró entonces, esperándola. Ella le miró con seriedad y después de unos momentos volvió a caminar con calma.
Por fin la llevaron a una sala en la que había una persona tocando un inmenso órgano. La revolucionaria no podía verle la cara a semejante hombre. A juzgar por su pelo, había llegado a esa conclusión. No iba a interrumpir y lo primero que hizo fue caminar hasta quedar a unos dos metros detrás de aquel tipo. Metió ambas manos en los bolsillos y entrecerró los ojos despacio. El guardia parecía mostrar un respeto enorme, pero ella no estaba acostumbrada a aquellos temas disciplinarios. Una vez que aquel tipo parase de tocar aquella música tan… “intimidante” le hablaría con un tono calmado.
- Soy Galia, Galia Markov. Antes de que me preguntéis nada debo decir… Que estoy en blanco… Fui raptada desde pequeña y mis salvadores me comentaron que tenía este broche… – Dijo señalándoselo con calma.
Ivan Markov
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Escuchó la puerta tras él, pero no se interrumpió por ello. Ya había parado una vez... más no. Dejar de tocar en mitad de un momento de inspiración le resultaba muy frustrante. Así pues, siguió tocando desenfrenadamente hasta quedarse sin inspiración y fuerzas, momento en que dejó las últimas notas sonar. Entonces se giró con calma y vio al guardia de antes junto a una chica joven. Era pálida como él, de ojos de un azul más claro que el suyo y pelo rosa. Al instante se dio cuenta de lo hermosa que era, y esbozó una media sonrisa amable, escuchando sus palabras. Así que una Markov secuestrada y que ahora buscaba sus orígenes... La idea de aprovecharse de la situación era demasiado tentadora. Era muy bella, y hacía tiempo que Ivan se había sacado de encima los tabús sobre el incesto a la fuerza.
- Llama a los sirvientes y que preparen la sala del té - le indicó al guardia - No me digáis más. Parecéis agotada, y estoy seguro de que estaréis más que encantada de poder sentaros en un sillón y tomar algo caliente. Mi nombre es Ivan Roux, mi dama.
Mientras hablaba, se levantó y se acercó a ella con una sonrisa, tendiéndole una mano para cogerle la suya y besarle el dorso de esta. Activó su Encantar persona al mirarla a los ojos para que confiase en él y se sintiera cómodo a su lado. Aquello le vendría útil si intentaba camelarla, y para que se abriera en general también. Acto seguido la guiaría hasta la sala del té, una estancia de aspecto agradable con hermosos tapices y alfombras con dibujos intrincados. Ivan se sentó en un sillón que quedaba justo a la sombra, acomodándose.
- Será mejor que empecéis por el principio. Creo que podré ayudaros, no estoy en el castillo de los Markov por azar.
Se acomodó y se dispuso a escuchar su historia, interesado. Aprovechó para observarla con curiosidad y disimulo. Era bastante alta, pero con un cuerpo indudablemente atractivo. ¿Por qué tendría que tener una familia como esa? Así normal que cualquiera cayera en el incesto.
- Llama a los sirvientes y que preparen la sala del té - le indicó al guardia - No me digáis más. Parecéis agotada, y estoy seguro de que estaréis más que encantada de poder sentaros en un sillón y tomar algo caliente. Mi nombre es Ivan Roux, mi dama.
Mientras hablaba, se levantó y se acercó a ella con una sonrisa, tendiéndole una mano para cogerle la suya y besarle el dorso de esta. Activó su Encantar persona al mirarla a los ojos para que confiase en él y se sintiera cómodo a su lado. Aquello le vendría útil si intentaba camelarla, y para que se abriera en general también. Acto seguido la guiaría hasta la sala del té, una estancia de aspecto agradable con hermosos tapices y alfombras con dibujos intrincados. Ivan se sentó en un sillón que quedaba justo a la sombra, acomodándose.
- Será mejor que empecéis por el principio. Creo que podré ayudaros, no estoy en el castillo de los Markov por azar.
Se acomodó y se dispuso a escuchar su historia, interesado. Aprovechó para observarla con curiosidad y disimulo. Era bastante alta, pero con un cuerpo indudablemente atractivo. ¿Por qué tendría que tener una familia como esa? Así normal que cualquiera cayera en el incesto.
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La joven no había sido llamada “Dama” nunca y aquello la pilló un poco descolocada. Algo le decía que no iba a lograr acostumbrarse en la vida a aquellas cosas, pero debía mostrar educación ante todo. El nombre de aquel tipo fue memorizado al momento en su cabeza y después de unos momentos recordó también el apellido. Roux era algo raro para ella, pero supuso que debería llamarle así. Cuando aquel hombre dijo lo de la sala del té, se imaginaba una habitación inundaba con aquel líquido y eso la puso algo confusa. Realmente la vida con los revolucionarios no era tan sofisticada como parecía serlo en aquel castillo alejado de la mano de Dios. Soltó un suspiro al mismo tiempo que trataba de relajarse y entonces observó a aquel chico acercarse a ella.
Tomó su mano y ella pensaba que iba a estrecharla o algo por el estilo, pero sin embargo dejó un beso en ella. Sin duda no estaba hecha a aquellas cosas y sintió una vergüenza impresionante recorrerle. La joven notó un leve mareo al principio pero después empezó a mirar a la persona que tenía delante con confianza. Una sensación cálida la recorrió y fue como si le conociera desde hacía tiempo. No era así, pero le daba esa impresión y por alguna razón se sintió algo cómoda. Comenzó a caminar tras él con la cabeza agachada en todo momento y mirando a su alrededor. No tardaron mucho en llegar a aquella sala en la que Ivan se sentó en un sillón y ella hizo lo mismo. Soltó un suspiro y entonces empezó a hablarle con confianza.
- Yo fui criada por los revolucionarios en una isla cercana a Galuna. Estuve viviendo con ellos hasta ahora, cuando he cumplido los dieciocho. Me contaron que me encontraron en un mercado de esclavos con este broche y al parecer, eso es todo lo que sé por ahora. El captor solo dijo que era una noble. Mi padre adoptivo fue asesinado hace unos días frente a mí junto al resto de mis compañeros por la marina. Gracias a un oficial yo pude escapar sin que supieran de mí. Vine a esta isla para encontrar respuestas de mi pasado y saber quiénes son mi verdadera familia…
Una vez dijo aquello soltó un pequeño suspiro. Se llevó la mano derecha a sus cabellos y después de unos momentos se quedó un poco pensativa mirando a la persona que tenía frente a sus ojos. Con confianza le miró de forma un poco seria y después fue sonriendo lentamente.
- Soy parte del ejército revolucionario, pero ante todo quiero conocer mis orígenes y ayudar en todo lo que pueda desde mi posición. No quiero que piensen que soy una traidora o algo por el estilo…
Tomó su mano y ella pensaba que iba a estrecharla o algo por el estilo, pero sin embargo dejó un beso en ella. Sin duda no estaba hecha a aquellas cosas y sintió una vergüenza impresionante recorrerle. La joven notó un leve mareo al principio pero después empezó a mirar a la persona que tenía delante con confianza. Una sensación cálida la recorrió y fue como si le conociera desde hacía tiempo. No era así, pero le daba esa impresión y por alguna razón se sintió algo cómoda. Comenzó a caminar tras él con la cabeza agachada en todo momento y mirando a su alrededor. No tardaron mucho en llegar a aquella sala en la que Ivan se sentó en un sillón y ella hizo lo mismo. Soltó un suspiro y entonces empezó a hablarle con confianza.
- Yo fui criada por los revolucionarios en una isla cercana a Galuna. Estuve viviendo con ellos hasta ahora, cuando he cumplido los dieciocho. Me contaron que me encontraron en un mercado de esclavos con este broche y al parecer, eso es todo lo que sé por ahora. El captor solo dijo que era una noble. Mi padre adoptivo fue asesinado hace unos días frente a mí junto al resto de mis compañeros por la marina. Gracias a un oficial yo pude escapar sin que supieran de mí. Vine a esta isla para encontrar respuestas de mi pasado y saber quiénes son mi verdadera familia…
Una vez dijo aquello soltó un pequeño suspiro. Se llevó la mano derecha a sus cabellos y después de unos momentos se quedó un poco pensativa mirando a la persona que tenía frente a sus ojos. Con confianza le miró de forma un poco seria y después fue sonriendo lentamente.
- Soy parte del ejército revolucionario, pero ante todo quiero conocer mis orígenes y ayudar en todo lo que pueda desde mi posición. No quiero que piensen que soy una traidora o algo por el estilo…
Ivan Markov
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Mientras escuchaba su relato, los criados fueron entrando con un montón de bandejas, dejando aperitivos varios, pastas, dulces, y diferentes infusiones y bebidas. A Ivan ya sabían que servirle sin preguntarle, una taza de té rojo extrañamente espeso. Para esto le preparaban el té y luego traían una botella caliente y servían un chorrito de un líquido rojo denso. El vampiro cogió la taza y aspiró su aroma, disfrutando de la sensación, antes de dar un trago. Sus ojos se volvieron dorados y su piel algo más pálida, y su percepción de los olores se intensificó. Se hizo dolorosamente consciente de lo bien que olía Galia, despertando su hambre, pero el té con sangre calmó su hambre un poco. Escuchó el relato mientras removía con una cucharilla el contenido de la taza, con el ceño ligeramente fruncido. Cogió un dulce y lo comió, mientras se pensaba bien sus siguientes palabras.
- Lo primero que voy a deciros es que si queréis que os cuente la historia de vuestra familia debéis hacerme una promesa primero...
Se frenó para plantear bien cómo expresarlo. Iba a pedirle que no usase su apellido en público para evitar que la familia Markov fuese relacionada con la revolución. Su familia ya había tenido bastantes problemas en general tras la muerte de su padre, y por lo que se había enterado, el acuerdo de paz con el Gobierno aun estaba un poco en pañales. Hacía ya dos años que se había firmado, y ciertamente era más estable que tras los meses siguientes a su firma, pero seguía habiendo mucho recelo y desconfianza mutua. Que una Markov perteneciera a la Revolución no sería del agrado de Iliana, y de hecho del suyo tampoco, pero si ella quería serlo era cosa suya. Cada cazador escogía su camino, ¿no? Por otro lado llamar cazadora a aquella chiquilla tímida y asustada era cuanto menos irónico.
- Los Markov no estam... están en guerra con el Gobierno desde hace más de dos años, y la intención es que la paz continúe. Sin embargo, hay bastante desconfianza entre ambos grupos. Si quieres que te cuente más sobre tu gente, deberás jurarme que mantendrás el más estricto secreto.
Volvió a coger la taza y le dio otro trago para aclararse las ideas y calmar su hambre. Tal vez debería intentar convencerla de dejar la Revolución... al fin y al cabo estaba con ellos porque la habían criado desde pequeña, ¿no? Y allí no era más que un estorbo para los planes de Ili-chan. Por otro lado no le apetecía tener que discutir de política con ella, ¿cómo iba a llevársela a la cama si no? Demasiadas decisiones complicadas... y aun encima estaba la posibilidad de que Ili lo pillara y decidiese dejarlo sin partes nobles. Bebió otro sorbo más y dijo:
- ¿Por qué luchas? Ellos te cuidaron, pero, ¿realmente te sientes parte de la Revolución?
- Lo primero que voy a deciros es que si queréis que os cuente la historia de vuestra familia debéis hacerme una promesa primero...
Se frenó para plantear bien cómo expresarlo. Iba a pedirle que no usase su apellido en público para evitar que la familia Markov fuese relacionada con la revolución. Su familia ya había tenido bastantes problemas en general tras la muerte de su padre, y por lo que se había enterado, el acuerdo de paz con el Gobierno aun estaba un poco en pañales. Hacía ya dos años que se había firmado, y ciertamente era más estable que tras los meses siguientes a su firma, pero seguía habiendo mucho recelo y desconfianza mutua. Que una Markov perteneciera a la Revolución no sería del agrado de Iliana, y de hecho del suyo tampoco, pero si ella quería serlo era cosa suya. Cada cazador escogía su camino, ¿no? Por otro lado llamar cazadora a aquella chiquilla tímida y asustada era cuanto menos irónico.
- Los Markov no estam... están en guerra con el Gobierno desde hace más de dos años, y la intención es que la paz continúe. Sin embargo, hay bastante desconfianza entre ambos grupos. Si quieres que te cuente más sobre tu gente, deberás jurarme que mantendrás el más estricto secreto.
Volvió a coger la taza y le dio otro trago para aclararse las ideas y calmar su hambre. Tal vez debería intentar convencerla de dejar la Revolución... al fin y al cabo estaba con ellos porque la habían criado desde pequeña, ¿no? Y allí no era más que un estorbo para los planes de Ili-chan. Por otro lado no le apetecía tener que discutir de política con ella, ¿cómo iba a llevársela a la cama si no? Demasiadas decisiones complicadas... y aun encima estaba la posibilidad de que Ili lo pillara y decidiese dejarlo sin partes nobles. Bebió otro sorbo más y dijo:
- ¿Por qué luchas? Ellos te cuidaron, pero, ¿realmente te sientes parte de la Revolución?
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La joven observó a Ivan tomar aquella especie de bebida que no alcanzó a ver de qué se trataba y por ello soltó un suspiro. Debido a la confianza que había cogido con él, tomó uno de los pasteles que le ofrecieron y le dio un pequeño mordisco. Le dio las gracias al hombre que la sirvió y después continuó escuchando a aquella persona. Había oído todo a la perfección y entonces fue cuando la joven se levantó del asiento. Empezó a caminar por la estancia tranquilamente mientras suspiraba y pensaba un poco. Ella misma odiaba al gobierno con todas sus fuerzas y planeaba terminar con ellos. Si los Markov tenían una alianza, simplemente usaría otro apellido para no meterles en líos. Finalmente asintió a las palabras de aquel hombre y después escuchó su última pregunta.
La chica se sentía un soldado del ejército revolucionario de los pies a la cabeza. Su padre adoptivo no la dejó hasta tener la mayoría de edad y ahora que la tenía, su principal objetivo era estar con ellos. Su maestro Dranser era el ejemplo que buscaba seguir y por ello tenía pensado aprender el estilo del “Daburu shi”. Con una respuesta clara, miró a Ivan a los ojos y después le contestó con bastante calma.
- Me siento parte de ellos desde pequeña. Quiero vengarme de la marina y el gobierno, pero ante todo estar con mi familia. Usaré un apellido falso si es necesario. Cuénteme la historia, Roux-san. Le juro que no saldrá de aquí.
La joven entonces se volvió a sentar en el sillón, mirando de nuevo a aquel hombre. Los nervios que tenía no eran por la presencia de Ivan, más bien por la situación. Pudo ver su piel algo más pálida y eso la hizo ladear la cabeza. Justo entonces tomó una taza de aquello que llamaban té y que no había probado. A juzgar por el humo que echaba debía estar caliente. La pelirosa entonces estiró la mano hacia la taza y empezó a formar una especie de bolita azulada de hielo, pero no la echó sobre la bebida. No quería aguarla mucho. La bolita desapareció y la temperatura bajó un poco en la sala, en especial en su bebida. Después le dio un sorbo y le dedicó una sonrisa a aquel chico.
- No os preocupéis por esto. Mi padre me hizo este regalo antes de morir. El frío y el hielo no son secretos para mí…
Dijo al mismo tiempo que su mano era cubierta por una fina capa de escarcha y sus pestañas y labios la siguieron. Acto seguido hizo desaparecer aquello y le guiñó el ojo a Ivan. Había confianza después de todo, por lo que en aquel guiño, su ojo tomó un color dorado también.
La chica se sentía un soldado del ejército revolucionario de los pies a la cabeza. Su padre adoptivo no la dejó hasta tener la mayoría de edad y ahora que la tenía, su principal objetivo era estar con ellos. Su maestro Dranser era el ejemplo que buscaba seguir y por ello tenía pensado aprender el estilo del “Daburu shi”. Con una respuesta clara, miró a Ivan a los ojos y después le contestó con bastante calma.
- Me siento parte de ellos desde pequeña. Quiero vengarme de la marina y el gobierno, pero ante todo estar con mi familia. Usaré un apellido falso si es necesario. Cuénteme la historia, Roux-san. Le juro que no saldrá de aquí.
La joven entonces se volvió a sentar en el sillón, mirando de nuevo a aquel hombre. Los nervios que tenía no eran por la presencia de Ivan, más bien por la situación. Pudo ver su piel algo más pálida y eso la hizo ladear la cabeza. Justo entonces tomó una taza de aquello que llamaban té y que no había probado. A juzgar por el humo que echaba debía estar caliente. La pelirosa entonces estiró la mano hacia la taza y empezó a formar una especie de bolita azulada de hielo, pero no la echó sobre la bebida. No quería aguarla mucho. La bolita desapareció y la temperatura bajó un poco en la sala, en especial en su bebida. Después le dio un sorbo y le dedicó una sonrisa a aquel chico.
- No os preocupéis por esto. Mi padre me hizo este regalo antes de morir. El frío y el hielo no son secretos para mí…
Dijo al mismo tiempo que su mano era cubierta por una fina capa de escarcha y sus pestañas y labios la siguieron. Acto seguido hizo desaparecer aquello y le guiñó el ojo a Ivan. Había confianza después de todo, por lo que en aquel guiño, su ojo tomó un color dorado también.
Ivan Markov
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Ivan se sorprendió al ver la habilidad de Galia, y tomó nota mental de ello. Sería mejor no cabrear a la joven revolucionaria... al menos si no le apetecía convertirse en un cubito de hielo de tamaño humano. Le pareció un poco extraño cuanto menos que la usara ahora, pero al ver su taza lo entendió; había enfriado el té. Aquello lo extrañó, sabía de gente que tomaba té helado, pero era la primera vez que lo veía. Él sinceramente lo prefería caliente. Fue a dar otro trago, y entonces se dio cuenta de que se había acabado ya su taza. Maldijo su suerte en silencio y la dejó en la mesa, acomodándose en el sillón. Bueno, había prometido contarle la historia de los Markov si juraba no emplear su apellido... ahora le tocaba corresponder.
- Los Markov somos la familia fundadora de este país. Hace ya muchos siglos, este reino estaba dividido en varias regiones controladas por familias nobles. Era una época de guerras constantes, revueltas y caos. A pesar de pertenecer a una misma isla y compartir una misma cultura, Hallstat no estaba unido. Fue en medio de ese caos cuando apareció el primer Markov: Sorin I el Grande. Él derrotó a las grandes familias nobles, unificó Hallstat y se convirtió en nuestro primer rey. Su hijo, Daron Markov, fue más lejos y convirtió el reino en una gran potencia que conquistó la mayor parte del North Blue. Fue derrotado y asesinado por el Gobierno, que devolvió nuestras fronteras a su estado original. Durante mucho tiempo nuestra familia gobernó sobre estas tierras con sabiduría, pero hace unos doscientos años la familia Krastov organizó una rebelión para derrocar al último rey Markov, con el apoyo del Gobierno Mundial. Durante todo ese tiempo no fuimos más que un país títere, pero hace tres años el rey Derian III se rebeló contra los Krastov y volvió a conseguir el control del país. El resto ya lo habréis escuchado de las historias sobre la guerra entre el Gobierno y Hallstat. Actualmente nos gobierna su hija, Iliana I.
Cogió su taza y le hijo un gesto a uno de los criados, que volvió a llenársela. Acto seguido le hizo otro para que se fuera, y con una reverencia abandonó la estancia. Hacía un poco de frío ahora que ella había empleado su poder, y con el té al menos entraría un poco más en calor. No era como si le molestara demasiado, pues en su forma híbrida le afectaba menos, pero aun así prefería el calor. Frunció el ceño y movió el cuello a los lados para desentumecerlo. La verdad es que había perdido las ganas de intentar llevársela a la cama. En aquel momento no le apetecía demasiado.
- Me alegra ver que respetarás mi petición, pero me gustaría que además procures no llamar la atención. Será mejor si nadie pone precio sobre tu cabeza, pues de lo contrario el mero hecho de que vengas por aquí sería ponernos en riesgo.
Entonces se puso tenso al percibir un lejano sonido con su fino oído. ¿Golpes? ¿Estaría ocurriendo algo? Maldijo para sus adentros por no tener su espada a mano, y trató de calmarse. Tal vez no hubiese sido nada, sólo un criado demasiado torpe.
- Los Markov somos la familia fundadora de este país. Hace ya muchos siglos, este reino estaba dividido en varias regiones controladas por familias nobles. Era una época de guerras constantes, revueltas y caos. A pesar de pertenecer a una misma isla y compartir una misma cultura, Hallstat no estaba unido. Fue en medio de ese caos cuando apareció el primer Markov: Sorin I el Grande. Él derrotó a las grandes familias nobles, unificó Hallstat y se convirtió en nuestro primer rey. Su hijo, Daron Markov, fue más lejos y convirtió el reino en una gran potencia que conquistó la mayor parte del North Blue. Fue derrotado y asesinado por el Gobierno, que devolvió nuestras fronteras a su estado original. Durante mucho tiempo nuestra familia gobernó sobre estas tierras con sabiduría, pero hace unos doscientos años la familia Krastov organizó una rebelión para derrocar al último rey Markov, con el apoyo del Gobierno Mundial. Durante todo ese tiempo no fuimos más que un país títere, pero hace tres años el rey Derian III se rebeló contra los Krastov y volvió a conseguir el control del país. El resto ya lo habréis escuchado de las historias sobre la guerra entre el Gobierno y Hallstat. Actualmente nos gobierna su hija, Iliana I.
Cogió su taza y le hijo un gesto a uno de los criados, que volvió a llenársela. Acto seguido le hizo otro para que se fuera, y con una reverencia abandonó la estancia. Hacía un poco de frío ahora que ella había empleado su poder, y con el té al menos entraría un poco más en calor. No era como si le molestara demasiado, pues en su forma híbrida le afectaba menos, pero aun así prefería el calor. Frunció el ceño y movió el cuello a los lados para desentumecerlo. La verdad es que había perdido las ganas de intentar llevársela a la cama. En aquel momento no le apetecía demasiado.
- Me alegra ver que respetarás mi petición, pero me gustaría que además procures no llamar la atención. Será mejor si nadie pone precio sobre tu cabeza, pues de lo contrario el mero hecho de que vengas por aquí sería ponernos en riesgo.
Entonces se puso tenso al percibir un lejano sonido con su fino oído. ¿Golpes? ¿Estaría ocurriendo algo? Maldijo para sus adentros por no tener su espada a mano, y trató de calmarse. Tal vez no hubiese sido nada, sólo un criado demasiado torpe.
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Galia escuchó la historia que le contó Ivan en todo momento. Al parecer, su familia había estado en guerras desde hacía bastante tiempo y eso no sabía cómo tomárselo. Las batallas eran horribles y eso no era un secreto. Ella misma había vivido su primera experiencia hacía unos días en aquella isla Norteña. Soltó un inmenso suspiro y después de unos momentos se llevó la mano a la cabeza. Se había quedado con un par de nombres, pero no con todos. Además, le faltaba lo principal. Ella no sabía de quién era hija y sin ese detalle estaba demasiado perdida. Un mareo acudió entonces a su cabeza, era debido a la impotencia de no saber nada más acerca de ella. Actualmente eran gobernador por una mujer y eso la impresionó. Al menos allí no eran machistas. Tosió un poco de forma violenta y después se quedó callada unos segundos.
Lo último que dijo no iba a poder respetarlo, pues eso no era culpa suya. Si realizaba misiones y en ellas destacaba, iban a ponerle precio sí o sí. De todas formas, no tenía que responder en ese momento, pues un ruido se escuchó entonces en la estancia de al lado. Su oído de tigresa había servido de algo por una vez y entonces decidió ignorar aquel hecho. Se colocó de nuevo en pie y se frotó los ojos despacio. El frío la estaba relajando, pero estaba demasiado cansada.
- Sigo sin saber de quién soy hija y eso es algo frustrante. Mencionó con un tono calmado para después soltar un enorme suspiro.
Se estiró unos momentos y acto seguido se pasó la mano por la frente. Se quitó la funda del cinto y entonces le entregó una vaina a aquel hombre. Ella no tenía interés en aquel tipo de arma y estaba segura de que en manos de Ivan estaría mejor. Una vez que se la dio, se quedó mirándole con una expresión bastante calmada.
- Acepta este regalo por lo bien que me has tratado. Me siento un poco mareada ¿Podría pasar aquí la noche, por favor? – Preguntó entonces algo cortada.
Aunque tuviese confianza con él, sentía un poco de vergüenza pedir cosas. Se llevó de nuevo la mano a la cabeza y entonces volvió a mirar a la dirección en la que se había provocado aquel ruido que escuchó anteriormente. Esperaba que el pobre guardia no se hubiese dado un tortazo.
Lo último que dijo no iba a poder respetarlo, pues eso no era culpa suya. Si realizaba misiones y en ellas destacaba, iban a ponerle precio sí o sí. De todas formas, no tenía que responder en ese momento, pues un ruido se escuchó entonces en la estancia de al lado. Su oído de tigresa había servido de algo por una vez y entonces decidió ignorar aquel hecho. Se colocó de nuevo en pie y se frotó los ojos despacio. El frío la estaba relajando, pero estaba demasiado cansada.
- Sigo sin saber de quién soy hija y eso es algo frustrante. Mencionó con un tono calmado para después soltar un enorme suspiro.
Se estiró unos momentos y acto seguido se pasó la mano por la frente. Se quitó la funda del cinto y entonces le entregó una vaina a aquel hombre. Ella no tenía interés en aquel tipo de arma y estaba segura de que en manos de Ivan estaría mejor. Una vez que se la dio, se quedó mirándole con una expresión bastante calmada.
- Acepta este regalo por lo bien que me has tratado. Me siento un poco mareada ¿Podría pasar aquí la noche, por favor? – Preguntó entonces algo cortada.
Aunque tuviese confianza con él, sentía un poco de vergüenza pedir cosas. Se llevó de nuevo la mano a la cabeza y entonces volvió a mirar a la dirección en la que se había provocado aquel ruido que escuchó anteriormente. Esperaba que el pobre guardia no se hubiese dado un tortazo.
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Frunció el ceño, percibiendo algunos ruidos más fuera. Cogió la campanilla y la hizo sonar para llamar a los criados y enterarse de qué pasaba. Empezaba a preocuparle el asunto, pues últimamente habían recibido preocupantes informes de movimientos del Ejército de Renovación, las tropas de los nobles rebeldes. Era muy posible que fuesen ellos los causantes de aquel escándalo, no por nada aquel castillo era tradicionalmente el bastión de los Markov. Entonces escuchó hablar a Galia, y volvió a centrarse en la conversación, sin dejar de estar alerta por si acaso. ¿Decirle de quién era hija? Eso sería difícil... aunque podía intentar enterarse. Tendría que tirar de contactos.
- Lo siento, no se quién es tu madre. Podría enterarme, pero puedo tardar unos días.
Entonces ella sacó el arma y se la tendió y Ivan, interesado, comenzó a examinarla. Era de una calidad innegable, posiblemente de la mejor que hubiese visto salvo por las armas de su padre y su hermana. Una auténtica obra de artesanía. Y para colmo, llevaba el símbolo de la familia Markov. Con una sonrisa, la aceptó y algo brilló en su mirada. ¿Quería pasar la noche allí? Excelente, parece que se reanudaban sus planes. Iba a comentar algo al respecto cuando un disparo resonó en el pasillo. Con un rugido, Ivan se levantó de golpe y pasó a su forma completa. Su piel se volvió pálida como el alabastro, y su pelo blanco como la nieve. Corrió a la puerta, la entreabrió y vio a un grupo de soldados corriendo por el pasillo. Un perdigonazo atravesó la puerta junto a él. Rápidamente volvió a cerrarla y se puso contra la pared. Había reconocido las enseñas.
- ¡Es el Ejército de Renovación! - dijo, con furia - Es hora de probar este arma, pues. ¡Rápido! Ponte en guardia. Son las tropas de antiguos nobles que quieren recuperar las viejas tradiciones y convertir Hallstat en un país atrasado y medieval de nuevo. Como revolucionaria que eres, son tan enemigos tuyos como míos.
- Lo siento, no se quién es tu madre. Podría enterarme, pero puedo tardar unos días.
Entonces ella sacó el arma y se la tendió y Ivan, interesado, comenzó a examinarla. Era de una calidad innegable, posiblemente de la mejor que hubiese visto salvo por las armas de su padre y su hermana. Una auténtica obra de artesanía. Y para colmo, llevaba el símbolo de la familia Markov. Con una sonrisa, la aceptó y algo brilló en su mirada. ¿Quería pasar la noche allí? Excelente, parece que se reanudaban sus planes. Iba a comentar algo al respecto cuando un disparo resonó en el pasillo. Con un rugido, Ivan se levantó de golpe y pasó a su forma completa. Su piel se volvió pálida como el alabastro, y su pelo blanco como la nieve. Corrió a la puerta, la entreabrió y vio a un grupo de soldados corriendo por el pasillo. Un perdigonazo atravesó la puerta junto a él. Rápidamente volvió a cerrarla y se puso contra la pared. Había reconocido las enseñas.
- ¡Es el Ejército de Renovación! - dijo, con furia - Es hora de probar este arma, pues. ¡Rápido! Ponte en guardia. Son las tropas de antiguos nobles que quieren recuperar las viejas tradiciones y convertir Hallstat en un país atrasado y medieval de nuevo. Como revolucionaria que eres, son tan enemigos tuyos como míos.
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La chica asintió con la cabeza a las palabras que le había dicho aquel hombre. Unos días podían ser suficientes y eso en parte la alegró. Entonces se puso a pensar si tal vez debía de quedarse algunos días por la zona. Era innegable que ese chico era muy amable con ella y sentía mucha confianza. A lo mejor el viaje iba a ser mejor de lo que pensaba. Se rascó un momento la cabeza y entonces soltó un enorme suspiro. Tenía que remediar su dolor de cabeza de una vez si quería continuar hablando cosas coherentes. El sueño también la estaba afectando y eso era culpa de haber estado tanto tiempo caminando tras no dormir mucho la noche anterior. Se frotó los ojos con un poco de hielo en las yemas de sus dedos y después bostezó.
La chica entonces observó a su amigo dirigirse a la puerta y abrirla despacio. Tras cerrarla de nueva dijo unas palabras que hicieron a la joven pelirosa ponerse en alerta. No estaba preparada para pelear, pues Dranser aún no la había enseñado. Tragó saliva un poco nerviosa y entonces desenfundó su mandoble de metro ochenta. Era una preciosa arma de calidad similar a Valak, la daga que le había dado a Ivan. Tenía inscripciones doradas a lo largo de la hoja y parecía estar impecable. Dicha arma se llamaba Light. La chica tomó todo el aire que pudo y después de unos momentos frunció el ceño.
- Yo nunca he luchador, Ivan…
Dijo algo nerviosa aquella chica. En ese momento, un tipo abrió la puerta de forma violenta. Tenía el pelo largo, de un tono castaño y con una barba enorme. Parecía ser un monstruo físicamente pues tenía una musculatura enorme. El tipo corrió a por la joven entre gritos de guerra y con un hacha en la mano izquierda. Galia entonces recordó el pequeño tanteo con su maestro y lanzó un golpe violento a la cabeza de ese tipo. Impactó con la zona ancha de la hoja en vez de la cortante, pero entonces ese hombre salió disparado hacia un lado debido a la fuerza de la joven. Aquella fruta la había hecho alguien poderosa. El tipo quedó mareado en el suelo y ella no se atrevía a rematarlo.
- ¡Cuidado!
Gritó la joven al ver que varios hombres corrían al interior. Ella entonces se colocó cerca de Ivan y pronunció unas palabras en un tono algo extraño, el cual recordaba a una especie de invocación.
- Poder del viento del Norte… Ventus…
Su espada se tornó entonces en un brillo blanco intenso y una leve brisa de viento le recorrió los cabellos al mismo tiempo que sus ojos tomaban un tono dorado. No solo tenía una buena fruta, también buenas canalizaciones de energía.
La chica entonces observó a su amigo dirigirse a la puerta y abrirla despacio. Tras cerrarla de nueva dijo unas palabras que hicieron a la joven pelirosa ponerse en alerta. No estaba preparada para pelear, pues Dranser aún no la había enseñado. Tragó saliva un poco nerviosa y entonces desenfundó su mandoble de metro ochenta. Era una preciosa arma de calidad similar a Valak, la daga que le había dado a Ivan. Tenía inscripciones doradas a lo largo de la hoja y parecía estar impecable. Dicha arma se llamaba Light. La chica tomó todo el aire que pudo y después de unos momentos frunció el ceño.
- Yo nunca he luchador, Ivan…
Dijo algo nerviosa aquella chica. En ese momento, un tipo abrió la puerta de forma violenta. Tenía el pelo largo, de un tono castaño y con una barba enorme. Parecía ser un monstruo físicamente pues tenía una musculatura enorme. El tipo corrió a por la joven entre gritos de guerra y con un hacha en la mano izquierda. Galia entonces recordó el pequeño tanteo con su maestro y lanzó un golpe violento a la cabeza de ese tipo. Impactó con la zona ancha de la hoja en vez de la cortante, pero entonces ese hombre salió disparado hacia un lado debido a la fuerza de la joven. Aquella fruta la había hecho alguien poderosa. El tipo quedó mareado en el suelo y ella no se atrevía a rematarlo.
- ¡Cuidado!
Gritó la joven al ver que varios hombres corrían al interior. Ella entonces se colocó cerca de Ivan y pronunció unas palabras en un tono algo extraño, el cual recordaba a una especie de invocación.
- Poder del viento del Norte… Ventus…
Su espada se tornó entonces en un brillo blanco intenso y una leve brisa de viento le recorrió los cabellos al mismo tiempo que sus ojos tomaban un tono dorado. No solo tenía una buena fruta, también buenas canalizaciones de energía.
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¿Cómo nunca había luchado? ¿Acaso no era revolucionaria? Frunció el ceño y contuvo un taco, percibiendo que los tenían casi encima. Se refugió en las sombras, agachado entre la pared y un sillón activando su técnica Sombra en la noche, y entonces la puerta se abrió violentamente. Esperó al momento justo, con Valak en la mano y una mirada furibunda. El primero de ellos cargó contra Gala, pero para cuando Ivan iba a salir tras el tipo, la chica lo noqueó con un golpe tan fuerte que lo derribó. Tomó nota de no cabrearla nunca, y se fijó en los otros tipos. Eran diez en total, con diferentes armas.
- Lamentaréis haber entrado en mi castillo...
A una velocidad inhumana, salió de su escondite y corrió entre ellos lanzando puñaladas y cortes a puntos vitales. Los soldados sólo vieron una fugaz sombra moviéndose entre ellos, y al poco rato todos se desplomaron en medio de chorros de sangre. Con una mirada fría y cruel, se sacó el revólver de la chaqueta y se acercó al que quedaba de ellos, el del hacha. Este se afanaba por levantarse, con una mueca de dolor y una herida sangrante en la cabeza. Le apoyó el revólver en la cabeza y se la voló de un tiro, matándolo al momento.
- Escoria... - dijo con rabia - ¿Estás bien, Galia?
Se acercó a ella fingiendo preocupación. No es que la sintiera realmente, pero lo que dictaban las normas sociales era que hacerlo era lo correcto. Y como miembro de su familia ella le interesaba lo suficiente como para que intentara mantener el decoro al menos un mínimo. Limpió su daga contra la ropa del gigantón, y se la enganchó al cinto. Acto seguido, manteniendo el gesto de preocupación, levantó la mano para acariciarle la mejilla.
- Perdóname, no reaccioné a tiempo y estuve a punto de lograr que te hirieran - continuó, en tono apenado - Y en respuesta a lo de antes, puedes quedarte el tiempo que quieras. Eres una Markov, esta es tu casa.
Nuevamente era puro teatro. Sólo intentaba mostrarse amigable y amable, y si eso lo llevaba a lograr llevársela a la cama... pues perfecto. No le molestaba en realidad haber sido lento, si Galia hubiese muerto por aquellas débiles presas hubiese demostrado no ser digna del apellido que portaba. Al menos había demostrado ser fuerte aun sin tener experiencia en la batalla.
- Lamentaréis haber entrado en mi castillo...
A una velocidad inhumana, salió de su escondite y corrió entre ellos lanzando puñaladas y cortes a puntos vitales. Los soldados sólo vieron una fugaz sombra moviéndose entre ellos, y al poco rato todos se desplomaron en medio de chorros de sangre. Con una mirada fría y cruel, se sacó el revólver de la chaqueta y se acercó al que quedaba de ellos, el del hacha. Este se afanaba por levantarse, con una mueca de dolor y una herida sangrante en la cabeza. Le apoyó el revólver en la cabeza y se la voló de un tiro, matándolo al momento.
- Escoria... - dijo con rabia - ¿Estás bien, Galia?
Se acercó a ella fingiendo preocupación. No es que la sintiera realmente, pero lo que dictaban las normas sociales era que hacerlo era lo correcto. Y como miembro de su familia ella le interesaba lo suficiente como para que intentara mantener el decoro al menos un mínimo. Limpió su daga contra la ropa del gigantón, y se la enganchó al cinto. Acto seguido, manteniendo el gesto de preocupación, levantó la mano para acariciarle la mejilla.
- Perdóname, no reaccioné a tiempo y estuve a punto de lograr que te hirieran - continuó, en tono apenado - Y en respuesta a lo de antes, puedes quedarte el tiempo que quieras. Eres una Markov, esta es tu casa.
Nuevamente era puro teatro. Sólo intentaba mostrarse amigable y amable, y si eso lo llevaba a lograr llevársela a la cama... pues perfecto. No le molestaba en realidad haber sido lento, si Galia hubiese muerto por aquellas débiles presas hubiese demostrado no ser digna del apellido que portaba. Al menos había demostrado ser fuerte aun sin tener experiencia en la batalla.
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Todos esos tipos cayeron ante la sorprendente velocidad de aquel hombre. La chica quedó impresionada y lo siguiente que hizo fue guardar de nuevo su arma. El ver tantos cuerpos la hizo chasquear un momento la lengua, pero debía acostumbrarse a ellos, por lo que simplemente miró con orgullo. El uso que le había dado a aquella arma había sido mejor que el que ella podría haber hecho. Prefería manejar armas más largas y gruesas, como podían ser las espadas bastardas. Soltó un nuevo suspiro después de aquello y el viento dejó de rodearla. El aura blanca había desaparecido y la chica se rascó un momento la mejilla. Todo estaba bien después de que Ivan terminase con ellos. Ahora debía descansar cuanto antes, pues estaba demasiado agotada.
Notó al chico acercarse a ella y preocuparse, cosa que la sorprendió bastante. Entonces notó su mano en la mejilla y eso hizo que un leve rubor apareciera en su rostro. Era la primera vez que alguien que no fuese su padre adoptivo la tratase de aquella forma. No sabía dónde meterse en ese momento y fue entonces cuando tras tragar un poco de saliva agachó la cabeza para ocultar su rostro.
- G-gracias… No ha sido nada…
Una vez dijo aquello volvió en sí cuando escuchó que podía quedarse. Una sonrisa se formó en su rostro y entonces colocó la mano derecha en la pared. Aunque hubiese muchos cuerpos por la zona, quería descansar como era debido. Se llevó la mano derecha al rostro para enfriarlo de nuevo y después de unos momentos se quedó mirando a aquella persona a los ojos.
- Ivan-san ¿Podríais indicarme la habitación, por favor?
Su mareo estaba aumentando y encima ya parecía casi dormida. Si aquel hombre tenía intenciones raras iba a tener que cancelarlas. En ese momento la chica negó de forma violenta ¿En qué coño estaba pensando? Ella era una chica pura y que no pensaba mal de los demás. Era imposible que ese chico quisiera hacer algo raro. Le dedicó una sonrisa calmada y después le revolvió el cabello con una expresión amable en todo momento.
- Estoy muy agradecida por todo lo que has hecho por mi hoy. Mañana podemos hablar un poco más y si quieres entrenar un poco…
Una vez dijo aquello, esperó una contestación y después le seguiría para que la dejase en su habitación. Entonces podría dormir de una vez por todas.
Notó al chico acercarse a ella y preocuparse, cosa que la sorprendió bastante. Entonces notó su mano en la mejilla y eso hizo que un leve rubor apareciera en su rostro. Era la primera vez que alguien que no fuese su padre adoptivo la tratase de aquella forma. No sabía dónde meterse en ese momento y fue entonces cuando tras tragar un poco de saliva agachó la cabeza para ocultar su rostro.
- G-gracias… No ha sido nada…
Una vez dijo aquello volvió en sí cuando escuchó que podía quedarse. Una sonrisa se formó en su rostro y entonces colocó la mano derecha en la pared. Aunque hubiese muchos cuerpos por la zona, quería descansar como era debido. Se llevó la mano derecha al rostro para enfriarlo de nuevo y después de unos momentos se quedó mirando a aquella persona a los ojos.
- Ivan-san ¿Podríais indicarme la habitación, por favor?
Su mareo estaba aumentando y encima ya parecía casi dormida. Si aquel hombre tenía intenciones raras iba a tener que cancelarlas. En ese momento la chica negó de forma violenta ¿En qué coño estaba pensando? Ella era una chica pura y que no pensaba mal de los demás. Era imposible que ese chico quisiera hacer algo raro. Le dedicó una sonrisa calmada y después le revolvió el cabello con una expresión amable en todo momento.
- Estoy muy agradecida por todo lo que has hecho por mi hoy. Mañana podemos hablar un poco más y si quieres entrenar un poco…
Una vez dijo aquello, esperó una contestación y después le seguiría para que la dejase en su habitación. Entonces podría dormir de una vez por todas.
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Con una sonrisa, le hizo una gesto para que lo siguiera y la guió a su habitación. Sería muy fácil aprovecharse en aquel momento... pero no lo haría. Era alguien de su familia, tenía que hacer las cosas bien. Y no se le había escapado aquel rubor en sus mejillas al acariciarla, que le indicaba que tenía posibilidades con ella. Sólo tenía que mantener el falso dato de que no eran parientes.
- Por aquí, Galia-chan.
La llevó a la que había sido la habitación de sus abuelos, por lo que sabía. Tenía una enorme cama con dosel y hermosas pinturas y como todas las habitaciones de la casa, estaba perfectamente cuidada por la servidumbre pese a no haber nadie usándola. Abrazó a la chica y le acarició la cabeza con una sonrisa burlona, casi metiéndose con ella.
- Descansa. Mañana hablaremos más sobre todo esto, y veré si puedo enterarme de quién era tu madre.
- Por aquí, Galia-chan.
La llevó a la que había sido la habitación de sus abuelos, por lo que sabía. Tenía una enorme cama con dosel y hermosas pinturas y como todas las habitaciones de la casa, estaba perfectamente cuidada por la servidumbre pese a no haber nadie usándola. Abrazó a la chica y le acarició la cabeza con una sonrisa burlona, casi metiéndose con ella.
- Descansa. Mañana hablaremos más sobre todo esto, y veré si puedo enterarme de quién era tu madre.
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